y los Estados Unidos, que parecen plagar la América de...

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«… y los Estados Unidos, que parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad…» Simón Bolívar, 1829

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    y los Estados Unidos, que parecen destinados por la Providencia para plagar la Amrica de

    miserias a nombre de la libertad

    Simn Bolvar, 1829

  • TOMO III1899-1945

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    Cronologa de las intervenciones extranjeras en

    Amrica Latina, tomo III, de Gregorio Selser

    D.R. Universidad Nacional Autnoma de Mxico,

    Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y

    Humanidades. Torre II de Humanidades 4 piso, Circuito

    Interior, Ciudad Universitaria, Delegacin Coyoacn,

    C.P. 04510, Mxico, Distrito Federal (primera edicin

    CEIICH-UNAM y Universidad Obrera de Mxico

    Vicente Lombardo Toledano, 2001).

    Para esta edicin integral:

    D.R. Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxico,

    Av. Divisin del Norte nmero 906, Colonia Narvarte

    Poniente, Delegacin Benito Jurez, C.P. 03020,

    Mxico, Distrito Federal.

    Cuidado de la edicin: Centro Acadmico

    de la Memoria de Nuestra Amrica (CAMeNA),

    Ana Mara Sacristn Fanjul.

    Revisin histrica y correccin de estilo:

    Guillermo Fernndez Ampi y Ana Mara Sacristn Fanjul.

    Concepto diagramtico y diseo: Trada diseo,

    Luis Garca Flores e Irma Bastida Herrera.

    Biblioteca CAMeNA, Coleccin Archivo Selser / 4

    http://selser.uacm.edu.mx

    ISBN Obra completa: 978-607-7798-30-9

    Tomo III: 978-607-7798-34-7

    Hecho e impreso en Mxico/Made and printed in Mexico.

    Selser, Gregorio

    Cronologa de las intervenciones extranjeras en Amrica Latina / Gregorio Selser

    5 vols.

    Incluye dvd

    ISBN 978-607-7798-30-9

    1. Amrica Latina-Historia- Relaciones Exteriores

    2. Amrica Latina-Historia-Cronologa, 1776-1990.

    F1415 S45

  • TOMO III1899-1945

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    prlOgO

    prlogo

    Andrs Kozel*

    UnO

    Este tomo de la cronologa selseriana cubre el complejo y determinante periodo que se abre tras la conclusin de la guerra hispano-estadounidense de 1898 el Tratado de Pars y sus consecuencias inmediatas y mediatas, para cerrarse con el triunfo aliado en la segunda guerra mundial. La eleccin por Selser de los hitos que enmarcan el lapso no es casual, ni obedece simplemente a un elemental sentido de la proporcin dedicar cada tomo de la Cronologa... a una etapa de aproximadamente medio siglo, sino que resulta indicativa de una forma bien definida de pensar la historia contempornea, a saber, aquella que toma como criterio fundamental de inteleccin la consideracin de los modos a travs de los cuales se configuran histricamente las relaciones de dominacin a escala regional y global: 1898 y 1945 constituyen, al igual que 1847-1848 y 1989-1991, mojones cuya importancia sera difcilmente cuestionable en tal sentido.

    Es algo bien sabido que la guerra de 1898 emblematiza el ocaso absoluto del Imperio Espaol, a la vez que la consolidacin definitiva de los Estados Unidos como actor hegemnico en los asuntos caribeos y centroamericanos y, tambin, como potencia de gravitacin creciente en la escena internacional. No menos sabido es que la conclusin de la Segunda Guerra Mundial dejara a los

    * Facultad de Filosofa y Letras, UNAM; Sistema Nacional de Investigadores, CONACYT; Comit Asesor del Archivo Gregorio y Marta Selser, UACM.

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    Estados Unidos compartiendo el predominio global con la URSS, la otra sperpotencia del momento, cuya emergencia en tanto tal fuera, en sentido estricto, ms reciente an. Entre las razones principales que explican la metamorfosis de los Estados Unidos ha de contarse su inusitado crecimiento industrial y financiero, solicitante voraz de materias primas, mercados y espacios propicios para la colocacin de capitales, adems de condicin primordial para el notable desarrollo armamentstico cuyas envergadura y dinamicidad acabaran por resultar decisivas en la magna contienda inter-imperialista.

    A partir de 1898, los gobiernos de los Estados Unidos encabezados por McKinley, Roosevelt, Taft despliegan una poltica sealadamente activa y agresiva tanto en Centroamrica y el Caribe como en la mucho ms lejana Asia. Durante los primeros aos del siglo, las intervenciones sobre los pases centroamericanos y caribeos son no slo mltiples, sino adems, vale la pena insistir en ello, determinantes a posteriori. En la estela geoestratgica de la guerra hispano-estadounidense, destacan por sobre otras situaciones-clave las correspondientes a Puerto Rico y Cuba, donde los Estados Unidos sustituyen al gobierno colonial espaol con singulares disposiciones neo-colonialistas que no seran revisadas sino hasta mucho despus (Ley Foraker, Enmienda Platt); a la Repblica Dominicana, donde los Estados Unidos ejercen un control casi ininterrumpido sobre las aduanas, hasta llegar a la ocupacin integral del pas en 1916, y a Colombia, donde el rechazo por el congreso colombiano del Tratado Hay-Herrn (suscrito en enero de 1903) conduce a un impaciente Theodore Roosevelt a promover la secesin del territorio colombiano de Panam (acaecida en noviembre 1903), para iniciar de inmediato la construccin del anhelado canal interocenico, finalmente inaugurado una dcada ms tarde.

    Este conjunto de procesos, al que deben integrrsele tanto el bloqueo infligido a Venezuela por Gran Bretaa, Alemania e Italia a fines de 1902 y el capital debate jurdico-poltico por l suscitado (en el cual el gobierno estadounidense juega tambin un papel), como otros muchos incidentes menores (anticipmoslo: casi no hay incidentes menores o casuales para Selser), acaban por conducir a la formulacin y fijacin relativa del Corolario Roosevelt a la graciosamente elstica Doctrina Monroe, as como a la formulacin y fijacin relativa de toda una larga serie de supuestos y reflejos

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    conexos, ms o menos tcitos o explcitos segn los casos, y con matices que slo se comprenden bien situando cada dinmica en su contexto respectivo, los cuales orientaran en los lustros por venir no slo la poltica estadounidense en sus relaciones con Amrica Latina, sino adems los tipos de respuesta que los gobiernos y otros actores latinoamericanos estuvieron en condiciones de articular ante la misma.

    En suma, si es cierto que, como lo testimonian los tomos precedentes de la Cronologa..., es factible identificar numerosos antecedentes del modus operandi de las potencias extranjeras, incluidos los Estados Unidos, en el mbito latinoamericano, no lo es menos que es precisamente en torno y a partir de 1898 y sus derivaciones que se conforma un formato de relacin relativamente ntido y perdurable entre los Estados Unidos y, en principio, las naciones centroamericanas y caribeas. El desciframiento de dicho formato, la comprensin de la lgica que le subyace, es de enorme importancia para dilucidar, sin desatender a las irreducibles especificidades, buena parte de lo que sucedera despus, y ya no slo en las aguas y en las playas de aquel Caribe, mare nostrum ms o menos circunscrito.

    Los aos diez son los de la intervencin en Nicaragua, donde los Estados Unidos desempean un papel inocultable no slo en la cada del presidente liberal Jos Santos Zelaya a fines de 1909, sino tambin en la configuracin del vergonzante orden ulterior, caracterizado por la virtual plattizacin del pas (pactos Dawson, presencia constante de los marines, dominacin de los conservadores a travs de la dinasta Chamorro); los de las ocupacin militar de toda la isla de La Espaola, y tambin los de la fase armada de la Revolucin Mexicana, donde los Estados Unidos son cualquier cosa menos ajenos a sus intrincados avatares (auge y cada de Madero, auge y cada de Huerta, movilizacin de tropas, trfico de armas, papel de los trusts, rumores de invasin, ocupacin militar efectiva, constante presin diplomtica, y un largo y espeso etctera que, para decirlo con una expresin cara a Selser, olera mayormente a petrleo). De ninguna manera ha de olvidarse que, en todo o en parte, estos procesos se fueron desenvolviendo sobre el teln de fondo impuesto por la Primera Guerra Mundial y por sus antecedentes y consecuencias inmediatos. Ello propici, desde luego, un cierto singular reverdecer de la Doctrina Monroe en los Estados Unidos, ligado ahora a la obsesin por

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    controlar espacios y recursos estratgicos cruciales (el canal interocenico y sus inmediaciones, el

    cobre chileno, el petrleo de varios pases y otro espeso etctera).

    Los aos veinte de Selser son, ante todo, los de la guerrilla de Augusto C. Sandino, su hroe

    predilecto. No es que Sandino y su pequeo ejrcito loco no hubiesen tenido precursores y

    acompaantes en la lucha anti-imperialista: los tuvieron, y en ocasiones muy remarcables y muy

    remarcablemente dignos. Sin embargo, la guerrilla sandinista constituye para Selser un caso especial,

    por el origen humilde de su lder, por la pureza de su causa y, sobre todo, porque su gesta vino

    a demostrar que era posible resistir y tambin vencer al imperio, y ello ms all de que todo se

    resolviera entonces en los infames sucesos de 1934 (perpetrados, aclara Selser, con la aprobacin de

    Arthur Bliss Lane, entonces ministro de Estados Unidos en Nicaragua), los cuales abrieron paso a la

    larga noche somocista, a su vez combatida y derrotada, cuatro dcadas ms tarde, en nombre del

    invencible general. En una entrada altamente significativa por lo que nos deja saber acerca del prisma

    a travs del cual Selser interpreta ese especfico periodo, leemos:

    Los sucesos [el desconocimiento por Juan B. Sacasa del rgimen de Adolfo Daz y la nueva intervencin

    de los marines] provocarn, pocos meses despus, la aparicin de guerrillas al mando de un ex obrero

    manual, Augusto C. Sandino, quien enarbolar la divisa nacionalista Patria y Libertad. Con su lucha

    producir una viva reaccin mundial que, aos ms tarde, se reflejar en la llamada Poltica del Buen

    Vecino, de Franklin D. Roosevelt.1

    Por lo dems, la lectura atenta de esta zona del tomo nos revela a un Selser distante del aprismo

    difcil dejar de ver all una especie de encono retrospectivo, a la vez que identificado abiertamente

    con las posiciones sostenidas por Julio Antonio Mella y por la Liga Antiimperialista de las Amricas.2

    1 Entrada correspondiente a diciembre (sfe) de 1926, mis cursivas.

    2 Vanse las entradas correspondientes al 7 de mayo de 1924; las sin fecha especfica de 1925 y 1927, la de febrero (sfe) de 1927 y las dos del 10 de enero de 1928.

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    Los aos treinta son los de la crisis econmica mundial y sus devastadores efectos Selser sigue atentamente, adems de los procesos centroamericanos y caribeos, los casos chileno y argentino, as como los de la Poltica de la Buena Vecindad, anunciada por Herbert Hoover y puesta en prctica por Franklin D. Roosevelt a partir de 1933. Hay que decir que, anlogamente a lo sucedido con sus apreciaciones sobre la presidencia de Wilson, la valoracin de este lapso por Selser es tan capaz de registrar el cambio de clima usualmente asociado a la figura del segundo Roosevelt como de no dejarse engaar por l a sus ojos, la Poltica del Buen Vecino es slo un modelo de relacin distinto en lo formal, pero que dejar intactos los elementos histricos de la dependencia.3 La reconstruccin trazada por Selser de toda esa fase deja perfectamente claro que aunque es cierto que los aos treinta son los de la adhesin de los Estados Unidos al principio de no intervencin (VI Conferencia Panamericana, Montevideo, 1933), de la abrogacin de la Enmienda Platt, del retiro de tropas de Nicaragua y de Hait, de la promulgacin del acta de independencia filipina, de la modificacin de los trminos del tratado Hay/Bunau-Varilla, de la gira del presidente Roosevelt en varios pases latinoamericanos y de la tambin relativa buena disposicin para negociar ante una medida tan rotunda y radical como lo fue la expropiacin de bienes petroleros de propiedad extranjera durante el gobierno del general Lzaro Crdenas, pero tambin lo es que son, en contrapartida, los de la masacre de El Salvador en relacin con la cual nada hacen los Estados Unidos; de la Guerra del Chaco donde la Standard Oil y su rival la Royal Dutch Shell desempean el papel de titiriteros macabros; de la resolucin contrarrevolucionaria de los sucesos cubanos de 1933 donde los Estados Unidos son todo excepto un actor neutral; del Tratado de Reciprocidad Comercial entre Cuba y Estados Unidos (agosto de 1934) sealadamente lesivo para la nacin islea; de la dura represin al cada vez ms ostensible y combativo movimiento nacionalista puertorriqueo; del inicio de las ominosas dictaduras de Trujillo en Dominicana y de Somoza en Nicaragua ambas apoyadas, al comienzo y de manera perdurable, desde Washington, y de un, una vez ms, saturado etctera.

    3 Entrada correspondiente al 1 de marzo de 1933, mis cursivas.

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    El tomo concluye haciendo referencia a los aos de la Segunda Guerra Mundial, signados, entre

    otras cosas, por la presin diplomtica de los Estados Unidos acaecida despus del incidente

    de Pearl Harbor para que los pases latinoamericanos rompieran relaciones con las potencias

    del Eje y les declarasen la guerra cosa que casi todos hacen puntualmente, en tanto que otros

    ms reticentes (destaca la Argentina del momento pre-peronista, interesada en preservar sus hasta

    entonces decisivas relaciones comerciales con Europa), slo hacen mal y tarde, lo cual tendra

    mltiples consecuencias ulteriores (en el caso argentino, y por mencionar slo lo inmediato, sobresale

    la intromisin de Spruille Braden en la poltica interna del pas), cuya relevancia Selser no deja de

    insinuar en el tramo final del volumen.

    Al lector deseoso de acceder sin ms mediaciones al modo por el cual Selser aprecia la etapa

    abierta por la crisis de 1929-1932, as como a los parmetros interpretativos con base en los cuales

    piensa el escenario de la posguerra abordado en el cuarto tomo, le resultar productivo acudir

    a dos testimonios retrospectivos que reproduce in extenso y aprobatoriamente en este tercer tomo:

    uno, del profesor ecuatoriano Jorge Nez;4 el otro, del intelectual mexicano Gastn Garca Cant.5

    Ambos extractos elaborados, insisto, con posterioridad a los procesos a los que se refieren

    dejan claro que entre los rasgos definitorios del periodo ha de contarse la decisiva gravitacin y la

    creciente penetracin estadounidense en Amrica Latina, siendo uno de sus efectos la relegacin

    paulatina de las potencias europeas de los asuntos del hemisferio. Si hoy sabemos que dicho proceso

    no fue homogneo ni tampoco absoluto, sabemos, tambin, que la historia de la Amrica Latina

    contempornea no podra comprenderse de manera adecuada sin colocar en el centro de nuestras

    consideraciones los intereses y el accionar diplomtico, geoestratgico y econmico del Coloso del

    Norte.

    4 Entrada correspondiente a 1930, sin fecha especfica.

    5 Entrada correspondiente a 1945 (Sfe).

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    En muy estrecha relacin con lo anterior, vale la pena destacar que para Selser no hay, al menos en principio, solucin de continuidad alguna entre la poltica estadounidense, conducida por el Departamento de Estado y sus dependencias, y el accionar de los grupos econmicos privados. Ms all de algunos conflictos y tensiones oportunamente referidos,6 la imagen que tomo y obra destilan en este sentido destaca los profundos vnculos que histricamente han enlazado ambas esferas. No parece excesivo sostener que la puesta de relieve de dicha conexin es uno de los motivos constantes y principalsimos de la Cronologa... y, tambin, y ms all, de la produccin selseriana integralmente considerada.

    DOs

    Todo conocedor de la obra de Selser sabe en qu importante medida su trayectoria intelectual qued marcada por Guatemala 1954 y por la serie de sucesos que le siguieron: la desilusin ante la presidencia de Arturo Frondizi, el horizonte abierto por la Revolucin Cubana y su giro comunista, el asesinato de John F. Kennedy, la escandalosa intervencin sobre Repblica Dominicana en 1965 Tanto el temprano inters de Selser por los asuntos centroamericanos y caribeos las primeras ediciones de Sandino, general de hombres libres, El pequeo ejrcito loco, El guatemalazo, El rapto de Panam y Aqu, Santo Domingo!, son de 1955, 1958, 1961, 1964 y 1966, respectivamente, como su valoracin enconadamente crtica de la poltica estadounidense de ese tiempo (textualizada en una serie de obras suyas ms o menos contemporneas a la referida) parecen derivar directamente de aquella marca primordial: entre los efectos de Guatemala 1954 ha de contarse la radicalizacin no slo de Selser, sino tambin de una significativa franja de militantes e intelectuales latinoamericanos.

    Todo conocedor de la obra selseriana sabe, tambin, que la versin definitiva de la Cronologa... fue cristalizacin de un antiguo afn suyo, que cuenta con antecedentes, menos monumentales y menos perfectos sin duda, pero aun as sumamente significativos desde el punto de vista de la

    6 Vase, por ejemplo, la entrada correspondiente al 24 de enero de 1932.

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    adecuada comprensin de su proyecto intelectual, que, como todos los proyectos intelectuales, conviene visualizar como forja historiable y no como esencia dada de una vez y para siempre. En Diplomacia, garrote y dlares en Amrica Latina (1962) se deja apreciar, bajo el ttulo Nuestra Amrica: referencias histrico-poltico-sociales, una propuesta cronolgica seminal: alrededor de sesenta pginas basadas, entre otros, en los meticulosos aportes de don Vicente Senz y del ex-ministro guatemalteco Ral Osegueda,7 que cubren el periodo 1776-1961. Numerosos rasgos de aquella versin liminar anticipan claramente los de la magna reelaboracin ulterior: tendencia a la concisin cablegrfica; focalizacin de la atencin en el seguimiento de una serie de procesos juzgados como sintomticos y decisivos; introduccin de voces de protagonistas e intrpretes contemporneos a los acontecimientos; evocacin de consideraciones de intrpretes retrospectivos significativos; apelacin constante a los recursos retricos del sarcasmo y la irona

    Todo lo anterior no es demasiado distinto a lo que una dcada ms tarde se deja ver en otro trabajo suyo, titulado Los marines. Intervenciones norteamericanas en Amrica Latina (Cuadernos de Crisis, 1974). Si la cotejamos con la precitada, las principales novedades de esta versin son la extensin del seguimiento cronolgico hasta 1973, la introduccin de recuadros (testimonios, documentos o comentarios) e imgenes (vietas, fotografas), as como tambin la reubicacin de la sentencia bolivariana de 1829 (en carta a Campbell), que pasa a presidir, desde ahora y en calidad de epgrafe, la entera tentativa, en aquella versin y en la postrera. Por otra parte, en muchos otros libros de Selser aparecen cronologas ligadas a procesos particulares, as como tambin despliegues de parte o de la totalidad de los recursos tcnicos, historiogrficos y retricos aludidos.

    Habitualmente se ha empleado la Cronologa... como una fuente histrica; desde luego, ello es legtimo. No obstante, la obra puede ser usada de otros modos, no necesariamente menos provechosos. Uno de esos modos es el que tiene que ver con prestar atencin a quines son esos intrpretes retrospectivos significativos que Selser evoca y convoca para comentar y analizar la cascada de hechos que tenazmente va puntualizando. Leer empleando una lente sensible a dicha

    7 En Gregorio Selser, Diplomacia, garrote y dlares en Amrica Latina, Buenos Aires, Palestra, 1962, p. 19.

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    dimensin constituira un camino productivo, no slo para perfilar el arsenal de las referencias selserianas predilectas, sino adems para reconstruir una biblioteca bsica para el estudio del hecho imperialista en Amrica Latina y del anti-imperialismo, su contra-cara. No se trata, por supuesto, de cuantificar referencias y alusiones: Jorge Nez y Gastn Garca Cant aparecen citados, cada uno, una sola vez en el tomo tercero, pero esas veces son, como qued dicho, altamente significativas. Y sin embargo, no deja de ser interesante llamar la atencin sobre la apelacin recurrente por parte de Selser a un repertorio especfico de autores y de obras, algunos ms recordados en nuestro tiempo, otros menos. Mencionemos media docena de autores (los ttulos de sus obras pueden consultarse en la Bibliografa que cierra el volumen): Luis Izaga (S.J.), Vicente Senz, Isidro Fabela, Ramiro Guerra y Snchez, Dexter Perkins y, menos convocado, pero no menos decisivo, Juan Jos Arvalo, el ex presidente de Guatemala. A la presencia de este haz de autores, descollante en ms de un sentido, hay que agregar la convocatoria a voces que hablan de historias nacionales especficas, algunas veces en relacin con un periodo particular (por ejemplo, Julio Yao para Panam y el canal interocenico, Marvin Barahona para Honduras, Pedro Henrquez Urea para Repblica Dominicana, Mariano Picn Salas para la Venezuela de Cipriano Castro y, subraymoslo, el mismo Selser, en especial para los casos de Dominicana y Panam). Hay que agregar, tambin, el empleo de un considerable espectro de materiales de origen estadounidense (extractos de literatura histrica y biogrfica, de editoriales de peridicos, de discursos e informes). A ello se suma, por fin, una buena cantidad de material tomado directamente del diario La Prensa de Buenos Aires, as como tambin una considerable porcin de testimonios-anlisis recuperados de la revista Repertorio Americano esto ltimo muy notable en relacin con el tratamiento del periodo en que se desarroll la guerrilla liderada por Sandino.

    De manera que, en trminos generales, cabe ver a la Cronologa... como un inmenso collage, compuesto bsicamente por noticias, extractos de documentos de diverso orden (despachos, memorndums, informes, protocolos, acuerdos, tratados) y fragmentos de pasajes tomados de artculos y/o libros de otros autores, intrpretes de los hechos, contemporneos a ellos o no. Con base en esta constatacin resulta posible acercarse a la obra provistos de una lente atenta, no ya a los materiales con

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    los que fue compuesta, sino a su forma especfica. Entre otras cosas, el Selser-autor de la Cronologa... parece esmerado en sustraerse de los desarrollos y debates: como si quisiera permanecer oculto tras la enorme masa de los hechos que consigna y de las tramas interpretativas que convoca, incluidos sus propios aportes previos. Sin embargo, en ocasiones su voz asoma concisamente, como entre bambalinas, como obsedida por no revelarse del todo, y esos asomos son reveladores a su vez. Qu puede significar esta disposicin, este modo de proceder que predomina en la Cronologa... y en otras zonas de su dilatada obra?; qu puede significar el recurso al collage de voces, envs probable de una reticencia relativa slo relativa a ofrecer una larga disertacin en primera persona para dejar as que hablen los hechos, los actores involucrados, los intrpretes calificados?

    Una primera lnea de reflexin podra llamar la atencin sobre la probable auto-percepcin de cierto dficit de autoridad discursiva por parte de un Selser demasiado sensible a su condicin de intelectual autodidacta, a quien no le sobran credenciales para legitimarse en un medio casi invariablemente mezquino. Antes y despus de Selser, anlogo problema aquej y aqueja a numerosos intelectuales, que desplegaron y despliegan estrategias diversas para conjurarlo. Puede haber algo de cierto en todo esto, pero entonces: cmo explicar la convocatoria a su propia voz en calidad de fuente?, cmo explicar las intromisiones y las presencias a las que haremos referencia enseguida?

    Un segundo y tal vez ms fecundo cauce de anlisis podra optar por poner de relieve el hecho simple pero verdadero de que Selser tributa claramente a una epistemologa objetivista-crtica. En este sentido, no debiramos permitir que nos confundan ciertas declaraciones suyas orientadas a tomar distancia de las nociones de objetividad y de neutralidad valorativa; con esas declaraciones, recurrentes en sus libros, Selser cuestionaba no tanto el significado y las promesas encerrados en esas nociones como su uso generalizado en calidad de coartada de unos intereses que, aunque quisieran permanecer ocultos, casi siempre resultan, si se indaga lo suficiente, perfectamente determinables. Es claro que, para Selser, no cabe dudar de la realidad de los hechos del pasado ni tampoco de la posibilidad de conocer su verdad; nada ms lejos de su lan que el entusiasmo por cualquier clase de subjetivismo interpretativo o que el regodeo en torno a la eventualmente caleidoscpica

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    polisemia del devenir. Como buena parte de quienes integraron la cultura de las izquierdas de su tiempo (que va, digamos, de Guatemala 1954 a Nicaragua 1979), Selser se esmera por contraponer a las verdades-coartada disponibles unas verdades-hechos trabajosamente reconstruidas sobre la base de un paciente y minucioso trabajo. Desde el punto de vista de alguien situado en esta sensibilidad epistemolgica, a la objetividad falsaria de las verdades del poder y sus secuaces se la puede y se la debe enfrentar con la objetividad autntica de las verdades labradas desde el digno mirador provisto por la crtica honesta, comprometida y documentalmente fundada. La relativa auto-sustraccin de la voz autoral obedecera as, ante todo, a una opcin epistemolgica ligada al afn de que los hechos hablen por s solos, bajo el supuesto tico-poltico que indica que con ello, y con la convocatoria a voces autorizadas, basta.

    Una tercera lnea de argumentacin, no necesariamente excluyente de las anteriores, aunque s portadora de otros nfasis acaso ms promisorios, podra resaltar el hecho de que tal vez no sea tan cierta la afirmacin segn la cual el Selser-autor est ausente, ni siquiera relativamente ausente, de una obra como la Cronologa... Ms bien, lo que tendramos es otra imagen: un Selser activsimo, meta-bricoleur (si se emplea este ltimo concepto libre de cualquier connotacin peyorativa), director de una obra de atributos sinfnicod, incansable artfice de una tupida y polcroma trama, gran tejedor que decide cules hilados, cules colores, cules texturas, cules semblantes, representar sobre el canev.

    Este ltimo punto de vista es importante aqu. Asumindolo, se vuelve posible justipreciar una serie de atributos formales de la Cronologa..., decisivos en el sentido que venimos considerando. Mencionemos algunos. En primer lugar, el empleo habitual de la analepsis y de la prolepsis. La primera podemos apreciarla, por ejemplo, en una entrada correspondiente al 24 de enero de 1911: Se demuestra que la explosin del Maine, ocurrida en 1898 y que fue el pretexto de la guerra contra Espaa, se produjo dentro del barco, donde no haba sino marineros estadounidenses []. Tambin se observa en una entrada correspondiente al 25 de diciembre de 1935: Desde Washington se informa que han quedado al descubierto las maquinaciones de la multimillonaria Casa Morgan para

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    hacer entrar a Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Y en una entrada correspondiente al 27 de diciembre de 1940: En documentos que el Departamento de Estado de Estados Unidos publica por primera vez, se consigna cmo hace 15 aos, cuando era presidente [lvaro] Obregn, Estados Unidos logr que el gobierno mexicano siguiese consintiendo que la flota de ese pas operase desde Baha Magdalena, Baja California [...]. La prolepsis se observa, por ejemplo, en las entradas referidas a los antecedentes de la Guerra del Chaco (aos veinte), al desempeo juvenil de Jorge Elicer Gaitn (que prefigura su popularidad ulterior), a la fundacin del Partido Socialista chileno (de la que participa el joven Salvador Allende, protagonista decisivo del tomo cuarto). Tambin en la referencia, en una entrada correspondiente a la presidencia del segundo Roosevelt, al ulterior olvido por parte de Truman de los doce puntos que aqul acordara con el gobierno panameo. Est asimismo presente en las anotaciones sobre el hallazgo de bauxita en Jamaica; sobre los ataques racistas contra mexicanos en Los ngeles, y en muchas ms. Algunas son tan turbadoras como la siguiente correspondiente a 1934 (Sfe), que asaz complejamente combina prospeccin y retrospeccin: Algn tiempo despus de terminada la Guerra [del Chaco], los bolivianos descubrieron con indignacin que, mientras su pas tuvo que importar petrleo peruano y venezolano para su ejrcito en guerra, la Standard haba abastecido con petrleo boliviano al ejrcito paraguayo, por medio de oleoductos secretos construidos en El Chaco.

    En segundo lugar, los asomos de la voz autoral a modo de latigazos, unas veces de coloracin trgica, como se ve, por ejemplo, en una entrada correspondiente al 22 de enero de 1902: El representante de Colombia, entre otros, suscribe esta declaracin. Es suicidio puro. O en una correspondiente al 20 de julio de 1903: [] se designa un organismo arbitral para zanjar las diferencias, integrado por el mismo Galvn [nuevo canciller de Dominicana] y por dos ciudadanos estadounidenses: un corderito contra dos lobos. As le ir al corderito. En ambos casos, mis cursivas resaltan sendos latigazos selserianos. Otras son de pulso innegablemente irnico-sarcstico; por ejemplo, en referencia a cierta declaracin de Philippe Bunau-Varilla: De paso, este colosal bandolero de levita y galera se sigue autoelogiando (2 de mayo de 1909). En relacin con la presidencia Taft: una barriga rodeada

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    de pillos; o, con respecto a un triunfo electoral de Caras en Honduras (30 de octubre de 1932): Suceden cosas raras en las urnas comiciales y ms raros son an los cmputos porque perjudican al candidato del Partido Liberal, ngel Ziga Huete, en beneficio de su contrincante, el general Tiburcio Caras Andino, que entre otras cosas posee la contundencia irrefutable de la fuerza armada y, por lo tanto, aparece consagrado presidente. Y, en alusin a cierta respuesta dada por el dictador Gerardo Machado al embajador Sumner Welles el 8 de agosto de 1933: Tambin el dictador es surrealista (represe en el espesor que adquiere, en este caso, el adverbio tambin), o acerca de la contundente victoria electoral de Somoza en Diciembre (sfe) de 1936: Mayor muestra de democracia no puede pedirse.

    El empleo de este tipo de recursos los mencionados y otros muchos ms denota una actividad ostensible e intensa por parte del autor. Tomar todo esto en cuenta conduce, de manera casi natural, a complicar aquella imagen demasiado simple de un Selser auto-sustrado sea por modestia o por decisin epistemolgica de la labor diegtica solicitada por su afn. As, y contra lo que pudiera colegirse con base en una aproximacin superficial y desprevenida, la Cronologa... aparece como una obra capaz de soportar anlisis formales elaborados hay que tener presente que, tal y como se ha venido resaltando con insistencia ltimamente, la forma, lejos de ser un simple ornamento, es una dimensin crucial de las elaboraciones discursivas y de los procesos de comunicacin.

    Tres

    A mediados de 1983 Selser recibi del gobierno nicaragense la Orden Rubn Daro. En el discurso que pronunci en la ocasin, se refiri a s mismo como cronista afiebrado e indignado de una historia draculesca. Recordar esa auto-definicin, formulada en un momento tan especial, reflexionar sobre ella, puede ser un buen modo de (re)abrir el debate acerca de la significacin cultural y poltica de Selser figura y legado. Cul es el mensaje propuesto en la Cronologa...; cul puede ser, para nosotros, hoy, el sentido global de los afanes selserianos?

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    prlOgO

    Cronista afiebrado e indignado de una historia draculesca. La oracin tiene dos sustantivos y tres adjetivos: no late claramente, bajo cada uno de esos tres adjetivos, un pathos trgico? Despejemos, antes de seguir avanzando en esta direccin, algunos posibles equvocos. Perspectivas analticas como la de Selser pueden ser, y de hecho han sido, juzgadas crticamente por ideolgicas, unilaterales, conspirativas, maniqueas. En mi opinin, tales crticas son injustas, sobre todo cuando se las formula con nimo no de propiciar la renovacin de los debates interpretativos, sino de invalidar en bloque un tipo determinado de produccin cultural. Como vimos, Selser nunca dej de reconocer su apasionamiento de hecho, dos de los tres adjetivos de la oracin que estamos analizando ahora (afiebrado, indignado) aparecen muy distantes de la imagen del observador impasible y valorativamente neutro; sin embargo, y como tambin vimos, ello no significa que dejara de tributar a una epistemologa de tipo objetivista. Acusar a Selser de ideolgico es sntoma no slo de adhesin a una concepcin pobre del hecho ideolgico y de la actividad intelectual en general, sino tambin de ciega obcecacin a admitir que en sus laboriosamente construidas proposiciones hay una buena dosis de verdad, en el sentido de ajuste a los hechos, y ello ms all de su dileccin por el uso de un lenguaje flamgero-sarcstico, por decir lo menos. Que quede claro: Selser jams habra rehuido a un debate orientado a precisar mejor cualquiera de los incontables hechos y procesos histricos que abord en su obra. Por otra parte, acusar a Selser de conspirativo o maniqueo es no haber comprendido bien una serie de aspectos decisivos de su obra. Porque si es cierto que sus elaboraciones han sido edificadas sobre los cimientos provistos por el contraste primordial entre la buena y la mala poltica, no lo es menos que esas cualidades no aparecen adosadas de manera necesaria ni forzosa a determinadas entidades. En otras palabras, no ha sido mala toda la poltica estadounidense, ni ha sido buena toda la poltica latinoamericana. Los ejemplos abundan. En la arquitectura polifnica de la Cronologa... se oyen constantemente voces de intelectuales y polticos estadounidenses que juzgan con signo negativo la poltica exterior seguida por los gobiernos de su propio pas. Del otro lado, no es preciso insistir sobre el hecho elemental de que la tematizacin de la abyeccin de incontables dirigentes latinoamericanos es uno de los leitmotivs de la obra. Desde

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    prlOgO

    este especfico punto de vista, la Cronologa... es una historia de la abyeccin, de la hipocresa y de la culpa estadounidenses y latinoamericanas, a la vez que una historia de la dignidad, del herosmo y de la resistencia estadounidenses y latinoamericanos a su vez Y, dadas sus caractersticas formales, que hacen de ella no slo un inventario de hechos, sino tambin un entramado de lenguajes e interpretaciones, la Cronologa... es tambin, y quiz sobre todo, la historia de un contrapunto argumental sin tregua, que cabe registrar y seguir en varios planos y no exclusivamente como una disputa entre los Estados Unidos y la Amrica Latina, vistos cada uno como bloques sin fisuras ni matices Es la historia, en suma, de un dilogo complejo, fascinante y lo que es capital, a mi modo de ver pleno de resonancias morales.

    Selser, cronista afiebrado e indignado de una historia draculesca. Qu significa esto? Dijimos ms arriba que los tres adjetivos presentes en la auto-definicin remiten a un pathos trgico. No es posible tentar en este espacio una reflexin adecuada sobre la tragedia y su lugar en la cultura histrica. Cabe apenas decir, a modo de incitacin a un debate necesario, lo siguiente: tal y como se admite normalmente, Aristteles pens que la tragedia se construye sobre el principio de la funcin catrtica o purificadora, y que ello es lo que la singulariza frente a otros gneros, como la poesa pica o la satrica. Aristteles pens tambin que la tragedia tiene entre sus efectos principales el de suscitar en el contemplador la compasin y el temor, purificando en l ciertas pasiones perturbadoras, desafortunadamente no especificadas, al menos no en el corpus aristotlico disponible. Justamente, parte importante de los inabarcables debates sobre lo que Aristteles dijo o quiso decir al respecto se ha centrado en el significado y alcance de las nociones de compasin y temor, y en si son stas, u otras yuxtapuestas a ellas o distintas y, en ambos casos, cules las pasiones perturbadoras purificadas en el alma de quien contempla un drama trgico. Es tambin materia de debate el tema de la ejemplaridad, del tipo de ejemplaridad, del hroe protagonista de este tipo de drama. Es evidente que el sino del hroe trgico puede suscitar y de hecho suscita temor en el contemplador. Lo que no es tan evidente es que ese temor siempre revierta exclusivamente como temor sobre el mundo del lector, sobre el mundo real. Todos hemos experimentado temor tambin compasin ante el

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    sino de los hroes trgicos. Sin embargo, tambin hemos experimentado otras emociones, que van desde la identificacin con el hroe y su causa, hasta la ira por la situacin injusta que ste afronta, pasando por el deseo de reparar la desinformacin del hroe e, incluso, por contribuir a reparar la situacin injusta como tal. En otras palabras, no sera adecuado sostener que la compasin y el temor slo revierten sobre el mundo real como prudencia confortable o como resignacin fatalista; pueden perfectamente, en ocasiones, tomar otros caminos: la purificacin de una emocin como el temor es capaz, al menos en ocasiones, de transfigurarse en disposicin para Y es seguro que nada ms lejos de los propsitos de Selser que fomentar los silogismos de plomo, del estilo todos nuestros hroes han sido derrotados, el enemigo es invencible, la resistencia es ftil, mejor cruzarse de brazos y olvidar el asunto No es ste, sin duda, el mensaje que Selser ha querido legar; un uso de su obra en tal sentido lo habra simplemente horrorizado.

    Hay otra interpretacin posible, que conduce a su vez a otros debates. Disposicin para qu cosa? Planteada as la pregunta, los temas a debatir seran cul ha sido la informacin de que no dispuso el hroe, cul su error, cul el marco injusto y, consecuentemente, qu debemos hacer nosotros, ahora. Y lo primero que habra que decir al respecto es que Selser se empareja perfectamente con sus hroes dilectos (Zapata, Sandino, Guevara), debido a la tersura y plenitud absolutas de su radicalidad. Ante todo, Selser se muestra contrario a dejarse llevar por los requerimientos de una poltica definida con base en criterios puramente pragmticos: no ser combatiendo la vileza de los enemigos con la eventualmente ms astuta vileza propia que se quebrarn los eslabones de la abyeccin. Enseguida, y en forma coherente, rechaza toda opcin oportunista/adaptacionista para Amrica Latina y para quienes resisten en general: no ser cediendo a las presiones de los enemigos ni aceptando las migajas de los acuerdos eventualmente convenidos que se quebrarn los eslabones de la vileza.

    Las distinciones precedentes son importantes, toda vez que es un rasgo muy habitual de la literatura anti-imperialista el cultivo de una cierta admiracin, en ocasiones velada pero aun as indisimulable, por los xitos prcticos de la poltica imperial. Con frecuencia, esta disposicin

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    prlOgO

    se conecta con un elogio a la consistencia, continuidad y orientacin estratgica de esa misma poltica atributos que, en contraste, son juzgados como endmicamente ausentes del panorama de las naciones subordinadas. Este tipo de razonamiento deriva, previsiblemente y de manera ms o menos explcita segn el caso, en una serie de recomendaciones prcticas para nuestros dirigentes, orientadas a poner de relieve la necesidad imperiosa de contar con una serie definida de lineamientos de poltica exterior consistentes, estratgicos, capaces de penetrar en las brumas del largo plazo. Es obvio que, en trminos generales, Selser se habra manifestado de acuerdo con estos ltimos nfasis tener una poltica sera mucho mejor que no tenerla; que sea estratgica sera preferible a que no lo fuera. Sin embargo, hay que decir que, en un sentido ms profundo, Selser jams habra estado de acuerdo con anteponer lo pragmtico a lo moral. Tener una poltica, s; estratgica, tambin, pero sin propiciar y sin permitirse despeamiento alguno en los srdidos abismos de la abyeccin.

    Conocedor profundo de los pliegues y de los meandros de la realpolitik y, seguramente por eso mismo, cultivador de una potica a la vez iracunda y mordaz, surcada, adems, por singulares modulaciones melanclicas (todo lo cual halla expresin, como vimos, en mltiples decisiones formales), Selser se nos revela como un tipo bien caracterstico de intelectual, cuyo crudo hiperrealismo al leerlo es difcil dejar de preguntarse qu dosis de verdad puede soportar el hombre (latinoamericano o no) contrasta esplndidamente con la diafanidad de ese sueo suyo jams abandonado: a saber, el sueo que perfila la reconciliacin genuina entre poltica y moral, o lo que es lo mismo, la reconciliacin genuina del hombre con los dems y consigo mismo. Con la realizacin de dicho sueo, el mal imperante, que hasta ahora ha tenido slo nmesis parciales, tendra por fin su Nmesis definitiva. A mi modo de ver, en la exploracin de esta singular, desgarradora y, por qu no decirlo, radiante tensin reside una de las claves ms estimulantes para (re)leer a Selser desde el mirador que nos van imponiendo nuestros conturbados y perplejos das.

    Ciudad de Mxico, septiembre de 2009.

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    1 de enero3.1 CUBA

    En el Palacio de los Capitanes Generales han ondeado tres banderas: la de Espa-a, arriada felizmente y para siempre el primero de enero de 1899; la estado-unidense en dos ocasiones (de 1899 a 1902 y durante la segunda intervencin de Estados Unidos, de 1906 a 1908), y la cubana.

    1 de enero3.1 ESPAA-ESTADOS UNIDOS/CUBA

    A las 12 de este da, en una ceremonia realizada en el saln del trono del Palacio de los Gobernadores Generales de la isla de Cuba, el general espaol Adolfo Jim-nez Castellanos pronuncia las siguientes palabras ante el general estadounidense John R. Brooke:

    En cumplimiento de lo estipulado en el tra-tado de paz, de lo convenido por las co-misiones militares de evacuacin y de las rdenes de mi rey, cesa de existir desde este momento, hoy primero de enero de 1899, a las 12 del da, la soberana de Espa-a en la isla de Cuba [...] y empieza la de los Estados Unidos.

    3 de enero3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Parece de hecho cosa decidida que el archipilago filipino tendr un gobierno militar semejante al de Cuba. Las Islas Fi-lipinas quedarn divididas en cinco dis-tritos militares.

    5 de enero3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El general filipino Emilio Aguinaldo pu-blica una proclama en la que dice:

    Una proclama del seor Elwell S. Otis, mayor general de voluntarios de los Estados Unidos, publicada ayer en los peridicos de Manila, me obliga a circular la presente, para hacer constar a todos los que leyeren y entendieren el presente documento mi ms solem-ne protesta contra todo el contenido de la referida proclama, pues a ello me obliga mi deber de conciencia para con Dios, mis compromisos polticos para con mi amado pueblo y mis relaciones of iciales y par ticulares con la nacin nor teamericana.

    El general Otis se titula, en la referente proclama, gobernador militar de las Islas Filipinas, y yo protesto una y mil veces y con todas las energas de mi alma contra semejante autoridad.

    Yo proclamo solemnemente no haber tenido ni en Singapur ni en Hong Kong, ni aqu en Filipinas, compromiso alguno, ni de palabra ni por escrito, para reco-nocer la soberana de Amrica [Estados Unidos] en este amado suelo.

    Por el contrario, yo digo que he vuelto a estas islas transportado en un buque de guerra americano [estadounidense], el da 19 de mayo del ao prximo pasado, con el decidido y manifiesto propsito de hacer la guerra a los espaoles, para reconquis-tar nuestra libertad e independencia; as lo consign en mi proclama oficial del 24 del citado mes de mayo; as lo publiqu en un manifiesto dirigido al pueblo filipino, en el 12 de junio ltimo, cuando en mi pueblo natal exhib por primera vez nuestra sacro-santa bandera nacional, como emblema sagrado de aquella sublime aspiracin, y, por ltimo, as lo ha confirmado el propio general americano seor [Wesley] Merrit, antecesor del seor E.S. Otis, en el ma-nifiesto que dirigi al pueblo filipino das antes de intimar al general espaol [Fer-mn] Judenes la rendicin de la plaza de Manila, en cuyo manifiesto se dijo clara y terminantemente que los ejrcitos de mar y tierra de los Estados Unidos venan a darnos nuestra libertad, derrocando el mal gobierno espaol.

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    Para decirlo todo de una vez, naciona-les y extranjeros son testigos de que los ejrcitos de mar y tierra aqu existentes, de los Estados Unidos, han reconocido, siquiera de hecho, la beligerancia de los filipinos, no slo respetando, sino tam-bin tributando honores pblicamente al pabelln filipino que triunfante paseaba en nuestros mares ante la vista de todas las naciones extranjeras, aqu representa-das por sus respectivos cnsules.

    Como en la proclama del general Otis se alude a unas instrucciones redactadas por S.E., el presidente de los Estados Unidos me ha impuesto el deber de sostener hasta la muerte la libertad e independencia.

    Y, por ltimo, protesto contra ese acto tan inesperado de la soberana de Am-rica [Estados Unidos] en estas islas, en nombre de todos los antecedentes que tengo en mi poder, referentes a mis re-laciones con las autoridades americanas, los cuales acreditan por manera inequ-voca que los Estados Unidos no me han sacado de Hong Kong para hacer aqu la guerra contra los espaoles en beneficio suyo, sino en beneficio de nuestra liber-tad e independencia, para cuya consecu-cin me prometieron verbalmente dichas autoridades su decidido apoyo y eficaz cooperacin.

    Y as habis de entender todos, mis queridos hermanos, para que, unidos todos por los vnculos que no pueden desligarse, como son la idea de la liber-tad y la de nuestra absoluta indepen-dencia, que han sido nuestras nobles aspiraciones, coadyuvis a conseguir el f in apetecido, con la fuerza que da la conviccin, ya muy arraigada, de no vol-ver atrs en el camino de la gloria que hemos recorrido. Malolos (en El Heraldo de la Revolucin, ao II, no. 3, 8 de enero de 1899).

    6 de enero2.3, 2.4 y 2.8 ESTADOS UNIDOS/CUBA

    Bando del general John R. Brooke disponiendo el desarme general de la poblacin cubana. Su objetivo bsico es disolver a los combatientes del Ejrcito Libertador, una sospecha que motiva al general Mximo Gmez a que advierta a la Comisin Ejecutiva de la Asamblea de Representantes:

    No creo que ahora, que ha llegado el momento, se deba perder un solo minuto de tiempo en emprender esa obra, nico medio de concluir la labor y despedir el poder extranjero para m injustif icable y que a la larga cons-tituye un peligro para la independencia

    absoluta de Cuba, que ejerce en esta tierra. Si motivos que yo no alcanzo a penetrar cohben al pueblo cubano de alcanzar su soberana sobre la tierra conquistada a costa de tantos sacrif icios y de tanta sangre derramada, orillemos aqullos hasta conjurarlos y no levan-temos la mano de la obra hasta tanto dejarla terminada.

    6 de enero3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Los insurrectos filipinos establecen un gobierno propio. El secretario del general filipino Aguinaldo, Felipe Agoncillo, tratar de convenir en Was-hington con el presidente McKinley la presentacin de credenciales, en su carcter de representante del pueblo filipino, para establecer relaciones entre ambas naciones.

    6 de enero1.7 y 2.8 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Las tropas estadounidenses llegan a Ilo-Ilo, pero no desembarcan. Se pu-blica una proclama del presidente Wi-lliam McKinley en la que ste, despus de referirse a las circunstancias por las cuales la Unin Americana se apode-r del archipilago filipino, asegura

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    que Estados Unidos llega a l como amigo y no como conquistador. Quie-nes colaboren al afianzamiento de la soberana estadounidense agrega recibirn su premio; los contrarios, se-veras sanciones.

    8 de enero3.1 ESTADOS UNIDOS/CUBA

    Al enterarse de la resolucin del general John Brooke, escribe en su Diario de Cam-paa el jefe patriota Mximo Gmez:

    La situacin que se le ha creado a este pueblo, de miseria material y ape-namiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberana, es cada da ms aflictiva, y el da que termine tan extra-a situacin, es posible que no dejen los americanos [estadounidenses] aqu ni un adarme de simpata.

    8 de enero1.7 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El Departamento de Marina de Esta-dos Unidos resuelve reforzar al almi-rante George Dewey con ms buques de guerra en las Filipinas. A las naves que ya tiene a sus rdenes; el Helena y el Castine, se sumarn las caone-ras Princeton, Yorktown y Birmington, junto con el transporte Solare.

    10 de enero2.3 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Los indgenas filipinos construyen barri-cadas en las calles de Ilo-Ilo y saturan de petrleo los principales edificios, amenazando con incendiar el barrio comercial apenas los estadounidenses inicien el bombardeo de la ciudad. El manifiesto del presidente McKinley di-rigido a los filipinos ha tenido que ser reproducido con mquina de escribir, porque las imprentas se han negado a editarlo.

    11 de enero2.3 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Las tropas estadounidenses en Filipinas son acuarteladas y hay inquietud entre la poblacin. Los indgenas han recibido rdenes de no trabajar para los estado-unidenses. Aparece una proclama del general filipino Emilio Aguinaldo, que amenaza a los estadounidenses con arrojarlos del archipilago.

    12 de enero3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Conferencia entre delegaciones esta-dounidenses y filipinas, por iniciati-va del general independentista Emilio Aguinaldo, en Manila. ste designa al

    general Ambrocio Flores y a los seo-res Col. Aquiles y Torres. El general estadounidense Elwell Otis, al general Robert Hughes, al coronel James Smith y al juez Enoch Crowder. Se trata de buscar una frmula de arreglo que satisfaga las aspiraciones de los norte-americanos y de los indgenas.

    14 de enero3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    La situacin de Filipinas es muy crti-ca. Los insurrectos filipinos se concen-tran en los alrededores de Manila, con orden de mantenerse a la defensiva. Se espera que de la conferencia entre representantes del general Aguinaldo y de los estadounidenses se obtenga una frmula de arreglo.

    15 de enero3.1 ESTADOS UNIDOS-CUBA

    El general cubano Mximo Gmez censu-ra a sus compatriotas por aceptar cargos bajo la administracin estadounidense.

    16 de enero2.3, 2.8 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El presidente McKinley enva al archipi-lago filipino una comisin para estudiar la poltica que conviene seguir en la nueva

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    posesin estadounidense. En Manila, la situacin es cada vez ms difcil, pues en los alrededores el general Aguinaldo est concentrando 40 mil hombres armados.

    17 de enero2.2 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Sigue en el Pacfico la deglucin de po-sesiones insulares por parte de Estados Unidos: marines del Bennington toman formal posesin de las islas Wake, Wilkes y Peale, las cuales haban ocupado el 4 de julio anterior el general F. V. Greene, comandante de la segunda escuadra de la expedicin a las Filipinas. Es un territorio de 3 millas cuadradas, muy estratgico.

    20 de enero3.1 FILIPINAS

    El general Emilio Aguinaldo proclama la Constitucin de Malolos y la indepen-dencia filipina.

    22 de enero1.8, 2.3 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Los rebeldes filipinos de Ilo-Ilo com-pletan sus fortificaciones mientras las fuerzas estadounidenses continan a bordo de sus barcos. La situacin dista mucho de ser tan satisfactoria como la presentan los estadounidenses.

    4 de febrero1.7, 1.11 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Se rompen las hostilidades entre las tro-pas de Estados Unidos en las Filipinas y el guerrillero Emilio Aguinaldo. La Unin Americana enva al archipilago 60 mil soldados al mando del general Funston.

    6 de febrero1.14 y 3.1 ESPAA-ESTADOS UNIDOS/CUBA-

    PUERTO RICO-FILIPINAS-GUAMEstados Unidos ratifica el Tratado de Pars, por el que oficialmente se pone trmino a la guerra entre Estados Uni-dos y Espaa. Por este mismo tratado, los espaoles renuncian a la posesin de Cuba, Puerto Rico, las islas de Guam, las Filipinas y otras islas menores.

    22 de febrero1.10 ESTADOS UNIDOS/NICARAGUA

    Desembarco estadounidense en San Juan del Norte, durante una insurreccin local, para proteger vidas y propiedades de los Estados Unidos. La intervencin proseguir hasta el 5 de marzo.

    22 de febrero3.1 NICARAGUA

    Reelecto el presidente Jos Santos Ze-laya, expulsa al obispo de Nicaragua

    y a miembros del clero opuestos a sus leyes liberales. El Partido Conservador comienza a antagonizarle con alza-mientos armados intermitentes.

    1 de marzo1.7 y 2.7 ESTADOS UNIDOS-ALEMANIA/FILIPINAS

    El presidente McKinley, con el secre-tario del Departamento de Guerra, Rusell Alger, y con el general Covern, sostiene una conferencia sobre el envo de refuerzos al general Elwell Otis, que se halla en Filipinas. Tres bu-ques-transporte llevarn tropas a ese lugar. El Evening Post hace una denun-cia sensacional: Alemania prepara un golpe decisivo contra Estados Unidos en el Pacfico, y est concentran-do una poderosa escuadra en aguas de las islas Marshall, a fin de cortar las comunicaciones entre la Unin y las Filipinas. Asegura, adems, que Alemania est en negociaciones con Francia y Rusia, para realizar un des-embarco en Manila.

    El comandante filipino Sinforoso de la Cruz, con bandera de parlamento, se presenta ante los estadounidenses y declara que los 8 mil hombres que dirige el general Emilio Aguinaldo de-sean someterse.

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    2 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    La Junta filipina que reside en Londres recibe un despacho de Manila donde se expresa que los ltimos encuentros con los estadounidenses han sido verdade-ras batallas. Tenemos ahora en nuestro poder los puertos de Pasig dice el te-legrama, Pateros y Guadalupe, y nues-tras lneas del norte han avanzado hasta Tondo. Agrega que, adems de tomar en esa zona 600 prisioneros estadouni-denses, ningn filipino se ha rendido.

    13 de marzo1.11 y 2.2 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Contina la ocupacin de islas en el Pac-fico: los marines desembarcan en regiones del archipilago de las Samoa, a raz de una sangrienta contienda por la sucesin del trono local. Aparentan inclinarse en favor de uno de los bandos, para terminar en poder del territorio, luego de un acuerdo con Gran Bretaa y Alemania: sern 76 millas cuadra-das ms de superficie para Estados Unidos.

    16 de marzo2.3 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/CUBA

    El general Mximo Gmez expresa en un reportaje, despus de haber sido separa-do de su cargo de comandante en jefe del

    ejrcito cubano, que todo cuanto pueden hacer y hacen los cubanos es con permiso de las autoridades norteamericanas.

    19 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Los filipinos atacan la batera empla-zada cerca de la iglesia La Loma, en Manila, pero son rechazados. Llega el acorazado Oregon para reforzar a la flota estadounidense.

    20 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Una brigada volante estadounidense, bajo el mando del general Lloyd Wheaton, des-pus de dispersar a 800 filipinos trata de aniquilarlos. Se envan para ello tres com-paas del Regimiento 22 de Infantera, que inician la persecucin pero, poco des-pus, son derrotados en una emboscada.

    22 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Combates entre filipinos y las fuerzas es-tadounidenses en la Isla de Negros.

    23 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    La situacin amenaza con empeorar en Visayas. Los filipinos persiguen a los

    extranjeros en Malbbog, por conside-rar que conspiran en favor de Estados Unidos. La capital de la provincia de Samar, Catbalogan, se halla en poder de los revolucionarios, comandados por el general Salvador Luckleni. Agui-naldo, quien se har cargo personal-mente de las fuerzas locales, amenaza con atacar Manila a menos que los es-tadounidenses la evacuen en un plazo de 15 das.

    24 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    En Ilo-Ilo, 400 filipinos atacan a siete compaas del Regimiento 18 de Infan-tera y al Batalln de Voluntarios de Ten-nessee, pero despus de brava lucha, son finalmente derrotados.

    25 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Los jefes revolucionarios tienen la intencin de asestar su ltimo golpe contra los estadounidenses, en un gran combate que parece inminente en los alrededores de Manila. Anun-cian que, en caso de ser derrotados, se dispersarn por zonas pantanosas y bosques para realizar una guerra de guerrillas.

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    26 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Las divisiones estadounidenses de los gene-rales Arthur MacArthur y Elwell Otis rom-pen las lneas filipinas, apoderndose de Polo, Novaliches, San Francisco del Monte y Mariquina. Los revolucionarios se ubican estratgicamente en los bosques, entre las malezas, en lomas y asperezas del terreno, abriendo el fuego slo cuando el enemigo est a mil yardas. Luchan tenazmente. Un corresponsal de Madrid afirma que los es-tadounidenses, en seis das, tuvieron ms de mil muertos y compaas enteras caye-ron en poder de los filipinos.

    27 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Se entabla un reido combate entre fi-lipinos y estadounidenses al sudeste de Polo. La brigada del general Wheaton ocupa Malinta, con prdidas considera-bles. El coronel Egbert figura entre los muertos; los filipinos tienen prdidas ma-yores, incendian Malabon y se retiran. El general MacArthur, con las brigadas de Otis y Hale, se halla al sur de Polo. El movimiento envolvente del general Otis provoca en sus fuerzas graves prdidas, por la denodada resistencia de los revo-lucionarios de Aguinaldo.

    29 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El caonero estadounidense Laguna de Bay ataca a los filipinos acampados en Bulacan. Es inminente un nuevo combate con las fuerzas del general MacArthur. Los filipinos atacan a los estadouniden-ses en Marilao, pero son rechazados con grandes prdidas.

    30 de marzo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Al ceder la resistencia de los revolu-cionarios, el ejrcito estadounidense en Filipinas avanza sus lneas. Todo el pas, entre Marilao y Manila, est en la ms completa desolacin.

    Marzo (sfe)1.10 ESTADOS UNIDOS/NICARAGUA

    Nuevo desembarco en la Costa Atln-tica, esta vez en Bluefields, en relacin con un alzamiento del general Juan P. Reyes contra el presidente Zelaya.

    1 de abril3.1 ESTADOS UNIDOS/COLOMBIA (PANAM)

    La Comisin de Ros y Puertos de la C-mara de Representantes discute la pro-posicin de la Compaa del Canal de Panam. La empresa se compromete

    a construirlo en un plazo de siete a 10 aos, y a ceder luego la superintenden-cia sobre el canal a Estados Unidos.

    11 de abril1.14 y 3.1 ESTADOS UNIDOS-ESPAA/CUBA

    En la Casa Blanca se ha efectuado el canje de las ratificaciones del tratado de paz firmado en Pars por los repre-sentantes de Espaa y de Estados Uni-dos. El embajador de Francia en esa capital, M. Cambon, represent a Es-paa en la ceremonia.

    23 de abril2.8 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/CUBA

    El generalsimo del ejrcito cubano, Mximo Gmez, prepara la lista de los oficiales que deben ayudar en la distri-bucin de los 3 millones de dlares entre los soldados cubanos. Se asegura que en el momento de licenciar definitivamente al ejrcito, Mximo Gmez publicar un manifiesto, en el cual expondr los mo-tivos que han originado la adopcin de esta medida.

    Abril (sfe)1.10 ESTADOS UNIDOS/NICARAGUA

    Repetidos desembarcos de tropas yan-quis en el puerto de Bluefields, a raz de

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    1899

    la insurreccin del general Juan P. Reyes contra el general Jos S. Zelaya.

    3 de mayo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El general Arthur MacArthur enva un oficial bajo bandera de parlamento al comandante filipino Antonio Luna, para que entregue dinero y provisiones a los prisioneros estadounidenses y ofrezca el canje de capturados.

    Las fuerzas del general Henry Lawton continan avanzando.

    4 de mayo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El Departamento de Guerra informa que la columna del general Henry Lawton conquist Baling, despus de derrotar a 1,600 filipinos. En Manila se efecta, sin resultado, la segunda conferencia entre el general Elwell Otis y los representantes filipinos, coronel Manuel Argelles y teniente Jos Bernal.

    5 de mayo1.11 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Despus de una desesperada resistencia de los filipinos, los estadounidenses, bajo el mando del general Lloyd Wheaton, se

    apoderan de Santo Tom. La columna del general Arthur MacArthur avanza hacia San Fernando.

    5 de mayo3.1 CUBA

    El patriota cubano Carlos Manuel de Cspedes se muestra favorable hacia la candidatura del anciano general Mximo Gmez para presidente de Cuba.

    6 de mayo3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Los emisarios del general filipino Agui-naldo reconocen formalmente ante la comisin estadounidense la soberana de Estados Unidos sobre el archipilago.

    8 de mayo1.11 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    La Prensa de Buenos Aires publica un de-tallado mapa de los principales pueblos de la isla de Luzn, donde los estado-unidenses se topan con una resistencia insospechable de los revolucionarios que luchan por su independencia.

    15 de mayo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Los filipinos exigen de Estados Unidos el cumplimiento de la promesa hecha antes

    de la guerra con Espaa: la independen-cia del archipilago. La comisin revo-lucionaria publica un manifiesto en que declara que el gobierno filipino ha recha-zado todas las negociaciones de paz pro-puestas por los estadounidenses, pues se basan en proyectos de autonoma.

    17 de mayo2.3 y 2.8 ESTADOS UNIDOS/CUBA

    En Santiago de Cuba causa gran disgusto la exigencia de Estados Unidos de que los soldados cubanos deban entregar sus armas antes de que cada hombre de tropa obtenga su parte en la distribucin de los 3 millones de dlares del emprstito. El diario La Independencia aconseja esta-blecer un derecho de estampilla, al que contribuiran todos los cubanos leales, a fin de salvar a los soldados del deshonor y de la humillacin de entregar sus armas, con las que han conquistado la libertad de su patria. La excitacin es muy grande.

    22 de mayo2.3 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/CUBA

    El pueblo, el ejrcito y el periodismo cu-banos continan expresando su indigna-cin por la pretensin estadounidense de que las fuerzas militares dejen sus armas en los arsenales estadounidenses.

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    23 de mayo2.3 y 2.8 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    La comisin revolucionaria filipina sostie-ne una entrevista con los estadounidenses Jacob Schurmann, Worcester y Charles Denby. Los filipinos se niegan a contraer obligacin alguna; se limitan a escuchar y debatir para luego informar al presidente Aguinaldo. La propuesta estadounidense expresa que el archipilago filipino estara bajo el mando de un gobernador general y un gabinete designado por el presidente de Estados Unidos.

    25 de mayo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El general estadounidense Henry Lawton llega hasta Malolos en un avance notable: en 20 das recorri 120 millas, sostuvo 22 combates, tom 28 poblaciones y destru-y 300 mil bushels (fanegas) de arroz.

    27 de mayo2.3, 2.8 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El comisionado filipino Gracio Gonzaga, quien estuvo conferenciando con la co-misin de estadounidenses formada por Schurmann, Worcester y Denby, agrade-ce la cortesa de stos y dice:

    El proyecto de gobierno que nos proponen los estadounidenses es un buen sistema de

    gobierno colonial; pero, por qu un pueblo como el vuestro quiere transformar en colo-nia a un pas lejano, que durante tanto tiempo ha combatido contra Espaa para conquistar los mismos derechos que a vosotros os da la Constitucin, y que, al combatir contra Espa-a, ha hecho lo mismo que vosotros cuando hicisteis la guerra a Inglaterra?

    28 de mayo1.3 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El general estadounidense Elwell Otis ex-presa a los comisionados del presidente filipino Emilio Aguinaldo que si desean cruzar nuevamente las lneas estadouni-denses, deben ir preparados para aceptar una rendicin incondicional.

    29 de mayo1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Al acercarse la poca de lluvias, la insu-rreccin filipina se encuentra recobrando nuevos alientos. Desde la cada de Ma-lolos, hay ms agresividad; fuerzas esta-dounidenses del general Otis ocupan las islas de Jol.

    Mayo (sfe) 1.11y 2.2 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Estados Unidos se anexiona parte del ar-chipilago de Samoa. Al mismo tiempo,

    libra una guerra de guerrillas contra el pueblo filipino, al que se trata de paci-ficar y que resistir hasta 1903, en que es capturado a traicin su lder Emilio Aguinaldo.

    1 de julio1.13 y 2.6 ESTADOS UNIDOS/PUERTO RICO

    El fino trabajo de los ocupantes estado-unidenses de Puerto Rico comienza a rendir frutos: se funda el Partido Repu-blicano Puertorriqueo, que en su ma-nifiesto inaugural propugna la anexin definitiva y sincera de Puerto Rico a Esta-dos Unidos y declaracin de territorio or-ganizado para Puerto Rico como medio de ser luego un estado de la Unin Fede-ral. El 11 de octubre siguiente se funda-r el Partido Federal, que promete a su vez: La Amrica del Norte es un Estado y una Repblica de repblicas. Uno de estos estados, una de estas repblicas debe ser Puerto Rico en el porvenir. Y a que lo sea cuanto antes dirigir sus em-peos el Partido Federal.

    2 de julio1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Los jefes estadounidenses opinan que la terminacin de la guerra contra los fili-pinos depende de cmo se desarrolle la

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    campaa. Las tropas estadounidenses tienen 4 mil enfermos internados en los hospitales, 4,800 en las islas meridiona-les y 16 mil en Manila y Cavite, de ma-nera que en campaa slo actan 8 mil, que resultan insuficientes.

    11 de julio1.11 y 1.13 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Varios personajes filipinos actan como intermediarios entre los estadounidenses y un jefe revolucionario de la provincia de Cavite. Como ya otros jefes fueron muertos por tratar de conseguir un acer-camiento con la Unin, no se da a cono-cer el nombre de ese militar.

    24 de julio1.1 y 2.3 ESTADOS UNIDOS/VENEZUELA

    Reaccin airada del presidente venezo-lano Cipriano Castro, ante una presen-tacin del ministro estadounidense en Caracas, que aqul considera una intro-misin indebida en los asuntos internos del pas.

    26 de julio3.1 ESTADOS UNIDOS/REPBLICA DOMINICANA

    Es asesinado en Moca el presidente Ulises Heureaux, de la Repblica Do-minicana. Se inicia un periodo de caos

    poltico, que concluir con la interven-cin estadounidense.

    28 de julio3.1 REPBLICA DOMINICANA

    Se confirma la noticia del asesinato del primer mandatario de Santo Domin-go, general Ulises Heureaux. Lo ultim Ramn Cceres, con dos tiros de re-vlver, cuando se dispona a montar a caballo para dirigirse a Santiago de los Caballeros. El agresor huy, pero se con-sidera muy difcil que pueda eludir a la justicia. El presidente Heureaux goberna-ba el pas desde hace 15 aos.

    29 de julio3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El escritor y explorador Jean Hess dice en Pars que la conquista del archipila-go filipino por los estadounidenses dista mucho de estar asegurada. Tienen que luchar contra la idea de la independen-cia que se ha encarnado en los corazo-nes filipinos y que no podrn destruir sino destruyendo la raza.

    5 de septiembre3.1 REPBLICA DOMINICANA

    Los revolucionarios se apoderan de Santo Domingo y deponen al sucesor

    de Heureaux, Wenceslao Figuereo. Se instaura un gobierno provisional, presidi-do por el general Horacio Vzquez, que convoca a elecciones.

    7 de septiembre1.13, 2.3 y 2.6 ESTADOS UNIDOS/CUBA

    El brigadier general James H. Wilson, gobernador militar de las provincias cu-banas de Matanzas y Santa Clara, enva al secretario de Guerra, Elihu Root, un informe sobre la situacin industrial, econmica y social de la isla, en el que, despus de rechazar la posibilidad de que sta sea anexada por Estados Unidos por oponerse a ello la Joint Resolution, sugiere:

    Estimo que la lnea de menos resisten-cia sera la del establecimiento de un gobierno local e independiente, repu-blicano en la forma, y tan pronto como sea practicable la negociacin de un tra-tado de alianza y comercio entre Cuba y Estados Unidos que d prcticos efectos a la doctrina de Monroe, def i-na los derechos, privilegios y deberes de ambas partes contratantes [...] deje a Cuba libre e independiente en toda otra materia. Tal arreglo [...] pondr las cosas en el mejor pie posible para la ab-sorcin de la isla dentro de la Unin por

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    medio de naturales, voluntarios y pro-gresivos pasos, honorables igualmente para ambas partes.

    Ms adelante, Wilson afirma que por virtud de nuestra intervencin, Cuba ha sido relevada de la dominacin espaola. Pero, si nosotros dejamos inmediatamen-te, o dentro de breve plazo, el gobierno a los nativos sin especficos arreglos para la proteccin de nuestros intereses per-manentes [...] nuestra labor quedara a la mitad [...]. Aconseja despus negociar un tratado de alianza y comercio bajo la proteccin de un arancel uniforme y comn, contrario a las dems naciones; y si no fuere posible la libre entrada de los productos, al menos para obtener las ms grandes reducciones en los dere-chos sobre el azcar.

    Tambin aconseja poner la adminis-tracin de las aduanas de Cuba bajo la supervisin de Estados Unidos y obte-ner la cesin de una o ms estaciones navales, para la mejor proteccin de los puertos estadounidenses situados en el Golfo de Mxico y de los canales inte-rocenicos que pudieran ser construidos, bajo los auspicios de Estados Unidos, en Nicaragua o Panam. Aunque parezca el sueo de un loco, las ideas de Wil-son fructificarn en el cerebro de Root

    y se convertirn en realidad no muchos meses ms tarde.

    Septiembre (sfe)2.5 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/CENTROAMRICA

    Roberto Hutcheson declara en Estados Unidos:

    Los gobiernos dbiles y la civiliza-cin incipiente de la Amrica Central debern desaparecer con el tiempo. Con la terminacin del canal del istmo entraremos en inmediato contacto con aquellos pueblos [...] y tendremos ms que decir sobre su destino futuro que cualquier otra potencia.

    22 de octubre3.1 REPBLICA DOMINICANA

    Triunfa en una revuelta el general Juan Isidro Jimenes.

    23 de octubre3.1 VENEZUELA

    El general Vctor Rodrguez, en ceremo-nia solemne, transmite su breve mando al general Cipriano Castro, con estas pa-labras: Tenemos el honor y grato placer de poner el gobierno de la Repblica en manos del jefe de la revolucin.

    Castro a su vez responde: Repito aqu las palabras de Cayo Fabricio: `pri-

    mero puede desviarse el sol de su cami-no que Fabricio del honor y del deber .

    30 de octubre1.10 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/COLOMBIA (PA-

    NAM)Se entabla una feroz guerra civil en Co-lombia, llamada Guerra de los Mil Das, entre conservadores y liberales. El prin-cipal teatro de lucha es el departamento de Panam. Tropas de Estados Unidos desembarcarn en numerosas ocasiones en esa regin, en resguardo de vidas y bienes estadounidenses.

    20 de noviembre1.4 ESTADOS UNIDOS/REPBLICA DOMINICANA

    Es elegido presidente de Repblica Do-minicana Juan Isidro Jimenes. Como vi-cepresidente acta el general Horacio Vzquez, otro de los jefes de la recien-temente triunfante revolucin. Ambos procuran poner trmino a la fiscalizacin aduanera fornea.

    El pueblo dominicano clamaba contra la San Domingo Improvement Company y sus compaas aliadas, porque en la con-ciencia nacional estaba patente un hecho que resultaba claramente con slo un exa-men ligero de los diferentes contratos de emprstito realizados por la administracin

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    Heureaux: que las compaas haban rea-lizado negocios fabulosos con la hacienda pblica y que el valor nominal de la deuda era exageradamente superior a su valor real. Este estado de nimo del pueblo do-minicano provoc una creciente exaltacin contra las compaas y no faltaban domi-nicanos candorosos que creyeran que se les poda expulsar del pas sin compensa-cin de ninguna especie (Max Henrquez Urea, Los Estados Unidos y la Repblica Dominicana, p. 26).

    Noviembre (sfe)1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    La lucha filipina contra los invasores es-tadounidenses se transforma en guerra de guerrillas.

    5 de diciembre2.8 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/CUBA

    En su mensaje al Congreso, en la parte relacionada con los asuntos de Cuba, el presidente McKinley sostiene:

    El retiro de la autoridad de Espaa de la isla de Cuba fue efectuado hacia el 1 de enero, de manera que el pleno restableci-miento de la paz hall al territorio cedido en manos nuestras, a fin de guardarlo para los habitantes, para lo cual mantenase, bajo la direccin del Ejecutivo, el gobierno

    y un control de ste capaz de conservar el orden pblico, restaurar las condicio-nes productivas de la paz tan largamente perturbada por la inestabilidad y el desor-den que prevalecieron durante la mayor parte de las tres dcadas precedentes, y construir ese tranquilo desenvolvimien-to del Estado interno, nico a travs del cual puede lograrse el elevado propsi-to proclamado en la resolucin conjunta adoptada por el Congreso el 19 de abril de 1898, mediante la que los Estados Uni-dos negaron toda disposicin o intencin de ejercer soberana, jurisdiccin o control sobre Cuba, excepto en procura de su pa-cificacin, y aseguraron su determinacin de dejar, cuando esto se cumpliera, el go-bierno y el control de la isla a su pueblo. La promesa contenida en esa resolucin es del orden de la ms honorable obligacin y debe ser sagradamente mantenida.

    Creo que se ha logrado un progreso sustancial en este sentido. Todas las medi-das administrativas adoptadas en Cuba han tendido a ponerla en condiciones de una existencia regenerada, implantando firme-mente la supremaca de la ley y la justicia; colocando, en todos los casos practicables, la maquinaria de la administracin en manos de los habitantes; instituyendo necesarias reformas sanitarias; expandiendo la educa-

    cin; fomentando la industria y el comer-cio; inculcando la moralidad pblica y, en resumen, tomando todas las disposiciones raciales para coadyuvar a que el pueblo cu-bano alcance ese plano de autoconciencia de la estima propia y de la autoconfianza en la unidad que conviene a una esclareci-da comunidad a los fines del autogobierno, dentro de su propia esfera y que le permite llenar todas las obligaciones exteriores.

    Hemos aceptado una misin cuyo desempeo requiere seversima inte-gridad de miras y el ejercicio de la ms alta prudencia. La nueva Cuba, que ha de surgir de las cenizas de lo pasado, debe necesariamente estar unida a nosotros si es que va a asegurarse su bienestar dura-dero. Como quiera que sean esos nexos, orgnicos o convencionales, el destino de Cuba encuntrase irrevocablemente ligado al nuestro de una manera legtima, aunque cmo y hasta dnde, toca al futu-ro determinarlo en la marcha de los suce-sos. Sea cual fuere el resultado, debemos velar porque Cuba sea una realidad y no un nombre, una entidad perfecta y no un experimento atropellado que lleve consi-go los grmenes de su fracaso. Nuestra misin, para cumplir la cual sostuvimos una guerra, no podemos realizarla lan-zando una repblica mal segura [sic] a

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    que afronte las vicisitudes que, con harta frecuencia, aguardan a los Estados dbi-les, cuyas riquezas naturales y abundantes recursos quedan menoscabados por los defectos de su organizacin poltica y por las frecuentes ocasiones de rivalidades interiores que minan su fuerza y destru-yen sus energas (John Bassett Moore, A digest of International Law of the United States, vol. VI, p. 471).

    El historiador cubano Ramiro Guerra y Snchez observa que la efervescencia de la guerra haba pasado y el pueblo norteamericano se preocupaba de otros asuntos, por lo que el mensaje presi-dencial pudo ya ser francamente ex-plcito y McKinley pudo proceder con entera libertad:

    Toda la poltica de desconfianza aade, de ambicin y de intromi-sin en los asuntos cubanos est con-tenida en esos cortos y trascendentales renglones. Una evidente falta de verdad, lo de la responsabilidad adquirida ante el mundo, lo cual no es cierto con arreglo al texto de la Resolucin Conjunta ni el Artculo XVI del Tratado de Pars; una estupenda hipocresa, lo de la austera integridad de propsitos; una abierta repudiacin y un manif iesto desafo del texto, el espritu y los propsitos de la

    Resolucin Conjunta del 20 de abril de 1898, Cuba debe necesariamente estar unida a nosotros por vnculos de singular intimidad y fuerza, su destino est irre-vocablemente unido a nosotros; una perversa apelacin al inters material para anteponerlo al ideal de indepen-dencia por el cual se haba sacrif icado y arruinado el pueblo cubano, la mayor bendicin y ms inmediata necesidad de Cuba es restablecer su prosperidad.

    He aqu lo que es, en resumen, ese p-rrafo del mensaje [...].

    27 de diciembre1.11 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El coronel James Lockett vence tras un reido combate a los rebeldes filipinos, en los montes cercanos a Montalbn.

    29 de diciembre2.6 ESTADOS UNIDOS/COLOMBIA (PANAM)

    Un telegrama de Nueva York dice que en el registro comercial de la ciudad de Trenton, Nueva Jersey, se ha inscrito una nueva compaa, la Panama Canal Com-pany of America, la cual tendr un capital en acciones de 30 millones de dlares. La nueva empresa adquirir los derechos de la compaa francesa para la construccin de un canal interocenico.

    Diciembre (sfe)2.6 ESTADOS UNIDOS/ANTILLAS DANESAS (ISLAS

    VRGENES) Por medio de su Embajada en Londres, Estados Unidos inicia ante la Corona de Dinamarca las primeras gestiones de compra de las Islas Vrgenes o Antillas Danesas: Santo Toms, Santa Cruz, San Juan y unos 50 islotes y rocas menores situados en el Caribe.

    (Sfe)1.10 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/COLOMBIA (PANAM)

    La revolucin que se inicia en Colombia este ao (Guerra de los Mil Das) y se prolongar hasta 1903, arroja un saldo de 100 mil muertos. En su transcurso se producirn numerosas intervenciones de fuerzas estadounidenses en el territorio colombiano de Panam.

    (Sfe)2.8 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/BRASIL-BOLIVIA

    En el conflicto de lmites entre Bolivia y Brasil, a propsito del territorio del Acre, el gobierno del presidente McKinley presiona al gobierno de Jos Manuel Pando para que acceda a ceder al del brasileo Manuel Ferraz Campos Salles la zona en litigio, en la que casualmente tienen inters los caucheros estadouni-

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    denses. En 1904 Bolivia ceder final-mente miles de kilmetros cuadrados de una riqusima floresta, por una ridcula compensacin.

    (Sfe)3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    El ex senador William Peffer, en nota titulada A Republic in the Philipines, escribe:

    Dios quiso seguramente que la vida y las costumbres del salvaje cedieran el sitio a formas de vida superiores, pues de lo contrario habra hecho a la tierra mucho ms extensa.

    (Sfe)2.3 ESTADOS UNIDOS/CHINA

    Estados Unidos impone por la fuerza a China la llamada Poltica de Puertas Abiertas, y reclama derechos de presen-cia activa para su comercio y su armada, similares a los que ya poseen las poten-cias coloniales europeas.

    (Sfe)2.3 y 3.1 ESTADOS UNIDOS/CENTROAMRICA

    Las repblicas de Centroamrica sus-criben un pacto provisional de unin federal. Estados Unidos se opone. Nuevo fracaso.

    (Sfe)3.1 ESTADOS UNIDOS/ANTILLAS DANESAS (ISLAS

    VRGENES)Estados Unidos insiste en comprar las Islas Vrgenes a Dinamarca.

    (Sfe)2.3 ESTADOS UNIDOS/CUBA

    Se da a conocer el decreto 123 de Mc-Kinley, que oficializa la circulacin del dlar como medio de cambio para todas las operaciones en Cuba. A partir de ese momento todos los pagos oficiales deben hacerse en esa moneda, quedan-do sin efecto la espaola. Se afianza as la hegemona del capital financiero esta-dounidense en la isla.

    (Sfe)2.2 ESTADOS UNIDOS-ALEMANIA/FILIPINAS

    El archipilago de las islas Samoa es di-vidido entre Alemania y Estados Unidos. A este ltimo le tocan en el reparto 76 millas cuadradas.

    (Sfe)3.1 ESTADOS UNIDOS/FILIPINAS

    Durante el debate del Senado estadouni-dense en el que se trata la ratificacin del Tratado de Pars, se enfrentan, entre otras, las siguientes opiniones:

    George Frisbie Hoar, senador por Massachusetts:

    Cuando ustedes izan la bandera en las Islas Filipinas como emblema de dominio y con-quista, la arran en el Independence Hall.

    Albert Beveridge, senador por Indiana:La Declaracin de la Independencia fue dictada por un gobierno autnomo para un pueblo autnomo [...] Se aplica slo a un pueblo capaz de gobernarse a s mismo. Cmo se puede prostituir esta expresin del pueblo escogido entre los pueblos au-tnomos, aplicndola a una raza de mala-yos, hijos de la barbarie, educados en los mtodos e ideas espaolas?

    Hoar:Las doctrinas que mantengo son las doc-trinas de los ms expertos estadistas de la generacin ms brillante que ha pasa-do jams sobre la tierra. Abraham Lincoln declar: Ningn hombre ha sido creado lo suficientemente bueno como para ser dueo de otro. No acepto que nuestros 100 primeros aos terminen con el fracaso de la Declaracin de la Independencia y la Constitucin, y que Amrica haya de co-menzar el siglo XX donde Espaa comen-z en el siglo XVI.

    Beveridge:Usted que dice que la declaracin com-prende a todos los hombres por igual,

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    cmo puede aceptar que no se aplique al indio norteamericano? Y si se le niega al indio en nuestra patria, por qu se la concede a los malayos en el extran-jero? Ciudadanos, somos el pueblo es-cogido de Dios. Su Providencia nos ha acompaado ms all de Bunker Hill y Yorktown [...] Su poder dirigi a Dewey en el Oriente y nos entreg la escua-dra espaola la vspera del nacimiento de la libertad. Sus grandes propsitos se revelan en la senda de nuestra ban-dera que va ms all de las intenciones de congresos y gabinetes; ella nos gua como un sagrado pilar de fuego hacia situaciones que no puede prever la f i-nita sabidura. No podemos retirarnos del suelo en que la Providencia ha hecho f lamear nuestro pendn.

    (Sfe)3.1 ESTADOS UNIDOS

    Palabras de Theodore Roosevelt:[...] a medida que las naciones crecen y alcanzan intereses cada vez ms amplios, y son llevadas a un contacto cada vez ms estrecho, si hemos de mantenernos en la pugna por la supremaca naval y comer-cial, debemos fortalecer nuestro podero ms all de nuestras fronteras. Debemos [...] tomar las posiciones estratgicas que

    nos permitirn tener voz propia en la decisin de los destinos de Oriente y de Occidente [...] La tarea primera y ms im-portante por cumplir es establecer la su-premaca de nuestra bandera. Debemos acabar con la resistencia armada antes de cualquier cosa, y no deben existir parla-mentos ni titubeos al tratar con nuestro enemigo [...] El siglo XX se presenta ante nosotros cargado con el destino de mu-chas naciones.

    (Sfe)3.1 MXICO-EUROPA

    Jos Limantour, ministro de Hacienda, sale hacia Europa para llegar a un acuer-do sobre el problema de la conversin de la deuda.

    (Sfe)3.1 ESTADOS UNIDOS/COSTA RICA

    Surge la United Fruit Company como resultado de la unin entre la Boston Fruit Company y la Tropical Trading and Transport Company.

    (Sfe)2.2 INGLATERRA/VENEZUELA

    El tribunal de arbitraje dicta ese ao el famoso laudo de Pars, que consagra y oficializa el despojo que signific para

    Venezuela la prdida de 159,500 kil-metros cuadrados. De haberse conso-lidado la pretensin de la cuarta lnea de Schomburgk, dicho despojo hu-biera ascendido a 203,310 kilmetros cuadrados.

    (Sfe)3.1 PER

    Desde la independencia y a todo lo largo del siglo XIX, solamente han habido en Per dos presidentes civiles; todos los restantes fueron militares.

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    29 de enero2.6 ESTADOS UNIDOS/ANTILLAS DANESAS (ISLAS

    VRGENES) John Hay, secretario de Estado, escribe a su ministro en Copenhague, Lauritz S. Swenson, indicndole que considera propicio el momento para acercarse al gobierno de su majestad el rey Cristin de Dinamarca, para formalizar el traspa-so de las Antillas Danesas y sus depen-dencias a Estados Unidos. Aduce como razn de su inters su proximidad al territorio de Puerto Rico, recientemente adquirido, y por la existencia en Santo

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    Toms de una hermosa y estratgica baha que servir de base naval. Acom-paa a su nota un proyecto de tratado de traspaso y una oferta de 3.5 millones de dlares.

    5 de febrero1.14 ESTADOS UNIDOS-INGLATERRA/CENTRO-

    AMRICA-EL CARIBE John Hay, secretario de Estado, firma con sir Julian Pauncefote, embajador de Gran Bretaa, el primer tratado que llevar el nombre de ambos y por el cual quedarn de hecho derogadas las disposiciones restrictivas del Tratado Clayton-Bulwer, de 1850. El Senado es-tadounidense acota modificaciones a este tratado, las que no son aceptadas por el gobierno britnico.

    Londres renuncia as, en lo sucesivo, al papel que ejerca en Centroamrica y el Caribe para fastidio de Washington. Estados Unidos, a su vez, se obliga a mantener la neutralidad perpetua sobre el canal y a tenerlo siempre abierto al comercio internacional; el Artculo 3 del Tratado Hay-Pauncefote versa sobre la neutralidad del probable canal intero-cenico, conforme a las estipulaciones incluidas en sustancia en la Convencin de Constantinopla (28 de octubre de

    1888) para la libre navegacin del Canal de Suez:

    Los Estados Unidos adoptan, como base de la neutralizacin de dicho canal nave-gable, las siguientes reglas, contenidas en sustancia en la Convencin de Constanti-nopla, firmada el 28 de octubre de 1888, para la libre navegacin del Canal de Suez, a saber:1) El acceso al Canal ser libre y estar

    abierto a los barcos mercantes y a los barcos de guerra de todas las naciones que observan las presentes reglas, en pie de perfecta igualdad, de manera que no haya ninguna diferencia en de-trimento de cualquiera de estas nacio-nes o de sus ciudadanos o sbditos, en cuanto a las condiciones de tarifas de transporte u otras. Dichas condiciones y tarifas de transporte debern ser jus-tas y equitativas.

    2) El Canal no ser jams objeto de blo-queo, ni podr en l ejercerse ninguna accin de guerra ni acto de hostilidad.

    Sin embargo, se permitir a Esta-dos Unidos mantener en el canal la Polica Militar que se juzgue necesaria para su defensa contra las ilegalidades y desrdenes.

    3) Los barcos de guerra de un beligerante no podrn avituallarse ni aproximarse

    en el canal, sino lo estrictamente ne-cesario, y el paso de dichos navos a travs del canal deber efectuarse en el lapso ms breve posible conforme a las reglas en vigor, y tan slo con las paradas impuestas por las necesidades del servicio.

    Las presas se sometern tambin a los mismos reglamentos que los navos de guerra beligerantes.

    4) Ningn beligerante deber embarcar o desembarcar tropas, municiones de guerra o material de guerra en el Canal, salvo en caso de obstruccin accidental del trnsito, y, en ese caso, se deber reanudar el trnsito lo ms pronto posible.

    5) Las disposiciones del presente Artculo se aplicarn a las aguas limtrofes del canal, en un radio de tres millas mari-nas por cada uno de sus extremos.

    Los navos de guerra de un belige-rante no permanecern en esas aguas ms de 24 horas de una vez, salvo en caso de accidente, y en este caso, re-anudarn su marcha lo ms pronto po-sible; sin embargo un barco de guerra que lleve bandera de uno de los beli-gerantes no podr partir sino 24 horas ms tarde de la salida de un navo de guerra de otro beligerante.

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    6) Las herramientas, instalaciones, edi-f icios y dems obras necesarias para la construccin, sostenimiento y fun-cionamiento del canal se considerarn parte de dicho Canal, y gozarn, tanto en tiempo de paz como de guerra, de la inmunidad ms completa, de parte de los beligerantes, de todo ataque, de todo dao o de cualquier otro acto capaz de disminuir la utilidad en cuan-to forman parte del Canal.

    La Unin quedar en lo sucesivo, con total libertad para actuar en el Caribe.

    8 de marzo2.6 Y 2.8 ESTADOS UNIDOS/PUERTO RICO

    El senador Joseph Foraker, de Ohio, que ha presentado un proyecto de ley desti-nado a dotar a Puerto Rico de un estatus especial que lo convertir en una mera posesin de Estados Unidos, justifica, en un discurso, las razones paternalistas que explican su idea:

    Ellos [los puertorriqueos] han te-nido una experiencia diferente, sobre todo en materia de gobie