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Bajo el título de este libro, Sociolo- gía simétrica, se incluyen dos perspec- tivas complementarias, la Sociología de la Traducción de Bruno Latour y el enfoque Actor-Red (Actor-Network Theory, ANT) de Michel Callon y John Law. Si bien existen leves dife- rencias entre ambas corrientes, las dos abordan el análisis de la tecnociencia, como una malla de interacciones simultáneamente prácticas y significa- tivas cuyo resultado no se describe como efecto de un proceso de nego- ciación social, sino más bien como una lucha de poderes que involucra por igual a agentes humanos y no- humanos. Este último aserto es el que otorga el apelativo de Sociología simé- trica a la presente compilación en tanto que es el principio de simetría generalizada el emblema epistemoló- gico de ambas corrientes. Dicho prin- cipio supone un tour de force sobre el clásico principio de simetría enuncia- do por David Bloor en su Programa Fuerte en la sociología del conocimien- to, inicialmente en Bloor (1973) y posteriormente en su libro Knowledge and social imagery (1976 y 1991). En la formulación definitiva del susodi- cho Programa Fuerte se incluyen los principios de causalidad, imparciali- dad, simetría y reflexividad, funda- mentos de toda explicación sociológi- ca que pretenda abordar el análisis del conocimiento (científico). El siguiente paso que da el enfoque de la ANT supone adoptar una forma de monis- mo basada en la adjudicación del mismo estatus explicativo a los entes humanos y a los no-humanos, apoya- do en la máxima de que la sociedad 89/00 pp.333-376 M. DOMÈNECH y F. J. TIRADO (comps.) Sociología simétrica. Ensayos sobre ciencia, tecnología y sociedad (Barcelona, Gedisa Editorial, 1998)

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Bajo el título de este libro, Sociolo-gía simétrica, se incluyen dos perspec-tivas complementarias, la Sociologíade la Traducción de Bruno Latour yel enfoque Actor-Red (Actor-NetworkTheory, ANT) de Michel Callon yJohn Law. Si bien existen leves dife-rencias entre ambas corrientes, las dosabordan el análisis de la tecnociencia,como una malla de interaccionessimultáneamente prácticas y significa-tivas cuyo resultado no se describecomo efecto de un proceso de nego-ciación social, sino más bien comouna lucha de poderes que involucrapor igual a agentes humanos y no-humanos. Este último aserto es el queotorga el apelativo de Sociología simé-trica a la presente compilación entanto que es el principio de simetríageneralizada el emblema epistemoló-

gico de ambas corrientes. Dicho prin-cipio supone un tour de force sobre elclásico principio de simetría enuncia-do por David Bloor en su ProgramaFuerte en la sociología del conocimien-to, inicialmente en Bloor (1973) yposteriormente en su libro Knowledgeand social imagery (1976 y 1991). Enla formulación definitiva del susodi-cho Programa Fuerte se incluyen losprincipios de causalidad, imparciali-dad, simetría y reflexividad, funda-mentos de toda explicación sociológi-ca que pretenda abordar el análisis delconocimiento (científico). El siguientepaso que da el enfoque de la ANTsupone adoptar una forma de monis-mo basada en la adjudicación delmismo estatus explicativo a los enteshumanos y a los no-humanos, apoya-do en la máxima de que la sociedad

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(Barcelona, Gedisa Editorial, 1998)

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no explica mejor que la naturaleza elorigen y la forma que adquiere elconocimiento tecnocientífico. Deaquí la necesidad epistemológica deasumir dicho principio de simetríageneralizada.

Pues bien, la presente compilaciónde textos presentada por MiquelDomènech y Francisco Javier Tiradonos muestra a algunos de los másconocidos baluartes intelectuales deestas corrientes, las diferentes mane-ras en las que tejen y edifican talespropuestas y los límites y potenciali-dades de las mismas. Tres de losinvestigadores que aquí aparecen sonlos creadores de tales perspectivas, talcomo se ha apuntado anteriormente;Bruno Latour (La tecnología es lasociedad hecha para que dure y De lamediación técnica: filosofía, sociología,genealogía), Michel Callon (El procesode construcción de la sociedad. El estu-dio de la tecnología como herramientapara el análisis sociológico) y John Law(Del poder y sus tácticas. Un enfoquedesde la sociología de la ciencia y, con-junto de estos dos últimos autores,De los intereses y su transformación.Enrolamiento y contraenrolamiento)son, además de fundadores e impul-sores de este movimiento, columnavertebral de los desarrollos presentesde dicha corriente y sus textos pue-den considerarse como seminales detales propuestas. Junto a ellos, VickySingleton y Mike Michael (Actores-redy ambivalencia. Los médicos de familiaen el programa británico de citología decribaje) y Nick Lee y Steve Brown (Laalteridad y el actor-red. El continenteno descubierto) representan el avanceactual más representativo de estemovimiento intelectual. Por último,

los propios compiladores, MiquelDomènech y Francisco Javier Tirado(Claves para la lectura de textos simé-tricos), son una buena muestra de larecepción, introducción y adscripciónen nuestro ámbito a lo que ellosdenominan sociología simétrica. Eneste sentido, hay que felicitar por eltrabajo de edición a los compiladoresya que, entre otros detalles de agrade-cer para el lector, se encuentra la acre-ditación de los textos publicados en elvolumen, lo cual permite conocer lacronología de la publicación originalde los textos, gracias a lo cual es posi-ble atisbar la evolución de esta pers-pectiva.

Entrando en materia, como bienindican Domènech y Tirado, la ANTha supuesto una revolución dentro deun campo a su vez revolucionario, elde los estudios sociales de la ciencia yla tecnología, ampliado a partir deldesarrollo de la sociología del conoci-miento científico (SCC) —sobre elsurgimiento, desarrollo y evoluciónde estas áreas, véase Iranzo y Blanco(1999)—. Si para esta última el obje-tivo es analizar los procesos socialesque alumbran la generación del cono-cimiento científico, la ANT represen-ta una vuelta de tuerca más a las posi-bilidades de la SCC, esto es, la ANTes «el intento de describir las diversasmaneras en las cuales se construye laverdad» (Crawford, 1993: 250).Cuando se transita por los intrinca-dos textos de este enfoque, la percep-ción de los mismos es la de un extra-ño híbrido de teología, fi losofía,ontología, semiótica, sociología...,donde se enfatiza la importancia delos textos y de las inscripciones cien-tíficas y no científicas. Su aspiración

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es mostrar que cualquier diferenciaentre el conocimiento científico ycualquier otra forma de conocimientotiene su origen en la escala y la disci-plina con que se ejecutan las prácticasmás ordinarias y mundanas del cono-cimiento cotidiano; y, aún más, nadaparticularmente diferente a lo queacontece en la vida corriente es lo queocurre dentro del laboratorio, con-templado éste tradicionalmente comoespacio reservado al trabajo científico.¿Cómo consolidar tales afirmaciones?Ni más ni menos que considerando elconocimiento científico como unaextensión cuantitativa de la acciónpragmática fundamentada en la diná-mica de un modelo agonístico de larealidad. Dicho de otro modo, para laANT la ciencia es retórica social. Essocial en el sentido que implica aactores, roles y apariencias, y es retó-rica en tanto que persigue persuadir alos otros de la correcta posición en laque se encuentra uno mismo. Paraexpresarlo de una manera más con-tundente, la ciencia es retórica paraobtener una ventaja sobre los otros yde esta guisa adquirir prestigio, esta-tus, riqueza, etc. El éxito de la cienciaradica en la manera sistemática enque se somete a cualesquiera materia-lidades a todo tipo de pruebas y regis-tra meticulosamente los efectos regu-lares que pueden ser reproducidos enotra localización. Reproducibilidad ytransmisibilidad —o, como señalaLatour, la producción de móvilesinmutables— son las prácticas centra-les de la persuasión de los textos eilustraciones científicas.

El arco temático de los escritosseleccionados recurre sobre todos lostemas más tradicionales en los estu-

dios sociales de la ciencia. Puntocomún es la comprensión del trabajoy de la práctica mundana que confor-man la producción de los hechos cien-tíficos y el espacio donde esto se pro-duce, esto es, el laboratorio. Ésteresulta ser el lugar en el cual el objeti-vo principal es la producción de docu-mentos y donde se revela el frágilcarácter epistemológico de las sustan-cias manejadas en dicho lugar, las cua-les adquieren su estatus como sustan-cias legítimas, y de esta manera comoelementos de la realidad, sólo a travésde los procedimientos y constreñi-mientos diseñados para permitir suinscripción y documentación y, porende, su consideración como conoci-miento científico. Como en los juicioslegales, la legitimidad de un juicioepistemológico descansa en la aporta-ción de pruebas e indicios documen-tales que representan satisfactoriamenteal objeto de debate: los hechos. En últi-mo extremo, el gradiente de poderentre ciencia y el resto, entre los cien-tíficos y los otros, descansa en la pose-sión de laboratorios. De hecho, loslaboratorios son un importante leitmotiv del trabajo de esta perspectiva,persiguiéndose dos objetivos: en pri-mer lugar, el seguimiento e investiga-ción del enorme poder de los labora-torios científicos y la recreación oconstrucción del mundo que éstospermiten. Y, en segundo lugar, el des-velamiento de la naturaleza precisa delos intentos, incluyendo el del propioanalista, de deconstruir tal poder, talcomo muestran los diferentes textosdel presente volumen.

La mejor muestra del primero delos objetivos se encuentra en los tra-bajos de Latour sobre Pasteur

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(Latour, 1988 y 1994). Pasteur, enopinión de Latour, consigue extendersu laboratorio al mundo y de estamanera romper con la frontera den-tro/fuera. Por ello, Latour afirma dra-máticamente que el mundo real se haconvertido en un laboratorio. En estecaso, Latour va más allá del prejuicio«textual» inicial, al teorizar el labora-torio como la aplicación de una tec-nología de inscripción generalizada,algo que sobrepasa con creces la sim-ple producción de documentos escri-tos. Tales documentos no son sinoejemplos de lo que Latour denominamóviles inmutables —objetos móviles,estables y combinables que puedendesplazarse y manipularse sin alterarsus características esenciales—. Es porello que, enlazando con este referen-te, en su trabajo Ciencia en acción,Latour equipara el proceso de genera-ción del conocimiento científico a uncic lo de acumulación, esto es , deexpansión. Este crecimiento precisa dela capacidad de actuar a distancia, loque implica hacerse reconocer comoel legítimo representante de los obje-tos en disputa, esquivar a los posiblesdisentidores y abrumarlos con prue-bas visuales.

En último extremo, la esencia de laorganización del conocimiento cientí-fico es el poder para construir labora-torios —esto es, construir redes a tra-vés de las cuales fluyen, se recopilan yse comparan materiales, prácticas yconocimientos—. Esta noción exten-sa de laboratorio es denominada porLatour centro de cálculo. Los centros decálculo son relacionales (se necesitanal menos dos para garantizar su efica-cia: el que establece un estándarcuantitativo o nominal y el que lo

extiende para catalogar, describir oexplicar porciones desconocidas derealidad). Su establecimiento se efec-túa por medio de gradientes de fuerzasubsistentes entre ellos. Latour tam-bién añade que el reverso de taleslíneas de fuerza no es simplementelineal, sino exponencial. Los docu-mentos y las inscripciones no seensamblan ni se comparan tal cual, seconvierten en cascada, se aceleran, sehacen circular más y más rápido a tra-vés de la red. De hecho, el movimien-to de las ciencias empíricas a las cien-cias teóricas es simplemente el movi-miento de los móviles inmutables máslentos a los más rápidos.

Esta primera fase de fundamenta-ción de este enfoque puede ser obser-vada como una «forma de crítica ideo-lógica» (Koch, 1995). Es una muestrade la extensión de los sistemas y delas prácticas de dominación; «sinembargo, al concebir los centros decálculo como lugares que promuevenel desplazamiento acelerado de ins-cripciones, Latour es capaz de descri-bir la enorme escala de los efectos dela ciencia sin buscar a la vez causasmás amplias tales como la emergenciade las visiones de los mundos, laracionalidad occidental, etc.» (Koch,1995: 326-327).

El siguiente paso será introducir elpapel de las teorías científicas en laconstrucción de las redes y en la for-mación de los centros de cálculo. Parala ANT, la ciencia no hay que relacio-narla con lo social; todo lo contrario,la ANT quiere alterar el términoexplicación social . La ciencia essocial, lo cual entraña, evidentemen-te, una extensión de la noción de losocial. Esta empresa se plantea leer el

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texto científico como un texto, o másconcretamente como un constructosemiótico, esto es, algo generado apartir de los signos y de sus relacio-nes. Esta empresa transporta a laANT a un proceso de deconstrucciónhistórica cuyo punto inicial estásituado en el siglo XVII, en la polémi-ca entre Robert Boyle y ThomasHobbes en torno al proceso y signifi-cado del conocimiento científico.Este acontecimiento histórico concre-to representa para la ANT, y paraLatour en concreto, el surgimiento dela modernidad, o, lo que es lo mismo,el establecimiento de la gran bifurca-ción naturaleza/sociedad, de la cualtodos somos herederos, excepto,¡cómo no!, Monsieur Latour.

El análisis de la modernidad es unaempresa afrontada, fundamentalmen-te, por uno de los componentes másactivos de este enfoque, Bruno Latour(1993), y para éste la definición demodernidad está enmarcada por tresprincipios básicos. Sin que presupon-ga su orden la importancia de los mis-mos, éstos son: la dominación cientí-fica de la naturaleza, la emancipaciónpolítica de la humanidad y el mante-nimiento de una estricta divisiónentre estas dos actividades. El mundomoderno, tal como lo concibe Latour,emergió cuando el dominio del cono-cimiento se dividió entre el conoci-miento de la gente y el conocimiento delas cosas, tal como lo representa elexcelente trabajo de Shapin y Schaffer(1985), en el cual Thomas Hobbes espresentado como representante de lapolítica, esto es, del conocimiento dela gente, y, frente a él, Robert Boyleemergerá como el representante de laciencia, esto es, del conocimiento de

las cosas. En su enfrentamiento secondensa la bifurcación a la que hacemención Latour. Este hecho suponepara la herencia a la que nos debe-mos, que la representación (conoci-miento) científica de las cosas nodebe mezclarse con la representación(conocimiento) política de la gente.De lo contrario, se establecería unaintolerable confusión entre ciencia ypolítica, entre hechos, valores, cono-cimiento y poder. Ésta es la razón porla que el tercer principio básico de lamodernidad, el mantenimiento deuna estricta división entre ciencia ysociedad, es esencial para el éxito delos otros dos. Estos tres principiosfundacionales conjuntamente permi-ten distinguir la cultura occidentalmoderna de cualquier otra culturaposible. Tales principios nos permitendiferenciarnos de ellos y del entonces, yeste proceso de diferenciación generala moderna idea de progreso científicoy progreso político que se plasma enlas constituciones modernas.

De acuerdo con la doctrina insertaen toda constitución moderna, la natu-raleza es trascendente, esto es, las leyesuniversales y objetivamente cognosci-bles de la naturaleza son independien-tes de nuestras capacidades controla-doras. Pero resulta también que lanaturaleza se construye permanente-mente en los laboratorios y se movili-za de acuerdo con una variedad depropuestas. Esta paradoja de unanaturaleza trascendente y construida ala vez es la primera garantía del éxitode la constitución moderna. Por otrolado, la sociedad es inmanente: esconstrucción propia, creada por lagente que actúa libremente. Pero elnúcleo duro de la sociología nos ense-

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ña que la sociedad está más allá denuestro control, la sociedad genera loslímites de nuestra libertad individualde acción. Esta paradoja de una suavepero resistente sociedad es la segundagarantía para el éxito de la constitu-ción moderna. Y ambas garantíasestán cubiertas, de acuerdo conLatour, por una tercera garantía. Losmodernos insisten en que naturaleza ysociedad son completamente diferen-tes, pero, al mismo tiempo, éstosmovilizan humanos y no-humanos enla creación de redes estables, aunquehíbridas, de cultura-naturaleza. Sóloeste tipo de garantías permiten eléxito de la modernidad. Los moder-nos pretenden ser capaces de analizare interpretar cualquier situación; enúltima instancia, de estar siempre enlo cierto y de ser inmejorables.

Ante esta situación, la opción deLatour es la de declararse no-modernoo, simplemente, a-moderno (Latour,1990). Latour da por supuesto que nilos objetos naturales ni los sujetossociales han sido siempre simple yexclusivamente reales, sociales o dis-cursivos. Más bien, son híbridos quecirculan en redes de traducción y demediación, mientras los modernosintentan purificarlos de tales cualida-des híbridas y localizarlos y fijarlos enuno de los posibles polos sujeto/obje-to. Para Latour, los híbridos siemprehan estado ahí, no sólo en el mundopre-moderno, sino también bajo laconstitución moderna donde hansido negados sistemáticamente por elcontinuo proceso de purificación. Sinembargo, no es posible ningunainteracción social —digamos, entreentidades de las que puede predicarseconsensuadamente que poseen un

encéfalo—, sin tomar en cuenta lamecánica de los cuerpos fisiológicosque intermedian dichas relaciones ylas técnicas psicofísicas o psicoquími-cas que aquéllos deben dominar parainstrumentarlos. Del mismo modo,no podemos hablar de naturalezas nide tecnologías sin mencionar la orga-nización social, las competencias pro-fesionales, la invención de lenguajes yde medios de inscripción que nos lashacen aprehensibles e inteligibles deforma operativa, como algo más queuna barahúnda incesante de sucesosamorfos. No obstante, los modernosse caracterizan precisamente porignorar en sus narrativas esta imbrica-ción o mestizaje. La purificación quelogran les hace parecer puritanos dua-listas cuando lo que son es oportunis-tas sin escrúpulos.

Resultado de ese proceso tambiénhabría que considerar el estableci-miento de las grandes divisiones natu-raleza/cultura y poder/conocimiento.Latour rechaza definitivamente redu-cir los objetos del conocimiento(humanos o no-humanos) a política,a cosas o a discurso. Antes bien, insis-te en verlos compuestos, lo que élllama (siguiendo a su mentor MichelSerres) cuasi-objetos/cuasi-sujetos. Bajola constitución moderna esos cuasi-objetos/cuasi-sujetos se aíslan, se purifi-can y se dejan fuera en conjuntos cui-dadosamente definidos de acuerdocon unas ciertas categorías, mientrasproliferan los híbridos. No es deextrañar, por tanto, que el fin últimode la filosofía política latouriana esque la formulación de una constitu-ción a-moderna cree una democracialiberal que extienda el sufragio a losno-humanos. En su parlamento de las

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cosas, humanos y no-humanos debenavenirse a una compleja comprensiónde las mediaciones producidas por ladelegación —y no exclusivamente larepresentada por el gobierno repre-sentativo de Hobbes, sino también ladelegación de los no-humanos de laautoridad de sus representantes—.Por ejemplo, el agujero en la capa deozono no es simplemente un fenóme-no natural socialmente construido ydiscursivo, también representa lasnecesidades y deseos de elementos sig-nificativos en el mundo no-humano.Desde esta perspectiva, Latour articu-la y enfatiza los nexos o asociacionesentre actantes (concepto provenientede la semiótica y utilizado para defi-nir las entidades activas en los textoso en el mundo, bien de persuasiónhumana o no-humana), y esto no essociología, sino a-sociología: lo quecuenta es producir asociaciones, estoes, redes, y de lo que se trata para estaperspectiva es de analizar su dinámi-ca. Latour pone cabeza abajo la pro-puesta metodológica cartesiana deanálisis-síntesis, que subyace tanto aHobbes como a Boyle, y sostiene quecualquier entidad es (potencialmente)reducible a partes más simples o irre-ductible como componente de unentramado más complejo. Tododepende de la capacidad de las prácti-cas disponibles en una tradición deinvestigación, o las que puedan inno-varse, para aislarlo, conservarlo ínte-gro o fragmentarlo a voluntad.

En suma, tan sólo queda alentar laatenta lectura de este libro, que mues-tra el amplio abanico de posibilidadesde la así denominada por los compi-ladores sociología simétrica, cuyaimportancia en la teoría social de la

ciencia y la tecnología es cada díamayor y, sin lugar a dudas, está lla-mada a convertirse en puente entre elespecializado ámbito de los estudiossociales de la ciencia y la tecnología yla teoría sociológica más general.

Referencias bibliográfícas

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R. BLANCO y J. M. IRANZO

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Pierpaolo Donati, profesor ordina-rio de Sociología de la Universidad deBolonia y Presidente de la AsociaciónItaliana de Sociología, aborda en estaobra el concepto de familia a partir decuatro preguntas fundamentales: ¿Porqué existe la familia? ¿Cómo se organi-za? ¿Cómo cambia? ¿Cuál es el futurode la familia? A cada uno de estosinterrogantes les precede una cuestiónpreliminar alusiva a la naturaleza delfenómeno familiar. Según Donati, lafamilia debe ser considerada desde unpunto de vista interno, y no externo.Esto comporta observar los fenóme-nos sociales a partir de las conexiones,los significados y los efectos que pro-ducen en el interior de la familia, yno, al contrario, observar la familiadesde el sentido que puede tener paralos diversos subsistemas sociales.

La cuestión preliminar que Donatiplantea es la siguiente: ¿Qué es (quésignifica hacer) familia? Formuladoasí, el tema a resaltar es que la exis-tencia de la familia imprescindible-mente está ligada a un modo de hacery obrar en sentido familiar, es decir,una «praxis social» de tipo relacional.Dicho en otros términos, para elsociólogo italiano no se está en fami-lia con la sociedad, sino que se estáen sociedad con la familia; el sentidofamilia siempre media el obrar social.

La originalidad de esta posiciónradica en el cambio de perspectivacon respecto a la tradicional sociolo-gía de la familia. La cuestión, másque aludir al qué cosa, alude al cómose observa qué cosa. Para Donati, el

cómo es la relación. Con posteriori-dad, a partir de la subdivisión analíti-ca de la relación en una dimensiónestructural (de ligamen) y en unadimensión simbólica (de referencia),la familia es considerada no como unconcepto reducible a una única yconclusiva definición, sino como unarealidad que puede una y otra vez serdiversamente semantizada. Uno delos objetivos de esta obra es diseñarlos significados fundamentales y losefectos estructurales de la modernapraxis familiar.

Al abordar la familia, Donati siem-pre mantiene una confrontación conel paradigma sistémico-funcionalistade Niklas Luhmann. Para este último,preguntarse por la familia no equivaleal interrogante ¿qué significa hacerfamilia?, sino ¿cómo es posible la fami-lia? El paradigma sistémico-funciona-lista, al igual que el relacional, seopone a la hipóstasis del fenómenofamiliar, pero los efectos que produceson diferentes. Según Donati, lafamilia, en cuanto tipo particular depraxis social, posee una sustancia pro-pia que, en el fondo, es ser una rela-ción social plena, es decir, un fenó-meno social total, supraindividual ysuprafuncional, fundado en la plenareciprocidad entre géneros y genera-ciones e identificado por el códigosimbólico del amor.

Para Donati, todas estas connota-ciones fundan la familia como fenó-meno social sui generis, al mismotiempo original y originario, y comorelación primordial tanto en sentido

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PIERPAOLO DONATI

Manuale di sociologia della famiglia(Roma-Bari, Editorial Laterza, 1998)

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filogenético como ontogenético. Enlíneas generales, el sociólogo de Bolo-nia comparte el planteamiento delantropólogo francés Claude Lévi-Strauss, para el que la familia es unaespecie de ley social. Según Lévi-Strauss, la sociedad debe amoldarse ala familia y otorgarle el reconocimien-to más amplio, de igual forma que elhombre se amolda a las leyes de lanaturaleza para obtener unas mayoresventajas de ella. A partir de esta afir-mación, la praxis familiar se presenta,según Donati, como aquel modo deser y de hacer lo social que es la pre-misa de posibilidad de toda sociedad.Cuando Donati sostiene el carácterprimordial del fenómeno familiar,denunciando las utopías que desdePlatón han fundado la sociedad en lanegación de la familia en cuanto tal,el objetivo de la definición es éste:asumir la familia como requisito prime-ro y fundamental respecto a las posterio-res posibilidades de hacer sociedad.

Una manifestación de todo esto esla capacidad de adaptación que lafamilia ha demostrado en sentido his-tórico-evolutivo. Lo que ha permitidoa la estructura familiar ser flexible yresistente a los efectos ambientales hasido su capacidad de introducir lastransformaciones externas en el inte-rior de las relaciones de reciprocidadque gobiernan las relaciones familia-res. Ciertamente, la familia ha expe-rimentado a lo largo de la historiaprofundas transformaciones, y en laactualidad está ante una seria crisis;pero para Donati la familia se consti-tuye como aquel lugar en el que esposible afrontar los problemas socia-les mediante la reciprocidad de lasrelaciones enmarcadas en el cuidado y

la autoridad, en el don (en sentidomaussiano) y en el amor (comomedio simbólico generalizado dereferencia). Cuando se habla de evo-lución, o se diseñan taxonomías quedeberían demostrar los nuevos cam-bios en los modelos familiares domi-nantes, el punto de partida es lasiguiente presuposición: cambia laesencia de la misma familia. ParaDonati, esto es un error. La familiapuede cambiar de forma, puede sufrirlo que Donati llama, tomando el tér-mino de la teoría realista de MargaretArcher, morfogénesis familiar; perotodo esto sucede en el interior de losmismos principios que inspiran elcomportamiento familiar y que pro-mueven las diferentes formas de hacerfamilia. Por tanto, no se confundenlas diversas posibilidades de obrar ensentido familiar con la sustancia de lafamilia en cuanto tal.

Niklas Luhmann plantea una tesisdiferente. La forma social familiarestá sometida a fases evolutivas quetransforman tanto sus funcionescomo sus estructuras. En primerlugar, en cuanto sistema de comuni-cación, la familia está caracterizadapor un propio primado funcional;éste coincide con la orientación a latotalidad de la persona mediante laobligación de la comunicación. ParaLuhmann, obligación de la comuni-cación significa que en la familia todopuede ser hecho objeto de comunica-ción y que «no se puede no comunicar»(también el silencio es comunica-ción). La densidad comunicativa queesta situación genera en la interacciónfamiliar es causa de una elevada ten-sión psicológica, que es típica de lasfamilias modernas. Pero esto, según

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Luhmann, también es lo que convier-te a la familia en el modelo de unasociedad que ya no existe, de unasociedad en la que la persona estáincluida totalmente. La forma de lareintroducción, en la familia, es reali-zada directamente por las personasentendidas como puntos de referenciade la comunicación. Cuando se estádispuesto a aceptar una situación enla que el propio comportamiento,interior como exterior, es objeto decomunicación, entonces, dice Luh-mann, se está dispuesto para el matri-monio. Sin embargo, en cuanto partede la sociedad, la familia pierde su roltradicional de subsistema social .Según Luhmann, las familias de hoyya no realizan funciones relevantesdentro del sistema social de referenciay, en consecuencia, no pueden serconsideradas un efectivo agente desocialización. La socialización, diceLuhmann, se realiza en cualquierlugar donde exista la posibilidad deaprender un sentido y las expectativasa partir de la interacción recíproca.Los subsistemas sociales, así como sehan diferenciado en el curso de loscuatro últimos siglos, incluyen perso-nas según principios universales ysegún competencias técnicas. De estamanera se es ciudadano por derecho yprofesional por experiencia, mientrasque el Welfare State se impone comogarante de la inclusión de nuevasprestaciones para resarcir los dañosproducidos por las desigualdadesgeneradas por la inclusión. En unasociedad funcionalmente diferenciadacomo ésta, la familia pierde el roldecisivo que había mantenido en lossistemas estratificados y se reduce amera interacción social.

A los planteamientos luhmannia-nos, Donati responde considerando lafamilia como grupo-institución socialde tipo primordial. En cuanto grupo,la familia constituye una formaciónsocial con su propia estructura, su pro-pia organización y una serie de funcio-nes en las que está especializada; encuanto institución, la familia represen-ta un subsistema social de vital impor-tancia, incluido en el más amplio siste-ma social del que es parte integrante.Las formas en que se realiza tal pri-mordialidad cambian en el tiempo a lolargo de tres directrices fundamentales:la distinción humano/no humano, ladistinción naturaleza/cultura y la dis-tinción público/privado.

La familia siempre actúa como suje-to de mediación entre los extremos deestas distinciones, pero a lo largo de laépoca moderna la naturaleza social deesta mediación sufre un proceso demorfogénesis paralelo al que atraviesatoda la sociedad en cuanto sistemasocial. Sin embargo, lo que no cambiaes la prioridad de la mediación fami-liar a lo largo de las tres distincionesdirectrices anteriormente señaladas.Según Donati, defender la caída de lasfunciones familiares o la posible des-aparición de la familia en cuanto talequivale a no comprender que la fami-lia tiene una sustancia que no puededesaparecer. El que la familia pierda lafunción de inclusión, que antes reali-zaba en las sociedades estratificadas,no legitima al sociólogo para negar a lafamilia cualquier forma de mediación,tanto más en cuanto que está obligadoa reconocer que las estructuras socialeshan cambiado profundamente respec-to a la pasada estratificación. Lasinvestigaciones empíricas demuestran

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que, actualmente, el tejido familiar-parentela desempeña una importanciafundamental en la determinación delas posibilidades de éxito o fracaso delas nuevas generaciones tanto en elsubsistema educativo como en el sub-sistema económico. Incluso en elsubsistema político-social, ya que elmodelo clásico de welfare sólo recono-ce los derechos de asistencia a partir dela productividad laboral. Por tanto, eltejido de las relaciones primarias quesostiene y guía a las personas es vitalno sólo para comprender cuáles son lascondiciones del bienestar (social, y nosólo material o psicológico) en lassociedades actuales, también paraexplicar las causas de las constantesformas de desigualdad social.

De este modo se ubican en primerplano las diversas formas de media-ción familiar y sus relativas paradojassociales. En la familia se interseccio-nan al menos tres formas fundamen-tales de mediación: entre géneros,entre generaciones y la propiamentefamiliar, o de parentela. Si antes de lamodernidad la familia era la que atra-vesaba la sociedad, en la actualidad,según Donati, es la sociedad la queatraviesa la familia. Esto significa quesi en el pasado la propia forma deestar en la sociedad estaba condiciona-da por la pertenencia familiar, en laactualidad es el propio modo de estaren la familia el que es condicionadopor la sociedad. La familia, en cuantosistema de relaciones particulares,siempre está obligada a orientarse alos ambientes sociales de los quedepende y a reintroducir tal depen-dencia en el interior de las propiasmediaciones. Emerge aquella queDonati llama, cambiando un término

típico de la teoría de sistemas, familiaautopoiética. En su interior no sola-mente se reproducen comunicaciones,sino más bien relaciones. Éstas se fun-damentan en la norma de la reciproci-dad y están orientadas al medium sim-bólico del amor. En consecuencia, lafamilia se presenta como el únicoespacio social en el que los desafíos delos subsistemas pueden ser recom-prendidos en términos de reciproci-dad y de mediaciones familiares.

Por un lado, esto significa respetarciertos vínculos; por otro, gozar dedeterminados recursos. Las posibili-dades de releer los propios plantea-mientos sociales en términos «fami-liares» aparecen como un hecho dis-criminante para la capacidad de adap-tación y para el bienestar de la singu-lar persona. Tener una familia, segúnDonati, aparece como un hecho vitalpara los fines de la realización perso-nal y para la creación de una buenavida civil.

Estos motivos implican necesaria-mente una perspectiva diferente delas tradicionales. En concreto, cambiael sentido de la socialización familiar.La familia se presenta como sujeto desocialización si y en cuanto es antetodo sujeto de mediaciones sociales.En una sociedad compleja, este pro-ceso está cargado de paradojas. Dona-ti se centra especialmente en tres: laparadoja de la privatización, la para-doja de la individualización y la para-doja de la desculturación.

La primera contempla la familiacomo objeto público creciente porparte del subsistema político y jurídi-co, contemporáneamente a su crecien-te connotación en términos de intimi-dad narcisista, consumista, dramatúr-

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gica o simplemente afectivo-sentimen-tal. La segunda paradoja observa lafamilia como esfera de mediaciónentre los empujes individualistas y lasinstancias socializadoras realizadas porsubsistemas sociales no familiares. Latercera paradoja alude a las nuevasformas de naturalización y cultura-ción de la familia contemporánea, tra-tando de encontrar en esta última launidad simbólica y relacional de natu-raleza y cultura.

Para Donati, sólo es posible salir deestas paradojas asumiendo una pers-pectiva relacional. Se trata de com-prender el carácter suprafuncional (yno simplemente multifuncional) delas relaciones en general, y de las rela-ciones familiares en particular. Lafamilia es entendida como aquel siste-ma de relaciones cuya función demediación es insustituible en unasociedad compleja. La no existenciade sucedáneos para estas mediaciones,que Donati también define comomatiz civilizador de la sociedad, es loque caracteriza a la familia comogrupo institución social fundamental.

No se puede comprender el sentidototal de la mediación si no se conside-ra la trilogía que Donati estableceentre las nuevas mediaciones, la nuevasubjetividad y la nueva ciudadanía de

la familia contemporánea. Estos tresaspectos constituyen los fundamentosde las posibilidades de diálogo sobrela sociedad civil por parte de todos lossubsistemas sociales. En este diálogose incluyen los temas referentes a polí-ticas sociales y ciudadanía familiar, lasrelaciones recíprocas Familia-Estado-Mercado y Tercer Sector, las normasjurídicas y los derechos relacionales.Se traza un equilibrio que, aun reco-nociendo las crisis de muchos subsec-tores sociales, familia incluida, relanzaa la familia como sujeto social deimportancia prioritaria. Al hacer esto,Donati invita a un planteamientosociológico que contemple a la socie-dad desde la familia, y no al contrario.Desarrollar este cambio implica cami-nar en la dirección de una sociedad«de dimensiones familiares» y no, sim-plemente, en la dirección de una fami-lia «de dimensiones sociales». Tambiénde esto depende comprender la com-plejidad fenoménica de una sociedadque se hace más relacional, es decir,una sociedad cuyo destino no sólodepende de ligámenes estructuralesimpuestos por los subsistemas sociales,sino del sentido simbólico que las rela-ciones atribuyen a la realidad.

Manuel HERRERA GÓMEZ

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RAMÓN RAMOS TORRE

La sociología de Émile Durkheim. Patología social, tiempo, religión(Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1999)

Posiblemente, el mejor conocedoren nuestro país de la obra de Dur-kheim recopila aquí trabajos sobre el

sociólogo francés que se encontrabandispersos tanto en el tiempo, acercán-dose a los dos decenios la diferencia

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entre la fecha de publicación del másantiguo y la del más reciente, comoen el espacio o el género, pues seconstituyeron como prólogos, estu-dios previos, introducciones o, lamayoría, como artículos. Así que nosencontramos ante la posibilidad deuna visión retrospectiva de un con-junto de trabajos insertos ya en lalógica de analizar e interpretar lo quese hizo. En este caso, lo que escribióDurkheim.

La obra se estructura en cuatro par-tes. La primera recoge la extensaintroducción que Ramos hizo para ElSocialismo 1. Tiene por principal fun-ción servir de ancla histórica del con-junto de la obra de Durkheim, resal-tando la implicación política quetuvo. Implicación que atraviesa com-pletamente el nacimiento institucio-nal de la sociología moderna, si esque puede concebirse una sociologíaanterior a ésta. El proyecto de institu-cionalización de la sociología formaparte de un proyecto político que, enel caso del Durkheim de la Francia definales del siglo XIX, se articula con elproyecto republicano.

El problema del tiempo en la socio-logía durkheimiana ocupa la segundaparte. Lo hace sobre los tres artículosdedicados a la cuestión en la RevistaEspañola de Investigaciones Sociológicasentre 1989 y 1990. La cuarta se cen-tra en Las Formas Elementales de laVida Religiosa, la última gran mono-grafía de Durkheim, que, a pesar delas iluminadoras críticas a sus limita-ciones que le dedica Ramos, tanto enesta parte como en la anterior, sigue

estando en el centro de numerososdebates de las ciencias sociales. Paraello, Ramos recupera el estudio preli-minar de la edición que realizó Akal2

y el texto con el que participó en elhomenaje al profesor RodríguezZúñiga3. La última parte está dedica-da al análisis de El Suicidio con lostrabajos de Ramos más recientessobre el autor francés. Con ella, loque se abre en clave macropolítica,sobre la relación de la sociología deDurkheim con un proyecto de Esta-do, se cierra con guiños de interpreta-ción micropolítica, si se permite elconcepto: la presente en el interior dela tradición sociológica, especialmen-te académica, que mantiene comoreferencial una monografía abun-dantemente criticada; y la micropolí-tica de las relaciones entre los géne-ros, donde se dibuja un Durkheimcon enormes dificultades para obser-var a la mujer. Si en el repaso queRamos hace de la obra de Durkheimcasi siempre es posible encontraralgún punto de apoyo capaz de lanzaral autor desde su momento históricoa los actuales debates en la disciplina,en la forma de enfocar a la mujer elexperto durkheimiano muestra unode los rasgos del trabajo del sociólogofrancés menos presentable. ¿Hastaqué punto la incompatibilidad de lasociología durkheimiana con lasmujeres, en palabras de Besnard, con-tamina el resto de ésta y, por ende,una de las tradiciones centrales en ladisciplina? Para Ramos, la sociología

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1 É. DURKHEIM, El Socialismo, Madrid,Editora Nacional, 1982.

2 É. DURKHEIM, Las Formas Elementales dela Vida Religiosa, Madrid, Akal, 1982.

3 VV.AA., Escritos de Teoría Sociológica enHomenaje a Luis Rodríguez Zúñiga, Madrid,CIS, 1992.

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patriarcal de Durkheim es un puntociego, entre otros puntos ciegos, que,más que para condenar injustamenteal autor desde un tiempo que no es elsuyo, ha de servir de instrumentopara explicar lo que vio.

Salvo algún pequeño maquillaje,como cambiar lo que originariamenteeran números romanos por subtítuloso ladillos en la subdivisión interior delos textos, éstos apenas han sido reto-cados. Nada en lo sustancial, facili-tando la referida mirada retrospecti-va. Sin embargo, así, unidos, se mues-tran conjuntamente las raíces, el mapay la aventura de la obra de Ramosdedicada a Durkheim. Su ceguera,necesariamente existente siguiendo alpropio autor, es un bastón que toda-vía guía consistentemente a quienesse acercan al sociólogo que puedeconsiderarse fundador institucionalde la disciplina.

La cuádruple estrategia para el aná-lisis de un autor la propone el propioRamos: 1) establecimiento de las raí-ces o ubicación de partida del autor;2) definición del mapa o búsqueda dela unidad sistémica de la obra, de loque se constituye en motor de lamisma, explicando el fin último delconjunto de la obra de un autor, queen Durkheim se sitúa en la demostra-ción de su concepción de la sociedadcomo realidad moral; 3) destacar lasinvitaciones a la aventura, derivadasde los paseos nómadas que permite elautor cuando se inserta por los terri-torios periféricos de su mapa, que enla sociología durkheimiana se encuen-tran preferentemente en Las FormasElementales de la Vida Religiosa: losapuntes para una sociología del cono-cimiento, una sociología del tiempo o

una sociología del espacio; 4) señali-zar, a modo de balizas, las ceguerasexistentes en todo autor, pues nadiepuede verlo todo, pudiéndose discutirsi lo que se ve encuentra su alimentoen lo que no se ve. ¿Las balizas deDurkheim le permiten caer en abis-mos que hubieran modificado radi-calmente el conjunto de su obra?Como puede observarse, preguntaestrechamente relacionada con lahecha unas líneas antes. No obstante,el privilegio del profundo observadorexterno es ver lo que el autor analiza-do no pudo ver, explicar el porqué yqué consecuencias tienen los puntosciegos sobre el conjunto de la obra.Es a lo que nos acerca La sociología deÉmile Durkheim.

La propuesta de Ramos es unamagistral lección de cómo abordar unclásico. La cuádruple división es unapotente máquina analítica, capaz deintegrar perspectivas dobles, como laexplicación de las cegueras desde lasraíces, el mapa o aventuras, o, genera-lizando, cualquiera de las estrategiasdesde las restantes. Así, hasta comple-tar la matriz analítica.

El privilegio del observador exter-no, paradójicamente uno de los prin-cipios durkheimianos (p. 205), esespecialmente asumido por Ramos enel análisis de Las Formas. Al corregirel recuerdo —lo que llamaríamosflashback en términos cinematográfi-cos— de Durkheim sobre la génesisde su interés por la religión, hastaconstituirla en fundamento de la vidasocial, se establece un reto, el delexperto que conoce al autor mejorque él mismo, que incluso le enmien-da en algunos deslices, como la pre-tendida gran influencia de Robertson

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Smith. El trabajo de Ramos adquiereentonces las características de unanovela negra destinada a desvelar el«error» de Durkheim en un textoautobiográfico de 1907. Este «error»no es el único. Puede calificarse deanecdótico desde la comparación conotros de mayor calado. Así, Ramos nocree en el proyecto durkheimiano deuna epistemología sociológica.Entrando en debates actuales, sesubraya cómo la sociología no puedeexplicar el cómo del saber. A lo sumo,puede dar cuenta del error o de losaspectos que apoyan el saber. Es loque hace esta obra al explicar elreduccionismo sociológico de Dur-kheim, que le lleva a fracasar en laconcepción sociológica del tiempo, ycómo éste da por conseguida su epis-temología sociológica. Un doble errorpor encontrarse tanto en los finescomo en la positiva evaluación de losmismos.

La posibilidad de una concepciónsociológica del tiempo es otra de laspreocupaciones de Ramos, que hasido reflejada tanto en una recopila-ción4 como en una investigaciónempírica en la que se constata la des-igual distribución del tiempo entrelos géneros5. Ello le ha llevado a pre-guntarse por el lugar de esta concep-ción en la obra de Durkheim. Pre-gunta que, en una especie de rodeopor los lugares aparentemente perifé-ricos del mapa del autor, le conduceal centro de las limitaciones, a obser-var cómo el mismo mapa durkhei-

miano se quiebra. Lejos de una con-cepción unidireccional, propia delcamino de quien se guía por unmapa, el tiempo flota en tres fluc-tuantes concepciones a lo largo de laobra del francés: modernizador, evo-lutivo y, especialmente en relacióncon el calendario, cíclico. Con razónse critica la reducción que Durkheimhace del tiempo a lo sociológico y,aún más, al calendario. Una reduc-ción que ha pesado sobre los sucesi-vos intentos sociológicos de abordaresta categoría. Así, en el análisis de lasposibilidades de una sociología deltiempo, Ramos va más allá de Dur-kheim.

Si, como se presenta, Durkheim noencontró en la categoría de tiempoun cómodo elemento con el que defi-nir su mapa, ¿por qué el empeño enhacer del tiempo una categoría exclu-sivamente sociológica? Son tres lasrespuestas que se ofrecen: 1) la preo-cupación por el tiempo en la sociedadde fin de siglo convirtió en un retopara la institucionalización de lasociología una solución en términossociológico-científico-positivistas; 2) laconstitución del tiempo como unpunto estratégico en la demostraciónde que el conocimiento se puedeexplicar sociológicamente; y 3) laprogresiva admisión del tiempo comoun hilo conductor de los debatesinternos en el grupo del Année, posi-blemente un hilo considerado tanimportante como para servir para ladiscusión interna, como relativamen-te inofensivo para la supervivencia delpropio grupo, debiéndose tener encuenta el constante peligro de esci-sión que pesa sobre esta clase de gru-pos cuando surgen algunas diferen-

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4 R. RAMOS, Tiempo y Sociedad, Madrid,Centro de Investigaciones Sociológicas, 1992.

5 R. RAMOS, Cronos Dividido, Madrid, Ins-tituto de la Mujer, 1990.

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cias conceptuales, como muestra lacoetánea experiencia de Freud y losfrecuentes y casi escandalosos aban-donos que se producían en su grupo.A todo ello hay que añadir que Durk-heim no dudó de su triunfo en talempeño de dejar el tiempo bajo laexclusiva explicación sociológica.

En la parte (IV) dedicada a El Sui-cidio se presta especial atención alanálisis de una de las lagunas (Pope)de Durkheim: la variable género.Algunas afirmaciones destacan por surotundidad, como la ya expuestasobre la ceguera que ve, por la queDurkheim habría basado su obrasobre la falta de sensibilidad hacia lamujer, no viéndola más que como unfósil evolutivo o un ser presocial.Durkheim ve con la mirada excluyen-te de los varones de su época, real-mente no viendo a las mujeres; perode ahí a que el conjunto de las con-clusiones de El Suicidio en particularo de la sociología de este autor engeneral se apoye en esta mirada exclu-yente existe un salto notable. Ramosparece atreverse a darlo.

¿Cabe calificar la obra de Durkheimcomo sociología patriarcal o comosociología pequeñoburguesa? Participade ambos calificativos y, en todo caso,la cuestión se encontraría en cuál deellos tiene la preferencia. Aquí, Ramosda un mayor peso al carácter patriar-cal, pudiéndose encontrar en elloexplicaciones circunstanciales, comoque uno de los artículos recogidostiene su origen en una contribución auna obra destinada a enfocar el papeldel género en la construcción de lateoría sociológica. Se apunta la impor-tancia que tiene el origen de clase deDurkheim, especialmente cuando éste

hace aparecer el tono moral, cuan-do se niega a ver las flores del mal,siguiendo la condensada expresióntomada de Luhmann (p. 259). Pero,sobre todo y de manera explícita,cuando se radica la obra de Durkheimen la crisis del ideario de 1789 (p.58), con el trascendente fin de concre-tarlo. Ahora bien, lo que es patente enEl Socialismo6, también se encuentraen obras conceptualmente más aleja-das del compromiso político inmedia-to, como, por ejemplo, El Suicidio yLas Formas.

El trabajo dedicado al análisis de laestructura teórica de El Suicidio no essólo uno de los más recientes. Tam-bién es de los más abiertos a aporta-ciones futuras, precisamente por elcierre a que se ve sometida la pro-puesta analítica de esta obra en algu-nas notas a pie de página7. Tal vezpodría haberse aprovechado la oca-sión de esta publicación para desarro-llarlas, pues son de especial interés.

La obra jerarquiza implícitamentela producción de Durkheim. En elcentro, Las Formas. Después, El Suici-dio. En lugares periféricos, El Socialis-mo, La División del Trabajo Social,Las Reglas del Método Sociológico y lostrabajos en el Année. Seguramente,pocos pondrían pegas a tal jerarquiza-ción. Pero, como el propio Ramosmuestra, pueden encontrarse piezasde valor y, sobre todo, ámbitos en los

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6 «La posición de Durkheim en relación alsocialismo y la política republicana en general essigno más que evidente de su explícita asuncióndel papel de intelectual orgánico de la pequeñaburguesía progresista de la época» (p. 81).

7 Especialmente las notas 16, 17 y 28,dedicada al homo duplex durkheimiano, de laparte IV.

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que seguir profundizando, tanto en elcentro como en la periferia.

El Durkheim de Ramón Ramosconcreta los defectos de un estilointelectual, enmarcado en una época.Ello explica las limitaciones de laobra de Durkheim, las razones por lasque no pudo ver: el reduccionismo,las estrictas ecuaciones conceptualesque dejan poco espacio para la com-plejidad, la obsesión por la institucio-nalización de la disciplina, una lógicade trabajo polemista (ir en contra) ydemostrativa, deformando, si fueranecesario, la evidencia empírica, algoque no deja de sorprender en quienpasa por ser el fundador de la sociolo-gía empírica: «lo significativo aquí esque la evidencia empírica resulte reto-cada para lograr que cumpla la funciónque inicialmente tiene asignada, esdecir, la pura corroboración de una teo-ría anterior ya perfilada y que ha surgi-do de problemas y exigencias ajenas yprevias» (p. 199). Actuación que,viniendo de quien viene, reaviva lareflexión sobre el papel de lo empíri-co en la investigación sociológica.Desde la exposición de las limitacio-nes de Durkheim, la principal cuali-dad del texto de Ramos es la inci-tación a seguir la pista por las múlti-ples cuestiones que dejó abiertas elfrancés o de algunos de sus seguidoresmás inmediatos, como Marcel Mauss.

Ramón Ramos ofrece clavesimprescindibles para la explicación dela fortaleza del laberinto teórico que,para la sociología contemporánea,sigue teniendo Durkheim. Acentúacon brillantez las limitaciones delautor; pero ¿dónde reposa su actualfuerza?, ¿cómo alguien tan condicio-nado por su época no puede conside-

rarse más que parcialmente supera-do?, ¿reposa su fortaleza en las pro-pias limitaciones de la sociología, alno poder o saber superar las limita-ciones de uno de sus padres fundado-res? Sin embargo, la sociología de hoyparece distante de la que escribíaDurkheim, vivida como religión,como misión religiosa. La sociologíavuelve reiteradamente a Durkheim,aunque la viva de otra manera. Nologra dejar la obra de este autor,como ocurre con tantas obras, en elcajón de las reliquias. La disciplinaparece devolver así los esfuerzos deuno de sus fundadores: haciendoposible a quien la hizo posible.

La sociología de Émile Durkheim esuna radiografía de la obra de Dur-kheim que nos indica que, a pesar deimportantes achaques propios de losaños, todavía tiene mucha cuerda.Incluso, en el final de la parte I puedeverse un Durkheim de Tercera Vía, lapropuesta de un socialismo moral,destinado a servir de contrapesomoral de los excesos del mercadocapitalista, frente a un socialismoobrero. Paradójicamente, el texto másantiguo de Ramos puede convertirseen el más actual.

Leer a Durkheim genera hambre dehacer sociología. Tal vez se encuentreen este estilo militante una de las vir-tudes principales para su constanteatractivo. Esta obra de Ramos detallay da sentido, como hacen los envasesactuales, al alimento durkheimiano.Nos da razón de la adictiva relaciónque tiene la sociología con ÉmileDurkheim. Merece la pena volver aleer los trabajos aquí recopilados.

Javier CALLEJO

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Con el final de la guerra fría, haceya más de una década, se abrió unnuevo horizonte para la solución denumerosos conflictos bélicos que lle-vaban demasiado tiempo enquistadosen el corazón de algunas de las socie-dades más pobres del planeta. Laspresiones de la comunidad interna-cional, o el propio convencimientode las élites locales de la imposibili-dad de una victoria duradera, hanhecho posible, en muchas de estassociedades, que la lógica implacablede la guerra diera paso a la dialécticade los votos. Esa «epopeya de losvotos y las balas» (según la expresióndel propio autor) es el motivo de estaobra.

El análisis de las elecciones dereconciliación en el panorama de laposguerra fría resulta de gran interés.Su estudio ofrece un punto de vistacomparado para analizar el comporta-miento político y electoral en un con-texto radicalmente distinto al de lassociedades industriales avanzadas, endonde ha sido estudiado tradicional-mente. En cierto sentido, las eleccio-nes de reconciliación ofrecen un labo-ratorio para el estudio de muchasproposiciones de la Sociología y laCiencia Política modernas, sobre lamovilización del electorado, el com-portamiento de las élites políticas, laorientación del voto o la maduraciónde los sistemas electorales.

Desde la perspectiva privilegiadadel consultor internacional inserto enla tarea de organizar y preparar elterreno para la celebración de las elec-

ciones, el autor analiza la docena deprocesos electorales en los que ha par-ticipado durante la última década entodo el mundo, y en los que ha ocu-pado distintas responsabilidades eje-cutivas y de asesoría al servicio de lasNaciones Unidas y otras organizacio-nes internacionales.

No obstante, la obra combinasabiamente el análisis sociológico y elensayo político con otros enfoquespoco habituales en la literatura acadé-mica, como el género viajero o elrelato autobiográfico. A lo largo detoda la narración se entrecruzan lasvivencias personales del autor, lasimpresiones de los lugares y sus gen-tes, los recuerdos de las escenas calle-jeras y las propias experiencias delautor en situaciones en las que la vidano se desarrollaba con las comodida-des del estilo de vida occidental,como en los barracones de la misiónde Naciones Unidas en Angola, y endonde la seguridad personal tampocoestaba garantizada para los miembrosde las organizaciones de asistenciainternacional.

Cada uno de los capítulos del libroestá dedicado a un país concreto o aun grupo de ellos que forman unconjunto homogéneo desde el puntode vista político, de forma que losdistintos capítulos pueden leerse deforma independiente, aunque todostienen una estructura común. El con-tenido de cada capítulo, no obstante,no se limita a la exposición de lospreparativos electorales, ni aun a lapropia dinámica de la contienda elec-

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RAFAEL LÓPEZ PINTOR

Votos contra balas(Barcelona, Planeta, 1999)

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toral. El autor proporciona un ampliobagaje informativo sobre la cultura,las costumbres, la economía, la estra-tificación social y la historia políticade cada país, de forma que el enten-dimiento del contexto en el que tie-nen lugar las elecciones se hace acce-sible aun para el lector no familiariza-do con la realidad política de lugarestan diversos.

En el primer capítulo se analizanlos procesos electorales en tres paísesde Centroamérica: Nicaragua, Guate-mala y El Salvador. Tres sociedadesbastante diversas desde el punto devista de su estructura social, composi-ción étnica y desarrollo económico.Sin embargo, muy similares en cuan-to al proceso político, marcado en lasegunda mitad del siglo XX por lainfluencia decisiva de las superpoten-cias de la guerra fría. Durante losaños noventa, los tres han recorridoprocesos relativamente paralelos parala pacificación de la región.

En el segundo capítulo se abordanlos sucesivos intentos de organizar unproceso electoral en Liberia, en elcontexto de una cruenta guerra quehabía devastado el país casi por com-pleto. En el tercer capítulo se estudiala organización de las elecciones enLesotho, un Estado gobernado poruna monarquía tradicional africanaenvuelta en importantes disputaspolíticas y una sociedad con unastasas de violencia privada extraordi-nariamente elevadas en perspectivacomparada. El cuarto capítulo estádedicado a Angola y Mozambique,igualmente disímiles en lo económi-co como semejantes en lo político,con el trasfondo de un prolongadoconfl icto bél ico, cuyos or ígenes

arrancan de las respectivas guerrascoloniales.

En el quinto capítulo se analizaCamboya, un país marcado por lainestabilidad política, que ha conoci-do, probablemente, el régimen comu-nista más represivo de la historia, quepudo llegar a exterminar a la décimaparte de la población del país. Elsexto capítulo tiene como objeto otrocaso extremo de partido único: Alba-nia, en donde la larga e inoperanteexperiencia de dictadura comunistahabía acabado con todo resto de eco-nomía productiva. En la última partede este capítulo se narra la estanciadel autor en la ex República soviéticaAzerbaiyán, un raro ejemplo en laexperiencia comparada, en el que laselecciones de 1995 y 1998 fuerondenunciadas como fraudulentas porlas organizaciones internacionales quelas supervisaban por invitación delpropio gobierno.

En el séptimo capítulo se recoge elproceso para organizar unas eleccio-nes municipales en 1996 en los terri-torios de la Autoridad Nacional Pales-tina, en el escenario de una situaciónpolítica sumamente compleja por loprolongado del confl icto, nuncacerrado definitivamente, entre israe-líes y palestinos. La última parte delcapítulo se dedica a las elecciones de1997 en el Yemen, un país apenasconocido para nuestra cultura. Setrata de un fragmento especialmentellamativo, relatado en forma de cuen-to, desde la perspectiva de un jovenyemení que participa como interven-tor en las elecciones.

El libro se cierra con un certeroepílogo en el que el autor reflexionaacerca del buen gobierno y las impli-

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caciones normativas de la democra-cia. Aquí se tratan las cuestiones fun-damentales sobre la idoneidad de lademocracia como forma de gobiernoy su aplicación a realidades tan diver-sas de la nuestra; y sobre la pertinen-cia de las elecciones en escenarios dereconstrucción posbélica. El autor seposiciona abiertamente en contra delrelativismo internacional, ingenuo ointeresado, para subrayar el hecho deque el respeto por la dignidad huma-na suscita la adhesión espontánea enlos contextos culturales más opuestos.Del mismo modo que resulta incues-tionable que una autoridad que res-ponda a la voluntad popular es lamás idónea para afrontar la difíciltarea del proceso de reconstrucciónnacional.

En la mayoría de las sociedadesanalizadas a lo largo de la obra, elescenario político previo al procesoelectoral remite a un «estadio precon-tractual» de la sociedad, en el sentidode que todavía no se ha establecidoun consenso sobre las normas míni-mas de la convivencia ciudadana.Esto se refleja en la práctica ausenciade Estado, un fenómeno difícil deentender desde nuestra mentalidadoccidental. La falta de administracióny la impunidad suelen ser las notasdominantes en este panorama. Deesta forma, únicamente, pueden tenerlugar las altas tasas de violencia polí-tica y privada que se dan en este tipode sociedades. Sólo la pervivencia deformas premodernas de autoridad,como el clan, permite la articulación,aun bastante imperfecta, de la comu-nidad.

La situación descrita por el autoren Liberia es un ejemplo suficiente-

mente ilustrativo de la magnitud quepuede llegar a alcanzar la catástrofede la destrucción bélica y moral.Después de una guerra sangrante, elconocido guerrero Taylor obtuvo unavictoria arrolladora en las eleccionesde 1997. Su eslogan de campañarezaba así: «Puesto que he destruidoel país, déseme una oportunidadpara reconstruir lo» . No menosimpactantes eran las proclamas demuchos de sus seguidores: «Mató ami padre, mató a mi padre, voy avotar por él». Aquí se perciben ele-mentos de la dominación políticaque, para nuestra mentalidad occi-dental, están «sepultados tan hondoen la cultura que no resultan percep-tibles ni se tiene conciencia de losmismos» (p. 134).

En otros casos, el vacío ético-nor-mativo ha sido llenado por un Estadodepredador, que esquilma a sus ciu-dadanos y aprovecha los recursosescasos de una economía de guerrapara el beneficio suntuario de las éli-tes. El despojo sistemático y la explo-tación del débil son una constante dela vida cotidiana en estas sociedades.Y las instituciones de gobierno estánviciadas por la corrupción oligárquicao la ineficiencia crónica de las buro-cracias de partido único. El resultadotambién es la impunidad y la degra-dación moral de la sociedad quepadece tamaños abusos.

La supervivencia básica en talessociedades suele depender del peque-ño intercambio en mercados irregu-larmente abastecidos y de la ayudainternacional. No obstante, existensituaciones más dramáticas aún, enlas que la propia actividad irracionalde los gobernantes ha acabado con los

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restos de toda economía productiva ycon el mercado como instituciónsocial de concurrencia pública, algoque no tiene que ver con la economíacapitalista, sino con la actividad delintercambio espontáneo entre indivi-duos y que es muy anterior al capita-lismo. Éste ha sido el caso de la Alba-nia poscomunista, en donde la pobla-ción carecía absolutamente de todoen medio del abandono de cualquieractividad productiva.

En estas circunstancias, el éxito delos procesos de reconstrucciónnacional depende de un gran númerode circunstancias particulares. Lacrónica de las elecciones de reconci-liación en el Tercer Mundo en la últi-ma década es una mezcla de éxitos yfracasos, aunque predominen losaciertos. El desarme efectivo de loscontendientes, cuando las eleccionestienen lugar en un escenario posbéli-co, suele ser un indicio de pacifi-cación definitiva. La presencia de lasorganizaciones internacionales, porsu parte, contribuye a legitimar elresultado de las elecciones, cuyatransparencia y limpieza han de juz-garse siempre con criterios restricti-vos. En última instancia, no obstan-te, la llegada de la paz depende de lospropios actores políticos implicadosen el proceso.

En cualquier caso, de la experienciaacumulada en estas elecciones seextrae una conclusión esperanzadora.Y es que una vez que empiezan aceder las barreras de la libertad, elempuje parece irresistible. La gente,aun en las situaciones de postraciónmás absoluta, toma conciencia de que

las elecciones son una oportunidad deexpresar su opinión y de hacer que elsistema político los tenga en cuentapor primera vez en sus vidas. Es estaconciencia de sentirse ciudadanos laque empuja a la participación en laselecciones, que suelen tener unosniveles de participación bastante ele-vados, aun en contextos en donde nose ha apagado completamente la vio-lencia política.

Todas estas y otras cuestiones estántratadas de forma magistral a lo largode la obra. En ella se combina el aná-lisis riguroso de las elecciones dereconciliación nacional en varioslugares del mundo durante la últimadécada con un erudito y ameno reco-rrido por una docena de culturas muydiversas entre sí. Por la forma y elestilo con que está escrita, resulta deinterés tanto para el profesional de lainvestigación social como para elpolítico, el diplomático o el públicogeneral interesado por las cuestionesde su tiempo.

En su vertiente de ensayo político,es un cántico de esperanza sobre lasposibi l idades de progreso de lademocracia, aun en las condicionesmás adversas. Y pone de manifiestoque, más allá de los prejuicios etno-céntricos, las fórmulas de conviven-cia basadas en el respeto a la condi-ción humana y el gobierno represen-tativo son perfectamente viables enpueblos con distinto bagaje cultural;y deseables en sí mismas, aunquesólo fuese por oposición al resto delas posibles.

Antonio M. JAIME CASTILLO

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En los últimos veinte años, muchospaíses de América Latina han experi-mentado los períodos de mayor esta-bilidad política de su historia, lo queha llevado a la rutinización de regí-menes poliárquicos en los que predo-minan la competencia electoral y elrespeto a ciertos derechos políticos yciviles esenciales. La mayor parte delos conflictos políticos se han idoprocesando a través de las institucio-nes democráticas y de los arreglos ins-titucionales, lo cual ha permitido alos diversos países de la regiónenfrentar y resolver las crisis en elmarco del respeto a las reglas del sis-tema político. Se han superado, deeste modo, décadas de inestabilidadpolítica, sucesivos cambios de régi-men, irrupciones de liderazgos mesiá-nicos y la violación sistemática de losderechos humanos por parte de lasinstituciones estatales. Los procesosde institucionalización de las prácti-cas poliárquicas han generado unagran homogeneidad entre los países,lo cual atestigua el éxito de la mayorparte de esos procesos de cambiopolítico.

En el marco de la literatura polito-lógica, diversos analistas han analiza-do las dificultades que los países deAmérica Latina han tenido para esta-blecer regímenes políticos democráti-cos estables , as í como tambiénmuchos han sido los que han refle-xionado acerca de la naturaleza deesas transformaciones y del sistemapolítico resultante. Ejemplo de ello

ha sido el estudio inicial de JuanLinz, acerca de la quiebra de lasdemocracias, así como el conjunto detrabajos que, aplicando su enfoqueanalítico, intentaron explicar las difi-cultades políticas de diversos paísesde la región.

También se han destacado lasinvestigaciones coordinadas por losprofesores Guillermo O’Donnell,Phillippe Schmitter y Laurence Whi-tehead, en el marco del Programadel Woodrow Wilson Inst i tute deWashington (Estados Unidos), dondelos procesos fueron analizados funda-mentalmente desde las teorías delcambio político, profundizando en elestudio de un caso pero a partir de lautilización de una perspectiva compa-rada. A esta ola de trabajos sobre elcambio político, le siguieron los estu-dios de caso sobre el rendimiento delas instituciones democráticas y elcomportamiento de los actores políti-cos y sociales que participan en cadasistema político en períodos específi-cos. Investigaciones sobre las formasde gobierno, los partidos políticos,los movimientos sociales, las FuerzasArmadas, los sindicatos y los empre-sarios se han desarrollado en los últi-mos años en la literatura sobre Amé-rica Latina, aunque la producción esdispar si se la analiza por países. Porlo general, México, Argentina, Brasil,Chile, Costa Rica y Venezuela seencuentran entre los casos con mayorcantidad de investigaciones en cienciapolítica; mientras que otros países,

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MANUEL ALCÁNTARA SÁEZ

Sistemas políticos de América Latina.Vol. I: América del Sur. Vol. II: México, América Central y el Caribe

(Madrid, Tecnos, 1999)

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como por ejemplo Paraguay, Ecuador,Honduras, Nicaragua, Guatemala ylos del Caribe, son menos estudiadosen comparación a los anteriores.

Más allá del significativo aportepara el avance de la discusión sobrelos procesos de cambio de régimenpolítico, no se ha realizado una obraque desde un marco analítico especí-fico estudiara los procesos de cambiopolítico, el rendimiento de sus insti-tuciones y el comportamiento de losactores de los países en conjunto.Tomando en cuenta estos antece-dentes, Manuel Alcántara Sáez, profe-sor de la Universidad de Salamanca,hace una década se propuso llenar unvacío en la literatura sobre el tema,realizando un estudio de conjunto demás de veinte países americanosempleando el análisis empírico-des-criptivo, con una clara orientaciónnarrativa, a partir del cual resultaráfactible conocer cómo han ocurridolas transformaciones políticas en lasúltimas décadas desde la perspectivadel neoinstitucionalismo sin dejar deconsiderar la relevancia de aspectosde naturaleza histórica, económica ysocial. El trabajo entonces ve ahora sucontinuación recogiendo el acontecerde la década de 1990 e incorporandonuevas herramientas para el análisisde la política.

El modelo analítico utilizado por elautor combina el estudio de caso conuna estructura de naturaleza compa-rada apelando a una visión sistémicade la política. Cada capítulo, que secircunscribe al estudio de un país, seencuentra estructurado de manerahomogénea. Este esquema actúacomo un entramado desde el cual ellector se sumerge en cada sistema

político a partir de la descripción desu desarrollo histórico-político, prin-cipalmente desde lo sucedido tras lastransiciones a la democracia. Seguida-mente, se analiza la evolución y diná-mica del régimen político y el com-portamiento de actores relevantescomo los partidos políticos, los gru-pos de presión, las Fuerzas Armadas ylas organizaciones populares. El textotambién incluye el estudio de nuevosactores sociales que han irrumpido enlos últimos años en la vida políticalatinoamericana. Así es que se descri-be la participación de los movimien-tos indígenas en países como Ecuadory Bolivia o las asociaciones de vecinosen Venezuela. Estos fenómenos hantenido un papel significativo en ladinámica de cada sistema político.Asimismo, de la mano del análisishistórico, el autor hace hincapié en lainteracción de estos aspectos en losprocesos de cambio político de losúltimos años.

A diferencia de muchos de los tra-bajos realizados hasta el momento, elautor insiste en mantener los mismosinterrogantes en todos los países estu-diados a los efectos de conocer simila-res fenómenos en contextos diferen-ciados. En este escenario cabe desta-car la hipótesis que presenta acerca dela importancia de un mejor funciona-miento y una mayor incidencia delPoder Legislativo en el proceso detoma de decisiones como un pasomás hacia la mejora de la calidad delos regímenes poliárquicos de laregión, toda vez que esos sistemaspolíticos aún deben enfrentarse a unaserie de desafíos. América Latinaenfrenta retos significativos similaresa otras regiones del mundo, como la

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crisis de los partidos políticos, la apa-tía de sus ciudadanos, las dificultadespara construir consensos y mayoríasgubernamentales y, también, ciertadebilidad para desarrollar mecanis-mos de responsabilidad que permitancontrolar a sus gobernantes.

Esto lleva a pensar que, a pesar delentramado poliárquico en el que sedesarrolla la vida política de la región,todavía restan algunas asignaturaspendientes como la plena democrati-zación de las instituciones políticas yuna mayor eficacia de sus funciones.Así como los países alcanzaron unahomogeneidad estructural en los regí-menes políticos, también se enfrentana dilemas y problemas de naturalezasimilar; por tanto, estudios de estetipo contribuyen a esclarecer la reali-dad política latinoamericana y tam-bién a pensar soluciones de conjuntoteniendo en cuenta las particularida-des de cada sistema político.

La obra comprende dos volúmenes.El primero incluye el estudio de cincopaíses sudamericanos (Argentina,Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay) ycinco andinos (Bolivia, Colombia,Ecuador, Perú y Venezuela). El segun-do comprende el estudio de México,los seis países de América Central(Panamá, Costa Rica, Guatemala,Honduras, El Salvador y Nicaragua) yel Caribe, que se encuentra desagre-gado en tres subdivisiones lingüísti-cas: la América hispánica (Cuba,República Dominicana y PuertoRico, a pesar de no ser un Estadosoberano), la América anglófona(Guyana, Belice, Jamaica, Trinidad yTobago y las pequeñas Antillas britá-nicas) y la América francófona (Haití,Guadalupe y Martinica) y la América

neerlandófona (Surinam y las Antillasholandesas).

A diferencia de la primera ediciónde la obra, ésta cuenta con la presen-tación de indicadores sociales y eco-nómicos de la Comisión Económicapara América Latina (CEPAL) y delFondo Monetario Internacional y condatos de opinión pública facilitadospor la Corporación Latinobarómetro,a fin de esbozar algunos rasgos de lacultura política de cada sistema polí-tico. Por otra parte, se incorporaronlas modificaciones constitucionaleshabidas en la presente década en lamitad de los países abordados. Elaporte realizado con los datos delLatinobarómetro valoriza aún máseste trabajo puesto que permite com-prender en mayor medida las seme-janzas y diferencias de la cultura polí-tica latinoamericana, desde las per-cepciones de los ciudadanos hacia losprocesos y los problemas políticos.

Tras la lectura de la obra, resultafactible identificar algunas pretensio-nes del autor. Por una parte, la obrabusca convertirse en un manual uni-versitario o texto de consulta obligadapara aquellos que se acercan por pri-mera vez a la realidad latinoamerica-na; por la otra, el marco analítico decarácter homogéneo permite a los quedemandan una aproximación compa-rada en los estudios latinoamericanosdar los primeros pasos sin dificulta-des. Está dirigido tanto a estudiantescomo a aquellos profesionales quecentran su actividad en la acciónexterior o en la comunicación social,interesados en el conocimiento deuna realidad concreta.

El autor consigue llevar a cabo losobjetivos propuestos, lo que es de

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agradecer, en particular por la caren-cia de estudios que uti l icen unaestructura similar para comprender larealidad latinoamericana, sin perderlos matices y particularidades exis-tentes al interior de cada sistema polí-tico. Además, hace un aporte consi-derable en el estudio de los sistemaspolíticos caribeños toda vez que sonpaíses de los que normalmente no seencuentra bibliografía en español.

Más allá de los importantes acier-tos de la obra, se echa en falta unmayor análisis de los indicadoressociales y económicos que el autorpresenta en cada capítulo. Si bien sereconoce la naturaleza politológica deeste trabajo, hubiera sido interesanteuna mayor interpretación de los fenó-menos políticos apelando a enfoquessocioestructurales, puesto que lasdeudas que muchos gobiernos de laregión enfrentan con sus ciudadanosgiran en torno de lo social y lo econó-

mico, en particular tras los procesosde ajuste estructural llevados a caboen la mayor parte de los países.

En cualquier caso, de aquí en másresulta más sencilla la tarea paraaquellos que buscan encontrar varia-bles explicativas de las transformacio-nes políticas ocurridas en distintospaíses latinoamericanos, toda vez quela homogeneización de los datos polí-ticos y sociales constituye un primerpaso hacia la formulación de propues-tas teóricas relevantes para compren-der el accidentado desarrollo políticode la región. Queda pendiente, comoun desafío para el autor u otros inves-tigadores latinoamericanistas, unaobra de similares características perode carácter empírico-explicativo pre-sentando los factores causales de lasproblemáticas políticas a las que seenfrenta América Latina.

Flavia FREIDENBERG

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ENRIQUE LARAÑA

La construcción de los movimientos sociales(Barcelona, Alianza Editorial, 1999)

Enrique Laraña Rodríguez-Cabello,catedrático de Sociología en la Uni-versidad Complutense de Madrid(UCM), lleva más de veinte añosdedicado al estudio e interpretaciónde los procesos de identidad por loscuales los individuos «confieren senti-do a la acción», y pasan de la acciónindividual a la colectiva. Desde apro-ximaciones constructivistas, queimplican una escrupulosa separación

entre el observador social y el fenó-meno observado, recurre a una meto-dología (entrevistas en profundidad,análisis del discurso, etc.) que permi-te al autor investigar los movimientossociales como objetos de estudio en símismos considerados.

Junto a Joseph Gusfield dirigió laedición del libro colectivo Los nuevosmovimientos sociales. De la ideología ala identidad (CIS, Colección Acade-

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mia, Madrid, 1994), que gozó de unaimportante acogida debido principal-mente a dos factores: en primer lugar,a la oportunidad de su publicación enun momento en el que todavía exis-tían —al menos en castellano— pocaspublicaciones sobre el tema y, ensegundo lugar, a la interesante ycuidada selección de autores que par-ticipan en él, como D. McAdam, R.Turner, B. Klandermans, R. Benfordy D. Snow, J. McCarthy, y J. ÁlvarezJunco y el propio E. Laraña, entreotros. Obra que permite acceder a larealidad de los movimientos socialesdesde distintas perspectivas teórico-metodológicas, que de un modo uotro acaban convergiendo. Larañacoincide así con otros autores en lanecesidad paradigmática de hacerconfluir las metodologías explicativasde la acción social en una teoría demayor envergadura.

En los últimos años se ha produci-do un notable incremento del interéseditorial hacia las nuevas formas deacción colectiva y, en especial, haciael importante auge experimentadopor los llamados movimientos socia-les. Ello se evidencia en la recienteoleada de interesantes publicacionesque desde diversas perspectivas inten-tan dar explicación a este fenómenosociopolítico contemporáneo. El libroaquí reseñado viene a enriquecer elesfuerzo de aproximación a los movi-mientos sociales realizado por obrascomo Política, cultura y movimientossociales (J. Casquette, Bazeak, Bilbao,1998), Los movimientos sociale s .Transformaciones políticas y cambiocultural (P. Ibarra/B. Tejerina, Trotta,Madrid, 1998), Movimientos Sociales:Perspectivas comparadas (D. McAdam/

J. D. McCarthy/M. N. Zald, Itsmo,Madrid, 1999), además de publica-ciones de autores como S. Tarrow,R. Inglehart, etc., entre otros.

El interés central de la obra queaquí se presenta reside —a nuestrojuicio— en que el autor profundiza ydesarrolla un enfoque explicativo pro-pio, entroncado netamente en el aná-lisis cognitivo y/o construccionista (oanálisis de marcos y la construcciónde identidades colectivas). El autorparte de las teorías clásicas de losmovimientos sociales o «teorías delcomportamiento colectivo», tanto ensus variantes estructural-funcionalista(S. N. Smelser, T. Parsons) como en lainteraccionista simbólica (R. Park, E.Gofmann, etc.), para más adelanteinclinarse claramente en la segundavariante al interpretar los movimien-tos sociales como «instancias genera-doras de marcos de referencia».Defiende la teoría pluralista del poder,y por tanto el modelo social de demo-cracia pluralista, en donde los movi-mientos sociales tienen una importan-te capacidad de intervención en unsistema político más o menos abiertoy flexible a las demandas. En otraspalabras, la expresión del comporta-miento colectivo está en la base delorden social.

Aparecen así ante el lector losmovimientos sociales como sistemaso redes de individuos y organizacio-nes, creadores de narraciones y dis-cursos, lo que los convierte a la vez enproductores y producto de moderni-dad. Son, por tanto, elementos axio-lógicos de producción simbólica ygeneradores de cambios de valores ynuevas identidades culturales. Elautor considera que el auge de los

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movimientos sociales va en paralelo alproceso de modernización, en donde ala pérdida de confianza en la políticapor parte de la ciudadanía se añade ladifusión de nuevos valores. En este con-texto, los movimientos sociales se con-vierten, para sus seguidores, en agenciasgeneradoras de ideas y sentido.

El estudio se centra sobre todo enlos movimientos nacionalistas, en losmovimientos estudiantiles (1986-87,1993) y en las movilizaciones contrael terrorismo y por la paz (1997).Respecto a esta última, Laraña matizala espontaneidad del llamado «espíri-tu de Ermua» al precisar que se estu-vo gestando durante los diez añosanteriores (principalmente por laorganización Gesto por la Paz).

El presente libro aúna en su hipóte-sis central una doble propuesta deactualización. Actualizar en el sentidode hacer actual, de poner al día tantocon respecto a las teorías clásicassobre movimientos sociales como losenfoques actuales en este campo. Lasprimeras las enfoca positivamente entanto que su revisión nos puede ayu-dar a acercarnos más adecuadamenteal presente de los movimientos socia-les. En cuanto a las corrientes másrecientes, y desde una formulacióncrítica, pone en tela de juicio unaforma de hacer teoría que no acogeen su planteamiento un conjunto decaracterísticas necesarias para conocerexactamente cómo funcionan, quémotivan y cómo se forman los movi-mientos sociales contemporáneos. Elelemento que utiliza Laraña para rela-cionar estos dos planteamientos esuna concepción de lo clásico no encontraposición a lo moderno, sinocomo continuidad hasta el presente.

Este presente plantea a la idea de losmovimientos sociales nuevos interro-gantes que requieren nuevas perspec-tivas para su análisis.

Así, parece justificada la adopciónpor parte del autor de la propuesta deAlberto Melucci de una deconstruc-ción del concepto de movimientosocial. Esta propuesta está fundamen-tada en la crítica de una visión tradi-cional de los movimientos sociales«fundada en una concepción histori-cista, lineal y objetivista de la accióncolectiva y que los consideraba comoun agente clave del cambio social através de los conflictos que suscitaba»(p. 71). Esta conceptual izaciónextrínseca del concepto tendría comoconsecuencia una concepción de losmovimientos sociales como elementos«que permiten explicar la direccióndel progreso y el sentido general de lahistoria, perdiendo de este modo con-tenido para los sociólogos» (p. 72).La deconstrucción de esta definicióntendría así como finalidad desvelarlos elementos que de esta concepciónpermanecen en las teorías vigentes eneste campo. Concepciones como la deoportunidad política o movilizaciónde recursos albergan en su seno labúsqueda de la causalidad entre losmovimientos y los cambios estructu-rales que se producen en el contextoen que surgen aquéllos. Del mismomodo, esta concepción se presenta,según Melucci, como una reificaciónde los movimientos sociales, que lospresenta como «personnages que semueven en el escenario de la histo-ria», que a su vez es movida por ellosmismos. Esta presentación de losmovimientos sociales se fundaría enla idea de que los conceptos en socio-

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logía obedecen a convencionalismoshistóricos marcados por el momentodesde donde trabaja el sociólogo. Laseparación entre observador y fenó-meno sería la base para una sociologíade los movimientos sociales «que seaproximara a ellos como sistemas deacción y relaciones sociales por descu-brir». Entroncado con esto, Meluccipropone la revisión de los conceptosde movimiento social basados en dua-lismos como «crisis del sistema/frentede solidaridad entre los actores oestructura/motivación».

Este punto es de central importan-cia en el libro de Enrique Laraña,pues la propuesta que se plantea acontinuación impregnará la concep-ción tanto práctica como teórica delautor. La consiguiente propuestaplantea como meta reconstruir elconcepto de movimiento social elabo-rándolo sobre el enfoque interaccio-nista del comportamiento colectivo.Según Laraña, de la convergenciaentre dichos enfoques y las concep-ciones constructivistas en sociologíapodemos reunir una serie de propues-tas vitales para explicar adecuadamen-te los movimientos sociales, mostran-do a la vez la trascendental aporta-ción que el interaccionismo simbólicosupone para este campo de la sociolo-gía: «1) La concepción del movimien-to social como un proceso sujeto acontinuos cambios y como un objetode estudio en s í mismo, que nopuede explicarse simplemente por lascondiciones del contexto en quesurge. 2) El énfasis en los procesos dedefinición colectiva de los problemasque motivan la participación en elmovimiento. 3) La capacidad de losque siguen el enfoque clásico para

revisar sus supuestos y adaptarlos a lacambiante situación de estas formasde acción colectiva y para eludir latendencia a calificar a los movimien-tos de racionales o irracionales en laque se ha centrado la crítica a esteenfoque» (pp. 81-82).

Con respecto al componente cons-tructivista del planteamiento recons-tructor planteado por Laraña, lasconcepciones que más influyen a esteautor son las presentadas por Snow yBenford y por Melucci. La teoría demarcos (framing) creada por los pri-meros presenta a los movimientossociales como entidades o «agenciasde identidad colectiva», mientras quela perspectiva de Melucci plantea losmismos fenómenos como «sistemasde acción y mensajes simbólicos». Es,como decíamos antes, la relación teó-rica entre estas dos concepciones y elinteraccionismo la base teórica sobrela que se basa la reconstrucción de losmovimientos sociales planteada porLaraña.

Otros dos elementos de especialinterés en esta obra son el concepto dereflexividad de los movimientos socia-les y la relación entre movimientosocial y cambio social. El concepto dereflexividad hace referencia, siguiendoa A. Giddens y U. Beck, a un tipo defenómenos y consecuencias no inten-cionadas del desarrollo que, en contrade la visión de la modernización comoun proceso de conquista de la natura-leza y emancipación de la humanidad,plantea la modernización caracteriza-da por una sensación de incertidum-bre y a una conciencia de las conse-cuencias perversas de la moderniza-ción. En este contexto, los «indivi-duos reflexivos» intentarían responder

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a estas incertidumbres. La capacidadreflexiva de los movimientos socialescorrespondería, según Gusfield, a queéstos «son algo sobre lo que se reflejala sociedad y que impulsa la capacidadde ésta para reflexionar y ser conscien-te de lo que es». Según Laraña, «losmovimientos actúan como un espejoen el que se mira la sociedad y la haceconsciente de sus problemas y limita-ciones».

La relación entre movimientossociales y cambio social se planteacomo central dentro de la concepciónde movimientos sociales. La relativiza-ción del contenido de esta concepcióndetermina el proceso de transforma-ción que se establece desde una visióndel cambio social finalista e historicis-ta hacia otra basada en la concepciónde los movimientos sociales comocreadores de significado que, más quetransformaciones, lo que crean son«focos de conflicto social y controver-sia pública». Esto entronca claramentecon los conceptos de teoría hasta aquíseñalados, con el concepto de reflexi-vidad, y a la vez delimita la idea demovimiento social con respecto aotros fenómenos colectivos, piezaclave dentro de la deconstrucción ydefinición de Melucci.

El planteamiento teórico expresadohasta ahora es resuelto por Laraña conuna definición basada en la propuestapor Melucci y que el autor del libroamplía con otras procedentes de losenfoques interaccionista clásico yconstructivista. «El concepto de movi-miento social se refiere a una forma deacción colectiva: 1) que apela a lasolidaridad para promover o impedircambios sociales; 2) cuya existencia esen sí misma una forma de percibir la

realidad, ya que vuelve controvertidoun aspecto de ésta que antes era acep-tado como normativo; 3) que implicauna ruptura de los límites del sistemade normas y relaciones sociales en elque se desarrolla su acción; 4) quetiene capacidad para producir nuevasformas y legitimaciones en la socie-dad» (pp. 126-127).

El siguiente paso comprende unaaproximación descriptiva a aquelloselementos que se plantean como dife-renciadores de los movimientos clási-cos y aquellos que se han venidomanifestando en los últimos treintaaños y que pasarían a denominarsenuevos movimientos sociales. A la vezque descriptiva, esta aproximación esun intento de construir instrumentosteóricos para comprender los nuevosmovimientos sociales. Así, un ele-mento primario para comprenderestos nuevos movimientos sociales esque, como han planteado Laraña,Gusfield, Johnston y Melucci, se pre-sentan difícilmente analizables desdela óptica de las teorías tradicionalesque utilizaban como conceptos fun-damentales la ideología, la estructuradel movimiento o el concepto declase social. Dicho planteamiento noplantea el auténtico sentido de estosmovimientos, que presentan un «esta-tus social bastante difuso como laedad, el género, la orientación sexualo la pertenencia a un sector profesio-nal cualificado». Identidad y culturason, por lo tanto, elementos másinteresantes para analizar, siemprebajo la perspectiva constructivista einteraccionista, la naturaleza de estosnuevos movimientos.

La búsqueda y reivindicación de laidentidad está, lógicamente, relacio-

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nada con los procesos de transforma-ción propios de las sociedades moder-nas. Laraña salva de este modo unade las críticas clásicas hecha al inter-accionismo simbólico, según la cualel interaccionismo no tiene suficien-temente en cuenta la estructura social,«que es imprescindible para analizarla increíble densidad y complejidadde las relaciones que interconectanlos episodios de la interacción» (E. A.Weinstein, J. Tanur, 1976). Larañaexplica las transformaciones propiasde estas sociedades en referencia a lasideas de Beck, Touraine y, especial-mente, Melucci. Este último achacaesta búsqueda de identidad que pro-mueve la participación en los nuevosmovimientos sociales a que lo que laspersonas «reivindican de forma colec-tiva es el derecho a realizar su propiaidentidad: la posibilidad de disponerde su creatividad personal, su vidaafectiva e interpersonal y su existenciabiológica» que los mecanismos decontrol social han absorbido.

Hay que destacar sobremanera elesfuerzo de análisis comparativo lleva-do a cabo por Laraña entre el surgi-miento y desarrollo de los movimien-tos estudiantiles estadounidenses del68 (núcleo de su tesis doctoral en Ber-keley, 1978) y los españoles de losaños cincuenta y ochenta. Este análi-sis le sirve a Laraña para rastrear losorígenes y el proceso de continuidadde los nuevos movimientos socialesanteriormente señalados. (Ver capítu-lo 3, que también se ocupa del espíri-tu de Ermua.) Esta aproximacióntiene, del mismo modo, una enormecoherencia interna con las característi-cas distintivas de los nuevos movi-mientos sociales, al mismo tiempo

que justifica la reconstrucción delconcepto de movimiento social haciael concepto de nuevo movimientosocial o «movimientos de identidad»,según la denominación acuñada porGusfield. El autor ve en estos movi-mientos el germen de los movimientossociales dado que en ellos se detectanpor primera vez los elementos queanteriormente se han apuntado, ade-más del hecho de que éstos modificanel modo de aproximarse a ellos, queLaraña ha denominado efecto episte-mológico. Éste «ha producido unamodificación de los límites establecidosentre áreas de especialización y ha rotoel monopolio que tenía que tenía lasociología política en la interpretaciónde los movimientos sociales» (p. 130).

Laraña presenta en el capítulo 5una confrontación de interpretacio-nes entre su propio modelo de desa-rrollo en el tiempo de los nuevosmovimientos sociales y el conceptode ciclos de protesta planteado porTarrow. En éstos, aquél detecta in-consistencias dada la permanencia através del tiempo de marcos de signi-ficado gestados en procesos de inter-acción y que adoptan posterioresmovimientos.

En la tercera y última parte dellibro, Laraña sostiene una idea intere-sante no sólo para comprender elpapel y definición de los movimien-tos sociales en España, sino paracomprender globalmente el procesode transición hacia la democracia eneste país. Dicha idea podría sinteti-zarse de la siguiente forma: en laasunción por parte de todos los acto-res sociales opositores al régimen deun marco unitario politicista quetenía como núcleo la democratización

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del país, un «supuesto central consis-tía en asignar a la clase trabajadora elpapel de vanguardia de los movimien-tos contra la dictadura... ello signifi-caba que el partido comunista asumíael papel de vanguardia de los movi-mientos». Es decir, los movimientossociales pasan a ser actores secunda-rios que juegan su papel en el ámbitode la no-política o la subpolítica ydonde los partidos políticos son lossujetos que racionalizan su actuación.

Por otra parte, Laraña encuentra enel análisis del surgimiento de losmovimientos sociales en España unelemento que apoya su tesis sobre lasdificultades explicativas de la teoríacentrada en las oportunidades políti-cas, ya que este proceso de surgimien-to tiene lugar en un contexto en elque las oportunidades dadas por elrégimen franquista eran mínimas,pero que, pese a ello, se gestó unmarco unitario de oposición (masterframe) entre los movimientos sociales.

Por último, señalar algo sobre losdos últimos capítulos del libro. Enéstos se analizan los movimientos

nacionalistas en España y se sugierenobjeciones basadas generalmente enlos principios teóricos planteados eneste libro y en datos cuantitativos quecontrastan con difundidas teoríassobre la ideología y el conflicto social,como son el fin de la historia deFukuyama, la teoría de la vanguardiaintelectual o el nuevo contrato social.

En este fin de milenio y ya conclui-do «el siglo más feroz de toda la histo-ria», en «un mundo de movilizaciónglobal» (C. Moya), definido entre otrascaracterísticas por las aceleradas muta-ciones que se producen en el procesode tensión entre la tradición y el pro-greso, la lectura del libro ayuda aentender un fenómeno «movimentista»que vertebra un tejido asociativo, cadavez más dinámico y plural (mecanismode innovación), protagonizado poractores colectivos que se debaten entreel conflicto y la cooperación, entre laradicalización y al mismo tiempo suprogresiva institucionalización.

Ramón ADELL ARGILÉS

José Manuel ROBLES MORALES

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Sobre la condición civil y el liberalismo: por un reformismo cívicoJOSÉ MARÍA ROSALES

Política cívica. La experiencia de la ciudadanía en la democracia liberal(Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998)

El nuevo libro de José María Rosa-les se ocupa de la dimensión cívica dela política, con objeto de examinarsus posibilidades en el contexto denuestras democracias liberales. Por-que si la expresión «política cívica»

constituye una redundancia en senti-do etimológico, como nos recuerda elautor, no carece de relevancia norma-tiva en lo que respecta a los actualesdebates sobre la democracia, especial-mente si consideramos el funciona-

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miento efectivo de las institucionesrepresentativas, que relegan o dejanpoco lugar a la participación de losciudadanos en el proceso político. Ellibro está escrito con la convicción deque es necesario recuperar o revitali-zar la experiencia cívica de la políticay llamar la atención sobre sus condi-ciones normativas, con el propósitocrítico de desmontar la identificaciónde la democracia con la política al usoy evitar así tanto el efecto legitimadordel término democracia como supreocupante anemia, no sólo en ellenguaje ordinario, sino también en lateoría política. Pero el autor adviertetambién que la crítica no debe seruna vía de escape de la realidad, eneste caso la democracia liberal, sinoque supone una exploración de lasoportunidades de cambio y la bús-queda de razones en favor de unareforma que permita abrir espacios yfórmulas de participación en socieda-des complejas como las nuestras.

La interpretación de la políticademocrática en términos de políticacívica que nos propone José MaríaRosales tiene una indudable inspira-ción en la tradición republicana, yviene respaldada por una labor herme-néutica en torno a los significadoscambiantes de la política. El núcleo desu propuesta hace hincapié en la viejaidea de política como actividad deli-berativa de los ciudadanos acerca desus asuntos comunes y pone en cues-tión la asimilación moderna de políti-ca y gobierno, entendido éste como elejercicio del poder asignado a unaautoridad pública. Sin embargo, Polí-tica cívica no se deja llevar por ningu-na clase de nostalgia por la políticaperdida e idealización de experiencias

pasadas, ni su labor de interpretacióntiene un sentido puramente arqueoló-gico. Por el contrario, se trata de unanecesaria clarificación de nuestrovocabulario político con la pretensiónde ganar distancia crítica con respectoa los usos vigentes y ampliar el espaciode discusión. Esto se advierte particu-larmente en el uso heurístico que elautor hace del pensamiento de MichaelOakeshott, seguramente una de lasinfluencias mayores del libro, al tiem-po que se distancia del sesgo conserva-dor de sus interpretaciones. Pues laconservación de tales significados ori-ginarios sólo puede llevarse a cabo sinmediación alguna con la práctica, yJosé María Rosales mantiene la necesi-dad de reducir la distancia entre lateoría y la experiencia real de la ciuda-danía, lo que pasa por entender que lapolítica es un ámbito impuro y con-tingente, cuya complejidad no pode-mos desatender más que a nuestrasexpensas. De ahí la atención que ellibro presta al desarrollo moderno delos sistemas de representación y a lamediación de actores colectivos en unentorno institucional y social conside-rablemente más complejo, que haceinviable la identificación antigua depolítica y gobierno. Pero su inquietudfundamental es poner de relieve lospresupuestos normativos de la acciónpolítica, entre los que destaca la prio-ridad de la deliberación pública entreciudadanos, no obstante su necesariaarticulación y mediación con la nego-ciación de intereses y la decisión, entanto que referencia crítica inexcusa-ble de las actividades gubernamentalesy las políticas públicas.

El interés de Política cívica está enel modo como desarrolla esta convic-

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ción republicana por medio de unargumento ambicioso, complejo ysinuoso en torno a la condición civily el liberalismo. La clave de su argu-mentación está en su interpretacióndel liberalismo como legítimo herede-ro de los principios esenciales delrepublicanismo cívico, una tesis con-trovertida con la que suaviza los áspe-ros perfiles del contraste entre demo-cracia y liberalismo. Pero esta opera-ción implica dos pasos: por un lado,que el autor se decanta en favor deuna forma de liberalismo, social yreformista, entre otras posibles; y, porotro, supone también una interpreta-ción nada común del legado republi-cano. Si empezamos por este segundopunto, José María Rosales muestra enéste, como en su anterior libro*, unaclara preferencia por el republicanis-mo romano, pues el desarrollo jurídi-co de la ciudadanía en Roma consti-tuye, a su juicio, una experiencia ejem-plar por su potencial universalista deexpansión e inclusión, que rompe conel localismo de la democracia griega.Pero esto conlleva una concepción dela ciudadanía, en tanto que relacióncontractual jurídicamente establecidaentre el individuo y la comunidad,que prima su condición de estatutode derechos civiles sobre la partici-pación activa en el gobierno de lacomunidad. De ese modo, José MaríaRosales corrige la imagen habitual delrepublicanismo centrada en la liber-tad como participación, para inte-grarla en el contenido normativo más

amplio de la condición civil, basadaen el gobierno de las leyes, el equili-brio de las libertades y el ejercicioigualitario de los derechos. Esta con-dición civil, a la que Oakeshott serefiere cuando habla de la civitas o delos términos de la asociación civil,representa para Rosales la herenciamás preciada de la tradición republi-cana, cuya preservación o mejorarepresenta la tarea civilizatoria porantonomasia, más aún si se tomaconciencia de que sus logros son con-tingentes y siempre precarios.

Por eso, propone una interpreta-ción del liberalismo «como una filo-sofía pública comprometida con eldesarrollo, la mejora y la reforma dela condición civil». Aunque el autorniega en alguna ocasión que su pro-pósito sea defender un tipo determi-nado de liberalismo (p. 227), meparece que eso es exactamente lo quehace. Pues su planteamiento no secontenta con declaraciones genéricassobre el liberalismo como un progra-ma político reformista encaminadoal desarrollo de la condición civil,sino que ofrece una justificación dela extensión igualitaria y universalis-ta de los derechos e implica unaespecial atención a las condicionessocioeconómicas que hacen posiblesu ejercicio efectivo. De esta formaperfila el contenido normativo de laciudadanía, entendida como un con-trato universalizable e igualitario, yentra a considerar sus consecuenciasen diferentes debates actuales, comola discusión sobre la inmigración ylos modelos de acceso a la ciudadanía(ius sangunis o ius soli), o la provisiónde servicios públicos por el Estado ysus políticas de redistribución. En lo

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* J. M.ª ROSALES, Patriotismo, nacionalis-mo y ciudadanía: en defensa de un cosmopolitis-mo cívico, Universidad Externado de Colom-bia, Bogotá, 1997.

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que respecta a esta última cuestión,José María Rosales quiere justificarun liberalismo social orientado agarantizar la igualdad de oportunida-des, lo que significa una política acti-va en materia de derechos, insepara-ble, a su juicio, de la preocupaciónpor el acceso equitativo a los recursosy servicios necesarios para el desarro-llo de una vida digna de todos losciudadanos. Quizá el punto másinteresante de su argumentación estáen la consideración de que el ejer-cicio de los derechos civiles o lacapacitación cívica genera unos cos-tes (y también unos beneficios) ysupone una inversión de recursosque han de ser equitat ivamentesufragados por todos, de modo quela ciudadanía se configura como unsistema redistributivo de derechos,de bienes y servicios civiles, financia-do vía impuestos. Cuando tantasvoces se oyen para denunciar que lascargas fiscales que impone el Estadocercenan las libertades de los ciu-dadanos, José María Rosales presentarazones en sentido contrario paramostrar hasta qué punto los derechosdependen de los impuestos.

La propuesta liberal de José MaríaRosales se sitúa, por tanto, en laactual convergencia del liberalismosocial y la socialdemocracia en tornoa la democracia constitucional y lajustificación del Estado del Bienes-tar, aunque sin ocultar las diferenciasde énfasis entre ambas tradiciones einclinándose ciertamente del lado delprimero. Un espacio político reivin-dicado hoy por los pronunciamien-tos acerca de la Tercera Vía, pero quetiene antecedentes y mentores inte-lectuales de más fuste, como Ralf

Dahrendorf, cuyas ideas y estilo depensamiento constituyen otra in-fluencia decisiva en el libro. Así seadvierte en la concepción del libe-ralismo como teoría y práctica deuna política de reformas, cuya orien-tación viene determinada por laampliación de las oportunidades devida (life chances) de los ciudadanosy el reforzamiento del marco institu-c ional de la sociedad c iv i l . Lareferencia a Dahrendorf tiene senti-do, además, por cuanto José MaríaRosales se muestra especialmenteatento a las cambiantes condicionessociales, económicas o políticas delos debates en torno a la ciudadaníay el liberalismo. Por ello, no pareceentender el quehacer filosófico comouna forma de ponerse a resguardo delas inclemencias de la actualidad,sino que, al contrario, adopta unenfoque claramente interdisciplinar,que no separa la argumentación nor-mativa del análisis del contexto insti-tucional y social, dentro del cualcobra relevancia. Así, su propuestade reformismo cívico se abre caminopor los vericuetos de las discusionesacerca de la globalización y el neoli-beralismo, la crisis del Estado delBienestar, las dificultades de los siste-mas representativos y los nuevosretos del pluralismo.

Por este carácter interdisciplinar,capaz de conjugar diferentes perspec-tivas: la historia del pensamientopolítico, la ciencia política o el análi-sis conceptual, o por el amplio espec-tro de temas y discusiones que abarca,Política cívica constituye un empeñodifícil y ambicioso, que el autor llevaa cabo con indiscutible solvencia. Esfácil advertir que es el resultado, muy

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elaborado, de muchos años de trabajoy en el que el autor ha volcado buenaparte de lo que sabe, y sabe bastante,sobre la teoría y la práctica democrá-ticas. Resulta notable el equilibrio delconjunto, si tenemos en cuenta losdiferentes registros de su argumenta-ción o su amplitud temática, que senota especialmente en los capítulosde carácter histórico, donde realizainterpretaciones minuciosas y matiza-das de textos y autores (las traduccio-nes medievales de la Política de Aris-tóteles, Hobbes, Maquiavelo, Locke,Rousseau o Constant), sin entorpecerel trazado de las grandes líneas dedesarrollo histórico de la civilidad,que nos conduce de la teología políti-ca medieval al constitucionalismoliberal. Sin embargo, lo que se ganacon una visión panorámica de losproblemas puede echarse de menos,por otro lado, en el tratamiento analí-tico de ciertas cuestiones. Por ejem-plo, dada la importancia que el autorconcede a la igualdad de oportunida-des, quizá hubiera sido necesario, o almenos me hubiera gustado encontrar,una discusión más precisa de esta

noción controvertida, que admiteinterpretaciones de signo muy distin-to. De igual modo que también seríainteresante una exposición másamplia de lo que el autor llama el«coste de oportunidad de la ciudada-nía» o de sus beneficios. Esto es inevi-table en una obra con las caracterís-ticas de Política cívica, cuya variedadde enfoques y temas ofrece la posibili-dad de diferentes lecturas, según losintereses del lector se inclinen hacia lahistoria o hacia los debates actuales.Y hay que reseñar muy especialmenteel carácter abierto y ecuánime de lasrazones que José María Rosales pro-pone en torno a los significados de lapolítica, la ciudadanía y el liberalis-mo, que evita cuidadosamente lasrigideces doctrinarias, y constituye unexcelente ejemplo del talante quedebe presidir las discusiones sobre lacondición civil, en las que nadie tienela última palabra y todas las razones,vengan de donde vengan, deben serigualmente atendidas y sometidas aescrutinio.

Manuel TOSCANO MÉNDEZ

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ALBERTO MANGUEL

Una historia de la lectura(Madrid, Alianza Editorial, 1998)

Hay gentes que aman los libros.Son seres que gustan del silencio, delrecogimiento y de la quietud. Algu-nos son curiosos y catan las noveda-des; otros, más escépticos y a veces deretorcido colmillo, sólo releen para

apurar su tiempo. Los hay que colec-cionan libros, los que los dedican yaun quienes los escriben. Tales gentespueblan sus casas a la medida de suslibros: «Me complace saber que estoyrodeado por algo que se asemeja a un

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inventario de mi vida dándome indi-cios sobre mi futuro» (p. 271). Alber-to Manguel, argentino que reside enCanadá, ha escrito un libro (de exce-lente traducción y edición en espa-ñol) sin pretensiones académicas. Losescuetos datos de la solapa le descri-ben como un escritor y traductor quetiene en su haber una Guía de lugaresimaginarios y una novela. No perte-nece, pues, a la grey universitaria,erudita y pretendidamente rigurosa,sino al vasto territorio del ensayo alque es difícil pedir cuentas. Este librose sitúa en un interregno insólito.

El uso del artículo indefinido parasu Historia de la lectura es un recursoque apela a la falsa modestia. Man-guel traza una «historia ecléctica»cuyo portador es el individuo y no«las nacionalidades ni las genera-ciones cuyas elecciones no pertenecena la historia de la lectura sino de laestadística» (p. 345). Así se ventila laañeja cuestión del objeto, la adscrip-ción metodológica a una historia par-ticular (social, de las mentalidades,etc.) y, de paso, la precisión teóricaque el asunto merece. Puesto que «lacronología de la lectura no puede serla de una historia política» (¿a cuál sereferirá?), Manguel se niega a seguirun orden convencional (p. 39) y selanza a la aventura. Dice que va apasar de su historia como lector a lahistoria del leer, pero lo primero sereduce a unas notas biográficas inco-nexas. Lo mejor, su conocimiento deBorges cuando trabajaba en una libre-ría de Buenos Aires y su experienciacomo lector del escritor ciego.

«Algunos libros hay que saborear-los, otros hay que tragárselos y unospocos hay que masticarlos y digerir-

los», sentenció Francis Bacon. Éste esde los primeros y, como los buenosvinos, merece beberse despacio, contiempo y ganas, sin más objeto que elpuro placer. La edición españolatiene un papel suave que realza lasnumerosas ilustraciones que soportanel relato. Porque trama hay, pero noargumentación. La debilidad de estadeliciosa Historia de la lectura se reve-la cuando el autor esboza temasimportantes (la relación entre la lec-tura y la construcción de la identidadmoderna, la privatización del acto deleer, el desarrollo del antiintelectua-lismo) sin saber qué hacer con ellos.Más lecturas hubiera tenido quehacer Manguel, alguna hipótesis ymenos comentarios a las preciosasilustraciones y citas que pueblan susugerente libro. Lo peor es cuando seaparta del pasado y se asoma al pre-sente, para comparar la memoria per-sonal (hoy tan en desuso debido a lalabor de pedagogos, psicólogos y pre-claros políticos) con el almacena-miento de datos informáticos; ocuando hace un símil fácil entre losestudiantes de la escolástica y la tomamecánica de apuntes de los alumnosde hoy. No hay por qué dar píldorasa los lectores de este libro, que noparece dirigirse a lectores fáciles, ajuzgar por su extensión. Las cabriolascronológicas, los capítulos sin tema,las concesiones a la actualidad y otrospecados capitales de este libro son,empero, el precio de querer tenertodo tipo de compradores.

Pero, a pesar de sus debilidades,este l ibro es muy recomendable.Evoca voces excelsas que supierondar en el corazón de la lectura («Nose puede leer con dos luces al mismo

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tiempo, la luz del día y la del libro.Hay que leer con luz eléctrica, lahabitación a oscuras, sólo la páginailuminada», decía la Duras), de laposesión («En el momento en queabra las ventanas para ventilar, dejelos libros u otras cosas sobre el asien-to junto a la ventana, para que tam-bién se aireen», ordena Swift a suss ir vientes) , de la creación («Loslibros verdaderos no deben nacer dedías luminosos y conversacionesamistosas, sino de la melancolía y delsilencio», sentencia Proust). De lamano de multitud de citas el lectorreencuentra a los miembros de esafamil ia muy poco numerosa queadora la lectura y que se reconocecuando habla de un vicio cada vezmás solitario en estos tiempos delhomo videns y de creciente analfabe-tismo literario.

Manguel recorre —eso sí, a sal-tos— las primeras bibliotecas (Babi-lonia, Alejandría, Constantinopla),donde el ruido de los rollos debíaorganizar enorme estruendo. Explicalas formas del libro: la tablilla meso-potámica de escritura cuneiforme; elfrágil papiro; el códice —fajo depáginas encuadernadas—, que con-fiere al cuaderno una nueva sensa-ción de totalidad y que se atribuye aJulio César; el pergamino, anteceden-te del papel, que aparece en el sigloXII. Cuenta cómo del texto leído aotro (los clásicos creían que la pala-bra dicha en voz alta tiene alas, fren-te a la palabra escrita, inmóvil ymuerta) se pasa al texto que penetra

el lector silencioso y concentrado.Cómo éste se lleva el libro, una vezsu tamaño se individualiza, al cubicu-lum romano, a la cama, a la habita-ción propia. Se cuenta en esta pecu-liar historia el valor de la lectura envoz alta: la del autor para que sutexto le revele sus luces y sus som-bras, para emocionar al público lec-tor (Dickens era maestro en tal rito)o para promocionar el libro (desdelas lecturas que narra Plinio, queduraban hasta cuatro días, hasta laactual lectura anglosajona de unanovedad editorial). La lectura públicapreserva al escritor, tanto material (sele paga por leer su obra) como sim-bólicamente: el autor-lector hace lec-tores-escritores, dice Manguel condemasiado optimismo. (¿Será éste elque le hace señalar la fundación delos Penguin en 1935 —precisamentesu editora en la edición de bolsillo deesta Historia— como un hito en lademocratización de la lectura?) Ni laobsesión informática ni el reino delbest-seller —extrañamente ausente eneste ensayo— parecen amenazar elfuturo del libro, según el autor.

Mejor que hacer prospecciones,ensoñemos con el pasado. Y disfrute-mos conversando, aunque sea porteléfono o por vía electrónica, connuestros pares en la lectura. Esos quetienen en los clásicos y en los con-temporáneos de fuste una compañíaque nunca defrauda, la manía de laimaginación y el pensamiento.

Helena BÉJAR

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Estamos de enhorabuena. El profe-sor Bericat ha escrito un excelentelibro que si antes de su aparición eramuy necesario, ahora que está escritoresulta de imprescindible lectura, ade-más de un excelente texto para ladocencia, pues conjuga un admirablerigor expositivo y de contenidos conun enorme potencial didáctico.

La integración de los métodos cuanti-tativo y cualitativo en la investigaciónsocial está dividido en dos partes dife-renciadas y complementarias. La pri-mera de ellas desarrolla «el discursode la integración», y la segunda, «lapráctica de la integración». Aunqueambas partes son necesarias, resultaexcepcional la segunda, pues con unmarcado carácter de utilidad introdu-ce numerosos ejemplos reales, asícomo una guía de posibilidades abier-tas a nuevos diseños de investigaciónque sirven de perfecto corolario alconjunto de la obra.

El autor comienza el libro presen-tando una descripción bastante ajus-tada de la confrontación entre meto-dologías cualitativas y cuantitativas,que denomina metafóricamente las«dos pirámides» de la investigaciónsocial. La lógica que ha movido esadicotomía hasta tiempo reciente hasido mayoritariamente la de la distin-ción (manteniendo la supremacíajerárquica de una metodología sobrela otra), si bien la alternativa de laconvivencia, con mayor o menorgrado de compromiso, se presentacomo la tendencia actual más acerta-

da. Esas pirámides son caracterizadaspor el profesor Bericat como de basessólidas, como equiparables, distantes—sobre todo en sus cúspides, quesignificarían las metateorías que lasinforman—, enfrentadas y, hasta cier-to punto, dándose la espalda; sobreellas volveremos.

A continuación realiza una claraapuesta por las posibilidades de laintegración metodológica para eldiseño de la investigación social, pre-sentando un modelo que recoge tressubtipos o estrategias de integraciónmultimétodo, tomado de D. Morgany que posteriormente desarrollará connumerosos ejemplos: la complemen-tación, la triangulación y la combina-ción. Las tres posibilidades son consi-deradas legítimas como integradorasde las dos metodologías, siendo enalguna medida el distinto grado decompromiso lo que las distinguiría.

Pero, antes de abordar en profun-didad las posibilidades estratégicas yde uso de la integración, el autor venecesario realizar una tarea de de-construcción teórica del par cuanti-tativo/cualitativo, para asentar lasbases del lugar preciso que ocupa —odebería ocupar— la metodologíadentro de la sociología. Así, en elcapítulo tercero reformula las dicoto-mías clásicas reduciéndolas a seisdimensiones bipolares estrictamentemetodológicas (o puras) que observabásicas y que son entendidas comoun continuo más que como una opo-sición. De esta manera, se desarrolla

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EDUARDO BERICAT

La integración de los métodos cuantitativo y cualitativoen la investigación social(Barcelona, Ariel, 1998)

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la dimensión temporal (sincronía-dia-cronía); la espacial o de acotación delobjeto (extensión-intensión); e lpunto de vista del investigador (obje-tividad-subjetividad); la concepciónde la naturaleza del objeto (análisis-síntesis); el camino hacia la teoría(deducción-inducción); y, por fin, laconcepción sobre la influencia delinvestigador en el objeto (reactividad-neutralidad). La acertada postura delprofesor Bericat señala que en unainvestigación es difícil coincidir en elmismo extremo polar en cada uno delos aspectos que estarían comprendi-dos en las seis dimensiones. En cual-quier caso, tratándose de gradientes ytomando como referencia esas dimen-siones, las posturas metodológicasserían literalmente infinitas, con elenriquecimiento que supone con res-pecto a la tradicional oposición ocuantitativo o cualitativo.

Esta concepción dimensional, comose observa, abre las puertas a múltiplesposibilidades de integración. Ellas sedesarrollan en los capítulos cinco yseis (la segunda parte aludida) y sólosu lectura da cuenta de su valor. Basteseñalar que se introducen casi unatreintena de ejemplos tomados deinvestigaciones reales que ilustran losdistintos usos posibles.

Pero, como escribió el poeta, lapalabra no debe ser sin pecado unadorno, y quisiera introducir parafinalizar dos consideraciones persona-les que no invalidan en absoluto laexcelencia del trabajo objeto derecensión, ni mucho menos preten-den enmendarlo.

En primer lugar, creo que es legíti-mo señalar —y hacerlo es cumpliruna deuda no sólo con la historia de

la sociología, y de la metodología enella contenida, sino también con elmomento actual— que no hay nada,nada, en el panorama presente opasado de la investigación/reflexiónsociológica que nos autorice a referir-nos, ni siquiera metafóricamente, a«dos grandes y sólidas pirámides» decomparable tamaño y equivalenteconsideración si con ello pretende-mos aludir a las tradiciones cuanti-tativa y cualitativa en la investigaciónsocial. Goliat y David, un transatlán-tico y una balsa, o una pirámidegrande y robusta frente a un montí-culo de arena, manteniendo el ordende los términos, son símiles muchomás realistas de lo que se evoca quedos pirámides comparables en tama-ño. ¿Distantes? Desde luego. ¿Ricasen sus respectivas tradiciones? Tam-bién. ¿Ambas muy antiguas? Así es.¿Que pueden y en ocasiones debenintegrarse? Sin lugar a dudas. Pero¿comparables en tamaño —númerode representaciones y representan-tes— o en robustez —reconocimien-to relativo—? Tajantemente no. Noquiero insistir demasiado, ni estoyseguro de si en cualquier caso la exis-tencia de esas dos pirámides equipa-rables hubiera s ido deseable, nisiquiera si posible, pero desde luegoni ha sido ni es así, por mucho que lametodología cualitativa esté de moda.La evaluación personal de cada unade ellas, independientemente deltamaño y reconocimiento de los dostérminos de la metáfora, no es objetoque pueda aquí introducirse, pero esde justicia señalar a quien se adentreen el lúcido camino de la integraciónque las dos metodologías tradiciona-les que está integrando no son con-

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sensuadamente vistas como dos pirá-mides equiparables. Se asume, portanto, un riesgo que no convieneocultar.

Una segunda y última considera-ción, más para la audiencia que parala obra. Aunque el profesor Bericaten ningún momento sugiere que su,como he afirmado, brillante y nece-saria propuesta integradora invalideo haga ya inservibles las metodolo-gías de invest igación digamos«puras», no quisiera dejar pasar laoportunidad de señalar que la opción«multimétodo» viene a enriquecer

—y mucho— las posibilidades deinvestigación social, no a suplantar alas ya existentes cuando éstas son fér-tiles en sí mismas. Como sea que las«terceras v ías» también están demoda, no vayamos a confundir lainteligente y fundada propuesta queLa integración de los métodos cuanti-tativo y cualitativo en la investigaciónsocial contiene con la adhesión «polí-ticamente correcta» al también polí-tico «centro» que hoy tanto se pre-tende representar.

Juan ZARCO

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OCTAVIO UÑA, JOSÉ MARÍA BLEDA y FELIPE CENTELLES

La mujer en Castilla-La Mancha, un estudio sociológico(Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1999)

La virtud que pueden tener losestudios sociológicos sobre segmentosde la estructura social, y muy en espe-cial los focalizados en la edad o elgénero, por ejemplo, es que facilitanla penetración del análisis dentro dela organización social por medio deun corte adecuado en la pirámidepoblacional —que en parte es tam-bién la de la estratificación social—,articulado generalmente con determi-nadas áreas estratégicas de actividadhumana.

Sin embargo, la observación siste-mática de la estructura social no sueleofrecer indicios al investigador de losobjetivos del proceso si aquél no des-taca un marco de referencia que,desde luego, tiene que fundamentarseen sistemas de valores de la moderni-

dad, ya que éstos según la dinámica eintensidad de su cambio reflejan latransformación social.

Y es lógico suponer que el cambiode situación de la mujer en determi-nado espacio geográfico y sociopolíti-co puede ser uno de los principaleselementos de diagnosis de las profun-das transformaciones que nuestraépoca soporta —y proyecta— al findel milenio.

El estudio sociológico que reseñose fundamenta en los supuestos ante-riores, ya que partiendo de una serieanalítica de datos variados: sobretodo sociodemográficos, de empleo ydesempleo, de salud, educación ypolítica, intenta profundizar en losposibles efectos del cambio inducidotanto por las políticas autonómicas de

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los últimos veinte años como por lapropia evolución dinámica de laregión dentro de España y de laUnión Europea1.

Este equipo de sociólogos lleva tra-bajando varios años en el análisis dela estructura social regional2, y estelibro valida el diagnóstico realizadoanteriormente respecto de que todaCastilla-La Mancha ha progresadotanto en aspectos socioeconómicoscomo sociales, sobre todo porque seha potenciado la estructura agraria,comercial, industrial, de servicios eincluso turística, y se ha ido implan-tando progresivamente un conjuntode servicios sociales indispensables enuna sociedad moderna.

Aunque se trata del estudio típicobasado en fuentes estadísticas y cuyosresultados suelen abocar a una especiede «radiografía social», algunas de lasconclusiones parciales, cuando seponen en interrelación y sobre todocuando se aportan datos complemen-tarios de evolución regional, ofrecenuna percepción bastante satisfactoriade las expectativas de las mujeres,situadas hace unos lustros en unamarcada posición desventajosa adiversos niveles y en diferentes áreasen comparación con otras regionesespañolas más modernizadas.

Los autores han conseguido tam-bién intercalar datos sociológicossobre la mujer en conexión con datosglobales de la sociedad castellano-

manchega, por lo que el estudio per-mite también obtener una representa-ción bastante aproximada de la situa-ción social de la región consideradacon sus peculiaridades sociodemográ-ficas y sus recursos humanos y econó-micos.

El análisis comparativo realizado seha concentrado en buena medida enlos aspectos más sociales de la estruc-tura, como son las migraciones y eldesempleo, la mejora de los niveles devida y el envejecimiento, así como laeducación, los hábitos de vida, lasalud y la enfermedad, ofreciendonumerosos datos que en conjuntoreflejan la situación ciertamente des-ventajosa de la región en el conciertode las Comunidades Autónomas. Sinembargo, se ha puesto mucho énfasisacerca de las actuaciones realizadas enel ámbito de los servicios sociales ydel asesoramiento jurídico, campañasde sensibilización contra los malostratos a mujeres y, sobre todo, crea-ción de infraestructuras de forma-ción, tiempo libre, salud, etc., eviden-ciando la existencia de una sensibili-dad política muy favorable hacia laeliminación de las desigualdades, y lapromoción ascendente de los grupossociales más desfavorecidos.

Parece que el inicio del interés polí-tico por la situación, no sólo econó-mica (empleo, por ejemplo) sinosobre todo social, educativa y cultu-ral, de la mujer tiene su origen en losprimeros años ochenta, desde que seaprueba a nivel nacional la Ley delDivorcio (que permite legal izarmuchas situaciones desventajosas defacto para muchas mujeres casadas) ydesde que termina la transición a lademocracia con el acceso al gobierno

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1 Aspecto político-social de gran interésrecogido en el capítulo «Servicios Sociales yacciones específicas», pp. 95 a 154.

2 O. UÑA y J. M. BLEDA, «Las fuerzas polí-ticas y sociales», en VV.AA., Castilla-La Man-cha 1996, Servicio de Estudios del BBV, Bil-bao, 1997, pp. 71 a ...

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nacional y a varios autonómicos delPSOE. Esta convergencia, por lotanto, obliga a crear políticas en nue-vos ámbitos y con objetivos muy pre-cisos, incluso singulares.

El estudio destaca que en la actuali-dad las diferencias legales entre hom-bres y mujeres respecto de derechos yobligaciones familiares han sido enbuena medida superadas, habiendosido muy relevantes las actuaciones delos servicios sociales de asesoramientojurídico, y la reivindicación del im-portante —incluso decisivo— papel dela mujer en la economía doméstica.

El cambio demográfico y migrato-rio interno de la comunidad ha con-ducido a una mayor concentracióndemográfica en núcleos urbanos ysemiurbanos, donde, debido a lasinversiones públicas tanto nacionalesy autonómicas como locales y —sinduda— a una mayor participacióntanto activa como pasiva de la mujeren campañas y actividades, han mejo-rado notablemente sus posibilidadesde acceso al empleo, la participaciónsocial y política y el ocio. Además, seha observado una mejoría en loshábitos de alimentación e higiene queha permitido que se extienda en lasfamilias —y de ello se beneficien lasmujeres— una mejor calidad de vidacotidiana y una mayor esperanza devida.

Un aspecto relevante del esfuerzometodológico realizado por los auto-res se refiere a su consideración deque los datos sociológicos, si estánminuciosamente recogidos y se pre-sentan bien estructurados y son com-prensivos, no sólo expresan partes oaspectos de la estructura, sino quesobre todo muestran las relaciones

que existen entre los diferentes pro-blemas del grupo, como por ejemplolos sociodemográficos, con los de lasalud y la enfermedad, así como losvínculos que estos últimos tienentanto con la estructura de la pobrezay marginación como con los hábitosde vida en general y, sobre todo, conlos de consumo.

Un interesante dato que ofrecen losautores indica que muchas mujeres dela región, sobre todo jóvenes, han idoadquiriendo en los últimos años hábi-tos muy altos de consumo de tabacoy alcohol, mientras que, en contraste,bastantes hombres en el mismo perío-do los han ido reduciendo. Posible-mente, estas recientes prácticas —quesin duda producen daño a la salud—representan una de las servidumbresque hay que pagar por la moderniza-ción, y se debe en especial tanto a losmayores ingresos disponibles indivi-dualmente y en las familias como a laintroducción de nuevas pautas de loque se considera «nivel de vida» pro-cedentes de otras sociedades occiden-tales, en especial de la norteamerica-na, y transmitidas por las películas ytelefilmes, así como por la decisivainfluencia de la publicidad y los hábi-tos de relación interpersonal entrepares: estudiantes, trabajadores, amasde casa, etc.

Complementariamente parece quemientras que las mujeres mantienen,a pesar de su cada vez mayor nivel deeducación y cultura, un ampliosedentarismo y en su mayor parteprefieren las actividades de ocio enlugares cerrados tanto públicos comoen el hogar y vecindad, los hombres,sobre todo los jóvenes y adultos,tienden cada vez más a insertarse en

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la práctica de actividades tanto depor-tivas como físicas y que se realizan enespacios abiertos, como pasear, cazar,realizar excursiones, senderismo, etc.

Estas conclusiones indican la exis-tencia de fuertes contradicciones enla estructura social castellano-man-chega. Aunque las mujeres mejoransu situación jurídica, familiar y deconsumo, y desde luego tienen unmayor acceso al bienestar, al mismotiempo las nuevas prácticas de consu-mo, y a pesar de la mejora observadatanto en la atención sanitaria comoen la dieta alimentaria, pronosticanun deterioro a un plazo medio, ysobre todo largo, de la calidad de vida«real» de este subgrupo social, quesufrirá en el futuro las enfermedadestípicas de la sociedad urbana moder-na, como las cardiovasculares y elcáncer3.

Al haber resultado, dentro del proce-so de modernización de la sociedadtradicional, un peso mayor de las zonasurbanas (donde se ha ido concentran-do la población de la región) y alhaberse urbanizado bastante el campo(sobre todo respecto de nuevas dota-ciones educativas, de salud, de ocio,cultura y consumo), las mujeres nosólo se han beneficiado de una superiorcalidad de vida material, sino que ade-más tienden a actuar como dinamiza-doras de la vida local e integradoras dela familia a la sociedad y a la política,

sobre todo por su capacidad de deci-sión en el consumo y sus exigencias enmayores niveles de bienestar.

Desde el claroscuro sociológico quereflejan los datos sobre la estructurasocial, se observan también fenóme-nos sociodemográficos peculiares que,aunque no son exclusivos de la región,sí marcan rumbos que pueden afectaral futuro. Entre los más importantesdestaca el envejecimiento de la pobla-ción, que afecta bastante a la femeni-na debido a que las mujeres han teni-do hasta la actualidad una mayor lon-gevidad que los varones, y tambiénpor el descenso de la natalidad, obser-vable con preocupación sólo desde elaño 1994, seguramente por haberseintegrado tardíamente la región a lasmodernas pautas de control de naci-mientos y reproducción familiar míni-ma general de toda España.

Un aspecto singular que revela quela s i tuación de la mujer en estacomunidad (como en otras) siguesiendo desfavorable, en comparacióncon la de los hombres, es el relativoal empleo y el desempleo. Los datosofrecidos indican que el nivel de ocu-pación femenino en la comunidad haaumentado algo en cifras absolutas,pero sigue siendo bajo en compara-ción con el aumento medio general.Además, los datos reflejan el escasovolumen de mujeres empleadas enlos servicios, e incluso su descensoentre los años 1990 y 1995 en lossectores de la agricultura e industria,habiendo afectado en especial a lasjóvenes.

Se destaca también como factor dedesigualdad que el número de muje-res colocadas en puestos directivos delas empresas sea todavía en los años

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3 Muchas de estas contradicciones entre lonegativo (dañino) y lo positivo (beneficioso) denuestra integración a la modernidad han sidoya destacadas en recientes estudios sobre lasociedad española. Cfr. M. JUÁREZ y otros, VInforme sociológico sobre la situación social enEspaña (Síntesis), Fundación FOESSA-Docu-mentación Social, 1995.

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noventa tan escaso. Sin embargo, elvolumen de mujeres empresarias haaumentado, aunque debido a los pro-gramas específicos de creación y pro-moción de pequeñas empresas y cuyafinalidad sería la de eliminar parte deldesempleo femenino.

Se encuentran a faltar determinadosaspectos sociológicos de interés que,sin duda, hubieran permitido captarcon mayor nitidez aspectos profundosde la estructura social. Si el funda-mento del análisis debe centrarse en laestratificación y movilidad social, asícomo en la medida de las desigualda-des, el modelo elegido por los autoressólo nos puede ofrecer una visión par-cial y ciertos atisbos de esta interesan-te problemática. Considero quehubiera sido muy interesante relacio-nar los modelos de desigualdad delcampo y la ciudad, su contraste eincluso conflicto (por ejemplo, en elámbito de los salarios o de la asisten-cia sanitaria especializada). No hayque olvidar tampoco que un análisiscomparativo entre ocupaciones, profe-siones y salarios, por una parte, yentre propiedad, uso de los medios deproducción e ingresos, por la otra,hubiera podido ofrecer rastros acercadel sentido profundo de la lógica delas desigualdades y de los conflictos declases y estratos en la región.

Finalmente, hay que poner de relie-ve que, en conjunto, esta investiga-ción ha conseguido resultados intere-santes e importantes tanto para undiagnóstico regional como para reali-zar más adelante estudios comparati-vos entre regiones. Entre los resulta-dos destacan los siguientes:

— La situación de la mujer enCastilla-La Mancha en los últimosveinte años se ha beneficiado muchode la política autonómica, sobre todode la focalizada en el objetivo del bie-nestar social en diferentes áreas de laactividad humana como son: la vidacotidiana, la educación y cultura, lasalud, la participación ciudadana, etc.Estas mejoras pueden vincularse conun proceso de «movilidad ascenden-te» de la mujer en la estructura social,que si bien no se expone analítica-mente, sí se puede deducir de deter-minados resultados parciales.

— La política autonómica, enespecial en los aspectos más impor-tantes para el pueblo, se ha centradoen mantener y mejorar los diferentesniveles del Estado del Bienestar, bus-cando mejorar la posición de la mujera niveles del empleo, la ocupación, laeducación, el ocio y, naturalmente,también en el de la familia y la parti-cipación política.

Sin embargo, según distintos datos,estas políticas de bienestar no hansido capaces de eliminar las grandesdesigualdades económicas estructura-les de la región, y sobre todo las rela-tivas a la propiedad, lo que revela queaunque, naturalmente, la mejoría enel bienestar social es un aspectoimportante a tener en cuenta paracualquier evaluación de un cambio eincluso transformación positivos, noparece ser el decisivo para poderhablar de una transformación estruc-tural total.

Miguel ROIZ

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