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El Seguimiento de Cristo. 1.- Creados para el bien. De principio parecería que si Dios creó todas las cosas, entonces el mal debe haber sido creado por Dios. Sin embargo, aquí tenemos una suposición que necesita ser aclarada. El mal no es una “cosa” como una roca o la electricidad. ¡No puedes tener una jarra de mal! Más bien, el mal es algo que ocurre, como el correr. El mal no existe por sí mismo – realmente es la carencia en una cosa buena. Por ejemplo, los hoyos son reales, pero ellos solo existen en algo más. Llamamos a un hoyo la falta de tierra, pero no puede ser separado de la tierra. Cuando Dios hizo la creación, es verdad que todo lo que existía era bueno. Una de las cosas buenas que Dios hizo fueron criaturas con la libertad de elegir el bien. Para hacer una elección real, Dios tuvo que permitir algo más que el bien para elegir. Así que Dios permitió a estos seres libres, tanto ángeles como humanos, elegir entre el bien y la ausencia de éste (el mal). Cuando existe una mala relación entre dos cosas buenas, le llamamos “el mal”, pero eso no lo convierte en una “cosa” que haya requerido la creación de Dios. Tal vez la siguiente ilustración nos ayude. Si le preguntara a una persona común “¿existe el frío?” – su respuesta sería que sí. Sin embargo, esto es incorrecto. El frío no existe. El frío es la ausencia de calor. Similarmente, la oscuridad no existe, ésta es la consecuencia de la falta de luz. Igualmente, el mal es la ausencia del bien, o mejor dicho, el mal es la ausencia de Dios. Dios no creó el mal, sino que más bien solo permitió la ausencia del bien. La moral consiste en querer el bien y alegrarse por él y fomentarlo en nuestra vida. La persona moral es la que se compromete con la mejora del mundo y con el crecimiento del amor a Dios. 2.- Jesús: camino, verdad y vida.

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Page 1: Web viewEs una palabra-ideal que atraviesa varias fases en la historia. Sobriedad y realismo divino en la presentación bíblica. Esponjosidad creciente,

El Seguimiento de Cristo.

1.- Creados para el bien.De principio parecería que si Dios creó todas las cosas, entonces el mal debe haber sido creado por Dios. Sin embargo, aquí tenemos una suposición que necesita ser aclarada. El mal no es una “cosa” como una roca o la electricidad. ¡No puedes tener una jarra de mal! Más bien, el mal es algo que ocurre, como el correr. El mal no existe por sí mismo – realmente es la carencia en una cosa buena. Por ejemplo, los hoyos son reales, pero ellos solo existen en algo más. Llamamos a un hoyo la falta de tierra, pero no puede ser separado de la tierra. Cuando Dios hizo la creación, es verdad que todo lo que existía era bueno. Una de las cosas buenas que Dios hizo fueron criaturas con la libertad de elegir el bien. Para hacer una elección real, Dios tuvo que permitir algo más que el bien para elegir. Así que Dios permitió a estos seres libres, tanto ángeles como humanos, elegir entre el bien y la ausencia de éste (el mal). Cuando existe una mala relación entre dos cosas buenas, le llamamos “el mal”, pero eso no lo convierte en una “cosa” que haya requerido la creación de Dios.

Tal vez la siguiente ilustración nos ayude. Si le preguntara a una persona común “¿existe el frío?” – su respuesta sería que sí. Sin embargo, esto es incorrecto. El frío no existe. El frío es la ausencia de calor. Similarmente, la oscuridad no existe, ésta es la consecuencia de la falta de luz. Igualmente, el mal es la ausencia del bien, o mejor dicho, el mal es la ausencia de Dios. Dios no creó el mal, sino que más bien solo permitió la ausencia del bien.

La moral consiste en querer el bien y alegrarse por él y fomentarlo en nuestra vida.

La persona moral es la que se compromete con la mejora del mundo y con el crecimiento del amor a Dios.

2.- Jesús: camino, verdad y vida.Existe una ley natural la cual si nos preguntamos los cristianos ¿qué hacer? Seguimos esa ley humana y natural.

Cristo nos descubre la manera más auténtica de vivir. El cristiano sabe que Jesucristo es el camino y la verdad y la ida. La felicidad del ser humano es la unión con Jesucristo.

3.- La vocación a la Bienaventuranza.Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos:

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Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos

serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán

misericordia Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados

hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de

ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con

mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.

La prueba de que amamos a Dios es que amamos al prójimo.

4.- Santidad Cristiana.La tradición ha recogido en esta palabra lo más valioso de la experiencia cristiana. Sea por influjo de la herencia o por intuición personal de cada uno, santidad es la expresión de plenitud. Cuando el cristiano deja a su espíritu idear libremente una existencia llena de adoración, de servicio y de autenticidad personal, piensa en términos de santidad.

En ella culmina el encuentro entre los varios actores del drama espiritual; Cristo, Iglesia, hombre, mundo. Cada uno de por sí y la relación entre todos alcanzan la máxima expansión. Da nombre a la Iglesia, que es no solamente Iglesia santa como un rasgo más entre otros muchos, sino Iglesia de la santidad como característica decisiva.

La santidad ha sufrido cambios en el modo de realizarse y sobre todo en la imagen que de ella se han hecho los creyentes. Es una palabra-ideal que atraviesa varias fases en la historia. Sobriedad y realismo divino en la presentación bíblica. Esponjosidad creciente, heroísmo, mortificación, en la Edad Media. Desinterés y menosprecio en época más reciente. Recuperación rápida en nuestros días, con fundamento bíblico y adherencia a la vida. A muchos les pareció que santidad resultaba noción estática, irreal, más indicada para fomentar la megalomanía, que para responder a las exigencias de la historia y de la propia capacidad. Querían acabar con los santos y con la santidad, como si se tratara de un detalle folclorístico en la vida de la Iglesia: menos aureolas e ir directamente a lo real. En el reciente concilio, vuelve a ser eje de toda la reflexión y del dinamismo espirituales. Ha recuperado sus dimensiones propias, superando el moralismo y la

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elasticidad que la tenían anquilosada. Para responder a las esperanzas y cumplir su función en las nuevas dimensiones, la santidad ha tenido que cambiar los acentos, ensanchar la noción, meterse de lleno en el misterio cristiano y en la realidad de la historia humana.

Desde el misterio de Dios es como mejor se define, en toda su complejidad y polivalencia: Ser de Dios, manifestación de Dios, don divino a la Iglesia, transformación íntima de la persona creyente. La salvación se desarrolla en un clima de santidad; personas, obras, medios, todo lleva ese rasgo distintivo de su pertenencia al misterio. Es santo todo aquello que Dios toca o a Él conduce.

5.- La Iglesia a servicio del hombre.Hay que preocuparse no sólo por el más allá sino también por el más acá.

Dos puntos importantes:

Reconocer y respetar la dignidad de todas las personas mediante la tutela y promoción de los derechos fundamentales del hombre. La iglesia acepta a toda persona de todo tipo de clase social.

Fundamentarse en la solidaridad, que todos se merecen por ser hijos de Dios. No se puede ser cristiano y permanecer indiferente a las necesidades del hombre.