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“Marshall McLuhan: Vida y Obra de un magnífico visionario.”

Por Pedro López García

En este 2011, año del centenario del natalicio de Marshall McLuhan, estamos ante la

incógnita de saber si hemos dejado atrás los tabús como sociedad “tribal”, o si hemos dado

ese enorme paso hacia lo que él llamaba la “sociedad del conocimiento”. Enormes

posibilidades de cambio tanto sociales, políticas, tecnológicas y demás; se nos presentan día

con día para poder dar ese giro y establecernos como tal. Vivimos en una era en donde la

tecnología se nos presenta en la palma de nuestra mano y con un solo toque se puede

cumplir todo lo que había predicho McLuhan casi 50 años atrás. La globalización también

viene a ser un factor muy importante para que nuestro mundo dé un giro tan relevante que

en ese entonces, ni con las ideas de McLuhan, hubiese sido posible.

Hablar de Marshall McLuhan es hablar de uno de los personajes más icónicos y relevantes

del siglo pasado. No sólo en su natal Canadá, sino en todo el mundo, vino a cambiar una

manera de pensar tan análoga en la gente, y eso que su pensamiento se dio en la mitad del

siglo pasado. Su etapa madura la vivió durante una época en donde la música y el arte

estaban revolucionando de manera locuaz y armónica a nuestro orbe. Los 60’s fueron de

Los Beatles, Andy Warhol… y McLuhan.

Filósofo, profesor, teórico, padre de familia; podrían ser los sinónimos o calificativos con

los que podríamos definir al mítico visionario del país de la hoja de maple. Influyó en la

cultura contemporánea no sólo canadiense, sino norteamericana y mundial, por sus estudios

sobre la naturaleza y efectos de los medios de comunicación en los procesos sociales, el

arte y la literatura.

Como lo dije anteriormente, los 60’s fue una década en donde el mundo vivió por primera

vez lo que la juventud de entonces se estaba convirtiendo en una lucha continua por la

igualdad social. Decenas de movimientos a lo largo del mundo (Tlatelolco, 1968 un

ejemplo) estaban estallando por esto mismo, y McLuhan es en esta década cuando empieza

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a tener el mayor auge de su carrera filosófica, dándose a conocer en diversos programas de

televisión no solo en Norteamérica, sino en Europa también. A través de su pensamiento

moderno, puso una pauta de conocimiento global que tenía que ver con la comunicación

social de masas, específicamente sobre lo que estaba sucediendo en esos momentos de la

década los 60’s. Se anticipó muchísimo antes a lo que hoy podemos llamar internet, podría

decirse que él es el “Nostradamus del siglo XX” con este vaticinio. Podría decirse que sin

McLuhan, grandes arquitectos de la sociedad del conocimiento hoy en día como lo es Gates

o lo fue Jobs, no existirían (o hubiesen existido) hoy en día.

Herbert Marshall McLuhan nació dentro de una familia de origen irlandés, un 21 de julio de

1911, en la ciudad de Edmonton, Alberta, Canadá. Su padre, Herbert McLuhan, fue un

hombre de negocios, mientras que su madre, Elsie Hall, fue una actriz, quien cantaba en

iglesias locales. Se trasladaron a Winnipeg, Manitoba cuando Marshall aún era un niño. A

pesar de que cuenta con distinguidos doctorados honoris causa a lo largo de su trayectoria

como teórico, McLuhan nunca se consideró un buen alumno cuando asistió a la escuela en

sus primeros años de vida. Ya en séptimo grado, tuvo muchos problemas para asistir a ella,

sino fuese por los grandes esfuerzos de su madre para que pudiera cursar el año.

En Winnipeg, McLuhan se licenció en Letras, además de contar con una Maestría en Artes

en Inglés, en la Universidad de dicha ciudad, para después tener la oportunidad de viajar

por primera vez al viejo continente y matricularse en la Universidad de Cambridge, en

Inglaterra. Ahí tendría importantísimos profesores y grandes filósofos de la época, de la

talla de I. A. Richards y F. R. Leavis, precursores de la corriente del “New Criticism”.

McLuhan no tardaría en dejarse influenciar por esta ideología.

Ya en su regreso a Norteamérica, entre el 36 y el 37, fue profesor adjunto en la Universidad

de Wisconsin. Es en este último año cuando, después de un largo y muy lento proceso,

McLuhan logró por fin su conversión final al catolicismo, y es aquí en donde empieza a dar

clases en importantes instituciones universitarias católicas. Desde 1937 hasta 1944, enseñó

en la Universidad de Saint Louis. En este lugar, le dio clases a Walter J. Ong, quien más

tarde realizaría un doctorado sobre un tema al cual McLuhan le había llamado

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poderosamente la atención, y quien luego sería conocido como una autoridad de las

comunicaciones y la tecnología.

El 4 de agosto de 1939, McLuhan contrajo matrimonio con Corinne Lewis en Fort Worth,

Texas. Estuvieron desde ese año hasta 1940 en Cambridge, donde él continuó su trabajo en

su doctorado que tenía como tema principal el trabajo del escritor isabelino Thomas Nashe

y su relación con las artes verbales. De 1944 a 1946, dio clases en el Colegio Assumption

en Windsor, Ontario, Canadá.

Su camino por la enseñanza, lo llevó a dar clases en el St. Michael’s College, en la

Universidad de Toronto de 1946 a 1979. McLuhan también enseñó en la Universidad de

Fordham un año (1967-68). Precisamente en este periodo, su hijo, Eric, realizó el

“Experimento Fordham”, un método que hizo él en conjunto con Harley Parker, para

explicar los efectos que estaba teniendo la televisión en esa época sobre la sociedad

norteamericana.

Durante su estancia en la Universidad de Saint Louis (1937-44), McLuhan tenía 2 temas en

sí discernidores de lo que iba a ser su punta de despegue como teórico e importantísimo

personaje en la historia de su país y de la comunicación en general: su disertación doctoral

y un manuscrito que fue tiempo después publicado ya como libro, en 1951: “La novia

mecánica”, en donde hablaba más que nada sobre el hombre industrial, y su relación con su

“caballo de poder”: el automóvil como una extensión de este y su pasión por la velocidad

que se iba acrecentando con el paso del tiempo. Irónicamente, McLuhan nunca en su vida

manejó un automóvil.

La otra parte, su doctorado, titulado “The Classical Trivium. The place of Thomas Nashe in

the Learning of his Time”, es un vistazo en la literatura que va desde Cicerón hasta llegar a

Nashe en el siglo XVI. Con su tesis, McLuhan logró sacar valiosas conclusiones acerca de

la historia en las artes verbales (gramática, dialéctica, logística y retórica – colectivamente

llamadas por él como “trívium”). En sus publicaciones posteriores, McLuhan utiliza en

algunas ocasiones el concepto para destacar un orden sistemático de la visión de ciertos

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periodos de la historia cultural del mundo occidental. En este periodo de su vida, vemos a

un joven McLuhan hablar no como teórico de la comunicación en el que se convertiría

poco más adelante, sino como un historiador cultural, que, de la mano del pensamiento del

enigmático escritor Thomas Nashe, ilumina las complejidades de lo que él llama el “trívium

clásico”, desafiando a los lectores a aceptar un nuevo proyecto para la educación literaria.

Bajo el microscopio académico de McLuhan, la dinámica interna del “trívium” y su

propósito serán relevados. Tendríamos que ser minuciosamente cuidadosos a la hora de

tratar de comprender su valiosa tesis, que fue solamente un pistoletazo de salida entre un

sinfín de publicaciones dignas de ser consideradas como todo un best seller en el

catedrático mundo de la comunicación humana y su quehacer con la cultura mundial

moderna.

A lo largo de toda su trayectoria académica mundial, McLuhan fue creador de infinidad de

términos que hoy en día para cualquier comunicador son fundamentales y dignos de llevar

para una materia propia en su carrera. Conceptos hoy muy populares como la denominada

“sociedad del conocimiento”, la “Galaxia Gutenberg (1962)”, entre otros; fueron posibles

para que en nuestra época pudiera existir un orden o un balance de las cosas tecnológicas

para vivir en armonía con nuestra sociedad. Estos conceptos son una síntesis de los diversos

campos a los cuales hemos llegado hoy en día con tanto invento tecnológico que al parecer,

nunca terminaremos de sorprendernos a nosotros mismos, ya que día a día, el hombre en su

inquietud por ser cada vez más parte de la máquina, y ésta del hombre, está llegando a un

punto en donde la tecnología cada vez será más extensión de nosotros, como lo predijo

McLuhan casi 50 años atrás. Sólo él, con sus conceptos, pudo ser capaz de llegar a partir la

historia de la humanidad en base a nuestra propia comunicación, nuestros transportes,

nuestras máquinas, nuestras innovaciones, nuestra forma de ser, de pensar. Todo esto, a lo

largo del tiempo, iremos viendo cómo fue que el hombre evolucionó hasta perfeccionar él

mismo a la máquina y encontrarnos con un mundo sin igual que vemos y tocamos hoy en

día.

Y partiendo de lo que dije, la descripción de los medios de comunicación como

“extensiones” de la persona es para mí el mejor concepto que pudo dar McLuhan a la

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cultura universal hoy en día. Acordémonos que él vivió en una época en donde grandes

cambios tanto sociales, políticos como tecnológicos se estaban suscitando continuamente

en ese entonces. Movimientos sociales de carácter guerrillesco donde los jóvenes se

levantaban en contra del mal gobierno, donde el hombre llegaba a la Luna por primera vez,

hasta donde un cuarteto musical rompía récords de ventas no sólo en Gran Bretaña, sino en

todo el mundo gracias a sus melodiosas canciones que estaban cambiando toda nuestra

cultura en general. Esto y más fue lo que provocó que la ideología de McLuhan a lo largo

de su vida pedagógica, estableciera diversos términos para que de una manera u otra,

definir lo que en ese entonces estaba siendo el impacto de un medio de comunicación tan

trascendental como lo es la televisión. Llevarnos a nuestros hogares en vivo y en directo el

despegue de una nave aeroespacial y llevar consigo a un hombre dentro de ella y verlo con

nuestros propios ojos desde la comodidad de nuestro hogar, es sin duda una de mil

maravillas que ha dejado a lo largo de más de 70 años de vida de la poderosa “caja de

sueños”. Esto para McLuhan era mucha tela de donde cortar y que a través de su

pensamiento, fue sacando conclusiones y diversos términos que serían hoy en día una de las

bases para que las comunicaciones y sus distintos medios fuesen tan poderosos en nuestra

época.

El éxito de McLuhan (publicitariamente hablando) se debió a que, en 1964, cuando sale a la

luz su libro “Understanding Media”, lo hizo sin reflectores ni recursos publicitarios. El

libro después de su fecha de salida, se llegó a convertir en un best seller en Harvard y otras

universidades reconocidas a nivel mundial. McLuhan nunca se definió a sí mismo como fiel

creyente de una sola corriente filosófica (pese a que al principio dije que se dejó influenciar

por el New Criticism), es más, decía que la aproximación a un determinado problema partía

de negar un punto fijo, puesto que la comprensión requiere siempre, para él, de un enfoque

multidimensional. Como lo logramos ver a lo largo de todas sus publicaciones, sus escritos

carecen de argumentaciones complejas o de tesis alguna que se vaya desarrollando

linealmente a lo largo de sus páginas.

A lo largo de la década de los 60’s, McLuhan fue aclamado por los diversos medios de

comunicación, gracias a que él hizo un llamado a la sociedad para tratar de redefinir estos

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medios y sus mensajes. En “El medio es el mensaje” intenta hacer una explicación de lo

que debemos separar, qué es el medio y qué es el mensaje. Hubo quien hizo malas

interpretaciones acerca de esta investigación de McLuhan, en donde se decía que intentaba

poner fin a la cultura del libro e imponer la era de la televisión. Pero lo que en verdad

McLuhan quiso decir con esto, es que tuviéramos conciencia de lo que iba a ser el poderoso

potencial de este medio en nuestra sociedad. Lo llamaba constantemente “el gigante

tímido” ya que pretendía generar conciencia acerca de su enorme poder. Pongamos énfasis

en este punto y su relación con los debates políticos en nuestro país. Claudia Benassini, nos

argumenta este punto en uno de sus ensayos como:

“La incapacidad de la televisión para participar en debates políticos formales, por la

adaptación del medio a los procesos en vez de a los productos limpiamente

empaquetados.”

Por ende, Benassini nos dice que para McLuhan, la televisión no es un medio adecuado

para los temas calientes, los temas del momento, esos que sacan chispas, ni para las

controversias claramente definidas. Más adelante, abordaremos el tema en donde McLuhan

divide a los medios en dos partes de acuerdo a su interrelación con sus participantes.

Siguiendo con esto, la perspectiva de McLuhan respecto a los medios de comunicación se

ha dado en llamar determinismo tecnológico. Esto es, que probablemente McLuhan era un

posible visionario de lo que se nos vendría en el (aún naciente) siglo XXI. Él vaticinó una

era de cambios a la cual enfatizó como “aldea global”, un lugar en donde importantes

inventos (o eventos) tecnológicos iban a lograr crear una sociedad en donde el

conocimiento iba a ser la clave para todos. Y en efecto, después de su muerte, pocos sabían

que iba a existir la interactividad entre las cosas tecnológicas, el internet, la multimedia,

videoconferencias, entre un sinfín de aparatos e innovaciones que revolucionarían nuestra

sociedad moderna.

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Podemos centrarnos en que el pensamiento mcluhaniano puede centrarse a partir de 2 ideas:

1. Somos lo que vemos

2. Formamos nuestras herramientas y luego éstas nos forman

Es por esto que McLuhan dice que cada medio es una extensión de nosotros mismos, dígase

nuestros 5 sentidos, la mente o nuestro ser en general. Siempre están en continua armonía y

compatibilidad con la infinidad de medios e inventos tecnológicos que existen en la

actualidad. Otro acierto para apuntar en la teoría de McLuhan es que los medios

tecnológicos son entendidos como herramientas que extienden nuestras habilidades

cotidianas, así como del mismo modo que una bicicleta o un coche son una extensión de

nuestros pies, y que las podemos maniobrar con ellos y hacer de ellos un transporte para

nuestro beneplácito personal, la computadora es una extensión de nuestro fascinante

sistema nervioso central. Como lo estoy haciendo ahora, ideas vagan y vagan a través de mi

mente, de mi cerebro, y se mecanizan y contextualizan en estos momentos en estas líneas

para que el lector pueda hacer un análisis práctico de lo que es para mí el pensamiento, vida

y obra de Marshall McLuhan.

Regresemos a “El medio es el mensaje”. McLuhan nos decía que así como el medio es

entendido como una extensión de nuestro cuerpo humano, el mensaje no podría entonces

entenderse como netamente pura información o contenido, porque de esta manera

excluiríamos algunas de las características más importantes de los medios, su poder para

modificar el curso y el funcionamiento de las relaciones y todas nuestras actividades

humanas. Entonces, medio y mensaje funcionan en pareja, comprometidos más o menos,

puesto que uno puede contener al otro. El contenido se convierte en una ilusión o visión, en

el sentido de que éste se encuentra “enmascarando”, la modificación del medio. El medio, a

su vez, se convierte en un tipo de escala o ritmo en donde pasa el mensaje y todo esto,

provoque algo en las sociedades o culturas.

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McLuhan también en sus diversas publicaciones, nos dice que la historia de la humanidad

tuvo que pasar por 3 grandes lapsos para poder llegar a una comunicación humana: el

estado tribal, la destribalización, y el estado de retribalización. El primero, es un periodo en

donde la tecnología era nula. Para McLuhan, la tecnología es la creación de un medio que

no poseemos cuando nacemos, pero que podemos ir adquiriendo conforme nos

desarrollemos como tal en la sociedad. El segundo estado es el momento clave en donde se

crea la escritura. La separación y distancia de los símbolos respecto a los objetos llevó a

nuestra civilización a un estado más racional y funcional, donde McLuhan dice que nacen

los conceptos de útil y beneficioso: estamos aquí por algo, lo venimos a hacer y después

nos vamos. El tercero y último supone una vuelta atrás y está marcado por la aparición de

los diversos medios tecnológicos en el ámbito de la comunicación: la radio, como extensión

de nuestro oído, y la TV como extensión del tacto, tienen la capacidad de romper los

equilibrios naturales para restituir al individuo de la totalidad de sus sensaciones. Por un

lado, recrean el contacto oral inmediato que alguna vez fue típico de la vida arcaica y tribal

en los hombres de las cavernas. Por otro, derriban las barreras derivadas a su vez de los

efectos que dejó para el hombre, la invención de la escritura y dan cuerpo a los proyectos

de mundialización de la cultura moderna.

McLuhan, a su vez, también define a la comunicación por cuatro edades. Así como los

historiadores catalogaron a cada periodo de la humanidad por sus actividades, tradiciones y

costumbres, McLuhan intentó sistematizar algunas ideas para realizar un breve recorrido

por la historia de la comunicación de acuerdo a la concepción que éste tenía de cada etapa.

Definió la primera edad como aldea tribal. La describe como una sociedad retrógrada en

donde el ser humano empezaba su quehacer con la comunicación verbal, que a su parecer,

comenzó hace unos 30,000 años. Esto es una disparidad de fechas, puesto que la

comunicación escrita-alfabética tan solo tiene unos 4 milenios de antigüedad, por lo que

nos hace suponer que la aldea tribal era una sociedad analfabeta y que tuvo una duración

aproximada de unos 26,000 años. Durante este tiempo, innovaciones tecnológicas tales

como el fuego o los metales hasta los mismos transportes o las armas creadas para subsistir,

hicieron que el hombre dejase un estado nómada, para pasar a uno sedentario, aprender los

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secretos de la agricultura y establecerse como una sociedad capaz de sobrevivir ante las

grandes amenazas que existían en ese entonces. La comunicación podría decirse que fue el

factor para que sobreviviéramos en una era donde no éramos la especie dominante que

ahora somos, debido a nuestra incapacidad para siquiera, comportarnos como sociedad

civilizada.

La aldea tribal se caracterizó, pues, porque será la palabra oral el único medio de

comunicación del que disponía el hombre en ese entonces. La palabra oral en ese entonces,

estimulaba el oído antes que la vista, involucrando sensorial y emocionalmente al oyente

integrándolo así al grupo donde pertenecía (dígase clan, en su defecto, la tribu). En la aldea

tribal la única posibilidad de transmitir experiencias e irlas acumulando, era haciéndolo en

un espacio restringido que estaba representado por la misma memoria del grupo al que

pertenecía, puesto que en ese momento no existían ni escuelas, ni historia, y mucho menos

una burocracia para regir el orden entre la comunidad.

La segunda edad que denominó así McLuhan fue la invención del alfabeto. Esta era se

inicia precisamente con la invención de la escritura hasta la difusión de la primera imprenta

en la Europa medieval, por lo tanto, esta etapa se extendería por unos 3500 años. Durante

este tiempo, McLuhan nos señala que aparecen muchas “extensiones del hombre” en lo que

fue el campo de las máquinas y las herramientas. Pero también aparecerá la escritura

alfabética, que puede ser considerado el primer medio capaz de recoger, conservar y

transmitir las propias experiencias humanas, reduciendo así la capacidad mnemónica de los

individuos, y sobre todo, el poder que tenían los ancianos en este momento, que hasta

entonces eran los “depositarios” de la historia y todas sus tradiciones, cargando con la

función de transmitirlas solamente a las élites administrativas religiosas y fiscales.

El alfabeto recién creado, se concreta específicamente en una perspectiva sensorio-visual y

posee una clara función analítico-lineal, y en efecto, la linealidad es una característica

predominante de la vista si se compara con el oído u otros sentidos de nuestro cuerpo.

McLuhan nos dice que esto derivará en una disociación entre la sensibilidad interior del

hombre alfabetizado. También nos habla de que la disolución de la familia y el clan mismo

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(o tribu) hacia sociedades más abiertas es una consecuencia inmediata de la alfabetización,

en el sentido que esta posibilita la homogeneización entre culturas, y particularmente, la

revolución que la escritura ocasionó en el pensamiento (más que nada el griego) para pasar

a un estado más “salvaje” en los campos de la filosofía y la ciencia en general.

En 1962, cuando McLuhan saca a la luz su libro “La Galaxia Gutenberg”, nos viene a

decir que ésta se denomina a sí misma como la tercera edad entre las cuatro que nos

presenta el teórico norteamericano. McLuhan nos dice que hubiera sido más preferible usar

la palabra “ambiente” para describir esta fase o periodo, pero luego reflexiona:

“El término ‘galaxia’ expresa perfectamente al conjunto simultáneo y recíproco de

diversos factores no directamente relacionados entre sí”

Este periodo, nos dice, comprende los casi cuatro siglos que van desde la difusión de la

imprenta en Europa, dígase en el Medioevo, hasta las primeras décadas del siglo XIX

cuando con la llegada del telégrafo, éste cambiaría para siempre la historia de la

comunicación humana.

Para McLuhan, la civilización es equiparable a la “cultura de la escritura”, cultura que,

según su opinión, competirá años más tarde con la cultura electrónica. Observará además

que mientras que la escritura manuscrita destacaba la insignificancia del ser humano y su

torpeza de la irritación especializada propias del signo visual, en la página impresa,

predominará la linealidad y la repetividad.

Por último, McLuhan nos dice que el ciclo histórico entre los medios-mensajes y el

hombre-usuario concluyen en la época actual con la Galaxia Marconi, o aldea cósmica,

caracterizada por el medio televisivo más que nada. McLuhan nos decía que hay una

referencia de hecho a tres diferentes órdenes de innovaciones tecnológicas, y que pueden

ser resumidos en un orden eléctrico, uno electrónico y por último, un orden de tecnologías

recientes. El primero se lo atribuye al telégrafo y al teléfono, medios que redujeron el

espacio psicosocial en asociación con otras “extensiones” como los medios de transporte

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que existían a principios del siglo pasado. El segundo, son los dispositivos centrados

esencialmente en el uso de válvulas, y el tercero, nos dice que estas tecnologías parecen

invadir todas las técnicas convencionales de comunicación haciendo confluir la

comunicación y la información de forma integrada y universal asociando todos los aspectos

de la comunicación humana.

McLuhan quiso hacer énfasis en todas sus publicaciones y diversas entrevistas a

importantes medios de comunicación por el orbe, que los medios se dividían en dos partes:

medios calientes y medios fríos. La clasificación que hace McLuhan de los medios como

“calientes” o “fríos” surge de significados técnicos como “definición” e “información” y se

sustenta más en la experiencia sensorial que en el significado neto de las palabras.

En el maravilloso mundo de la TV, “alta definición” significa precisión, detalle, calidad en

referencia a cualquier imagen visual común y corriente. De acuerdo a este criterio,

McLuhan dirá que las letras de nuestro abecedario, los números, las fotografías y los mapas

son objetos de alta definición. Un medio de tales características, brinda muchísima más

información y un receptor pasivo. Por el contrario, las formas que no se definen con tanta

calidad como por ejemplo, las caricaturas, serían de baja definición porque simple y

sencillamente nuestros ojos se ven en la obligación de completar lo que falta para obtener

una percepción acabada. Este principio de “completar los espacios en blanco” también se

aplicaría a los sonidos. Al brindar poca información, los medios de baja definición exigen

un receptor activo.

Es necesario aclarar que cuando McLuhan se refiere a la “información” que transmite un

medio, no se refiere a simples datos o conocimientos sino al modo en que nuestros sentidos

físicos responden a un medio o participan en él. En conclusión, podría decirse que el

pensamiento de McLuhan en cuanto a la división de medios, se puede resumir así:

Medios calientes: Alta definición – Más información – Menos participación

Medios fríos: Baja definición – Menos información – Más participación

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Serían pues medios calientes la radio, la imprenta, las fotografías, hasta las conferencias. Y

medios fríos el teléfono, el habla, la televisión, los seminarios, entre otros.

Y regresando a citar a Benassini, ella nos decía que los debates políticos llegaron muy tarde

a nuestro país, cuando en 1994 las televisoras emitieron simultáneamente en vivo la señal

entre los 3 candidatos a la presidencia de la república. Estaba Diego Ceballos por parte del

PAN, Cuauhtémoc Cárdenas por el PRD, y Ernesto Zedillo por el PRI. Los tres nunca

debatieron, simplemente se pusieron a presentar sus propuestas de cara a lo que iba a ser su

campaña electoral y los espectadores nos quedamos con un sabor de boca amargo de lo que

probablemente pudo haber pasado si el diálogo se abre más entre los aspirantes a ocupar la

silla presidencial. Benassini nos confirma lo que dijo McLuhan, en referencia a los medios

calientes y fríos, que la televisión no dejará nunca de ser un medio tan frío como otros de su

especie, por la poca información que se manejó en ese entonces. Por eso la necesidad de

llamarlo “el gigante tímido”.

Hace rato hacía alusión a que nuestro sistema nervioso central es una extensión

precisamente de la televisión, como nos dijera McLuhan. El teórico pensaba que existen

ciertos “servomecanismos” al servicio del hombre, y que los ha ido utilizando a través del

tiempo. Cualquiera de nuestras extensiones resultan de las nuevas escalas de extensiones o

en sí, de las nuevas tecnologías que van saliendo día con día. Citando a McLuhan, él nos

dice acerca de este apartado:

“Situando nuestros cuerpos físicos en el centro de nuestros sistemas nerviosos ampliados

con la ayuda de los medios electrónicos, iniciamos una dinámica por la cual todas las

categorías anteriores, que son meras extensiones de nuestro cuerpo, incluidas las ciudades,

podrán traducirse en sistemas de información.”

Por ende, si pensamos que la rueda es una mera extensión de nuestras piernas, la revolución

digital a la que estamos sometidos hoy en día, ¿es acaso una extensión de nuestro cerebro?

Esta nueva visión de McLuhan parece haberse suscitado ya en nuestros días, con todo el

mundo digital que grandes arquitectos de la sociedad del conocimiento nos han traído hasta

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nuestros hogares hoy en día. Enormes empresas multinacionales, líderes en

telecomunicaciones en la actualidad, nos han puesto la tecnología en la palma de nuestra

mano.

En 1968, cuando la popularidad de McLuhan iba decayendo poco a poco, sale a la luz su

libro “Guerra y Paz en la aldea global”. Podría decirse que fue su última gran publicación

tanto en Norteamérica como en Europa. En él, principalmente me llamaron la atención un

par de capítulos en donde él habla acerca de las extensiones del aparato que vendría a

revolucionar años más tarde a las telecomunicaciones mundiales: la computadora.

Toca temas muy profundos de una serie de investigaciones que realizó mientras publicaba

su libro, a personas que tuvieron contacto con la denominada “época hippie”. En los 60’s,

muchos jóvenes como ya lo hemos visto, se dejaban influenciar fácilmente por la cultura

pop de grandes grupos musicales como Los Beatles, los Rolling Stones, Pink Floyd, entre

otros… y fue una explosión de pensamientos que detonaron en los diversos movimientos

estudiantiles a lo largo del mundo, algunos ya conocidos mucho por todos nosotros. En esta

época, hubo también mucha gente joven que tuvo contacto con muchos agentes

alucinógenos que les provocaban, entre otras cosas, “paz interna” y “viajes” con

experiencias que iban desde lo irreal hasta las muy violentas. Es aquí cuando McLuhan, en

base a estas investigaciones, hace una analogía acerca de lo que podría ser el mundo de la

computadora en este entonces: “La computadora es el LSD del mundo de los negocios,

transformando su visión y objetivos”. El uso real de ésta, no es reducir personal o gastos, o

para acelerar o suavizar todo lo que ha estado sucediendo desde entonces. Su verdadera

función es programar y organizar los medios terrestres y galácticos y las energías de una

manera más que nada armoniosa.

El otro punto que me llama poderosamente la atención de este libro, es que McLuhan ve a

la educación como guerra y a la guerra como educación. Nos lleva a un viaje por los

tiempos de Napoleón en donde era casi un rito entre él y sus tropas llevar una enseñanza

digna de un conquistador, para conquistar pueblos. McLuhan nos dice que si Napoleón

hubiese existido en tiempos de Alejandro Magno o de Julio César, probablemente hubiera

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terminado la labor que ellos dejaron inconclusa entre sus reinos, y hoy estuviéramos

hablando de una dinastía sin precedentes, porque, a través de la educación, se puede

conseguir que la ideología de un pueblo entero, cambie por completo, para beneplácito del

conquistador.

Nos habla que en cada guerra, el enemigo siempre debe de tener en cuenta los recursos y

las características de su oponente para saber de qué manera poder disminuirlo

territorialmente. Simplemente pura educación. También McLuhan dice que, dirigiendo

estos conceptos a la era de la televisión, ella también hace su propia guerra hoy en día y que

gracias a ello, ha significado el fin de la dicotomía entre civiles y militares.

Como vemos, McLuhan era un visionario espléndido, un conocedor de primera, que vino a

sentar las bases (en pleno siglo XX) de lo que es hoy en día la comunicación humana.

Marcó época a través de sus conceptos, a través de sus terminologías; él vino a establecer

un nuevo parámetro, una nueva entrada para que nosotros, como comunicadores que

somos, no nos veamos solos y disminuidos en una era globalizada, una era marcada por el

despertar tecnológico en su máximo esplendor. Se acabaron los 60’s, y con ellos supuso el

fin de McLuhan. Así como su popularidad subía y subía como la espuma del mar, fue

diluyéndose increíblemente cuando recién estuvimos entrando en la nueva década. En

1980, prácticamente murió triste y casi olvidado. Precursor de la ecología de medios, a más

de 30 años de su partida, McLuhan ha resucitado precisamente en esta nueva era de medios,

en donde deberíamos de agradecerle lo que hizo por ellos, no marcarlo en el olvido. A 100

años de su nacimiento, no nos queda más que decirle: GRACIAS MCLUHAN. Gracias por

abrirnos los ojos y por marcar una era completa, una generación de oportunidades, en

donde la tecnología para el bien de la humanidad, debe de ser el punto de despegue, nuestra

herramienta más poderosa en una cultura moderna mundial, en una sociedad del

conocimiento.

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Bibliografía

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