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    ENSEANZA Y SISTEMA DE GURDJIEFF

    Kenneth Walker

    Digitalizado por Biblioteca Upasika

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    PRLOGO

    En la crtica que hace de una de mis obras ms recientes, el Sr. Cyril Connolly sealaque durante los ltimos diez aos, he estado tratando de escribir el mismo libro conxito diverso.Tiene razn, pues casi cada palabra que he escrito desde la publicacin de Diagnosis ofMan (Diagnstico del hombre) en 1942, ha reflejado distintos aspectos de la enseanzade Gurdjieff, enseanza que forma un todo completo, slido e integral. Y ahora, todosestos esfuerzos anteriores culminan en la tentativa de proporcionar una exposicin mscompleta del sistema psico-filosfico que ha impartido a mis libros, la similitud en laque se funda la queja del seor Connolly. Considero por lo tanto a la presente obracomo de mucha mayor importancia que cualquiera de las que la precedieron, sea cualsea el destino que le espere, y por desfavorable que sean las criticas que provoque.Es sumamente probable que algunos de mis crticos la traten en forma muy dura, puesninguno de ellos ha tratado jams con indiferencia la enseanza de Gurdjieff. O bienhan advertido en ella algo muy grande, o bien han reaccionado en forma muy violenta,

    pues, igual que otros maestros de religiones -considero a Gurdjieff como tal- ha logradoescandalizar a sus oyentes, ms que aplacarlos.La exposicin que se hace de la enseanza de Gurdjieff en esta obra est muy lejos deser completa. No fue mi intencin dar un informe completo sobre ella, sino hacer

    comentarios sobre aquellas partes de su sistema de conocimiento que hayan provocadoen m una impresin muy profunda, o que me hayan convencido de que tienen unaimportancia especial.Tengo que expresar mi agradecimiento a muchas personas, y no hay nadie con quien mesienta ms profundamente obligado que con el principal intrprete de Gurdjieff. P. G.Ouspensky. De no haber sido por su clara exposicin -tanto en sus enseanzas verbalescomo en su obra pstuma, In Search of the Miraculous (En Bsqueda de lo Milagroso)-este pequeo libro sobre la enseanza de Gurdjieff no podra haber sido escrito nunca.Quiero tambin agradecer la ayuda que he recibido de las obras de mi amigo de toda lavida, el Dr, Maurice Nicoll, Commentaries on the Teaching of Gurdjieff and Ouspensky(Comentarios sobre la Enseanza de Gurdjieff y Ouspensky), The New Man (El

    Hombre Nuevo) y The Mark. (1) Casi no necesito decir que he obtenido tambininformacin valiosa del libro del que es autor Gurdjieff mismo, All and Everything

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    (Todo y Todas las Cosas). Puede encontrarse la totalidad de su enseanza en esta granobra suya. Siempre que uno acte con la diligencia. el conocimiento y a la comprensinnecesarios para descubrirla. Si este pequeo libro mo pudiera ser el medio que sirva

    para que el lector se provea del conocimiento requerido para esa tarea, habr cumplidouno de los propsitos que motivaron su publicacin. En la comparacin de la enseanza

    de Gurdjieff con otras doctrinas orientales, y ms particularmente con las del Vedanta,he recibido una gran ayuda de las importantes obras de Sri Aurobindo, The Life Divine(La Vida Divina) y The Synthesis of Yoga (La sntesis del Yoga).Para terminar, he reservado mi agradecimiento ms clido para los miembros del GrupoGurdjieff de Pars, que tanto han hecho por ayudarme en el estudio de sus mtodos,tanto en Inglaterra como en Norteamrica. Este libro lo dedico a ellos.

    K.W.

    CAPTULO 1

    GURDJIEFF Y OUSPENSKY

    Es una cosa fascinante. y al mismo tiempo un tanto alarmante, recorrer hacia atrs lalnea del pasado y notar lo delgado que era el hilo que tejieron los Hados, y cunfcilmente pudo haberse cortado; por supuesto que, de haberse cortado, entoncesla vida de uno hubiera sido completamente distinta, Qu lejos estaba yo de adivinar quecuando un joven periodista ruso perteneciente al personal nocturno de un diario de SanPetersburgo hizo un viaje a Mosc en la primavera de 1915, estaba iniciando unacadena de acontecimientos que iban a ser de suma importancia tambin para m Qutienen que ver -hubiera protestado si un gitano clarividente me hubiera llamado laatencin sobre ese acontecimiento- los movimientos de un periodista de SanPetersburgo conmigo, cirujano residente del Hospital Britnico de Buenos Aires. No

    pareca existir la menor conexin entre mi persona y cualquiera de los acontecimientosque ocurran en Rusia. y muchas cosas tuvieron que suceder y muchos aos que pasar,antes de que la senda del robusto y joven periodista ruso de pelo al ras y grandesanteojos se cruzara con la del cirujano de Buenos Aires.Ouspensky nos cuenta en su libro. In Search of the Miraculous, que durante lamencionada visita suya a Mosc en la primavera de 1915 dos amigos, un escultor y unmsico, le hablaron de un pequeo grupo de Mosc que estaba ocupado en ciertasinvestigaciones y experimentos difciles de describir.

    Trabajaban bajo la direccin de un griego caucsico y, un poco en contra de suvoluntad, accedi a que le presentaran a su maestro caucsico. El encuentro tuvo lugaren un pequeo caf, y Ouspensky hace la siguiente descripcin de su primer encuentrocon Gurdjieff: "Vi un hombre de aspecto oriental, ya no joven, con bigote negro y ojos

    penetrantes, que al principio me asombr porque pareca estar disfrazado ycompletamente fuera de ambiente en ese lugar y esa atmsfera. Yo estaba todava llenode impresiones de Oriente, y este hombre, con su cara de raj indio o de sheik rabe. . .sentado aqu en este pequeo caf. . . con sobretodo negro de cuello de terciopelo y unagalera negra produca la impresin extraa, inesperada y ms bien alarmante de unhombre mal disfrazado, cuya presencia lo embaraza a uno porque lo que ve no es lo quel finge ser, y no obstante eso uno tiene que comportarse y hablar como si no lo hubiera

    notado" (P. D..Ouspensky, In Search of the Miraculous).

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    Se encontraron varias veces ms en el mismo caf, y Ouspensky empez a darse cuentacada vez ms de que el hombre con quien hablaba aqu en Mosc, este hombre quehablaba el ruso incorrectamente con fuerte acento del Cucaso, posea el conocimientoque l, Ouspensky, haba estado buscado recientemente sin el menor xito, en India yCeiln. Fue el comienzo de una estrecha vinculacin entre los dos hombres que dur

    siete aos y tuvo enorme importancia para ambos.Despus vino la Guerra y la Revolucin, que pusieron fin no solamente al viejo rgimenZarista sino tambin a toda clase de pensamiento y cultura en Rusia. En 1917 Gurdjieffy Ouspensky, con varios miembros del Grupo de Gurdjieff, se refugiaron enConstantinopla, pero estaban tan alejados del inters del autor del presente libro, comosiempre lo haban estado. Fue entonces cuando el delgado hilo de los acontecimientoscomenz a acercarlos a m. Haba gente influyente en Londres que haba ledo el librode Ouspensky, Tertium Organum, y que; al saber que su autor era uno de los numerososrefugiados rusos dispersos en Constantinopla, lo invitaron a ir a Londres.El siguiente acontecimiento significativo tuvo lugar justo en los umbrales de mi casa, enel 86 de la calle Harley. Nos han concedido una entrevista con el Secretario del

    Interior dentro de veinte minutos, y quiero que usted sea miembro de la delegacin.Era mi amigo Maurice Nicoll quien me deca esto y, sin darme tiempo para contestarle,me meti de cabeza en un taxi que esperaba.-Pero, qu es todo esto? -le pregunt, despus de haber sido presentado a los otrosmiembros de la delegacin.-Se trata de Gurdjieff. Tenemos que conseguir un permiso para que venga a Londres.Ouspensky ya est aqu, y queremos tambin a Gurdjieff. T vas a representar a lamedicina ortodoxa, y dirs lo importante que es que se permita venir a Gurdjieff.Media hora ms tarde ya estaba yo explicndole a un aburrido secretario del Interior loesencial que era para el bienestar de la Medicina Britnica que Gurdjieff (que para mno era ms que un simple nombre) consiguiera permiso para radicarse en Londres. Perola Secretara del Interior explic al da siguiente que ya haba concedido tantos permisos

    para oficiales Rusos Blancos. que no poda conceder uno ms para Gurdjieff.Fue as que Ouspensky se radic en Londres y empez a celebrar reuniones all,mientras que Gurdjieff sigui donde estaba en Pars, y finalmente fund en un castillode Fontainebleau lo que durante tanto tiempo slo haba existido en su mente como

    proyecto: el Instituto para el Desarrollo Armonioso del Hombre.Maurice Nicoll fue quien forj el ltimo eslabn de la larga cadena de sucesos quehaban empezado, ocho aos antes, con la predestinada expedicin de Ouspensky aMosc, y su encuentro con Gurdjieff. Un da me acorral en la esquina de las callesWeymouth y Harley, y me dijo que Ouspensky estaba ahora celebrando reuniones muy

    interesantes en Kensington, y que l haba conseguido permiso para que yo concurriera.Me explic que a la gente slo se le permita entrar mediante una invitacin privada, yme dej la impresin de que poda considerarme muy afortunado por haber recibido unainvitacin.-El mircoles prximo, a las ocho en punto en Warwick Gardens -fue su despedida, ydesapareci.Ya he relatado. en una obra anterior. la historia de mi encuentro con Ouspensky, de miestrecha vinculacin con l por ms de treinta aos y de mis subsiguientes encuentrosen Pars con ese hombre ms notable an, George Ivanovitch Gurdjieff.Todos estos acontecimientos, .que tuvieron para m enorme importancia y que tienensuficiente inters como para ser registrados por escrito, han sido narrados en Venture

    with Ideas, pero poco fue lo que se dijo en ese libro sobre las ideas que ensearon esos

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    dos hombres. y fue la calidad nica de su enseanza, ms que sus caracteres, lo que memantuvo vinculado con ellos durante tantos aos. Las ideas no siempre ron cosas

    pasivas, obedientes, que pueden ser dejadas de lado cuando ya no nos sirven ms. y estoresulta particularmente cierto en lo que respecta a las que me fueron ofrecidasdirectamente por Gurdjieff, o a travs de Ouspensky. Haba ideas que venan

    fuertemente cargadas de energa y que pronto comenzaron a obrar en mi interior comoun poderoso fermento. Originalmente, me sent atrado hacia ellas debido a que eranenteramente distintas de todo lo que hasta ese momento haba conocido, y gradualmentese fueron apoderando de mi e impulsndome en una direccin en que al principio yo nodeseaba dirigirme. Al revs de Ouspensky, quien haba abandonado deliberadamentesu trabajo en 1914 con el fin de buscar en Oriente lo que l llamaba "EscuelasEsotricas", yo estaba, o crea estar satisfecho con las cosas tal como se presentaban.En pocas palabras, no senta la necesidad de contar con una filosofa de la vida. Sinembargo. me estaban sacando a tirones de la usual rutina de mi vida y de misacostumbrados canales de pensar y sentir, no tanto por la fuerza del impacto de doshombres poderosos -los dos notables- sino por el peso mismo de su enseanza. Todas

    estas cosas han sido explicadas en Venture with Ideas.Gurdjieff estaba en Pars y Ouspensky en Londres: por lo tanto fue este ltimo quien meense el sistema de conocimiento que Gurdjieff haba llevado a Rusia luego de susaos de viajes por el Oriente. Tal vez haya ocurrido tambin que los Hados responsablesde todo lo que me estaba ocurriendo, lo hubieran dispuesto de ese modo. Gurdjieffempleaba medicinas fuertes, y dudo de que yo hubiera sido capaz de digerir su drsticotratamiento, si lo hubiera conocido desde un principio. Debo muchsimo a Ouspensky

    por todo lo que hizo por m en esos primeros aos, y le estoy profundamente agradecidopor su paciente y clara interpretacin de la enseanza de Gurdjieff. Tena mejor dominiodel ingls que Gurdjieff, y una mente metdica y prolija, que impona el orden sobre elmtodo de enseanza menos sistematizado de este ltimo. Su paciencia era algo real..mente notable. De 1917 en adelante buscaba expresiones cada vez ms claras para lasideas que haba recibido de Gurdjieff, con la posible intencin -pues nunca hablaba deello en forma definida- de publicarlas en forma de libro despus de la muerte de ste.Pero muri antes que su maestro, y entonces recay en Gurdjieff la responsabilidad dedecidir si habra de enviarse a la imprenta o no los prolijamente revisados escritos deOuspensky. Gurdjieff tuvo oportunidad de leerlos en una traduccin al ruso, y manifestque eran una expresin exacta de su propia enseanza, por lo que orden que se

    publicaran.

    Gurdjieff y Ouspensky ya han muerto, y si alguna vez he de registrar por escrito lo que

    aprend de ellos, tiene que ser ahora. He dudado durante mucho tiempo antes deembarcarme en esta tarea, y eso por muchsimas razones. Una de ellas, por ciertoimportante, es que yo estaba plenamente consciente de la dificultad de trasladar a unlibro una enseanza tan individual como lo es la de Gurdjieff, enseanza que, para sereficaz, no puede ser leda, sino impartida a los individuos en forma oral.Gurdjieff crea que los hombres y las mujeres son divisibles en un nmerocomparativamente pequeo de tipos, y que lo aplicable a un tipo, no lo esnecesariamente a otro. De tal manera, la instruccin tiene que ser dada en formaindividual, y es obvio que esto no puede hacerse en un libro. Tambin prev la dificultadde presentar ideas, primero en la forma cruda en que las recib de Ouspensky, paramostrar despus la gradual profundizacin de mi comprensin de ellas con el correr de

    los aos.

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    Este lento progreso en la comprensin, slo poda ser sugerido en un libro observandoel tiempo con un telescopio, y el resultado poda resulta confuso, por dejar al lector amenudo lleno de dudas sobre si las ideas que yo expona haban sido recibidas as deOuspensky, o si yo las haba entendido en esa forma mucho tiempo despus. Esemtodo de presentacin, tambin podra llevarme a poner en boca de Ouspensky

    palabras que l nunca hubiera pronunciado, aun cuando ellas pudieran estarcompletamente de acuerdo con su enseanza. Todo esto me hizo advertir claramenteque habra de enfrentarme con muchas dificultades al escribir sobre las ideas deGurdjieff.Gurdjieff dijo una vez: "Tengo cuero muy bueno para venderle a quienes quieranhacerse zapatos con el", y cuando estas palabras llegaron a mi mente, inmediatamenteme proporcionaron el plan correcto para mi obra. No hay mejor descripcin que stadel rol desempeado por Gurdjieff como maestro. Era un hombre que tena ideas de unacalidad extraordinaria para venderle a quienes necesitaran ideas de esa clase. Ademshaba utilizado deliberadamente la palabra vender, porque siempre sostuvo que loshombres no eran capaces de apreciar ninguna cosa que no se vieran obligados a pagar

    para conseguirla; el pago no tiene que ser forzosamente con dinero; pero algo tienenque sacrificar para poder apreciar debidamente el cuero que adquieren. Otro puntoimportante sobre el que hizo hincapi en esta breve frase suya, fue que el cuero era paraaquellos que fueran a utilizarlo en forma prctica, y no para diletantes o exhibicionistasque lo quisieran solamente para lucirse. El comprador tena que elaborar algo con elcuero que haba comprado, y nada poda resultar ms til que un par de zapatos fuertes

    para el difcil viaje que es la vida. Advert que el propsito que yo tena que tener envista mientras escribiera el proyectado libro, deba ser el de mostrar al lector loexcelente que era el cuero de Gurdjieff; y exhibir luego los zapatos que haba fabricadocon l. La mano de obra y el diseo de mis nuevos zapatos podran, naturalmente, habersido mucho mejores. pero algo hay que decir en su favor, y es que son mi propia obra. yestn hechos a mano.Como se ver ms adelante. despus de haber hecho una resea de las ideas deGurdjieff, las comparo frecuentemente con otras afines provenientes de fuentescientficas, filosficas y religiosas. He realizado estas comparaciones, porque desdehace muchsimo tiempo ha despertado en m gran inters, comparar personalmente ycontraponer las ideas de Gurdjieff a las que se me han presentado a travs de variadaslecturas en el curso de los ltimos treinta aos. He descubierto muchas analogasllamativas en esta forma. pero lo que quiero acentuar aqu, es que no pueden encontrarseen ninguna otra parte tantas ideas de esta naturaleza reunidas en un todo sustancial en smismo y coherente. Quiz sea mejor emplear un smil totalmente distinto, asimilando el

    sistema de enseanza de Gurdjieff a un organismo viviente, dentro del cual ya cada unade las partes se relaciona con todas las dems, y depende de ellas.Como la enseanza de Gurdjieff posee las cualidades de coherencia. integracin ydesarrollo que son caractersticas de la vida, es por ello que estoy tratando de llevarla aconocimiento de otra gente, en la medida en que es posible hacerlo en forma de libro.Esta ltima frase condicional es necesaria, pues la formulacin y la impresin exprimende la palabra hablada casi toda su vitalidad, del mismo modo que cuando se aprieta auna flor, se la priva de casi toda su belleza. Todas las grandes religiones se han vistoexpuestas a este proceso desvitalizante. Cuando las ensearon sus fundadores eran cosashermosas, vivas, pero cuando los escribas, los fariseos y los abogados las asentaron enlibros y rollos, quedaron tan desamparadas y resecas como los Treinta y Nueve

    Artculos de la Iglesia Anglicana.

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    Desgraciadamente no hay forma de evitar el efecto desvitalizante que tienen los librossobre la enseanza oral, y todo lo que puede hacerse a esta altura es advertir al lectorque eso puede ocurrir. Tiene que ser puesto en guardia sobre otra cuestin, es decir,sobre el empleo de la palabra sistema en relacin con la enseanza de Gurdjieff. Esuna palabra que debiera de haberse evitado, pero lamentablemente ha sido confirmada

    por un largo uso. La razn de que sea objetable es que la palabra sistema estntimamente relacionada en nuestras mentes con adjetivos calificativos tales comocorrecto e incorrecto, ortodoxo y heterodoxo, y stas son palabras a las que Gurdjieff sehubiera opuesto con todas sus fuerzas.Tambin se opone a ellas otro maestro moderno de las verdades espirituales:Krishnamurti, quien deplora nuestra tendencia a organizar y sistematizar la sabidura, ylo ilustra con una parbola. Narra que un da el diablo y un amigo salieron a dar un

    paseo por la tierra, y en eso vieron a un hombre que se agachaba de golpe y levantabaalgo del suelo. Dijo el amigo del diablo: Ser mejor que te pongas en guardia, pues esehombre que est all ha recogido una partcula de la verdad.El diablo sonri. sin perturbarse en lo ms mnimo. No hay ningn peligro -contest-

    van a organizarla y sistematizarla, No hay motivo para preocuparse.El Maestro Zen del Budismo compara toda enseanza a un dedo que apunta hacia laluna, y reprende muy severamente al discpulo, si ste pone el nfasis sobre el dedo enlugar del objeto al que el dedo apunta. Del mismo modo debe considerarse a laenseanza de Gurdjieff como un dedo que dirige la atencin sobre ciertos principios ymtodos que, empleados acertadamente, conducen a determinados resultados. Todo loque este libro puede hacer es dar al lector una idea sobre algunos de los mtodos y

    principios que empleaba Gurdjieff. Imaginar que con cualquier libro puede lograrse algoms que eso, es obviamente absurdo. Gurdjieff no traz diagramas sobre un pizarrn

    para ensear con ellos. Su mtodo de instruccin era mucho menos cmodo para suclase. Extraa de nosotros trozos vivientes de experiencia y con ellos enseaba. Unodescubra que sus propias vanidades y tonteras diminutas eran utilizados comoejemplos con los cuales Gurdjieff poda demostrar a la clase la naturaleza mecnica dela vida humana. Un libro no es ms que un sustituto muy pobre de una enseanza tanvital y directa como sta.

    CAPTULO II

    LAS VARIAS MENTES DEL HOMBRE

    Mantener el inters del grupo por un organismo de ideas, aportar temas de discusintodas las semanas, guiar a la gente en medio de sus confusiones privadas, susestupideces y sus dificultades durante ms de un cuarto de siglo, no era cosa balad, yesto fue lo que hizo Ouspensky por sus seguidores. Y nosotros, por nuestra parte, leofrecimos nuestro decidido apoyo.Constituamos una muchedumbre heterognea, que se mantena unida debido, casitotalmente, a la enseanza. Tambin haba gente que vena y se iba -constituan la

    poblacin flotante del trabajo; haba una cantidad de aves de paso que vagaban porsobre el borde de las cosas, eligiendo trivialidades al azar pero sin realizar verdaderosesfuerzos; se acercaba algn extrao que apareca en una sola reunin y despus, al noconseguir la respuesta de Ouspensky, no volva ms; y tambin veamos visitantes que

    ya cargaban un pesado equipaje mental y emocional constituido por conviccionesinconmovibles, teoras y creencias firmes, en forma tal que les resultaba completamente

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    imposible hallar espacio para algo nuevo. Estaban todos estos, y adems muchos otrostipos de gente que acudan a unas cuantas reuniones de Ouspensky, mostraban sealesde desaprobacin y desaparecan para siempre. Pero exista un constante y slido grupode seguidores que en muy contadas ocasiones faltaban a una reunin.Ouspensky celebraba sus reuniones, en la poca en que me un a su grupo, en una casa

    ubicada en Warwick Gardens. En la amplia planta baja en que nos reunamos haba unpizarrn, unas cuarenta sillas de madera de respaldo recto y asiento duro, y una pequeamesa en la que se haba colocado una jarra de agua, un baldecito, un cenicero de bronce,un borrador y una caja de tizas de colores. En la mesa se sentaba Ouspensky, hombre decomplexin robusta. pelo gris cortado al rape; un hombre que, a juzgar por lasapariencias yo hubiera tomado por un cientfico, abogado o maestro de escuela, perociertamente no por el expositor de lo que yo entenda que deba ser una forma mstica defilosofa. Al principio me result muy difcil de comprender, principalmente porquehablaba con un acento ruso tan fuerte que me produca la impresin de estar escuchandouna lengua extraa. Pero pronto me acostumbr a su diccin eslava, y descubr, parasorpresa ma, que posea un vocabulario ingls muy extenso. Cuando nos hablaba no

    haca muchos gestos ni tampoco empleaba esa clase de recursos que utilizan losconferenciantes experimentados, y esta ausencia de arte oratorio daba ms peso a susargumentos. Uno senta que l no tena deseo de convencer -lo que as era- y que lo quedeca era sincero, digno de confianza y muy posiblemente cierto.La habitacin desnuda, el pizarrn, borrador y tizas, las sillas duras, la apariencia deOuspensky, la forma en que echaba ojeadas a sus notas, algunas veces a travs de suslentes y otras mirando por sobre ellos, sus afirmaciones dogmticas, el modo comoconduca las reuniones, como negndose a aceptar insensateces, y la forma brusca enque rechazaba preguntas demasiado largas o intiles; todo ello pareca transportarmedirectamente de nuevo al aula escolar. Volv a sentirme un muchachito que escucha a unmaestro amable pero un tanto severo que se dirige a un personaje inferior. Aunque heestado vinculado a Ouspensky por casi un cuarto de siglo, nuestra relacin continu talcomo haba empezado, o sea la de un discpulo -quiz un prefecto en aos posteriores- ysu superior. Nunca me sent completamente cmodo a su lado, y jams me encontr oconvers con l del modo que un ser humano debiera de encontrarse o conversar conotro, abiertamente y sin temor. No obstante eso, soy plenamente consciente de laobligacin que tengo para con l, y siento que le debo casi tanto como a Gurdjieff, puessin la ayuda de Ouspensky, dudo de que jams hubiera podido comprender a Gurdjieff.

    No quiero afirmar con esto, que an ahora haya podido comprender del todo a esehombre verdaderamente asombroso.El punto de partida de Ouspensky para el estudio del sistema de G. -siempre se refera al

    maestro en esta forma- era el mismo que G. haba elegido como punto de partida enMosc: v.g. el estudio de la naturaleza del hombre. Usaba como texto las palabrascomnmente atribuidas a Scrates, pero que son en realidad mucho ms antiguas que lapoca de Scrates: la afirmacin de que el conocimiento de s mismo es el principio detoda sabidura. Luego segua diciendo que tenamos una inmensidad de cosas porconocer en relacin con nosotros mismos, ya que se era un tema sobre el cual todosramos abismalmente ignorantes. Somos, en realidad, muy distintos de lo queimaginamos ser, y nos atribuimos a nosotros mismos toda clase de cualidades, talescomo unidad interior, control y voluntad, que, en realidad. no poseemos. Nuestrotrabajo debe comenzar, por lo tanto, con el abandono de la idea de que nos conocemos anosotros mismos, y con el descubrimiento de lo que realmente somos.

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    ste es un paso preliminar necesario para transformarnos en alguna cosa si, despus deconocernos un poco mejor, nos sentimos disgustados por algunas de las cosas quehemos visto, y queremos cambiarlas.Despus, sin ninguna observacin preparatoria ms, ni clusulas condicionales, nimencin alguna de agobiadoras circunstancias, Ouspensky se sumerga bruscamente en

    el sistema de pensamiento de G. El hombre -deca- es una mquina que reaccionaciegamente a las circunstancias externas, y, siendo as, no tiene voluntad, y muy pococontrol de s mismo, si es que tiene alguno. Lo que tenemos que estudiar, por lo tanto.no es psicologa -pues eso se aplica solamente al hombre desarrollado- sino mecnica.Ouspensky deca que hay que comenzar, el estudio del hombre mquina con unainvestigacin de su mente. Sobre este tema la enseanza de G. difera de todas las otrasenseanzas occidentales. Proclamaba que el hombre posee no slo una mente sino sieteclases distintas de mentes, cada una de las cuales aporta su contribucin a la suma totalde su conocimiento. La primera de estas mentes del hombre es su mente intelectual,instrumento que se ocupa de la construccin de teoras, y la comparacin de una cosacon otra. La segunda mente del hombre es su mente emocional, que se ocupa de los

    sentimientos en vez de las ideas; su tercera mente es la mente que controla susmovimientos, y a la cuarta mente G. le haba dado el nombre de "mente instintiva".Esta cuarta mente supervisa todas las funciones fisiolgicas de su cuerpo. tales comolos. procesos de digestin y respiracin.

    Fig. 1 Muestra siete centros en el hombre: intelectual, emocional, sexual, instintivo, sexual superior,emocional superior, intelectual superior. Los dos centros superiores que no funcionan en el hombre

    ordinario, son los que aparecen sombreados.

    Existe tambin la mente de la vida sexual del hombre, y, adems de estas mentesordinarias, hay dos variedades superiores: la Emocional Superior y la IntelectualSuperior. Estas mentes Superiores no funcionan en la gente comn como nosotros, sinoque se encuentran activas solamente en los hombres plenamente desarrollados. Noobstante eso, existen en la gente comn y, algunas veces; y por causa de algn

    accidente, se activan en ellos por unos instantes (ver fig. 1).

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    Los que componan el pblico de Ouspensky, que haban crecido dentro de la ideacartesiana de que la mente es una especie de presencia fantasmal, que hace uso delsistema nervioso central en forma parecida a como un dueo de casa usa un telfono, esdecir. como un instrumento que recibe mensajes del mundo externo y emite rdenes alcuerpo, encontraban que esta idea de que el cuerpo posea tantas mentes era un poco

    confusa. Yo, por mi parte, no era un convencido de la idea cartesiana, y estabaparticularmente interesado en la idea de que existe una mente especial para coordinarlos variados procesos fisiolgicos que se producen en el cuerpo. Pues cmo -a menosque se atribuyera al cuerpo una inteligencia congnita propia- era posible explicar elmaravilloso trabajo que realiza el cuerpo, los complicados procesos qumicos que seefectan en forma tan rpida en sus laboratorios, la asombrosa inteligencia quedespliega en la regulacin de su crecimiento. la maravillosa forma en que cumple su

    propio trabajo de reparacin, y la prontitud con que moviliza sus defensas contra elataque de microorganismos hostiles?Estas maravillas fisiolgicas siempre me haban causado asombro, y sugeran con granfuerza que la inteligencia reside no slo en el cerebro, sino en todos los tejidos vivos del

    cuerpo. Filosficamente hablando, yo haba llegado ya a la conclusin de que la mente yel cuerpo tenan que ser considerados como coexistentes e interdependientes, siendocada uno de ellos condicin de la existencia del otro; y, como veremos ms tarde, estafilosofa est en armona con la enseanza de G. sobre el tema.Acept con muy buena disposicin, por lo tanto, este informe preliminar de que existenvarias especies de mente en el hombre y que el cuerpo deriva de aquella su propiavariedad fisiolgica.Ouspensky haca libre uso de diagramas cuando nos enseaba, y uno que con frecuenciase dibujaba sobre el pizarrn era el que mostraba las varias mentes del hombre (como enla fig. 1) .Deca que este diagrama era considerado como un ser de tres pisos, en cuyo piso msalto reside la mente intelectual, o, como Ouspensky prefera llamarla ahora, el CentroIntelectual. En el piso del medio est la mente o centro emocional del hombre, y en el

    piso inferior su centro motor y sus mentes o centros instintivos.Cuando se le preguntaba dnde estaban situados, anatmicamente hablando. estasmentes o centros coordinadores, del hombre, contestaba que estaban desparramados portodo el cuerpo, pero que la mxima concentracin del centro intelectual, o lo que podallamarse su centro de gravedad, est ubicado en la cabeza. El centro de gravedad delcentro emocional est en el plexo solar, el del centro motor en la mdula espinal y eldel centro instintivo dentro del abdomen. Ouspensky nos aconsejaba a los queencontrbamos difcil de visualizar esta amplia difusin de los distintos centros, que

    pensramos en la mente del hombre en trminos de funciones o actividades, antes queen trminos de centros y estructuras anatmicas. En lugar de hablar de los cuatrocentros inferiores. podra decirse que hay en el hombre cuatro funciones distintas: las de

    pensar. sentirse y moverse, y la de regular las variadas necesidades fisiolgicas de sucuerpo. Adems de stas estn las funciones sexuales y las funciones del pensamiento ydel sentimiento superiores, que existen en nosotros solamente en forma latente y queson incapaces de manifestarse.Segn G., todas las criaturas vivientes que pueblan la tierra podran ser clasificadas deacuerdo con el nmero de mentes o centros que poseen. y el hombre es la nica criaturasobre el planeta que est equipado con un centro intelectual. Los animales superiores

    poseen centro emocional, motor, instintivo y sexual, pero los inferiores. como por

    ejemplo los gusanos. estn desprovistos hasta del centro emocional, y se las arreglancon los centros motor e instintivo solamente.

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    La actividad relativa de los tres centros principales en el hombre (intelectual, emocionale instintivo-motor) es distinta en los diferentes individuos. y esto nos proporciona elmedio de clasificar a los hombres bajo tres o cuatro rubros. Existen hombres que lohacen todo mediante la imitacin de la forma de comporta miento de 1os que losrodean. y que piensan. se mueven y reaccionan en forma muy parecida a como todos los

    dems piensan, sienten, se mueven y reaccionan. Tales personas estn casi enteramentecontroladas por sus centros motores, que poseen un don especial de imitacin. y unhombre de ese tipo ser conocido de aqu en adelante como hombre nmero uno.Existen otras personas en las que las emociones asumen la direccin de sus vidas,

    personas que son guiadas por lo que sienten y por lo que les gusta y les disgusta, antesque por lo que piensan. Esas personas se pasan la vida buscando lo que les resultaagradable y evitando lo que les desagrada, pero a veces reaccionan patolgicamente enforma inversa, derivando un placer perverso del temor, y convirtiendo de afligente enuna forma horrible de voluptuosidad. Una persona de este tipo que est controlada porlas emociones, ser denominada en adelante hombre nmero dos.Tenemos finalmente al hombre nmero tres, o sea el hombre dominado por las teoras y

    por lo que l llama su razn cuyo conocimiento est basado en el pensamiento lgico, yque todo lo entiende en el sentido literal. Un hombre de este tercer tipo ser llamadohombre nmero tres.Ouspensky nos aclar que ninguno de estos tres tipos de hombres era superior a ningnotro, y que los tres estaban al mismo nivel, igualmente a merced de su maquinaria

    psicolgica, y sin ninguna voluntad. Todo lo que se quiere mostrarnos con estaclasificacin es que el comportamiento individual y las decisiones de un tipo de hombre

    puede ser explicado por el predominio que tiene en l una determinada funcin, y elcomportamiento y las decisiones de otro tipo de hombre, por el predominio de otra clasede funcin. Este mtodo de clasificacin de la gente es posible porque el desarrollohumano es generalmente desparejo, pero nos sirve mucho menos cuando el desarrollode un hombre se ha producido en forma ms equilibrada.Un hombre debidamente equilibrado, trabajando como tendra que trabajar, se asemeja auna orquesta bien preparada, en la cual un instrumento asume la direccin en unmomento de su actuacin y otro instrumento en otro momento, dando cada uno sucontribucin a la ejecucin de la sinfona. Desgraciadamente ocurre muy raras vecesque nuestros centros trabajen en forma armoniosa, pues no slo puede ocurrir que uncentro interfiera en el trabajo de otro centro sino que con frecuencia trata de hacer eltrabajo de otro centro. Hay ocasiones, por ejemplo, en que nuestras acciones tendranque basarse en el sentimiento antes que en el pensamiento, y otras en que lossentimientos tendran que ceder la primaca al pensamiento. Pero los argumentos

    reemplazan con frecuencia al sentimiento en primer lugar, y las emociones sonproclives a interferir con el pensamiento en segundo lugar. Como resultado de estedesacuerdo entre los centros, y de la ausencia del director de la orquesta, muyfrecuentemente se producen disonancias, nuestros sentimientos se contradicen connuestros pensamientos, y nuestras acciones se traban en lucha con nuestros

    pensamientos y sentimientos. Nos asemejamos por lo tanto a orquestas a las que no sloles falta un director, sino que adems estn compuestas por msicos que se pelean entresi. Los ejecutantes de instrumentos de cuerdas ya no estn en buenos trminos con losejecutantes de instrumentos de viento, ya nadie le importa en lo ms mnimo lo quehace el resto de la orquesta. Abreviando: cada miembro de la orquesta hace lo que le

    parece bien a sus propios ojos, sin importarle nada de nadie ms.

    Ouspensky deca que conocerse a s mismo requiere muchos aos de estudio de smismo, y que debemos primeramente entender cul es la forma correcta de hacerlo.

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    Comentaba que haba comenzado por hacernos conocer la explicacin dada por G.sobre los distintos centros, pues habra de resultarnos til para el trabajo que estbamosa punto de emprender, el de la observacin de nosotros mismos. Lo que se requeraahora de nosotros era que empezramos a observar el trabajo de los distintos centros ennosotros mismos, la forma en que estaban funcionando, y asignramos al centro

    correspondiente cada actividad, segn la viramos. Obteniendo nuestros propiosejemplos del trabajo de estos centros dentro de nosotros mismos, nos iramosfamiliarizando cada vez ms con el funcionamiento de nuestra maquinaria. Como lodijera G. mucho tiempo antes. el estudio del hombre comienza con el estudio de lamecnica y no de la psicologa, pues la psicologa es aplicable slo a gente que estms plenamente desarrollada. Conocernos a nosotros mismos en la forma en que nos eranecesario conocernos eventualmente, constitua una aspiracin muy ambiciosa, que slo

    poda realizarse despus de aos de pacientes y dolorosos estudios de nosotros mismos.Nos adverta que nos cuidramos de confundir la auto-observacin, en la forma en quedebe realizarse, con esa ocupacin sumamente inservible que se conoce con el nombrede introspeccin. La introspeccin es muy distinta de la observacin de s mismo. Lo

    que se requera de nosotros era que registrramos, o tomramos nota, de nuestrospensamientos, emociones y sensaciones en el momento en que ocurran, y laintrospeccin por lo general significa pensar y soar en nosotros mismos. Laintrospeccin comprende tambin el anlisis y la especulacin sobre los motivos queimpulsan nuestro comportamiento, pero como el cuadro que tenemos de nosotrosmismos es en gran medida un cuadro imaginario, toda esta especulacin y sondeo en laoscuridad es de muy poco provecho para nadie, en lo que respecta al verdaderoconocimiento de uno mismo.Al observarnos a nosotros mismos, debemos mirarnos con desapego, y como siestuviramos mirando a otra persona sobre la cual sabemos muy poco. Al principio

    podremos encontrar difcil atribuir nuestras actividades a los centros correspondientes,pero con la experiencia esto se ir haciendo gradualmente ms fcil. Por ejemplo, alprincipio algunos de nosotros podremos confundir el pensar con el sentir, el sentir conel percibir, y entonces podr sernos de utilidad recordar que el centro intelectual trabajacomparando una cosa con otra cosa, y haciendo afirmaciones subsiguientes sobre la

    base de esta comparacin, mientras que el centro emocional trabaja registrando susgustos y aversiones congnitos, y actuando directamente sobre esa base.El centro instintivo est ocupado del mismo modo, decidiendo sobre si las sensacionesque recibe son de naturaleza agradable o desagradable. Debiramos tener presente elhecho de que ni el centro emocional ni el instintivo discuten o razonan jams sobreninguna cosa, pero como todo lo perciben directamente, le dan a la percepcin una

    respuesta igualmente directa. Debiramos considerar a estas funciones psquicasnuestras como si fueran distintas clases de instrumentos, cada variedad de los cualesaporta su contribucin a la suma total de nuestro conocimiento.Existen diferentes formas de conocer una cosa, y conocerla completamente significaconocerla simultneamente con nuestras mentes pensante, emocional, y hasta con lamotriz y la instintiva. Ouspensky nos adverta que, mientras nos estudibamos anosotros mismos de este modo, habramos de descubrir muchas cosas en nosotrosmismos que nos disgustaran, as como muchas cosas que mereceran nuestraaprobacin. Pero por el momento debamos contentarnos slo con tomar nota denuestros gustos y aversiones, sin tratar de provocar cambio alguno en nosotros mismos.Sera una equivocacin muy grave deca- y afortunadamente una equivocacin muy

    difcil de cometer, alterar algo en nosotros mismos en esta etapa tan temprana denuestro trabajo.

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    Cambiar algo en uno mismo sin correr el riesgo de perder alguna otra cosa de valor,requiere un conocimiento del todo, que estamos muy lejos de poseer. En nuestro actualestado de ignorancia del todo, debiramos de luchar para despojarnos de algunacualidad personal que, debidamente manejada, podra en un futuro convertirse paranosotros en un caudal positivo, o tambin fortalecer algn otro rasgo nuestro que

    hubiera causado nuestra admiracin, pero que constituira un impedimento para nuestrodesarrollo futuro. Adems, si un hombre pudiera destruir alguna caracterstica suya quele causara disgusto, alterara al mismo tiempo todo el equilibrio de su maquinaria, yde ese modo provocara una cantidad de inesperados cambios en otras partes de smismo. Es una suerte para nosotros, por lo tanto, que est ms all de nuestro poderentrometernos con nosotros mismos, aun cuando nos es posible solamente vernosen forma un poco ms clara que hasta entonces.Ouspensky nos aconsejaba dejar de lado toda clase de actividades que tuviera uncarcter dudoso, hasta tanto hubiramos adquirido mayor habilidad en la tarea deordenarlas. Por el momento debamos concentrar nuestra atencin en la clasificacinde las actividades que tuvieran una naturaleza definida. Luego, despus de haber

    adquirido destreza en la observacin del trabajo de nuestros variados centros, podramosemprender la tarea ms difcil de buscar ejemplos del trabajo equivocado de los centros,debido ya sea a que un centro tratara de realizar el trabajo que corresponde a otro, o aque un centro se entrometiera en el funcionamiento de otro centro. Nos dio, comoejemplo de un centro que desempea el trabajo de otro, la pretensin del centrointelectual de que "siente" mientras que es completamente incapaz de sentir nada, o delcentro emocional que adopta una decisin que no est dentro de sus atribucionesadoptar.Describa al centro motor como un tpico bufn, y deca que con frecuencia imitaba eltrabajo de otros centros, haciendo aparecer exteriormente como que se estaba llevando acabo una verdadera tarea de pensar o sentir, mientras que en la realidad no estabasucediendo nada que pudiera tener una naturaleza genuina. Por ejemplo, una persona

    poda estar leyendo un libro en voz alta o hablando con alguien en forma impresionante,y sin embargo bien poda ocurrir que estuviera slo emitiendo palabras, que no tuvieran

    para ella ms significado que el que las palabras que pronuncia un loro tienen para ste.La lectura, la conversacin y el llamado pensar en este muy bajo nivel, ocurren confrecuencia, y no son ms que imitaciones de otras actividades urdidas por el centromotor.Ouspensky sealaba que la capacidad de un centro para trabajar en lugar de otro podacon frecuencia ser muy til, en el sentido de que permita la continuidad de la accin;

    pero nos adverta de que si eso ocurra con demasiada frecuencia, poda convertirse en

    un hbito, y ser de ese modo una cosa daina.Por ejemplo, hay ocasiones en que tiene una importancia vital pensar claramente. y si enun instante determinado en que el pensamiento es ms claro, interviene el centroemocional por medio de la fuerza pura del hbito. y se arroga la facultad de emitir juiciosobre una situacin para la cual es necesario el ejercicio del razonamiento, el resultadode esta inoportuna interferencia habr de ser extremadamente insatisfactorio. El hombre-deca- es un mecanismo sumamente complicado y que est delicadamente ajustado: sise trastorna el equilibrio que existe entre sus distintas partes, la totalidad de lamaquinaria empieza a funcionar en muy mala forma. Estas cosas ocurrenfrecuentemente en los casos de individuos psicopticos y neurticos, en los que cadacentro est continuamente mezclndose en la actividad de otro centro, o si no, trata de

    hacer el trabajo que a aquel le corresponde. sin poder cumplirlo como es debido.

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    Como resultado de toda esta interferencia y mal funcionamiento, todas las partes de lamaquinara de la persona neurtica andan cada una por su lado.Pero el mal funcionamiento de la maquinaria, no est limitado solamente a las personasque calificamos de neurticas. Ouspensky deca siempre que aun cuando los psiclogosoccidentales han reconocido que un trabajo interior errneo y la interferencia de una

    funcin psquica en el trabajo de otra funcin psquica, son los responsables de muchasenfermedades nerviosas, no se han dado cuenta an de la enorme cantidad de trabajodefectuoso que siguen realizando personas comunes y supuestamente saludables. Esetrabajo defectuoso es la causa de la torpeza de las impresiones sensorias que se recibendel mundo exterior, de nuestra apata y falta de comprensin. de nuestra incapacidad

    para ver las cosas en forma vvida y directa, como las ve un nio, y lo sombras que sonpor lo general nuestras vidas. "El hombre -continuaba diciendo Ouspensky- no slo esuna mquina, sino adems una mquina que trabaja muy por debajo del nivel quedebiera mantener. si estuviera funcionando debidamente. Es necesario que nosotros. porlo tanto, nos observemos muy de cerca. no slo para obtener el conocimiento de nuestromecanismo, sino tambin con el fin de poder darnos cuenta de cunto mejor podramos

    hacer trabajar nuestra maquinaria. Hay muchos defectos que nos son comunes a todoscomo seres humanos. y tambin existen formas de mal funcionamiento que son

    peculiares de cada uno de nosotros. En la etapa preliminar del estudio de nosotrosmismos, es necesario que nos familiaricemos a fondo con nuestras propias fallas

    particulares".Como lo he dicho antes en este mismo captulo, la idea de que el hombre tiene otrasmentes, adems de la mente nica que los fisilogos han relacionado con su cerebro ysu sistema nervioso, me llam fuertemente la atencin. Adems de eso, todo lo queOuspensky deca sobre la habilidad que tiene un centro para asumir el trabajo de otrocentro, estaba plenamente de acuerdo con mi experiencia personal. Pude recordar quemucho tiempo antes, al aprender a andar en bicicleta, mi centro motor, en ciertomomento, se haba hecho cargo del trabajo que hasta entonces haba .sido ejecutado pormi centro intelectual. Al comienzo de las lecciones, haba tenido que dirigir unainmensa cantidad de pensamiento hacia la forma en que tena que distribuir el peso delcuerpo, y si dejaba vagar mi atencin siquiera por un instante apartndola de la tarea deequilibrarme y apuntar los manubrios en la direccin debida, no tardaba nada en darcontra el suelo. Pero despus, en forma completamente repentina, todo este pensar ydisponer se hizo completamente innecesario. y me vi a m mismo haciendo andar la

    bicicleta y manteniendo el equilibrio como. si la capacidad de hacerlo hubiera nacidoconmigo. Algo dentro de m haba asumido de repente la responsabilidad total delmanejo de la bicicleta, y el algo que haba aliviado a la cabeza de su trabajo anterior

    era, claramente, mi centro motor. Pude recordar, tambin. el brusco cambio que seprodujo en mi forma de hablar castellano, cuando viva en Buenos Aires. Hasta ciertomomento, dramtico por cierto, haba necesitado pensar mucho para hablar encastellano, y lo que realmente estuve haciendo todo el tiempo no era ms que traducir

    penosamente del ingls al espaol; de repente, en no ms de una semana, ocurri uncambio impresionante, y me vi a m mismo pensando y soando en castellano. Se habaesfumado la necesidad de traducir, y mi centro motor estaba imitando a todos los queme rodeaban, y realizando el trabajo que antes haba llevado a cabo mi centrointelectual.Al igual que mucha otra gente, me encontr con dificultades al principio para distinguirentre los movimientos instintivos o los que realiza el centro motor, pero Ouspensky nos

    haba ayudado en gran forma. al decirnos que los movimientos instintivos soncongnitos, mientras que los del centro motor tienen que ser aprendidos. Por ejemplo, el

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    nio recin nacido sabe cmo respirar desde el principio. y rpidamente aprende achupar y tragar, pero el arte de caminar tiene que ser adquirido trabajosamente en unafecha posterior. Ouspensky deca tambin que cada centro posee su propia forma dememora, y yo record la sorpresa que haba sentido al descubrir que, aun cuando nohaba andado en bicicleta por ms de veinte aos, todava era capaz de saltar sobre una

    mquina y pedalear sin pensarlo y sin encontrar ninguna dificultad. Mi centro motorhaba recordado la tcnica de andar en bicicleta todo ese tiempo. El ciclismo sirvetambin para ilustrar lo que Ouspensky haba dicho sobre la interferencia de un centrocon otro. Si despus que el centro motor carga con la responsabilidad de andar en

    bicicleta, uno empieza a pensar sobre el asunto ya maquinar intelectualmente sobre laforma de distribuir el peso y la direccin en que deben apuntar los manubrios, es msque probable que d contra el suelo, y esto es un claro ejemplo de cmo el centrointelectual interfiere con el centro motor.Existe una interesante relacin tambin entre la idea de G. sobre la memoria del centroinstintivo, y la opinin de Samuel Butler de que el instinto en los animales, y aun laherencia como un todo, son el resultado de recuerdos heredados. Samuel Butler

    protestaba contra la actitud de "cortar el hilo de la vida, y por lo tanto del recuerdo,entre una generacin y su sucesora". Segn l, nuestros cuerpos heredan los recuerdosde una larga lnea de antepasados, recuerdos que pasan sobre la grieta que existeentre las sucesivas generaciones, por medio del ovario y el espermatozoide. Daba, comoejemplo de recuerdo heredado, el hecho de que en cierta etapa de su desarrollo dentrodel huevo, el pollito "recuerda" que tiene que golpear con su pico la capa interior de lacscara de huevo, para poder proyectarse en el mundo. El pollito no slo recuerda cmohay que hacerlo, sino que adems, en una etapa an anterior de su desarrollo, su centroinstintivo ha recordado con tiempo la necesidad de reforzar clulas muy fuertes de la

    punta de su pico, a fin de poder romper la cscara, y una vez que lo ha recordado,rpidamente procede a realizar lo que es necesario. La herencia, para Samuel Butler, era

    por lo tanto una manifestacin de la memoria racial; teora suya que siempre me habaresultado fascinante, y he aqu a G. apoyando a Samuel Butler, al hablar de un recuerdoen el centro instintivo que regula todos los procesos lgicos y de crecimiento. Es ciertoque desde los tiempos de Weismann los hombres de ciencia han sostenido la opinin deque las caractersticas adquiridas por los padres no son nunca transferidas a los hijos,

    pero siempre he recibido con escepticismo los argumentos de Weismann. Dentro de micorazn siempre he seguido siendo un hereje, un lamarckiano y un admirador de Butler.Me sent sorprendido ante la riqueza de la coleccin de observaciones que hice en lassemanas que siguieron. observndome a m mismo en la forma en. que Ouspensky noshaba aconsejado, es decir, considerndome como otra persona con la cual tuviera una

    relacin apenas superficial. Quiz el primero y ms inquietante de los descubrimientosrealizados en esta forma, haya sido el de que nunca era yo la misma persona por ms deunos minutos, y sin embargo tena el descaro de prologar muchas de mis observacionescon la enunciacin de frases tan equvocas como: "Siempre pienso que. . ."; o "Estoyconvencido de que. . .", o "Pienso decididamente que. . ." Qu insensatez! Me di cuentaen ese momento de que con frecuencia yo haba sentido y pensado en forma totalmentedistinta de la que estaba pensando y sintiendo en ese determinado momento, y quinera el que estaba haciendo esta dogmtica afirmacin acerca de sus propios sentimientosy pensamientos? Quin, en resumen, era Yo? He aqu un problema de primeramagnitud para resolver.La observacin de uno mismo da origen a toda una serie de nuevas preguntas.

    Hace ms de dos mil aos, Hrclito proclam que "todo fluye", y hasta ese instante yohaba imaginado que al pronunciar estas palabras tan bien conocidas, l se refera

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    solamente al mundo que est fuera de nosotros. Ahora, como resultado de slo tresminutos de auto-observacin, me di cuenta de que lo que era indudablemente cierto delmundo que est fuera de m, es igualmente cierto del mundo que est en mi interior.Todo fluye dentro de m como fluye afuera; un estado interior sigue rpidamente aotro, una sensacin de placer es rpidamente reemplazada por una de desagrado, de

    modo que, al mirar hacia el interior. me pareca que mis variadas emociones estabanhaciendo un juego en el que todas cambiaban de lugar entre s, un estudio de estos dosflujos -el interior y el exterior- pronto me convenci de que el interior tena muchamayor importancia para m que el exterior, en lo concerniente a la cuestin de vivir.Sin embargo, yo siempre culpaba a la inestabilidad del mundo exterior, cada vez quealgo me sala mal en la vida, y nunca a la inestabilidad interior ma.Lo mismo ocurra con otras personas. Siempre luchaban por alterar las cosas que estnfuera de ellas sin darse cuenta nunca de la necesidad, mucho ms urgente, de cambiar sumundo interior. Todo andara bien. slo con que A, B y C se comportaran en formadistinta, si se cambiara la ley, si la gente no fuera tan insensata, si se hicieran ciertascosas que es necesario hacer; pero jams se detienen ni por un momento para mirar la

    parte interna de la gran corriente de la vida, en parte consciente, pero en mayor parteinconsciente, que los est arrastrando como si una marea que avanza lanzara sobre susuperficie restos de naufragio y de algas marinas.De acuerdo con Freud, como estamos nosotros, lo que sentimos y lo que pensamos, noson otra cosa que los subproductos de esas oscuras y dinmicas regiones de la mente enlas que residen todos nuestros primitivos instintos animales. Freud nos hace unaexposicin bastante buena de la mente subconsciente que es la causante de todas estasactividades que tienen lugar dentro de nosotros. Pero las mejores descripciones de estegran ro subterrneo de deseos, pensamientos y sentimientos, se encuentran en las obras,muy anteriores, de los neoplatnicos de Cambridge, escritas hace ms o menos un siglo.En 1866 E. S. Dallas hizo la siguiente descripcin dramtica del surgimiento de la vidaen las cavernas pobremente iluminadas de la mente:En los oscuros recovecos de la memoria, en sugestiones no espontneas, en ristras de

    pensamientos seguidos desaprensivamente, en oleadas y corrientes mltiples querelampaguean y se precipitan al mismo tiempo. en sueos inestables. . . en la fuerza delinstinto. . . tenemos vislumbres de una gran marea de la vida que avanza y se retira, seencrespa y se oculta donde no podemos verla" (citado por Michael Roberts en TheModern Mind). No es posible encontrar una descripcin ms acertada de la fuerza quenos arrastra con ella, una fuerza de la vida, de cuya existencia yo me estaba dandocuenta recin en forma muy confusa.

    CAPTULO III

    EL HOMBRE EST DORMIDO

    Poco tiempo despus Ouspensky habl del importantsimo factor de la conciencia, y,como era caracterstico en l, se zambull directamente en el tema sin ninguna clase de

    prembulos.El hombre -nos dijo- est dormido. Dormido nace, dormido vive y dormido muere. Lavida es para l slo un sueo, sueo del que nunca despierta. Se me hace difcilrecordar, despus de todos los aos que han pasado, cmo tom este dramtico anuncio,

    pero si mi memoria no me traiciona, no me ocasion gran sorpresa. Mucha gente habaestado haciendo comentarios sobre la calidad de sueo que tiene la vida, y record la

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    historia narrada por aquel inimitable sabio chino de la antigedad, Chuang Tzu,contemporneo de Lao Tse. Cuenta cmo, despus de haberse quedado dormido en su

    jardn, despert y se vio en figurillas para saber cul era el sueo y cul era la verdaderavida.Su narracin es la siguiente: Ocurri una vez que yo, Chuang Tz'u, so que era una

    mariposa que volaba de aqu para all; una mariposa para todo fin y propsito. Sloestaba consciente de seguir mi fantasa como mariposa que era, e inconsciente de miindividualidad como hombre. De repente despert y me vi tendido ah; haba vuelto aser yo mismo. Bien: no s si entonces era un hombre que soaba que era mariposa,o si ahora soy una mariposa que suea que es hombre.Pronto me di cuenta de que Ouspensky no estaba hablando en forma potica o figurativasobre el hecho de que el hombre est dormido. Quera que tomramos sus palabrasliteralmente, es decir, que todos nosotros estamos viviendo en un mundo de seres quecaminan dormidos, mundo que est habitado por gente que se mueve dentro de uncrepsculo de conciencia, y sin embargo imaginan que estn despiertos. Era una idea

    bien extraa, y sin embargo no del todo increble. Un mundo dormido; gente que

    camina por las calles, se sienta en oficinas gubernamentales dirigiendo asuntos deEstado, se precipita a los lugares en donde tiene que depositar sus votos, imparte justiciadesde los estrados tribunalicios, da rdenes, escribe libros, hace un sinfn de cosas; ytodo eso en estado de sueo. Esto es lo que l quera decir.Ouspensky dirigi enseguida nuestra atencin al hecho de que en Occidente la palabra"conciencia" se usa en forma muy equivocada, no slo en la conversacin popular, sinotambin por parte de los psiclogos, que debieran saber algo ms. La conciencia -dijo-no es una funcin, como afirman muchas obras occidentales sobre psicologa, sino quees el conocimiento de una funcin. Por. ejemplo, hay- gente que emplea la palabraconciencia como si fuera sinnimo de pensar, si bien el pensamiento funciona sin elmenor conocimiento de su existencia por parte del que piensa, y la conciencia puedeexistir sin que est presente ningn pensamiento. La conciencia es una cosa variableque ejerce una influencia sobre la funcin, la presencia de un grado mayor deconciencia tiene el efecto de mejorar la calidad de nuestras distintas actividades.Mientras ms conscientes estuviramos de estar haciendo algo, mejor lo haramos.Ouspensky ilustraba lo que quera decir apelando a una analoga.Asimilaba los varios centros que habamos estado estudiando en sesiones anteriores aotras tantas mquinas que se encuentran alojadas en una fbrica, mquinas que puedenmuy bien trabajar en la oscuridad, pero que funcionan mucho mejor si se enciendenvelas en el hogar de la fbrica en que han sido instaladas.Cuando la luz elctrica sustituye a las velas, el desempeo de las mquinas mejora an

    ms, y cuando las persianas cerradas de las ventanas de las fbricas se abren de par enpar y se deja entrar libremente la luz, las mquinas trabajan al mximo de su eficacia.La luz representa aqu a la conciencia. l nos deca que la experiencia habra demostramos que el grado de nuestra conciencia vara a cada momento durante el da,siendo a veces un poco mayor y otras un poco menor. Si continubamos observndonosa nosotros mismos con cuidado, veramos que los momentos de "volver en s" y damoscuenta de nuestra existencia son muy cortos y estn separados entre s por largos lapsosde olvido de nosotros mismos, en los cuales pensamos, sentimos, nos movemos yactuamos sin estar conscientes en lo ms mnimo de nuestra existencia. Es unainsensatez decir, como lo dice mucha gente, que somos conscientes de nosotros mismos,y si furamos sinceros tendramos que confesar que nos pasamos el da caminando

    dormidos, en un estado que se encuentra ubicado en algn punto entre el sueo quetiene lugar en la cama, y la vigilia o verdadero. conocimiento de uno mismo. Hablamos,

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    cumplimos con nuestros deberes, comemos y bebemos, escribimos cartas, hacemos lapaz y declaramos la guerra, tomamos decisiones que creemos importantes, escribimoslibros, todo ello en un estado de conciencia tan bajo que por lo general est ms cerca dela condicin de sueo, que de la de conocimiento de uno mismo. Slo por un instante odos nos tomamos ocasionalmente conscientes de nuestra existencia, y despus, igual

    que una persona que. se da vuelta en la cama y abre a medias los ojos, los volvemos acerrar y volvemos otra vez a nuestros sueos.Ouspensky sealaba que mientras ms bajo fuera el nivel de nuestra conciencia, msciegas y mecnicas habrn de ser nuestras acciones, y ms subjetivos seremos ennuestras apreciaciones. Cuando una persona duerme en su cama durante la noche,interpreta los apagados mensajes que le llegan del mundo exterior en formacompletamente subjetiva, incorporndolos a la estructura de sus sueos. Por ejemplo, la

    presin que hacen las ropas de la cama sobre sus pies, se convierte en un sueo en elque se imagina a s mismo atrapado por el barro de un pantano, justo en el momento enque estaba escapando de algn enemigo.O una picazn a lo largo del nervio de los dedos, ser interpretada por la persona que

    suea como un ataque lanzado contra l por abejas irritadas. En otras palabras, lasopiniones de un hombre sobre lo que le est sucediendo mientras duerme en su cama

    por la noche, son enteramente subjetivas, y tienen muy poco que ver con la realidad.Cuando se levanta por la maana es capaz de ver las cosas en forma un poco menossubjetiva, pero aun entonces es incapaz de verlas tal como realmente son.Slo en un estado superior de conciencia le es posible a un hombre verse a s mismo yalas cosas que lo rodean como realmente son, y no simplemente como l imaginaba queeran.Ouspensky segua diciendo que hay para el hombre cuatro estados posibles deconciencia, y que nosotros slo conocemos dos de ellos, o sea, el sueo en la cama porla noche, y el estado de conciencia en que pasamos el da, estado que l propona quellamemos "caminar en sueos". Por encima de estos dos estados que nos son habitualesexisten otros dos niveles superiores de conciencia, el primero de los cuales es el estado aque antes nos hemos referido como de recordacin de s mismo o verdaderaautoconciencia. Ouspensky deca que ste est asociado con un ntido sentido de nuestra

    propia existencia, como asimismo con todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Es unestado de conciencia que alguno de nosotros puede haber experimentadoaccidentalmente, especialmente en la infancia. El cuarto, y ms elevado estado deconciencia, es la Conciencia Objetiva, denominada a veces en la literatura comoConciencia Csmica. Pueden tambin presentarse relmpagos de este estado deconciencia, que es el mximo, en hombres y mujeres completamente comunes, y

    aparentemente por casualidad, pero si uno se sumerge con ms cuidado en la historia delos que lo han experimentado, encuentra con suma frecuencia que se haban sometidoanteriormente a ciertas disciplinas interiores, y haban sido profundamente conmovidosen el plano emocional.Las mejores narraciones sobre el estado superior de conciencia pueden hallarse en laliteratura religiosa bajo el ttulo de iluminacin.Ouspensky afirmaba que en un estado de verdadera autoconciencia, un hombre es capazde verse a s mismo objetivamente, tal como realmente es. y que en el estado mselevado de todos. puede ver todas las cosas objetivamente. Es por esta razn que a esteestado mximo de conciencia se le ha dado el nombre de Conciencia Csmica uObjetiva. El camino que lleva a estos estados superiores de conciencia pasa a travs del

    estado que est inmediatamente por debajo de l. De este modo la Conciencia Objetivase alcanza por va del estado intermedio de verdadera conciencia de s mismo, de modo

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    que el hombre que ha alcanzado este nivel, puede ocasionalmente experimentarrelmpagos del nivel que est por encima de aquel, del mismomodo que la gente comn que vive en un estado de andar despierta, puedeocasionalmente experimentar relmpagos accidentales de verdadera autoconciencia.Cualquier persona puede alcanzar por su sola voluntad estos estados superiores, pero no

    en forma simplemente casual sino sometindose a un prolongado trabajo sobre s mismaya una severa lucha interior.No obstante eso, el hombre tiene el derecho natural de poseer el tercer estado deconciencia. es decir; el estado de conocimiento de si mismo, que haba perdido porcausa de una educacin equivocada, errneos mtodos de vida y el descuido constantede las partes ms elevadas de su naturaleza. Ouspensky deca que el sueo en que hacado no era tanto un sueo natural, como un estado de trance que ha inducido en l loserrores que hemos citado, y, siendo as, le es posible despertar de l y reclamar elderecho que tiene de un verdadero conocimiento de si mismo.Pero para que esto ocurra, tres cosas son esenciales: primero, que el hombre se dcuenta de que est realmente dormido; segundo, que reciba ayuda de alguien que se las

    haya arreglado para despertar, y que sepa por consiguiente cmo hay que hacerlo; ytercero, que est dispuesto a trabarse en. una lucha larga y muy difcil.Al llegar a este punto Ouspensky nos record que, aunque la idea de que el hombre estdormido es nueva para algunos de nosotros, no hay en ella absolutamente nada denovedoso.Se la puede encontrar en los Evangelios, donde palabras tales como "despertar",'vigilar" y "dormir" eran repetidamente utilizadas por Cristo. Por ejemplo, se narra en elEvangelio que los discpulos de Cristo fueron negligentes y se quedaron dormidos en unmomento crtico de la vida de su Maestro, cuando l se haba separado por un momentode ellos en el Jardn de Getseman para poder aislarse y orar solo. Pero -dijoOuspensky- la gente no se da cuenta del sentido en que las palabras "dormir","despertar" y "vigilar", son usadas en el Evangelio, sino que las interpretaequivocadamente o con un vago sentido potico. y aun cuando a esas personas se leshablara de este tercer estado de conciencia -de que es un estado de conocimiento de smismo, una sensacin de estar presente, de estar all, de pensar, percib, sentir ymoverse con un cierto grado de control y no simplemente en forma automtica- dirncon frecuencia que ste es su estado usual, y que no ven razn alguna para considerarloen alguna forma desacostumbrado. En otras palabras, se aferran a sus reconfortantesilusiones de que son seres conscientes, capitanes de sus almas y dueos de su propiodestino. As las cosas, es de esperarse que gente como esa diera la explicacinacostumbrada a las palabras "Velad y Orad", que pronunci Cristo.

    Ouspensky nos aconsej examinar por nosotros mismos esta idea de que el hombre estdormido, y ver si es verdadera o no. Sera un error -deca- aceptarla ciegamente odesecharla sin haberla examinado, como lo hace mucha gente, ms particularmente

    porque es posible para nosotros despertar, aun cuando sea por un minuto o dos, enmomentos crticos de nuestras vidas, en que una clara visin y una accin correcta sonespecialmente necesarias. Nos recordaba el hecho de que un aumento, por leve quefuera, de la conciencia, es. suficiente. para cambiar para mejor el funcionamiento denuestras mquinas. "Pero -Ouspensky hablaba en ese momento con fuerte nfasis- el

    primer paso que deben dar es descubrir por s mismos si es cierto o no, que no estnpresentes cuando estn haciendo cosas, que tienen poca o ninguna responsabilidad porlo que est ocurriendo. Obsrvense a s mismos con mucho cuidado, y vern que no son

    ustedes, sino ello, quien habla dentro de ustedes, se mueve, siente, re y llora en ustedes,

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    tal como ello llueve, aclara y vuelve a llover fuera .de ustedes. Todas las cosas sucedenen ustedes, y su primer tarea es observar y vigilar cmo sucede".Ouspensky sugera que hiciramos solos un experimento muy simple, que l mismohaba hecho cuando escuch por vez primera esta idea del sueo y comenz a trabajarsobre s mismo.

    Nos recomendaba sentarnos solos en una habitacin en la cual no corriramos el peligrode ser molestados, mirando las agujas de un reloj colocado sobre una mesa cerca denosotros, y ver durante cunto tiempo podamos mantener la siguiente idea y sensacin:Yo estoy sentado aqu mirando las agujas de un reloj, y tratando de recordarme a mmismo". Esto no le pareca a la mayora de los oyentes de Ouspensky una empresa muy.formidable, pero dos o tres experimentos sobre "autorecordacin" fueron suficientes

    para mostrarnos lo difcil que es en realidad. Pensamientos errantes no dejaban deinvadir el crculo de nuestro autoconocimiento y arrojarnos fuera de l, de modo querepetidamente perdamos la sensacin de "Yo", para despertar uno o dos minutosdespus al hecho de que nos habamos perdido completamente .en nuestra imaginacin,y que estbamos ahora ante una mesa, mirando sin ver las agujas de un reloj.

    La sensacin de "Yo" era evidentemente tan dbil en nosotros -que no haba nada quefuera tan insignificante como para no poder disiparla. Nos resultaba humillantedescubrir con cuanta frecuencia desaparecamos dentro de un terreno de nebulosadurante el experimento, para regresar slo mucho despus a lo que se supona quedebiramos de estar haciendo. Pero Ouspensky nos urga a que continuramosrepitiendo estos esfuerzos a pesar de todos nuestros fracasos, diciendo que el primer

    paso para poder recordarnos a nosotros mismos era que nos diramos cuenta a fondo denuestra incapacidad para hacerlo. Tambin deca que mientras ms notramos nuestroactual estado psicolgico de sueo, tanto ms apreciaramos la urgente necesidadde cambiarlo,Para m la idea de que el hombre est dormido no presentaba dificultades particulares, yla acept con mejor disposicin que la anterior afirmacin de Ouspensky de que somosmquinas, que todo sucede en nosotros y que no poseemos voluntad. La razn de ladiferencia en mis actitudes hacia estas dos teoras complementarias puede explicarsefcilmente yo no haba sentido todava en m mismo toda la fuerza de mi mecanicidad,mientras que haba experimentado en mi infancia esas agitaciones en el sueo queOuspensky haba descripto como momentos de autorecordacin casuales. Podarecordar cmo mientras corra en una cierta pradera en Suffolk me haba detenido derepente mirando. con sorpresa a mi alrededor, experimentando al mismo tiempo unasensacin muy elevada de mi propia existencia. Esta aguda sensacin de ser fue tanabrumadora que lleg en un momento a asustarme, y cada vez que se repetan esos

    instantes generalmente me quedaba parado en silencio hasta que hubieran pasado.Entonces la fuerte corriente de la vida se apoderaba de m y me llevaba como ella, demodo que volva a sumergirme en lo que haba estado haciendo anteriormente.Despus que hube crecido le muchas ilustres obras psicolgicas de autoresoccidentales, pero no pude encontrar en ninguna parte referencia alguna a los extraoscambios de conciencia que haba experimentado. Ahora, por primera vez, estabaescuchando algo que echaba sobre ellos una luz nueva.Es por cierto asombroso que ningn psiclogo occidental haya mostrado el menorinters en estas fluctuaciones de la conciencia.Es particularmente sorprendente que Freud, el hombre que tanto hizo por explorar lasregiones del subconsciente y del inconsciente de la mente, jams haya postulado la

    existencia de estados que estn por sobre el nivel acostumbrado de conciencia. Si

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    existen estados que estn por debajo de este nivel, entonces seguramente es probableque existan tambin estados que estn por encima de l. Sin embargo, Freud les diodeliberadamente la espalda a fenmenos de la superconciencia, a la que se conoceen la literatura religiosa como "iluminacin". Su desdn por este tema probablemente

    pueda explicarse por el hecho de que era mdico, y como tal se interesaba ms

    profundamente por la psicopatologa que por la psicologa misma. Adems sentaprofundos prejuicios contra toda forma de sentimientos religiosos, y los desechaba porilusorios.Slo despus de terminar mi examen de Freud, me volqu a William James, un genio

    psicolgico con una visin mucho ms amplia que la visin de Freud, cuando pudeencontrar algo aplicable al tema en el que estaba tan. profundamente interesado.Resulta evidente del pasaje que transcribo. a continuacin, que William James habaexperimentado por s mismo los asombrosos cambios de conciencia a los que estoyhaciendo referencia, y posiblemente estados ms elevados que stos: Mi mente se vioobligada a admitir la siguiente conclusin -escribe- sobre cuya verdad mi impresin ha

    permanecido desde entonces inconmovible: nuestra conciencia normal de vigilia, que

    llamamos conciencia racional. no es sino un solo tipo de conciencia, mientras que entodo su alrededor, separada por la pantalla ms delgada, habitan formas potenciales deconciencia enteramente distintas.William James tiene razn, pero lo que no lleg a agregar es que por el uso de ciertosmtodos es a veces posible irrumpir a travs de esas delgadas pantallas que separan unestado de conciencia de otro. y vivir por unos instantes en un mundo de horizontes msamplios y mucha mayor intensidad que nuestro mundo habitual; en otras palabras, "ser"en el ms pleno sentido de esta palabra. antes que existir y nada ms.Descubr ms tarde que William James no era en modo alguno el nico escritoroccidental que sealara la variabilidad de la conciencia del hombre. Primero meencontr con ciertas referencias muy interesantes sobre ella en las obras del Dr.Hughlings Jackson, fundador de la Escuela Britnica de Neurologa. Dijo el Dr.Jackson: "No hay entidad tal como la conciencia. . . cuando estamos gozando de saludsomos de un momento a otro distintamente conscientes". Otra referencia a los cambiosde conciencia puede encontrarse en los escritos de ese genio tan incomprendido que fue

    Nietzsche. La conciencia -dijo- es considerada como una determinada magnitud fija!Se niegan su crecimiento e intermitencias. Se la acepta como la unidad del organismo.Esta ridcula sobreestimacin y esta errnea concepcin de la conciencia, tiene, comoresultado la gran utilidad de que se ha impedido una maduracin demasiado rpida deella. Como los hombres estn credos de que ya poseen una conciencia, se toman muy

    pocas molestias para adquirirla (Joyful Wisdom) .

    Es sorprendente ver to mucho que se ha acercado Nietzsche a lo que Ouspensky dijodespus, sobre que el principal obstculo con que se encuentra el hombre para adquirirms conciencia, es su errnea creencia de que ya es poseedor de una conciencia plena, yyo me preguntaba a m mismo si Nietzsche no habra establecido contacto en algnmomento con la enseanza oriental sobre el tema. Es bastante posible, pues se sabe bienque fue gran admirador de Schopenhauer, y ste estaba muy fuertemente influido por el

    pensamiento de Oriente.La autoobservacin me confirm pronto la verdad de la afirmacin de Ouspensky deque hacamos todas las cosas sin estar conscientes de nosotros mismos mientrasestbamos hacindolas, estando nuestra atencin enteramente absorbida por laactividad, de modo que no quedaba nada para la conciencia simultnea de nosotros

    mismos. Slo dividiendo deliberadamente la atencin, y dirigiendo una porcin de ellade vuelta sobre nosotros mismos, podemos mantener nuestra autoconciencia. Pronto me

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    di cuenta de que esta divisin artificial de la atencin es la clave de la autorecordacincomo as tambin de la autoobservacin.Cuando hicimos esta divisin. la parte de la visin retroactiva de nuestra atencin tomnota de nuestros pensamientos, sentimientos y movimientos, y se transform en lo quedimos en llamar el "Yo observador", y lo que el filsofo hind llama "el Testigo".

    Cuando nos hacemos ms prcticos en la autoobservacin, gran parte de nuestro trabajoconsiste en contraponer un estado psquico a otro estado psquico; por ejemplo:.comparar la oscuridad de la vigilia en sueos en la que nos pasamos prcticamente elda entero, con ese "rayito de luz" que aparece cada vez que el "Yo observador"despierta en nosotros por uno o dos instantes, Naturalmente, toda autoobservacin llegaa su fin cuando nos identificamos con alguna cosa, toda vez que no queda nadie queacte como observador, pero ocasionalmente nos arreglamos para sorprendernos anosotros mismos en un estado de transicin, ya sea emergiendo. del sueo, o a punto dedeslizamos nuevamente en l. Si nos sorprendemos en este acto de desaparecer, es

    posible a veces, con un esfuerzo de una clase especial, luchar para regresar al estado devigilia. Con el correr del tiempo nos. vamos familiarizando cada vez ms con la

    diferencia entre estos dos movimientos contradictorios, el movimiento exterior dedispersin en sueos, y el movimiento inverso de traernos de vuelta hacia nosotrosmismos, de modo que ya no estamos tratando ms con ideas; sino con experienciasreales. La afirmacin de G. de que el hombre est dormido, sali para nosotros del reinode la teora al reino de los hechos vivientes.Ouspensky nos contaba cmo pudo llegar a saber profundamente que el hombre estdormido, poco despus de haber odo hablar a G. de la idea del sueo, en el ao 1915.Dijo que haba ido a. despedir a G. en .el tren que lo llevaba a Mosc, despus de una desus peridicas visitas a San Petersburgo, y que mientras caminaba hacia su casa por lacalle Trotsky, se dio cuenta de repente de que el hombre que se acercaba a l por el

    pavimento estaba profundamente dormido. Ouspensky ha descrito desde entonces esteepisodio en su libro, publicado muchos aos despus, In Search of the Miraculous. (EnBusca de lo Milagroso) . "Aun cuando sus ojos estaban abiertos, caminabaevidentemente sumergido en sueos que corran como nubes a travs de su rostro. Seme ocurri que si yo pudiera mirarlo durante bastante tiempo vera sus sueos. Pero lsigui de largo. Vino despus otro hombre, tambin dormido. Un izbostchik dormido

    pas de largo con dos pasajeros dormidos, De repente me vi a m mismo en la situacindel prncipe de la La Princesa Durmiente. Todos los que me rodeaban estabandormidos. Estas sensaciones duraron varios minutos.Esta experiencia de despertar unos instantes dentro de un mundo que duerme, y lasensacin de extraeza que la acompaa, no son por lo comn acontecimientos casuales,

    sino el resultado de esfuerzos previos por recordarse a uno mismo. Tengo recuerdossimilares de "volver en m" de este modo. Uno de ellos ocurri en una hora pico en unsubterrneo de Londres. Ah estaba yo, espectador confundido de un mundo extrao,observando montones de gente transportada a los intestinos de la tierra en escalerasmecnicas, y tambin escaleras excesivamente cargadas que se me acercaban, y todosestaban dormidos, como yo lo haba estado uno o dos minutos antes; algunos fruncan elentrecejo, otros sonrean, y algunos de ellos estaban totalmente desprovistos deexpresin, pero con ojos que miraban y no vean nada, Adnde nos dirigamos, enxtasis, y cul era la fuerza que nos arrastraba en nuestro sueo? Algunos de nosotrosestbamos evidentemente ms obsedidos que otros, por la necesidad de apurarse, pueslos que estaban inquietos se contorsionaban y se abran camino a travs de la

    muchedumbre, como a veces vemos a un pez saltar y caer en un banco de arena. Haciadnde bamos todos nosotros, gente dormida y apresurada, y qu haramos cuando

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    llegramos? Eran responsables nuestras voluntades personales de toda esta conmocin,o ramos barridos por alguna gran fuerza de carcter tan implacable y tan impersonal,como la atraccin de la luna sobre los mares? En una de las reuniones, haba dichoOuspensky que las masas de la humanidad estn bajo la influencia de la luna, perodurante mucho tiempo, encontr esta idea demasiado lejana como para aceptarla.

    Ouspensky volva repetidamente al tema del. recuerdo de uno mismo. Podaconsiderrselo -deca- como la idea central de todo el sistema de pensamiento de G., yera la respuesta a muchas de las preguntas que formulbamos en las reuniones. Qudebo hacer en una situacin como esa?, sola preguntar alguno, y la respuesta vena

    prontamente: "Trate de recordarse a s mismo". Pero si la autorecordacin ya era cosadifcil cuando uno se encontraba solo y en circunstancias favorables, era del todoimposible hallndose en compaa y expuesto a todas las distracciones de la vida diaria.Ouspensky lo saba bien, pero quera que nosotros nos diramos cuenta ms

    profundamente de lo que nos dbamos de que estbamos dormidos; como l ya lo habadicho. el primer paso hacia la realizacin de la autorecordacin es la percepcin de queno nos recordamos a nosotros mismos. De ese modo, poco a poco, la idea de que el

    hombre est dormido, pero que haciendo un cierto tipo de esfuerzo puede arrancarse a smismo de este sueo tan profundo y volver en si parcialmente, se nos hizo ms real,

    pasando del reino de la teora al de la prctica. Pero sabamos todo el tiempo quenuestra autorecordacin, aun en las ms favorables de las circunstancias, era muyincompleta, y que ms all de lo muy poco que habamos conseguido yacan trechosmuy grandes de conocimiento ms profundo.Mirando hacia atrs como lo hago ahora desde el atalaya del presente, me doy cuenta deque Ouspensky hizo muy poco hincapi en ese momento sobre la preparacin para laautorecordacin, y fue slo despus de haber conocido a G. muchos aos ms tarde enPars, que comprendimos lo necesario que era. El primer paso hacia la autorecordacines volvernos de las vaguedades de nuestra mente hacia nuestro cuerpo, y hacernossensibles a ese cuerpo. Sabemos todos, naturalmente, que poseemos miembros, unacabeza y un tronco. pero en nuestro estado ordinario de "despiertos dormidos"recibimos muy pocas impresiones sensoriales -tal vez ninguna- de aqullos, a menosque estemos doloridos. En otras palabras. no estamos realmente conscientes de nuestrocuerpo. G. nos ense ejercicios especiales para aflojar nuestros msculos en la mayormedida posible, y despus para "sentir" las distintas regiones de nuestros cuerpos, atales ejercicios haremos referencia ms tarde en este libro.Estos ejercicios fueron de inmenso valor para nosotros, y particularmente tiles como

    preparacin para la autorecordacin.Investigaciones posteriores me han demostrado que muchos escritores han

    experimentado fugaces momentos de autorecordaciones casuales, y han dejado de ellosexcelentes narraciones.Una de las mejores descripciones que se hayan hecho de un grado ms intenso deautorecordacin, es la de Tennyson, quien tuvo aparentemente varias experiencias deesta clase, inducidas por el concepto de Yo, que es una forma de meditacin que

    puede conducir fcilmente a la autorecordacin,

    Ms de una vez, cuando yome sentaba completamente solo, hurgando dentro de m mismose soltaba esa palabra que es el lmite del yo,y entraba en lo Innombrable. como una nube

    se funde con e! Cielo. Me palpaba los miembros, los miembroseran extraos. no eran mos -no obstante. sin sombra de duda.

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    Sino con claridad, mediante la prdida del yo,el adquirir una vida tan grande, s se la compara con la nuestra,era como es el Sol para una chispa, inocultable en palabras,que no son ms que sombras de una sombra.

    Tennyson tena el temperamento emocional de un poeta, y penetraba ms hondo en elestado de autorecordacin que lo que puede hacerlo la mayora de la gente, a menos quelo hayan practicado durante aos. Tambin llega a conservar de esa experiencia ntidosrecuerdos. y una de las cosas que recordaba era que la autorecordacin trae consigocambios tanto cualitativos como cuantitativos en la conciencia. Quiero decir con estoque un nivel de conciencia ms alto es la puerta de entrada a elementos de experienciaenteramente nuevos, de modo que parece como si uno hubiera penetrado bruscamente atravs de una entrada, en un mundo y una forma de vida que son completamentedistintos. El pequeo "yo" que nos limita todos los das, el yo que insiste en susderechos personales y en su separatividad, ya no est ms all para aislarnos de todo lodems; y en su ausencia. se nos admite en un, orden de existencia mucho ms amplio,

    que es comn a todo ser que respira. Ha desaparecido la separatividad, y el clamor delpensamiento interior muere en el silencio interior, tomando su lugar una irresistiblesensacin de "ser". No slo ha cesado la charla producida por la cabeza, sino que lasmismas palabras que anteriormente usbamos han perdido toda importancia. Conceptoslimitadores, como los de "tuyo" o "mo", "de l" o de "de ella", no tienen sentido dentrodel ilimitado reino en el cual se nos ha permitido ingresar, y hasta aquellas viejasdivisiones del tiempo en "antes" y "despus" se han ahogado en insondables

    profundidades de un "ahora" omnipresente. As ha desaparecido tambin esa distincintan cara al corazn del filsofo occidental: la divisin entre sujeto y objeto, conocedor ycosa que se conoce. Todos los viejos tabiques estn en ese momento cados, y uno setorna consciente de una unidad, una intensidad de existencia, una bienaventuranza de"ser", jams experimentada hasta entonces. El hind describe este estado esttico pormedio de las palabras snscritas sa (ser), chit (conciencia) y anand (bienaventuranza) yhace una exposicin muy adecuada de ese estado.La condicin que se exige, por sobre todas las dems, de aquellos que entran en estereino del espritu para descubrir la unidad con l, es que deben despojarse por elmomento de la tirana del espacio y el tiempo, esa tirana que Jalal`uddin ha llamado eloscuro dspota. Todos los que han experimentado este otro estado concuerdan sobreeste punto. "Ninguna criatura -escribi Santo Toms de Aquino- puede alcanzar ungrado ms elevado de naturaleza sin cesar de existir" y lo que hay que sacrificar es laexistencia del yo de todos los das. Sin embargo, aun cuando nos regocijemos con la

    desacostumbrada liviandad y libertad, seguimos estando conscientes de que ah cercanos esta esperando para plantearnos sus exigencias el mismo yo limitador e inferior dela vida de todos los das. En contados instantes la ruidosa maquinaria del pensamiento,el sentimiento y el movimiento se echan a andar de nuevo, y se quiebra el silenciointerior. Esta sensacin de que el atareado ser de la vida diaria est all esperndolo auno, tiene una explicacin muy sencilla. Cuando se alcanza un nivel de conciencia mselevado, este no desaloja al estado al que suplanta, sino que se sobreimpone sobre l y,siendo as, nos damos cuenta de la estrecha proximidad de los pensamientos ysentimientos de nuestro estado ordinario. Tan cerca de nosotros estn estas actividadesinferiores, que corremos constante peligro de que atraviesen el delgado tabique que lassepara de nosotros, y que la autorecordacin finalice en forma brusca. Precisamente de

    tal modo, termina generalmente la autorecordacin. La atencin vaga, el trfico dentro

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    de la cabeza comienza de nuevo su alboroto, se desplaza el silencio interior y todoqueda como estaba antes.Repetimos que William James es el nico filsofo occidental que demuestracomprensin de estos estados superiores de conciencia. Dice que las dos caractersticasnotables de estos estados superiores son el optimismo y el monismo.: "Pasamos de la

    conciencia ordinaria a los estados msticos como de lo menor a lo mayor, de unapequeez a una vastedad, y al mismo tiempo de la agitacin al descanso. Los sentimoscomo estados reconciliadores, unificadores. Atraen ms la funcin de s que 1afuncin de no en nosotros. En ellos lo ilimitado absorbe a lo limitado, y cancela

    pacficamente la cuenta".William James debi de haber agregado otras dos caractersticas de estados superioresde conciencia, y ms particularmente de aquel que es ms elevado de todos: laConciencia Csmica.La primera de estas cualidades es la intensa conviccin de la verdad que llevan consigo.Por difcil que pueda ser para el individuo expresar lo que ha aprendido, no abriganinguna duda sobre su verdad. E~ un conocimiento que se ha adquirido por

    una ruta distinta de aquella por la que se adquiere el conocimiento corriente, o sea, porintermedio de los sentidos especiales y la razn. Es conocimiento directo e inmediato, locual es contrario al conocimiento indirecto y mediato.Richard Gregg expresa en forma muy clara la diferencia existente entre estas dos formasde conocer. Dice que podemos aprender muchsimo sobre un objeto cualquiera en elmundo exterior, observndolo desde una cantidad de ngulos distintos, y haciendo luegouna descripcin general de l. Pero con esta forma de conocimiento, somos conscientesde la separacin que existe entre nosotros y la cosa que estamos observando, de modoque es ms bien "conocer acerca" de ella, que "conocerla". Cuando conocemos algodirectamente, esta sensacin, de separacin desaparece. "Hay una mezcla de sujeto yobjeto, una absorcin mutua, un olvido de todo lo dems; a menudo se siente un goce,una exaltacin, un entusiasmo, un enajenamiento, una alegra profunda. . . No esconocer de afuera; es conocer de adentro.

    No es conocer acerca de, es un conocimiento unificador. El conocimiento unificadores mucho ms completo y profundo que el conocer acerca de.( Richard Gregg. SelfTranscendence, Vctor Gollancz, 1956. ) . .Las distintas personas adoptan actitudes distintas frente a estas dos formas de conocer;Los intelectuales y los eruditos desconfan del proceso mental intuitivo y no lgico quehemos descripto, mientras que artistas, poetas. msticos y, por extrao que parezcadecirlo, ciertos hombres de negocios con enorme experiencia prctica de la vida, estnms inclinad