Vivir en Plenitud de La Muerte

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    VIVIR EN PLENITUD DE LA MUERTE

    Dicen las malas lenguas que Jess definitivamente nos ha abandonadoqu otra explica-

    cin cabe sino? La iglesia est rota, desmembrada, y sus actuales argumentos de sinuoso

    contenido suenan tan extraos

    Me resisto a creer que as sea, pero la realidad que nos envuelve resulta tan bi-

    zarra y aberrante que apenas deja margen para la sensatez.

    Los debates legales se suceden en todos los estamentos y medios, pero nadie

    parece ponerse de acuerdo quin tiene potestad para decidir hasta donde y hasta cuan-

    do alcanzan los derechos de una persona? el Papa? los jueces? los presidentes y los

    ministros de los pases?

    Y dentro de esta locura colectiva, no faltan los que se alzan como estandartes

    del flamante movimiento que se expande paralelo a la plaga. Los voceros de los dere-

    chos y las libertades de esta nueva sociedad emergente. Los defensores de pro de la

    reciente colectividad, luchadores incansables ante una nueva forma de racismo que bro-

    ta de las mentes (segn ellos) menos abiertas.

    Este caos sociolgico slo encontrar una meta. La disolucin de la raza huma-

    na. Y si no es as, el mundo se marchitar antes que nosotros, puesto que no hay sitio

    para todos. As estn las cosas.

    Por desgracia para m, he de trabajar en un medio tan convulso y catico como

    la sociedad que intenta reflejar. Yo no se hacer otra cosa, y por ende, me topo con cues-

    tiones tan desagradables para mi forma de pensamiento como tener que acudir en las

    ocasiones en las que se me ordena a los actos organizados por esa chusma sin sentido.

    Se empean con vehemencia en ensearnos las virtudes de los que se merecen una se-

    gunda oportunidad y yo debo cubrir periodsticamente estos eventos.

    Mi redactora jefe me ha llamado hoy.

    Me he ganado la suficiente confianza con ella como para rogarla reiteradamente

    que mande a otro colega, pero como mi jefa que es, me ha dado un ultimtum. No ha

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    sido muy severa, es verdad, pero me ha insistido en que deje escrpulos y prejuicios en

    un cajn de la mesilla de mi dormitorio y pierda el culo por asistir a tiempo al acto.

    Esto, ahora, es la noticia me insiste.

    Claro que lo es. No cabe duda. nicamente que tan slo sirve para alimentar lasmentes ms susceptibles de acabar rematadamente locas.

    ***

    Mientras me adentro en el hall del saln de actos del teatro donde tiene lugar el

    acontecimiento, observo las paredes gloriosamente decoradas para la ocasin con largoslienzos azules y blancos. Me entran arcadas al observar a la sonriente concurrencia char-

    lando banalmente y asaltando las solcitas bandejas de los camareros. Todos se afanan,

    an no entiendo por qu, en cubrir con hbitos de normalidad la barbarie de su causa.

    Los camareros esquivan con poca gracia a los invitados, efectuando un errtico

    slalom de punta a punta del vestbulo, pero la gente se muestra benevolente con ellos y

    les cede abiertamente el paso. Todos se jactan de la esplndida tarea que estn llevando

    a cabo.

    Yo me guardo oculto en un rincn esperando que ninguno me vea hasta que de

    comienzo el acto; no sea que alguno quiera acercarse de forma automtica a ofrecerme

    una tosta de pat con cilantro, o un cctel de champn, y tenga que propinarle una ostia

    sin querer.

    Disimulo como puedo la expresin de asco y repulsin, escondido tras mi cma-

    ra, simulando efectuar instantneas al lado de otros colegas.

    El comit organizador est satisfecho. La prensa se hace eco de sus actos cada

    vez con mayor amplitud. Su presencia es bastante numerosa, y hoy podrn dar fe de la

    buena disposicin de sus hijas.

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    Lo que no intuyen es que yo me guardo una sorpresa para esta velada. Ya estoy

    cansado. Tan cansado de todo, que me importa un carajo lo que pueda suceder esta no-

    che.

    Afecta que me quede sin trabajo? Realmente no.

    Morir de hambre por esa falta? Tal vez s, y qu?

    Al menos quedar satisfecho. Esta noche ser el que destape la venda de los

    ojos de todos aquellos que no quieren o no desean ver. Ser divertido.

    ***

    Aguanto estoicamente las dos horas y cuarto de desfile y celebracin. Mi cmara

    permanece muerta. No poda ser de otra forma.

    Al fin, las participantes del decrpito desfile, se alinean en el escenario para el

    acto final de entrega de premios. Sus relucientes bandas multicolores llevan inscrita su

    procedencia con letras doradas. Estas penden de sus figuras esquelticas sin gracia nin-

    guna, pero parece que el aforo logra ver ms all de la vacuidad de las candidatas y

    aplauden extasiados el esfuerzo y dedicacin de todas ellas. Paps y mams lloran des-

    consolados de alegra, cohabitando en la mentira vanidosa en la que se han empapado

    desesperadamente.

    La complicidad de los jueces se hace firme en la proclama de su veredicto:

    Y la vencedora en este primer certamen organizado por la asociacin

    Nuevo Amanecer, obteniendo el ttulo de Miss segunda juventud, (o sea, Miss

    Muerte)es

    La catarsis colectiva se aduea de la sala y mis compaeros se empean en no

    dejar un fotograma sin capturar de tan espectacular e histrico evento.

    La Miss es cubierta de gloria y flores, y sobre su peinado (del que an conserva

    una estupenda mata natural) pende una flamante tiara que reluce como el sol ante los

    destellos de los flashes.

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    Los maquilladores forenses han hecho un buen trabajo con esta chica. Su piel

    casi parece gozar de la lozana de la vida, aunque, a pesar del abundante maquillaje, sus

    ojos hundidos la delatan. Las costillas se marcan demasiado y la turgencia de sus pechos

    viene dada por un relleno artificial. Los muslos no pueden disimular que han sido rees-

    tructurados en el quirfano, siendo elevados por ambas prtesis. Quiz sus padres anestn arrimando el hombro para conseguir hacerle ms implantes que disfracen su de-

    crepitud.

    Ya casi no aguanto las nuseas que me provoca este demencial espectculo.

    Imagnense cmo lucan las otras concursantes si esta era la ms fresca.

    El borde lateral del escenario, donde la prensa se agolpa, es un lugar de privile-

    gio para presenciar el espectculo. As que decido poner en marcha mi plan. Ahora s

    que se va a amenizar de verdad la velada.

    Abro el macuto en el cual se supone que llevo el material fotogrfico. Saco una

    bolsa blanca de su interior. El fino olfato de una de las msses la hace dirigir sus ojos

    muertos (que no inactivos) hacia m.

    Empieza la fiesta.

    Extraigo el sangrante contenido de la bolsa y lo arrojo al escenario, al pie de las

    concursantes. Los trocitos de carne fresca se esparcen y resbalan por el escenario. Rio-

    nes, sesos, casquera fina y variadacarne de ternera y cordero de primera calidad,

    fresca y jugosa.

    Me siento como el padrino en un bautizo y disfruto enormemente mientras con-

    templo a las msses pelearse en el suelo por los despojos.

    Sus encas se contraen y se hincan con frenes sobre el man que les es dado.

    La gente chilla horrorizada ante tamao espectculo. Supongo que no quieren

    aceptar que les haya demostrado que su prometida rehabilitacin es toda una farsa. Es-

    toy siendo linchado por sus miradas y no creo que tarden mucho en hacer fsico su de-

    seo hacia m.

    Mis compaeros mientras tanto, no pierden un detalle grfico de la experiencia y

    los flashes a duras penas dan abasto para recargarse. Pero cuando las chicas se acaban

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    los trocitos, empiezan con el jurado, los familiares y el resto del pblico asistente, mien-

    tras yo me descojono corriendo fuera de all.

    ***