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Visitas históricas a la Isla de Cortegada La isla de Cortegada se encuentra frente al pueblo de Carril, en el Ayuntamiento de Villagarcía de Arosa; tiene un perímetro de 1’5 millas, equivalentes a 2.413’5 kms. y una extensión de 2’5 kilómetros cuadrados, que equivalen a 250 hectáreas. Dice Gerardo Alvarez Limeses en “Geografía del Reino de Galicia”, provincia de Pontevedra (t. IV, pág. 423) que “... enlaza a la costa por medio de un arrecife de piedra suelta y arena que queda en seco en la bajamar”, añadiendo más adelante “... algo al Norte el puerto de Carril enlaza por medio de un arrecife llamado “los Viveros” que en la bajamar queda en descubierto” La isla es de regular altura y su punto más elevado lo constituye una meseta que domina lo que años antes había sido el poblado. El accidente más destacado de la costa es la punta Corveiro, situada en la parte septentrional, con una prolongación que avanza hasta cerca de medio kilómetro, cuyo nombre procede, posiblemente, por tratarse de un lugar muy próximo a las tierras de cultivo desde el que los lugareños espantaban a los cuervos para evitar que comieran las semillas de los cereales allí sembrados. Desde los primeros tiempos de la historia la Isla de Cortegada fue visitada por los numerosos pueblos que, ya en expediciones de tipo comercial o de conquista, visitaron las costas de Galicia. Edad Antigua.- Ya, según Jesús Salgado de la Riva, los pueblos fenicios llevaron de Cortegada “preciosos metales y púrpuras”. Posteriormente, la isla fue visitada por un griego, llamado Eutímedes, que en el siglo IV antes de Cristo llegó a la ría de Arosa. Transcribe Manuel Suárez Fuentes en el tomo I de “Historia de las Rías”; Faro de Vigo, S.A. (págs. 301 a 316)

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Visitas históricas a la Isla de Cortegada

La isla de Cortegada se encuentra frente al pueblo de Carril, en el Ayuntamiento de Villagarcía de Arosa; tiene un perímetro de 1’5 millas, equivalentes a 2.413’5 kms. y una extensión de 2’5 kilómetros cuadrados, que equivalen a 250 hectáreas. Dice Gerardo Alvarez Limeses en “Geografía del Reino de Galicia”, provincia de Pontevedra (t. IV, pág. 423) que “... enlaza a la costa por medio de un arrecife de piedra suelta y arena que queda en seco en la bajamar”, añadiendo más adelante “... algo al Norte el puerto de Carril enlaza por medio de un arrecife llamado “los Viveros” que en la bajamar queda en descubierto” La isla es de regular altura y su punto más elevado lo constituye una meseta que domina lo que años antes había sido el poblado. El accidente más destacado de la costa es la punta Corveiro, situada en la parte septentrional, con una prolongación que avanza hasta cerca de medio kilómetro, cuyo nombre procede, posiblemente, por tratarse de un lugar muy próximo a las tierras de cultivo desde el que los lugareños espantaban a los cuervos para evitar que comieran las semillas de los cereales allí sembrados. Desde los primeros tiempos de la historia la Isla de Cortegada fue visitada por los numerosos pueblos que, ya en expediciones de tipo comercial o de conquista, visitaron las costas de Galicia. Edad Antigua.- Ya, según Jesús Salgado de la Riva, los pueblos fenicios llevaron de Cortegada “preciosos metales y púrpuras”. Posteriormente, la isla fue visitada por un griego, llamado Eutímedes, que en el siglo IV antes de Cristo l legó a la ría de Arosa. Transcribe Manuel Suárez Fuentes en el tomo I de “Historia de las Rías”; Faro de Vigo, S.A. (págs. 301 a 316)

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Vista aéreaVista aéreaVista aéreaVista aérea de la isla de Arosa (de la isla de Arosa (de la isla de Arosa (de la isla de Arosa (De La Voz de Galicia: “Galicia desde el aire”)De La Voz de Galicia: “Galicia desde el aire”)De La Voz de Galicia: “Galicia desde el aire”)De La Voz de Galicia: “Galicia desde el aire”) “Este relato escrito de su viaje fue hallado por el romano Rufo Festo Avieno, que llegó a ser Procónsul de Roma en Africa en el siglo IV de nuestra Era; tradujo el periplo mencionado del griego al latín, creando con ello el poema que se conoció como “Ora Marítima”. Por él sabemos que el tal Eutímedes, cuando entró en nuestra ría y la recorrió, la denominó: - transcrito al latín - “Illius pótamus ar-oreus”, que en castellano significa: “curso del río Illius (Ulla) entre montañas”. Esta denominación - ya que los griegos no tenían concepto de ría. Era río hasta mar abierto, - se corresponde y dibuja perfectamente a nuestra ría circundada de montañas. Denominó también las islas: “Salicora” (Sálvora) y en el contacto del agua dulce con la salada “Corticata” (Cortegada). La denominación “Ar-Oreus” (curso de agua entre montañas) daría nombre a nuestra ría, ya que al evolucionar este concepto a través de los años lo hizo de la forma siguiente: AR-OREUS = AROREUS = AROREUSA = AREOSA = AROSA = AROUSA.” y añade: “Curiosamente la isla denominada, aún hoy día AROUSA, los griegos en aquel momento la denominaron: “Phentamorión” y recibió el nombre que ostenta actualmente a consecuencia de la invasión árabe comandada por Almanzor (en el año 997), que apoderándose de ella, la denominó con el nombre de la ría, que y ellos conocían como Arosa, y que era camino fluvial hacia Santiago; en árabe “ARAUZA” = “AROUSA”. Ánfora romanaÁnfora romanaÁnfora romanaÁnfora romana encontrada en las costas de Cortegadaencontrada en las costas de Cortegadaencontrada en las costas de Cortegadaencontrada en las costas de Cortegada Cortegada es citada igualmente en textos del geógrafo griego Estrabón, en el siglo I antes de Cristo; también era conocida por los romanos, como lo demuestra el hallazgo de fragmentos de ánforas y diversos objetos de cerámica en el fondo marino de Punta Fradiño. De ellos habla Juan Naveiro López en “Un pecio romano en Cortegada (Villagarcía de Arosa): (...) “a seis metros de profundidad, correspondiendo a las coordenadas 8º 47’ 20’’ de Long. Oeste y 42º 37’ 30’’ de Lat. Norte”. Después de muchos estudios, se llegó la conclusión de: (...) “1º.- La existencia de una nave hundida junto a la isla de Cortegada, como se deduce de la existencia de un túmulo arenoso donde se recogieron una serie de materiales que por sus características así lo demuestran. 2º.- Transportaba un cargamento de vino hispano y loza fina italiana, procedente del Sur, ya fuese desde la Bética o desde algún

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punto intermedio de redistribución, y en cualquier caso incluible en la ruta que bordeando las costas del Atlántico llevaba al Norte de Europa. Pensamos que tal vez se tratase de una pequeña nave oneraria, que aprovisionada en algún puerto de la citada ruta de altura distribuía los productos por las rías bajas, especialmente aptas para la navegación de cabotaje.

Cuello de ánfora romana encontrado cerca de CortegadaCuello de ánfora romana encontrado cerca de CortegadaCuello de ánfora romana encontrado cerca de CortegadaCuello de ánfora romana encontrado cerca de Cortegada 3º.- El naufragio se produjo hacia el tercer cuarto del s. I d. C, momento en el cual el río Ulla cumplía la función de una de las más importantes rutas para penetrar en el interior de Galicia, como denotan los

hallazgos realizados al dragar sus fondos y en yacimientos próximos, o el conocimiento de la zona que muestran geógrafos de la época como Mela (Chorografía, III, 11 cita el Ulla y el Sar) y Plinio”en su “Natural Historia”, quien manifiesta que se encuentra en la costa de Galicia, citándola juntamente con la isla de Ons como lugar de asentamiento de la tribu celta de los cilenos o celenos: “ex insulae nominandae corticata et aunios” (“... De las islas deben nombrarse Cortegada y Ons”).

Estampilla del interior de un plato de terra sigillataEstampilla del interior de un plato de terra sigillataEstampilla del interior de un plato de terra sigillataEstampilla del interior de un plato de terra sigillata Según manifiesta Antonio de la Peña Santos en “Primeras prospecciones arqueológicas subacuáticas en el litoral de la provincia de Pontevedra”(Pontevedra Arqueológica; vol. I. 1984; págs. 205-238): “los alrededores de la isla de Cortegada ya eran conocidos desde antiguo en los medios relacionados con la actividad arqueológica provincial, pues, cuando los mariscadores y pescadores se hallaban dedicados a sus labores, extraían frecuentemente fragmentos de ánforas romanas”; un ejemplar de ánfora, casi completa, fue entregada en 1957 a un marinero de Carril , José Benito Fungueiriño Vázquez, a Jesús Garrido Alvarez, mi padre, que recuerdo que para que no se rompiera por carecer de una base plana, lo colocó ligeramente enterrado en el jardín, hasta que fue entregado al Museo de Pontevedra, donde hoy se encuentra, con el nº de Registro General 3.599; dicho Museo donó al mencionado marinero la cantidad de quinientas pesetas.

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El hallazgo del pecio romano de Punta Fradiño, sigue diciendo el señor De la Peña, se debe al vecino de Carril y buceador profesional, Juan Augusto Barreiro Gómez, quien lo encontró en 1982 y, aunque parece que en un principio no deseaba comunicar su emplazamiento, lo hace posteriormente y, con su consentimiento y la colaboración de la Comandancia Militar de Marina, se iniciaron los trabajos de prospección

sistemática. También, hay hallazgos de la década de los 80, que responden a un grupo homogéneo de ánforas ovoides del Alto Imperio Romano; estos restos corresponderían, posiblemente, a la primera mitad del siglo I. Manuel Fresco Bóveda con un cuello de ánfora romanaManuel Fresco Bóveda con un cuello de ánfora romanaManuel Fresco Bóveda con un cuello de ánfora romanaManuel Fresco Bóveda con un cuello de ánfora romana Teniendo en cuenta que estas ánforas aparecieron recubiertas interiormente con una capa gruesa desustancia resinosa, es posible que se hubieran

utilizado para transportar vino. Igualmente, fueron recuperados en la misma zona dos platos de terra sigillada del tipo Dragendorf, una tapadera de ánfora en perfecto estado de conservación, varios fragmentos de tégulas y restos de recipientes cerámicos de pastas poco depuradas. En el mes de Abril de 1996, fue hallado por el carrileño Manuel Fresco Bóveda, en el mismo lugar, un cuello de ánfora presumiblemente romana. Existen, igualmente noticias de que, tras las conquistas llevadas a cabo en la Península por Julio César, eran recogidas, tanto en las costas de la isla como en las del pueblo de Abanqueiro, en el coruñés municipio de Boiro, grandes cantidades de ostras, que eran llevadas a Roma para deleite de los emperadores. Edad Media: normandos y musulmanes.- Durante la Edad Media, en los siglos X, XI y XII, la “Torre de Cortegada” figura en los textos incluida entre las que formaban parte de las posesiones que la Mitra Compostelana tenía en la comarca de Arosa, consideradas tierras de frontera, para la defensa del Reino contra las invasiones de normandos y vikingos. Dada la circunstancia de que Cortegada estaba situada en el acceso fluvial a Iria Flavia , por donde los invasores se dirigían a Santiago de Compostela, no es extraño que en numerosas ocasiones sirviera como lugar de descanso para instalar los campamentos antes de continuar sus campañas hacia Compostela. En los primeros siglos de la Edad Media, cuando Escandinavia era una gran potencia europea y contaba con unos barcos de características técnicas avanzadas, los wikingos, llevaron a cabo una serie de

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expediciones militares para conquistar y saquear las tierras del litoral europeo. Y puesto que, en esta época, el Reino de Galicia era una gran potencia marítima y económica del noroeste de Europa, fue incluida en el programa de conquistas de los escandinavos, que organizaron numerosas expediciones al “País de Santiago”, donde se recogían ricos botines de guerra.

Barco wikingoBarco wikingoBarco wikingoBarco wikingo Las primeras noticias de la presencia wikinga en Galicia aparecen en los “Annales Bertiniani” de Bélgica, que hablan de un desembarco en nuestras costas, que tuvo lugar en el año 846, durante el reinado de Ramiro I, a consecuencia de una tempestad; después de varios viajes de exploración y algunas incursiones, los invasores fueron derrotados a la entrada del puerto de La Coruña. Dicen las crónicas de la época que “los hasta aquella desconocidos normandos eran gente pagana y cruelísimos”. El historiador López Ferreiro, en su “Historia de la S.A.M. Iglesia de Compostela”

(1898-1911), cita varios documentos medievales en los que se menciona la comarca de Arosa; el primero es un escrito, fechado en el año 911, por el que el rey Ordoño II confirma la donación de varias tierras, situadas en nuestra ría, hecha por su padre Alfonso a la Iglesia Compostelana: “(...) Confirmamus quoque omnes insulas que sunt infra mare quas pater Catedral de Santiago de CompostelaCatedral de Santiago de CompostelaCatedral de Santiago de CompostelaCatedral de Santiago de Compostela noster domnus adefonsus rex per testamentum concesit sco. loco uestro. It est aones, framio, saluare, arauza, sias et tanao cum eclessis et restationibus aearumdem. Item et villam noalian in saliniense cum suis hominibus ibi habitantibus per omnes suos terminos anticos. Et cum suis salinis et pumare cornato”.

Según manifiesta Marcelino Abuín Duro en “PAISAXE MÍTICA DE AROUSA legado histórico de Fermín Bouza Brey”; (págs. 131-133), esta primera donación confirma “el interés económico que tenía la Ría para los

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poderes feudales afincados en Compostela”...”La explotación de los recursos del mar y de las salinas es lo que explica la donación de las islas situadas “infra mare”, en el mar bajo, en el interior de las rías”...”. El deseo de explotación de las salinas se manifiesta en el texto cuando el monarca hace donación de “vilam noaliam” actual parroquia de Noalla, “cum suis salinis”.

Isla de SálvoraIsla de SálvoraIsla de SálvoraIsla de Sálvora En otro documento del año 955 figura la cesión de la isla de Cortegada al Monasterio de Sobrado de los Monjes por parte de la Mitra Compostelana, representada por el obispo Sisnando I: “In foce de ulia circa saliniense insulam vocitatam Cortegada quam comparavimus de domina guntina” (En la desembocadura del Ulla cerca de la isla salinera llamada Cortegada que

habíamos comprado a doña Guntina).

Igualmente, López Ferreiro hace varias citas en la “Crónica Compostelana” sobre la presencia de los normandos en la ría de Arosa en los años 858 y 968, durante el reinado de Ordoño I. La primera se refiere al año 858, fecha en que tuvo lugar la primera invasión de los normandos, mandados por Hástings y Bjoern Jernside, dice así:

Las Torres del OesteLas Torres del OesteLas Torres del OesteLas Torres del Oeste

“...la invasión de los normandos, como torrente devastador, hacia el año 858, se precipitó sobre Europa meridional... Conocían los normandos el gran concurso de peregrinos que casi continuamente había en la ciudad de Compostela y las muchas, y a veces valiosas, ofrendas que presentaban en el altar de Santiago. Como huracán desencadenado entraron por la Ría de Arosa llevando todo a sangre y fuego. Iria no fue barrera bastante para contenerlos...”.

En esta expedición se arrasaron Iria Flavia a la que, después de haber obtenido un gran botín, incendiaron; cuanto intentaron hacer lo mismo con Santiago de Compostela, fue detenido su avance por el conde don Pedro. Acerca de la de 968 escribe:

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“Una numerosa escuadra normanda formada por cien naves penetró en la Ría de Arosa...”

También el escritor Murguía en un escrito que lleva por título “Cortegada en la Historia: sus primeros tiempos” (Boletín de la Real Academia Gallega; nº 14. La Coruña, 1907) nos habla de la presencia de los vikingos en la Ría de Arosa y, más concretamente, en la isla de Cortegada; más adelante reproduciré el escrito, que aparecerá en “Galicia Nueva”, en su totalidad:

CORTEGADA EN LA HISTORIA

Sus primeros tiempos: (...) Pero ayer humilde, hoy feliz tiene Cortegada su historia y por lo tanto su voz en el pasado. Puede decir con orgullo que no será ahora la primera vez que alberga un rey bajo sus cielos y vea levantar las tiendas del soldado en medio de sus campos. Ciertamente que hoy no es posible decir, tal día y a tal hora, arribaron a estas playas los barcos normandos; que un wikingo cuyo nombre se confunde en la memoria de los hombres con el de los que le sucedieron en las expediciones a Galicia, buscó en ella un momento de descanso para aquellos guerreros cuya presencia anunciaban el humo y las llamas y la espada terminaba su obra de exterminio. Más es lo cierto que cada vez que arribaban a aquellos lugares esperaban ansiosos la hora de marchar hacia la ciudad del Apóstol, cuyas riquezas eran incentivo de su nativa codicia. Ya Gudroed que, según las crónicas, se detuvo tres años en nuestro país, ya el santo y valeroso Olaf, ya Ulf, a quien dieron los suyos el nombre de El Gallego ¡tanto castigó esta tierra! escogieron la isla de Cortegada como lugar de descanso y estratégico a la vez para emprender desde ella sus expediciones al interior de Galicia, para dejar a su abrigo las naves a que habían de recogerse. No deben extrañarlo Los normandos que en sus innumerables expediciones, no buscaban más que el combate y su botín, atacaron en Galicia aquellos lugares que le ofrecían más rico. Y cuando la ciudad del Apóstol se le ofreció para su nombradío y riqueza, como punto en que estaban a merced de su espada, allá se fueron en su busca. Pero a Santiago le defendía su alejamiento del mar. No se podía herirle al paso, saquearlo y partir de nuevo. Era por lo tanto, forzoso abordar las playas más cercanas a la ciudad sagrada, que fue ya siempre su único punto de mira, dejando a su espalda lugar seguro a donde volver en caso de peligro, defenderse y, si la suerte les era adversa, marchar hacia otros países para ellos igualmente hostiles. Este lugar de seguridad para una retirada, o para partir de nuevo, sólo pudo ofrecérselo en este caso, por su admirable posición la isla de Cortegada. Pronto usó el normando

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cuando le convenía, como lugar de descanso, como lugar de defensa a la que concurría Carril, que le daba abrigo con las alturas que le rodean. Podría tener allí sus cuarteles, podrían anclar sin temor, podrían sus guerreros partir desde aquellas orillas y marchar hacia Santiago, podrían volver a ellas, ya vencidos, ya hartos de despojos.

Los obispos compostelanos que cada vez temían más las invasiones normandas, trataron de defender, y para eso fortificaron la ciudad, y como no bastase, hicieron otro tanto en las Torres de Oeste, desde las cuales podían hostilizarles el enemigo, dificultar la marcha de las naves y oponerles a su abrigo una resistencia importante puesto que las aguas del Ulla, cuyas orillas guardaban, les permitían penetrar en el corazón del país gallego. Con cien naves y ocho mil guerreros, vino Gudroed en el año de 968. Era expedición importante ya que el número de combatientes, lo era por la bravura de su jefe, quien sabe si por los pensamientos que abrigaban de apoderarse de Galicia. Arribó el enemigo a Cortegada y en la isla y en Carril se estableció ya como dueño. Informóse sin duda alguna del estado del país, de las dificultades que podía hallar en su marcha, y sabedor de la resistencia que le opondrían los naturales, en las Torres de Oeste, comprendía que mejor que arriesgar un combarte en lugar en que sus naves no podrían pasar fácilmente, sería el emprender su avance por tierra, y marchar siguiendo las orillas del río, tal vez protegidos los invasores hasta donde les estuviese posible por los barcos de la escuadra. Opúsoseles el obispo Sisnando mucho ante que llegaran a Cesures. El encuentro debió ser cruel y encarnizado pues todo indica que no fue un solo combate sino muchos y continuados, avanzando el enemigo, oponiéndosele en retirada lo naturales. Estos eran escasos, la mala fortuna del obispo mucha. Él fue quien decidió la suerte del combate con su muerte, en la ruda batalla de Fornelos. Duro combate, tan duro como encarnizado, cuando la historia conserva el nombre de los lugares que lo presenciaron. Huyen los vencidos y desde aquel momento los muros compostelanos quedan desaparecidos, y abiertas sus puertas para que entrara quien quisiera. Y como si el cielo quisiera castigar la muerte del prelado Gudroed la halló más tarde bajo el suelo de Galicia.

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Fue la de Fornelos dolorosa jornada para los cristianos pues de ella dependía la libertad del territorio. Santiago fue ocupado y saqueado por Gudroed y los suyos, que ebrios por la victoria y por el número, se entran como un terremoto por el interior de Galicia sin hallar resistencia, o venciéndola si se le oponía. Pudo tenerse entonces con razón, en vista de tanto estrago, se apoderaron lo normandos definitivamente del país gallego, pues para tanto eran propicias la minoría de edad de Ramiro III, la hostilidad hacia la Corte de León, de los Condes de Galicia, y las turbaciones que entonces se experimentaban, y concluyen con la elección al trono de Bermudo II. Si del número e importancia de estas expediciones tuviésemos más noticias, fácil cosa sería probar que no sólo Gudroed y los suyos entraron sus tiendas en Cortegada sino que otro tanto hizo San Olaf, Ulf y demás caudillos que vinieron a hostilizar el país gallego. Para ellos era Santiago la ciudad más importante por sus riquezas. A estas, pues, se dirigían sus ataques. El puerto de desembarco más cercano era Carril. Cortegada su amparo y defensa. Ni una sola vez peligraron sus naves en aquellas aguas. ¿Qué más querían aquellos feroces guerreros?.

Las Torres del OesteLas Torres del OesteLas Torres del OesteLas Torres del Oeste De sus expediciones a Galicia deberán los normandos guardar recuerdos, más aquellos para quien fue Cortegada obligada estancia, debieran llevarlos imperecederos. Si cuando arribaban a tan gratas soledades, más gratas entre los tumultos del combate, estaban sus campos en plena eflorescencia, y los árboles de sus bosques tendrían sus ramas como buscando los besos de

la brisa, no hay duda, que estos sitios debieron ser siempre para el invasor, lugar de descanso y de seguridad, en el cual los guerreros victoriosos, podrían acariciar entre el ruido de las olas que cerraban la isla, el recuerdo de las violencias de los combates sostenidos. Quiera el cielo que también los hallen los que hoy van a poblar las augustas soledades, tan gratas a los desdichados y humildes, como a los poderosos de la tierra.

Manuel MURGÜIA

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Aún van a llevar a cabo los normandos otras dos invasiones con asentamiento en Cortegada: una en 1014, dirigida por Olaf Hraldson, quien, después de apoderarse de Iria Flavia y de Santiago de Compostela, invadió Tuy y se llevó prisionero al Obispo y al clero; la destrucción de la ciudad de Tuy fue tan grande que el rey Alfonso V prefirió integrar esta diócesis en la de Santiago, ante que reconstruir toda la ciudad. Parece ser que este Olaf se convirtió más tarde al cristianismo y fue nombrado patrón de Noruega con el nombre de “San Olaf”.

Al frente de los invasores normandos del año 1032 venía un conde danés llamado Ulf, quien se alía con otro conde gallego llamado Don Rodrigo Romáriz para luchar contra el rey Bermudo III . Después de haberse apoderado del castillo de Lobios, arrasaron gran parte de Galicia, aunque, poco después, el obispo Crestonio marchó al encuentro de los wikingos, a quienes infringió una gran derrota y fortificó al máximo la puerta marítima de Galicia, edificando los “Castellum Honesti” y adiestrando a los ejércitos para defender el territorio de toda clase de invasiones.

Existe la anécdota sobre una batalla llevada a cabo, en el año 1111, en la que fue disputada la Corona del Reino entre Doña Urraca y Alfonso de Aragón, luchando una tropa de noruegos al lado de los nobles gallegos partidarios del monarca aragonés;

Las Torres de Las Torres de Las Torres de Las Torres de Oeste (Catoira), defensaOeste (Catoira), defensaOeste (Catoira), defensaOeste (Catoira), defensa

de la ruta fluvial a Iria Flaviade la ruta fluvial a Iria Flaviade la ruta fluvial a Iria Flaviade la ruta fluvial a Iria Flavia

los ejércitos del arzobispo Gelmírez derrotaron a los wikingos en la batalla de La Lanzada, a quienes liberaron posteriormte, con la condición de que no volvieran a llevar a cabo ninguna incursión por Galicia.

En el siglo XII el Arzobispo Gelmírez, por medio de un documento del año 1115, confirma el cambio del dominio, que el Monasterio de Sobrado de los Monjes ejercía sobre la isla, a favor de San Martín Pinario. Así, según dije anteriormente, dado que la ría de Arosa es considerada tierra de frontera por ser la principal entrada marítima al Reino de Galicia, va a estar jalonada por numerosos castillos y fortalezas para mejor defensa contra las invasiones de normandos y musulmanes; la “Torre de Cortegada” se cuenta entre ellas; en el año 1512 la isla de Cortegada pasó a la jurisdicción de Carril . Entre estas construcciones defensivas se encontraba también la famosa Torre de Meadelo o Miadelo, otra de las numerosas estructuras de

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control militar que existían en la tierra del Salnés que, en este caso, tenía el doble objeto de defender la costa de las invasiones enemigas, por una parte, y de fiscalizar las mercancías que eran transportadas al puerto de Carril, por otra.

Acerca de este monumento habla Héitor Picallo Fuentes en una colaboración publicada en la edición del “Diario de Arousa” correspondiente al 19 de Septiembre de 2004, bajo el título de “Meadelo: Literaria e pintoresca Torre de San Xes de Bamio”: “Co grafito na man o

TorreTorreTorreTorre del Meadelo o Miadelo (Dibujodel Meadelo o Miadelo (Dibujodel Meadelo o Miadelo (Dibujodel Meadelo o Miadelo (Dibujo)

xoven E. Campo Sobrino, emocionado, chegara ata a parroquia de S. Xes de Bamio. Sobre o papel comenzou a desliñar con simples trazos a faciana estrutural dunha desmouchada torre, a cal dicíase de Meadelo (ou Miadelo dependendo de quen a pronunciase). Enzoufado de manchas escuras a parte superior do bozquexo suxestionábase a vexetación que invadía o edificio, para simultáneamente declarar na parte inferior da lámina un propósito de continuación, unha esixencia investigadora co debuxo arqueolóxico “Para hacer”… (“Con el grafito en la mano el joven E. Campo Sobrino, emocionado, llegara hasta la parroquia de S. Ginés de Bamio. Sobre el papel comenzó a diseñar con simples trazos la cara estrutural de una

Monasterio de SaMonasterio de SaMonasterio de SaMonasterio de San Martín Pinarion Martín Pinarion Martín Pinarion Martín Pinario

derruida torre, la cual se decía de Meadelo (o Miadelo dependiendo de quien la pronunciase). Manchado de manchas oscuras la parte superior del bosquejo se

sugestionaba la vegetación que invadía el edificio, para simultáneamente declarar en la parte inferior de la lámina un propósito de continuación, una exigencia investigadora con dibujo arqueológico “Para hacer”…).

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Añade que, según noticias documentales, que ya cité anteriormente, el año 1405 la Torre de Meadelo formaba parte del dominio absoluto del Monasterio de San Martín Pinario.

De ella también habla L. Bouza Trillo en una novela corta, titulada “La Torre de Miadelo”, que comenzó a publicar en el año 1907 en el periódico de Carril , denominado “Crónica Carrileña”.

En el año 1526, un personaje “posiblemente arousano”, Juan Calvo, juntamente con su mujer, Inés Outeiro, recibió en foro del Monasterio de San Martín Pinario la isla de Cortegada.

En el año 1607 escribe Jerónimo del Hoyo sobre la época de la fundación de la Villa de Carril y del motivo por el cual fue denominada con ese nombre “(...) Esta Villa de Carril se comenÇó a fundar habrá poco más de cien años. Fundáronla algunos vecinos de Padrón que venían a pescar junto dó está fundada” y algunos feligreses de las feligresías comarcanas y de los fundadores ay en ellos algunos apellidos como son Miguéns - Alages - Díaz - y Patiños vinieron de San Pedro de Cea: llamáronla Carril por haberla edificado junto a un carril que hacían los carros de los labradores quando venían a la rivera del mar y a la isla de Nuestra Señora de Cortegada a buscar argaÇos para estercolar sus tierras...”.

Puerto de CarrilPuerto de CarrilPuerto de CarrilPuerto de Carril El puerto de Carril ya estaba habilitado desde 1512; en esta época, los marineros de Carril utilizaban como arte de pesca el “xeito”, que consistía en extender la red a

lo largo del mar, dejándola entre aguas, para que las sardinas quedaran apresadas en ella; era el sistema usado con más frecuencia por los pescadores más pobres, ya que se necesitaban menos hombres y embarcaciones. Por este motivo, en el año 1566, los vecinos de Carril tuvieron un pleito contra los de la Cofradía del Corpo Santo, del barrio de A Moureira en Pontevedra que, en su mayoría, utilizaban el arte del cerco. Aunque en un principio se resolvió a favor de los primeros, recurrieron los pontevedreses y, seis meses más tarde, la Cofradía volvió a imponer sus normas; al referirse a esta época de la historia de Carril , nos lo cuenta Gerado Alvarez Limeses en su “Geografía del Reino de Galicia”: (...) La importancia pesquera fue grande a principios de la Edad Moderna y el

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22 enero 1566 se dictó un auto ordenando que los vecinos de Pontevedra dejasen pescar libremente a los de Carril con los aparejos que quisieran sin impedimento y bajo la pena de 50.000 maravedises; y con incidencias varias en el pleito promovido por los desde Pontevedra se dictó sentencia en Valladolid a 12 de Julio de dicho año disponiendo que “los becinos de la dicha villa de Carril pesquen tan solamente en la rria e puerto sobre que es este pleyto en la forma de la forma e manera e con las redes e aparejos que pescan los cofrades de la dicha cofradía e consortes o no de otra manera, so pena de diez mil maravedises por cada vez que lo contrario hiziesen”. Con motivo de la Guerra de la Independencia, en el año 1808, sufrió el pueblo de Carril la visita del ejército francés, según un artículo de Fermín Bouza-Brey Trillo recogido en las “Notas para la historia de Villagarcía” de Manuel del Río Candamo, que dice así: Escudo del Ayuntamiento Constitucional de CarrilEscudo del Ayuntamiento Constitucional de CarrilEscudo del Ayuntamiento Constitucional de CarrilEscudo del Ayuntamiento Constitucional de Carril “...Continuaron avanzando por la parroquia de San Ginés de Bamio, cuyos moradores debían estar desprevenidos por cuanto se eleva a veintitrés el número de vecinos muertos a mano de los enemigos, sin contar con el presbítero vecino de ella, lugar de Trabanca Sardiñeira, don Benito Lorenzo, a quien mataron en Carril, ni a Felipe Buceta y Remigio Coello, muertos en las cercanías de Villagarcía por los que fueron sepultados en esta iglesia. En Bamio asesinaron al párroco don Francisco Antonio Moas Barreiro, refiriendo la tradición que penetrando los franceses en su morada y sin consideración a su avanzada edad, ni a su indefensión, le atravesaron con una lanza, quedando en la pared por mucho tiempo impresas las huellas de sangre que brotó de la herida. Y además mataron a los vecinos nombrados, Roque Conde, Benito Loureiro, Ramón Cancelo, Francisco Míguez, Francisco García, Martín Vázquez, Manuel Barcala, Ginés Eiras, Felipa Blanco, viuda, Santiago Eiras, Manuel Lorenzo, Mateo Romero, Silvestre Sobradelo, Jacinto Rodríguez, Simón Longo, Juan Casas, Vicente Cancelo, Leandro Goldar, otro Francisco García, Silvestre Romero, Alberto Cancelo y Juan Fresco do Campo.Los vecinos de Carril procuraron huir del furor de que el destacamento en jornada de castigo venía poseído y es tradicional que trataron de refugiarse en la isla de Cortegada embarcándose al efecto; mas algunas de las lanchas fueron alcanzadas

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por el fuego de fusilería que los franceses desde tierra hacían. La confirmación de la tradición expresada la hallamos en alguna partida de defunción del archivo parroquial de Carril. Los demás muertos de Carril, como la de la ascendiente de nuestro amigo don Rogelio Ferreirós, Isabel de Canabal, esposa de Mateo Ferreirós, que “la mataron a balazos los franceses el día seis de Marzo de este presente año, cuando entraron en esta villa a quemarla y saquearle y que fue sepultada en la Capilla de Nuestra Sra. de Cortegada”, fueron en dicho día, además del sacerdote don Benito Lorenzo, de quien se habló al describir lo ocurrido en Bamio, José Benito García Bravo, Rosendo García Bravo, Tomás Castromán, Fructuoso Rodríguez, Manuel Loureiro, Crisóstomo do Río, Bernardo Canabal, Francisco Iglesias, José González Lavandeira, Pedro Fontán, Andrés Fontán y José Benedicto, la mayor parte de cuyas víctimas son gente casada, indicando sus circunstancias de ser de cierta edad ya.”

Decía el doctor don Domingo Sánchez-Guisande Jack: “…para mí es un pequeño tributo sentimental hacia mis antecesores que en parte provienen de la isla. Según contaban en mi familia a uno de ellos lo mataron los franceses en la incursión de castigo que realizaron en los primeros días de febrero o marzo de 1809 mientras todo el pueblo de Carril huyó en todos los barcos a salvarse y refugiarse en Cortegada, bajo el fuego de los franceses que disparaban desde tierra. Un bala mató a una antepasada mía (eso cuentan) y la enterraron al lado de la capilla de la isla. En esa ocasión Cortegada salvó a Carril, pues los franceses siguieron de camino de castigo (mataron al párroco) de Villagarcía y no pasaron a la isla…”