Vida Monástica

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“Vida Monástica”, Ramiro Tapia, 1998 Alma mía, loa a Dios, que perdonó | todas tus transgresiones, que curó todas tus dolencias, que rescató tu vida de la muerte, que te coronó con piedad, que satisface con bondades tu deseo. Tu juventud se repristinará como la de un águila. Exposición sobre el Alma, NHC II 6, 134, 20. Observo el cielo y la meseta atravesando corredores de luz e instantes de silencio; años ha, cuando en una vida ordenada en Cristo ingresé, el murciélago de la pasión impregnó unas paredes ocres y severas, reflejando las doradas trenzas de un Sol acompañante, que sin cesar en luz me dio frío y calor en la celda oculta de mi alma. La línea del tiempo liberó la crisálida descrita en los tomos venerables de los padres, al tiempo que símbolo y sensación se acariciaban en la extensión del ejercicio de oración, arrastrando las sílabas y las sombras por entre los rincones y los recovecos olvidados de mi nueva casa de paz. En la travesía de un momento a otro, sentí los murmullos muertos resucitando, valiéndose del eco de todas las cosas que son Dios. En esos momentos, elevo y bajo la mirada, y en derredor queda la línea del amor cayendo; siento sus brazos delineando la rutina de mis horas y la intimidad de lo que fui y seré, mientras las ralas alas del diablillo y de la serpiente amenazante apuñalan mi corazón exhausto de lucha. Los astros se conjugan hacia los espíritus de la luna de mi ventana, y en esa preciosa y precisa limitación siento mi vocación ardiendo. En esta interesante y profunda obra, Ramiro Tapia nos introduce en el alma misma de la vida religiosa, reflejando la mística que yace en el trasfondo de la regularidad y la rutina monásticas, mientras símbolos heréticos dibujan un marco estimulante y atrayente. Se busca recrear la dimensión interior que habita el corazón de las espirituales tierras castellanas, reflejando con irónica tentación e inocencia las paradojas del alma humana. Sus trazos son firmes al tiempo que juguetones, y en su simetría y fuerza expresiva, hallamos un pliego de luz sobre el que están escritos los símbolos de un corazón que anhela una vida de aprovechamiento y silencio, en consonancia con el Cristo redentor. Iván Elvira, historiador y escritor.

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Texto para la obra "Vida Monástica", de Ramiro Tapia. Presentada en las Edades del Hombre: Monacatus (2012)

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Page 1: Vida Monástica

“Vida Monástica”, Ramiro Tapia, 1998

Alma mía, loa a Dios, que perdonó | todas tus transgresiones, que curó todas tus dolencias, que

rescató tu vida de la muerte, que te coronó con piedad, que satisface con bondades tu deseo. Tu

juventud se repristinará como la de un águila. Exposición sobre el Alma, NHC II 6, 134, 20.

“Observo el cielo y la meseta atravesando corredores de luz e instantes de silencio; años ha,

cuando en una vida ordenada en Cristo ingresé, el murciélago de la pasión impregnó unas

paredes ocres y severas, reflejando las doradas trenzas de un Sol acompañante, que sin cesar en

luz me dio frío y calor en la celda oculta de mi alma. La línea del tiempo liberó la crisálida

descrita en los tomos venerables de los padres, al tiempo que símbolo y sensación se acariciaban

en la extensión del ejercicio de oración, arrastrando las sílabas y las sombras por entre los

rincones y los recovecos olvidados de mi nueva casa de paz. En la travesía de un momento a

otro, sentí los murmullos muertos resucitando, valiéndose del eco de todas las cosas que son

Dios. En esos momentos, elevo y bajo la mirada, y en derredor queda la línea del amor cayendo;

siento sus brazos delineando la rutina de mis horas y la intimidad de lo que fui y seré, mientras

las ralas alas del diablillo y de la serpiente amenazante apuñalan mi corazón exhausto de lucha.

Los astros se conjugan hacia los espíritus de la luna de mi ventana, y en esa preciosa y precisa

limitación siento mi vocación ardiendo”.

En esta interesante y profunda obra, Ramiro Tapia nos introduce en el alma misma de la vida

religiosa, reflejando la mística que yace en el trasfondo de la regularidad y la rutina monásticas,

mientras símbolos heréticos dibujan un marco estimulante y atrayente. Se busca recrear la

dimensión interior que habita el corazón de las espirituales tierras castellanas, reflejando con

irónica tentación e inocencia las paradojas del alma humana. Sus trazos son firmes al tiempo

que juguetones, y en su simetría y fuerza expresiva, hallamos un pliego de luz sobre el que están

escritos los símbolos de un corazón que anhela una vida de aprovechamiento y silencio, en

consonancia con el Cristo redentor.

Iván Elvira, historiador y escritor.