Viaje a Vetusta

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Actividad extraescolar ies la albericia de Santander . Apuntes para un viaje cultural Las siguientes líneas se refieren a una introducción a un viaje realizado por los alumnos de 2º de Bachille- rato a Oviedo el 19 de No- viembre de 2009. La activi- dad incorporaba alumnado de las asignaturas de Reli- gión e Historia del Arte. Una situación favorable La ciudad de Oviedo se sitúa sobre una colina que vigila las rutas principales de Asturias. Las que lle- van desde los puertos de la Cordillera Cantábrica en su tramo central astur-leo- nés (Pajares) coinciden con los cursos de los ríos prin- cipales (Caudal, Nalón), cerca de la ciudad. Ése era el itinerario de una calzada romana que comunicaba con León. Por otra parte, el camino que atraviesa Asturias de Oeste a Este transcurre entre dos cadenas montaño- sas, la interior y la litoral, co- incidiendo con el trazado de la actual carretera N-634. Desde el s. VIII era la vía de penetración de los ataques musulmanes, y desde prin- cipios del s. IX marca el re- corrido de un camino de pe- regrinación a Santiago de Compostela. Justamente en torno a Oviedo se ensancha la depresión central asturia- na, que permite el asenta- miento agrícola. Estos fac- tores debieron pesar en los tiempos de la fundación del convento y de la ciudad, allá por la Alta Edad Media. La ciudad no fue la prime- ra capital del pequeño reino de Asturias, pero su empla- zamiento favorable explica- ría parte de su éxito. Su localización se ha re- forzado con el paso del tiempo y la asunción de nuevas funciones: cabecera administrativa de las princi- pales instituciones civiles y religiosas a partir del s. XIV, centro comercial de un área minera e industrial en expansión y comunica- Viaje a Vetusta.

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Es un viaje cultural con alumnos de bachillerato del ies La Albericia de Cantabria

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Actividad extraescolar ies la albericia de Santander

. Apuntes para un viaje cultural

Las siguientes líneas se refieren a una introducción a un viaje realizado por los alumnos de 2º de Bachille-rato a Oviedo el 19 de No-viembre de 2009. La activi-dad incorporaba alumnado de las asignaturas de Reli-gión e Historia del Arte.

Una situación favorableLa ciudad de Oviedo se

sitúa sobre una colina que vigila las rutas principales de Asturias. Las que lle-van desde los puertos de la Cordillera Cantábrica en su tramo central astur-leo-nés (Pajares) coinciden con los cursos de los ríos prin-cipales (Caudal, Nalón), cerca de la ciudad. Ése era el itinerario de una calzada romana que comunicaba con León.

Por otra parte, el camino que atraviesa Asturias de Oeste a Este transcurre entre dos cadenas montaño-sas, la interior y la litoral, co-

incidiendo con el trazado de la actual carretera N-634. Desde el s. VIII era la vía de penetración de los ataques musulmanes, y desde prin-cipios del s. IX marca el re-corrido de un camino de pe-regrinación a Santiago de Compostela. Justamente en torno a Oviedo se ensancha la depresión central asturia-na, que permite el asenta-miento agrícola. Estos fac-tores debieron pesar en los tiempos de la fundación del convento y de la ciudad, allá por la Alta Edad Media. La ciudad no fue la prime-ra capital del pequeño reino de Asturias, pero su empla-zamiento favorable explica-ría parte de su éxito.

Su localización se ha re-forzado con el paso del tiempo y la asunción de nuevas funciones: cabecera administrativa de las princi-pales instituciones civiles y religiosas a partir del s. XIV, centro comercial de un área minera e industrial en expansión y comunica-

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da por ferrocarril desde el s. XIX. En la actualidad es el centro de un área metropo-litana que reúne más de 800 mil habitantes, el denominado “Ocho Asturiano” y que in-cluye los concejos mineros del interior (Mieres, Langreo), las aglomeraciones urbanas e industriales de la costa (Avi-lés, Gijón) y nuevas zonas de expansión (Siero).

Capital de un rei-no nuevo

La historia ovetense co-menzó con el establecimiento y luego fundación oficial del monasterio de San Vicen-te por unos monjes, Máximo y Fromestano, en el s. VIII (761-781). Luego llegaría el establecimiento de la capitali-dad en tiempos de Alfonso II

(791-842). Hay que recordar que la monarquía asturiana había tenido otras capitales, según las preferencias de sus reyes: Cangas de Onís, San Martín del Rey Aurelio, Pra-via. En todo caso, se percibe el desplazamiento desde las estribaciones de la Cordille-ra Cantábrica hacia la depre-sión media. Las acometidas normandas del s. IX demostra-ron que Oviedo era un buen emplazamiento para estar pre-venido, y no sólo frente a las aceifas musulmanas del Emi-rato de Córdoba.

El carácter de capital es-

tuvo unido a profundos cam-bios en la monarquía astu-riana, tal como han mostrado los profesores Barbero y Vigil. Al parecer no hubo problemas en la sucesión de Pelayo en la persona de su hijo Favila, durante la prime-ra mitad del s. VIII. No su-cedió lo mismo en la segunda mitad, donde hubo reinados breves, agitados por revuel-tas. La sucesión recordaba el sistema electivo de los visigodos, con candidatos entre las principales fami-lias del reino. En Asturias había dos líneas: una de los sucesores de Pelayo, con influencias matrilineales en la transmisión de derechos al trono, de ascendencia na-tiva, y otra derivada de Pe-dro, duque de Cantabria, patrilineal y origen visigodo. La segunda prevalecería a partir de Ramiro I (84�-850), junto con la sucesión heredita-ria. La islamización progresiva de la población andalusí, o al menos de sus grupos dirigentes de origen peninsular, también explican la evolución del reino

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asturiano. Desde finales del s. VIII, los emires influyeron en la sede primada de Toledo. Ejemplo de esto fue la polémi-ca acerca del “adopcionismo”. Según Elipando, arzobispo toledano, Jesucristo no sería Hijo de Dios, sino “adopta-do” por Él. Se trataría de un acercamiento a las posiciones teológicas islámicas, lo que no dejaba de tener un significado político. Tanto Alcuino de York como Beato de Liébana se opusieron con firmeza y éste fue el comienzo de varios he-chos esenciales: acercamiento al Imperio Carolingio, estable-cimiento de una sede episcopal separada de Toledo, consoli-dación de una capital política y religiosa en Oviedo.

El Oviedo Prerro-mánico Bajo Alfonso II el Casto (791-842), Oviedo se convierte en capital y se de-sarrolla un programa de en-grandecimiento, con iglesias, palacios y otros edificios. Se trata de consolidar el papel político y religioso del reino, emancipado de la tutela del Emirato de Córdoba. Y ese afán de independencia y esplendor se manifiesta en la construcción de edificios de piedra. El prerrománico as-turiano comprende los prin-cipales monumentos objeto de nuestro viaje cultural: San Julián de los Prados, de la primera fase o reinado de Alfonso II el Casto, el mayor edificio prerrománico de España; Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, del apogeo del

estilo con Ramiro I (842-850). Santa María del Naranco era un palacio o mirador, luego convertido en iglesia, de ahí su peculiar arquitectura. Algunos rasgos que iden-tifican el arte prerrománico asturiano son:- Cubierta de made-ra, a dos aguas en la nave central, en las iglesias más antiguas o menores.- Al principio sólo abovedan ábsides, luego también las naves.- Arcos de medio punto muy peraltados. - Muros de sillería, sillarejo o mampostería, revestidos de estuco o frescos.- Uso de contrafuer-tes con función constructi-va y decorativa. - Cadenas de ángulo, a soga y tizón, en esquinas. .- Arcos de descarga de ladrillo sobre dinteles. - Arcos de ladrillo o de

piedra de medio punto sobre las puertas, con jambas monolí-ticas de piedra. - Importante uso de colum-

nas, exentas o adosadas, con fustes sogueados. Capiteles: corintio, clásico, y troncopira-midal.- Los huecos se cierran con celosías de estuco calado. - Planta basilical de tres naves separadas por pilares, dependencias laterales, - Cabecera triple remata-da en ábside de testero recto y nártex a los pies.- Decoración escultórica extendida desde capiteles a medallones o basas e impostas estriadas.

El Oviedo góticoCoincide con la estructura bá-sica de la catedral tal como ha llegado a nosotros. Hay que recordar que los edificios de

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épocas pasadas se construían durante decenas de años, a veces siglos. El resultado era una acumulación orgánica de elementos de estilos muy varia-dos. Así, la catedral ovetense comenzó a rehacerse desde

finales del s. XIV (1388), coincidiendo con el estable-cimiento del título de Príncipe de Asturias por Juan I para el heredero al trono de Castilla (Enrique III). Sin embargo, el gran impulso llegó en la época de los Reyes Católicos, con una orientación hispano-flamenca en el plan-teamiento. El estilo se mantu-vo hasta finales de siglo, bajo diversos e ilustres arquitectos, con escasas concesiones al Renacimiento, salvo en algunos retablos de capillas. No estará

de más observar que el rena-centista fue un arte de monar-cas, nobles y diócesis princi- pales

y más abiertas al exterior. El alejamiento de esos centros de poder y el bloqueo de las influencias exteriores durante el reinado de Felipe II, prolon-garon el gusto gótico tardío.

El Oviedo barrocoA principios del s. XVII llegan a la ciudad los aires del Barro-co, coincidiendo con la consoli-dación como centro administra-tivo provincial. En esta época se fundan la Universidad,

algunas capillas de la Catedral (de la Anunciación o de los Vigiles), conventos y edificios civiles (Ayuntamiento), entre ellos algunos palacios (Casa de Campomanes). El primer Barroco ovetense mantiene un tono clasicista heredado del

siglo anterior (edificio de la

Universidad).

Una pausa durante el segun-do cuarto de siglo da paso a otro Barroco más ornamental, presente en varias capillas de la Catedral (de Santa Bárba-ra, de Santa Eulalia, del Rey Casto) y en los palacios de la nobleza regional (de Cam-posagrado, del Marqués de Valdecarzana). La Plaza del Fontán será una de las obras destacadas de finales del s. XVIII.

Oviedo contempo-ráneo La ciudad requeriría varios días de recorrido y observación por parte del visitante que quisiera conocer-la. Como no es nuestro caso, sólo se mencionarán algunas elementos que sirvan de refe-rencia para orientar un paseo breve. Con el s. XIX llegan el ferrocarril, la industrialización y la centralización administrativa. “La Regenta”, de Leopoldo

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Alas “Clarín”, deja una ima-gen duradera de población poco activa y de vida pausada durante la primera parte de la Restauración (1874-1902).

Con todo, hay que mencionar algunos hitos esen-ciales de esta etapa: el Teatro Campoamor, la Diputación (hoy Palacio Regional), las sedes de los bancos regiona-les (fundados a fines del s. XIX y principios del XX) , las casas burguesas de la calle Uría (la principal de Oviedo), la Plaza del Paraguas o el espléndido Campo de San Francisco.