viaje a gambia

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Diario del Alto Aragón Domingo, 16 de diciembre de 2012 8 domingo AIRE LIBRE Viaje a Gambia en busca del buitre palmero F.J. PORQUET MONZÓN.- Durante las tres pri- meras semanas de octubre, una expedición organizada por el Fondo de Amigos del Bui- tre (FAB), asociación con sede en Binaced y presidida por Ma- nuel Aguilera, recorrió la selva y la sabana de Gambia en busca del buitre palmero (Gypohierax angolensis), singular en su gé- nero por ser vegetariano “en un ochenta por ciento”. Viajaron el propio Aguilera, la fotógrafa Pi- pa Álvarez y el productor de cine Pepo Cabellud, de la empresa za- ragozana “Arrodar”. No tuvieron suerte. El palme- ro, poco amigo de la presencia humana, apenas se dejó ver (tan sólo en dos o tres ocasiones y a mucha distancia). Sin embargo, el inquieto binacetense no des- espera y adelanta: “Volveremos el año que viene. Ahora ya sabe- mos por dónde vuela y seguro que lo pillamos”. Con “pillarlo”, Aguilera se refiere a observarlo, fotografiarlo, estudiar sus cos- tumbres y morfología y censarlo en la medida de lo posible. El palmero o buitre de Angola es una especie de ave falconifor- me de la familia Accipitridae, pe- sa algo menos de dos kilos y mide 1,7 metros de envergadura, pone un huevo al año y se alimenta ca- si exclusivamente de la porción carnosa exterior de la fruta de la palmera de aceite, aunque tam- bién picotea pequeños roedores y pájaros, ranas y lagartijas. Vue- la en las áreas de África donde existen palmeras de aceite, bos- ques, sabanas y manglares. Bási- camente, en la franja tropical del continente que enlaza los paí- ses de Tanzania, Gabón, Angola, Gambia y Ghana. No censado En la pasada década, Aguilera, bien conocido en los círculos de los estudiosos de las necrófa- gas, hizo dos viajes a Sudáfrica para estudiar y censar el que- brantahuesos de aquellas lati- tudes. “Fuimos invitados por el Gobierno del país y realizamos una buena labor. Sensibilizamos a la población y habilitamos un total de nueve comederos. Hoy, los atienden las gentes del lugar y son un elemento de atracción turística. El objetivo que nos ha movido en el viaje a Gambia es el mismo. El palmero está poco do- cumentado, no hay censo y será bueno conocerlo para defender- lo”, explica. Manuel alerta de que varias compañías madereras alemanas talan grandes extensiones de sel- va y reducen el hábitat natural de los buitres. “Da pena ver caer baobabs milenarios de ocho o diez metros de circunferencia”, remarca. Además, el palmero se enfrenta a los traficantes del mercado negro. O sirve de comi- da para quienes poco saben de la importancia de la conservación de las especies. La primera re- ferencia de este buitre data de 1788 (“aparece en un libro inglés”), y la forma más fácil y “triste” de verlo es visitar los zoológi- cos que cuentan con ejemplares. Peligros en la sel- va africana Manu, Pipa y Pe- po deambularon una semana por la selva sin conseguir un avistamien- to del escurridizo buitre, viviendo más de una anéc- dota curiosa por el camino. Por ejemplo, sus tres nombres llama- ban la atención de los policías de la zona, y más el pri- mero, que en el idio- ma del país sig- nifica “ca- rretera”. El natu- ralista re- cuerda: “Los insec- tos nos acribilla- ron a pesar de ir bañados en líqui- do repelente, los cocodrilos me- rodeaban por los manglares, y los habitantes de la zo- na no querían dor- mir en las tiendas de campaña por miedo a las co- bras, muy abun- dantes”. Varios ejemplares de buitres rupell y dorsiblanco. FAB En cuanto a su búsqueda, Agui- lera narra que compraron cabras muertas, “que soltaban un hedor insoportable, y las colocamos de cebo para atraer al palmero. ¡Te- níamos que ponernos hierbabue- na en las narices para aguantar el tufo! Además, construimos “hi- des” (chozas de observación), estuvimos esperando horas y ho- ras, y nada”. En la segunda semana, des- pués de un complicado despla- zamiento de 300 kilómetros por caminos bacheados a conciencia por la lluvia, en el que invirtieron un par de jornadas, avistaron un palmero en un árbol y una pareja en la lejanía. Poca cosa para los intereses de Manu. Entre tanto, Pepo cogió fiebres y hubo que trasladarlo a una ciu- dad para que lo atendieran en condiciones. El binacetense aún hizo una incursión en solitario en busca del buitre vegetariano, y vio uno, pero muy a lo lejos. “Repito: ya sabemos por dónde campan y volveremos”, insiste. Otras especies Aunque el palmero era el “obje- tivo estelar” de la expedición, los aventureros llevaban en su pun- to de mira otras es- pecies de buitres. En concreto: el tor- go (Torgos trache- liotus), el buitre de Rupell (Gyps rueppellii), el dor- Un ejemplar del “escurridizo” buitre palmero. FAB >El palmero es un buitre especialmente singular por ser vegetariano “en un ochenta por ciento” DAA

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AIRE LIBRE

Viaje a Gambia en busca del buitre palmeroF.J. PORQUET

MONZÓN.- Durante las tres pri-meras semanas de octubre, una expedición organizada por el Fondo de Amigos del Bui-tre (FAB), asociación con sede en Binaced y presidida por Ma-nuel Aguilera, recorrió la selva y la sabana de Gambia en busca del buitre palmero (Gypohierax angolensis), singular en su gé-nero por ser vegetariano “en un ochenta por ciento”. Viajaron el propio Aguilera, la fotógrafa Pi-pa Álvarez y el productor de cine Pepo Cabellud, de la empresa za-ragozana “Arrodar”.

No tuvieron suerte. El palme-ro, poco amigo de la presencia humana, apenas se dejó ver (tan sólo en dos o tres ocasiones y a mucha distancia). Sin embargo, el inquieto binacetense no des-espera y adelanta: “Volveremos el año que viene. Ahora ya sabe-

mos por dónde vuela y seguro que lo pillamos”. Con “pillarlo”, Aguilera se refiere a observarlo, fotografiarlo, estudiar sus cos-tumbres y morfología y censarlo en la medida de lo posible.

El palmero o buitre de Angola es una especie de ave falconifor-me de la familia Accipitridae, pe-sa algo menos de dos kilos y mide 1,7 metros de envergadura, pone un huevo al año y se alimenta ca-si exclusivamente de la porción carnosa exterior de la fruta de la palmera de aceite, aunque tam-bién picotea pequeños roedores y pájaros, ranas y lagartijas. Vue-la en las áreas de África donde existen palmeras de aceite, bos-ques, sabanas y manglares. Bási-camente, en la franja tropical del continente que enlaza los paí-ses de Tanzania, Gabón, Angola, Gambia y Ghana.

No censadoEn la pasada década, Aguilera, bien conocido en los círculos de los estudiosos de las necrófa-gas, hizo dos viajes a Sudáfrica para estudiar y censar el que-brantahuesos de aquellas lati-tudes. “Fuimos invitados por el

Gobierno del país y realizamos una buena labor. Sensibilizamos a la población y habilitamos un total de nueve comederos. Hoy, los atienden las gentes del lugar y son un elemento de atracción turística. El objetivo que nos ha movido en el viaje a Gambia es el mismo. El palmero está poco do-cumentado, no hay censo y será bueno conocerlo para defender-lo”, explica.

Manuel alerta de que varias compañías madereras alemanas talan grandes extensiones de sel-va y reducen el hábitat natural de los buitres. “Da pena ver caer baobabs milenarios de ocho o diez metros de circunferencia”, remarca. Además, el palmero se enfrenta a los traficantes del mercado negro. O sirve de comi-da para quienes poco saben de la importancia de la conservación de las especies. La primera re-ferencia de este buitre data de 1788 (“aparece en un libro inglés”), y la forma más fácil y “triste” de verlo es visitar los zoológi-cos que cuentan con ejemplares.

Peligros en la sel-va africanaManu, Pipa y Pe-po deambularon una semana por la selva sin conseguir un avistamien-to del escurridizo buitre, viviendo más de una anéc-dota curiosa por el camino. Por ejemplo, sus tres nombres llama-ban la atención de los policías de la zona, y más el pri-mero, que en el idio-ma del país sig-nifica “ca-rretera”. El natu-ralista re-c u e r d a : “Los insec-tos nos acribilla- r o n a pesar de ir bañados en líqui-do repelente, los cocodrilos me-rodeaban por los manglares, y los habitantes de la zo-na no querían dor-mir en las tiendas de campaña por miedo a las co-bras, muy abun-dantes”.

Varios ejemplares de buitres rupell y dorsiblanco. FAB

En cuanto a su búsqueda, Agui-lera narra que compraron cabras muertas, “que soltaban un hedor insoportable, y las colocamos de cebo para atraer al palmero. ¡Te-níamos que ponernos hierbabue-na en las narices para aguantar el tufo! Además, construimos “hi-des” (chozas de observación), estuvimos esperando horas y ho-ras, y nada”.

En la segunda semana, des-pués de un complicado despla-zamiento de 300 kilómetros por caminos bacheados a conciencia por la lluvia, en el que invirtieron un par de jornadas, avistaron un palmero en un árbol y una pareja en la lejanía. Poca cosa para los intereses de Manu.

Entre tanto, Pepo cogió fiebres y hubo que trasladarlo a una ciu-dad para que lo atendieran en condiciones. El binacetense aún hizo una incursión en solitario en busca del buitre vegetariano, y vio uno, pero muy a lo lejos. “Repito: ya sabemos por dónde campan y volveremos”, insiste.

Otras especiesAunque el palmero era el “obje-tivo estelar” de la expedición, los aventureros llevaban en su pun-

to de mira otras es-pecies de buitres. En concreto: el tor-go (Torgos trache-liotus), el buitre de Rupell (Gyps rueppellii), el dor-

Un ejemplar del “escurridizo” buitre palmero. FAB

>El palmero es un buitre especialmente singular por ser vegetariano “en un ochenta por ciento”

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siblanco (Gyps africanus) y el cabeciblanco (Trigonoceps oc-cipitalis), éste último muy apre-ciado por los estudiosos de las necrófagas, porque quedan muy pocos ejemplares. Fotografiar al grandioso torgo no resultó pro-blemático, y también se dejaron

ver los otros tres, incluido el que se halla en peligro de extinción.

El Fondo de Amigos del Buitre hace una labor impagable abas-teciendo los comederos de Bina-ced (estos días, el espectáculo de miles de milanos en vuelo sobre el cerro “Las Pichillas” impacta a cualquiera), Estadilla, Santa Ci-lia de Panzano y Naval. El estu-dio y cuidado de los “pájaros” es la razón de ser de la asociación.

La pasión de Manu no conoce fronteras, y la preocupación por los buitres le ha llevado a Sudáfri-ca y Gambia. No quiere recono-cimientos ni medallas, pero echa en falta “mayor apoyo adminis-trativo”. Volverá al África Tropi-cal y tendrá que ponerse otra vez

>El Fondo de Amigos del Buitre se encarga del abastecimiento de varios comederos de la provincia

Manuel Aguilera y Pepo Cabellud, en pleno viaje en barca. FAB

nueve vacunas, y tomar pastillas contra la malaria cuando regre-se, durante mes y medio. El tra-tamiento médico “le importa un comino” (entiéndase la frase en el contexto). Lo mismo que los mosquitos, los cocodrilos, las co-bras y las cabras muertas de olor nauseabundo. Él es así.

“Si lo documentamos, lo cen-samos y lo damos a conocer, el pájaro estará más protegido. No hay vuelta de hoja: tenemos que hacerlo. Y por mí no va a quedar”, subraya. Mentalmen-te, ya está haciendo la mochila. Pueden apostar a que el palme-ro no se le escapará. Si el buitre es tozudo, el naturalista de Bi-naced, más.

Ejemplar de buitre palmero posado en un árbol. FAB

Aguilera, presidente del Fondo de Amigos del Buitre. FAB

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