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VENTANA AL MUNDO

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LA DÉCADA CRITICA DE AMÉRICA LATINA

El doctor Arturo Uslar Pietri, en su artículo intitulado "¿Puede laAmérica Latina salir adelante?" (publicado en inglés en "The NewYork Times" y en español en "El Nacional"), señala como difícil ynegativa en su conjunto la década que acaba de concluir, designadapor las Naciones Unidas como la "década de desarrollo". Se iniciaahora la década de los 70, designada la "segunda década deldesarrollo". Teniendo a la vista los resultados de la década de los 60y las condiciones dominantes en la América Latina un pronósticooptimista de la década actual se hace muy forzado. El doctor UslarPietri, en su artículo de referencia 10 advierte de la manera siguiente:"si los obstáculos resultan insuperables para alcanzar una formasatisfactoria de cooperación regional, el porvenir puede estar llenode amenazas y de decepciones".

La Alianza para el Progreso signó la trayectoria de la década delos 60 en América Latina. Harvey Perloff, uno de los arquitectos deesta Alianza, en un libro de reciente circulación intitulado "TheAlliance for Progress: a social invention in the marking", asienta que"la tasa de crecimiento económico (de América Latina, NN), de 1961a 1967 no sólo fue menor que la meta del 2,5% establecida en laCarta, sino aún menor que la tasa de crecimiento alcanzada durantela década de 1950".

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Incluso Venezuela, cuya economía es impulsada por la actividadpetrolera favorecida por una gran dinámica frente a los productosprimarios tradicionales de otros países latinoamericanos, no pudoalcanzar en la indicada década una tasa de crecimiento del productopor habitante superior al 2%. Incrementos negativos del productoreal por habitante sufrieron Uruguay, Haití y República Dominicana.Mientras el comercio internacional del mundo registró una expansiónsostenida en los últimos veinte años, la exportación de América Latinasufrió un descenso en su participación en el total mundial de 11,2 por100 a 5,4 por 100. La tasa acumulativa media anual de aumento de laexportación latinoamericana en ese tiempo fue de apenas un 3 por100, mientras los requerimientos de importación crecieron a más de4 por 100. El deterioro de los términos de intercambio se hizoparticularmente agudo en la década recién finalizada. El doctorManuel Pérez Guerrero, Secretario General de Unctad, en un informede la junta de ésta, menciona que en el período 1965-67 los paísessubdesarrollados perdieron un promedio anual de mil trescientosmillones de dólares como consecuencia del deterioro de los términosde intercambio. La balanza comercial latinoamericana ante el restodel mundo ha presentado a lo largo de la década déficit considerable.

Particularmente Venezuela en su comercio con los Estados Unidos,según el doctor Uslar en su artículo citado, ha tenido desde 1959 alpresente un saldo negativo de 2.500 millones de dólares en formaneta.

La dinámica del subdesarrollo de América Latina es bastanteconocida y se hace innecesario aportar pruebas para demostrar quela "década del desarrollo" no ha sido tal. En el llamado "Consensode Viña del Mar", suscrito por los países latinoamericanos el añopasado, y que constituye el documento básico de la conferencia delClES en Caracas, se asienta que "al término del presente decenio lasbrechas económica y científico-tecnológica entre" el mundo endesarrollo y las naciones desarrolladas han crecido y siguen creciendo,y los obstáculos externos que frenan el rápido crecimiento económicode los países latinoamericanos no sólo no han sido removidos sinoque tienden a aumentar". Al terminar esta década el producto porhabitante de América Latina alcanza a quinientos doce dólares y esseis veces menor que el producto por habitante de los Estados Unidos;

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ese promedio, sin embargo, es influido por los comparativamentealtos ingresos de Argentina (950), Venezuela (878), Uruguay (710),ahora en decadencia; México (677) y Chile (671).

En 1948 apareció el manifiesto de Raúl Prebisch, en el marco deCepal, sobre la necesidad de lograr para América Latina un cambioen el esquema tradicional de la división mundial del trabajo.

Veinte años después, esta región continúa siendo fuente de materiaprima y alimentos crudos para el mundo desarrollado e importadorade productos industriales, con el agravante de que el comercio deproductos primarios se hace cada vez más estrecho y de que laactividad industrial destinada a sustituirlo depende sustancialmentede los ingresos de la exportación primaria para obtener los insumosy los bienes instrumentales requeridos por la misma.

El haber acometido tarde el proceso de industrialización -y bajocondiciones de dependencia- proporciona a nuestros países ventajasy desventajas en contradicción aparente e insalvable: el acervotecnológico del sector desarrollado del mundo debe representar paranosotros un cúmulo invalorable de economías externas, pero simultá­neamente significa la renuncia a nuestra propia manera de crecer enconcordancia con nuestros recursos, necesidades y posibilidades. Sinhaberse transformado las condiciones de trabajo y de vida en el campo,existen actualmente 30 millones de desempleados en América Latina,y se hacinan en las ciudades y suburbios sin esperanza de ocupación.Para hacer frente a este fenómeno, según un estudio de la OEA, serequiere que el PTB aumente en un seis por ciento anual: en el séptimodecenio aumentó a 4,6 por 100.

Con las condiciones actuales, el crecimiento del PTB descansa enel ritmo de la exportación primaria: éste, a su vez, sufre undebilitamiento relativo que tiende a acentuarse en el transcurso deltiempo.

Lo que será América Latina en el fin de siglo depende de lo que sehaga o deje de hacer en esta década, por lo cual hay que calificarla de"critica". Puede señalarse que la suerte de cada país latinoamericanodepende de la suerte de los demás, vale decir, que hay una dinámica

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solidaria de la región. La transformación que ocurra en estos paísesserá -si ocurre- obra .de los mismos, de sus recursos, de susnecesidades, y fundamentalmente, de su gente.

No se trata tan sólo, como expone el doctor Uslar Pietri, de pasarde una sociedad tradicional a una sociedad industrial; se trataesencialmente de pasar del subdesarrollo al desarrollo, lo que envuelvela condición elemental de la independencia, de realizarse como nacióndueña de sí, de integrarse en sus capacidades y voluntades. Ello noimplica la renuncia a la cooperación exterior, empezando por lacooperación entre los propios latinoamericanos; pero la cooperaciónsignifica escogencia libre de oportunidades y modalidades, y no­dominación impositiva. Es obvio que la transformación de los paísesno puede ser un proceso autárquico, solitario, en un mundo en quelas comunicaciones borran distancias y límites; pero debe ser unproceso autónomo, impulsado y conformado por factores internos.

Dos grandes acciones deben ser acometidas en el afán de desarrollo:una externa, de participación menos injusta en los beneficios delcomercio internacional y del progreso mundial como un todo, y otrainterna, de reorganización progresiva para elevar al máximo losrendimientos de la aplicación de los frutos del comercio exterior ypara una distribución socialmente justa de esos rendimientos ybeneficios. Puede afirmarse que el desarrollo mayor de los países yadesarrollados exige como condición el impulso al desarrollo de lossubdesarrollados. No es un mero juego de palabras, sino la expresiónde una dinámica mundial de interdependencia que no puedesoslayarse. Es evidente que las naciones agobiadas por la insuficienciaeconómica no aceptan resignadamente su suerte y luchan porsuperarla. Ojalá sus caminos puedan cumplirse sin sacrificio de lapaz.

"El Nacional".- Caracas, 5 de febrero de 1970; p. A-4.

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EL MUNDO DISPAR

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En Nairobi, África, se reunieron representantes de dos -tres, pormayor precisión- porciones del mundo, en 10 que se denomina la IVUnctad. Digo dos, antes de hacer la salvedad, para distinguirfundamentalmente entre el sector que de alguna manera ha encontradola ruta al desarrollo (capitalista o socialista) y el que lucha porencontrarla. Hago la salvedad de tres -como es costumbre- parareconocer la existencia de un grupo de países desarrollados según elmodo capitalista, de otro desarrollado o en vías de desarrollo segúnelmodo socialista y de un "tercer mundo" que no está desarrollado,ni en vías de desarrollo, y que sufre las consecuenciasde las mayorescalamidades en lo económico y social. Sin embargo, un análisis másprofundo conduciría a la conclusión de que el "tercer mundo" no eshomogéneo: los rangos de ingreso entre los países que lo forman sonbastante diferentes, el nivel de acumulación de capital es muy variable,la tasa de aumento del producto bruto interno muy disímil, ladiversificación del aparato productivo ostenta grados de ampliaseparación, si se hace referencia a indicadores económicos; por otraparte, pero en relación con lo anterior, el desarrollo social y políticode algunos de esos países -con una trayectoria histórica más dilatadacomo unidades nacionales independientes coherentes- acusa unaentidad relativamente superior. Es explicable que entre más de 100países que ostentan el penoso derecho de participar del "tercer mundo"existan considerables diferencias.

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Lo significativo, en todo caso, es la relativa solidaridadde interesesy posiciones que se ha dado en llamar el frente tercermundista. Hechosmuy conocidos sustentan esa solidaridad: el intercambio desigualcon la porción desarrollada del globo en su sentido más comprensivoy real puede tomarse como denominador común. La fuerza de trabajode estos países -aun la aparentemente mejor pagada en términoscomparativos- es como una "moneda depreciada" según la expresiónde Celso Furtado. Ello se interpreta, en el lenguaje habitual, como larelación entre los precios envilecidos de las materias primas yalimentos que exportan los "tercermundistas" y los precios realizadosde las manufacturas y los servicios que les son vendidos por losdesarrollados. Esto es verdad incluso para el petróleo, pues no debeolvidarse que durante más de medio siglo los precios efectivamenterecibidos por los países que ahora constituyen la OPEP apenas podíancorresponder al costo de reposición de los recursos naturalesexplotados y dejaban sin pagar la fuerza de trabajo. Lo que ha ocurridoen los dos o tres últimos años con el petróleo no llega a compensar,ni de lejos, la exacción sufrida durante el medio siglo anterior. Porello es una falacia burda la distinción -táctica en descubierto de lospaíses ricos- entre países petroleros (como nuevos ricos) y los delresto del "tercer mundo". El petróleo no es renovable y de aquí surgenotros aspectos de la desigualdad del intercambio: entregamos recursosque se agotan, contra bienes y servicios que se reproducen dentro deamplios y crecientes márgenes económicos.

La desigualdad del intercambio ha dado lugar al persistente déficitde balanza de pagos de nuestros países -Venezuela incluso tiene unabalanza de pagos estructuralmente deficitaria- que en 1975 alcanzóglobalmente a US$ 35.000 millones. La desigualdad incluye tambiénlas ganancias del capital extranjero y los tributos por el uso de latecnología. Puede entenderse entonces el tremendo endeudamientodel "tercer mundo" con los países desarrollados, estimado en US$120.000 millones, sin posibilidades concretas de redención. Eltriángulo está perfectamente señalado en la tragedia de estos países:el comercio desigual, el peso de la deuda externa y el colonialismotecnológico, romper el triángulo significaría abrirse un camino quepudiera conducir al desarrollo, considerando, desde luego, otrosfactores tanto internos como externos. Esto es lo que se plantea enNairobi y lo que se sustenta, por parte de los "77" aumentados a másde 100, en la conferencia de París.

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Las potencias dominantes no desean que el mundo cambie. Elprograma presentado por el doctor Henry Kissinger a la IV Unctadtiende al reforzamiento del triángulo que agobia al "tercer mundo":un mecanismo internacional para proteger a las transnacionales detodo riesgo y propiciar así una mayor afluencia de inversión extranjeraa los países no desarrollados; la "buena", disposición de los EE.UU.a acumular eventualmente reservas de las materias primas -petróleo,por supuesto, en primer lugar- para suavizar fluctuaciones de precios(también prevención contra embargos y otras contingencias desuministro); asistencia científico-tecnológica en programasespecíficos de "desarrollo" que se acometan en países del "tercermundo". Por supuesto, arreglos bilaterales de algunas deudas críticasy arreglos específicos para la estabilización del mercado de algunosproductos (una vez más petróleo). Tal es el nuevo orden económicointernacional según la óptica de la gran potencia norteamericana. Tales también el NüEI para las potencias dominantes menores, condiferentes matices y modalidades.

Los países no desarrollados desean la constitución de un fondomundial de reserva de materias primas, capaz de compensar lasfluctuaciones más agudas de los precios de aquéllas y de preservar,por tanto, un mínimo de ingresos de exportación para estos países.Ello no sería suficiente sin un mecanismo para preservar el poderadquisitivo de los ingresos de exportación en términos, de los bienesindustriales básicos y de los servicios tecnológicos indispensablesque requieren para su crecimiento los países no desarrollados. Nopueden marginarse del tratamiento integral y verdadero del problemael comportamiento de las transnacionales que amenazan conestrangular todo intento de desarrollo independiente y el derecho abeneficiarse del adelanto científico-tecnológico que debe serpatrimonio común de la humanidad. En cuanto a la deuda externa, lasolución óptima sería la condonación; la práctica podría ser unareprogramación de pagos, con cinco años muertos; reducciónsustancial de intereses y ampliación de las fuentes internacionalesde financiamiento. Pero todo esto es el sueño de los desposeídos,tanto en Nairobi como en París.

"El Nacional".- Caracas, 8 de junio de 1976; p. AA.

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LA INDEPENDENCIA ECONÓMICA DE AMÉRICALATINA COMO PROBLEMA MULTINACIONAL

La respuesta de los países latinoamericanos a la agresión militar yeconómica de que fue víctima la República Argentina por parte delos países capitalistas desarrollados durante el conflicto de lasMalvinas, no fue uniformemente solidaria y careció de eficacia inclusoen el frente diplomático. En términos prácticos, Argentina quedóaislada y desasistida durante el conflicto, en tanto que la potenciaagresora directa, Inglaterra, tuvo toda clase de apoyo y asistencia.Por supuesto, los intereses estratégicos de los Estados Unidosprevalecieron sobre sus relaciones interamericanas, por lo que la"buena vecindad" y el pregonado sistema de defensa continentalquedaron en este caso como "papeles mojados". Ambos artificiosfuncionaron en el pasado, con dolorosa frecuencia, para sostener oimplantar regímenes tiránicos contra la voluntad de los puebloslatinoamericanos. Parece más difícil que puedan funcionar ahora paradestruir los procesos de liberación y transformación que sedesenvuelven en algunos de nuestros países.

La heterogeneidad de las actitudes tomadas por los países latino­americanos durante el conflicto de las Malvinas puede explicarse porla diversidad de interés y problemas específicos, en buena parte centra­dos en las relaciones económicas con los Estados Unidos y otrospaíses industrializados capitalistas. El comercio y el financiamientoexterior son factores determinantes no sólo de la coyuntura y elcrecimiento de la economía de estos países nuestros, sino también de

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sus posiciones políticas internacionales. Las vinculaciones dentrodel sistema capitalista mundial son asimétricas, en el sentido de quese refuerzan y profundizan entre los países desarrollados -no obstantelas contradicciones entre los mismos-, en tanto que se mantienendébiles y fragmentarias entre los subdesarrollados. Desde luego, laotra dimensión de esta asimetría es la que se manifiesta en lasrelaciones dispares entre el Norte y el Sur, cuya dinámica opera paraacumular el crecimiento en los centros desarrollados y para hacerloprecario y disperso en los países denominados periféricos.

América Latina no tiene propiamente una economía

La experiencia derivada de la agresión británica a la Argentina,con la complicidad o la pasividad de sus asociados de la ComunidadEconómica Europea y de los Estados Unidos, es que en realidad noexiste América Latina, si entendemos por tal un sistema regionalintegrado, cooperativo, capaz de movilizar recursos y fuerzas en sudefensa o en la prosecución de objetivos comunes. Ello no significaque niego la idea de América Latina, como proyecto, como estado deconciencia, como posibilidad necesaria. Constantes históricas,culturales, geográficas, entre otras, permiten fundamentar aquella idea.Similitud de situaciones y problemas económicos, en lo esencial,propicia el escenario para acciones multinacionales en procura desoluciones. Pero hay que señalar que hasta el presente, los esfuerzosde mayor aliento no han sido coronados por el éxito ni siquiera enmodestas proporciones. Las economías latinoamericanas sedesenvuelven con escasa vinculación entre sí y con fuerte vinculacióna través de las corporaciones trasnacionales con los centros deldesarrollo capitalista. América Latina no tiene propiamente unaeconomía, si por tal entendemos una interdependencia de actividadesproductivas, servicios y mercados. El proyecto consiste, precisamente,en crear esa economía, no como un comportamiento aislado yautárquico en el mundo, sino como un conjunto orgánico decapacidades productivas y consuntivas, cuyo mayor intercambio ycomplementariedad se realice dentro de la propia región.

La CEPAL cumplió una valiosa misión, sin duda histórica, en elsentido de lo necesario y oportuno, en la formación de una conciencialatinoamericana orientada al desarrollo. Independientemente de susaciertos, errores u omisiones, aquel organismo abrió camino para el

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análisis y la acción en pro de la existencia concreta de América Latina.Corresponde ahora al SELA, mediante la evaluación de esaexperiencia, desarrollar una estrategia -fundamentalmente económica,pero también política- para que el ideal latinoamericano, comoproyecto multinacional, tome cuerpo y se convierta en poderosoestímulo para la transformación y la liberación de nuestros paísessobre bases reales, de auténtica autonomía y de seguridad integral.Para ello hay que comenzar por replantear o redefinir el patrón derelaciones de los países latinoamericanos con los países capitalistasdesarrollados, con los países subdesarrollados de otras regiones ycon los países socialistas, de tal manera que la región como un todoacentúe su diferenciación en la economía mundial con perfiles ycaracterísticas positivas, procurando transformar las relaciones dedependencia en relaciones de interdependencia. Ello permiteestablecer un nuevo concepto de independencia económica, la deíndole multinacional, es decir, el conjunto de nacioneslatinoamericanas puede lograr una situación en la cual el componentede autonomía real sea elevado y el intercambio con el resto del mundode equivalencia y compensación.

Las relaciones internacionales son relaciones de intereses

El principio cardinal que, en mi opinión, debe guiar la acciónmancomunada de los países latinoamericanos es el de que lasrelaciones internacionales son esencialmente relaciones de intereses,aunque ello no excluye la cooperación y la amistad como formas decomportamiento. Particularmente las grandes potencias que encabezanlos dos principales bloques de poder que coexisten en el mundo -losEstados Unidos y la Unión Soviética- desarrollan sus políticas enfunción de sus intereses, analíticamente diferenciados en factoreseconómicos, de seguridad, de expansión estratégica y equilibriotáctico, entre otros. El llamado Tercer Mundo, del cual forma partesingular América Latina, está en la órbita del poder liderizado porlos Estados Unidos, pero tiene la posibilidad de realizar una estrategiaque considere su posición periférica, no en el sentido tradicional dezona incondicionalmente sometida a la dinámica emergente de loscentros, sino en el sentido crítico de área geoeconómica y geopolíticaque puede desplazarse, parcialmente, por supuesto,' de una a otrainfluencia, sin caer en el propio juego de las hegemonías. En términos

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más concretos, pienso que la posición de los No Alineados puedereafirmarse y desarrollarse más allá de la formalidad política paraobtener un tratamiento preferencial efectivo en las relaciones de estospaíses con aquellos del sector capitalista y del socialista que hanalcanzado un alto grado de industrialización y adelanto tecnológico.

El programa del SELA en sus grandes líneas, propuesto como basepara una estrategia de seguridad a independencia de América Latina,significa la posibilidad de un avance con respecto a los que en suoportunidad formuló la CEPAL en la perspectiva de la integraciónlatinoamericana. Valiosas experiencias se han derivado de losesfuerzos integracionistas hechos en la región, que nos permitencontinuar sustentando la idea de que la integración es una necesidady una posibilidad, pero por vías operativas distintas de las practicadashasta ahora. Si se mantiene el empeño de dar prioridad a la liberacióndel comercio según normas rígidas o fórmulas incondicionales, enlugar de proceder mediante la cooperación productiva básica segúnprogramas multinacionales viables, de tal manera que la liberacióncomercial constituye una pieza lógica del programa respectivo, nopodrá avanzarse mucho en el programa de la integración como haocurrido en las dos últimas décadas en América Latina. Cadaeconomía nacional -falsamente nacional en gran parte- trata demantener intactos sus perfiles productivos ante el proceso deintegración y de obtener ventajas en los proyectos sectoriales osubsectoriales de especialización. En lugar de esas contradicciones,parece más razonable acometer programas multinacionales de largoalcance en áreas no competitivas y que interesan al conjunto, tantoen los rangos de bienes de capital como en los de insumos básicos yproductos esenciales de consumo. Puede tomarse como ejemplo elcaso de los fertilizantes y aún el de la maquinaria agrícola. Una granempresa multinacional, latinoamericana, de fertilizantes y otrosinsumos agrícolas, que pudiera establecer plantas en diferentes paísesde la región según principios objetivos de localización, y cuyosproductos llegarán a cubrir el mercado regional o la mayor parte delmismo, sería un elemento real de cooperación con vistas a laintegración. En el campo de la tecnología los esfuerzos de cooperaciónpodrán ser fundamentales, tanto para la negociación como para laadaptación, transformación y creación de técnicas por las cuales ahorase paga un elevado tributo a intereses extrarregionales. La creaciónde centros regionales o subregionales de investigación científica y

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tecnológica es algo tan elemental como necesidad que huelgadiscutirlo. En este orden de ideas podrían mencionarse numerosos eimportantes prospectos de cooperación real que irán creandoverdaderos vínculos de integración y bases de independencia yseguridad.

Posibilidades de cooperación intrarregional

La idea de la preferencia arancelaria latinoamericana, señalada enel documento del SELA, se inscribe en el cuadro de viabilidadesinstitucionales y políticas que puede constituir objeto de acuerdoscasi inmediatamente. En el mismo sentido podría indicarse laconveniencia de una preferencia latinoamericana para servicios deconsulta e ingeniería, cuyo nivel de desarrollo en la región, entérminos generales, es bastante alto para obras importantes deinfraestructura -incluyendo vialidad, riego y electrificación- aquellosservicios podrían prestarse conjuntamente por varios países medianteasociación, combinados con alguna forma de financiamiento quedebería apoyar el Banco Interamericano de Desarrollo. En esteesquema ilustrativo de posibilidades de recuperación intrarregionalpodría contemplarse también la creación de un organismomultinacional de promoción de exportaciones no tradicionales,aprovechándose la experiencia obtenida en esta gestión por algunosde nuestros países. Podría pensarse en la fundación de un bancolatinoamericano de financiamiento de dichas exportaciones confórmulas novedosas, ágiles y operativas para la optimización de unvolumen dado de recursos financieros de base. En lugar detransacciones bilaterales, como ha sido la práctica hasta ahora enesta materia, se daría impulso a las transacciones multilaterales dentrode la región. El banco ayudaría, además, al financiamiento deexportaciones hacia fuera de la región.

En Venezuela -y creo que en algunos otros países latinoamericanos­existe un decreto ejecutivo sobre la preferencia a la compra de bienesy servicios nacionales, dentro de los márgenes razonables decomparación económica con los producidos en el extranjero. Estapreferencia podría establecerse a escala regional, mediante unconvenio que podría denominarse "Compre latinoamericano", quecontemplaría campañas promocionales para popularizar esa actitudde los compradores, sean particulares, empresas o gobiernos.

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Uno de los aspectos de mayor interés de la cooperación interlatino­americana se refiere a la negociación conjunta en lo posible delrefinanciamiento de la deuda externa de nuestros países, para obtenerlas mejores condiciones en cuanto a plazos, tasas de interés,amortización y otros términos de la operación. Los países mayoresdeudores externos de la región -Brasil, Argentina, México yVenezuela- que son, al mismo tiempo, los que tienen mayor potencialde atención a la deuda, pueden encabezar por América Latina lasrondas de negociación y quizás se lograría para este objeto el apoyode instituciones internacionales como el BID, el Banco Mundial yotras. En todo caso, parece que los hechos conducirían forzosamentea algún tipo de solución de esta índole, pero conviene impulsar laidea para que se concrete en la forma más favorable posible.

El problema del transporte marítimo internacional tiende acomplicarse en razón del creciente proteccionismo de los centroscapitalistas, principalmente los Estados Unidos, que incluye lapreferencia manifiesta a sus propias flotas mercantes y se constituyeen motivo de conflicto. Esta es una oportunidad excelente, aunqueparezca paradójico- para que la cooperación latinoamericanademuestre su potencialidad. Un acuerdo global sobre preferenciasrecíprocas ponderadas en la asignación de cargas comerciales a lasflotas mercantes, teniendo en cuenta los diferentes grados dedesarrollo de cada una, podría despejar el escenario para el futuro.En todo caso, y como aspecto particular de ese posible acuerdo, habríaque pensar en una preferencia latinoamericana a las flotas mercantesde la región en el comercio intrazonal, combinada con un régimendiferencial de fletes y simplificación de trámites y documentaciónpara favorecer dicho comercio. El acuerdo regional en la materiadebería contemplar una preferencia a la utilización de astilleros depaíses latinoamericanos, tanto para reparaciones como paraconstrucción de nuevos buques.

América Latina debe trazarse sus propios objetivos

Consideración especial merece la cuestión del papel de lastransnacionales -y en general del capital extranjero privado y eldesarrollo tecnológico difundible- en el crecimiento industriallatinoamericano. La estrategia de las transnacionales, sin duda,

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consiste en aprovechar determinadas ventajas comparativas de paísesseleccionados para emplazamiento industrial de mediana y de granescala, con vistas al abastecimiento de los mercados de la propiaregión y aún de los países industrializados. La disponibilidad de losrecursos energéticos, de materias primas, de fuerza de trabajorelativamente barata, de facilidades de transporte interno y externo,de regímenes tributarios flexibles y aún de mercados domésticos dedimensión apreciable, orientan aquellas preferencias de localización.

Si esa estrategia se lleva a cabo con prescindencia de los objetivosde desarrollo independiente y orgánico que se tracen nuestros países,el crecimiento industrial se efectuará en gran medida en función deuna mayor dependencia con respecto al capital supermonopolistatransnacional y, por tanto, resultará en una mayor vulnerabilidad decada país en particular y de la región como un todo. Por ello esindispensable una contraestrategia -yen esto la integración puedejugar un papel eficaz- que sin pretender oponerse a todo proyecto delcapital privado extranjero, y sin renunciar a su aportación económica,financiera o tecnológica, logre en lo posible conciliar los interesesde dicho capital con los del desarrollo latinoamericano. En este sentidoes importante señalar que el concepto de desarrollo para AméricaLatina no puede ser inscrito en el mismo sistema de valores objetivosy subjetivos vigentes en los países industrializados y, por supuesto,las vías al desarrollo no pueden ser similares a las que en su tiempoy circunstancia siguieron esos países. Si lo que se persigue es laseguridad real, la independencia, el bienestar de la sociedadlatinoamericana en términos de calidad de la vida e igualdad deoportunidades para el progreso material, intelectual y moral, las basesdel desarrollo tienen que ser: la cabal satisfacción de las necesidadesesenciales en su dimensión histórica, el aprovechamiento óptimo delos recursos naturales y humanos, la organización del plan productivo,la utilización racional del adelanto tecnológico y el sostenidodesarrollo cultural. No es indispensable -ni siquiera conveniente­proponerse metas y objetivos grandiosos en cuanto a potencialidadindustrial.

"Revista Nueva Sociedad".- Caracas, n° 65, 1983; pp. 58-63.

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DE ROMA A ARGELIA

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El mundo como un todo parece preocuparse por su futuro a largoplazo. Las urgencias, de corto plazo -el plan de cada día-, ceden lugara las previsiones en una perspectiva de decenios. La humanidad tomaconciencia lentamente de su unidad, de su interés global desobrevivencia en un planeta pequeño, de recursos limitados y sujetoa múltiples riesgos, entre los cuales la propia actividad humanasignifica el peligro mayor. A pesar de todo, el resultado más importantede la civilización contemporánea es la mundialización, es decir, lanoción creciente de la existencia virtual de una sociedad humana,que tiene características comunes y problemas que afectan alconjunto. La amenaza atómica -la risa escalofriante del genio liberadode la botella mitológica- sobrecoge a todos los pueblos. La guerra ­cualquier guerra- no es asunto limitado a una circunstanciageopolítica, sino motivo de inquietud para todas las naciones. Elhambre, hasta ahora doloroso flagelo de la humanidad de los pobres,puede llegar a ser una endemia planetaria.

En 1972 fue publicado el primer informe al llamado Club de Romabajo el título admonitorio de "Los limites de Crecimiento", realizadopor un grupo interdisciplinario dirigido por el profesor DermisMeadows, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT),mediante la utilización de la técnica de dinámica de sistemas en unmodelo de simulación mundial. La conclusión general del informefue la de que, si continuaran básicamente inalteradas las tendenciasregistradas en estos tiempos en cuanto a la economía,aprovechamiento tecnológico, demografía y otras variables

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principales del quehacer y la existencia humana, sobrevendría unacatástrofe no más tarde de la mitad del siglo XXI que pondría fin alprogreso concebido según las normas actuales. El estado de losacontecimientos científicos y tecnológicos, sin un análisis estructuralprofundo, facilitó el estudio del grupo Meadows, que en los primerosmomentos de su divulgación adquirió el carácter de una profecíanefasta. Como todo intento pionero, el primer informe al Club deRoma adoleció de importantes errores y omisiones. He anotado lamayor evidencia; la falta de un análisis objetivo de la estructuraeconómico-social del mundo. No existe un sistema global humano,ni siquiera un complejo combinado de sistemas. El Mundo no opera-en cuanto a actividad humana- como una totalidad homogénea,consistente, sino como un agregado de sistemas diversos, encontradicción. Una mitad funciona, de una u otra forma, segúnsistemas colectivistas; la otra mitad, según sistemas individualistas.Esto tiene consecuencias sustanciales para la economía, la tecnología,el movimiento demográfico, el desarrollo cultural que se expresa enuna concepción integral de la vida y el universo.

En 1974 fue realizado el segundo informe al Club de Roma, bajola dirección de los profesores Mihajlo Mesarovic y Eduardo Pestel,con el título crítico de "La humanidad en la encrucijada". La tesiscentral del informe es que no se puede esperar pasivamente que lahumanidad marche hacia el desastre y que es posible diseñar yemprender nuevos caminos al desarrollo, orientados positivamenteal bienestar sin la amenaza del colapso. El concepto de crecimientoorgánico, armónico, proporcionado, interdependiente, puede ser,según Mesarovic-Pestel, la indicación eficaz del rumbo a seguir parala salvación. Un progreso notable en esta orientación es elreconocimiento, cuando menos, de que el abstracto "sistema mundial"se divide en subsistemas o regiones, con patrones económicos,sociales, políticos y culturales diferentes. Se reconocen diez regiones,entre las cuales figura América Latina, dos regiones organizadas almodo socialista: Europa Oriental y China, cuatro regiones delcapitalismo desarrollado (Estados Unidos, Europa Occidental, Japón,Australia, Suráfrica) y otras no desarrolladas (Noráfrica, MedioOriente, África Tropical). Existe interdependencia entre las regiones,lo que sirve de fundamento a la noción de sistema mundial, aunquecon elevado nivel de abstracción.

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En Argelia ha tenido lugar recientemente una reunión especialconvocada por el Club de Roma para discutir el tema de "NuevoOrden Internacional", con estudio central preparado por un equipode investigadores (diez de los países desarrollados, diez del "TercerMundo"), bajo la dirección del profesor Jan Tinbergen, de Holanda.Coincide esa reunión con la que se celebra en París, conocida comoDiálogo Norte-Sur, hasta ahora aparentemente sin resultados. Elénfasis del informe Tibergen se hace sobre la posición del TercerMundo en el supuesto sistema mundial. El meritorio esfuerzo pordestacar la situación cada vez más crítica de los países nodesarrollados; la brecha entre riqueza y pobreza se amplía, por logeneral están fuera del umbral de la sobrevivencia económica dostercios de la humanidad, la inestabilidad de sus economías es bastanteacentuada, hay una ausencia de coordinación entre las políticasnacionales. En el propio seno del "Tercer Mundo", hay desnivelesconsiderables en lo económico, político, social y cultural. Laestabilidad está amenazada por la disparidad interregional. Esindispensable imponer correctivos: el desiderátum sería un sistemade planificación a escala del planeta, que permitiera e impulsara elmejor uso de los recursos, su mejor distribución y la reducciónprogresiva de la desigualdad. Los países pobres deben depender másde sus propias fuerzas, de sus decisiones coordinadas, aunque lacooperación, incluso forzosa, de los ricos es necesaria. El flujofinanciero, tecnológico y real de los ricos a los pobres no debe estarsujeto a eventualidades y cambios de política, sino a un mecanismoregular, automático, que podría tomar, en algunos casos, la forma deun impuesto internacional y la constitución de un tesoro públicomundial bajo una administración multinacional equilibrada. Reservasmundiales de alimentos básicos podrían servir para aliviar las hambresmás agudas de los subalimentados. La impresión que se recibe deestas recomendaciones es que se trata de una utopía, que pareceignorar la dinámica despiadada del poder, la ley inmanente de suconcentración y de la acumulación. De Roma a Argelia la concienciade crisis no logra vencer la realidad de un mundo dispar.

"El Nacional".- Caracas, 19 de noviembre de 1976; p. A-4.