venancio flores, bernardo berro revolucion libertadora

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  • 7/25/2019 venancio flores, bernardo berro revolucion libertadora

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    L a

    m u e r t e

    d e

    V e n a n c i o F l o r e s

    r 4 r

    P W C - I

    n

    p r

    Prof.

    Blas Abel Mello

    n o e l o s

    momentos

    m s

    dramticos

    e

    nuestra

    historia

    patria durante el siglo XIX lo

    constituyesin duda la serie de acontecimientos y

    circunstancias q u e

    tienen como

    epicentro la

    muerte

    e l

    Gral. Venancio

    Flores.

    ti

    preludio

    l a revolucin denominada Cruzada Liberta-

    dora que comenz en 1863 y cont con

    el apoyo de Brasil y Argentina fue llamada as

    por el emblema de la cruz que utiliz en sus

    estandartes en alusin a la defensa de los

    derechos de la Iglesia presuntamente

    avasallados por

    e l

    gobierno de Berro. Desde

    su triunfo Flores ejerce la dictadura

    ocupndose directamente del gobierno del

    pas cuando vuelve al mismo despus de

    cumplir con los compromisos derivados de

    la Triple Alianza en la guerra del Para-

    guay.

    Su gobierno si bien es dedivisa,es

    decir

    de tota exclusivismo partidista

    colorado est atemperado por el

    paternalismo caudillista de su principa

    figura. Lo ejercer de 185 a1868 e inau-

    gurar el predominio de ese partido por casi

    un siglo.

    La conduccin de Flores no implica un

    dominio absoluto de la situacin puesto

    q u e :

    por

    un lado los blancos perseguidos muchos emigrados

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    no estn conformes y naturalmente sienten

    legtimo l levara cabo una revolucin. Por

    otro lado, dentro del propio part ido de

    Flores, f iguras como Goyo Surez y

    Corabal lo, aspiran a ocupar lugares de

    preminencia, sustituyendo u opacando al

    caudil lo, entendindose con los l lamados

    conservadores, rivales del mismo

    Asimismo los hijos de Flores, Eduardo y

    Fortunato protagonizaron una serie de

    in c ide n te s q u e

    c o n m o c i o n a r o n a l a

    opinin pblica, l legando

    incluso a levantarse en

    armas, para obl igarlo a

    p e rman e ce r e n e l

    gobierno cuando ya es-

    taba dispuesto a aban-

    donar lo .

    Los blancos no concurren

    a las e lecc iones de

    n o v i e m b r e d e 1 8 7 ,

    p o rq u e l e g t imame n te

    entienden que no ofrecen

    garantas.

    La abstencin electo ral es

    preludio de la revolucin.

    Co m o resultado de dicha

    eleccin, las cmaras se

    ins ta la ron e l 15 de

    febrero de 1868, y Flores entrega el go-

    b ierno a Pedro Vrela, presidente del

    Senado, su elegido para sucederle, quien

    sin duda deba ser e lecto Presidente,

    gracias a su influencia.

    Tiempos

    de quiebra clera

    y revolucin.

    | H

    I mes de febre ro se presenta part-

    -* -^cularmente caluroso. No slo e

    calor oprima al Montevideo de aquel la

    poca:

    haba estallado una epidemia de

    clera,

    que haca estragos en la poblacin

    y se hacan sentir los efectos originados en '

    la quiebra de la casa londinense OVEREND

    GURNEY y CA el viernes negro de mayo

    de 8, en clara demostracin de nuestra

    dependencia e insercin en las mallas del

    capitalismo mundial, como smbolo del co-

    mienzo de nuestra modernizacin.

    La revoluc in de los blanco s, deba estallar

    el 5 de febrero. El efe de la misma, tal

    vez el menos adecuado,

    era e l ex pres idente

    c o n s t i t u c i o n a l D o n

    B e r n a r d o P r u d e n c i o

    B e r r o ,

    co n t ra cu yo

    g o b ie rn o y l o s

    c o m p l e m e n t a r i o s d e

    Ag uirre y V il lalba se haba

    levantado Flores. Berro,

    un idealista de notables

    concepciones, en cuonto

    a la organ izacin del pas,

    de b i r e n u n c ia r a su

    an t i g u a p o s tu ra

    fusionista y revalorizar,

    la trad icin blanca para

    l levar a cabo lo

    r e v o l u c i n , c u y a s

    Venando Ffore ac cio ne s fund am en ta les

    de b an e fe c tu a rse e n

    Montevideo, puesto que

    los hombres de esa parcialidad que podan

    l levar los a cobo en la campaa, se

    encontraban en gran parte emigrados.

    a revolucin postergada.

    r I 5 lo revolucin no estall.

    Se dice que el propio Flores tuvo

    una entrevista con Berro, donde le advirti

    que la nica garanta que teno el ltimo

    de subsistir, era la propia integridad fsica

    del primero. Sin embargo, Don Bernardo

    no cej en el empeo. Incluso se le vio en

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    Act i tud provocat iva en las Barras del

    Cabildo donde se instalaron las Cmaras,

    y, en reuniones con partida rios en lugares

    pblicos; actos que no coincidan con su

    conducta, en los ltimos tiempos.

    El

    plan revolucion ario, entre otras acciones,

    prevea apoderarse del Fuerte (Casa de

    Gobierno) y apresar a Pedro Vrela, as

    co mo to mar e l cu a r te l de l b a ta l l n

    Constitucional, principal sostn militardel

    gobierno en la capital. Entretanto, en las

    afueras, esperara el Coronel Bastarrica,

    con un contingen te que avanzara sobre la

    ciudad,

    una vez que se le avisara sobre e

    comienzo de las acciones.

    ti comienzo.

    r-< I I 9, al am pa ro de la retraccin

    de la gente, en ejercicio de la

    imprescindib le s iesta, en un da muy

    caluroso, a primeras horas de la tarde, el

    Fuerte fue tomado por un contingente de

    25 hombres al mando de Berro, revlver y

    lonza en mano, a los gritos de abao el

    Brasil y viva la independencia Oriental y

    la del Paraguay. El Presidente interino

    Vrela y el en carga do de negocios de Brasil

    huyen por la puerta del fondo.

    El ataque al cuartel de D rag one s, que

    alojaba al batalln Constitucional fue

    comandado por Seen Freir. Se contaba

    con lograr el apoyo de los paraguayos que

    h a b a n s i d o i n c o r p o r a d o s c o m p u l -

    sivamente al m ism o, en el transcurso de la

    guerra del Paraguay. La reaccin del

    Coronel Olave, quien incluso da muerte a

    Freir, as como la actitud expectante de

    os paragu ayos, hace fracasar la intento na.

    De inmediato Olave da aviso a Flores,

    q u ie n a l m o r z a b a c o n a n t i g u o s

    colaboradores en su casa de la cal le

    Florida, casi Mercedes.

    ti

    destino

    en tra aJugar

    r

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    pocas puertasyventanas abiertas, cuando

    e5 detenido y llevado al Cab ildo, que, en-

    tre otras cosas oficiaba de crcel.

    os vidospuales.

    I - i

    lores,

    queenla maana habareci-

    A

    bido la adve rtencia del Gra l .

    Cara bailo sobre la conjuraya quien haba

    contestado No le temoalos blancos, Uds.

    son los que conspiranytampocoestemo,

    recibe el aviso de Olave como ya

    sealramos y segn lo expresan Reyes

    Abadie

    y Vzquez

    Romero: Entonces Flores

    y sus

    amigos

    tomaronalgunaspistolas

    sinexaminarsestaban ono cargadas

    y subiendo a un carruaje que haba

    en la puesta

    se dispusieron

    a marchar

    hacia e l lugar de los

    acontecimientos

    valga la deposicin de

    un testigo en los autos

    sumariales extractados

    por el Dr. Jos Salgado.

    Al llegar el coche de

    Flores a la calle Rincn,

    en las de Ciudadela y

    Juncal,sevio intercepta-

    do por una carreta

    cargada de pasto, frente

    al almacn de Quintn

    Correa. Por la calle

    Mercedes aparecieron

    entonces varios indivi-

    duos emponchadosy

    cu-

    biertos los rostros por

    grandes sombreros

    haciendo fuego sobre el

    carruaje. Cay mortal-

    mente herido el conduc-

    tor. Flangini azuz a los

    animales sin gobierno,

    que alcanzados por

    varios balazos y algunas

    pualadas cayeron;

    Flores, que vena contestando al fuego,

    tuvo un alivio al aparecer al galopey a los

    gritos el mayor Evia. Los asaltantes se

    ocuparon de l dejndolo herido y fuera

    de combate. Entretanto, el General haba

    tratado de zafarse del coche atascado por

    el carro de pasto, pero la puerta desu lado

    dejaba apenas un pequeo espacio y por

    l procur escurrise, circunstancias que

    aprovecharon los asesinos para ultimarlo

    a pualadas. Mrquez, Flangini y Errecart

    haban conseguido salir por la otra puerto

    del coche. Flangini tena algunas heridas.

    Al quedar agonizante el General, los

    atacantes se desbandaron. El cuerpo de

    Flores qued tendido en la acera donde

    un sacerdote que por all pasaba -el Pbro.

    Juan del Carmen Soubervielle-searrodill

    piadosamente y or por

    el alm a del muerto y

    luego llam a la puerta

    del comercio de Correa

    y logr que le abrieran,

    entrando el cadver y

    tendindolo sobre un

    catre.

    Poco despus, co-

    menzaron a llegarsusfa-

    mi l iares y amigos y

    tambin algunos

    soldados, quelollevaron

    al cabildo.

    a otram uerte.

    uando Berro, preso,

    ^ "N lega a l Cab i ldo ,

    ignora la muerta de

    Flores, por lo que

    increpado por el Presi-

    dente Vrela, responde

    altivamente, actitud que

    cambia radicalmente

    cuando ste le muestra el

    cadver de Flores

    cubierto por la bandera

    ral.

    Gregorio Surez

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    Nacional.

    Es sometido a toda cise de

    vejmenes, hasta que a travs de los rejas

    de la crcel le disparan el tiro que cortar

    suvida.Su cadveres de gollad o, co locado

    en un carro de basura y paseado por los

    calles de Montevideo mientras un fantico

    pregono Ah vo el asesino del general Flo-

    res,el salvaje Bernardo Berro .

    lapurpreatierra

    oriental

    1 a pasin con la cual se vivan en

    aquellos tiempos las convicciones

    polticas, exacerbadas por los aconteci-

    mientos del da , no po dio menos qu e llevar

    o la conc lus in de que s i se haba

    asesinado al principal caudillo colorado,

    el responsable no poda serotro que el efe

    de los blancos, incluso hasta los muertos

    por el clera se co nsidera , en v erd ad , cri-

    men de aquellos a quienes se acusa de

    haber envenenado el agua de los pozos.

    La sed de venganz a dese nca den a una

    sangrienta v iolen cia. Se calcula en ms de

    quin ientos e l nmero de muertos. Un

    telegrama del presidente Vrela dirigido a

    los efes polticos , cuyo texto d ec a: M ata -

    ron a nuestro querido General Venancio

    Flores: rena a la gente y vngase, fue

    transmitido o recibido como vengese,

    lo cual desencaden una terrible ola de

    sangre. El comercio de donde haban

    salido los asesinos de Flores fue objeto de

    un maln enloquecido que ult ima a su

    propietario y a su dependiente.

    Washington Lockhart, en su libro Venancio

    Flores - Un caudillo trgico, nos dice:

    Gobierno tom d iversas providencias

    para colmar los cosas: ocupacin de la

    Aduana y su vigilancia solicitada a las

    legaciones

    extranjeras, pedido de auxilio a

    Buenos Aires, y proc'amacin

    del estado

    de sirio, o fin de detener la cacera de

    b/ancos que eran detenidos y fusilados sin

    piedad. Y se

    posferg e l

    entierro de Flores,

    a fin de evitar manifestaciones peligrosas,

    decretndose una estatua de mrm ol al

    mrtir de la libertad. S e design coma n-

    dante general

    de Armas

    al hermano de

    Venancio, Manuel Flores, quien muere de

    clera de manera fulminante el da 21,

    unto con otras veinte personas que esta-

    ban en el Cabildo, corrindose la versin

    de que el agua e staba contam inada, y

    afirmand o otros que el cadver deVenancio

    Flores, que qued en e Cabildo ms de

    un

    mes, nasa

    el 30 de marzo, fecha

    en

    que se

    llev a la Matriz,

    es faba mo l

    embalsamadoy haba contribuido a infectar

    el edificio.

    Hay quien dice que lo que se

    enterr de Flores fue n icame nte su cabeza,

    simulndose su cuerpo mediante relleno

    puesto que no se consigui subsanar e

    errorco me tido al embalsama rlo. C ont ina

    Pedro

    Vareta

    Lockhart; Se resolvi entonces evacuar el

    Cabildo, en donde quedaron olvidados en

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    Lo muerte de Flores vista por Bones

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    los calabozos algunos presos que all

    murieron de hambre.

    Muchos personajes de relieve lograron

    escapar al furor popular refugindose en

    las embajadas, enire ellos el coronel Maza,

    yerno de Oribe, Em ilio Berro, sobrino de

    Bernardo, y Bnzuela, ex agente del Para-

    guay que habra intervenido en el ataque

    al Fuerte.

    Poco

    a poco empez a recapac itarse acerca

    de las responsabilidades que podan caber

    a los blancos en la muerte de

    Flores.

    Afirma

    Conti que B erro, al enterarse del asesinato,

    dijo que lo haban traicionado; segn

    Melin iafinur Berro fue vctima de

    comb inaciones que no tuvo sagacidad para

    medir. Las sospechas empezaron enton-

    ces a volcarse sobre Grego rio Surez, que

    en la tarde del 19

    se

    apareci por el

    Cabildo, y sobre el cual pesaba todava el

    decreto de Flores que le sealaba la ciudad

    por crcel. Se inici una polmica por la

    prensa de Buenos Aires, en donde se

    afirmaba que el asesinato no era obra de

    los blancos sino de los conservadores, los

    mismos que

    organizaron el atentado de la

    mina contra el Fuerte. Luego de relatar el

    regreso inopinado el 6 de marzo, de

    Foiiunato, desterrado en Ro, a quien no

    se le dej desem barcar debiendo regresar

    a

    su

    exilio a los

    pocos

    das, el cnsul

    Maillefer incluye una descripcin muy

    ilustrativa a ese respecto: La Sra. Flores,

    esta especie de Agripina plebeya, antao

    todava tan imperiosa y

    que

    ahora podra-

    mos llamar la Niobe oriental, la

    Sra.

    Flores,

    enferma y en

    coma,

    ni siquiera ha podido

    besar a este hijo desnaturalizado, del cual

    tena la dem encia de estar orgulloso, y que

    ha perdido a su familia. Exaltada hasta el

    furor contra los generles Surez y

    Caraballo, los acusa abiertamente,

    sobre

    todo al ltimo, de haber participado

    en a

    c o n s p i r a c i n

    blanca y de

    ser /os

    verdaderas asesinos de su

    m arido.

    La

    Sra.

    Maillefer, quien la ha visitado ltimam en-

    te ,

    volvi de

    su caso

    espantada de todo

    o

    que

    haba odo; y sin embargo,

    pesando

    bien algunas revelaciones de los

    blancos

    refugiodos

    en nuestros barcos de guerra,

    uno se

    sentira tentodo de creer que no

    iodo

    es

    imaginario en los denuncias

    de

    esta

    viuda exasperada.

    A modo de cierre.

    R

    eco rdar acontecim ientos com o los

    reseados no responde ncamenie

    a la intencin de evocar hechos que por

    su dram atism o pued an ser atractivos, a

    chocar con nuestra sensibilidad actual, sino

    que pretenden valorizar lo que ocurre en

    nuestro tiempo en que la evolucin cvica

    nos lleva a resolver nuestros disensos

    polticos por medios pacficos. Esto ltimo

    no nos puede hacer perder de vista que

    ello no es nunca una conquista definitivo,

    s ino que exige una a ct i tud v ig i lante y

    m ilitante puesto que muchas veces asoman

    mani festaciones perversas en nuestra

    sociedad que no son fcilmente adverti-

    das, pero que nos ex igen estar

    permanentemente atentos, buscando siem-

    p re me jo ra r n u e s t ro f u n c i o n am i e n to

    institucional y nuestra convivencia social,

    conscientes de que el proceso de forma-

    cin de la conciencia nacional fue duro

    y

    difc il y que el destino de la pa tria no es

    s lo nues t ro , s ino tamb in de las

    generaciones que vendrn como lo fue de

    las que nos precedieron.

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    BANCO DE SEGUROS DEL ESTA DO]

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