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20 el joven de 25 años al que su padre, antes de morir en 2003, le dijo que apoyara a Kirch- ner. “Más que como militante, marché como joven”, explicó Alejandro Victoria, de 31 años, fundador de La Cámpora en Tigre. “Soy de Santa Cruz y milité con Néstor toda mi vida. Empecé en la Facultad de Derecho y nunca paré. En la plaza me encontré con compañeros de otras agrupaciones no K y ahí comprendí el legado de Néstor.” “Empecé a militar activamente en el kirch- nerismo desde lo que sucedió con la 125”, contó Juan Miguel Gómez (22), que se iden- tifica con la JP Descamisados. “Lo hice a par- tir de leer quiénes eran los enemigos. Ahí en- tendí que de un lado estaban los grupos con- centrados de poder y del otro, el poder popu- lar. Kirchner nos hizo ver la política como una herramienta de transformación.” La histórica plaza fue incorporando voces que cantaban, gritaban, sollozaban. Se expre- saban, en muchos casos, por primera vez. Lucía Eisenschlos, de 25 años, esperó a que su novio Pablo Calzada terminara de censar para marchar juntos. “Nosotros somos locu- tores y nunca militamos en ninguna organi- zación. En nuestras casas se hablaba de polí- tica, pero no como una herramienta de cam- bio”, relata Lucía. Y sigue: “Yo me había co- mido el discurso de que con ser buena per- sona ya era una militante espiritual, pero me doy cuenta de que eso no basta, hay que po- nerle el cuerpo. Ahora creemos que tenemos que ser protagonistas”. Edna y Jazmín tienen 15 años, y son amigas del colegio secundario. “Estábamos juntas en mi casa. Vimos lo que pasó en la tele y ha- blando con nuestras fa- milias sentimos la ne- cesidad de acercarnos a la plaza a despedirlo, a recordarlo, a rendirle homenaje. Y a jun- tarme con otra gente que siente lo mismo que nosotras”, cuenta Edna, que cuando asu- mió Kirchner tenía 8 años. “Pero a medida que crecimos nos conmovimos mucho con las políticas de derechos humanos”, agrega Política Quiénes son los protagonistas de un hecho político histórico Generación K Se adueñaron de la Plaza de Mayo para despedir al ex presidente y acompañar a Cristina. Sueños, exigencias y propuestas de los jóvenes que volvieron a creer en la política. D urante años fue la frase cliché por ex- celencia, que se propagó como un virus hasta disfrazarse de verdad in- cuestionable: “La juventud está perdida”. Había razones para el prejuicio. El silencio fue su voz y la apatía, su bandera. Pero el miércoles 27 de octubre, tras la muerte de Néstor Kirchner, una multitud de jóvenes copó la Plaza de Mayo. De a poco fue- ron llegando. Espontáneos, autoconvocados. Militantes de una causa que les sacudió el ci- nismo, les devolvió la voz y levantó una nueva bandera: la de la Generación K. Diego Ostroff, de 24 años, se acercó sin saber muy bien por qué. “Empecé a ver la televi- sión y dije ‘tengo que estar ahí’. En parte para decirle a Cristina que no estaba sola y en parte por miedo a lo que pudiera venir. Sentí una emoción incomparable, sobre todo cuando canté con miles de personas el Himno.” Diego nunca militó. “Pero siempre apoyé al gobierno nacional –dice–, desde el 2003, porque considero que las políticas eco- nómicas fueron las más acertadas de los últi- mos treinta años. Pero la verdad, nunca me involucré demasiado.” Caminando por Ave- nida de Mayo se le unió Laura Guevara: “Desde que asumió hasta que terminó su mandato, no sabía nada de Kirchner. El go- bierno de Cristina llegó con mi adolescencia, y ahí empecé a entender los cambios profun- dos de sus gobiernos”. Laura tiene 18 años y hace algunos meses co- menzó a participar de las actividades organi- zadas por “678 face- book” –una agrupación que nació en la Web y se transformó en el bas- tión del programa de la Televisión Pública–. Con la procesión aparecie- ron las primeras bande- ras que colorearon la plaza. Leandro Motta, de la JP porteña, marchó junto a sus compa- ñeros detrás de una tela pintada a mano. “Quería rendirle homenaje a una persona que nos brindó todo. Alguien que nos dio la oportunidad de tener esperanza en un país y en el que vimos nuestra propia voz”, cuenta Los jóvenes colmaron la plaza. Espontáneos. Autoconvocados. Militantes de una causa que les devolvió la voz. Militancia y voluntad juvenil Las primeras entrevistas de lo que luego fue La Voluntad fueron hacia 1995, cuando muchos de los jóvenes que poblaron la Plaza de Mayo la semana pasada tenían, quizás, entre tres y cinco años. Al escribir aquellas páginas, muchas páginas, yo no sentía sólo la necesidad de evocar y hacer memoria sobre tantos militantes que falta- ban porque estaban muertos o desapareci- dos. En realidad había un afán voluntarista de que aquellas historias fueran retomadas por otros jóvenes. O quizás era más el es- panto y la impotencia de constatar que los noventa hacían estragos en una genera- ción que crecía con ese cóctel de consu- mismo y cierre de industrias y colegios in- dustriales. O sea, el cóctel de precariza- ción laboral pero con pretensiones de usar lo que se fabricaba lejos. La perfecta estu- pidez del individualismo más la coloniza- ción cultural. Fue estimulante, en 1997, constatar que La Voluntad se vendía y constituía un éxito edi- torial. Sin embargo, era evidente que se tra- taba de libros para quienes habían vivido esas épocas. A las presentaciones y deba- tes llegaban calvos, barbudos, señoras. Pocos años después la Plaza de Mayo se llenó de jóvenes dispuestos a hacer lo que una camada de políticos desertores no es- taban dispuestos a hacer. Fue en la pelea del 19 y el 20 de diciembre de 2001. Lucha- ron con valentía, regaron las calles con san- gre. Expresaron la vieja y digna cultura de la resistencia. Lo que esa generación de jóve- nes no tenía era el ejercicio del respeto de las instituciones hacia ellos. Por el contrario, en nombre de la entrega de la Nación, se les pedía respeto a las instituciones. Con la muerte de Néstor Kirchner florecie- ron miles de pibes y pibas que se vieron en la Plaza y que, además, son la expresión de una nueva militancia juvenil. No son toda la juventud, desde ya. Y necesitan, a gritos, diferenciarse, de sus pares que viven consumidos o consumiendo, sin tra- bajo o laburando 12 horas, estudiando o desertando para juntar para el alquiler. Estos jóvenes, a quienes la democracia actual respeta y estimula, son parte de esa deuda argentina de la que habló Néstor cuando dijo, después de plantar bandera y negociar la deuda externa, que son parte de la deuda interna. Son parte de los suje- tos que se sienten convocados por la polí- tica porque se reconocen en militantes como Kirchner y porque quieren, como quiso él, ser protagonistas de un cambio. Ser protagonistas de la lucha por la igual- dad y de la eliminación de los privilegios. POR EDUARDO ANGUITA / Director de Miradas al Sur Opinión POR LEANDRO FILOZOF (25AÑOS) Y TALI GOLDMAN (22 AÑOS)

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Nota sobre juventud en veintitres

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el joven de 25 años al que su padre, antes demorir en 2003, le dijo que apoyara a Kirch-ner. “Más que como militante, marché comojoven”, explicó Alejandro Victoria, de 31años, fundador de La Cámpora en Tigre. “Soyde Santa Cruz y milité con Néstor toda mivida. Empecé en la Facultad de Derecho ynunca paré. En la plaza me encontré concompañeros de otras agrupaciones no K y ahícomprendí el legado de Néstor.”“Empecé a militar activamente en el kirch-nerismo desde lo que sucedió con la 125”,contó Juan Miguel Gómez (22), que se iden-tifica con la JP Descamisados. “Lo hice a par-tir de leer quiénes eran los enemigos. Ahí en-tendí que de un lado estaban los grupos con-centrados de poder y del otro, el poder popu-lar. Kirchner nos hizo ver la política comouna herramienta de transformación.”La histórica plaza fue incorporando vocesque cantaban, gritaban, sollozaban. Se expre-saban, en muchos casos, por primera vez.Lucía Eisenschlos, de 25 años, esperó a quesu novio Pablo Calzada terminara de censarpara marchar juntos. “Nosotros somos locu-tores y nunca militamos en ninguna organi-zación. En nuestras casas se hablaba de polí-tica, pero no como una herramienta de cam-bio”, relata Lucía. Y sigue: “Yo me había co-mido el discurso de que con ser buena per-sona ya era una militante espiritual, pero me

doy cuenta de que esono basta, hay que po-nerle el cuerpo. Ahoracreemos que tenemosque ser protagonistas”.Edna y Jazmín tienen15 años, y son amigasdel colegio secundario.“Estábamos juntas enmi casa. Vimos lo quepasó en la tele y ha-blando con nuestras fa-milias sentimos la ne-

cesidad de acercarnos a la plaza a despedirlo,a recordarlo, a rendirle homenaje. Y a jun-tarme con otra gente que siente lo mismoque nosotras”, cuenta Edna, que cuando asu-mió Kirchner tenía 8 años. “Pero a medidaque crecimos nos conmovimos mucho conlas políticas de derechos humanos”, agrega

Política

Quiénes son los protagonistas de un hecho político histórico

Generación KSe adueñaron de la Plaza de Mayo para despedir al expresidente y acompañar a Cristina. Sueños, exigencias ypropuestas de los jóvenes que volvieron a creer en la política.

Durante años fue la frase cliché por ex-celencia, que se propagó como unvirus hasta disfrazarse de verdad in-

cuestionable: “La juventud está perdida”.Había razones para el prejuicio. El silencio fuesu voz y la apatía, su bandera.Pero el miércoles 27 de octubre, tras lamuerte de Néstor Kirchner, una multitud dejóvenes copó la Plaza de Mayo. De a poco fue-ron llegando. Espontáneos, autoconvocados.Militantes de una causa que les sacudió el ci-nismo, les devolvió la voz y levantó unanueva bandera: la de la Generación K.Diego Ostroff, de 24 años, se acercó sin sabermuy bien por qué. “Empecé a ver la televi-sión y dije ‘tengo que estar ahí’. En parte paradecirle a Cristina que no estaba sola y enparte por miedo a lo que pudiera venir. Sentíuna emoción incomparable, sobre todocuando canté con miles de personas elHimno.” Diego nunca militó. “Pero siempreapoyé al gobierno nacional –dice–, desde el2003, porque considero que las políticas eco-nómicas fueron las más acertadas de los últi-mos treinta años. Pero la verdad, nunca meinvolucré demasiado.” Caminando por Ave-nida de Mayo se le unió Laura Guevara:“Desde que asumió hasta que terminó sumandato, no sabía nada de Kirchner. El go-bierno de Cristina llegó con mi adolescencia,y ahí empecé a entender los cambios profun-dos de sus gobiernos”.Laura tiene 18 años yhace algunos meses co-menzó a participar delas actividades organi-zadas por “678 face-book” –una agrupaciónque nació en la Web yse transformó en el bas-tión del programa de laTelevisión Pública–. Conla procesión aparecie-ron las primeras bande-ras que colorearon la plaza. Leandro Motta,de la JP porteña, marchó junto a sus compa-ñeros detrás de una tela pintada a mano.“Quería rendirle homenaje a una personaque nos brindó todo. Alguien que nos dio laoportunidad de tener esperanza en un país yen el que vimos nuestra propia voz”, cuenta

Los jóvenescolmaron la plaza.Espontáneos.Autoconvocados.Militantes de unacausa que lesdevolvió la voz.

Militancia yvoluntad juvenilLas primeras entrevistas de lo que luegofue La Voluntad fueron hacia 1995, cuandomuchos de los jóvenes que poblaron laPlaza de Mayo la semana pasada tenían,quizás, entre tres y cinco años. Al escribiraquellas páginas, muchas páginas, yo nosentía sólo la necesidad de evocar y hacermemoria sobre tantos militantes que falta-ban porque estaban muertos o desapareci-dos. En realidad había un afán voluntaristade que aquellas historias fueran retomadaspor otros jóvenes. O quizás era más el es-panto y la impotencia de constatar que losnoventa hacían estragos en una genera-ción que crecía con ese cóctel de consu-mismo y cierre de industrias y colegios in-dustriales. O sea, el cóctel de precariza-ción laboral pero con pretensiones de usarlo que se fabricaba lejos. La perfecta estu-pidez del individualismo más la coloniza-ción cultural.Fue estimulante, en 1997, constatar que LaVoluntad se vendía y constituía un éxito edi-torial. Sin embargo, era evidente que se tra-taba de libros para quienes habían vividoesas épocas. A las presentaciones y deba-tes llegaban calvos, barbudos, señoras.Pocos años después la Plaza de Mayo sellenó de jóvenes dispuestos a hacer lo queuna camada de políticos desertores no es-taban dispuestos a hacer. Fue en la peleadel 19 y el 20 de diciembre de 2001. Lucha-ron con valentía, regaron las calles con san-gre. Expresaron la vieja y digna cultura de laresistencia. Lo que esa generación de jóve-nes no tenía era el ejercicio del respeto delas instituciones hacia ellos. Por el contrario,en nombre de la entrega de la Nación, seles pedía respeto a las instituciones.Con la muerte de Néstor Kirchner florecie-ron miles de pibes y pibas que se vieron enla Plaza y que, además, son la expresiónde una nueva militancia juvenil. No sontoda la juventud, desde ya. Y necesitan, agritos, diferenciarse, de sus pares queviven consumidos o consumiendo, sin tra-bajo o laburando 12 horas, estudiando odesertando para juntar para el alquiler.Estos jóvenes, a quienes la democraciaactual respeta y estimula, son parte de esadeuda argentina de la que habló Néstorcuando dijo, después de plantar bandera ynegociar la deuda externa, que son partede la deuda interna. Son parte de los suje-tos que se sienten convocados por la polí-tica porque se reconocen en militantescomo Kirchner y porque quieren, comoquiso él, ser protagonistas de un cambio.Ser protagonistas de la lucha por la igual-dad y de la eliminación de los privilegios.

POR EDUARDO ANGUITA / Director de Miradas al Sur

OpiniónPOR LEANDRO FILOZOF (25AÑOS) Y TALI GOLDMAN (22 AÑOS)

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los actos y que defendió Cristina en el Lunacuando dijo: ‘Si nosotros hubiésemos tenidola posibilidad de militar con los pibes de lajuventud sindical como lo están haciendo us-tedes ahora, la historia hubiera sido otra’.”Un mes más tarde, los pibes que habían col-mado el Luna para celebrar la fiesta de la mi-litancia repitieron la procesión a la plaza. Sinintenciones festivas, claro, pero con el mismofervor. Esta vez, sin embargo, la convocatoriase multiplicó con chicos llegados desde dis-tintos puntos del país. Caravanas de microsdesde diferentes provincias transportaban aquienes no querían perderse el último adiós.“Tardamos 24 horas en llegar desde Mendozaporque se nos rompió el micro”, contó GiselaÁlvarez, de 24 años, secretaria de la JP del de-partamento de Rivadavia. “No dudamos niun segundo en decidir si había que viajar ono. Teníamos que estar. Por Cristina y por elproyecto de país.” Lo mismo le ocurrió a Na-talia Müller Roth (30), que comenzó mili-tando en redes sociales y hace poco se afilió

a la JP de su provincia, EntreRíos. Después de seis horasde ansiedad pisó la plaza:“Para mí el pingüino es lomás grande, es mi referente.Es muy distinto a lo que nostenían acostumbrados algu-nos políticos. Él dejó el pro-tocolo de lado, caminabaentre la gente, sonreía ge-

nuinamente. Era y es pueblo”.Desde Laguna Paiva, Santa Fe–corazón de la patria sojera–,llegaron más “espontáneos”.Entre ellos, Gabriel Colombo(30), quien no integra ningúnpartido: “Fui para poner migrano de arena. Quería agra-decerle, me demostró que notodo es lo mismo y me devol-vió la fe en la política”.Desde tempranas horas delmiércoles hasta el mediodíadel viernes distintas agrupa-ciones armaron una carpapara pasar las 72 horas delduelo. Los “Negros de Mierda”(NDM) –una agrupación quese formó en Facebook–, conuna lona, unas cañas y mateamargo transitaron los tresdías que llevó el cortejo. Cris-tian Leverone, de 30, contó

Veintitrés |4 de noviembre de 2010

Jazmín. Fue la primera vez quelas chicas fueron a la plaza.Gerónimo Gorriorena, de 21años, y sus compañeros de laCorriente Peronista Federalmarcharon con un objetivoclaro: apoyar al Gobierno. “Em-pecé a militar en el secundario,a los quince. En el centro de es-tudiantes éramos los únicos Kentre una multitud de compa-ñeros de izquierda”, recuerda,con la voz disfónica de gritar“andate Cobos” y “si tocan aCristina, qué quilombo se va aarmar”. “Lo cantó a coro todala plaza –afirma Gerónimo–. Nofuimos a consolar a una viuda,fuimos a bancar que el proyectonacional se profundice.”Adrián Pandolfi se crió entrededos en V. A los 25, milita enla JP porteña y sintió a NéstorKirchner “como a un par”. “Loveíamos como un compañero,como un fiel luchador –enfa-tiza–. Me conmovió cuandoKirchner, en un viaje a NuevaYork, dijo que los jóvenes te-nían que ser políticamente in-correctos y transgresores. Por-que aquellos que fueron políti-camente correctos nos llevarona la crisis del 2001.”Nicolás Gaudino, de 28 años ymilitante de la corriente MartínFierro del PJ, opinó en la misma

d i re c c i ó n :“En los no-venta, y conlos procesosde destruc-ción del pero-nismo, la re-beldía de losjóvenes se ca-nalizó con lamúsica, y losartistas eranlos principa-les referentes.Néstor tomó la bandera de la rebeldía contralos poderes concentrados y eso atrajo a la ju-ventud y lo convirtió en el nuevo referente”.El romance entre el líder carismático con losjóvenes que lo adoptaron como su ídolo-refe-rente tuvo su máxima expresión de cariño el14 de septiembre de 2010, en el Luna Park.“Néstor le habla a la juventud, la juventud lehabla a Néstor”, anunciaban los carteles queempapelaron la ciudad. Una inoportuna an-gioplastia, practicada apenas 48 horas antesdel evento, amenazó con postergar el con-vite. Pero, fiel a su estilo, el líder desafió laconvalecencia asistiendo en compañía de suesposa presidenta, que lo reemplazó en el es-trado. Fue la culminación de una construc-ción que comenzó en 2003, en los albores deun movimiento que ahora todos mencionanpor su nombre: el kirchnerismo.“Néstor siempre quiso ser la expresión de losjóvenes y de los trabajadores”, explicó Leo-nardo Grosso, de 27 años, activista en la JPEvita. “Es una estrategia que se observó en

Política

Militancia, dolor y esperanzaLa plaza que despidió a Néstor Kirchner conjugó dolor y es-peranza. La crónica de estos días hablará, con sorpresa, dela masiva concurrencia juvenil. El subsuelo de la Patria vol-vió a sublevarse, y cuando eso pasa, los dueños de la men-tira y de la desinformación no pueden seguir tapando el solcon las manos. Para aquellos que tenemos un compro-miso político, el protagonismo de los jóvenes no fue algonuevo. Viene creciendo desde que se delimitó con mayorclaridad una polarización social y política en función deun proyecto nacional que afecta intereses concretos.Siempre la juventud es el motor más dinámico de todoproceso histórico. De la mano de Kirchner los jóvenes re-cuperaron la política y así lograron vencer al peor legadode la dictadura: el miedo. Estuvieron presentes en laplaza, pero también en el Luna Park, cuando miles depibes y pibas se convocaron para interpelar a la historia,para dialogar con su líder. Claro que los dueños del silen-cio y la invisibilización no dieron cuenta del fenómeno.Alguna vez Cristina dijo que a los medios les encantamostrar a los pobres cuando están solos y llorando, perolos ignoran cuando se organizan y reclaman sus derechos.Tampoco les gusta mostrar a los jóvenes cuando militan yse organizan para cambiar a la Patria, para rescatar delarcón de los recuerdos el concepto de revolución.

POR MARCELO KOENIG / Sec. general del Movimiento Peronista Revolucionario

Opinión

Jóvenes para asegurar el futuroNéstor Kirchner recuperó la política como herramienta detransformación social en función de los intereses popula-res. Plantado sobre la base de sus convicciones, inició unproyecto político que siempre avanzó enfrentando atodos los reductos de poder corporativo que venían man-teniendo sus oscuros privilegios desde el golpe de 1976.La profundización permanente, a medida que crecía lacorrelación de fuerzas del proyecto político, fue acer-cando distintas oleadas juveniles. La política de Memoria,Verdad y Justicia, la recuperación de millones de puestosde trabajo, un Estado presente para mitigar la catástrofesocial de millones de compatriotas excluidos, fueronconstruyendo la adhesión de los distintos sectores.La discusión de la matriz productiva y redistributiva de laArgentina en el 2008, acercó otra oleada juvenil. La bata-lla cultural por la Ley de Medios para democratizar la pa-labra, incorporó otro tanto. Todo esto atravesado por unapolítica de integración regional absolutamente soberana ylatinoamericanista.La convicción y el compromiso de Néstor Kirchner deja ellegado de miles y miles de jóvenes que tienen la semillade la política en sus cabezas y en sus corazones, dispues-tos a acompañar a la presidenta Cristina Fernández en lasbatallas patrióticas que está dando. El futuro inmediato lostiene como naturales herederos, defensores y continuado-res del camino iniciado aquel 25 de mayo del 2003.

POR ANDRÉS LARROQUE / Sec. general de LaCámpora y Subsec. para la Reforma Institucio-nal y el Fortalecimiento de la Democracia

Opinión

¡Aguante Cristina!En el medio del dolor que provocó lamuerte de Néstor Kirchner, los jóvenes que se volcaron alas calles para agradecer su legado y respaldar a la Presi-denta, echaron luz sobre lo que está pasando y no semuestra en las grandes pantallas. Las preguntas que pro-vocaron fueron comunes en casi todos los medios. ¿Porqué salieron? ¿Dónde estaban? Kirchner les (nos) devolvióla fe en la política, la esperanza de cambio, la creencia deque a través de un proceso político se podía transformarla realidad. No los defraudó. Hacía años que no se veíatanta militancia espontánea. Quizá podemos encontrarpuntos en común con la primavera democrática de 1983.En ese momento salíamos del horror. Los jóvenes se ha-bían sumado a los partidos para terminar con los golpes yapostar a otro modelo de país. La democracia necesitó dela movilización para no fracasar. Y se consolidaron las ins-tituciones pero nos quisieron hacer creer que había quesometerse a los designios de los intereses globalizadores.Algo cambió. Volvió la política. Los jóvenes encontraronque con convicción y coraje, se podía. Unos de los gran-des méritos K fue darle contenido a la institucionalidaddemocrática: la dignidad. Se instalaron paradigmas comola distribución de la riqueza, la palabra, la inclusión, la jus-ticia. Y allí en el horizonte donde colocamos las utopías,una multitud se acercó a la Presidenta y le dijo: ¡aguanteCristina! Que esta vez salimos a la calle para quedarnos.

POR GUSTAVO LÓPEZ / Subsecretario General de la Presidencia

Opinión

Producir políticaNéstor Kirchner se hubiera sorprendido deque la Plaza hubiese generado un consenso que lo tras-cendía: el kirchnerismo. Esa fuerza que recuperó la discu-sión política y la participación de la militancia. En ese hori-zonte, Generación Política Sur conforma un espacio repre-sentativo de una condición paradojal de esta generación:después del 2001, la necesidad de reconstruir el Estadonos acercó a la política con la necesidad de crear unnuevo orden sobre las ruinas del anterior. Nuestra tareageneracional está en encontrar las herramientas parapasar de ser consumidores a productores de política.Construir nuestro propio aporte a este proceso histórico,señalando su futuro. Estamos llamados a hacernos cargo.A acompañar y también constituirnos como protagonistasde una versión de la política que amplíe los límites de loposible para profundizar la democracia. El espacio abiertodebe ocuparse con una agenda política generacional quearticule la producción de conocimiento con la construc-ción de poder para traducir esos saberes en políticas. En muchas circunstancias, el kirchnerismo supo interpelara sujetos huérfanos de política. Ahora el reto es diferente.Conducir este proceso supone entender el lugar que ocu-pan los espacios movilizados, con sus particularidades.En encontrar las poleas para dinamizar un campo hetero-géneo y en formación, está la alquimia para contener ladiversidad y potenciarla. En la constitución de un armadocolectivo está la llave que llevará a la victoria la transfor-mación democrática definitiva nuestro país.

POR PABLO TOUZÓN / Presidente GeneraciónPolítica Sur

Opinión

EEssppeerraannzzaass.. NNaattaalliiaa MMüülllleerr RRootthhvviiaajjóó ddeessddee EEnnttrree RRííooss ppaarraaddeessppeeddiirr aa KK ((aarrrriibbaa,, iizzqq..)).. AArrrriibbaa,,ddeerr..:: JJuuaann MMiigguueell GGóómmeezz ((JJPPDDeessccaammiissaaddooss)),, NNiiccoollááss GGaauuddiinnoo((MMaarrttíínn FFiieerrrroo)),, LLeeoonnaarrddoo GGrroossssoo((JJPP EEvviittaa)) yy GGeerróónniimmoo GGoorrrriioorreennaa((CCPPFF)) ccooiinncciiddiieerroonn eenn rreessccaattaarrssuu ffee eenn llaa ppoollííttiiccaa.. EEddnnaa yyJJaazzmmíínn ((iizzqq..)) ffuueerroonn ppoorr pprriimmeerraavveezz aa llaa PPllaazzaa..

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Veintitrés |4 de noviembre de 2010

apenado que llegó el jueves, porque el miér-coles censó hasta tarde: “Soy de una genera-ción que sufrió desengaños culturales. Hoy esdiferente. No estamos siendo mutilados yesta juventud, con ganas de vivir en un paísdigno, quiere participar”. Laura Martino,también de NDM, de 31 años y con un pasopor la militancia en la izquierda, completó la

idea: “El neoliberalismo apagó todo resabiode rebeldía política. La juventud estaba en elmolde, con la sensación de no tener futuro”.La emoción se fue apoderando de los asisten-tes. “Era increíble que pasabas del llanto másprofundo a un estado de alegría y espe-ranza”, contó Bárbara Komarovsky, de 24años. “Y eso lo generaba Cristina, con la

fuerza que nos transmitió”,completó la estudiante deciencia política. “Me quedógrabada la entereza de la Pre-sidenta consolándonos. Esalgo que no hace cualquiera”,contó Grosso, que en los ‘90armó un comedor para loscompañeros del secundarioque se desmayaban por ham-bre. “Correrse de lo indivi-dual en un momento dolo-roso y poner por delante losobjetivos de la Patria, eso esde grandes personas”, re-sume.La Presidenta absorbió lamarea de amor, aliento ycompromiso que se formó enesa plaza. “Permítanme agra-decer en especial a las dece-nas de miles de jóvenes quemarcharon con dolor y ale-gría por Néstor y por la Pa-tria. En cada una de sus carasvi el rostro de él cuando lo co-nocí. Hoy esos jóvenes estánen un país mucho mejor: unpaís que los convocó, que losama y los necesita”, enfatizópor cadena nacional, en suprimera aparición pública

luego de la pérdida de su compañero de todala vida. Fue la única mención expresa de esemensaje dolido, visceral. Fue su manera dereconocer a esos pibes que, bajo una impla-cable lluvia de verano, la acompañaron en eltraslado final del hombre que revitalizó el es-píritu militante de una generación que deci-dió tomar su destino en sus propias manos.“Definitivamente voy a empezar a militar. Yaestoy averiguando para entrar a un partidoque me identifique. La plaza me ayudó a de-finirme. Nuestra vida gira alrededor de la po-lítica y al que no le interesa, no le interesanada”, se comprometió Bárbara Bauman, de21 años. “Ya mandé un e-mail a [email protected]. Ya no sirve la militancia decafé”, explicó Pablo Calzada. “Tampoco eseviejo estilo de militancia de pararse en un es-cenario o esperar a que nos reunamos. Hayque militar arriba del colectivo, en un taxi.Activar cien por cien en todos lados”, con-cluyó Hank Soriano (30), de NDM. “En los’70, el que no militaba era un bicho raro. Enlos ’90, se convirtió en mala palabra. Ahoracon Néstor volvió a sentirse que tenemos queser protagonistas de nuestro tiempo. Hayque aprovecharlo. A mí no me la contónadie, la viví”, explicó Lucía. Haciendo ecode estas voces, las páginas oficiales de lasagrupaciones y las redes sociales son las puer-tas de acceso a los miles de jóvenes que bus-can canalizar el impulso.“En el último tiempo vivimos cantidad deoperaciones para desestabilizar y desacredi-tar a la juventud como sujeto. Es por miedo,saben que si la juventud llega al plano polí-tico se quedará ahí”, aclaró Grosso. La entre-rriana Natalia Müller Roth eligió parafrasearotro refrán: “Néstor me enseñó que los jóve-nes no somos futuro, sino el presente” � �

Política

HuellasHabía irreverencia. Alegría. Llantos. La an-gustia clavada en el alma de los que sabíanque lo triste era no tener más a ese hombre que los habíainterpelado. Y la de aquellos que no entendían qué sentíanpero igual querían estar. Todos se sumaron, en días que sevolvieron uno en continuado. Los propios y ajenos. Los quegritaron “que se vayan todos”. Los que nunca se interesa-ron por la política. Los que sí lo hicieron. Los que no encasi-llaron en categoría alguna. Los que jamás se autoconvoca-ron hacia ningún lugar. Un capital que no registran los fríosnúmeros de las ciencias. Un colectivo del que formé parte,que latía –y todavía late–, con la garganta cerrada y el estó-mago haciendo estragos, con emoción y honestidad. Sinmiedos, en una unidad que no registró distinciones.En la plaza había un punto de encuentro, un abrazo com-partido, una mirada conectada. Un espacio que no enten-dió de reproches sino de fuerza. Donde una lágrima seme escapó pensando en lo perdido para secarse al com-prender la necesidad de ir por más. Lo construido era –yes– sabido: más derechos, oportunidades, visibilidad paralos nunca vistos, esperanza. Esas banderas que, conatropello, desparpajo, frescura, ahora decidió tomar porlas astas una eterna –y recuperada– juventud que avasa-lla, convencida de la certeza de que todo se puede. Quelos protagonistas son (somos) nosotros. Y que nadie es-pera, porque hay que seguir caminando. Las huellas yafueron marcadas.

POR LUZ LAICI / Editora de Política de Veintitrés

Opinión

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