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Veamos ahora quiénes fuerone s o s individuos, tratemos deechar atrás la Historia y recons-

truyamos los hechos.Decíamos que una de las

fuentes remotas que estudiába-mos eran los indígenas que habi.taban el Istmo, como quien di-ce, los dueños de casa, Si bienno se niega que fueron los indí-genas los que tuvieron mayor

participación en el "encuen-

tro" (1), fueron ellos mismos lospeor librados; víctimas de lamás descarada masacre y explo-tación cayeron en masa lleván-dose su pensamiento, sus institu-ciones básicas, economía, reli-gión, política, concepción devida y hasta su propia dignidad

de raza; murieron allí; quedarondebajo de las ciudades caste-llanas o se pudrieron en lasmontañas, La base indígena ist-m eña fue en pocas palabrasdecapitada, reemplazada, perpe-

tuándose sólo a través de una

cierta tonalidad morena de nues-tra pieL.

Respecto de los conquistado-res y colonizadores españoles,

que a la postre fueron los que

se impusieron, vale la pena dete-nerse un momento y ver quéclase de gente fue esa que vino

al Nuevo Mundo, que desembar-

có en Tierra Firme; que, desde

ese mismo momento, implantÓun esquema mental que prevale-ció a través de los años y gene-

raciones posteriores. Su proce-

dencia y sus objetivos america-

nos nos explicarán muchas in-cógnitas istrneñas ya que ellosconstruyeron varios siglos denuestra existencia según su vo-

luntad, sus leyes y sus marcos

ideológicos.

Al unirse Fernando deAragón con Isabel de Castila, lavida en la Península se hizoefectivamente al modo de Casti-II a. Di fe r entes circunstanciascolocaron a España a la cabezadel poderío económico, políticoy militar de Europa. Consolida-

do el Estado español un enormearsenal de armas y soldadosvagaban ociosos por las numero-s as posesiones reconquistadas.Castilla dibujada en tonces por

los patrones de nobleza medie-

val, con una autocracia minori-

taria consolidada con las nuevasposesiones producto de las cam-paÙas de Reconquista y el restocompuesto por las masas campe-sinas y la soldadesca ociosa, con

todos los ingredientes que este

tipo de figura social supone. Si

tomamos en cuenta, que la aris-tocracia castellana se preocupópoco y hasta se mostró indife-rente al respecto comprendere-

mos que la conquista de Amé-rica fue una empresa inminente-

mente popular; de tal modo quelo que se trasladó al Nuevo

Mundo no fue precisamente laclase culta, solvente, ni siquiera

Sería ocioso tratar de demostrar la enorme pobladón quc había cn d Istmo antesde 1500, para lo cual basta remitirse a un mapa dcmogrÚtïco dc la época, tal cualel que nOS muestra la doctora EIsa Mercado en su "Hombre y Tierra en Panamá,siglo XVI"; Talleres Sumgraf, Madrid, 1959.

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las nacientes burguesíasaragonesas, sino lo otro, el pue-

blo inculto, temeroso de la In-quisición, fanático religioso,desconocedores de las innovacio-nes renacentistas, en fin, guerre-ros sin oficio y aventureros se-

dientos de oro y prestigio, sobretodo de lo primero. Yeso fueprecisamente lo que encontraronen las nuevas tierras, riquezas in-mensurables, enormes territoriospoblados por primitivos inge-nuos que cambiaban aretes defino oro por cascabeles, que te-

mieron del fusil como deltrueno, que se dejaron esclavizar

sin la menor resistencia y que simorían, escapaban o desapare-cían había miles y miles máspara suplantarlos, amcn de lasimplicaciones morales.

El terccr elemento que men-cionábamos como factor predo-minante en la construcción delpanameño es el negro de proce-dencia africana. Varios aspectos

resaltaban en la llegada de este

importante elemento, entreotras, su venida involuntaria ysu carácter dc mercancía para la

venta y esclavitud; además, el vi-sitante africano arribó con es-

quemas y actitudes propias, mu-chas de ellas tan primitivascomo las del indígena nuestro.Tampoco hay que olvidar que elncgro traído al Istmo provenía

de divcrsas regiones africanas

con tradiciones y experiencias

disímiles. Sin necesidad de pro-fundizar, por el momento, nohay duda que la "presencia ne-gra" en el Istmo es ~.dO de losfactores realmente básicos, des-

pués del castellano para la com-prensión de nuestro hombre,

Descorramos el velo ontológi-co y tratemos, pues, de justifi-camos históricamente.

A. PATRIMONIO HISPANO

No sólo la presencia físicasino el predominio económico,

político, socio-cultural e ideoló-

gico del grpo español en Tierra

Firme durante toda la Colonia,nos desligó prácticamente del

proceso indígena que se des-arrollaba en la América paraconectarnos al carruaje mental

occidental cristiano. La euro-

peización de los aborígenes y

negrería es el elcmento pre-dominante del período históricode dominación hispana; canoni-zar, educar, negociar, no eran

sino las mcdidas en la que losotros grupos se hacían al nuevo

y extravagantc modo de ser.A.l SIGLO XVI

Desde ticmpos prehistóricosel Istmo fue utilizado por lospobladores indígenas comopuente de tránsito y enlace cn-tre las dos grandcs masas conti-

nentales de Norte y Sudamérica.

La llegada de ColÓn y sus com-parìcros constituyÓ un fenóme-no espectacular e insólito en lavida de estos pobladores. Enpoco tiempo las riendas históri-cas del Istmo las tomaron los vi-sitantes blancos,

Es ya del común conoci-miento que cuando CristóbalColón zarpó de Cádiz en 1502,

hacia las tierras americanas en

su famoso Cuarto Viaje, traía la

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misión y la certeza de encontrarun "paso dc mar" quc él calculódebía estar justamente en nues-

tro istmo. Los posteriores viajesrealizados a estos lares traían in-variablcmente el propósito de

encontrar el "estrecho" o paso

marítimo hacia las especias, cu-yos territorios ellos calculaban

estaban dctrás de la murallacontinental quc se les ante-ponía. Pcro además de las posi-bilidades de encontrar el busca-

do pasadizo había algo que lla-maba poderosamente la atenciónde los recién venidos; las mu-chas y enormes riquezas aurífe-ras que brilaban a flor de tierra.Oro y estrecho, dos motivos su-

ficientemente atractivos para lamovilización hispana y ocupa-

ción del Istmo,

Gran júbilo causó al Reydon Fernando cuando Arbolan-cha le informó sobre el hallazgode Vasco NÚnez de Balboa, elMar del Sur, en cuya trayecto-ria, desde el Atlántico, se encon-traban fabulosas riquezas; "eloro se pesca con redes" decía

Balboa en sus cartas y el Rey,conmovido, llamó a esta parte,Castila del Oro. Descubierto el

Pacífico y reconocida la costaAtlántica se abre el territorio alas exploraciones internas; la

masacre indígena fue el signu

sobresaliente ya que "los hom,bres que realizaron la Conquista

no eran propiamente hablando

personas prcocupadas por evan-

gelizar estas tierras ni por llevar

"la cultura" a estas latitu-des" (2), llegando hasta ponerse

en duda la racionalidad delaborigen, que ellos llamaron

"indio" .

La extraordinaria expediciónordenada por el Rey, y dirigidapor Pedrarias Dávila, al Istmo es

"El primer ensayo de coloniza-ción española con un ré¡:rimen

genuinamente español que ha-bría de inaugurar en Amcrica laespléndida legislación colonialde las Leyes de Indias" (3). Pe-drarias venía equipado con ins-trucciones y suficiente equipo

para fundar ciudades estratégica-mente situadas que sirvieran debase para descubrir otras tierrasy aprovechar las riquezas natura-les, incluyendo al indio.

Las expediciones coloniza-doras ordenadas por Pedrarias através del Istmo, además decumplir su cometido se caracte-rizaron por su brutalidad en eltrato con los indios. CuentaOviedo que más de dos milonesde indios fueron sacrificados por

Pedrarias y sus segundos. Secumplía así la primera etapa del"encuentro" .

Para 1519 el centro de lavida en Castilla del Oro se tras-lada dcl sector Atlántico (Santa

María la Antigua) al Pacífico,

con la fundación de la ciudad

(2) Más detalles en: CHONG, Moisés; "Historia de la Cultura en la América Latina",fol1eto, Panamá, 1970, Pág. 24.

(3) Anónimo, "Descubrimiento y conquista de Panamá", trabajo de graduación,Universidad de Panamá, 1949, Pág. 8.

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de Panamá. Pedrarias fundó lanueva ciudad con el deseo de es-tablecer una línea vertical tran-sístmica con Nombre de Dios,"la población indígena de la ciu-dad de Panamá, que en los pri-meros momentos de su funda-ción era la que predominaba, se

fuc reduciendo hasta práctica-mente desaparecer", tambiénanota la doctora Mercado quetampoco los peninsulares eranpobladores incondicionales puescomo se sabe, a raíz del sitioinapropiado que se escogió para

su instalación y los muchos pro-blemas de salubridad que surgie-ron, al querer trasladar el sitio"los pobladores no buscaron so-

lución por ser gente de paso quesólo deseaban enriquecersc paravolver a España" (4).. Todo es-to determinÓ que el crccimientode la capital fuera relativamente

lento si consideramos que para

fines dcl siglo los residentes no

pasaban de ser unos 500 veci-nos.

La Uegada de la poblaciónnegra marca el segundo paso del"encuentro" humano en el Ist-mo del siglo XVI.

Para 1508, el Rey autorizauna licencia para introducir alas Indias 4,000 negros deambos sexos con el fin de quereforzaran el trabajo de los in-dios como mano de obra. Comose sabe, desde el primer mo-mento este elemento humano

fue objeto de maltrato y abuso;

se le explotó en el laboreo de

las minas, pastoreo y labranza ycomo arrieros. Luego se hizo ne-cesario la importación dc nuevoscontingentes dc negros cuando

en 1526, el Rey Carlos V, pro-clamó la liberación del indio,dada su rápida cxtinción:

"Se hizo bien marcado elmal trato que los peninsularcs

daban a esos elementos, de talmodo, que muchos optaron porfugarse a las selvas y se declara~

ron abiertamente como rebeldesante las autoridades colonialcs.Esto dio origen a que en 1548,

los negros rebeldes denominados"cimarrones" organizaran unamonarquía y reconocieran comorey a su jefe de nombre Bayano.Los negros en rebeldía atacaban

constantemente a los viajerosque tenían que transitar por elCamino Real Interoceánico" (5).

Antes de finalizar, el siglo,hacia 1575, se calcula que de-

bieron existir en el Istmo 8,629negros, de los cuales unos 2,500se habían alzado contra susamos y las autoridades. De éstose vislumbra que para ese enton-ces los negros sobrepasaban en

nÚmero al total de la poblaciónblanca e indígena de la zonatransístmica; y mientras los ci-marrones "mantuvieron sus rela-ciones con los ingleses, fueron

aliados de Oxcham y de todoslos bucaneros que transitaron el

(4) MERCADO, Eisa, "El hombre y la tiera en Panamá, s. XVI", Pág. 207.

(5) JAEN, Jr. Ricardo, "Problemas socio-económicos de Paná", Librería Avance,S.A., Panamá, siL, Pág. 34.

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Darién para ofender el poderío

español" (6), los negros domésti-cos o esclavos desarrollaron in-numerables mecanismos deadaptación y asimilación de 10

hispano,

No menos importante paranuestro propósito son los suce-

sos ocurridos en el resto delterritorio istmeño, es decir, enlas áreas alejadas de la zona

transístmica. De gran utilidadnos ha sido la consulta de lamuy documentada y rica en in-formaciones obra de AlfredoCastillero Calvo en sus"Estructuras sociales y económi-cas dc Veragua... " , de la cualnos valdremos casi exclusiva-mente para dibujar el esquemade vida de la región.

Si bien Colón daba noticiasde esa rica región istmeña, laalgarabía que ocasionó el descu-brimiento del Mar del Sur hizoque la política colonizadora se

concentrara en ese estrecho de

tierra, De allí la fundación deNombre de Dios y Panamá, des-de donde se dcscubre y conquistael esplendoroso PerÚ dando porconsiguiente que a Veragua se lerelegara convirtiéndola "en iin pe-riférico rincón selvático, amada-

do por sus ricos yacimientos de

oro, harto tentadores para mu-

chos, pero, como ha mostrado

la desastrosa armada de Nicuesa,extremadamente esquivos" (7).No obstante, desde 1522, estabaNatá enclavada en el centro delIstmo, esperando las huestes ne-cesarias para el salto a Veragua,unido a la insistente propagandasobre las riquezas del lugar, cosaque no desconocía ni dejaba de

mortificar a la Corona y a losmás arriesgados aventurerosquienes intentaron, varias veces,

arremeter contra la selva y losindios de Urracá. Pero los mili-tares y los valientes conquista-

dores que pasaban por Panamáno pensaban entonces en dete-nerse aquí ansiosos de ser losprimeros en la rebatiña del oroincaico. Pero cuando los cuposse limitaron y la codicia nocabía ya ni en PerÚ ni en la Pe-nínsula, las ciudades istmeñas sevieron abarrotadas de soldados y

aventureros insurgentes llegandoa hacer imposible la vida econó-

mica y política en las urbestransístmicas, "En esas circuns-tancias el expediente veragüense

se ofrecía como una fórmulaideal" (8), También la aboliciónde las Encomiendas ocasionó eldesplazamiento de los poblado-res de Natá por las campiñas sa-

baneras, entre 1550 y 1558. Es-

tos hechos fueron determinantes

en la composición de la huestey, asimismo, observa Castilero

(6) CARLES, Rubén, "220 años del período colonial en Panamá", Talleres de Artes yOficios, Panamá, 1969, Pág. 37.

(7) CASTILLERO CALVO, Alfredo, "Estructuras sociales y económicas de Veragasdesde sus orígenes, siglos XVi y XVII", Ed, Panamá, 1967, Pág. 31.

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(8) Más información en la obra de Alfredo Castilero Calvo antes citada.

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Calvo, son las características es-pecíficas de los dos elementos

humanos básicos -soldados yaventureros desde la capital ylos despojos encomenderos nata-riegos- que la integran, los quede ter minan las peculiaridades

que exhibió, así como la estruc-tura socio-económica definitivade que fue objeto Veragua, através dc los siglos que, básica-

mente aÚn conscrva,

A 10 largo del 'siglo, Veraguafue invadida y explotadas sus ri-quezas hasta dondc los instru-mentos que poseían y la fuerzadel indio, increíblemcnte reduci-

do, y negros importados daban,

lográndose extraer cantidades deoro comparablcs a las más ricasminas del continente, hasta1589 en que los cquipos no da-ban más y los visitantes recogie-ron su fortuna, su equipo y sus

esclavos y se mandaron a mu-dar. Los pocos que se quedaron

buscaron supervivencia en elagro y en la encomienda indíge-

na. El mestizaje fue el rasgo pre-

dominan te.

En el aspecto social, en Natá,en un principio rigió un modelosocial que consagraba la dcs-

igualdad de sus miembros antela ley, esto es, una sociedad deprivilegios basada principalmenteen el color de la piel, las fuentesde poder estaban reservadas a lapoblación europea. Por debajo

de esta aristocracia de la ticrraestaban los blancos menos afor-

tunados, los mestizos, los indí-

genas en encomienda y los ne-gros incorporados. Al suprimir

se

la encomienda, en 1558, la cÚs-pide social se vio afectada por elempobrecimiento de los latifun-distas, por 10 que se incorporana ella los ganadores y agriculto-res no latifundistas, es el casotípico de estructuración socialde la recién fundada Villa deLos Santos. Al agotarse el mer-cado minero de Veragua, hacia

1589, hubo una nueva desinte-gración urbana y llevó a los ex-cursionistas hasta Alanje y Mon-tijo. Los que permanccieron cnlos poblados -Natá y Los San-

tos- pasaron a ser respetadoscomo tal. La vida en las ciuda-des se identificó con la superio-

ridad social, en cuanto se rcser-varon las fuentes de dominaciónsocial los oficios burocráticos ylos cargos de justicia. Un ampliomestizaje se llevó a cabo en lacampiña rural (9).

Al finiquitar el siglo XVI yase había prácticamente realizadoel proceso de descubrimiento y

conquista dcl Istmo y se encon-

traba en la fase colonizadora.

En términos generales lapoi Ítica económica imperantefue la mercan tilista, si bien noes falso que "el mercantilismo

español estaba cimentado sobrc

otros supuestos nativos, resulta-do de la expulsión del elemento

judío y musulmán, en 1942,que dejó a España econÓmica-

(9) Sobre la fundación y características sociO"'conómicas de la Vila de Los Santos, verla obra de A1fredo Castilero que comentamos.

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mente pobre. Y es que había en

el Reino de Fernando e Isabeluna mentalidad de intoleranciareligiosa, huidiza en cierto scn ti-do de la conciencia capitalistaen su prédica contra la prácticade la usura... El mercafltilismo

espafiol, fue en lo esencial unsistema proteccionista de los in-tereses de la MetrÓpoli... inter-vcncionismo en los intereses pri-vados, monopolio en el comer-

cio y la navegación" (10).La Corona mientras tanto

no había perdido la esperanza

de encontrar un paso naturalque uniera a los dos mares. Para

1523 Carlos V escribe a HernánCortés instándole para que bus-

que cuidadosamente el pasaje,en 1533, la Reina ordena unanueva expedición, si bien, ya en1527, De la Serna, Corzo y Dela Cuesta habían reconocido el

cauce del río ChagTes y vislum-

brado la posibilidad dc su uso

como canal natural, En 1567,Felipe n, encarga al ingeniero

Juan B. Antonell para realizarestudios de lactibilidad, quienluego hace un informe sobre lasenormes dificultades que suconstrucción representaría y re-comendando, a la vez, la cons-trucciÓn de Portobe1o y el uso

de la vía Chagres.

Respecto de la vida culturale intelectual, cabe señalar que

los españoles trajeron una Filo-sofía basada en los principiosaristotélico-tomistas, la Religiónllegó a imponer una especie decensura a la libertad de pensa-

miento y es de todos sabido, lafamosa lista de "libros prohibi-dos", hucrfanos de las innova-ciones renacentistas, se impusouna concepción medieval delmundo, "Mídase la magnituddel vacío -en la actividad inte-lectual~ considerando queMenéndez y Pelayo nada dice dePanamá en su Historia de lap o e s Í a hispanoamericana, tanrica en información y buen sen-

tido" (11).

(10) CHONG, Moisés, "Historia de la cultura en la América Latina", Pág. 28.

(11) MIRO, Rodrigo, "De la vida intelectual en la coloni panameña", Editora Nacional,Panamá, 1944, Pág.' O.

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Conducido por la gente delcacique indígena, en búsquedade las riquezas de las cuales ha-

bía oido hablar, realizó una pe-netrada incursión sobre la tierraadentro, concertando visitas conalgunos jefes indígenas, y loscuales le hicieron en igual formamuestras de amistad y obse-quios: Dururí, Zobrada y Cate~

bao

De regreso a donde estaban

sus naves, a las orilas del río

Belén, les sobrevino un maltiempo de vientos y lluvias, quele ocasionaron scrios daños a

una de las naves.

Eran tantas las lluvias que losespañoles temieron por las co-rrientes y a no ser porque las

cortaron diciendo el evangelio

de San Juan, les hubieran sobre-venido males aún peores.

Decidió el Almirante, acom-

pañado de sus lugartenientcs loscapitanes Diego Méndez y Fran~

cisco de Porras, fundar, a unalegua de la desembocadura del

río Belén, una poblaciÓn a laque dieron el nombre de SantaMaría de Belén y la cual empe-zó a establecerse en los primerosdías del mes de Marzo de 1503.

Inquieto el Quibio por la per-manencia de los invasores, em-pezó a elaborar un plan secretopara a tacarles, prendiendo fuegoa las escasas viviendas ya levan-

tadas, y matar a los cristianos.

Desagradado el Almirante porla inesperada reacción del

Quibio, a quien creía su amigo,di s P u s o d etenerle y lIevarlo

cautivo a la Española, junto con

otros indígenas del lugar.

El Quibio no pudo huir delos hombres de Colón y fue lle-vado con ataduras, a una de lasembarcaciones de los españoles,de donde se escapó haciendouso de un gran ingenio,

Libre el Quibio, alertó a sus

gentes, quienes atacaron con

gran fiereza a los castellanos,causándoles graves daños a causade sus dardos y lanzas,

Incómodo el Almirante deeste contratiempo y fatigada sutripulación por tantas dificulta-des anteriores, decidieron enca-

minarse a la Española, en busca

de un lugar seguro, en dondeponerse a salvo.

El rechazo de los españoles,

por parte de los guerreros vera.

gienses, dió por terminada lafundación de la primera aldea

europea en la Tierra Firme,constituyendo la primera defen-

sa de nuestra patria por parte desus naturales.

Il Cémaco, señor del Darién:En el año de 1509 se re inició

una nueva expedición a TierraFirme, encomendada a Diego deNicuesa y a Alonso de Ojeda;mas la astucia de Vasco Núñezde Balboa, tomó el mando delos expedicionarios, haciéndose

elegir responsable por la coloni-zación, desconociendo todomandato reaL.

En ese mismo año establecióla población de Santa María La

Antigua del Darién, organizando

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de inmediato el reconocimiento

de las tiertas vecinas.

Pero quien con tanta facilidadhab ía logrado desconocer aNicuesa y Ojeda, para imponer

su autoridad personal, no contócon que muy pronto tendríaque utilizar armas distintas parasortear a un enemigo implaca-ble, que no se dejaría engañar

fácilmente, un panamefio que escasi una leyenda: CEMACO.

Es indefinida la ubicación geo-

gráfica del cacique indígena, y

sin embargo, el monarca espafiolFelipe Il, lo convirtiÚ en marcade nucstros linderos, al advertir:

--Purque los Umites de 'a pro-viiicia de Cartageiia empiezaiidesde el r(o grande, qUle parte

eii térmiiios eoii el de Salita

Marta, hasta el otro ríugraiide que corre por el Gulfode Urabá, COIl setenta leguasde costa,

Declaramos que la culata delGolfu de Urabá en doiide e.',tab~ el cacique Cémacu, turaa la gobernaciôn de TierraFirme. (*)

Nu.' el HAYFdipe 11

Algunos mdpds colunialessitÚan a CC'nacujunto a lasierra, en el litural AtI:ntico y

bordeandu las faldas del 'Ligar-cuna.

El es el prinier gueITelo in-

dígena que desarrulla uiia estni-tcgia paLI hostilizar al conquis-

tador euiopeo. En niilf",Ún mo-mento es iunibatIentc \'ctimade Iel duda, jamÚs es hombre

Ciul Î\o.

Con un arrojo indescriptible,pelU Ilenu de astucias, es un

hombre repleto de determinacio-nes agresivas, que no se amilanaante la superioridad del enemi-

go.

En todo momento es el de-fensor arestado de su territorio,

Cuando llegan los cristianos,no se acerca curioso al encuen-

tro, con gran cautela, empieza

primero por observarles.Balboa acaba de fundar Santa

María la Antigua y encomienda

a Francisco de Pizarro y a Ro-

drigo de Colmenares para queefectuen algunas expediciones

en busca dc provisioncs.

Pizarro y Colmenares son sor-prendidos por Cémaco, quientomando la iniciativa les humilainfringiéndoles un revés que lesobliga a regresar a la población,

para refugiil'se del combate.Esta derrota no se la perdona-

rá Rodrigo de Colmenares, hom-

bre lleno de odi( IS con tra la po-blaci(¡n indígena.

Este triunfo oiorg() a Cémacoun gran prestigio, lacilitÚlldo!eel reclutamiento de los caciques

Abibciba, Abenamague yAbraiba, con los cuales reuni/)ljuinientos coinbaiientcs parailTemcter contra los cristianos.

y sin embargo, lo s csp,u-io!csdiezmadoS por el hambre, preci-saniente después de haber huidode San SebastiÚn de Urabá, deci-dieron evitar nuevos encuentros

con Céniaco. Ibl bua hab ía ad-vertido a sus CUiipdl-1eros con

anterioridad, que los indígenas

de esta parÜ' del Atrato, noeran hostiles, nu u iili:,aban

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llechas envenenadas, y sin em-

bargo, Ccmaco les estaba demos-trando lo contrario.

Esta desagradable experienciafrente a los natura!cs de esta tie-rra, los obligÚ a emprender uncamino distinto, para no correr-se el riesgo de exp(lIerse a unadversario tan temible.

Observando el mapa de laconquista, podemos seguir laruta que realizaron entonces,

circundando la costa hasta cn-

contrar a Careta, hombre dcbil,a quien los espaÙoles torturaron

sin objeto, era una especie de

venganza enferma por las bajassufridas.

Junto a Careta vivían algunosespañoles, restos de la expedi-

Clon de Diego de Nicuesa,quienes advirtieron a los caste-llanos, que Careta los había tra-tado con afabilidad, y que eraun hombre inofensivo, capaz deserIe s ú ti!.

Siguiendo el consejo, acepta-ron el auxilio de Careta, consi-

derando que no tenía objeto in-comodarse por un hombre queaceptaba sin resistencia la auto-ridad que se le imponía.

Este cacique indígena podía

convertirse en una valiosa ayudapor su conocimiento del lengua-je de las otras tribus vecinas.

En prenda de conciliación,Careta obsequió a Vasco Núñezsu propia hija, y csta fue deter-

minante para el éxito de losespañoles, tanto en la lucha con-

tra sus propios hermanos de ra-

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za, como en la bú squecla del

camino hacia el \lar del Sur.A Careta se le uniÓ Coiiagrc,

quien al parecer era pariente delprimero; ;unbos participaroii enun ataque organizado por los es"paiìolcs con tra Ponca, y con traotras tribus darienitas.

Este triunfo de Halboa, con-

tribuyÚ a que nuevos grupos in-

dígenas le brindaran su apoyo,

por el tciior de verse maltrata-

dos por los cristianos.

Los aborígenes entregaban aßalboa, el producto de su traba-jo, maíz y otras cosas de comer,

con las cualcs se sostuvo el

ejército espailOl en sus largas

traves Ías por el Darién, y sin - elque no hubiese podido subsistir,

La debilidad de los indígenas

no osaba disputar la autoridaddel Adelantado. Esto aumentÓla vanidad de los conquistado-

res. Al parecer el único adversa-

rio que se oponía al vasallaje eraCémaco y su gente.

Sintiéndose más sef:ruro de símismo, Vasco NÚñez, reempren-dió la bÚsqueda del caudilo in-d í gena; quería medir fuerzascon él y aniquilarIo definitiva-mente.

En este nuevo asalto, contabacon el apoyo de algunos señores

principales del Daricn, y esto ledaba nueva ventaja al invasor.

El nuevo combate, puso demanifiesto la inferioridad deljefe indígena, quien no estaba

preparado para una lucha cuer-po a cuerpo con un ejércitoarmado de pólvora y fuego.

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Cémaco se vió obligado a es-capar, dejando en su huida unagran cantidad de oro, que losespañoles estimaron en siete milpesos en oro,

Reconociendo su debilidad,pero sin declararse vencido, evi-tó desde entonces un nuevocombate abierto con los castella-nos. Se dice que se retiró a unaaldea en la mon tafia, conocida

como Tiquirí, y la cual estaba alas orillas del cerro Tagarcuna,

su último refugio.

El adelantado intentó inútil-mente seguir su huella para de~

rrotarle. Cémaco se extraviabaen el camino de la sierra, ocul-tándose entre lagunas tupidas devegetación, por donde el españolno osaba atravesar.

Mas lo que los hizo abando-

nar su búsqueda, fue una multi-tud de murciélagos que los per-seguían en la noche, como sihasta los animales de la tierradarienita, se hubiesen convertidoen auxiliares dcl caudillo.

Por instrucciones de Balboa,

los guerreros invasores desconti~

nuaron la persecución de Céma-

co, por lo menos iemporalmen-te.

Cémaco sÓlo aparecía sorpre~sivarnente, para causarles inco-

modidades de toda naturaleza.Ante la imposibilidad de li-

brarse de El, se ofreció la hijade Careta a engaiiar nuevamentea sus hermanos de raza, favore-ciendo en esta forma a Sllmarido,

Conocedora del lenguaje delos indios, obtuvo ciertos secre-tos de un criado de Cémaco,que reveló las intenciones del

jefe indígena, para derrotar elcabecila de los españoles.

Detenido el criado, "fue con-vencido" por Rodrigo de Colme-

nares para que rclatase todocuanto sabía de los planes delinvencible combatiente.

y así se supo, que Cémacoestaba logrando una nueva con-

centración de tribus para re-iniciar la lucha contra los cristia-nos.

Uno de sus objetos era asesi-nar a Vasco NÚÙez de Balboa.Para tal efecto había ideadoenviar con regalos a cuarentaindios, quienes en son de amis-

tad procurarían ganarse la con-fianza de las tropas espaiìolas: el

traidor puso fin al plan de Cé-

maco,

Vasco Núñez, malicioso y lle-no de temores, pensó que esehombre era capaz de sorprender-lo con un ataque imprevisto:Ello lo llevÓ a aumentar la vigi-lancia contra el enemigo.

Dio Órdenes de que se proce-diese con crueldad contra losque desconociesen su autoridad.El personalmente empezÓ a ha-cer guarda a caballo, persiguicn-do a los aborígencs con su lan-

za.

AÚn y esto, ei'maco conLInuúdÚndo!c que li.iClT i)(r muchosdías, SÎii quc Balbo;i averiguase

su paraderu.

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Ante su impaciencia personal.Vasco Núuez de Balboa eneo-mendti a Rodrigo dc Colmcn;i-

res, para que actuase contra losque habían ayudado a ctmaco.

Colmenares no olvidaba la hu.milacitin que había sufrid\) dcCcmaco.

Empezó por hacer innumcra"bles prisioneros inocentes para

torturarlos, entre ellos habían

muchas mujeres indígenas.

Disgustado porquc ningunorevelaba el paradero dcl caudi-

llo, terminti por ahorcar a algu-

nos de los seiiorcs principales enprescnei;i de su s Slt bd ¡tos.

y sin embargo, el invasor tu-vo que abandoiiar SIl arribici/mde capturar al scl-ior del Dari/~n,a quwn jdn¡;\S 1ian podido con"quisLIT ...

El petrnanecc desde entun-

cc s iiiconquistable, eomo unsímbolo inalcanzable de valor,como la fucn tc virgen de nues-tra mÚs atHbitica nacionalidad,

y nos observa, como el supremoalabarda de la l';ltria, desde lasierra inaccesible del Tagarcuna.

Al,BA, MANUEL

REFERENCIAS BIBLlOGRAFICAS

Ruta y Hazaña de Balboa, Estrdla de Panamá, Sep-tiembre de 1970.

ARCE Y SOSA Compendio de Historia de Panamá, Edición de laRevista LoterÍa de 1971.

CASTlLLERO, ERNESTO J.

COLON, HERNANDO

Historia de Panamá, Impresora Panamá, 1962.

Vida del Almirante Don Cristóbal Colón, BibliotecaAmericana, l'ondo de Cultura EeonómIea, México-Buenos Aires. 1947.

LOPEZ DE GOMARA Historia de las Indias. Editorial Iberia, Colección

Obras Maestras, Ares Gráficas de Ban;e1ona.

MENDEZ PERElRA, OCTAVIO Vasco Núõez de Balboa. Colección Austral, BuenosAires, Argentina.

MERCADO, ELSA El hombre y la tierra en Panamá. (siglo XVI) segúnlas primeras fuentes, Madrid, España, 1959, Univer-sidad de Madrid.

lJE LA GUARDIA, MIGUEL Compilación de Leyes de Indias, Madrid, Españ.

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ROBERT TOMES

Quieres ir a Panamá? - Fue la invitación que le hizo la Com-pañía del Ferrocarril de Panamá al joven y novel periodistaRoberto Tomes, en febrero de 1855, para asistir a la inauguraciónoficial del tránsito ferrocarrilero de Colón a Panamá. En aquellaocasión el pasaje en el buque George Law iba a ser gratis y se lesobsequiaría con vino y brandy a bordo y serían agasajados en

Panamá en donde podrían extender su visita por dos semanas yfinalmente, serían enviados de regreso a casa, en el buque haciaNew York y festejados gratuitamente con vino y brandy como enel viaje de venida. .

Ilusionado con tal perspectiva el joven Tomes se despidió delpuerto de New York para visitar el Istmo y luego obsequiamos, enuna prosa fluida, todas las impresiones logradas en Panamá en don-de el ciclo y el mar enmarcan el verde panorama del Trópico.

Son interesantes por lo vívidas las descripciones que hace el

viajero al atracar el barco al muelle de Aspinwal, que daba frente ala única calle de casas dispersas en la playa pintadas de blanco. Le

llamaron la atención los oficiales del ferrocaril que estaban en elpuerto, vestidos de blanco y con sombrero "Panamá", Gente esque-lética con aspecto de enfermos.

El presente trabajo corrspon' al Capítulo V del libro Panamá En 1855, de Robert Tomes,que ha sido trucido por Jo.J Antonio Ureña, par opta el título de Lic. en lïlosofía,Con mención en Histori, en le. UniverlÎad de Panamá.

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En los días siguientes recorrería la línea férrea recien construi-da de uno a otro mar; visita a Taboga y se embarca en un viaje de

recreo al Archipiclago de las Perlas. Pero el capítulo más novedosoes el que se refiere a la ciudad de Panamá, dcl cual adelantaremos

algunos cuadros descriptivos de la ciudad en 1855:"Los visitantes yankies se dedicaron a recorrer las calles estre-

chas comprando sombreros de Panamá y viendo a las muchachasmorenas que ataviadas con el traje típico se asomaban a los balco-nes de madera los cuales unos caían encima de otros y arrojaban susombra sobre las calles, .. Algunos de los visitantes protestantescomo eran entraban en las viejas iglesias casi en ruinas, donde semostraban irreverente s . " Una joven, arrodilada en el pavimentode piedra desahogaba su alma en oraciones y un anciano de cami-

nar tembloroso oraba al pie de esas imágenes de madera, llenas de

"milagros",.. Pero ellos giraban sobre sus talones ante la fervientedevoción de los feligreses". Rubén D. CarIes

CAPITULO QUINTO

UN PASEO POR LA CIUDAD

DE PANAMA

Nuestro grupo, rebosante de

alegría festiva, duefio absoluto

de los aposentos de las espacio-sas salas y de los extensos balco-nes de la Casa Aspinwall, suscitó

un nuevo espíritu al interior delas paredes del viejo hotel, elque se arruinaba rápidamentepor el poco uso, y, alebJfó al

desesperanzado arrendadorquien anhelaba pagar el arrenda-miento de su casa de alojamien-

to.

Tomás, el nebJfo jamaicano, elfa c t ó t um del establccimieIl tonos dio una cordial bienvenida,mientras empufiaba nuestros sa-cos de noche, con todas lasansias de un menesteroso mozi,de servicio; subió los grandes

peld,ui.os de piedra, recorrió loscorredores, nos acomodó congran alegría en las amplias habi-taciones de piso de cedro, que

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no tenían alfombra y eran de

grucsas y blanqueadas paredes,de enormes ventanas, sin unahoja de vidrio o un marco, ce-

rradas con grandes y anchospostigos pintados de verde, co-mo puertas de granero, que nopresentaban el aspecto muy ha-lagüeño de una cómoda recáma-ra; los esquclcticos catres, empe-ro, de donde se habían alejado

hacía mucho tiempo las almasvivientes estaban alineados pormedias docenas a lo largo dc lapared, eran una garantía de que

no se necesitaba compañía algu-na. Puede prescindirse, sin em-bargo, de tanta cordialidad en lazona tórrida; por tal razÓn, en-

contramos desnudas y sólidasparedes, descubiertos pisos de

cedro, ventanas perennementeabiertas, y delgados catres, sincolchón debajo o colcha encima,

más propios para descansar quetodo el mobiliario de una tapi-cería muy lujosa.

La mayor part.; de nuestroscompañeros sólo tenían que pa-

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sar dos días en Panamá, y casitodo ese tiempo debió haber si-do empleado en adclantar la ce-lebración, tal como se había for-mulado en el programa.

Había que llevar a cabo la ex-cursión a Taboga, tomar el al-muerzo de la Compañía inglesade vapores y asistir a una impor-tante y cordial fiesta preparada

por John ßull; sin embargo,veinticuatro horas no eran sufi-cientes, puesto que el mismodía teníamos el grandioso ban-quete de la Comparìa del Ferro-carril, con sus largos discursos,

que aún cuando sus bocados semasticaban muy bien, eran de-masiado difíciles de tragar. Losde nuestra comitiva, como eranhuéspedes, les correspondió co-mo primera tcrea contestar a lahospitalidad de los anfitriones.En efecto, nos refrescamos con

brandy, agua y hielo, y coctelesde champaii.a -lo que se había

convertido, ahora, en algo habi-

tual, a pesar de nuestros mejoresprincipios- así como con naran-jas, piiìas, ¡,ruineos, papayas,

mangos y demás exquisitas fru-tas hasta la saciedad. Salieron

luego hacia la ciudad, y se echa-

ron a andar penosamente, bajoel sudoroso sol, para observartodo cuanto podía haber de in-terés en la ciudad.

Habiéndonos separado en va-rios grupos, nosotros, los visitan-tes yankis, inspeccionamos con

mucha minuciosidad la ciudadde Panamá. De este modo, algu-nos se dispersaron a lo largo de

las estrechas calles para comprarlos sombreros "Pan2!y,á" en las

tiendas, y echarle el ojo a lasmuchachas morenas, quienes seinclinaban con vestidos holgados

en los balcones de madera, que

colocados en línea uno encima

del otro en las casas, proyecta-

ban sus sombras hacia el otro la-do de la calle. Algunos se pasea-ban con paso irreverente, comoprotestantes que eran, por lasarqueadas entradas de las viejasiglesias casi en ruinas, ennegreci-

das y medio escondidas entre lamaleza, que surgía exuberante

por entre las múltiples grietas;llegaron hasta los mismos altaresdel santuario, desde donde lan-zaban miradas de irreverencia alas vírgenes, de caras pintadas ycon vestiduras ornadas de lente-juelas, y a los santos devotos

con sus togas amarillas, con elrevés azul, que vestían muy maL.Una joven muchacha, arrodilladaen el pavimento de piedra des-ahogdba su alma en oraciones,en tanto que un trcmulo ancia-

no se postraba en actitud derevercncia a los pies de esas vis-tosas imágenes, hechas de made-

ra, de color dorado deslucido,

de amarillo ocre y vestidas de

andrajos, que debieron habcr

infundido respeto en los profa-nos visitantes; pero ellos se vol-teaban sobre sus talones, antela ferviente devoción que esos

feligreses arrancaban de sus co-razones; éstos sólo fueron amofarse de todo lo que vieron,a echarle una mirada despectiva

a los desaseados padres, a hus-

mear las velas de sebo, los raí-dos confesionarios, y a metersus profanos dedos por las celo-

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sÍas de los niismos, a trav(~s de

los CUiùes tantos corazones aii-I:'listiados habían dejado oir lossecretos Íntimos de su vida en

los oídos atentos de su confe-

sor. Ya fuera de la iglesia, iiues-tros incr(~dulos compatriotas en-traron, tal vez, en la cantina cer-

cana en donde su patriotismo seenardeciÓ, sin duda, a la vista deun garboso cantincro en chaque~

ta de hilo, de su propio terrui1o,quien se disponía a mezclar un

trago p;H'a uno de mis compa-triotas; sus biliosos ojos, su páli-

do semblante y sus temblorosas

manos hablaban muy claramentede los efectos del clima y de los

repetidos tragos de bÍter. Dos

delgados jÚvenes istmciìos se en-tretenían en la mesa de billar.Alrededor de una media docena

de espaÙoles y fraiiceses estabanjugando dominÚ en el portal, to-maban cerveza fría y absenta(1 icor de ajenjo). El estado-unidense se sicn te como en casa,puesto que oye su propio idio"ma hablado con la misma ele-gancia con que se habla en cual-quier gremio culto; entre otrosobjetos familiares advertirá unhilcra de botellas de cristal, quetienen adheridas una csplhid idaserie de doradas etiquetas ycontiencn brilLlitcs líquidos devarios colores; observará algunos

toscos modales, y respirará unaatm/islera que no tiene un aircmuy distin to al de su propiOl

tierra, la eual despide un olor abrandy y a olorosos cigarros; detal manera que al volver al airefresco, no se sorprende de ver,gracias a los mencionados moti-

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vos, que en realidad ha tomadosu refresco de vino de J erez, enlos Estados Unidos, en Washing-

ton, o en la cantina San Carlos,

como es de suponer,

A lo largo de la estrechacallejuela, algunos de nosotrosnos dirigimos hacia la Plaza, laClLÙ encontramos desierta; sola-mente vimos aquí y allá unamula atada que posÍa en la hier-va seca, un grupo de desnudos

negritos que jugaban en las esca-1 inatas de la deteriorada iglesia,y una fila de galeotes de sem-

blante lloroso y de lento cami-

nar que hacen resonar sus espo-sas al ser conducidos por elarmado guarda mulato a la mise-rable cárcel; allí dctrás de lasbarras de hierro, desde su inte-rior obscuro, sobresalen los pe-

nctrantes y rcdondos ojos de un

compai'ero dc prisiÓn, de repug-nante apariencia, y nos felicita-mos de que esté bien resguarda-do. Desde la plaza baiamos poruna calle que limita a cada lado

con casas de gruesas piedras; sepucden ver, por la arqueada en-trada de la antigua muralla que

rodea a la ciudad, las aguas de

la bahía que riclan a la luz delsol; al tornar esa direcciÓn, pasa-mo s cn frente de un edificio,recien pintado de blanco, dclcual pende hajo el radiante e in-tenso sol de mediodía, la ban-

de ra estadounidcnse, mientras

que bajo sus pliegues, se alegrael resplandeciente semblante deII n l o g o s o eÓn s u 1 e s t a do-unidense, que hacía lo posiblepor ventilarse ne !(l alto del b,ù-cÓn, y quien nos reconoció e in-

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vitó enseguida a tomar un bran-

dy con agua en su residenciaconsular, el cual fluyó de conti-

nuo y en abundancia. Al frentede la bandera se encuentra la

oficina de la Estrella de Panamá,en donde los reporteros que for-man parte de nuestro grupo, yahabían informado de su llegada,siendo debidamente honradoscon el registro de sus nombres

en la Gaceta JudiciaL.

Al bajar por la calle que da

exactamente con la entrada dela muralla, llegamos a una fuerteconstrucciÓn con apariencia decárcel, desde cuyas ventanas, lle-nas de barrotes con vista a lamuralla en ruinas, se puede ob-tener una magn ífca visión de labahía, y no dudamos que esasbuenas monjas que se encuen-tran recluidas ahí, -puesto queel edificio es un convento~ dis-frutan de la vista, como si fuera

único mundo exterior, que leses dado mirar. Una llamada, a lapuerta del convento, significa unrotundo rechazo a nuestra herejeimpertinencia, por parte de la

brutal y hostil negra, apostada

en un recinto que mira hacia to-dos lados; ella era la mujer dra-

gón que custodiaba de cerca lasdulces y hermosas manzanas queestaban a buen recaudo. Ellaera, desde luego, la dueña encar-gada de velar por las bellas seño-ritas al interior del mismo. Nosalejamos de ese vestigio histó-rico, manchado y desmoronadopara respirar el aire puro de lafresca brisa de las Bóvedas. LasBóvedas son el mejor paseo de laciudad. Sus torrecilas y muros

ruinosos están llenos de grietasque el tiempo ha horadado; sus

cañones desmantelados y cuida~dosamente abollonados, fuerontraídos cientos de años antes delas famosoas fundiciones de Bar-celona para defender las rique-zas de Panamá, de los bucane-

ros, antiguos y codiciosos ene-

migos de España, en los díasque era grande por sus galeones,presentan ahora, un aspecto tris-te y desolado. Pero las fundacio-

nes establecidas sobre los roco-

sos arrecifes, hace dos centurias,todavía sostienen la ancha ex-

planada, a muchos pies de a1tu~

ra, sólida y resguardada del con-

tinuo oleaje del océano que en-crespa aquí sus enormes olas ylas estrellas contra la base, hastaque finalmente son rechazadas

por los aires, en cascadas de es-

pumas. Las Bóvedas se levantansobre un punto en que una fran-ja de tierra resalta hacia el mar

y sobre la cual está situada la

ciudad. En frente de nosotros,

hacia el lado sur, se encuentra

un grupo de verdes islas que ma-tizan el amplio extendido de la

bahía. Allí se encuentran, a 10

lejos, Taboga y Taboguila ~a 10milas de distancia~ con sus flo-tilas de embarcaciones ancladas

con seguridad, en sus puertos.Más cercanas y a unas dos millaso más, están las islas de Flamen-co, Perico y Naos sobre cuyoscostados pueden verse los coco.teros que se alzan sobre la blan-ca superficie de la playa. Desdeestas verdes islas, que surgen delmar, que conservan un continuo

verdor desde sus cimientos hasta

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la cima, sobre cuyas colinas yvalles el voluble firmamento lan"za sus lucientes fulgores y dis-persa las intensas sombras consus \ivaces juegos de luz, la vistase extiende mÚs allá de aquellasgrupas dis tantes medio escondi-das, ennicltas en una luz purpu-

rina, v de allí l\dcia el nublado

horíz(;nte niás alL't dcl cual sedilatei el inmenso océano. Haciala derecha y la izquierda del ob.servador, como el que mirahacia el sur, la bahía se encorva

en desiguales ensenadas; por un

lado, baÙa una cxtensión deblanca playa quc brilla con elsol, y por el otro humedece la

base de las verdeantes montaÙasque se alzan desde la ribera y seprc)longan, en desiguales cleva-

ciones, muy al interior dcl país.La ciudad de Panamá se extien-de a poca distancia de las BÓve-das, y exhibe sus ruinosas igle-sias, sus sombrías y ennegracidascasas, discontinuamcnte agrupa-

das a uno 'y" otro lado cerca dela orilla, hasta quc se pierde enlas densas sombras de las colinasselváticas, que unen la franja detierra, sobre la cual está cons-

truida la ciudad con la iierra fir-me; difícilmente se encuentra

un alma viviente, cn estos inacti-vos tiempos de Panamá, por lasBóvedas. Hace unos mescs se en-contraba activa con los jactan-cIosos califofliianos, quiencs so-

lían tirar hacia arri ba sus naricesante la desusada ,u,tillería, y ha-cían ver la eficacia dc sus rápi-dos tiradores al disparar revÓl-

veres de seis caiiones, con el in"minen le peligro dc perder sus vi-

das, todos aquellos que estuvie-sen al alcance de un tiro de pis-tola.

Ahora, fuera de una eventual

seiiorita, medio oculta en su ne-gro ve!o que cspera a su amante;de una niÙera india, quc llevaun pálido y cnfennizo niÙoblanco en busca dc aire puro; dcun viejo espailOl meditabundo,que fuma su cigarro, que aireasu sombrero "Panamá" y suchaqueta de hilo al soplo de labrisa m,u'ina, o de un curioso

extranjero, no sc encuentran \\-sitantes en las B/)n~das. Hay

tambicn una escasa cxhibiciimde poder militar en los alrededo-res de la forl ificaciÓn; pues,nosotros interrogamos a nno dc

esos tipos mulatos, de pies des-

GÙZOS, vcstidos con chaquetas y

pantalones anchos y gorras delana roja, quicnes constantcmen-te fuman sus cig,uTos desde las

ven tan as de los arruinados cuar-

teles; a lo largo de la trinchera,

detTÚs de las BÓvedas, sc hallauna tropa dc expertos militares,10 suficiente, como para cargaruno dc los viejos cai1ones.

Los diferentes grupos denuestra COll1itl\ ,1, que se iongi e-gaban dc iodos lados de la ciu-dad, sc reunieron para comeren el restaurante dcl setlorV Íctor. La Casa dc Aspinwall li-mitaba su hospitalidad al preciode tres dólares por catrc para

descansar por el día y para dor-

mir por la noche; nuestros anfi-triones de la Compai1 ía del F e-

rrocarril habían ofrecido, porconsiguiente, a sus hucspedes el

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pase gratis en el niencIonado

resturante. En efecto, desayuna-

mos con huevos, alniorzanl0scon bistecs y bebimos vino tin-to, y el Chasse Café (gota dcalcohol en el café) en el exce-

lente local del sei10r Víetor.

Este seìior que es un "bon pa-triote" era fiel a las formas tra-

dicionales de la magnífica cocI.

na de su tierra natal, pero untriste imitador en cuanÌ() a suesencia, Sc entregh a toda clase

de recuerdos patriÚticos de la"Bcllc Francc" en su minuta;

pero su mesa comprobÚ qU(~ eradesleal a su país. La gran abun-dancia de fietes, de blanquettes

(terneras con salsa blanca), dcentremets (de entremeses), de

legumes (de lcgunibres), y defines lH~rbes (finas hierbas) queel seÙor VÍctor ponía diariamen-te a nuestra vista, escrita por lamás diestra mano y en el papelmás blauco, evidenciaba a lasclaras el corazÓn de patriota,que toclavía palpita bajo el blan-co ch aleco del selÌor V í ctor, pe-ro que no satisfacían los ham-

brientos estÓmagos que desfalle.cÍan bajo los chalccos de sus

huéspedes.

Las terneras con salsa blanca,sus filctes y entremeses eransiempre duros trozo's de carnede res; sus legumbres y finas

hierbas eran rc¡rularmente ajo,Los pesados tenedores de platay las cucharas del señor Víctor,

tanto como sus grandes angari-llas con aceite de castor, eran

realmente una imposiciÚn; perole recomendaría, al sâior Víc-

tor, vender la argentería e inver-

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tir el dinero en una lavandera.

Si el imprescindible mont(m debasura, de una semana siquiera,luese cuidadosamente deposita-do en los recipientes, sería pro-bablemente más grato que laacción de amo I1tonarlo todo a

un mismo tiempo entre las escu-dilas de azÚcar; otro tanto se

podría decir de un mantel lim-pio que, raras veces, es puesto,

sino es porque es absolutamen te

necesario cambiarlo por el sucio,y encima del cual exhibe diaria-mente su desagradable banquete.Las mejores cosas que pude en-cont.rar para comer fueron lospalominos que abundan en elIstmo; y cuando el scÜor Víctor

concent.raba su actividad en unpalomino asado, Pigeon CriBé,yo le podría perdonar sus re-cuerdos, pronto venidos a me-

nos de la cocina francesa, por laforma de preparar sus filetesduros como el caucho, y sus"fricandeaus de veau" (bolas decarne de ternera), hechas de du-

ros tasajos. El pescado, si bien

abundaba en la bahía, rara vezpude comerlo, ya que los nati-vos son demasiado perezosospara pescarlos o traerlos "ù mer-cado. Se dice que los bistecs deiguana y los guisados de monoson exquisitos, pero como miestadía en el Istmo era corta, noquise permitir que se nacionali-zacen esos extraÜos en mi estÓ-mago de origen norteamericano.Se puede obtener en Panamá,toda clase de frutas, pero nuncaa un precio módico, porque aÚnen esto, la indolencia de los ist-menos impide que el suministro

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sea abulHlante. Las naranjas son

inmejorables, al igual que los

guineos, las papayas, los man-

gos, las piiìas, las chirimoyas ycientos de otros sabrosos pro-

ductos. Los ñames y las yucasabundan puesto quc son un sus-tituto corriente de la papa, esta

úÜma no se da en el Istmo, sinoque es traída dc las costas deChile y de PerÚ a un precio ra-zonablc.

En PananÚ se beben general-iiienlc vinos franceses, el seiìor

VÍctor nos proporcionÚ algunos

agrios especíinenes de St. Julieny Uarsac. Las únicas bebidasnacionales son las chiehas, indu-cido esta vez por el dictamen deun amigo, con el pretexto deque "era bueno para mi salud";no pudc bebcrnie más que elprimer irago, de viscoso y aiiejosabor, si bicn permanecieron ig-noradas las ventajas de la chi-cha.

Durante nuestro almuerzo en

el restaurante de Víetor, nuestra

comitiva eoiiparÚ datos sobre

sus observaciones Cll la ciudad.El viejo \V., oriundo de Connec-ticut, había estado por doquie-ra. Había visitado los ruinososmonasterios y conventos, e insi.nuÓ quc unos cicntos de tejama-nilcs podrían tapar las aberturascausadas por el tiempo y evitarla lluvia; había mirado, con pia-doso espanto, los desnudos pe-

quelios que diapalcaban agua en

las ¿anjas, y aconsejÓ, con cari-dad cristiana, proveer1os de ca-inisas y de escuelas de madera;

había deambulado por el bosque

vecino y parecía scr dc la opi-niÓn de quc fincas desbrozadas

y bien cultivadas contribuirían

al progreso. El elegante D.,oriundo de N ueva York, no tu-vo la intenciÓn de comparar lascalles dc las de 13roaclway, al

considerar que las mujercs noeran apreciablemente elegantes,mientras se pascaban por lascalles sin so mbrero y con traj esde pliegues, en la parte superior

del cuello, en vez de la parte in-ferior de los pies.

Alguien refirió sus impresio-

nes del mercado; otro las delcamposanto. Un comercianteconcluyÓ que Panamá era deci-didamentc indolente, en tantoque el poeta dc la Coiip¡uiía

manifcstó: que "era una tierraamena de solCiolienta cabeza".

Después del almuerzo regreséa nuestro hotcl que está sÓlo a

un paso, pon) más o menos, del

restaurantc de VÍctor; me subí

al balcÓn que sobrcsale hacia lacalle para o bserv;H el diario vi-vir. Una cabalgata de jinetes,cornpucsta en su mayor parte deresiden tcs cx iranjeros que regre-saban de su paseo vespertino,vcnía COll gran alboroto por la

vía pavimentada, cn sus ambla-

doras mulas y avispados caballos

peruanos banquec1nos, ricamcn-

te enjaezados, con lrenos deplala engastada y sillas esp,u.101asvivamente adornadas y puntiat,'ll-das.

Un garboso padre pasa, a suregreso de v ísperas, con su largosobrepelliz de seda, cuyas orlasdelgadas que ondean con la bri-

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sa los lustrosos, rosados, asacti-nados y anchos pantalones dellino más fino, recogidos en lasrodillas con hebillas de oro y cal-cetas negras de seda, rematadas

en un par dc pequelÌísimos ypulidos ¿(ipatos, adornados conhebillas de oro puro. Un som-brero candil, de piel de castor,con una vuelta de seda blanca y

adornado con flecos y borlas;mientras que un bastón con su

partc superior de oro, viene a

completar la vestimenta del ic-chugino sacerdc)te. El radiantero stro acci tunado y el lu stro socabello negro del "gordo hom-

bre de Dios", el gusto con quc

fuma su cigarro, y los finos mo-dales con que se dirige a las mo-renas y bellas muchachas de su

grey, demuestran que no es unanacoreta.

En realidad, no hay otro ga-

lan te don .J uan en la parroquia,quien pese a su celibato, tienehijos que exceden en nÚmero akls de los patriarcas. El es un

triste transgresor de la moralmás amplia, siempre y cuando,se dL crédito al escándalo de

que hace apenas una semanaapost() esas hebilas de oro enun juego dc dados en el monte,en donde perdil) tarn bii'n, enuna pelea de gallos, su Últimoestipendio qiie recibiera para laredenciÓn dc un alma del purga-torio. Luego viene unadesaliiìada iiujer, de ascendencianegroide, c()~ su largo cabeI1c)

que cac sobrc su espalda, con suliso y negro cuerpo, medio sali-do de su holgado traje, que deacuerdo con la moda usada en

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el Istmo, tiene sus altorzas arri-ba en vez de ab;~o. Ella carga supesado negrito tan desnudo, co-

mo cuando nació, a horcajadassobre sus caderas y quien parece

estar desconyuntado para dichopropósito. Ella, al igual que to"do el mundo, fuma el eterno ci-garro. Le sigue luego, una madrey su hija, aleS'remente engalana-

das con los vistosos sombreros

"Pan;U11Ú", de cintas sedosas;

f1ojos vestidos de zaraza, de ex-cclente hechura; rojas y asaeti-nadas; babuchas, sujetas a laspuntas de los robustos pies afri-canos, mientras sobresalcn por

atrÚs, como diría un irlandés,los inconfundibles talones ne-

gros.La nii'ia es una rLplica en mi-

niatura de su maimí, desde el

sombrcro a las babuchas: expo-ne la misma superf1uidad de ne-gra piel, viste el idcn tico y lla-mativo percal con sus recogidos

pliegues, y se alboroza con lamisma suntuosa cadena de águi-las de oro alrededor de su cue-

llo. Las dos p;u'ecen impresiona-

das con el lujo de su apariencia

y cuninan con paso mesurado y

consciente altin'z por la calle.Allí va otro genuino residente

de la antigua ciudad -el agua-

dor- en su mula. Rcgresa justa-

mente de la pm.te exterior de lasmurallas, en donde ha llenadosus barrilitos en el manantial delescondido naranjal, y llega en latarde fresca a vaciar sus impreg.

nados barrilitos en las enormes,

rojas y porosas vasijas de barro

de sus clientes que se pueden

ver bajo la som bra de cada bal-

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cón, rezumando en sus superfi-cies una continua y fresca hu-medad. En cada barrilito parecequc estuviera brotando el ver-dor, puesto que se introduce un

manojo de verdes hojas en losorificios de arriba, lo cual sirve

para impedir que el agua se sal-ga con las sacudidas por el cami-no.

A medida que se acerca elatardecer la ciudad se toma bas-

tante alegre. Los grupos de ist-meños y lcchuguinos extranjerossalen de sus tiendas y de sus

despachos; quienes al suspender

sus labores con la caida de lanoche, después de habcr estado

ocultos durante el día, de la luzdel sol, se congregan en la esqui-na en donde lucen muy alegrcsy lustrosos con sus chaquetasfrancesas de seda negra, sussombreros "Panamá", pantalo-ncs blancos y barnizadas botas;

o bien se sientan al otro lado,bajo el portal de la cantina San

Carlos para disfrutar de los ciga-rros y de los refrescos de vino

de Jeréz enfriados con hielo deBoston. Las negras jamaicanas se

entremezclan entre los grposanunciando, en voz alta, entrerisas, y ofreciendo con alegres

chanzas las frutas y los pasteli-llos que balancean sobre sus ca-bezas.

A medida que la noche avan-za las calles se tornan vacías y

silenciosas; la luna que brilla enesas latitudes tropicales, con elmismo resplandor de un sol demediodía, ilumina las casas deenfrente con áureos rayos de luz

y arroja la sombra del balcón de

la Casa de Aspinwall contra elpavimento, con los precisos con-tornos de un dibujo. Ya tarde,en la noche, se oyen con exacti-tud el percutir de las bolas de

billar y el tintineo de vasos, aba-

jo en la cantina, que perturba-

ban los agradables pensamientos

de Gil BIas y sus románticoscompañeros: los licenciados, ca-balleros y señoritas de Madrid,

de Salamanca y de Toledo evo-cados por el tañido de la guita-rra debajo del balcón de enfren-

te. Con una soñolienta confu-sión de 10 nuevo y de lo mejor,me volví hacia mi catre y dormíhasta el amanecer. A la mañanasiguiente todos estábamos ansio-sos, a una hora temprana, para

irnos de excursión a la isla deTaboga, en donde el represen-tante de la Compañía Inglesa deVapor de correos cn el Pacíficonos había invitado a un almuer-

zo.

En efccto, nos reunimostodos con nuestros vestidoscomplctos de hilo y dril, yo conel residuo de mi ropa del últimoverano en Nueva York, tan su-cio como el mantel del señorVÍctor; una vez allí tratamos decomer sus duros filctes y sus re-vueltas tortillas de huevo que es-taban mal hechas; procedimos a

tomar su café, el cual estaba

bueno, apesar de haber recogidocantidad de sucio en el azúcar.(Nota: el mejor café en Panamá,es traido de Punta Arenas en elPacífico, a unas cien millas omás hacia el norte de la bahía;

en donde unos cuantos buquesde carga se alistan anualmente,

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sobrepasando por su aroma y su

exquisito sabor al sin par Mo-

cha). Anduvimos caIlc abajo,cuando unas morenas y veladasseñoritas y unas descuidadas ne.

gras, vestidas de vistosas zarazasregresaban de maitines; llegabanpronto a sus espaciosas casas de

gresas paredes de piedra, conti-guas al despacho del agente dela Compañía de barcos, encarga-da del correo estadounidense cn

el Pacífico. Tuvimos que pasarallí una media hora, duranteeste breve tiempo, conocimos ala caripálida dueña de la casa ya un niño enfermo; vimos a un

iracundo mono, que después dediversas y vanas tentativas paraalcanzar la cara mitad de unmango, parecía con ganas de de-jar a toda prisa, su cadena a lo

largo del balcÓn; a un loro par-lanchín quc colgaba dc una pe-sada viga de arriba y le hablaba

en español, con mucha locuaci-dad al Capitán S., quien sc sen-tía orgulloso de su castcllano

hasta bochomarse; y, a un osohormiguero que acercaba su lar-go hocico a nuestras botas, ynos hacía mirar con cierto recc-10 sobre nuestros talones.

El balcón, desdc donde se di-visa más allá del ruinoso murode la ciudad, nos permite con-

templar la bahía y el buque,quc nos iba a transportar; elcual ahora exhalaba humo porsu chimenea y se revolcaba, consu enorme casco negro, en el o-leaje del mar como una inmensaballena.

Nos trasladamos entonces, enmasa, para bajar por las grandes

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gradas de piedra, en dirccción ala entrada dc la muralla sobre la

amplia y amarila playa, y dis-persamos a lo largo de los pé-treos escollos que se extiendenhacia la bahía y exponen enmarea baja, su negra y áspera

supcrficie de una mila pocomás o menos. Bajamos por estaescabrosa senda que con susdentados y afilados bordes, suscharcos de agua salada y sus lé-gamos, hacían difícil el caminarcon las botas francesas, con las

que algunos de nuestra comitivase habían dignado honrar la oca-sión.

Los más curiosos de entrenosotros, sin embargo, fueron

recompensados con la observa-ción de los caparazones de los

innumerables cangrejos, que hor-migueaban por los labcrintos delarrecife, al quc la laboriosa espe-cie Torredo había trabajosamen-

te pcrforado, en 10 profundo dela dura roca, resultando tanporosa como una esponja.

Subí, una y otra vez, las an-chas masas de la dura roca, ypude ver esféricos, blancos y ge-latinosos animalitos, completa-

mente pegados a ellas, semejan-tes a velas en desecación en unavclcría. Estos bichos están pro-vistos de un taladro en el hoci-co, más afilado que la perfora-dora de un minero, con el cualcortan y pulen una cavidad para

sus cuerpos en la más dura roca,los que son tan suaves y dÚctiles

~ tacto, oomo m~arroms oo~dos. Estos son los animalitos

más terribles para el transportemarítimo, de la bahía de Pana-

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má, puesto que destruyen enunos cuantos meses el más sóli-do casco de un buque. Se agru-

pan, por doquiera, en la lámina

de cobre, o en la madera descu-

bierta; clavan sus taladros sin

demora en ésta; llegan pronto aperforar a un barco que gotea

como un cedazo. Ya en el esca-broso borde del arrecife, brinca~mos sobre las espaldas de un pa-ciente negro para ser arrojados

al fondo de un tambaleante bu-

que ballenero, en el que los pan-talones blancos y las chaquetas

de hilo eran muy incómodos; deallí fuimos transportados a unaespecie de lancha, a fuerza de

remos y entre los ruinosos gritosde los negros remero s mediodesnudos, Esta clase de lancha

con su muy intranquilo movi-miento, propiciado por el mareoy por algunos repentinos y difÍ-ciles bamboleos de su marcha, agrandes trancos, amenazabaconstantemente con quitarle lavida a un hombre para lucgoarrojar su cuerpo al mar. No pu-dimos remediar nada, aunquesentíamos una reverencia muygrande hacia ella,

Los barcos cargados de rique-zas de Cartago y de Tiro, los ba-jeles de la India, todos los galco-

nes cargados cUltaflO con las ri-quezas de América, India, deMéxico de los emporios españo-les, y aÚn con las de los ricoscomerciantes de Nueva York yde Londres, eran pobres compa-

rados con el caudal que se había

acumulado en aquel pequeñobote, hecho en forma cuadrada,

con madera tosca y cuya mar-

cha era lenta. Parecía tan infclizcomo cualquier viejo avaro, quesi bien solía cargar oro, no obs-

tante, en medio de tantas rique-zas las codiciaba. Había trans-portado en su sucio interior,cerca de trescientos milones deoro, una cantidad que no se po-día contar durante toda una vi-da. Sin embargo, dejo el viejo ypobre armatoste, ya que concierto disgusto me apartaría de

los esqueletos que viven, o me-

jor dicho muercn diariamente,no lejos de Nueva York; quienesno llevan mejor vida que tantospontones cargados de milones,y los que van a la deriva, por lavida, sin pensar en ponerse un

mejor atavío para el viaje haciala eternidad.

Llegamos al buque Columbus,a dos milas de distancia, a 10largo de la bahía; al subir por

sus negros costados, nos dio labienvenida, el enérgico, jovial yradiante capitán con su vcstido

blanco de lino; nos dispusimos

de inmediato, a navegar rumbo

a la encantadora isla de Taboga.

Entonces, se llevó a cabo el re-corrido, de diez millas por la ba-hía, durante el cual, la mayor

parte de nuestra comitiva -a la

que se unió una docena de re-presentantes de varios buques devapor, sus esposas y los oficialesdel Ferrocarril- se divertía enlas cabinas con el generoso su-

ministro de vino y los comesti-

bles de los almacenes de laCompañía de Vapor, mientrasque unos cuantos amantes de lopintoresco contemplaban, desde

la cubierta y desde que zara-29

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mos hacia el puerto de Taboga,el hermoso contraste de la lluviaque caía y la claridad del sol so-bre las verdes colinas circunveci-

nas, así como el verdeante archi-piélago de islas que reflejan susmÚltiples matices y figuras enlas diáfanas aguas de la bahía.

El pequeño poblado nos reci-bió, a nuestra llegada, con bulli-ciosas aclamaciones de vivas; losbuques y embarcaciones izaronsus banderas y los cañones de lacubierta redoblaron repetidas ve-ces sus tiros. Luego asistimos a lallegada del gran capitán BobSwab, quien sentado en la popade su blanco bote, adoptaba unaire solemne. La banderola on-

deaba encima de su sombrero"Panamá", quien cuando ensan-chaba su pecho, lo hacía con lamajestad propia de un capitán

de buque, y lucía, a ojos vistas,esos botones dorados que brilla-ban en su ancho chaleco blanco;a la vez que había un sentimien-to de admiración, no sin cicrtotemor, a la vista de un personajetan importante. ¿"Quién es?",era la pregunta que pasaba res-

petuosamente de un oído aotro, cuando el bote después de

haber hecho un magnÍfíco círcu-lo alrededor de nuestro buque,

se presentó a un costado y apa-

reció un pequeño individuo quetraía consígo, un aire de olor a

alquitrán, a brandy y a tabaco,

y se esforzaba por parecer reves-

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tido de dignidad. Cuando alzÚ

sus cortas piernas salieron sus

ojos redondos de su rostro y ca-si se revientan los dorados boto-nes de su chaleco. Sucedió que

era el almirante Pomposidad,mejor conocido como el CapitánBob Swab, del buque Californiaque flotaba allá en la Bahía.

El Columbus nos llcvó a tie-rra, al muelle de la Compañíainglesa; y tan pronto como hu-bimos admirado lo maravilosode las casas feas y ennegracidas

por el carbón, los talleres cons-truidos sobre la Península que

se dcstaca en la misma isla deTaboga, la belleza de las peque-ñas cabañas de verdes galeríasque surgen entre los árboles ycuelgan de las faldas de la colinacomo jaulas, fuimos trasladadosa un bote al mando de un bur-lesco guardia marino, con boto-nes dorados y corrca de oro;quien finalmente, -después dehaberse demorado por algúntiempo para darnos la oportuni-dad de torcer nuestras chaquetas

completamente mojadas, por lossucesivos aguaceros que desvane-

cieron toda nuestra ilusión en laestación seca- nos reunió a bor-do del buque inglés, en dondemientras nuestro grpo disfrutadel almuerzo de sus gencrosos

anfitriones, el lector puede ocu-parse en conocer algo sobre Ta-

boga en el próximo capítulo.

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extensi(in del Santo Oficio hastaestas tierras americanas, en don-de los judíos creyeron encon-

trar, originalmente, un refugio

para sus vicisitudes. El segundo

período coincide con la termi-naciÓn del dominio colonialespaiìol y abarca la segunda mi-tad del siglo pasado y el actual.

El descubrimiento del conti-nente americano estáestrecliamen te ligado al drama

de la expulsiÓn de los judíos de

España, en 1492. La historia delos judíos iberos se remonta si-glos atrás de esta fecha. Seb,Ún

dlgunos autores, los hebreos arri-baron a la Península desde lacpuca del rey babilÓnico :\abu-codonosor, quien viviÓ en el si-glo VI antes de la Era cristiana.Otros seìialan el establccImien tode colonias hebreo- fenicias, he-cho comÚn en el .\leditenáneo,desdc tiempos muy antiguos. Locierto es que los judíos vivieron

en la Península Ibérica durante

un largo período en el que seprodujeron invasiones de pue-

blos como los visigodos, por elnorte y el árabe, a travcs del

Mediterráneo; siglos de luchas yde diferentes hegemonías cultu-

rales que dieron confihTllTtciÓn alreino que se formÓ despu('s. A

medida que las provincias espa-IIolas consolidaban su unidad

política, la intolerancia religiosa

fue en au men lo y desencadenÚ

una larga serie de persecuciones

que se sucedieron por vdrios si-glos, a pesar de que los judíoshabían desarrollado en Espai'auna cultura elevada y singular,que convirtiÓ esta tierra en el

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emporio cultural de la BajaE dad .\ledia. Entre los años1391 y 1492, las persecuciones,orientadas por figuras como Fer-nán .\Lirtínez y Fray VicenteFerrer, se recrudecieron. El alÌo

del Descubrimiento de AméricamiUCÚ un hito en la historid delinundo, no solo por este aconte-cimiento, sino porque en el mis-mo mes de agosto en que Col(mzarpÓ del Puerto de Palos, secerraba el plazo señalado a losjudíos para su salida definitivade la tierra que consideraban la

patria de sus èlncestros.

El Decreto de ExpulsiÚn fue

firmado en Grdnada el 4 demarzo de 1492 y sÓlo daba alos judíos cuatro meses parapartir. :\luchos habían salido yade Espaìia, solicitando asilo enPortugal, Holanda, Italia y enlas provincias de Africa delNorte. Pero todavía los màs in-fluyentes luchaban por persuadira la Corona de la injusticia quese perpetraba en aquel pueblo

nuiieroso; otros, utilizaban su

influencia y poder econÓmicopara encontrar una soluciÓn que

pennitiese a los exiJados estable-

cerse en un nuevo hogar sin su-frir persecuciones.

La emprcsa de Col(m signifi-caba una esperanza y los judíosdieron su apoyo moral y finan-ciero a las expediciones, aÚn

muchos de ellos se embarcaronhacia el Nuevo Mundo. llistoria~dores de prestigio sustentan es-tas afirmaciones, entre los que

podemos mencionar a AméricoCastro, José ;V!. Erugo, Cardade la Riega, Ortero Sánchez,

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Nicolás Díaz Pérez y Salvador

de ,\briaga, qiiienes relatan que

entre los primeros expediciona-

rios al Nuevo ~lundo había"personas de ascendencia judía,

cripto-judíos y marrailOS".

Entre los hombres de la tripu-lacilii de ColÓn, cuyos nombreshaii llegado hasta nosotros, en-

con tranios aMaestre tiernal,R o d rigo de Triana, Luis de

Torres, Alonso de la Calle,Rodrigo Scíncho., cuyos apelli-dos claramente indican su ascen-dencia hebrea. Maestre tiernalera el médico de a bordo, ~\larC()era el cirujano, Rodrigo de Tria-na fue el primero que vio tierray Luis de 'forres era el intérpre-te y el primer europeo que pusopie en el Nucvo :\lundo. Algu-nos habían sido convertidos alcatolicismo por rigor de las le-yes de la lnquisiciÚn, o bien vi-vÍaii Id doble vida de "marra-

nos", gtldrdando cn secreto leal-tad por su re aiicestral y apare-ciendo o licialmenle como cris-tianos.

Los cripto-judíos y marranos,

tambii~n llaiiiados convers()s,cristianos nucvos o jude()-conversos, lluyeroii en gran nú-mero al Nuevo J\lundo, a pesarde que pronto comenzaron aregir cn las coloiiias hispanas las

leyes de la luquisiciÚn, con rigor

y crueldad que superaron concreces las persecuciones de laPenínsula. Después del Decreto

de ExpulsiÚn, un h'Tan nÚmero

de judíos lue recibido en Portu-

gal, pero algunos ,lÙOS despu(~s

fueron tam bién iwr~.;eguidos y

expulsados, aunque inuchosadoptaron el papel de cripto.judíos, manteniendo en secretosu verdadera re, la quc poste-

rionnen te tratar ían de desarro-llar sus hijos y nietos en tierrasamericanas, convirtiéndosc, co-

mo muestran las crlmicas iIHiui-sitorialcs, en mÚtircs de losautos de fe del Santo Olicio.Una rama iniport;uite de estosjudíos portugu eses originarios dcEspaña IlcgÚ a cstablecerse cn elárea del Caribe, en las Antillas,en las costas colombianas yb l' asileÙas, de donde pasaronluego a l'anain:i, espeeialmen tedurante la l~poea del auge co'

mercial, en tiempos coloniales.

Los judíos que fueron forza-dos a emigrar de EspaÙa y que

se establecieron despu(~s en Vd-

rias partes del miiido, conser-

varon el apego por su culturanativa y sus trddiciones judeo-

cspai101as, que legaron dc gene-raciÓn en geiicraciÚn. Con10 afir-Ilan varios historiadores cspai'o-

les, dondcquicLI que lueron fuii-daron colonias espaÙoLis o por-

tuguesas. Los judíos españoles o

portugueses hablaban el idioma

de su país nativo, con pureza;

tomaban parte cn la literatura ycuando conversaban con cristia-nos, podían hacerlo en t(Tminosde igualdad, con hombrÍa y sinmiedo al servilismo. Estos judíosfueron llamados "sefarditas", esdecir, procedentes de Fspiu'ia.Con el vocablo Sdarad designa-ron los hebreos las tierras espa-ñolas, desde tiempos muy an ti-guos. En la Biblia aparece por

primera vez el ténnino Sclarad

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en el libro de Abad Ías, cap Í tulo

1, \'CrsÍculo 20, y ya en aqucllostiempos, conforme a la opiniÓnde ciertos historiadores, seÙalabaquiÚs la regiÚn occidental de

ultramar que había sido coloni-zada por los fenicios. Durante(liiInce siglos, los judíos identifi-caron siempre Scfarad con Espa-

Ùa; en la Edad ;\1cdia, con todala Península Ibérica. De este vo-cablo, pues, se deriva sefardita,es decir, judío oriundo deEsp¡uía.

Otra rama muy antigua dejudíos que también inmigrÓ endiferentes CpOC1S del Nuevoi'\Iundc) y 'que hoy consti tn ye laporciÚn mÚs numerosa de la po~blacil)n hebrea universal, es ladc los ashkcnazim. En nuestraépoca, existen unos doce millo-nes de judíos ashkenazim, frentea unos dos millones de judíossefarditas. Ashkenaz significa enhebreo Alemania; palabra quetiene su raíz en el libro bíblico

de Génesis, capítulo 10, versí-

culo ~L ASÍ, pues, con el voca-blo ashkena¡,im o ashkenazitasse designan hoy los judíos pro-cedentes de Alemania. EuropaCentral, Polonia, Rusia, queconstituyen la mayoría de la po-blaciÓn judía que habita en elcon t incn te anicricmo,

Vol viendo a nucstru temaccntral, tenenH)S que los judíos

llegaron a tierras americanas de:de el Descubrimicnto; p;irticipa-ron en la conquista, al lado de

los grandes expedicionarios men-cionados por la historia; entrelos hombres dc Cortcs cstaban

34

Francisco de ':Ioralcs, quienj ug/) un papel destacado en. lacoloni/,aciÓn de .:iéxico, y Her-

nando Alonso, el primer mÚrtirjudío cn la Nue\a EspaÙa, Tam-

bién hubo judíos entre los colo-nos que fundaron Puerto Rico yentre los hombres quc atravesa-ron el Istmo con 0:Úiíez de Hal-

boa. Juan fernándC", de Rebo-

lledo, una de las fi¡.1ras demayor relieve en la política y enla economía de l'ananÚ en laprimera mitad del siglo XVI, cu-ya CJrbIla de acciÓn se extendióhasta PerÚ, fue acusado por elObispo fray Pablo Torres de ha-ber sido inarrano. Permaneció

Juan Fernándcz de Rebolledo auna familia dc grandes poderes einfluencias. Su hermano Rodrigode Rcbol!cdc) cra el hombrefuerte de l'anamÚ en las di'cadasdel 30 y 40 de esc siglo.

Pasadas las primeras peripe-cias de la Conqu ista, Espafí a es-

tableciÓ Tribunales dc la Tnqui-

sicicSn en el NuC\'o Mundo. Elprimer Inqu isidor Ceneral delTribunal de la Nueva EspaÙa Ile-gh a JVI(~xico en septiembre de

157 i. Posteriormcnte se estable-cieron tribunales en Lima yCartagena, con jurisdiccioncs entodas las colonias espaiiolas.l'ananiÚ dependía del Tribunalde Cartagena y en 1606, a raíz

de la construcciliii del Conventodc la l\Ierced en Portobclo, llegÓal Istmo fray Pedro :'Iedrano

:'hiiioz, con el título de Comen-dador del Convento dc la Mer-

ced y Censor del Santo Oficio.De este hecho se deducc queeran confirmadas las aseveracio-

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nes que llegaban a E sp,u'i a, de

que por estas tierras habíacripto-jutlÍos que debían ser in-vestigados y arrestados. Ya porel alw 1569, el Fiscal Ascevado,

del Tribunal de la InquisiciÚn de

Lima, escribifi en su informe dcNombre de Dios, Panamá, quecapturfi allí a un judío portu-gués, Salvador \léndcz Ilernán-dez, quien había sido quemadoen efigie en el au to de fe deSevilla, EspaÙa. El Fiscal Asce-

vado opinaba que Hernández nofue el Único que pudo, con ayu-

da di. funcionarios de la Corona,evitar el juicio dc la InquisiciÓn

y escapar a tierras allende elrr a r.

En 1625, fue requerido por elTribunal del Santo Oficio delPerÚ un sujeto llamado AntonioFranco de Lara, quien formulÓdeclaraciones poco afortunadas

argu yi.ndo su "limpiel'.a de san-

gre", En su di.fensa mencionó

que i~l mismo era hijo deAgustín Franco, VTcino de laCiudad de PanamÚ, cuya genea-

logía, al igual que la de todoslos Francos vecinos de ésta y

otras ciudades de la Colonia,

i.staba llena de acusaciones in-

quisitoriales. Sus abuelos mate-rnos tambkn eran vecinos del'anam;Í y de Villa de Alrragro.

El expediente de Antonio Fran-

co de Lara reco ge, ademÚs, las

acusacioni.s de \arios testigos

so bre la gi.nealogÍ a paterna. De-claran que AgustÍn Franco,padrc de Antonio, procedía dc

con\crsos, de cristianos nuevos,

') que tenía muchos i)(u"ientesque halií;ui sido p'irtadori.s de

sambeniios. No obstante, cn elmismo expediente se demuestrala "limpieza de sangre" dc la as-cendencia materna, i.s decir, deFrancisca de Lara o de Silva,mujer de Agust În Franco y ma-

dre de An tonio Franco dc Lara.

El documento menciona, ade-más, los nombres de comisariosdel Santo Oficio destacados en

Panarná, aparentemente, desde

época anterior a 1625: Frai Rlo.(sic) de Castro y FranciscoTerrin, éste Último, Alguacil Ma-

yor dc la Ciudad de l'anamÚ y

Receptor del Santo Oficio, Citatambién un irnpreso, como testi-monio de quc eu Panam:i yotras ciudades, funcionarios de

la Inquisiciim conden,u'()l a la

Ciudad de Tolcdo y su distrito,por apostasía.

En todas las tierras nuevas,los agen tes de la Santa Fe persi-guieron a las personas a quienes

sospecharon de falta de lealtadhacia la religifin catiilica. A pe-sar del aporte de los marranos a

la obra de América, a pesar de

que habían contribuido en nu-merosas empresas colonizadorasy organizado, en las nuevasvillas y ciudades, las actividades

básicas de la economía y de laadministraciÓn pública, fueron

víctimas en estas tierras de losrigores de la Inquisiciill. De losau tos de fe de Lima y \léxicosubsisten centenares de copiososdocumentos que revelan por-menores de los procesos y de lasacusaciones, en su mayoría tanbaladíes como cambiarse la ca-mIsa los sábados, cumplir con

leyes alimenticias rituales he-

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breas, pequefios hechos que pro-baban que el denunciante era unseguidor de la ley de Moisés,

aun cuando se tratara de un ciu-dadano respetable, digno padrede familia, leal a la Corona,

nada servía ante el rigor impla-cable y el fanatismo religioso

del San to Oficio. Las crónicas

revelan que los cripto-judíos for-maron, a pesar de todo, impor-tantes comunidades en el NuevoMundo y que mantuvieron su fey sus tradiciones a escondidas,

por lo que sus vidas estaban en

una situación desesperada, queen cientos de casos terminaba

en la hoguera. Sin embargo, esta

situación no impidió que vinie-ran más de ellos en busca de re-fugio, Las nuevas tierras, con to-da su decepción, les parecían

más seguras y más llenas de pro-mesas que Europa, a la queabandonaron.

Un acontecimiento importan-te intensificó la inmigraciÚn en

masa de judíos ibéricos al Nue-vo Mundo. En 1580, Españaasumió el dominio sobre Portu-gal y Felipe II ordenó a los In-quisidores portugueses in tensifi-. .car sus persecuciones y ngor.Por esta época, muchos buques

de comerciantes marranos iban

y venían de España. Ellos facili-taron un verdadero éxodo de lapoblación judeo-portuguesa y es-pañola hacia el Nuevo Mundo.El desembarco clandestino ::"efectuaba generalmente porHonduras, de donde se dispersa-ban los judíos por toda Centro-

américa o bien cruzaban hacia

las Antilas. Miles dc ellos llcga-

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ron también a Panamá. La posi-ción geográfica, el auge comer-

cial, así como también la inefi~cacia con que actuaba el Tribu-nal de la Inquisición de Cartage-

na, atrajo a los hebreos y contri-buyó a que un número conside-rable de ellos se radicase en elIstmo. No obstante, el impedi-mento de vivir como judíos, lasprohibiciones y amenazas que secernían sobre ellos, por partedel clero, inhibieron sus costum-bres y su fe ancestral y poco a

poco fueron asimilados. Apell-dos como Alvarez, Alvarado,Acevedo, Correa, Cardoze, An-drade, López, Henríquez, Pérez,

Alonso, Valencia, Martínez,Rodríguez, Ribera, Quintero,Méndez, y otros, corrientes en-tre los marranos, prueban que

muchas familias panameñas ca-t ó 1 i c as descienden de judeo-conversos que se radicaron en elpaís desde la temprana épocacoloniaL.

El papel que desempeñaronlos maranos en las actividadeseconómicas de aquellos siglos, esconsiderable. En ciertas fases deldesarrollo económico, hasta fuedecisivo. En la segunda mitaddel siglo XVII, la Inquisición

mexicana recrudeció sus activi-dades y celebró varios autos defe, en los que fueron quemadosjudíos prominentes. La inefi-cacia y corrupción de los fun-cionarios del Santo Oficio, sinembargo, había alcanzado extre-mos increíbles. Así como seperseguía a un individuo pormóviles de intrig? que le costa-ban IDOS de cárcel, condena de

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galeras o de exilio, o la hoguera,era posible que otro, cuyas acti-vidades estaban claramente defi-nidas, jamás fuese llamado nimolestado. Esto permitió a mu-

chos cripto-judíos incrementarsus relaciones sociales y comer-ciales con la floreciente comuni-dad judía de Amsterdam, Holan-da, también de origen sefardita.El contacto se había establecido

previamente desde Portugal y semantenía casi cn forma abiertacon los judíos de Curazao, St.Thomas, la Guayana Holandesa,que tenían enlaces cada vez másfrecuentes con Panamá. Despuésde 1590, el tcrmino "portu-gués" era invariablementesinónimo de "comerciante ju-dío". En la competencia entre

Inglaterra y Espmia por el con-trol del comercio y dc las vías

marítimas, comerciantes judíos

de las regiones mencionadas to-

maron parte activa. En las cróni-cas que se relatan de aquella

guerra económica, se menciona

a judíos que se relacionaron conel Istmo. En 1754, JamesHouston nos hace saber de loslazos que comerciantes judíos

de Jamaica tuvieron con Panamáy Espafia.

La declaración de la Indepen-

dencia de Panamá de España esuna fecha de gran significadotambién en la historia de los ju-díos de Panamá. Aunque bien escierto quc la situación de los ju-díos no cambió enseguida, des-pucs de que el Istmo quedó in-tegrado como un Departamentode Colombia, se abrieron, noobstante, nuevas posibilidades

para ellos. Los inmigrantes quecomenzaron a venir de diversaspartes del mundo formaron larealidad de una comunidadjudía en Panamá.

¿De dónde vinieron, princi-palmente, en esta época? De In-glaterra, como rama de las fami-lias judías inglesas que se esta-blecieron en Colombia y quedieron a la literatura colombianaal autor de "María", JorgeIsaacs; de Europa Central, quie-nes se establecieron en el in te-rior del país; de Jamaica y deotras islas antillanas. Por faltade ambiente y de actividades co-munitarias judías, estas familiasse encontraban en el proceso dedesaparición, pero entonces lle-gó al Istmo, en la segunda mitaddel siglo pasado, una oleada deinmigrante s judíos de origen se-faradí, de la región del Caribe, yalgunos ashkenazim, de Europa.

Esta inmif:'Tación fue decisiva

para la formaciún de la comuni-

dad judía de Panamá. En reali-dad, la historia moderna de lacomunidad hebrea de Panamá seinicia en 1849, a raíz del descu-

brimiento de las minas de oro

en California, cuando el IstmocobrÓ nueva importancia comoruta preferencial para el tránsitode los buscadores de oro y de

numerosos viajeros que se diri-gían al Oeste de los EstadosUnidos.

La inauguración del serviciomensual de Royal Mail Steam-

ship Company, de Jamaica aPanamá, fortaleció el interés delos comerciantes judíos de J a-maica y de Sto Thomas en sus

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relaciones con Pani.uná. Panamá,pues, estuvo en el avance duran-

te la Fiebre de Oro de Califor-Ila y algunos comerciantes ju-

d í o s e s t a b 1 ecieron empresas,cuyos anuncios puedcn verse enel "Panarna Star", antecesor de

"La Estrella de PanamÚ" y "TheStar & Herald". La mayoría delos nuevos inmigrantcs judíos se

establecieron en la ciudad dePanamá.

La atracciÚn de Panam:i comocentro comercial había aumcnta-do claramente al declinar los po-deres abusivos del dominio espa-

iìol y las persecucioncs del

Santo Oficio. AÚn dcspu~s de ladesapariciÓn del auge de la Fie-bre de Oro, que disminuyÚ ver-tiginosamente al construirse elferrocarril transcontinental porlos Estados Unidos, los judíos

comenzaron a participar conmayor libertad en la actividadeconÓmica del Istmo, unido aColombia. Es un hecho que en1835, el Presidenle de Colom-

bia, Francisco de Paula Santan-

der, enviÓ a la C:lInara un pro-

yecto de Canal por l'anam:i,cuyo contrato fue concedido al

Barón de Thierry y a su socio

capitalista, el judío Augusto Sa-lomÓn, dc la Isla dc Guadalupc.El proyecto no se realizÓ, debi-do a su complejidad y aI10s nlÚs

tarde los derechos fueron traspa-sados a otros conccsionarios y

de éstos, a la Compafi ía del

Canal Frands, dirigida por elConde dc Lesseps, quicn tampo-co tuvo el ~xito deseado.

Una nueva ola de inmigranh'Sjudíos selarditas llegÓ de Sl.38

Thomas después del terremotode i 867. Estas familias, a lascuales se unieron las que vinie-ron de Curazao y entre las quehay que mencionar a Maduro,Cardoze, De Lima, Lindo, Bran-don, Fidanque, Lyons, Sasso,De Castro, Toledano, Del Valle,De Sola, De León, Robles,Melhado, y otros, fonnaron elnÚcleo de la organizada comuni-

dad judía de Panamá. En el año1876 se fundÓ la primera con-h1fegaciÓn hebrea en el Istmo, lamás antigua comunidad judía deAmérica Central. Comenzaron afuncionar las instituciones co-munitarias hebreas: una S 11 a-goga, cementerio, organizaclOn

de beneficencia. Esta congrega-

ciÓn tomÓ el nombre de "kolShcrith Israel", "La voz de losremanentes de Israel", y existehasta hoy día, con su sinagoga

en Avenida Cuba. Al iiismotiempo se formÓ tambicn unacongregaciÚn judía en ColÓn.

La Guerra de los l\il Días,suscitada entre los partidos polí-ticos coloiibianos, trajo un es-

tancamiento general en el Istmo,tan to en la educiciÚn como enla economía, en salubridad, aunen el ánimo de sus habitantes.Pcro fue así mismo la gota qucderr;¡m() el vaso de la paciencia

dc los panaineiios, quicnes se

lanz,aron, por fin, a la lucha de-

Cl s i vapor su separaciÓ n deColombia, un anhelo largamenteacariciado y varias veces frustra-do. En la Guerra de los I\IilDías, los comerciantcs judíos,

con el crédito quc otorgaroii asus dientes, les ayudaron a so-

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brevivir los tiempos difíciles y asostener su conlianza en el fu tu-ro del país.

Los judíos de Panamá des-empeharon un papel de impor-tancia en el logro de la Indepen-

dencia, en 19(ß. Ellos contribu-yeron linancieramen te con la

.J unta Revolucionaria, cuandolas promesas de fondos hcchas

por Buncau Varilla no se realiza-ron y cuando la demora de unas

pocas horas habría hecho abor.tar el movimiento y aun com-prometido la vida de los prÚce-res de la Independencia. Al co-

menzar el período republicano,aumentÚ la poblacilll judía enel Istmo. Vinieron judíos deRusia y de (itros países de Euro-

pa Oriental, donde sulrían per-secuciones, y también del MedioOrIcnte, Turquía y Grecia.

En 1911, casi al finalizar lacon s t r u c c i Ú n del Canal dePanamá por los Estados Unidos,vivían en la RepÚblica 505 ju-díos. La ola de asimilaciÓn fuela principa1 causa de que a pesarde la inmigracilll de una canti-dad considerable de judíos delMedio Oriente y de Alrica delNorte, y de Europa OrIcntal yOccidental, despu(:s de la Prime-

ra Guerra Mundial, hubiesen en

Panamá s()lo 600 judíos en1936.

En la dccada del 30, como re-sultado del dominio nazi enEuropa, llegaron inmigrantesjudíos de Alemania, Austria ylos países de Europa Oriental,amenazada por los nazis. La se-paraciÚn entre los scfarditas y

ashkenazim, que perdurÚ pormuchos aÍÌos, eomen/,Ú a liacer-se mcnos rígida. Convivelllia so-cial, organ izacioiies de conlrater-nidad, educaeilHI comÚn, de-rrumbaron las causas dc separa-ciÚn, Es cierto que eii la actuali-dad hay sinagogas para cadacongregacilii, segÚn su origen

étnico; dilerentes rabinos y has-

ta cemen tnios distin tos, no obs-tante, se forma una cOlnunidad

dc judíos netainen te panameÌlos

y hay que confiar en que, entrelas generaciones venideras, el

origen i:tnico desempei-iar,'i un

papel de nienor irnportancia.En el censo que cfectuÚ en

Panamá la organi/.acilHI liebreade la ß'nai ßrith, en el aÍÌo

1960, pueden apreciarse los si-guientes datos: 1,807 judíos en

total vivían cntonces en la Re-

pÚblica. De cstos, 1,387 vivían

en la Capital; 257 en ColÚn;163 en otras regiones y 200 ju-díos en los Estados Unidos, en

la Zona del Canal de Panam:t.

En la actualidad, la poblacilHljud Ía llega a tres mil almas,

aproximadamenie. Existen trescongregaciones, le) mencionada

Kol Sherith Israel; la congrega-ción de Shevet Ajim (Unión de

Hcrmanos), que reÚne a losjudíos de origen lcvantino, lamás numerosa, tiene su sinagogaen la calle 44 de la ciudad de

Panamá; y la tercera, Beth-El(Casa de Dios) que está formadapor un pequeho grupo de judíos

ashkenazim y tiene su sinagoga

en la calle 72 de UrbanizaciÓn

Obarrio, en la ciudad dePanamcí. En Colón existen dos

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congregaciones, una cuyosmiembros descienden de los in-migrantes de las islas antilanasy otra formada por descendien-

tes de judíos de origen levan-

tino. Un Concejo Central Comu-nitario actÚa como entidad su-prema que une a toda la pobla-ción hebrea de la RepÚblica y

con sti tuye un organismo decarácter social y cultural. La co-

m unidad hebrea de Panamáaprecia cordialmente el hechode que nuestra RepÚblica estuvo

entre los Estados que másardien temente rcspaldaron elrenacimiento del Estado deIsrael y que mantiene lazos de

sincera amistad con el Estado

hebreo, abarcando su coopera-

ción ditcrentes campos de laeconomía y de la cultura.

Los judíos aportaron al desa-rrollo econÓmico dc Panamá.Favorecieron las condiciones detolerancia y libertad, sin ningu-

na distinción. Con la construc-

ción del Canal, PananÚ se con-virtiÓ en un centro comercial

internacional y los judíos co-

menzaron a distinguirse e.n dife-rentes aspectos de la economía,

particularmen te en la pequâia

industria, ayudando en esta for-ma al adelanto de la RepÚblica.Las principales ocupaciones delos judíos son el comercio, las

actividades bancarias y la peque-

ña industria, en la que han sido

verdaderos pioneros en nuestro

país. Algunos desarrollaron plan-taciones de café y cítricos, fin-cas productoras de aves decorral y ganadería. En los Últi-mos decenios observamos tam-

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bicn un definido aporte judío aldesarrollo de la cultura nacionaL.

Tenemos ya una generación deprofcsionales judíos en Pancuná.

El Di. Ezra Hurwitz se inscribiócon letras de oro en la mcdicina

panameiìa; fue él quien fundÓ elHospital para Leprosos dePanamá, situado en Palo Seco.Lo dirigió con idealismo ejem-

plar por muchos a1Ìos y contri.buyÓ con su aporte científico ala eliminaciÓn de la lepra en

este país. Le acompcu\ó en suconsagrada misión su esposa.Ambos se hicieron acreedores alreconocimiento nacional, que sereflejó en las altas distinciones

que les otorgÚ el Gobierno de laRepÚblica.Entre los fundadores del

Cuerpo de Bomberos dePanamá, organismo revestido degran prcstigio, por su disciplinay abnegaciÓn, figuran los judíosDavid H:. Brandon y David DeCastro. Hay que mencionar tam-bicn el aporte judío a la cosa

pÚblica. Como alcalde de la ciu-dad dc Panamá actuó durantemucho tiempo M. D. Cardoze,Algunos ciudadanos hebreos lle-garon a ocupar las más altasposiciones en el GobicrnoNacional. De 1964 a 1968, MaxDelvalle fue Primer Vice-Presidente de la República y porcicrto ticmpo ocupó la más altamagistratura de la nación.

En la música tiene grandesmcritos el profesor Ilerbert De

Castro, fundador de la Orq iiestaSinfÓnica NacionaL. El profesor

De Castro, violoncelista de famainternacional, transmitiÚ su ins-

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piración y fervor musical a sus

discípulos, realizando así unacontribucifii valiosa a la educa.

ción artística en Panamá.

En la actualidad, los judíos sedistinguen como profesionalesen numerosas ramas dcl que-hacer nacionaL. Woodrow DeCastro fue miembro de la JuntaAsesora del Tribunal Electoral,en donde contribuyó a la elabo-raciÓn del Estatuto Electoral.Así mismo, los judíos ocupanposiciones entrc el profesorado

universitario; de éstos menciona-remos unos cuantos: RicardoHolzer desempelÌa Ótedra dearquitectura; Isaac Abadi y loshermanos David e Isaac Lowing-er, cátedras de ingeniería; el Dr.Víctor Levy Sasso es el Decanode la FaculLad de Ingeniería de

la Universidad de Panam:l. Parti-cipan en las tareas técnicas de laplanificaciÓn económica nacÎf).nal: Eli Abbo, como Sub-Secre-

tario de la Presidencia y José

Sokol, como Sub-Director de laDirección de Administración yPlanificaciÓn de la Presidencia.

Un n úmelo considerable demiembros de la comunidadhebrea ha obtenido altas distin-ciones de la nación, por razón

de sus méritos.

Encontramos también judíosque tratan de aportar al arte.Mencionaremos a dos conocidosartistas: Henry Uzienczarsk y y

Nessim ßassCui. La crítica ha re-cibido al joven Nessim Bassán

como un revolucionario que traenuevas corrientes al arte pictÚ-rico panameÙo.

Tam bibi en la educaciÓn pa-

nameÎla los judíos han realizadoun aporte sustanciaL. En la da-boracifii de la Reforma Educati-va y en otros campos de aseso-

ría y participación directa en lastareas educativas, actúan profe-sionales judíos.

El 1nstitu tl) Alberto Einstein,fundado por la cornunidadhebreo-panameÙa, es el colegioque proporciona educaciÓn pre-primaria, primaria, y secundaria

a panameÙos sin distinción deraza o religjfHl. Fue fundado en1954, ha promovido hasta lafecha once graduaciones deBachileres y forma parte valiosae integral de la educaciÚn nacio-naL.

Así, pues, come) en círculosconcéntricos que poco a pocohan venido cerrándose, hastareunir en esta pequeÙa RepÚbli-ca toda la gama de sus vicisitu-des, tradiciones, luchas e idiosin-cracias, he tratado de presentar

ante ustedes los antecedentes

histÓricos de la comunidadhebrea de Panamá, que hoy su-ma a sus características ancestra-les, las propias de esta tierra a laque aman con el fervor de todossus hijos. Hoy vemos a los des-cendientes de aquellos comer-

ciantes de Curazao o de Amster-dam danzar bulliciosamente alcompás de las danzas típicaspan(unenas, al mismo tiempoque adoptan con vehemencia ladoctrina patria: el (Ulhelo de so-

beran ía que une a todos loshijos de este suelo.

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y es que, esta nacion hetero-

gi~nea, que por fin siente conso-

lidado su esp Íri tu Único, respon-

de, diría yo, a un estímulocomÚn: el de sentirse libre yrespetado. El pawundìo, frutode tantas razas y culturas, hasido capaz de sortear todos losflujos y reflujos culturales y de

consolidar cada vez más firme-mente su nacionalidad. Esa na-ci o n alidad cu y o ingrediente

principal es el espíritu abierto

que caracteriza a sus habitantes,quienes no paran mientes cn ad-mitir al extraño, al que fácil-mente incorporan a sus alegresmodales, a su hospitalidad, a ese"hacerlo hijo de esta patria",que no es comÚn en todos loslugares del mundo.

Panamá, 12 de diciembre de1972.

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Documento:

A/M.N,IINQllISICION. Lcg. 1 i 85. - Expediente No. 25. - Pruebas de Limpieza de

Antonio hanco de Lara para I:amiliar de la Inquisición, 1625. Aportado por el Dr.Alfædo Castill'ro al autor.

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y padecen los mismos proble-mas. Su jefe político es el repre-sentante electo a la Asamblea

N acional de Representan tes de

Corregimien tos. Su jefe civil lo

constituye el Corregidor, quien

además tiene funciones policía-cas. En ci despacho del Corregi-dor se deslindan desde proble-

mas de relaciones familiares has-ta problemas de tencncia de latierra.

De acuerdo con ci CódigoAdministrativo en su Capítulo

Segundo, artículo 862 que des-cribe la jerarqu ia policíaca de laRepÚblica, coloca en primer tt:r-mino al Presiden te de la Repú-blica con jurisdiccifll en todo elterritorio NacionaL. Luego a losGobernadores con ámbito pro-vinciaL. Después a los Alcaldescon acción en todo el Distrito yde cuarto, ubica a los Corregi-dores con autoridad en losCorregimientos y barrios. Estehecho es de suma importanciapues inviste cÙ corregimientü deuna gran importancia en la ad-ministración de justicia. Susfallos, aunque son apelables, ge-neralmente van cargados de todafuerza de justicia popular que

ante la naturaleza real de los he-

chos niuchas veces son incom-

prensibles. Es más, de acuerdocon el mismo ç()digo, en su artí-culo 718 dice de la autoridad delos corregidores que los goberna-

dorcs podrán asigniu'lcs funcio-nes que le correspondan a los

alcaldes, descansando así las ac-ciones dcl gobierno cn (~stas uni-dadcs administrativas. Esto ex-plica, por qU(~ en tiempos preté-

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ritos, era rnás importantc ser

Corregidor que Gobernador oAlcalde.

Interesan te es observar, a tra-vcs dc nuestra època pre repu-

blicana, los fundamentos y lascondiciones que hacen propiciala creación de un corregimiento,

Así por ejcmplo, el "Código Po-lítico o Municipal" de aquellos

tiempos, en su artículo 198, ex-presa que: "Cuando un Ditritotenga caseríos de alguna impor-

tancia en los cuales convenga es-

tablecer una administración es-

pecial, se erigirán en corregi-

miento s y serán regidos por un

Inspector de Policía que ejercerá

sus funciones bajo la dependen~

cia del corregidor, de acuerdo

con las instrucciones dcl alcal-de".

Así apreciamos que con estafilosofía, se crean el 20 demayo de 1895 los corregimicn-tos de Pueblo Nuevo y Naos eislas adyacentes. El 21 de juniode 1895, se forma corregimiento

la población de la Boca, hoy en

la Zona del CanaL. Estos corregi-

mientos formaban parte dcl Dis-trito de Panamá. El 30 deagosto del mismo año, el Muni-cipio de Arraiján eleva a la cate-goría de corregimiento a la po-blaciÓn de Cocolí. El 28 deagosto de 1896, el Municipio de

Arraiján clasifica al caserío de

Farfán en corregimiento, me-diante acuerdo dcl Consejo Mu-

nicipaL. Todas estas poblacionesalrededor de la construcción del

Canal de Panamá fueron eleva-das a la categoría de corregi-

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miento por la importancia que

iban adquiriendo cstos caseríos

en la vida económica y social dela República. Con esta mismaidea, el 9 de enero de 1896, el

Honorable Conscjo Municipal deChcpo anuncia la creación delCorregimiento de Corozal, hoy

ubicado dentro de la Zona delCanal de Panamá. Todos estoscorregimientos señalan, en sí

mismos, un acto de plena juris-dicción territorial de los gobier-nos locales de aquella época, aldársele la importancia a estasáreas por su crecimiento pobla-

c ional y laboral de aquellos

tiempos. A manera de ilustra-ción, paso a transcribirles, la Re-solución No. 115 del 5 de octu-bre de 1905, firmada por el Se-cretario dc Gobierno y Relacio-

nes, que dice así:

"República de PanamáPoder Ejecutivo Nacional

Secretaría de Gobierno yRelaciones Exteriores

Departamento de Política InteriorNúmero 115

Panamá, 5 de Octubre de 1905

En virtud de lo dispuesto por

el 198 del Código Político yMunicipal, el Ayuntamiento delDistrito de Pinogana ha solici-tado la anuencia del Poder Eje-

cutivo para erigir en Corrcgi~

miento el caserío de Boca deCupe que por el grado de pro-greso comercial e industrial queha alcanzado en los Últimostiempos y por estar situado alarga distancia de la cabecera delDistrito necesita una administra-

ción especiaL.

El señor Gobernador de laProvincia de Panamá, a quien se

pidió concepto respecto de laconvenicncia que pudiera haber

en conceder el permiso solici-tado, dice en oficio número489, fechado ayer, lo siguiente:

". . .. este Despacho concep-

túa que es convenicnte para la

mejor marcha de la administra-ción pÚblica en el Distrito dePinog'dna, erigir en Corregimien-to el caserío de Boca de Cupé,

como lo solicita la CorporaciónMunicipal".

"En aquellos apartados luga~

res, la acción del Gobierno su-

premo, no puede lleg'dr con todasu eficacia en algunas ocasiones,

por lo tardío de la comunica-

ción, y la erección de ese Corre-

gimiento, es a todas luci:s unaayuda para subsanar este mal,sobre todo Boca de Cupé por su

movimiento comercial y el trán-sito para las minas de Cana, ne-cesita la inmediata acciÚn de laautoridad" .

En consecuencia,Se resuelve:

Autorizar al ConcejoMunicipal del Distrito de Pino-

gana para que erija en Corregi-miento el caserío denominadoBoca de Cupé. Mientras la pro-xima Asamblea Nacional apropiala parida necesaria para el pago

de los sueldos dcl Inspector de

Policía del nuevo Corregimientoy de su Secretario, esos empleos

se considerarán ad honorem, deacuerdo con 10 quc dispone elartículo 237 del C.P.M. (Código

Político Municipal).

Regístrese, comuníquese ypublíquese" .

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Rubricada por el senor Presi-den re.

Adem:is del concepto de auge

eccJlÓmico de los caseríos, seerigí.in en cOtlegimientosaquellos lugares apartados, en

donde la dccitin de Li justicia nolIeg;ib:i plenamente y por consi-gnIenle la insegurI(Ltd (fe Li \idade los asucIados. Así tenemos

que en el dlio 1896, con este

coiicepiu de .iusticia e insq..ruri-dad, se crean el Lj de may;¡ el

correginiieniC) de Cama en el:\lunicipIo de Piuogana. El 17 de.iunio el collegimiento El Llanoen el Distrito de Chepo. El 5 deseptiembre el de Paritilla en elDistritu de Chitrf:. El J 9 de

dgosto se crea el corregimiento

El Coco en el Distrito de LaChonera. Un alio nlCs tarde el 7de abril de 1897 se crea el co-rregimiento de ()toque en el:\lnnicipio de 'Liboga y el 14 demayo en el !Vlunicipio de Pino-i!and se crea el de Tucutí, te-niendo como base la distancia yla insq,'lHidad de aquellos secto-

res de Id RepÚblica. En la (~poea

republicdna, el ,H) de enero de1906, se erige en corregimien to

d la poblaciÓn de El Cristo. Lo

mismo, en la provincia de Vera-r-r¡ias, se crea el corregirniento dePixhae y el 4 de octubre Idapartada poblaciÓn de Garrote,en el Municipio de Portobelo,

provincia de ColÓn, se eleva a lacategoría de corregimiento.

La ResoluciÓn 208 del 3 deagosto de 190G, señala la distan-cia de las poblaciones corno par-te importante en la crcaci(JI delos corregimien tos.

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"RepÍiblic:a de PanamáPoder Ejecutivo Nacional

Secretaría de Gobierno yRelaciones Exteriores

Departamento de 1'01 ítIca Interior

Número 115Panamá, 5 de Oclubre de 1905

El CCJIceju :\lunicipal del Dis-trito de San tiago (Provincia de

Verdguas) ha solicitado la aquies.cencia del Poder Ejecutivo para

erigir en Corregimientos los ca-seríos de Guay y Mariato, puesestima muy coiweniente estable-cer en esos lugares una adininis-traciÚn especiaL.

A fin de resolver lo conve-

niente este Despacho ha queridooir la opiniÓn dcl Sr. Goberna-

dor de la Provincia de Veraguas

quien ha satisfecho ese deseo.Con efecto en oficio nÚmeroi no de 13 de los corrientes dicea este Despacho:

Soy de concepto que es con-veniente el establecimiento de

un corregimiento en los caseríos

de Cual' y :Vlariato, jurisdicciÓndel Distrito de Santiago porque

la larga distancia a que esos lu-

gares se encuentran de la cabe-cera y la preponderancia quevan tomando con motivo de lostrabajos emprendidos en ese ricoterritorio por la empresa agríco-

la que ha adquirido por compraparte de esos terrenos, hace ne-

cesaria la presencia de la autori-dad para reprender y castigar losmales e impedir los abusos.

Lc)s vecinos de esos lugares se

cncuen tran hoy fuera de la ley

porque la acciÚn de la autoridadno llega hasta allá por no contarcon un agente inmediato que

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haga respetar y cumplir el man-

dato legal 'a la vez que amparesus derechos a los ciudadanosque tienen allí radicados sus in-tereses,

En vista de eso

Se resuelve:

Autorizar al Concejo Munici-

pal del Distrito de Santiago,

para que erija en corregimientolos caseríos de Guay y Mariato.Mientras la Asamblea Nacional

destina la partida necesaria para

el pago de sueldos, los emplea-

dos de las Inspecciones de Poli-cía de los nuevos Corregimien-

tos desempeñarán sus funcionesad honorem.

RegÍstrece, comuníquese ypublíquese" .

Rubricada por el señor Presi-den te.

Como se puede apreciar enestos cortos apuntamientos denuestra historia de los gobiernos

locales, los corregimientos eran

verdaderamente importantes enla estructuración de la nueva

República en 1903, Para elhombre panameño de aquellaépoca y, en especial para el po-lítico, era más importante serCorregidor que ocupar cualquicrotro puesto pÚblico en las repar~ticiones gubernamentales. Por-

que en aquella época, el corregi-dor gozaba del prestigio, teníaplena autoridad, era el represen-

tante del Ejecutivo, tal como 10

señala el Código Administrativoy básicamente constituía unauténtico brazo de gobierno.

No obstante esta vital impor-tancia del corregimiento en la

organización del Estado, paulati-namente fue descendiendo suimportancia y decallendo suprestigio hasta convertirse en

células muertas de la Nación. Suaniquilamiento se inició por elcorrompimiento político, prime-ro, y por la creación de nuevos

organismos que neutralizaron yanularon sus acciones.

No fue hasta agosto de 1971,en la Primera Asamblea Nacio-

nal de Corregimientos, llcvada a

cabo en el Palacio Legislativo,que devicne el renacimiento de

los corregimientos de la Repú-

blica, cuando en uno de sus me-jores discursos el General de Bri-gada Ornar Torrijos Herrera re-saltó la vigorosa importancia deestas unidades de gobierno localal expresar: "que si queremosuna organización política propiapara los panameños, propia parael desarrollo, propia para rom-per tantos esquemas de injusti-cia que había, tenemos que sa-car una organización políticaque surja del corrcgimientohacia los ministcrios, hacia lacapital" y agrega enfáticamente:

"siempre se le ha dado muy po-ca importancia a ustedes, (loscorregidores) a pesar que nadiepuede negar que el país descan-sa sobre 500 pilares, que son500 o 450 corregimientos en elpaís".

A partir de estos juicios, seestremece todo el engranaje gu-bernamental al tomar fuerza loscorregimientos como verdaderos

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soportes del desarrollo y de laorganización del país. Ademásde introducirse la importancia

política de los corregimientos,

se presentan como módulos so-ciales de desarrollo por donde elflujo de programas puede cana-lizarse para el logro de un pro-greso integral y sostenido de la

RepÚblica.

Esta visión desarrollista delcorregimiento se fundamenta,también, cn nuestra organiza-

ción comunitaria de acuerdocon el Último censo de 1970,donde se puede apreciar que de9, 313 lugares poblados, menos

de 50 habitantes constituyen5,897 pequeñas comunidades.De 50 a 99 habitantes lo for-man 1,530 caseríos. De 100 a499 habitantes forman 1,597 lo-calidades, mientras que de 500 a999 habitantes solamente lo for-man 187 poblaciones. Es dramá-tico observar que solamente hay6 poblaciones que tienen de5,000 a 9,999 habitantes; 3 lo-calidades tienen solamente de10,000 a 24,999 personas; 4 lu-gares poblados existen con25,000 a 99,999 habitantes yuna población tiene 100,000 o

más habitantes. Estas estadísti~cas nos están indicando clara-mente que nuestra población vi-ve dispersa a lo largo y ancho

del Istmo panemeño en peque-ñas poblaciones de menos de 50habitantes. De tal suerte que lavisualización del corregimiento

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como unidad de desarollo socioeconómico está en armonía connuestra organización social y deseguro rendirá los frutos de pro-greso y avance para el hombrepanameno.

Por otra parte la carta políti-ca de 1972, consolida la impor-tancia de los corregimientos, al

crcar en su capítulo segundo, la

Asamblea Nacional de Represen-tantes de Corregimientos como

Organo Legislativo. Así mismoen el artículo 224 se establecc

la norma de que en cada corre~

gimiento habrá una Junta Co-munal que velará por el progre-so y avance de estos módulos

sociales que son los corregimien-tos.

Ha sido el objetivo de estabreve exposición, la de resaltarla importancia del Corregimien-

to como célula básica del go-bierno local y para que los estu-diosos de las ciencias sociales sedediquen a indagar más a fondosobre sus realidades. Es conve-

niente, que de este Tercer Sim-

posium Nacional de Antropolo-gía, Arqueología y Etnohistoria,surja el firme propósito de los

científicos sociales panameños,de efectuar investigaciones ex-

ploratorias de los diversos corre-

gimicntos, para establecer patro-ncs socio culturales entrc cllos ya su vez las pautas de una verda-dera sociología del desarrollo dePanamá.

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ALBA C., Manuel María

CASTILLERO, Ernesto J.

Revista

REFERENCIAS BIBLIOGRAFlCAS.

"Cronología de los Gobernantes de Panamá".Panmá: Ministerio de Educaón. Diección Nacionalde Cultura. 1967.

"Histori de Panamá",Imprenta Panamá, S. A. 1962.

"PAN AMA PROGRESA". 1953.

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GUILLERMO CASTRO H.

James Ensor, pintor belga, re-presenta un importante jalón en

el proceso en que, a fines delsiglo xix, el arte europeo inicia-ba su camino hacia la contem-poraneidad. Su vida, al propiotiempo, resulta un modelo parael estudio y la comprensión de

la situación del sector de la inte-lectualidad europea que, en esemomento crucial, se aferró a lasbanderas del romanticismo re-accionario en su modo de en-frentar críticamente la sociedad

burguesa de su tiempo.

Nace en Ostende en 1860.Muere en Ostende en 1949. H.:vivido 49 años de profunda in-troversión y rechazo al mundoburgués, encerrado la mayorparte de ellos en la casa paterna,de la cual emergían sus pinturas

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como grtos de bíblica condena-

ción a un medio social repulsi-vo. Desde 1900, según opinión

generalizada de la crítica, ha de-jado de ser un pintor inspirado.

Rechazado por todos, la apari-ción de las vanguardias lo hizo

merecedor de un sitio en la his-toria del arte como antecedentedel expresionismo. En 1949, ex-

plicado, fijado, consagrado, asis-te -poco antes de morir- a lainauguración del monumentoque sus odiados burgueses le eri-gen en vida. Realmente, muere

antes de monr, en esta ceremo-

nia que le induce a salir de surefugio y aceptar la realidad de

su destino. Ha claudicado, trasmás de 60 años de rabiosa einÚtil intransigencia ante unmundo que, en todo caso, se li-

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mitó a cnticar tal como 10 veía

reflejado en el espejo de suideología,

Para Mario de Micheli, la de-rrota de la Comuna de París

(ocurrida en 1871, a 11 años denacer Ensor) marca la desinte-graciÓn de la unidad de acción

entre trabajadores y artistas antelas luchas políticas europeas. Apartir de este momento, se pro-duce una marginación de impor-tantes sectores de la intelectuali-dad europea, la cual deriva en elmejor de los casos hacia posicio-nes de crítica no participante, ypasa a buscar un propio caminosolitario dentro de la historia,Anhelo imposible, si la historiaes la historia de la lucha de cla-

ses. En consecuencia, la visióndel artista se desgarra, se ato mi-za: busca apropiarse de unarealidad que, desprovista de to-da explicación coherente para

él, sÓlo es percibida a partir de

las impresiones momentáneasque deja su acontecer. Sin em-

bargo, esta misma realidad tienela coherencia y el peso suficien-tes para aplastar el intento im-

prcsionista de apresada en lastelas. Ante esta Erinnia omni-

presante, los artistas más autén-ticos de fines dcl siglo XIX seven envueltos en el conflcto en-

tre su clarividencia sensible de

los problemas éticos y morales

de su época, y la impotencia de

su arma de crítica y análisis -lapintura- para rcflejar y trans-

formar efectivamente esa reali-dad en el terreno de la concien-cia de los hombres.

Tres hombres del Norte bru-moso y protestante -Van Gogh,Ensor, Munch-, que constitu-yen una trilogía revolucionariaen la historia del lenguaje pictó-

rico poco explorada como tal,se aplicarán a intensas indagacio-

nes en el terreno de las posibili-dades expresivas de la pinturaen la nueva situación. Cada unoobtendrá ricos rcsultados, plas-mados en ricos estilos de estre-cha relación entre sí que serán

determinantes en las posterioresetapas de evolución del arteeuropeo, El examen de Munch yVan Gogh ha de quedar parauna mejor ocasión, deseada ynecesaria. Las referencias en estecaso se ceñirán escncialmente alirracionalismo dc J ames Ensor.

"Condenamos ante todo lainfame doctrina de Descartes, elsiervo banal de la odiosa Cristi-na de Suecia y ci estúpido Male-

branche; sus malsanas doctrinastienden a esterilizar los corazo-nes en nombre de la razón" (1).Por boca de Ensor habla la máspura tradición del romanticis-

mo reaccionario, heredero deMadame de Stael, preñada delpuritanismo irracional que fer-menta en cada hogar burgués dela Bélgica de fines del xiX. Unasociedad que se pudre en sustrescientos años de estabilidad,que culminan en el más comple-

(1) James Ensor, apud. Marcel de Meyor: "James Ensor. Una conciencia creciente dela libertad creadora del hombre en el are moderno" en Pinacoteca de los GeniosNo. 152, Editorial Codl'x, Buenos Aies, si fecha, sin numeración de págas.

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to fariseísmo moraL. Un mundopoblado por hombres de largasnarices que se pasean bajo la llu-via, cristianos de nombrc quetodo lo midcn, lo aplastan y loensucian con su racIonalismopragmático e hipócrita. Ensor,hombre culto, educado en lasrígidas normas morales del Nor-te y -me atrevo a afirmarlo-profundamente religioso, rcac-ciona ante ese mundo con laúnica alternativa que le permitíasu formación ideológica: la con-dena, el desprecio escéptico y la

amarga ironía que ha de marcar

10 más representativo dc suobra.

Sin embargo, estos sentimien-tos se dan en Ensor como unproceso que es, al propio tiem-po, el de la evolución de su pin-

tura en asuntos, técnicas y signi-ficados. Recién terminados susestudios de arte -y dcntro dc

su período "oscuro" -, Ensor se

mueve dentro del terreno de laintimidad familiar. Regazos leja-nos del impresionismo hablan dela lucha por venir contra "la luzque corroe las formas" (2). Susfiguras conservan plena lucidezformal, modeladas a espátulacon colores que hablan un len-guaje aÚn convencionaL. Hay untono de quietud, de sosiego ago-

tado y polvoriento que establece

barreras de silencio entre loshombres. En 1881, La señoratriste anuncia las bÚsquedas enpos de una mayor cxpresividaden el uso de los colores. Morte-

cinos tonos de agudo contrastchablan todavía de un intento deacercamiento a los quc sufrencomo la mujer gris en la paletaburgucsa. El intento de superar

la incomunicación enajenadamediante la identificación con elsentir de otros alcanza aquí un

momento climático que ya novo lverá.

A partir de 1883, la visión

del mundo burgués pasa a tor-narse más y más escéptica. Con-secuentemcnte, el paso a un mo-ralismo pleno de sarcasmo con-

lleva alteraciones técnico-forma-les que han de desmebocar en elllamado "período claro", A este

respecto, su autOITetrato Ensor

con el sombrero florido es unejemplo decidor. El original de1883 se reficre aún a un hom-bre con fe en sí mismo, expresa-

da en el trazo seguro, los colo-

res sobrios y el diseño de una

mirada penetrantc y comprensi-

va. En 1889, Ensor retocará esteprototipo del período oscuro,pintándole un sombrero femeni-

no adornado de flores y plumas,todo en tonos claros. Por otraparte, encerrará la figura en elmarco de un espejo, con lo cualla imagen antes real se convicrteen mero ret1ejo visionario deuna mente atormentada por elconl1cto insalvable, al nivel dela ideología burguesa, entre un

ser efectivo y un pretendido de-ber ser. El efecto es plenamentedramático: este hombre ha lleva-do su escepticismo hasta su pro-

(2) Micheli, Mario: Vanguardias artísticas del siglo XX. Instituto Cubano del Libro, LaHabana, 1968.

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pia persona, en el momento queanuncia su más violenta incur-sión contra el mundo exteriorburgués.

En uno y otro período -y es-to es fundamental- Ensor senos muestra como militante deuna cultura cuyas raíces han si-do fecundadas por hombrescomo JerÓnimo Bosch, PeterBruegel, Rembrandt van Rijn,Martín Lutero e Ignacio de Loy-ola, así corno participa de laherencia del maestro Francisco

Goya. Es, además, el momentodel xix en que Europa se defi-nía más que nunca como unaunidad espiritual a partir su con-vulsa situación interna. Es in-dudable, en el período claro de

Ensor, la presencia formal y es-piritual de las alucInantes crea-

ciones del Goya de los aquela-rres. La obra de Ensor se llenaaquí de leit-motiva simbólicosen su tratamiento de los huma-

nos, máscaras de horriblcs carna-vales, esqueletos que llenan lasmansiones de Ostende, El tono

de fanfarria alegórica aumenta

de cuadro en cuadro, a partir deuna búsqueda de violcntos con-trastes de color que reafirman elsentido de la deformación atrozde los antifaces que ocultan ros-tros inexistentes.

1889 es el año c1imático de

Ensor, el afio de La entrada deCristo en Bruselas. .El solo análi-sis de pintura-manifiesto requeri-ría un texto de mucha mayorenvergadura que la presente re-scfia. Estamos ante una de lasobras más importantes de la his-toria dc la pintura occidental,

quizas el punto de mayor ten-sión del arte flamenco. Junto a

El Grito, de Edward Munch y elfamoso autorretrato de VanGogh con la oreja cortada, for-ma la más excelsa trilogÍa repre.s e n t a t i va de las capacidadescreadoras específicas del hombredel norte europeo, Al propiotiempo, esta obra de tremendo

contenido crítico al mundo bur-gués no podía resultar sino dc lapropia cultura analítica burgue-

sa, aplicada a la visión irracionalque anunciaba la alborada aún

lejana de la introspccción expre-

sionista, en buscá de los últimossedimentos condenatorios deuna sociedad corrompida en su

adoraciÓn al bccerro de oro,Munch participa en sus crea-

ciones de la angustiosa inseguri-dad de un mundo que crujía;Van Gogh todo es un dramáticollamado a la solidaridad con lospobres y los que sufren en latierra. Nada de eso hay en En-sor en i 889-1890, los anos de

plena realización de sus ideales

pictóricos e ideológicos. Sólo unhombre que se desligara de todaidentificaciÓn con unos semejan-

tes a los que despreciaba podía

ofrecemos este espectáculo dcinhumano escepticismo, que fas-cina por su misma maldad, Elverde y el rojo, colores predo-

minantes en estado puro, dan elcontraste chilón a partir delcual se establece toda la gama

de significados que cabe des-prender de la tela. Todo es falsoaquí: la perspectiva plana que

encima las figuras so brc el es-pectador; los rostros de huevo y

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fresa; el cristo que se exhibe porlas calles con mÚsica miltar. Ensu afán de expresividad, Ensor

recurre -más allá de 10 pictóri.co- al propio lenguaje verbal;

"Viva la Social", "Viva JesÚs,

rey de Bruselas", "Fanfarrias

Doctrinarias". Las palabras rea-firman y definen 10 dicho por

las formas y colores. Un incle-mente detallismo -herencia deBosch y Bruegel- presta más ymás elementos significativos altratamiento del tema, dentro del

esquizofrénico sentido de uni-dad del conjunto. Todo Bruse-

las, todo el sistema está allí; el

hombre capaz de solidaridadque en 1881 pintó La señoratriste ha muerto al convertirse

en un amargado reaccionario,que aplica su talento en un sologrito de condenación absoluta.Enser, de momento, deja estemundo para situarse en el de losterribles e inhumanos profetasdel antiguo testamento.

Si bien hoy en día, y a la luzdel materialismo histórico, la fi-liación ideológica de Ensor senos revela como resultante unaderivación extrema del romanti-cismo reaccionario, ello no inva-lida los aportes que, para lacomprensión dcl arte y los artis-tas en el momento crucial de suasalto a la contemporaneidad, sepueden obtener de sus pinturasy escritos. Afirma Ensor, por

ejemplo:"iOh, los vulgares clasifica-

dores de artistas! Según estos

sostenedores de efemcrides, laadorabIc fantasía, la flor azul

del rocío, la inspiradora del ar-

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tista creador debería ser expul-

sada del programa del are.Compadezco a los pintores de lamanera precisa, decidida, conde-nados al trabajo uniforme, segúndatos conocidos, porque a ellosles está vedada la evolución. Pri-vados de las alegrías que dan losdescubrimientos, encerrados en

su cáscara o en sus estuches de

prudencia, aparatos mecánicos

de la reproducción idéntica,imaginaciones y manos serviles,cerrados a todo esfuerzo, conde-

nados a continuar con la esterili-dad de las bellas maneras fáciles,perseguidas incansablemente sinningún progreso ni regresión,nacidos muertos, enredados en

la trampa" (3).El irracionalismo anárquico,

el afán crítico absolutizador pal-pitan en cada línea. Anuncia,

sin embargo, a los ismos por ve-nir, haciendo patente la crisis delos recursos expresivos del arte

"oficial" -que ya incluía al im-

presionismo- del xix europeo,

incapaz de dar cuenta del sordoresquebrajamiento del mundoque 10 nutría como a una plantaparásita. Ensor no cree, comoVan Gogh, en un mundo mejorque ha de llegar con el nuevosiglo; por el contrario, su posi-

ción es absolutamente decaden-

te. Es un adorador de sí mismo

que, tomándose como medidade todas las cosas, absolutiza en

torno a sí, hechos históricos que

son en realidad múltiples y cam-

biantes. Su arte es, en este senti-do, esencialmente religioso, refe-rido a una concepción de laexistencia humana determinada

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por un fatalismo inmanente que

cierra todo camino a la acción

sobre la realidad.De Ensor nos queda, como

aporte verdadero, su audaz inda-gación en las posibilidadesexpresivas de una rica herencia

cul t ural, cuyos resultados seplasman en la efectividad de sulenguaje. Encasilarlo comomero deudor del fierismo fran-cés es cosa de tontos graves. Ha

perjudicado mucho a la historiadel arte occidental moderno ycontemporáneo un galocentris-mo excesivo, que tiende a con-vertirla en un archivo de etique-tas. Nada francés explica a En-sor tan bien como su raigambre

flamenca, que florece en el

cieno de la sociedad burguesabelga de fines del xiX. Al pro-

pio tiempo, resulta sintomático

que el propio Ensor se hayaestancado a partir de 1900. Su

visión de sí mismo y de la reali-dad se agotaba en el lenguaje de

sus obras de 1889-1890; sólouna posición abierta a la com-

prensión cabal de la vida socialy al compromiso efectivo con larealidad -por ejemplo, el mejor

Picasso- le hubiera permitido

mantenerse en el camino devolución y progreso que exigía a

los demás. Aspiración que sólo

logra quien es capaz de mante-

nerse de cara a la vida, en diálo-go permanente con los hechosde la realidad.

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Crónica y Anécdota

JUAN A. SUSTO

69 - DON viCTOR DE LA GUARDIA Y A Y ALA.En la ciudad de Penonomé, nació el 11 de marzo de i 772 don

Víctor de la Guardia y Ayala, del legítimo matrimonio de Don TomásEsteban de la Guardia y A yala y de doña María Isabel J aén, personasde reconocida nobleza y tenidos como honrados en el Reino de TierraFirme.

Desde pequeño se distinguió por su claro talento. Obtuvo entemprana edad el cargo de administrador de correos de su pueblonatal, que sirvió con consagración por varios años, y mas tarde elempleo de alcalde ordinario de la ciudad de Natá.

El 22 de Mayo de 1796, á los 24 años, sucedió á su padre, pornombramiento hecho en él para el delicado puesto de TenienteGuarda Mayor de la ciudad de Natá de los Caballeros, en cuyodestino, por su actividad y celo infatigables consiguió extinguir lasintroducciones clandestinas que se hacían por la boca del RíoCoclé. Estos empleos los desempeñó sin remuneración alguna.

Por Real Decreto de 9 de Octubre de 1802, el Rey de España,

10 nombró por Alcalde Mayor de la ciudad de Natá y Vila de losSantos, en reemplazo de su padre, Don Tomás de la Guardia, quese había ordenado de sacerdote.

"Desde este día -dice su hoja de Méritos y servicios- se de-dicó con infatigable tarea al lleno de sus muchas obligaciones, Res-

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tablcció y construyó de nuevo las casas del cabildo de dicha ciudady vila que estaban arruinadas; veló acerca de la mejor educación dela juventud; aumentó sin gravamen particular el ramo de propios;reuniÓ á población y sociedad los vecinos dispersos en los campos,estimulándolos á que fabricasen sus casas según la posibilidad decada uno; fomentó á un grado superior la agricultura."

En 25 de Septiembre de 1818 por un Real Decreto se leconceden los honores de Intendente de Provincia. Años mas tardefue trasladado á Guatemala y hallándose en Nicaragua, fue procla-mada la Independencia, de Guatemala. El Gobierno lturbide, leconfió el gobierno político de Granada, empleo que desempeñÓ porun aÙo, pues tuvo que abandonarlo con motivo de la revoluciÓn de1823, resolviendo entonces regresar á Costa Rica, para fijar su re-sidencia en Guanacaste,

En ese mismo año de 1823, la Asamblea Provincial de CostaRica le nombrÓ Coronel del Batallón Provincial y murió cuando sedisponía á tomar parte activa en la política,

Fue su hermano Don Eduardo de la Guardia y Ayala, Adminis-trador dc Correos de Penonomé y fueron sus demás familiares lossiguientes: primo de don Juan de Dios de Ayala, Gobernador deCosta Rica de 1810 á 1819; abuclo del general costarricense DonTomás Guardia. Sus tios abuelos el doctor Antonino de Ayala y eldoctor Manuel J oseph de Ayala, cuyas biografías hemos publicado

en crónicas anteriores. Sus tíos por la línea materna: Don JoséJacn, Teniente de Justicia de Penonomc y don Cayetano Jaén,presbítero, quien hizo obras de mucho mérito en su pueblo nativo,Penonomé.

Estante 109, Cajón 1, Legajo 20 y 21; Estante 136, Cajón 8,

Legajo 7; Estante 144, Cajón 7, Legajo 2 del Archivo general de

Indias de Sevila,

70 "- EUGENIO GUERRA DE ACUl\A.Del matrimonio de don Cristóbal Núñez de Acuña, Regidor,

Veinticuatro, Escribano Mayor de Minas y Registros, de Panamá yde doña Gerónima de Murcia y Acuña, nació en la ciudad dc Panamá,Eugenio Guerra de Acuña.

Sus padres, al morir, lo dejaron con cuatro hermanos, y ensuma pobreza. Siguió á la Iglesia y se ordenó de sacerdote. "Era-de los testigos de la información de riéritos- persona limpia y

sin raza de judíos e moros, virtuoso, hábil y suficiente."En el año de 1613, siendo Clérigo Presbítero solicitó una dc las

Canongías de las Catedrales de Lima, Cuzco, Quito, Charcas ó

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Trujilo. Se le concedió la de esta ciudad de Panamá, en cuyo cargomurió en el año de 1621.

Estante 69, Cajón 4, Legajo 34 del Archivo General de Indias

de Sevila.

71 - BACHILLER LUIS GUERRA DE ACU1\A.Nació en esta ciudad de Panamá, Fueron sus padres don Cristó-

bal NÚñez Guerra, Regidor. Veinticuatro. Escribano Mayor de Minas

y Registros, de Panamá y doña Gerónima de Murcia y Acuña,Eran cinco hermanos: tres varones y dos hembras, los que al

morir su padre quedaron en la mayor pobreza, por haber perdidola Escribanía de Minas y Registros, que adquirió por compra á S.M.el Rey, don Baltasar Maldonado,

LUIS GUERRA DE ACUNA, como su hermano Eugenio -yacitado en nuestra reseña anterior-- siguió la carrera eclesiástica.

Fué á la ciudad de Lima, en donde estuvo por espacio de diezaños.

Se graduó de Bachiller en Cánones. En todo el tiempo de susestudios, dice su hoja de méritos, procuró vivir y vivió honrada yvirtuosamen te.

Volvió á su tierra y en 1621 se ordena en Epístola y en ese

mismo año, obtiene, por muerte de su hermano Eugenio, la Canon-gía de la Iglesia Catedral de Panamá y además el oficio de Comi-sario General Subdelcgado de la Santa Cruzada.

Estante 69, Cajón 3, Legajo 32 del Archivo General de Indias,

de Scvila.

72 - DOCTOR JUAN ANTONIO GUEVARA SOBERANIS.Nació en la ciudad dc Panamá. Fué graduado de doctor en Sagra-

da Teología. Aquí en esta ciudad el Obispo Diego Ladrón deGucvara, luego que hubo reedificado el Colegio Seminario, lo nombróRector.

Egerció el cargo de Examinador Sinodal, más tarde CapellánMayor del Monasterio de Monjas, Cura Vicario de Natá, Calificadordc Santo Oficio y luego Comisario del mismo TribunaL.

"Su gran talento y capacidad y las buenas cualidades que en él

coinciden y los puestos que ha ocupado y hecho dejación huyendode los aplausos y peligros que en sí encierran, es cortísimo premiode virtudes", así lo manifestó el Presidente de la Audiencia de

Panamá en carta de 17 de Septiembre de 1709 á S.S. el Rey.Estante 69, Cajón 2, Legajo 38 del Archivo General de Indias

de Sevila.

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73 - DON LUIS DE GUEV ARA SOBERAIS.Este paisano nació en la ciudad de Panamá. Fué hermano menor

del Dr. Juan Antonio Guevara Soberanis, cuyos datos dimos ayer.Sus estudios los hizo en esta ciudad.

Uesde temprana edad se dedicó, al igual que su hermano, á lacarrcra eclesiástica. Desempeñó varios curatos dc importancia entreellos el de la Iglesia de Santa Ana, extramuros de la población,

Fué un modelo de virtud y mereció de partc de la Audienciade Panamá, del Cabildo Secular y del Eclesiástico los mayores elo-gios por su intcligencia y por su sagacidad. Además fué un hábil

educador de la juventud de aquel entonces,MuriÓ relativamente joven y ello causó general sentimiento de

esta capital de Reino dc Tierra Firme.Estante 69, Cajón 2, Legajo 28 del Archivo general de Indias,

de Sevila.

74 - DON CRISTOBAL DE HARO.En la antigua ciudad de Panamá nació en el año de 1574 don

CRISTOBAL DE HARO, hijo de don Agustín Haro, quién fue pormás de 30 Contador Juez Oficial de la Real Hacienda de Panamá,

Don Cristobal se ordenó de sacerdotc en el año de 1595, ydesde esa fecha hasta 1600 fué Cura de la Iglesia Catedral dePanamá. Pasó a fines de 1600 a San Felipe de Portobelo en dondcestuvo por espacio de dos años. Volvió a la ciudad nativa en 1663para desempeñar el puesto de Capellán de la Audiencia de Panamá,cargo que desempeñó hasta su muerte.

La Audiencia de Panamá en carta de 14 de Junio de 1611,decía de él 10 siguiente:

"Es un sacerdote muy virtuoso y de muy concertadas y loablescostumbres...

Estante 69, Cajón 2, Legajo 40 del Archivo Gcneral de Indias,de Sevila.

75 - JOSE LUIS DE HERRERA.En la declaración que tenemos á la vista este paisano naciÓ en

la ciudad de Panamá.Según el certificado que tenemos á la vista hizo profesión de

clérigo presbítero y dice ser natural de la ciudad de Panamá.Estante 69, Cajón 5, Legajo 35, número 9 del Archivo General

de Indias de Sevila.

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76 - DON JUAN DE IIERRERA Y TORRES.Del legítimo matrimonio del Capitán dcl DalallÒn Fixo de Pa-

namá, don Juan dc IIerreraJiméncz, quien fue Sargento Mayor de lasMilicias de Panamá, Gobernador del Darién y que murir'i en el aÙo de1776, Y de dofia Josefa de Torres y Pérez, ambos pertenecientes á

antiguas y distinguidas familias dc Panamá, naciÓ en esta ciudad, enel año de 1760, don JUAN DE RERRERA Y TORRES, padre delinvicto General Don 'J'omás de Rerrera.

Don JUAN DE HERRERA Y TORRES hizo sus primeros estu-dios en su ciudad nativa. A los 13 aÙos de edad, Uli licenciaespecial de S.M. el Rey de ESPLU-l, entrÓ a estudiar la carrera deCadete en el Batallón de lVilicias de llancos de Panamá y enl776, fecha de la muerte de su padre, abrazÓ armas en clase de

Cadete.

En el aÚo de 1778, sirviÓ de Oficial de la AdministraciÓn deCorreos, como subalterno de don Joaquín GarcÍa CastaTión. y con

don Ramón Díaz del Campo, continuÒ en el ramo de Correoscomo Ayudante del Contador e Intervcntor. Mas tarde, en el aÙode i 786, fué nombrado Oficial Segundo de la Real Contaduría, dela cual era .Jefe don Juan de LeÒn y Pacz.

Por su habilidad e inteligencia fue comisionado, en el ai-o de1788, a la Venta de Chagres a formar el registro de los víveres quecondujo a Jamaica don Josd Ventura de Soparda. Desde el aÚo de

1788 al de 1796 fue Tenientc de Cazadores de las márgenes delRio de Chagres. El 3 de Marzo dc 1796 S.M. el Rey le concediólicencia absoluta para separarse de dicho cuerpo.

Entre los varios pucstos de importancia que (ksempefiÒ mere-cen citarse los siÉ,'11Icntes: En 1792 Oficial Mayor interino; en 1793Oficial Mayor y Contador Real, interino, de Panarná; en 1 798 ofi-cial Real de Portobelo y desde el año de 1799 hasta el año de 1808,fecha dc la hoja de sus méritos y servicios, que tenemos a la vista,fu(~ Oficial Mayor de la Real Contaduria de Panamá.

Estante 118, CajÓn 4, LegL~o :17; Estante 118, CajÓn 5, Lega-

JOs 1 y J 2 del Archivo General de Indias, de Sevila.

77 - DONA MARIA CANDELARIA HERRERA CID.En la ciudad de Panamá naciÓ doiia MARIA CANDELARIA

IIERRERA. Fueron sus padres don Miguel dc Bcrrera Cid y doi-aFrancisca Ciluentes.

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Contraju imiirimonio dolia ~lARIA CANDELARIA, con donAntonio GarcÍa de la Cueva, natural éste de Sevilla e hijo legítimodc don Marcos Garcia de la Cueva y de doña Isabel Rodríguez de

Arteaga. Y de esa unión naciÓ en esta ciudad de Panamá, el Liccn-

ciado don ~Iigucl Josd Garcia de la Cueva, el 3 de Septiembre del

allO de 1695.

Estante 7 J, Cajón 5, Legajo 26 del Archivo GcnercJ de Indias,

de Sevilla.

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I"OLA C. DE TAPIA

En el remoto subconscicn te,se agita siempre una emociÚnque se aviva, al rescoldo de unacontecimiento o de un repcn"

tino recuerdo. Nadie escapa a

ese fenÓmeno, aunque a los queposeemos algo de sensibilidad,se nos acentÚa. Ahora que elcarnaval sc aproxima con su es-capismo hullangucro, surge enmí la trágica vifieta de las festi-vidades dc 1929.

Me veo andando de mi casa,en los altos de la Librería Precia-

do hacia la Avenida Norte, en

las proximidades de la Presiden-

cia. Las banderolas colgabanfláxidas y destCliidas, las serpen-tinas se amontonaban C(l!10 sier-pes sin vida y un jirÚn de papel

colgaba tan lánguido que produ-

cía tristeza. Ld ciudad estaba

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muerta, el verd110 soplaba su

viento inhÓspit() sobre los árbo-

les del parquecito de CatedraL.

Allí, cerca, en el J\lunicipio, po-cos días antes, la reina del car-naval había recibido la simbólica

llave de la capitaL. Ya el esplen-

dor dc antaÜo, había comenza-

do a languidecCf; pero se mante-

nía sinembargo la división de losbarrios que establecieron losespai101es durante la colonia. El

estudioso, se recoge y aislado cn

su "torre de marfil" para inda-

gar las pulsaciones de la menteque los sabios dejaron escritas yel estela huye hacia los remotoscampos en busca de un rcactivoespiritual, de una paz que re-rnansc su crnociÚn.

La casa hdcia donde me diri.gÍa ese 8 dc febrero de i 929,

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era la del Di. Eusebio A. Mora-

les y su familia. Hacia poco, ha~

bía visitado ese hogar enlutado

por la desaparición de una de

sus hijas y nunca olvidarc el sig-ni f ¡cado de pro fundo dolor,concentrado, hermérico; un do-

lor que no se expresa con gestos

de desesperaciÓn, lágrimas ni ge-midos: un dolor intensamentevaroniL. La mano que retuvebrevemen te en tre las m Ías, lo

expresaba con gratitud, sin blan-duras. En esc trágico 8 de febre-ro de 1929, Panamá había per-

dido, en un accidente fatal, auno de los hombres de más va-

lía de este país. Al que fuésu bstancia, serenidad y cerebrode la emancipaciÓn panameÙa,la columna más fuerte de susbases, el DI' Eusebio A. Mora-les, el que en las lides guerreras

empufiÓ el fusil para luchar porsus ideas, de la extrema liberalque eran en sus tiempos, las deavance, el estudioso incansable

de las teorías econÓmicas que

dieron a Panamá, se¡"ruridad yfirmeza. No se le postulÓ candi-dato a la Presidencia, porque ha-bía nacido en Colombia y esaexcepciÓn se le diceflió sÚlo alDr. Manuel Amador Guerrero,primer presidente de Panamá.Creo que el nacimiento es unhecho meramente casual que norefleja ninguna significación sinose siente la inquietud, el interés

y desvelo que cn cambio puede

suscitar la tierra en donde se vi~

ve y se respira el ambiente que

la circunda. En ese sentido, Eu-

sebio A. Moralcs fué más pana-

mellO que muchos de aqucllos

que habiendo nacido en estepaís, son indiferentes a sus ale-grías y sus pesares.

Hace años -1962- con oca-siÚn de las fiestas patrias, en eldiario Crítica, Id una semblanzadel Dr. Eusebio A. Morales, es-

crita por uno de los m:is valio~

sos ensayistas nuestros: DiÚge-

nes de la Rosa. La conservo,porque encuadra a la perfecciÓn,la figura del Dr. Eusebio A.Morales, cuya dolorosa desapari-ción, ocurriÓ justamente durantelos carnavales de 1929. La re-produzco, contribuyendo así, alanhelo de quc sirva dc ensei'an-:ia a la juventud que estudia yenseÙa, porque aviva en mi laadmiraciÓn y el cariño hacia elrecuerdo de aquél que dejÓ de

existir en el carnaval de 1929.

"Qui:iás Euscbio A. Moraleses hoy el menos conocido de loshombres quc condujeron a laRepública en sus jornadas pri-marias. Es pertenencia minorita-ria la cabal apreciaciÚn de su ca-tegoría intelectual y la magnitudde su esfuerzo en el alumbra-miento y la estructuración delnuevo Estado. Tal desconoci-miento duplica la incomprensiÚncasi hosca de sus propios coetá-neos respecto de un hombre queno fue segundo de nadie en laaceptación y el cumplimiento dela responsabilidad dc darle con-

textura liberal a la República.

En el grupo dc autores del episo-dio separatista dirigentes luego

del Estado durante 3 largas dé-cadas, Moralcs fué el pensador

más rif-ruroso, el escritor más in-fatigab-lc y el estadísta más orgá-

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nIco. En Pablo Arosemena do-minan el escritor y orador polí-tico temperamental imprecativo,

fulgurante. Carlos Mendoza, apa-sionado y batallador, fue sobre

todo, grito impulsivo de ataque.

Be li s ario Porras, perspicaz ycontradictorio, dispuso de gran

capacidad realizadora. RamÓnValdés, meditabundo y reposadoapenas tuvo tiempo para demos-

trar sua cualidades de gobernan-

te. Con ser todos figuras cimeras

del conjunto mayor integradoque ha dirigido al país desde

1903, a Morales le distingue en-tre ellos la gravedad de sus pre-ocupaciones, la penetración de

su pensamiento, la amplitud de

su visión y la persistencia de su

esfUerzo edificador.

Al advenimiento de la RepÚ-

blica, su mentalidad está yaencauzada en una corriente deideas rectoras que discurren porlos arcaduces de la ideología li-beraL. Su pensamiento comienzaa orientar el nuevo Estado con elActa de Independencia, docu-

mento en el cual la efusiónemocional propia del momentoestá contenida dentro de fracesconcisas y pulcras, pero justa-mente expresivas, de las causasde la separación y los objetivosde la RepÚblica naciente. Duran-te los 5 lustros posteriores, ni su

reflexión ni su actividad se sepa-

ran de las peripecias de la na-ción, ni aÚn en los instantes enque deja de participar en lasfunciones del Estado. No hayrama de la administraciÓn públi-ca que no le adcude algo a su

esfuerzo práctico o a su palabra

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mentora. La organización delgobierno, la orientación liberalde la educación pÚblica -subsis-

tente a pesar de las acometidas

reaccionarias toleradas y hasta

apadrinadas por los liberalespávido s, extenuados y podridosde hoy-, la reforma tributaria,la vitalización de la economíanacional y la defensa de los in-tcreses y derechos de Panamá enrelación con el Canal, fueron

preocupaciones y faenas de que

nunca exoneró a su inteligencia.Los informes memorandas y aúnresoluciones y despachos ejecuti-cos con representantes diplomá-

ticos de la República no sonmeras prosas burocráticas, sinoensayos de ciencia política apli-cada, singulares por su visión in-tegral de los problemas, la pene-tración de su análisis y el rigorlógico de los razonamientos.

No obstante, Eusebio Mora-les, jamás llegó a disfrutar delanchuroso reconocimiento pÚbli-co de que fué merecedor, SeabriÓ paso por entre una resis-tente atmÓsfera de incomprcn-siones. No había entre sus con-temporáneos nadie que conjuga-ra más capacidades, no ya parael ejercicio rutinario del gobier-

no, sino para una vez agotado

el impulso primo de la Repúbli-

ca, llevar el Estado por buenoscaminos y salvar los arrecifes yavisibles entre los cuales naufra-

garía nuestra historia política.Un precepto constitucional, des-prevenidamente redactado o de-liberadamente deformado, lecerraba el acceso a la rectoría

del Estado al hombre que le ha-

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bía prestado voz en su hazañainiciaL. Cuando 14 años después,Se trató de suprimir la exclusión

odiosa, lo que debía ser acto na-cional de jsuticia quedÓ reduci-

do a menuda pugna banderiza.Se apostrafÚ con un gentiliciocargado de intensiÚn peyorativa,a quien, no obstante el acciden-te geográfico de su nacimiento,

en largos años de vida en el Ist-mo se había consultanciado detal modo con nuestra historia,nuestro espíritu y nuestras an-

gustias, que nadie como él habíaadvertido las fallas y necesidadesde la nacionalidad. Quizás la gla-cial actitud con que le mirabantantas gentes era en parte, eco

de los rasgos de su caracter. Su

temperamento, su vocación deestudio, sus cogitaciones, le ale-jaban de las algarabías callejerascomo de los chismorreo s pala-

ciegos_ Sabía que la política esagitación pÚblica, emoción co-

lectiva, trasiego multitudinario_

Pero consideraba que la mecáni-ca de la lucha externa era infe-cundo desfile, si no estaba regi-da por la dinámica de las ideas

y los principios. Dividía a los di-rigentes políticos entre catego-

rías parejamente necesarias. "enlos pensadores políticos, los polí-ticos emocionales y los políticosde acción" Y aunque advertíalos peligros de la acción emocio-nal y de la voluntad presta, perodesasida de la reflexión profun-

da, rechazaba la apatía melancó-lica de los hombres que marcha-ban entre sombras y entre du-das, por una ru ta sin meta visi-ble". Ni muñidor electorero ni

teorizador estéril, participaba enla vida pública con una fina per-cepción de su responsabilidad.Observaba serenamente el de-curso de nuestras luchas políti-cas y discernía las causas reales

de discrepancia de los pretextosengarzados en las proclamasbanderizas, En su irreductibleintimidad se sentía distante porigual de los bandos adversarios

y procuraba servir al país conindependencia de la filiacionestransitorias y traslaticias. La

conciencia de su valí" y respon-

sabilidad le daba un sentido deorgullo y dignidad que resistíaimperturbable los ataquesaviesos. Sólo muy rara vez logra-ban las miserias cotidianas irri-tarlo y entonces su respuesta eracaústica: "Yo soy enemigo dedar explicaciones de mi conduc-ta. A mí me causan tristcza loshombres, que a cada instante leestén dando informaciones alpÚblico sobre 10 que hacen o nohacen con el fin de responder acargos pueriles o graves, mani-

fiestamente injustos y apasio-

nados. Yo ni explico ni me de-

fiendo, Hay dentro de mí untestigo supcrior, que sabe 10 quehago, 10 que soy y lo que mc-

rezco, y mientras este testigoesté satisfecho, la voz de los ca-

lumniadores, la baba de los envi-diosos, la ira de los necios y los

estúpidos, en nada alteran la se-renidad de mi espíritu. Yo meconsidero muy por encima detoda esa muralla asquerosa que

surge en las democracias embrio-narias y que trata de hacerse

sentir mordiendo fusionamente

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a todo ser humano que tiene al-gún mérito; y aún en la humil-dad de mi vida tengo para todasesas gentes la única respuesta demi desprecio y mi silencio" Peroel hombre que tal decía no eraun ser huraño y resen tido. Laaparente adustez de su semblan-

te era la expresión de un espÍri-

tu siempre reconcentrado en la

meditación sobre el destino denuestro vivir colectivo, Los jóve-nes que se acercaban en busca

de rumbo para sus inquietudesde claridad para sus ideas, de es-

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tímulo para sus tentativas, en-contraban un maestro anhelosode transmitir sus conocimientos,

un cordial amigo mayor que losincitaba al estudio y a la supera-

cI¿)t individual por la acción

consciente sobre el medio.Atraía su vivacidad mental, ga-naba la atención su palabrapronta y concisa, subrayada con

gestos rápidos y admiraba launiversalidad y hondura de susconocimientos, "

-DiÚgenes de la Rosa~

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hcrmosa noche se cclebra unbailc. El motor del truck lucc

en su ronroncar tan jubiloso co-mo los cuatro amigos, En uncruce del camino se divisa unamuchacha. Viste un traje colorde rosa y lleva unos jazmines en

la ondulante cabellera. Con ges-

to de su mano blanca indica alos jóvenes que desea la llevencon ellos. Ella tambicn iba albaile de Sábana Grande. Se de-

tienen, y galantcs hacen subir a

la bella desconocida.

Uno de los muchachos agua-dulceños simpatizó a la joven

del traje rosado. Bailó con ellala noche entera. Supo de suscuitas. Se iluminó con su rútilsonrisa. Y la tuvo con cl en elnudo de sus brazos de enamora-do.

La madrugada había llegadocon su nicbla y su brisa fresca.La muchacha del traje colorrosa scntía frío. El joven agua-

dulceño, con esa solícita dono-sura de los enamorados, le cediósu "j acket".

Volvieron al truck. Llegaron

al mismo cruce del camino. Yen la penumbra del alba apenasinsinuada, la bella muchacha deltraje color rosa y los jazmines

en la cabellera besÓ, con unbeso apasionado, a su jovencompañero de baile. Se despidiócon un adiós triste de su manonívea. Arrancó el motor y el

truck devoró algunos kilóme.tros.

De sÚbito, el joven reparóque la joven habíase quedado

con su jacket. Sus tres amigos le

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instaron, a la par, quc regresarana la casa que se veía cerca del

camino en que habían encontra-do a la muchacha del traje colorrosa.

Volvieron a toda prisa. Deja-ron la caretera y penetraronhacia el rumbo en que se divisa-ba la casa del camino. IJegaron.

Ya el fogón y el candil estabanencendidos. Dieron los ritualesbuenos días, y preguntaron a laseñora de la casa por el"jacket" .

¿De qué "jacket" me ha-blan ustedes?

- Del que le prestamos a la

muchacha del traje rosado quefue con nosotros al baile de Sá-

bana Grande.

(.De qué muchacha deltraje rosado me hablan ustedes?

De la que llevaba unosjazmines en el pelo.

¡Aquí no hay ningunamuchacha! ... Pero como ilumi-nada por la luz de un relámpa-

go, la señora invitó a los jóvenes

al aposento que había inmediatoa la sala de la casa del camino.

Les mostró un gran retrato decuerpo entero de una joven con

vestido rosado y jazmines en elpelo, No tuvo quc preguntarles:era la muchacha, la misma mu-chacha, dijeron todos.

¿Pero cómo puedc ser, siesa muchacha, mi hija, murióhace cinco años?

Incrédulos aÚn, replicaron co-mo si la señora les estuviera to-mando por tontos. Entonces ella

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les indicÓ que luesen al cemen-

terio.

La propia madre se ofrecifi aacompaiìarles. Allí, en el solita-rio camposanto, compartiendo

el IÚgu bre silencio de los l1uer.

los, allí sobre la humilde tumba,allí i.staba el jacket.

Al joven aguadulcellO que lamuchacha prefiriÚ aquella Ilochememorable, le subía la lividez ala cara. Sufrifi una especie de

conmoción, y sus compaiieros.tan asombrad()s como él, tu\"ie-ron apenas manos piU,i llevarloal tnick y coiitinuiU" el viaje.

La noticia termina con estaotra: el j ove n aguadulceiìo se

encuen tra su friendo una crisisnerviosa progresiva en el Hospi-

tal de Aguadulce. Sus amigosandan como lelos por las calles,contaiido a todo el mundo laextraordinaria historia del baile

de Sábana Grande y de la mu-chacha que habían encontrado a

una visla del puente del Santa

María, la nochi. del sábado i-Jde junio".

- o

Confesamos que la relaciÓndel diario EL DIA nos piU'ec¡O

emotiva, amena, sentimental ybien urdida, y sobre todo origi-nal, sonsiderÚndola así hasta quecayfi en nuestras inanos el volu-men impreso el 15 de mayo de1964 en lVliami, Florida, por larevistei SELECCIONES, en elcual condensa una serie de pu-blicaciones aparecidas en fechas

precedentes en el mismo men-suallu.

En es te tomo a que nos refe-rimos figura un relato simil;u"con el antes transcrito, bajo eltítulo de "FLOR DE ESPLIE-GO", que se dice "condensado

de "Dark Trees to the Wind",cuyo autor se llama Carl Car-

mer. lIe aquí el relato:"Esto es lo que yo he oído.

en sábado en la noche dos mu-chachos dcl Colegio HamillOlliban en un autoniÚvil a un l);ileque se daba en Tu:\i.do Park.Seguían el camino que cOlle pore I valle de! río Ramapo. yvieron a una joven que esperaba.

Vestía traje de fiesta del colorde la niebla que se levantaba so-

bre e! fondo oscuro dc la co-rriente, y sus cabellos eran del

colur del trigo en saz/)!. Pararonlus muchachos y se ofrecieron allevada. Sin vacilar, ella se aco-mode) en el medio de los dos, yles preguntfi si iban al baile de

cuadrillas de Sterling Furnacc.

Su ro st 1'0 fino y lo stado, depÓmulos salientes; su cabelleradorada; su sonrisa luminosa; lamovilidad de sus facciones, en-cantaron a los muchadios. Lacunvencieron de que les aconi-paiiase más bien a su baile deTuxedo Park. Una vez eii la tics.ta, cuando fueron a preselltarla,les dijo; "Llániennie Flor deEspliego. Así me dicen porquesiempre visto de ese color".

Terminado el baile y de regH:-so ya a casa, la joven sen tía

mucho frío, por lo cual uno delos muchachos le cediÓ su abri-go de parìo escocés. Ella les fueindicando e! caniino por las pol-

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vorientas carreteras de los mon-tes, y al fin los hizo parar frentea lllla cabaiìa tan des tartalada quese hubiese creído deshabitada a

no ser por una raída cortina de

encaje puesta en la ventanIta dela puerta. Ofreciendo verlos de

nuevo, ella se quedÓ al borde

del camino, despidiéndolos con

la mano hasta que desaparecie-

ron. Ya estaban casi en el pro-pio Tuxedo los muchachoscuando el que le había prestado

su abrigo cayÓ en la cuenta deque no 10 había reclamado. De-

cidieron volver por cl al día si-guiente, al regresar del colegio.

Cuando los muchachos llama-ron a la puerta de la cabafia,

una vieja canosa y decrépita lesrecibiÓ clavándoles una mirada

penetrante con sus ojos azules.Preguntaron por Flor de Esplie-go.

,:.Son ustedes viejos ami-gos suyos?, replicó la anciana.

Los muchachos temiendo quecon la verdad pudiesen indispo-

nerla con los suyos, dijeron que

sí. La vieja les dijÓ:Eiitonces deberán saher

que ella murió, Hace diez aiì.osque está enterrada en el cemen-

terio que queda allá abajo, allado del camino.

No, no puede ser ella lar¡uc usted dice, dijeron losrn uchachos y explicaron quebuscaban a una je)ven que habíaestado con ellos la noche ante-rior. Pero la vieja respondi(i:

- J amas ninguna otra conese )) om bre ha habido por estos

70

contornos. Y en todo caso, eseno era su verdadero nombre. El

papá la bau tizÓ Lilí cuando na-ciÚ. Algunos le decían Flor de

Espliego por el lindo vestido

que siempre llevaba. Con él laenterraron.

Regresaron los muchachospor la carretera. A unos cien

metros, el que iba al volantc de-tuve) el aulomÓvil. SefialÚ unas

cuantas piedras blancas que se

veían en un campo abierto po-blado de maleza.

Ah í es t:i¡Qué diablos!

un vistazo.

el cementerio.

Vamos a darle

Encontraron la tumba. Unalápida pequeñita con el nombrede "Lilí". Y al frente, sobre unapiedra, cuidadosamente doblado,el abrigo de paño escocés".

o

Como es notorio, entre la na-rración panamelia publicada en

EL DIA en 195:) y la norte-americana de SELECCIOi\ES en1964, hay una diferencia deticinpo de casi diez aÙos. Para

nuestro gusto, el cuento nacio-

nal es más bonito, más espontá-

neo y emotivo. Pero el argumen-

to en ambos es el mismo. Nospreguntamos ¿.quibi copio aquien cn este caso?, ° ¿.a quien

copi:uïi)) ambos narradores el ar-gunrcnto? La verdad es que uno

de los relatos cs plagio del otro,o ambos lo son de un tercero,que fue el original, es cvidente.

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LA UNION

PUEOlLO -GOBIERNO

UNAREVOLUCIONDIFERENTEMENSAJES EN 1. A HISTORIA

Cuarto Aniversariode 1" RevoluciónPanamcnc.:¡

Coincidimos con OmarTorrijos Hcrrera al manifestar

que se trata de una nueva con-

cepción de gobierno, lo queexiste en la República Istmena.

Afirma: "La velocidad extra-ordinaria de la Revolución Pana-meña, en el campo de las certe-ras realizaciones, no es fruto dela mera casualidad, ni de labuena fortuna, sino que es con-secuencia de una nueva concep-

ción de gobierno".

El General Torrijos ha creado

su propio estilo y su propia ma-

nera de expresión en el trabajodc inspirar, dirigir y gobernar elEstado panameîlO.

Ante una Realidad Histórica:

O/iras y Autores

Revela el libro UNA REVO-L UCION DIRERENTE, abun-dante comprensión del factorhumano de la población ístmica.Comprende, dice el periodistaMoisés Torrijos Herrera, "chispa-zos de genio e ingenio, de inspi-ración, producidos al calor delmomento, de frases pronunciadaspor Omar T orrijos a lo largo y an-cho de la República, bajo el es-tímulo punzante del contactodirecto con la gente común, conla gente en donde vive la angus-tia, con la gente en donde costa-ba trabajo hacer renacer la fe, laesperanza; con esa gente queacaricia y analiza su miseria dia-

riamente, buscando afanosa unarespuesta a sus necesidades; con

esa gentc que ya se atreve a es-perar soluciones, porque ha en-contrado eco a sus angustias".

Los editores de esta obra, handeterminado diversificar los li-neamientos comunes de las citasdel General Ornar TorrijosHerrera, según los temas más re-levantes. Es decir, la obra puedeseñalarse toda, mencionandosu contenido, diciendo todo loque quiere significar con los te-mas subtitulados: Surge unLíder, Nuevo Panamá, Con Las

UNA REVOLUCION DIFERENTE

Exponemos a Uds. nuestro punto de vista de la obra titulada UNAREVOLUCION DIFERENTE (Mensajes en la Historia de la UniónPueblo-Gobierno) que, con motivo del IV Aniversario de la Revolu-ción Panameña, el conocido periodista Moisés Torrjos H" nos hahecho llegar, a nombre de los editores,

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Dos Manos, Y Dice Omar, ConNuestra Propia Aspirina, YuntaPueblo-Gobierno, etc., etc., queya van diciendo, cn sus títulos,mucho del contenido i ideológi-co de nuestra Revolución sin Dic-tadura.

En Con las Dos Manos se ha~ce referencia a la filosofía quc

sirve de pauta al gobierno del

Nuevo Panamá. Ya, desde susprincipios, refleja el movimientola convicción de la bondad in-trínseca del pucblo y de la "nc-cesidad urgente de una depura-

ciÓn estatal que responda a csa

bondad, que la estimule y la in-cremente".

He aquí una frase que merece¡''Yaharse en bronce: "Yo soy de-masiado respetuoso, porque lapaz es el respcto a la dignidad

ajena". Lo dice Omar Torrijos.En oposición al Estado Anti-

nacional de J u-sé N _ Lasso de la

Vega, aparece el Estado deT orrij os, un Estado Nacionalquc queda simbolizado en launión dinámica dc gobernantes

y pueblo, En la unión de intere-ses y responsahilidades, "launión de alegrías y esperanzas",que denuncia la b'Yáfica y felizexpresión: "la yunta pueblo-

gobierno" ,

Y DICE OMARSe perfila la fuerte personali-

dad del lÍdcr desde las primeras

cxpresiones: "Este movimiento

no surgió por combustión cs-

pontánea, pues ningÚn movI-miento revolucionario dcl país

surge por combustiÓn cspontá-

72

nea". "SurgiÓ, nos dice, tornan-do su tono un tanto más suave,

como la suma final de un pue-blo que se venía concientizando;

de un pueblo que, a travcs de sueducación y de sus luchas cívi-cas, ya estaba dispuesto a no

permitir que se le gobernara en

la forma negativa como veníasucediendo", Y, para resumir elpensamiento presente, concluye:

"Lo único que hemos hecholos militares es poner los fusilesdc la Guardia Nacional, el arma-

mento de la Guardia Nacional,al servicio de cse pueblo que yahabía llegado a un límite depaciencia", "Me siento suma-mente orgulloso, me siento alta-mente complacido, me siento al-tamente distinguido de ser elComandante de los 6.000 hom-bres más leales que he conocidoen la vida", agrega.

"Lo grande de este gobiernoes que somos honestos y admiti-dos cuando no hemos podido;pero lo honesto que tenemos es

que si no podemos, hacia allávamos". Como panameño since-ro continúa: "Yo he estado rc-corriendo el país y al recorrerlo,trato de descubrir la Aspirina

propia que remedie el mal pro-pio" De un extremo a otro delpaís han sido interprctadas estasaltivas palabras, "Yo no quierocometer el error quc han come-tido otros gobernantes que quic-

ren encasillar la soluciónpo lít i ca p,mameÙa entre losmoldes clásicos".

Voz magisterial es la que afir-ma: "Yo ando buscando, yo

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ando aprendiendo todos losdías, yo converso, yo investigo.Hasta de gentc muy ignorante,de gente muy apartada, de genteanalfabeta, uno aprende todoslos días algo".

Padrc e hijo, gobernante ygobernado, jefe y pueblo, reali-zación y proceso, nos quiere de-cii, es tenido ahora en cuenta.

Muestra Omar humildad en laexpresión siguiente: "Buscamos

un gobierno en el cual todos so-mos hijos legítimos. Un gobiernoen donde algunos no sean hijas-tros o hijos adoptivos. Un gobier-no que sea el padre de todos, nopadrc para unos y padrastro pa-ra otros".

CON NUESTRA PROPIA ASPI-RINA: A la faz del mundopuede presentarse el espectáculode un país unificado: El más

grande logro. Y es porque "conlas dos manos", con mirada es-tudiosa y segura se buscan las

soluciones al país". Expresado

ello al decir: "El más grande lo-

gro de este gobierno; el másgrandc logro de estos años de laRevolución ha sido unir, bajouna sola bandera, bajo un solo

estandarte, a un milón quinien.t o s mil panameños. Este esnuestro más grande logro y eséste nuestro anhelo patriótico".

Intensa preocupación, honda

por el bienestar social, por el

desarrollo económico-social de

la nación muestra el líder máxi.mo de la Revolución Diferentede Panamá,

Al panameño sc le ha formu-lado un reto, El panameño sien-te, dice Omar, la impostergable

neccsidad de responder al rctoque cn la hora crucial, en el te-rreno dc las reivindicaciones leha sido presentado: "... se le

ha formulado un reto, en estemomento histórico cn el quehay que acelerar el desarollonacionaL. ....Y Panamá estárespondiendo a ese reto".

Programa de gobierno alenta-dor: Al efecto, una promisoria,

ordenada transformación nacio-nal se perfila, traida, originada

por una nueva revolución: laRevolución del 11 de Octubre,expresa el General.

Problema especialísimo es elde la educación de la niñez. Com-prensión y protección se le habrindado. Hácese hincapié en un

nuevo concepto social: "Con es-tos niños está surgiendo un nue-

vo concepto de Panamá, unnuevo concepto social, porqueconjuntamente con el abeceda-

rio se les enseña el Credo de laRepÚblica: que la Justicia Sociales 10 Único que mantiene la pazen el escenario de cualquier

país. Pueden ustedes tener la se-guridad, madres panameñas, deque estos niños no van a ser ex-plotados en la forma ni por losmismos que explotaron a sus pa-dres" ,

Es la Revolución también de

los campesinos cuyos hijos aho-ra tienen calzado, es la Revolu-

ción de los trabajadores, ". . . yahora afirmo que la revolucióndel 11 de Octubre es la revolu-ción de los trabajadores. Porque

ya es hora que se diga que, enel progreso de la nación, contri-

73

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buyen por igual la inversión pri-vada y el brazo del hombre queconstruye", ¡Admirable concep-

to de un hábil gobernante, con

amplias perspectivas de transfor-maci(m nacional!

Esperanza y voz de alerta re-vela cuando nos dice: "Yo creo,señorei., que si el experimentopropuesto fracasa, no fracasa

Torrijos, no fracasan los corone-

les, ni el Estado Mayor, ni esteequipo dc gobierno. Fracasa laúltima esperanza de la Patria dever resueltos sus problemas..,Si fracasa, sefiores, es el fracaso

de la ilusiÚn de un pueblo de

vcrse mejor gobernado, mejordirigido y estimulado por un go-

bierno que realmente respete alhombre. .. Fracasa aquella po-

sibilidad que todos teníamos,

desde el aula de clases, de llegara ser algo, no para aprovechar laposición en beneficio propio, si-no para hacer algo por ci queno tiene y que realmente nece-

sita. Indeclinable conciencia deresponsabilidad y acci(m cons-

tante para cllogro de los objeti-vos de la Revolución muéstranseaquí. Precisamente, he aquí porqué ésta será llamada una Revo-lución Diferente.

La Filosofía fundamental deeste gobierno ha sido la consul-

ta, Los 505 delegados que repre-sentan voces autorizadas de loscorregimientos, representan ungran triunfo del GeneralTorrijos. Ellos contribuirán, conefectividad, al desarrollo y en-

grandecimiento de Panamá.74

El libro explica con claridad

la llama que agita el pecho del

General Torrijos, cuando nosdice: "En la vertiente democrá-

tica, hay en la actividad revolu-

cionaria del General Torrijos, undeseo constante, inexcluycntc,vigente en todas sus acciones: eldeseo de encontrar un disefiodemocrático de gobierno quercsponda auténticamente a larealidad socio-económica y polí-tica de nuestra América y, fun-damentalmente, de Panamá.Vale decir que estc deseo es laprcocu paciim permanente deTorrijos". Esto es enunciado,

gráficamente por el General, aldecir al hombre de la ciudad ycÙ del campo que "es su respon-sabilidad el encontrar la propiaaspirina para la Patria, la medidaeficaz, el programa único quenadie, sino nosotros mismos for-niularemos" ,

Cuando Omar se refiere a laLey revela conocimiento efecti-vo de la relación que existe en-tre la Ley y el hombre, porque

dice: "Mientras más cerca estála Ley del hombre, más efectivaes la Ley". En efecto, como ex-

presan los editores de este libro:"Esta verdad axiomática encie-rra toda una teoría, toda una

idea del gobierno auténticamen-

te dcmocrático y es, a la vez,una fiosofía, una idea que hainsurgido al compenetrarse, sen-

tir y vivir el General, la realidad

a lo largo de 4 afios dc pcregri-

nar revolucionario por el ámbitogeográfico de la nación", Y con-cluyen los editores expresando

que 10 primero es sentir la nece-

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sidad de la buena ley, de la Leyjusta que tiene en cuenta alhombre, al ser social.

El análisis del ser social, delser de múltiples necesidades y

de complejidades básicas, toma

como fondo el pensamiento ex-presado por el General, al defi-nir la básica concepción de la

Asamblea de Representantes deCorrebrimientos: el gobierno, el

funcionario, al lado del hombre-masa, al lado del hombre~obrero, al lado del hombre-campesino, del hombre-profe-

sional, o dcl hombre-padre y delhombre-estudiante. Para que ese

funcionario (el de la Asamblea

de Representantes de Corregi-mientos), para que el gobierno

detecte y conozca la realidaddel país desde abajo, desde sucélula primaria y pueda hacer

buenas leyes que propicien eldesarrollo de la República y elimperio de la verdadera demo-

cracIa. y así encontramos aTorrijos en el campo, en la re-serva indígena, en la ciudad, en

la calle, en la escuela, en la Uni-

versidad, en los sindicatos, en

todo el ámbito istmeÙo. Tam-bién es oportuno que mencione-

mos que el General practicatambién con el ejemplo, "por-que el General partió del kiló-metro cero en adelante", impri-micndole, es la verdad, laboran-do más y más. Luchando abrazo partido contra la inercia yel no - hacer burocrático; lle-

vando al país una nueva imagen

del gobierno en el nuevo movi-

miento, en el nuevo gobiernorevolucionario.

Esta figura relevante lleva labandera de la paz sociaL. Así,ante la faz mundial, presenta-

mos los panarnerios un ejemplode armonía, de dignidad, de tra-bajo, de unión entre el pueblo yel gobierno. El general Torrijos

ha expresado con magnificencia,e s ta idea del gobierno idealcuando se refiere a la yuntapueblo-gobierno.

Durante la acción del presentegobierno, las perspectivas de in-versión han aumentado. Han co-brado confianza las institucionesbancarias y las industrias que seinstalan en el país. Prueba todoello la seguridad con que exper-tos economistas y expertos in-ternacionalistas ven el futuro delpaís. Paz, prosperidad en el Ist-mo que bañan dos mares.

Factor digno de mencionarse

en el proceso de reestructura-ción democrática de Panamá,señalan los editores, es la abso-

luta ausencia de persecución porrazones políticas o ideológicas:"El país vive, actualmente, so-bre una base política que se de-nomina sencilamen te Dcmocra-cia". Y, en es ta base, se abarcan

todas las formas ideológicas y

políticas sin distinciÚn alguna.

Porque, Democracia, es, entreotras cosas, tolerancia, acepta-

ción y respeto de todos los de-rechos y todas las ideas". Conpalabras admonitivas se indicaque, precisamente por ello, hayquienes se han marginado en es-te proceso revolucionario.

La visión que se presenta en

el libro que comentamos, es la75

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de un país nuevo, que ha olvida-do viejas rencilas, ha tomado dcsus tradiciones la escncia y elamor a los altos valores del espí-ritu y marcha con dinámica sin

par, más allá del actual presentehistórico.

y en perennidad las palabrasdel General:

"Nucstro pueblo no acepta lajerarquía, porque uno es Gene-

76

ral, 11 porque es esto" ni loo tro; la U11ca jerarquia que

acepta es la jerarquía del ejem-

plo. Es la jerarquía moral, es lajerarquía del que más trabaja,dcl que más se preocupa por lacomunidad" .

Osman Leonel Ferguson

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C1Ri~l .,1 JLIRTlNEZ ORTEG.IA PHOPOSnO DE SL'

AMAN~RA DL' PROTESTA

Por: Vra. Edilia Camargo V.

Desde que los poetas han de-jado de "labricar" metÚfciras dc

la realidad y se han inclinado

hacia las cosas de "la calle"como bien lo dices en tu poemaque lleva ese nombre, la poesía,

que es la poesía?

InformaciÓn, la mayoría delas veces, de eso que algunos es-

tctos con c. Luck:iCS han llama.

do la cotidineidad.

"Un nirio so licita u ¡ia m O/teda:se le recomienda (fue trabaje"

Otras, una simple traducciiina transposicilii de significacio-

nes de un sentido corriente, aun nivel mÚs "refinado".

El poema que denominamosEXPERIENCIA PERSONALconcluye muy aristocráticamen-te muy de universitarios.

"La Libertad no es otra cosaque una estatua en Nueva Yorhcontemplando Wall Street ydando la espalda al Sur".

despu~s de haber revisado unaserie de experiencias que se rela-cionan con ella o mejor dicho,

que constitu\'l'll matices de esoque han ILmiado Li libertad. Esuna explor.ici/)n quc a mi juicioes dc gran inicr¿'s. Sin embargo,déjame decirte qUl' toda\ Ía est:ismuy apegado a la tradiciÓn delas

"sillas giratorias \' de lossÙtenias planetarios"

cle tus antecesorl'S. Le hace faltaa ese pocma, que yo, estilítica-incnte considcro iuio de los mc-

jores logrados l'n la prcsente co-leccil¡n, le hace falta llÚS fuerzaal mismo lcnguaje que empleas

te dl'ticncs en juegos musicales

coino:

"eiitre,!.(ando fotos coino si inijJ1)lJÓs!to fuera el estrella/o ".

Hay unas imÚgincs vcrdacleLI-niente fantásticas, como aquel!.ide los planchados naturales y

los "ojos como bolas aceitadas".

Como aquclla de "los incoii-parables muchachos dcl Army! .. . sin pasaporte pero con su 1\1.1 "

Indudablemente (¡ue tus visio-nes abren un mundo de peque-

Úas y grandcs preocupaciones,

sin embargo algo me preocupa:por qu~ tu poesía pareciera flo-tar en la superficie de una reali-dad social muy espccílica que esla nuestra pero no se atrcvc adar unos verdaderos espaldara-

zos a esa misma realidad a versi, despuc:s de todo, aún vale lapena haberse tomado el trab,-tjode penetrarla, no para soiiarla,sino a ver qué pasa después dc

que la "puerta me cogió los de-dos" o mc cayó en cl pie.

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"A MANERA DE PROTESTA"(I) DE MART!NEZ ORTEGA

Por: Diego Domíngez Caballero

"Deseo conocer la libertad".

IHartlnez Ortega.

Es un libro surgido de la cir-cunstancia pcUlamcìia: en su fon-

do y en su forma.

Escribe Aristides MaTtínezO rtega de manera directa ytajante. El artísta trata de ex-

pi;esar en forma clara, lo mássencilla posible, de modo defini-tivo, a veces cruel, lo que tiene

(1)

en el hondÓn del sentimien to.Pero es preciso "atravesar" estaclaridad de cxpresiÚn --comoAlicia al espejo que refleja supresunta realidad-- para llegar alau tén tico universo del poeta. Y,el fondo, el mensaje que presen-

ta, es el de un hombre encade-

nado que trata de limar losbarrotes de sll prisiÓn con laburla y la ironía. Subjetivamen-

te esta es la actitud dcl autor.

Una subjetividad de la cual sur-ge la ubjetividad de la circuns-

tancia en que se encuentra en

poeta: un pedazo de tierra irre-denta que clama por su libertady un hombre que es lobo delhombre.

Mart ínez Ortcga. Ari,tidcs: A Manera de Protesta, Editorial de la Univcrsidad dcPanamá, 197 2.

El autor utiliza la il'on.Îa aliada con la burla. Las palabras quc sc cxprcsan en la il'onÍ;1no deben tornarsc al pic de la lclra: son e.1 postc indicador que apunta hacia el objctivo.

Por ello esta es una pocsía cuya forma, tomada en su sl'ntidn literal, no exprcsa el fondo.1'1 lector tiene qUl' vivir cn la circunstancia dd poeta para c,lpUir todo d sentido de supalabra de protesta. El espíritu del lector al "ri,ducir" Icnomcnolúgicamente el sentidoingcnuo y latcral de las palabras. sale disparado hacia el vcrdadcro objetivo. Es necesario

aniquilar y. sirvi0ndose de lo aniquilado, Ilcgar al conocimiento vivcncial de la angustia

quc late i,n sus versos. "Deseo conoccr la libcrtad" sc cxpri,sa cn uno de los pOl'mas. Pero

la libertad suponi' valori" y, frcntc a ellos, la pcrsona, con la posibiliùad de eScogimiento

y dcc isión.

Este poeta irónico es paradójiw: crcc cn los valores de los cuales, parece burlarse; yaqUl', su ironía. va endilgad¡J precisaml'ntc, a quienes traicionan esos valores. La ironía se

unc ;¡ la burla para señalar los sepulcros bl,Jnqucados. Por ello, al iel'r estos versos deMart.ncz Ortega, anora en nosotros una sonrisa que dcsaparccc, fÚpidamentc, al captar laamargura de su auténtica protcsta.

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Poesía

POEMAS DE ROßERT GRAVES

ELLA REVELA SU AMOR MEDIO DORMIDA

rJla rCl'cla su mnor mnlio-dormida,cli las horas oscuras,con palabras secrdas apeiias balbuceadas:

mientras la tierra se revuelve inquieta en su sueiio inuernal)' se adorna coil hierba y floresa pesar de la nU'I'e,a ¡Jesar de la IiÙ'ue que está cayendo.

LA PUERTA

(;uiizdo de pl'litO eiitrÓfJarecÙ) (¡ue la puerta nunca más volverla a cerrarse.y ella lampoco la ccrraba -- ella, ella.Fl cuarto pel'lliUiecla abierto a un IIUlr que viiiiera de visita)' que IIÙiguiia ¡merta serla capaz de conteiier.

Sin embargo, cuwido por jïn sonriÓ, inclinando la cabeza,para despedirse de in.í,1'11 lugar de la sonrisa

hablauna puerta oscura cerrándose ÙiterrnÙwblementc'.Las olas se alejaron.

ATl~.A VESANDO PESADILLAS

jamás le desllusioiie,i deese sitio (/ue algunas veces uisitas en sud/os:uasto, reiizolo terátorio, allende todo SUCliO:

o de aquellos que en él encuentras, aunque casi nuncase sienten contz:r;o:

el indomable, el viviente, el apacible.¿Icaso no los conociste? ¿A quiénes? Elloslleuan el tiempo c e¡"l ido , como un rlo, junto a su casa;en el uZlnilio de la historia no hay formade 1/00nbrarLos o numerarIos.

En tus ojos solÌoflenlos leo el viajeque ine refieres incoherentellente; y despiertami amante adnilraclÓiz que tÚ, lemerosa y tlmida por iiaturaleza,i'iajes, atravesando pesadillas, hacia una tierra perdiday rodeada de fosos.

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SUiCIDA EN EL MATORRAL

El suicida, lejos de sentirse satisFecho,

cmiternf)ló su f)ropio cráneo destrozado:¿Era esto? i,ESTO?

¿No fÚe su prof)Ósitolibrarse de cobradores y mastuerzoscarnbÙindo de IJaisaje?

Hn alguna IJarte retuinbó una carcajada:este era el aspecto que teida el día de su boday al día s(glliente.

Ya no tenía adÓnde ir;y ninguna diversión, salvo recorrercualquier inaterial de lectura que los vientos pu.diesen arrojarle

alinatoi-ral donde yacÙI su cuerf)o:una págin.a deportiva del (uìo fJlsado,el arrugado erisayo de un escolar.

(versiÓn al csparìol de Tristán Solarte)

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ARIADNApor: Thomas Marton

(Traducción de Tobías Díaz Hlaitry)

A través de la llameante tardelos tamborines hablan juntos como langostas;la flauta derrama su delgado arroyuelo sin fin,entretejiéndolo con el repiqueteo de los palillos sobre la marimba.Los tambores y las campanas cambian puñados de brillantes monedas;los tambores y las campanas esparcen su música, como peniques

a través de todo el airey miran la delgada mano del tocador de laúdque ráfJidamente arranca las notas brillantes como lentejuelas

de las cuerdasy las esparce como gotas de agua.

Detrás de las cortinas de bambú;detrás de las fJalmas;en las recámaras verdes y salpicadas de sol de su palacio,Ariadna con sus zapatillas rojas y un peque/Ìo bostezo,tira una bola sobre la rueda de su ruleta.

De prontu, justamente al norte,un barco griego salta sobre el horizonte, salta como un

putrillo, patea la estJUma.

El barcu navega a través de la llanura de brillantes amatÚtasy gime ante la escollera.

La ciudad entera corre a ver;rátJida como la mano cuando se cierrase ardan las velas.Entonces los tambores se aturdeny la multitud exaltada, clama;

Oh, Teseo! Uh, héroe griego!

Como un pensamiento a través de la mente,Ariadna se diri:f5e a la ventana.De la armadura del capttán de ujos negrosflechas de luz saltan en toda dtrección.Flechas de luzresuenan dentro de ella como las cuerdas de una guitarra.

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e Ilerl Lo

Manuel Ferrer Valdés

LA OFICINA

La seÌlorIta Lucía Vernon, secretaria principal de la UnionPacific Corporation, era un alambre que trasmitía la corriente alter-na de palabras y números desde su jefe a la máquina de escribir.Los largos aÌios de profesiÓn y la dulce fealdad de su rostro, lahahían rcideado de un aura de automatismo, que nadie osaba rom-

per. La oficina de su jefe, MI' Stagg, se cncontraba en la parte

superior dcl edificio, aislada por una corta escalera del piso dondelos subalternos formaban colmena. La seÌiorita Vcrnon apenas co-nocía dc cara al resto de los empleados de la Conipaiìía; su laborera tan de tropel y niinucias, que sÒlo por dos veces en su vida

hablÓ con el Sr. Rodríguez, qUIcn desernpeÙaba el puesto de Se-

gundo J de, en la planta baja.Lucía tenia srtisto por su trabajo. En las primeras horas del

día cazaba con destreL.a las palabras del.l de sin dejarlas siquieravolar, luego engordaba los archivos con lo que fuera grano de pro-vecho, dejando para lo Úl timo que los redondos dientecitos de lamáquina de escribir royeran la mies.

l\lr. Stagg sÓlo ilenba dos aÚos de Gerente; era de origensueco y el aire de Europa lo circundaba. Durante mucho tiempofue el encargado de las sucursales del :\lcdiano Oriente, de dondepasÓ a Ganna y luego a Panam(i. lIab ía en i~ 1 cùgo indefinido ysecreto quc atraía, desdc la cara cennelÌa hasta el pulcro vestido,

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en donde lo único exotico era la camisa de seda. Era hombre depoco hablar, más cuando lo hacía, causaba sorpresa el fervor de susgustos. Así fue ~para sorpresa de Lucía- que 10 oyó en ciertaocasión elogiar a Panamá, dando grandes alabanzas a la variedad depesca que ofrecían sus aguas y a la riqueza de sus bosques, llenosde sorpresas para el cazador; aunque nunca 10 oyb hablar de muje-res, tenía para ella -sin saber la razón- que resultaban también desu agrado.

La vida de Lucía Vernon era menos monótona, cuando dabacon trasoñar el pasado de su jefe y 10 hacía de noble cuna, con

épocas de sufrimiento por el amor o la guerra.

Aquella mañana, sólo se oía en el quieto recinto el runrun delJefe firmando documentos y el maquinal tamborileo de la secreta-ria, transida por el trabajo. No llegaba hasta ellos, ni dsomo delbullcio de abajo, ni rompía la quietud el timbre del teléfono, yaque Mi. Stagg sólo daba la clave a gente de importancia. Era ya lamedia mañana cuando se produjo la llamada telefÓnica que llevó ala angustia a la señorita Vernon. Mi. Stagg contestó con breves

palabras y luego permaneció silencioso, oyendo a su interlocutor,por un período interminable de minutos. Lucía alzó los ojos con elc1ic final y vio a su Jefe cerúleo, con la muerte en la cara. Lucíasiguió escribiendo, como si tal, porque fuera de su carril, no sabíaotra cosa que pedir ayuda, y su juicio le decía que no era esa lahora, La costumbre había modelado su espíritu hacia el orden, demanera que cualquicr cosa que alterara la sucesión de los hechos,requería un largo umbral para su aclaración. En ello estaba, cuandoentró el negro Thomas para limpiar la oficina. Era Thomas unhombre viejo, a quien se perdonaban sus ocasionales borracheras,en mérito a scr el empleado más antiguo. El negro hacía gala de

sus derechos socarronamente, contando a los demás que Mi. Harnsby,quien fuera el primer Gerente de la Compañía antes de llegar aDirector en las oficinas de New York, le enviaba en ocasiones, unchequesito de regalo, en recuerdo a los felices días pasados en eltrópico.

Thomas no faltaba a su trabajo, aunque estuviera borracho,dándole entonces por hablar solo y reirsc sin motivo, Era a la vezel más modesto de los empleados y el más seguro de su puesto.Hacía diariamente la limpieza, en las horas de la madrugada, conun carro de aseo provisto de escobas, trapeadores, líquidos para

brillo y toda clase de trapos. Era en su oficio un individualista que

tiraba al canasto 10 sucio e inÚtil y que retenía lo de valor, sinconsultar con nadie. En dos ocasiones devolvió documentos tras-

cendentales que habían ido a dar a la basura, no faltando, sinembargo, quien lo culpara de la maniobra para darse prestigio.

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El negro con la cara achispada y sonriente eomenzó a trapear

con decisión, en tanto que Lucía se quedaba mano sobre mano.

d .~o.¿Qué hace usted, Thomas? ¿No vc que estamos trabajan-

- Sí, Miss Lucy, ya 10 vi.

y siguió la limpieza sin hacer caso,

Lucía mjrÚ a Mr. Stagg en busca de ayuda, más éste permane-cio silencioso, con los brazos cruzados, observando fijamente la

labor del negro. Su rostro no revelaba ya ninguna alteración, aun-

que había en su mirada una curiosidad apasionada por lo que acon-tecía alrededor y cada gesto de Thomas al barrer o frotar las per-sianas con un trapo, estuviera lleno de un profundo significado. Asípermaneció, en silencio, hasta enmudecer a Lucía. El mismoThomas -que, desde luego, estaba borracho- recogió sus trastos yse fuc cortado y sin hablar.

Lucía tenía una secrcta manera para rcsolver todos sus proble-mas, un Íntimo procedimiento, al que se aferraba con fe ciega.Cuando la vida seguía su curso normal, se sentía llena de unacapacidad inagotable para el esfuerzo, más todo fuera que se altera-ran los acontecimientos y que lo dc aquí estuviera allá, o quc algoinsólito se ofrcciera a sus ojos, para que naciera la angustia comoun humo que le hacía mojar los ojos y acortar la respiración. Lallamada telefónica a su J ele y su largo silencio, la extraña irrupcióndel ncgro a la oficina en plena hora de trabajo y algo indefinido enel ambiente, le daban señalcs sin respuestas. El procedimiento ínti-mo de LucÍa, en tales circunstancias (favor de guardar el secreto..!)consistía en sumirse profundamente en su trabajo y dejar que lascosas se ordenaran solas. Así fue que, al poco rato de teclear ytrasegar renglones sintió que nada había pasado y que todo volvíaa 10 de siempre.

De pronto, rompió el silencio la voz de Mr. Stagg.- Señorita Vernon, haga usted el favor de salir de la oficina.Lucía se levantÓ de manera automática, cruzó el salón sin

volver los ojos y cerró la puerta tras de ella. Lo hizo todo comouna máquma puesta en marcha por un botÚn, sin darse clara cuentadel porqué dc sus actos.

En el pasadizo sintió que la sangre le agolpaba la cara. Caminódc un lado al otro sin saber qué hacer; si preguntar a su jefe lacausa de su salida, o permanecer afuera en la espera de una aclara-ción. Sentía en lo profundo que aquello no se arreglaría solo,como otras veces, y que era absurdo permanecer en el pasadizo, sinbuscar solución.

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Al fin de cuentas, bajó al piso inferior con la idea de pedirconsejo al Segundo Jefe, Su indecisión se acrecentó al sentir la granactividad de la oficina, en la que cada quien trabajaba a todamarcha, sin tiempo ni ganas para otra cosa.

El pupitre del señor Rodríguez se encontraba al fondo, ro-

deado por una pequeña valla de madera, que sólo daba a su recintoun valor simbólico de aislamiento, ya que podía observarse al men-

sajero depositar legajos de manera incesante, con sólo estirar elbrazo desde fuera. Lucía demoró lo que pudo su entrevista, con eltemor dc parecer una necia; después de todo no le quedaba alterna-tiva, porque irse a su casa, ni lo concebía.

El señor Rodríguez era un hombre joven, aunque la calvicieincipiente y los anteojos parecían refrenar su extraordinario vigor.

Entró a la Compañía siendo un mozalbete y fue escalando posicio-nes hasta llegar a Segundo Jefe, puesto al que parecía destinado

para toda la vida, sin lograr llegar jamás a la cima; al menos tal era

el rumor de los empleados, quienes vieron desfilar a tres Gerentesextranjeros, mientras Rodríguez seguía en su puesto.

Lucía lo vio tan abstraído en su trabajo, que no se atrevió ainterrumpido. Rodríguez leía de manera vertiginosa los documen-tos que el mensajero depositaba a la izquierda de su pupitre y

después de firmarlos los hacía pasar a un cajón metálico situado asu derecha. No bien terminaba con un leg",jo de ellos, cuandollegan más, pareciendo aquéllo la labor de nunca acabar. A todoesto, sus dos teléfonos sonaban a cada instante, sin lograr con elloalejarlo de su labor, pues respondía a las llamadas sin dejar de leerlos documentos. A veces sonaban los teléfonos a la par y Rodrí-guez respondía a uno de manera mecánica.

Espere un segundo, que tengo otra llamada.Procedía entonces a contestar el otro teléfono, con voz calma-

da, como si todo aquello formara parte de una ru tina prevista yplacentera,

Lucía permaneciÓ de pie, fuera del recinto, porque sentíamuy en sus adentro s, que aquella precisa máquina dc trabajo nodaba para más y que cualquiera nueva labor era capaz de romperlela correa. EntrÓ de manera tímida, a sentarse en una silla, en esperade atenciÓn. Rodríguez continuó su labor, sin darse cuenta desu presencia, más a los pocos minutos debió sentir quc algo impre-visto se añadía a su tarea, porque miró a Lucía de manera fugaz yvolvió luego a su trabajo con redoblada energía, Lucía tuvo el

presentimiento de que Rodríguez usaba también su secreta manerapara afrontar las situaciones anormales, 10 que le produjo desalien-

to, porque consideraba aquéllo como una prenda íntima de mujer ala que no debían llcgar los hombres.

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El Segundo J de de la Union Pacific Corporation siguió des-pachando documentos durante un buen rato, en espera quién sabede qué, hasta que no pudo más y preguntó sin alzar los ojos.

¿En qué puedo ayudarla, señorita Vernon?

Su voz era igual a la que usaba, al contestar los teléfonos,dando la idea de que había aprovechado su largo silencio paraasimilar la nueva situaciÓn, a la rutina de su trabajo. Algo similarsucediÓ a Lucía, para su sorpresa, pues empezó a hablar con re~

poso, como si se tratara de un problema de todos los días.Mr. Stagg me ordenó salir de la oficina y no sé quc hacer

ahora.

El señor Rodríguez demorÚ algo más de lo acostumbrad.o en-tre firma y firma, y luego preguntÚ con calma.

¿Eso es todo?No, no es todo -dijo Lucía, ya con la voz delgada~. Algo

terrible le pasa a Mr. Stagg. Recibió una llamada telefónica que lodcjÚ pálido, como si se fuera a morir. Después me ordenÓ salir, sinningún motivo.

El señor Rodríguez dejó la pluma sobre el escritorio y seenfrentÓ a Lucía.

¿Qué quiere usted que yo haga?No sc, tal vez pudiera subir un momento, para ver lo que

ocurre.

No tengo motivos para interrumpir a Mr. Stagg. Además

estamos a fin de mes y estos documentos deben despacharse hoy

mismo.Dirigió una mirada salvadora al mensajero que venía cargado

de papeles.

Lucía se llevÓ el pequeño pañuelo a los ojos, en un esfuerzopor contener las lágrimas, pero no pudo con los sollozos.

Yo creo que ha pasado una tragedia..El señor Rodríguez la miró con espanto por unos segundos,

hasta levantarse bruscamente y decir con sÚbita decisión.-- Venga usted conmigo. Vamos a ver a Mr. Stagg.Lucía lo siguiú por el corredor y pudo ver que su firme paso

aminoraba al acercarse a la puerta. Al llegar se detuvo y miró haciaatrás, con la esperanza tal vez, de un cambio de opinión. Lucíapermaneci() silenciosa hasta que la puerta se abrió.

Sentado en la sila giratoria de Mr. Stagg, estaba un hombre

vieJo, con lentes caídos sobre la nariz. Vestía color de azufre y el

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nudo de la corbata le colgaba a medio hacer en el pecho. La gavetaen donde Mr. Stagg guardaba sus archivos personales se veía abiertay en el escritorio se agrpaban los folios recién extraídos.

Las manos del viejo, nudosas y enormes parecían garras; lapiel seca y tostada por el sol daba la idea del gringo cocinado por

el trópico.El viejo alzó los ojos azules y penetrantes, por encima de los

anteojos.

- Qué quieren ustedes.Habló duro, con acento de capataz extranjero.El señor Rodríguez quedó mudo de la sorpresa. Al fin logró

articular;'M S ;i 'D' d 'M S .~t r. tagg.... t on e esta r. tagg.

El viejo dcjó los papeles sobre la mesa, para mirar al señor

Rodríguez de arriba a abajo,- Mr. Stagg debe estar en el infierno. Cierrc la puerta al

salir.

Las erres le sonaban como una carreta sobre un pedregaL.

El señor Rodríguez dio la vuelta y salió sin replicar. Lucía loesperaba anhelante en la puerta.

¿Quién es ese hombre?- No sé -contestó Rodríguez con voz temblorosa-, No ten-

go la menor idea.Lucía lo siguió en su retorno a la oficina,- ¿Entonces, por qué registra los documentos...?

- Mire, señorita Vernon. Puede irse a casa, el resto del día.Yo mismo me hago responsable de su ausencia. Estoy seguro quemañana cuando regresc al trabajo, todo se habrá aclarado.

Sin esperar respuesta sc sepultó en su oficina.Lucía se sintió otra, al día siguiente. Después de tomar sus

cereales con lcche y de poner en marcha el viejo Opel, oyó denuevo cómo rechinaba la hamaca de todos los días y se dejó mecercomo una niña. No quiso recordar nada del día anterior; sólo de-seaba ver de nuevo a Mr. Stagg y trabajar como siemprc, sin pre-guntar siquiera quién era aquel viejo diablo que ocupó su sitio.

Al llegar a la oficina sintió reafirmar su confianza, con la

llegada de los empleados a la hora justa. Subió las escalerillas yatravesó el corredor embebida por el aire de siempre. Al abrir lapuerta quedó muda.

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El scIÌor Rodríguez, en mangas de camisa, ocupaba la silla delJ de; en su rostro se adivinaban las largas horas de trabajo, perotambién una alegría irrefrenable. Los documentos formaban colum-nas a su lado, como si no hubiera dejado papel sin revisar.

El seiior Rodríguez mirÓ a la scñorita Vernon con la carasonriente y dijo con voz de todos los días:

Pase ustcd Lucía, tenemos un trabajo enorme por hacer...

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SORTEOS

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LOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA

PLAN DE LOS SORTEOS ORDINARIOS ~ DOMINICALES

EL BILLETE ENTERO COMPRENDE 120 FRACCIONES DIVIDIDOSEN CUATRO SERIES c/u. CADA UNA DE 30 FRACCIONES

DENOMINADAS A. B. C. y D.

PREMIOS MAYORES

1 Premio Mayor, series A. B. C. y D B/ 30,000.00 e/s.1 Segundo Premio, series A. B. C. y O 9,000.00 e/s.1 Tercer Premio, series A. B. C. y D 4,500.00 e/s.

DERIVACIONES DEL PRIMER PREMIO

18 Aproximaciones, series A. B. C. y O 300.00 e/s.9 Premios, series A. B. C. y D. 1,500.00 e/s.

90 Premios, series A. B. C. y D. 90.00 e/s.900 Premios, series A. B. C. y D. 30.00 e/s.

DERIVACIONES DEL SEGUNDO PREMIO

lB Aproximaciones, series A. B. C. y D. 75.00 e/s.

9 Premios, series A. B. C. y O. 150.00 e/s.

B/ 120,000.00

36,000.0018,000.00

21,600.0054,000.0032,400.00

108,000.00

5,400.005,400.00

DERIVACIONES DEL TERCER PREMIO

18 Apoximaeiones, series A. B. C. y D 60.00 e/s. 4,320.009 Premios, series A. B. C. y D 90.00 e/s. 3,240.001,074 TOTAL DE PREMIOS: B/408,360.00

PRECIO DE UN BILLETE ENTERO B/ 66.00PRECIO DE UNA FRACCION 0.55

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NUMEROS FAVORECIDOS EN LOS SORTEOS VERIFICADOSPOR LA LOTERIA NACIONAL DE ßENEl'CENCIA

LOS DOMINGOS DE ENERO DE i 973

SO RTEOS No.

Enero 7 2811Enero 14 2812Enero 21 2813Enero 28 2814

PRIMERO SEGUNDO TERCERO

1801131804366940

6911434223332807

2764712255486351

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LOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA

PLAN DE LOS SORTEOS INTERMEDIOS ~ MIERCOLES

EL BILLETE ENTERO COMPRENOE 75 FRACCIONES DIVIOIDOS

EN TRES SERIES, CADA UNA DE 25 FRACCIONES DENOMINADAS

A. B. Y C.

PRIMER PREMIO

1 Premio Mayor, Series A. B. y C.1 Segundo Premio, Series A. B. y C.

1 Tercer Premio, Series A. B. y C.

B/ 25,000.00 e/s.7,500.00 e/s.3,750.00 e/s.

DERIVACIONES DEL PRIMER PREMIO

18 Aproximaciones, Series A. B. y C.9 Premios, Series A. B. y C.

90 Premios, Series A. B. y C.

900 Premios, Series A. B. y C.

250.00 e/s.1,250.00 e/s.

75.00 e/s.25.00 e/s.

DERIVACIONES DEL SEGUNDO PREMIO

18 Aproximaciones, Series A. B. y C.9 Premios, Series A. B. y C.

62.50 e/s.125.00 e/s.

DERIVACIONES DEL TERCER PREMIO

18 Aproximaciones, Series A. B. C.

9 Premios, Series A. B. C.

1,074

B/ 75,000.00

22,500.0011,250.00

13,500.00

33,750.0020,250.00

67,500.00

3,375.003,375.00

50.00 e/s. 2,700.0075.00 e/s. 2,025.00

TOTAL DE PREMIOS B/.255,225.00

PRECIO DE UN BILLETE ENTERO

PRECIO DE UNA FRACCIONB/ 41.5

0.55

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NUMEROS FAVORECIDOS EN LOS SORTEOS VERIFICADOSPOR LA LOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA

LOS MIERCOLES DE ENERO DE 1973

SORTEOS No. PRIMERO SEGUNDO TERCERO

Enero 3 322 6019 2447 6797Enero 10 323 2698 2497 0044Enero 17 324 0907 2589 0979Enero 24 325 9674 0313 4195Enero 31 326 4256 3323 6226

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REPUBLlCA DE PANAMA

LOTERIA NACIONAL DE BENEFICENCIA

DIRECCIDN GENERAL

PLAN DEL SORTEO EXTRAORDINARIO No. 2825 DEL 15 DE ABRIL DE 1973EL BILLETE ENTERO COMPRENDE 10 FRACCIONES

A B/.l.0 CADA FRACCION

PREMIOS MAYORES

FRACCION

BILLETE

ENTERO

TOTAL DE

PREMIOS

PREMIO MAYOR

SEGUNDO PREMIO

TERCER PREMIO

B/ 10,000.00

4,000.00

1,500.00

BI 100,000.00 BI 100,000.00

40,000.00 40,000.00

15,000.00 15,000.00

DEREVACIONES DEL PRIMER PREMIO

9 Premios-Cuatro Primeras Cifras 500.00 5,000.00 45,000.00

9 Premios-Cuatro Ultimas Cifras 500.00 5,000.00 45,000.00

90 Premios- Tres Primeras Cifras 50.00 500.00 45,000.00

90 Premios~ Tres Ultimas Cifras 50.00 500.00 45,000.00

900 Premios-Dos Primeras Cifras 2.00 20.00 18,000.00

900 Premios-Dos Ultimas Cifras 2.00 20.00 18,000.00

9,000 Premios-Ultima Cifra 1. O 11.00 99,000.00

DERIVACIONES DEL SEGUNDO PREMIO

9 Premios-Cuatro Primeras Cifras 300.00 3,000.00 27,000.009 Premios-Cuatro Ultimas Cifras 300.00 3,000.00 27,000.00

90 Premios-Tres Primeras Cifras 15.00 150.00 13,500.00

90 Premios-Tres Ultimas Cifras 15.00 150.00 13,500.00

DERIVACIONES DEL TERCER PREMIO

9

9

90

90

11,397

200.00 2,000.00200.00 2,000.0010.00 100.0010.00 100.00

TOTAL DE PREMIOS

Premios-Cuatro Primeras Cifras

Premios-Cuatro Ultimas Cifras

Premios-Tres Primeras Cifras

Premios~ Tres Ultimas Cifras

EMISION . . . . ......................100,000 BILLETES

PRECIO DE UN BILLETE ENTERO.............. B/.l1.00

PRECIO DE UN DECIMO O FRACCION .......... B/. 1.0

18,000.0018,000.00

9,000.009,000.00

BI 605,000.00

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