Valores estilísticos.

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VALORES ESTILÍSTICOS (morfología y sintaxis) La elección es el fundamento de la significación. Cuando un hablante decide transmitir un mensaje elige entre

los elementos que el código le suministra para hacer efectiva la comunicación: cuando Salinas quiere transmitir al lector una invitación al aprovechamiento de la vida (carpe diem) dirá:

¡Sí, todo con exceso: La luz, la vida, el mar! Plural todo, plural, Luces, vidas y mares!

Ha seleccionado del código castellano aquellos términos que le sirven mejor para expresarse. Para la afirmación total de la vida dice un sí, un adverbio, sin complementar a ningún verbo, como respuesta a una pregunta desconocida; luego, esa afirmación le lleva a las cosas, cosas que como el poeta conoce y el lector también, determina con un artículo, la luz, la vida, el mar. Pero si lo que quiere es aprovecharlas no le basta con la idea, necesita la pluralidad luces, vidas y mares, sin determinar pero múltiples, porque expresa mejor esa idea, sin determinar, porque decir las luces, las vidas y los mares habría dado un valor demasiado concreto a lo que quiere expresar; no utiliza verbos, porque lo que quiere es nombrar las cosas, para así hacerlas más plenas. Salinas ha hecho una elección para una comunicación poética, pero la misma elección hacemos todos los hablantes. A eso denominamos valores estilísticos, aquellos significados que hacemos explícitos por el mero hecho de utilizar una lengua determinada. Modernamente estos valores se estudian dentro de la pragmática, ciencia lingüística que estudia el uso que hacemos de una lengua como medio de comunicación.

LOS DETERMINANTES

Si recordamos, los determinantes eran aquellas palabras que identifican o cuantifican a un nombre

dentro de un sintagma nominal. Estos podrían ser el artículo, los demostrativos, posesivos, indefinidos, numerales...Su valor en el discurso depende de su ausencia o presencia dentro del sintagma nominal. En general, podemos decir que un texto en el que los nombres no aparezcan determinados indicará que el autor busca la imprecisión; si, por el contrario son muy abundantes, indicará precisión.

EL ARTÍCULO

El determinante artículo es el más genérico de todos. En palabras de E. Alarcos (Gramática de la Lengua

Española, 1994) el artículo delimita la denotación efectuada en el sustantivo (denotación, recuerda, era el significado propio de una palabra).Su presencia precisa el significado del sustantivo. El hablante sabe de qué o de quién se está hablando. Por ejemplo, en este verso de Cernuda (Placeres prohibidos),

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien,

la presencia del artículo con la palabra libertad se justifica por la precisión que quiere hacer el autor sobre el concepto de libertad, limita el significado de la palabra indicando esa especial libertad del amante. Por el mismo motivo, cuando la precisión no es necesaria como en el caso de los nombres propios o de los incontables, el artículo puede no ser necesario (todos conocemos a aquel al que nombramos por su nombre, Luis) si utilizamos aquí un artículo será por motivos estilísticos, como en Los Cernuda, de la misma manera los nombres incontables suelen prescindir del artículo en función de complemento directo: dame agua).

La ausencia de artículo puede dar a entender distintos matices estilísticos: si queremos dar idea de abstracción, su ausencia suele estar justificada. Cuando el poeta utiliza imágenes, puede estar ausente; así, por seguir con Cernuda,

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Yo fui Columna ardiente, luna de primavera. Mar dorado, ojos grandes,

Donde la ausencia del artículo puede implicar cierto grado de abstracción genérica, como en los refranes y

frases populares (más vale pájaro en mano...) La ausencia de artículo va a servir, por lo tanto, para resaltar el significado contenido en el sustantivo.

LOS DEMOSTRATIVOS

Los demostrativos sitúan al sustantivo en relación al que habla. Decimos entonces que su función es

deíctica (de deixis, acción de señalar): en poesía su uso aumenta cuando el poeta quiere situar sus poemas en un aquí y un ahora, cuando hace poesía comprometida; por el contrario, suelen estar ausentes cuando la tendencia es a la introspección y hacia la expresión pura:

Después de este desorden impuesto, de esta prisa, De esta urgente gramática en que vivo... (R. Alberti)

Donde el demostrativo se refiere a la terrible realidad de la guerra civil. En el uso normal, los

demostrativos tienen también una función fórica, si se refieren a algo dicho o expresado ya en el contexto (función anafórica) o a algo que se va a decir (función catafórica). Esta función es básica para dar cohesión al texto, para que las partes se interrrelacionen.

Cuando el determinante demostrativo se pospone al sustantivo (la chica este, el coche ese) se carga de valores afectivos y pierde su significado deíctico o fórico.

LOS POSESIVOS

Estos determinantes marcan la relación del sustantivo con alguna de las tres personas gramaticales.

Esa relación puede ser, o no, de posesión. Están en relación con los pronombres personales, como veremos. Esa relación puede tener consecuencias estilísticas: el de segunda persona implica un diálogo con el poeta, como cuando Salinas se dirige a su amada:

Tú vives siempre en tus actos. Con la punta de tus dedos pulsas el mundo.

La presencia de posesivos en un texto es índice de que el autor personaliza mucho aquello que está

diciendo. Suele indicar subjetividad. Existe ambigüedad en el uso del posesivo de tercera persona cuando el poseedor es único o son

varios. Al decir Su obra indicamos que hacemos referencia a un escritor o a varios. Esta ambigüedad se soluciona en el lenguaje popular mediante complementos de nombre especificativos: su libro de Juan, su libro de ellos. También puede elidirse cuando se sobreentiende la posesión : se puso el abrigo ( su abrigo)

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OTROS DETERMINANTES

El resto de los determinantes identifican al sustantivo aportando un significado determinado: cantidad concreta,

los numerales; cantidad indeterminada, los indefinidos; duda o exclamación, interrogativos o exclamativos. El uso de exclamativos acentúa la subjetividad y la relación personal del hablante con aquello que está diciendo:

Qué alegría vivir Sintiéndose vivido (Salinas)

LOS NOMBRES

Si tú no tuvieras nombre, Yo no sabría qué era, Ni cómo ni cuándo

(Salinas, La voz a ti debida)

Los nombres designan las cosas y los seres de los que predicamos algo. Son nuestra manera de

apropiarnos del mundo, con ellos nos referimos al mundo y con ellos lo entendemos: que tu palabra sea la cosa misma, decía Juan Ramón. Su función estilística nace según la frecuencia de su uso: especialmente queridos por todos aquellos poetas influidos por la idea de la poesía pura. Estos, a veces, pueden prescindir de las demás clases de palabras, con tal de destacar la capacidad del poema para nombrar. De Guillén es este ejemplo, designa a unos amantes con sucesión de sustantivos:

Tallos. Soledades ligeras ¿Balcones en volandas? Montes, bosques, aves, aires.

También son frecuentes en el lenguaje científico y en textos de naturaleza expositiva o descriptiva. Al contrario, su uso decrece en textos narrativos.

Tradicionalmente se habla de tipos de nombres según la naturaleza de aquello que designan

(comunes, propios, concretos, abstractos, colectivos, individuales...) repasa esta clasificación, aunque el valor del sustantivo dependerá siempre de su uso concreto. Cuando un poeta dice Esta es mi soledad (Guillén) ¿soledad sería un sustantivo abstracto, designando la idea de soledad, o concreto, ya que está determinado por el posesivo y se predica de un pronombre demostrativo, refiriéndose a la concreta soledad de Guillén? El uso decide el valor semántico del sustantivo.

VALOR ESTILÍSTICO DE LOS PRONOMBRES

Para los pronombres que pueden funcionar como determinantes nos remitimos a lo dicho anteriormente. Caso

aparte son los llamados pronombres personales, que sirven para designar a las personas gramaticales. En los pronombres distinguimos dos valores: deíctico (primera y segunda persona) y anafórico (solo el

de tercera). El valor deíctico se convierte en una marca de insistencia, dado que en castellano, cuando el pronombre

realiza la función de sujeto, no hace falta la referencia directa a las personas gramaticales, ya que está explícita en el verbo. Así, si se utilizan en un texto escrito, será por esa insistencia que hemos señalado. En este ejemplo de Juan Ramón podemos ver el énfasis puesto en la primera persona gramatical:

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Yo no soy yo. Soy éste que va a mi lado sin yo verlo.

Salinas, en su poesía amorosa, proclama:

¡Qué alegría tan alta vivir en los pronombres!

Su poesía amorosa es un diálogo entre el YO y el TÚ:

Te quiero pura, libre, irreductible, tú.

LOS ADJETIVOS

El adjetivo, adyacente del nombre, (con el que debe concordar en género y número) delimita la designación

que efectúa el sustantivo (Alarcos). Salvo aquellos adjetivos de uso más corriente, adjetivos que indican aspectos perceptibles por los sentidos, el resto suelen ser palabras de procedencia culta (cultismos). Por ejemplo, frente al sustantivo noche, el adjetivo correspondiente es nocturno (fíjate en el cambio de raíz), como en los versos de Lorca en los que califica a unos guardia civiles que cabalgan en la noche con los adjetivos jorobados y nocturnos.

Tradicionalmente se suelen distinguir en los adjetivos dos valores, dependiendo de su aportación

semántica (informativa) al sustantivo: desde la menor información (blanca nieve) a la máxima (nieve ardiente). Si antecede al sustantivo, revela una intención explicativa, descriptiva, de la realidad sugerida por el sustantivo (Alarcos) y se le denomina epíteto. Si, al contrario, el adjetivo va pospuesto al sustantivo, especifica la función del mismo, restringiendo su significado (adjetivo especificativo).Así, con ejemplos del Romance sonámbulo, de Lorca, vemos que en verdes ramas, fría plata, el adjetivo sería un epíteto, un simple adorno que sirve para resaltar una cualidad intrínseca al sustantivo. En cambio, en trescientas rosas morenas/lleva tu pechera blanca (imagen que alude a las manchas de sangre en una pechera blanca), los adjetivos restringen el significado del sustantivo al que acompañan, resaltando la oscuridad de unas manchas resecas de sangre y la blancura de una camisa, queriendo indicar el poeta el trágico contraste de color.

No obstante, la anteposición o posposición del adjetivo, según sea epíteto o especificativo, es una simple tendencia que se vulnera habitualmente: según la intención del hablante (la anteposición, orden anormal en castellano, siempre es más expresiva y sirve para dar énfasis al significado del adjetivo). Lorca lo entendió perfectamente cuando jugaba con el adjetivo verde en versos como

verde carne, pelo verde... Verde viento, verdes ramas

donde verde es un color que sugiere la muerte y que por su valor simbólico desborda el simple orden normal

de las palabras. Por último, cuando el adjetivo se sustantiva con el artículo neutro lo, toma un valor abstracto, como en

lo verde simboliza la muerte en Lorca, equivalente a un nombre abstracto de cualidad.

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LOS ADVERBIOS

Los adverbios, palabras invariables, complementos de un verbo, (también de un adjetivo, para indicar el

comparativo o el superlativo, o refuerzo de otro adverbio), sirven para situar la acción, el estado o el proceso del verbo. Su valor estilístico depende de su número: son más abundantes cuanta más información quiera dar el hablante, por lo que abundan en el lenguaje periodístico, para dar autenticidad a una noticia. Su utilización en el lenguaje literario se suele calificar de poco poética, aunque suelen resaltarse en algunos contextos: Pero de pronto, tú dijiste: “Yo mañana...”, en los que se elide el resto de la frase para destacar una circunstancia, en este caso temporal.

LOS VALORES ESTILÍSTICOS DE LA ORACIÓN SIMPLE

Como sabemos, la oración simple es aquella que se compone de un solo verbo. Por tanto, tiene un sujeto y

un puñado de complementos que se arraciman en torno al verbo. Es breve y concisa; no hay en ella nada superfluo. De hecho, hay oraciones simples de dos, tres palabras. En media línea se nos conduce a la información esencial.

La oración yuxtapuesta (oraciones compuestas enlazadas sin nexos) muestra desde el punto de vista estilístico similares características que las simples. De hecho, solo se diferencian de ellas porque no van separadas por punto, sino por punto y coma (o coma), lo que ha llevado a algunos lingüistas a afirmar que las oraciones yuxtapuestas no son verdaderamente compuestas.

Sean usadas de manera yuxtapuesta o no, lo cierto es que la oración simple es un arma muy útil en manos del escritor si este la sabe usar con eficacia.

En primer lugar, la brevedad de la oración simple dota al texto de una rapidez que puede ser aconsejable al narrar acciones rápidas y briosas. Así, cuando queremos transmitir a un texto narrativo velocidad podemos acudir a la oración simple. Su brevedad hará que aparezcan en la mente del lector un torrente de verbos y representarán en nuestra imaginación las acciones a increíble velocidad. Esto nos sirve para reflejar la velocidad de las acciones como una persecución o una batalla. Pero también cualquier otra acción, por lenta que sea, puede aparecer a los ojos del lector como si fuese mucho más rápida al ser narrada mediante oraciones simples que se encadenan (aunque sea por yuxtaposición).

En la descripción suele ser usada por los escritores buscando intensidad. El uso de la oración simple produce un efecto parecido al de la pincelada breve e intensa. Esto se debe a que la propia naturaleza concentrada de la oración simple hace que lo descrito aparezca en nuestro cerebro de manera fulgurante y, por tanto, intensa, como un flash. La influencia del impresionismo pictórico provocó que los escritores utilizasen la simplicidad oracional como una forma de impresionismo sintáctico.

Otra de las características de la oración simple es la concentración de sus elementos, lo que la convierte en el instrumento ideal para intensificar cualquier cosa que queramos decir. Esto explica que la mayoría de los titulares periodísticos se escriban mediante oraciones simples, en ocasiones con el verbo u otros elementos elididos:

14-D: Éxito de la huelga Tensión en los territorios ocupados.

Otra de sus características es la contundencia. En los textos expositivos, la oración simple nos sirve para la exposición sencilla y desnuda de ideas de manera muy directa y contundente. Un claro ejemplo serían los refranes. Por otra parte, en la argumentación, el uso de frases simples y agudas puede ser de inestimable ayuda como una avalancha de golpes directos que desarme los argumentos del oponente y consiga nuestro objetivo: convencer.

En síntesis, el uso eficaz de la oración simple es sinónimo se sencillez, concisión, energía. Dota por tanto a los textos de una profunda intensidad que contacta con el lector de manera directa.

Estas características que hemos señalado (sencillez, intensidad, rapidez) hicieron que los escritores del 98 utilizaran la oración simple (o en su defecto la yuxtaposición o la coordinación) de manera preferente, ya que su ideario estético concordaba bastante con las posibilidades que la oración ofrecía. Hay que señalar, por otro lado, que no fueron ajenas a esta tendencia la influencia del impresionismo pictórico y el irracionalismo, que huía de los farragosos

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razonamientos lógicos posibles gracias a la subordinación. Así, Baroja, Unamuno o el propio Ortega emplearon con precisión y concentrada energía ese instrumento expresivo que es la oración simple.

LOS VALORES ESTILÍSTICOS DE LA ORACIÓN COMPUESTA

Ya hemos visto que la oración compuesta puede aparecer en tres formas: yuxtaposición, coordinación

y subordinación. Cada una de estas formas es una herramienta que podemos utilizar con fines determinados. Así, la coordinación y la yuxtaposición nos resultan útiles para explicarnos más sencillamente. Por eso son más frecuentes en el lenguaje infantil o en textos en los que el autor quiere indicar sencillez y claridad. Por otro lado, solemos usar la subordinación para explicar ideas más complejas que requieren conexiones lógicas o causales. El correcto uso de la subordinación, además de indicar dominio de la lengua, expresa mayor complejidad en los mensajes. Esto no quiere decir que ninguna de estas posibilidades sea mejor o peor. El acierto y la corrección radican en usar cada una de las herramientas lingüísticas en el momento oportuno.

LA YUXTAPOSICIÓN

Ya hemos dicho que existe un evidente parecido entre las oraciones yuxtapuestas y un grupo de

oraciones independientes enunciadas sucesivamente. La diferencia estriba simplemente en la entonación (más descendente en el final de las oraciones simples) y en las pausas, que son menores en las yuxtapuestas. Así, por ejemplo, en el texto

"Pero no, no es un sueño. Es él el que me llama por mi nombre en el silencio de la noche. Es él el que ya viene

subiendo la escalera lentamente. El que atraviesa el pasillo.” Julio Llamazares. La lluvia amarilla

Este texto está formado por oraciones simples encadenadas sucesivamente. Pero también podría enunciarse

como una sucesión de oraciones yuxtapuestas de la siguiente manera: "Pero no, no es un sueño; es él el que me llama por mi nombre en el silencio de la noche; es él el que ya viene

subiendo la escalera lentamente; el que atraviesa el pasillo.” Por tanto, el uso de la yuxtaposición responde a una intención explícita del autor que quiere, de esta manera,

demostrarnos una estrecha relación entre las oraciones encadenadas. En muchas ocasiones, el uso de la yuxtaposición se acompaña de la oración simple, logrando un

efecto impresionista, parecido al de pequeñas pinceladas que van, poco a poco, conformando el texto. Este uso de la yuxtaposición fue muy empleado por los prosistas del 98 y sus contemporáneos.

El efecto estilístico que se persigue con el uso de la yuxtaposición es la rapidez. La ausencia de nexos (asíndeton) provoca que las pausas sean más cortas y que el contenido del texto se nos aparezca con mayor rapidez y viveza en la mente, como podemos ver en los dos textos anteriores.

LA COORDINACIÓN

La coordinación, como hemos visto, conlleva necesariamente la presencia de nexos o conjunciones. Estos

nexos unen bien las proposiciones, bien los sintagmas equivalentes a oraciones, pues en ocasiones el verbo se sobreentiende (Iré al teatro o [iré] al cine) Por tanto, sea cual fuere el tipo de coordinación (copulativa, disyuntiva, adversativa...) siempre habrá un nexo presente. Cuando estas conjunciones se emplean con profusión, nos encontramos con un caso de polisíndeton. Ya hemos dicho que la ausencia de nexos o asíndeton producía un efecto de rapidez en el texto. Pues bien, la fórmula contraria (polisíndeton o multiplicación de nexos) puede ser empleada por nosotros para generar en el lector la sensación de lentitud o también de multiplicidad de acciones. Es importante

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señalar que la intensificación o énfasis no es un fin en sí mismo, sino que siempre hay algo que el autor pretende intensificar y con fines determinados, ya sean humorísticos, dramáticos, trágicos...

COORDINADAS COPULATIVAS Las copulativas sirven para expresar ideas de adición o suma. Se suma un significado a otro. Así, en Lavé el

coche e hice los deberes, el significado de ambas proposiciones se une. La multiplicación de nexos copulativos sirve para intensificar o enfatizar lo explicado. Observa la diferencia entre estos dos fragmentos para comprobarlo:

“Arriba, en el primer piso, había un mostrador antiguo y sólido de tiendas de tejidos, y anaqueles vacíos y

arbitrarias columnas y un reloj... “ ( Antonio Muñoz Molina. Beltenebros) Ya hemos dicho que no se enfatiza porque sí, sino con un fin determinado. En este texto el autor repite la

presencia del nexo y para enfatizar la sensación de desorden y de multitud de objetos que se agolpan en un viejo almacén ferroviario. Veamos el mismo texto más ordenado y menos expresivo, donde la sensación de desorden (que era lo que quería resaltar el autor por medio de la polisíndeton) se ha perdido:

Arriba, en el primer piso, había: un mostrador antiguo y sólido de tiendas de tejidos, anaqueles vacíos,

arbitrarias columnas y un reloj... En otros casos, el polisíndeton de y se da porque el autor quiere imitar la estructura sintáctica que existía en el

castellano anterior al siglo XVI: “(...) que fuese servido enviarle un hombre que fuera de su mayor confianza y ducho en el ejercicio de las

armas y de ingenio despierto y fiel y sufrido y que supiera callar cuando fuese menester y hablar en su momento (...)” (Juan Eslava Galán. En busca del unicornio.)

Por otro lado, hay que señalar que los nexos copulativos no sólo suman significados, sino que también se

suelen emplear para marcar el paso del tiempo. Así, podemos decir Leí el libro y me gustó, pero no sería correcto decir Me gustó y leí el libro (¿) pues eso contradice el desarrollo temporal de las acciones. Veámoslo en el siguiente texto, cuyas proposiciones sólo pueden aparecer en este orden:

“Fue a verle al hotel y le expuso sus intenciones sin rodeos .”

(Eduardo Mendoza. La ciudad de los prodigios.) Al escribir enumeraciones, tanto de sintagmas como de proposiciones, la conjunción copulativa se suele

escribir solo al final, evitando el efecto enfático explicado antes: “Gregorio buscó la barandilla, bajó dos escalones y, tras detenerse un instante, inició un rápido descenso.”

( Luis Landero. Juegos de la edad tardía.)

Es conveniente señalar también que cuando queremos unir proposiciones de modalidad negativa, el nexo es ni. Esta conjunción también puede obtener efectos intensificativos de carácter negativo empleada con profusión y acierto:

No quedará ya nada de lo que un día fue suyo. Ni las viejas callejas. Ni los huertos del río. Ni la casa en la que él mismo vino al mundo....

Finalmente, es preciso recordar que los nexos Y, E, NI funcionan de manera muy parecida. Sin embargo, la

fórmula copulativa verbo + que + verbo (dale que dale, toma que toma) tiene matices estilísticos distintos. La presencia de dos verbos, que además siempre aparecen en presente de indicativo, añade un efecto intensificador más poderoso que el conseguido con los otros nexos. Por otro lado, y de manera general, esta intensificación exagerada y de tipo coloquial no resulta aconsejable en textos escritos o medianamente cuidados.

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COORDINADAS DISYUNTIVAS La coordinación disyuntiva sirve para presentar distintas posibilidades, que, sin ser excluyentes, permiten una

elección entre ellas: ¿Estudias o trabajas? Por un lado, tiene bastantes rasgos en común con la coordinación copulativa. Por otro lado, la multiplicación de enlaces disyuntivos produce un efecto enfático o intensificador. También es similar su uso en las enumeraciones, ya que suele anteponerse solamente al último de los términos: Puedo ir a al cine, al teatro, a la ópera o a una exposición.

Veamos el uso de la disyunción en el siguiente texto: [Madrid] eran niñas que iban a la Facul o a despachar en una droguería. (Francisco Umbral. Trilogía de

Madrid.) Los nexos empleados son o, ( u en el caso de que la siguiente palabra empiece por o) y formas como o bien.

Sobre esta última posibilidad hay que señalar que su empleo suele transmitir un mayor cuidado en el estilo. COORDINADAS ADVERSATIVAS Se emplean cuando queremos oponer un significado a otro. Ya hemos explicado que existían dos tipos. Si la

restricción al significado es parcial (restrictivas con PERO) o total (excluyentes con SINO). Como las anteriores, pueden enlazar proposiciones o sólo sintagmas: Sacó un 4’8, pero no lo aprobaron. Sin embargo, este tipo de coordinación se diferencia de las anteriores entre otras cosas en que no puede enlazar más de dos proposiciones. Una oración como *Me fui a casa pero no tenía llave pero mi vecina no estaba (¿) es claramente agramatical.

En el uso de las adversativas de tipo restrictivo (encabezadas por pero, mas, sin embargo...) hay que

destacar el efecto de la implicación que se consigue con ellas. La adversativa, en muchas ocasiones, es utilizada para emitir mensajes con doble sentido. En el ejemplo Sacó un 4’8, pero no lo aprobaron., a la vez que se expresa una realidad (el suspenso del alumno) hay un tono recriminatorio contra ese suspenso. Algo similar ocurre con la frase hecha Somos pobres pero honrados, que parece presuponer que los pobres son unos delincuentes.

Es también interesante destacar que las coordinadas adversativas restrictivas están muy emparentadas con las subordinadas concesivas. Presentan un mensaje similar (un obstáculo que es superado) aunque desde puntos de vista distintos.

Aunque sacó un 4’8 no lo aprobaron (subordinada concesiva) Sacó un 4’8, pero no lo aprobaron. (Coordinada adversativa restrictiva) Finalmente es conveniente señalar las diferencias de efecto estilístico que podemos conseguir si utilizamos

uno u otro nexo: PERO: es el más usual, empleado abundantemente en el registro coloquial. Además de encabezar

proposiciones de tipo adversativo, también se emplea para otros usos:

“Oiga, oiga, pero qué hace con eso”, le reprochó mi padre” (Javier Marías. Todas las almas.) MAS: equivale a pero. Actualmente está en desuso, por lo que su uso aporta un matiz arcaico al texto

[...] y en seguida me vino el piadoso sueño, con su misericordia y olvido. Mas no resultó aquella noche tan áspera como pensaba [...] (Juan Eslava Galán, En busca del unicornio.)

SIN EMBARGO: tiene mayor independencia sintáctica. De hecho, suele encabezar oración tras punto y

seguido (complemento oracional) EMPERO: poco usual, añade un matiz culto al texto.

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NO OBSTANTE, CON TODO: Demuestran un uso cuidado del lenguaje Mención aparte merecen las adversativas de tipo excluyente encabezadas por SINO. Estas oraciones se

construyen de forma negativa y expresan significados no solo contrarios sino opuestos totalmente, pues uno se afirma y otro se niega. Ambos son incompatibles.

No queremos ir al cine sino al teatro. LAS COORDINADAS EXPLICATIVAS Son las que explican una proposición anterior que pudiera no haber quedado clara. Se introducen por

nexos como o sea, es decir, así pues, esto es... Quizá resulte interesante señalar el abuso que en el lenguaje coloquial (sobre todo en registros vulgares) se

hace del término o sea, que en ocasiones llega a no significar nada. Resulta aconsejable utilizarlo con moderación y precisión, sin que llegue a ser una muletilla, como ocurre en el siguiente texto coloquial:

“Pues estábamos con toda la basca en el cine y se montó una movida, o sea, pero tocha que te cagas. El un

truño de película, o sea, en realidad no era tan mala...” LAS COORDINADAS DISTRIBUTIVAS Las coordinadas distributivas se organizan de manera correlativa a partir de diferentes partículas

(determinantes, locuciones...) que actúan como nexos e introducen las proposiciones. Es aconsejable su uso, pues sirven para aclarar los diferentes matices de un razonamiento o de una descripción:

Con la pistola en la mano, apretó el interruptor, pero la bombilla no se encendió. Se

estremeció. Sólo había tres opciones: o bien el incendio había afectado ya a la instalación eléctrica del edificio, o bien sus camaradas habían cortado la luz desde el jardín, o bien no estaba solo en casa.

VALORES ESTILÍSTICOS DE LAS SUBORDINADAS SUSTANTIVAS

Las subordinadas sustantivas realizan en la oración compuesta la misma función que un sustantivo

(o un sintagma nominal) realizaría en la oración simple. Por tanto, ambas son dos posibilidades ante las que el hablante puede optar. Así pues, ¿cuándo debemos elegir la subordinación y cuando el sencillo sintagma nominal? Dicho de otro modo: ¿Qué diferencia expresiva hay en el uso de una u otra posibilidad?

Si expresamos una idea por medio del sustantivo, vamos a forzar las nominalizaciones:

Me molesta la impuntualidad de la gente. La nominalización conlleva, por su parte, abstracción, es decir, el manejo de conceptos de manera general.

Para entender o emitir este mensaje es preciso que comprendamos el concepto de “impuntualidad”. En este caso, todas las ideas se concentran en la palabra impuntualidad, en el nombre, que resulta el elemento más destacable y significativo. Sin embargo, el mismo mensaje en

Me molesta que la gente sea impuntual

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expresa el concepto de impuntualidad de manera mucho más concreta. Es un mensaje más expresivo y menos conceptual. Al aparecer un verbo con su correspondiente sujeto, vemos las causas concretas del enfado y el mensaje resulta menos conceptual y más tangible, más expresivo y menos aséptico.

La abstracción parece adecuada para ocasiones en que queremos dejar nuestro mensaje en la generalidad.

Por eso es muy utilizada en textos científicos o humanísticos de carácter expositivo. Por otro lado, la abstracción, al concentrar el pensamiento en menos palabras, exige un mayor nivel de concentración en el hablante y en el oyente y a menudo una mayor capacidad comunicativa.

“Otra predicción de la relatividad general es que el tiempo debería transcurrir más lentamente cerca de

un cuerpo de gran masa como la Tierra.” (Stephen Hawking. Historia del tiempo.)

La subordinación nos permite un mensaje más directo, concreto y emocional que la nominalización. Hay que indicar que en ocasiones la subordinada sustantiva puede aparecer sin verbo principal, que queda

sobreentendido (por ejemplo, con verbos de deseo)

“A los pocos instantes de su desaparición, aquel silencio, alterado apenas por unos leves murmullos, fue estrepitosamente roto por la voz de míster Clinton, entre furiosa e histérica:

—¡¡Que las siga alguien!! ¡¡Que las traigan!! —gritó sin dirigirse a nadie en particular—. ¡No podemos perdernos una cosa así!”

(Carmen Martín Gaite. Caperucita en Manhattan.)

Asíndeton y polisíndeton son otras posibilidades estilísticas que brinda la subordinación sustantiva. Ya hemos

visto que en ocasiones podemos optar por subordinadas introducidas por nexos, sintagmas nominales o construcciones de infinitivo yuxtapuestas, es decir, sin nexo.

Juan quiere comer a las tres. Juan quiere que la comida sea a las tres.

Como vemos, el asíndeton produce una sensación de mayor vivacidad y rapidez en el texto. Por su

parte, el polisíndeton provoca lentitud y morosidad. Esta lentitud se puede emplear para provocar efectos bien diferentes: por un lado, solemnidad, pero también ridiculización, como podemos observar en el siguiente texto:

“No sé qué me pasó. Y además no recuerdo lo que dije. Recuerdo que hablé mucho, y los

carrillos que me ardían, y que pensé que si sudaba se me iba a correr el maquillaje. Y era emocionante, sobre todo, tener que hablar y no poder hablar, no me iba a callar delante de un millón de telespectadores, que normalmente ese es el índice de audiencia que tiene Hermida, esperando a ver lo que decía la persona que mejor lo conoció, como Hermida acababa de decir. Lo que no me sentía era cohibida, al contrario, Hermida me hacía sentirme cómoda...”

(Álvaro Pombo. Telepena de Celia Cecilia Villalobo.)

EL VALOR ESTILÍSICO DE LAS SUBORDINADAS ADJETIVAS

Las subordinadas adjetivas realizan en la oración compuesta la misma función que un adjetivo realizaría en la

oración simple. (...) En lo que se refiere a las posibilidades estilísticas que nos brindan las subordinadas adjetivas, hay que

insistir, una vez más, en el asíndeton y polisíndeton. Al sustituir adjetivos por las subordinadas adjetivas, los textos

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ganan en precisión, pues el nombre al que se refieren resulta mucho mejor definido, aumentando la expresividad. De hecho, existen casos en los que el adjetivo no puede comunicar la misma exactitud que la subordinada adjetiva:

“Veamos el asunto detenidamente: si excluimos a las esposas que se aburren, a las esclavas

que obedecen, a las prostitutas que se venden o se alquilan, a las vírgenes que suspiran, ¿cuántas mujeres quedan, cuántas amantes irán esta noche al encuentro del hombre que han elegido?”

(Amin Maalouf. Samarcanda.)

Si ahora sustituimos las proposiciones por adjetivos, el texto puede quedar así:

Veamos el asunto detenidamente: si excluimos a las esposas aburridas, a las esclavas obedientes, a las prostitutas vendidas o alquiladas, a las vírgenes que suspiran, ¿cuántas mujeres quedan, cuántas amantes irán esta noche al encuentro del hombre que han elegido?

Podemos observar que en el texto original las subordinadas expresaban mucho mejor los sentimientos de

todas las mujeres. Sin embargo, en el texto corregido parece que no todas las mujeres se aburren, ni todas las esclavas son obedientes. El texto ha perdido brillantez expresiva.

Por otro lado, las conjunciones ralentizan el texto, cuya lectura se hace más lenta. Es, por tanto, un arma de

doble filo, que debemos emplear en términos justos, pues su uso abusivo puede resultar pesado. También hay que tener cuidado al construir proposiciones adjetivas con el uso que hacemos de los

nexos. Es bastante común que se cometan errores en por no saber utilizar el relativo cuyo o las preposiciones relacionadas con que. En ocasiones oímos oraciones incorrectas como estas:

*Este es el alumno que sus notas se han perdido. *Esa es la escalera que se cayó Manuel. *La discoteca que fuimos ayer está en Alonso Martínez.

y que deberían construirse atendiendo a la función que el relativo cumple dentro de la subordinada. Para ello, resulta útil sustituir mentalmente el relativo por el antecedente:

Este es el alumno [del alumno] que sus notas se han perdido. Esa es la escalera [por la escalera] que se cayó Manuel. La discoteca [a la discoteca] que fuimos ayer está en Alonso Martínez.

y organizar así las frases:

Este es el alumno cuyas sus notas se han perdido.

Esa es la escalera por la que se cayó Manuel. La discoteca a la que fuimos ayer está en Alonso Martínez.

EL VALOR ESTILÍSICO DE LAS SUBORDINADAS ADVERBIALES

El uso de las subordinadas adverbiales está condicionado por el tipo de texto. Si se trata de un texto narrativo,

es casi obligada la utilización de subordinadas temporales que sitúen cronológicamente las distintas acciones. En los textos descriptivos hay preferencia por las comparativas. Los textos expositivos y argumentativos son los que desarrollan más la subordinación adverbial por su carácter didáctico y persuasivo. Así, se utilizan mucho las subordinadas de relación lógica: causales, condicionales y consecutivas. Igualmente las concesivas, en este tipo de textos, sirven para matizar las frecuentes afirmaciones que se realizan. En los textos expositivos se suelen preferir estructuras sintácticas no demasiado complicadas con predominio de causales que contribuya a la explicación de

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alguna idea. Los textos argumentativos son los que presentan un mayor desarrollo de la subordinación (también la adverbial) por su carácter discursivo.

En la poesía actual se emplea la subordinación más que en otras épocas, debido a la tendencia hacia

una poesía narrativa o argumentativa. También el coloquialismo ha contribuido a revalorizar aquellas estructuras sintácticas que no encajaban demasiado bien en los moldes métricos de una poesía más clasicista, aunque algunos poetas lo hacen con singular maestría.