Vía–Crucis de la Iglesia en Misióntierra escondiendo tu vida en Dios. Bajo el poder de Poncio...

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1 Granada Misionera Señor Jesús: La fidelidad a tu Misión, prosiguiendo la Misión de tu Iglesia en todo lugar y tiempo, nos acarrea más de una vez las angustias de la muerte. Es el momento de beber tu cáliz, de compartir tu oración en la noche oscura, de no ceder a la tentación del abandono ni evitar la exposición a cualquier riesgo. Cuando nos llegue el desamparo total, es nuestra hora, prolonga- ción de la tuya, la hora de plegarse a la voluntad del Padre, con ente- ra confianza, porque nada ni nadie podrá arrebatarnos de su mano. Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor. Señor Jesús: El recuerdo de la traición de tu amigo Judas estremece a tus ami- gos de todos los tiempos. Y desenmascara la ambición de dinero de todas las generaciones. Sus 30 monedas de plata se reflejan en las monedas de todas las naciones. ¡Cuántas veces perdemos amigos por no prestarnos a la co- rrupción reinante! Y ¡cuántas veces nuestros labios te besan infielmen- te en tu Cena, porque no está claro el uso que hacemos del vil dinero! Haznos pobres de espíritu y de cartera, para la misión de llevar siempre tu Evangelio gratis, porque gratis te nos entregas cada día. Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor. Señor Jesús: El Consejo de Gobierno de tu pueblo te condenó por amenazar su templo de piedra y revelar tu identificación filial con el Dios de la Alianza. Nosotros creemos que el verdadero Templo del Dios vivo es tu car- ne, y todos los seres humanos contigo. Hijos de tu mismo Padre y hermanos de tus hermanos humillados, tenemos la misión de respetarte, defenderte y amarte en todos ellos. Nos expondremos a que nos quiten del mapa por identificarnos con- tigo, Hijo del Dios bendito. Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor. El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir hasta entregar su vida en rescate por todos. La entrega diaria de Jesús al servicio del Reino de Dios entre los hombres culminó en su entrega total en la muerte de cruz. Pero fue resucitado por Dios, su Padre, y lleno de gloria para siempre. Sus discípulos de todo tiem- po y lugar hemos de proseguir su misión, hasta la entrega final en la muerte, violenta o natural. Si con el Espíritu de Jesucristo servimos hasta la muerte, con Él seremos glorificados por su Padre, que es nuestro Padre, por su Dios, que es nuestro Dios. Recordemos en la fe y oración agradecida el camino de la cruz de Cristo para afianzarnos en su seguimiento, en el servicio a nuestros hermanos y en la evangelización del mundo. Creer, orar y servir es nuestra misión. Y será nuestra cruz y nuestra gloria. 1ª estación Jesús en el huerto de los olivos 2ª estación Jesús, traicionado por Judas y arrestado 3ª estación Jesús, condenado a muerte por el Consejo Judío Con las estaciones evangélicas indicadas por San Juan Pablo II Vía–Crucis de la Iglesia en Misión

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Page 1: Vía–Crucis de la Iglesia en Misióntierra escondiendo tu vida en Dios. Bajo el poder de Poncio Pilato fuiste crucificado, muerto y sepultado. Pero Dios Todopoderoso, tu Padre, rompió

1Granada Misionera

Señor Jesús:La fidelidad a tu Misión, prosiguiendo la Misión de tu Iglesia en

todo lugar y tiempo, nos acarrea más de una vez las angustias de la muerte. Es el momento de beber tu cáliz, de compartir tu oración en la noche oscura, de no ceder a la tentación del abandono ni evitar la exposición a cualquier riesgo.

Cuando nos llegue el desamparo total, es nuestra hora, prolonga-ción de la tuya, la hora de plegarse a la voluntad del Padre, con ente-ra confianza, porque nada ni nadie podrá arrebatarnos de su mano.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:El recuerdo de la traición de tu amigo Judas estremece a tus ami-

gos de todos los tiempos. Y desenmascara la ambición de dinero de todas las generaciones.

Sus 30 monedas de plata se reflejan en las monedas de todas las naciones. ¡Cuántas veces perdemos amigos por no prestarnos a la co-rrupción reinante! Y ¡cuántas veces nuestros labios te besan infielmen-te en tu Cena, porque no está claro el uso que hacemos del vil dinero!

Haznos pobres de espíritu y de cartera, para la misión de llevar siempre tu Evangelio gratis, porque gratis te nos entregas cada día.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:El Consejo de Gobierno de tu pueblo te condenó por amenazar su

templo de piedra y revelar tu identificación filial con el Dios de la Alianza.Nosotros creemos que el verdadero Templo del Dios vivo es tu car-

ne, y todos los seres humanos contigo.Hijos de tu mismo Padre y hermanos de tus hermanos humillados,

tenemos la misión de respetarte, defenderte y amarte en todos ellos.Nos expondremos a que nos quiten del mapa por identificarnos con-

tigo, Hijo del Dios bendito.Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir hasta entregar su vida en rescate por todos.La entrega diaria de Jesús al servicio del Reino de Dios entre los hombres culminó en su entrega total en la

muerte de cruz. Pero fue resucitado por Dios, su Padre, y lleno de gloria para siempre. Sus discípulos de todo tiem-po y lugar hemos de proseguir su misión, hasta la entrega final en la muerte, violenta o natural.

Si con el Espíritu de Jesucristo servimos hasta la muerte, con Él seremos glorificados por su Padre, que es nuestro Padre, por su Dios, que es nuestro Dios. Recordemos en la fe y oración agradecida el camino de la cruz de Cristo para afianzarnos en su seguimiento, en el servicio a nuestros hermanos y en la evangelización del mundo.

Creer, orar y servir es nuestra misión. Y será nuestra cruz y nuestra gloria.

1ª estaciónJesús

en el huerto de los olivos

2ª estaciónJesús, traicionado por Judasy arrestado

3ª estaciónJesús,

condenado a muerte por el Consejo Judío

Con las estaciones evangélicas indicadas por San Juan Pablo II

Vía–Crucis de la Iglesia en Misión

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2 Granada Misionera

Señor Jesús:El primero que te creyó Mesías, Hijo del Dios vivo, fue el prime-

ro que por tres veces te negó.El miedo a señalarse, a salirse de lo normal y oficialmente con-

trolado, nos lleva a disimular que somos de los tuyos. Pues nos eliges para seguirte y llevar a cabo la misión de cuidar

la fe de los hermanos y anunciarte en el mundo entero.Nos arrepentimos, Señor, de negarte más de tres veces en tan-

tas ocasiones. Pues, incluso entre creyentes, se cuestiona tu identi-dad mesiánica interrogándonos sobre la nuestra.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:El representante del imperio de tu tiempo te juzgó y te crucificó

bajo su poder. Tu Reino de justicia, amor y paz contradecía el injus-to reino suyo, que sobrevivía a base de violencia continua.

Los no privilegiados suyos eran los privilegiados de tu Nuevo Reino, los últimos, los pobres. La opción por el Reino fraterno de tu Padre desestabiliza y agrieta hasta al imperio más terrible.

Anunciaremos tu Reino, Señor, continuando tu misión bajo el poder de turno, con la sola fuerza de tu debilidad, que es la nuestra.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:Tus heridas nos han curado: Las burlas, bofetadas, golpes, azotes y espinas…,

tus torturas, redimen las que todos los días y noches se practican en el mundo.Y Tú nos convocas a suprimirlas para evitar degradación tan inhumana. Tu

divino rostro se oculta y revela en todos los rostros de maltratados, de mujer o de varón, en cualquier raza y lugar.

Siervo Sufriente, danos la valentía de tu Espíritu para salir en defensa de todas las personas torturadas, dando la cara por su dignidad, que es la tuya y la nuestra.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:Por la calle de la amargura te sacaron al último paseo cargando con la cruz

y la humillación del desprecio de los espectadores.Tu mesianismo liberador fue deshonrado con la burla pública.Por aliviar a los cargados y fatigados, con tu corazón manso y humilde, te

echaron encima el injusto peso de todos.Cordero de Dios, que cargas y quitas el pecado del mundo, quiero ser tu

discípulo y seguirte, negándome a mí mismo y cargando con mi cruz cada día, en la misión de liberar a mis actuales hermanos oprimidos.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

4ª estaciónJesús,negado por Pedro

5ª estaciónJesús, juzgado por Pilato

6ª estaciónJesús, azotado y coronado de espinas

7ª estaciónJesús, cargadocon la cruz

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3Granada Misionera

Señor Jesús:A un extranjero, Simón de Cirene, africano inmigrante en Jerusalén, le obli-

garon a compartir la ignominia de tu cruz.Entre nosotros son millones los inmigrantes, obligados muchos al peso ago-

biante de los más humillantes o insalubres trabajos. Así alivian la carga de la seguridad de nuestras pensiones y costean nuestra recuperación.

Haznos, Jesús, buenos samaritanos, que curemos a los apaleados por la vida, compartiendo las cruces injustas que echan sobre las espaldas de los más indefensos.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:Muchas mujeres, liberadas por ti de sus enfermedades y trastornos men-

tales, te siguieron con sus bienes en tu camino hacia Jerusalén.En tu pasión te lloran, al verte por sus calles ir al suplicio.Tú, sin menospreciar su cariño, les invitas a preocuparse más por sus

hijos en la flor de la vida y a enseñarles el buen camino para que no caigan en ningún vicio ni violencia.

Que las mujeres en tu Iglesia continúen tu Misión de servicio a la vida y acompañando a todos los que sufren.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:Cortaron el paso a tu misión de Mesías pobre y humilde, en obediencia fiel a

la voluntad de tu Padre, clavándote de pies y manos en una cruz.Hombre Nuevo, de manos bienhechoras, y pies de mensajero de la justicia y

de la paz del Reino de Dios, fuiste entregado en manos de pecadores.Igual que hoy lo sigues siendo en innumerables personas y pueblos enteros,

crucificados por la injusticia y la violencia. Jesús Nazareno, que no clavemos a nadie en ninguna cruz y desclavemos a los

crucificados por otros, siguiendo tu misión de Siervo sufriente hasta la muerte.Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:Tú, el Hijo amado del Padre, viniste a buscar y salvar a los perdidos.

Confiaban en tu acogida y acompañamiento. Vivías y morías entre ellos.Al final, prometiste a uno compartir tu paraíso, cuya puerta abría

para todos tu sangre derramada. Tú sigues buscando a los pecadores hasta encontrarlos en la vida y en la muerte. Nuestro arrepentimiento y conversión son fruto de tu entrega y de tu Espíritu Santo.

La experiencia de tu perdón salvador nos impulsa a la misión de ofrecerlo a todos los pecadores que lo necesitan.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

8ª estaciónJesús,

ayudado por el Cireneo a llevar la cruz

9ª estaciónJesús

encuentra a las mujeres

de Jerusalèn

10ª estaciónJesús

es crucificado

11ª estaciónJesús promete su Reino

al ladrón arrepentido

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4 Granada Misionera

Señor Jesús:Tu madre fiel y todos tus discípulos amados acogen la Nueva

Alianza sellada con tu sangre. Nacidos por tu muerte a nueva vida, somos tu Iglesia, la obra de tu amor.

Invitados a beber el vino nuevo en las bodas del Cordero de Dios, celebramos el desposorio de su amor, fiel hasta la muerte por nosotros, en cada Eucaristía.

Señor, con la ofrenda pura de tu vida, rescataste para Dios a una multitud innumerable, de toda raza, lengua y nación, que se benefi-cia de tu amor, perdón y paz.

Madre de Jesús y madre de la Iglesia, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte..

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:Hombre entre los hombres y muerto entre los muertos, sin en-

tender el por qué de tu abandono, tu grito hirió el silencio de Dios. Y fuiste escuchado en tu obediencia hasta la muerte de cruz.

Escándalo para judíos y locura para las gentes, ¡oh buen Jesús!, eres para nosotros fuerza y sabiduría de Dios.

Con tu muerte, voluntariamente aceptada, te reconocemos como el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, dando fe a tu Palabra:

Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que cree en Mí no morirá para siempre.

Por tu Cruz y Resurrección nos has salvado, Señor.

Señor Jesús:Con tu muerte y sepultura penetraste en el corazón de la

tierra escondiendo tu vida en Dios. Bajo el poder de Poncio Pilato fuiste crucificado, muerto y sepultado.

Pero Dios Todopoderoso, tu Padre, rompió las ataduras de la muerte, te resucitó y te glorificó sentándote a su dere-cha, para interceder siempre en nuestro favor.

Llénanos del Espíritu Santo para ser tus testigos cumplien-do la misión de hacer discípulos tuyos en todos los pueblos.

Porque estás con nosotros todos los días hasta el fin de los siglos. Hasta que vengas con gloria a juzgar a vivos y muertos y tu Reino no tendrá fin.Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección

¡Ven, Señor Jesús! .

Jesús es sepultado

14ª estación

13ª estaciónJesús muere en la cruz

12ª estaciónJesús en la cruz, su madre y el discípulo

Elías Alcalde