Usos y Abusos Teoria de Eysenck

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Hans Eysenck terminaba su autobiogra- fía (Eysenck, 1997) con un diagrama en donde se mostraba su producción de publi- caciones desde 1940 hasta la actualidad. La curva resultante poseía una forma sigmoi- dea que, de continuar con dicha tendencia, sólo dejaría de crecer en el año 2010, con- tando entonces Eysenck con 95 años de edad. No ha sido así. El pasado 4 de sep- tiembre de 1997 una rápida enfermedad ter- minaba con la vida de uno de los autores que más ha marcado el desarrollo de la Psi- cología de nuestro siglo, y, desde luego, el que ha dado lugar a la obra temáticamente más extensa, más polémica y de repercusio- nes de mayor alcance durante los últimos cincuenta años en el campo del «estudio científico de la naturaleza humana», –recor- dando el título del libro que Nyborg (1997) editó con motivo del homenaje ofrecido a Eysenck en su 80 cumpleaños. Pero su obra no ha quedado inconclusa. Al menos, no ha quedado más inconclusa de lo que inevitablemente queda cualquier pro- yecto humano. Tras más de 50 años de in- vestigación incansable y prolífica produc- ción escrita, Eysenck nos ha dejado cerca de 1.100 capítulos y artículos, y casi ochenta libros. Un primer repaso de esta obra sor- prende por la variedad de sus contenidos, que abarcan desde pequeños libros divulga- tivos en paperback, –algunos tan populares Psicothema, 1998. Vol. 10, nº 3, pp. 517-533 ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG Copyright © 1998 Psicothema 517 USOS Y ABUSOS DE LA PSICOLOGÍA DE EYSENCK José Errasti Pérez Universidad de Oviedo En el verano de 1997 fallecía en Londres Hans Jürgen Eysenck, una de las princi- pales figuras de la Psicología europea de nuestro siglo. Con este motivo, se repasa en es- te trabajo su biografía y las características principales de su amplia obra, destacando tres de sus temas más representativos: los estudios sobre los efectos de la psicoterapia psi- codinámica y su defensa de la terapia de conducta, sus investigaciones sobre las relacio- nes que mantiene el tabaco, la personalidad y la enfermedad, y, por último, su teoría de la Personalidad y de sus determinantes biológicos. Uses and abuses of Eysenck’s psychology. Hans Jürgen Eysenck, one of the main figures of the European Psychology of this century, died in London in the summer of 1997. For this reason, his biography and the basic characteristics of his prolific work is reviewed here, emphasizing three of its more representative subjects: his studies on the effects of the psychodinamic psycotherapy and the defense of the behaviour therapy, his investigations on the complex relations between smoking, personality and disease, and, finally, his theory about the biological determinants of Personality. Correspondencia: José Errasti Pérez Facultad de Psicología Universidad de Oviedo Plaza Feijoo, s/n. 33303 Oviedo (Spain) E-mail: [email protected]

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Hans Eysenck terminaba su autobiogra-fía (Eysenck, 1997) con un diagrama endonde se mostraba su producción de publi-caciones desde 1940 hasta la actualidad. Lacurva resultante poseía una forma sigmoi-dea que, de continuar con dicha tendencia,sólo dejaría de crecer en el año 2010, con-tando entonces Eysenck con 95 años deedad. No ha sido así. El pasado 4 de sep-tiembre de 1997 una rápida enfermedad ter-minaba con la vida de uno de los autoresque más ha marcado el desarrollo de la Psi-cología de nuestro siglo, y, desde luego, el

que ha dado lugar a la obra temáticamentemás extensa, más polémica y de repercusio-nes de mayor alcance durante los últimoscincuenta años en el campo del «estudiocientífico de la naturaleza humana», –recor-dando el título del libro que Nyborg (1997)editó con motivo del homenaje ofrecido aEysenck en su 80 cumpleaños.

Pero su obra no ha quedado inconclusa.Al menos, no ha quedado más inconclusa delo que inevitablemente queda cualquier pro-yecto humano. Tras más de 50 años de in-vestigación incansable y prolífica produc-ción escrita, Eysenck nos ha dejado cerca de1.100 capítulos y artículos, y casi ochentalibros. Un primer repaso de esta obra sor-prende por la variedad de sus contenidos,que abarcan desde pequeños libros divulga-tivos en paperback, –algunos tan populares

Psicothema, 1998. Vol. 10, nº 3, pp. 517-533ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEGCopyright © 1998 Psicothema

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USOS Y ABUSOS DE LA PSICOLOGÍADE EYSENCK

José Errasti PérezUniversidad de Oviedo

En el verano de 1997 fallecía en Londres Hans Jürgen Eysenck, una de las princi-pales figuras de la Psicología europea de nuestro siglo. Con este motivo, se repasa en es-te trabajo su biografía y las características principales de su amplia obra, destacando tresde sus temas más representativos: los estudios sobre los efectos de la psicoterapia psi-codinámica y su defensa de la terapia de conducta, sus investigaciones sobre las relacio-nes que mantiene el tabaco, la personalidad y la enfermedad, y, por último, su teoría dela Personalidad y de sus determinantes biológicos.

Uses and abuses of Eysenck’s psychology. Hans Jürgen Eysenck, one of the mainfigures of the European Psychology of this century, died in London in the summer of1997. For this reason, his biography and the basic characteristics of his prolific work isreviewed here, emphasizing three of its more representative subjects: his studies on theeffects of the psychodinamic psycotherapy and the defense of the behaviour therapy, hisinvestigations on the complex relations between smoking, personality and disease, and,finally, his theory about the biological determinants of Personality.

Correspondencia: José Errasti PérezFacultad de PsicologíaUniversidad de OviedoPlaza Feijoo, s/n. 33303 Oviedo (Spain)E-mail: [email protected]

como «Usos y abusos de la Psicología»(1953)–, hasta tratados académicos con títu-los tan ambiciosos como «La estructura dela Personalidad humana» (1952a) o «Es-tructura y medición de la Inteligencia»(1979), desde publicaciones en donde se re-finan complejas técnicas estadísticas comoel análisis factorial o el análisis criterial has-ta estudios acerca de la posibilidad de quelos astros influyan de alguna manera sobreciertas conductas humanas, pasando por tra-bajos sobre la eficacia de las psicoterapias,las actitudes sociales y políticas, la conduc-ta sexual y marital, la relación entre el taba-quismo y el cáncer, los efectos de los suple-mentos de vitaminas sobre el cociente inte-lectual, los determinantes psíquicos de lacriminalidad, y muchos otros. Sin embargo,a pesar de esta variedad, es posible distin-guir unas líneas conductoras que dotan a suobra, cuando se mira en conjunto desde unacierta distancia, de una unidad de la que só-lo aparentemente carece:

– así, en primer lugar, destacaría su cre-encia de que la aplicación del análisis esta-dístico de datos grupales permitirá cribar to-do lo accesorio (lo específico, lo individual,lo trivial) del psiquismo humano y separarsus verdaderos componentes genéricos que,por tanto, quedarán validados de esta mane-ra como los contenidos temáticos legítimosde la ciencia psicológica. No cabe cienciadel individuo, sino de las diferencias entreindividuos, las cuales sólo pueden referirse acaracterísticas compartidas en mayor o me-nor grado por todos los miembros de la es-pecie (rasgos de personalidad, competenciasintelectuales) que, al menos en un primermomento, quedarán correctamente aisladasy construidas mediante el análisis factorial.

– en segundo lugar, la obra de Eysenckestá movida por el permanente convenci-miento de que el método de la ciencia posi-tiva natural, recayendo sobre los contenidosantes señalados, es una garantía que, por sí

sola, asegura que el campo psicológico que-dará elevado a la categoría de ciencia, estoes, quedará limpio de malezas, de especula-ción y opinión gratuita, que se esfumaránante la presencia de los hechos objetivos.De esta manera, el uso de un proceder hipo-tético-deductivo en el planteamiento de lasinvestigaciones, el manejo de términossiempre operativamente definibles y cuanti-tativamente medibles, y el carácter replica-ble de los resultados obtenidos son el únicocamino (el método) que nos llevará a la ob-tención de un cuerpo de conocimientos vá-lidos sobre el psiquismo humano.

– en tercer y último lugar, la considera-ción del ser humano como una entidadprimeramente biológica («bio-psíquica»,«bio-psico-social», «bio...») lleva a Ey-senck a entender que el momento explicati-vo de la Psicología (más allá de sus fasesiniciales meramente descriptivas de los fe-nómenos) ha de integrar forzosamente losdeterminantes ambientales del psiquismo(aprendizajes) con sus antecedentes e inter-mediarios biológicos vinculados a las dife-rencias individuales en la constitución delSistema Nervioso y, finalmente, con los de-terminantes distales genéticos relacionadoscon el ADN. Así, el proyecto eysenckianose amplía de forma ambiciosa hasta preten-der constituir un marco global en el que ex-plicar de forma exhaustiva el diferente com-portamiento de los diferentes individuos hu-manos. Se entiende ahora que en su Psico-logía (de las diferencias individuales en Per-sonalidad e Inteligencia, por tanto) se en-cuentren asumidas las aportaciones de fuen-tes tan diversas como la Psicología constitu-cional alemana, la Psicología nomotéticafactorialista de Spearman y Burt, el conduc-tismo de Hull, la psicofisiología de tradi-ción pavloviana, las investigaciones sobreTerapia de Conducta o la genética de la con-ducta (en estas dos últimas fuentes el propioEysenck intervino como uno de sus autorespioneros).

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Añádase a todo lo anterior un carácterpersonal marcado por el gusto por las polé-micas intelectuales (aunque no por las polé-micas personales o incluso por las agresio-nes físicas que llegó a sufrir en algunas oca-siones) y la desconfianza por los conoci-mientos que de forma no probada mantienenen ocasiones las autoridades académicas, ypodremos entender en parte por qué, segúninforma Jensen (1997), Hans Eysenck era en1997 la persona viva más frecuentemente ci-tada en el Social Science Citation Index y, denuevo según el SSCI, el autor, vivo o muer-to, psicólogo o no, más citado de la historia,tras Marx y Freud. Así que procede revisar ydiscutir algunas de sus principales aportacio-nes. Se han seleccionado tres de ellas, muydistintas entre sí, pero que el propio Eysenckconsideraba más importantes y representati-vas de su trabajo: en primer lugar, su defen-sa de una Psicología clínica, independientede la Psiquiatría, y estructurada alrededor delas eficaces técnicas de la Terapia de Con-ducta; a continuación, su crítica al simplis-mo con el que se atribuye al tabaco la causade buena parte de los cánceres de pulmón ylas enfermedades cardiovasculares, ignoran-do el papel modulador que la Personalidadejerce sobre la relación tabaco-enfermedad;y, por último, revisaremos su aportación másdecisiva, su teoría de la Personalidad y delos determinantes biológicos de las diferen-cias individuales. Pero antes recorreremosbrevemente su biografía.

Notas biográficas

Hans Jürgen Eysenck nació el 4 de mar-zo de 1916 en Berlín. Hijo de padres actores(su madre incluso llegó a ser una estrella decierto renombre en la Alemania de los añosveinte, y el propio Hans intervino en algúnfilm a tiernísima edad), sufrió desde un pri-mer momento la separación de sus padres ypasó sus primeros años viviendo de formaitinerante acompañando a su madre en sus

actividades artísticas. Por fin se asentó enBerlín atendido por su abuela materna, endonde empezó a cursar su escolaridad deforma regular. A partir de entonces sólo ve-ría a sus padres ocasionalmente.

La llegada de Hitler al poder coincidiócon sus años de educación secundaria, y ledio al joven Eysenck la oportunidad de en-trenarse para los numerosos enfrentamien-tos intelectuales y personales de los que par-ticiparía en su vida adulta. En efecto, la granmayoría de los compañeros de instituto deEysenck simpatizaban con los ánimos delpartido nazi, y sólo Eysenck y pocos más semostraban irreductiblemente críticos anteellos, lo cual le valió un elevado número deconflictos en su centro escolar. Fue entoncescuando Eysenck tomó una decisión quecumpliría durante el resto de su vida: nuncabuscar una pelea, pero nunca huir de aqué-llas a las que fuera provocado. El segui-miento de este propósito (y su espléndidafortaleza y forma física derivada de su afi-ción al deporte) le permitió terminar su edu-cación secundaria sin excesivas secuelas.

Ya por entonces Eysenck apuntaba un ca-rácter excepcional. Lector voraz de una grancantidad de materias, disentía con frecuen-cia de los contenidos de las clases que reci-bía en el instituto, lo que provocaba fre-cuentes encontronazos con sus profesores.Hasta que, por fin, la lectura de un manualde Física escrito por Max Born le mostróclaramente que su verdadera vocación sedecantaba por el estudio de las Ciencias na-turales, disciplinas a las que decidió dedicarsu vida. Al tiempo que Eysenck cayó ena-morado de la Ciencia, la lectura de la «Crí-tica a la razón pura» de Kant le distanció dela Filosofía. «Reconocí el reto intelectualque suponía, pero entendí que la Filosofíano era para mí. Yo necesitaba la relevanciaque los hechos tienen en las teorías científi-cas, y no me sentía cómodo en la enrarecidaatmósfera de la especulación filosófica.Desde entonces he mantenido una relación

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de amor-odio con la Filosofía» (Eysenck,1997). Pocos fragmentos de su autobiogra-fía permiten entender las grandes luces y lasciertas sombras de la obra eysenckiana me-jor que el anterior.

Al término de la educación secundaria,Eysenck optó por ingresar en la Facultad deFísica de Berlín, pero se encontró con que sufama de díscolo y opositor al régimen nazihabía llegado a oídos de las autoridades aca-démicas, las cuales le exigían que ingresaseen las SS para aceptarle en la Universidad. Encontra del consejo de su padre, que había ele-vado el caso hasta el mismísimo Goering,Eysenck no estaba dispuesto a aceptar esaexigencia de ninguna manera y decidió inme-diatamente exiliarse para poder cursar estu-dios universitarios. En el otoño de 1934, trasunos pocos meses en Francia, llegó a Lon-dres, donde un error burocrático le impidiómatricularse en los estudios de Física. Bus-cando estudios «del lado de las Ciencias», seencontró con que sólo quedaban a su disposi-ción los de Psicología, de modo que final-mente fue ésta la carrera que estudió.

Por aquel entonces la Psicología británi-ca estaba polarizada alrededor del enfrenta-miento que mantenían las figuras de CyrilBurt, instalado en la Universidad de Lon-dres y defensor de un enfoque psicométricoy estadístico de la disciplina, y FrederickBartlett, instalado en la Universidad deCambridge y defensor de una orientaciónestrictamente experimental de la misma.Eysenck, que pronto se convirtió en elalumno preferido por Burt, entendía queambos enfoques eran necesariamente com-patibles, lo que le provocaba frecuentes dis-cusiones con representantes de ambas es-cuelas. Finalmente, Eysenck se licenció enPsicología en 1938 con las más altas califi-caciones y, dos años después, presentó sutesis doctoral sobre «Estética experimen-tal», estudiando las influencias de los facto-res psicológicos sobre las percepciones ylos juicios estéticos.

Fue en esta época cuando Eysenck elabo-ró una lista de cinco principios básicos quedeberían caracterizar al desarrollo de la Psi-cología como disciplina científica, y queguiaron sus trabajos académicos durante elresto de su vida. Eysenck entendía que estosprincipios derivaban inmediatamente delsentido común, por lo que le parecía incom-prensible que todos ellos hubieran sido ne-gados con frecuencia por prestigiosas auto-ridades en el campo de la Psicología. Serí-an, en cualquier caso, los que él iba a adop-tar como ejes del proyecto de Psicologíaque ya empezaba a despuntar. Estos son: (1)el hombre es un organismo biosocial, por loque su conducta estará determinada por fac-tores tanto biológicos como sociales, (2) lamente y el cuerpo no deben ser vistas comosustancias separadas, sino como un conti-nuo sólo diferenciado cuantitativamente, (3)es necesario reconciliar las dos disciplinasde la Psicología científica, esto es, la orien-tación correlacional y la experimental, (4) ladistinción entre Psicología básica y Psicolo-gía aplicada no tiene ningún sentido, y (5)cualquier afirmación que se asegure debeser demostrada con pruebas empíricas.

La II Guerra Mundial supuso un parénte-sis en el desarrollo intelectual y académicode Eysenck. Su condición de alemán en laInglaterra aliada le trajo numerosos proble-mas, y la muerte de su abuela materna (lapersona con la que había vivido toda su in-fancia y juventud, y con la que había esta-blecido sus vínculos afectivos más fuertes)en un campo de concentración nazi le afec-tó intensamente. Pero a su término, la carre-ra de Eysenck encontró su cauce definitivo.Si Cyril Burt fue el primer mentor de Ey-senck, Aubrey Lewis sería el segundo. Setrataba de un catedrático de Psiquiatría quetrabajaba como Director de Investigacionesen el Mill Hill Emergency Hospital, y queestaba planeando crear un Instituto de Psi-quiatría en la Universidad de Londres endonde se formase una nueva figura profe-

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sional: el «psicólogo clínico». Para ello ne-cesitaba a un psicólogo brillante que tuvieraademás una amplia formación en otras dis-ciplinas biológicas y humanistas, y Eysenckfue aceptado de forma provisional para esepuesto.

Fue en Mill Hill donde Eysenck comen-zó sus trabajos sobre la estructura factorialde la Personalidad. Y continuaron en elMaudsley Hospital, lugar al que se trasladóel equipo de Lewis al término de la guerra yque, con el paso de los años, llegaría a con-vertirse en un centro que se identificaría in-separablemente con el trabajo de Eysenck.Los factores de Personalidad relacionadoscon el neuroticismo y la extraversión empe-zaron a aislarse en sus estudios correlacio-nales, y de ahí obtuvo el material para la pu-blicación de su primer libro «Dimensionesde Personalidad» (1947). Pero no olvidabasus intereses clínicos. Teniendo en mente lacreación de la figura profesional del psicó-logo clínico, Eysenck aceptó la invitacióndel profesor Viteles para pasar unos mesesen la Universidad de Filadelfia, en dondepodría conocer cómo funcionaba dicha figu-ra profesional, que ya llevaba existiendo enlos Estados Unidos desde el final de la IGuerra Mundial.

Eysenck volvió de América completa-mente ratificado en su idea de que la Psico-logía científica poseía ya un cuerpo de co-nocimientos sólidos que permitía la forma-ción de profesionales clínicos con un perfilpropio, y no de meros ayudantes de los psi-quiatras en sus psicoterapias, de las cualesEysenck comenzaba a sospechar que se le-vantaban sobre cimientos mucho menos só-lidos de los que poseían las incipientes téc-nicas genuinamente psicológicas. Segurodel proyecto que tenía entre manos, Ey-senck prometió a Lewis que crearía en elMaudsley Hospital el mejor Departamentode Psicología de Europa, tanto en investiga-ción como en docencia, y aquél en dondenacería la figura del psicólogo clínico en

Europa. De esta manera, en 1950, Lewis lenombra Director del Departamento de Psi-cología del Instituto de Psiquiatría delMaudsley Hospital, dependiente de la Uni-versidad de Londres, plaza que mantendríahasta 1983, y en la que desarrollaría una delas obras más extensas e influyentes de lahistoria de la Psicología.

Eysenck tuvo cuidado al asegurarse deque su Departamento sólo acogería a estu-diantes de postgrado y postdoctorado conexcelentes expedientes que estuvieran inte-resados en la Psicología clínica y la Psico-logía diferencial de la Personalidad. Ahí fueformada una lista muy extensa de investiga-dores de cuya talla pueden ser muestra Stan-ley Rachman, Glenn Wilson, Cyril Franks,Arthur Jensen, Marvin Zuckerman, GordonClaridge, Jeffrey Gray, Peter Broadhurst,David Nias, Hans Brengelmann, MonteShapiro (aunque éste terminó alejándose ra-dicalmente de las posiciones eysenckianas)o la segunda esposa de Eysenck, Sybil Ros-tal, –por su parte, Pelechano (1997) nos re-cuerda que José Luis Pinillos y Mariano Ye-la pasaron también temporadas trabajandoen el Maudsley Hospital. Ahí se realizarontrabajos sobre Psicología experimental, co-rrelacional, Psicofisiología y Psicología clí-nica que se mantienen entre los más citadosde sus respectivas áreas. Ahí se fundaron re-vistas como «Behaviour Research and The-rapy» o «Journal of Personality and Indivi-dual Differences», y se construyeron algu-nos de los cuestionarios de medida de laPersonalidad más usados del mundo, comoel «Eysenck Personality Inventory» (EPI) oel posterior «Eysenck Personality Question-naire» (EPQ). Ahí, finalmente, se libraronbatallas decisivas para la Psicología denuestro tiempo acerca de temas tan impor-tantes como la constitución de la Terapia deConducta como la escuela de tratamientopsicológico eficaz por excelencia, o el papelde la genética en la determinación de la Per-sonalidad y la Inteligencia.

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Esto no es sino una pequeña muestra deltrabajo que Eysenck dejó detrás cuando sejubiló en 1983, siendo sustituido por Gray enla Dirección del Departamento. A partir deese momento, Eysenck continuó desarro-llando una gran cantidad de actividades, taly como había hecho en su vida anterior.Conferencias, publicaciones de libros y artí-culos, nuevas investigaciones, se fueron su-cediendo durante esta última década hasta sufallecimiento el pasado año. Al mismo tiem-po, la comunidad internacional iba destacan-do con premios el conjunto de su obra, reco-nociendo de esta manera que bastantes de laspolémicas académicas en las que Eysenckestuvo permanentemente inmerso se dabanpor definitivamente concluidas tras la victo-ria (o, al menos, el empate, pero nunca la de-rrota) de las posiciones eysenckianas. LaAmerican Psychological Association (APA)le nombró en 1988 «científico más distin-guido», en 1993 le concedió la mención pre-sidencial por su contribución a la Psicología,en 1994 le otorgó el premio «William Ja-mes», y en 1996 le galardonó con el Centen-nial Award de su División de Psicología Clí-nica. Quizá el párrafo con el que termina suautobiografía explica de la mejor manera po-sible su actitud ante los últimos años de suvida: «Una vez que se alcanza la venerableedad de 80 años, uno debe actuar como sifuera inmortal. No hay que dudar para em-pezar un nuevo libro, planear un nuevo pro-yecto de investigación, aceptar invitacionespara dar conferencias en congresos que secelebrarán en años futuros. Por supuesto,quizá uno no viva para terminarlo todo, perodebe creer que sí. De esta manera, a lo me-jor hay que añadir un nuevo capítulo en lapróxima edición de esta autobiografía. Des-pués de todo, ¡sólo se es viejo una vez!.»

¿Psicoterapia o Terapia de Conducta?

La crítica que Eysenck realizó a la pre-tendida eficacia de las psicoterapias y su de-

fensa de la Terapia de Conducta como laorientación clínica más eficaz para el trata-miento de los desórdenes neuróticos arrancóen su artículo «Los efectos de la psicotera-pia: una evaluación» (Eysenck, 1952b). Apesar de que la psicoterapia (básicamente deorientación psicoanalítica, aunque no deforma exclusiva) era una práctica médicamuy extendida y poseedora ya de varias dé-cadas de tradición, Eysenck encontró que nohabía ninguna evidencia empírica que pro-base su eficacia por encima de la ausenciade tratamiento. Más allá de la consideraciónfreudiana de que el psicoanálisis era el úni-co camino a través del cual se podrían re-solver los problemas neuróticos, Eysenckobservó en su práctica en el Mill Hill y en elMaudsley Hospital que muy a menudo estostrastornos remitían sin necesidad de un tra-tamiento explícito, y que la frecuencia deesta remisión era comparable a la eficaciaque los psicoterapeutas obtenían mediantesus largas y complejas intervenciones. Laconclusión que de esta comparación se ex-traía era inquietantemente obvia.

Semejante afirmación desencadenó unasucesión de respuestas más o menos encen-didas. A pesar de que Eysenck se había cui-dado especialmente de no afirmar que la fal-ta de efectividad de las psicoterapias estabaprobada, sino que (y el matiz es fundamen-tal) aún no había pruebas empíricas de suefectividad, este trabajo levantó una ola deindignación contra Eysenck en los círculospsicoanalíticos. Los estudios acerca de laefectividad de las psicoterapias se han idosucediendo desde entonces sin que las con-clusiones que de ellos se obtienen alterensustancialmente las mantenidas por Ey-senck en su trabajo de 1952, –entre las últi-mas revisiones y metaanálisis caben citar,por ejemplo, los de Rachman y Wilson(1980), o los de Svardberg y Stiles (1991).Por otro lado, los escasos trabajos en dondesí se concluye cierta eficacia en la capaci-dad de la práctica psicoterapéutica para re-

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solver los desórdenes neuróticos, –porejemplo, el muy citado libro de Smith,Glass y Miller (1980)–, basan sus conclu-siones en un dudoso análisis de los datos, deforma que una revisión rigurosa y prudentede los mismos no permite concluir que lasterapias freudianas, adlerianas, centradas enel cliente, etc., produzcan efectos muy supe-riores a los de las terapias placebo (Erwin,1986; o el propio Eysenck, 1994, 1997).

En cualquier caso, la obra de Eysenckdesempeñó un papel protagonista en la eli-minación de las psicoterapias psicodinámi-cas como los prototipos de la intervenciónpsicológica clínica, hasta llegar al momentoactual en donde su presencia en la lista deterapias psicológicas que se ofrecen al ciu-dadano por los profesionales es francamen-te minoritaria. Aunque Eysenck abandonópronto el estudio comparativo de la eficaciade las distintas terapias psicológicas, con-fiando su continuación a Rachman, (segúnha contado en su autobiografía, tal abando-no fue debido a que no podía soportar elgrado de irracionalidad que despertaba el te-ma entre los implicados), sí permaneció lacrítica a la obra freudiana como uno de lostópicos en sus escritos, pudiendo encontrar-se buen número de artículos y libros en losque desarrolló desde una gran variedad depuntos de vista la idea de que el traje delemperador freudiano no existía (Eysenck yWilson, 1973; Eysenck, 1985, 1994).

¿Supone esto, por tanto, la imposibilidadde la existencia de una Psicología clínicabasada en la aplicación de técnicas efica-ces? En absoluto. Ya desde su primer viaje alos EE.UU. a finales de la década de los 40,Eysenck estaba convencido de que la Psico-logía científica podría dar lugar a un cuerpode intervenciones clínicas eficaces median-te la aplicación de los principios de las (porentonces) modernas teorías del aprendizaje.Se había interesado asimismo por las cono-cidas experiencias de Watson y Rayner(1920) relativas al condicionamiento de

miedos infantiles, y a los trabajos posterio-res de Jones (1924) acerca del uso con niñosde tratamientos basados en técnicas de ex-tinción que daban muestras de eficacia anteun buen número de problemas neuróticos.Estos intereses, unidos a las lecturas de au-tores como Mowrer y Miller, llevaron a Ey-senck a forjar una primera idea rudimentariade lo que podría ser la Terapia de Conducta,esto es, «un método de tratamiento de losdesórdenes neuróticos que los viera comorespuestas emocionales condicionadas, quepodrían extinguirse a través de los bien co-nocidos procesos descritos en los libros deaprendizaje y condicionamiento» (Eysenck,1997). Discutir si corresponde o no a Ey-senck la autoría primera de esta idea seráprobablemente una tarea vana, en cuantoempezaba a apuntarse ya en formas más omenos consolidadas en un número diferentede autores (Kazdin, 1986), pero de lo que nocabe duda es que esta orientación fue la queguió las investigaciones clínicas que se rea-lizaron en el Maudsley Hospital a partir defechas tan tempranas como los comienzosde los años 50.

Curiosamente, el autor que más influyósobre Eysenck en su concepción de lo quedeberían ser las terapias psicológicas efica-ces fue un psicoanalista, Alexander Herz-berg, autor del libro «Psicoterapia activa»(1945), y a cuyas informales reuniones dediscusión sobre asuntos psicoterapéuticosacudía interesado Eysenck a comienzo de ladécada de los 40. Herzberg, a pesar de con-siderarse un freudiano más o menos ortodo-xo, entendía que la finalidad del tratamientoera únicamente conseguir que el paciente seviera libre de sus síntomas y evitase las re-caídas. Asimismo, reconocía sin problemasel fenómeno de la remisión espontánea, sa-bedor de que las neurosis se disipan en oca-siones sin necesidad de tratamiento. Pero lacontribución terapéutica más importante deHerzberg, de nuevo de un carácter freudia-no más que dudoso, fue su «método de las

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tareas graduales», esto es, la programaciónde una serie de encargos conductuales queel paciente debía hacer entre las sesionesclínicas, encaminados a conseguir que seviera libre de sus síntomas. Estas tareas seiban programando poco a poco, en orden asu dificultad, y con su cumplimiento Herz-berg observaba que la duración de las tera-pias se veía sensiblemente reducida. Elmantenimiento de estas posturas en 1945 leconvierte en un precursor claro de la Terapiade Conducta. Su muerte prematura y lacoincidencia de la publicación de su obra enuna Inglaterra envuelta en la II Guerra Mun-dial poco atenta a estos trabajos, pueden ex-plicar la falta de notoriedad que este autorha sufrido en ocasiones.

Al principio de forma tímida, tratandocasi en secreto a algunos pacientes que eranenviados por psiquiatras amigos, y poco apoco de forma más resuelta y reconocida, elequipo de Eysenck en el Maudsley Hospitalcomenzó a probar este tipo de terapias basa-das en las teorías del aprendizaje con pro-metedor éxito. Y aquí empezaron los pro-blemas. Aubrey Lewis, hasta la fecha un de-fensor de Eysenck y, de hecho, la personaque le había otorgado la dirección de De-partamento de Psicología, empezó a mostrarsu rechazo a la posibilidad de que a los psi-cólogos se les permitiera la realización depsicoterapias y disentía abiertamente de laorientación que Eysenck estaba dando a ladocencia del Instituto, formando psicólogosclínicos capaces de dirigir intervencioneseficaces sobre los problemas neuróticos deforma completamente independiente de lospsiquiatras y a su mismo nivel. El enfrenta-miento definitivo entre ambos investigado-res estalló en 1958, cuando Eysenck, invita-do por la Royal Medico-Psychological As-sociation, expuso de una forma ya abiertaante la Asociación psiquiátrica británicamás importante su crítica a las psicoterapiastradicionales y su defensa de la nueva Tera-pia de la Conducta, basada en los conoci-

mientos de la Psicología científica. La in-dignación que produjo su conferencia entrelos presentes le valió a Eysenck su primeramago de linchamiento así como la hostili-dad, ya completamente manifiesta, de Le-wis, que a partir de ese momento haría todolo posible por recortar, reducir e incluso ce-rrar el Departamento de Psicología que diri-gía Eysenck.

Fue una dura batalla vivida en la Psicolo-gía británica que, finalmente, se resolvió afavor de Eysenck. Sus posiciones se fueronconsolidando hasta el punto de permitir du-rante los años 60 la publicación de obras co-mo «Terapia de Conducta y neurosis»(1960, el primer libro formalmente dedica-do a la Terapia de Conducta que se publicóen el mundo), «Experimentos en Terapia deConducta» (1964) o «Las causas y las curasde las neurosis: una introducción a la mo-derna Terapia de la Conducta basada en lateoría del aprendizaje y los principios delcondicionamiento» (1965, en colaboracióncon Rachman). Tras los libros vinieron lasrevistas («Behaviour Research and The-rapy») y las asociaciones («British Associa-tion of Behavioural Psychotherapy»), en to-das las cuales Eysenck representó un papelprotagonista. Con el paso de los años la Te-rapia de Conducta, en cualquiera de las va-riedades que ha adoptado desde entonces,ha terminado convirtiéndose en el estándarde intervención psicológica, cuya eficaciaya está inequívocamente reconocida por lasautoridades académicas y clínicas.

Pero la contribución de Eysenck al desa-rrollo de la Terapia de Conducta no ha sidosolamente de tipo aplicado o institucional.La amplitud de sus miras psicológicas le hallevado a acentuar la necesidad de que lapráctica terapéutica esté construida sobreuna teoría general de la conducta y sobreuna teoría específica de las psicopatologías,lo cual le ha distanciado de una buena partede los terapeutas de conducta, no muy inte-resados en los fundamentos teóricos y expe-

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rimentales de sus prácticas (sin los cuales,para Eysenck, la actividad clínica queda re-ducida a la aplicación de «libros de rece-tas») (Barbrack y Franks, 1986). Desde estepunto de vista es como deben entendersesus estudios sobre la relevancia psicopatoló-gica de la distinción entre el condiciona-miento pavloviano tipo I y el tipo II, o laformalización de su teoría sobre la incuba-ción de la ansiedad y la neurosis, que per-mitiría así fundamentar sobre unos mismosprincipios de aprendizaje la práctica de tera-pias aparentemente tan distintas como la de-sensibilización y la exposición prolongada(Eysenck y Martin, 1988). En cualquier ca-so, es necesario señalar también que Ey-senck asumió con dificultad la crecientecomplejidad de los análisis conductualescon los que trabaja la Terapia de Conducta,especialmente, la necesidad de manejar pro-cesos no pavlovianos entre los determi-nantes de las conductas neuróticas. Su enco-miable defensa de la teoría terminó acercán-dose a un afán conservador por explicar to-dos los fenómenos neuróticos en los térmi-nos asociacionistas y fisicalistas propios delos neoconductismos de los años 50, lo cualle separó en buena medida del curso ma-yoritario de la Terapia de Conducta realiza-da durante las últimas décadas (Lazarus,1986).

Tabaquismo, personalidad y enfermedad

De entre todas las afirmaciones que hadefendido Eysenck en los múltiples temaspsicológicos que abordó, ninguna se haopuesto tan frontalmente a la opinión ma-yoritaria mantenida en los círculos académi-cos como la relacionada con los efectos deltabaco sobre la salud. Más concretamente,Eysenck ha conducido una serie de trabajosde los que parece desprenderse que la afir-mación de que «el tabaco causa cáncer depulmón y enfermedades cardiovasculares»es, cuando menos, simplista, de manera que

los efectos nocivos del tabaco vendrían mo-dulados por una serie de variables persona-les, entre las que destaca de forma notable lapersonalidad del sujeto.

Los orígenes de esta línea de investiga-ción se encuentran ya en su obra «Tabaco,salud y personalidad» (1965) en donde ex-ponía ciertos puntos oscuros que rodeaban ala conclusión de la relación causal del taba-co sobre el cáncer a partir de datos mera-mente correlacionales acerca de la covarian-za de ambas variables. Así, los datos de losque se disponía en aquella época indicabanque el tabaco no era causa necesaria y sufi-ciente del cáncer (de cada diez fumadorescrónicos sólo uno sufrirá cáncer, de cadadiez pacientes de cáncer uno de ellos no hafumado nunca); no estaba claro que dejar defumar condujera a una reducción del riesgode padecer cáncer (o, al menos, los trabajosque sí habían encontrado que los ex-fuma-dores tienen mejor pronóstico que los fuma-dores no se habían asegurado de que ambosgrupos estuvieran igualados en otras varia-bles de gran influencia sobre la salud); noera seguro que la extensión del hábito de fu-mar se hubiera visto acompañada de un au-mento en las tasas de cáncer de pulmón (to-dos los diagnósticos de cáncer han aumen-tado su frecuencia en este siglo por el per-feccionamiento de las técnicas diagnósti-cas); no era seguro que los fumadores queno tragan el humo tuvieran menos riesgo decáncer que los que sí lo hacían, ni que losfumadores de un gran número de cigarrillostuvieran más riesgo que los que fumabanmenor cantidad. Sin negar la contrastada co-rrelación entre tabaco y cáncer, no parecíaprudente concluir de forma simplista unacausalidad directa de aquél sobre éste.

Además, Eysenck había encontrado quela medida de ciertas dimensiones de perso-nalidad era un buen predictor del nivel deconsumo de tabaco; concretamente, estapráctica correlacionaba con puntuacionesaltas en neuroticismo, extraversión y psico-

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ticismo, –para una exposición más detalladadel modelo de conducta de fumar propuestopor Eysenck, véase Spielberger, (1986). Encolaboración con el genetista Lindon Eaves,Eysenck condujo unas investigaciones queapuntaban a que el mantenimiento de la cos-tumbre de fumar (si bien no su comienzo)podría estar determinado en parte por facto-res hereditarios. Otros trabajos compartidoscon el oncólogo David Kissen señalaron larelación existente entre ciertas medidas depersonalidad y el sufrimiento de cáncer depulmón: el grupo de pacientes afectados poreste cáncer mostraba unas puntuaciones enneuroticismo significativamente más bajasque un grupo de pacientes afectados de do-lencias benignas. Habida cuenta de la deter-minación genética que Eysenck defendíasobre las dimensiones de personalidad, y laspredisposiciones genéticas que igualmentese atribuyen a ciertos cánceres, se abría lapuerta a la posibilidad de que la correlacióntabaco-cáncer no derivase de una causacióndirecta. Todos estos estudios dieron forma auna nueva obra, «Las causas y los efectos defumar» (1980).

Sin embargo, los principales trabajos so-bre las relaciones entre el tabaco, la perso-nalidad y la enfermedad que Eysenck con-duciría se realizaron a partir de esta fecha,con motivo de la colaboración entre Ey-senck y el doctor yugoslavo Ronald Gros-sarth-Maticek. Este autor había realizado unestudio prospectivo en Crevenka con varioscientos de pacientes en donde se pusieronen relación la tasa de tabaquismo, las pun-tuaciones en una escala de Racionalidad yEmocionalidad parecida a la escala de Neu-roticismo del EPQ, y el padecimiento decáncer. Los resultados indicaron una poten-ciación sinergética entre el consumo de ta-baco y las puntuaciones en la escala deGrossarth-Maticek. Entre los sujetos de altaactivación emocional no se registró ningunamuerte por cáncer, a pesar de que un signi-ficativo porcentaje de ellos era fumador. Por

su parte, entre los sujetos no fumadores, seacual fuese su puntuación en la escala, las ta-sas de cáncer fueron igualmente insignifi-cantes. Pero entre los 139 sujetos de baja ac-tivación emocional que consumían tabacose registraron 31 casos de cáncer.

Curiosamente, igual que había ocurridocon los estudios de Eysenck, los trabajos deGrossarth-Maticek no habían despertado es-pecial interés entre la comunidad médica.La colaboración entre estos dos autores con-dujo a la realización de una nueva investi-gación prospectiva para la que se diseñaronunos cuestionarios que buscaban a medir laafinidad de los sujetos con un patrón de per-sonalidad tendente bien al cáncer (caracteri-zado por la dificultad para expresar emocio-nes negativas como la ira y la ansiedad, fal-ta de asertividad, evitador de conflictos, pa-ciente, cooperativo, con poca expresividademocional), bien a las enfermedades cardio-vasculares (caracterizado por los frecuentessentimientos de ira, agresión y hostilidadante las dificultades en las relaciones inter-personales), o bien a un tercer patrón noasociado con ninguna patología. Los más de1200 sujetos que formaron parte de la mues-tra fueron localizados diez años más tarde,encontrándose que la correlación existenteentre las puntuaciones obtenidas en el cues-tionario y su estado de salud (o la causa desu muerte) eran sorprendentemente altas, yseis veces mayores que la existente entre elconsumo de tabaco y el sufrimiento de cán-cer o enfermedades cardiovasculares. Dehecho, esta última correlación tabaco-enfer-medad sólo era significativa en los dos pri-meros tipos de personalidad, no siendo rele-vante cuando nos referimos al grupo cuyapersonalidad no era tendente al cáncer o alaccidente cardiovascular.

Los resultados han ido publicándose yrevisándose (Eysenck, 1990, 1993; Gros-sarth-Maticek, Eysenck y Boyle, 1995),proponiéndose incluso la sorprendente posi-bilidad de que una intervención conductual

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sobre los sujetos cuya personalidad les pre-dispone a una enfermedad pueda tener unefecto positivo sobre el riesgo de padecerla(Eysenck y Grossarth-Maticek, 1991; Gros-sarth-Maticek y Eysenck, 1991), con intere-santes resultados.

En cualquier caso, los hallazgos encontra-dos por Eysenck acerca de la relación entretabaco, personalidad y enfermedad están a laespera de una replicación por parte de gru-pos investigadores independientes, antes deque puedan considerarse como definitivoslos interrogantes que Eysenck ha planteadoacerca de la causación directa que el tabacoejerce sobre el cáncer. Aunque cada vez másautores se interesan por la modulación quevariables de personalidad pueden ejercer so-bre la probabilidad de padecer cáncer –eneste sentido destaca en nuestro propio paísun interesantísimo trabajo publicado porFernández– Ballesteros y Ruiz (1997) acer-ca de la relación entre las escalas de Racio-nalidad y Defensividad Emocional, y el cán-cer de mama–, algunos autores se han mos-trado extraordinariamente escépticos hacialos resultados de Grossarth–Maticek y Ey-senck (Pelosi y Appleby, 1992) o han inten-tado conducir intentos parciales de replica-ción con resultados no tan positivos (Ame-lang, Schmidt-Rathjens y Matthews, 1996),si bien dichos intentos han sido metodológi-camente torpes (Nias, 1997). Hasta que talreplicación rigurosa se realice (y no pareceprobable que sea pronto, dada la enormemovilización de personal y recursos que unainvestigación de este tamaño exige), las tesisde Eysenck quedarán como otro ejemplomás de su capacidad para registrar incansa-blemente sobresalientes cantidades de datos,exprimirlas aplicando sobre ellas toda lacomplejidad de las técnicas estadísticas, ob-teniendo finalmente tesis innovadoras y po-lémicas, capaces de enfrentarle con las auto-ridades médicas y los Ministerios de Sani-dad del mundo occidental. El tiempo resol-verá la cuestión.

Estructura y determinantes biológicos de laPersonalidad

Los temas antes analizados ocuparon unapequeña parte de la actividad investigadorade Eysenck en comparación con los trabajosque desarrolló alrededor del que sería el in-terés más importante de su carrera, a saber,la formalización de una teoría acerca de laestructura de la Personalidad y los determi-nantes biológicos responsables de las dife-rencias individuales en esta importante va-riable. De hecho, su primer libro publicadoya se titulaba «Dimensiones de Personali-dad» (1947), manual que conoció múltiplesediciones y revisiones durante las siguientesdécadas. Junto a él, Eysenck fue publicandootros muchos textos que compusieron la te-oría de la Personalidad más citada en estasegunda mitad del siglo, y la que se ha pre-sentado como el prototipo más sólido de te-oría contrastada dentro de la Psicología di-ferencial («El estudio científico de la Perso-nalidad», 1952c; «La estructura de la Perso-nalidad humana», 1952a; «Las bases bioló-gicas de la Personalidad», 1967; «Estructu-ra y medida de la Personalidad», 1969; «Elpsicoticismo como dimensión de la Perso-nalidad», 1976; «Reminiscencia, motiva-ción y Personalidad», 1977; «Personalidad,genética y conducta», 1982; «Personalidady diferencias individuales», 1985; «Dimen-siones de Personalidad y arousal», 1987;«Genes, cultura y Personalidad: un enfoqueempírico», 1989). Las causas del éxito de lateoría eysenckiana en un campo tan prolífi-co como es el de las teorías de la Personali-dad deben atribuirse a la capacidad de sumodelo para reentender, simplificar y unifi-car otros varios modelos factorialistas queconvivían simultáneamente hasta la fechade forma no resuelta (Costa y McCrae,1986).

¿Cómo se gestó el enfoque eysenckianodel estudio de la Personalidad? El propioEysenck (1997) ha narrado cómo llegó al

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establecimiento del marco general en dondese iba a desenvolver esta parte de su obra. Elpunto de partida del interés de Eysenck porlas diferencias individuales en Personalidadvino de su convicción acerca de que limitar-se a estudiar las relaciones que las personasestablecen entre estímulos y respuestas noera la forma más eficaz de obtener conoci-mientos ciertos sobre los determinantes delcomportamiento. Los psicólogos experi-mentales despreciaban las diferencias entreuno y otro organismo al estudiar los efectosde las situaciones sobre las respuestas, igno-rando que según fuesen las característicaspersonales del sujeto, así serían las variadasformas en que serían percibidos idénticosestímulos, provocándose, pues, diferentesreacciones. Así, encontrar las leyes deacuerdo a las cuales estas diferencias fun-cionan, y aislar las principales dimensionesque nos permitan clasificar a la gente, seconvirtió para Eysenck en una tarea funda-mental de la Psicología.

El estudio de estas categorías de Perso-nalidad debería constar de dos etapas clara-mente diferenciadas. En primer lugar, seríanecesario resolver el problema taxonómico,meramente descriptivo. Habría que formali-zar un sistema que diera cuenta de forma re-sumida y ordenada de los fenómenos reco-gidos bajo el término «Personalidad». Ey-senck optó por trabajar con un modelo je-rárquico, piramidal, que constase de cuatrograndes niveles diferenciados por el gradode abstracción desde el que describían elcomportamiento humano. El primero de es-tos niveles estaría formado por las respues-tas específicas, esto es, conductas puntualesque pueden o no ser características del suje-to; a continuación, encontraríamos en el se-gundo nivel las respuestas habituales, con-juntos de respuestas que tienden a ocurrir encircunstancias similares, y que ya caracteri-zan al individuo; el tercer nivel estaría for-mado por las organizaciones de dichos hábi-tos en rasgos o factores de primer orden,

constructos obtenidos gracias al análisisfactorial de los contenidos del nivel anteriory, por tanto, basados en las intercorrelacio-nes existentes en una serie de respuestas ha-bituales; por último, el nivel más alto se ob-tendría gracias al aislamiento de tipos gene-rales, «superfactores», factores de segundoorden o «dimensiones de Personalidad», denuevo mediante análisis factorial a partir delas correlaciones existentes entre varios ras-gos de primer orden. Estas dimensiones de-berían ser ya independientes entre sí, cons-tituyendo, por tanto, el nivel último de orga-nización y aquél que tendría mayor impor-tancia en la construcción del modelo. Fren-te a otras estrategias seguidas por otros au-tores (Cattell, Guilford), Eysenck centró susintereses en los factores de segundo orden,entendiendo que su máximo nivel de abs-tracción e integración conductual los con-vertían en los elementos más potentes deuna teoría estructural de la Personalidad.

Las primeras dimensiones de Personali-dad que fueron construidas por Eysenckmediante este método fueron las dimensio-nes de «neuroticismo-estabilidad» (N) y«extraversión-introversión» (E). La dimen-sión N agruparía los factores de primer or-den de ansiedad, depresión, sentimientos deculpa, baja autoestima, tensión, irracionali-dad, timidez, tristeza y emotividad. La di-mensión E, por su parte, agruparía aquéllosde sociabilidad, vitalidad, actividad, dog-matismo, búsqueda de sensaciones, despre-ocupación, dominancia, surgencia y gustopor las aventuras (Eysenck, 1985). Estosdos factores, dada su independencia, forma-rían un espacio bidimensional ortogonal endonde los individuos estarían definidos porun punto que resumiría su Personalidad y enel que quedarían eliminados todos los as-pectos accesorios y triviales (meramente in-dividuales) que no pueden tener cabida en laciencia de la Psicología.

Estas dos dimensiones resultaban plena-mente coherentes con las tipologías de la

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Personalidad que se habían propuesto desdela antigüedad clásica. Ya Hipócrates habíarealizado una tipología distinguiendo cuatrotemperamentos en función del humor cor-poral que predominase en cada hombre. Ga-leno y, mucho más recientemente, Kant ha-bían estudiado y desarrollado tal tipología,con descripciones del temperamento san-guíneo, melancólico, colérico y flemático.Wundt habría adelantado el enfoque dimen-sional actual al proponer que esos cuatrotemperamentos derivarían de la composi-ción de dos dimensiones: la fuerza de lossentimientos y la velocidad de su cambio.Por su parte, autores tan alejados de la Psi-cología rasguista como Freud y Jung habíanprestado especiales intereses al neuroticis-mo y la extraversión como notables elemen-tos del psiquismo individual. Todos estosantecedentes quedarían recogidos en el es-pacio bidimensional eysenckiano, cuyoscuadrantes corresponderían a los cuatrotemperamentos hipocráticos y cuyos ejesperfeccionarían las dos dimensiones wund-tianas (Eysenck, 1985). Por demás, todas lasteorías contemporáneas factorialistas hangirado alrededor de los factores nuclearesde extraversión-introversión y salud emo-cional-neuroticismo (Maddi, 1980), recono-ciéndose por parte de alguno de los autoresmás representativos en la formalización delmodelo actual de los «cinco grandes» queesta teoría viene a complementar más que aoponerse a la de Eysenck (Costa yMcCrae,1986).

Más adelante, Eysenck introdujo en sumodelo la dimensión «psicoticismo-controlde impulsos» (P), lo que formó definitiva-mente el «sistema PEN» como formaliza-ción básica acerca de la estructura de la Per-sonalidad humana. P agruparía a los facto-res de primer orden de agresividad, frialdad,egocentrismo, impersonalidad, impulsivi-dad, carácter antisocial, falta de empatía,creatividad e inconmovilidad (Eysenck,1985). En cualquier caso, se trata de una di-

mensión que ha suscitado menor consensoque las anteriores, dados los difusos conte-nidos de sus valores predictivos, la imper-fección de su medida mediante cuestiona-rios y la falta de una teoría específica acer-ca de su fundamentación biológica (Clarid-ge, 1986; Brand, 1997).

El modelo descriptivo de la Personalidadpropuesto por Eysenck no ha estado libre deproblemas. Autores como Carrigan, Guil-ford, o Claridge han apuntado imperfeccio-nes estadísticas relativas, por ejemplo, al ca-rácter independiente de las dimensiones N yE, o al carácter unitario del factor de segun-do orden E (Labrador, 1984). Por su parte,Gray, el sucesor de Eysenck al frente delDepartamento de Psicología del MaudsleyHospital, ha propuesto una rotación de 45ºen los ejes N y E, lo que daría lugar a dosnuevos ejes independientes en la descrip-ción de la Personalidad, a saber, la sensibi-lidad para las señales de castigo (ansiedad)y la sensibilidad para las señales de recom-pensa (impulsividad) (Báguena y Belloch,1986). Aún así, ninguna de estas críticashan ido más allá de provocar matizacionesen el sistema PEN, manteniéndose como elprototipo de teoría factorialista (al menos,hasta la reciente llegada del modelo de los«cinco grandes»).

Ahora bien, esta teoría de la Personalidadque ha sido expuesta resumidamente hastaaquí tendría un valor muy reducido si se li-mitase a su momento taxonómico, descripti-vo. Eysenck era plenamente consciente delos peligros de circularismo que están rode-ando permanentemente a las teorías facto-rialistas, y sabía que dar cuenta de unas con-ductas mediante unos rasgos mentales quese especulan, siendo que los únicos indiciosque tenemos de dichos rasgos son precisa-mente las conductas que estamos intentandoexplicar mediante ellos, era una estrategiadudosamente explicativa. Para evitar esto,Eysenck entendió que toda teoría factoria-lista de la Personalidad necesitaba comple-

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tar su fase descriptiva con otra explicativa,causal, que se interesase por el origen de lasdimensiones de Personalidad y su presenciadiferencial en los individuos. Este ánimocoloca a Eysenck muy por encima del restode los factorialistas de nuestro siglo.

Sin embargo, el lugar adonde ha ido Ey-senck a buscar las causas de las diferenciasindividuales en Personalidad no puede sermás problemático. «Podemos decir que laPersonalidad es el concepto central de nues-tra teoría. Su causa distal es el ADN. Su cau-sa proximal es el conjunto fisiológico, neu-ronal y hormonal de intermediarios que li-gan el ADN a la conducta, y que interactúancon los factores ambientales» (Eysenck,1993, cif. Zuckerman, 1997). «La funda-mentación de las diferencias individuales ensus raíces biológicas, y la búsqueda de losorígenes de las dimensiones descriptivas dePersonalidad en el Sistema Nervioso, [...] esel paso realizado por Eysenck que más drás-ticamente ha alterado el pensamiento occi-dental contemporáneo acerca de la Persona-lidad» (Claridge, 1986). En efecto, Eysenckentendió que los constructos estadísticos queresultaban del análisis factorial deberían es-tar reflejando la existencia de unos patronesbásicos de actividad neurofisiológica que ca-bría igualmente aislar, y que en último tér-mino estarían determinados por factores ge-néticos. Así, las diferencias en la dimensiónN reflejarían diferencias en la excitabilidady labilidad del Sistema Nervioso Autónomo,especialmente su rama simpática, y las dife-rencias en la dimensión E serían el resultadode los diferentes estilos excitatorios e inhibi-torios de las estructuras córticorreticulares.La dimensión P, quizá por su carácter másreciente, no ha sido objeto de una teoría cau-sal, aunque Eysenck ha apuntado a que pro-bablemente se encuentre vinculada al siste-ma hormonal androgénico de los individuos(Eysenck, 1985). El ambiente afectaría a laPersonalidad, pero Eysenck sólo lo ha consi-derado como un elemento modulador de su

expresión conductual, sin que haya ido ahí abuscar sus causas.

Por encima de la precisión con la que Ey-senck haya sabido apuntar a las estructurasneurofisiológicas responsables de las dimen-siones de Personalidad, –repasada en Labra-dor, (1984)–, cabe preguntarse si es correctala consideración de que la neurofisiologíaofrece la última respuesta acerca del por quéde la Personalidad y la conducta. Estamosante el mismísimo núcleo de su teoría y, pre-cisamente, es aquí en donde Eysenck ejercióuna lógica más discutible. De forma alterna-tiva a este proceder eysenckiano, cabría en-tender que el comportamiento (y con él, lastendencias estables de comportamiento quemuestra un individuo, es decir, la Personali-dad) puede (y necesita) ser estudiado desdeun punto de vista irreductible a sus compo-nentes materiales neurofisiológicos, en don-de los factores ambientales cumplan un pa-pel constitutivo que vaya más allá del de me-ro modulador y contaminador de unas pre-disposiciones personales biológicas, de cuyamanifestación resultaría la conducta. El en-foque psicológico se distingue por el carác-ter final, propositivo, intencional, dirigido aun objetivo dado en el mundo y por tantoidentificado esencialmente con él, desde elque entiende el comportamiento, y este ca-rácter se pierde cuando al comportamientose le intentan sustraer sus insustraíbles com-ponentes interactivos sociales y se le trituraen partes materiales de naturaleza celular (ode estructuras celulares). No es que el am-biente afecte a la conducta (como si ésta tu-viera algún tipo de existencia previa que seviera alterada por su exposición al mundo),sino que el ambiente constituye a la conduc-ta mediante su relación dialéctica con el su-jeto, y ha de cumplir un papel protagonista(o, al menos, co-protagonista) en cualquierteoría causal acerca de la Personalidad.

Por supuesto, esto no quiere decir que lostrabajos de Eysenck sobre las bases psico-fisiológicas de la Personalidad carezcan de

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valor. Se está reclamando que el análisis y ladescripción del comportamiento en términosfisiológicos no agota su explicación, la cualsólo se completa si se atiende al valor finalde adaptación mutua que la conducta cum-ple en la relación entre el individuo y sumundo. Y esta atención es la que define pre-cisamente el enfoque que la Psicología hacedel comportamiento (frente a otras discipli-nas que estudian igualmente las actividadesde los organismos vivos) y es la que preci-samente se echa en falta en la etapa causalde la teoría de la Personalidad de Eysenck.El convencimiento que mostró durante todasu vida acerca de que la Psicología podríaser una ciencia natural pudo terminar lle-vándole a disolver a la Psicología en lasciencias naturales ya existentes. Sin embar-go, estas debilidades conceptuales no anulanel interés que esta parte de la obra eysenc-kiana, en tanto Fisiología del comporta-miento, tiene para el estudiante o el profe-sional de la Psicología, ya que, reentendidomediante estas puntualizaciones, el materialeysenckiano se convierte en un complemen-to de gran valor para su actividad psicológi-ca.

A la luz de estos juicios, las afirmacionesde Eysenck acerca del porcentaje de varian-za de la Personalidad que cabe atribuir a laherencia y los que cabe atribuir al ambientepiden de nuevo ser matizadas (o, al menos,piden de nuevo ser bien entendidas, para loque hace falta una comprensión certera delsignificado de los conceptos estadísticos ma-nejados por Eysenck que no siempre de-muestran tener los psicólogos). Herencia yambiente no son causas aisladas del compor-tamiento, cuyos efectos quepa distinguir por-centualmente en el reparto del total de la con-ducta (Yela, 1996). Frente a esto se sugiereque herencia y ambiente son determinantes alos que siempre cabe atender de forma ex-clusiva a la hora de explicar cualquier con-ducta, de forma que la atención a uno u otrodefinirá el enfoque desde el que se está estu-

diando el comportamiento que fuera. Así, laeterna polémica herencia/ambiente se desva-nece, y los resultados grupales que Eysenckha presentado acerca de la genética de la Per-sonalidad se revelan como artefactos estadís-ticos que no permiten las interpretacionesque con demasiada frecuencia se han realiza-do de ellos. (Aunque no se ha tratado el temaexplícitamente en este texto, algo muy pare-cido podría decirse de las afirmaciones queEysenck ha realizado sobre el tema de la he-rencia de las aptitudes intelectuales, y quedespertaron grandes enemistades y descon-fianzas hacia su obra; una revisión cabal porambas partes del fundamento de la polémicaherencia/ambiente hubiera ahorrado a Ey-senck algunas de las polémicas más airadasque sufrió en su carrera, e incluso le hubieraevitado alguna que otra agresión física.)

Hasta aquí llega el repaso de tres de loscontenidos más representativos de una ca-rrera caracterizada por la diversidad de susintereses y la atención a la práctica totalidadde los temas más significativos de la Psico-logía de nuestro siglo. Con la reciente muer-te de Hans Eysenck desaparece toda una for-ma global de comprender los asuntos de laPsicología que no encontrará fácil reempla-zo en esta época de excesiva especiali-zación, y que resulta muy difícil resumir enunas pocas páginas. Respecto a la metodolo-gía de su proceder investigador, Eysencksimpatizaba con la afirmación de ThomasHuxley acerca de que «la ciencia no es másque sentido común entrenado y organiza-do». Respecto a su tema de investigación fa-vorito que aplicó a una enorme variedad deterrenos, las diferencias humanas, Eysencktambién citaba con frecuencia a Lenin:«Cuando la razón y la experiencia nos ase-guran que los hombres no son iguales, en-tonces uno debe entender como ‘igualdad’ laigualdad de habilidades, o la equivalencia enla fuerza corporal o en las capacidades men-tales de los hombres. Es obvio que en estesentido los hombres no son iguales. Ningún

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hombre razonable debe olvidarlo nunca».Amelang, M., Schmidt-Rathjens, C., y Matt-

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USOS Y ABUSOS DE LA PSICOLOGÍA DE EYSENCK

532 Psicothema, 1998

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Aceptado el 6 de abril de 1998

JOSÉ ERRASTI PÉREZ

Psicothema, 1998 533

Contaremos con dos conferenciantes extranjeros de reconocido prestigioque han sido invitados para dar una conferencia:

Prf Tim ShallicePrfra Vicki Bruce

Las sesiones del congreso tendrán lugar en uno de los centros de la Uni-versidad de Granada.

La cuota de inscripción es de 10.000 ptas. Para profesores y de 5.000 pa-ra estudiantes si se paga antes del 30 de Octubre. A partir de esta fecha se pro-ducirá un incremento de 5.000 ptas. En las cuotas de inscripción.

La fecha límite para la presentación de resúmenes será el 15 de Septiem-bre de 1998.

Los resúmenes deberán enviarse a la prof. Mª Teresa Bajo –secretaria de laSociedad de Psicología Experimental– a la siguiente dirección:

Teresa Bajo MolinaDepartamento de Psicología Experimental

Campus Universitario de CartujaUniversidad de Granada

18071 Granadaemail: [email protected]

Información acerca del congreso y/o la sociedad también puede encon-trarse en la página Web de la Sociedad en la siguiente dirección:

http:/www.ualm.es/SEPEX

II CONGRESO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DEP S I C O L O G I A E X P E R I M E N TA L