User Portalcongreg.ssccecuador.org:1601/sscc_cuenca/documentos... · Web viewLa fe del Buen Padre y...

42
Congregación Religiosa SS.CC. Territorio - Ecuador ENRIQUETA AYMER DE LA CHEVALERIE “BUENA MADRE” Noviembre 2017

Transcript of User Portalcongreg.ssccecuador.org:1601/sscc_cuenca/documentos... · Web viewLa fe del Buen Padre y...

Congregación Religiosa SS.CC.

Territorio - Ecuador

ENRIQUETA AYMER DE LA CHEVALERIE

“BUENA MADRE”

Noviembre 2017

.

INTRODUCCIÓN

Enriqueta Aymer de la Chevalerie fue una mujer comprometida radicalmente con el Evangelio, muy hermana y humana, de gran corazón y capaz de amar a todos. Ella vivió la transformación de su corazón durante los largos momentos que pasaba junto al Sagrario en adoración. Desde su encuentro con Pedro Coudrin fue fiel a la hora designada, allí encontró el sentido de su vida y es el rasgo característico de su personalidad espiritual; ser adoratriz perpetua. La disponibilidad a Dios le hace repetir: “Mi Buen Dios aquí estoy, soy toda vuestra”. La confianza y el abandono se convirtieron, para Enriqueta, en dos palabras claves.

Un mensaje de amor es la vida de la Buena Madre, por su entusiasmo para llevar la Buena Noticia a todas partes, por su fidelidad al llamado, por su entrega generosa, por su renuncia heroica, por su fortaleza ante el sufrimiento y su amor sin límites a la Eucaristía. Con ella, todas saboreamos el recuerdo de esa primera cita con Cristo, que también ha comprometido nuestras vidas en la misión a la que hemos sido convocadas.

RASGOS BIOGRÁFICOS DE LA BUENA MADRE

Luisa Victoria Catalina Enriqueta Mónica Aymer de la Chevalerie nació el 11 de agosto de 1767, en el Castillo de la Chevalerie, parroquia de S. Georges de Noisné, Diócesis de Poitiers. Fue bautizada el 14 del mismo mes. Sus padres fueron Louis René Aymer de la Chevalerie y María Luisa Gigon de Venzancay.

En la abadía de Santa Cruz de Poitiers, pasó un buen tiempo preparándose para su primera comunión y aprendiendo los buenos modales de la época, sin olvidar la música; compuso varias piezas musicales y tenía una bella voz. Apenas iniciada su educación, volvió a lado de su madre, para recibir las superficiales enseñanzas que debían prepararla para su entrada en el mundo.

En el año 1789, miles de signos hacían preverse los estallidos que anunciaban el fin de la antigua Francia. La vida era dura para los pobres; los enemigos de la Iglesia eran cada día más numerosos y la combatían implacables, pero nadie quería verlos y seguían aturdiéndose, entregados a bulliciosas fiestas. La sociedad de Poitiers era frívola, por gusto y por costumbre. La Sra. Aymer asistía a todos ellos, orgullosa de su hija que tenía todos los detalles para triunfar en la sociedad, la presentó muy joven en los bailes, en los conciertos y en las esplendorosas reuniones de su círculo. Esperaba, sin duda, encontrarle un partido ventajoso y digno de su alcurnia. Enriqueta pasó su adolescencia y juventud en fiestas, pero al mismo tiempo, dejó fama de ser inteligente, alegre y buena, porque tenía buen corazón, transparencia en la mirada y una educación propia de la alta sociedad; de conversación agradable, arte de entretener, sobre todo con la música.

La vida confortable y despreocupada de Enriqueta se ve, de pronto, amenazada, los salones dejan de oír la música para entrar en un silencio de muerte: horcas, cuchillos, masa de gente gritando llena de miseria y de odio, los que ayer vinieron invitados al baile de los salones, hoy llegan disfrazados buscando un escondite. La violencia, la división y la injusticia, ahora, se hacen más patentes.

El día 22 de octubre de 1793, un grupo de ciudadanos mandado por Bartot Saint-Paul, miembro de la junta revolucionaria local, cercó la casa, la registró minuciosamente, encontró en ella al párroco de Saint George y lo condujo a la cárcel. Enriqueta y su madre sufrieron la misma suerte y fueron encerradas en la cárcel de las Hospitalarias, antiguo convento convertido en prisión. Hasta los criados de la Sra. Aymer fueron arrojados en distintas cárceles. Los primeros días de reclusión fueron particularmente penosos para las prisioneras. La cárcel de las Hospitalarias no estaba preparada para recibir a las sentenciadas y nada pudieron sacar estas, de su propia casa porque habían puesto sellos en sus puertas y confiscado sus rentas.

Carecieron en la prisión hasta de lo más necesario y se vieron reducidas a la más absoluta miseria. Su inconsciencia le hace preguntarse: ¿por qué la revolución?, ¿por qué la cárcel?, ¿por qué esta situación de odio? En su reflexión trata de dar sentido a sus dudas, desde lo que escucha, desde lo que vive.

En la cárcel, conoce a gente de la que no tenía ni idea y conoce la otra historia, aquella de la que apenas tenía noticia, la historia de la gente pobre, de la gente sin pan, sin techo, sin educación... Al ver su vacío, vuelve sus ojos a Dios y la conversión más profunda se da en ella, transformándose en sed absoluta de buscar al Eterno, de este modo se hace solidaria del proyecto de Dios, salvar el mundo: “Si salgo de la cárcel ya no le negaré nada a Dios”. Allí vive una experiencia de conversión, que cambiará el rumbo de su vida.

Uno de los primeros signos de su conversión fue el acercamiento a su madre, descubriendo valores que no había captado antes y dándole todo el amor, la comprensión, el cuidado amoroso, se hizo su doncella. Otro signo, el cariño por la hija del carcelero que no sabía leer ni escribir y ella con amor gratuito le fue enseñando las primeras letras.

Solo 18 prisioneros quedaban en aquella cárcel, cuando llegó a Poitiers la noticia de la muerte de Robespierre; entonces, se abren las cárceles y, en los primeros días de septiembre de 1794, madre e hija vuelven a casa. Antes de salir de la cárcel, pudo hacer su confesión general con el padre Soyer y la misma noche recibió la comunión y fue para ella el principio de una vida completamente nueva.

La vida no es la de antes, ahora, les rodea la pobreza, la falta de servidumbre, los amigos. Enriqueta se pone a trabajar con coraje: la casa, costura, clases y oración son desde entonces su quehacer cotidiano. No se reserva nada, salvo “lo único necesario”, efectivamente dice ella: –“Si no hubiera aprovechado aquella gracia, mi conversión habría fracasado”.

Para Enriqueta, comenzaba a aparecer el llamado de Dios y una indefinible esperanza guía sus pasos; por las conocidas calles de una ciudad diferente y nueva, va en busca de las casas donde se celebra la Eucaristía. En la calle Olérons, descubre mucho más que un lugar de culto clandestino: la Sociedad del Sagrado Corazón. Al ingresar a esta Sociedad le parece que las exigencias del Señor son radicales. Ella pide la admisión en la Asociación. Enriqueta no obtiene más que el permiso de venir a pasar sus jornadas de oración ante el Santísimo. Sus escasas palabras y la sonrisa llena de bondad es lo que no tarda en atraer la simpatía de las asociadas. Poco tiempo después, se la admite en la sociedad externa.

BUENA MADRE, MUJER CONSAGRADA

TODA HUMANA, TODA ESPIRITUAL.

Enriqueta, se muestra con una gran entereza de su carácter, trato afable y atractivo, su ingenio y el afán de llegar hasta el fondo de las cuestiones, le hacen conectar fácilmente con los más pobres y necesitados, comprende la historia de la gente pobre, el odio hacia los ricos, nobles, poderosos, ahora sabe lo que es la miseria, la ignorancia, su amor se vuelve solidario y tierno, especialmente con los niños y ancianos.

Su preocupación constante era la salud de las hermanas, su relación con ellas era de mucha cercanía y siempre estaba dispuesta a demostrarles su cariño. Para ella era de gran importancia la alegría y el fervor que nacen directamente del corazón, “fervor y la alegría van siempre juntos”. Su oración predilecta era: “Dios mío, heme aquí”.

Enriqueta, “había hecho voto de estar crucificada en todo, es decir, de corazón, de espíritu, de voluntad, de acción. Decía, “yo debo no solamente aceptar todas las cruces, todos los sufrimientos, todas las contrariedades que se me presentan, sino decir, aún más Señor… de manera que, en los más pequeños detalles de mi vida, si una cosa es indiferente en sí misma y ella me contraría, no debo rehusarla”.

ABANDONO.

Enriqueta no busca justificar la cruz, ni siquiera darle sentido, solo quiere enseñarnos cómo enfrentarle en la práctica, solución que parece simple pero difícil de explicar y exigente en la vida, es abandonarse en las manos de Dios, descansar confiadamente en ellas aunque triunfe el mal.

Cuantas veces ella habrá dicho, lo que dice el salmo 30, 6, en tus manos pongo mi vida: Tú, Señor, el Dios fiel me librarás, o habrá repetido las palabras de Jesús en la cruz: Padre, en tus manos, encomiendo mi espíritu.

LA VIDA DE ADORACIÓN.

Lo que modeló y unificó la vida de la Buena Madre y lo que deseaba trasmitir a todas las hermanas, era la primacía de la adoración. A Enriqueta le fascinaba la adoración y fue su apoyo, era su morada habitual. La adoración es lo que caracteriza la vocación y la misión de una hermana de los Sagrados Corazones. Ella entendió que el Cristo eucarístico aporta una nueva dimensión. Dios deja de ser puro espíritu cuando el Hijo se encarna y prolonga su presencia en el pan consagrado. Es una presencia humilde pero la más palpable que se puede ver y tocar.

LA BUENA MADRE LÁMPARA ENCENDIDA.

La primera fórmula de votos de Enriqueta, compuesta por ella misma, fue: “deseo consumirme como este cirio… en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén”. El cirio evoca una vida de entrega de todos los instantes, día a día, minuto a minuto, segundo a segundo, sin descanso ni paréntesis.

Enriqueta nunca sopló la llama, ni de noche, ¿acaso no duerme en una silla para seguir medio despierta? Está consagrada sin parar, incesantemente, hasta la muerte. Enriqueta fue la vela prendida, siempre en vela; la lámpara encendida que se alimenta con el aceite del ardor de un amor que nunca se agota. (Lc. 12, 35-37)

SER PAN COMO JESUS.

Enriqueta hace suyas las palabras de Juan: “El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él. Jn. 6, 56. Se identifica con Jesús, para que su vida y la de la comunidad sean pura entrega, ella también es pan para los demás, especialmente es pan para los más necesitados.

LA VIDA RELIGIOSA CAMINO DE PERFECCION

Lo que llama la atención en la vida de Enriqueta es su equilibrio humano que la llevó a ser totalmente de Dios y totalmente del prójimo. Al salir de la cárcel Enriqueta tenía ya claro cuál era su vocación.

REFUNDAR LA VIDA RELIGIOSA

Enriqueta y Pedro Coudrin sabían que la vida religiosa en Francia estaba prácticamente muerta, de alguna manera ellos querían resucitarla. La Revolución considera la espiritualidad como el opio del pueblo, Dios estaba muerto.

Enriqueta ha aprendido, desde lo más profundo en su experiencia de dolor, de abandono total, que Dios la ama y ella ha decidido entregarse por entero, jamás tampoco ella pudo sospechar que Dios fuera tan atractivo que pudiera provocar una respuesta de entrega total y definitiva. Antes de su conversión el Dios en el que creía era indiferente e impasible, ahora lo ve amando a cada una de sus criaturas con un amor extremo, incondicional y con fuerza, le suenan las palabras de Jn. 13, 1 “habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.

La Revolución promovió valores como: la libertad, la igualdad, pero desconocía la fuerza del amor que puede llevar a un compromiso total. Enriqueta desde su experiencia descubre que su Dios es amor y ama la humanidad con un amor eterno, a cada una la llama por su nombre y ella como Mateo exclama: yo te alabo, Padre, Señor de los cielos y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos (Mt. 11, 25).

LA BUENA MADRE EDUCADORA.

Enriqueta sabe que de palabras no se vive, amor, por ejemplo, es una bella palabra, pero vacía, si no se traduce en acción, compartir, encuentro. Así, su amor se traduce en enseñanza, sabe que el mayor problema no es la pobreza, sino la ignorancia.

Tiene la seguridad que la voluntad de Dios es su seguimiento no en forma personal sino en comunidad, por eso decide vender lo que tiene, comprar un lugar adecuado para poner en marcha la comunidad y una escuela.

Hacer el bien gratuitamente, exige que la educación, no tenga como base el entendimiento, sino la intuición del corazón, poniendo énfasis en el arte y el afecto.

Con su intuición maternal nos invita a hacer realidad su sueño, “quiero niños que se sientan felices entre nosotras”, “Si les muestran la riqueza de sus cualidades y valores se sentirán atraídos por ellos; si les hablan siempre de sus defectos les quitarán las ganas de superarse”, como podemos ver conoce la motivación afectiva y sus objetivos, sólo un siglo después estos serán sistematizados por la ciencia.

EL LIDERAZGO DE LA BUENA MADRE

LIDERAZGO DESDE EL ESPÍRITU

La actitud permanente de la Buena Madre fue estar atenta y abierta a la acción del Espíritu. Fiel a la oración contemplativa, a la meditación de la Palabra y atenta a los acontecimientos, buscaba la Voluntad de Dios, y pudo ver lo que es bueno para la Congregación, buscaba la participación de todos y de todas, segura de que el Espíritu “sopla donde quiere y cuando quiere” (Jn. 3, 8).

“Si el superior general necesita algo, ella reúne su capítulo. Y si los dos tercios de votos están de acuerdo ella siente la obligación de darlo. Ella se siente con el mismo derecho cuando lo pide al superior general, siempre que haya fondos cuando las peticiones son hechas recíprocamente” (BM).

Nuestros Fundadores fueron dóciles al Espíritu, vivieron centrados en el Evangelio, es la herencia que nos dejaron y nos invitan a recrear esta experiencia de escucha y docilidad al Espíritu desde el Evangelio, buscando, en las decisiones, la participación de todas y de todos.

“Cuando un candidato pida hacer su profesión, el superior general avisará de ello a sus hermanos, se fijará el día del escrutinio, dejando 3 días para pedir las luces del Espíritu Santo. El superior general no da a conocer su criterio hasta después del recuento de los votos, sin el cual el candidato no puede ser recibido” (BM).

Los fundadores invitan continuamente a los Hermanos y Hermanas a dejarse guiar por el Espíritu Santo experiencia que se convierte en una vivencia espiritual que nutre y enriquece la vida comunitaria y la oración. El ejercicio del liderazgo en y por el Espíritu conduce a una vida más profunda. La superiora debe ser un instrumento del Espíritu que actúa en cada persona y llama a otros a confiar en el Amor incondicional de Dios.

“Sitúese a los pies del Buen Dios. Vuélvase, mi buena y querida amiga, a su simplicidad antigua y dulce. Dios ha permitido que sea elegida, Él no permitirá su infelicidad”. (BM)

La Buena Madre estaba convencida de la proximidad y el apoyo constante de Dios. Muchas veces repetía frases como estas: «… no estén demasiado preocupadas: todo pasa…”

Los fundadores, comparten una misma paternidad espiritual y una misma responsabilidad: garantizar el crecimiento en la fe de los y las que se van incorporando a la familia espiritual que han fundado, haciendo, con mucho acierto, un buen acompañamiento a cada superiora y superior.

LIDERAZGO DE PARTICIPACIÓN E IGUALDAD

Nuestros fundadores eran conocidos por utilizar expresiones de atención, respeto a las personas, practicando en su servicio el diálogo para resolver los problemas. Una característica de la forma en que se ejerció el liderazgo de la Congregación, fue la participación, colaboración en dinamismo de igualdad y discernimiento en un ambiente de confianza ilimitada.

“Le renuevo pues, mi querida hija, todos los permisos para que Ud. arregle las cosas, incluso las que se refieran a los hermanos. Únicamente, trate de encontrar el medio de que todo se mantenga, pues temo mucho que no se dé abasto. Hay que dejar algún ecónomo bueno para que todo marche pasablemente...Ponga el espíritu de Dios en todo y no haga nada sin su mandato”. (BP)

Entre el Buen Padre y la Buena Madre, se nota una evolución, un crecimiento en libertad, en ternura y en delicadeza. La Buena Madre establece con los hermanos un trato de igual a igual, sin complejos, no se siente más ni menos.

«He encontrado una carta suya, lo que me ha dado un gusto que sólo mi pobre corazón sabe sentir. No sé lo que hay dentro: la he leído en medio de la familia, de la que Ud. es el padre querido. Me pongo a sus pies y le ruego me acepte como soy, mi buenísimo Padre” (BM).

En lo que se refiere a la marcha de la Congregación, la Buena Madre da muestras de una actitud profunda de obediencia al Buen Padre, pero con ciertos matices. En diversas ocasiones dice expresamente que “no quiere hacer nada que no esté de acuerdo con las intenciones del Buen Padre”. Pero otras veces mantiene su propio punto de vista, con la seguridad de que el Espíritu se le ha manifestado en la oración.

La fe del Buen Padre y la Buena Madre en la providencia de Dios es un patrimonio muy valioso. Dice Gabriel de la Barre que la misión fue confiada a dos «igualmente humildes abandonados a la Providencia y caminando con un paso firme en seguimiento de una gracia que los conducía» (GB).

«Vaya al Buen Dios con confianza; abandónese totalmente al Divino Corazón de Jesús, que su amor la sostenga». «Dios sabe mejor que nosotros lo que necesitamos; abandonémonos pues a su divina Providencia. El abandono absoluto a Dios es el medio más corto para llegar a la perfección» (BM).

El abandono total al Divino Corazón de Jesús, fue uno de los frutos de la gran fe de la Buena Madre. Se puede comprender la invitación que ella hacía insistentemente a sus hermanas para que también se abandonasen al Corazón de Jesús.

«Desearía mucho poder tranquilizarla, pero estamos todas en una situación crítica, nos toca pues a nosotras rezar con mayor fervor que antes y abandonarnos a la Providencia». (BM).

LIDERAZGO DE ESCUCHA

La Buena Madre acompaña, se preocupa por cada hermana y cuida la cercanía. Alienta y consuela a cada una. La afectividad cálida está en la base de su capacidad para crear un ambiente alegre, distendido y cordial que facilita la relación fraterna.

«Me alegro de haberlas visto, he encontrado que todas y cada una tenían un aspecto bastante feliz. Felicidad y fervor van siempre juntos. Procuren mantener la paz, la unión, la benevolencia y el mutuo soporte que demuestran el buen espíritu y la indulgencia de las Superioras» (BM).

A medida que los años pasan le dan más sabiduría y bondad, ella llega a diseñar el estilo de comunidad. Da importancia a la alegría, la buena salud, la bondad, la acogida, el servicio de unas por otras, el celo para hacer amar a Jesucristo, el celo por la adoración. Ella comprende la naturaleza humana con sus debilidades. Es una superiora realista pero radical cuando se trata de amor y donación a Dios, de obediencia y abandono total y el celo por la adoración. «La vida de una adoratriz es la donación de todo su ser a Dios». B.M.

Sus hermanas testimoniaban que: “La Fundadora, dedicaba largas horas para escuchar y acoger, cada hermana se sentía conocida y amada. Jamás la Buena Madre hacía reproches sobre una cosa ya pasada. Se contentaba con decir en el momento lo que pensaba y no volvía ya sobre ello”.

Solía decir: “Sufro, mis queridas hijas, de verlas tan pobres, pero me alegro de verlas tan alegres, de tan buena voluntad. Sean sencillas, unidas entre ustedes. De eso depende su felicidad aquí abajo y allá arriba. Tengan cuidado en pedir los permisos, no por costumbre, sino según Dios y por Dios”

Muy a menudo encontramos la recomendación de cuidarse, de cuidar su propia salud y la de las hermanas. «No tome el cielo por el hambre» escribe al comenzar una cuaresma.

“Sólo Dios sabe la dimensión de mis sentimientos para todas ustedes y la necesidad que tengo de que sean felices. Si pudieran leer en el corazón de su pobre Madre, que no se atreve a llamarse así porque no tiene las cualidades necesarias pero, al menos, tiene toda la ternura” (BM).

Un buen resumen de su programa de gobierno lo encontramos en su carta a Antoinette de Baussais:

«Es a ti, mi querida Antoinette, a quien destino para que vuelvas a Pont-Lieu para ser Superiora de la casa de la Providencia. Espero que Dios bendiga mi elección. Te ruego que marches enseguida; te invito a que te cuides bien en el camino y también cuando hayas llegado. Vas a secar unas lágrimas que se reproducirán a tu llegada. El afecto que tenían por tu predecesora, te garantiza el corazón y los buenos sentimientos de las personas que forman esta piadosa casa. Sé su amiga, su apoyo, su consoladora en las pequeñas dificultades. Algunas han sido tus madres, sé pues, buena, indulgente para todas, pero trata de mantener el fervor, la regularidad y la sencillez que reinan en este asilo. No te asustes ante tantos deberes por cumplir: Dios ayuda cuando se obedece francamente y con apertura de espíritu…». (BM).

LIDERAZGO ABIERTO Y DISPONIBLE

El eje central de la vida interior de la Buena Madre con Dios podría resumirse en la entrega total, gratuita, sin reservas ni compensaciones, que se traduce en los siguientes pensamientos:

“Toda para Dios”, “heme aquí, Dios mío”. « ¡Dios mío, aquí estoy!». «Todo por Dios, todo en Dios, todo a Dios, he aquí la única verdad consoladora» (BM).

“Abandónese a Dios y Dios no la abandonará. No tema nada. Lo que el Buen Dios guarda está bien guardado” (BM).

En una ocasión le escribía el Padre Coudrin: “Estamos sostenidos por un cabello”. “Es verdad», respondió Henriette, «pero este cabello está sostenido por un Cable y no se romperá”. “La Providencia es grande. Seamos buenos y todo irá bien» (BM).

El deseo de los Fundadores era estar siempre a disposición de las necesidades y las urgencias de la Iglesia. El título de “celadores” es estar disponibles para las necesidades de la sociedad asumiendo los costos que ello conlleva.

“…Están destinados, «unos a ir por los campos a hacer misiones, instruir al pueblo y propagar la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, otros a instruirá los niños, otros a la adoración reparadora…» (BM).

La Congregación vive, crece, se extiende por Francia siempre en calidad de ilegal, en clandestinidad, ello contra su propio querer. Tener que hacer frente, sin medios económicos, a un crecimiento rápido de la Congregación y de sus obras, constituía un problema permanente.

Teniendo en cuenta la realidad, los Fundadores fueron capaces de visualizar diferentes posibilidades: Intuitivos, imaginativos, creativos, intentaron dar respuesta a los desafíos que se iban presentando.

A través de textos, cartas, súplicas, memorias.., se percibe la realidad: la Comunidad tiene un estilo de vida que es apostólico; sus miembros se sienten investidos de una misión. Esto resalta con evidencia en los más antiguos documentos.

Conocía demasiado bien las necesidades de su época para comprender la triste situación en la que se encontraban las jóvenes pertenecientes a familias arruinadas, que no tenían medios de procurarse una educación.

“Bastaba a la Buena Madre ver cuántas jóvenes estaban expuestas a peligros a causa de la falta de educación y formación cristiana, aun teniendo a sus padres, que no les permitían vivir su fe y observar sus prácticas cristianas. Ella se apuraba a recibirlas en algunas de nuestras casas” (Hilarión L. ss.cc.)

LIDERAZGO DE UNIDAD

En la insistencia de los Fundadores sobre la unidad, reconocemos la importancia fundamental que le dieron a la comunión y a la unión de los corazones para el crecimiento de la "Obra de Dios". Cada uno de ellos tomó gran cuidado para permanecer cerca de sus hermanos y hermanas que les hablan con gran afecto y preocupación.

«... Ámense mucho los unos a los otros. Soporten las pequeñas penas que son indispensables a causa de la diferencia de caracteres; no tengan más que un corazón y un alma... Sean dulces y obedientes los unos para con los otros. Que cada uno no se empeñe en sostener su parecer; es más conforme a la voluntad de Dios, ceder algo por el bien de todos, que empeñarse en lo mejor cuando hay obstáculos que no son malos en sí mismos...» (BP).

En este acompañamiento que los Fundadores hacen a las comunidades a través de las visitas y especialmente con sus cartas, los consejos son muchas veces una llamada a la unidad, a la comunión, a la fraternidad. He aquí testimonios de Hermanas después de su muerte:

«Los consejos, especialmente en público, trataban siempre sobre la pobreza, la unión, la obediencia y la sencillez. Ella me decía un día: sus Hermanas parecen muy unidas, es casi un gusto de cielo. Mantenga esa bondad entre ellas, sin eso no hay virtud sólida». (Hilarion L. ss.cc.).

Hemos visto con qué atención la fundadora recomendó a los superiores mantener la unión y caridad o hacer todo lo posible para volver a establecerla, si hubiera sido alterada. Recordemos algunas palabras de la Buena Madre, dirigidas a las Superioras:

"Ármese de paciencia. No haga nada desde el estado de ánimo o el recuerdo. Permita que la unión y el olvido, sea su lema... ponga todo a los pies del Buen Dios... Por encima de todo, tenga cuidado de la susceptibilidad, y piense en los demás. B.M.

Los fundadores saben vivir la unidad en las dificultades y las crisis.-

“Nuestros asuntos se complican cada vez más... se teme órdenes siniestras contra nosotros... Madame de Vibraye... hace todo lo que puede para parar los golpes. Por último le he dicho: Madame, lo que Dios guarda está bien guardado, hemos pasado por todos los gobiernos, el Buen Dios nos quería, sin duda alguna, si ya no nos quiere, que se cumpla su voluntad.... Y allí estoy” (BM)

“Buena Madre, sigo impresionado por tantos acontecimientos. ¿Qué es lo que Dios quiere de nosotros? Me parece que estoy todavía demasiado apegado a la tierra…” (BP).

La BM con su presencia y con sus cartas ayuda a resolver las muchas dificultades.

«Esperamos recibir a la “Pequeña Paz” este fin de semana... las cartas que hemos recibido de Mende y de Cahors nos demuestran que por todas partes por donde ha pasado, ella hace dichosos a todos.» (Hilarión L. ss.cc.)

La situación social, política y económica en que nace y crece la Congregación es dura, difícil y complicada. Esto obliga a los fundadores y a las primeras comunidades a vivir en la clandestinidad. Esto, unido a los problemas que hay al interior de la Congregación, provoca momentos de crisis en la vida de la comunidad. La experiencia de las debilidades, propias y ajenas, la experiencia de pecado, de fracaso, de desunión, los abandonos, las enfermedades y muertes de las jóvenes religiosas, llevan a vivir crisis internas. Pero son los momentos de crisis, incertidumbre, desasosiego y sufrimiento lo que lleva a nuestros fundadores y a las primeras comunidades a vivir con una profunda confianza en Dios Padre, en la Providencia, aceptando la Cruz del Siervo de Yahvé y entregándose con más celo a la misión.

LIDERAZGO REPARADOR - LIBERADOR

En 1806 no se tenían aún jóvenes internas en el pensionado de Picpus. Varias se ofrecieron a nuestra Buena Madre; ella las rehusó porque quería establecer en primer lugar la clase gratuita.

"Yo no recibiré esas internas antes que la clase de los pobres no esté abierta. Ellas deben tener siempre el primer lugar". Escribía a sus hermanas: “Cuiden siempre que la clase de las niñas pobres no decaiga; es la bendición de nuestras casas” (BM).

Debido a las exigencias de la misión, los hermanos como las hermanas, tuvieron siempre una movilidad superior a lo que podríamos imaginar sabiendo las dificultades que presentaba un viaje en aquellos tiempos. Se entregaban por entero a la misión, con la certeza de que se entregaban totalmente a Dios.

La máxima favorita de la BM era: “que el bien que se hace, alivie el mal que se sufre; que el mejor modo de ser totalmente de Dios, es ser totalmente del prójimo” (BM).

Otro rasgo que se puede constatar a lo largo de nuestra historia, es lo que podríamos llamar un liderazgo reparador-liberador. Es un liderazgo que en fidelidad a la misión de Cristo, entrando en su dinamismo de amor, se hace sensible a las injusticias y en solidaridad con los pobres promueve la transformación de los corazones.

El espíritu de nuestra incomparable “madre” era el espíritu del Evangelio. Tenía una caridad sin límites para excusar y ocultar los defectos, incluso las faltas graves que se le confesaban” (Hilarión L. ss.cc.)

Este liderazgo reparador y liberador nos recuerda que en nuestro ministerio estamos llamadas a crear comunión y ser apóstoles del plan del Amor de Dios.

«…además de los cuidados y larguezas que hacía a quienes se le acercaban para pedir su ayuda, ella iba por la ciudad donde los pobres vergonzantes, para procurarles los alivios que requerían sus necesidades, con esa bondad y esa delicadeza que le eran tan connaturales.» (Hilarión L. ss.cc.)

El liderazgo apostólico no puede perder de vista que esta opción nace de una indignación ética frente al escándalo de la pobreza, la injusticia, el contacto con los que sufren y la cercanía al mundo de los pobres, nos mueve a solidarizarnos con ellos.

“En la fundación de Laval, la Madre Henriette adoptó a doce pequeñas pobres, fueron alojadas, alimentadas, cuidadas, y más tarde colocadas. Otras vinieron a reemplazarlas” (Sr. Justine Charret).

El liderazgo reparador-liberador nos anima a encontrarnos con la realidad tal y como realmente es, en su dureza y tragedia, pues ésta, posibilita nuestra renovación y conversión.

“Jesús quiere una orden que esté destinada a adorar su Corazón…, que reproduzca las cuatro edades de su vida. Esta orden se establecerá a pesar de la persecución que experimentemos; esto está en los designios de Dios” (BM)

El liderazgo reparador-liberador promueve el desarrollo integral de las personas, y de los grupos sociales en sus diferentes dimensiones.

«He visto a la Buena Madre recoger familias enteras en su casa porque ellas no tenían los medios de subsistir. Otras veces ella acogía a pequeñas huérfanas… Desde hace 14 años que estoy en esta casa, he visto a la Buena Madre ayudar a más de 100 para sacarlas de la miseria» (Hilarión L. ss.cc.)

CARTAS DE LA BUENA MADRE

Mande, 7 agosto, 1802

No tengo sino el tiempo de decirles que las quiero mucho a todas; que yo estoy bien; que las quisiera a todas y todos felices y santos; recen para que yo llegue a hacerlo.

El próximo correo escribiré al Sr. Isidore de quien soy la hermana muy mala y buena; dígale pues que é me llame siempre así.

Mande, 21 agosto, 1802

Habrá protestado de mi pereza, mi buena Hélène; la verdad es que hecho mal en no haberle escrito más a menudo. Conoce mi aversión hacia esa ocupación y me perdonará el no haber tenido el valor de vencerla.

He recibido todas sus cartas, había hecho el propósito de responder a ellas detalladamente; pero es demasiado buena y sobre todo demasiado amable para que yo pueda responder a todas sus bonitas frases, tanto más cuanto que mi pobre espíritu está totalmente obstruido…

En Poitiers yo era tonta, aquí, soy algo más. Me parece que no he cesado de jugar a la gran señora desde que la he dejado; excepto algunos momentos con nuestro Padre, estoy siempre de ceremonia, aún más conmigo misma que con los que me rodean. No sé cuándo acabará esto… pero lo que se bien es que me cuesta soportarme… Adiós, mi buena, termino. Mil cosas a todos.

2 noviembre, 1802

Habrá recibido Ud. mi buena Hélèn, la carta en que le comunicaba la desgracia que nos ha ocurrido. Le hubiera dado detalles si hubiese creído que la intención de nuestro Padre era que se lo contase a usted. Pero hoy no tengo valor para decirle nada de todo esto.

He aquí unos detalles bien fastidiosos, mi buena Hélèn; yo los creo necesarios; mientras tanto todas nuestras hermanas están muy bien; he edifican, están siempre alegres y sanas.

Nuestro Padre ha rezado mucho a Dios por todos nosotros. Veo que en efecto estamos a cien leguas, pero piense que no puede hacerse ni idea de nuestra posición.

Mil cosas mías al buen señor Isidore. Si al cabo de 3 meses nuestras correspondencia ya se cansa, qué será cuando un tiempo más largo, haya borrado más aún los motivos que él tenga para acordarse de mí. Dígale que no se moleste mucho en escribir.

En cuanto a usted le ruego lo contrario, que se moleste y nos dé exactamente, noticias de todos y suyas como de todo cuanto les rodea…

¿Qué va a decir el nuevo Obispo? ¡Estoy intranquila por usted. Mi corazón sufre para acomodarse a los diferentes sentimientos que le agitan! A pesar de todo, hay un rinconcito para usted.

Dígale a Sor Úrsula que me urge el darle su velo blanco…

Adiós, todos y todas, termino pero no les dejo.

MÁXIMAS DE LA BUENA MADRE

1. Les deseo paz, paciencia, valor, bondad, dulzura y caridad.

2. Estamos sostenidas por un hilo, pero ese hilo está sostenido por un cable.

3. Todo por Dios, todo en Dios, todo para Dios, Él es el único y verdadero consolador.

4. Adorémosle siempre a Él y solamente así encontraremos la paz, la fuerza para sufrir y la alegría como consecuencia.

5. Uno no se ve nunca tan pequeño como cuando mira a Dios más de cerca, esto facilita la unión.

6. El abandono más absoluto en Dios es el medio más corto para llegar a la perfección.

7. Es preciso vivir para sufrir y sufrir amando el sufrimiento

8. Dios llama a todos los hombres a la unión con El, ya desde esta vida.

9. María es y será siempre nuestra protectora, nuestro apoyo, tendremos siempre parte en los afectos de su corazón.

10. Nosotros no podremos jamás comprender lo celoso que es Dios de las almas que Él ha escogido.

11. La paz y la unión es la primera necesidad de la vida que vivimos.

12. La mejor forma de ser toda de Dios, es ser toda del prójimo.

13. Permanezcamos siempre unidas en el Divino Corazón de Jesús.

14. No formemos más que un solo corazón y una sola alma para servir a Dios.

15. Cuando vean a sus hermanas cometer una falta crean que lo han hecho sin querer.

16. Dios nos ama a pesar de nuestras imperfecciones, amemos también a nuestras hermanas a pesar de sus defectos.

17. Procuren mantener el fervor, la alegría, la espontaneidad, la sencillez, la unión esa afectuosa caridad que constituye la felicidad de la Vida Religiosa.

18. No pasemos nunca un día sin haber dado gusto a alguna de nuestras hermanas.

19. Dios mío heme aquí.

20. Que el Corazón de Jesús sea nuestra fortaleza, nuestro refugio y nuestro apoyo.

21. Ir a Dios con confianza que su Amor las sostenga.

22. Nuestro Señor había echado una mirada de misericordia sobre nosotros, por eso lo seguimos con alegría y tranquilidad de espíritu.

23. Tendríamos que acostumbrarnos a traer a Dios más cerca de nosotros.

24. Recuerde que para servir bien a Dios, es preciso ser un poco feliz.

25. El sello distintivo de los Hijos de los Sagrados Corazones debe ser: la humildad y la sencillez.

26. Toda la vida de los Hijos de los Sagrados Corazones debe encerrarse en estas tres palabras: penitencia, silencio, oración.

27. Que el Corazón de Jesús sea nuestra fuerza, y el Corazón de María nuestro consuelo.

28. Sumérjanse, hijos míos, en el Sagrado Corazón de Jesús: sáciense en El, de amor y de dolor.

29. Seamos fieles a los designios de la Providencia y no perturbemos nada en la economía de esos designios.

30. No desterremos de nosotros el sufrimiento, este nos une a Dios.

31. Alegría y fervor van siempre juntos.

32. Abandónese a Dios y Dios no la abandonará.

33. No tema nada. Lo que el Buen Dios guarda está bien guardado.

34. Esperemos todo de la misericordia de Dios.

35. Quisiera consumirme como un cirio.

BILLETES DE LA BUENA MADRE

1. Las separaciones me matan: dejar cada casa con un grupo escuálido e indefenso de hermanas, fuera de su tierra, desconocidas en el lugar, con medios materiales tan exiguos. Cada casa abierta significa llegar a unos muros vacíos, dudando aun si esos muros son nuestros y si lo seguirán siendo, tan inseguras y precarias son las condiciones de la instalación. La pobreza es el cimiento que sirve para consolidar cada nuevo establecimiento.

2. Acudamos a Dios: en las situaciones difíciles rezar con mucho fervor y abandonarnos a la Providencia, porque tendremos que sufrir, no hay que disimularlo y sólo nos queda refugiarnos en el Corazón mismo de Jesús, agarrarnos a Él para no salir nunca.

3. Sólo Dios sabe la dimensión de mis sentimientos para todas vosotras y la necesidad que tengo de que sean felices. Si pudieran leer en el corazón de su pobre Madre, que no se atreve a llamarse así porque no tiene las cualidades necesarias pero, al menos, tiene toda la ternura.

4. Antes me preocupaba no saber rezar, pero oí al Padre Coudrin esta sencilla enseñanza: para hacer una oración solamente hay que acercar el corazón al Corazón del Buen Dios. Entonces una hermosa puerta se abrió.

5. A medida que aumenta el sentimiento de nuestra miseria y de nuestra indignidad, las gracias de Dios se multiplican.

6. Estamos en una época muy desgraciada, pero si Dios está a favor nuestro, ¿quién estará contra nosotros?.

7. Cuando uno está a los pies del Señor, cree que está dispuesta a sufrir todo lo que venga... pero cuando se presenta la ocasión, uno se encuentra débil, y es una gracia que nos concede Dios el ponernos en disposición de sentir realmente lo que somos.

8. Cuando usted organizó la Adoración y me señaló una hora, sin darse cuenta de ello, fijó mi destino.

9. Ya no es solamente la Santísima Virgen que quiere nuestra Orden: ha llegado a ser una necesidad para el Corazón de Dios; tan grande es su misericordia con nosotros.

10. Dios mío cuántas penas, cuántos sufrimientos, cuántas inquietudes... caigo bajo la carga y no tengo ánimo de decir “heme aquí”. Es preciso decir tantos “fiats” que estoy desolada. Camino entre tantas gracias del Señor y entre tantos problemas y sufrimientos que mi corazón recibe a cada instante como nuevas heridas. Ya no soy yo quien lleva la cruz, es más bien la cruz que me lleva.

11. Sólo Dios sabe la dimensión de mis sentimientos para todas ustedes y la necesidad que tengo de que sean felices; si pudieran leer en el corazón de su pobre madre, que no se atreve a llamarse así porque no tiene las cualidades necesarias pero, al menos, tiene toda la ternura.

12. A cien leguas de distancia, como a diez mil, nunca estaremos lejos: los lazos que nos unen no saben de distancias, el corazón las salva a todas, y quizá un día estaremos todos reunidos allá arriba. Recen para que yo pueda llegar allí, pero cuando llegue mi hora, pues no quisiera adelantarla.

13. Toda suya en los Sagrados Corazones. En esos Corazones de Jesús y de María que le estoy siempre unida. Que el Corazón de Jesús la consuele para siempre. Recordar: Todo por Dios, todo para Dios, todo en Dios, todo solamente para El.

14. El Señor quiere una orden destinada a adorar su corazón, a reparar los ultrajes que recibe, que entre en el dolor interior de su corazón. Debemos vivir sus virtudes, especialmente su: humildad, dulzura, pobreza, obediencia, caridad... que forme a los jóvenes corazones en el amor, que abrace el mundo entero.

15. Quiero que esas pobres niñas se encuentren felices entre nosotras. Si les muestran la riqueza de sus cualidades y valores, se sentirán atraídas por ellos; si les hablan siempre y sólo de sus defectos, les quitarán las ganas de superarse.

16. Dios, que quiere nuestra obra, no la quiere sin que suframos todas las vicisitudes comunes en parecidas circunstancias, pero nos pide una constante y fiel perseverancia.

17. Tendrá molestias pero Dios da el vestido según el frío. Trate de reavivarlo todo. Una bondad sin debilidad, mucha caridad y paciencia en su modo de actuar y tenga valor, ánimo.

18. La humildad es la fiel compañera de la sencillez, no hay una sin la otra. María es ejemplo de humildad, pero el complemento de todas sus virtudes es su perfecto abandono a la voluntad de Dios, sólo por amor a Él.

19. Adiós, te abrazo con todo mi corazón. Quisiera hacer pasar al tuyo todos los consuelos que dan la resignación y la esperanza. No perdamos nunca la confianza en que se nos ha prometido un tiempo mejor, ya en este mundo.

ORACIONES A LA BUENA MADRE

ORACIÓN POR LA BEATIFICACIÓN DE LA BUENA MADRE

Dios, Padre nuestro,en tu gran bondad y misericordia,Tú has llamado a Enriqueta

a ser testigo de tu Amorrevelado en los Corazones de Jesús y de María.

En Adoración ante el Santo Sacramento,sintió la necesidad de contemplar, vivir y anunciartu Amor a un mundo roto

por la violencia y la división.

Junto con Pedro Coudrin,fundó la Congregación de los Sagrados Corazonesde Jesús y de María y de la Adoración perpetua,para continuar esta misiónen todo tiempo y lugar.

Por su intercesión,

concédenos el favor que te pedimos:(nombrar la petición).

En tu bondad,

haz que la Iglesia reconozca pronto en ellauna auténtica testigo del Evangelio.

Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo.

Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA BUENA MADRE (Chile)

Padre, queremos alabarte

por la gran mujer que fue Enriqueta,por sus cualidades humanas,

la riqueza de su alma

y su gran corazón capaz de amar a todos.

Te alabamos por su fidelidad a la llamada,

por su entrega generosa,por su renuncia heroica,

por su fortaleza ante la cruz,su amor sin límites a la Eucaristía

y sus largas horas de adoración ante el Sagrario.

Queremos darte gracias por el mensaje de amor

que nos dejaste en la vida de Enriqueta,

por su entusiasmo de llevar la Buena Nueva

de tu Evangelio a todas partes,

para mostrar la fuerza de tu amor,

en una sociedad herida por el pecado

y oprimida por la injusticia y la violencia.

Padre suscita entre nosotras

mujeres y hombres valientes como Enriqueta comprometidos radicalmente con tu Evangelio,

para que podamos ser signos

de tu Amor redentor en nuestro mundo.

Recrea en nosotras su espíritu de unidad,

para que como un solo cuerpo, un solo espíritu,

una sola esperanza en nuestra vocación,seamos uno por los lazos de la gracia y la verdad,

de la fe y del Amor.

Amén.

CANTO

A LA BUENA MADRE(Música: Eres como una flor)

A cantarte venimos, oh Madre querida, celebrando este día, gozosas cantamos llenas de emoción. Admiramos tu entrega heroica y valiente, la riqueza de tu alma, tu gran corazón y tu amor a la cruz.

Buena Madre, Dios te hizo grande, de virtudes Él te colmó, /pregonera serás del Amor redentor, adorando ferviente al Señor./

Prisionera en la cárcel oyes el llamado,fundadora serás de una nueva familiaen la Iglesia de Dios. Al amparo segurode dos Corazones: de Jesús y Maríatu vida entregaste a la humanidad.

Buena Madre no olvides a esta tu familia,recrea en nosotros la fuerza divina de la unidad.Así lo quisiste que fueran tus hijos:humildes, sencillos, llenos de esperanza,de fe y caridad.

TERRITORIO SS.CC. ECUADOR