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URBELTZ, Juan A.: “Apuntes al folclore de nuestra costa”, Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 6, Untzi Museoa-Museo Naval, Donostia-San Sebastián, 2009, pp. 447-457.

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URBELTZ, Juan A.: “Apuntes al folclore de nuestra costa”, ItsasMemoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 6,Untzi Museoa-Museo Naval, Donostia-San Sebastián, 2009, pp.447-457.

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Apuntes al folclore de nuestra costa

Juan A. Urbeltz

Este pequeño trabajo alrededor de las tradiciones folclóricas de los pueblos marineros de nuestrascostas va a estar condicionado, como no podía ser de otra manera, por nuestra actual posición en lainterpretación de entornos festivos tales como los carnavales, danzas ceremoniales, alardes dearmas, así como de ciertos símbolos heráldicos en lo que en ellos hay de contenido “fundante”, alexaminarlos en el carácter que tienen para las poblaciones que los ostentan. Por propia incapacidadestamos obligados a dejar fuera muchos aspectos de la vida de nuestros arrantzales, y no sólo técni-cos, sino también otros que nos son más cercanos como los que corresponden al cancionero tradi-cional en sus diferentes manifestaciones, dichos relacionados con el mar, proverbios meteorológicos,cuentos y otras tradiciones orales, etc.

Aun así podemos decir que en los contextos ambientales de costa y marisma que hasta ahorahemos estudiado, afloran las mismas metáforas que en las poblaciones de tierra adentro. Por eso noes posible establecer con claridad que las poblaciones marineras tengan una cultura festiva y proto-colaria, musical y coreográfica, netamente diferenciada de la que encontramos en vecindarios situa-dos algo más al interior. Por tanto, más que un trabajo sólidamente estructurado en torno a las tra-diciones folclóricas de la costa vasca, lo que vamos a ofrecer es una miscelánea constituida pordistintos acontecimientos que articularemos de la mejor manera posible.

Lo primero que deseamos apuntar es el medio geográfico en el que, históricamente, las comuni-dades costeras han desarrollado su vida. Los ríos, formando grandes estuarios en su desembocaduraal mar y que normalmente han rodeado siempre el abrigo natural del puerto, han sido factor deter-minante en la formación de un folclore que en el tiempo presente y paso a paso empezamos a vis-lumbrar. Y es que la fauna salvaje alojada en juncales y marismas, con millones de mosquitos, tába-nos y jejenes portadores de distintas fiebres, ha condicionado la vida de quienes (desde tiempoinmemorial) han vivido en esos entornos. Por ello hemos podido observar que algunos retablos denuestra iglesias muestran una panoplia de santos “neolíticos”: eso son, entre los más importantes,San Juan Bautista, patrono de las aguas puras y celebradísimo en toda Vasconia, y sobre todo enGipuzkoa; San Sebastián y San Roque, abogados medievales contra las epidemias; San Cristóbal o laayuda divina para vadear los ríos, también San Pedro, San Lorenzo, San Nicolás, San Fermín, SantaCatalina, etc.

Esos ecosistemas han marcado a quienes han vivido cerca de ellos, por lo que algunas veces laimpureza del hábitat los ha estigmatizado. De ese modo a los vecinos de Donibane Lohitzun, Ziburuy Urruña (burgos costeros situados al borde de marismas) las gentes del interior de Laburdi los hanmotejado siempre de kaskarotas, nombre que también reciben las comparsas de jóvenes vestidoscon trajes llenos de color y vistosos sombreros o kaskas, que salen por Carnaval. El fondo etimológi-co de esa voz nunca bien entendido no procede de la kaska o sombrero con que se adornan, sinoque sugiere la idea básica de ‘enfermedad’, ‘debilidad’, etc. Kaskar es ‘débil’, ‘enfermo’ y kaskarral-di corresponde a ‘época de enfermedad’, por lo que en sentido figurado los kaskarotas son ‘enfer-mos’ que, cumpliendo con costumbres de conjuramento contra las fiebres primaverales, recorrenfestivamente casas y campos exigiendo el pago de un diezmo. Una costumbre que las gentes estánmás o menos obligadas a cumplir, para así guardarse de una potencial amenaza de contagio. Y deacuerdo con esos ecosistemas tan especiales, algunas localidades de la costa de Bizkaia como Mun-daka y Lekeitio, han guardado alegres carnavales en los que la música se realiza con instrumentos depulso y púa, lo que llama sobremanera la atención. Acerca de este asunto de las rondallas y estu-diantinas bufas de la costa vizcaína, tenemos planteada la cuestión de un instrumento musical enor-memente interesante. Tengo leído, creo que al folclorista portugués Ernesto Veiga de Oliveira, que elcavaquinho de su folclore es de origen vizcaíno, llevado a Portugal por marineros de Bizkaia (el cava-quinho es un pequeño instrumento de cuerdas pulsadas antecesora del timple canario y el ukelelehawaiano). Pero continuando con el Carnaval tenemos que, además de la música y los trajes blancosde los disfraces que los hacen semejantes a las gentes del Magreb, hay lugares (como Mundaka) que

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han guardado leyendas que explicitan un interesante mundo simbólico que fluye de los ecosistemasque rodeaban a estas localidades.

Mundaka se encuentra en la costa de Bizkaia, en un entorno natural parecido al de los lugaresque acabamos de citar, y celebra su aratuste o Carnaval de una manera espectacular. Pero a diferen-cia de otros lugares, los carnavales de Mundaka, como los de Lantz, tienen su propio mito de origen.Cuentan los naturales que el arranque de tan llamativa fiesta nació de un sucedido protagonizadopor un personaje llamado Antton erreka. Según dicen, el popular sujeto era primer regidor municipalademás de ‘conde’. Un día llegó a casa con algunos vasos de más. La ‘zorra’ o ‘tablón’ debió ser tanconsiderable que acabó vestido con las enaguas de su mujer. Enfadada esta por el exceso de vino ylo ridículo del atavío lo persiguió a escobazos, obligándolo a salir a la calle. Al verlo tan raramentevestido, los vecinos pensaron que se trataba de una humorada más del edil. Toda esta circunstanciales resultó tan graciosa, que decidieron colocar la hazaña en el calendario festivo local. Se dice quede esta anécdota nacieron los aratusteak o carnavales de Mundaka. Así que el embozo de Anttonerreka inspiró el disfraz. El color de las prendas con las que se tapa el principal grupo de máscaras esel blanco, siendo la disposición de aquéllas tan original que los asemeja a un grupo de norteafricanosen traje tradicional. La máscara (conocida como atorra o ‘camisa’) consta de un pantalón y blusónblanco, más una falda también blanca por encima del pantalón. Además, cubren la cabeza con unafunda de almohada, y tapan la cara con alguna pieza de encaje que, por momentos, recuerda al bur-ka que visten las mujeres de algunas sociedades islámicas.

Por lo demás, no tiene demasiada importancia si la leyenda viene de tiempo atrás o es moderna.Lo interesante aquí es la deducción que se puede hacer acerca de quién es el tapado que el pueblollama Antton y apoda erreka, además de reconocerle el título de ‘conde’. Y desde nuestro punto devista ese tapado no es otro que el mosquito. El mosquito se oculta tras el remoquete de erreka o ‘ria-chuelo’ que recibe Antton, y que es el medio natural donde vive. La afición al vino del personaje esun factor de gran significación. Es universalmente sabido que por su afición al vino, al mosquito se ledice ‘catavinos’ además de morir en él. Otra parte de la familia: las moscas domésticas igual de locaspor el vino, acaban por morir borrachas en el interior del vaso. Del conocimiento aportado por dichaexperiencia arranca la voz vasca para ‘borrachera’: mozkorra o moskorra, acepción derivada de ‘mos-ca’1. Pero volviendo a Antton erreka, hay un punto de misterio en el título de ‘conde’, que es precisocomentar. Por más que esto nadie lo haya percibido, si se toma al pie de la letra el título condal delantiguo edil municipal, y se le añade la naturaleza del mosquito (que por linaje familiar le pertenece:él es un erreka), el resultado es sorprendente. Como conde y mosquito, Antton erreka devela lainquietante naturaleza del vampiro. Jamás novelado, este cómico vampiro de Mundaka no es denaturaleza distinta a la de su poderoso pariente, el transilvano conde Drácula. Si no nos falla elrecuerdo, en la novela de Bram Stoker la personalidad de Drácula es deudora de determinadas tradi-ciones folclóricas propias de la noche de San Juan. Especialmente criminal es la tarea del tenebrosopersonaje en esa noche singular, cuando roba y chupa la sangre a una criatura que después entregaa la voracidad de los lobos. Una sola diferencia separa a Antton erreka del conde Drácula protago-nista del film de Francis Ford Coppola, en la película el siniestro conde confiesa no beber vino.

Seguimos en los mismos paisajes de riberas fluviales y estuarios para recoger una danza en honorde San Roque, abogado medieval contra pestes y epidemias, cuya fiesta se celebra el 16 de agosto.Se trata de una pordon-dantza conservada en la villa de Deba, pero que también la bailan localida-des del interior como Lesaka y Tolosa. Todas han estado unidas a las fiestas de «moros» y «cristia-nos», pero las de Deba y Lesaka, a diferencia de la de Tolosa, no se adhieren a ninguna tradición mili-tar. Pero además, se da la circunstancia de que, del mismo modo que en Tolosa bailan su danza el díade San Juan Bautista, la primera Carta Puebla de la villa de Deba la extiende Sancho IV ese mismo díadel Santo Precursor del año 1294. De modo que, por estar situada al borde de la zingira o cenagalque forma el río Deba en su salida al mar, la danza de esta villa se baila cada 16 de agosto en honorde San Roque en la ermita que tiene levantada en la antigua calzada que unía a Deba con Itziar.Adherida a la danza de San Roque y su protección contra las llagas en la piel, la villa de Deba ha veni-do manteniendo el uso de quemar zagis o pellejos de vino la noche víspera de San Pedro el 28 dejunio. Aun en fechas distintas, la costumbre se ha conocido en otros muchos lugares de Vasconia,tanto como en distintas comarcas peninsulares. Aunque muchos estudiosos de estas tradiciones sehan dejado llevar por la idea tópica de que la quema de los odres viejos era una acción que contra-

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1. Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, Madrid, 1992.

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ponía el año saliente o «año viejo» al «año nuevo» o año entrante, aquí pensamos que el significa-do es otro, porque en la quema del odre lo que importa no es la vejez del cuero, sino el cuero mis-mo. Se comprende el porqué del festejo atendiendo al significado que aportan los odres u odrinas decuero, que han sido hechura de la piel llagada y enferma. En algunas regiones de la península Ibéri-ca se dice, o por lo menos se decía, que estar hecho una odrina, era estar lleno de enfermedades yllagas, como el cuero lleno de botanas. De forma que al humo de esas quemas, excelente dispersorde moscas y mosquitos, debemos añadir la quema del propio odre, que al unir en su cuero y negrapez el biotopo de estos insectos, expone la idea terrible de la piel llagada como resultado de sus sal-vajes ataques y dentelladas. Que estas costumbres apunten a tan especial fauna, se explica por loscientos de milenios que llevamos juntos. Como la pulga y el perro. Si las pulgas desarrollaran un rito,escribe Wittgenstein, este haría referencia al perro2. También en Deba, al día siguiente del patrón SanRoque, el día 17 de agosto, los jóvenes bailan la jorrai-dantza o ‘danza del odre’ que en otros luga-res se baila por Carnaval. Una variante de esta danza (conocida como saliña-saliña por el principio dela letrilla que acompaña a la música) se baila en la localidad vizcaína de Ondarroa.

Pero si hay tradiciones verdaderamente marineras, estas son las que han conservado Hondarribiay Lekeitio con sus cofradías de mareantes, o la bellísima fiesta de la isla de Izaro situada en la ría deUrdaibai frente a Bermeo, Mundaka y Elanchove, villas que en el pasado se disputaron la propiedaddel pequeño enclave. En Lekeitio, por la fiesta de San Pedro, patrono de la localidad y de los pesca-dores, celebran una fiesta de gran tradición conocida como el baile de la kaxarranka3.

2. WITTGENSTEIN, Ludwig: Observaciones a La Rama Dorada de Frazer (introd. y trad. Javier Sádaba, ed. y n. de José Luis Velázquez), Tec-nos, Madrid, 1992, p. 74.

3. Anotamos está forma siguiendo a AZKUE, R. M.: Euskalerriaren Jakintza, Espasa-Calpe, Madrid, 1959, vol. I., p.134.

Kaxarranka ante la Cofradía de San Pedroen Lekeitio. Fot. de A. Guerequiz.Biblioteca Nacional, Madrid.

Según es costumbre, esta kaxa o ‘arca’ es el lugar donde la Cofradía de Mareantes ha deposita-do históricamente sus documentos. En la mañana del día de San Pedro el 29 de junio, la imagen delSanto es llevada en andas hasta la dársena del puerto, no lejos de la Cofradía, para llevar a cabo loque llaman el kili kala. Estas dos palabras forman la onomatopeya del balanceo en el que, a modo deamenaza, amagan con echar la imagen del Santo al mar si no intercede para que haya buena pesca.Terminado el rito la imagen es bendecida por el párroco. Seguido a esto sale la comparsa de la kaxa-

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rranka. Un grupo de marineros carga con el arcón encima de cuya tapa bailará un joven descalzo,vestido con chaqué negro, sombrero de copa, pantalón y camisa blanca, además de llevar en lamano derecha un banderín granate con las llaves de San Pedro bordadas en oro. El protocolo consis-te en bailar frente a la urna de San Pedro situada junto a la Cofradía de Mareantes, haciéndolo des-pués delante de la casa del Mayordomo, y para terminar lo hace en la plaza. Respecto de esta cos-tumbre hay datos históricos muy interesantes4. En el siglo XVII, año 1682, el obispo de Calahorra y LaCalzada Gabriel de Esparza (1670-1686) prohíbe la fiesta del arca, lo que da lugar a protestas delvecindario ante las autoridades civiles y eclesiásticas. Un documento recogido por R. M. de Azkue enla Real Chancillería de Valladolid explicita la denuncia del obispado, recogiendo lo visto por el VicarioGeneral de Calahorra y Visitador de la Diócesis, doctor Salazar. Según el citado documento, el día deSan Pedro por la mañana se formó una comitiva de 20 danzantes llevando en las manos espadas des-nudas, que se hacían acompañar por la música de dos tamborines y seguidos por tres enmascarados,figurando a los apóstoles San Pedro, San Juan y San Andrés. El Visitador Dr. Salazar se escandalizó alver a los danzantes y los tres enmascarados bailar en la sacristía de la iglesia, por lo que les pidió quese quitasen las máscaras. Entre la negativa a obedecer y el escándalo entraron varios vecinos protes-tando a favor de los danzantes. Con ayuda del Alcalde, el Visitador consiguió sacar de allí a los dan-zantes y desenmascarar a los disfrazados. Eran estos el marinero Juan de Motrico, vecino de Lekeitio,Juan de Arrasate y Martín de Meabe. Al siguiente día los apóstoles se vistieron con unas casullascoloradas tomadas en Mendexa, y acompañados por los 20 danzantes se dirigieron a la casa del Visi-tador. Al Dr. Salazar no le debió gustar nada tan protocolaria visita, por lo que recurrió a los alcaldesordinarios. Al que hacía de San Pedro le quitaron sus emblemas, pero los otros dos, San Juan y SanAndrés, se marcharon con los danzantes. A lo que parece las quejas de los lekeitiarras surtieron efec-to, pues el rey Felipe III (1578-1621) dio orden de que se respetara la costumbre en razón de la anti-güedad y arraigo de la misma. La comparsa estaba tan asentada en la tradición marinera de Lekeitio,que las gentes sencillas se arrodillaban y daban golpes de pecho al paso de la máscara que represen-taba a San Pedro y los otros dos apóstoles que le acompañaban. Al día de hoy la perdida tradiciónhistórica es reconocible en lo que el folclore mantiene.

Otra costumbre, con motivación parecida a la de Lekeitio mantienen los arrantzales de la ciudadguipuzcoana de Hondarrabia el 25 de julio de cada año, festividad de Santiago Apóstol. Más modes-ta en cuanto a proyección folclórica, la fiesta guipuzcoana parece un negativo de la vizcaína. Ambaskutxas son de distinto tamaño y peso, siendo mucho más pesada y voluminosa la de Lekeitio. Pero loverdaderamente opuesto es el modo de exhibir ambas arcas, en tanto que en Lekeitio es un joven elque baila encima de la kaixa, en Hondarribia es una bella muchacha la que lleva la kutxa en equilibriosobre la cabeza, sujetándola mediante una banda de tela o chal de color blanco. Pero la costumbrehondarribitarra coincide con la de Lekeitio en que es una fiesta de transmisión de poderes de lacofradía de pescadores (Cofradía de Mareantes de San Pedro nacida a mediados del siglo XVI) cuyosdocumentos se guardan en la kutxa o kaixa citada. La procesión cívico-religiosa de Hondarribia nopresenta, que nosotros sepamos, una tradición de Apóstoles y dantzaris como la de Lekeitio. Hacialas seis de la tarde y precedidas por la Banda de Música Municipal, las autoridades civiles, patronosde pesca y cofrades que acompañan a la muchacha portadora de la kutxa salen de los locales de laCofradía para dirigirse a la parroquia de Nta. Sra. de la Asunción, en cuya sacristía se abre la kutxapara leer las actas del año que concluye. Terminado este protocolo la comitiva desanda el camino, yfrente a los arcos de entrada de la Cofradía tiene lugar la costumbre más esperada: la ‘kutxa entre-ga’. La muchacha, sujetando fuertemente la kutxa que sostiene encima de la cabeza, comienza agirar sobre sí misma tantas veces como pueda. Dice la tradición que cuantas más vueltas consiga dar,mejores serán las mareas y campañas de pesca.

Otras tradiciones (insólitas desde nuestro actual punto de vista) fueron las fiestas o funciones de«moros» y «cristianos», presentes en algunos pueblos costeros o próximos a la costa. Supuestassiempre como residuo histórico de combates librados contra los ejércitos del Islam durante el tiempoque permanecieron en la península Ibérica, nadie imagina que algo así haya existido en nuestro fol-clore. Y, sin embargo, dichas representaciones han sido parte importante de nuestra tradición. Fies-tas de «moros» y «cristianos» tuvieron lugar en numerosas localidades situadas en la orilla de ríoBidasoa. En Irun (situada en otro tiempo en el borde mismo del estuario del Bidasoa), las fiestas tra-dicionales en honor de San Juan Bautista, San Pedro y San Marcial fueron reguladas por unas orde-nanzas municipales aprobadas el 28 de mayo de 1587. Aunque las parodias de «moros» y «cristia-

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4. AZKUE, R. M.: op. cit., pp. 135-136.

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nos» han desaparecido, aquellas fiestas siguen vigentes al día de hoy, siendo lo más destacado deellas el llamado «Alarde de San Marcial», cuyo origen, desde nuestro punto de vista, no responde aninguna de las batallas históricas que se han librado en los alrededores de la localidad. Y esto quedecimos valdría también para el alarde de Hondarribia, aunque actualmente carecemos de datosacerca de las fiestas de «moros» y «cristianos», además de que, en este caso, todo remita al hechohistórico del cerco que en 1638 impuso el príncipe de Condé, y al voto de agradecimiento a la Virgende Guadalupe, llevado a cabo por la población cuando dicho sitio fue levantado.

Como hemos escrito en otro lugar, nuestra oposición descansa en que, por propia naturaleza, laguerra no ha sido nunca objeto de celebración y evocación festiva. De manera que en tanto la fiestase mantiene bien puesta en la remembranza y el recuerdo, la guerra es lo que todo el mundo quiereolvidar. Por otra parte, se debe poner atención al hecho de que los campesinos europeos no tienen,ni han tenido en sentido estricto, un «folclore de la guerra». Sea quien sea el observador, puede per-cibir que existe una diferencia radical, insalvable en sus aproximaciones morales, psíquicas y emoti-vas, entre lo que genuinamente se debería considerar un «folclore de la guerra», y los simulacros conarmas que guarda el folclore. Y si no existe un folclore de la guerra, ¿qué sentido se debe dar a lasdanzas de armas, o a representaciones como las de «moros» y «cristianos» en que se parodia uncombate? pues el de que, necesariamente, tienen que ser metáfora de otra cosa.

Siguiendo con las ordenanzas de Irun, aquéllas preveían la elección de un «Emperador», un «ReyCristiano» y un «Rey Moro», así como un «capitán del alarde». También disponían el modo en quese debían realizar los convites y otros protocolos festivos. Que los jolgorios de San Marcial teníancomo festejo principal los simulacros o estampas de «moros» y «cristianos», lo prueba la presenciade los tres figurantes citados, y lo caro que les resultaba ostentar los cargos citados, pues de la lectu-ra de las disposiciones municipales se entiende que cada uno debía traer un toro a su costa, más otroque ponían los vecinos y la villa5. La índole festiva y no histórica ni militar del alarde, la hace todavíamás evidente la particularidad «mora» de una fracción de los antiguos participantes. Esta importan-te cuestión la aclara un artículo de la vieja ordenanza. Se dice en él que el Capitán se elija «para elalarde y rreseña gentil»6. En tanto que término bíblico, el significado del vocablo «gentil» alude al«idólatra» o «pagano», pero por extensión y durante toda la Edad Media es sabido que se decía«gentiles», «paganos» a los no bautizados, que no eran sino los «moros» o mairus, tal y como nues-tra costumbre lo da a entender. En Vasconia, como en otros lugares, dicha tradición ha estado rela-cionada con el niño sin bautizar, al que se le llama «moro»7.

Casi por las mismas fechas, en 1590 o 1591 y no lejos del mar (en la Parroquia de Usurbil, a ori-llas del río Oria en su tramo final), se había producido un altercado entre el beneficiado D. JuanGómez Corta y algunos jóvenes enmascarados. Por la fiesta de San Juan Bautista, los jóvenes dellugar tenían la costumbre de acudir danzando a la Iglesia divididos en dos cuadrillas de disfrazados:una de «moros» y otra de «cristianos», armados todos con espadas de madera. El párroco les obse-quiaba con algunas obleas, que ellos aportaban a la comida que hacían en común. A lo que parece,un joven tomó sin permiso una de la obleas, cosa que enfadó al celebrante. Éste, con una de lasespadas de madera empleadas para la danza, golpeó a Domingo de Ondalangorri, además de insul-tar al resto de jóvenes participantes. Celebrado el juicio, la declaración de Juan Gómez aporta lanovedad de que las máscaras, al tiempo de la epístola, habían introducido en la iglesia un bueycabalgado por un hombre, además de un asno ensillado. Como remate, y para arreglar el embrollo,el beneficiado fue acusado de mantener relación con María Pérez, criada de Domingo de Ataun,habiendo sido visto en actos ilícitos con ella8. De este breve informe se trasluce que la fiesta de«moros» y «cristianos» de Usurbil era un pequeño Carnaval, con las dos cuadrillas enfrentadas yalborotando la misa todo lo que les daba la gana.

Muchos años después, más de sesenta, en 1658, notas del archivo municipal de Oiartzun (vallecontiguo a la bahía de Pasaia) dan a entender que los encuentros y combates entre «moros» y «cris-tianos» seguían vigentes. Manuel Lekuona9 registra la prohibición, bajo multa, de que los enmasca-rados salgan hasta que se concluyan las Vísperas y Completas. Se impide que salgan con morrión y

5. Archivo Municipal de Irun. Año de 1587-1638. Secc. A., Neg. 6, Libro nº 1, Expediente nº 2. fol. 3 r.6. Archivo Municipal de Irun. Año de 1587-1638. Secc. A., Neg. 6, Libro nº 1, Expediente nº 2. fol. 3 v. La cursiva y negrita es nuestra.7. BARANDIARÁN, J. M.: «Diccionario de mitología vasca», Obras Completas, Tomo I, La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 1972, p. 153.

COROMINAS, J.; PASCUAL, J. A.: Diccionario etimológico de la lengua castellana, Gredos, Madrid, 1991, vol. III, p. 443, ver ‘moro’.8. Archivo Diocesano de Pamplona, Secr. Sojo. C/87 – nº 18, 24 fols.9. LEKUONA, Manuel de: «Fiestas Populares», Anuario de Eusko Folklore, Vitoria, 1922, p. 26.

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con armas o palos para ofender o defenderse, los días de San Juan, San Pedro y San Marcial. Al tiem-po que en fechas coincide con las celebraciones de «moros» y «cristianos» de Irun, la idea misma deenmascararse, cubrirse con un «morrión» y combatir atacando y defendiendo, se puede interpretaren ese sentido. En tal contexto y envolviendo la prohibición de salir enmascarados, el «morrión» es elturbante o tocado de los sarracenos o moros10.

En la bahía de Pasaia las anotaciones son escasas, pero corresponden al tipo de fiestas de las quehablamos. Hay una, muy curiosa, que puede corresponder a combates con personajes del ciclo carolin-gio. En el año 1638, el Ayuntamiento paga alquileres por el alojamiento de soldados en algunas casas.Una de ellas es la del piloto apodado «fier a Brás», a quien se pagan «Beinte y dos rreales» por el dere-cho de alquiler11. El mote del piloto es un apodo alusivo al gigante sarraceno Fierabrás12 rival del pala-dín Oliveros, y figura importante en los cantos de gesta franceses. En caso de no haber existido simula-cros de combate entre «turcos» y «cristianos», cuesta entender cómo pudo llegar ese sobrenombre adicho piloto, aunque la lectura de libros de caballería en los viajes oceánicos pudo intervenir en la cues-tión (quizá al piloto le gustaban mucho las historias de Fierabrás). En los años 1683 y 1685 figuran dospagos alusivos a gastos habidos en una fiesta celebrada por la victoria contra los turcos «que ganó elseñor Emperador»13. Estas notas resultan un misterio, salvo que el citado «señor Emperador» fuera unpersonaje propio de un ciclo parecido al que existía en Irun. Mejor documentada recogemos una tradi-ción de niños danzando en «traje asiático», comparsa en la que quizá figuró el «Emperador» del quehablamos. Del año 1740 hay anotado un pago dado por la merienda de unos niños danzantes14. Si bienhistóricamente no sabemos hasta dónde llega este elenco infantil, creemos que esta costumbre encajacon un grupo de niños danzantes «vestidos en traje asiático» que, parodiando a «turcos» y «cristia-nos», participó en la fiesta con que el Ayuntamiento de Irun agasajó en 1819 a la princesa Maria Ama-lia de Sajonia, en tránsito a Madrid con motivo de su boda con Fernando VII. En Bizkaia también se die-ron este tipo de representaciones. Una fotografía histórica de Bermeo, de fines del siglo XIX, es muyelocuente. En ella aparecen las dos comparsas de «moros» y «cristianos» claramente diferenciadas.

Para terminar abordaremos la materia heráldica tal y como ha sido anunciada al comenzar estasnotas. A pesar de que la heráldica ha sido fuente permanente de preocupación para eruditos e his-toriadores, la parte del campo que aquí trataremos no se le ha dedicado mayor atención debido a lolejanas que quedan las metáforas que lo envuelven. Algunos datos permiten entrever que en proble-mas de envergadura (como son los relativos al origen o nacimiento a la Historia de un reino, una tie-rra, un valle o un linaje) es el folclore del «moro» (y en ocasiones el género festivo de «moros» y«cristianos») y no la ciencia histórica, aquello que logra iluminar claves relacionadas con su presencia.Completaremos este asunto del «moro» y la heráldica con dos breves apuntes: uno acerca de lasarmas de Gipuzkoa, siendo el otro un documento municipal concerniente a la «fundación» dePasaia. A ello uniremos un brevísimo apunte sobre las ballenas que campean en los escudos de armasde algunos de nuestros puertos marítimos.

No obstante que como elemento cultural la heráldica no es anterior al siglo XII, algunos escudosde armas han recogido rasgos cercanos al tótem. La identificación de la heráldica con el totemismoindígena americano y australiano la han propuesto estudiosos de Antropología, que ven cercaníaentre ambos sistemas. Dicha proximidad la han basado en la relación que en dichas estructuras sim-bólicas establecen animales, plantas u objetos utilizados como emblemas, y que sirven para fijar la

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10. URIBE ECHEVARRIA, Juan: Fiesta de la Tirana de Tarajaca, Edic. Universitaria de Valparaíso, Valparaíso, 1973, p. 23. “Los chunchos anti-guos usaban turbante, pollerines, muñequeras y tobilleras de plumas. El chuncho moderno se muestra más desplumado, las usan solamenteen las mangas. En el turbante, que es una especie de morrión adornado con espejos y perlas…”. La cursiva y negritas son nuestras. Aquí lasplumas responden a que, en Chile, llaman chuncho a un pequeño buho Glaucilium nanum. Por otro lado están los antiguos tocados de lasmujeres vascas, tantas veces tildados de “moriscos”, “turbantes”, y que el Inquisidor Pierre de Lancre los llama “morriones”, ver URQUIJO, Juliode: «Sobre el tocado corniforme de las mujeres vascas», en la RIEV, Imprenta de la Diputación, San Sebastián, 1922, p. 573. En la villa de Alki-za, la interpretación del escudo de armas, ha llevado a tal confusión la lectura y sentido que se debe dar a esa palabra: «morrión», que creohaber visto hasta cuatro ideas diferentes de entender lo que es un «morrión». Aunque en el momento presente carezco de datos para dar unaopinión más ajustada, vistos los elementos que contiene, considero que el simbolismo de este escudo recoge el contexto mítico de los comba-tes entre «moros» y «cristianos» y, en concreto, la batalla de Roncesvalles y el poema a que da lugar: La Chanson de Roland.

11. Archivo Municipal de Pasaia. Secc. C., Neg. 2. Serie I, Leg. 1, exp.3, fol. 97, r.12. De Wikipedia extraemos este texto: “Fierabrás ( del francés: a bras fier, “brazo bravo” ) es un caballero de gigantesca estatura que figu-

ra en varios cantares de gesta franceses. Es hijo del almirante Balán, rey de Al-Ándalus y mantiene constantes disputas con Rolando y los docepaladines, especialmente Oliveros, con quien rivaliza en proezas, pero tras ser derrotado por éste, se convierte al cristianismo y en su insepara-ble amigo, y lucha en las filas de Carlomagno”. Ver http://es.wikipedia.org/wiki/Fierabrás. Por otra parte, y como me comenta José Mª Unsain,en los viajes oceánicos era costumbre muy arraigada leer a la tripulación libros de caballería. Cabe la posibilidad que de esos hábitos narrativossurgiera el mote de Fierabrás, aplicado en razón de alguna anécdota personal del citado piloto.

13. Archivo Municipal de Pasaia. Secc. C., Neg. 2, Serie I, Leg. 2, Exp. 4, años 1682-1741.14. Archivo Municipal de Pasaia. Secc. 3, Neg. 4, Fomento y Fiestas, Leg. 1.

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ascendencia común del clan o en el caso de la heráldica de un territorio, una villa o un linaje15. Enconsecuencia, se debe insistir más en el valor de la noción fundadora que en el de la clasificatoria,pues la heráldica responde a una utilización de lo «maravilloso» por parte de los jefes sociales y polí-ticos de la Edad Media. Por tanto, y respecto de lo dicho, hay que atenuar aquellos prejuicios que,casi con exclusividad, asocian la heráldica a elites económicas y políticas dominantes en el AntiguoRégimen, para ver en ella estructuras y órdenes simbólicos propios del Origen. Desde el punto de vis-ta simbólico, y aquí no tiene cabida otro punto de vista que el simbólico, las armas de una familiacoronada no valen más que las que ornan el apellido de un humilde pescador del mar de Bizkaia.

Comenzaremos con las armas de Gipuzkoa, retomando para ello algunos textos que han sidopublicados o están a punto de serlo16. Según es generalmente admitido, el primer blasón conocido loformaban dos cuarteles partidos en faja. En el superior se veía un rey sentado en un trono o escañocon una espada levantada en la mano derecha, y en el inferior tres árboles y vegetación de marismao ribera fluvial encima de ondas de agua. Estos dos cuarteles conforman una única totalidad. Ense-guida podremos entender qué razones hay en el rey que justifican el paisaje de marina del cuartelinferior, a la vez que ese mismo paisaje es causa y razón para que el rey habite el cuartel superior. Hayalguna leyenda que cuenta cómo ese rey del cuartel superior era un rey cautivo17. Para empezar tene-mos el escudo de armas de Gipuzkoa, con una disposición de motivos heráldicos que responden a lanaturaleza «fundante» de las propias armas. Para dar explicación a este asunto contamos con el apo-yo documental de un motivo legendario conservado en la localidad de Antzuola, además de lasarmas de la familia Gilisasti o Gilisagasti de Usurbil. Ambas son las mismas, aunque entre ellas hay unpar de diferencias importantes.

La primera está en la atadura que sujeta al rey por el cuello. En el escudo de los Gilisasti no pode-mos decir que haya una cadena, a diferencia del de Antzuola donde ésta destaca perfectamente. Lasegunda, tan importante como la primera, es la dirección de la atadura. En la labra de Usurbil ladirección de la atadura va hacia arriba, hacia el hombro derecho del rey, en Antzuola la dirección eshacia el hombro izquierdo. Esta diferencia es muy importante, pues como veremos a continuación laatadura al lado derecho puede estar en el origen de la espada. Otra cuestión que no necesita mayorcomentario es el morrión o turbante, con el adorno central de una pluma, que corona y hace«moro» al figurante entronizado en el escudo de los Gilisasti. Aunque no lo sepamos a ciencia cier-

15. Ver el artículo L. G. P.: «Heraldry», The New Enciclopaedya Britannica, Chicago, 2007. PASTOUREAU, Michel: Figures de l’héraldique,Gallimard, Paris, 1996. ATIENZA, Julio de: Nociones de Heráldica, Aguilar, Madrid, 1989.

16. Nos referimos al libro URBELTZ, Juan Antonio: Gipuzkoa, mairulur; tierra de «moros», Elkar-Excma. Diputación Foral de Gipuzkoa,Donostia, 2008, recién salido de imprenta pero al día de hoy sin presentar.

17. En este artículo no nos podemos extender en pormenores. Para mayores precisiones ver URBELTZ, Juan Antonio: Gipuzkoa, mairulur;tierra de «moros», Elkar-Excma. Diputación Foral de Gipuzkoa, Donostia, 2008.

Fiesta de «moros» y «cristianos»en Bermeo, año 1888.

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18. Esto se deduce del contenido de la disputa que a mediados del siglo XVIII, mantienen vecinos y autoridades municipales sobre el toca-do con que se debía cubrir la cabeza del rey. Ver RAMÍREZ TELLERIA, Iñigo: Antzuolako Alardea. Mairuaren Jaialdia, Antzuolako Udala, Antzuo-la, 1990, p. 30 y p. 35.

ta, estamos convencidos que la labra de Usurbil responde al modelo viejo del rey «moro» guipuzco-ano, tal y como debió figurar en los sellos antiguos de la Provincia. Vamos a explicar porqué.

La entronización del rey en las armas de Gipuzkoa con una espada en su mano diestra, es ennuestra opinión una modificación del rey «moro» cautivo que lo precedió. Y esa modificación se ori-ginó en un escudo como el de la familia Gilisasti, y no a partir del de Antzuola, con el rey encadena-do sobre el hombro izquierdo, además de ser mucho más reciente, de mediados del siglo XVIII. Siobservamos con detenimiento las armas de la familia Gilisasti, aquí abajo a la izquierda, el signo querepresenta la atadura (que en principio se parece más a una correa de cuero terminada en un gan-cho, que a unos grillos) ha pasado a ser la espada del rey, como se muestra en el escudo de la dere-cha. En cuanto al morrión o turbante, el de Usurbil lo lleva, además de saber por el de Antzuola18 queese era el tocado que lucía el rey del escudo primitivo, no la corona. Por lo demás, hechos como estosno modifican sustancialmente la figura central del escudo, que sigue siendo de naturaleza regia. Portanto, las actuales armas de Gipuzkoa nacen de la modificación de dos elementos en la figura delrey: la cadena o correa de cuero terminada en un gancho por la espada, y el turbante por la corona,más el añadido de los cañones como consecuencia de la batalla de Belate. En nuestra opinión lacadena, como símbolo de cautividad es posterior (de mediados del XVIII), debida quizá al rey dearmas que informa sobre los escudos de Antzuola y Gilisasti.

Escudo de la familia Gilisasti, con el rey «moro»cautivo, tocado con un turbante o morriónadornado con una pluma, y sujeto por el cuellosobre el hombro derecho, con una cincha odogal terminado en un gancho.

Escudo de armas de Gipuzkoa con el rey sujetandola espada con su mano derecha.

Pensamos, a la vista estos ejemplos, que en algún momento de nuestra Historia difícil de precisar,la cincha o dogal que sujetaba por el cuello al primitivo rey «moro» de Gipuzkoa, presente sin dudaen los sellos de las juntas provinciales, se «cayó» del cuello pasando a la mano del rey en forma espa-da. Posteriormente y pese a su larga tradición, el escudo de los Gilisasti no quedó así sino que fuemodificado. Un certificado de armas solicitado por esta familia y fechado en 1747, lo plasma con unadisposición de elementos en exacta correspondencia con la excepcional labra que preside la fachadadel Ayuntamiento de Antzuola, fechada también en 1747. Es nuestro convencimiento que esta coin-cidencia fue fruto de la casualidad, pudiendo añadir que, por la fecha, ambos escudos fueron solici-tados para su realización al mismo rey de armas.

Algo más sobre el rey «moro». La villa de Antzuola cercana a Bergara en la cuenca del río Deba,mantiene la tradición de una batalla contra los moros ocurrida en el siglo IX. Según la leyenda, el

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19. Archivo Municipal de Pasaia. Secc.A., Neg. 1. Actas Libro nº 2, 1796-1820. Las cursivas y negrita son nuestras.

Certificado con las armas de la familiaGilisasti fechado en 1747, de donde el rey«moro» ha desaparecido. Aquíencontramos un «nuevo» rey con laatadura cambiada, pues ha pasado delhombro derecho al izquierdo.

Labra con el escudo de la Villa de Antzuolafechado en 1747.

Detalle del rey cautivo en el escudo deAntzuola.

combate tuvo lugar en las proximidades de Muez (en el valle navarro de Gesalatz), en un parajeconocido como Valdejunquera. Sin saber como se ha llegado a esto, el hecho es que la faja superiordel escudo de Antzuola tiene los mismos cuarteles que el de Gipuzkoa, con la diferencia de que el reyfigura cautivo, pues una gruesa cadena lo sujeta del cuello por el lado del hombro izquierdo, comohemos explicado. Pero este rey, actualmente coronado, tiene antecedentes «moros» en razón a queen una etapa anterior cubrió su cabeza con un turbante o morrión. Por eso, y pese a las impresio-nantes formas con que está tallado, su iconografía responde directamente a la tradición folclóricalocal conocida como «alarde del rey moro» que, como se ha dicho, la leyenda histórica ha vinculadoa la batalla de Valdejunquera. En cuanto al rey «moro» de los Gilisasti desconocemos la leyenda queestuvo en su origen, aunque, como hemos apuntado más arriba, también Usurbil ce celebrabanrepresentaciones de «moros» y «cristianos». Ninguno de los tres reyes, ni el «moro» del alarde deAntzuola, ni el primitivo rey «moro» del escudo de Gipuzkoa, ni el de los Gilisasti responde a realidadhistórica alguna. Todos son parte de una viejísima metáfora nacida de las riberas fluviales, palustres ymarítimas, pobladas por unos universos insectiles (formados por moscas, mosquitos, tábanos o libé-lulas) tan abundantes como molestos.

Además de la presencia del «moro» en las armas de Gipuzkoa, vaya esta breve nota en la que labatalla de Clavijo y el tributo de las cien doncellas, se muestran como parte de la mitología que «fun-da» la villa de Pasaia, a través de la casa solar de Platain19. En un registro municipal fechado el primerdía de enero de 1796, y en el que se agradecen algunas intercesiones favorables de San Antonio dePadua, leemos en la retórica de la época lo siguiente:

“Palpables pruebas ttenemos para gloriarnos y lisongearnos los Pasagenses de las muchas y grandes parti-culares gracias que del cielo mediante vuesttra intterposittiva inttercesion, han conseguido cantando victo-rias por Mar, y Tierra sus primeros Pobladores, y nuestros Valientes Progenitores.

Vociferen los vestigios de la Casa Solar de Horttiz de Platain, y las dos amiguissimas inscripciones, que sobrelos Umbrales de sus Puerttas principales escritas la una en lengua lattina, la ottra en Cantabrica (que decianla primera=Hortitius Plattanius, Licimo invissus Palattio Charus=y la segunda=Hortiz Plattaingoa, Licimorenezaya, Palattioren adisquire maitea) se hallaron por Blasones de dicha Casa Solar, cuia antigüedad según eltiempo en que en n(uest)ra España reinò Palattio, mui caro Amigo de Hortiz de Platain (à quien siguió esteen todas sus operaciones Militares, pasa de ttres mil años).

Publíquelo el valor heredado de los descendientes de la misma Casa de Platain, cuios dos hijos siguieronal Rey Ramiro en la Guerra que sobstuvo en defensa de la conservación de la Religion Christianacausada del denegam(ien)to de las cien Doncellas tributadas hastta enttonces a los Moros.”

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De modo que si con los «moros» no nos quedamos escasos en cuanto a hazañas y valor, un pocomás atrás tenemos la amistad de Roma y los romanos. Por último, y según lo anunciado, unos brevesapuntes tocantes a la heráldica municipal de los pueblos marineros en la que, lo más sobresaliente,es la ballena que algunos ostentan como destacado elemento heráldico. Nuestro punto de vista esque la ballena no figura en esos escudos en razón de su captura por marineros vascos, y su valor eco-nómico. Y decimos esto a pesar de que algunos escudos, como los de Biarritz u Hondarribia han bus-cado representar la captura de la ballena con realismo. Desde el año 1200, en la heráldica municipalde muchos puertos vascos la presencia de la ballena equivale a la imagen del Otro, el «moro» que,disimuladamente, sigue figurando en los escudos de armas de Antzuola, Gipuzkoa o la familia Gili-sagasti. Aunque también hay reproducción de embarcaciones poderosas, la ballena y la «cabeza demoro» se ajustan en la heráldica al Caos. A ese misma noción de Caos, como idea de lo que es pre-vio, anterior a toda forma, el escudo de Hondarribia ostenta unas ondinas o sirenas en uno de suscuarteles.

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20. CARO BAROJA, Julio: Algunos mitos españoles, Ediciones del Centro, Madrid, 1973, pp. 43 y sigts.21. BARANDIARÁN, José Miguel de: «Diccionario ilustrado de mitología vasca», Obras Completas, La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao,

1972, tomo I, pp. 138 y sigts.

Armas de la ciudad de Hondarribia. En loscuarteles inferiores figuran una nave conballena y lo que parecen ser dos ondinas.

Emparentadas con las Lamias latinas de las que, según Julio Caro Baroja20, los vascos tomamos elnombre, igual que los romanos lo habían tomado de los griegos, esta sirenas deben considerarsesupervivencias de la antigua creencia en númenes de las fuentes, pertenecientes al ciclo mitológicode las antiguas ninfas21, y, por tanto, al igual que la ballena, imágenes del Caos. En heráldica al escu-do vacío, sin figuras, se le dice «abismo» voz que, etimológicamente, equivale a «caos». Pues bien,de la destrucción de ese Caos primordial (en forma de ballena, «moro» u ondina) nacerá un reino,una villa o un linaje. El motivo mitológico de la ballena o animal monstruoso y caótico aparece fre-cuentemente en los mitos neolíticos más antiguos. Aunque menos conocidas en la heráldica, las sire-nas u ondinas están en el río Bidasoa, en el escudo de armas de Bertizarana, y asimismo en la desem-bocadura de dicho río, en el escudo de armas de Hondarribia. Aquí cerramos estas notas sobreaspectos del folclore propios de nuestros municipios costeros, que hemos tratado de ordenar deacuerdo a las ideas pergeñadas en las líneas introductorias.

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