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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao Bízkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.º XX, 1992/93 URBANISMO Y CULTURA MATERIAL EN EL BILBAO MEDIEVAL (Aportaciones desde la arqueología) Iñaki García Camino RESUMEN El presente artículo trata de mostrar los objetivos, estrategias y resultados de las intervenciones arqueológicas realizadas en el Centro Histórico de Bilbao. No es nuestra intención describir las estratigrafías y estructuras exhumadas en los diferentes solares, ni tampoco incidir en las características morfológicas del Bilbao medieval, sino plantear algunas hipótesis que modifican otras anteriores o que constituyen la infraestructura básica del desarrollo de la investigación. La formación del rtúdeo urbano, algunas actividades económicas desarrolladas en el mismo durante Baja Edad Media, la problemática del denominado "solar gótico" y las características de la cerámica recuperada son los capítulos esenciales que ver- tebran el trabajo. SUMMARY The present article treats to show the objectives, strategics and effects of the archeologic interventiorts made ih the Historie Center of Bilbao. We don't want to explain the stratigraphy or structures wich have been exhume in diferehts sites, not evento describe the morphologic charecteristics of the Medieval Bilbao. Our intention is to pose sorne ideas that changes other ptevious ones, or that are the bases of investigations development. The birth of the urban world, sorne economics actuations made habitually there during the Last Middle Age, "the gothic par- ce!" problem and the charecters of recovered pottery are the basic chapters of this work. LABURPENA Artikulo hau, Bilboko gune historikoan egin diren interbentzio arkeologikoen helburuak, estrategiak eta emaitzak adierazten ahalegintzen da. Gure nahia ez da orube ezberdinetan agertu diren estratigrafia eta egiturak azaltzea, ezta ertarokó Bilboren bere- zitasun morfologikoez aritzea ere; bai ordea; aurteko hipotesiak aldatzen dituzten planteiamendu berriak adieraztea, ikerketar garapenaren oinarrizko azpiegitura eratzen dutelarik. Lana osatzen duten atal garrantzitsuenak honako hauek dira: hirigunearen eraketa, bertan garatu ziren ekintza ekonomikoak behe ertaroan, orube gotiarraren inguruan sorturiko arazoa eta berreskatu den keramikaren berezitasunak.

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KOBIE (Serie Paleoantropología), Bilbao Bízkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia

N.º XX, 1992/93

URBANISMO Y CULTURA MATERIAL EN EL BILBAO MEDIEVAL

(Aportaciones desde la arqueología) Iñaki García Camino

RESUMEN

El presente artículo trata de mostrar los objetivos, estrategias y resultados de las intervenciones arqueológicas realizadas en el Centro Histórico de Bilbao. No es nuestra intención describir las estratigrafías y estructuras exhumadas en los diferentes solares, ni tampoco incidir en las características morfológicas del Bilbao medieval, sino plantear algunas hipótesis que modifican otras anteriores o que constituyen la infraestructura básica del desarrollo de la investigación.

La formación del rtúdeo urbano, algunas actividades económicas desarrolladas en el mismo durante iá Baja Edad Media, la problemática del denominado "solar gótico" y las características de la cerámica recuperada son los capítulos esenciales que ver­tebran el trabajo.

SUMMARY

The present article treats to show the objectives, strategics and effects of the archeologic interventiorts made ih the Historie Center of Bilbao. We don't want to explain the stratigraphy or structures wich have been exhume in diferehts sites, not evento describe the morphologic charecteristics of the Medieval Bilbao. Our intention is to pose sorne ideas that changes other ptevious ones, or that are the bases of investigations development.

The birth of the urban world, sorne economics actuations made habitually there during the Last Middle Age, "the gothic par­ce!" problem and the charecters of recovered pottery are the basic chapters of this work.

LABURPENA

Artikulo hau, Bilboko gune historikoan egin diren interbentzio arkeologikoen helburuak, estrategiak eta emaitzak adierazten ahalegintzen da. Gure nahia ez da orube ezberdinetan agertu diren estratigrafia eta egiturak azaltzea, ezta ertarokó Bilboren bere­zitasun morfologikoez aritzea ere; bai ordea; aurteko hipotesiak aldatzen dituzten planteiamendu berriak adieraztea, ikerketar garapenaren oinarrizko azpiegitura eratzen dutelarik.

Lana osatzen duten atal garrantzitsuenak honako hauek dira: hirigunearen eraketa, bertan garatu ziren ekintza ekonomikoak behe ertaroan, orube gotiarraren inguruan sorturiko arazoa eta berreskatu den keramikaren berezitasunak.

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1.- INTRODUCCION

Uno de los muchos debates que giran en torno a la ar­queología actual hace referencia a la publicación de los re­sultados obtenidos en las excavaciones. Frecuentemente, és­tos, en el caso de que lleguen a ver la luz, se reducen a un listado o inventario de materiales, más o menos exhaustivos, de estratigrafías y estructuras, sólo entendidas por los pro­pios arqueólogos y además, en muchos casos, de dificil comprobación. Así, cargadas de tecnicismos, se obtiene la impresión de que muchas publicaciones arqueológicas están dirigidas a un grupo reducido de expertos entre los que no se encuentran ni los historiadores que trabajan con fuentes documentales.

El problema se ha visto acrecentado en los últimos años en los que el número de excavaciones ha aumentado considera­blemente y, a su vez, las técnicas de registro se han hecho más complejas. La edición integra de la documentación gene­rada en una excavación (relación de contextos estratigráficos, registros escritos y gráficos, repertorios de materiales y análi­sis específicos) puede suponer un alto costo, quizás no estre­chamente relacionado con los objetivos de una publicación, más aun cuando va dirigida a un sector de la población muy especializado y, en consecuencia, puede resultar muy poco atractiva incluso para los arqueólogos que estudian periodos históricos diferentes a los de la excavación objeto de la difu­sión.

El tema, no siendo nuevo en Europa, fue tratado por vez primera en nuestro País en las "Jornadas Internacionales de Arqueología de Intervención", celebradas en 1991 en San Se­bastián y organizadas por el Gobierno Vasco. En esta reunión D. Manacorda (JORNADAS, 1992, 421-425) planteaba tres niveles en el conocimiento de una excavación:

1.- La noticia preliminar del yacimiento, en la que se de­ben señalar los problemas que han motivado la investigación, las lineas maestras de la secuencia estratigráfica y su periodi­zación. Este nivel es el que cabe esperar de una revista como "Arkeoik:uska".

2.- El segundo nivel tendría una difusión mucho más li­mitada dado su carácter, incluso se estima que, salvo casos excepcionales y realmente significativos para la elaboración histórica, no debe estar orientado a la edición. Se correspon­de con la documentación exhaustiva de la excavación, tanto de los contextos como de los repertorios de materiales que contienen. Dicha información debe quedar a disposición del público investigador en los archivos de arqueología o podrá difundirse entre los especialistas por medio de soportes in­formáticos. Ello permitirá que los datos se difundan rápida­mente y puedan ser utilizados por los distintos estudiosos sin esperar a la publicación, que por su elevado costo o por cualquier otra razón ,en muchas ocasiones, no llega a ver la luz.

3.- El tercer nivel debe recoger la síntesis elaborada de to­do el proceso de excavación, evitando las descripciones técni­cas del nivel anterior, relacionando los resultados con los pro­blemas históricos planteados al inicio de la misma y formu­lando otros nuevos que impulsen nuevas investigaciones y abran caminos de discursión. En fin, "potenciando los aspee-

tos interpretativos de la intervención realizada" (JORNA­DAS, 1992. 430).

En este contexto se debe enmarcar el presente artículo. Del Bilbao medieval, hemos excavado los solares n.º 1, 2, 3 y 4 de la calle Camiceóa Vieja, los n.º 16, 18, 20 y 34 de Ten­deóa, así como su opuesto el n.º 37 de Artekale y parte del Palacio de la Bolsa. (Figura 1)

No vamos a tratar de describir las estratigrafías y estructu­ras exhumadas en los diferentes solares, debido a que esta in­formación corresponde al nivel que puede interesar exclusi­vamente a un reducido grupo de arqueólogos medievalistas preocupados por el estudio del mundo urbano vizcaíno y a que se encuentra recogida en los correspondientes informes depositados en el Archivo Foral de Bizkaia y en el Centro de Patrimonio Cultural Vasco. Tampoco pretenderemos incidir en las caracteósticas morfológicas del Bilbao medieval, por ser un tema bastante estudiado, aunque sin demasiado apoyo documental. Trataremos, por el contrario, de mostrar los ob­jetivos y estrategias planteadas en las intervenciones y los re­sultados más relevantes, bien porque modifican hipótesis an­teriores o bien porque constituyen la infraestructura básica para el desarrollo de la investigación.

2.- OBJETIVOS Y ESTRATEGIA DE LAS INTERVENCIONES

Pese a que la génesis de la arqueología urbana en Bilbao estuvo más vinculada con la gestión del patrimonio que con la investigación histórica, dado que su objetivo inicial era dar respuesta a los problemas que surgían ante la necesidad de re­habilitar el casco medieval, la experiencia pronto nos demos­tró que toda investigación arqueológica, que no sea al mis­mo tiempo histórica, es un absurdo y, en consecuencia, re­chazamos la idea tan extendida de que el arqueólogo debe proporcionar datos o testimonios para que el historiador elabore su síntesis (SAL V ATIERRA CUENCA, 1990, 14 ). Un arqueólogo por muy riguroso que sea en el registro no po­drá valorar y sintetizar la información de un yacimiento si ca­rece de los conocimientos históricos necesarios para identifi­car los problemas del mismo, formalizarlos y ensayar solu­ciones y esto en arqueología es esencia, más aun que en el análisis de la documentación escrita en la que el documento permanece después de la investigación. Dado pues que una excavación es siempre un muestreo de la realidad del yaci­miento, que se realiza en función de unas técnicas actuales pero evidentemente susceptibles de ser mejoradas en un futu­ro, es necesario e imprescindible que la muestra esté recogida en función de criterios históricos explícitos.

En este sentido, los resultados de la primera intervención urbana que realizamos en Bilbao (solares n.º 3 y 5 de la calle Camiceóa Vieja) nos parecieron frustrantes, no tanto por la calidad de los materiales hallados o por las dificultades a las que tuvimos que enfrentarnos al abordar por vez primera en Bizkaia la excavación de un núcleo habitado, sino por que só­lo fuimos capaces de registrar una secuencia estratigráfica in­terpretada a la luz de los conocimientos existentes sobre la ur­banística medieval de la Villa. Incluso el planteamiento que

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Figura l. Plano parcelario actual de las siete calles bilbaínas. Emplazamiento de los solares excavados.

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hicimos de la excavación no fue el más adecuado, porque no estaba orientado a la resolución de problemas definidos sino a determinar el sedimento arqueológico de esta zona del Bilbao medieval.

Ello nos obligó a plantear una estrategia de trabajo, arti­culada en varias etapas, cuyo objetivo fundamental era pro­fundizar en el urbanismo de Bilbao.

La primera fase consi~ti· en revisar la bibliografía exis­tente bajo la óptica de la evolución urbana de la Villa, con­frontando los datos obtenidos con el plano actual y señalando, en definitiva, las características fundamentales de la organiza­ción del espacio de las siete calles bilbaínas (TORRECILLA, M.J. & IZARZU(]AZA, l. 1990, 39-53).

La segunda, enmarcada en el inventario del Patrimonio Histórico-Arqueológico de Bizkaia realizado por el Progra­ma de Arqueología de Intervención y financiado por el Go­bierno Vasco, el Ayuntamiento de Bilbao y el Fondo Social Europeo, se centró en definir el perímetro del área objeto de análisis arqueológico, por tanto, susceptible de conservar restos enterrados en el subsuelo. Para ello se recurrió a la re­visión de los indices de Archivo Municipal de Bilbao, del Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (Sección Biz­kaia) y de los fondos del Archivo del Corregimiento de Biz­kaia, con el objeto de documentar las transformaciones histó­ricas del núcleo. Los resultados se han materializado en más de 1.500 fichas documentales, en 50 arqueológicas y en otros tantos planos cartográficos. Esta información, consultable en el Centro de Patrimonio Cultural Vasco, ha permitido deter­minar:

el trazado de la muralla, indicando los lienzos conser­vados por encima de la cota cero y los tramos por don­de debe discurrir soterrada. los solares carentes de interés arqueológico, al haber si­do vaciado su contenido estratigráfico. los elementos que destacan o destacaban en el entrama­do urbano, como torres, palacios, iglesias, haciendo es­pecial incidencia en su cronología, ya que la excava­ción de los mismos deberá ser afrontada con criterios diferentes a los aplicados en otras zonas urbanas ocu­padas por casas de villa.

En definitiva este trabajo estuvo orientado a cumplir cuatro objetivos:

Presentar los elementos útiles para la comprensión de la evolución urbana, estrechamente relacionada con la sociedad que la produjo, y proponer un esquema de la organización del espacio en los diferentes periodos his­tóricos.

- Presentar las cuestíones problemáticas relacionadas con la ocupación histórica del espacio objeto de estudio, se­ñalando los lugares en los que una intervención arqueo­lógica puede resolverlas o aportar nuevos datos al res­pecto. Ofrecer información para planificar el territorio y la ciudad del futuro, sin romper el delicado equlibrio en­tre conservación y renovación.

De estas primeras fases de trabajo se obtuvo la impre. sión de que muchas cuestiones relac{onadas con el urba­nismo de la villa respondían a tópicos reproducidos cons-

tantemente en la producción historiográfica. Y lo más gra­ve, que habiendo sido asumidos por los historiadores, han permitido formular propuestas históricas relacionadas con la estructura de la sociedad, sobrepasando así el ambito estricta­mente urbano, sin bases documentales sólidas.

En este sentido se ha considerado que el casco urbano per­maneció inalterable desde su fundación presentando la armo­nía y homogeneidad interna que hoy puede observarse; cual­quier renovación sufrida en el mismo ha respetado la trama inicial, aumentando sólo el volumen ocupacional, esto es, la altura de los edificios (DEL VIGO, 1990, 20). Los datos ob­tenidos de la documentación consultada en estos momentos, y aun haciendo referencia a la Edad Moderna, no parecen co­rroborar esta hipótesis. Así, tras el incendio de 1571, que su­puso un hito significativo en la historia urbana de Bilbao, (DE ANDRES MORALES, 1990, 83) se ordena que en ade­lante las casas tengan 25 ó 26 codos de altura y las calle 15 de anchura (GUIARD, 1971, 371"373; BASAS, M. 1969, 42), intentando por tanto modificar y modernizar la trama urbana, corrigiendo los defectos de la situación anterior. En conse­cuencia podría pensarse que en estos momentos se regulariza el trazado y la construcción en la Villa. Sin embargo y a pesar de los esfuerzos del Concejo, a tenor de los textos posteriores, parece que esta normativa no se cumple, puesto que sabemos que unas casas de Barenkale tenían por detrás otras casas más bajas y pequeñas a finales del siglo XVI (A.D.C. BIZKAIA, 5 leg. 903, n.º 3), y en 1607 las casas de Belostikale eran más altas que las de Somera (A.D.C. BIZKAIA, 28, leg. 1244, n.º 13). Parece que aun en el siglo XVII no existía un criterio re­gulador en la altura de los edificios.

Tampoco el espacio interior estaba totalmente ocupado desde el siglo XV, como se sostiene frecuentemente argu­mentando una fuerte presión demográfica. En 1585 unas ca­sas de Tendería "están pegantes por la una parte con el suelo bazio de casas de los hererderos de ... " (A.D.C. BIZKAIA, 5 leg. 1333, n.º 20), e incluso en la real Provisión de los Seño­res del Concejo del 12 de Septiembre de 1792 para la cons­trucción de casas, más conocida como el plan Loredo, existía, entre otros, un solar desocupado en Tendería, junto al portal de Zamudio (A.D.C. Bizkaia, leg. 1381/5).

Ante la ausencia de fuentes escritas, en especial, para la Ba­ja Edad Media, consideramos que el recurso al método arque­ológico podría ser de utilidad para conocer el desarrollo urba­no de la villa, las técnicas constructivas empleadas en cada momento, las dimensiones de las parcelas y otros aspectos de la vida cotidiana de sus moradores que, en definitiva, no son sino el reflejo de una estructura económica social determina­da. Pero es preciso resaltar que este recurso al método arqueo­lógico nada tiene que ver con la excavación indiscriminada de solar tras solar con el único objeto de completar la informa­ción del registro textual, acumulando unos datos sobre otros sin saber bien para qué, esto es, sin objetivos definidos. Y ,en realidad son estos los que determinan la calidad de una inves­tigación y no la variedad y complejidad de las técnicas utiliza­das, corriente actualmente muy en alza (BARCELO, 1988, 12). Es más estos planteamientos pueden evitar realizar exca­vaciones innecesarias en lugares de presunto interés arqueo­lógico.

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Figura 2. Excavació¡¡ del p¡¡jacio de lll Bolsa. Período Medieval: Segunda mitad del siglo XIV. U.E. 20: Muralla. · U,J:l. 29, 53 y 56: Suelo de tierra prensada y quemada situado sobre la terraza fluvial, U.E. 52 y 46: Enlosado medieval.

U.E. 38: Muro perimetr¡il del palacio renacentista. Su construcción supuso la ruptur11 de los estratos medievales.

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3.- SOBRE LA OCuP ACION INICIAL DE LAS SIETE CALLES BILBAINAS

Una de las hipótesis comunmente asumida sobre la evolu­ción urbana de Bilbao identifica dos momentos en su cons­trucción:

Uno, hacia 1300, coincidiendo con la fundación de la Villa por Don Diego Lopez de Haro, en el que se planifican tres ca­lles: Artekale, Somera y Tendería.

Posteriormente, hacia comienzos del siglo XV, se trazarán cuatro nuevas rúas que darán lugar a las siete calles que hoy

En el trabajo anteriormente citado sobre la evolución urbana del primer Bilbao (TORRECILLA, M.J. & IZARZUGAZA, I, 1990, 42) se demostró que estos planos fueron realizados a fi­nales del siglo pasado e inicios de éste, careciendo, por tanto, de valor documental. El de 1375 fue trazado por Carlos de la Plaza en 1913, recreando una etapa urbana anterior a la que se refleja en el croquis de 1442 dibujado por Delmas en 1881.

Las excavaciones que se han realizado en estas dos zonas del Casco Viejo han ofrecido los mismos materiales (en espe­cial cerámicas del grupo 7) y semejantes secuencias estrati­gráficas. En definitiva, se ha observado cómo el casco viejo

1.- Cimentación <le la muralla <le Bilbao detectada en el palacio <le la Bolsa.

conocemos. (DEL VIGO, 1990, 20-21; ZABALA, M.J. 1992, 41)

Esta hipótesis no se apoyaba en ninguna tipo de documen­tación histórica. Al menos en los indices del Archivo Munici­pal de Bilbao y en los fondos que hemos consultado de diver­sos archivos, las siete calles aparecen citadas simultaneamen­te en los textos, hacia comienzos del siglo XV.

En realidad la hipótesis se fundamentaba en el nombre que reciben las tres calles altas que, como es frecuente en otras vi­llas vizcainas, hace referencia a su emplazamiento topográfi­co. En este sentido Artekale sería la calle del Medio flanquea­da por la de Arriba o Somera y Tendería o de Abajo (LOSA­DA, R. 1981, 20-23).

Ello se veía a su vez reforzado por dos planos que apare­cían en todas las publicaciones, datados en 1375 y 1442 res­pectivamente. En el primero se observan tres calles cercadas por una muralla que dejaba desprotegido el lado Este de la Vi­lla, y en el segundo siete, integramente envueltas por la cerca.

responde a un claro proyecto urbanístico realizado de una sola vez.

Antes de fundar en el meandro del lbaizabal, donde existía una pequeña iglesia románica, dedicada a Santiago, se esta­blecieron los límites del espacio a urbanizar y se acondicionó la terraza fluvial, igualando sus cantos y dándoles consisten­cia mediante la superposición de una fina capa de arcilla prensada y quemada. Esta preparación de la terraza se ha do­cumentado en todos los solares excavados de Bilbao y se ha constatado que ya existía en la primera mitad del siglo XIV, según se desprende de las dataciones de C.14 realizadas en el palacio de la Bolsa sobre una estructura de madera quemada que aparecía por encima de este nivel (1). (Figura 2)

( 1) Los análisis fueron efectuados en "Centrum voor Is o topen On­derzoek", de Groninger. La muestra con la referencia GrN-17670 proporcionó la fecha 639+ 16 B.P.

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Muro Je marnpue,tu Je la turre Je! portal Je Santu María, aJu,aJa a la muralla.

Sobre esta capa, en 1334, según se comprobó estratigráfi­camente en el Palacio de la Bolsa y según se desprende de los privilegios concedidos a los bilbaínos por Alfonso XI en 1334 y un año más tarde por el Señor de Bizkaia, Juan Nuñez de Larra (GARCIA DE CORTAZAR et alii, 1985,T. 1, 251), se comenzó a construir la muralla de cal y canto, probable­mente sustituyendo a una primitiva cerca de madera que ha­bría servido, en 1300, para definir y delimitar el espacio en el que se distribuirían los nuevos solares y viales.

La muralla levantada en el segundo tercio del siglo XIV, documentada en el Palacio de la Bolsa, por tanto en una de las zonas que según la hipótesis habitual no se urbaniza hasta un siglo más tarde, consistía en un muro de mampostería de 1,65 metros en su zona más alta y 1,80 en la base. Su estruc­tura estaba formada por un doble lienzo de mampuesto irre­gular cuyo espacfo 'interior estaba colmatado de cantos roda­dos, piedras de diferente tamaño y calidad y escombros traba­dos con argamasa (Foto 1). La huella dejada en los pisos altos del palacio permitió calcular su altura en 5 ó 6 metros, seme­jante a la que propusieron Torrecilla e Izarzugaza (1990, 46) en función de los lienzos conservados en la calle Ronda.

En el Palacio de la Bolsa, la muralla (U.E. 20) separaba dos ambientes arqueológicos totalmente diferentes. Mientras que intramuros se observó la preparación de la terraza que he­mos comentado, extramuros sólo se constataron diversas ca­pas de relleno contemporáneas al momento en que se recons­truyó el Palacio en el siglo XVIII, siguiendo cánones artísti­cos barrocos.

Otros lienzos de la muralla, se conservan en la calle Ron­da, por encima de la cota cero y pendientes de un estudio es­tratigráfico de alzados, que quizás permita detectar diversas fases constructivas (BROGIOLO, 1988)

La excavación de La Bolsa permitió también cuestionar la hipótesis de Teofilo Guiard (1971) según la cual la muralla no hizo sino enlazar diversas casas torres preexistentes, perte­necientes a los principales linajes del entorno.

Este dato resultaba difícil de contextualizar atendiendo a la información que se desprende de la lectura de la Carta Pue­bla, ya que en la misma no se establece diferencias entre los pobladores de la Villa. La existencia de las torres con anterio­ridad a la creación de la muralla de mampuesto supondría la penetración muy temprana de los linajes infanzones del mun­do rural en el gobierno y control del Concejo.

Pues bien, en la Bolsa se documentó como la torre que flanqueaba la puerta de Santa María fue construida en la se­gunda mitad del siglo XIV, apoyándose claramente en la mu­ralla.

La citada torre debió de poseer un amplio espacio sin divi­siones internas en planta baja, con una longitud de 16,20 me­tros. Estaba aparejada en mampuesto, presentando a media al­tura una alineación de orificios que debieron de servir para sustentar los machones de un piso holladero (Foto 2). A lo largo de la Edad Media debió de tener una vida muy activa a juzgar por las reparaciones documentadas en su piso. El suelo más antiguo era de arcilla apisonada (UU.EE. 53 y 29) sobre el que se colocó en las zonas más húmedas un enlosado irre-

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3.- Enlo>ado medieval de la torre del portal de Santa María. Al fondo se ob>erva la muralla.

gular de piedra del entorno y cantos rodados (UU.EE. 46 y 52) (foto 3). Su pronto deterioro obligó a su reparación, dis­poniendo sobre él otro de mortero con abundante arena y res­tos de carbones en proporción superior al 10% (U.E. 48), que fue roto al construir en el siglo XVI, sobre la estructura de la torre, un palacio exento aparejado en sillares y de amplios va­nos (2). (Figura 3)

Aunque en origen, como se ha señalado en repetidas oca­siones, la muralla fue una obra exenta, ya que entre ésta y los muros zagueros de las manzanas extremas del recinto discu­rría el paseo de ronda, pronto se inicia su asalto sistemático. Primero, hacia 1350, son las torres, propiedad de los jauntxos locales, las que invaden los espacios públicos asentándose junto a las puertas. 75 años más tarde ya se documentan las primeras solicitudes de algunos vecinos que intentan prolon­gar sus casas sobre el paseo de Ronda, apoyándose en la mu­ralla e incluso sobrepasándola. Así, en un pleito de 1558

(2) Aunque algunos autores han pretendido identificar un empe­drado aparecido en el edificio de la Bolsa con el paseo de Ron­da de la Villa (MARTIN, I, 1991), no hay razón alguna para mantener dicha hipótesis ya que el mismo constituyó el suelo del palacio del siglo XVIII. Así se desprende de su posición estratigráfica y de su tipología, muy diferente a la de los enlo­sados medievales. Estaba constituido por cantos rodados orde­nados y distribuidos en torno a carreras longitudinales. Ejem­plos similares se han detectado en otros solares excavados en Bilbao y datados en este mismo siglo o en los inicios del si­guiente.

(A.R.C. Valladolid, 9 leg. 5, n.º 2) existen referencias a una petición realizada en 1429 para "facer sendas enparan9as de cal y canto forrando la cerca", a la manera de torres pegadas a la misma. Tres años antes se otorga licencia a un vecino de Calsomera para construir sobre la muralla con el pretexto de que va a mejorarla sensiblemente.

2.- SOBRE LAS ACTIVIDADES ECONOMICAS DESARROLLADAS EN BILBAO

En los solares n.º 16 y 34 de Tendería y 37 de Artekale se detectaron siete estructuras directamente asentadas en la te­rraza fluvial que han sido identificadas como hornos.

Respondían a dos tipologías: a.- La primera era de planta oval, con dimensiones que os­

cilaban entre 85 cms. de diámetro mayor y 45 de menor. Esta­ba definida por ocho piedras de 20-25 cms. de largo, coloca­das en posición vertical e intestadas en una capa de arcillas amarillas asentadas sobre los cantos de la terraza del Nervión. Sobre ésta se detectó un objeto alargado de hierro de 56 cms. de longitud. El interior del recinto se encontraba colmatado de arcillas plásticas de color rojizo, producto de haber estado so­metido a altas temperaturas y en la base se localizó una capa de escorias. Su profundidad era de 10 cms. (Foto 4; Figura 4)

b.- La otra tipología era de planta cuadrada, de 60 cms. de lado, delimitada por diez piedras alargadas de 20-30 cms. de longitud. La estructura se hallaba colmatada por una capa de arcillas muy compactas de color rojizo que cubría un estrato

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Figura 3. Excavación del palacio de la Bolsa. Período Medieval: Siglo XV. U.E. 20: Muralla U.E. 48: Suelo de mortero de la torre del portal de Santa María.

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Figura 4. Plantas y secciones de las dos tipologías de hornos hallados en la calle Tendería. Tipo 1: U.E. 25: Estructura del horno

U .E. 26: Arcillas rosáceas que colmatan la estructura. Tipo 2: U.E. 49: Estructura del horno.

U .E. 51: Arcillas rosáceas muy compactas que rellenan la estructura U.E. 52. Estrato de tejas y escorias, en la base del horno. U.E. 24: Terraza fluvial donde se excavó el horno.

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4.- Estructura del horno de planta circular de los solares 34 de Tendería y 37 de A11ekale.

5.- btructura del horno cuadrado de los solares 34 de Tendería y 37 de Artekale.

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6.- E'tructurn <lel horno una vez' acia<lo su relleno interior.

formado por tejas y escorias. Su profundidad era de 10 cms. (Fotos 5 y 6)

Estos hornos debieron de estar integrados en el interior de casas construidas en madera, más amplias que los solares ac­tuales y dispuestos en el centro de la habitación, alejados, por tanto, de los cierres perimetrales de los edificios para evitar los riesgos de incendios. Ninguno de las estructuras detecta­das se encontraron en relación estratigráfica con las obras de cal y canto documentadas en los solares analizados y datadas en la Epoca Moderna.

Cronológicamente corresponden inequívocamente a la Edad Media, a juzgar por la unidad estratigráfica que las cu­bría (U.E. 5 en Tendería 34), consistente en una capa hori­zontal de escombros procedentes de un incendio que contenía exclusivamente fragmentos de teja y cerámica sin esmaltar de cronología medieval (grupo 7), C;)mo más adelante veremos.

Su interpretación resulta más difícil. Pese a que deben ser identificados con hornos, desconocemos para qué fueron em­pleados. En este sentido planteamos dos posibilidades en es­pera de obtener más información mediante el análisis de las escorias que se hallaron en su interior, cuya investigación está siendo realizada por Iñaki Pereda.

En primer lugar consideramos que quizás puedan tratarse de hornos de fundición rudimentarios del tipo 2 de los locali­zados en el poblado romano de Forua (MARTINEZ, A. & UNZUETA, M. 1989, 42), semiexcavados en la tierra y aisla­dos por un revestimiento interno de arcillas creando un recep­táculo donde se mezclarían combustible y mineral.

No obstante, resulta sorprendente que en el mundo urbano del medievo continúen siendo operativas estas instalaciones

tradicionales cuando el empleo de la fuerza hidráulica para transformar el óxido del mineral en metal se había generaliza­do en toda Europa. En este sentido basta recordar las frecuen­tes menciones de la documentación a las ferrerías que se en­contraban río arriba, en las márgenes del Nervión. Además los hornos detectados en los solares bilbaínos carecerían de capacidad, lo que les haría poco rentables y ello, aun en el su­puesto de que formaran parte de una pequeña explotación fa­miliar de baja inversión y construida con el objeto de escapar al control fiscal.

Probablemente nuestros hornos estén relacionados con al­guna de las actividades artesanales realizadas en el interior de la villa, especialmente con fraguas, lo que no es inusual en el mundo urbano europeo (LEROY, M et alii, 1990, 289-350).

Pese a que en otras villas medievales del País Vasco se ha­ya podido documentar la existencia de fraguas en su recinto amurallado, según se desprende de las ordenanzas dictadas por sus respectivos concejos que obligaban su traslado a es­pacios de extramuros debido a que eran fuente de posibles in­cendios (ARIZAGA, 1990), Bilbao ha sido considerada una ciudad de mercaderes. Como señala García de Cortázar, la atención de sus habitantes por la actividad industrial o artesa­nal parece poco relevante. No consta su interés por la produc­ción de paños, que se documenta en Durango; ni por la calde­rería, fuertemente arraigada en Balmaseda (GARCIA DE CORTAZAR, 1990, 22). .

La aparición de estos siete hornos en la manzana definida por Artekale y Tendería, número que consideramos elevado, habida cuenta de la superficie excavada, nos permite al me­nos plantear que el comercio era compartido con otras activi-

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Figura S. Solar Artekale 37-Tendería 34. Período Medieval: Siglo XIV. Emplazamiento de los hornos en el centro de habitaciones más am­plias que lÓs solares actuales. En blanco aparecen los muros de época postmedieval. U.E. 24: Terraza fluvial. U .E. 27: Arcillas plásticas que rodean las estructuras de los hornos.

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dades de tipo industrial que quizás se concentraban en esta zona, pese a que no se haya conservado documentación escri­ta ni toponimíca que lo indique. Sin embargo habría que de­terminar el peso específico de esta dedicación cuyos benefi­cios en los siglos XIV y XV quizás podrían estimular la acti­vidad mercantil de sus habitantes, ya que el caso contrario pa­race más discutible a juzgar por la historia posterior.

3.- SOBRE EL SOLAR GOTICO

Una hipótesis planteada por arquitectos, que ha tenido una buena acogida en el campo de los historiadores, se re­fiere a la pervivencia del solar gótico a lo largo de la histo­ria en el entramado urbano.

El solar gótico se caracteriza por poseer una estrecha fa­chada y un fuerte desarrollo longitudinal o en profundidad. Según esta hipótesis, en la Edad Media, la zona delantera del solar, la que daba hacia la calle, estaba construida, era el es­pacio donde se levantaba la casa propiedad de la familia nu­clear. En la planta baja se desarrollaban las actividades públi­cas, el comercio, la artesanía, etc., y la superior constituía el espacio privado o de habitación de la célula familiar.

Tras la casa se encontraba un espacio no construido, huerto o almacén, donde podían encontrarse árboles frutales, corra­les, etc.

A medida que aumenta la población, las casas van creciendo en dos direcciones: hacia el fondo, reduciendo progresivamente el espacio destinado a huerto a un estrecho albañal o cárcava que separa las casas de las manzanas cuyas fachadas se abren a distintas calles, y en altura aumentando el número de pisos. Por lo demás, las dimensiones del solar permanecerían inalterables. (LINAZASORO, J.I. 1978; LOSADA, R. 1981).

Este dato ha sido utilizado por los historiadores para calcu­lar la población de una calle medieval contabilizando el nú­mero de solares actuales.

No obstante, esta hipótesis carece de fundamento. Las pri­meras dudas al respecto las planteó Beatriz Arizaga ( 1990, 163-168). A partir de un exhaustivo estudio documental de las villas guipuzcoanas, consideró que el solar medieval era más amplio que el actual, de 8 metros de fachada por 12 de longitud en profundidad, de los cuales los 8 delanteros esta­ban construidos. A fines de la Edad Media y sobre todo en el siglo XVI, cuando se deja sentir un aumento de la población, estos solares se fragmentarían en lotes que darían lugar a los que hoy conocemos con el nombre de "solares góticos".

La arqueología, por su parte, ha demostrado que ni el solar medieval, ni el renacentista han permanecido fosili­zados en el entramado urbano actual. Esto se ha compro­bado en todas las excavaciones realizadas.

Así, en la intervención realizada en los solares enfrentados de Artekale 37 y Tendería 34, ejemplos significativos de "so­lares góticos o de fondo de saco" pretendimos determinar si los mismos constituyeron dos unidades edificatorias invaria­bles desde las primeras ocupaciones hasta la actualidad, o si, por el contrario, no sólo se transformaron sus tipologías cons­tructivas sino también sus dimensiones y, consiguientemente, las de las parcelas sobre las que se levantaron.

En este espacio, durante la Edad Media, contemporáneo a los hornos que hemos descrito, debieron existir de dos casas de madera, con una fachada más amplia que las actuales, da­do que en el transcurso de los trabajos arqueológicos no se pudieron identificar las huellas de los muros pertenecientes a las viviendas de esta fase que concluye violentamente con un incendio (U.E. 5).

Tras limpiar los escombros procedentes del incendio y ex­tenderlos, se levantaron dos nuevas construcciones (figura 6). Una de ellas abría su fachada hacia Artekale y estaría realiza­da con materiales perecederos, pies derechos apoyados en roscas de piedra, presentando una profundidad de 9,50 me­tros. La otra, con la fachada mirando hacia Tendería debió de ser de mampuesto y de 10,50 metros de longitud. Entre am­bas quedaría un estrecho espacio sin construir de 1,20 metros.

No podemos efectuar el cálculo del espacio útil de cada una de las viviendas puesto que los lados menores (U.E. 22), paralelos a las calles, se introducián por debajo de las cons­trucciones actuales, prueba inequívoca de que las casas del Antiguo Régimen presentaban una anchura superior a las construidas el pasado siglo y conservadas hasta el presente.

Por otro lado, de esta información se desprende que en estos momentos iniciales de la Edad Moderna se utilizaron indistin­tamente en la construcción de las viviendas la madera y la pie­dra (foto 7). Se ha dicho que tras el incendio de 1571 Bilbao se reedifica en cal y canto para prevenir futuros incendios (LO­SADA; R. 1980, 25). No obstante, los datos arqueológicos re­gistrados en estos solares parecen contradecir la hipótesis, lo que a su vez se ve confirmado por la documentación proceden­te del registro textual, aunque no haya tenido el reflejo que ca­bría esperar en la produción historiográfica, cargada de genera­lizaciones. Así, todavía en 1592, un carpintero construyó una casa en Somera, "desde el principio y fundamento de la dcha ( .. ) hasta poner los postes y frontales y colomadura y echar y poner tejado" (A.D.C. Bizkaia, 36, leg. 26.3, n.º 8).

Posteriormente, y aunque desconocemos las razones, los dos solares reducen sus espacios edificados, tanto en anchura como en profundidad.

La casa de Artekale queda delimitada por dos muros para­lelos, sobre los que se levantaron las construcciones posterio­res y por otros transversales, definiendo un espacio útil de 23 metros cuadrados. Tras ella se abriría un pequeño patio de 7 metros cuadrados, separado de las propiedades contiguas por la prolongación de los muros laterales de la casa. Esta delimi­tación física del espacio no construido de los solares quizás se ha de poner en relación con la obligación, documentada en al­gunas villas guipuzcoanas, que tenían los propietarios de construir un muro de piedra de dos codos de altura para evitar que los sucesivos incendios u otro tipo de catástrofes borraran las referencias de las parcelas particulares y de las propieda­des comunales (ARIZAGA, B. 1990, 172)

Por su parte, la casa de Tendería presentaría el mismo es­quema parcelario: En la delantera se levantaría la construc­ción de 37 metros cuadrados y, en la parte de atrás, un patio de 20. Entre un solar y otro existía un espacio semiprivado o albañal, quizás definido por alguna empalizada que no ha de­jado huellas.

Cuando en 1792 se construye el nuevo albañal, se produce

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ARTECALLE- 37 PROGRAMA DE ARQUEOLOGIA

TENDERIA - 34 DE INTERVENCION Autor: L.GARCIA / R. MERINO

ESCALA ESQUEMA EVOLUTIVO DE LAS JULI0-90

1: 200 CONSTRUCCIONES ~ LCS SOLARES. PLANO: 5

Figura 6. Esquema evolutivo de la ocupación del espacio de los solares n.º 34 de Tendería y n.º 37 de Artekale.

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250 IÑAKI GARCIA CAMINO

7.- Apu)o' Je pie' Jerechm de una con,trucciún Je 111aJera k\antaJa en Ju-, 'olare' 3-t Je TenJeria) 37 Je Artd.ale. en d 'íglu XVI.

un replanteamiento del esquema parcelario de los solares, puesto que, al tratarse de una obra realizada con fines públi­cos, los propietarios tuvieron que ceder parte de sus terrenos privados. Entonces, el solar de Artekale aumenta de tamaño, aunque no de superficie edificada, conservando un amplio pa­tio que se ha mantenido hasta la demolición de la vivienda, y el de Tendería estaría totalmente edificado.

Esta imagen es la que se ha mantenido hasta la actualidad, aunque en el último siglo no han cesado las disputas sobre los espacios correspondientes a uno u otro propietario. Así sabe­mos, por la escritura de propiedad de la casa de Artekale, que poseía una superficie de 32 metros cuadrados, con planta baja destinada a tienda y dos pisos, sobre los que se levantaron otros pertenecientes a los dueños del solar de Tendería.

La variación de las dimensiones de los solares fue docu­mentada también en otros espacios excavados, siendo el ejemplo más significativo el de Carnicería l. Correspondiente a la Baja Edad Media se detectó el cierre zaguero de una casa de piedra (U.E. 37) que poseía un amplio huerto de 7,50 me­tros en su zona trasera, respondiendo, por tanto, a un modelo de distribución de la parcela urbana medieval bastante habi­tual en las villas de menor peso demográfico y, nunca, por el contrario, referido a Bilbao, aunque existen abundantes testi­monios documentales al respecto, incluso de la Edad Moder­na. (Venta otorgada entre 1639 y 1644 por S. Pedro de Moha­mud a favor de Andrés de Orueta, de "unas cassa de alto aba­xo con sus lonxas y una guerta con una casilla pegante a ella a la Ronda de Barrencalle la Yusera" A.D.C. BIZKAIA. leg. 1942, n.º 6).

En el siglo XVI, tras un incendio, el solar actual aparece ocupado por tres casas de villa, separadas por muros media­neros yuxtapuestos, de 56-66 cms. de grosor y articuladas en

tomo a un eje mayor perpendicular a la calle Carnicería. De éstas sólo conocemos las dimensiones de sus fachadas, debi­do a que no se realizó la excavación integral del sector. Así, las casas n.º 1 (extrema de la manzana) y 2 medían 4,50 me­tros, mientras que la n.º 3 debió poseer una fachada de 7,50 metros, aspecto más dificil de precisar dado el estado de con­servación de esta zona del yacimiento.

Posteriormente, la casa de la esquina (n.º 1) modificó su espacio interno y su orientación, lo que fue interpretado como el resultado de un nuevo concepto de urbanismo, motivado por un cambio en la jerarquización de los espacios públicos de la trama urbana:

Los espacios públicos por exelencia de la ciudad medieval eran los viales. En ellos se desarrollaban la mayor parte de las actividades económicas de sus moradores. Así artesanos y co­merciantes no tenían ningún reparo en sacar sus bancos de trabajo a la calle o exponer sus productos en tableros que ocupaban parte de la red viaria, dificultando el tránsito de personas y animales.

Al comienzo de la Edad Moderna, en las villas más impor­tantes de la vertiente marítima del País Vasco, se abren espa­cios públicos más amplios y continuos, puesto que la trama urbana medieval no resultaba operativa habida cuenta del vo­lúmen de las transaciones económicas. Entonces, ciertos en­claves (como los situados delante de las iglesias e incluso otros nuevos creados en los arrabales) se convierten en pun­tos focales que atraen el comercio. De esta forma las calles pierden su importancia de espacio público y son utilizadas ca­si exclusivamente como vías de comunicación.

El nuevo espacio público constituido en Bilbao es la Plaza del Mercado, emplazada en lugar estratégico, en la misma Ribera, junto a los muelles que facilitaban la descarga de

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URBANISMO Y CULTURA MATERIAL EN EL BILBAO MEDIEVAL 251

mercancías. Este lugar estaba destinado a convertirse en uno de los más importantes de la Villa, pero estaba separado de ella por la muralla medieval que abrazaba el recinto urbano y que en esta zona discurría a la altura de la acera actual, según observamos en las obras que se realizaron en 1985. Cuando se destruye ésta y se integra plenamente el mercado en la ciudad, los propietarios de las casas extremas de las manza­nas que hasta entonces no tendrían acceso directo a la plaza, transformarían los antiguos muros laterales de sus viviendas en amplias fachadas abiertas a la Ribera. Con ello se produ­cía un replanteamiento sustancial del esquema organizativo de la casa medieval en este extremo de la Villa. Así, el espa­cio interno de la casan.º 1 de Carnicería Vieja pasó de arti­cularse en torno a un eje longitudinal, desarrollado en pro­fundidad, a otro transversal, en el que se abría una amplia fa­chada hacia la Ribera, de forma que estas viviendas de ser oscuras y poco confortables se convirtieron en las de mayor calidad de la Villa, y ello sin tener en cuenta las ventajas que a sus moradores les proporcionaba el acceso directo al mer­cado.

En todos los solares excavados, a finales del siglo XVIII, se constata el crecimiento en altura de los edificios, a juzgar por la construcción de pilares que refuerzan los antiguos mu­ros perimetrales. Dichas obras deben ponerse en relación con el momento neoclásico en el que la villa adquiere la armonía y homogeneidad que la caracteriza en la actualidad (SANTA­NA, A. 1990, 258).

En definitiva, los solares se amplían o reducen dependien­do de muchos factores entre los que destacamos el poder eco­nómico de sus habitantes, su habilidad y los cambios en los conceptos del urbanismo. A partir de este planteamiento que se desprendía de los datos arqueológicos, la revisión de la do­cumentación escrita ha proporcionado también abundantes testimonios que invalidan la teoría de la inamovilidad y fosi­lización del solar gótico en el entramado actual.

En las ordenanzas de la Villa de 1593 ya se hacía refren­da a la escasez del suelo urbano y al interés de algunos veci­nos por aumentar sus propiedades en detrimento de las de sus vecinos (MAÑARICUA, 1954, 72). Para evitar esto, en la compra de solares se ponía especial interés en delimitar con claridad los límites de los mismos (El 31 de mayo de 1622, Sebástian de Ripa compró a María Hermuco de Guel­do un suelo de casas en la calle Carnicería Vieja, en el cual pretendía edificar ya que estaba desocupado desde el incen­dio general, definiendo con nitidez los límites de la propie­dad. A.D.C. BIZKAIA, 13 leg 2654, n.º 9. Diego de Zamu­dio). No obstante, los pleitos entre propietarios contiguos son constantes a lo largo de todo el Antiguo Régimen (Entre 1657 y 1659 Autos promovidos por Bartolomé de Arbolan­cha contra Agustín de Larragoti sobre los perjuicios ocasio­nados por las casas que éste edificó en Barrencalle la prime­ra. A.D.C. BIZKAIA, leg. 1961, n.º 10) (En 1832 se docu­menta una escritura de compromiso entre Fernando de Lan­decho y Francisco de Briñas en razón de un medianil exis­tente entre las casas de nueva planta que el primero está construyendo en Belostikale A.D.C. BIZKAIA, Reg. 1718, n.º 4). Y ello no es privativo de Bilbao, Arizaga (1990, 170) señala, en relación a las villas guipuzcoanas, que cuando se

producía un incendio que afectaba a varias casas, sus propie­tarios tenían que darse prisa en construir, ya que de lo con­trario se arriesgaban a perder parte de su terreno que era in­vadido por su vecino.

4.- SOBRE LA CULTURA MATERIAL

El último aspecto que trataremos sobre las excavaciones realizadas en Bilbao hace referencia a los materiales recupe­rados, especialmente a los cerámicos, ya que han sido cuanti­tativamente los más significativos. Estos no son espectacula­res ni de gran calidad, sin embargo queremos exponerlos da­do que en 1989 no conocíamos nada de la cerámica postme­dieval y en estos momentos podemos al menos plantear una hipótesis de secuencia evolutiva, válida para Bilbao y proba­blemente para algunos otros lugares del territorio.

Cuando en 1990 concluimos la excavación del palacio de la Bolsa, nos encontramos con una cantidad de materiales muy fragmentados y prácticamente desconocidos. Estableci­mos una primera clasificación, siguiendo las pautas de estu­dio de las producciones cerámicas recuperadas por el Museo de Londres, entre cerámica esmaltada, sin esmaltar y popular o cerámica confeccionada en los alfares locales durante el si­glo pasado. Este tipo era el mejor conocido por los trabajos realizados por Enrique lbabe o Leandro Silvan, aunque des­conocemos con exactitud los centros productores.

Entre la cerámica esmaltada y sin esmaltar distinguimos subgrupos en función de las características externas de la pas­ta y de la forma. Toda esta información se anotó en una ficha de registro general. Por otro lado, a los fragmentos que tenían representados el mayor número de atributos se les abrió una ficha individual con su correspondiente representación gráfi­ca.

El sistema de registro basado en los contextos simples (HARRIS, 1991) nos sirvió de gran ayuda para confirmar los grupos que habíamos establecido, puesto que en Unidades Estratigráficas pertenecientes al mismo periodo se observaba una gran homogeneidad en los materiales recuperados.

En las siguientes excavaciones realizadas en otros solares se repitieron los grupos más representativos de la Bolsa en posiciones estratigráficas semejantes.

A continuación expondremos de forma resumida los prin­cipales grupos cerámicos identificados en Bilbao. Esta clasiL cación debe ser interpretada como un instrumento de trabajo que deberá ser ampliada y confirmada con un estudio más ex­haustivo de los materiales y de las producciones recuperados. A la hora de exponer los resultados, hemos dejado al margen comparaciones estilísticas o paralelos iconográficos, ya que queremos resaltar la importancia de los datos estratigráficos a la hora de establecer dataciones para las cerámicas bajome­dievales y post-medievales.(3)

(3) Los dibujos de las cerámicas así como los restantes que se presentan en este artículo fueron realizados por el equipo del "Programa de Arqueología de Intervención en Bizkaia". 1989-91.

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GRUPO 1

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FIGURA 7

Figura 7. Cerámica del grupo l. BIJCT/90.41.136: Fragmento de plato de base cóncava, cuerpo de paredes divergentes y borde muy exvasado marcado mediante in­

flexión. El labio curvo se presenta ligeramente engrosado. Está recubierto de esmalte blanco.

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URBANISMO Y CULTURA MATERIAL EN EL BILBAO MEDIE V AL 253

FIGURA 8 GRUPO 1

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Figura 8. Cerámica del grupo l. BI.XI/90.13.38: Fragmento de plato con fondo plano y pie bajo apenas insinuado. Cuerpo de paredes divergentes, recubierto de

esmalte blanco. El interior está decorado mediante un diseño vegetal de tulipanes azules enmarcados en doble co­rona circular, adaptada al contorno de la pieza.

BI.XI/90.13.39: Cuenco de paredes divergentes, sin cuello, borde recto y labio redondeado. Presenta fondo con pie alto y marca­do. Fue cocido en atmósfera oxidante, a torno alto y recubierto totalmente con esmalte blanco.

BI.XI/90.36.126: Fragmento de una jarra de fondo ligeramente convexo, con pie marcado alto, separado del cuerpo por estrangula­miento. Presenta pastas rosáceas con desgrasantes finos, aunque se observan algunas intrusiones de mayor gro­sor. Fue confeccionado a torno alto, como se observa en las estrías de sus paredes. El interior está recubierto de esmalte blanco y el exterior sólo en su zona alta.

BI.XI/90.13.41: Fondo plano de un recipiente de paredes casi paralelas, con suspensión en la zona baja. Está recubierto de esmal­te blanco.

BI.XI/90.36.124: Fragmento de una jarrita de fondo plano marcado al exterior mediante hendidura. Cuerpo globular con el diáme­tro máximo en la zona baja. El interior está recubierto de esmalte blanco. El exterior presenta recubrimiento sólo en la zona central y superior de la pieza, donde, a la altura del hombro, lleva una banda formada por dos lineas paralelas que enmarcan meandros conseguidos mediante trazos azules

BI.XIV/91.2.25: Fragmento de cuenco con labio apuntado y fondo cóncavo. Adosado al borde presenta una suspensión de orejeta polilobulada. Fue confeccionado a torno alto y cocido en atmósfera dominante de oxidación, a buena temperatu­ra. La superficie exterior e interior está esmaltada en blanco. A 1,8 eros. por debajo del borde presenta una inci­sión horizontal.

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254 IÑAKI GARCIA CAMINO

Grupo 1 (Figuras 7, 8) Esta caracterizado por poseer indistintamente formas abier­

tas (platos o escudillas) o cerradas (ollas o jarras), elaboradas con pastas rosáceas, decantadas, recubiertas de esmalte blan­co y, en ocasiones, decoradas con trazos azules o verdes, for­mando composiciones geométricas o vegetales situadas en el interior de las piezas o en el exterior cuando se aplican sobre jarras o formas cerradas. Aunque no es muy frecuente, las de­coraciones pueden llevar policromía más compleja en tonos amarillos, marrones, naranjas o azules de diversa intensidad. Son piezas elaboradas en los alfares locales durante los siglos XVIII y XIX, momento en el que se intensifica la producción alfarera en el País Vasco. (IBABE,E. 1980; SILVAN, L.1982).

Grupo 2 (figuras 9, 10, 11) Está representado por un conjunto de fragmentos de piezas

confeccionadas a tomo alto, con pastas claras, casi blancas o rosáceas, con desgrasantes minerales finos aunque presentan en ocasiones algunos de mayor tamaño. Van recubiertas de esmalte brillante de color verde o amarillo. En cuanto a las formas predominan indistintamente las abiertas (platos o fuentes) y cerradas (recipientes de almacenaje de líquidos). En estas últimas los bordes están exvasados, llegando a ad­quirir perfiles triangulares. Los fondos, por lo general, se pre­sentan con pie marcado. En pocas ocasiones se han registrado motivos ornamentales. Cuando aparecen, se trata de mean­dros incisos, simples o entrecruzados.

A juzgar por los contextos estratigráficos en que se detec­taron deben datarse en los siglos XVII y XVIII. Piezas seme­jantes fueron hallados en el yacimiento de Elgezua (Igorre), entre las tierras de una terraza construida en el siglo XVII con el objeto de igualar las fuertes pendientes de la campa que ro­deaba la ermita de San Cristóbal.

Grupo 3 (Figura 12) Representado en fragmentos, no muy abundantes, de cerá­

mica confeccionada a tomo alto y cocida en atmósfera reduc­tora controlada, a buena temperatura, por lo que las pastas ad­quieren una tonalidad gris homogénea. Sus paredes, finas, es­tán recubiertas de barniz marrón o gris. Suelen presentar de­coraciones realizadas a molde con motivos figurados (rostros humanos, vegetales ... ). Cronológicamente parece correspon­der al siglo XVII, aunque lo reducido de la muestra no permi­te confirmarlo.

Grupo 4 (Figura 11) Fragmentos de cerámicas pertenecientes a ollas globulares

o jarras de fondo plano, cuellos cortos y bordes exvasados y engrosados. Las suspensiones parten del mismo borde y con­sisten en asas verticales, de sección plana. En ocasiones pre­sentan apliques verticales decorados con impresiones digita­les. Fueron confeccionadas a torno alto, como se observa en los profundos surcos de sus paredes, y cocidas en atmósfera dominante de reducción. Las pastas de tonalidad gris van re­cubiertas (sobre todo en el interior de las vasijas) de esmalte poco brillante de color verde o amarillo. Aparecen en los mis­mos contextos estratigráficos que las anteriores, por lo que deben datarse en el siglo XVII.

Estas piezas, a juzgar por los restos de hollín que presentan adheridos a sus paredes, debieron ser utilizadas para la cocción

de alimentos y, por lo tanto, estaban preparadas para soportar cambios bruscos de temperaturas e incluso el fuego directo.

Grupo S (Figuras 13, 14) Está representado en formas abiertas, tipo cuenco, de pas­

tas claras, realizadas a tomo alto. Presentan un recubrimiento de barniz blanco-amarillento, sobre el que se sitúan motivos geométricos o vegetales de tonalidad dorada, dispuestos en sentido radial. Por el exterior la decoración se organiza en re­gistros verticales.

Corresponde con las producciones denominadas de reflejo metálico. Tienen su origen en la Edad Media, aunque perdu­rán durante el Antiguo Régimen. Los casos documentados en el País Vasco están relacionados con el mundo urbano. No están muy representadas en las excavaciones de Bilbao.

Grupo 6 (Figura 15) Cerámica gris perteneciente a grandes vasijas abiertas, tipo

barreño, de paredes gruesas, con bordes exvasados y engrosa­dos, definidos por molduras. Estas piezas fueron confecciona­das a torno alto y cocidas en atmósfera reductora. Su termina­ción es afinada mediante espátula y carecen de recubrimiento alguno. Suelen presentar decoración de meandros incisos, simples o entrelazados. Debe datarse en los siglos XVI­XVIII. No están muy representadas en Bilbao y aparecen aso­ciadas a los grupos 2 y 4. Parece que fueron utilizadas como tinajas para almacenaje de líquidos.

Grupo 7 (Figuras 16, 17) Está representado en formas globulares con bordes exvasa­

dos, cuellos cónicos abiertos y labios apuntados que, en algu­nos casos, están carenados por el interior para recibir una ta­padera. En los fondos, planos, se observa la impronta de la tometa. El hombro de las piezas suele ir decorado con inci­siones paralelas y horizontales distribuidas en bandas.

Las pastas, de buena cochura, contienen desgrasantes finos de cuarzo, así como intrusiones de arcilla cocida. Fueron con­feccionadas indistintamente a tomo alto o bajo, e incluso se aprecian las huellas dejadas por el alfarero en el proceso del levantamiento de las paredes. La cocción se efectuó en at­mósfera oxidante o reductora, observándose diversas tonali­dades en una misma pieza. Cronológicamente debe datarse en los siglos XIV y XV. Piezas semejantes fueron halladas en Kurtzio (GARCIA CAMINO, 1990).

Grupo 8 (Figura 17) Se caracteriza por poseer pastas claras con desgrasantes

pequeños y brillantes, cocidas en atmósfera oxidante y termi­nación poco cuidada, sin restos de barniz o esmalte. Suelen presentar decoración de incisiones horizontales separadas 4 mm. en el hombro y 9 en la zona inferior de la panza, produ­ciéndose por tanto un distanciamiento entre las incisiones a medida que nos alejamos del cuello. Existen algunos frag­mentos de asas de cinta. Predominan las formas cerradas, se­mejantes a las del grupo 7: fondos planos, cuerpos globulares, cuellos cónicos abiertos o cilíndricos y bordes exvasados a bisel con inflexión externa e interna, adquiriendo secciones triangulares.

Cronológicamente corresponden a la Baja Edad Media, se­gún se desprende de las excavaciones de Tendería 16.

Grupo 9 (Figuras 18). Está muy poco representado. Se caracteriza por poseer for-

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mas abiertas, tipo cuenco, fuente o escudilla. Fueron realiza­das a tomo alto y cocidas en atmósfera dominante de oxida­ción. Las pastas claras van recubiertas de esmalte blanco­amarillento y decoradas con retículas o motivos vegetales verdes o marrones. Corresponden a la Edad Media y se trata de las primeras producciones esmaltadas detectadas en nues­tro territorio, probablemente importadas.

Para concluir, destacaremos un hecho que nos parece sor­prendente y al que no encontramos explicación. Se trata de la práctica inexistencia de cerámicas esmaltadas en los niveles bajomedievales (salvo piezas del grupo 9). Ello no se puede justificar recurriendo al carácter arcaico de la sociedad, refle­jado en una cultura material pobre y escasamente desarrolla­da, puesto que por estas épocas Bilbao es un centro activo del Cantábrico y participa plenamente de los ritmos históricos eu­ropeos.

Otra posible explicación podría hacer referencia a las fun­ciones que desempeñaron los edificios en los que se han en­contrado. Sin embargo uno era una torre, por tanto, asiento de una importante familia que probablemente participaba de las actividades artesanales y los otros eran diversas casas de villa o fraguas. El muestreo que mediante excavaciones se ha reali­zado en determinadas zonas de la villa parece ser argumento en contra de atribuir la ausencia de vidriados a las actividades que se desarrollaban en los espacios excavados.

En definitiva, durante la Baja Edad Media, encontramos producciones cerámicas sin vidriar, destinadas a usos cotidia­nos como al almacenaje o transporte de productos líquidos o sólidos y a la cocción de alimentos. En menor medida apare­ce representada la cerámica de mesa (platos, cuencos, escudi­llas) que ofrecen diseños decorativos más complejos y cuida­dos, con revestimientos de esmalte, tratándose probablemente de piezas importadas.

S.- BALANCE DE LAS INTERVENCIONES

En los últimos años ha aumentado considerablemente la producción bibliográfica sobre la historia urbana de Bilbao, en un proceso paralelo a la revalorización del Casco Viejo. Sin embargo poco se ha avanzado desde la publicación de la obra de T. Guiard. La imposibilidad de consultar los fondos del archivo municipal (seriamente dañados por las inundacio­nes del 83 y actualmente en restauración), la ausencia de tes­timonios documentales directos y el recurso al análisis morfo­lógico del plano urbano como única fuente de conocimiento, han motivado que los trabajos sobre la urbanística histórica de la Villa estén cargados de tópicos y generalizaciones de di­ficil comprobación.

En este panorama, hacia finales de los años 80, los investi­gadores, por un lado, y la administración, por otro, sintieron la necesidad de aplicar la arqueología al estudio del urbanis­mo, siguiendo una tendencia iniciada en las ciudades euro­peas varios años antes. Aprovechando la construcción de nue­vos edificios se realizaron algunas intervenciones cuyo objeto era aportar información a los problemas historiográficos del Bilbao medieval.

Del estudio de algunos solares, cuya investigación arqueo­lógica se planteó total o parcialmente en función de objetivos definidos a partir de la revisión de las fuentes documentales, los resultados obtenidos se pueden sintetizar en los siguientes puntos:

l.- Las siete calles responden a un único proyecto urbano diseñado hacia el 1300. En el meandro situado en la margen derecha del Nerbion-Ibaizabal, frente a la puebla vieja, se defi­ne un espacio acondicionando la terraza fluvial y trazando siete viales paralelos que servirán de referencia para distribuir los solares, que serán asignados a las familias llamadas a poblar.

2.- Aunque no existen referencias hasta finales del siglo XV, desde el mismo momento de la fundación pudo existir una distribución de funciones en los distintos espacios urba­nos, según se desprende de la aparición de siete fraguas en las manzanas de casas situadas entre las calles Tendería y Arteka­le. De confirmar este aspecto, nos encontraríamos ante una de las características diferenciadoras del urbanismo bilbaíno, ya que otras villas del territorio, con sólo tres calles, difícilmente podrían establecer una terminante separación de funciones. Parece, pues, que Bilbao nació con vocación de jugar un im­portante papel en la vida económica y social del Señorio.

3.- La distribución de los solares medievales nada tiene que ver con la organización del parcelario actual, caracteriza­do por su fragmentación en lotes construidos estrechos y pro­fundos. Aquellos, más amplios que los actuales, sirvieron de asiento a casas de madera y/o piedra, talleres artesanales, tiendas, huertos, corrales, etc. La presión demográfica, las continuas catástrofes que asolaron la Villa, el poder económi­co de determinados personajes o familias aceleraron su trans­formación, ampliándose y dividiéndose y, en consecuencia, borrando toda referencia a la distribución de las parcelas pla­nificadas en el momento de la fundación.

4.- Incluso, poco después de constituirse el recinto urbano, la nobleza rural inicia el asalto sistemático de los espacios pú­blicos, construyendo sus casas torres sobre la muralla. Un si­glo más tarde, hacia 1426, serán los vecinos los que intenten ganar terreno a cuenta de las propiedades del Concejo, inva­diendo el paseo de ronda.

5.- El Bilbao medieval y del Antiguo Régimen no presen­taba la regularidad que se observa en la actualidad. Hasta el siglo XIX las manzanas estuvieron ocupadas por casas de di­ferentes anchuras y alturas, construidas con diferentes mate­riales y siguiendo gustos arquitectónicos variados. Ni siquie­ra, pese a la presión demográfica, todo el espacio intramuros estaba ocupado: huertas, solares vacíos y abandonados, ruinas no reconstruidas, casillas, etc., salpicaban la trama urbana.

ADDENDA: Con posterioridad a la entrega de este artículo en redac­ción (Junio de 1993) se realizaron dos nuevas intervenciones en el casco viejo de Bilbao. En concreto en los números 13 de Artekale y 3-5 de Tendería, dirigidas por José Luis Ibarra e Iñaki Pereda respectivamente. En el primer solar, situado en la manzana de casas delimitada por las calles Tendería y Arteka­le se detectaron cinco estructuras identificadas con hornos que aportan nuevos datos a la hipótesis planteada en relación con la utilización de este espacio en la Baja Edad Media.

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Figura 9. Cerámica del grupo 2.

URBANISMO Y CULTURA MATERIAL EN EL BILBAO MEDIEVAL

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BI.XI/90.4.1.: Fragmento de plato de borde muy exvasado y labio redondeado marcado mediante una pequeña hendidura. La superficie interior y el labio están recubiertos totalmente de esmalte verde brillante. El borde está decorado me­diante cuatro incisiones paralelas formando meandros.

BI.XI/90.4.2: Fragmento de cuenco de borde exvasado, separado del cuerpo mediante doble inflexión. El interior está recubier­to de esmalte verde. El exterior permanece afinado a excepción de una pequeña orla esmaltada en el labio.

BI.XI/90.7.6: Fragmento de un cuenco de paredes divergentes con borde exvasado claramente diferenciado del cuerpo, de esec­ción triangular. Presenta esmalte verde por el interior y traslucido por el exterior.

BI.XI/90.7.7.: Fragmento de un cuenco de borde exvasado y labio apuntado de sección triangular. Carece de cuello. Presenta esmalte verde por el interior y en la zona exterior del cuello. El resto fue afinado mediante espátula.

BI.XI/90.11.14: Fragmento de un cuenco de paredes casi paralelas, borde exvasado y labio redondeado. El interior está recubierto con esmalte amarillo y el exterior con verde. Está decorado con una doble incisión que enmarca un meandro.

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Figura 10. Cerámica del grupo 2. BI.XI/90.12.28: Fragmento de una olla de cuerpo globular, cuello cónico abierto, borde exvasado y labio apuntado. El interior se

presenta recubierto de esmalte verde y el exterior está tan sólo alisado, aunque se observan algunos goterones producto del recubrimiento.

BI.XI/90.14.63: Fragmento de un cuenco con pie alto y marcado al exterior mediante una hendidura. Está recubierto por el inte­rior con esmalte amarillo. Presenta decoración de meandros incisos adaptados al contorno de la pieza.

BI.XI/90. 12.32: Fragmento de hombro y cuello cilíndrico y estrecho de una botella, recubierta de esmalte de color verde. Pastas claras, casi blancas.

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URBANISMO Y CULTURA MATERIAL EN EL BILBAO MEDIEVAL

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BI.XI/90.36.130: Fragmento de una vasija troncocónica con borde exvasado y labio plano con ligero reborde exterior. Carece de cuello. El interior está recubierto de esmalte verde y el exterior presenta una decoración de doble meandro.

Cerámica del grupo 4 BI.XI/90.12.31: Fragmento de olla de cuerpo globular separado del cuello cilíndrico por una fuerte inflexión. El borde se encuen­

tra engrosado por el exterior e interior. El interior está recubierto de esmalte y el exterior presenta un aplique ver­tical decorado con digitaciones. Se observan marcas de hollín, prueba de que debió de estar expuesta al fuego.

BI.XI/90.32.120: Fragmento de borde cónico abierto rematado en labio plano engrosado. Está recubierto de esmalte verde por el interior y el exterior presenta superficie gris brillante sobre la que se aplicó un cordón vertical. Como en el caso anterior presenta restos de hollín que denotan su funcionalidad.

BI.XI/90. 12.29: Fragmento cerámico con inicio de cuerpo divergente separado del cuello mediante inflexión interna muy marca­da. El borde, plano, se presenta engrosado. Está recubierto de esmalte verde y, como en los casos anteriores, se aprecian restos de hollín.

BI.XI/90. 32.112: Fragmento de borde exvasado y engrosado mediante reborde externo. Está recubierto de esmalte verde por el in­terior y afinado por el exterior.

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FIGURA 12

Figura 12. Cerámica del grupo 3. BI.XI/90.12.34: Rostro humano realizado a molde sobre las paredes de un recipiente cuya forma no pudo restituirse. Bi.XI/90.32.116: Fragmento de hombro y cuello de una vasija, separados por una doble moldura de sección curva. El interior pre­

senta esmalte traslucido y el exterior marrón. Para conseguir la decoración se utilizó la técnica del moldeado, re­presentando una hoja de roble inscrita en círculo.

Bi.XI/90.32.117: Fragmento de una vasija con las paredes decoradas con una rosácea pentapetala enmarcada en molduras horizon­tales y paralelas. Presenta el mismo recubrimiento que la pieza anterior.

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Figura 13. Cerámica del grupo 5. BI.XI/90. 24.78: Fondo plano de un plato decorado con reflejo metálico. Tanto al exterior como al interior presenta diseños circu­

lares que enmarcan meandros, curvas u otros motivos geométricos. BI.XI/90.32.109: Fragmento de fondo plano recubierto de esmalte blanco por el interior. Presenta trazos de reflejo metálico cu­

briendo una decoración pintada en negro y marrón. La pieza participa de algunas características propias del gru­po 9.

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FIGURA 14

Figura 14. Cerámicas del grupo 5. BI.Xl/90.24. 7 4 BI.Xl/90.11.16 BI.Xl/90.36.131: Fragmentos de cuellos con suspensión de orejera decorados con retícula de reflejo metálico, que definen espacios

romboidales.

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Figura 15. Cerámicas del grupo 6.

URBANISMO Y CULTURA MATERIAL EN EL BILBAO MEDIEVAL

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BUCT/90.34.137: Fragmento de una vasija de pasta gris de paredes divergentes, sin cuello y con borde engrosado y apuntado hacia la zona inferior de la pieza. Carece de esmalte y presenta decoración de meandros entrelazados por el exterior. En el interior se observa un meandro inciso simple, bordeando el contorno. Parece tratarse de un recipiente de alma­cenaje.

BIJCT/90.13.45: Fragmento semejante al anterior y decorado con meandros.

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Figura 16. Cerámicas del grupo 7. BI.XI/90.32.110: Fragmento de una olla de cuerpo globular, cuello cónico abierto, separado del borde mediante una acanaladura

incisa. Fue confeccionada a tomo alto y cocida en atmósfera predominante de reducción. La terminación es espa­tulada. Sobre el cuello y el diámetro máximo de la panza se aprecian acanaladuras.

BI.XI/90. 32.114: Fragmento de una olla de cuerpo globular, cuello cónico abierto y labio curvo. Confeccionada a tomo alto y coci­da en atmósfera dominante de oxidación. Las pastas rojizas presentan desgrasantes finos y algunos otros de ma­yor tamaño que pudieran ser restos de cerámicas machacadas procedentes de vasijas rotas o producciones defec­tuosas. Presenta incisiones separadas y poco marcadas.

BI.XI/90. 32.119: Fragmento de cuello cónico abierto y borde curvo. Fue cocida en atmósfera oxidante con postcocción reductora, de ahí que presente un color rojizo por el interior y grisáceo por el exterior.

BI.XI/90.50.164: Fragmento de fondo plano de una olla realizada a tomo bajo, cocida en atmósfera dominante de oxidación. En el fondo se observan dos incisiones paralelas, poco profundas.

BI.XI/90. 17.72: Fragmento decorado con incisiones horizontales y paralelas. Fue confeccionado a tomo bajo según se desprende de las irregularidades de sus paredes y cocido en atmósfera oxidante con postcocción del mismo género.

BI.XI/90. 16.68: Fragmento de cuello cilíndrico rematado en borde curvo engrosado, del que parte un asa de cinta. Fue cocido en atmósfera oxidante con postcocción del mismo género.

BI.XI/90. 43.138-143: Fragmentos de fondos con irregularidad en su base.

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Figura 17. Cerámicas del grupo 7. BI.XI/90. 50.116-169: Diversas modalidades de borde. Se aprecian tanto terminaciones curvas como otras de sección triangular y a

bisel. Cerámicas del grupo 8 BIJCTV/91.24.39: Fragmento de cuello cónico abierto rematado en borde exvasado y labio apuntado con engrosamiento externo.

Pastas claras con desgrasantes muy finos y brillantes. Cocido en atmósfera homogénea de reducción. BI.XIV/91.24.40: Fragmento de cuello cónico abierto y borde de sección triangular diferenciado mediante inflexión externa e inter­

na. Bajo el borde conserva la huella de un asa de cinta que al colocarse alteró ligeramente la regularidad del diá­metro de la boca. Pastas claras, casi blancas, cocidas en atmósfera homogénea.

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Figura 18. Cerámicas del grupo 9. BI.XI/90. 32.118: Fragmento de un plato de borde recto, engrosado con moldura externa. Presenta terminación exterior afinada e

interior esmaltado en blanco sobre el que se sitúa la decoración en trazos verdes y azules. Dos bandas de este co­lor enmarcan círculos rellenos de esmalte verde.

BI.XI/90. 11. 23: Fragmento de plato decorado con motivos circulares marrones rellenos de esmalte verde. Medidas: Diámetro del fondo: l 73mm.

Grosor: 9 mm. BI.XIV/91.23.33: Fragmento de cuenco de paredes divergentes, labio vuelto hacia el interior y engrosamiento externo, adquiriendo

sección triangular. Presenta pastas claras casi blancas con desgrasantes minerales. Superficie exterior afinada sal­vo el labio recubierto de esmalte que le otorga un color amarillento. El interior está decorado con trazos curvos marrones. Medidas: Diámetro de la boca: 230 mm.

Grosor de la pared: 5