UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR -...

71
UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR FACULTAD DE TEOLOGÍA LICENCIATURA EN TEOLOGÍA PERFIL DEL LAICO EN LA IGLESIA SEGÚN EL CONCILIO VATICANO II TESIS DE GRADO MARÍA TERESA PÉREZ CRUZ Carné 19017-06 GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, NOVIEMBRE DE 2013 CAMPUS CENTRAL

Transcript of UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR -...

UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR FACULTAD DE TEOLOGÍA

LICENCIATURA EN TEOLOGÍA

PERFIL DEL LAICO EN LA IGLESIA SEGÚN EL CONCILIO VATICANO II

TESIS DE GRADO

MARÍA TERESA PÉREZ CRUZ Carné 19017-06

GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, NOVIEMBRE DE 2013 CAMPUS CENTRAL

UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR FACULTAD DE TEOLOGÍA

LICENCIATURA EN TEOLOGÍA

PERFIL DEL LAICO EN LA IGLESIA SEGÚN EL CONCILIO VATICANO II

TESIS DE GRADO

TRABAJO PRESENTADO AL CONSEJO DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA

POR MARÍA TERESA PÉREZ CRUZ

PREVIO A CONFERÍRSELE

EL TÍTULO DE TEÓLOGA EN EL GRADO ACADÉMICO DE LICENCIADA

GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, NOVIEMBRE DE 2013 CAMPUS CENTRAL

Es maravilloso compartir las experiencias de la vida con personas que amas de

verdad y de las que recibes tanto amor y ganas de hacer las cosas cada vez mejor.

DEDICATORIA

A mi familia: Mis padres, José Dolores Pérez(+) y Concepción Cruz (+); mis hermanos y

hermanas, Luis Alberto (+), Silvio, René, Melva; mi esposo, Julio Granja (+); mis hijos,

Tesalia,Karla, Julio, Zulma; y a mis nietos, Tesalita, Héctor, Juanito, Lesly, Julio, Karlita y

Martita, quienes han sido pieza fundamental en mi crecimiento como ser humano y como laica.

A mis amigas y amigos por su apoyo y animarme en todo momento. En especial a Lubia

Aracely, Hno. Abdón (ICCRE), Aury, Melva, Silke y a mi pequeña comunidad Divina

Providencia.

Este logro no sería posible alcanzarlo sin la voluntad de mi único y gran amor, a quien

dedico este trabajo de tesis y mi vida entera; mi roca, mi refugio, mi salvador…Dios, por

enseñarme a descubrir lo humano de la vida.

Y a María mi madre Santísima por su presencia e intercesión en todo los momentos

difíciles.

AGRADECIMIENTO

A las autoridades de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar, al

personal docente y administrativo por su apoyo y atenciones que me brindaron con un sincero

aprecio y amistad.

A los catedráticos y catedráticas por sus valiosas enseñanzas y dedicación, a quienes no

sólo les doy las gracias sino que forman parte del logro alcanzado.

Al M.G.T.R. Herbert Mauricio Álvarez López por su acompañamiento y asesoría en esta

tesis.

PENSAMIENTO

Te he buscado, Señor, en la medida de mi capacidad y el poder que tú me diste

empeñándome en comprender con mi inteligencia lo que creía por fe.

Tú que permitiste que te encontrara me has dado esperanzas de un conocimiento más

perfecto. Ante ti está mi firmeza y mi debilidad. Siembra en mí entrañasde amor, servicio y

sabiduría, con una confianza fraterna en lo humano.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………….. 2

CAPÍTULO I: EL CONCILIO VATICANO II

1.1.¿Qué es el Concilio Vaticano II?........................................................................ 6

1.2. ¿Quiénes participaron en el Concilio Vaticano II?............................................ 10

1.3. Significado del Concilio Vaticano II…………………………………………. 12

1.4. Estructura del documento final del Concilio Vaticano II…………………….. 13

CAPÍTULO II: EL LAICO SEGÚN EL CONCILIO VATICANO II

EN LA CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA LUMEN GENTIUM

Y EL DECRETO APOSTOLICAM ACTUOSITATEM

2.1. La Constitución Dogmática Lumen Gentium (historia y temática)……………. 29

2.2. Definición del laico según la Constitución Dogmática Lumen Gentium…….... 33

2.3. El Decreto Apostolicam Actuositatem, sobre el Apostolado de los laicos:

¿Qué propone acerca del Apostolado Laical?................................................... 39

CAPÍTULO III: PERFIL DEL LAICO SEGÚN LA CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA LUMEN

GENTIUM Y EL DECRETO APOSTOLICAM ACTUOSITATEM EN LA

IGLESIA DE HOY

3.1. Perfil del laico según la Constitución Dogmática Lumen Gentium

y el Decreto Apostolicam Acuositatem………………………………………. 46

3.2. Desafíos nuevos del laico actual……………………………………………... 49

CONCLUSIONES…………………………………………………………………….. 59

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS……………………………………………….. 61

1

RESUMEN

El presente estudio profundiza el tema “Perfil del laico en la Iglesia según el Concilio

Vaticano II”, partiendo de la Constitución Dogmática Lumen Gentium y el Decreto Apostolicam

Actuositatem.

Fue necesario hacer un recorrido histórico del Concilio Vaticano II para profundizar los

motivos de su realización y desde aquí analizar la nueva situación del papel de laico y el servicio

que le corresponde en la Iglesia y en el mundo actual. El laico según el Concilio Vaticano II se

define respecto a su dignidad como bautizado y miembro del pueblo de Dios.

Se expresa que la tarea del laico o laica ha adquirido en los últimos años un notable

incremento, en respuesta a las exigencias pastorales como medio de evangelización y

acercamiento a las realidades de dolor que padece la humanidad en los países más pobres, es aquí

donde entra el servicio de laico, en el ejercicio de su apostolado.

La acción pastoral se va convirtiendo en una nueva y fuerte opción del compromiso laico.

La tarea ahora es el impacto, la fuerza y la trascendencia de este compromiso de vida ante los

desafíos de la Iglesia de cara a los diversos sujetos y contextos.

2

INTRODUCCIÓN

El tema central del presente trabajo profundiza el perfil del laico en la Iglesia según el Concilio

Vaticano II, a partir de la Constitución Dogmática Lumen Gentium y el Decreto Apostolicam

Actuositatem. Se ha realizado a partir de un estudio de investigación que analiza ambos

documentos conciliares y las opiniones de diversos teólogos que abordan dicha temática. El

objetivo que se persigue con este trabajo es el de proponer desde el Concilio Vaticano II, a partir

de su Constitución Dogmática Lumen Gentium y el Decreto Apostolicam Actuositatem, un perfil

del laico en relación a su actuación personal como creyente, eclesial como miembro de una

Iglesia, y social como parte de la humanidad. Se trata de iluminar qué debe ser y hacer el laico

como ser humano y como ser creyente, a la luz de los Documentos Conciliares nombrados.

Esta investigación nació fundamentalmente, del interés de la autora por profundizar más en el

quehacer del laico, apremiada por su propia experiencia como cristiana comprometida a nivel

personal y parroquial.

En el primer capítulo titulado “Concilio Vaticano II” se aborda su significado histórico y eclesial,

al igual que su estructura. En ese sentido se presenta muy brevemente cada una de las

constituciones dogmáticas, los decretos conciliares y las declaraciones.

En el segundo capítulo “El laico según el Concilio Vaticano II” se trata, específicamente, acerca

de la definición del laico, su lugar en la comunidad eclesial, su significado en la consecución del

Reino de Dios y las tareas a las que está llamado; según los dos documentos base: la Constitución

Dogmática Lumen Gentium y el Decreto Apostolicam Actuositatem.

3

El tercer capítulo “Perfil del laico según la Constitución Dogmática Lumen Gentium y el

Decreto Apostolicam Actuositatem en la Iglesia de hoy”, es el resultado y el objetivo de la

investigación. Se propone un perfil a través de un cuadro que resume la acción laical desde el

ámbito personal, eclesial y social. Asimismo se describen siete desafíos actuales donde debe ser

puesto en práctica el perfil ya descrito.

La esperanza que queda latente, es que esta investigación pueda servir de ayuda a todos aquellos

laicos interesados en tener una guía para esclarecer su propia identidad y tareas dentro de la

comunidad eclesial.

La presente investigación es de tipo bibliográfica, la cual consiste en recoger la información

desde diferentes fuentes escritas, analizarla y presentarla como base de los objetivos que se

pretenden lograr en este trabajo.

Se llevó a cabo el siguiente procedimiento:

Selección del tema a investigar.

Planteamiento de los objetivos, alcances y límites de la investigación.

Búsqueda de bibliografía pertinente y su respectiva lectura.

Síntesis de la elaboración del trabajo escrito, acompañado por las asesorías del encargado.

Elaboración de conclusiones y preparación final del trabajo de investigación.

4

La investigación tomará en cuenta sólo dos documentos del Concilio Vaticano II dirigidos

específicamente a la acción de laico en la iglesia, los cuales son: Lumen Gentium y Apostolicam

Actuositatem.

Como límite se puede expresar que existen más documentos eclesiales posteriores al Concilio

Vaticano II que abordan el tema del laico, pero considerando que todos ellos toman de los dos

documentos mencionados, la mayor parte de su inspiración, entonces se centró solamente en

éstos para evitar reiteraciones.

Finalmente esta investigación quiere resumir qué tipo de laico visualiza el Concilio Vaticano II

para que el lector confronte su realidad personal, eclesial y social, con este perfil que ofrece la

Iglesia oficial Católica.

5

CAPÍTULO I

EL CONCILIO VATICANO II

6

CAPÍTULO I

EL CONCILIO VATICANO II

1.1. ¿Qué es el Concilio Vaticano II?

Jean Comby1, expresa que el concilio Vaticano II es la conclusión de una veintena de años de

investigaciones pastorales y teológicas y una ruptura en relación a la Iglesia surgida del

Concilio de Trento, realizado entre 1545-1563.

El Concilio Vaticano II es descrito por una característica general llamada “aggiornamento”,

palabra traducida como “puesta al día”. Esto era realmente un dinamismo interior que hacía

que la Iglesia se abriera a sí misma, y abriera sus ventanas al diálogo con el mundo, con la

ciencia, con las otras religiones para ver y apreciar lo bueno de la realización humana en su

tiempo.

En un mundo en plena evolución, el Concilio dio grandes esperanzas. El malentendido entre

la Iglesia y el mundo parecía haber desaparecido. Y aunque siempre quedarán dificultades,

en ese momento se vislumbraba posibilidades de diálogo, de reconciliación y de superación

de conflictos. El concilio liberó la palabra en medio de una crisis general de la civilización

que no podía dejar de tener consecuencias para la propia Iglesia. Una de las afirmaciones que

el Concilio dictó fue que la Iglesia es comunión de fe, esperanza y caridad. Comunión de

personas acompañadas por el Espíritu, no orden jerárquico.

1 Jean COMBI (1995). La historia de la Iglesia, Vol. 2, Editorial Verbo Divino, Navarra, Cap. 20, p.210.

7

La Iglesia no debía ya ser vista como una pirámide eclesial sino desde la base popular, laical.

La definición que se dio de Iglesia como “Pueblo de Dios” fue un verdadero kairós. La

Iglesia hacía acopio de una experiencia y cultura basada en sus raíces históricas y bíblicas

como fuentes principales. No se trataba de definir dogmas, sino de acercarse a los hombres de

una manera nueva y reformada, a fin de que la Iglesia no se percibiera tanto como un poder

sino como portadora de la fe y la caridad en el mundo, estableciendo el diálogo ante una

sociedad fraterna, en función de la unión de la familia humana y abrirse al mundo moderno

para ofrecer un mensaje renovado del evangelio.

Pio IX (1846-1878) declaró el dogma de la infalibilidad del papa en el Concilio Vaticano I

(1869-1870) y se podía suponer que parecían innecesarios los concilios, bastaba el

magisterio pontificio. Por eso, fue una gran sorpresa la convocatoria a un nuevo concilio por

Juan XXIII en la basílica romana de San Pablo, el 25 de enero de 1959, fiesta de la

conversión del Apóstol Pablo. El Papa dijo: “Pronunciamos delante de vosotros… el nombre

y la propuesta de una doble celebración: de un Sínodo diocesano para la urbe y de un

concilio ecuménico para la Iglesia universal…que conducirán felizmente a la puesta al día,

augurada y esperada del Código de Derecho Canónico…, para la renovada invitación a los

fieles de las comunidades separadas a que nos sigan también ellas amablemente en esta

búsqueda de unidad y de gracia”.2 Irrumpió la esperanza, la alegría, el asombro ante dicha

invitación a un concilio ecuménico para la Iglesia universal. Juan XIII mostraba su

convencimiento de una necesaria renovación: en un mundo postmoderno, la Iglesia

2 Casiano FLORISTÁN (1990). Vaticano II, Un concilio pastoral, Ediciones Sígueme, Salamanca, pp. 35.41.

8

necesitaba aires nuevos en relación al mensaje de Jesús; la Iglesia debía buscar renovarse,

purificarse y convertirse.

El Concilio Vaticano II emprendió el camino de renovación necesitado a través de una triple

exigencia:

a. El retorno a las fuentes.

b. La mirada a la realidad social.

c. La visión de globalidad.

El Concilio aportó una nueva conciencia de Iglesia en el Espíritu de Cristo y del Evangelio

para el servicio del mundo con el fin de construir el reino de Dios. Se transforma en una

Iglesia oyente de la palabra de Dios, en apertura con el mundo.

Floristán (1990) afirma, que en vísperas del Vaticano II la Iglesia católica necesitaba de

reforma para resolver, entre otras cosas, dos cuestiones históricamente planteadas: con el

mundo moderno y con las Iglesias protestantes. Ponerse al servicio del mundo y fomentar

decididamente las relaciones ecuménicas. Y estas dos exigencias requerían reformar la Iglesia

desde un punto de vista pastoral debido a sesgos antievangélicos. Entre ellos: alianza con los

poderes y poderosos en régimen de cristiandad tanto pasados como del momento

(concordatos con Hitler, Mussolini y Franco), curia vaticana burocratizada con fuerte

autoritarismo y centralización, liturgia oficial congelada, dogmatismo a ultranza y moral

rígida, distanciamiento con las otras Iglesias y desconfianza del ecumenismo, uniformidad

pastoral y occidentalización del pensamiento cristiano.

9

La reflexión sobre la Iglesia fue un alimento fundamental de acción pastoral y misionera;

aunque posteriormente se constatará que dicha renovación no se dio del mismo modo en

todos los países, ni duró todo lo que se hubiese querido. No obstante, los anteriores concilios

tendieron a estabilizar a la Iglesia en su interior y armarla contra el exterior, mientras que el

Concilio Vaticano II se propuso el desarme y la apertura.

Según el Diccionario del Vaticano II, (1969)3, el Concilio Vaticano II “se propuso acrecentar

entre los fieles la vida cristiana para adaptarse mejor a las necesidades de nuestro tiempo, a

las instituciones que están sujetas a cambio y promover todo aquello que pueda contribuir a

la unión de cuantos creen en Jesucristo, fortaleciendo lo que sea útil para invitar a todos los

hombres al seno de la Iglesia…”

El Concilio Vaticano II, tiene entre otras evangélicas bondades, no dirigirse únicamente a los

fieles de la Iglesia católica y a cuantos invocan a Cristo, sino a todos los hombres y mujeres,

con el deseo de anunciar cómo se entiende la presencia y la acción de la Iglesia en el mundo

actual.

Así mismo, las relaciones entre la Iglesia y el mundo, a lo largo de la historia reciente al

Concilio Vaticano II habían sido muy dificultosas por lo que, se asevera con tanta razón que

la promulgación de la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo (Lumen Gentium)

fue lo más relevante. Entre otras cosas, la Iglesia necesitaba reconciliarse con la cultura

moderna, las clases obreras, el mundo de los jóvenes, las aspiraciones de la mujer, el avance

científico, los desafíos de la religiosidad mundial…

3 Miguel Ángel MOLINA MARTÍNEZ (1969). Diccionario del Vaticano II, Editorial Católica, Madrid, p. 118-119.

10

El ambiente mundial donde se sitúa la Iglesia del Vaticano II es el del ser humano como

imagen de Dios y como ser social de conciencia y libertad. Debe reafirmarse siempre los

derechos fundamentales de la persona y de la familia y la búsqueda del bien común, como

ejes transversales de la práctica cristiana en sociedad. Sólo bajo estas bases la Iglesia podría

luchar por ser luz de los pueblos, frente al mundo y en medio del mundo.

1.2. ¿Quiénes participaron en el Concilio Vaticano II?

Se organizó una consulta general entre los obispos y universidades. Luego se hicieron doce

comisiones preparatorias, de las cuales, nueve correspondían a las Congregaciones Romanas.

Esto propiciaba interpretar que los servicios romanos organizarían y dirigirían el Concilio.

No obstante había aspectos originales: una comisión para el apostolado de los laicos, un

secretariado para la unidad de los cristianos dirigido por el cardenal Bea y la introducción de

teólogos y obispos de diversos países en esas comisiones preparatorias.

Las comisiones prepararon setenta esquemas como base del trabajo para el Concilio. Un

reglamento preveía tres tipos de sesiones: las comisiones (obispos y teólogos expertos)

prepararían y presentarían los textos propuestos en congregaciones generales (el conjunto de

los obispos), donde cada obispo podría tomar la palabra (durante diez minutos, y en latín).

Las congregaciones públicas, presididas por el papa aprobarían definitivamente un texto.4

Se invitó aproximadamente 2,800 (obispos y superiores de órdenes masculinas) e hicieron

presencia cerca de 2,400. Era la primera asamblea católica verdaderamente mundial. Estaban

4 Op. Cit. Jean COMBI (1995), La historia de la Iglesia, p. 212.

11

representados todos los continentes y todas las razas. No obstante muchos obispos de países

comunistas no pudieron acudir. Una de las nuevas situaciones en relación a los concilios

anteriores fue la invitación, por voluntad de Juan XXIII, de observadores de otras confesiones

cristianas: ortodoxos, anglicanos, veterocatólicos, protestantes. Al inicio del Concilio eran

31, y evolucionó, pues al final había 93. Hubo también 36 oyentes laicos, entre ellos 7

mujeres.

La primera sesión concluyó sin ningún texto definitivo. Se comprendió que sería imposible

tratar los 70 esquemas y se redujeron a 20. De cualquier manera, el Concilio mostraba la

imagen de una asamblea de hombres libres y no una revisión de textos prefabricados.

La segunda sesión (otoño de 1963) abordó diversos temas, como la colegialidad episcopal, el

ecumenismo y la libertad religiosa, dando paso a la promulgación de la Constitución sobre la

Liturgia y el Decreto sobre las Constituciones Sociales.

La tercera sesión (otoño de 1964), los Padres abordan la libertad religiosa. Se promulgaron

varios textos: La Constitución Dogmática acerca de la Iglesia (Lumen Gentium), el

ecumenismo, las Iglesias Orientales. El concilio propuso la constitución de un sínodo

episcopal al que el papa consultaría periódicamente.

La cuarta y última sesión (septiembre-diciembre de 1965) finalizó con el voto y

promulgación de todos los textos discutidos hasta entonces, y el 8 de diciembre de 1965 se

realizó la solemne clausura del Concilio. Las esperanzas suscitadas eran notorias, las ventanas

de la Iglesia se habían abierto y el polvo empezaba a salir.

12

1.3. Significado del Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II, sobre todo y como mayor aporte a la comunidad católica, aportó una

nueva conciencia de ser Iglesia, renovó la visión anterior a él. Provocó un cambio

fundamental y sorprendente, no sólo para los católicos, sino también para las otras

confesiones cristianas con quienes hasta ese entonces había prevalecido más una situación

hostil más que fraternidad. Tras muchos siglos como una Iglesia de cristiandad, experimentó

un proceso de conversión, reconoció su propio pecado y se olvidó de sí misma para volverse

y volcarse al mundo. En el mundo será acogido para iluminar las diversas realidades

particulares. Como resultado de ello, por ejemplo, se volvió la mirada al significado del reino

de Dios que habita entre los pobres.5 Esta fue la lectura de la Iglesia Afrolatinoamericana.

El Concilio pretendió ser un Concilio Pastoral que hablara a los hombres de esta época, y

aunque se tornó profundamente doctrinal, el concilio no propuso definiciones ni condenas.

No fulminó con anatemas, como los concilios del pasado, y su doctrina era de una aplicación

pastoral deseable.

Expresa Floristán,6 que desde la conclusión del Concilio en 1965, se produjo una nueva

conciencia o imagen de Iglesia y causó profundas transformaciones en la eclesiología. A

partir de estos frutos del Concilio, González Faus ha resumido su espíritu en tres

afirmaciones:

5 Casiano FLORISTÁN (1985). El Vaticano II, veinte años después, Ediciones Cristiandad, Madrid, p. 100.

6 Op. Cit. Casiano FLORISTÁN (1990), Vaticano II, Un concilio pastoral, pp. 40.41.

13

a. Servicialidad en lugar de eclesiocentrismo.

b. Luz en lugar de poder.

c. Comunión en lugar de sociedad.

Sin duda alguna el Concilio Vaticano II, ha constituido una trascendental importancia de

carácter pastoral, irradiándola en todos los documentos centrales sobre las fuentes de la

revelación.

1.4. Estructura del documento final del Concilio Vaticano II

El Concilio Ecuménico que fuera convocado por Juan XIII, el 25 de diciembre de 1961, y que

dio inicio el día 11 de octubre de 1962, concluyó con la promulgación de todas las

constituciones, decretos, declaraciones y acuerdos debidamente aprobados:

“Por tanto lo que la Iglesia ha establecido sinodalmente, sea religiosamente observado

por todos los fieles para gloria de Dios… Debe considerarse nulo y sin valor desde este

momento todo cuanto se haga en contra de estos acuerdos …el día 8 de diciembre, del

año 1965, tercero de nuestro pontificado, Pablo Papa VI.”7

Los documentos quedaron organizados de la siguiente manera: 4 constituciones, 9 decretos y

3 declaraciones.

1.4.1. Las Constituciones del Concilio Vaticano II

De estos textos aprobados por el Concilio Vaticano II, dos constituciones son dogmáticas:

Lumen Gentium (LG) y Dei Verbum (DV). Y dos Constituciones son pastorales:

7 Concilio Vaticano II (1955). “In Spiritu Sancto”, para clausurar el Concilio Vaticano II.

14

Sacrosantum Concilium (SC) y Gadium et Spes (GS). Todas ellas tratan acerca de la

identidad y la misión de la Iglesia.

1.4.1.1. Constitución dogmática “Lumen Gentium”, sobre la Iglesia

Esta constitución dogmática expresa una relación de fe y de salvación donde se presenta a la

Iglesia como pueblo de Dios. Se nombra a la Iglesia como Iglesia de los pobres. Se potencia

una Iglesia popular y de la comunidad de base, es decir, que el pueblo de Dios bajo la

dirección del magisterio santo de Dios, participa también del don profético de Cristo, como

vivo testimonio de fe y de caridad. Es en este sentido de fe que el Espíritu Santo se mueve y

sostiene al pueblo de Dios. (LG Cap. IV, No. 34).8

Evidentemente la constitución LG sobre la Iglesia, expresa que en unidad con la Tradición, la

revelación no solo está fijada en un texto, sino que se conserva en un pueblo creyente,

formando en sí el sacerdocio universal de todos los fieles. Desde este punto de vista, en la

LG, el Concilio presenta a la Iglesia como pueblo de Dios, haciendo un llamado a la santidad

a obispos, presbíteros, laicos y religiosos que ocupen un lugar específico dentro de ella, en las

tareas misioneras y evangélicas del mensaje de Jesús.9

Lo eclesiológico fue el campo más discutido sobre todo por buscar una orientación dogmática

en torno al concepto de la Iglesia. La constitución LG fue decretada y promulgada el 21 de

noviembre de 1964, por Pablo VI.

8 Ángel TORRES CALVO (1968). Diccionario de los textos conciliares, Vaticano II, Vol. 2, Editorial Española, S.

A., Madrid, p.1632. 9 Op. Cit. Jean COMBI, (1995), La Historia de la Iglesia, pp. 215.217.

15

1.4.1.2. Constitución Dogmática “Dei Verbum”, sobre la Divina Revelación

Esta constitución dogmática es importante para el acercamiento de la palabra de Dios al

pueblo cristiano. Expresa que la revelación está fundada en la historia de la relación con Dios

en una realidad creada. La constitución DV tiene una orientación cristocéntrica.

Según Schöekel, el pueblo empieza a familiarizarse lentamente con la Palabra de Dios y

despierta su curiosidad hacia ella. Trata también acerca de la homilía y la predicación bíblica,

siendo este uno de los aspectos importantes de la constitución DV.10

Su carácter doctrinal, como pocos documentos, promulga un extraordinario dinamismo

pastoral. Dios habla en la escritura al hombre en un lenguaje humano a través de la palabra.

La constitución DV se divide en 6 capítulos:

Naturaleza de la Revelación: Es un acto de Dios que se extiende desde la creación hasta

la plenitud de los tiempos. Dios es la respuesta del hombre por ser creado a imagen divina

y humana (Cap. I, No. 2-6).

Transmisión de la Revelación: Es quizá la contribución más importante de esta

constitución y de todo el concilio. Se puede decir que la palabra de Dios corresponde al

Magisterio y a su servicio. Tanto la Tradición, Escritura y Magisterio, están

estrechamente unidos (Cap. II, No. 7-10).

10

L. Alonso SCHÖEKEL (1987). Hermenéutica de la palabra, Edición Cristiandad, Madrid, p. 234.

16

Inspiración e interpretación de la Escritura: Explica que en la interpretación de la

Escritura existen dos normas: la humana (género y modo de expresarse) y la sobrenatural

(radicada en el Espíritu). Se analiza que lo decisivo de la escritura es mostrar el camino

de la salvación (Cap. III, No. 11-13).

El Antiguo Testamento: Su contenido se ordena a preparar y anunciar la venida del

Mesías (Cap. IV No. 14-16).

El Nuevo Testamento: Se reconoce que Cristo es el centro de todos los evangelios,

expresa que la palabra tiene una triple dimensión: la inspirada, la plena en la persona de

Cristo y la palabra como elemento revelado (Cap. V, Nos. 17-20).

La Escritura en la vida de la Iglesia: Schöekel, concluye que este capítulo es fecundo y

desordenado. Se afirma que la comprensión de la escritura en la Iglesia exige de

tradiciones, interpretaciones, informe de la teología y que la lectura llegue a todos los

pueblos, para que sea viva y edificante (Cap. VI, No. 21-26).

La constitución DV duró más tiempo de preparación que otros documentos. Comenzó un mes

después iniciado el Concilio y fue aprobada el 18 de noviembre de 1965. Anteriormente el

Concilio, tocó el tema de la Revelación en un ambiente teológico, pero la Iglesia siempre

permanecía en posiciones tradicionales. Finalmente después de haber pasado el análisis de los

6 esquemas, se llegó a la redacción definitiva.

17

1.4.1.3. Constitución Pastoral “Sacrosantum Concilium”, sobre la Sagrada Liturgia

Esta Constitución sobre la liturgia fue el primer fruto del Concilio y de más largo alcance.

Expresa la experiencia suscitada por el movimiento litúrgico. Pablo VI promulga dicha

constitución el 4 de diciembre de 1963. Se entiende que el movimiento litúrgico surgió en el

siglo XIX promoviendo el culto cristiano y pastoral, y la celebración litúrgica como el

sustento de la vida espiritual.11

Desde Pío X hasta el Vaticano II, se solicitó varias veces que el pueblo participara en todos

los actos referentes a las acciones litúrgicas, y esto es plasmado en esta constitución. Se

afirma que el Vaticano II entendió la liturgia con un triple objetivo: poner en práctica la

Constitución sobre la liturgia, preparar los nuevos libros litúrgicos según las normas del

Concilio y promover experiencias litúrgicas adecuadas a la lengua del pueblo.

En definitiva, se insiste en que la reforma de la liturgia debe estar unida a la renovación

bíblica, es decir, al movimiento ecuménico de la eclesiología, a la renovación total de la

Iglesia.12

1.4.1.4. Constitución Pastoral “Gadium et Spes”, sobre la Iglesia en el mundo actual

Según esta Constitución Pastoral, las relaciones entre la Iglesia y el mundo han pasado por

muchas fases a lo largo de la historia, y en los últimos siglos, en actitud de confrontación

entre diversas actitudes cristianas y el curso secular del mundo. Como resultado de estos

11

Op. Cit. Casiano FLORISTÁN (1990), Vaticano II, Un concilio pastoral, pp. 81.84. 12

Ibid., p. 104.

18

antagonismos se forjó un determinado tipo de poder y autoridad que redujo la Iglesia a

jerarquía. Por tal razón, esta constitución promulgada por el Concilio Vaticano II, el 7 de

diciembre de 1965, supuso un cambio positivo en dichas relaciones, pasando de una Iglesia

separada, opuesta al mundo, a una Iglesia que desea estar presente en el mundo y a su

servicio.13

La constitución GS es el documento más largo del Concilio, que representa en métodos y

contenidos una doctrina oficial de la Iglesia, como en ningún otro documento.14

Para J.M. Rovira Belloso, la constitución GS, admite y reconoce cuatro valores

fundamentales del ser humano: conciencia y libertad (GS 17), igualdad (GS 29) y fraternidad

(GS 32). A partir de ellos se habla de responsabilidades y participación de los fieles, junto al

reconocimiento de los derechos fundamentales de la persona humana.

Por último, se dice que desde la dimensión pastoral del Vaticano II, se hace un examen crítico

del esquema sobre las fuentes de la Revelación, abriéndose a una nueva conciencia eclesial en

diálogo con el mundo, junto a la justicia y la opción por los pobres.

1.4.2. Decretos del Concilio Vaticano II

Estos surgen de la base de las constituciones, cada decreto trata de diversos temas.

13

Ibid., p. 125. 14

Documentos Completos del Vaticano II (1975). Editorial Católica, S. A., Madrid, p. 135.

19

1.4.2.1. Decreto “Christus Dominus” (Cristo Señor), sobre el ministerio pastoral de los

Obispos

El decreto va dirigido en relación al oficio pastoral de los Obispos, fue aprobado

solemnemente en la sesión pública el 28 de Octubre de 1965. Es fruto de las bases doctrinales

de la Constitución sobre la Iglesia. Promueve sínodos y normas que los obispos respetarán en

las diferentes Iglesias en las enseñanzas de la verdadera fe, y disciplina según las

circunstancias de la época (Cap. III, No. 36).15

1.4.2.2. Decreto “Presbyterorum Ordinis”, sobre el ministerio y vida de los presbíteros

Su promulgación solemne por Pablo VI fue el 7 de diciembre de 1965. Este decreto, invita a

una mayor eficacia del ministerio de la palabra, promoviéndola dentro de las circunstancias

pastorales y humanas.

Este decreto “Presbyterorum Ordinis” expresa lo siguiente:

“Ninguna comunidad se edifica si no tiene su raíz en la celebración de la Santísima

Eucaristía, por lo consiguiente comenzando con un espíritu de comunidad”. Esta

celebración debe ser conducida a obras de caridad y de ayuda a una acción de un

testimonio cristiano. (No.6).”16

15

Ibid., p. 298. 16

Ibid., p. 337.

20

1.4.2.3. Decreto “Optatam Totius”, sobre la formación sacerdotal

Es referido a la formación sacerdotal y fue aprobado y decretado el 28 de Octubre de 1965

por el papa Pablo VI.

Insta a ajustarse a las necesidades pastorales de cada región según las normas establecidas por

las Conferencias episcopales. Estos son los principales reglamentos de la formación

sacerdotal en una sociedad moderna:

Normas de funcionamiento sacerdotal de cada nación.

Mayor fomento de la vocación sacerdotal.

Organizaciones de los seminarios mayores.

Cultivo de la formación espiritual.

Revisión de los estudios eclesiásticos.

Fomento de la formación pastoral.

Perfeccionamiento de la formación después de los estudios (Cap. I-III, No.1-20).17

1.4.2.4. Decreto “Perfectae Caritatis” (La Caridad Perfecta), sobre la vida religiosa

Nació de las sugerencias llegadas a la comisión preparatoria sobre la vida religiosa. El 27 de

abril de 1964 el Papa daba su visto bueno. El 11 de Octubre llegó la aprobación decisiva.

17

Ibid., pp. 381.402.

21

Solo quedaba darle forma solemne, lo que tuvo lugar en la sesión pública del 28 de octubre de

1965, con la promulgación de Pablo IV.

Se trata acerca de las instituciones religiosas, presentando un estímulo profundo, para

reanimar sus condiciones y proceder. La renovación de la vida religiosa, abarca las fuentes de

toda una vida cristiana y adaptación de los institutos, según varias normas: el seguimiento de

Cristo como regla suprema, todo instituto debe ser fiel a su propio espíritu, participación en la

vida de la Iglesia según la actividad que le corresponda, y promover la renovación del espíritu

(No.2).18

1.4.2.5. Decreto “Apostolicam Actuositatem”, sobre el apostolado de los seglares

Fue promulgado el 18 de noviembre de 1965 por Pablo VI.19

El apostolado de los seglares se

ha hecho hoy en día más necesario, sobre todo por autonomía de muchos sectores de la vida

humana. Se expresa que el apostolado laical es necesario y de urgencia por la escasez del

clero. Por el contrario, nuestro tiempo actual pide un apostolado seglar mucho más amplio y

de identificación de las relaciones humanas.

El Concilio, en este Decreto desea explicar la naturaleza, carácter y variedad del apostolado

seglar, expone los principios fundamentales y ofrece instrucciones pastorales (Cap. I, No.

1).20

18

Ibid., p. 403. 19

Ibid., p. 422. 20

Ibid., p. 429.

22

1.4.2.6. Decreto “Orientalium Ecclesiarum”, sobre la Iglesia católica Oriental

Trata el tema de las Iglesias de Oriente. Su texto se discutió del 15 al 20 de octubre de 1964.

Fue promulgado al día siguiente, 21 de noviembre de 1964 por Pablo VI.21

Este decreto ayuda a restablecer derechos y privilegios, según las antiguas tradiciones de cada

Iglesia y los decretos de los Concilios Ecuménicos. Estos derechos son los que establecieron

la unión entre Oriente y Occidente y se adaptaron de alguna manera a las condiciones

actuales.

El Concilio confirma la disciplina de los sacramentos en la Iglesia Oriental. Por ejemplo,

todos los sacerdotes orientales pueden oficiar la confirmación, tanto unida con el bautismo

como separada a todos los fieles de cualquier rito (No. 12).22

1.4.2.7. Decreto “Ad Gentes Divinitus”, sobre la actividad misionera de la Iglesia

Fue promulgado el 7 de diciembre de 1965 por Pablo VI. Este decreto trata acerca de la

actividad misionera de la Iglesia (No. 6).23

La acción misionera se expresa en la vida y en la historia humana, manifestada en Cristo. El

misionero debe construir una comunidad cristiana y digna, capaz de enfrentar los problemas y

las situaciones que se presenten, para dar testimonio de Cristo, con amor fraterno y caridad.

21

Ibid., p. 461. 22

Ibid., p. 463. 23

Ibid., p. 476.

23

El misionero debe prepararse con una formación y característica espiritual y moral, tener

iniciativa en el trabajo designado y capacidad adaptativa a las costumbres ajenas a su

condición y cultura de los pueblos donde va a desarrollar su misión evangélica. Con fe y

firme esperanza será un testimonio vivo del reino de Dios.

1.4.2.8. Decreto “Unitatis Redintegratio”, sobre el Ecumenismo

Fue promulgado el 21 de noviembre de 1964 por Pablo VI. Este Decreto aborda la

restauración de la unidad entre los cristianos, lo cual fue uno de los propósitos del Concilio

Ecuménico Vaticano II. La división de las Iglesias Cristianas es un escándalo para el mundo,

pues Cristo no está dividido. Él es una sola persona, según el modelo que identifica en la

unidad de la Santísima Trinidad.

El verdadero ecumenismo se da por la conversión interior en la persona a través de la

tolerancia, la aceptación y el amor, desde donde brotan los deseos de la unidad, en el servicio

a los demás. Faltar contra la unidad es el problema, y en ese sentido se aplica las palabras de

San Juan: “Si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra ya no

está en nosotros” (I Juan 1,10), (No. 7).24

Acerca del movimiento ecuménico se entiende que las actividades e iniciativas varían según

las necesidades de la Iglesia y de las características de la época. Las acciones ecuménicas

deben estar ordenadas a favorecer la unidad de los cristianos de diversas Iglesias o

comunidades. Este trabajo ecuménico hoy, se expresa en movimientos bíblicos, la

24

Ibid., p. 545.

24

predicación de la Palabra de Dios, las nuevas reformas de la vida religiosa, la espiritualidad

matrimonial, tomando en cuenta también la doctrina y la actividad de la Iglesia en el campo

social y cultural.

1.4.2.9. Decreto “Inter Mirifica”, sobre los medios de comunicación social

Fue promulgado el 4 de Diciembre de 1963, por Pablo VI.25

El Concilio recomienda el uso de los medios de comunicación social, como una ayuda al

progreso de la humanidad. El Concilio decreta y ordena que se constituyan oficinas

nacionales como la prensa, el cine, la radio, y la televisión. Estos medios de comunicación

social sirven para formar una recta conciencia desde el mensaje de salvación (No.21).26

Son

útiles en las Iglesias para dar a conocer el evangelio y potenciar la formación de vida

cristiana. No obstante se expresa que también pueden servir como un desafío para la persona

humana y desviar su vida: ellos tienen dos formas, una constructiva a Dios y a la promoción

humana, y otra destructiva al mundo de los placeres de toda índole.

1.4.3. Las declaraciones del Concilio Vaticano II

Las tres declaraciones y la temática se detallan a continuación.

25

Ibid., p. 559. 26

Ibid., p. 572.

25

1.4.3.1. Declaración “Dignitatis Humanae”, sobre la libertad religiosa

Nace de las ocho proposiciones bajo el título genérico “De la Tolerancia”, en la sesión

pública del 7 de diciembre de 1965, hecha por Pablo VI.

El Concilio Vaticano II expresa que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa y

afirma que la doctrina de la libertad religiosa, tiene sus raíces en la Revelación. La

Revelación da a conocer la dignidad de la persona humana. La libertad del acto de fe, es un

elemento fundamental sobre todo en la doctrina católica, contenido en la Palabra de Dios

(Cap. II, No. 9).27

La Iglesia afirma su libertad de expresión, primeramente, porque ha sido fundada por Cristo,

donde se recibe el mandato de la predicación; y segundo, porque es una comunidad de seres

humanos que tienen derecho de vivir según las normas de la fe (No.15).28

1.4.3.2. Declaración “Gravissimun Educationis” sobre la educación cristiana

Fue promulgada por su Santidad Pablo VI en la sesión pública del 28 de octubre de 1965.

Esta declaración trata el tema de la educación, la enseñanza en los seminarios y escuelas de la

Iglesia, y la cultura de cada país.

Se destaca la importancia de la educación en la vida del hombre, su gran carencia y necesidad

hoy. Se incita a luchar contra el analfabetismo y abordar la educación como educación

integral: física, moral, intelectual, sexual, social y religiosa. Solo así se obtendrá una

27

Ibid., p. 577. 28

Ibid., p. 578.

26

formación completa y humana, poniendo en primer lugar a los jóvenes como esperanza de la

Iglesia.

La familia como primera escuela, es el recinto donde nace el futuro de todo ser humano.

Desde los cero a los cinco años, esta es la primera escuela con una formación integral que

toda sociedad necesita, pues allí se forman los valores morales que luego solo serán

potenciados o no potenciados en la vida del futuro adulto. Esta familia cristiana, es

enriquecida con la gracia del sacramento del matrimonio.

El Concilio declara que la función de los maestros es un verdadero apostolado, muy

conveniente y necesario, e igualmente un verdadero servicio a la sociedad (No.8).29

Se exhorta a los pastores de la Iglesia y a los fieles a que ayuden a las escuelas católicas a

atender las necesidades de los pobres, de los privados del auxilio y del afecto de la familia

(No.9).30

1.4.3.3. Declaración “Nostra Aetate”, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no

cristianas

El 28 de octubre de 1965, en la sesión pública, Pablo VI promulgó solemnemente esta

declaración. Se ocupa de las relaciones con las diversas religiones (Hinduismo, Budismo,

Islamismo y Judaísmo). La Iglesia católica respeta cuanto de santo y verdadero hay en las

diferentes religiones.

29

Ibid., p. 606. 30

Ibid., p. 607.

27

Certeramente reconoce su existencia desde la antigüedad, en todos los pueblos y en todo el

mundo, y recuerda que al tomar contacto con las diferentes culturas, están obligadas a revisar

el lenguaje con la que se elabora una enseñanza cristiana (No. 2).31

31

Ibid., p. 614.

28

CAPÍTULO II

EL LAICO SEGÚN EL CONCILIO

VATICANO II

EN LA CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA

LUMEN GENTIUM

Y EL DECRETO APOSTOLICAM

ACTUOSITATEM

CAPÍTULO II

29

EL LAICO SEGÚN EL CONCILIO VATICANO II

EN LA CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA LUMEN GENTIUM

Y EL DECRETO APOSTOLICAM ACTUOSITATEM

2.1. La Constitución Dogmática Lumen Gentium (historia y temática)

Es uno de los documentos más importantes en cuanto a establecer un cuerpo amplio de

enseñanza en el campo doctrinal.

Esta constitución dogmática Lumen Gentium (Luz de las gentes), es una de las tres

constituciones del Concilio Vaticano II, que trata acerca del orden jerárquico y de los

distintos cargos de autoridad en la Iglesia, de los laicos y los religiosos.

Fue promulgada por el papa Pablo VI, el 21 de noviembre de 1964. Lumen Gentium no se

presenta como una definición de fe sino como la expresión del Magisterio de la Iglesia,

representada por el Concilio. Aquí es donde se define a la Iglesia con el gran profético y

evangélico nombre de “Pueblo de Dios”, en una íntima unión de Dios y de todo el género

humano. El Vaticano II vuelve a dar importancia a la comunidad como Pueblo de Dios,

identificándola como un imprescindible elemento que caracteriza a la Iglesia.32

El Capítulo II

es quien hace esta gran exposición-declaración, alegrando con expresiones como la del

numeral 13 donde sinónima a “la Iglesia, o Pueblo de Dios…”

32

Miguel ROJI MÁRQUEZ (1964). Reseña Constitución dogmática Lumen Gentium, Editorial Uruguay, p.1.

30

La Lumen Gentium, se divide en 8 Capítulos.

Capítulo I: El Misterio de la Iglesia

Luz de los pueblos es Cristo. Se sitúa a la Iglesia a un nivel sacramental y se marca un

concepto de Iglesia universal, en la cual Cristo fue enviado por el Padre a evangelizar a los

pobres y levantar a los oprimidos.

Capítulo II: Pueblo de Dios

Este capítulo ubica todas las diferentes metáforas de la Iglesia. La de “Pueblo de Dios” sirve

para superar la dualidad entre clero y laicado y vuelve a marcar su carácter universal

comunitario. Analiza el ejercicio del sacerdote común de los fieles y se califica como

Iglesia doméstica.

Capítulo III: Constitución jerárquica de la Iglesia particularmente el

Episcopado

Parte de una visión de la autoridad en la Iglesia como servicio a los hermanos. Esto es

absolutamente valioso. Su práctica asidua bastaría para un acercamiento rápido y

certeramente al espíritu del Evangelio.

Asimismo se cita las “Conferencias Episcopales”, siendo una de las mayores novedades del

postconcilio. Recordamos buenamente el “Pacto de las Catacumbas” donde los obispos

afrolatinoamericanos se reúnen para comprometerse a poner en práctica la luz del Concilio.

31

De aquí, posteriormente se asistirá al surgimiento oficial de la Opción por los Pobres en

Afrolatinoamérica. Los obispos en lo individual y las conferencias episcopales en su

mayoría, se unirán al clamor de la realidad y reflexión de los teólogos latinoamericanos,

plasmando esa opción en Medellín.

Capítulo IV: Los Laicos

El valor de condición laical. Se afirma que en la Iglesia, los laicos, participan propiamente

de la misión salvífica de la Iglesia. Se apunta a la plena pertenencia de los fieles laicos a la

Iglesia y a su ministerio; se alude a su vocación, acerca de los asuntos temporales y marca la

obligación de manifestar el bien de la Iglesia.

Capítulo V: Universal vocación a la Santidad de la Iglesia

Trata acerca de los muchos caminos de santificación aún fuera del estado religioso, e

introduce el tema la vocación a la santidad en la Iglesia. Ilumina acerca de los medios de

santificación y los “consejos evangélicos”. Tales consejos son dirigidos a todos y en

particular a los religiosos.

Capítulo VI: Los religiosos

Religiosos son aquellos fieles que se incorporan a un instituto canónicamente instituido por

la autoridad competente de la Iglesia, afirmado que la castidad, la pobreza y la obediencia,

son un don divino que la Iglesia recibió del Señor. Esto se presenta a los religiosos como

32

una “condición de vida” que puede darse entre los laicos, como entre clérigos (Derecho

Canónico No. 613).33

Capítulo VII: Carácter escatológico de la Iglesia peregrina y su unión con la

Iglesia del cielo

Se centra en la Iglesia peregrina y su relación con la Iglesia celestial. Se subraya la

comunión entre las dos condiciones de existencia de la Iglesia en “comunión de los santos”,

expresión clásica del Credo.

En relación a la muerte, se afirma que existe una sola vida terrenal, alejándose del concepto

de reencarnación. Acerca del juicio se citan textos bíblicos, sobre el paraíso y el infierno, se

habla con la imagen bíblica de los dignos o la exclusión de los indignos. Este es un apartado

en el que no se tuvo en cuenta los avances en Antropología Teológica, por ejemplo, superar

la división de las tres Iglesias denominadas militante, purgante y triunfante, quedándose en

una formulación deficiente para la reflexión actual. Se comprende tal situación porque dicho

capítulo como todo el documento conciliar no es específicamente un tratado de

Antropología Teológica.

Capítulo VIII: La bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y

de la Iglesia

Se presenta a María después de Cristo, como en el lugar más alto y cercano al cristiano; si

bien se recuerda el carácter cristocéntrico de nuestra Iglesia. El culto a María es destacado

33

Antonio BENLLOCH PAVEDA (Dir.) (2009). Código de Derecho Canónico 13ª. Edición, Valencia, España, p.1.

33

como patrimonio de la fe de los cristianos, teniendo en cuenta que nada quite ni agregue a la

dignidad y eficacia de Cristo.

Desde estos ocho capítulos, la estructura final de la LG aborda la naturaleza, vida y misión

de la Iglesia como verdadera luz de las naciones. Su propio misterio lleva a la fuente

trinitaria en donde se halla su raíz, con la centralidad de Cristo Jesús. Esta propuesta

conciliar pretendió seguir iluminando este período claroscuro apasionante de la actual

generación como auténtica LG edificada en la Iglesia como Pueblo de Dios.

2.2. Definición del laico según la Constitución Dogmática Lumen Gentium

2.2.1 Lo propio y peculiar del laico

La temática acerca del “Laico” es tratada específicamente en el Capítulo IV de esta

Constitución Dogmática.

El Concilio Vaticano recoge uno de los mayores logros y empeños al tratar este tema. Sitúa

al laico en el sentido cristiano de la vida al servicio del mundo: a su desarrollo, a su

espiritualidad (LG Cap. IV, No. 30).34

Esto es lo propio y peculiar.

El laico que quiere vivir una verdadera vocación hoy, debe tener una participación activa en

las realidades espirituales, pastorales y apostólicas de la propia Iglesia local, teniendo

siempre presente la Iglesia universal y ejercer su función de ser humano íntegro y activo en

las realidades sociales, avivado por el Espíritu de Jesús de Nazaret, el Cristo. Pero para ello

34

Gustavo GONZÁLEZ VILLANUEVA (1987). El laico su vocación y su misión, Preconcilio-Postconcilio, Veinte

años después del Concilio Vaticano II, Editorial Promesa, San José, Costa Rica, p. 1.

34

se invita, se promueve y se necesita de la formación; pues el laico, cuanto más conozca la

doctrina cristiana acerca de los misterios de la Santísima Trinidad, de la Encarnación, de la

Redención, de la Historia de la Iglesia y profundice en la Doctrina Social de la Iglesia, más

podrá responder, fundamentadamente a su misión en el mundo. Una formación intelectual y

espiritual es irrenunciable, no basta solo con una vida alimentada por los sacramentos y la

oración. Hay una imperiosa necesidad de responder también intelectualmente o

pastoralmente a la altura de las actuales preguntas globales y de postmodernidad.35

Por eso, la definición que presenta el Concilio en la Constitución Dogmática Lumen

Gentium, acerca del “Laico”, y que se encuentra en el Capítulo IV, No. 31, recalca estos dos

aspectos: espiritualidad y realidad social (llamada mundo). La definición expresa:

“Por el nombre de laicos se entiende aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los

miembros que han recibido un orden sagrado y los que están en estado religioso

reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que, por estar incorporados a

Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su

manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la

misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo.”

Esta definición de laico es positiva. Su dignidad y función son claras: su dignidad está en ser

bautizados y por ello Pueblo de Dios; su función de sacerdote, profeta y rey en la misión de

vida evangélica en su propia comunidad creyente y en el mundo.

Aquí se define un carácter propio y peculiar de los laicos: el secular. Para ello sirve la

diferencia con los miembros de un orden sagrado o de un estado religioso. El Concilio

describe la condición secular de los fieles laicos, como el lugar en la llamada de Dios: Allí

35

Ibid., p. 24.

35

son llamados por Dios. Se trata de un lugar que viene presentado en términos dinámicos, en

cada una de las ocupaciones y trabajos del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida

familiar y social. Ellos son personas que viven la vida normal, estudian, trabajan, tienen

relaciones de amistad, profesional y cultural. Pero no será un simple vivir. Será un vivir

desde el Evangelio de Jesucristo.36

2.2.2 El laico y algunas interpretaciones del Concilio

El laico que desee saber acerca de su identidad en la Iglesia, basta que vaya a los

documentos del Concilio Vaticano II. Se ha devuelto a los laicos el papel y el lugar que les

corresponde en la Iglesia, una Iglesia Pueblo de Dios, donde hay funciones de tipo

jerárquico-autoridad y de tipo carismático-secular. Son dos espacios de vida eclesial que no

se pueden dividir, que no son antagónicos, que coexisten en el anuncio y vida de la Buena

Nueva, y cuyas dos acciones-funciones forman una sola Iglesia (Cap. IV, No. 32).37

Esta forma de entender a la Iglesia no es nueva. Es expresión del Nuevo Testamento. Es un

retorno a las fuentes de la revelación y a la vez, una respuesta a las necesidades pastorales del

tiempo actual. Los laicos tomaban parte en las discusiones teológicas. El primer director de

la escuela catequética de Alejandría de Egipto en el siglo II, fue Clemente, que era un laico.

También se dice que fue Constantino quien convocó el primer Concilio ecuménico.38

Todos los fieles laicos toman parte en la misión salvífica de la Iglesia, congregados y

constituidos en un solo cuerpo de Cristo. Están llamados por el mismo Señor en razón del

36

Lumen Gentium (1975), en Op. Cit. Documentos Completos del Vaticano II, p. 72. 37

Op. Cit. Gustavo GONZÁLEZ VILLANUEVA (1987). El laico su vocación y su misión, p. 32. 38

Ibid., p. 120.

36

bautismo y de la confirmación, y especialmente por el Sacramento de la Eucaristía, a hacer

presente a la Iglesia en los lugares y condiciones donde ella no puede ser sal de la tierra, sino

es a través de ellos, siendo testigos e instrumentos vivos de la misión de la misma Iglesia en la

medida del don de Cristo. Se llama a esto apostolado o misión específica (LG No. 33).39

Se

vuelve a señalar en estas ideas la influencia en las realidades sociales asociadas a la familia, la

política, la economía, la ecología, etcétera.

Se puede intentar resumir las principales características que la LG expresa acerca de los laicos

desde los siguientes elementos:

Carácter secular (LG No. 31), significa que el laico actúa en las realidades sociales a todo

nivel: familiar, político, económico, cultural, etcétera.

La estrecha colaboración con la jerarquía, tomar en cuenta el valor de la experiencia y de

la responsabilidad de los laicos, incluso en dirección de las asociaciones.

Vivir en armonía, en primer lugar con la familia y después con todos los que los rodean

(LG Cap. IV, No. 37). La constitución Lumen Gentium, expresa que esta tarea resalta el

gran valor de la vida santificada por el sacramento del matrimonio, con el testimonio de fe

y del amor de Cristo, que ilumina a los que buscan la verdad (LG Cap. IV, No.35).40

39

Ibid., p. 124. 40

“Lumen Gentium” (1975), en Op. Cit. Documentos Completos del Vaticano II, p. 76.

37

Ser impulsores del progreso universal mediante el trabajo, la técnica y la cultura civil. (LG

No.36).41

Estar comprometidos en la renovación de la Iglesia con el poder del Espíritu. El laico

debe ser una persona firme en Cristo y dedicada al servicio de los demás. Debe tener

fidelidad, ser activo, ser misionero y hacer misionera a la Iglesia, evangelizar la propia

comunidad.

Tener fe en Dios, ser luz y sal al testimonio de vida, estar dispuestos a anunciar la buena

nueva del Evangelio de Jesús y denunciar las injusticias dirigidas al pobre. Tener un

encuentro encarnado en nuestra realidad, vivir el evangelio de nuestro Señor Jesucristo,

tanto en la praxis como en la solidaridad.

2.2.3. La recepción de la visión del laico según la LG en la Teología

Algunos teólogos como Juan Antonio Estrada, ven la definición dirigida a los laicos en la

Constitución Lumen Gentium Cap. IV, como base para una rehabilitación de la teología del

laicado. Se identifica al laico activamente en la Iglesia, o comunidad, promoviendo una

conciencia evangelizadora en todos los fieles del mundo para la construcción del reino de

Dios. No se es solo receptor sino actor.42

No obstante Estrada, hace una crítica a esta definición en cuanto a un rasgo restrictivo de

pueblo de Dios, contraponiendo los ordenados y consagrados frente a otros, los laicos (LG

41

Ibid., p. 78 42

Juan Antonio ESTRADA, Cap. II, IV, en Ignacio ELLACURÍA, Jon SOBRINO (1993). Conceptos Fundamentales

de la Teología de la Liberación, tomo II, U.C.A. Editorial, San Salvador, p.185.

38

Cap. IV, No. 31). Sin embargo, la Iglesia Pueblo de Dios no es la línea de una Iglesia

jerárquica, pero su organización está estructurada jerárquicamente dentro de la sucesión

apostólica.43

Según el teólogo José María Castillo, en la constitución LG se expresa claramente el

ministerio del laicado, siendo su misión el servicio de Cristo (LG 18-20), un servicio

esencialmente liberador.44

Gustavo Gutiérrez por su parte, recuerda que inspirados en el espíritu del Concilio, una

manera de ejercer el ministerio laical en la Iglesia, es desde el mundo pobre, desde los pobres

de Jesucristo.45

Los nuevos ministerios laicales, según Alberto Parra, hoy día son ejercidos por laicos. Se ha

revalorizado el espacio de la familia, por ejemplo. Este lugar ministerial se ha reconquistado

en la Iglesia, a través de la raíz renovada de una conciencia de que la familia es la primera

célula de la sociedad y de la Iglesia, donde nace “la iglesia doméstica”. Otro lugar ministerial

es la realidad social, donde debe prevalecer un testimonio humano y cristiano, de

responsabilidad ética, política, social y cultural. Estos dos y otros lugares ministeriales, junto

con los específicos de la jerarquía, hacen factible la misión de la Iglesia Universal.46

43

Ibid., Cap.VI, p.187. 44

José María CASTILLO, Cap. VI, VII, en Op. Cit. ELLACURÍA, SOBRINO, Conceptos Fundamentales de la

Teología de la Liberación, p. 310-311.314. 45

Gustavo GUTIÉRREZ, Cap. I, en Op. Cit. ELLACURÍA, SOBRINO, Conceptos Fundamentales de la Teología de

la Liberación, p. 319. 46

Alberto PARRA, Cap. I, en Op. Cit. ELLACURÍA, SOBRINO, Conceptos Fundamentales de la Teología de la

Liberación, p. 320.

39

2.3. El Decreto Apostolicam Actuositatem, sobre el Apostolado de los laicos: ¿Qué propone

acerca del Apostolado Laical?

En el Decreto Apostolicam Actuositatem, la Iglesia perfila la tarea del laico. Primero,

examina su vocación, su fundamento y su espiritualidad.

Su vocación: Se refiere al laico como un estado en la Iglesia. Existe una sola vocación

que se vive en forma peculiar (ministerio ordenado, religiosos, laicos) siendo iguales en

dignidad y complementarios entre sí.47 Lo inmensamente importante es expresar que hay

una sola vocación: la de ser cristiano, la cual se puede vivir desde tres estados.

El fundamento se refiere al carácter específico del laico. Esto se precisa en los

documentos conciliares si se pone en relación con el clero; el laico no desempeña una

función oficial. No es un oficio su aporte a la edificación del Cuerpo místico.48 Es una

forma de vida.

Su espiritualidad: Nada en su vida debe ser ajeno a las orientaciones espirituales, ni las

preocupaciones familiares, ni la vida en sociedad. Las Cartas Paulinas afirman: “Todo

cuanto hacéis de palabras o de obra hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús” (Col

3,13).49

47

Antonio María CALERO, (1995). El laico en la Iglesia, vocación y misión, Concilio Vaticano II, Editorial CCS,

Madrid, p. 56. 48

Ibid., p. 77. 49

“Apostolicam Actuositatem” (1975), en Op. Cit. Documentos Completos del Vaticano II, p.432.

40

Al examinar estos fines se percibe la vasta tarea que tiene el apostolado laical: “la

renovación de todo el orden temporal”. Y, ¿qué orden temporal?: la familia, la juventud, los

ambientes sociales, los sectores nacionales e internacionales, las luchas por la justicia,…

Pero para tan grandes tareas es necesario una completa formación humana adecuada al modo

de ser y a las condiciones de cada uno, tanto en los valores morales y cristianos. Dicha

formación aplicada en la Iglesia en una pastoral de conjunto apoyará a cumplir la misión de

Cristo y de la Iglesia, viviendo de la fe en el divino misterio de la creación y de la redención.

En cuanto a lo espiritual específico se trata de una sólida instrucción doctrinal, teológica y

ética (Cap. IV, No. 4).50

Se destaca también que el verdadero apostolado individual, no es concebible si no va

acompañado de la disposición a colaborar con los demás. Servicio y Evangelio son dos caras

de una misma moneda. Y en las realidades sociales de pobreza, corrupción, violencia, el

servicio en la lucha por la justicia social, es una de las labores irrenunciables. Hay que

erradicar la vieja práctica de asociaciones que atendían únicamente fines particulares y

prestigio social. 51

Son evidentes los vastos y diversos campos del apostolado (Cap. III, No. 13)52

, tanto

individualmente como reunidos en diversas comunidades o asociaciones. El Decreto señala

que dicho apostolado es la participación en la misma misión salvífica de la Iglesia. Todos

están llamados por el mismo Señor en razón del bautismo y de la confirmación especialmente

50

“Decreto Apostolicam Actuositatem, sobre el Apostolado de los laicos” en Op. Cit. Gustavo GONZÁLEZ

VILLANUEVA (1987). El laico su vocación y su misión, p. 33. 51

P. Berhard HARING (1966). Vivir el Concilio, Ediciones Paulinas, Editorial-Lederma, Bilbao, p. 128-129. 52

“Apostolicam Actuositatem” (1975), en Op. Cit. Documentos Completos del Vaticano II, p.425.

41

por el sacramento de la Sagrada Eucaristía. Es desde la Eucaristía donde se comunica y se

nutre el amor de Dios, y es el alma de todo apostolado. La presencia como cristianos llama a

concordancia con los principios de la fe. A actuar con caridad fraterna y una conciencia clara.

En ambas formas del apostolado, (Cap. IV)53

, tanto individual como colectivamente (en

comunidad o asociaciones – No. 15), radica toda la actividad misionera. Lo individual como

sal en los círculos cercanos (No. 16); y el apostolado asociado, tanto en las comunidades de la

Iglesia, como en los diversos ambientes, como fuerza para los cambios estructurales de

aquello que no produce vida. Hoy sería, la actividad contra los elementos de muerte del

neoliberalismo económico o contra la debacle ecológica o la lucha contra la creciente

pobreza, por ejemplo. El mundo moderno presenta muchos desafíos (No. 18, 19).

Al interno de la comunidad eclesial se es llamado a una cooperación más inmediata con el

apostolado de la jerarquía, a la manera de todos los hombres y mujeres que ayudaban al

apóstol Pablo en la evangelización (Cf. Fil 4,3; Rom 16,33) (Cap. IV, No. 33).54

Era una

relación carismática. Los dones propios al servicio de los diversos campos de la vida.

2.3.2. Visión general de la Constitución Dogmática Lumen Gentium y El Decreto Apostolicam

Actuositatem, en relación al qué hacer del laico en la vivencia del Evangelio.

La Constitución dogmática expresa la tarea y servicio de los laicos. Es la vivencia y defensa

de los valores cristianos en su vida personal y social a través de la cultura, la ciencia y la

política. Es decir, la vocación del laico no es una vocación imperfecta, al contrario está bien

53

Ibid. 54

Ibid., p. 427.

42

perfeccionada, expresada en su compromiso misionero, en la medida que le sea posible

desarrollar sus virtudes cristianas en el mundo. En esa tarea evangelizadora, la opción por

los pobres y el servicio a los más necesitados es la cara humana de la fe.

La constitución Lumen Gentium expresa en el Cap. IV, No.38, que “cada laico según su

tarea y servicios, debe ser ante el mundo un testigo de la resurrección y de la vida del

Señor Jesús, una señal de Dios vivo. Todos juntos y cada uno deben alimentar al mundo

con frutos espirituales (Cf. Gal 5.22) y difundir en él, el espíritu a los pobres, mansos y

pacíficos, a quienes el Señor en el Evangelio proclamó bienaventurados (Cf. MT 5,3-9). En

una palabra, ‘lo que el alma es en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo.” 55

Es decir, en la Iglesia y la comunidad/sociedad se manifiesta los frutos de la gracia que el

Espíritu produce en los fieles. Dichos frutos espirituales son cambios concretos de injusticia

a justicia, de corrupción a honestidad, de debacle ecológica a salvación del hábitat, de

tristeza a felicidad, de desnutrición a vida sana, de comunidades eclesiales clericales e

infantiles, a comunidades de servicio y maduras.

El contexto de la formación tanto integral de los fieles laicos es particularmente

significativa, al igual que su acción misionera y apostólica, y el crecimiento personal en

valores humanos. Precisamente en este sentido el Concilio recomienda que se tenga muy en

cuenta el sentido de la familia y el sentido cívico, es decir, la probidad, el espíritu de

justicia, la sinceridad, la cortesía, la fortaleza de ánimo, sin las cuales ni siquiera puede

haber verdadera vida cristiana.

55

“Lumen Gentium” (1975), en Op. Cit. Documentos Completos del Vaticano II, p.80.

43

Los laicos deben asumir como tarea propia la renovación del orden temporal, mientras que

la jerarquía enseña oficialmente a la comunidad, acompaña y preside e interpretar

auténticamente los principios en materia de fe y moral.

En el orden temporal, es importante el énfasis de los documentos conciliares en relación a la

dignidad de las personas, es más, en cierto sentido, es la tarea central y unificante del

servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, están llamados a prestar a la familia

humana.

En el orden estrictamente eclesial, se contempla que en la diócesis, deben existir consejos

que ayuden a la obra apostólica de la Iglesia, en el campo de la evangelización, en el campo

caritativo social, en las escuelas, cooperando los clérigos y los religiosos con los laicos,

etcétera. Se define que estos consejos podrán servir en mutua coordinación de varias

asociaciones y empresas seglares, estableciendo la propia autonomía de cada una. Estos

consejos han de establecerse en el ámbito parroquial o interparroquial, interdiocesanamente

en el orden nacional o internacional. Se pide a la Santa Sede algún secretariado que se

encargue del apostolado seglar, tanto para la investigación de temas actuales como para su

promoción. Es decir, tomarse en serio la misión y la evangelización a todos los pueblos y el

mundo (Cap. V, No. 26).56

Se debe aprovechar las innumerables ocasiones para el ejercicio del apostolado de la

evangelización y de santificación. La única razón: porque se cree en el reino de Dios como

propuesta de humanización y de santificación. La caridad de Cristo apremia (2 Cor 5,14),

56

“Apostolicam Actuositatem” (1975), en Op. Cit. Documentos Completos del Vaticano II, p. 454.

44

mueve a convencer testimonialmente y obliga a salir de sí, resonando en el corazón

aquellas palabras del Apóstol “Ay de mí si no evangelizare” (1 Cor 9,16) (Cap. II, No. 6).57

57

Ibid., p. 435.

45

CAPÍTULO III

PERFIL DEL LAICO SEGÚN LA

CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA LUMEN

GENTIUM Y EL DECRETO

APOSTOLICAM ACTUOSITATEM EN LA

IGLESIA DE HOY

CAPÍTULO III

46

PERFIL DEL LAICO SEGÚN LA CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA

LUMEN GENTIUM Y EL DECRETO APOSTOLICAM ACTUOSITATEM

EN LA IGLESIA DE HOY

3.1 Perfil del laico según la Constitución Dogmática Lumen Gentium y el Decreto

Apostolicam Acuositatem.

EL PERFIL DEL LAICO

Según Lumen Gentium /Apostolicam Actuositatem

EN LO PERSONAL

El laico debe tener un espíritu apostólico y misionero (LG, Cap. IV, No. 33).

Debe tener autoestima, que le permita valorarse, conocer sus capacidades y

también sus limitaciones. Debe tener buen carácter, ser dinámico y con buenas

relaciones humanas.

Debe ser desinteresado del dinero, libre de vicios. No busque fama, ni

prestigio, ni que la gente lo alabe y hable bien de él, que viva por vocación.

Debe tener dispuesto a escuchar, dialogar, aceptar otros puntos de vista y

valorar a los demás.

47

Debe dar testimonio como padre o madre de familia, es decir como un ejemplo,

que sabe conducir su casa y la Iglesia (I Tim 3,4-5) (LG Cap. V, No. 35).

EN LO ECLESIAL

Todo apostolado tiene su origen y su fuerza en la caridad. La caridad es la cara

humana de la fe, es el amor que se ve (Mt 11,4-5) (AA Cap. II, No. 8).

En su práctica evangelizadora parta de la realidad y la ilumine con la Palabra de

Dios y sea agente de cambio.

Debe ser solidario con los necesitados de la comunidad y de otras comunidades,

con una amplia disponibilidad para el servicio; centrado en el reino de Dios,

pues esta fue la misión de Jesús.

Debe tener espíritu ecuménico, con conocimiento de las confesiones no

católicas y tenga una actitud de respeto y diálogo con ellas.

Debe tener amor a la Iglesia y vivir en comunión con sus pastores (párroco y

obispo) (LG Cap. IV, No. 37). Pero no debe caer en el clericalismo, sino que

tenga un estilo de vida y de espiritualidad inminentemente laical.

Debe unir palabra y compromiso, fe y obras y sea un testigo de Dios en medio

del pueblo de Dios (LG Cap. IV, No. 33).

48

EN LO SOCIAL

La vida del laico en el medio social, se reviste del afán por llenar de espíritu

cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la

comunidad en donde se vive. Es aquí donde se complementa el testimonio de

vida con el testimonio de la palabra (AA Cap. III, No. 13).

Debe ser leal, sincero, honesto y valiente para anunciar y denunciar

proféticamente.

Debe poseer una madurez humana para afrontar los problemas y conflictos, y

sea agente de reconciliación.

Debe manifestar una opción preferencial por los pobres y comprometido en la

defensa de los derechos humanos y la justicia.

Debe velar para que la comunidad no caiga en la tentación del dualismo y el

fundamentalismo.

3.2. Desafíos nuevos del laico actual.

49

Cuando se redactó el Concilio Vaticano II, se celebró la llegada de una nueva época eclesial. Se

habló de temas antes ocultados o reprimidos. Pero también hay que aceptar que no se abordó

algunos y que otros todavía no eran conscientes en la sociedad, como por ejemplo, el tema

ecológico o la globalización. La realidad que vive hoy el mundo, obliga a hacer presentes los

temas actuales y emergentes.

Algunos temas necesarios de abordaje estaban presente en los años 60’, y siguen estándolo ahora.

Por ejemplo, se sigue exigiendo a la iglesia un cambio profundo en su estructura interna. Los

obispos latinoamericanos, en el documento de Santo Domingo, expresan, advierten y solicitan el

exterminio de cierta mentalidad clerical en numerosos agentes de pastoral. Dicha mentalidad es la

costumbre hecha sistema desde un ejercicio de la autoridad eclesial en forma de dominio y poder,

no de servicio (S.D.96).

Otro tema que sigue presente se refiere a los fieles laicos comprometidos por motivos varios y en

diversos niveles en el campo de la ciencia, técnica, en el ámbito médico, social, legislativo,

económico o bioético. El desafío aquí es la propuesta ética, donde los cristianos han de ejercitar

su responsabilidad, como dueños de la ciencia y de la tecnología, no como siervos de ella. La

ciencia y la tecnología, como es sabido, no pocas veces pone en peligros los derechos

fundamentales del ser humano.58

En América Latina el gran desafío del tiempo conciliar, continúa, y cada vez con mayor apremio.

Dicho desafío viene de los pobres, que constituyen las grandes mayorías afroamerindias. Para

esas mayorías, ¿qué significaría la fe en Jesús de Nazaret, el Cristo? En la realidad evangélica,

58

Fernando BERMÚDEZ LÓPEZ (1995). Espiritualidad Laical, Editorial Kyrios, Guatemala, p. 145.

50

seguramente no se trata solamente de profesar la verdad, sino que se trata de la realización

existencial del misterio de comunión que ayude a las personas a vivir su humanidad de una forma

más plena, libre y justa.59

Evidentemente Gustavo Gutiérrez, afirma que la pobreza real ha estado siempre, por eso ha sido

un desafío para la iglesia a lo largo de su historia pero debido a ciertos factores contemporáneos,

ha recobrado nueva actualidad entre la sociedad.60

Esas caras de la pobreza se extienden, no solo

al mero hecho del hambre sino también al fenómeno migratorio. Dicho fenómeno es uno de los

dolores más grandes de la población pobre.

Las realidades y desafíos ya expresados no lo son todos. Una mirada a los momentos actuales

muestra situaciones que afectan y desafían la vida y diversos ministerios del laicado. Se podría

ordenar en ejes temáticos dichos desafíos:

a. El Desafío Cultural

El primer desafío se refiere a la cultura actual, a sembrar la semilla del Evangelio en tiempos de

postmodernidad. La globalización obliga a hacer uso o ser crítico de los medios de comunicación,

como uno de los canales de la expansión de este fenómeno cultural-económico. El mensaje de

Jesús debe llegar a ser interpelación válida, comprensible, esperanzadora, relevante para la vida

del hombre y de la mujer de hoy, y especialmente para los jóvenes.61

Los medios de

59

Gustavo GUTIÉRREZ, Leonardo BOFF (1990). Conceptos Fundamentales de la Teología de la Liberación, tomo

I, Editorial U.C.A, San Salvador, p.516. 60

Ibid., p.303. 61

Documentos de Aparecida (2007). V Conferencia General, Episcopado Latinoamericano y del Caribe,

Documento Conclusivo, No. 194, p.46.

51

comunicación siguen siendo una tarea pendiente para avivar la llama del Espíritu de Dios en la

sociedad globalizada.

Otro tema del desafío cultural se refiere a la Inculturación del Evangelio. Esto va, tanto desde la

necesidad de atender los lenguajes del hombre de la calle, hasta el encuentro y apropiación del

Evangelio por parte de pueblos originarios.

En esta área de la evangelización de la cultura actual, hay que atender, dejarse orientar y orientar

el testimonio cristiano, tanto conceptual como doctrinal.62

Por eso la importancia de la formación

laical.

En los tiempos conciliares se inició un proceso de Inculturación fecundo, pero después, en

términos generales, se paralizó este proceso a través de persecuciones de sectores conservadores.

Por eso, hay que retomar este desafío. Si no se hace, se estará condenando a un abandono

progresivo de la Iglesia por parte de los pueblos, ya sea emigrando a otras creencias o

envolviéndose en la nube del agnosticismo.

El desafío de la inculturación del Evangelio trata de un cambio de mentalidad de lo que a primera

vista puede parecer. Se trata de la valoración y convicciones de sentido común, acercándose a los

pueblos con respeto. Ellos ya son recinto sagrado antes de que llegue la Palabra de Dios. La

Inculturación en primer lugar, ayuda a la comprensión de nuestra propia individualidad. Frente a

62

Ibid., p.157.

52

otras culturas o en ellas, se define cada individuo. Hay mundos simbólicos diferentes que hay que

aprender a comprender, a convivir, y a hacerlos propios.63

Culturalmente, también se debe hablar de la relación internaciones. La paz se ve en peligro con

base en diferencias culturales y religiosas. Aquí es necesario el actuar a dos niveles: de la

Jerarquía con los Estados y de los creyentes con los ciudadanos de otras naciones, religiones y

culturas. La experiencia personal con Dios y con el hermano en el mundo actual64

, debe ser de

confraternidad para la paz mundial.

b. El Desafío frente a la Economía Neoliberal

El sistema económico neoliberal, a pesar de todo lo bueno que pudiese aportar, en la práctica se

ha convertido en un sistema donde el pobre es cada vez más pobre. Esto lo convierte en portador

de exclusión. Frente a ello, urge apoyar todos los intentos de proyectos en economía solidaria,

fomentar la crítica, la resistencia civil y eclesial para humanizar la distribución y producción de

bienes. Desde las parroquias, debiera abordarse los resultados de este mal actual: el desempleo,

las condiciones injustas del salario, la explotación de materias primas que devastan el planeta,

etcétera.

Esta temática debe ser tomada en serio. Muchos sectores propugnan que el cristiano debe

dedicarse a orar, celebrar y hacer caridad asistencialistas; y no inmiscuirse en situaciones de otra

índole. Eso es inaceptable cuando se ha interiorizado que la vida se desarrolla o se agrede desde

las relaciones sociales, y entre ellas, las económicas.

63

Ibid., 188. 64

Ibid., No. 194, p.46.

53

c. El Desafío de la Caridad

Los laicos y demás miembros de la Iglesia deben estar atentos a las necesidades de los más

pobres, y comprometidos en la defensa de los derechos de los más débiles. Deben ser promotores

de la cultura de la solidaridad y de la misericordia. Esto ya se ha tratado en abundancia, pero se

vuelve a recalcar porque es una realidad imperante.

El “ser” y el “hacer” del laico en la iglesia de hoy65

, debe pasar por tomarse en serio la

promoción del reino de Dios. El teólogo Jon Sobrino, afirma que se cree y se dice que “el Reino

de Dios ha llegado, pero todo sigue igual”. No se trata de una fe privada, individual, sino de una

fe política comprometida. No hay reino de Dios sin cambio de las estructuras socio-políticas.

Solo si en la sociedad se respira vida, y no injusticia, violencia y corrupción, habrá posibilidad de

un reino de Dios real.

Es verdad que hay que fortalecerse como persona individual, formarse y valorarse. Pero quedarse

sólo en eso, sería quedarse en una esfera que no produce frutos en la sociedad. Hay un

compromiso misionero en la propia dinámica del evangelio. Y esa misión empieza por la familia

y la sociedad alrededor.66

Ésta dinámica individuo-sociedad, es el paralelo en el orden del

pensamiento y de la práctica. 67

65

Ibid., No. 213, p.49. 66

Ibid., No. 226, p.52. 67

Andrés TORNOS CUBILLO (2001) Inculturación, Teología y método. Universidad Pontificia, Comillas,

Editorial, Madrid, p. 153.

54

d. El Desafío de una Nueva Ética Cristiana

Los cristianos apuestan por una cultura de la vida cotidiana, donde el empeño principal es

mantener vivo el Evangelio en el mundo actual.68

Durante mucho tiempo, se ha creído que una de

las formas de alcanzar ese objetivo sería a través de normas morales rígidas. Y dentro de las

normas, se enfatizó en gran medida en los temas de sexualidad y acatamiento de las normas

disciplinares que mantenían una relación autoritaria de los ministerios ordenados frente a los

laicos.

Hoy, debe revisarse estas materias. Se percibe con agrado los intentos de renovación del actual

Papa Francisco. Se respira de nuevo esperanza. Él ha empezado un proceso de renovación de la

misión y estructura de la Curia Romana, la cual fue el centro del poder real de la Iglesia durante

muchos decenios. Se espera que esta renovación redunde en una perspectiva evangélica de las

relaciones entre la autoridad eclesial y los laicos.

En cuanto a la sexualidad. Es urgente tratar con espíritu nuevo la temática de la Encíclica

Humanae Vitae, al igual que el abordaje de sujetos emergente como el homosexualismo y el

transexualismo. Son verdaderos desafíos a los cuales se nos ha adelantado la sociedad secular. No

se puede obviar tales realidades.

Se afirma que la sexualidad del ser humano es ir literalmente al encuentro del otro, es un factor

primordial de personalización. La sexualidad vista como factor de socialización representa un

sentido teológico al mismo tiempo profundo y comprensivo; confirma que la sexualidad es

68

Ibid., p. 155.

55

destinada por Dios para salvar de la esterilidad no solo a los individuos, sino sobre todo a las

culturas, a los pueblos.

Evidentemente, el rasgo divino que señala directamente a la sexualidad como camino hacia Dios

es precisamente el del amor. Dios no sólo ama; es amor. Amar significa abrir el camino de la

vida y de la relación humana. El desafío consiste en el rostro sociopolítico de la sexualidad para

que sea fuente de vida para todos.69

e. El Desafío Ecológico

Leonardo Boff expresa en sus conferencias habituales, que hay dos opciones actuales

irrenunciables: la Opción por los Pobres y la Opción por la Madre Tierra. El tema ecológico no

era una pregunta en el tiempo conciliar. Hoy es un imperativo ético.

f. El Desafío de la Población Juvenil

Latinoamérica, África, Asia y Oceanía son continente jóvenes. Y dependerá de la capacidad de

adaptar el lenguaje, el rito y la comunidad hacia este tipo de personas, el hecho de asegurar

comunidades fuertes, conscientes y fieles al Evangelio en el futuro. De no ser así, aumentará la

desbandada hacia otras religiones, movimientos religiosos, pensamientos New Age o hacia el

agnosticismo.

Hay que alentar los movimientos eclesiales con una pedagogía orientada a la evangelización de

los jóvenes e invitarlos a poner al servicio de las iglesias locales sus riquezas carismáticas y

69

Op. Cit. Ignacio ELLACURÍA, Jon SOBRINO (1993). Conceptos Fundamentales de la Teología de la

Liberación, p. 119.

56

educativas. La pastoral juvenil debe ayudar a los jóvenes a formarse para la acción social y

política y el cambio de estructuras. Al joven le convence la práctica, la fe comprometida. Por su

propia fuerza pisco-individual, para ellos, si no hay acción, resultados, no hay motivación.

La participación de jóvenes en peregrinaciones, en las jornadas nacionales y mundiales de

juventud, con una debida preparación tanto espiritual, evangelizadora y misionera70

, tiene su

valor. Pero se corre el riesgo de fomentar un turismo religioso que no compromete. Entonces, la

pregunta decisiva es cómo avivar el compromiso de los jóvenes de manera consciente, alegre y

responsable.

g. El Desafío de la Renovación Eclesial

La Iglesia está en una coyuntura especial. La elección del nuevo Papa, el Papa Francisco, aparece

como un Signo de los Tiempos: la necesidad de renovación eclesial.

Esta renovación debe darse en varias formas. Se propone el partir del análisis de la realidad social

como contexto de la vida, la vuelta a la inspiración bíblica para iluminar la realidad, y la

búsqueda de acciones que promuevan el hacer realidad el reino de Dios. En definitiva, retomar el

Ver, Juzgar y Actuar.

Este método sirve bien para la consecución de una espiritualidad encarnada. De lo contrario, no

se dejará el camino del espiritualismo, que condena la vivencia de la fe a la privacidad individual.

70

Op. Cit. Documentos de Aparecida (2007), p. 446.

57

En las comunidades debe haber un real ambiente comunitario. Por ello hay que volver a las

fuentes, a las comunidades eclesiales de base, que después se ordenan en una pastoral de

conjunto. La unión de los diversos movimientos religiosos de una parroquia, desde las CEBs

hasta los movimientos carismáticos, por ejemplo, deben saber hacer presencia o unirse en la

pastoral de conjunto parroquial. Si no hay un camino conjunto se condena a perder esfuerzos de

trabajo comunitario efectivo, y no superar la costumbre liturgista.

De igual manera, se recuerda revisar temáticas hasta hoy proscritas como la atención pastoral a

los divorciados, la apertura a los ministerios laicales, la ordenación de la mujer o el acceso al

matrimonio de los sacerdotes diocesanos, la valoración, promoción y purificación de la

religiosidad popular71

. No se pide tomar ya una decisión a favor o en contra sino abrir el debate.

Son temas que tarde o temprano se deberán abordar. Pero sería mejor adelantarse en el tiempo

para madurar respuestas.

No obstante, al ser parte de América Latina y frente a problemas de comprensión global, es

necesaria una acción conjunta y específica. Además de los retos eclesiales, hay desafíos

específicos del continente y del país. Es característico de este continente, responder a temáticas

específica como el narcotráfico, la corrupción, la manipulación de la democracia, el imperio

neoliberal económico. Sus resultados de injusticia son la pobreza, la violencia, la desnutrición, la

falta de educación, etcétera. Estas realidades sociales se convierten en el campo-desafío de la

actividad eclesial. Pero no queda otra cosa que contribuir a superar los problemas que hoy

71

Congreso Continental de Teología (2013). 50 años del Vaticano II “Análisis y Perspectivas”. Ediciones

Paulinas – Conferencia de Religiosos de Colombia, Bogotá, pp. 173-174.

58

actualmente afectan a este continente y lleven a la integración latinoamericana en paz y justicia,

para producir vida.72

72

Op. Cit. Documentos de Aparecida (2007), No. 521, p.118.

59

CONCLUSIONES

Según el Concilio Vaticano II, en la Constitución Dogmática Lumen Gentium, Capítulo

IV, No. 31, se define al laico de la siguiente manera:

“Por el nombre de laicos se entiende aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los

miembros que han recibido un orden sagrado y los que están en estado religioso

reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que, por estar incorporados a

Cristo mediante el bautismo, constituidos en Pueblo de Dios y hechos partícipes a su

manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la

misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo”.

El laico es testigo de la presencia de Cristo en la realidad histórica, es otro Cristo en

medio del mundo. En ese mundo tiene un actuar personal, eclesial y social. Por ello

individualmente, en la vida familiar, en la vida sociopolítica y en la vida eclesial; debe ser

testimonio íntegro del Reino de Dios.

La dignidad y función del laico son claras: su dignidad está en ser bautizados y por ello

Pueblo de Dios; su función es el ser sacerdote, profeta y rey en la misión de vida

evangélica en su propia comunidad creyente y en el mundo.

A partir del Concilio Vaticano II se ha motivado más el ministerio laical desde una

participación objetiva, activa y creativa de los laicos, en el hecho de la participación

evangelizadora y en el proceso de comunidades. No obstante y después de ese primer

60

impulso, hubo un estancamiento basado en una cultura clerical de no apertura. Hoy, sin

embargo, se lucha por el resurgimiento del protagonismo laical. Aparecida y el Papa

Francisco son dos hechos que deben motivar a que ese surgimiento se haga realidad.

Se confirma que en una sociedad globalizada y de economía neoliberal, parecen estar más

presentes situaciones de riesgo que de esperanza. En ese contexto, no habrá reino de Dios

si el laico y la Iglesia en general no viven un compromiso político radical. La tarea

primera hoy es la opción por los Pobres, por ser el mayor problema mundial. La pobreza

crea excluidos y marginados de diversa índole. He ahí una tarea evangélica de solidaridad

y de compromiso político.

La formación y la apertura son base para acercarnos a todos los desafíos actuales.

Conjuntamente con las autoridades eclesiales, se tiene la esperanza de contribuir a la

consecución de un mundo lleno de paz, de justicia y de vida.

61

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Benlloch Paveda, Antonio (Dir.) (2009). Código de Derecho Canónico, 13ª. Edición, Valencia.

Bermúdez López, Fernando (1995). Espiritualidad Laical, Editorial Kyrios, Guatemala.

Calero, Antonio María (1995). El laico en la Iglesia, vocación y misión, Concilio Vaticano II,

Editorial, Madrid.

Combi, Jean (1995). La Historia de la Iglesia, Vol. 2, Editorial Verbo Divino, Navarra.

Concilio Vaticano II (1955). “Apostolicam Actuositatem”, sobre el apostolado de los laicos.

Congreso Continental de Teología (2013). 50 años del Vaticano II “Análisis y Perspectivas”.

Ediciones Paulinas – Conferencia de Religiosos de Colombia, Bogotá.

Documentos Completos del Vaticano II (1975). Editorial Católica, S. A., Madrid.

Documentos de Aparecida (2007). V Conferencia General, Episcopado Latinoamericano y del

Caribe. Documento Conclusivo.

Ellacuría, Ignacio, Sobrino, Jon (1993). Conceptos Fundamentales de la Teología de la

Liberación, tomo II, U.C.A. Editorial, San Salvador.

Floristán, Casiano (1990). Vaticano II, un concilio pastoral, Ediciones Sígueme, S. A. España.

_______________ (1985). Vaticano II, veinte años después. Ediciones Cristiandad, Madrid.

González Villanueva, Gustavo (1987). El laico su vocación y su misión, Preconcilio-Postconcilio,

Veinte años después del Concilio Vaticano II, Editorial Promesa, San José, Costa Rica.

Gutiérrez, Gustavo, Boff, Leonardo (1990). Conceptos Fundamentales de la Teología de la

Liberación, tomo I, Editorial U.C.A, San Salvador.

Haring, P. Berhard (1966). Vivir el Concilio, Ediciones Paulinas, Editorial-Lederma, Bilbao.

Molina Martínez, Miguel Ángel (1969). Diccionario del Vaticano II, Editorial Católica, S. A.,

Madrid.

Roji Márquez, Miguel. Reseña Constitución dogmática Lumen Gentium, Editorial Uruguay.

62

Schöekel, L. Alfonso (1987) Hermenéutica de la palabra, Edición Cristiandad. Madrid.

Tornos Cubillo, Andrés (2001) Inculturación, Teología y método. Universidad Pontificia,

Comillas, Editorial, Madrid.

Torres Calvo, Ángel (1968). Diccionario de los textos conciliares, Vaticano II, Vol. 2, Editorial

Española, S. A., Madrid.