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Universidad de Chicago: Generación de recambio A pesar de que la Universidad Católica conserva su fuerte lazo con esta casa de estudios norteamericana, la Chile ha estrechado vínculos gracias a las gestiones del premio Nobel del 2000, James Heckman. La influencia de la Universidad de Chicago en Chile se apagó después de los noventa, y no fue sólo su impacto en el gobierno el que dejó de sentirse con fuerza. El número de alumnos locales que fue a postitularse allá se redujo considerablemente después de los ochenta. De los casi cincuenta que asistieron a clases desde que se firmó el convenio entre la Universidad Católica y esa casa de estudios (1956), desde los noventa hasta el 2000 sólo es posible contabilizar a tres doctores en economía que se titularon en Chicago, y uno de ellos es de origen costarricense, egresado de la Universidad Católica. Al contrario, desde su más férreo competidor, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), egresaron diez doctores en economía titulados en los últimos quince años. De ellos, hay algunos que hoy están en importantes cargos en la gestión pública, como Rodrigo Valdés y Luis Óscar Herrera, ambos gerentes de primera línea en el Banco Central de Chile. Considerando toda la historia de egresados del MIT, hoy hay tres consejeros del instituto emisor que provienen de esa universidad, incluyendo a su presidente Vittorio Corbo, a Jorge Desormeaux y a José de Gregorio. En el Banco Central trabajan hoy tres chicagos, pero en rangos más bajos dentro de la jerarquía de la institución. "Muchos me decían que fuera a Chicago. Pero yo no quise, por la carga que se le asociaba a los "Chicago Boys" ", cuenta un destacado economista que terminó por irse a la universidad de la competencia. Para bien o para mal, en Chile el nombre de la Universidad de Chicago se tiñó de una fuerte carga política. Y la llegada de los gobiernos de la Concertación también contribuyó a disminuir su influencia, pues pese a que mantuvieron el modelo económico, los que se integraron al sector público venían de otras universidades. Y aunque Chicagos emblemáticos, como Rolf Lüders, reconocen la disminución en el flujo de alumnos agregan otros factores para explicarla. (Ver recuadro.) En todo caso, Chicago nunca perdió el prestigio de ser una de las mejores universidades en economía del mundo. Junto al MIT, figuran año a año como las número 1, según el ranking de US News & World Report. Además, pocas pueden ostentar contar con nueve premios Nobel en sus aulas. Fuerte impulso Pero hoy están soplando nuevos y fuertes aires. Desde el 2001 a la fecha, hay siete chilenos que están sacando sus estudios de doctorados allá y dos más que ya fueron aceptados, lo que es un número bastante alto. Y no es fácil financiar a cada uno de los estudiantes. Considerando la matrícula (que cuesta entre US$ 35.000 y US$ 40.000 por año) y el costo de la vida, se necesitan en todo el período de cerca de cinco años US$ 200 mil dólares. El Mercurio – Economía y Negocios – Enfoques, 2 de abril de 2006

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Universidad de Chicago: Generación de recambio

A pesar de que la Universidad Católica conserva su fuerte lazo con esta casa de estudios norteamericana, la Chile ha estrechado vínculos gracias a las gestiones del premio Nobel del 2000, James Heckman.

La influencia de la Universidad de Chicago en Chile se apagó después de los noventa, y no fue sólo su impacto en el gobierno el que dejó de sentirse con fuerza.

El número de alumnos locales que fue a postitularse allá se redujo considerablemente después de los ochenta. De los casi cincuenta que asistieron a clases desde que se firmó el convenio entre la Universidad Católica y esa casa de estudios (1956), desde los noventa hasta el 2000 sólo es posible contabilizar a tres doctores en economía que se titularon en Chicago, y uno de ellos es de origen costarricense, egresado de la Universidad Católica. Al contrario, desde su más férreo competidor, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), egresaron diez doctores en economía titulados en los últimos quince años. De ellos, hay algunos que hoy están en importantes cargos en la gestión pública, como Rodrigo Valdés y Luis Óscar Herrera, ambos gerentes de primera línea en el Banco Central de Chile. Considerando toda la historia de egresados del MIT, hoy hay tres consejeros del instituto emisor que provienen de esa universidad, incluyendo a su presidente Vittorio Corbo, a Jorge Desormeaux y a José de Gregorio. En el Banco Central trabajan hoy tres chicagos, pero en rangos más bajos dentro de la jerarquía de la institución. "Muchos me decían que fuera a Chicago. Pero yo no quise, por la carga que se le asociaba a los "Chicago Boys" ", cuenta un destacado economista que terminó por irse a la universidad de la competencia. Para bien o para mal, en Chile el nombre de la Universidad de Chicago se tiñó de una fuerte carga política. Y la llegada de los gobiernos de la Concertación también contribuyó a disminuir su influencia, pues pese a que mantuvieron el modelo económico, los que se integraron al sector público venían de otras universidades. Y aunque Chicagos emblemáticos, como Rolf Lüders, reconocen la disminución en el flujo de alumnos agregan otros factores para explicarla. (Ver recuadro.) En todo caso, Chicago nunca perdió el prestigio de ser una de las mejores universidades en economía del mundo. Junto al MIT, figuran año a año como las número 1, según el ranking de US News & World Report. Además, pocas pueden ostentar contar con nueve premios Nobel en sus aulas. Fuerte impulso Pero hoy están soplando nuevos y fuertes aires. Desde el 2001 a la fecha, hay siete chilenos que están sacando sus estudios de doctorados allá y dos más que ya fueron aceptados, lo que es un número bastante alto. Y no es fácil financiar a cada uno de los estudiantes. Considerando la matrícula (que cuesta entre US$ 35.000 y US$ 40.000 por año) y el costo de la vida, se necesitan en todo el período de cerca de cinco años US$ 200 mil dólares.

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El paso del tiempo ha puesto un nuevo sello a la relación de Chicago con el país. Si en la década del 50 fue la Universidad Católica la que estableció un convenio con la Universidad de Chicago, hoy la Universidad de Chile ha establecido nexos poderosos con esa academia, gracias al interés del premio Nobel de Economía del 2000, James Heckman. Este profesor de Chicago ganó el codiciado reconocimiento por sus aportes al estudio de la realidad social con un fuerte énfasis en el uso de un gran número de datos, encuestas y estudios de panel para analizar fenómenos como el costo del trabajo o los sistemas previsionales. Hoy, uno de los ayudantes principales de Heckman es Sergio Urzúa, quien llegó allá en 2001 y que está próximo a titularse como doctor en economía. "Represento a una nueva generación de economistas de Chicago cuya intervención en Chile es más técnica y menos política", dije Heckman a Enfoques. Fue él quien en 1999 dio el primer paso para contactarse con David Bravo, un chileno doctorado en la universidad de Harvard que exponía en distintos seminarios los trabajos realizados con datos sobre los fenómenos económicos en el país. A Heckman le interesó de sobremanera que existiera en Chile, por ejemplo, una tradición que data de 50 años en encuestas de empleo como las que realiza la Universidad de Chile. Los contactos con Heckman siguieron en 2000. En una conferencia en Río de Janeiro, justo en los días en que le avisaban al profesor de Chicago que se ganaba el Nobel, David Bravo, Sergio Urzúa y Dante Contreras (todos ligados a la Concertación) almorzaron con el galardonado e intercambiaron ideas para seguir trabajando conjuntamente. "Heckman fue el que me impulsó a crear el Centro de Microdatos", cuenta David Bravo, académico de la Universidad de Chile. Esta división del departamento de economía de esa casa de estudios se encarga de recoger, por ejemplo, a través de sondeos, información detallada sobre áreas como la educación, el mercado del trabajo y las empresas. Fueron los gestores de la que se llamó Encuesta de la OECD, que causó gran polémica porque demostró que los chilenos no entendían lo que leían, y también realizaron la encuesta de protección social, que hoy es información base para la reforma al sistema de pensiones. De hecho, casi el 60% de los antecedentes que recibieron los expertos de la Comisión Marcel está basada en esta consulta amplia que realizó el Centro de Microdatos. A partir de estos vínculos surgió un nuevo impulso para enviar chilenos a Chicago. "Comencé a mandar a mis mejores alumnos allá", dice David Bravo, reconociendo lo importante que es el tipo de investigación científica que se realiza en la Universidad de Chicago. La Católica, por su parte, no perdía su tradición y seguía reclutando profesores egresados de Chicago. De los pocos que fueron en los noventa, Rodrigo Cerda es hoy académico de esa casa de estudios. Los vínculos con Chile se están fortaleciendo nuevamente, al amparo de las generaciones de recambio. Caras jóvenes

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Ex alumno de la U. de Chile, Sergio Urzúa -desde que estudiaba- estaba muy interesado en ir a la Universidad de Chicago. Fue ayudante de David Bravo y consiguió estar en contacto directo con Heckman, con quien fue a trabajar durante tres meses antes de postular al doctorado. Cuando llegó a allá sólo había otro estudiante chileno en el mismo programa: Rodrigo Cerda. Pero pronto vendrían más alumnos. En los años siguientes, entraron, de la U. de Chile, Esteban Puentes, Christian Ferrada, Sergio Salas, que es boliviano, pero hizo sus estudios en la U. de Chile, y Ricardo Mayer, quien afirma que "creció sabiendo que Chicago era lo mejor y punto". La Universidad Católica también hizo su aporte con el mismo Rodrigo Cerda, además de Julio Guzmán, Matías Tapia y el ingeniero agrónomo Felipe Mardones. También fueron aceptados Francisco Parro y Fernando Parro, este último trabajó en el Banco Central. Urzúa cuenta una anécdota que le pasó cuando vino a Chile. Fue al médico y éste le preguntó qué es lo que hacía: "Estoy estudiando un doctorado en Chicago". "Ah, entonces eres un tipo peligroso", le respondió el doctor. "Es cierto que a "nivel popular", y en ciertos círculos interesados, se les echó la culpa a los "Chicago Boys" de lo que le pasó al país a comienzos de los años "80", dice Rolf Lüders. Pero "para muchos economistas fueron factores externos -la coyuntura mundial- los que explican en su mayor parte esos problemas", dice. "Echarle la culpa a Chicago parece, por decir lo menos, alejado de toda realidad, y los académicos que aconsejan a los nuevos postulantes lo saben", afirma. Urzúa dice que le interesó el enfoque de la Universidad de Chicago de trabajar duro con los datos, recopilándolos y tratando de entender a través de ellos cómo han evolucionado las políticas económicas. Incluso tuvieron un proyecto para analizar el impacto de las reformas en Chile, a nivel micro, pero finalmente la idea abortó porque es muy difícil encontrar suficientes antecedentes antes de 1987, de cuando data la primera encuesta Casen disponible. Para él no es fácil definir a los tradicionales "Chicago Boys", que comenzaron a ir en los sesenta. Por un lado están quienes estuvieron muy ligados a las políticas del gobierno militar, pero también hay otros distintos, como Carlos Massad y Ricardo Ffrench-David, ambos de la Concertación. Esteban Puentes, que llegó en la generación del 2002, dice que hay un cambio obvio en la universidad, porque ya no están los de antes, como Milton Friedman o Arnold Harberger, quien tuvo más contacto con los "Chicago Boys" originales. "Estando acá te das cuenta de que la universidad tiene más variedad de lo que aparenta", comenta Puentes, una idea que reafirma Julio Guzmán: "Antes había menos discusión y más apología del libre mercado. En la actualidad, la misma profesión se ha abierto a estudiar muchos problemas, como las áreas de asimetría de la información, regulación económica y la eficiencia de las políticas públicas", según el mismo Guzmán.

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Para Matías Tapia, hijo del destacado economista y también "Chicago Boy" Daniel Tapia, el sello característico de Chicago se mantiene, y lo dan gente como Gary Becker y Robert Lucas, que son dos de los economistas con mayor influencia en los últimos 40 años y ambos premios Nobel. Para Tapia, en Chicago hay menos espacio para utilizar supuestos arbitrarios o sin fundamentos claros en la discusión económica: "Ése es el espíritu que estuvo detrás de las reformas pro mercado que impulsaron los Chicago Boys", argumenta Tapia. "Creo que es una universidad que, más allá de los prejuicios y tintes políticos que puede generar en Chile, te da herramientas de punta para contribuir en el campo de la microeconomía aplicada", sentencia Julio Guzmán. ESTEBAN PUENTES 29 años, es economista de la Universidad de Chile y ya cuenta con el grado de Master en la Universidad de Chicago. Es ayudante de Robert Townsend. JULIO GUZMÁN 33 años, economista de la Universidad Católica. Investigador asistente del profesor Derek Neal. Trabajó como asesor en la Dirección de Presupuestos. CHRISTIAN FERRADA 28 años, ingeniero civil, mención industrial, de la Universidad de Chile. Magíster en economía aplicada de la misma casa de estudios. MATÍAS TAPIA 29 años, economista de la Universidad Católica. Fue profesor auxiliar asociado en el Instituto de Economía de la UC y analista económico del Banco Central. Por qué hubo una baja Si bien para algunos economistas la razón política pesó en la hora de evaluar irse a Chicago, hay motivos más específicos que explican la baja en el flujo de alumnos hacia esa universidad. El ex biministro de Hacienda y Economía, Rolf Lüders señala que en la última década se redujo a un cuarto la admisión de alumnos a los postgrado en economía en Chicago, lo que obviamente afectó la admisión del número de alumnos chilenos. Además, se generó una imagen de que Chicago tenía un departamento de economía en extremo "high tech", o sea, "muy matemático y orientado a pura teoría económica, al mismo tiempo que el departamento de economía del MIT, gran competidor de Chicago, se había tornado cada vez máz "aterrizado"" . Es decir, sostiene Lüders, la imagen existente era que estudiar en Chicago no servía para resolver problemas económicos prácticos, sobre todo en países en desarrollo. Contribuyó mucho a esa imagen -que tenía más que algo de cierto, según Lüders- el liderazgo de

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Robert Lucas (Premio Nobel de Economía) y la contundente opinión al respecto del profesor Arnold Harberger. Una última razón es que Harberger -que siempre tuvo mucho contacto con los economistas chilenos en general- se había incorporado a UCLA y muchos que habrían ido a Chicago de haber estado allí Harberger, se fueron, a partir de la segunda mitad de los ochenta, a California. Además, Vittorio Corbo, sedujo a muchos de los mejores alumnos chilenos de la Católica para ir al MIT" . "Pues bien, más recientemente Chicago -incluyendo el propio Lucas- han estado aplicando esa extraordinaria tecnología que desarrollaron en el pasado a la solución de problemas prácticos, lo que ha vuelto a hacer Chicago más atractivo para los alumnos chilenos y eso se nota en el creciente flujo relativo de estudiantes a ese centro", dice el ex biministro. Para Sergio Urzúa, otra razón es de tipo académica: se corrió la voz de que Chicago era más difícil, y que había un porcentaje importante de alumnos que no pasaba el primer año: "lo que he visto en mi experiencia ha sido cierto", acota. Los otros Chicago se organizan Roberto Darrigrandi, vicedecano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo, está empeñado en organizar y quizá institucionalizar la red de ex alumnos del MBA de la Universidad de Chicago que existen en Chile. Son los otros Chicago, los que se fueron a la Escuela de Negocios y que han aprendido allá las enseñanzas que se imparten en una de las tres mejores facultades del área en los Estados Unidos. Diecisiete chilenos desde 1990 a la fecha se han ido a estudiar un MBA a la Universidad de Chicago. Un número que es menor a los 62 que figuran en los registros del MIT para el mismo período. "Tengo la impresión de que Chicago nunca ha sido muy masivo", dice Darrigrandi, quien está empeñado en que se junten más frecuentemente los ex alumnos del programa de MBA de esa entidad norteamericana. Chicago, en su programa de negocios, tiene un par de sellos que son diferenciadores, explica Darrigrandi: enfatizan mucho buenos conocimientos y fundamentos en economía, estadística y matemática, incluso en materias como marketing y recursos humanos. Además, tiene un currículum flexible, hay un solo curso que es obligatorio que es de liderazgo, y cada estudiante puede armar su propio currículum, lo que es muy atractivo para la gente que ya tiene experiencias en negocios. La otra ventaja es contar con profesores reconocidos a nivel mundial, como Robert Fogel y Franco Modigliani, este último es considerado uno de los padres de las finanzas modernas. También está Eugene Fama, que desarrolló la teoría de los mercados eficientes. Estudiar el MBA tampoco es barato: todos los gastos del programa más vivir allá suman unos US$140.000. Para Rafael Carvallo Pérez, ex MBA y actualmente en Santander Investment, es

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estimulante aprender de gente que ha tenido ideas y propuestas que han cambiado el modo de ver los negocios, como Fisher Black y Myron Scholes. En esta área, la Universidad de Chicago impone un sello que para Francisco Lepeley es bastante único: "un enfoque analítico-económico para enfrentar prácticamente cualquier problema de negocios". Lo anterior puede ser parte del gran desarrollo que ha tenido al interior de la Universidad el estudiar el comportamiento de las personas, tanto en temas de inversión como otros problemas que se presentan cotidianamente. Él cree que quizá después de la crisis de 1982 la reputación de los "Chicago Boys sufrió un poco", pero el éxito de las reformas económicas ha devuelto cualquier prestigio que se haya podido perder en algún momento. Raúl Alée, MBA de Chicago, describe el ambiente que se vive en la escuela de negocios como "muy exigente. Nadie le dice nada a uno, pero desde la primera clase me di cuenta de que todos eran igual o más capaces que yo. Además, los chilenos se caracterizan por ser los mejores alumnos, así es que uno no podía ser la oveja negra. A pesar de toda esa exigencia, la competencia era muy sana y se compartía mucho en el plano de la amistad y la camaradería".

Hito del siglo XX Como una de las elites más relevantes del siglo pasado describe el historiador Cristián Gazmuri a los "Chicago Boys". Sin duda lo fueron, al ocupar puestos claves durante el régimen militar y desde ahí introducir las reformas pro mercado que abrieron la economía y terminaron con las viejas prácticas de fuerte intervencionismo estatal. Entre los nombres de quienes fueron a estudiar allá está el de Ernesto Fontaine, Dominique Hachette, Rolf Lüders, Sergio de Castro, Pablo Baraona y Alvaro Bardón. De gente que posteriormente se identificó con la Concertación están Carlos Massad, Roberto Zahler y Ricardo Ffrench-Davis. El convenio entre la Universidad de Chicago y la Universidad Católica se firmó el 30 de marzo de 1956, por lo que esta semana se cumplieron 50 años. El acuerdo fue gestionado por el decano de ese entonces de la Facultad de Economía de la UC, Julio Chaná, a instancias del rector de la época monseñor Alfredo Silva Santiago. El convenio estipulaba la venida a la Escuela de Economía de la UC, en calidad de profesores visitantes, de académicos de la Universidad de Chicago, así como la concesión de becas en dicha universidad norteamericana a alumnos y profesores jóvenes de la Escuela de Economía de la Universidad Católica. Entre los primeros profesores visitantes destaca la figura de Arnold Harberger. En tanto, entre los primeros siete becarios chilenos en Chicago estuvieron Pablo Baraona y Sergio de Castro, ambos ministros claves del gobierno militar. Como consecuencia de la reforma de 1967-1968, algunos de los economistas formados en

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Chicago y que ocupaban cargos directivos en la UC dejaron la universidad y se integraron al Centro de Estudios Socioeconómicos (Cesec), dirigido por Emilio Sanfuentes, que fue uno de los redactores de El Ladrillo. Después del golpe del 11 de septiembre, aprovechando contactos que el grupo de economistas de Chicago habían hecho con la Armada, rama a la que se le encargó el área económica, éstos lograron puestos claves en el Estado.

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