UNA GUERRA LITERARIA DEL SIGLO DE ORO LODE DE VEGA

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UNA GUERRA LITERARIA DEL SIGLO DE ORO LODE DE VEGA Y LOS PRECEPTISTAS ARISTOTÉLICOS ADVERTENCIA PRELIMINAR 1. Al decidirme a dar por terminado este trabajo y publicarlo, no se me oculta que, inmediatamente que esté impreso; ha de a sufrir adiciones y modificaciones conforme se vayan utilizando y ampliando los nuevos elementos que aporta a la investigación históricoliteraria del siglo de oro españoL . 2. Pero en la imposibilidad de agotar totalmente d tema, íne parece más útil que intentarlo, en vano, presentar ahora cuanto .he logrado reunir y hallar durante una paciente y pesadísima in·· vestigación, sólo estiimvbJe, con seguridad, para aquellos dedi- cados por •entero a tan ingratas labores. Para ellos es al fin. Y así podremos completar entre to- dos uno de los aspectos más interesantes de la vida intelectual ,en la gran época de la literatura española: la lucha de Lope de Vega contra los preceptistas de raigambre aristotélica, cuyo pa- ladín vino a ser, por su desdicha, el doctor Pedro de Torres Rá- mila, más famoso que conocido. La falta misma ele datos y la oscuridad impenetrable que rodeaba a est¡¡. g:uerra, · confusamente juzgada hasta el presen-' .te \ no hacían sospeclhar siquiera, ni con: mucho, . la. excep- , Contra lo de esperar,, no aludió a ella. J 4an de talbán en la blogt:afía del F'inix de los Útgenios que ptiso á! frente

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UNA GUERRA LITERARIA DEL SIGLO DE ORO

LODE DE VEGA Y LOS PRECEPTISTAS ARISTOTÉLICOS

ADVERTENCIA PRELIMINAR

1. Al decidirme a dar por terminado este trabajo y publicarlo, no se me oculta que, inmediatamente que esté impreso; ha de ~omenzar a sufrir adiciones y modificaciones conforme se vayan utilizando y ampliando los nuevos elementos que aporta a la investigación históricoliteraria del siglo de oro españoL .

2. Pero en la imposibilidad de agotar totalmente d tema, íne parece más útil que intentarlo, en vano, presentar ahora cuanto .he logrado reunir y hallar durante una paciente y pesadísima in·· vestigación, sólo estiimvbJe, con seguridad, para aquellos dedi­cados por •entero a tan ingratas labores.

3· Para ellos es al fin. Y así podremos completar entre to­dos uno de los aspectos más interesantes de la vida intelectual ,en la gran época de la literatura española: la lucha de Lope de Vega contra los preceptistas de raigambre aristotélica, cuyo pa­ladín vino a ser, por su desdicha, el doctor Pedro de Torres Rá­mila, más famoso que conocido.

4· La falta misma ele datos y la oscuridad impenetrable que rodeaba a est¡¡. g:uerra, · confusamente juzgada hasta el presen-' .te \ no hacían sospeclhar siquiera, ni con: mucho, . la. excep-

, Contra lo qu~ ~ra de esperar,, no aludió a ella. J 4an Pére¡~ de Mon~ talbán en la blogt:afía del F'inix de los Útgenios que ptiso á! frente .del~

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cional importancia que adquirió y su extraordinaria trascenden-

Fama Póstuma, Madrid, 1636, qmzas no queriendo que empañara la glo-· ria de Lope una lucha que tanto le amargó la vida. El primero que lo hizo· fué Nicolás Alntonio en su Bibliothecct hispana n.ova, Roma, 1672 (2.• ed. Ma­drid, 1788, tomo II, pág. 243}; pero tan poco explícitamente, a pesar de· que pudiera haber aclar.rudo bien los hechos, que apenas si indicó el medio de poder aJllegar más notic¡;a.s.

A Nic. Ant. siguieron, ampliando algunos puntos acertada o erróneamente, Juan Antonio Pellicer en su Ensayo de Hna biblioteca de traductores españoles, Madrid, 1778 (pág. 168) y en la Vida de Cervantes, impresa al frente de su edición del Quijote, de Madrid, 1797 (tomo I) y luego por separado en Ma­drid, 18oo (pág. 75); José Antonio Alvarez Baena en sus Hijos de Madrid. ilustres, Madrid, 1789-91 (tomo II, pág. 185); José de Rezaba! y Ugarte en su Biblioteca de los escritores qne lwn sido individu.os de los seis colegios mayores, Madrid, 1805 (pág. 362); Martín Fernández de Navarrete en su: Vida de Cervantes, Madrid, 1819 (pág. 441), y otros varios de menor interés que ah.tdieron al asunto.

El barón Adolfo Federico de Schack, en Geschichte der dramatischen Literatu.r nnd Iütnst in Spanien, Berlín, 1845-46 (tl<a,ducción de Eduardo· de Mier, Madrid, 1885-87, tomo III, pág. 328), aprovechó parte de lo preceden­te y además, aunque no le cite, lo que había dicho antes que todos Juan An­drés Dieze en sus notas a Velázc¡uez (Geschichte der Spanischen Dichtkeunst,. Gotti'nga, í76g), no conocidas en España. Y don Marcelino Menéndez y Pelayo, ell la Historia de las Ideas estéticas en Espaí'ía, tomo II (siglos XVI y XVII),

:tvf'adrid, 1884 (2." edición, tomo III, Madrid, 1896, págs. 412 y sigts.), se ocupó principalmente de relacionar la guerra entre Lope de Vega y Torres• Rámila con su época y logró ya indicar en cierto modo la cronología de Jos acontecimientos.

Pero quien más ampliamente trató del asunto, sobr.e todo desde el punto· de ''ista histói·ico, fué don C'ayetano ALberto de La Barrera en su Nueva bio­gmfía de Lope (Obras completas de Lope de Vega. Ed. de la Academia Es­pañola, ton1o I. lVIadrid, 1890, págs. 299-3I2y, En ella, aun cuando dejara lagurnas y errores de qurienes le precedieron, procuró al menos acl•arar mu-· chas encubiertas alusiones y documentar lo más posible cuanto se sabía; pero, desgraciadamente, mezcló a Góngora y a los culteranos en la cuestión (*), y si no adujo pruebas de su suposición, en cambio desvió por completo el valor de· la guer;·a ert Ja¡ litetatui'a del siglo dé oro, y embrolló aún más lo que ya de pot sí estaba oscuro, y su trabajo, por un exceso de celo, fracasó en parte.

N o se tomó tanto interés don Manuel Martínez Añíbarro en su Intento de·

(*) A Jo largo de las págin<JJs que siguen se verá cómo el autor de las·

Soleda.des permaneció al margen de la guerra por entero. Con razón don Mi­guel Artigas st~po!ne, en su magnífico estudio Don Luis de Góngora y Argote,. Madrid, 1 925 (pág. 164), que el gran poeta cordobés "no necesitaba ayudas de gramáticos pedantes para atacar a Lo:pe ni a nadie". "He tenido opinión que· nadie Ji·a.sta hoy me ha quedado a deber nada ... " "Ese era su carácter y su

lema."

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cia en la vida de Lope de Vega y de varios de los más célebres; ingenios coetáneos, suyos ; pero, sin embargo, siempre se ha re­conocido su estudio como del mayor interés 2

, aun cuando, debi­do, sin eluda, a las dificultades que presenta:ba por la extensión

un Diccionario biogi·áficó y bibliográfico de a.tttores de la provincia de Burgos (:pág. 519), publicado cuando la obra de La B'an·era, pues aunque el pie de· imprenta es de Madrid, r889, el colotón indica que se aca:bó en r89o. Se limi­tó a capiar a Rezaba! y algún oti'o, haciendo caso omiso de Schack y Menénclez Pelayo, y lo que faltaba lo suplió con su fantasía, sin saber siquiera para qué.

En cuanto a los posterior-es biógrafos del Fénix, no hicieron más que se­guir a La Barrera, sin ruportar nada nuevo, y a veces enturbiando más lo ya conocido con suposiciones algo aventuradas, ya que investigar directamente hu­biera requerido mucho tiempo. Así lo hicieron notar Rennert y Castro en su Vida de Lope de Vega, Maclricl, 1919 (pág. 263), si bien, a causa ele seguir· a Schack, volvieron a deshacer la cronología ele la guerra, ya aclarada, en ras­gos generales, por Menéndez y Pelayo.

Otros rehusaron averiguar más, ·aun cuando clebím1 haberlo hecho tam­bién, como el padre Aicardo, que habiendo ele tratar exte:J.samente ele la citada lucha ele Lope y sus enemigos, dice coil deseilfaclo: "De Torres y· los suyos no hay que hab[ar ahora (! !) (Lope de Vega, sacerdote y poeta (r6rs-r635, I). En Razón y Fe, tomo XLV, pág. 438. Y conste que, como es ele: sospechar, no lo hizo en ninguna otra parte, por fortum1., pues en sus estu­dios acerca del Féniir demuestra la más conlij)!etaJ incompr-ensión ele su vida, que juzga con un criterio -estrecho y seco, donde en vano quiere sujetar af "Monstruo ele Naturaleza".

De todos modos, el más oblig<Vdo a tratar de la guerra entre Lope ele Vega y Torres Rámila era don Francisco de Asís Icaza en su atrayente libro: Lo pe· de Vega, sus amores y sus odios (Madrid, "Renacimiento", sin año), admira­blemente escrito y lleno de amenidad y comprensión para el \Fénix -el re­verso del padre Aicarclo-; pero no lo hizo así, y 'll.i mencionó siquiera al" enemigo de Lope, a pesar de que este odio es interesa.ntísimo, pues ataca a la gloria de escritor del autor de La Dorotea, es decir, al elemento más elevado· de su espíritu. N o obstante, escribió un párrafo sugerentísimo (pág. 298):

"Las amistades y los amores ele Lope eran menos peligrosos que sus ren-­cül·-es y sus odios: clesahogábanse éstos, genemlmente, en maJedicencia lite­t'aria epistolar, ya en prosa, ya rimad'a, y en esta o en aquella alusió-n ele· sus éomeclias y esditos sueltos en las que mmca llegó ~1i al intencionado ata­que de Ruiz ele Alarcóll, hi a la a.gria censura de Suárez ele Figueroa, ni mu­cho menos a la acerada o contundente sátii·a ele Quevedo o al venenoso sar­casmo ele Góngora."

Claro es que Icaza hubiera variado bastante su opinión respecto ele la mode­ración satírica ele Lope si hubiera tenido noticia de algunos elatos de los que aparecen en este trabajo.

Finalmente, quiero advertir que cuando sea conveniente indicaré las apor­taciones ele cada U:lo de los autores y su acierto o error.

2 "Por interesante que sea esta controversia, no podemos detenernos aquí en ella." Rennert y Castro: Ob. cit., pág. 263, nota r.)

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cde asunto y el gran numero de personajes relacionados con él, nadie se decidiera a llevarlo a cabo.

5· En este tmbajo lo he procurado en gran parte. Si no lo­:gré mi propósito, al menos he enriquecido con nuevas y curió­sas aportaciones, no sólo la vida y la obra de Lope, sino también las de Pedro de Torres Rámila, Cristóbal Suár,ez de Figueroa, Juan Pablo Mártir Rizo, 'Francisco López de Aguilar, Tomás Tamayo de Vargas, Luis Tribaldos de To1edo, Manuel Ponce, Luis Vélez de Guevara, Vicente Espinel, fray Hortensia Félix Paravicino, fray Lucas de Montoya, Alfonso Sánchez dé Mora­talla, Simón Chauvd, Juan ele Piña, Elisio ele Meclinilla, Anasta­sia Pantaieón ele Ribera, José de PeUicer, etc., etc., que intervie­nen más o menos dit:ectamente en la cuestión. Lo que haya ele 11uevo o de valor ya· se verá en cada caso, si: no lo deslucen las faltas mías.

6. Por último, debo advertir que solamente s~e ·estudiará en las páginas que siguen el desenvolvimiento merament·e 'histórico ele la guerra, excluyendo, ele intento, cuantas obs·ervaciones críticas pu­dieran suscitars·e acerca -:-de las tendencias ideológicas del uno o del otro bando, lo cual será objeto de un estudio ext,enso, que preparo, acerca éle Lo pe de Vega y la preceptiva literaria de su tiempo, donde se expondrán todas las discrepancias y afinidades de la obra del Fénix con d pensamiento literario de su época y a la vez con ·el suyo propio 3

• ·

7: Por análogas razones quedan al margen de este trabajo las relaciones literarias ele Lo pe de Vega con cualquier otra evo­lución literaria ---'Culteranismo, conceptismo, etc ... -, salvo cuan­do tengan algún punto ele interferencia con el asunto que voy a tratar, y también los panegiristas del Fénix ajen os a esta guerra, así como los ~enemigos que tuvo de caráct·er personal, no litera­rios, el inmortal poeta madrileño.

3 Siempre será ante,cedente principa,!ísimo, que. debe consultarse, ra Historia de las Ideas estéticas e11 Esp.aña. (tomo ILI, págs. 301 y .sigts.), del insustituible maestro ·don Marcelino Menéndez y Pelayo, que en éste, como en infinitos casos, dejó marcado con trazos firmes el camino a seguir,

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INTRODUCCIÓN

r. Las tendencias literarias, derivadas del pensamiento re­nacentista, que S•e difundieron en España durante la primera mitad del siglo de oro, no tuvieron realmente cohesión y fuerza ideológicas hasta finales del siglo xvr, cuando fueron asinJ.ilán­dose a la psicologi·a nacional y aparecieron los grandes renova­dores ele los géneros literarios : Gervant.es, Lope ele Vega, Que­vedo y Góngora, a los cuales no es difícil asignar los restantes valores ele la literatura española durante los reinados ele los tres :Felipes de Ausüia, cuyo centro ele esplendor es próximamente el año r6oo.

2. Nunca se insistirá bastante sobre la inmensa influencia ejercida en España por la literatura italiana del Renacimiento, que debería estudiarse corno introducción ele la nuestra l. Ella nos trajo, a la vez que su preceptiva propia, la retórica clásica que había wbsorbiclo, y así pudo adentrarse en nuestras I.etras,

Recientemente he indicado la necesidad i:1eludible de que se funde en Es.paña una cátedra de Literatura Italiana comparada con la, Española, y así se pueda estudia,.r ésta de modo completo y científico, para lo cual se•·ía ex­cele:lte ayuda la creación de un Instituto Hispa,.no-Italiano que facilitara, las hlaciones culturales entre "las dos privilegiadas penínsulas que, con Grecia, constituyen las tres etapas decisivas de la cultura mediterránea y europea; de ellas irradiaron, cronológicamente, la seguridad clásica, la emotividad rena­centista y la bquietud transoceánica moderna: el occidente spengleriano en·· tero". (Véase la Advertencia a mi traducción del precioso o.púsculo El Islam 3' el Cristianismo, del ilustre profesor italiano Ezio Levi d'Ancona, Ma­drid, 1931, :pág. 3.) ¿Lograremos algún día que se realice este gran paso en el estudio de· nuestra cultura literaria-?

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después ele que en vano habían intentado realizarlo directamente los humanistas y renacientes hispanos quinientistas.

3· Así se explica que al comenzar la segunda mitad del siglo de oro -época creadora y no ele formación como la primera­los escritores españoles siguieran la preceptiva aristotélica, in·­fl.uída o no por Horacio 2

; pero siempre vista a través de la literatura italiana del Renacimiento, a diferencia eLe los precep­tistas, que, más apegados a la tradición, glosaban eruditamente la retórica grecolatina sobre los textos originales.

4· Cervantes, pese a sus vanos intentos de unirse a las nue-· vas tendencias 3

, fué, ante todo, un hombre del Renacimien­to 4 que siguió a través ele éste la preceptiva clásica siempre que pudo 5

; de aquí que sea el escritor más representativo ele su época, el verdadero "hombre en su siglo" que concebía Bal­tasar Gracián 6

; por ello comprendió con evidencia el fraca­so de la vida española que se avecinaba y presentó en don Qui­jote y Sancho los dos aspectos ele ella que debían equilibrarla.

5· Pero si Cervantes resume y sintetiza toda la evolución re­nacentista española, ele ésta también na'Cieron las tres tendencias que la nacionalizaron y la dieron valor vivo, o la perfeccionaron hasta agotarla: Lope de Vega, que la remozó con el elemento po­pular; Góngora, que por la erudición llegó a depurarla plásti­camente ("culteranismo"), y Quevedo, que intentó aunar lo po­pular y lo erudito en el "conceptismo" 7

, sin conseguirlo en rea-

2 Véase Menéndez y Pelayo: Ob. cit., tomo III, págs. 301 y sigts. 3 Véase la magistral monografía de don Armando Cotarelo y V alledor :

El teatro de Cerva-ntes. lviadrid, 1915, pág. 43· 4 Así aparece claramente e:n El Pensamiento de Ce1·vantes, de don Amé­

rico Castro (i'viadrid, 1925), importante avance para el estudio del renaci­miento español.

5 Véase Menéndez y Pelayo: Ob. y tom. cits., pág. 420.

6 "Hombre e:n su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de lo~ tiempos. N o todos tuvieron el que merecían, y muchos, aunque le tuvieron, no acertaron a lograrle. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre: tienen las cosas su vez; hasta las eminencias son al uso; pero lleva una ventaja lo sabio: que es etetno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán." (Oráculo Mwwa.l. Ed. Bibl. Aut. Esp., tomo LXV, página 572.)

7 Teoüendo en cuenta que la técnica culterana es, como ha observado muy bien Dámaso Alonso (véase su edición de las Soledades de Góngora., Madrid [ r 927], pág. r 5), formar una serie de elementos dispares "unidos por u:na sola designación", que sería "la clave -género próximo- para un

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lidad, como puede suceder siempre que se toma una posición .ecléctica excesivamente contradictoria.

6. Fué, pues, Lope de Vega quien primero s·e colocó frente a la retórica clasicista italianizante 8 a causa del nuevo derrote­ro nacional que imponía a la poesía épica y a la dramática princi­palmente, y de ello nació una guerra entre él y los preceptistas aristotélicos que duró hasta fundirse confusamente todas las evo­luciones renovadoras en el período de indecisión ideológica de Jinales del s1iglo xvn.

7. Entre los preceptistas aristotélicos coetáneos ele Lope ele Vega se destaca en primera fila, como opuesto a las innovacio-11es del gran dramático madrileño, Alonso López Pinciano 9

,

tropel de conceptos", cuya "última diferencia se la dan el contexto o los determinativos"; el conceptismo viene a ser, en cierto modo, desde este punto de vista, una especie ele culteranismo, en el cual por confusio::J.ismo popular se ·hallan metáforas erróneas a causa de creerse ilógicamente que tienen género próximo y última diferencia conceptos por completo distioltos. Así a las se­·mejanzas morfológicas y cromáticas han sustituido fals¡¡s apariencias ele analo­gía entre ideas diferentes y a las palabras latiniza;:ltes o grecizantes las in­ventadas ingeniosamente. La misma difusión del conceptismo y su superviven­·cia -nótese que el 1·etruécano actual no es más que una degeneración suya-­prueban su carácter popular frente al culteranismo, sin perder la co::1dición de éste ·en la búsqueda ele expresiones anfibológicas de toda clase de cono­ómientos.

8 Obsérvese que no sólo llevaba ya el Fénix publicadas muchas con1e­.dias, La Dragontea, y sobre todo La Jerusalén Conquistada, cuando apare­cieron definidos el cultera01ismo y el conceptismo -descontemos la aparición preced·ente de sus integrantes de modo esporádico-, sino que estas dos in­novaciones literarias, por su fuerte raigambre renacentista, y su tono eru­dito, no estaban, al fin, taTI disociadas ele la preceptiva clásica, como la obra de Lore, completamente autodidáctica en muchos aspectos.

9 Alfonso López, denominado Pinciano por haber nacido en Vallado­lid (Pincia.), hacia r 547, fué doctor en medicina y prestó sus servicios duran­te más de veinte años a doña M·aría, hermana de Felipe II y viuda del em¡perador Maximiliano 'II de Austria, que vivió en el convento de las Des­·Calzas Reales desde r576 hasta r6o3; y también a la infanta doña Margarita, monja en el mismo convento.

Escribió, además de la Philosoph1:a antigua poética., El Pelayo (Madrid, r6rs), poema castellano que compuso en su ju;entud y los Pronósticos de Hipócmtes (Madrid 1596), celebrados todos por el padre Jua.n Márc¡uez en ·su Vida de Fra:J' Alonso de Horozco. Tradujo, además, Pincia'no La peste de Atenas, de Tucídides.

Se ignora la fecha en que murió; pero en r 627 aún vivía, pues de este ·año es una petidón que hace al Rey para que libre de la carga de aposento a cierta casa que poseía en la calle de las Urosas -hoy Vélez de Guevara-

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cuya Philosophia Antigua Poetica 10 es un perfecto sistema filo~ sófico y or·iginal de preceptiva clásica, donde si no se ataca a_Lope concretamente -no se le nombra siquiera en ella-, en cambio se dan como normas a seguir las más opuestas a las suyas y éstas se censuran en general como inadmisibles. López Pinciana es, sin duda, el más fiel y erudito comentarista de Aristóteles y defiende con calor y energía, si bien r·ehuyendo toda pasión in­justificada, las reglas y las unidades clásicas de la comedia y la epopeya y s·e lamenta sinc-eramente del desprecio en que se tenían estas doctrinas, proclamando con entusiasmo la conveniencia de­volver a ellas.

8. Pero si el Pinciano se abstuvo de citar en su obra a Lope de Vega, el público culto no fué tan discreto en su opinión y al punto comprendió, y así debió, de defenderlo, qué poeta dramá­tico era el que menos seguía l¿s consejos del ilustre preceptista,. y contra quién iban sus tiros:

9· "La comedia se puede rep11esentar como que la acción della haya acontecido en tres días, y la de la tragedia en cinco,

porque era muy estrecha y baja, y constituía la escasa hacienda que había de heredar su hija única, entonces soltera. El Rey pa,rece ser que accedió a la petición tras varias dudas. (Véase Pérez Pastor: Bibliografía M adrileHa .. Parte III, pág. 42r.)

ro Philosophia 1 Antigva poetica 1 Del Doctor Alonso 1 Lo.pez Pincia­no, Medico Ces·a,reo. 1 Dirigida al Conde Ihoano:~es Kevehiler ele Aichelberg, 1 Conde ele Fra.nkemburg, Baron absoluto ele Lanclts- 1 eran y vVernsperg, Señor ele Osteruiz y Carls- 1 pel·g, C'auallerizo Mayor ·perpetuo y hereditario . del Archiducado ele Carinthia, CaualLero ele la Orden del 1 Tuson del Rey Nuestro Señor, y del Consejo y 1 ele la Camara del Emperador, y su 1 Em­ba>eaclor en las 1 Españas. 1 (Grabado representando a la Virgen, con la le­yenda "Ante torum huius .Virginis frequentate no bis clulcia can ti ca clrama-­tis'' .) 1 En Ma,c\ricl, j Por Thomas Iu01ti. 1 M. D. XCVI.

Un vol. en 4. 0 Porta.cla + 3 hs. s. n. ele Prels., 535 .págs. ele texto, r pági01a ele Tabla. En el reverso de la portada, el escudo del Mecenas. Preli­minares: Summario del Privilegio (r6 sept. 1595); Tassa (ele a cinco blancas el pliego) (ro feb. 1596); Erratas (del libro y certificado de estai· conforf¡w con su original) ; "Al Conde lhoannes ele Aichelberg". (Dedicatoria del autor) y a.l lector (del autor).

Es la primera edición y muy rara.

Se editó ·esta obra con introducción y notas por don Pedro Muñoz Peña en Valladolid ( r 894).

Acerca del valor e interés general del libro del Pinciano para el estudio· ele la preceptiva clasicista, debe consultarse el comentario ele Menénclez y Pelayo en su Historia de las Ideas Estéticas en Es-pana (tomo III, págs. 327 a 351).

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a lo más largo" ... "Y de aquí se puede colegir cuáles son los. poemas a do nasce un niño, y cresce, y tiene barbas, y se casa y tiene hijos y nietos" 11•

I o. Seguramente se criticó al Fénix entre los escritores y los eruditos, y muchas de las críticas debieron de llegar a sus. oídos, ya que después se queja vagamente de objeciones hechas. a sus obras:

1 r. En r6o2 publicó Lope una Cuestión sobre el honor debido· a la poesía, epístola dirigida a Arguijo 12

, que no tiende a.

r r Aunque algo parecido sucede en la comedia de Lope de Vega El' Aldegii.ela y el Gran Prior de Costilla, no debe de referirse a ésta, como su­pone el señor Rodríguez Marín (Ed. Quijote, 1928, tomo III, pág. 404), por­que seguramente es muy posterior. M.e 1() hace suponer así que no figura en ninguna de las citas de El Pereg6no en sn patria (r6o4 y r6r8) y que las copias hechas de ella llevan fecha de r 622 y r 623 (Cfr. Rennert y Castro: Ob. cit., pág. 459). Claro es que no faltan comedias de Lope que pudiera. conocer Ló.pez Pinciano y a las cuales sea lícito aplicar esto, como las de Er Nacimiento de Anú5n y Valentín y El hijo venturoso, que son anteriores. a r6o4 (Cfr. Rennert y Castro: Ob. cit., págs. 487 y 522), y las cita también eL erudito anotador de Cervantes.

r 2 La 1 Hermosvra 1 de Angelica, 1 Con otras diuersas Rimas. 1 De Lo pe de Vega Carpio. 1 A don Iua:1 de Arguijo, Veinti- 1 quatro de Seuilla. [ (Es­cudo de Arguijo y a uno y otro lado de él las inscripciones: "Virtud y ono-· bleza" y "Arte y Naturaleza.") 1 En Madrid, 1 En la emprenta de Pedro· Madrigal. 1 Año r6oz. '

Colofón: "En Maddcl, 1 E:1 casa ele P. ele Madrigal, 1 año ele r6oz." Un vol. en 8.0 de 8 hoj.as, s. n., ele Prels. + 482 folios de texto (la nu-·

meración salta del 288 al 299 y del 386 al 389, por error), + 2 hojas, s. n .. Contiene: Portada (en el reverso la suma del privilegio por diez años:.

Valladolid, 20 de octubre ele r6o2); Dedicatoria del autor; Tasa: Vallaclolicl, 30 ele noviembre de r6o2; Erratas; Soneto ele don Luis ele Alvaraclo a do-:J' Juan de Arguij o; Dos quintillas ele don Baltasar ele Luzón y Bondilla aL autor ; Dos redondillas ele don Francisco Niño del Carpio al autor ; Prólo­go; Dos quintillas del Príncipe de Fez al autor; Soneto del Marqués de )a., Adrada al autor; Octavilla del Conde de Villamar; Octavilla del Cond~

~le Aclamar; Silva ele don Lorenzo ele Mencloza; Décftna ele doña Isabel de Figueroa; Octavilla de Juan de Vergara; Octavilla ele ] uan de Piña; Octavilla. de Lucinda a Lo.pe; Octavilla de Lo·pe a Lucincla; Soneto ele don 'Mateo Pé­rez ele Cárdenas; Dos redondillas ele don Félix Arias Girón; Retrato de· Lope ele Vega, grabado ea madera; Texto; _Lope ele Vega a su Angélica, déci­ma, y dísticos latinos; Portada ele la "Segunda Parte de las Rimas ele Lope ele Vega"; Dedicatoria del autor a Arguijo; Texto; Soneto ele don Diego de Agreda y Vargas a Lope ele Vega ; Soneto ele Diego Ximénez de Cabredo : Quintillas ele Agustín ele Castellanos; Discurso del autor a Arguijo, en ala-. banza ele la Poesía; Portada ele la "Tercera Parte ele las Rimas ele Lope ele· Vega";· Dedicatoria del autor a Arguijo; Dedicatoria al Príncipe nuestro señor; Prólogo ele don Francisco de Borja, Comendador Mayor el~ Monte:...

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'Otra cosa sino a justificar todo aquello que se le había critica· do, rdacionánclolo con los poetas dásicos y buscándolo ante­·ceclentes en ellos, para evitarse seguramente nuevas censuras ·ele "los gramáticos (que Dios confunda)" como él dice.

12. Y esta opinión contraria a Lope de un núcleo reducido, pero importante, por tratarse ele gente ele letras clacta, precisa­mente debió ele p~rclurar cuando en r6o4 dice el F éniz en el pró­]ogo ele El Peregrino en su patria 13

:

13. "En España se tiene por sin eluda que no ha nacido Poe­ta en este siglo: ¿pues cómo hay tantos que quieren serlo? Los que pretenden, tra•bajen; los que comienzan, imiten; los que ig­noran, a1wendan; los que saben, agradezcan; los que maldicen, es·criban, que haJblanclo mal no se alcanza fama, sino escribien­·do bien." " ... quiero advertir a los que leen mis escritos con afición (que algunos hay, no en mi patria, en Italia, Francia, y en las Indias, donde no se atrevió a pasar la envidia)" ... Todo lo cual corrobora esta clara alusión de Quevedo en el so­neto suyo que figura entre los preliminares ele la obra citada:

·sa. Soneto del Duque de Osuna y Conde de Ureña al Príncipe nuestro señor; Ac;·ósticos latinos de Frey Miguel Cejudo; Dos quintillas del mismo; Déci­ma del licenciado Carrillo Triviño ; Soneto de Miguel de Cervantes; Soneto de Andrés de Valmaseda; "Lo que se ha de advertir para la inteligencia

·deste libro"; Retrato de Lope de Vega, grabado e:1 madera (repetición del ·anterior) ; Texto ; Dos quintillas del doctor Maximiliano de Céspedes a la "Angélica" de Lo pe; Cuatro quiTitillas de doña Catalina Zamudio al Autor; Dos quintillas de Leonardo Méndez Nieto a Lope de Vega; Décima de Gil Velázquez a la "A'ngélica"; Dos quintillas de Frey Miguel Cejudo a la misma; Dos quintillas del Lic. Matías de Porras a la misma; Colofón; y dos hojas

·en blanco, sin num. Es la primera edición de La Hermosura de Angél·ica y de las Rimas, y

la segunda ele La Dragontea. iVIuy rara. Hay ejemplar en la Biblioteca Na­·ciona!.

13 El Peregrino en su patria. De Lo.pe ele Vega Carpio, dedicado a don Pedro Fernández de Córdova, Marqués de Priego, Señor de la casa de

.Aguilar. Colofón; Impreso en Seuilla por Clemente Hidalgo. Año de 1604. Un vol. en 4.0 de 12 hojs. de Prels., s. n., + 264 fols. ele texto. Contiene: Portada grabada; Fe ele erratas; Tasa; Suma del privilegio;

.Aprobación de Tomás Gracián Dantisco: Valladolid, 25 de noviembre de r6o3; Dedicatoria del autor: Sevilla, último día del año de r6o3; Retrato ele Lope

·y escudo suyo; Soneto de Arguijo; Soneto de Quevedo; Soneto de Camila Lucinda; Prólogo.

Primera edición. Es muy rara y hay ejemplar de ella en la Biblioteca ·Nacional.

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LOPE DE VEGA Y LOS PRECEPTISTAS ARISTOTÉLICOS 145

14. "La envidia su verdugo y su tormento hace del nombre que cantando cO'bras, y con tu gloria su mar~irio crece.

Mas yo disculpo tal atrevimiento, si con lo que ella muerde de tus obras la boca, lengua y dientes enriquece."

15. Lope de Vega mismo dice, refiriéndose a sus enemi­gos, en su Epístola a Gaspar de Barrionuevo 14

:

r 6. "Piensa esta pobre y mísera caterva que leo yo sus sátiras, ¡qué engaño !, bien se el a,!j aba sin tocar la hierba."

"Y si quisiera hablar, ¿quién hay que el baño vaya tan blaJ:tco, que desnudo diga : "Bien limpio estoy" y es todo ma.ncha el paño?

Difícil es de ver la propia viga: yo sé quién se pusiera colorado : lw ¡paciencia ofendida, a mucho obliga.

Otros hay de blasón más levantado que piensan que burlándose de todo su ingenio ha de quedar calificado.

Y no imaginan que del propio modo se burla dellos el mayor amigo, cuando tuercen la boca y dan el codo.

Y o por lo menos desta gente digo que malquistarse por hinchado un hombre es de los 'hombres el mayor castigo.

Sigularizan gusto ; pero el nombre bien sa,be Dios la autoridad que pierde aunque a ignorantes esta treta asombre."

"Munnu~·a al elefante el vil conejo, y el negro cuervo al ruiseñor suave. El conocerse es cdestial consejo.

No puede ser docto hinchado y grave, si dice Dios que l.w swbiduría en los humildes y pequeños cabe.

I4 Rimas J de Lope de Vega 1 Carpio. 1 A Do:1 Juan de Arguijo 1 (Gra­bado.) 1 En Sevilla 1 Por Clemente Hidalgo. r6o4.

Un vol. en r6. 0 (8 X rr mms.) de XVI fols., s. n., de Prels. + i92 fols. de texto. El único ejemplar conocido existe en la Biblioteca Comunal de Sie­na (Italia.) (sig. 39· Q. V.).

(Véase Restori: Reseña de los tomos I, II y III de las Obras de LoPe de Vega. Ed. Academia Española.. En ZeitscMift fiir Romanische Philologie. Halle, tomo XXII (r8o8), pág. 99.)

10

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

Pues si lo de Escalígero sabía no saben estos cónsules de Apolo, ¿que quieren a la sincera poesía?

Tampoco es este mal que os cuento ; 15

más plagas me persiguen de poetas que tiene arena el Po y oro Pactolo."

r 7. Y otros varios amigos del F éni:r también creyeron ne­cesario defender su fama en esta época, prueba indudable ele que se le atacaba. Juan ele Piña, inseparable suyo 16

, por ejem­plo, comenta refiriéndose a la pluma del F éni:r 17 :

"Atrévome a decir, si lo que digo sufre la envidia, que es honor de España."

r8. De modo análogo que el autor ele la Philosophia A·nti­qua Poetica manifestó su opinión en este sentido el humanista murciano Francisco Cascales 18

, en sus Tablas Poéticas 19, don-

15 Como puede verse por esto, Lope mismo diferenciaba perfectamente las censuras que le hacían los preceptistas clásicos de las inevitables envi­dias literarias que suscitaba en los demás poetas·.

16 Don Emilio Cota,relo y Mori insertó un excelente y documentado es­tudio biográfico y crítico acerca ele Juan ele Piña, en la edición que hizo de sus Casos prodig-iosos y cueva encantada (Maclricl, 1907. "Colección selecta ele antiguas novelas españolas", tomo VI, págs. v a .xLn), al cual remito al lector.

17 Soneto dedicado a Lope, inserto en las R-imas, Sevilla, 1604, y publi­cado luego en la edición de Sancha (tomo IV, pág. r81).

18 Pa.ra este autor consúltese el estudio ele don Justo García: El hu­manista Francisco Cascales; Sil vida y sus obras. Madrid, 1925.

Lope de Vega debió de conocer a Cascales hacia 1614 (pág. so), tal vez por mediación ele T ribaldos ele Toledo o ele Tamayo ele Vargas, que eran ami­gos ele a.mbos.

19 Las escribió C:ascales en 1604; fueron a-probadas por el padre Juan Luis de la Cerda en r6r4; pero no se imprimieron hasta. r617, aun cuando debieron ele ser muy conocidas mientras estuvieron inéditas. (Véase García: Ob. cit., págs. 42 y sigs.) He aquí la primera edición, muy rara:

Tablas j Poeticas, 1 del Licenciado 1 Francisco Cascales. 1 Dirigidas al Ex­celentissimo Señor Don Francisco 1 ele Castro, Conde ele Castro 1 Duque ele Tanrisa.no, 1 Virrey, y Capitan general del 1 Reyno ele Sicilia. 1 - 1 Vt ex co-lumba pax, 1 (grabado) J ita ex arte perfectio. 1 - 1 Con privilegio. 1 - 1 En Mnrcia, Por Luis Beros. Año de 1 M.DCXV'll.

Un vol. en 8.0 ele r6 hojas s. n. + 448 págs. Contiene: Portada; Suma del privilegio: 18 de octubre ele 16r4; Erratas: 1vladrid, 10 de mayo de 1617;

Tassa.: Madrid, 22 de mayo ele 1617; Dedicatoria del autor; Del Autor, soneto; Prólogo del autor; Del Licenciado Christoual de Mesa; D. Didaci Saaueclra ad Lectorem Epigramma; Del Licenciado Bartolomé Ferrer, soneto; Del Ca-

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LOPE DE VEGA Y LOS PRECEPTISTAS ARISTOTÉLICOS 147

de censura duramente la epopeya y el teatro de su tiempo, con razones parecidas a las de López Pinciano, aunque menos sóli­das 23 , al cual alaba, no obstante refutarle en alguna ocasión 24 ,

mas sin atacar tampoco a Lope ele Vega personalmente, como creía por error Mesonero Romanos 25

, sino, por el contrario, ensalzándole, a pesar de las censuras del teatro del Fénix conte­nidas en sus preceptos retóricos; y llega hasta a afirmar, como si nada ele lo que dice se opusiera a ello, que era Lope "el que más ha ilustrado la poética cómica en España, dándole la gra­cia, la elegancia, la valentía i ser que hoi tiene" 20

19. Además, poco antes de morir el gran poeta le dirigió una epístola "En defensa ele las comedias i repres,entación ele ellas. Al A polo ele España Lope ele Vega Carpio" 27

, quizá

nónigo D. Francisco Faria, soneto; 'Texto; Tabla y grabado con la leyen­

da "Tv V ni ce loqvendo". El mejor estudio crítico acerca de las Tablas Poéticas ele C'a.scales sigue

siendo el de don Ma.rcelino Menénclez y Pdayo, contenido en su Historia de las Ideas Estéticas en España (Ecl. cit., tomo III, págs. 351-363).

23 Véase García: Ob. cit., págs. 129 y r r 7, respectivamente. 24 Véase Garc~a: Ob. cit., págs. r2r y sigs. 25 Disctwso preliminar del primer tomo de D1·amáticos contemPorá1!eos

de Lope de Vega (Bibl. de Autores Españoles, tomo XLIII, pág. vn). También creía Mesoneros (Ob. y lugar cits.) que los Argensolas di­

rigieron censuras a Lope ele Vega, tal v-ez suponiendo, con razón, que no sería pe­queño gol,pe para las tres deplorables tragedias de Lupercio (r562-r6q) -La Filis (perdida), La !sabela y La Alejandra- que alababa Cervantes :por estar compuestas con arreglo a las estr·echas reglas clásicas, la aparición del teatro del Féni.v de los Ingenios. Sin ·embargo, nada contra éste a>parece en las obras ele ambos hermanos, y en cambio sabemos que Lope ele Vega., como el autor del Quijote, no regateó sus alabanzas a los dos Horacios españoles, ele quienes era contertulio ·en la "Academia poética imitatoria" de Madrid y amigo parti­cular. Además de dedicarles sendas alabanzas en el Laurel de Apolo, aprobó en ro ele junio de r634, con gran encomio, la edición de las Rimas de LuPe1·­cio i del doctor Bm·tolomé Leonw·do de Argensola (*), :publicadas por su Jíij~

y sobrino, respectivamente, Ga,briel Leonardo de Albión, en Madrid y en el mismo año.

En estos mismos errores ele Mesonero Romanos respecto a Caseales y a los Argensolas incurrieron La Barrera en su Nueva biografía y Rennert y Castro en la Vida de Lope de Vega.

26 Véase García: Ob. cit., págs. r28 y 172. 27 Cartas Filológicas: Murcia,, r634. (Epístola III. Decada II.)

(*) Por cierto que también figuran, entre los preliminares, aprobaciones ele don Lorenzo Vancler Hame11 y del maestro José ele Valclivielso, amigos de Lope ele Vega, como es sabido.

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

agradeciendo que éste le había elogiado a su vez cálidamente en el Laurel de Apolo (Madrid, r63o) 28

• Ello viene a corro­borar lo equivocado de la afirmación ele Mesonero Romanos, y hasta parece indicar que exis'tió cierta amistad entre el docto humanista y el autor de La Dorotea, aun cuando no coincidie­ran en sus tendencias literarias.

20. Empero si los eruditos se oponían a las innovaciones literarias de Lope, más disgustaba el éxito ele éstas a los es­critores de tendencia clasicista que además de ser contrarios a ellas se sentían perjudicad~s por el éxito del Fénix. Poetas dra­máticos y aun épicos, que gozaton hasta entonces ele mayor o menor fama, se veían ahora eclipsados totalmente por Lope ele Vega, cuyo impetuoso avance de victoria era imposible detener, contando como contaba con el favor pleno del ·público.

2I. Todos, en general, veían con latente disgusto y pro­funda amargura -aunque muchos no se atreviesen a manifes­tarlo por miedo al favor ele que ya goza1ba Lope- cómo el Fénix de los Ingenios era el dueño ele la popularidad y la es­timación universales a que ellos habían aspirado sin alcanzarlas y ya se alejaban de sus obras para siempre, y algunos no pudieron por menos de manifestarlo, más o menos disimuladamente.

22. J ul1ián de Armendáriz, poeta precoz, que prometió por ello ponerse a la cabeza ele las Ietras españolas, ensalzado por escritores nota,bles 29

, no pudo, sin embargo, ni aproximarse a

28 Silva IV. (Ed. Bibl. Aut. Esp., tomo XXXVIII, ,pág. 203.) Cascales, por su pa,rte no olvidó este .elogio, y colaboró ·en la Fama Póstuma co:1 una poesía.

29 Nació hacia r 585 en Salamanca, donde estudiaba Artes y Filosofía en 14 de diciembre de I599· Debió ele graduarse hacia r6o3 ó r6o4. Desde muy joven se dedicó a cultivar la .poesía y la dramática. Le cita Agustín ele Rojas Villa.ndra:J.clo en su Viaje entretenido (r6o3):

"Mesa, don Guillén de Castro, Liñán, don Félix de Herrera, Valdivielso y Annendáriz, etc ... ",

y le alaba Cerva:J.tes (Viafe del Parnaso, ca.p. VII) :

"Julián de Almendárez no rehusa, Puesto que llegó tarde, en dar socorro Al rubio Delia con su ilustre musa."

Publicó en junio de r 6o2 unos versos esdrújulos, que son su primera obra, y ganó con ellos el primer premio del Consistorio ele Salamanca, y en r6o3 el poema Pat1·ón Salmantino, escrito en ho:1or de San Juan de Sahagún, donde figura un soneto en alabanza del autor, por fray Juan de Armendáriz,

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LOPE DE VEGA Y LOS PRECEPTISTAS ARISTOTÉLICOS I49

Lope, aunque lo in!entó 30, y comenzó por ser amigo suyo, pero

concluyó por atacar su obra violentamente, ya que Lope dioe en una carta escrita en I4 ele agosto ele I604 31 :

"cosa para mí más odiosa que mis librillos a Almenclárez".

religioso fra.nciscano y hermano suyo. Dos hermanas de ambos, llamadas doña Jerónima y doña Polonia, eran monjas en el monasterio de la Madre de Dios, de Piedrahita.

En el prólogo del citado poema indica las causas que le movieron a escri­birle, muy interesantes para co:nocer qué desgraciada fué su vida y cómo pudo compenetrarse bien con la poética ita.liana renacentista: "Fué, pues, que des­

de mi niñez, padecí una exquisita y penosa enfermedad que los médicos lla­man E1pilepsia." "Dieciocho viví padeciendo, unos días con el dolor del ve­nenoso accidente, otros con el temor, sin bastar los más eficaces medios de la medicina, así en España como en Italia, donde consulté mi enfermedad con los más doctos y experimentados médicos."

"Viéndome, pues, desconfiado de todo remedio humano, procuré valerme del favor divino, el cual imploré por medio de mi santo fray Juan de Saha­gún, de cuya mano, sin duda, o por cuya intercesión fuí si:ntiendo la deseada y pretendida mejoría. En agt·adecimiento de la cual saqué ·fuerzas de flaqueza inquiriendo archivos, revolviendo papeles, disputando historias, y al fin ave­riguando antigiiedades para emplear la vida que le debo en escribir la suya nlilagrosa."

Pero esta mejoría apat'ente fué vana sugestión de su naturaleza nerviosa e impresio:nable. La terrible epilepsia siguió causando estragos en él y por fin dejó de padecer con la muerte en 27 de septiembre ele r6I4 y fué enterrado en la iglesia de San Tiuste de Salamanca. Por el testamento que otorgó e:n el mismo día ele su muerte, se sabe que dejó todos sus bienes, excepto algunas mandas poco cuantiosas, para fu:nclar una capellanía en la misma iglesia donde le sepultaron.

De sus obras dramáticas se conoce sólo Las b11rlas veras, asunto ya tratado por Lope de Vega en una comedia ele igual título. Más tarde Calderón, en La Espwlola de Florencia, expuso el mismo asu:nto, que tiene antecedentes en Bandello (Gli Jnganna.ti) y en Los Enga11ados, de Lope de Rueda, y es parecido a un episodio de la Diana, de Jorge de Montemayor. (Véase la introducción de S. L. Millarcl Rose:nberg a su cuidada edición de Las bnr!as veras. Filadelfia, 1917.)

Para el estudio de Armendáriz pueden consultarse además de las obras citadas: García Boiza: El Poeta salmantino Armendáriz y San J,uan de Sahagtín. (En Archivo Hispano Agustiniano, ro julio-diciembre (r9r8), pági­nas r 27-r 33), y I-Iuarte Echenique: Una edición olvidada del "Patrón Sal­·ma1Jtino", ele Julián de Armendáriz. (En Basílica Teresiana., junio, 1922.)

30 En su única obra dramática conocida, Las burlas veras, sigue a Lope de Vega en la técnica e intenta asimilarse su modalidad dramática, como lo intentó también Cervantes, y su poema El Patrón Salmantino, en cuartetos, trata de imitar El Isidra del Fénix, ya publicado antes.

31 La Barrera: Ob. cit., pág. I39· Conviene hacer onotar para que se vea la ra,pidez ele la ruptura entre Lope de Vega y Armendáriz, que el año ante-

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

23. N o se sabe donde se publicaron los ataques de éste ni si llegaron verdaderamente a imprimirse o quedaron manuscritos, corriendo ele mano en mano; pero por las obras que se conservan ele Armencláriz supongo que el poeta salmantino-seguidor ele los preceptistas clásicos e italianizantes 82-criticaría los libros ele Lo­pe-los librillos dice él, eso es, las obras no dramáticas 33-descle el mismo punto de vista y con idénticas razones, seguramente, que el Pinciano y Cascales, sólo que además con el despecho del artista derrotado por otro.

24. Se conservan, por el contrario, los ataques ele tres censores' más del Fénix: Cervantes, Rey de ·Artiecla y Cristóbal ele Mesa.

25. El genial autor del Quijote fué indudablemente el ene­migo más temible que tuvo Lope de Vega, después de Góngora. y en algunos momentos no inferior a él en intención y crueldad, aun cuando se mostrara generalmente más digno, o más disi­mulado, qae el "oisne del Betis".

26. Debieron de conocerse, seguramente, cuando Lope era aún muy joven, y se sabe que de 1584 a r6oo, a¡proximadamente, hubo entre ellos muy buenp. amistad 8

\ que al poco tiempo se trocó en odio implacable.

rior habían salido en El Pat1·ón Salmantino, Salamanca, r6o3, tmas quintillas del Féni,v ensalzando a su autor.

Más tarde, en r 6os, concurrieron Lo pe y Armendáriz con se::1das com­posiciones al certamen poético celebrado en Toledo con motivo del nacimien­to de Felipe IV y ambos fueron ¡premiados. (Véase San Román: Ob. cit., págs. r8 y 19.)

32 En los versos esdrújulos es imitador fiel de la escuela italiana rena­ce11tista, y el ,poema está concebido con arreglo a la preceptiva clasicista, a.un­que la versificación y el léxico tienden algo a lo popular, a la manera. de El Isidro, de Lope, según ya he dicho.

33 Por tanto, criticaría al Fénix como .poeta e¡nco, uno de los aspec­tos que mfts censuras sufrió de todos los suyos. Lope tenía ya publicadas en esta fecha La Dragontea (Valencia, 1598) El Isidro (Madrid, 1599) y La hermos1wa de Angélica (Madrid, r6o2), poemas contra los cuales debió de arremeter de alguna forma que fué .patente a Lope.

34 Juntos figura.n el poeta alcalaíno y el madrileño en los preliminares del Jardín Espiritual de fray Pedro de Padilla, con sendos poemas.

Cervantes alaba al Fénix en el Canto de CalíoPe de La Galatea (A'lca­lá rsSs, Ed. Bihl. Aut. Es·p., tomo I, pág. 88), con una octava 1·eal, más forzada en la. rima que en el deseo de agradarle:

"Muestra en un ingenio la experiencia que en años verdes y en edad temprana

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LOPE DE VEGA Y LOS PRECEPTISTAS ARISTOTÉLICOS I5I

27. Dado que en r6o4 aparece el primer ataque ele Lope a Cervantes, como ya veremos, supone el señor Rodríguez Ma­rín 35

, muy razonaJblemente, que en estos primeros años del siglo xvn debió ele ocurrir el rompimiento entre el F éni:r y el autor del Q~~ijote.

28. Ahora bien: pudo ser en d mismo año ele I6oo, en que Lope se trasladó a Sevilla, o, lo que es más probable, en r6o2, cuando, habiéndose par.ticlo Lope para Madrid ele dicha ciudad, regresó ele nuevo a ella, para estar corto tiempo, en la fecha cita­da 36, siendo recibido por los asistentes a la academia de Ochoa s:

haze su habitación ansí la sciencia como en la. edad madura, antigua y cana.

N o entraré con a.lguno en competencia que contradiga una verdad tan Ila.na, y más si acaso a sus oydos Ilega que lo dijo •por vos Lope de Vega.."

Además, posteriormente le escribió un soneto en alabanza de La Dra.gontea (Madrid, 1 59?, Ed. Bibl. A u t. Esp., tomo I, pág. 308), que debió de darle el año anterior (*) ; y Lo pe de Vega correspondió a estas atenciones citando a Cervantes en La. Dorotea, que -escribió en parte hacia 1588, aunque se publicó c" 1632, y en La Arca.dia (Madricl, Ed. Bibl. Aut. Esp., tomo XXXVIII, página 130), entre los más notables .poetas de aquel tiempo.

Asimismo cuando Lope vivía. en Sevilla con Micaela Luján (Ca.mila Lu­cinda.), en 16oo, supone con razón don Francisco Rodríguez Mm·ín que con­tinuó su amistad con Cervantes, avecindado en aquella ciudad a la sazón. (Ed. de Rinconete 3' Cortadülo, Sevilla, 1905, págs. 164 y sigts.)

Finalmente, supuso La Bal'l'era (Ob. cit., pág. 356, nota 1) que Lope de Vega y Cervantes tuvieron cierto parentesco, pero es cuestión ésta que sin negarla tan rotundamente como Rennert y Castro (Ob. cit., pág. 96, nota 1 y 290) no tengo datos suficientes aún para poder esclarecerla. de modo indu­dable.

Lo que sí es cierto es que tuvieron protectores comunes : el Cardenal Ar­caclio Coloma, alabado por Lope en la E[Jloga a Clattdio y al cual dedicó Cer­Yantes La Ga.latea, y el Conde de Lemas, señor del autor del Q11ijote y antes del Fénix, cuando era Marqués de Sarria.

35 Ed. Rinconete y Cortadillo (págs. 164 y sigts.). 36 Cfr. Retmert y Castro: Ob. dt., págs. 144 a 149. 37 Se estableció en Seviiia esta Academia en 1598, y se cree fué fun­

dada por don Juan de Ochoa Ibáñez, poeta amicísimo de Cervantes, que le elogia en su Viaje del Parnaso, y también Agustín de Rojas en su Viaje en­f1·etenido y el italiano Fabio Franchi e-:1 el Ragguaglio dii Parnaso.

Fué Ochoa autor dramático y asistió a las fiestas de San Jua.n de Alfara­che. Se conocen pocas .poesías suyas. El señor Rodríguez Marín publica un

(*) Véase Barrera, Ob. cit., pág. 72.

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BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

con unos cuantos sonetos, tan intencionados como mordaces, al­guno ele los cuales pudiera atribuírse justamente a Cervantes 38

o al menos así lo creyó Lope de Vega, y ele aquí la enemistad ele ambos 39

soneto que dicho poeta "escribió en 1598, cuando se prohibieron en toda Es­paña las representaciones teatrales", que empieza: "Poetas graduados en sonetos", y es muy posible que sea autor de alguno de los dirigidos por su Academia contra Lope de Vega. (Véase Rodríguez Marín: Rinconete y Cortadillo, pág. rss.)

38 Publicados por los señores La Barrera. (Nueva biografía, rpág. 85, nota r): "Lope dicen que vino. No es rposible ... "; y Rodríguez Marín (Ed. Rinconete y Cortadillo, págs. 72 y sigts.): "Quién es este pastor que de CastiUa. ... " y "Vengas, Lope, con bien, Vega Apacible ... "

Del primero de estos sonetos dice doctame1te su descubridor, el señor Asensio y Toledo, que es de Cervantes -y más se ,comprueba, añado yo, si se le compara con el que va al frente del Qui;'ote: "¿Cómo estáis, Rocinante, tan delgado?", pues se evidencia así ser ambos de un mismo autor-. El señor La Barrera reproduce la opinión de Asensio sb contradecirla, y lo mismo el señor Rodríguez Marín, que supone además, co,n acierto, sea el tercero tam­bién de Cervantes, teniendo en cuenta la a.lusión que el autor hace a su po­breza. Por otra ·parte, repito lo dicho respecto al otro : el estilo es totalmente cer­vantino y nada difiere de los dos sonetos que acabo de comparar.

En cuailto al primero, hay otro dato que :no se ha advertido ha.sta ahora, y confirma más su atribución a Cervantes. Dice el verso segundo :

"i Vive Dios que pasó [Lo pe] por donde asisto l"

y esto se escribe en r6o2 probablemente, y al final de este a.ño parece· ser que se encarceló a Cervantes por alcances en sus cuentas. ¿N o pudo asistir durante este año a la Contaduría de la Real Hacienda, y ver pasa.r a Lo pe por delante de ella? Esto si no alude a la. propia cárcel irónicamente.

39 También opina el señor Rodríguez Marín (Ed. de Rinconete y Cortadillo, página r r6); pero me ,parece menos probable lo siguiente:

"Por ventura ocasionó el rompimiento del antiguo vínculo afectuoso al­gu01a censura cervantina que desplaciese a. Lope de Vega, especialmente si se la. abultaron y desnaturalizaron al pasar de boca en boca los chismeciilos, que siempre fueron algo más de media vida para poetas y faranduleros; ¿acaso provino la enemistad de alguna negativa., más ,o menos rotunda, rpor parte de Lo pe, a favorecer de tal o cual manera al infortunado Cervantes?"

La hipótesis repito que me rpa.rece algo aventurada porque es descono­cida semejante censura de Cervantes, y en cuanto a que acudiera éste a Lope para que le favoreciera -sea cual fuere este auxilio-, de sobra sabía el autor del Qtt#ote, como todo el mundo, que bastante tenía Lope en aquella época con ir saliendo adelante a.yudado de unos y otros. Tampoco cabe supo7

ner que se le pidiera su intervención para alcanzar alguna influencia, pues sabido es lo escasa.s y secundarias que fueron siempre las del F éni.r.

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LOPE DE VEGA Y LOS PRECEPTISTAS ARISTOTÉLICOS I 53

29. De todos modos, la causa que incitara a los académicos de Ochoa a escribir contra Lope, permanece oculta, aunque no se­ría extraño que fuera alguna comparación despectiva para ellos que hiciera el Fénix -muy partidario ele lo último que conocía-­con cualquiera de las entonces nacientes academias de Madrid, o el despecho que les produjeran -incluso a Cervantes- los triunfos cr·ecientes del gran dramático.

30. Lo que puede considerarse indudable es que por enton­ces se ene1nistamn, pues Lope ele Vega escri1be en 14 ele agosto ele 1604 la carta ya aludida anteriormente 40 , en que dice:

3 I. "De poetas no digo; ¡buen año es éste!; muchos están en ciernes para el año que viene; pero ninguno hay tan malo como Cervantes, ni tan necio que alabe a Don Quijote ... no más, por no imitar a Garcilaso en aquella figura correctionis, cuando elijo:

A sátira me voy nl'i paso a paso,

cosa para mí más odiosa que mis librillos a Almenclárez y m1s comedias a Cervantes".

32. Mas no se crea por lo dicho que éste fué mudo en semejante ocasión. De la misma época, o quizás algo anterior 4

\

es un conocido soneto con estrambote, cuya importancia y sig­nificado se han considerado poco acertadamente en la mayoría ele los casos. Lo reproduzco para tratar de aclarar su relación con la guerra que voy a exponer 42

40 Véase el número 2r ele esta Introducción. 41 La fecha ha podido fijarse aproximadamente hacia r6o4 por las alu­

siones que contiene de las obra.s de Lope, ya publicadas o inéditas. Al escri­birlo, se había ya impreso El Peregrino en stt patria, que salió a principios de r6o4 -la tasa lleva fecha. de 27 de febrero de este año (Cfr. Rennert y Castro: Ob. cit., pág. rs6)- y estaba el Féni.v acabando la. Jesttsa1én Con­quistada, que aunque no vió la luz hasta r6o9 ya estaba concluída en r6os (Cfr. Pellicer: Vida de Cervantes, pág. 35). El que fuera anterior el soneto también es posible, ya que El Peregt·ino en su patria debió ele terminat:lo Lope hacia finales ele r 603, pues la dedicatoria ele él a don Pedro Fer:nánclez ele Cór­doba lleva fecha de 30 de diciembre del citado año, y pudo conocerse manus­crita la. obra.

42 Fué descubierto .por don Juan Antonio Pellicer en el códice M. 8. ele la Biblioteca Real, hoy en la Nacional, en el cual se atribuye a Góngora.

También figura sin atribuírse al poeta cordobés en el códice M. 9 de la Biblioteca Nacional, y otra copia, atribuída al autor de las Soledades, figu­raba en u:n manuscrito perteneciente a La. Barrera (Ob. cit., pát'). r3'6).

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I54 BOLETÍN DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA

33. "Hermano Lope 43 bórrame el sane­De versos de Ariosto y Garcila- 44

Y la Biblia no tomes en la ma-Pues nunca de la Biblia dices le- 45

También me borrarás la Dragante­y un librillo que llaman del Ana­Con todo el Comediaje y Epita- 4G

Y por ser mora quemarás la Angé-SaJbe Dios mi intención con San !si­

Mas quíerole dejar por lo devo­Bórrame ·e01 su lugar El Pe1·egri-

y en cu'a.tro lenguas no me escribas co­Que supuesto que escribas boberí-Las vendrán a entender cuatro nacio- 47

Ni aca,bes de escribir la. J erusa­Bástale a la cuitada su traba-." 48

34· Y véase a continuación otro, respondiendo a éste 40,

que transcribo, a pesar de sus groseras expresiones, por las ra­zones dichas al tratar del anterior:

35. "Yo que no sé de los, de Ji ni le, Ni sé si eres Cervantes, co, ni cú, 50

43 Hermano, en el sentido de tratamiento. Lo corriente era posponerlo al nombre; pero Cervantes lo emplea de igual forma: "No niego, hermano A'n­drés -respondió el labrador ... -" (Quijote, .parte I, cap. IV. Cfr. Ed. Rc­dríguez Marb, I, 164, II; II, 413, 4, y 131, 8.)

44 "Es el r 12 de las Rimas, primera parte, formado de versos de Horacio, Ariosto, Petrarca, Camoens, Tasso, el Serafina, Boscá01 y Garcilaso" (La Ba­rrera: Ob. cit., pág. r 37 ).

45 Leo. Es decir: que Lope o-tunca leía la Biblia, quizás por estar en latín corrientemente, y tenerle a Lope sus enemigos por .poco ducho en esta lengua. (Véase el capítulo II, o-tatas 28 y 53.)

46 Epitafios. Alude, sin duda, a la colección de ellos que 1mblicó Lope por primera vez en la edición de sus Rimas: Sevilla, 1604. (Véase Millé Gi­ménez: Apuntes fJara ttna bibl,:ografía de las obras no dramáticas at1·ibuídas a Lope de Vega. En Revue HisfJanique, tomo LXXJ;V (1928), pág. 364.)

47 "Alude al soneto 195 de las Ri·mas, primera .parte, escrito en latín, portugués, italiano y castellano, y en que Lope celebra el casamiento del Du­que de Sabaya con doña Catalina de Austria, infanta. de España." (La Ba­rrera: Ob. cit., pág. r 37 .)

48 Según Pellicer (Ob. Y l11g. cits.) alude al trabajo que tenía Jerusalén de estar en QJoder de los turcos entonces.

49 Ms. M. 84 (fol. 129) de la Biblioteca Nacional. (Antes estuvo en la Real, donde lo halló Pellicer.)

so Se burla de las terminaciones de los versos 4 y 12 del soneto anterior.

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Sólo digo que es Lo.pe Apolo, y tú Frisón de su carroza, 51 y puerco en pie.

Para que no escribieres orden fué Del cielo que mancases en Corfú; 52

Hablaste buey, pero digiste mu. ¡ Oh mada quijotada que te dé!

¡ Ho11ra a Lope, potrilla 53 o guay de ti ! Que es sol, y si se enooja lloverá; Y ese tu Don Q1tijote baladí

De culo en culo por el mundo va, Vendiendo especias y azafrán romi, 54

Y al fin en muladares para1·á."

36. Pellicer, teniendo en cuenta que se dice en éste ser de Cervantes el anterior, juzgwba con acierto que fuera así verda­deramente; pero el segundo, por su bajeza y desenfado, du-

5 r Esto es, caballo frisón. Dice Covarrubias : "Los friso11es son unos caballos fuertes, ele pies muy anchos y con muchas cernejas [cerdas que llevan sobre los cascos] ; algunos. soo1 .para silla y se huellan fuertemente; otros para los coches y carrozas, y por traerlos de Frisia se llamaron hisones."

52 Cfr. con }a alusión análoga del prólogo del Q11ijote de Avellaneda (Ecl. Biblioteca Aut. Esp., t. XVIII, pág. r). Harto se sabe que, no en la isla ele Corfú, sino en el golfo ele Corinto o Lepanto, con motivo de la gloriosa batalla ele este nombre (7 ele octubre, de r571), perdió Cervantes el movimie11-to ele la mano izquierda, sin quedar manco o falto ele ella. A Corfú fué más tarde, en los últimos días ele abril ele 1572, adscrito al tercio del famoso don Lope ele Figueroa, perteneciente a las galeras del Marqués de Santa Cruz, el inmortal guerrero, cuyo epitafio escribió el Fénix.

53 "Potra, quasi pútrida, es cierta enfermedad que se cría en los testícu­los y en la bolsa clellos. Cerca de los médicos tiene diferentes nombres por la diversidad de especies de esta enfermedad, como es Hernia y Cirro, &c." (Co­vanubias). El convertir términos médicos en insultos, comparando a las .perso­nas con determinadas medicinas o enfermedades, 'no es caso insólito en esta época ni en Lo pe mismo. (Cfr. Apéndice, versos 417 y 422.)

54 Romí significa "perteneciente o propio de la raza cristiana", y aplicado al azafrán designa una ele sus especies llamada también alazor y cártamo, pa­labras las tres de origen árabe.

Cervai1tes empleó esta palabra en el Q11ijote (Parte I, cap. XLI), en la graciosísima explicación de la palab\:a Ca.va: "porque cava en su lengua [de los árabes] quiere decir mujer mala, y rumia, cristiana", y también en El trato de Argel (jorn. II):

"ZAHARA. Seáis, Izuf, bien llegado.

SIERVA.

!ZUF.

¿ Cúya es la esclava rmnía? Vuestra soy, señora mía. Verdad es, yo la he comprado."

(Véase Rodríguez Marín: Ed. Q11ijote, t. III, .pág. 258.)

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daba en atribuírselo a Lope de Vega. La Barrera 55, por su parte, muy sensatamente, nada opone a esta última atribución, porque, como erudito biógrafo ele Lope, sabía bien que precisa­mente tales características son las propias de todas la sátiras hechas por el gran poeta 56

, que ~uando sentía herido su or­gullo de artista nada le parecía ·excesivo para responder a sus impugnadores, aunque éstos tuvieran razón. Y más tratándose, como aquí, ele diSJparatados insultos, sin justificación alguna. Pero respecto a atribuír el primero de los sonetos aludidos a Cervantes, se muestra La Barrera totalmente opuesto, suponien­do qne acaso pudiera ser ele Armencláriz -enemigo, como se ha dicho, de Lope~; aunque, teniendo en cuenta el que está atribuído a Góngora en dos ele los códices, se indina a suponer­lo, al fin, obra ele éste 57

, pues en el códice que .era propiedad del erudito referido tenía otro soneto atribuído en el manus­crito también a él -se ignora si fundaclamente-, cuyo co­mienzo era igual al de qtte i1os ocupamos.

37· Sin e111batgo, lto 1he parece bastante ~dejando a un lado las evidentes clifereiitias ele estilos-- el que figure atribuído a ,(i6ngora e11 dos de los textos para tenerlo por obra inclubita­bllc ciel poeta totclobés, ni que se apoye con la existencia ele otra comfJosicióli jxltecida y atribuícla al mismo autnr en el mismo manuscrito 58• Sahida es la indecisión que hay en los copistas ele

55 Ob. cit., pág. r 36. 56 Véase el capítulo III. Además compárense, aparte de ciertas particularidades que revelan a Lope,

las groseras alusiones de los versos 7 y r 2 del so:aetb con ~lgunas otras, también del Fénix (Apéndice, versos 403 y 405 y 348 y 349, respectivamente).

Don Francisco Rodríguez Marín también lo considera de Lope decidida­mente, con razón. (Cfr. Ed. Quijote, ya cit., tomo III, .pág. 258.)

57 También lo creyeron de Góngora, siguiendo a La Banera, el inolvi­dable hispanista francés Foulché-Delbosc, que lo incluyó en su utilísima edición de las obras del inmortal lírico cordobés (III, 28) y el erudito lopista señor Millé Giménez (Estudios de Literatura EsPañola, La Plata, 1928, pág. r88, nota 14).

58 Precisamente esto indicaría que de ser el otro soneto a que alude La Barrera realmente ele Gó~1gora -¿no podría ser el popularísimo "Por tu vida Lopillo, que me oóí'res" ... ?-, el vago parecido ele ambos incitó al copista a suponer lo que reproduzco, obra también del poeta cordobés; y ele no ser del autor ele las Soledades, menos vaJiclez tendría aún la atribución. Y esto sin tener en cuenta que si el soneto de Góngora a que alude vagamen­te La Barrera es otro desconocido, habría que ver si acaso también era del mismo autor que el supuesto ele Cervantes, y u:a error arrastró a otro.

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textos del siglo de oro en cuanto a autores -mayor aún en este caso si no se conocía d otro soneto-, y en •Ca1TJ1bio es in­duclél!ble, pues esto es intrínseco a la obra, que en la respuesta que supongo ele Lope ele Vega se indica como autor ele dicho so­neto a Cervantes. Y esto sin tener presente otras expresivas alu­siones 59

, y el indiscutible parecido entre esta composición y otros versos ele Cervantes y los p_wbabilísimos sonetos cervantinos ele Sevilla -pudo ser uno ele aquéllos, además-, y el estilo del po­sible autor.

38. Además, por la misma fecha ya anclaba camino ele im­primirse la Prin¡,era Parte del Quijote, llena ele dardos, tan disi­mulados como agudos, contra Lope ele Vega.

39· N o menos que una verdadera sátira contra el Fénix -muestra, por su finísima ironía, del inmenso genio de Cer·· vantes- es el prólogo ele su obra inmortal, y no olbstante se tardó mucho tiempo en aclarar las innumerables alusiones que contiene, y aún quién sabe si están completas.

40. Fué necesario confrontarle con la vida y las obras del Fénix para desentrañar el sentido de los ataques que le dirige el prínoi:pe ele los novelistas.

4I. En toda la primera parte ele su obra mezcla Cervan-

Finalmente, también pudo Cervantes imitar algo el soneto de Góngora:

"Por tu vida, etc ... ", viendo el éxito que había obtenido ya, y de aquí el ,parecido y también el que se pudiera considerar asimismo de Cervantes el otro, aludido por La Barrera sin determinarle, como atribuído a Góngora.

59 Nótese la inquina con que se cita el librillo de La Arcadia y el Co· meélia.je, los cnales habían oscurecido La Galatea y el teatro de Cervantes, que se sentía herido en lo más íntimo, y defe::1dió con extraño interés ambos géneros de su producción literaria en el Quijote (Parte I, cap. VI), y en el prólogo a sus Ocho Comedias. Además ninguno de los enemigos del Fénix mejor que Cervantes podía conocer el estado en que se hallaba la Jerusalén, ya que, a causa de haber tenido buena amistad con él hasta poco antes, durailte el tiempo que estuvieron ambos en Sevilla, Cervantes se pudo enterar bien de lo que escribía Lope. En fin, las circunstancias de recordarse en el soneto a Ariosto y Garcila.so -tan citados por Cervantes- y no a los demás poetas, cuyos versos tomó Lope, y más aún el empleo del estrambote en el soneto, muy .poco usado y muy del gusto del autor del Quijote (*), me inducen más aún a atribuírselo a él.

(*) Recuérclense los que dedicó Al tlÍmulo del Rey FeliPe JI en Sevilla y A un valentón metido a pordiosero. (Ecl. Bibl. Aut. Esp., tomo I, págs. 709 y 7'0.)

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tes las alusiones personales, ajenas al asunto de este trabajo 60,

con otras críticas que creo de interés gr;;.ncle r.ecordar aquí, aun cuando algunas sean conocidas, para que, así reunidas, puedan compararse con las de los otros autores de tendencia clasicista.

42. En el prólogo se burla muy agudamente de la osten­tosa erudición demostrada por Lope de Vega en La Arcadia (Madrid, 1598), El Isidro (Madrid, 1599) y El Peregrino en su patria (Sevilla, r6o4), acaso con idea de afianzar su obra con­tra los ataques ele que ya había sido objeto 6

\ y también de

6o En la Primera Parte las alusiones están ert los preliminares. En el_ P1'ólogo se burla de las infinitas poesías de personajes ilustres que iban al frente de las obras de Lope y alude a que muchas se la.s haría él mismo, atribuyéndolas falsamente a quien quería, lo cua.l, en _parte, era certísimo. (Rodríguez Marín. Ed. del Q1tijote: Madrid, 1928, tomo I, págs. 27 y 32),

Casi todos los versos de ca.bo roto de la supuesta U rganda la Desconocida van dirigidos contra Lo¡pe de Vega. En ellos se le censura el empleo de "indiscreto jeroglíficos", como ya lo l~abía hecho Góngora en el soneto cono­cidísimo que comienza: "Por tu vida, Lopillo, que me borres", enderezado contra el escudo que había puesto el Féni.1: al frente de La Arcadia (r598); y el que se quejaba de la fortuna sin razón (Ed. Rodríguez Marín, tomo I, pági­nas 47 a la 57).

6r "Para mostraros hombre erudito en letras humanas y cosmógrafo, haced de modo como en vuestra historia se nombre el río Tajo, y veréisos lue­go con otra famosa anotación poniendo: "El río Tajo fué así dicho por un rey de las España.s ; ti ea e su nacimiento en tal lugar y muere en el mar Océano,. besando los muros de la famosa ciudad de Lisboa, y es opinión que tiene las a.renas de oro."

Hartzenbusch hizo notar en sus notas al Q11ijote que en La Arcadia de Lope de Vega hay un pasaje igual: "Tajo, río de Lusitania, nace en las sierras de Cuenca y tuvo entre los antiguos fama de llevar como Pactolo arenas de oro : así lo creyó Ausonio ... ¡donde entra en el mar por la insigne Lisboa!" (Ed. Rodríguez Ma.rín, t. I, pág. r83.

"Porque ¿cómo quereis vos que no me tenga confuso el qué dirá el antiguo legislador que llaman vulgo cuando vea que, al cabo de tantos años co1;10 ha. que duermo en el silencio del olvido, salgo ahora, con todos mis años a cuestas, con una leyenda seca como un esparto, ajen a de bvención, menguada de estilo, pobre de concetos y falta de toda erudición y doctrina, sin acotaciones en las márgenes y sin anotaciones en el fin del libro como veo que están otros libros, aunque sean fabulosos y profanos, tan llenos de sen­tencias de Aristóteles, de Platón y de toda la caterva de filósofos, que ad­miran a los leyentes, y tienen a sus autores por hombres leído, eruditos y elo­cuentes .. "

"En la obra intitulada El Pe1·egrino en su patria -observa el señor Ro­dríguez Marín ... - a cada paso se encajan los nombres de Aristóteles, Pla­tón y toda la cater'l)a de filósofos (fol. ro9) de la edición príncipe: "Dice Boecio que ninguno es desdichado sino el que piensa que lo es. Y Séneca,

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cierto "enamorado distraído" y ele tal o cual tiano" perteneciente a la última ele los tres 62

,, . . sermonc1co cns-

Pero además hay

que ninguna tierra es desierta, sino otra diferente patria. Y Terencio, que conviene pensar en las desdichas, porque cuando vengan ninguna parezca nueva. Y Ademanto al Platón, que ninguna cosa grande es fácil. Y Aris­tóteles, que más se ama lo que se alcan9a con mayor trabajo. Y Tulio ... Y Demóstenes ... " (Ed. cit., págs. 24 a la 26.)

"Vengamos ahora -continúa Cervantes- a la citación de autores que los

otros libros tiene, y que en el vuestro os faltan (*). El remedio que esto tie­ne es muy fácil, porque no habéis de hacer otra cosa que buscar un libro que los acote todos, desde la A' hasta la Z, como vos decís. Pues ese mismo abece­dario pondréis vos en vuestro libro; que puesto que a la clara se vea la men­tira, por la poca necesidad que vos teníades de aprovecharos dellos, no im­porta nada ; y quizá alguno habrá tan simple que crea que todos os habéis aprovechado en la simple y sencilla historia vuestra ; y cuando no una de otra cosa, por lo menos servirá aquel largo catálogo de autores a dar de impro­viso autoridad al libro."

C'lemencín advirtió, respecto de este pasaje del Quijote, que se alude al Peregrino en su pai1'ia y a El Isidro, que llevan al final sendas tablas por orden ele A B C, donde cita el Fénix hasta ciento cuarenta y cinco y doscientos sesentay siete autores, respectivamnte, en esta última, Aristóteles, San Ba­silio y Cicerón entre otros, de lo cual también se burla Cervantes: "todo él [Quijote] es una invectiva contra los libros ele caballerías, ele quien nunca se

acordó Aristóteles, ni dijo nada San Basilio ni alcanzó Cicerón." (E d. Ro­dríguez Marín, t. I, págs. 41 y 42.)

Por último, en el intencionado trastrueque ele autores latinos que se hace en el prólogo del Quijote, quería ver don Julio Cejador otra burla de la erudi­ción de Lope de Vega (La lengua de Cervantes, tomo II. Madrid, 1906).

62 "Pues ¿qué cuando citan la Divina Escritura? N o dirán sino que son unos Santos Tomases y otros doctores de la Iglesia; guardando en esto un decoro tan ingenioso que en un renglón han pintado un enamorado distraído y

en otro hacen un sermoncico cristiano que es un contento y un regalo oille o leelle."

Lo cual también va contra El Peregrino en su patria. "Lo del enamorado distraído puede echarse de vez, por ejemplo, en la historia de Pánfilo y Nise (fols. r r 5 vto. y siguientes), y por lo que toca a sermoncico cristianos hailos acá y allá, tales, por ejemplo, como lo que dice el peregrino alemán acerca de la devoción de las imágenes (fol. 58 vto.) y los milagros que se cuentan en otro lugar (fols. 65 vto. y siguientes), etc ... " (Rodríguez Marín. E d. cit.,

tomo I, pág. 26.)

(*) Respóndese a lo que finge haber dicho el propio Cervantes anterior­mente: "Ni tengo que acotar en el margen [del libro], ni que a,notar en el fin, ni menos sé qué autores sigo en él para ponerlos al principio, como hacen todos, por las letras del A B C, comenzando en Aristóteles y acabando en Xe:10fonte y en Zoilo a Zeuxis, aunque fué maldiciente el uno y pintor el otro." (Ed. cit., t. I, pág. 26.)

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otras alusiones, como las que se refieren a la Astrología y a la mezcla de lo humano y lo divino, que van, sin duda, también con­tra el Fénix, aunque no han sido señaladas todavía 63

JOAQUÍN DE ENTRAMBASAGUAS Y PEÑA.

(e ontinuará.)

63 Dice refiriéndose a los libros ele caballerías: "Ni caen debajo ele la cuenta ele sus fabulosos disparates las puntualidades ele la verdad, ni las ob­servacio:les ele la ~strología; ni le son ele importancia las medidas geomé­tricas ... ", "ni tiene para qué predicar a ninguno mezclando lo humano con lo divi~o, que es un género ele mezcla ele quien no se ha ele vestir ningún cris- · tiano entendimiento" (Ecl. Rodríguez Marín, tomo I, pág. 42).

La clenomiÍ1acla afición ele Lope por la Astrología que saca a relucir e~ muchas ele sus obras -La Dorotea entre ellas- ha sido estudiada admira­blemente por el señor Millé y Jiménez en su trabajo El Horóscof;o de Lopc de Vega. Buenos Aires, 1927. En cuanto a la mezcla ele lo humano y lo clivi:lo es casi seguro que se refiere a El Peregrino en su patria (r6o4), donde insertó el Féni.1: cuatro autos sacramentales: El Viaje del alma, Las bodas del alma 3' el amor divino, La Maya y El hijo pródigo, que son los primeros escritos por Lope y ninguna relación tienen con aquella obra profana.