Un Otro Invisible

8

description

Eduardo Romero Dianderas Apuntes PIAV Publicado en Anthropia 2012

Transcript of Un Otro Invisible

  • 14 15

    en namibodi otros saldrn, a manera de canje, de namibodi al mundo presente y as continuamente.

    Aunque aquella tarde en la aldea no comprend la trascendencia del mensaje que trajo la muchacha hija del chamn, la alegra que Darahu expresaba era el UHHMRGHODFHUWH]DGHOHVWDGRIHFXQGRGHVXPXMHU0LDQWULyQHVWDEDVHQFLOODPHQWHconvencido que la presencia de huanganas en las proximidades de la aldea era smbolo de una provisin de humanidad a la parentela.

    El cuerpo de los culina madij para ser considerado naturalmente humano UHTXLHUHGHGRVFRPSRQHQWHVHOHPHQWDOHVla masa corprea y el alma. La masa corprea, desde que es un embrin, le provee al Ser de un alma y el alma hace del embrin un Ser con capacidad comunicativa, le dota de un lenguaje. Una vez fuera del vientre materno el pequeo Ser es tratado en medio de buenos olores y se le asigna un nombre. Por lo tanto, la cualidad humana, netamente humana de un Ser en el cosmos culina, es perceptible como tal mientras el cuerpo

    culina est habituado al alma, es decir, mientras vive en este mundo.

    Mientras el cuerpo humano no existe, es decir, tras la muerte, el tocorim/espritu, en el que inscribe el habitus de la masa corprea que lo posee, es devorado por la huangana en el submundo y yace bajo el cuerpo de sta en el bosque. El nacimiento y la muerte son evidencia de la alternancia de la perspectiva de los cuerpos que cubren un mismo HVStULWX ORVGRVFXHUSRVGHXQDSHUVRQD

    La propuesta terica del perspectivismo amerindio contribuye a la comprensin de la fabricacin (Viveiros de Castro, 1979) del Ser en la sociedad culina puesto centra su inters en el cuerpo y todo aquello que gira en torno a su concepcin. Ello sita a los seres humanos como nicos sujetos capaces de detentar la condicin completa de humanidad, no slo por el espritu con cualidad antropomorfa que tambin le es comn a todos los seres del bosque sino por la particularidad en que el cuerpo es pensado desde cmo se gesta hasta la trayectoria de ste tras la muerte.

    ...un Ser en el cosmos culina, es perceptible como

    tal mientras el cuerpo culina est habituado

    al alma, es decir, mientras vive en este mundo

    Finalmente.

    ...el tocorim/espritu es devorado por la huangana en el submundo y yace bajo

    el cuerpo de sta en el bosque

    $'$063DWV\-HDQ\:22'63DWULFLDGH7RZQVHQG'DWRVGHPRJUiFRV\HFRQyPLFRVGH ORV&XOLQDVGH6DQBernardo. Datos Etnolingsticos N 55 Instituto lingstico de Verano y Ministerio de Educacin. Lima. (1976)ARHEM, Kaj. Ecosofa Makuna en: La selva Humanizada: Ecologa Alternativa en el trpico hmedo colombiano. ICA/CEREC. pp. 109-126. Bogot. (1993)CARNEIRO DA CUNHA, Mara Manuela. Os mortos e os Outros. Hucitec.So Paulo. (1978) DESCOLA, Philippe. La selva culta. Simbolismo y praxis en la ecologa de los Achuar. ABYA-YALA & IFEA, Ecuador.

    Un OtroInvisible

    Algunas YLL_PVULZ sobre los pueblos PUKxNLUHZLUHPZSHTPLU[V]VS\U[HYPVa WYVW}ZP[VKLS7YV`LJ[VKL3L`

    Eduardo Romero Dianderas

    Sumilla

    (VWHDUWtFXORHVER]DDOJXQDV UHH[LRQHVKLVWyULFDV FRQFHSWXDOHV \ VRFLROyJLFDV VREUH ORVSXHEORVLQGtJHQDVHQDLVODPLHQWRYROXQWDULRTXHH[LVWHQHQODUHJLyQGHO3XUXV/DVUHH[LR-nes presentadas por el autor son fruto de una serie de breves trabajos de campo realizados HQWUHORVPHVHVPDU]RGHO\HQHURGHODVtFRPRGHHQWUHYLVWDVFRQGLVWLQWRVHVSH-FLDOLVWDVLQGtJHQDV\QRLQGtJHQDVHQODPDWHULD

  • 16 17

    La reciente presenta-cin en el Congreso del Proyecto de Ley 1035, el cual busca declarar de necesidad pblica la construccin de una va terrestre entre las ciuda-des de Puerto Esperan-za (Purs, Ucayali) e Ia-pari (Tahuamanu, Madre de Dios), ha desatado un intenso debate nacional donde renace la vieja tensin entre conserva-cin y desarrollo en la Amazona peruana .

    Dicho Proyecto de Ley bus-ca responder a la demanda de un sector mestizo de la poblacin purusina por solu-cionar el endmico y urgente problema de aislamiento de la Provincia del Purs, una de las zonas de frontera ms aisladas del Per. Para ello, se propone la construccin de una carretera o va frrea que atravesara un enorme mosaico de reas protegi-das conocido como el Corre-dor de Conservacin Purs Manu (CCPM), un espacio de conservacin que protege ms de tres millones de hec-treas de bosque amaznico desde el Parque Nacional del Manu hasta el Parque Estadual Chandless, en el Brasil. El debate sobre las implican-cias humanas y ecolgicas de este proyecto vial ha ido tomando mayor relevancia pblica desde el ao 2011, luego de que el presidente Ollanta Humala visitara la

    Provincia de Purs. Sin em-bargo, a lo largo de esta po-lmica, tanto conservacio-nistas como pro-carretera han tendido a asignar un lugar marginal a una de las ms importantes conside-raciones a tener en cuenta en el marco del CCPM: este enorme espacio de conser-vacin, nico en su tipo dado su natural aislamiento geo-JUiFRHVXQRGHORV~OWLPRVterritorios en el mundo do-minados en su totalidad por pueblos indgenas en aisla-miento voluntario (PIAV). La enorme cantidad de mitos y la sorprendente falta de in-formacin que existe incluso hoy en contextos regionales y provinciales ha causado

    Por qu el HPZSHTPLU[V?/PZ[VYPHKL

    una lucha por la Z\WLY]P]LUJPH&

    que la proteccin de estos pueblos, que podran ser ex-terminados de prosperar la mencionada iniciativa legal, haya sido tratada marginal-mente y sin asumir como axioma la defensa de su de-recho a la vida y a la libre de-terminacin. En este breve artculo busco HVER]DU DOJXQDV UHH[LRQHVhistricas, conceptuales y sociolgicas sobre los pue-blos indgenas en aislamien-to voluntario que existen

    en este enorme espacio de FRQVHUYDFLyQ /DV UHH[LR-nes que presentamos son fruto de una serie de breves trabajos de campo realiza-dos entre los meses marzo del 2011 y enero del 2012, as como de entrevistas con distintos especialistas ind-genas y no indgenas en la materia.

    Por qu el aislamien-to?: historia de una lucha por la supervivencia? Cmo es posible que en pleno siglo XXI, tras los largos y complejos procesos de coloniza-cin y domesticacin TXHKDQFRQJXUDGRORVactuales espacios ama-znicos, puedan seguir existiendo hombres y mujeres que no poseen un contacto sostenido con el resto de la pobla-cin peruana y viven al margen del mercado y el Estado? Una pregunta tan engaosa nos fuerza a cuestionar de salida un aspecto que suele ser equivocadamente atri-buido a estos pueblos: su estado de no-contacto. Esta imagen del indio prstino y no contactado, carente de historia e ignorante del mun-do mestizo debe ser cues-tionada en tanto ha servido para limpiar de responsabi-lidad histrica a los distintos proyectos nacionales que fueron puestos en marcha por los pases amaznicos en sus tierras de Montaa. Al contrario de lo sostenido

    Un Otro Invisible

    zacin y concentracin poblacional entre los pueblos indgenas, otros espacios favorecie-URQ GDGDV VXV FDUDFWHUtVWLFDV JHRJUiFDVla posibilidad de recurrir al aislamiento como una estrategia de supervivencia. Este es el caso del CCPM. A diferencia de otros espacios amaznicos,

    por este arraigado sentido comn, el aisla-miento de los PIAV no se deriva de un estado GHQRFRQWDFWRPiVELHQHVWHKDVLGRKLV-tricamente su principal estrategia colectiva de supervivencia, una reaccin a la violenta y a veces forzosa articulacin que sufrieron los pueblos indgenas amaznicos a los dis-tintos ciclos de la economa poltica global. As, desde las correras organizadas por los VKLULQJXHLURVDQDOHVGHOV;,;KDVWDORVVH-cuestros masivos y las violaciones sexuales de las cuadrillas madereras a comienzos del s. XXI, los PIAV han encontrado en el aisla-miento el nico camino posible para salva-guardar sus vidas del avance de los frentes econmicos que han ido cercando poco a poco sus espacios de vida. Este proceso de rpido y violento contacto con la economa internacional, sin embargo, no tuvo los mismos efectos ni desencaden los mismos procesos entre todas las pobla-ciones indgenas amaznicas. As, mientras que en la mayora de territorios amaznicos el boom gomero puso en marcha una cre-ciente articulacin con el mercado y un in-tenso proceso de castellanizacin, monetari-

    donde los cursos de agua principales na-cen de la vertiente oriental de los Andes, el CCPM posee la peculiaridad de albergar en su interior las cabeceras de ms de una de-cena de cuencas que nacen en plena llanura DPD]yQLFD\TXHX\HQHQGLIHUHQWHVGLUHF-ciones . Esta composicin hidrogeolgica, que sigue permitiendo el aislamiento relativo de la zona frente a las cuadrillas madereras, ODFRORQL]DFLyQ\HOQDUFRWUiFRKDVLGRXQRde los factores determinantes para permitir la supervivencia de decenas de grupos en aislamiento hasta el da de hoy. Ciertamente, empero, esta pelea por la supervivencia no ha sido de ningn modo un proceso armonio-so y desprovisto de complejidades para los PIAV.

    Al contrario, el costo que han tenido que pa-gar por asumir el aislamiento como estrategia de vida ha sido muy alto. Algunos estudiosos como Glenn Shepard formulan la hiptesis de que estos grupos se vieron forzados a abandonar la prctica de la horticultura para poder garantizar su rpida movilidad por el bosque, causando as un fuerte impacto en su seguridad alimentaria y en sus cono-cimientos tradicionales. Otros testimonios pertenecientes a pobladores indgenas ha-cen hincapi en el profundo trauma histrico que perdura en estas poblaciones a raz de los maltratos que sufrieron durante el boom gomero, trauma que se ha visto reforzado por sus experiencias ms recientes con ma-dereros, comuneros indgenas y empleados de empresas petroleras. Finalmente, el ais-lamiento tambin ha contribuido a mantener su vulnerabilidad biolgica frente a las enfer-PHGDGHVYLUDOHV OR FXDOKDVLJQLFDGRTXHeventuales contagios de un individuo hayan llegado a ocasionar rpidamente la muerte de poblaciones enterass

    En este contexto, durante el s. XX los PIAV han ido relacionndose en mayor o menor medida con otras poblaciones que habitan las cuencas del CCPM. As, desde los aos cincuenta la presencia de misioneros del

    LZ[HWLSLHWVYSHZ\WLY]P]LUJPHUVOHZPKVKLUPUNUTVKV\UWYVJLZVHYTVUPVZV

    `KLZWYV]PZ[VKLJVTWSLQPKHKLZWHYHSVZ

    PIAV....

  • 16 17

    La reciente presenta-cin en el Congreso del Proyecto de Ley 1035, el cual busca declarar de necesidad pblica la construccin de una va terrestre entre las ciuda-des de Puerto Esperan-za (Purs, Ucayali) e Ia-pari (Tahuamanu, Madre de Dios), ha desatado un intenso debate nacional donde renace la vieja tensin entre conserva-cin y desarrollo en la Amazona peruana .

    Dicho Proyecto de Ley bus-ca responder a la demanda de un sector mestizo de la poblacin purusina por solu-cionar el endmico y urgente problema de aislamiento de la Provincia del Purs, una de las zonas de frontera ms aisladas del Per. Para ello, se propone la construccin de una carretera o va frrea que atravesara un enorme mosaico de reas protegi-das conocido como el Corre-dor de Conservacin Purs Manu (CCPM), un espacio de conservacin que protege ms de tres millones de hec-treas de bosque amaznico desde el Parque Nacional del Manu hasta el Parque Estadual Chandless, en el Brasil. El debate sobre las implican-cias humanas y ecolgicas de este proyecto vial ha ido tomando mayor relevancia pblica desde el ao 2011, luego de que el presidente Ollanta Humala visitara la

    Provincia de Purs. Sin em-bargo, a lo largo de esta po-lmica, tanto conservacio-nistas como pro-carretera han tendido a asignar un lugar marginal a una de las ms importantes conside-raciones a tener en cuenta en el marco del CCPM: este enorme espacio de conser-vacin, nico en su tipo dado su natural aislamiento geo-JUiFRHVXQRGHORV~OWLPRVterritorios en el mundo do-minados en su totalidad por pueblos indgenas en aisla-miento voluntario (PIAV). La enorme cantidad de mitos y la sorprendente falta de in-formacin que existe incluso hoy en contextos regionales y provinciales ha causado

    Por qu el HPZSHTPLU[V?/PZ[VYPHKL

    una lucha por la Z\WLY]P]LUJPH&

    que la proteccin de estos pueblos, que podran ser ex-terminados de prosperar la mencionada iniciativa legal, haya sido tratada marginal-mente y sin asumir como axioma la defensa de su de-recho a la vida y a la libre de-terminacin. En este breve artculo busco HVER]DU DOJXQDV UHH[LRQHVhistricas, conceptuales y sociolgicas sobre los pue-blos indgenas en aislamien-to voluntario que existen

    en este enorme espacio de FRQVHUYDFLyQ /DV UHH[LR-nes que presentamos son fruto de una serie de breves trabajos de campo realiza-dos entre los meses marzo del 2011 y enero del 2012, as como de entrevistas con distintos especialistas ind-genas y no indgenas en la materia.

    Por qu el aislamien-to?: historia de una lucha por la supervivencia? Cmo es posible que en pleno siglo XXI, tras los largos y complejos procesos de coloniza-cin y domesticacin TXHKDQFRQJXUDGRORVactuales espacios ama-znicos, puedan seguir existiendo hombres y mujeres que no poseen un contacto sostenido con el resto de la pobla-cin peruana y viven al margen del mercado y el Estado? Una pregunta tan engaosa nos fuerza a cuestionar de salida un aspecto que suele ser equivocadamente atri-buido a estos pueblos: su estado de no-contacto. Esta imagen del indio prstino y no contactado, carente de historia e ignorante del mun-do mestizo debe ser cues-tionada en tanto ha servido para limpiar de responsabi-lidad histrica a los distintos proyectos nacionales que fueron puestos en marcha por los pases amaznicos en sus tierras de Montaa. Al contrario de lo sostenido

    Un Otro Invisible

    zacin y concentracin poblacional entre los pueblos indgenas, otros espacios favorecie-URQ GDGDV VXV FDUDFWHUtVWLFDV JHRJUiFDVla posibilidad de recurrir al aislamiento como una estrategia de supervivencia. Este es el caso del CCPM. A diferencia de otros espacios amaznicos,

    por este arraigado sentido comn, el aisla-miento de los PIAV no se deriva de un estado GHQRFRQWDFWRPiVELHQHVWHKDVLGRKLV-tricamente su principal estrategia colectiva de supervivencia, una reaccin a la violenta y a veces forzosa articulacin que sufrieron los pueblos indgenas amaznicos a los dis-tintos ciclos de la economa poltica global. As, desde las correras organizadas por los VKLULQJXHLURVDQDOHVGHOV;,;KDVWDORVVH-cuestros masivos y las violaciones sexuales de las cuadrillas madereras a comienzos del s. XXI, los PIAV han encontrado en el aisla-miento el nico camino posible para salva-guardar sus vidas del avance de los frentes econmicos que han ido cercando poco a poco sus espacios de vida. Este proceso de rpido y violento contacto con la economa internacional, sin embargo, no tuvo los mismos efectos ni desencaden los mismos procesos entre todas las pobla-ciones indgenas amaznicas. As, mientras que en la mayora de territorios amaznicos el boom gomero puso en marcha una cre-ciente articulacin con el mercado y un in-tenso proceso de castellanizacin, monetari-

    donde los cursos de agua principales na-cen de la vertiente oriental de los Andes, el CCPM posee la peculiaridad de albergar en su interior las cabeceras de ms de una de-cena de cuencas que nacen en plena llanura DPD]yQLFD\TXHX\HQHQGLIHUHQWHVGLUHF-ciones . Esta composicin hidrogeolgica, que sigue permitiendo el aislamiento relativo de la zona frente a las cuadrillas madereras, ODFRORQL]DFLyQ\HOQDUFRWUiFRKDVLGRXQRde los factores determinantes para permitir la supervivencia de decenas de grupos en aislamiento hasta el da de hoy. Ciertamente, empero, esta pelea por la supervivencia no ha sido de ningn modo un proceso armonio-so y desprovisto de complejidades para los PIAV.

    Al contrario, el costo que han tenido que pa-gar por asumir el aislamiento como estrategia de vida ha sido muy alto. Algunos estudiosos como Glenn Shepard formulan la hiptesis de que estos grupos se vieron forzados a abandonar la prctica de la horticultura para poder garantizar su rpida movilidad por el bosque, causando as un fuerte impacto en su seguridad alimentaria y en sus cono-cimientos tradicionales. Otros testimonios pertenecientes a pobladores indgenas ha-cen hincapi en el profundo trauma histrico que perdura en estas poblaciones a raz de los maltratos que sufrieron durante el boom gomero, trauma que se ha visto reforzado por sus experiencias ms recientes con ma-dereros, comuneros indgenas y empleados de empresas petroleras. Finalmente, el ais-lamiento tambin ha contribuido a mantener su vulnerabilidad biolgica frente a las enfer-PHGDGHVYLUDOHV OR FXDOKDVLJQLFDGRTXHeventuales contagios de un individuo hayan llegado a ocasionar rpidamente la muerte de poblaciones enterass

    En este contexto, durante el s. XX los PIAV han ido relacionndose en mayor o menor medida con otras poblaciones que habitan las cuencas del CCPM. As, desde los aos cincuenta la presencia de misioneros del

    LZ[HWLSLHWVYSHZ\WLY]P]LUJPHUVOHZPKVKLUPUNUTVKV\UWYVJLZVHYTVUPVZV

    `KLZWYV]PZ[VKLJVTWSLQPKHKLZWHYHSVZ

    PIAV....

  • 18 1918

    Los PIAV, el Estado y la sociedad nacional en el s. XXI

    Instituto Lingstico de Verano en la cuen-ca del ro Purs favoreci la formacin de comunidades donde pueblos como los Juni Kuin, hoy en da la poblacin mayoritaria de la Provincia, y los Madij, fueron civilizados a travs de la educacin y la religin. Ms adelante, durante los aos noventa, cerca de una centena de indgenas Chitonahuas en aislamiento voluntario fueron capturados por una cuadrilla maderera en la cuenca del ro Yura. Tras el deceso de la gran mayora de ellos a causa de las enfermedades vira-les, actualmente, cerca de una veintena de los sobrevivientes habitan en una comunidad nativa Yaminahua en el bajo Yura. Tambin en esta rea, encontramos una intensa din-PLFDGHLQWHUFDPELR\PRYLOLGDGGHPRJUiFDentre la poblacin Amahuaca en aislamiento voluntario y sus familiares civilizados, es decir, aquellos que habitan en las comunida-des nativas de las cuencas del Mapuya y el Yura. Estos complejos procesos de trnsito

    En la actualidad, resulta imposible determi-nar con precisin la cantidad de poblacin indgena en aislamiento voluntario que habi-WDHQHO&&30(VWDGLFXOWDGVHIXQGDHV-SHFtFDPHQWH HQ GRV DVSHFWRV LQKHUHQWHVal modo de vida de los PIAV. Por un lado, en la imposibilidad de realizar censos dado el enorme riesgo que supondra el estable-cimiento de un contacto cercano. Por otro lado, en la imposibilidad de realizar estima-ciones serias debido a la enorme movilidad

    entre el aislamiento y el contacto nos obli-gan, una vez ms, a cuestionar las fronteras conceptuales entre poblacin contactada y no-contactada y a reconocer a estas po-blaciones como grupos humanos dinmicos, complejos y absolutamente insertos en su entorno econmico y social.

    5VVIZ[HU[LSHWVSx[PJHLZ[H[HSLUTH[LYPHKLWYV[LJJP}UPIAV se ha JHYHJ[LYPaHKVWVY\UHH\ZLUJPH[V[HSKL]VS\U[HKWVSx[PJH

    ,Z[L[PWVKLLUJ\LU[YVZZLOHPKVT\S[PWSPJHUKV H[YH]tZKLSVZH|VZ

    OHJPLUKVZ\THTLU[L\YNLU[LSHHKVWJP}UKLTLKPKHZX\LNHYHU[PJLUlaWYV[LJJP}U[HU[VKLSHWVISHJP}UPUKxNLUHen

    HPZSHTPLU[VJVTVKLSYLZ[VKLOHIP[HU[LZKLSCCPM...

    territorial de estos grupos, los cuales pueden llegar a desplazarse cientos de kilmetros y cruzar las fronteras nacionales durante sus ciclos de vida . Lo que s sabemos, gracias a la informacin indirecta proporcionada por comuneros indgenas, poblacin en contac-to inicial, misioneros y otros actores, es que actualmente los PIAV que habitan el CCPM son bsicamente cazadores y recolectores pertenecientes a dos grandes grupos etno-lingsticos.

    Por un lado, poblacin panohablante don-de se cuentan los denominados chitonahuas, murunahuas, mastanahuas, amahuacas, etc. - que habitan en las cabeceras de las cuencas de los ros Mapuya, Yurua, Envira \&XUDQMD3RURWUR ODGRSREODFLyQDUDZDNhablante que es denominada genricamente como mashco-piro, los cuales se encuen-tran dispersos en un extenso territorio que va desde el Parque Nacional del Manu hasta las cuencas altas de los ros Purs y Yaco. 'HELGRDODFRQVWDQWHUHFRQJXUDFLyQGHODVfronteras econmicas en actividades tales como la tala ilegal de madera, el narcotr-FRR ODH[WUDFFLyQSHWUROHUDHQ ORV~OWLPRVaos los patrones de movimiento de los PIAV del CCPM han variado considerablemente, creando situaciones de contacto no siempre SDFtFDVFRQRWURVSREODGRUHVGHOD]RQD

    En 2010, un encuentro fortuito con un grupo mashco-piro en la comunidad nativa yine de Monte Salvado dio por resultado un adoles-FHQWHKHULGRJUDYHPHQWHSRUXQDHFKDEn el mismo ao, el puesto de control del Parque Nacional Alto Purs en la cuenca del Tahuamanu - situado muy cerca del trazo propuesto por el proyecto 1035 fue invadi-do por un grupo de indgenas en aislamiento, forzando la retirada temporal de los guarda-parques. Este tipo de encuentros se ha ido multiplicando a travs de los aos, haciendo sumamente urgente la adopcin de medidas que garanticen la proteccin tanto de la po-blacin indgena en aislamiento como del resto de habitantes del CCPM. No obstante, la poltica estatal en materia de proteccin PIAV se ha caracterizado por una ausencia total de voluntad poltica.

    Si bien el Estado peruano se encuentra obli-gado jurdicamente a velar por la integridad fsica y cultural de los PIAV a partir de la aprobacin de la Ley 28736 en el ao 2006, en el terreno presupuestal e institucional esta obligacin sigue constituyendo una promesa SHQGLHQWH/D2FLQD7pFQLFDGH3URWHFFLyQde Pueblos Indgenas en Aislamiento y en Contacto Inicial (OTPIACI), adscrita al INDE-PA dentro del Viceministerio de Interculturali-dad, carece de los recursos humanos, logs-ticos y presupuestales para llevar a cabo su tarea. De este modo, y pese a los notables y recientes esfuerzos que se han venido reali-zando desde la burocracia y la sociedad civil, la competencia institucional de este organis-mo fuera de la ciudad de Lima contina sien-do bsicamente una fantasa.

    Un Otro Invisible

    Litografa: Paulo Novoa

  • 18 1918

    Los PIAV, el Estado y la sociedad nacional en el s. XXI

    Instituto Lingstico de Verano en la cuen-ca del ro Purs favoreci la formacin de comunidades donde pueblos como los Juni Kuin, hoy en da la poblacin mayoritaria de la Provincia, y los Madij, fueron civilizados a travs de la educacin y la religin. Ms adelante, durante los aos noventa, cerca de una centena de indgenas Chitonahuas en aislamiento voluntario fueron capturados por una cuadrilla maderera en la cuenca del ro Yura. Tras el deceso de la gran mayora de ellos a causa de las enfermedades vira-les, actualmente, cerca de una veintena de los sobrevivientes habitan en una comunidad nativa Yaminahua en el bajo Yura. Tambin en esta rea, encontramos una intensa din-PLFDGHLQWHUFDPELR\PRYLOLGDGGHPRJUiFDentre la poblacin Amahuaca en aislamiento voluntario y sus familiares civilizados, es decir, aquellos que habitan en las comunida-des nativas de las cuencas del Mapuya y el Yura. Estos complejos procesos de trnsito

    En la actualidad, resulta imposible determi-nar con precisin la cantidad de poblacin indgena en aislamiento voluntario que habi-WDHQHO&&30(VWDGLFXOWDGVHIXQGDHV-SHFtFDPHQWH HQ GRV DVSHFWRV LQKHUHQWHVal modo de vida de los PIAV. Por un lado, en la imposibilidad de realizar censos dado el enorme riesgo que supondra el estable-cimiento de un contacto cercano. Por otro lado, en la imposibilidad de realizar estima-ciones serias debido a la enorme movilidad

    entre el aislamiento y el contacto nos obli-gan, una vez ms, a cuestionar las fronteras conceptuales entre poblacin contactada y no-contactada y a reconocer a estas po-blaciones como grupos humanos dinmicos, complejos y absolutamente insertos en su entorno econmico y social.

    5VVIZ[HU[LSHWVSx[PJHLZ[H[HSLUTH[LYPHKLWYV[LJJP}UPIAV se ha JHYHJ[LYPaHKVWVY\UHH\ZLUJPH[V[HSKL]VS\U[HKWVSx[PJH

    ,Z[L[PWVKLLUJ\LU[YVZZLOHPKVT\S[PWSPJHUKV H[YH]tZKLSVZH|VZ

    OHJPLUKVZ\THTLU[L\YNLU[LSHHKVWJP}UKLTLKPKHZX\LNHYHU[PJLUlaWYV[LJJP}U[HU[VKLSHWVISHJP}UPUKxNLUHen

    HPZSHTPLU[VJVTVKLSYLZ[VKLOHIP[HU[LZKLSCCPM...

    territorial de estos grupos, los cuales pueden llegar a desplazarse cientos de kilmetros y cruzar las fronteras nacionales durante sus ciclos de vida . Lo que s sabemos, gracias a la informacin indirecta proporcionada por comuneros indgenas, poblacin en contac-to inicial, misioneros y otros actores, es que actualmente los PIAV que habitan el CCPM son bsicamente cazadores y recolectores pertenecientes a dos grandes grupos etno-lingsticos.

    Por un lado, poblacin panohablante don-de se cuentan los denominados chitonahuas, murunahuas, mastanahuas, amahuacas, etc. - que habitan en las cabeceras de las cuencas de los ros Mapuya, Yurua, Envira \&XUDQMD3RURWUR ODGRSREODFLyQDUDZDNhablante que es denominada genricamente como mashco-piro, los cuales se encuen-tran dispersos en un extenso territorio que va desde el Parque Nacional del Manu hasta las cuencas altas de los ros Purs y Yaco. 'HELGRDODFRQVWDQWHUHFRQJXUDFLyQGHODVfronteras econmicas en actividades tales como la tala ilegal de madera, el narcotr-FRR ODH[WUDFFLyQSHWUROHUDHQ ORV~OWLPRVaos los patrones de movimiento de los PIAV del CCPM han variado considerablemente, creando situaciones de contacto no siempre SDFtFDVFRQRWURVSREODGRUHVGHOD]RQD

    En 2010, un encuentro fortuito con un grupo mashco-piro en la comunidad nativa yine de Monte Salvado dio por resultado un adoles-FHQWHKHULGRJUDYHPHQWHSRUXQDHFKDEn el mismo ao, el puesto de control del Parque Nacional Alto Purs en la cuenca del Tahuamanu - situado muy cerca del trazo propuesto por el proyecto 1035 fue invadi-do por un grupo de indgenas en aislamiento, forzando la retirada temporal de los guarda-parques. Este tipo de encuentros se ha ido multiplicando a travs de los aos, haciendo sumamente urgente la adopcin de medidas que garanticen la proteccin tanto de la po-blacin indgena en aislamiento como del resto de habitantes del CCPM. No obstante, la poltica estatal en materia de proteccin PIAV se ha caracterizado por una ausencia total de voluntad poltica.

    Si bien el Estado peruano se encuentra obli-gado jurdicamente a velar por la integridad fsica y cultural de los PIAV a partir de la aprobacin de la Ley 28736 en el ao 2006, en el terreno presupuestal e institucional esta obligacin sigue constituyendo una promesa SHQGLHQWH/D2FLQD7pFQLFDGH3URWHFFLyQde Pueblos Indgenas en Aislamiento y en Contacto Inicial (OTPIACI), adscrita al INDE-PA dentro del Viceministerio de Interculturali-dad, carece de los recursos humanos, logs-ticos y presupuestales para llevar a cabo su tarea. De este modo, y pese a los notables y recientes esfuerzos que se han venido reali-zando desde la burocracia y la sociedad civil, la competencia institucional de este organis-mo fuera de la ciudad de Lima contina sien-do bsicamente una fantasa.

    Un Otro Invisible

    Litografa: Paulo Novoa

  • 20 21

    Un Otro Invisible

    7VYV[YVSHKV[HTWVJVL_PZ[L\UHYLL_P}U

    ZPZ[LTm[PJHZVIYLJ}TVHY[PJ\SHY los THYJVZ

    PUZ[P[\JPVUHSLZKLS,Z[HKVJVULS[YHIHQV que han ]LUPKVKLZHYYVSSHUKV

    las VYNHUPaHJPVULZ PUKxNLUHZ

    :PJVTVHSN\PLUKPQVHSN\UH]La una 5HJP}UKLILserQ\aNHKHWVYJ}TV

    [YH[HHaquellos que son TmZ]\SULYHISLZ

    Conclusiones

    Luego de este rpido repaso por la historia y el contexto de los PIAV del CCPM, me gusta-ra presentar algunas ideas fuerza que resul-tan pertinentes en el marco del debate sobre la carretera Puerto Esperanza Iapari. Una SULPHUDLGHDVHUHHUHDODQHFHVLGDGGHUH-conocer como comunidad nacional la deuda histrica que existe con la poblacin indge-na en aislamiento voluntario, la cual es sin duda la prueba viviente ms tangible de los abusos que el Estado peruano permiti e in-cluso promovi hacia los pueblos indgenas amaznicos hasta hace muy pocas dcadas.

    Dicho reconocimiento no debera pasar ni-camente por un tema declarativo, sino que debera traducirse en una priorizacin de los mecanismos para su proteccin que pasen por la construccin de un verdadero ente rec-WRUHFLHQWH\GHVFHQWUDOL]DGR

    Pese a que este panorama pueda parecer GHVRODGRUYDULRVDYDQFHVVLJQLFDWLYRVKDQsido puestos en marcha por distintos actores regionales en el mbito del CCPM. Este es el caso en particular de las iniciativas que ciertas organizaciones indgenas han veni-do implementando a travs de programas de proteccin y vigilancia en varias cuencas con presencia de PIAV. Tal es el caso de la FENAMAD en la cuenca del ro Las Piedras y de ACONADIYSH ORAU en la cuenca del ro Yura, ambas experiencias que han logrado implementar puestos de control con agentes de proteccin indgenas encargados de la vigilancia de zonas sensibles a presen-FLD GH 3,$9 (Q GHQLWLYD LQLFLDWLYDV FRPRestas, fruto del trabajo de las organizaciones indgenas amaznicas, deben ser potencia-das a travs de su articulacin en planes de proteccin y marcos legales que cuenten con reconocimiento del Estado en materia institu-cional y presupuestal.

    8QDVHJXQGDLGHDVHUHHUHDODQHFHVLGDGde reforzar los marcos jurdicos que brindan la pauta para la proteccin de los PIAV. Ac-tualmente, los principales instrumentos jur-dicos para su proteccin, las Reservas Te-rritoriales, poseen una serie de problemas institucionales y vacos jurdicos que abren la puerta para las actividades extractivas y no brindan mecanismos para la inclusin paulatina de aquellos grupos indgenas en aislamiento que decidan, eventualmente y a travs de un proceso marcado por su pro-pia decisin, constituirse en comunidades nativas. Por otro lado, tampoco existe una UHH[LyQ VLVWHPiWLFD VREUH FyPR DUWLFXODUlos marcos institucionales del Estado con el trabajo que han venido desarrollando las or-ganizaciones indgenas, los cuales son, en buena cuenta, los actores que han asumido histricamente el verdadero liderazgo en la proteccin de los PIAV.

    Finalmente, y quizs a manera de una re-H[LyQSROtWLFDPiVDPSOLDHVQHFHVDULRKD-

    1 Beatriz Huertas, Pueblos indgenas en aislamiento del Norte de Madre de Dios.I. Al respecto puede consultarse un reciente balance de los impactos positivos y negativos del proyecto vial publicado en el portal virtual NoticiasSer (). II. Entre las principales cuencas que nacen al interior de este paisaje encontramos las del Envira, Yura, Piquiyacu, Inuya, Chandless, Mapuya, Sepahua, Las Piedras, Tahuamanu, Yaco y Purs. III. Para algunos casos registrados de epidemias entre PIAV, puede consultarse el caso de los Nahuas durante 1987 en el distrito de Sepahua y el caso de los Chitonaha durante los aos noventa en la cuenca del Yura. IV. A manera de ilustracin, tuvimos la oportunidad de encontrar dos testimonios muy parecidos, uno en la comuni-dad nativa de Gastabala, Provincia de Purs, y el otro en la comunidad nativa de Monte Salvado, Provincia de Tam-bopata, que hacan referencia a episodios de contacto con un lider mashco-piro al que le faltaba uno de los pies. Ambas anecdotas estaban separados entre s por diez aos y varios cientos de kilmetros. V. Solo en lo referente a las zonas de Purs, Las Piedras y Tahuamanu, hemos podido registrar un total de 40 avis-tamientos, contactos y hallazgos de evidencia vinculados a pueblos indgenas en aislamiento durante los ltimos 10 aos. Esta informacin fue producida a travs de la sistematizacin de los informes de campo del Parque Nacional Alto Purs y de la Sociedad Zoolgica de Frncfort, as como del recojo en campo de testimonios de pobladores ind-JHQDV(VWDOLVWDVLQHPEDUJRSHUPDQHFHLQFRPSOHWDHQWDQWRD~QQRH[LVWHXQUHJLVWURXQLFDGRGHWRGDODLQIRUPD-cin producida por las distintas organizaciones indgenas y no gubernamentales presentes en el mbito del CCPM. VI. Ley 28736, Ley para la proteccin de los pueblos indgenas u originarios en situacin de aislamiento y en situa-cin de contacto inicial (2006).

    Bibliografa:

    Beatriz Huertas. Pueblos indgenas en aislamiento del Norte de Madre de Dios. Puerto Maldonado: FENAMAD, 2009.+XHUWDV%HDWUL]'HVSRMR WHUULWRULDO FRQLFWR VRFLDO \ H[WHUPLQLR SXHEORV LQGLJHQDV HQ VLWXDFLyQ GH DLVODPLHQWRcontacto espordico y contacto inicial en la Amazona peruana. Lima: IWGIA, 2010.6KHSDUG *OHQQ 3KDUPDFRJQRV\ DQG WKH VHQVHV LQ WZR$PD]RQLDQ VRFLHWLHV 7HVLV GH 'RFWRUDGR 3K' 'HSAnthropology, University of California, Berkeley. California, 1999.Rummenhoeller, Klaus. Anexo 3: Ocupacin histrica del Complejo Purs. En: Plan Antropolgico del Parque Nacio-nal Alto Purs y la Reserva Comunal Purs (propuesta). Lima. APECO & WWF. 2010 (Documento de trabajo)

    cer hincapi en la necesidad de exigir (nos) una deliberacin poltica que sea capaz de LQFRUSRUDUHQWRGDV ODVHVIHUDVGH ODSODQL-cacin pblica procesos de ordenamiento territorial, planes de desarrollo, estrategias de desarrollo productivo, etc. - una reivindi-cacin primordial del derecho a la vida y de la dignidad humana por sobre cualquier cl-culo o inters econmico particular. Si, como

    alguien dijo alguna vez, una Nacin debe ser juzgada por cmo trata a aquellos que son ms vulnerables, hoy tenemos la opor-tunidad ante el Proyecto 1035 de demostrar TXH \D QR HVWDPRV GLVSXHVWRV D VDFULFDUen aras de un progreso basado en la explo-tacin desmedida del bosque amaznico, las vidas de aquellos ms ignorados, acosados y violentados.

  • 20 21

    Un Otro Invisible

    7VYV[YVSHKV[HTWVJVL_PZ[L\UHYLL_P}U

    ZPZ[LTm[PJHZVIYLJ}TVHY[PJ\SHY los THYJVZ

    PUZ[P[\JPVUHSLZKLS,Z[HKVJVULS[YHIHQV que han ]LUPKVKLZHYYVSSHUKV

    las VYNHUPaHJPVULZ PUKxNLUHZ

    :PJVTVHSN\PLUKPQVHSN\UH]La una 5HJP}UKLILserQ\aNHKHWVYJ}TV

    [YH[HHaquellos que son TmZ]\SULYHISLZ

    Conclusiones

    Luego de este rpido repaso por la historia y el contexto de los PIAV del CCPM, me gusta-ra presentar algunas ideas fuerza que resul-tan pertinentes en el marco del debate sobre la carretera Puerto Esperanza Iapari. Una SULPHUDLGHDVHUHHUHDODQHFHVLGDGGHUH-conocer como comunidad nacional la deuda histrica que existe con la poblacin indge-na en aislamiento voluntario, la cual es sin duda la prueba viviente ms tangible de los abusos que el Estado peruano permiti e in-cluso promovi hacia los pueblos indgenas amaznicos hasta hace muy pocas dcadas.

    Dicho reconocimiento no debera pasar ni-camente por un tema declarativo, sino que debera traducirse en una priorizacin de los mecanismos para su proteccin que pasen por la construccin de un verdadero ente rec-WRUHFLHQWH\GHVFHQWUDOL]DGR

    Pese a que este panorama pueda parecer GHVRODGRUYDULRVDYDQFHVVLJQLFDWLYRVKDQsido puestos en marcha por distintos actores regionales en el mbito del CCPM. Este es el caso en particular de las iniciativas que ciertas organizaciones indgenas han veni-do implementando a travs de programas de proteccin y vigilancia en varias cuencas con presencia de PIAV. Tal es el caso de la FENAMAD en la cuenca del ro Las Piedras y de ACONADIYSH ORAU en la cuenca del ro Yura, ambas experiencias que han logrado implementar puestos de control con agentes de proteccin indgenas encargados de la vigilancia de zonas sensibles a presen-FLD GH 3,$9 (Q GHQLWLYD LQLFLDWLYDV FRPRestas, fruto del trabajo de las organizaciones indgenas amaznicas, deben ser potencia-das a travs de su articulacin en planes de proteccin y marcos legales que cuenten con reconocimiento del Estado en materia institu-cional y presupuestal.

    8QDVHJXQGDLGHDVHUHHUHDODQHFHVLGDGde reforzar los marcos jurdicos que brindan la pauta para la proteccin de los PIAV. Ac-tualmente, los principales instrumentos jur-dicos para su proteccin, las Reservas Te-rritoriales, poseen una serie de problemas institucionales y vacos jurdicos que abren la puerta para las actividades extractivas y no brindan mecanismos para la inclusin paulatina de aquellos grupos indgenas en aislamiento que decidan, eventualmente y a travs de un proceso marcado por su pro-pia decisin, constituirse en comunidades nativas. Por otro lado, tampoco existe una UHH[LyQ VLVWHPiWLFD VREUH FyPR DUWLFXODUlos marcos institucionales del Estado con el trabajo que han venido desarrollando las or-ganizaciones indgenas, los cuales son, en buena cuenta, los actores que han asumido histricamente el verdadero liderazgo en la proteccin de los PIAV.

    Finalmente, y quizs a manera de una re-H[LyQSROtWLFDPiVDPSOLDHVQHFHVDULRKD-

    1 Beatriz Huertas, Pueblos indgenas en aislamiento del Norte de Madre de Dios.I. Al respecto puede consultarse un reciente balance de los impactos positivos y negativos del proyecto vial publicado en el portal virtual NoticiasSer (). II. Entre las principales cuencas que nacen al interior de este paisaje encontramos las del Envira, Yura, Piquiyacu, Inuya, Chandless, Mapuya, Sepahua, Las Piedras, Tahuamanu, Yaco y Purs. III. Para algunos casos registrados de epidemias entre PIAV, puede consultarse el caso de los Nahuas durante 1987 en el distrito de Sepahua y el caso de los Chitonaha durante los aos noventa en la cuenca del Yura. IV. A manera de ilustracin, tuvimos la oportunidad de encontrar dos testimonios muy parecidos, uno en la comuni-dad nativa de Gastabala, Provincia de Purs, y el otro en la comunidad nativa de Monte Salvado, Provincia de Tam-bopata, que hacan referencia a episodios de contacto con un lider mashco-piro al que le faltaba uno de los pies. Ambas anecdotas estaban separados entre s por diez aos y varios cientos de kilmetros. V. Solo en lo referente a las zonas de Purs, Las Piedras y Tahuamanu, hemos podido registrar un total de 40 avis-tamientos, contactos y hallazgos de evidencia vinculados a pueblos indgenas en aislamiento durante los ltimos 10 aos. Esta informacin fue producida a travs de la sistematizacin de los informes de campo del Parque Nacional Alto Purs y de la Sociedad Zoolgica de Frncfort, as como del recojo en campo de testimonios de pobladores ind-JHQDV(VWDOLVWDVLQHPEDUJRSHUPDQHFHLQFRPSOHWDHQWDQWRD~QQRH[LVWHXQUHJLVWURXQLFDGRGHWRGDODLQIRUPD-cin producida por las distintas organizaciones indgenas y no gubernamentales presentes en el mbito del CCPM. VI. Ley 28736, Ley para la proteccin de los pueblos indgenas u originarios en situacin de aislamiento y en situa-cin de contacto inicial (2006).

    Bibliografa:

    Beatriz Huertas. Pueblos indgenas en aislamiento del Norte de Madre de Dios. Puerto Maldonado: FENAMAD, 2009.+XHUWDV%HDWUL]'HVSRMR WHUULWRULDO FRQLFWR VRFLDO \ H[WHUPLQLR SXHEORV LQGLJHQDV HQ VLWXDFLyQ GH DLVODPLHQWRcontacto espordico y contacto inicial en la Amazona peruana. Lima: IWGIA, 2010.6KHSDUG *OHQQ 3KDUPDFRJQRV\ DQG WKH VHQVHV LQ WZR$PD]RQLDQ VRFLHWLHV 7HVLV GH 'RFWRUDGR 3K' 'HSAnthropology, University of California, Berkeley. California, 1999.Rummenhoeller, Klaus. Anexo 3: Ocupacin histrica del Complejo Purs. En: Plan Antropolgico del Parque Nacio-nal Alto Purs y la Reserva Comunal Purs (propuesta). Lima. APECO & WWF. 2010 (Documento de trabajo)

    cer hincapi en la necesidad de exigir (nos) una deliberacin poltica que sea capaz de LQFRUSRUDUHQWRGDV ODVHVIHUDVGH ODSODQL-cacin pblica procesos de ordenamiento territorial, planes de desarrollo, estrategias de desarrollo productivo, etc. - una reivindi-cacin primordial del derecho a la vida y de la dignidad humana por sobre cualquier cl-culo o inters econmico particular. Si, como

    alguien dijo alguna vez, una Nacin debe ser juzgada por cmo trata a aquellos que son ms vulnerables, hoy tenemos la opor-tunidad ante el Proyecto 1035 de demostrar TXH \D QR HVWDPRV GLVSXHVWRV D VDFULFDUen aras de un progreso basado en la explo-tacin desmedida del bosque amaznico, las vidas de aquellos ms ignorados, acosados y violentados.