UN MILLON DE ALMAS SALVADAS.doc

2
UN MILLON DE ALMAS SALVADAS San Juan Masías nació en la Villa de Rivera del Fresno, en la provincia de Badajoz (España) en 1585. Hasta los veinte años Juan llevó la vida sencilla, recogida y relativamente oculta de un pastor. A esa edad marchó a Sevilla —entonces la ciudad más comercial e inquieta de España— donde entró al servicio de un mercader que se disponía a partir al Nuevo Mundo. Después de muchos preparativos embarca definitivamente hacia América en 1619 y tras cuarenta días de navegación arriba a Cartagena de Indias, donde queda sin empleo. Decide entonces seguir a Lima por tierra. Atravesando de Norte a Sur la Nueva Granada, sube después a Quito y llega finalmente a la Ciudad de Los Reyes, tras un largo y penoso viaje de cuatro meses y medio, en el cual recorrió novecientas leguas, unas a pie, otras en mula, entre las mayores angustias y fatigas. En Lima, se empleó en labores de campo por un par de años en las afueras de la capital, hasta que conoció interiormente que el Señor le llamaba para servirle en la Orden de los Predicadores. Fue admitido como hermano lego en el convento de Santa María Magdalena (actual Plaza Francia) y, terminado el año de prueba, hizo su profesión solemne el 23 de enero de 1623, consagrándose desde entonces sin reservas a Dios y a sus hermanos más necesitados. Fue designado para el oficio de portero, que desempeñó con tanta excelencia que transformó la portería —tantas veces lugar de disipación y de ocio— en el teatro de su ardiente caridad y celoso apostolado. Tuvo también el santo el oficio de limosnero. Se quitaba a sí mismo el alimento para repartirlo entre sus amigos los pobres. Distribuía diariamente lo sobrante de la comunidad; obtuvo de los superiores el permiso necesario para recoger limosnas fuera de casa, con este fin. Unas veces multiplicaba los alimentos con su bendición; y otras acudía a la oración, pidiendo a la Santísima Virgen remediase las necesidades diciendo: “Madre, mis pobres no tienen qué comer”. La Santísima Virgen le contestaba: “Manda pedir a Fulano, que mi hijo le ablandará el corazón”. Y nunca pidió al indicado por la Madre del cielo que no alcanzara lo que pedía. Algunas veces sucedía, para escarmiento de avaros, que, con la negación de la limosna, les fuese la desgracia a la casa. Entre sus devociones y prácticas de piedad, la que más practicaba era la del Rosario. Desde la edad de cinco años en que prometió a la

Transcript of UN MILLON DE ALMAS SALVADAS.doc

UN MILLON DE ALMAS SALVADAS

San Juan Masas naci en la Villa de Rivera del Fresno, en la provincia de Badajoz (Espaa) en 1585. Hasta los veinte aos Juan llev la vida sencilla, recogida y relativamente oculta de un pastor. A esa edad march a Sevilla entonces la ciudad ms comercial e inquieta de Espaa donde entr al servicio de un mercader que se dispona a partir al Nuevo Mundo. Despus de muchos preparativos embarca definitivamente hacia Amrica en 1619 y tras cuarenta das de navegacin arriba a Cartagena de Indias, donde queda sin empleo. Decide entonces seguir a Lima por tierra. Atravesando de Norte a Sur la Nueva Granada, sube despus a Quito y llega finalmente a la Ciudad de Los Reyes, tras un largo y penoso viaje de cuatro meses y medio, en el cual recorri novecientas leguas, unas a pie, otras en mula, entre las mayores angustias y fatigas.En Lima, se emple en labores de campo por un par de aos en las afueras de la capital, hasta que conoci interiormente que el Seor le llamaba para servirle en la Orden de los Predicadores. Fue admitido como hermano lego en el convento de Santa Mara Magdalena (actual Plaza Francia) y, terminado el ao de prueba, hizo su profesin solemne el 23 de enero de 1623, consagrndose desde entonces sin reservas a Dios y a sus hermanos ms necesitados. Fue designado para el oficio de portero, que desempe con tanta excelencia que transform la portera tantas veces lugar de disipacin y de ocio en el teatro de su ardiente caridad y celoso apostolado. Tuvo tambin el santo el oficio de limosnero. Se quitaba a s mismo el alimento para repartirlo entre sus amigos los pobres. Distribua diariamente lo sobrante de la comunidad; obtuvo de los superiores el permiso necesario para recoger limosnas fuera de casa, con este fin. Unas veces multiplicaba los alimentos con su bendicin; y otras acuda a la oracin, pidiendo a la Santsima Virgen remediase las necesidades diciendo: Madre, mis pobres no tienen qu comer. La Santsima Virgen le contestaba: Manda pedir a Fulano, que mi hijo le ablandar el corazn. Y nunca pidi al indicado por la Madre del cielo que no alcanzara lo que peda. Algunas veces suceda, para escarmiento de avaros, que, con la negacin de la limosna, les fuese la desgracia a la casa.

Entre sus devociones y prcticas de piedad, la que ms practicaba era la del Rosario. Desde la edad de cinco aos en que prometi a la Virgen rezar las tres partes, nunca las interrumpi, ni por cansancio, ni por enfermedades, ni por causa de viajes. Cuando tom el hbito, entonces, en vez de quince misterios se impuso la obligacin de rezar quince partes del Rosario. Con esta devocin tan del Corazn de Mara y reina de las devociones, obtuvo el Santo extraordinaria piedad. No era raro sorprenderle elevado ocho codos del suelo, conversando con su Madre. A sus ruegos, se introdujo por primera vez en Lima, la fiesta del dulce nombre de Mara. Y los altares de la Reina del cielo los tena siempre cubiertos de flores blancas que simbolizaban la pureza de la Santa Virgen. Estando orando delante de la Santsima Virgen, se le aparecieron en tropel, dos mil almas del Purgatorio que con voces lastimeras le decan: Siervo de Dios, acurdate de nosotras. Se le aparecieron otras muchas ocasiones y le decan: No nos eches en olvido, socrrenos con tus oraciones. Otras veces le decan: A m, a m, que soy la ms necesitada. Estos clamores derretan en la caridad y devocin al Santo y le movan a tomar a su cargo las penas que ellas deban sufrir en el Purgatorio, para que, satisfecha la Justicia Divina, volaran a gozar de su infinita misericordia. La misma maa que se dio para aliviar toda miseria corporal, esa misma aumentada, se la dio para sacar almas de las penas del Purgatorio. Estando Juan Masas para morir, confes obligado por la obediencia, que haba sacado del Purgatorio un milln cuatrocientas mil almas. Fue la maravillosa conquista que hizo san Juan Masas, O. P., con el rezo del Santo Rosario.

P. Javier Andrs Ferrer, mCR