Un Independiente en Un Mundo de Esclavos

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Ser independiente en un mundo de esclavos “Nada se atreve a elevarse En ninguna parte una torre” (Rainer María Rilke). En los próximos minutos -para que sepan quién soy, o desde dónde hablo- comentaré algunas de mis tomas de posición con respecto al cine en el Perú en estos últimos años. Me parece fundamental no enmascararme de nada; así pues hablo entonces como cualquier persona desde su experiencia más directa y concreta; cualquier persona que comparte con otros situaciones que han sido parte de su vida. Será un pequeño documento de mi propia mente. Diré con Mariátegui que el mío es un testimonio de parte. Se trata de mi visión y mi versión; no puedo darles más, pero tampoco menos. Consideren, eso sí, que lo que les diré es compartido, en sus líneas generales, y en lo esencial, por no pocos de los que somos conocidos a falta de mejor nombre y pese a la atomización actual, como la movida independiente o el cine independiente. En otras palabras: hablo a nombre mío a la vez que represento aquí a muchos más. Cuando dije ‘cine en el Perú’ me refería, rigurosamente hablando, a OTRA COSA, bastante e incluso totalmente diferente de aquello que entendían por ‘cine en el Perú’ los seres humanos hacia quienes iban dirigidas mis críticas… No era solo ‘cine peruano’ de modo unívoco y cerrado, sino todo el cine que podía estar en la cabeza de un peruano, dispuesto a usarlo, además, para hacer películas significativas. Solían llamar a esto ambición artística. No fue fácil ir descubriendo, primero con perplejidad, luego con estupor y, finalmente, con no poca diversión hasta qué punto

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Ponencia. Texto leído en la ciudad peruana de Chiclayo el sábado 14 de noviembre de 2015. Autor: Mario Castro Cobos.

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Ser independiente en un mundo de esclavos

“Nada se atreve a elevarse

En ninguna parte una torre”

(Rainer María Rilke).

En los próximos minutos -para que sepan quién soy, o desde dónde hablo- comentaré algunas de mis tomas de posición con respecto al cine en el Perú en estos últimos años. Me parece fundamental no enmascararme de nada; así pues hablo entonces como cualquier persona desde su experiencia más directa y concreta; cualquier persona que comparte con otros situaciones que han sido parte de su vida. Será un pequeño documento de mi propia mente.

Diré con Mariátegui que el mío es un testimonio de parte. Se trata de mi visión y mi versión; no puedo darles más, pero tampoco menos. Consideren, eso sí, que lo que les diré es compartido, en sus líneas generales, y en lo esencial, por no pocos de los que somos conocidos a falta de mejor nombre y pese a la atomización actual, como la movida independiente o el cine independiente. En otras palabras: hablo a nombre mío a la vez que represento aquí a muchos más.

Cuando dije ‘cine en el Perú’ me refería, rigurosamente hablando, a OTRA COSA, bastante e incluso totalmente diferente de aquello que entendían por ‘cine en el Perú’ los seres humanos hacia quienes iban dirigidas mis críticas… No era solo ‘cine peruano’ de modo unívoco y cerrado, sino todo el cine que podía estar en la cabeza de un peruano, dispuesto a usarlo, además, para hacer películas significativas. Solían llamar a esto ambición artística.

No fue fácil ir descubriendo, primero con perplejidad, luego con estupor y, finalmente, con no poca diversión hasta qué punto ‘los cineastas de verdad’ (así se llamaban a sí mismos solo porque usaban fílmico) y sus críticos y sus obedientes masitas, vivíamos mundos diferentes en su raíz, al más puro estilo de los universos paralelos de la física cuántica. No lo menciono para exculparlos sino para intentar mostrar el abismo -en muchos casos insalvable- que felizmente nos separa.

Primera frase

“Todos somos de barro, pero no es lo mismo bacín que jarro”.

No dejes que te hagan lo mismo que a tus primos peludos, o una historia de animalitos para explicar el cine peruano

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A continuación leeré una cita extraída de “El poder del dinero. Estudio de una obsesión”, de Thomas Wiseman. Título original: The money motive (1974). Traducción de 1976, página 69, final del capítulo 3, titulado: Orígenes y consecuencias.

Dice así:

Incluso los animales, que bajo circunstancias normales no tienen nada que se corresponda a un sistema monetario, son capaces de verse “corrompidos” en este sentido. El zoólogo Desmond Morris llevó a cabo un experimento que introdujo la “motivación de beneficio” en los monos. Lo primero que hizo fue ponerlos a dibujar y a pintar, descubriendo que hacían cosas en verdad admirables. Más tarde empezó a recompensarlos con cacahuates por lo que hacían. Morris señala, amargamente: “muy pronto los monos hacían cualquier porquería anodina con tal de obtener los cacahuates. Había introducido el comercialismo en el mundo de los simios, arruinándolos a todos ellos como artistas”.

Encuentra a tu crítico acrítico en google earth para que obtengas un par de rodilleras gratis. Así vas practicando. Si tal es tu destino.

Qué dirán (o no dirán) los críticos patriotas. Tal vez lo mismo que en el festival de la Católica cuando uno les preguntaba su parecer sobre alguna película peruana. Había un silencio mágico. Aspiraban un poco de aire (siempre es bueno, si no, uno se ahoga) y soltaban el password, ése, el que les permite integrar el redondo círculo de los críticos patriotas: “Interesante”.

Párrafo final del texto ¿Qué es Madeinusa? publicado en la Revista Butaca, Año 8, Número 29, Setiembre de 2006, página 6.

Béla Tarr viene en nuestra ayuda y nos da buenas razones de por qué no debemos juntarnos con esta chusma.

“No tengo nada que hacer con la comunidad cinematográfica en Budapest. No les gusto porque no hago películas convencionales. No puedo hablar con ellos sobre películas porque vivo y pienso de manera diferente. Ellos son cineastas y yo no. Yo no sé quién soy”.

La galletita de la suerte te pregunta: ¿qué les diría Michael Haneke a los creadores de Asumare, la película peruana que enorgullece a todos los idiotas, perdón, a todas las personas prácticas que quieren una industria de cine en el Perú (o sea que quieren ganar plata por sobre todas las cosas, incluyendo a su madre, como el título lo indica)?

“Son los pesimistas los que hacen films de entretenimiento”.

El arte, el arte… ¿pero qué es eso? Lean a Paul Valéry. En 1918 escribe:

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“El imperativo supremo de un artista: no hacer lo que ya ha sido hecho”.

Frase de Herbert Marshall McLuhan (de su libro La galaxia de Gutenberg, 1962):

“El artista es el guía de la percepción.”

Pero si el cine es un negocio… pero el silencio en radio es un hoyo negro

Querido diario: a que no sabes qué pasa si vas a un programa de radio diferente al tuyo; los imitaré un momento y me haré propaganda: escuche La cinefilia no es patriota por Radio Lima Gris, cada viernes, de 8 a 9 de la noche. Y el archivo de podcasts, entre otras publicaciones del autor, escribiendo en google: Mario Castro rayita Lima Gris.

Querido diario: te decía que ¿qué pasa si vas a un programa de radio (no el tuyo) para promocionar tu ciclo de cine dedicado al cine de autor…? Cabe la pregunta: ¿y el cine de no-autor, por qué clase de seres humanos o mutantes estará hecho? ¿para qué existirá? ¿a qué intereses servirá? ¿hará mejores a las personas?

Querido diario: ves qué pasa si vas y dices algo increíblemente revolucionario para este mundo en una radio normal, como por ejemplo, la frase siguiente:

A mí el cine me interesa como arte.

Nota entre paréntesis: Llegados a este punto del texto, dejar una página en blanco a propósito, mostrársela a las personas que me ven y me escuchan durante un minuto rezando en silencio por las almas de los cineastas artistas no-nacidos, abortados, muertos prematuros, suicidados, asesinados, vendidos, alquilados, prestados, regalados, golpeados, traumados, mutilados, violados, en fin: víctimas de una castración moral y bioquímica del capitalismo y el neoliberalismo, destruidos por el sistema, por el terrorismo económico… y por su propia cobardía y falta de fibra moral. Y guardar ese minuto de silencio también por la gente inducida, seducida, conducida, enrarecida, vencida y reducida a la estupidez más abyecta, su frase favorita:

Veamos una película, pero no una de esas que te hacen pensar.

Frase de Orson Welles

“El cine solo evolucionará a despecho de la industria cinematográfica”.

Frase de Wim Wenders

“Norteamérica colonizó nuestras mentes”.

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Frase de Jean-Luc Godard

“El cine piensa mejor que la filosofía, pero esto fue rápidamente olvidado”.

Aleksandr Sokurov no tiene tiempo para jueguitos

“El cine como arte aún no ha nacido (…) El futuro del cine depende de la posibilidad de que a él se dediquen las personas que aman la Literatura por encima de todo”.

Definición de Stephen Dwoskin

“El film es mi lenguaje y sin mi lenguaje yo ceso de ser”

Como una canción triste. Cuando preguntar es llorar.

¿Por qué no hay un Martín Chambi en cine? ¿Por qué no hay un Vallejo en cine? ¿Por qué no hay un Eguren en cine? ¿Por qué no hay un José María Arguedas en cine? ¿Por qué no hay un Martín Adán en cine? ¿Por qué no hay un Vargas Llosa en cine? ¿Por qué no hay, finalmente, un Melcochita en cine?

Trabalenguas. No hay peor dependiente que el que no quiere ser independiente y se pregunta, qué es independiente, qué es independiente, qué es independiente… qué es…

En julio de 2012 La Revista Ventana Indiscreta publicó su séptimo número, en el cual anduvo interrogándose con mucha angustia sobre qué podía significar esa palabra tan difícil -para ellos-: independiente. No se puede dejar de hacer notar su increíble esfuerzo para no entender dicha palabra.

Mi cineasta peruano favorito ¿por qué humano?

Señoras y señores, yo tengo la solución absoluta para el cine peruano. Formo parte de un proyecto secreto junto con un grupo de científicos: estamos construyendo un robot. Será capaz de manejar amplia información sobre el mejor cine que se ha hecho sobre la faz de la Tierra, su programación será lo suficientemente poderosa como para producir un cambio definitivo en la historia de nuestro cine.

Nuestro robot, a diferencia de la casi totalidad de nuestros cineastas, irá al Cineclub de la Universidad Cayetano Heredia, y verá y estudiará películas proyectadas en el último año y medio. Películas de: Stan Brakhage, Stephen Dwoskin, Joris Ivens, Werner Schroeter, Shûji

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Terayama, Artur Aristakisian, José Val del Omar, Bill Douglas, Andrzej Munk, Sergei Paradjanov, Harun Farocki, Jean-Daniel Pollet, Nicolás Guillén Landrián, Sara Gómez, Ousmane Sembene, Michael Snow, Jean-Luc Godard, Charles Burnett, Ross McElwee, Pere Portabella, Otar Iosseliani, Rainer Werner Fassbinder…

Manifiesto

Si te interesaba el cine como arte; como pensamiento crítico, y te dabas cuenta de que es filosofía, visión del mundo: nuestras imágenes interiores; que determinan cómo vivimos nuestras vidas; es decir, el ‘cine’ va siempre más allá del cine; si te dabas cuenta, y querías intentar hacer lo tuyo, o por lo menos si querías algo de dignidad para eso que llamaban, ‘cine peruano’; si querías un cine que reflejara la verdad compleja de nuestra psique, te encontrabas con un cerco ideológico, un cerco del poder, cuya secreta frase-clave era: ‘puedes apreciar las buenas películas que nuestro gusto exquisito reconoce pero, aquí, en el Perú, ya que somos conformistas, acomodaticios, y como somos tan miserables, no podemos ni siquiera aspirar a intentar hacerlas’. Ante eso, si tenías dignidad, solo te quedaba una cosa: luchar por un cambio de paradigma. De manera práctica; se trataba de refundar el cine en el Perú. ¿Tus escenarios eran? Posibilidad Armando Robles. Obra personal, libre, rica en referentes; interés en el cine como lenguaje; capaz de experimentar y de arriesgar y no desprovisto de observaciones sociales. Acusada de: esteticista, onanista, vacía, ininteligible. Robles: modelo para la mayoría de cineastas peruanos valiosos aparecidos en los últimos tiempos. Posibilidad Lombardi. Impuesta por años; el cineasta que el statu quo había amado tanto. Realismo social, se suponía central. En general, se seca, envejece mal, por ser básicamente género y fórmula. Imagen conveniente para el dinero, producto vendible de peruanidad en el sentido más facilista. Costumbrismo, miserabilismo, simula interés en testimoniar hechos relevantes de nuestra historia reciente; más bien encubre. ¿Más claro?: cine colonizado. Salida: acceso a los mejores ejemplos mundiales (o sea: ábrete al mundo, no seas idiota). Cine en los márgenes, verdadero corazón y cerebro del cine. Vanguardia, experimentación; lo que más necesitamos. Nos jugamos por estas ideas. Nuevos cineastas están cambiando el cine peruano: será bueno conocerlos.

Del texto “Lima Independiente, o por qué hacemos un festival de cine independiente en el Perú” publicado en Diario 16 el día viernes 6 de junio de 2014.

Ok. Quiénes son.

Raúl Del Busto, Eduardo Quispe, Juan Daniel F. Molero, Fernando Montenegro, Rodrigo Otero, José Manuel Sosa, Alberto Angulo, Omar Forero, Javier Bellido, Ana Balcázar, Rafael Arévalo, Tilsa Otta, Farid Rodríguez, entre otros.

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4 textos sobre películas independientes peruanas

UNO

Andún, de Rodrigo Otero (Mediometraje documental, 2002, 48’). Elegante, sofisticada, excéntrica. Interacciones sutiles de texturas visuales y sónicas de procedencias diversas. Mapas, cantos tribales, filmaciones, fotografías, música clásica, voces radiales. Sencillamente apasionante. Sin duda la más experimental y de mayor originalidad, una revelación sensorial. Merecía ser incluida en categoría aparte. La anomalía feliz de este diccionario.

Texto extraído de: “(mini) diccionario personal de mediometrajes peruanos” publicado en la Revista Butaca, Año 6, Número doble 21-22, Octubre 2004, página 89.

DOS

Detrás del mar, de Raúl Del Busto (2005, 99’).

El misterio del tiempo -dicho de otra forma-: el misterio de la vida, se encuentra en el seno mismo de lo cotidiano; no en unos pocos, contados momentos, sino en este momento, y hace un momento, y dentro de un momento; en todos los momentos. Lo cotidiano es obviamente extraordinario. Pero también es obvio que esto no es obvio para todos. Se piensa, por el contrario, que lo cotidiano es (lo) extraordinariamente obvio. La vida; lo excepcional, ‘el hecho de que haya algo en vez de nada’ el milagro. Lo absoluto. Lo cotidiano, por tanto, necesariamente, tendrá que ser: re-descubierto, re-experimentado, re-conocido, tendrá que volverse conciencia, re-examinarse, sí, ¿pero cómo? (Por su parte, el espectador consumista se atraganta, se embriaga, se embarra, con historias, en vez de re-unirlas con la vida, en vez de crearse una nueva vida, transformarse, refundarse, en vez de eso, quiere olvido, y paga el precio.) Hay películas que no te permiten huir. Detrás del mar es una de ellas; no te deja escapatoria. Te encuentras, con ella, entre la espada y la pared de lo que puedes interpretar como el vacío. Por eso, lo más fácil para ti, para tus hábitos mentales (condicionamientos que identificas con tu esencia) es escapar de ella. La vivencia del tiempo (como un campo vibratorio de frecuencias más ‘bajas’, más sutiles) de un tiempo puro, desnudo, despojado, liberado, desconectado de la ‘acción’ es lo que hace de esta película una revelación, un precioso objeto, verdaderamente inédito (o sea, poco comprendido, mal comprendido, no-comprendido, aún por comprender) en la historia del cine en el Perú. Consideramos (no sin temor, no sin vergüenza, con rechazo) momentos de nuestra vida como ‘vacíos de contenido y significado’, como una o ‘la’ nada; nulos, acciones subconscientes, autómatas, acciones mínimas o micro acciones o in-acciones cotidianas; sin embargo, lo que contemplamos aún ahí ¿o sobre todo ahí? es la acción del tiempo o el tiempo en acción, aunque fuese en la acción de flotar, de vagar, de detenerse, de dar vueltas, de ‘hacer tiempo’ o de ‘perder el tiempo’ ¿o de perderse en el tiempo? (o de matar el tiempo) o de ‘desconectar’; pero esa nada en apariencia, esconde algo, siempre, sin duda, y hay que ver qué es, qué hay detrás. En ese sentido, Detrás del mar nos propone -en un tiempo ‘real’ que acaba acercándose al ensueño- la compañía de personajes silenciosos, solitarios, en sus rutinas y esperas, literalmente compartimos ‘su tiempo’; son los famosos tiempos muertos, lentos o largos, llenos de vida, de signos, un

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sismógrafo de los movimientos mínimos del alma humana puede activarse en nosotros, a condición de ‘no esperar nada’, de estar ahí, sin más, formando parte de este juego de aceptar ‘la totalidad del tiempo’, de no ser direccionado, de ser sensible a todo lo humano que habla sin la palabra, al cuerpo, al gesto, la inmovilidad, el movimiento (además de objetos, interiores, paisajes); así, su presencia se va cargando de significado y densidad, y la fuerza y acumulación de corrientes subterráneas de tiempo nos impregna de un estado anímico especial, la expresividad de su intimidad ‘muda’ resulta elocuente en su poder de sugerencia y de resonancias simbólicas. El armazón argumental que sobrenada la película no afecta esa voluptuosidad por el radicalismo de su búsqueda, que es una de sus marcas más distintivas y permanentes.

TRES

El epitafio no me importa, de José Manuel Sosa y Alberto Angulo Chumacero (2011, 80’).

Un cine peruano VIVO. Que diga la verdad. Personal, individual, sin miedo y sin complejos; que vaya a la esencia de lo humano sin concesiones. Corazones y cerebros libres e independientes porque el artista debe ser un guía de la percepción y no un lacayo del mercado. Yo quiero un cine que se juegue la vida, que sea digno. No importa si es ‘imperfecto’, ‘sucio’ según los cánones de la mentalidad burguesa. Alberto Angulo es visto como marciano por mucha gente. La pregunta del organizador (contrariado) de un recital poético al aire libre donde Angulo apenas es tolerado resulta perfecta: “¿Cuál es el límite de la democracia?” Angulo no se finge normal, sabe que no lo es. Sabe también que nadie lo es. Percibe la farsa, la evidencia. Así que nos invita a que saquemos al marciano que llevamos TODOS dentro. Anda más cerca de la verdad que la mayoría. Pero la mitad del asunto es cómo se ve Angulo; la otra, es cómo lo ve (y a sí mismo como en reflejo) Sosa: el hombre de la cámara. Angulo no es perfecto, pero tiene toda la razón en un punto: tiene derecho a ser, esto es, a ser escuchado. A menos que el poeta ya no tenga nada que hacer excepto ser cruce de mártir con payaso. ¿O eso fue siempre? Sosa mira a su ‘objeto’: lo escucha, lo respeta, lo sigue, lo admira, se aburre, lo cuestiona; se desentiende y mira otras cosas… Angulo más allá del ridículo llega a ser sublime por momentos. ¿Sus obsesiones son un capricho de chiquito o la fidelidad a lo mejor de sí? Hay escenas inolvidables: demasiadas cosas hilarantes en ese bloque llamado plano. Hay una chica saludando mientras él explica su proyecto de documental; quizás la mejor escena que ha dado el cine peruano hasta ahora. Antes: Angulo lee un poema contra Dios, a la entrada de una iglesia. De nuevo ‘la intromisión deseada’ de la presencia femenina es una delicia pura. O la presencia de la pequeña hija y del amoroso padre haciéndola volar -y que no evita hacerle un chiste sobre Nabokov-. El poema sobre el féretro que le queda demasiado grande es brillante… Hay un final con monólogo de ultratumba. La película le da lo que el resto le niega. Es el individuo rechazado porque la presión invisible exige que todos sean tan cobardes e idiotas como las tinieblas del promedio. Angulo protesta y, todos somos Angulo, o seremos el carnicero.

Texto publicado en Lima Gris el 31 de octubre de 2014.

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CUATRO

5, de Eduardo Quispe y Jamil Luzuriaga, o: la muy posible imposibilidad de lo único posible para que la verdadera comunidad sea posible.

La sociedad es una falta de amor organizada.

Huxley

¿La pregunta, digamos clásica, del romanticismo, por el amor, y, más concretamente, por un tipo de amor, el amor de pareja; no parecerá, a estas alturas, honestamente, a algunos -en las actuales circunstancias-: desesperada, inútil, odiosa, narcisista, simplemente imposible, vergonzosa, incómoda, hasta impúdica, ajena, pasada de moda, mal planteada, ingenua, torpe, patética, ridícula, irrelevante, y, finalmente, un poco estúpida? ¿Pero qué tal si aún ante semejante peso de negatividad desilusionada, escéptica, pragmática o nihilista, la verdad es justo lo contario, y, en vez de eso, y ‘más allá de los peligros’, la pregunta clásica por el amor (que casi no se atreve a llamarse a sí mismo romántico) es inescapable, valiente, trascendente, fundamental, central, lo único que hay que preguntar? Ahora bien, ¿cómo puede uno hacerse cargo de esta pregunta? O, desde dónde. Cómo, cuando la volatilidad de las relaciones es la norma, para no hablar del conformismo crónico y/o calculador de las vidas en pareja… y considerando el hábito más o menos disimulado o encubierto de la dependencia maniática ejecutada a dúo. Pero no es cualquier pregunta: hay que hacerla. No hay cómo no hacerla. ¿Una cámara, tal vez, ayudaría? ¿El cine puede registrar ‘las dificultades del amor’ haciendo su trabajo? En este sentido, miro este ‘En busca del amor perdido’ o ‘De la conexión perdida parte 5’ -así podría describirse esta unidad a la vez que fragmento de la obra serial de Eduardo Quispe y Jim Marcelo (aunque ahora la codirección de esta última entrega es compartida por Eduardo Quispe con Jamil Luzuriaga)-. La cámara: vida/espejo/reproducción/investigación de la mutación. Ni tú ni yo solos, ni tú ni yo unidos, sino tú y yo y algo más, tampoco meramente los otros, el resto de gente, las cosas, el mundo… Porque lo que llamamos vida es siempre creación de algo más que escapa a nuestras palabras y conceptos. La cámara salió de nosotros y vuelve como prótesis y nos fusionamos con ella. Lo decía Cervantes, uno es hijo de sus obras… La cámara no es él y ella, es, por momentos, la fusión (y la disfunción) de ellos dos. Lo que sabemos de estas vidas reales o ficticias. Ficticias por reales. Reales por ficticias. Tras de la aparente y llamativa sencillez y belleza evidente y capacidad conmovedora de esta película, hay una complejidad insoslayable.

La sociedad se basa en un crimen en común.

Artaud

Se tocan, con la cámara. Se tocan, con palabras, con ideas. La cámara es la textura misma de su mundo. Sus cuerpos cercanos que no se tocan casi, pues hay una barrera que se vuelve visible, evidente, en palabras. Lo que sea que haya entre ambos revela su naturaleza efímera,

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esencialmente quebradiza, con fecha de caducidad. Pero el amor tiene que ser eterno, atravesar la contingencia. O eso nos dijeron hace mucho tiempo.

Hay, en los diálogos, no sé si de manera voluntaria, una dimensión tragicómica. El personaje masculino quiere abarcar todo el espacio, verba ergo sum, es la figura de las aspiraciones totalizadoras del logos. Es como una araña teje-su-tela obsesiva, heroica y hasta ridículamente contra el vacío. Pero el vacío es también engendrador…

La unión entre ellos, su ‘relación’, es la cámara. Algo que hacen juntos. Su película-vida que puede devenir su vida-película. Lo que vemos: un lugar abierto, muy verde, a unos metros del mar, hay un barranco, ellos dos, el paisaje como el paisaje interior su relación…

Juego de dos aún jóvenes que no saben aún que van a hacer con la hipótesis de sus vidas en común, con sed de absoluto, pero cada uno de los dos prefiere que el otro se integre a su mundo y su particular zona de la ciudad, y ninguno cederá. Y eso que en ‘5’ el amor parece por fin haber sido hallado. ¿Así que el cine es el único cuerpo que se nos une, que puede por fin acogernos?

Aparente cambio brutal de tema y registro, en los minutos finales, con actores cómicos callejeros poniendo en escena la todavía más brutal trama sistémica de la corrupción en nuestro país. Parecería que poco tiene que ver con nuestras pequeñas historias privadas y personales, pero la imposibilidad de mantener la fe en el otro que examina la película, la inconsistencia y desintegración humanas, puede ir camino de convertirse en la norma. El mensaje es desolador pero no carece de lucidez. Aspira a ser un diagnóstico general.

Con medios materiales mínimos, una idea poderosa y recurrente en su obra, tratada con flexibilidad y rigor, Eduardo Quispe ha hecho su mejor película. Que considero la mejor película peruana estrenada en 2014. La fuerza del cine independiente en el Perú está completamente viva. Haciendo la diferencia.

Texto publicado en la Revista Godard, Año 14, Número 35, Diciembre de 2014, páginas 21 y 22.

FINAL

¿Qué opinas de la calidad y contenido de las películas peruanas?

El cine independiente significó muchas cosas a muchos niveles: una de las cosas que significó fue poder empezar a romper, al menos en los círculos más ‘ilustrados’, el paradigma de qué cosa ‘debía ser’ el cine peruano. El realismo a la Lombardi & Co., en otras palabras. Los que recién llegábamos a la crítica de cine desde la cinefilia más pura e inocente nos fuimos dando cuenta de algo muy corriente en el Perú, y no solo en el Perú: la existencia de un grupo de poder que era el garante de la mediocridad y la limitación del cine aquí, grupo que además ganaba la mayor parte de los premios otorgados por el Estado, y que mediática y socioeconómicamente tenía la sartén por el mango. Esa plaga no ha sido erradicada aún pero ya no tiene el poder de antes. Como es natural, también tenían sus críticos, los que decían que el cine peruano no era tan malo como era. Triste papel. Desde la revista Godard, desde La

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cinefilia no es patriota, entre otros medios, dimos una batalla de la que nos sentimos muy orgullosos. La democratización que significó internet, tanto para ver películas como para escribir sobre ellas, jugó a favor. Y lo más importante: aparecieron nuevos directores peruanos que venían con otros referentes, más inteligentes y más ricos.

Extracto de una entrevista inédita realizada por Stefany Cabrera, estudiante de comunicaciones de Isil.