Un Credo, Un Relato y Una Orate (Sobre La Loca de La Casa de Rosa Montero)

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Un credo, un relato y una orate (Razones para seguir viviendo con La loca de la casa) Confusión de géneros Hoy la literatura está viviendo un tiempo especialmente mestizo en el que predomina la confusión de géneros: este mismo libro que estoy escribiendo es un ejemplo de ello. Rosa Montero La sobreabundancia de escritos teóricos de la literatura ha originado la necesidad de visitar el fenómeno literario desde caminos diversos, desde caminos inesperados. Estas calles nuevas, a veces trochas, a veces bosques, como diría Umberto Eco, forman una geografía nueva, en cuyo diseño han contribuido Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Borges (aunque menos didáctico y más descaradamente irreverente), García Márquez, Monsiváis…, en Latinoamérica; como ya antes habían hecho Azorín, Antonio Machado, Unamuno, Pedo Salinas, María Zambrano…, en España 1 . Como referentes franceses, no podemos obviar a Maurice Blanchot, Lacan, Barthes, Foucault, Derrida y todas las figuras a las que el postestructuralismo ha dado pie, pasando por Deleuze hasta 1 Nótese que hablo de escritores en plan de constructores de la nueva geografía de la teoría literaria con recursos ajenos a los de de la academia menos conservadora de la cual son el mejor ejemplo las universidades hispanohablantes (y angloparlantes), razón por la que omito a García Berrío, Amado Alonso o Fernando Lázaro Carreter, considerados teóricos insoslayables en la filología hispana contemporánea. Gordana Crnkcovi ć en Imagined Dialogues aclara que buena parte de la investigación académica occidental está regida por ese sistema de papers y la formalidad metodológica de las universidades norteamericanas.

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Reseña del libro "La loca de la casa" de Rosa Montero. Se discute el tema del género en el libro y se comenta el proyecto ficcional y didáctico de la obra.

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Un credo, un relato y una orate(Razones para seguir viviendo con La loca de la casa)

Confusin de gnerosHoy la literatura est viviendo un tiempo

especialmente mestizo en el que predomina

la confusin de gneros: este mismo libro

que estoy escribiendo es un ejemplo de ello.Rosa MonteroLa sobreabundancia de escritos tericos de la literatura ha originado la necesidad de visitar el fenmeno literario desde caminos diversos, desde caminos inesperados. Estas calles nuevas, a veces trochas, a veces bosques, como dira Umberto Eco, forman una geografa nueva, en cuyo diseo han contribuido Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Borges (aunque menos didctico y ms descaradamente irreverente), Garca Mrquez, Monsivis, en Latinoamrica; como ya antes haban hecho Azorn, Antonio Machado, Unamuno, Pedo Salinas, Mara Zambrano, en Espaa. Como referentes franceses, no podemos obviar a Maurice Blanchot, Lacan, Barthes, Foucault, Derrida y todas las figuras a las que el postestructuralismo ha dado pie, pasando por Deleuze hasta llegar al no menos cautivador Edgar Morin. Tambin vale la pena considerar al alemn archicitado y acaso abusado Walter Benjamn.

Esta familia, de la cual apenas propongo algunos miembros, en detrimento de otros no menos importantes, ha encontrado en La loca de la casa, de Rosa Montero, a una hija ejemplar.

El propsito de La loca de la casa est claro:

Cuando empec a idear este libro, pensaba que iba a ser una especia de ensayo sobre literatura, sobre la narrativa, sobre el oficio del novelista. Proyectaba redactar, en fin, una de ms de esas numerosas obras tautolgicas que consisten en escribir sobre la escritura. Luego, como los libros tienen cada uno s propia vida, sus necesidades y caprichos, la cosa se fue convirtiendo en algo distinto, ms bien se aadi otro tema al proyecto original: no slo iba a trata de literatura, sino tambin de la imaginacin. (239)A los temas anteriores se agregan dos ms: el libro hablara de la locura y la pasin amorosa. Pero lo esencial se mantiene: s es un libro sobre la narrativa, de ideas desarrolladas con mucha gracia, con encanto y, a ratos, con esa coquetera que la autora exige para que la escritura de mujeres sea de calidad, por encima de cualquier sexo o planteamiento sexista. Para coronar sus ideas, la autora se vale de un ejercicio narrativo. De las tres versiones de la historia del personaje Rosa Montero con M, historia que alcanza maestra en su tercera reescritura.

Tan bueno es este relato, que la obra ha ganado un premio (de los muchos que ha ganado) de novela. El asunto sorprende: se ha premiado al ejemplo, al texto subordinado. (Subordinado aqu se refiere al plan del texto, a la organizacin del conjunto, no a la calidad).

Un libro inicitico y valienteEste libro, amable y suavemente erudito, expone sus ideas con mucho de lo que los lingistas y filsofos del lenguaje llaman cortesa. Es decir, que su expresin es sencilla desde la perspectiva didctica, para que cualquier ser humano le siga el paso. Adems, sus pginas son muy clidas gracias a que el yo de la obra (en una esforzada paradoja lucha por igualarse y despegarse, a la vez, de la Rosa Montero de carne y hueso) recurre al tpico de la modestia, mostrando sus torpezas amorosas, su mala memoria y su presunta inferioridad con respecto a su presunta hermana.

Con todas esas quijotadas, uno termina sintindola como un ser humano alcanzable. Esto tiene un gran valor para motivar a las almas esquivas del arte, para hacerles reconsiderar lo que significa la literatura, lo que ella es y lo que tambin puede llegar a ser.

La familiaridad hacia la autora tambin se manifiesta en su firmeza al colocar sin el menor rubor, sin deudas con cnones aejos, como cuando afirma como de pasada, que, a pesar de lo que dice Juan Jos Mills, el Ulises de Joyce es una novela que solo me interesa, y no demasiado, como artefacto modernista(226).

Gran favor le hace a la obra, a despecho de las normas acadmicas en uso, la subjetividad a la obra, la mano suave de la autora, sus afectos.

No se entienda, en virtud de los favores iniciticos, que el libro supone un objeto cansn o dej vu para los que correspondera llamarse iniciados.

Imposible dejar de repensar la imaginacin, de admirar la tragedia del atormentado Robert Walter (probablemente mayor que Melville!), genial pero incomprendido en su tiempo. Cmo no compartir sus ideas sobre la convivencia del genio con sus taras, incluso en las grandes obras de tales genios, un trasunto de la vida [que] jams es exacta, amn de reconocer en esos fallos el titubeante aliento de las cosas? Y qu decir, hablando de esas paradojas, de la curiosa historia de Klemperer y la pedantera del joven Italo Calvino? Esa cara de la historia de la genialidad, ante la que muchos historiadores retroceden, bien vale la pena que se conozca.

La escritura de Rosa Montero encanta por su estilo desenfadado (como han dicho tantos), alegre, vital lleno de una lrica sutil, cuyas imgenes infaliblemente candorosas y coquetas que parecen siempre cndidas, digamos, tiernas al tacto, revelan una mente muy alerta, un pensamiento claro y agudo. Cierto es que alguna vez su escritura trasluce cierta picarda o franco descontento; pero pronto asoma el matiz, el dulce rubor y se atempera la frase, y en caso de no ser as, una lluvia de sus imgenes ms frecuentes borra la huella.

La suave erudicinEl gusto por las biografas y el dato curioso, que le viene a la autora por su vena periodstica, llena el texto de momentos luminosos y oscuros, pero siempre sorprendentes sobre la vida de varios narradores. Estas ancdotas le dan pie para desarrollar su credo sobre la psicologa del novelista y el poder de la imaginacin.

Es claro que algn crtico rancio puede ver en ello un fcil gancho para atrapar incautos. Me parece que no hay tal.

Debo justificarme, porque al decir que este libro es inicitico, estara justificando al crtico rancio; pero ms all de ello, parece haber una arqueologa biogrfica del genio, la vida privada, la cuna de la genialidad: de dnde ms va a obtener sus argumentos sobre la imaginacin del artista? No es un truco; es una necesidad. Aunque usted ya conozca todas las ancdotas (como afirma saberlas el crtico rancio), acepte que de all surgen plausiblemente los argumentos que explican las tesis de la autora. No se trata de un juego de trivia literaria, de un libro que exhibe caprichosamente ancdotas curiosas para mantener atento al lector; estamos en presencia de un potente alegato sobre la imaginacin narrativa y un poco ms, un credo literario y an intelectual.

Lirismo

Ese barniz potico que cubre los parajes de los caminos intelectuales sobre la literatura que aludamos al principio, esa amabilidad que proyectan las pginas que aqu comentamos ofrecen muchos ejemplos para terminar este encomio hacia esa diligente loca que habita en la casaRosa Montero. Apenas tomo uno, ese en el que evoca los recuerdos del pasado, de escritores conocidos y las ancdotas asociadas a momentos comunes, aunque aparentemente inconexos. La Navidad de 1959, embelezados, todos miraban una estrella que ms bien era satlite artificial. En ese momento se entrecruzan otras vidas, otras soledades hermanadas de las que ella an no puede saber nada, pues de los otros (amigos, escritores) sabr a su debido tiempo:

Pero aquella noche yo lo ignoraba todo, aquella noche simplemente miraba absorta el cielo junto con mis padres y mi hermana y otros dos millones de madrileos; y las estrellas derramaban sobre nosotros una luz probablemente fantasmal, la luz de las esgtrellas muertas hace trillones de aos y que an nos llegaba palpitando a travs del negro y fro espacio; esa misma luz que quizs seguir pasando por aqu dentro de mucho tiempo, cuando nuestro Sol se haya apagado y la Tierra no sea sino un yerto pedrusco. Y esa luz impasible e imposible, que algn da tambin se extinguir, llevar prendido, como un soplo, el reflejo infinitamente inapreciable de mi mirada. (237)

Con todas las anteriores seas, espero que algn curioso se adentre en la muelle geografa de los parajes imaginativos que rigen el arte narrativo, segn Rosa Montero y su cmplice demente. A m me ha servido para entender la gnesis o etiologa de un arrobamiento.

Ntese que hablo de escritores en plan de constructores de la nueva geografa de la teora literaria con recursos ajenos a los de de la academia menos conservadora de la cual son el mejor ejemplo las universidades hispanohablantes (y angloparlantes), razn por la que omito a Garca Berro, Amado Alonso o Fernando Lzaro Carreter, considerados tericos insoslayables en la filologa hispana contempornea. Gordana Crnkcovi en Imagined Dialogues aclara que buena parte de la investigacin acadmica occidental est regida por ese sistema de papers y la formalidad metodolgica de las universidades norteamericanas.