Un amor casi imposible

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UN AMOR CASI IMPOSIBLE Jennifer Molero López

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UN AMOR CASI IMPOSIBLE

Jennifer Molero López

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La joven Soledad estaba enamorada del pequeño de los Castañeda, Juan. Lo

llevaban en secreto porque ella era una niña rica y él trabajaba en sus tierras; un

simple obrero pero eso no le importaba. Su amor era más fuerte que todo. Estaba

dispuesta a lo que fuera si se le complicaban las cosas. Él la quería mucho y aunque

sus padres le decían que la olvidara, no lo haría jamas. Ella era su gran amor y

significaba todo para él. Casi todo los días se veían en un pequeño lago que hab ía

cerca del cortijo. Allí podían estar tranquilos porque nadie pasaba por ese lugar. Él le

hacía dibujos de todos los lugares hermosos que había por aquella zona, ya que se le

daba muy bien dibujar, y ella los guardaba en su habitación como oro en paño. A

veces acudían a una pequeña cabaña situada en la arboleda de detrás del caserón. Allí

sólo paraban ellos. También dibujaba retratos de ella semi desnuda. Eran felices así.

Les hubiera gustado no tener que llevarlo en secreto, pero si Angustias, la madre se

Soledad y jefa de Juan, se enterara no se quedaría cruzadas de brazos.

Cada vez que Soledad llegaba a casa entraba por la puerta de atrás y procuraba que

no la viera ni su madre ni su hermano, ahorrándose el inventar alguna historia.

siempre podía decir que había ido a dar un paseo por los campos. Un par de veces se

cruzó con su hermano Tristán y aunque le decía que había ido a pasear o a ver los

caballos éste veía una mentira en sus ojos y se olía algo.

El entretenimiento de Angustias era ocuparse de un miserable trabajador,

Melgar, cuya tarea es darle latigazos a los obreros y casi explotarlos. Angustias era

tan malvada que un día le quitó el sueldo del día a su cocinera porque se equivocó y

en vez de echarle sal a la comida le echo azúcar. Tristan, por otro lado, se ocupaba de

los campos y la cosecha del tabaco, aunque a veces iba a donde estaban los obreros

trabajando y les llevaba algo de comida, bebida y ánimos y tiempo para respirar. Él

era todo lo contrario de su madre, al igual que la hermana. Soledad no se podía

ocupar de nada ya que sólo tenía 16 años. Únicamente podía tomar el té y coser.

La casa de Juan era humilde y aunque pertenecía a Angustias era como si fuese

de ellos. Más que casa, por su tamaño, parecía una ratonera, pero no se podían quejar.

Eran demasiado pobres y no tenían para otra casa. Los padres de Juan sabían de sus

sentimientos y aunque apreciaban a la chiquilla como a su propia hija no querían que

estuviera con ella porque si se enterara Angustias los echaría y no tenían a donde ir.

Se morirían de hambre.

Juan siempre les decía lo mismo, que nunca se alejaría de ella y que le daba igual

todo. Él tranquilizaba a sus padres diciéndoles que Angustias nunca se enteraría pero

ellos sabían que pronto llegaría ese día.

Cuando Soledad y Juan se reunían en la cabaña preferían no hablar de los

problemas sino de lo mucho que se querían y sólo planeaban un futuro feliz para los

dos. Él la dibujaba desnuda y eso le gustaba. A ella, por otro lado le encantaba posar

para él. En una ocasión, cuando se acercaba la noche y ya tenían que irse, decidieron

estar algunos días sin verse porque el hermano sospechaba y con toda su pena se

despidieron hasta unos cuantos días.

Durante ese tiempo ella se quedó en su cuarto mirando todos los dibujos que Juan le

había hecho. No se cansaba de mirarlos porque se acordaba de los momentos que

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habían vivido juntos. La madre se extrañó, porque Soledad pasaba mucho tiempo

encerrada en su habitación y le preguntó. Ella le dijo que ya que no tenía nada que

hacer prefería quedarse en su habitación leyendo, pero cometió un fallo. A Soledad no

le gustaba leer y la madre lo sabía, aunque se calló y lo aceptó. Pero a pesa de que no

se quedó tranquila pensó que ya se ocuparía de eso en otro momento porque estaba

ocupada. Mientras, Soledad, creía que todo estaba bien, que su madre se lo había

creído con facilidad. No sabía que se equivocaba. A los dos días, cuando Soledad se

tomaba el té, su madre decidió ir a su habitación a ver por qué motivo no salia de allí.

Cuando subió estaba todo perfecto, no había nada extraño pero cuando dio la vuelta

para salir, vio en la cama algunos papeles. Se acercó, los miró y vió todos los dibujos

de Juan, los paisajes.....y a Soledad. No podía creérselo. Se enfureció tanto que esperó

allí a que Soledad volviera. Cuando lo hizo preguntó extrañada:

-¿Que haces aquí? ¿me buscabas?

Angustias enseñó los dibujos sin decir nada. Se quedaron calladas durante unos

segundos, luego la madre habló:

- ¿Cómo has podido hacer esto?

Enfurecida Soledad por haber hurgado en su habitación le respondió:

- ¡Lo que ves madre! ¡y he hecho mucho más que posar para él, porque nos

queremos!

La madre sabía que se trataba de Juan por las firmas de las pinturas. Sólo tuvo que

coger el látigo y pedirle a Soledad que se desnudara. Ella obedeció, la puso de

espaldas y empezó a darle latigazos. Tenía la espalda llena de sangre pero no paraba.

Cuando por fin lo hizo le dijo:

- No volverás a salir de esta habitación hasta que te cases. -Y se marchó.

Soledad se quedó llorando pero le dolió mucho más saber que no volvería a ver a

Juan que las heridas de su espalda. A las pocas horas Angustias ordenó a una criada

que subiera a la habitación de su hija y le limpiara las heridas e intentara curárselas.

La criada era la hermana de Juan. Cuando la vio se quedó sorprendida y Sara, la

criada, dijo:

- Si a usted, señorita le a hecho eso, que es de su sangre, no quiero imaginar que

puede llegar a hacer con mi hermano.

- Nada a Juan no le hará nada, porque le diré que todo lo nuestro se ha acabado y se

calmará.

Sara le empezó a curar. Pasaron varios días y mientras Soledad no podía salir de su

habitación y echada en la cama boca abajo por las heridas Juan estaba de los nervios

porque no sabía nada de su amada, ni siquiera por su. No encontraba cómo decírselo.

Cuando lo hizo Juan comprendió que Angustias ya lo había descubierto todo y se

puso peor aun al saber que le había hecho daño a su gran amor. Eso no lo podía

soportar pero no tenía otro remedio que esperar a que pasasen los días mientras que

su hermana le daba la poca información que sabía.

Angustias estaba enrabietada, no se había quedado conforme con los latigazos que le

había dado a su hija. Quería que él también tuviera su merecido. Entonces llamó a su

empleado, el que maltrataba a los jornaleros y le ordenó que diera una paliza de

muerte a Juan. Él, complacido, dijo que haría muy bien su trabajo. Al siguiente día el

padre de Juan paseaba por el bosque cuando se encontró a su hijo tirado en el suelo

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lleno de moratones y con sangre por todo el cuerpo. Rápidamente lo cogió en brazos

y pidió ayuda. Una vez ya en casa mandó a Sara a que llamara al médico. El chiquillo

estaba inconsciente. Parecía estar muerto. Su hermana tenía que cumplir las

obligaciones en la casona pero, en un arranque de pena, salió al patio a llorar y luego

fue a la habitación de Soledad para seguir curándole las heridas. Soledad se dió

cuenta de que había llorado y le preguntó:

- ¿Por qué has llorado, Sara?

- Porque su madre, señorita, mandó matar a mi hermano y todo por su culpa. ¡Le dije

que lo dejara y no lo hizo! Ahora Juan está a punto de morir. - Soledad no se lo podía

creer y le dijo que se fuera junto a su hermano que ella no diría nada. Al irse Sara,

Soledad está tan nerviosa que no podía sentarse. Sólo daba vueltas por la habitación.

Cuando Tristán se enteró se enfrentó con Melgar por haber obedecido a Angustias.

Algo más tarde se enfrentó con la madre diciéndole que no estaba nada bien lo que

había hecho, y echó a correr a ver a la hermana. Aunque ella lo intentara engañar, él

sabía que estaban juntos porque los dos se ausentaban a la misma vez. Al llegar a la

habitación Soledad corrió a abrazarlo y le enseño también las heridas que le había

hecho en la espalda a base de latigazos. Tristán se enfureció pero ella le preguntó qué

sabía de Juan.

- Ahora no se nada, hermanita, pero te prometo que ahora mismo voy a su casa a

verlo y volveré con información.

- Muchas gracias, hermano, y ahora corre por favor.

Tristan corrió a la casita donde estaban viviendo los Castañeda para ver a Juan y se

quedó sorprendido al verlo medio muerto en la cama ensangrentado y vendado por

casi todo el cuerpo. Tenía además varias costillas rotas. El médico le mandó mucho

reposo. No debía levantarse siquiera porque la costilla podía perforar el pulmón y

moriría. Sus padres y su hermana se temían lo peor y aunque desearan irse de allí y

darle su merecido a la señora Angustias y a Melgar no podían hacer nada. Se tenían

que guardar su orgullo, su pena y su rabia por su pobreza, por no tener donde vivir ni

donde comer. Al día siguiente la señora Angustias fue a la casa de los Castañeda y les

dijo que la abandonaran cuanto antes, que se fueran de allí rápidamente. La medre de

Juan dijo: -¿señora, puede darnos unos días? Mi hijo no se puede mover y

seguramente moriría?

Pero la señora no atendía a razones y dijo que le daba igual que esa misma tarde iban

a marcharse de sus tierras, Tristán habló con su madre poniéndose de parte de los

Castañeda pero la que mandaba era ella, la señora Angustias.

Soledad no sabía nada, no podía salir de su habitación, por la tarde poco antes de que

los Castañeda partieran, Angustias fue en busca de su hija Soledad a su habitación y

le ordenó que fuera al salón y que se asomara a la ventana y observara como se iban

para siempre.

Soledad se quería morir del dolor que sentía al ver como se marchaba su gran amor y

lo peor es que estaba desvalido e inconsciente y sobre todo corriendo mucho peligro

su vida, Soledad se entristecía más y más mientras su madre Angustias disfrutaba al

ver como Juan Castañeda se marchaba, ya no estaría más con su hija. Él era pobre y

su hija se merecía un señor con mucho dinero, le daba igual el amor , solo quería que

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se casara con alguien importante aunque no estuviera enamorada.

No se imaginaba que Soledad iba a cambiar. Empezó a vestir todos los días de negro.

Solo le dirigía la palabra a su madre para recordarle todo el odio que sentía por ella,

ni siquiera quería compartir la mesa con ella. Sin embargo la obedecía. No tenía más

remedio. Pasaron tres días a Soledad se le ocurrió una idea. Quería escapar de allí y

buscar a Juan para quedarse con él para siempre. Pero de su casa no podía salir

porque había mucha vigilancia, el pueblo era pequeño y sería fácil encontrarla. Así

que decidió ir a dar un paseo al bosque a coger setas venenosas, consiguió bastantes y

cuando llego a casa las cocinó ella misma y se las comió. Aunque sabía que con unas

pocas hubiera bastado se las comió todas. Empezó a enfermar y a tener mucha fiebre.

Su idea era que su madre la mandara al hospital de la capital y una vez allí, si podría

escapar. Así fue, la madre la mando al hospital pero cuando estaban esperando es

carruaje la señora Angustias noto que Soledad había cogido todas sus joyas y empezó

a sospechar, quizás su hija quería escapar aunque estuviese enferma de verdad. Anuló

ese viaje y la dejó en su cama con el médico del pueblo dándole los remedios que

podía. Soledad por momentos mejoraba o empeoraba y así pasó toda la noche. A los

dos días se recuperó.

Tristan quiso darle una alegría a su hermana. Desobedeciendo a su madre, mandó a

llamar a la familia Castañeda para que volviera a trabajar para ellos. Soledad ansiaba

su regreso y los esperaba en la puerta de la casa. Cuando vio el carruaje ya cerca de la

casa, casi lloraba de alegría y salio hermosa para recibir a su amor. Cuando por fin el

carruaje llegó bajaron Pepa y Sara, la madre y la hermana de Juan. El carruaje

marchó y Soledad se quedó muda sin saber que pasaba. Pepa le dijo: -Soledad, mi

niña, lo siento pero Juan no pudo aguantar el camino, lucho todo lo que pudo por su

vida.

Soledad echó a correr a su habitación a llorar. Pepa y Sara entraron en la casa pues la

estaban esperando, la madre de Juan les comunico el fallecimiento de su hijo y

también les dijo que Antonio (su marido) había enfermado y que se había quedado en

casa de su hermano que era allí donde se habían alojado. Todos se apenaron de la

muerte del chiquillo, todos menos Melgar y la señora Angustia. Los dos se

disculparon pero solo para quedar bien. Soledad le pregunto a Sara como había sido

su muerte, Sara le respondió que todo fue muy rápido y que se murió al llegar a la

casa de su tío y que sus ultimas palabras fueron para ella, Soledad se emocionó

dejando caer una lágrima y le pregunto cuales habían sido esas palabras, Sara le dijo

sus ultimas palabras: -he de decirte que te quería más que a nada en este mundo, que

has sido lo mejor de su vida, y que en cuanto antes debes deshacerte del dolor y la

tristeza y rehagas tu vida. Él deseaba tu felicidad.

Soledad se echó a llorar. Sara la consolaba porque sabía que ella quería a su hermano.

La joven estaba siempre triste, muerta en vida ya no le importaba nada al no estar

Juan. Su madre se preocupaba, al fin y al cabo seguía siendo su madre y pensó que

“como un clavo quitaba otro clavo” podía invitar a su casa al hijo de una vieja amiga

suya que era marques con muy buena reputación. De modo que Angustias mandó a

llamar a Enrique (el marques) para invitarlo a su casa y ver si él quería casarse con

Soledad, el joven marques estuvo unos días paseando por el bosque con la señorita de

la casa. Tenían muchas charlas pero ninguna de amor. Ella lo veía como a un invitado

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gracias al cual podía salir más de la casa y cuya compañía le gustaba. Pero solo era

eso, un amigo. A los dos días el marques dio un paso más y dijo a Soledad: -me

agrada mucho su compañía querida, y aunque reconozco que aún no la quiero me

gusta bastante y estoy seguro de que seras una excelente esposa (sacó un valioso

anillo) espero Soledad que acepte ser mi esposa.

Ella pasmada le dijo que no podía casarse porque su corazón le pertenecía a Juan. Él

le respondió; No te precipites, piensalo, tomate el tiempo que haga falta.

Ella se marchó a su habitación se lo comunicó a su hermano y él le decía que no se

casara si no sentía amor. Por otro lado ella pensaba que solo casándose saldría de esa

casa y alejarse de su madre. Sin embargo aunque era su deseo no quería imaginar su

vida al lado de Enrique, aunque no le faltara de nada material, el cariño no existiría

en su matrimonio. Tras varios días de estar pensándolo, al fin, decidió darle el si,

pero bajo unas condiciones. Primero: no dormirían en la misma habitación. Segundo:

no la amara en cuerpo. Tercero: viajaría sola donde y cuando quisiera. Cuarto:

asistiría a los compromisos solo cuando a ella le apeteciera. Cuando termino en decir

todo esto, el marqués acepto y dijo que haría todo lo que ella quisiera. La joven

quedó sorprendida ya que pensaba que él no cedería, de hecho por eso le puso estas

condiciones, para que él le dijera que no. Pero no lo consiguió, porque el marqués se

quería casar con ella costase lo que costase. Soledad marchó a su habitación y se echó

a llorar al pensar que el resto de su vida sería un calvario al estar al lado de una

persona a la que no quería.

Al día siguiente, Enrique fue al despacho de Angustias para decirle que su hija ya se

había decidido. Le dio el sí aunque con algunas condiciones. La madre de Soledad se

alegro y dejo caer un comentario: al fin esta muchachita a entrado en razón. Pero el

marqués añadió: si quieres que haya boda tienes que pasar todos los bienes de

Soledad a mi nombre y yo le doy la reputación a su familia. Un titulo nobiliario. Ella

acepto. Salia ganando, tenía suficiente dinero y no le importaba darle la parte de su

hija, pero si le importaba que su sangre se mezclara con la nobleza. Se alegro mucho

por ello.

Soledad se encontraba en el jardín tomando el té de media mañana cuando de pronto

entró Enrique y empezó a sentirse muy incomoda ya se estaba poniendo en pie para

marcharse cuando el marqués se lo impidió con el brazo mientras le decía: -no se

incomode señorita, creo que es hora de que nos vayamos conociendo más, al fin y al

cabo nos casaremos en pocos días.

Ella asintió con la cabeza y se volvió a sentar. El marqués añadió: - ahora no tengo

tiempo, tengo que salir al pueblo, pero por la noche, antes de irse a dormir podían

tomarse una copa.

Ella se negó, nunca antes había bebido pero aceptó después de que el marqués se lo

pidiera por favor. Él se puso muy feliz y marchó.

De nuevo quedaba sola, triste, pensando en Juan como lo hacía siempre y también

como siempre los ojos se le humedecieron hasta romper en un llanto. De pronto entro

en el jardín la sirvienta Sara para regar las plantas y la descubrió llorando. Le

pregunto que le pasaba, Soledad intentando hacerse la disimulada, como la que no

estaba llorando, le respondió: -nada, soló que ya no somos los mismos desde que

Juan no esta. Y se fue a su habitación. Por la noche se preparo para tomar una copa

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con el marqués y aunque fuera su propia casa se sentía muy incomoda y casi

obligada. Pero tenía que cumplir. Ella había decidido casarse con él. Bajó y

estuvieron un buen rato bebiendo, hasta que se quedó dormida en la silla, ya que no

estaba acostumbrada a beber. El marqués la cogió en brazos y la llevó a su habitación.

Allí la acostó en la cama y él se marcho a su cuarto de invitado. Al siguiente día

cuando ella despertó no se acordaba de nada. Tras volvérselo a contar Enrique, ella se

disculpó por su comportamiento. Él le decía que era normal ya que no había bebido

nunca y que quedaba perdonada. Además le confirmo que por la tarde debían firmar

los papeles del cambio de herencia, ella dijo que por la tarde se pasaría por el

despacho para firmar y después se marcho a su habitación. No quería salir de allí

porque ese era el único rincón donde tenía intimidad y donde podía encontrar un poco

de paz, aunque también de amargura ya que se pasaba las horas viendo todos los

dibujos que Juan le había hecho. Eso le hacía mucho daño, pero aunque no quisiera

pensar en él, Juan siempre estaba en su cabeza. Al final decidió ir a un pequeño

cuartito donde se guardaban las alpacas para los caballos, que era donde se reunían y

donde podían amarse, ya que nadie pasaba por allí por la tarde. Fue con un pequeño

ramo de flores blancas para dejarlo allí en memoria de Juan y cuando estaba mirando

al frente dejando la puerta a sus espaldas, sus lágrimas se derramaron por las mejillas

cuando de pronto escucho una voz que decía Soledad, Soledad. Ella no podía

creerseló. A los dos segundos que para ella fueron eternos la volvió a escuchar, no

quería moverse se quedó en blanco. No podía creer que fuera verdad. Cuando por

tercera vez volvió a escuchar la voz que decía su nombre se volvió y allí lo vió en la

puerta. Era Juan, pero no se lo creía, noto que sus piernas se quedaban sin fuerzas y

que su corazón latía a un ritmo acelerado, de pronto cayo al suelo y se desmayó. Juan

estaba vivo, solo fingió su muerte para poder recuperarse tranquilo sin que nadie

pudiera hacerle daño.

Juan la tenía abrazada entre sus brazos cuando ella despertó, tampoco se lo podía

creer entonces y se asustó pero él la beso y ella se abrazo a él comprobando que era

verdad, que ¡estaba vivo, vivo! Estuvieron un buen rato abrazados, Juan le explico

que se había hecho pasar por muerto para recuperarse totalmente bien ya que había

estado a punto de morir y ella lo entendió. Por otro lado ella le explicó lo sucedido

con el marqués pero al ver a Juan decidió no casarse. Se estaba haciendo tarde y

Soledad tenía que volver a casa. Así que se despidieron y quedaron para la tarde del

siguiente día. Al llegar a casa Soledad fue a la habitación del marqués y lo citó en

cinco minutos en la biblioteca de la casa, allí lo estaba esperando. Cuando él llegó,

preguntó: -¿de que se trata ?

Enrique, lo siento, pero no puedo seguir adelante con lo nuestro, no me casaré

con usted y todo tiene una explicación.

¿Y a que se debe ese cambio?

Juan esta vivo, y como usted sabe él es el gran amor de mi vida, lo siento de

veras Enrique pero donde no hay amor no hay felicidad.

Seguidamente corrió en busca de su hermano Tristan y le dijo que no se casaría con el

marqués y que Juan esta vivo. Tristan se alegro mucho al oírla y la abrazó, mientras

Soledad gritaba a los cuatro vientos que no se casaría y que su Juan esta vivo, Tristan

fue a la casa de los Castañeda para verlo y allí estaba, Tristan se alegro mucho al

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verlo y le dio un fuerte abrazo. Angustias escuchó lo que su hija decía, se quedo

sorprendida. Casi no lo creía pero también fue a la casa de los Castañeda y cuando lo

vio quiso hacer como la que se alegraba pero se le notaba que fingía, todos conocían

la maldad de Angustias y Juan vacilo diciéndole: -¿que pasa señora, no se alegra de

verme?. Angustias se quedó con la boca abierta y dijo que ella nunca pretendió que

muriera, estaba claro que mentía. Soledad era más feliz que nunca, al igual que Juan.

Tanto era su felicidad que ni el uno ni el otro pudieron dormir esa noche.

A la tarde siguiente, cuando los chiquillos volvieron a reunirse, Juan le propuso

matrimonio y que después de casados se fuesen juntos a vivir a otro pueblo fuera de

allí, ella dijo que si encantada. Angustias no aprobó la boda entre ellos pero a ellos le

daba lo mismo que lo aprobara porque después de casados se irían juntos a buscarse

la vida ellos mismos, su madre se lo dejó bien claro que si se casaba con Juan lo

perdía todo, a ella por supuesto no le importaba el dinero ni nada que tuviera que ver

con su madre. A las dos semanas se casaron y ya tenían todo preparado para irse a

vivir a una pequeña casa. Después de la boda Tristan se acerco a los dos y le dio la

enhorabuena y les dijo que siempre tendrían su ayuda. A los dos días cuando ya

tenían toda la casa donde vivirían en orden mando a llamar a un carruaje para

recogerlos, se despidieron de todos y marcharon felizmente. Pepa y Sara Castañeda

seguían trabajando en la casa de los Montoros.

Soledad lo había dejado todo por él, sabía que la vida de pobre sería muy dura pero le

daba igual solo le importaba él. Le costo trabajo acostumbrarse pero tras duros

esfuerzos lo logró y esa vida humilde no le parecía tan mal. Soledad jamás volvió a la

casa de Angustias, pero los padres de Juan y su hermana iban a veces a visitarlos,

claro que también Tristan iba muchas veces y los ayudaba siempre que ella acudía a

él, lo cual habían sido en pocas ocasiones.

Por fin Juan y Soledad estaban juntos y esta vez sería para siempre nada ni nadie los

podrá separar al fin son felices.