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6. el nacional domingo 7 de marzo de 2010 María Isabel CapIello Bali, indonesia. Uno aterriza ya con cierto te- mor: los tsunamis, el terroris- mo, los terremotos, la gripe porcina… Pareciera que la lle- gada a este paraíso pasa por un acto de fe, de sobreponerse a la paranoia y dejar atrás toda pre- disposición. Y así ocurre: súbi- tamente —un pie fuera del ae- ropuerto— el miedo se disipa. Las neuronas no alcanzan pa- ra las mortificaciones ante tan- tos estímulos: rostros asiáticos pero más toscos y tostados, playas de arena volcánica, el aroma penetrante del incienso en cada respiro y ofrendas —las suficientes para contagiar una dosis de superstición—. ¿Qué importa si en 2009 un temblor sacudió Indonesia, si la amenaza terrorista sigue laten- te, si un tsunami podría llegar? Aquí, en Bali, a más de 19.000 kilómetros de Caracas, parecie- ra que un aura de protección nos envuelve. Acaso influen- cia de los dioses. O la absurda (aunque confortante) creencia de que, tras recorrer tan largas distancias, todo viaje es inmu- ne a la catástrofe. Hay que atreverse. Las pro- babilidades de que algo ocurra son remotas, el destino lo ame- rita y los balineses lo suplican: “Rieguen la voz, díganle a sus amigos venezolanos que ven- gan, que necesitamos reactivar el turismo. Cuenten las maravi- llas que conocerán en esta isla”, dice Ayú, la guía turística. “En los últimos años hemos tenido una mala etapa, por eso debemos purificarnos, para salir de las dificultades. En lo personal tengo miedo a Dios porque recientemente me han ocurrido muchas calamidades. Hace apenas dos meses ente- rré a mi bebé recién nacido”, cuenta con un aplomo que en- ternece. ¿Cómo es que ya está de pie sonriendo y contándo- selo a un par de extraños? La primera lección para nuestra alma occidental: aceptación y transparencia. Con la crudeza de ese apren- dizaje comienza el recorrido por la isla. La primera parada es Batu Bulan, donde se presenta el espectáculo Barong. Los balineses creen que la música y la danza son meca- nismos para acercarse a los dioses, de ahí que casi todos los habitantes conozcan los bailes típicos y toquen algún instru- mento. Resulta casi imposible desligar a este destino turístico de sus tradiciones musicales. En este caso, la representa- ción cuenta la historia del Ba- rong, un animal mitológico que encarna el espíritu de lo correc- to y que combate al perverso monstruo Rangda. Acompaña- da por los repetitivos compases de xilófonos y timbales, la tra- ma narra la pugna perenne en- tre ambos, donde jamás habrá un ganador definitivo. Un prin- cipio del hinduismo balinés es la complementariedad del bien y el mal que, según ellos, siem- pre deben estar en perfecto ba- lance. Sin ese equilibrio, el uni- verso está condenado al caos. Más allá de la vistosidad de los trajes, el guión goza de sor- prendente complejidad. Antes de comenzar la función los tu- ristas reciben un folleto con las explicaciones de lo que ocurre en cada escena. Ya en el sép- timo acto, cuando Rangda (el mal) no puede ser destruido y los danzarines se suicidan pa- ra expresar su impotencia ante la derrota, la audiencia aplau- de —extrañada y atónita— al ver que los desenlaces felices se quedaron en Occidente, junto a gran parte del escepticismo. la fe y el hogar. En Bali es pre- ciso entregarse a los poderes de la tierra, a los ritos, a la simplici- dad. Hay que jugar a creer. Abrir la mente. Absorber lo más que se pueda sobre una concepción muy diferente de la vida. Todo parte del hinduismo, religión que al llegar estas lati- tudes, hace más de 2.000 años, adquirió variantes (como per- mitir la ingesta de carne) y se Ni las catástrofes ambientales, ni el terrorismo, ni los más crueles invasores han logrado eliminar la profunda espiritualidad de esta isla, el único recodo hinduista en un país completamente islámico. este es un viaje a las entrañas de una mística primitiva, pero absolutamente sobrecogedora 1 señasinfalibles INdoNesIa Templos, la más refinada artesanía y playas exóticas quitan el aliento en este confín del mundo Primogénita de los dioses 2 Si bien los primeros conquistadores que llega- ron a Indonesia fueron los portugueses, los holandeses fueron los principales colo- nizadores del archipiélago desde que lo dominaron por completo en el siglo XVIII. Durante la Segunda Guerra Mundial los japoneses se apoderaron de Indonesia y emprendieron una cruenta colonización que les ganó el odio de los balineses. Con la derrota nipona, volvie- ron los holandeses; sin em- bargo, tras cuatro años de contienda, los indonesios lograron la independencia en 1945, reconocida por los holandeses en 1949. En nin- guno de estos capítulos Bali renunció al hinduismo, re- ligión que no ha perdido su vigencia, incluso estando en un Estado completamente islámico. simios venerados en Ubud se encuentra el bosque de los monos, donde cientos de estos animales deambulan con libertad e inter- actúan con los turistas. Manjares del cielo pruebe el sate, un pincho de car- ne bañado en caña de limón. en mahagiri (www.mahagiri.com/ rendang Karangasem) ofrecen un rico buffet con vista al volcán. obras de arte dewa putu Toris (dirección: Br Tengah Batuan) es un estudio de artistas que vende cuadros figurativos balineses y obras contemporáneas. Colonizada pero no doblegada mezcló con parte del animismo primitivo indonesio que sacra- liza todas las manifestaciones de la naturaleza. El arraigo de los fervientes ba- lineses a estas creencias fue de tal magnitud que, a pesar de la llegada del islamismo —que para el siglo XIV ya tenía adoc- trinado a casi todo el archipié- lago—, la isla fue el único rin- cón donde se refugiaron los líderes hinduistas, intelectuales y artistas que no se doblegaron a la prédica musulmana. Aún hoy 95% de la población de Ba- li es hinduista, mientras que la mayoría de Indonesia sigue los preceptos de Mahoma. En cada hogar se encontra- rá un altar doméstico, en cada arrozal un espacio para deposi- tar una bandeja con palma de arroz y pétalos de flores, y en cada auto una singular figura que invoca protección. La guía Ayú cuenta que los registros oficiales contabilizan 10.000 templos hinduistas en la isla. Esto significa que habría aproximadamente 1 por cada 250 habitantes, eso sin contar los santuarios particulares en las casas. Por ningún motivo deje de visitar una vivienda típica ba- linesa, pues asoman gran par- te de lo que significa la cotidia- neidad hinduista. De hecho, desde afuera, fácilmente se confunden con un templo, por su estructura de piedra y jardi- nes floreados con un altar en el centro. ¿Cómo identificarlas? 3 4 En primer lugar absolutamen- te todas tienen afuera un pe- queño letrero donde se indica el nombre de la familia que allí habita, así como el número de hijos e hijas. Las casas son espaciosas y ba- jas. La ley ordena que ninguna debe superar la altura de una palmera. En Singapadu, varios lugare- ños abren la puerta de sus ho- gares para que los turistas ex- tranjeros puedan fisgonear y saciar su curiosidad a cambio de cierto dinero. La experien- cia vale cada céntimo. Olvíde- se de ver televisores, neveras o sofás, pues el concepto de casa en estas latitudes dista mucho de lo que uno puede imaginar. En ellas se encontrará con el más arraigado concepto fami- liar como centro de la vida co-

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6. el nacional domingo 7 de marzo de 2010

María Isabel CapIelloBali, indonesia.

Uno aterriza ya con cierto te-mor: los tsunamis, el terroris-mo, los terremotos, la gripe porcina… Pareciera que la lle-gada a este paraíso pasa por un acto de fe, de sobreponerse a la paranoia y dejar atrás toda pre-disposición. Y así ocurre: súbi-tamente —un pie fuera del ae-ropuerto— el miedo se disipa.

Las neuronas no alcanzan pa-ra las mortificaciones ante tan-tos estímulos: rostros asiáticos pero más toscos y tostados, playas de arena volcánica, el aroma penetrante del incienso en cada respiro y ofrendas —las suficientes para contagiar una dosis de superstición—.

¿Qué importa si en 2009 un temblor sacudió Indonesia, si la amenaza terrorista sigue laten-te, si un tsunami podría llegar? Aquí, en Bali, a más de 19.000 kilómetros de Caracas, parecie-ra que un aura de protección nos envuelve. Acaso influen-cia de los dioses. O la absurda (aunque confortante) creencia de que, tras recorrer tan largas distancias, todo viaje es inmu-ne a la catástrofe.

Hay que atreverse. Las pro-babilidades de que algo ocurra son remotas, el destino lo ame-rita y los balineses lo suplican: “Rieguen la voz, díganle a sus amigos venezolanos que ven-

gan, que necesitamos reactivar el turismo. Cuenten las maravi-llas que conocerán en esta isla”, dice Ayú, la guía turística.

“En los últimos años hemos tenido una mala etapa, por eso debemos purificarnos, para salir de las dificultades. En lo personal tengo miedo a Dios porque recientemente me han ocurrido muchas calamidades. Hace apenas dos meses ente-rré a mi bebé recién nacido”, cuenta con un aplomo que en-ternece. ¿Cómo es que ya está de pie sonriendo y contándo-selo a un par de extraños? La primera lección para nuestra alma occidental: aceptación y transparencia.

Con la crudeza de ese apren-dizaje comienza el recorrido por la isla. La primera parada es Batu Bulan, donde se presenta el espectáculo Barong.

Los balineses creen que la música y la danza son meca-nismos para acercarse a los dioses, de ahí que casi todos los habitantes conozcan los bailes típicos y toquen algún instru-mento. Resulta casi imposible desligar a este destino turístico de sus tradiciones musicales.

En este caso, la representa-ción cuenta la historia del Ba-rong, un animal mitológico que encarna el espíritu de lo correc-to y que combate al perverso monstruo Rangda. Acompaña-

da por los repetitivos compases de xilófonos y timbales, la tra-ma narra la pugna perenne en-tre ambos, donde jamás habrá un ganador definitivo. Un prin-cipio del hinduismo balinés es la complementariedad del bien y el mal que, según ellos, siem-pre deben estar en perfecto ba-lance. Sin ese equilibrio, el uni-verso está condenado al caos.

Más allá de la vistosidad de los trajes, el guión goza de sor-prendente complejidad. Antes de comenzar la función los tu-ristas reciben un folleto con las explicaciones de lo que ocurre en cada escena. Ya en el sép-timo acto, cuando Rangda (el mal) no puede ser destruido y los danzarines se suicidan pa-ra expresar su impotencia ante la derrota, la audiencia aplau-de —extrañada y atónita— al ver que los desenlaces felices se quedaron en Occidente, junto a gran parte del escepticismo.

la fe y el hogar. En Bali es pre-ciso entregarse a los poderes de la tierra, a los ritos, a la simplici-dad. Hay que jugar a creer. Abrir la mente. Absorber lo más que se pueda sobre una concepción muy diferente de la vida.

Todo parte del hinduismo, religión que al llegar estas lati-tudes, hace más de 2.000 años, adquirió variantes (como per-mitir la ingesta de carne) y se

Ni las catástrofes ambientales, ni el terrorismo, ni los más crueles invasores han logrado eliminar la profunda espiritualidad de esta isla, el único recodo hinduista en un país completamente islámico. este es un viaje a las entrañas de una mística primitiva, pero absolutamente sobrecogedora

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señasinfalibles

INdoNesIa Templos, la más refinada artesanía y playas exóticas quitan el aliento en este confín del mundo

Primogénita de los dioses

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Si bien los primeros …conquistadores que llega-ron a Indonesia fueron los portugueses, los holandeses fueron los principales colo-nizadores del archipiélago desde que lo dominaron por completo en el siglo XVIII. Durante la Segunda Guerra Mundial los japoneses se apoderaron de Indonesia y emprendieron una cruenta colonización que les ganó el odio de los balineses. Con la derrota nipona, volvie-ron los holandeses; sin em-bargo, tras cuatro años de contienda, los indonesios lograron la independencia en 1945, reconocida por los holandeses en 1949. En nin-guno de estos capítulos Bali renunció al hinduismo, re-ligión que no ha perdido su vigencia, incluso estando en un Estado completamente islámico.

simios veneradosen Ubud se encuentra el bosque de los monos, donde cientos de estos animales deambulan con libertad e inter-actúan con los turistas.

Manjares del cielopruebe el sate, un pincho de car-ne bañado en caña de limón. en mahagiri (www.mahagiri.com/rendang Karangasem) ofrecen un rico buffet con vista al volcán.

obras de artedewa putu Toris (dirección: Br Tengah Batuan) es un estudio de artistas que vende cuadros figurativos balineses y obras contemporáneas.

Colonizada pero no doblegadamezcló con parte del animismo primitivo indonesio que sacra-liza todas las manifestaciones de la naturaleza.

El arraigo de los fervientes ba-lineses a estas creencias fue de tal magnitud que, a pesar de la llegada del islamismo —que para el siglo XIV ya tenía adoc-trinado a casi todo el archipié-lago—, la isla fue el único rin-cón donde se refugiaron los líderes hinduistas, intelectuales y artistas que no se doblegaron a la prédica musulmana. Aún hoy 95% de la población de Ba-li es hinduista, mientras que la mayoría de Indonesia sigue los preceptos de Mahoma.

En cada hogar se encontra-rá un altar doméstico, en cada arrozal un espacio para deposi-tar una bandeja con palma de arroz y pétalos de flores, y en cada auto una singular figura que invoca protección.

La guía Ayú cuenta que los registros oficiales contabilizan 10.000 templos hinduistas en la isla. Esto significa que habría aproximadamente 1 por cada 250 habitantes, eso sin contar los santuarios particulares en las casas.

Por ningún motivo deje de visitar una vivienda típica ba-linesa, pues asoman gran par-te de lo que significa la cotidia-neidad hinduista. De hecho, desde afuera, fácilmente se confunden con un templo, por su estructura de piedra y jardi-nes floreados con un altar en el centro. ¿Cómo identificarlas?

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En primer lugar absolutamen-te todas tienen afuera un pe-queño letrero donde se indica el nombre de la familia que allí habita, así como el número de hijos e hijas.

Las casas son espaciosas y ba-jas. La ley ordena que ninguna debe superar la altura de una palmera.

En Singapadu, varios lugare-ños abren la puerta de sus ho-

gares para que los turistas ex-tranjeros puedan fisgonear y saciar su curiosidad a cambio de cierto dinero. La experien-cia vale cada céntimo. Olvíde-se de ver televisores, neveras o sofás, pues el concepto de casa en estas latitudes dista mucho de lo que uno puede imaginar. En ellas se encontrará con el más arraigado concepto fami-liar como centro de la vida co-

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.7domingo 7 de marzo de 2010 el nacional

munitaria, lo que responde al imperante sistema de castas.

En Bali la primera casta está conformada por las familias descendientes de los sacerdotes (en el hinduismo se pueden ca-sar e incluso cobrar por ofren-dar ceremonias), la segunda co-rresponde al ejército, la tercera a los comerciantes y la cuarta a los trabajadores que ayudan a los estratos superiores.

Los hombres heredan la cas-ta de su padre y jamás pueden cambiarla. Sólo ellos tienen derecho a recibir la herencia familiar, donde no hay cabida para sus hermanas. Las muje-res, en cambio, pueden ascen-der de casta al casarse con un novio de un estrato superior.

Ayú cuenta que actualmen-te en la praxis, la casta se re-laciona con el apellido y la su-cesión, pero no determina el futuro de la persona.

Otra norma hinduista que se cumple en Bali es la de vi-vir siempre en grupos familia-res extensos, es decir: con los padres, hermanos y nietos, así que los jóvenes deben olvidarse del sueño de la emancipación con la llegada del matrimonio. Sorprenden aún más las formas que tienen de pedir la mano: por rapto, escape o violación. Afortunadamente, Ayú explica que esta última fue prohibida con la fundación de la Repú-blica de Indonesia.

Por más absurdas o inauditas que puedan parecer estas cos-tumbres, los balineses las acep-tan con estoica fe: “Qué suerte tienen ustedes de poder vivir solos como pareja en una casa propia”, admite Ayú, pero recal-cando que a la vez no cambia-ría jamás su religión o su vida por ninguna otra.

purificación selectiva. Los ma-pas engañan. Presentan una Bali, manejable, pequeña, don-de todo queda relativamente cerca. Pero los 5.700 kilómetros cuadrados que mide, se multi-plican exponencialmente al in-tentar recorrerlos en auto.

La isla carece de autopistas que son sustituidas por preca-rias carreteras sinuosas de un solo canal. Un trayecto que po-dría tardar 20 minutos, puede durar unas 4 horas. Si a eso le suma el hecho de que el trans-porte público es casi inexisten-te y el tráfico desafiante (de ahí que casi todos los lugareños se movilicen en motos), la logísti-ca prácticamente obliga a con-tratar tours para conocer los atractivos del destino y —en ca-so de que los días sean pocos—

| 1. en Mahagiri se puede almorzar en un restaurante con vista al volcán| 2. el hinduismo llegó a bali hace más de 2.000 años y se mezcló con parte del animismo primitivo indonesio | 3. "rieguen la voz, díganle a sus amigos venezolanos que vengan. Necesitamos reactivar el turismo", exclama ayú la guía turística| 4. en las terrazas de arroz la mirada se pierde en un mosaico de verdes| 5. espectáculo barong | 6. pareciera que una musa nace junto a cada balinés | foTos María Isabel CapIello/

eduardo rodríguez weIl

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Indonesia: un vistazo al país - es un archipiélago conformado por 17.508 islas. - Capital: Yakarta. - Habitantes: más de 240 millones. es el cuarto país más poblado del mundo. Bali tiene aproximadamente 3,5 millones de habitantes.- Tiene la mayor cantidad de musulmanes en el mundo (86% de la población de indonesia). - apenas 1,8% de los habitantes son hinduistas.

Cruzar el mundo y enamorarse- raj path Travel (Teléfono: 265 6237/ 267 4437) ofrece paque-tes a este destino, muy popular para recién casados. además de sus románticos paisajes, los novios pueden realizar allí su bo-da verdadera o hacer una boda simbólica al estilo balinés. es un lugar ideal para combinar con otros países como Tailandia, sin-gapur o Vietnam. Una vez in situ las excursiones se realizan con el prestigioso operador de viajes asian Trails. raj Path Travel adapta el itinerario a sus intereses y necesidades. las tarifas varían según lo escogido. Por ejemplo, un exclusivo paquete ViP de 4 días con suntuosos alojamientos y paseos para una pareja cuesta

aproximadamente 10.750 bolí-vares (tarifas válidas hasta oc-tubre de este año, sin contar el boleto aéreo). - lufthansa (Teléfono: 210 2111. Página web: www.lufthansa.com) vuela desde Caracas ha-cia francfort, desde donde se conecta hacia Yakarta, y de ahí a dempasar (en Bali) con la aerolínea nacional indonesia la garuda (Página web: www.gar-uda-indonesia.com). - Para viajar a indonesia es necesario tramitar la visa de turista. Para conocer los requisi-tos llame a la embajada de indo-nesia en Caracas (Teléfono: 976 3575/ 1584. Página web: www.indonesiacaracas.com).

dormir como dioses de los cientos de grandes cade-nas hoteleras que hay en la isla, nussa dua es la única de origen balinés. ofrecen toda la experi-encia de un resort con una deco-ración que destacará la riqueza del destino turístico. Página web: www.nusaduahotel.com. Para reservaciones contacte a raj Path Travel (Teléfono: 265 6237).

Higiene a prueba en general, los baños en Bali dejan mucho que desear. lleve papel toilet en su cartera y aproveche cuando vea alguno limpio.

Coordenadas

INFOGRAFÍA: EL NACIONAL

Yakarta

Bali

INDONESIA

MALASIA

OCÉANO ÍNDICO

0 KM 500

ASIA

necesariamente a jerarquizar. Cuando el tiempo es breve,

los templos que se deben vi-sitar son Gunung Kawi (situa-do en un hermoso manantial), Besakih-Besakih (el templo del siglo y templo Madre), Tirta Empul (que data del siglo X), y Tanah Lot (que ofrece los mejo-res atardeceres de la isla sobre un acantilado).

En todos encontrará la misma dinámica: piscinas de purifica-ción, altares al aire libre, fieles que entregan ofrendas. Para entrar, los turistas deben ama-rrase un pareo que los purifica. Algunos templos los alquilan, pero es preferible llevarse uno propio.

entre musas. Uno llega a subes-timar la fama de la artesanía en Bali, hasta que la observa y cae en cuenta de que en poquísi-mos lugares del mundo, tendrá acceso a semejantes obras de arte a precios tan económicos. Es entonces cuando se sucum-be al frenesí de atiborrar la ma-leta de piezas y souvenirs. No contenga el impulso, si lo hace, luego se arrepentirá.

Pareciera que una musa na-ce junto a cada balinés. La ar-tesanía es una tradición que se remonta a siglos atrás y hay pueblos enteros que se de-dican a elaborar cada rubro: Celuk, especializado en joyas; Mas, en la meticulosa talla de madera y piedra; Tohpati, en las pinturas con cera de abeja, y Batuan, en cuadros tradicio-nales y contemporáneos. El re-gateo es siempre un arma legí-tima y provechosa para que el turista rinda su presupuesto. Aprovéchela.

Cultivos del paraíso. La imagen de Bali como edén primitivo se asimila en las hermosas terra-zas de arroz. En ellas la mira-da se pierde en un mosaico de verdes imposibles, entre el re-flejo del paisaje en escalones de agua, y la silueta de niñas recolectando la cosecha. Al fondo, palmeras salvajes re-alzan como testigos de aquel onírico escenario.

En este destino la mano del hombre esculpe también la naturaleza, y el resultado es una atmósfera digna de una fotografía memorable. Para ob-servarla vaya hasta Iseh y Side-men, al este de la isla, donde también le enseñarán el pro-ceso de cultivo del arroz.

Otra vista que quita el alien-to es la que se divisa desde la cima del volcán Batur, uno de los tantos en estas tierras tectónicas. Hay excursiones de trekking para subir sus 1.717 metros, que exigen un mínimo de condiciones físicas.

Uno querría permanecer por siempre allí ante aquel paisa-je, contagiado de ese creer sin cuestionar, de esa renuncia a la razón que da paso a la más primitiva entrega espiritual. Perdonar, sobrevivir, perdurar, tres verbos que Bali ha conju-gado a lo largo de su implaca-ble historia y con los que uno regresará a casa purificado.s

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Colonizada pero no doblegada

revise esta selección con algu-nas de las mejores playas:

Kuta … : una de las más famo-sas y urbanas, muy concurrida por surfistas. También es el epi-centro de la vida nocturna.

sanur … : arena más blanca, oleaje medio y una atmósfera más rural que Kuta.

Tulamben … : si va a bucear, es-ta playa queda cerca de intere-santes escenarios sumergidos.

Jimbaran … : ofrece los mejo-res atardeceres sobre el océano.

al mar

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