Un agujero en la alambrada - educacioncofrem.edu.co...Basile: pastor que siempre se presenta cuando...
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Grisónesunniñohuérfanoqueviveenunpequeñopueblecitoalbordedelbosque Epnoi. El acceso al bosque esta prohibidísimo y la zonaestrictamentevigilada.Losgendarmesimpidenelpasoatodoelmundo.Sinembargo, lacuriosidadde losniñosdelpuebloesdemasiadofuerteycadavezquetienenoportunidadintentanburlarlavigilancia.¿Quédescubriránenelmisteriosobosque,másalládelaalambrada?
Estanovelainfantilreflexionasobrelalibertadyelderechoalaverdad.Fuepublicada en 1977 y dos añosmás tarde ganó el Prix Futurible y el JaneAdams. Más de 30 años después sigue editandose. Solo en España hansalidoalaventaalmenos25ediciones.
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FrançoisSautereau
UnagujeroenlaalambradaUntroudanslegrillage
Elbarcodevapor:Serienaranja-12
ePubr1.0JMYuste27.07.14
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Títulooriginal:UntroudanslegrillageFrançoisSautereau,1977Traducción:BelénLacasaIlustraciones:MarioRabassiDiseñodecubierta:AntonioTello
Editordigital:JMYusteePubbaser1.1
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AGeorgesyJeannetteFonton.
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LOSPERSONAJES
Grisón:unmuchachoquequiereenterarsedetodo…FlammècheyAntoine:granjerosdelaChevanelle,padresadoptivosdeGrisón.Albert:padredeFlammèche.Beauras:cabodelosgendarmes.EstáencargadodevigilarcuatrocientosmetrosdelalindedelbosqueEpnoi.LosgendarmesChazalyMéchalot:ayudantesdelcabo.Raclot,Prune,Delphine,elMarsopa,Jocrisse,Caussette,Chenot:chicosychicasdeCourquetaines,amigosdeGrisón,siempredispuestosparacualquieraventura.Rafistole:genialpeóncaminero.GustaveParmans:guardaruraldeCourquetaines.RobertyAnaís:dueñosdelcafédelaClique.Basile:pastorquesiempresepresentacuandomenosseespera.Merlín:unpodencosiemprealerta.Saura:ciertaseñora.Unancianoenunjardín.Lospadresdelosniños,elmaestrodeescuela,elseñoralcalde.
ELESCENARIO
Courquetaines,unpueblecito con sus calles,uncallejón,un lavadero, treso cuatrotiendas, un puente bajo el que pasa el Criarde, la escuela, el café de la Clique, elayuntamiento y la plaza. Pero, sobre todo, sus campos, sus praderas salpicadas derebaños,suslejanasgranjas,comolaChevanelle,dondeviveGrisón.Máslejos,elmisteriosobosquedeEpnoi,zonaprohibida,cuyoaccesoestávigiladoporunlargocordóndegendarmes.
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PRIMERAPARTE
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E
1Lamosca
L CABO Beauras se rascó la barbilla, haciendo tiempo para encontrar algunarespuesta.
—Nadie—dijoporfin—nadie,muchacho,tehadichoquevengasaquíacogerfresas.Noesverdad.—No,señor,peromeheperdido…
—Esgraveperderseenlazonaprohibida.—Nolohehechoadrede,señor.—¿Quénolohashechoadrede?¡Ylodicestantranquilo!Esonoesunarazón.
Enprimerlugar,aquínohayfresas.Ymenoseninvierno.—Yaestamosenprimavera,señor.—Sí,yalosé,desdeestamañana.Peroesonocambialascosas.Y,además,deja
decontestarmeasíolevoyadecirdospalabrasa…—¡Oh,no,señor!¡Nolediganada!—Ya veremos —respondió el cabo dejando entrever una sonrisa—. ¡Venga,
fuera!¡Lárgate!¡Salpitando!Yquenotevuelvaaverporaquícerca,¿entendido?Grisón salió corriendo.Hayque reconocer que la historia de las fresas era una
excusa de lo más tonta. Era una locura querer engañar al cabo con semejantepretexto.Enfin…,malasuertehabercaídoensusgarras.Despuésdehaberdejadoelsendero, justoal llegara lazona,habría sidomejoresconderseen lamalezay,así,corrermenos riesgos.Da la impresión de que los gendarmes solamente vigilan loscaminos.
El muchacho saltó por las ramas y las cercas, atravesó barbechos, saltóriachuelos,tropezóconalgunosmatorrales.EnmenosdeunahorahabíareunidoalosotrosenlaplazadeCourquetaines,delantedelcafédelaClique.
—¿Yqué?—lepreguntaron.—Puesquemehancogido,esoestodo.—¿Yquiéndemonioshasido?
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—ElviejoBeauras.Siempreestádondenodebe.Estabaescondidodetrásdeuntronco de árbol.No había dado yo ni dos pasos en el bosque, cuando seme echóencimacomounperrodepresa.
—¡Tambiénesmalasuerte! ¡Conel tiempoquehaceque…!Nisiquierahemosconseguidopasarunasolavez.Debeseralgomuygordoloqueescondendetrásdetodos esos gendarmes… Pero no vamos a quedamos con los brazos cruzados,chicos…Mañananosreuniremosdenuevoalasalidadelaescuela,¿deacuerdo?
El que acaba de hablar se llama Raclot. Todos lo consideran el jefe. Grisóninsinúa,mientrastanto,unatímidarespuesta:
—Es que, si continúan pescándonos así, van a sospechar cualquier cosa. Se lodiránanuestrospadresyacabaremossinpodersalir…
—¡Pues es verdad! —dijo un grandullón apodado Jocrisse y que parecía elapóstoldelaprudencia.Enaquelmomentoestabasentadoenlaacera,conlospiesenlacalzada,ylanzabaverticalmenteunaspiedrecitasqueleservíandetabas.Losotroslemirabansininmutarse,esperandoelansiadomomentoenquefallara,paratomarleelpelo.
PeroJocrissenoperdióyguardócuidadosamentesuspiedrecitasdelasuerte,conunagransonrisadesatisfacción.Despuéssacódelbolsillodesucamisauncigarrilloquesellevóalaboca.YcomoibaaofrecerleunoaRaclot,eljefe,ésteseadelantó:
—No,aquíno.Nosoytantontocomoparafumaraveintemetrosdelaescuela;sobretodo,chaval,quemañanaempezamosporlaclasedemoral…
Jocrissecaptólaindirectayguardósuscigarrillos.Y,comonoteníaotracosaquehacer,serascóunpie.
—MEPREGUNTOquéestaránplaneandoahí—mascullóRobert,eldueñodelcafédelaClique.
Estaba secando unos vasos para el aperitivo, detrás de su mostrador, mientrasmirabaatravésdeloscristalesaloschicos,sentadosdelantedesupuertadesdelasdosdelatarde.
Dentrodeloscurolocaldelcafé,atestadodemesasysillasdeuncolorparduzco,alguiensemovió.Eraelúnicocliente, elpeóncamineroRafistole,queacababadedarsecuenta,decepcionado,dequesuvasoestabavado,yhacia ruidocon lospiesconelpropósitodequenoledejasentotalmenteenelolvido.Sehabíainstaladoensurincón favorito, único sitio capaz de recibir un poco de luz de la plaza, cerca delventanal adornado conunosvisillosopacospor tantamugre, yde espaldas al granespejopicadodondebailabanlaspostalessujetasconcintaadhesiva.
Aloírle,elgordinflóndeRobertdejódemirarlacalleyalosniños,girósobresímismolentamenteydioalgunospasosqueresonaronen la tarimaquehabíadetrás
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del mostrador. Abrió un armario. Todos los ruidos se ampliaban por la falta declaridad, y se convertían en el centro de atención. Después de remover muchasbotellas, sacóunade litrodevinoblancoqueprimerodesempolvóy seguidamentedescorchó.Después,elhombre,arrastrandosuschanclasporelsuelode la taberna,chocócontraunasillayseacercóalpeóncaminero,conlabotellaenlamano.
—Primeropágame—dijo.Rafistole alzó la mirada hacia el dueño y comprendió que no estaba de buen
humor.Asíesqueseinclinósinprisas,rebuscóensubolsillo,queparecíainmenso,ysacó un viejo portamonedas de los tiempos de su abuela. Tiró tres monedas, quetintinearon en elmármol y alegraron al dueño del bar. Robert le llenó el vaso sinderramar una sola gota. Rafistole lo levantó con cuidado, lo acercó a sus labiostemblandounpoco,vaciólamitadylovolvióaponersobrelamesa.
—Estáanocheciendo—dijo,paradespejarlaatmósfera.—¡Sí!—contestóRobert,arrastrandodenuevolaschancletas,quemarcabansu
trayectoriahaciaelinterruptordelaluz.La luz surgió, descolorida y polvorienta. Procedía de una bombilla solitaria
cubierta por una tulipa de porcelana, y puso demanifiesto diversos objetos, comocenicerosdesportilladosycajasdecervezaapiladascercadeunapuerta;ytodoelloenunentornoamarillentodepinturadescolorida.Unoscartelesquerepresentabanavarias mujeres sonriendo delante de unos aperitivos, apenas conseguían tapar losenormes desconchones. Una gran variedad de frascos adornaban las grisesestanterías.
—¿No tienes trabajo? —dijo el dueño del bar, pretendiendo continuar laconversación.
—Yaloheterminado.—¡Ah!Entoncesnoteníasmuchoquehacer.—No.Rafistole nunca teníamucho que hacer.El ayuntamiento lo empleaba en quitar
hierbadeaquíydeallá,yleconcedíagratiselalojamientoenunaviejacasuchaalasalidadelpueblo,quenuncahubierapodidoalquilaranadie.
Unamosca entró por la puerta que daba a la cocina, a través de la cortina desartasdetapones,trayendoconsigounfuerteolorapescadofrito.
—¡Mira,unamosca!—dijoRafistole.—¡Quéasco!—murmuróRobert—.Apenasllegalaprimaverayyavienena…—Loschicossehanido—comentóelpeóncaminero.—Mejor.Robert agarró una silla y se subió a ella con una servilleta en lamano. Hacía
grandesaspavientos,ylamoscazumbabaasualrededor,cuidándosedequedarfueradesualcance.Robert,exasperado,comenzóasoltarsustacosmástípicos.Lamosca
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sealejódelazonadelmostrador,atravesóellocalyseposósobreelgranespejo,unmetromásarribadelacabezadeRafistole.
—¡Encimavaallenartododecagaditas!…—gruñóRobert.Y atravesó él también el local, pero con cuidado para no espantar al insecto y,
acercándose de puntillas desde la mesa donde Rafistole observaba con la miradavacíaenlosvisillosquetapabanlacalle,preparósutrapo,apuntóguiñandounojoy,¡zas!, atizóunbuengolpeenel sitioexactoque lamoscaacababadedejar justoatiempo.
Elespejopegóunsalto,sedescolgóysedeslizópor laparedhastaelsuelo,endonde se hizo añicos. Atontado, Robert miraba al suelo, cubierto con miles detrocitosdecristal.Rafistole,quesehabíasalvadomilagrosamente,sehabíalevantadoymirabaaldueñodelbar,inmóvil.
Justo en esemomento entró el caboBeauras. Sorprendido por lo insólito de laescena, se paró un momento en el umbral de la puerta, manoseando el periódicodobladoquellevabaenlamano.Luegoseacercóalosdoshombres,sepercatódelosrestos brillantes esparcidos por el suelo y sobre las mesas, y dijo apuntando aRafistoleconlapuntadesuperiódico,enrolladocomounaporra:
—¡Otravezestáestehombreborracho!Lamoscasobrevolabalacatástrofe,comounaviónquevolvieseparacomprobar
quesubombardeohabíasurtidoefecto.—Esto…Nohasidoél…Hasidounamosca—balbucióRobert,apenasrepuesto
desuestupor.—¿Unamosca?—dijoelcaboconunasonrisaincrédula.—Sí,unamosca,unamosca—afirmóRobert.—Sí,señor,hasidounamosca—añadióRafistole—.Estabaenelespejo,Robert
lediounservilletazo…ysecayóelespejo.Beauras vio la servilleta en la mano de Robert. Por otra parte, la mosca
revoloteabaconsuhorriblezumbidodemolinillodecafé.Elcabotuvoqueadmitirquelehabíandicholaverdad.
—¡Ya!Hasidounamosca—dijocasidefraudado.Ycomolamoscaencuestión,enunactodeimprudencia,seposasejuntoaél,leasestóviolentamenteungolpeconelrollodeperiódicoynofalló.Luego,deunpapirotazo,lanzóalsueloelminúsculocadáver,quefueareunirseconlosrestosdeldesdichadoespejo.
—Esoesloquehagoyoconlosindeseables—dijo,dándoseimportancia.Anaís,lamujerdeRobert,apareciótraslacortinadetaponesconunrecogedory
unaescobaycomenzóarecogerlosrestos.—Ten cuidado—le dijo su marido—. Hay trozos en las sillas y hasta en las
mesas.Los tres hombres se dirigieron al mostrador. Su victoria sobre la mosca había
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puestoalcabodebuenhumor:—¡Unarondaparatodos!—gritó—.Pagoyo.
LOS CHICOS, al ver llegar al cabo Beauras, se habían alejado prudentemente de lapuertadelcafédelaClique,donderegularmentecelebrabanconsejo,paradeambularporlacalleFer-à-chaud,quedesembocabaenellavaderopúblico.
El lavaderoeraunagranconstrucción, levantadasobrepilaresa laorillamismadel Criarde, el riachuelo que bañaba Courquetaines. Frente al lavadero había unaplaza cubierta de hierba y salpicada de gruesos tilos, que servían para jugar alesconditeenlastardesdeverano.
Anochecía. Losmuchachos siguieron discutiendo aún durante una hora bajo laluzdeunfarolqueiluminabalaesquinadelacalle.Acordaronunatácticamáseficazpara burlar la vigilancia de los gendarmes y penetrarmás, cosa que jamás habíanlogrado, en la zona prohibida, tan oculta a todas lasmiradas. Luego se separaron,después de haber decidido continuar la conversación al día siguiente, durante elrecreo.
Raclot atravesó la plaza del lavadero, a la que daba la puerta de la granja endonde vivía. Jocrisse se dirigió a la panadería con otros dos compañeros; él paraquedarse,losotrosporquequeríancomprarcaramelos.
Grisónpermaneciósolounmomento,mirandoalCriarde,queseescondíabajoelpuente junto al lavadero. Aulló una lechuza. La luna apareció tras la granja deBachelot.Porfin,decidiómarcharseasucasa.
GRISON no vivía, como los otros, en el pueblo de Courquetaines, aunque el lugardondeseencontrabasituadasugranjasíquepertenecíaasutérminomunicipal.Perodistabadel pueblodosbuenoskilómetrosde caminopedregoso e irregular.Y,parareunirseconsusamigos,Grisónnoteníamásremedioquerecorrer,almenosunavez,esadistancia,idayvuelta;aveceseldoble,siqueríavolveraalmorzar.LosdíasdeescuelallevabaunbocadilloquesetomabaalasdoceenelcafédelaClique,dondeRobert lepreparabaunamesa con su servilletadepapel y subotelladenaranjada.Despuésdeengullirelbocadilloytomarseelrefresco,seibaajugaralascanicasoalastabasenlaplazadelayuntamiento;primero,solo;luego,conloschicosochicasquevolvíanyadecomer.
La granja de Grisón se llamaba la Chevanelle. Se trataba de una enormeconstrucción formadapor tres edificios, en sumayor parte vacíos en la actualidad,peroqueenotrostiemposhabíancobijadogrannúmerodevacasyovejas.ParairdeCourquetainesalaChevanellehabíaquecogeruncaminosinuosoypolvorientoquepasaba por entre unos bosquecillos, subía una colina, bordeaba una cantera
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abandonada y se convertía, al final, en un sendero insignificante, apenas visible, atrescientosmetrosdelgranedificio.
CuandoGrisón salió deCourquetaines, ya estaba totalmente oscuro.Caminabapensandoenquelosdíasyahabíancomenzadoaalargaryenqueprontoyanoestaríaoscurocuandohicieraese recorridoa lamismahora.Caminaríaendirecciónal solponientequetomaunoscolorestanbonitosantesdeocultarsetraslascolinas.¡Hoyempezaba la primavera! Se puso a saltar con los pies juntos, de piedra en piedra.Todavía faltaban quinientosmetros…, cuatrocientos…Tendría que llegar a tiempoparaponerlamesa.AFlammèchelegustabaqueGrisónpusieralamesa.Esoysecarlavajillaeranlasúnicasobligacionesquetenía.Apartedeello,conseraplicadoenlaescuela,bastaba.YGrisónsiempreeraelprimero.
FlammècheeralanodrizadeGrisón.LlevabatodasuvidaenlaChevanelleconAntoine,sumarido,yconAlbert,elpadredeella.Teníahijos,peroyaeranmayores;sehabíancasadoysehabíanidodelpueblo.Sóloseveíanenlasgrandesocasiones.
Grisón, cuando aún era un bebé, había sido depositado en casa deFlammèche.Era un huérfano, como ésos que se confía a veces a las familias campesinas. EnCourquetaineshabíavarios.
Cienmetrostodavía.EnelúltimorecododelcaminoapareciólamasaoscuradelaChevanelle,yGrisónlaacogióconunasonrisa.Pensabaenlasopacaliente,¡yenque pronto llegaría el día siguiente! Aún sonaba en sus oídos la voz de Raclot.Habíandecididohacerunnuevointento.Mañana,alasalida.Raclothabíadicho:
Se lavamosa jugar.El caboesuncuco,perono levamosadejar enpaz. ¡Levamosaincordiarmásquelasmoscas!
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A2Elincendio
LCLAREAR el día, dos gendarmes, acompañados del caboBeauras, subían enbicicletalapesadacuestadelcaminoMathieu,caminoobligadoparallegarala
lindedelbosquedeEpnoi.Ibanaefectuarelrelevodeguardiaalaentradadelazona.LazonaempezabaenelbosquedeEpnoi,yaellaestabatotalmenteprohibidoel
accesoaquiennollevaseunpaseespecialqueseconcedíasóloaalgunaspersonasimportantes; pero de éstas no había ninguna en la región. Incluso la mismagendarmeríano teníaderechomásqueaunapequeña franjade tierradeunoscienmetros de profundidad, dentro del bosque, para realizar su vigilancia.De lo quehubiesemásallá,nosesabíaabsolutamentenada.
Hacíamuybuen tiempo, inclusocalor,eneste segundodíadeprimavera.Dabagustoverdenuevolosprimerospájarosmigratorios.Enlospradossepodíanoírloscencerrosdelosrebañosdevacasquesalíanapastardurantetodoeldía.Dentrodeunas semanas, los corderos se concentrarían en la región para invadir las colinas,desde la Chevanelle—a lo largo de cientos de hectáreas— hasta Saint-Agrève, einclusomásallá.
LospatosylasocasveníanadivertirseenelCriarde,bastanteestrechoysinuosoasupasoporentre lascasasdeCourquetaines,aunque,devezencuando,eramásanchoytranquiloenelcampo.Esteriachuelodebíadenacerenalgúnlugardentrodelazona,puestoquesalíadirectamentedelbosquedeEpnoienelquehabíaexcavadounhermosoypequeñovallecitollenodehojasmuertas.
ElgendarmeMéchalotllegóelprimeroalpuestodeguardia,sudandoyjadeando,yledijoaBeaurasqueveníadetrás:
—¡Hoyheganadoyo!Lehesacadodiezsegundos.—Sí, pero en la clasificación general le llevo por lo menos cinco minutos de
ventaja.EncuantoaChazal…¡enlacolacomosiempre!En efecto, el otro gendarme llegó con dos buenosminutos de retraso sobre el
vencedordelaetapa.Encadarelevodelaguardia,paraamenizarunpocolajomada,los tres echaban una carrera. El vencedor del mes pagaba una ronda de vino.Invariablemente, siempreeraBeauraselque, apesarde suscuarentaycincoaños,ganabaasusdosjóvenessubalternos.
Alllegar,setomabancincominutosdedescansopararesoplar,tantomáscuantoque,debidoalacarrera, llegabanconanticipaciónparaelrelevo.Enelpuesto,unapequeñacabañahechacontroncosdemadera,lostresgendarmesquehabíanpasadolanochedeguardiaatusabansusuniformesehinchabanlasruedasdesusbicicletas,quealgunodeelloshabíasaboteado—incluyendolasuyaparaconfundiralosdemás—,broma a la queya estaban acostumbrados, puestoque se repetía todos los díasdesde hacía veinte años. Menos durante las vacaciones, lo cual había permitido
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identificaralculpabledesdeelprincipio,yaqueéstenocogíasupermisoalmismotiempoquelosotros.
Total que, bromeando y preguntándose cortésmente quién habría hecho aquellacochinada,hinchabanlasruedas.
Luego,hicieronelrelevopropiamentedicho,otropuntoimportantísimodelritualgendarmesco:
—¿Sinnovedad?—¡Sinnovedad!—Entonces,adiós¡Adescansar!—Adiós,queossealeve.Ylostresqueterminabanlaguardia,haciendogestosamistosos,semarcharonsin
perder un instante; pues también ellos, sin habérselo confesado nunca a los otros,echabanunacarrera,aunqueensentidocontrario.
Beauras los vio marcharse. Sus tres siluetas, balanceándose de pie sobre lospedalesdesusvehículos, resaltabanclaramentesobre laarenaamarilladelcamino,debidoalazuloscurodelosuniformes.
—VaaganarFiloche—pensóelcabo,viéndolescorrer—.¡EsbuenoeseFiloche!Además,eselcabo…
Luego ordenó a Chazal y a Méchalot que fueran a ocupar sus puestos devigilancia.Conuntiempoasí,dabagusto.Losdosgendarmessefueron,unohacialaderecha, el otro hacia la izquierda, a doscientosmetros de la caseta, en la que sequedaríael jefe.Cadaunosaludóde lejosa loscompañerosde lospuestosvecinosque acababan también de empezar su guardia. Entre todos ellos tejían una redinexpugnablequeseextendíakilómetrosykilómetros…
El cabo se sentó sobre la hierba, cogió una pajita, la introdujo entre sus dosincisivos superiores y, armado así, se dispuso a esperar a que acabara la jornada.Comoeltiempopasabalentamente,sepusoareflexionar.Pensabaenesazonadelaqueélteníalaobligacióndealejaraloscuriosos;esazonadelaquenosabíaniunapalabra.Noeraelúnico,pues,adecirverdad,nadiesabíanada.Eraunsecretomuybienguardado,porqueeraunsecretodeEstado.En todas lascarreteras,caminososenderosqueseacercabanalazona,sepodíaleerelmismocartel,cientosdevecesrepetido:
ZONAPROHIBIDAAbsolutamenteprohibidopasarmásalládeestecartel,
bajopenadelassancionesmásseveras.Art°N°2/4delCódigoNacional¡PELIGRODEMUERTE!
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Estabaescritoconletrasblancassobrefondorojo,yloscarteleserandeunmetroporsetentaycincocentímetros.Nuncamáspequeños.
¡Ynosesabíanadamás!Simplemente,queasíestabanlascosasdesdehacíamásde cuarenta años, y que los que tenían más edad, o se habían marchado, o seencerraban en el mutismo más profundo; y que los alumnos de las escuelasmunicipalesyanoestudiabangeografía.LosmapastopográficosdelazonaestabanenblancoapartirdeEpnoi,yallí,simplemente,ponía:«ZONA».
Cuantasmásvueltasledaba,másabsurdoencontrabaBeaurastrabajarsinsabernada.Elcarpinterosabeloquehace,elpanaderotambién.Beauras,encambio,estabaaquítodoslosdías,desdelamañanaalanoche,sinsaberporqué.
El jueves 22 de marzo de aquel año, hacia las 10,30 de la mañana, el caboBeauras,decuarentaycincoaños,casado,padrede treshijos,sepreguntóporquétendría que vigilar él la zona, y qué demonios podría haber ahí dentro.Ésa fue suprimerafaltaprofesional…
CHAZALnorehusóelchatodetintoqueleofreciósucabo.Alcontrario,sefueporéla una velocidad que daba gusto verle.A su jefe, eso le halagó.Méchalot tambiénbebió,pues elvino le ibaquenipintadopara subocadillode salchichón.Beauras,que había llevado aquelbeaujolais[1] para acompañar su queso, estaba dispuesto abeberpoco;entreotrascosasporquenoteníaquedevolverlabotella.Suparienta,asíla llamaba él, le registraba el zurrón cada tarde, y desde luego no era cosa deconfesarleestapequeñadebilidad.
Labotellavacíairía,pues,areunirseconsushermanas,enunhoyocavadoparaestemenesterhacíayamuchotiempo.
TerminaronlacomidademediodíaconunospastelesquehabíallevadoChazal,yse acomodaron para la siesta sobre una roca lisa que dominaba los alrededores ydesdelacualningúnrincóndelpaisajequedabafueradesuvista.
Llevaban media hora descansando, cuando les pareció oír un crepitar en elbosque,asusespaldas,mientrasqueelvientolestraíaunolorahumoyunaráfagadecenizaquecaíacomocoposdenieve.Lostressevolvierondegolpeyselevantaron.SehabíadeclaradounincendioqueestabadevorandounapartedelbosquedeEpnoi,probablementeenlazona,yelfuegoveníahaciaellos.
Losanimales,espantados,huíandeallí,ysobresuscabezassearremolinabanlospájarosconhorribleschillidos.
Losárbolescrujían,inflamadoscomoantorchas.Chazalhabíacogidounaramayla agitaba como intentando conjurar así el siniestro. Méchalot corría en todasdirecciones,tartamudeando,yBeaurascogiósubiciparairapedirauxilio.
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Desgraciadamente,albajarporelcaminoMathieuhizounmovimientobruscoyse cayó de su cacharro en medio de una nube de polvo. Se levantó dolorido,agarrándose con la mano derecha el brazo izquierdo lesionado, y vio enfrente, amenosdedoscientosmetros,lasllamasquelamíanlasprimerashierbasdelapraderaenunfrentecadavezmásancho.Yanosepodíahacernada.
Habíaelpeligrodequealgunosmalintencionadosseaprovecharandeaquello,ydelhechodequelosgendarmesestabanocupados,paraintentarpenetrarenlazona.Asíesquegritóasusdossubalternosquenoteníanojosmásqueparaelfuego:
—¡Dejad,dejadeso!…¡Vigilad!¡Vigilad!¡Noibadescaminadoelmuycuco!Losdelpuebloacudíanpordecenas,armados
depalasydeotrosinstrumentos,paraayudaralosgendarmesasofocarelincendio.Peroquiénsabesi,aprovechandoelpánico,algúncuriosonointentaría…
Porotrocaminollegabanmásrefuerzosenformadegendarmesenbici,seguidosde unos carros arrastrados por caballos y abarrotados de soldados, venidos nadiesabíadedónde.Talvezelfuegosehabíaproducidohacíatiempoylohabíanvistodelejos. Cuando llegaron los campesinos, se toparon con una barrera protectora biensituada,quelesimpedíaelaccesodirectoalbosquedeEpnoi.
Mientras,elfuegosepropagaba.Cuandoseextendióalapradera,loshombresseacercaban lomásposibley lo intentabanapagarconramas,pegandoconviolencia,retrocediendo enseguida por miedo a encontrarse rodeados por las llamas. Con lahumaredanoseveíanada,nihaciaelllanonihacialazona.
Beaurasestaballenodehollín.Dirigíalasoperacionescomounauténticogeneral.No obstante, sus compañías se replegaban paulatinamente hacia el cordón deprotecciónsituadounpocomásabajo,elmismoquetuvoqueconteneralosaldeanosque habían llegado para defender sus prados. La cabaña de troncos que servía depuesto de gendarmería estaba rodeada por el fuego. La habían abandonado hacíatiempo.
Llegaban carros ymás carros llenos de soldados.Unos iban a luchar contra elincendio,otrosareforzarlastropasquedebíanmanteneralamuchedumbrelejosdelsiniestro.Algunossoldadosempezaronamontarelcampamentoparapasarlanoche,pues era evidente que el ejército iba a quedarse allí varios días para ayudar a losgendarmes.
Pero,depronto,cuandolasituacióneramáscríticayBeaurasibaaordenaralosgendarmes retroceder unos metros, se produjo un hecho insólito que dejóboquiabiertoatodoelmundoypusopuntofinalalproblema.
Desdeun lugardesconocido,probablemente situadobastante lejos,dentrode lazona,seelevóhaciaelcielouninmensochorroblancoenmediodeunruidodevaporapresiónquerodótodalasuperficiedelsiniestroconunpolvoblancoqueapagóelfuegoenunossegundos.Yluegoseprodujounsilenciosepulcral.
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Instantesdespués,lagentesedispersó.Doscompañíasdesoldadosacamparonenellugar,queteníacomoúnicodecoradolosárbolescalcinados.
BEAURASrecogiólabiciquehabíadejadoenelcaminoMathieu,yvioquelaruedadelanteraestabatorcida.Soltóuntaco,másquenadaporqueledolíaelbrazo.Prontoseríalahoradelrelevodelatarde;estabapreguntándosecómoiríaasucasa,cuandosedio cuenta deque en la pendiente, unpocomás abajodedonde él estaba, unosmatorralessemovíansospechosamente.Abandonósuvehículo,cuyotimbresonóalchocarconlaspiedrasdelsuelo,ybajóunaveintenademetrosparaverquéeraaquelmisterio.
ElmisteriosellamabaRaclotyGrisón.Losdoschicoshabíansubidoalacabarlaescuela,paraprobarsuerteenel juegodelesconditecon losgendarmes.Cuandoelcabolosreconociónoestabaparaamenazasysecontentóconunsuavesermón:
—Tú—le dijo aGrisón—, ayer ya tuve el placer de tu visita. En cuanto a ti,Raclot, a ti te conozco, igual que a tus padres… ¿Estamos?Así que veníais a verEpnoidecerca,¿verdad?Puesbien,subidconmigoqueoslovoyaenseñar.
Y ante las caras boquiabiertas de los chicos, sorprendidos al ver la mitad delbosquecarbonizado,soltólacarcajada:
—¡Ja,ja,ja!Ahoraserámásfácilinfiltrarseenlazona,¿verdad?¡Ja,ja,ja!Puesno,señor…miradporaquí…miradquéespectáculo…
Yseñalóalosmilitaresqueibanyveníanporlapradera.No,desdeluegoqueno;habíademasiadagente.¿Cómoburlarasemejanteejército?
—¿Hahabidofuego?—preguntóinocentementeGrisón.—Esoparece—respondióBeauras.—¿Aquésehadebidoelfuego?—preguntóRaclot.—Nosabemos—confesóBeauras—.Havenidodelazona.
GRISONyRaclotllegaronaCourquetaines.¡Quédecosasteníanquecontarasuscompañeros!¿Quénohabíanpasadoestavez?¡Bah!,otravezserá.Peroelincendiovinodesdelazona.¡Yesoeraintrigante!Esoeracomoparaexcitarlacuriosidad.Undíapasaremos,sí,pasaremos;seguro…
—¡Pasaremos!—dijoRaclot.—Sí,undíapasaremos—repitióGrisón.En la primera granja del pueblo, cerca del gran castaño, cuando empezaba a
anochecer,RaclotsedetuvoycogióaGrisónporloshombros.Elgrandullóndijoalmáspequeño:
—Yosoyeljefedelabandapero,siquieres,túserásmiayudante.—Deacuerdo—dijoGrisón,aquienelpuestodesubjefeleibaquenipintado.
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Fueronhacia laplazadelayuntamiento.Raclotestabasatisfechode tenercomosegundo almejor alumno de la escuela. Eso le realzaba y justificaba en parte susdecisiones.Además,podríaserleútil;nuncasesabe…
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F
3LaobramaestradelpeóncamineroRafistole
UEALFINALdeunahermosamañanadelmesdemarzo,cuandomilesdefloresresplandecíanentodoslosbalcones,cuandoelpeóncamineroRafistoletuvola
inspiración de hacer la gran obra que iba a transformar su vida. He aquí lo queocurrió:
EranjustolasdiezyRafistole,acodadoensuhabitualmesademármoldelcaféde laClique,estaba tomandoelpocosolquese filtrabaa travésde losvisillosdelventanal. A sus espaldas relucía el espejo nuevo colocado la víspera y quereemplazaba,porfin,aaquelotroquehabíatenidoeltrágicofinqueyasabemos.Niuna mosca turbaba la tranquila atmósfera impregnada de resplandeciente luz quebajaba del cielo a raudales oblicuos y en la que brillaba una cantidad infinita demotitas de polvo.Unamúsica de acordeón lanzaba sus agrias notas desde el viejoaparato de radio, encajado entre dos estanterías atestadas de unos librejosdescoloridos sostenidos por pisapapeles de imitación bronce. Una olla a presiónescupíasuácidoperfumeenlacocinacontigua,dedondeAnaíssalíaconstantementecruzandolacortinadetapones.Estahacíaunruidoparecidoaldeunoscollaresqueseentrechocasen.LlevabaunmontóndecubiertosqueRobertdeberíacolocarenlascuatromesasdelfondodellocal.
Enaquelmomento,elgordinflónestabasacandobrilloavariosobjetosdecobre,asícomoalosgrifosdelacervezadebarril.Acompañaba,silbando,lamusiquilladelacordeón. Pero tan desaliñadamente, que a veces parecía como si hubiese unasegunda voz. Cuando se hartó de aquella música, se dirigió lentamente hacia elaparatoderadio,moviólosbotonespasandosucesivamentedeunconciertoclásicoainformaciones, a un discurso de la AsambleaNacional y a la retransmisión de unpartidodetenis.Despuésdeunenormeguirigaydeinterferencias,porfinsedecidióadejarlainterviúqueestabanhaciendoaunaartistadecine:
—Asíescomodebuté—decíalaactriz.—¿Hubierapreferidoquedarseenelteatro?
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—¡No!Hueledemasiadoacerrado.Preferíaelambientedel«western».¡Elairelibre,vamos!
—¿Conocióasuprimermaridoenun«western»?—¡Robert,tráemeunblanco!—gimoteóRafistole,dequiensehabíanolvidado.Sí,en«Losvallesperdidos».Hacíadetraidor.Notanbien,porcierto,comoenla
vidareal…—¿Secasónadamásacabarelrodaje?—No,no,«durante».Porculpadelaslluvias.—¿Delaslluvias?—Si,ellas fueron lasculpablesdequeseretrasaseelrodajedosmeses.Como,
mientras,noteníamosnadaquehacer…—¡Vieneyaeseblanco,oqué!—¿Exactamente,cuándoosdivorciasteis?—Al acabar la película. Me dejó de gustar mi marido en la última escena,
cuandosevengódeRodrigo.—¿Fueéseelúnicomotivo?—Sí.Bueno,apartedequeyoestabaenamoradadeRodrigo.—¿Traesesecondenadovasodeblancoono?—¿YsecasóconRodrigodespuésdelapelícula?—¡Yavoy!¡Nogritescomounanimal!—Sí.YenseguidanosmarchamosaVenecia.—¿Viajedenovios,lunademiel?—No.Teníamosquerodar«Primeraaventura».—Parausted,Marianne,yaeralasegunda«aventura»…—Oficialmente…—¿Quépapelteníaen«Primeraaventura»?—¡Vayapetardolatíaésta!¡Voyacerrarleelpico!—Yohacíadegranjera.Unpapelquemeibamuybien.Siempremehangustado
losconejitos;ytambiénlospájaros;sobretodolospajaritos.Tengoquedecirquelospajaritosmerecuerdan…
Robertacababadeapagarlaradio,congranaliviodeRafistoleaquien—¡porfin!—lesirvieronsuvasitodevinoblanco.Robertledijo:
—Toma,cogetuvasoyponteenlamesadedelante.Yasabes,tengoqueprepararlasdelfondo.
—¡Ah,sí!—dijoRafistolequeselevantópararealizarelcambio.Eldueñopasóunabayetapor lasmesas, semarchóa la trastiendayvolvióconunosmantelesdepapel.Enseguidaseoyóelruidodelosplatosalirloscolocandoenlasmesas,luegoloscubiertos,losvasosy,finalmente,lassillasalponerlasensusitio.
Rafistole,aúnconsuvasodevinoenlamanoydespuésdehaberdejadolibrela
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mesadel fondo,permaneciódepie,mirando laplazadelayuntamientoa travésdelcristaldelapuerta,elcualteníalaventajadenoestartapadoporningúnvisillo.¿Sesintióatraídoporlacrudaluzdelsoloporelverdequecrecíaalolargodelcaminodecabras?Lociertoesque,conlamiradaperdidaenelinfinito,dejósuvasodevinoenlamesamáscercana,abriólapuertaysalió.
Una vez en la acera, aspiró largo tiempo el aire cálido y oloroso. Se puso abrincar como un niño, primero en la acera y luego atravesando la plaza. A estetrotecilloalegresucedióunpasodecarreraauténticamenteatlético,quenadieenelpuebloleconocía.
Cuando hubo atravesado la explanada deslumbrante de sol, cogió, sin dejar decorrer, el senderode cabras; un sendero insignificante quediscurría por entre unasviejas casuchas y desembocaba directamente en el campo. Un puentecillodestartaladolepermitiópasarelCriardeyseencontró,yendosiemprealmismopaso,enmediode unos prados salpicados de vacas,margaritas y amapolas. Se detuvoyempezóapreguntarsequédemonioslehabíasucedido.Esehombre,quetodavíaayerera incapaz de hilar dos ideas seguidas, comprendió, de pronto, que acababa dealejarsedeRobert,delcafédelaCliquey,sobretodo,desuvasitodevinoblancodeantesdelacomida.Sihubieravueltolaespaldaenelpuntocumbredelacarrera,sehubieraencontradoconquelehabíanseguidolosgatos,losperros,conejosyzorrosde los alrededores.Hasta las vacas, que contemplaban a aquel silencioso corredor,comenzabanatenerenvidia.
Pero se paró y el encanto se rompió. Como le ocurre a un cohete a reacción,Rafistolehabíallegadotambiénalacimadesutrayectoria,aesepuntodelqueyanosepuedepasar,ydenuevosentíalaatracción,imperceptiblealprincipio,másfuertecadavez.Reanudólamarcha,rodeóelpuebloporlaspraderasquebordeabanelrío,elcualcruzóporelprimerpuentequeencontró.Eneselugarsehizomásinsistentelallamadadelcaféde laCliqueyempezóaacelerarelpaso.Alpocorato,corría.Laatracción era irresistible, atroz.Laminúscula fachada del café se agrandaba a ojosvista, al fondo de la calle, en la esquina de la plaza. Rafistole se puede decir quevolaba.Volaba.Notocabatierra.
Enmediodeunestrépitohorrible,entrócomounatrombaporlapuertaytropezócontraunmontóndecajasdecervezaqueselecayeronencima.Robert,quenohabíanotadonilasalidanilaentradadesucliente,noentendíanadaalveraquellaspiernaspataleandoenelaireenmediodelmontóndecajas.
Rafistoleestabaileso.Serevolvióentrelascajas,selevantó,sesacudióelpolvoyfueasentarsedelantedesuvasodevinoblanco.Ylesdijoaldueñoyasumujer,quelemirabansinentenderabsolutamentenada:
—Noesnada…noesnada…Luego,sinbeberlo,pagósuvinoy,denuevo,salió.
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Elsol,alacariciarsucara,ledabaeltonosuavedelapieldeunniño.Rafistoleaprovechó el paso torpón de tres patos, para ponerse detrás de ellos. Andabalentamente,con lacabezabaja,conunamanoenelbolsillo,ydandodecuandoencuandopatadasalaspiedrasquecubríanlacalleFer-à-chaud.UnavezenlaplazadelLavadero,dejóquelasavessiguieranpatosamentehaciaelríoyélseapoyóenunode los tilos. Encendió un cigarrillo y echó unas largas bocanadas grises que sedisolvieronenelairetibio.
Le rondaba la cabeza una idea, cada vez más precisa, a la que consagró doscigarrillosmás.Estrujóelpaquetevacío,apuntóalpuenteydisparó.Labolitaazul,lejosdedarenelblanco,fallólamentablementeydesaparecióenlacomente.
Rafistolehabíadobladounapiernayapoyabalasueladesuzapatoderechocontraeltroncodelárbol.Canturreabaenvozbaja,mirandoelaguasobrantedellavadero,quecaía, conunalegregorgoteoenelCriarde, alquevertía susaguasblancuzcas,que más adelante recobraban su transparencia. Cuando tuvo su idea losuficientementeclara,precisayfirme,semarchódelaplaza,pasópordelantedelagranja deRaclot y subió por la calle de losValientes, donde estaba el almacén deCourquetaines.
Echó una mirada al escaparate, que exhibía un montón de utensilios diversos,algunos de utilidad dudosa, pero cuyo aspecto nuevo, a propósito para atraer laclientela, era lo único que justificaba su presencia. Una segadora de césped, unabicicleta,cuchillos,cacerolas,unmuebledecocina…
Al entrar en la tienda, la puerta agitó una campanilla que no paró de sonar.Rafistoleesperóenaquellasemioscuridad.Mirabaunossobrecitosdesemillascuyasflores,presentadasmuyfavorecidas,formabanunjardíndepapelsobrelasparedesdelatienda.
El tendero, vestido con un guardapolvos gris, apareció en un rincón. Se ibaquitando las gafas mientras se acercaba al peón caminero, y se detuvo en actitudinterrogante.
—Vengoporunpico—dijoRafistole.Yañadió—:¡Ah!…ytambiénunapala.Elotrodiolamediavueltamaquinalmenteydesaparecióporentreunmontónde
regaderas.Volvióenseguidaconlasherramientaspedidas.Veníanenvueltasenunastirasdepapelmarrón,ycadaunateníaunagranetiquetaverde.Rafistolepagó,cogiócuidadosamentelasherramientasysalió.
Unavezfuera,dioalgunospasos;ycuandoestuvosegurodequenolepodíaverel tendero, se paró, dejó la pala contra un muro y cogió el pico. Lo acariciódelicadamentey lequitóelpapelque loenvolvía.Arrancó laetiquetapegadaenelhierro, agarró la herramienta por el mango, ensayó dos veces para encontrar laposición exacta de lasmanos y, para probarlo, dio tres o cuatro golpes en el aire.Luego,conlasonrisaenloslabios,lodejóenelsuelo.
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Despuésletocóelturnoalapala,alaquediountratosemejante.Terminadalaceremonia,manchóunpocolasherramientascontierraparaquitarlessuaspectodenuevas.Lasagarróconfuerza,selasechóalaespaldayemprendióconpasofirmeelcaminodelayuntamiento.
Entre el ayuntamientoy la casaparroquialdesembocabaen laplazauncaminobautizadoconelnombredeElcallejón,porsuestrechez;elpisoeradetierrayteníahierbasenmedio,ortigasenlosladosy,ocasionalmente,cardos,allídondeelcaminoeramásancho.
Elcallejónbordeabaenpartelaiglesia,seguíaluegoalolargodelcementerioyempalmabamuchomás lejosconelcaminoMathieu,elcaminoprincipal,comoyasabemos,parairalbosquedeEpnoi.
Nadie supo jamás por qué razón Rafistole eligió aquella revuelta del callejón,para cavar, precisamente allí, el agujero que iba a traerle tanta fortuna.Más tarde,cuandolepreguntabanlarazónprofunda,selimitabaacontestar:
—¡Asísonlascosas…!Porahora, sedirigióalcallejónconsusherramientas,y sedetuvoallídondeel
callejónempiezaadarlavueltadetrásdelaiglesia,ensanchándose.Rafistoleseremangóyseechósalivaenlasmanos.Antesdecogerelpicopensó
queseríamejorquitarselachaquetadepaño,ylaarrojóalahierba.Volvióasupico,escupió otra vez en las manos —pues mientras se le habían secado— levantósolemnementelaherramienta,cuyohierrobrillóalsol,y,¡hala!,dioelprimergolpe.Eranlasonceytreintaycincominutos.Eraelcatorcedemayo.
DESDELA carnicería a la panadería, pasando por el almacén, no se hablaba de otracosa.
Hayquetenerencuentaqueeralahoradeiralascompras,locualhacíaquelascalles estuvieran llenas de amas de casa dispuestas a darle a la lengua, y cuyaconstante ocupación, aparte el tema de los precios, era la de recibir y dar unainformaciónabundanteyobjetivasobreloshechosmásvariados.
NohizofaltanimediahoraparaqueelintercambiodemensajesconcentraraenelestrechocallejónatodalagentesanadeCourquetaines.
Dabanlasdoceenlacercanaiglesia.Rafistole,absortohastaesemomentoensutrabajo,levantólosojosyviolamultitudqueseapiñabaparaverle.Elagujeroteníaya unmetro cuadrado de superficie y unos veinte centímetros de profundidad.Unperrillofueahacercacaenelmontículodetierradelaexcavación.Alafanarseparacubrirlo,echótierraalagujero,ypocofaltóparaqueRafistolelolinchase,igualqueasuamo.
Entre lamultitud se oían gritos y comentarios. Unos decían que aquello iba a
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cambiarelcursodélahistoria;otrosexplicabanqueaquelagujeroeraelcomienzodeunas obras de gran envergadura. Se hablaba incluso de cables subterráneos… Eldueñodelalmacéndecíaenvozalta:
—¡Yohe sidoquién lehavendido lasherramientas…! ¡Yohe sidoquién lehavendidolasherramientas…!
Unasmujeres,alpasar, learrojaronflorescomosise trataradeuna tumba.Portodas partes se oían murmullos de satisfacción, de ánimo. Rafistole sonreía ysaludaba de lejos con la mano a las personas que conocía. Acariciaba los perros,rascabalosgatosymovíaunpocosupalaparadespistar.Porúltimo,agarrósupicoylagenteseechóunpocoparaatrás.Dioalgunosgolpesenlatierra,quevibróbajolospiesdelaconcurrencia.Derepenteseoyóunaalgarabíadealegresgritos:losniñosacababandesalirdelaescuelayveníancorriendo,adivinandoqueallísucedíaalgoimportante.
CuandoRafistolehuboacabadosudemostración, arrojó supico, comoel atletasuspesas,ylamultitudsemarchódespuésdehaberaplaudidoarabiar.Sóloalgunosniñossequedaronjuntoalagujero,contemplándolo,comosevemorirunahoguera.
EnelcafédelaClique,Robertvioacudiratodoelpuebloalavez,concluidoelespectáculo, deseosos de acabar la mañana con una copita, como aperitivo. En labarra se empujaban unos a otros, hablando del agujero y de sus actuales y futurasdimensiones; tanto que Robert, que no había podido dejar el café por razones deltrabajo, creyó que el nivel de la plaza del Ayuntamiento habría bajado ya variosmetros.
Al entrar Rafistole, la emoción llegó al colmo. Le ofrecieron diez rondasgenerales,queélrechazóconmuchadignidadyagradecimiento,ysecontentóconunsimple vaso de tinto (tinto, para cambiar un poco la tradición). Luego, después decantarLaMadelón,cadacualsefueasucasa.
GRISONsesentóenlamesitaquelehabíapreparadoRobert,comolohacíatodoslosdíasdeclase,ysacódeunpapelgrasientosubocadillo,quehoyeradechicharrones.Era tangrande,queGrisón lo tuvoqueatacarpordiferentespuntosantesdepoderapreciarlo en su conjunto.Mezclado con naranjada, sabía a queso. Llegaron unosclientes para almorzar.Anaís anotaba los pedidos y después servía, ya queRobertsóloseocupabadelosvinos.
Despuésdecomerseunplátano,Grisónsalióalsol.Diolavueltaalaplazaysedirigió hacia el callejón para ver el agujero de cerca. Rafistole había puesto unostablones para señalar que allí había una obra importante.Grisón diomedia vuelta.Delantedelaescuela,juntoalayuntamiento,RaclotjugabaalascanicasconJocrisse,que le estaba desplumando vergonzosamente. Unas chicas se divertían, algo más
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lejos,saltandodeunladoaotrodelasgomaselásticas.
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Y4Cuestióndetáctica
OCREO—dijoRaclot—quehastaahorahemosactuadocomounosimbéciles.Parecía estar seguro de lo que decía. Como él mismo había dirigido la
mayorpartede las tentativas,suspalabraserancomounapropiaacusación, locualprodujobuenefecto.
Los cinco chicos estaban sentados en un círculo apretado, sobre la gravilla delpatiodelaescuela.Comoeranlosmayores,losotroslosdejabanenpazyjugabanalescondite algo más lejos. Sólo algunas chicas, indiferentes en apariencia, estabanocupadasenunos juegospacíficos, loque lespermitía,discretamente, tenereloídoalerta.ElMarsopatuvoquechillarlesvariasveces.Mientrastanto,elseñorGaboriot,elmaestro,terminabaunmagníficocroquiscontizasdecoloresenlaviejapizarra.
Despuésdehaber confesado el jefede la banda su fracaso, le pidieron algunasprecisiones.
—Bueno—dijo—, es muy sencillo. Siempre lo hemos intentado de la mismamanera.LlegamosensolitariooengrupoaloaltodelcaminoMathieu,ysoloapartirde ahí empezamos a escondernos. Y no habíamos pensado que los polis, paraentonces, ya habían tenido tiempomás que suficiente para vernos llegar. Es, casi,como hacerles un plano de nuestras operaciones. Total, cosa muerta desde elprincipio.Poresonoscogen,comotontos,encadaintento…
Losotrospermanecieroncalladosporquereconocíanlaverdaddeesaspalabras.Seoían los gritos de los pequeños persiguiéndose y escondiéndose dandoportazoscon las puertas de los retretes.Otros habían sacado una pelota y se la oía golpearregularmentecontraelmuro.Deresultasdeunafalsamaniobra,aquéllasedesvióalchocar contra una esquina de la ventana y cayó enmedio de losmayores, que latiraron,enfadados,porencimadelatapia,alacalle.CesarontodoslosruidosenelpatioyapareciólacaraflacadelseñorGaboriotenelhuecodeunaventana.
—Bueno,¿quépasaahí?—¡Losmayores,quenoshantiradolapelotaalacalle,señormaestro!Losmayoressehabíanlevantado.Gaboriotdesapareciódelaventanayapareció
por la puerta de la clase. Atravesó el patio y salió a la plaza del ayuntamiento.Mientras, alguien devolvió la pelota. Los ruidos y las risas recomenzaroninmediatamente,yelmaestronotuvonecesidaddeirmáslejosensubúsqueda.
Elconciliábulosecretoprosiguió.Alnohaberencontradonadieunasolución,lesesperabaunfinderecreotristeyresignadocuando,depronto,elMarsopa,queteníaesemoteporserelmejornadadordelpueblo,gritó:
—¡Aguardad!¡Meparecequetengounaidea!Aunquesólosetratabadeun«mepareceque»todoelmundoseleechóencima
comosifueraelúltimosalvavidas.Peroyaeralahoradeclaseyelmaestroestaba
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mirandosureloj.—Venga,dateprisa,cuenta…—Bueno, pues veréis. Los gendarmes nos ven llegar desde que empezamos a
subirporelcaminoMathieu.¡LoquehayquehaceresnovolverairporelcaminoMathieu!
—¿Eso…esoestodo?—No.Podríamosatacarendostiempos.—¿Cómo?—Pues,porejemplo,llegamostodoscomositalcosaalpiedelaladera.Luego,
cambiamos de dirección como si hubiéramos ido para cualquier otra cosa, porejemplopara irabuscar lasvacasenlapradera.Nosescondemos,yesperamosallíunas horas. Pero eso tendría que ser, naturalmente, bastante cerca de la zona.Mientras, los polis sé olvidan de nosotros. Luego, ya en un segundo tiempo, dematorralenmatorral,pasamosalataque.Comoyanoestaránpensandoennosotros,pondránmenosatención.
—Asíytodonospuedencoger…—Sí, desde luego, siempre nos pueden coger. Pero si vamos por sorpresa,
habiendopreparadobiennuestroplan,tenemosmásposibilidades,¿noosparece?—Noesningunatontería—dijoRaclot.—Es verdad—reafirmó Grisón—. Lo que nos ha perdido hasta ahora es que
siemprehemosobradodecualquiermanera,sinningunatáctica.Loquenecesitamosesunplan.¡Esoes,unplan!Todoescuestióndetáctica.
Elmaestrodiounaspalmadas.Sepusieronenfilasdeadosdelantedelapuertade la clase, y los mayores mostraban un nerviosismo que no pasó inadvertido alprofesor. Tuvieron que aguantar un montón de reprimendas, pero les tenía sincuidado. ¡Ya podían los gendarmes darse por vencidos! ¡Con táctica se consiguetodo…!
Durantelaclasedegramáticahubounintensotrasiegodenotas,escritasaprisaycorriendoenlasquesepodíaseguirlaevolucióndelplan:
14,10h.PodríamospasarporelcampodelosPetiot.Respuesta:Sí,perohayquemeteraDuduleenelplan. (Duduleeraunode los
hijosdePetiot,conelquenosiempresellevabanbien).14,15h.No seadmite aDuduleenelplan.Vaachivarsede todo.Además, su
campoesdemasiadovisible.Respuesta:Entonces,buscadotracosa.14,20 h. Pasad este papelito: Podríamos hacer una formidable cabaña para
escondernos.14,30h.Todosdeacuerdorespectoalacabaña.
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14,40h.Hayquehacerlaenlacanteraabandonada.Respuesta:Hayserpientes.Contrarrespuesta:Lasaplastaremos.14,50 h. Pasad este papelito: Vale, aceptado, haremos la cabaña en la cantera.
PerohayquemeteraChenotenelajo;elterrenoesdesufamilia.Respuesta:SeaceptaaChenot,esuntíomacho.15,00h.Chenot¿estásdeacuerdoenquehagamosunacabañaentucantera?Respuesta:¿Paraqué?Contrarrespuesta:Teloexplicaremosenelrecreo.Recontrarrespuesta:Deacuerdo.—¿Enlodelacabaña?—No,enlodeexplicármeloenelrecreo.—¡Chitón!Notanalto.Lasparedesoyen…—¿Quiénhabladeoír?—preguntoelseñorGaboriot.—Esto…hesidoyo,señor—dijoJocrisse,quementíaparaprotegerasujefe.—Ah,ya…¿Yquédecíasapropósitodelosoídos?—Pues…ledecíaaChenotquetienelosoídossucios,s…señor.Ladaseseechóareír,yaquelasorejasdeJocrisseteníanunamugrequesaltaba
alavista.—¿Puedesrepetirloqueyoestabadiciendo?—preguntóelmaestro.—No.señor—dijoJocrissebajandolacabeza.Estuvocastigadoduranteelrecreodelatarde.Mientrascopiabaunaslíneas,solo
en laclase, losotros,enelpatio,ultimabansuestrategia;hastaél llegabanalgunaspalabrassueltasdelplan,loquelellenabadeenvidia.Naturalmente,alasalida,alascinco,sabríatodoaldetalle.
¡Perodespuésquelosotros!Esoesloqueledabarabia:después.
CHENOThabíaaceptadoy,naturalmente,yaformabapartedelabanda,cuyonúmerodeintegrantessubíaahoraacinco.
La cantera de Chenot había sido siempre la envidia de los chicos deCourquetaines. Constaba de varias excavaciones, ocultas por unos grandesmatorrales,enlasquehabíacantidaddeesconditesestupendos.Sobreunapartedelterrenoestabanapiladastoneladasderaílesdeunpequeñoferrocarrildecantera,quehabíansidousadosallíyenotrossitios,enlostiemposenqueelabueloChenoteracontratista de obras públicas. Cuando murió, vendieron todo menos los raíles yalgunas vagonetas, que se oxidaban al aire libre desde hacía decenas de años. Porrazóndelosdiversospeligrosquepodíahaberallíparalosvisitantesestabaprohibidalaentrada,especialmentea losniños.Muchosdeéstoshabíansidopescadosporel
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guarda rural, quepasaba amenudopor aquel lugar dadoquehabitaba enuna casaforestal al borde del bosque de Epnoi. Por lo demás, él era la única personaautorizadaavivirtancercadelazona,dadasucondicióndeguardajurado.¿Acasono había ayudado infinidad de veces a los gendarmes alejando a los paseantesdemasiadocuriosos?
PerocomoelpadredeChenoteraelalcaldedeCourquetaines,suhijonoleteníamuchomiedoalguardarural.Yademás,¡quédiablos!,yaencontraríanunesconditelejosdetodaslasmiradasindiscretas.
Alasalida,loprimeroquehicieronfueiralcallejón,averelagujerodeRafistole.¡Caray! ¡Cuánto había adelantado desde esta mañana! Dos metros cuadrados desuperficie,yelpeóncaminerohundidohastalacintura.¡Vayaenergías!Peronoeracuestióndequedarseconlabocaabiertaanteestoque,alfinyalcabo,sóloeraunaobratrivial.¡Algomuchomásimportanteibaprontoacomenzar,yyaerahoradeirpreparandolosplanes!
—Cadaunoennuestracasahacemosunplan—habíadichoRaclot—,ymañanalollevamosa laescuela.Ycogemoselmejor.Obien, losmezclamostodos…siesposible.
—Adiós…¡Losvenceremos!—¡Sí,señor,venceremosalosguardias!
ENSUCUARTO,enlaChevanelle,Grisónreflexionaba.Eranlasdiezdelanocheysealumbrabaaescondidasaladébilluzdeunavela.Ensuhojadepapeldeenvolverdibujababocetosymásbocetosdecabañas.Lashabíadetodoslostamañosyformas.Perocomoaúnnosabíanadadelterrenoendondeibanaconstruirla,imaginabatodaslasvariantesposibles,desde lacuevahasta lachozasobrepilotes.En todocaso, leparecíaquelaprimeracondiciónteníaqueserelcamuflaje,porloqueesperabaqueencontraríanunacuevaeneltalud.Despuésdeestudiarelasunto,leparecióqueunacuevateníaciertospeligros,comoeldedesprendimientos,yungraninconveniente:eldenotenermássalidaquelabocadeentrada,loqueresultabainsuficienteencasodevisitanograta.
La cabaña «ideal» debería estar adosada a la roca, con espacio suficiente paraguardar el material, oculta entre los arbustos, lo cual daría una impresión de algoenmarañado, imprescindible para una perfecta tranquilidad. Para llegar a ella setendríaqueirporuncaminoquetuviesediversoscruces,paraconfundirlosextraños.Y todo ello cerca de la zona por razones estratégicas, al borde de un bosque parareducirel transportedemateriales,ynoenunahondonada—¡esono,por favor!—porquesinoseríainutilizableenlosdíasdelluvia.
Lo más sorprendente es que todos llegaron aquella noche a conclusiones
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similares.Hacialastresdelamadrugada,Chenot,querepasabadememoriatodoslossitiosaptosparaconstruirsucabaña,descubrióunoquenoestabamal;quizáunpocoestrecho,peroofrecíalascondicionesmínimasdeseguridad.Consuimaginaciónlovisitaba, lo desbrozaba, lo limpiaba y lo acondicionaba. Estaba que ni pintado.Además,desdeallíteníanaccesoalcomienzomismodelazona,sóloconescalarunpequeñotaludalque,desdeluego,aningúngendarmeseleocurriríaprestaratención.
RACLOT tenía razón: se habría podido mezclar todos sus planes. Lo discutieronacaloradamente en la plaza del Lavadero, después de haberse bebido el litro delimonadaquehabíancompradoenUltramarinosReunidos.Elproyectodefinitivonosediferenciaba ennadade losotros.Sólo,mejoraba tal detalle de éste, tal ideadeaquél… La construcción sería sencilla y no exigiría ningún material especial.Algunas maderas, tablas, lonas, una red para el camuflaje y estacas. Todo eso sepodíaencontrarencualquiersitio.LomásdifícilseríahacerseconlaescaladecuerdaqueserviríaparaescalareltaludeldíadelaGranOfensiva.Aunquesepodíafabricaramano,utilizandocuerdasdehacerpaquetes.
Sóloquedabaporsabercuándoibanaempezar.¿Quécuándo?¡Cuantoantes,quédiablo!
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G5Inauguracióndelacabaña
USTAVEPARMANS,solterónempedernido,eraelguardaruraldeCourquetaines.Ocupaba sólo una habitación de la casa forestal de Fontenotte situada en el
comienzodelbosquedeEpnoi;elrestodelcaserónlohabíadejadoparalasratasylassabandijas.
Losgendarmesquehacíanguardia en la lindede la zonaveíanbrillar a veces,hastamuytarde,lapaliduchaluzdesulámparadepetróleo.Esque,muyamenudo,estabaocupadoenelrecuentominuciosodesustressobres.
Gustavecobrabadelgobiernounbuensueldo,querecibíacadatrimestre.Paranoteneralfinalsorpresas,apenaselcarterosedabamediavuelta,Gustavedistribuíasudinero en tres sobres, cada uno de los cuales contenía el presupuesto de un mes.Aunqueponíaunpocomásenelprimero,conelfindepagarseellujodecelebrarelacontecimiento.Semetíaésteenunodesusbolsillosyguardabalosotrosenunviejoarmario,jurándoseasímismoquenolostocaríaantesdetiempo.
Desgraciadamente,lafiestadurabatantoysusamigueteserantannumerososenaquellos días, que el sobre en cuestión daba sus últimas boqueadas al acabar laprimera quincena. Por más que calculara y calculara, por más que se apretase elcinturón, suprimiera, ayunara y se encerrara, no tenía remedio. Después de tres ocuatrodíasdeprivaciones,searrastrabahastaelarmarioyseconvertíaenperjuro.
Lavistadeldinerodelsegundosobreleproducíaunasensacióndebienestar,unaimpresióndeabundancia…ynopudiendoreprimirsualegríaunminutomás,desdeesemismodíaseleveía,delamañanaalanoche,enlatabernadeRobertyporlascallesdeCourquetaines.Luego,seacababalaquincenay,conella,elsegundosobre,comprobandoconespantoqueteníaquevivirdosmesesconlapagadeuno…
Esosdosmesessolíansermuy«sanos»:descubríalanaturaleza,loscaracoles,lasfresassilvestresyloschampiñones.Sedejabacrecerlabarba,nobebía,ysepasabatodo el santo día paseando por el campo con un bastón y con su perro Arsenio.Entonceseracuandoseconvertíaenunauténticoguardarural…
LOSCINCOCHICOSdeCourquetainestuvieronunasuertedeésasquehacenépoca.Eldíaenquecolocaronelprimer tablónde lacabaña,vieronalcarteroquelesubíaaGustaveParmanssupaga,enFontenotte.Esolesasegurabaunarelativatranquilidady,quincedíasmástarde,eldíaenqueextenuadoyagonizando,elguardaruraldebíade estar arrastrándose por el suelo hacia su armario para coger el segundo sobre,poníanelloselúltimotablóndelacabañaypreparabanlafiestamásformidabledequetenganmemorialosanalesescolares.
Estabanaprimerosde junio.Teníanunosdíasdevacacionesporqueelmaestro
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había sido requerido para examinar de gramática a los aspirantes al certificado deaptitudprofesionalparalafabricacióndepastasalimenticias.
Eraundíamagnífico,síseñor.¡Sihubieraisvistolacabaña…!Aunque,asícomoasí,debuenasaprimeras,nolahubieraispodidover.Porelcamuflaje,claro…
Tenían que entrar arrastrándose. Se llegaba a un primer cuarto, que servía devestuario,enelque losmásaltosdabancon lacabezaenel techode lona,estandosentados. Luego se pasaba a otro cuarto, más alto, donde guardaban el material:martillo, clavosy la famosaescaladecuerda,quehabíancompradoaunvendedorambulante.Alfinalhabíaunsalóndondeplanearíanlospróximosintentos.
El conjunto era perfectamente invisible desde el exterior. Incluso, hasta habíanechadopimienta,porlosperros,yvolveríanaecharmássihacíaviento.
¡Yse inauguró lacabaña!Para tan faustoacontecimientohabían invitadoa treschicas con las que podían contar. Figuraban entre lasmenos charlatanas, y hacíanunospasteles…Raclothabíabirladodelabodegadesupadreunasbotellasdemarca,yelMarsopa,varios frascosde licorcasero. Jocrissehabíahechouna raziapor loscaramelos, y llevó varias cajas enteras.Los otros se habían dedicado a coger unoskilosdefresasyunospuñadosdelasprimerascerezasdelatemporada.Grisónhabíapodidoconseguirnatafresca.
Lagrancomilonaempezóhacialasonceymedia.Comotodoshabíanavisadoencasa su ausencia, tenían todo el día por delante. Después de los aperitivos, cuyosefluviosnublabanlavistayponíanalegreelcorazón.Raclotsirviópatatascocidasalabrasayunasexcelentessalchichasasadas.Enseguidaapagoelfuegopueselmásdébil hilo de humo habría podido atraer miradas indiscretas. Las botellas de tintofueronbajandodenivellentamentealprincipio,peroluegosequedaronasombradosal comprobar, de pronto, que estaban totalmente vacías. ¡Y eso que Raclot habíallevado todo un cargamento! Al principio, con las bocas llenas, nadie hablaba. Selimitabanaintercambiarfrasescortas:
—Pásamelasal.—Nohay.Luego se pusieron a contar anécdotas, casi todas ya conocidas, relatando tal o
cualaventuradealgúnpersonajedelpueblo.AlfinalacabaronhablandodeRafistoley suagujero.El tal agujero—todoshabíanpodidocomprobarloen laúltimavisitahecha ayer tarde— había alcanzado la profundidad del sótano de una casa, y larespetablelongituddediezmetros,decreerasuúnicoarquitectoyobrero.Encuantoa la anchura, todavía no pasaba de los dosmetros en los sitios en quemás, peroRafistolecontabaponerseaellopróximamente.Cuandolepreguntaban:
—Rafistole,¿paraquéestuagujero?Respondía:—¡Ah!…¡Ah!…
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Guiñabaunojoyechabauntragodelcuartillodetinto,quenuncaleabandonaba.Luego, la conversación derivó poco a poco hacia el caboBeauras, del cual no
habíagrancosaquedecir;sóloqueéllesllevabadirectamentealtematabú,lazona,asunto que, naturalmente, tenía mucho que ver con la cabaña. Eso era sacar acolación el tema de sus planes. Raclot se negaba tajantemente a hablar del asuntodelantedelaschicas,puessóloteníaenellasunarelativaconfianza,apesardequeleshabíanreveladolaexistenciadelacabaña.
Las treschicassacaronenaquelmomento lospastelesquehabíanelaboradoensecreto, a veces, incluso, con dificultades. Aunque, en fin, no eran unamaravilla,valíancienvecesmásque lacocinadeRaclot;yaunquenadie lodijo, lopensarontodos, hasta el jefe. Por aquel entonces, aún no se habían preguntado si seríaventajosoono,meteraaquellaschicasenelplandeintroducirseenlazona.Talvez,después de todo, pensaban que ellas no estaban capacitadas como los chicos paraesconderse,arrastrarse,tirarsecuerpoatierradegolpe,arañarseconlosmatorralesoencararse con los gendarmes en caso de fracaso. Los sucesos posterioresdemostrarían que tal razonamiento era estúpido, y que las chicas iban a ser, pormuchasrazones,unascompañerasformidables.
Grisóncomparabasusfuturosintentosconlosdelosmontañerosqueselanzanalasaltodelasmontañasmásaltas(exceptuandoelrelieve,muchomásmodestoaquí,yelfrío,compensadoenestecasoporlosgendarmes,enelfondo,todoveníaaserlomismo). La cabaña sería el campamento-base en el que prepararían la escaladavictoriosa.Comoleshablabaenesostérminosmientraslaschicasestabanocupadasconotracosa,despertóensuscompañerosunciertointerés,ydesdeesemomentoseexpresaban en términosmontañeros cuando querían entenderse entre sí pero habíadelantepersonasajenasasusecreto.
Después de haberse comido las tartas y los pasteles y de haber elogiado aDelphine, Prune y Causette, saborearon el excelente café que el termo de Chenothabíaconservadocaliente.Luego,llegaronloslicores.Enestepuntodelalmuerzoyano podían articular palabra, pues el beaujolias embrollaba todo. Solo acertaban acantartrozossueltosdecancionesaprendidasfueradelaescuelaynoprecisamenteenseñadaspor susabuelas, acompañado todoelloconhipos sincopados.Cuandoalocultarseelsolenelhorizonte,decidieronmarcharse,¡ay!…,aquellofueotracosa.Searrastraronporlaestrechasaliday,unavezalairelibre,intentaronladifícilproezadeponerseenpie.Aquellacochinacanterateníarelievesinesperadoseinexplicablesondulaciones.Mantenerelequilibriollegabaaserunlujoquesecomprabaalpreciode terribles esfuerzos y, antes de lanzarse a las aventuras montañeras, tenían quedomar aquel curioso navío que no paraba de moverse entre las tempestades delcrepúsculo.
Pero como la tarde traía un viento fresco, eso les hizo recobrar, si no toda, al
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menos parte de su lucidez; y se marcharon cogidos del brazo, cantando, riendo,gritandoalaluzdelaluna,queyaasomaba.Porloscaminos,demasiadosestrechos,sedeslizabaaquellaextrañafila,apartandolosmatorrales,estirándoseenlascuestasarriba,para luegoapretarse comounacordeónen lasbajadas.Porúltimo, todos sederrumbaron en un montón de arena, entre grandes vítores. Luego, un poco mástarde,seencontraronalfinaldelacarreteradelasDosCruces,allídondeseuneconel camino Mathieu, y siguieron hacia Courquetaines. Pero pronto se detuvieron,boquiabiertos.
Aunosveintemetrosdelantedeellos,tresamenazadorassombraslescerrabanelcamino.
ENTRE EL humo y las risas que llenaban el local del café de la Clique, GustaveParmansselevantó.Apesardenumerosasllamadasalorden,setardóunminutoenlograrsilencio.Entonces,lavozgraveyásperadelguardaruralentonóunacanción,temblona y a trompicones, que los asistentes continuaron, coreando. Aplaudían,golpeaban encimade lasmesas.El gordinflón deRobert, en pie sobre una caja decervezas,llevabaelcompás.Anaísenjuagabalosvasosypasabalabayetaporencimadelmostrador,llevandoconellaelcompásdelaalegrecanción:
Amigos,bebamosolasaluddeGusta-a-ve.Porsusalud,porsusamores,porsus«so-o-bres»;yquesiempreseaasí…
Cuando acabaron, se aplaudieron ellos mismos, chillando. Los gritos de lasmujeres ahogaban las voces de los hombres. Cada cinco minutos, Robert sacabanuevasbotellas.
Asíeracómo,cadavez,celebrabanel«segundosobre»deGustaveParmans.CuandoGustavecomprendióqueaquellodurabayademasiado, se levantópara
marcharse. Tuvo que ser ayudado por dos hombres que no estaban mucho másserenosqueél,peroquelacasualidadhabíapuestoasualcance:elcaboBeauras,quepara esta ocasión se había cogido un día de permiso, yMartial Raclot, padre delcolegialqueyaconocemos.Sosteniéndoselostresaduraspenasparapoderbajarlosescalones que llevaban a la plaza, al caer la noche se encontraron riéndose comotontos en mitad de la carretera. Beauras continuaba cantando, Martial contaba lahistoriadeungatogrisclaroqueestabasentadosobreuntrozodecartónondulado,yGustavellorabadetantoreírse.
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Luego, se dirigieron lentamente hacia el camino Mathieu, con objeto deacompañar a su casa al guarda rural ¡Quién sabe a lomejor tenía, bien escondida,algunabuenabotella…!PorequivocaciónsemetieronporelcallejónysedetuvieronanteelagujerodeRafistole.Mientras,enelcafédelaClique,lagenteselevantabaparamarcharse,yAnaíshacíalascuentas.
Despuésdecontemplarelagujero,cuyasdimensioneseranyacosaseria,eltrío,abrazado,semarchózigzagueandopordetrásdelaiglesia,paracogerelcaminodeEpnoi.
Y FUE un poco más lejos donde los chicos, de regreso de su cabaña, se losencontraron.
Apesarde laoscuridad,Raclot reconoció a supadre, con loque se le quitó laborrachera instantáneamente.Los tres hombres, al ver a los niños, creyeronque setratabadealgunapiezadecazaodeanimalesescapadosdealgunagranja.Asíesquese quedaron inmóviles, en actitud interrogante, pero que de lejos podía parecerbelicosa. Los dos grupos se estuvieron mirando durante un buen rato. Luego, sinsaberporqué,seecharontodosareír.
—¡Venidtodosamicasa!—gritóGustave,quehabíarecobradoelequilibrio.Ysellevóconsigotantoajóvenescomoaviejos, tantoachicoscomoachicas.
Hacía una espléndida noche oscura. Las estrellas se apretaban en torno a la VíaLáctea,cercana,casialalcancedelamano.
Subieronpor el caminoMathieuhasta elbosquedeEpnoi, torcieron luegoa laderechaporuncaminoquebordeabalazonaprohibida.Unperrosepusoaladrarnolejosdeallí:Arseniofestejabaelregresodesuamo.
Se apiñaron todos en la gran habitación en donde vivía Gustave, y estuvieroncantandocancionesalusivasalvinohastaqueelguardaruralsubiódesubodegaunasbotellasdetintoyunosfrascosdelicores.
Raclothijosalióatomarunpocoelaire,mientrasBeaurascontabaalgruposusrecuerdoscomocabo.Arsenio,elpastoralemán,seacercóalchicoyloolfateóportodaspartes.EsolediounaideaaRaclot.Entró,llamóasuscompañerosunoaunoylos fue presentando al magnífico perro guardián. Arsenio estaba encantado, asívariabaunpocolacompañíadelborrachíndesuamoydelasratasquellenabanlacasa.
Luego,mientraslosmayoressehundíanenunanebulosacadavezmásespesa,losniñossemarcharondiscretamenteyregresaronaCourquetaines.
AlbordedelCriarde,cantabanlossapos.
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¡C
6Primerintento
HENOT!¡Eh,Chenot!¿Estásahí?—Puesclaro,tonto,nogritesquevasadespertaratodoelvecindario—dijo
elotro,desdealgúnsitioenlaoscuridad.—Notehabíavisto,perdona.—Perdonado.¿Tieneslacuerda?—Claro.—Perfecto.Date prisa.Raclot yGrisón nos estarán esperando.No sé si te has
dadocuentadequehayluna.¡Malo!Nosexponemosaquenosvean.—A estas horas todo el mundo duerme, tú qué te crees. ¡Es casi la una de la
madrugada…!—Nohablestanalto,quelosgendarmesduermenconunaorejaabierta…—¿Dóndeeslacita?—EnDosCruces.Luego iremos a la cabaña, y con tu cuerdaharemosun lazo
paraalcanzarunárbolenloaltodeltalud.Enélengancharemoslaescaladecuerda.—¿Creesqueresultará?—¡Tienequeresultar!ChenotyJocrissedejantrasdesíelpueblodeCourquetaines,quesesumergeen
laoscuridad.EnDosCrucesseencuentran,efectivamente,conGrisónyRaclot,quesehandespertadoatiempoysehanescapadoenmediodelaoscuridad.
—Lediazúcaralosperros—explicaRaclot.¡Eselgran intento!Raclothaelegidoestahorade lamadrugadaporqueofrece
múltiplesventajas.Enprimerlugar,denocheesmásfácilesconderse.Además,alasdosdelamadrugadaeslahoradelcambiodeguardia.Desdelasseisdelatardehastalasdosdelamadrugada,untumovigilalaprimerapartedelanoche.Elotro,desdelas dos hasta las ocho. En el cambio de guardia, gendarmes y cabos se saludan,charlan un poco, echan un trago… en fin, que el relevo se hace como en familia,vaya…
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Mientrastanto…El Marsopa les espera ya en la cabaña, fumándose un gauloise con filtro.
Intercambian unas palabras, sincronizan los relojes, recuerdan la táctica a seguir yrepitenporúltimavezlospapelesdecadauno.
—Chenot, tú sales el primero y atas la escala de cuerda. Vosotros subís enseguida.Yocierrolamarchayrecojolaescala.
—Deacuerdo.—Luego—continúaRaclot—,iremosdedosendos,menoselMarsopa,queirá
solo.Jocrisseyyonosarrastraremoshaciaelpuestodeguardiaynosesconderemos.Grisón,Chenot,vosotrosdos iréisadarleazúcaraArsenio.Osconoce,no ladrará.Cuando el perro se haya comido el azúcar, venís hacia nosotros y os paráis en elbosquecillo.
—Deacuerdo.—Ytú,Marsopa,túesperasmiseñal:elgritodelalechuza,tresvecesenmenos
detreintasegundos.Paramirarelrelojusalalinterna,peronoteolvidesdevolvertehaciaelvalle…
—Hombre,claro.—Cuando oigas la señal, arrastrándote, te metes en el bosque. Ya sabes por
dónde, ya te lo hemos explicado. Si consigues pasar, nos encontraremos junto alCriarde. Si te ven, Grisón y Chenot harán algo para despistar. Si no surte efecto,intervenimosJocrisseyyo.Perositepillansinquenosotroshayamostenidotiempode intervenir, cuentas cualquier historia y dices que estás solo.Nosotros,mientras,seguimosescondidos.¿Entendido?
—Entendido.—Dentrodecincuentaycincominutoseselrelevo.¡Andando!—Vamosallá.
ENMEDIOdeunruidodehojasaplastadascolocanlaescala.Unmomentodespuésyaestántodosenloaltodeltalud.Laluna,encuartocreciente,lesalumbradébilmente.Despuésdeunruidodepasos,denuevoelsilencio.Esperan,cadaunoensupuesto,Lasdosmenosdiez.Distinguenlatenueluzdelalámparadepetróleoquealumbraelpuestodeguardia.Elcaboseguramenteleeelperiódico.Susdoscompañerosdebendeestarvigilando,cadaunoporunlado,aunoscienmetrosdeallí,enlaoscuridad.Seríapeligrosointentarpasarahora.
Lasdosmenoscinco.GrisónyChenotvuelvendecasadeGustaveParmans.Hantenidoéxitoensucometido,puesnosehaoídoningúnladrido.Algomáslejos,unaaltasiluetacaminaalclarodeluna.Esunodelosgendarmesqueregresaalpuesto.Elotrodebedeestarhaciendolomismo,peronoconsiguenverlo.
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Seoyenvocesenelcaminoyelruidodeunasbicis.Esel turnoquellegaparahacerelrelevo.RaclotreconocelavozdelcaboFiloche.Seconocieronundomingo,enelcafédelaClique,cuandoelchicofueaversisupadreacababaya,deunavez,lapartidadecartas.
Ahora,losseisestánenlapequeñacaseta,riendo,dándosegrandespalmadasenlaespalda.
Por tres veces consecutivas se oyó, enmenos demediominuto, el prolongadochillidodelalechuza.
Unruidoalaentradadelbosque,unaramaquecrujeyluegonada.RaclotyJocrissesemiranysonríen.Algomáslejos,GrisónyChenothacenlo
mismo.Respirancomosileshubieranquitadoungranpeso.Sóloquedaesperarunosdiezminutos,y luegohabráquedirigirse lentamentehacia laderechapara llegaralCriarde.Todoestásucediendosegúnestabaprevisto.Únicamentetienenqueesperarqueel tumosalientedejeelpuestodeguardia,emprendaelcaminoderegresoysehayaalejadoporlomenosunkilómetro,antesdemoverse.Eslamáselementalregladeseguridad.
Yallevanveinteminutosesperando,yel tumosalientenohaaparecidotodavía.Esraro.Tantomáscuantoquehayunsilencioabsolutodondeestánlosgendarmes…Inclusohanapagadoelfarol.¿Estarántomandoelfrescoafuera?NovaahabermásremedioqueirsehaciaelCriardesinesperarmás.RaclothaceseñasaJocrisse,ylosdossearrastranhastaelmatorraldeGrisónyChenot.
—Hanolidoalgo—cuchicheaGrisón—.Estáclaro.—Nonosmovamos—ordenaRaclot.Asíesperanuncuartodehora,quesehaceeterno.—Voyaecharunvistazo—diceGrisón.—Quédatequieto,imbécil.Esoesloqueellosquieren,quenosdescubramos.PeroGrisónnohaoídoesaúltimaobservación.Yasehamarchado…Lanieblaempiezaaecharse.Depronto,comounpuñetazoenmediodeaquelsilencioinsoportable,unlargoy
estridentesilbido.Luego,gritos,órdenes…—¡Altoennombredelaley!Raclot,estupefacto,miraaJocrisseyChenot,aquienesnolesllegalacamisaal
cuello.—¿Quéhacemos?—preguntaRaclot—.¿Losdespistamos?—¡Quérabia!—diceamediavozJocrisse,lívidodemiedo.Gritos y más gritos. De pronto, inesperadamente, suena un disparo en la
oscuridad.—¡Handisparado!Los tres chicos, siempre escondidos detrás delmatorral, distinguendébilmente,
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másalládelaniebla,algunassiluetasquevanyvienen.—Imposibledespistarlos—concluyeRaclot—.Dentrodediezminutosnoseverá
niatresmetros.—¿Nosreplegamoshacialacabaña?—Eslamejorsolución.ElMarsopairáallí…Sipuede…Detodasformas,esel
puntodereuniónprevistoencasoderetirada.Ycomosetratadeunaretirada…Otrosdisparos,cercadelbosque.—Noesposible…Notiraránadar…—murmuraChenot.—Denochetodoslosgatossonpardos—diceRaclot.—Hasidounaideafatalelegirlahoradelrelevo:ahoratenemosseisgendarmes
enlugardetres…—No—diceRaclot,defendiendosuidea—,eselúnicomomentoenquenoestán
haciendoguardiacomoDiosmanda.—Puesamímeparecequeestánvigilando.¡Ycómo…!—Esraro,apesardetodo—diceRaclotpensativo—.¡Eh!¡Atención!—exclama
derepente—.Alguienvienehacianosotros…EselMarsopa,que llega corriendoy se lanzadetrásdelmatorral, aplastandoa
Jocrisse,quelanzaundébilgrito.—¡Unauténtico fracaso!—diceel recién llegado, sofocadísimo—.Nosestaban
esperando,estáclaro.—¿Perocómopuedesereso?—¡Porlomenoshaytreinta!Estánemboscadosdetrásdecadaárbolenla linde
delbosque.¡Treinta!¿Túencuentrasesonormal?—Pues…no.—Puesyotampoco.¡Noshantraicionado,esoestodo!—¿Peroquién?Sinoselohemosdichoanadie.—Algunodenosotros,quizá.—Imposible,imposible—murmuraRaclotrascándoselacabeza.Continúanlosgritosylosdisparosamenosdecienmetros.—¿Dónde está Grisón? —pregunta Raclot—. ¿No le has visto? ¡Menudo
imbécil…!Yesoquelehabíadichoque…—Notanimbécil,tú.Eselúnicoqueloshadistraído.Sinollegaaserporél…—¿Tehubierancogido?—Desdeluego.—Pero¿quélespasaparadispararcomoloestánhaciendo?—EstánsiguiendoaGrisónydispararánalaireparaasustarlo.—Nocreo—diceelMarsopa.—¿Porqué?—Porqueunodisparaalaireunaodosveces…Peroperderasícomoasítantos
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cartuchos…esonoesnormal.—¿Quieresdecirquetiranadar?—Yonosénada.Sóloquetodoshanidotrasél.Poresohepodidolibrarmeyo.
Tambiénmehaayudadoestaniebla…—Nopodemoshacernada—diceRaclot—.Volvamosalacabaña.
GRISÓNsehabíadirigidohaciaelbosquedeEpnoi,dejandodetrásaquellapandadecobardes.Tenía que ayudar alMarsopa.Fue entonces cuando se produjo el primerdisparo,quelecogiódesprevenido,pocodespuésdelsilbato.Porunmomentopensóque habían cogido a su compañero. Pero comovio que la persecución continuaba,comprendió que no le habían pescado. Siempre a rastras, se iba aproximando a lazona.Losgendarmescorríanentodasdirecciones,pasandoavecesmuycercadeél.Nuncahabíavisto tantosgendarmes juntos.Además eran siempredistintos los quevolvíanapasar,nocomohacenenelteatro.
Los disparos se convirtieron en un auténtico tiroteo. Seguro que iban contra elMarsopa…
Deprontosediocuentadequeestabarodeado.Nohabíaescapatoriaposible.Estabadecididoarendirse;aunquenosabíacómo
hacerlo,pormiedoalosdisparos.Existíaunauténticopeligrodequeseequivocasen.Asíquedecidióesperaraqueloencontrasenlosgendarmes.
Derepente,entrelaniebla,surgióunagransilueta.Eraunhombredelgado,muyalto,conbotasdecuero,conunagrancapayunampliosombrero.
Elhombrepasójuntoaél,seinclinóyledijo,indicándoleunadirección:—Cogeporeseladoynoteparespornada.Elchicoselevantórápidamenteyechóacorrercontodassusfuerzas.Elpechole
ardía.Aúnoíadisparos,aunquelejanos,enladirecciónpordondeelhombresehabíaalejado.
Después de recorrer un kilómetro ya no podíamás. Se tumbó en unas hierbasaltas,detrásdeunterraplén,entredosbosquecillos.Aquellaparadabruscadespuésdeunalargacarrera,ademásdelasemocionesydeunanocheenvela,hizoqueperdieraelconocimiento.
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C7UnpastorllamadoBasile
UANDOGrisónvolvióensí,tuvolahorriblesensacióndehallarseenunbarcoen plena tempestad, a punto de naufragar. Pero cuando abrió los ojos, pudo
apreciarmejorelencantodelaescena.Seencontrabaenunahamacaquesemecíalentamente.Laluzdeldíasefiltraba
porentrelosmalunidostablonesdeunapobrecabaña,amuebladaconunamesayunbanco toscos.Tambiénpodía distinguir unpequeñohornillo dehierro sobre el queestabacolocadaunaolla.
Grisón levantó lentamente sucabeza,dolorida.Ycomobuscase la causapor laquesecolumpiabasuhamaca,viounamanocurtidaporelsolquesosteníalahamacaa la altura de sus hombros e imprimía a la red un movimiento regular. La manoempalmaba con un brazo que después resultó pertenecer a un hombre de unoscincuenta años, de tezmorena y cuya barba,mal afeitada, estaba llena de erizadaspuntitas grises. El hombre bajó la cabeza. Estaba sentado sobre un banquillo demadera.Cuandosediocuentadequeelchicohabíavueltoensí,sonrió,selevantócondificultadysaliódelacabañaporunapuertaqueestabatapadaconunacortinahechaconteladecolchón.Grisónsequedósolo.
Pocodespués,lacortinasemoviódenuevoyentróotrohombre,alto,envueltoenunacapayconunsombrerodealaanchaenlacabeza.Grisónreconocióalhombregraciasalcualpudohuirenlaniebla.Levinoentoncesalamemorialahuidadelanoche anterior, junto con una cierta dosis de temor y una alegría indescriptible.Temor, al preguntarse qué pensaría Flammèche de su desaparición. Alegría, alcomprobarqueaquelextrañohombresehabíalibradodelosgendarmes,deltiroteoydetodo.
Porque, no había lugar a dudas, era a él a quien buscaban con todo aquelextraordinario aparato de gendarmes. Y casi se sentía cómplice del hombre delsombrero, al que solamente había visto durante unos segundos, en la niebla delamanecer,enmediodeunauténticotiroteo,auténticasbalaslanzadasporauténticosfusiles…
—Buenosdías,hijo—dijoelhombre…—Buenosdías,señor.Elsombrerodelhombreeragrisy,desdeluego,muyviejo.—Nomellamesseñor,llámameBasile.—¿Fueustedquiénmesalvóanoche?Sugrancapaeradecolormarrónylellegabahastalostobillos.Aunasípodían
versesusbotas,decueronegro.—Nomehablesdeusted.Puedestutearme.Somosbuenosamigos,¿no?—Sí.
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—Efectivamente, yo soy el mismo que encontraste anoche. Pero ¿qué diabloshacíastúporallí?
Grisónbajólacabeza.—Hemosjuradonodecírseloanadie.—Esonoimporta,Grisón.Estoyalcomentedemuchascosas.—¿Ustedsabe…túsabesminombre?—¡Desdeluego!¡TellamasGrisón,vivesenlagranjadelaChevanelle,encasa
deFlammècheyAntoine,no tienesnipadrenimadre, tienescasidoceañosyeressiempreelprimeroenlaescuela!
—¿Cómosabestodoeso?—Muysencillo.¡Mira!Basilediounospasoshaciaunpostigo,queabrió,yatravésdelcualseviotoda
la campiña.El sol entró a raudales.Desde laventanapodíanverseovejas, grandesrebañosdeovejas.
—¿Erespastor?—Efectivamente.Desdehaceyamuchosañosguardounodelosmayoresrebaños
delaregión,quecasisiemprepasta…¿sabesdónde?—No.—DetrásdelaChevanelle.AdospasosdelaChevanelle.¡Aquinientosmetrosde
tucasa!Grisónsepreguntócómohabíapodidonodarsecuentadurantetantotiempodela
existenciadeunpersonajeque leconocía tanbien.PeroentoncesseacordódequeFlammèchelehabíaprohibidoirconlospastorescuandoéstosandabancercadelagranja.Yélhabíaobedecido.
—Basile…—¿Qué?—EstoypreocupadoporqueFlammècheestarápreguntándosedóndeestoy.—Noteapures,yaestáalcorriente.Sammyfueaavisarla,antesinclusodeque
notaratuausencia.—¿Seenfadarácuandollegue?—No,nocreo.Enfin,yaveráscómoarreglártelas.Grisónselevantóysaltódelahamaca.Sesentóenelbanco.—¿Quieresleche?—leofrecióBasile.—Sí.—¿Sabesdedóndevieneestaleche?—No.—¡DelaChevanelle,hombre!Ven,miraporaquí.El hombre llevó al niño hasta la ventana.Al asomarse pudo ver que la granja
estabaallí,muycerca.
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—Metengoqueir—dijoGrisónviendosucasa.—Esperaunpoco.Bébeteprimerolalecheycomepan.Grisóncomió.Aunqueaún ledolíaunpoco lacabeza, sentíahambre.Mientras
comía, observaba a Basile, cuyos ojillos, escondidos en un rostro duro como unamáscaradearcilla,calabanhastaelcorazón.
—Asíquequeríaissaberquédemonioshayenesacondenadazona,¿no?—dijoelpastorsonriendo.
—Sí.—Algúndíalosabrás.—¿Porquédiceseso?—preguntóGrisónlevantandolacabeza.—Porqueesverdad.Tú,Raclotytuscompañerosacabaréissabiéndolo.Perono
creáis que sois los únicos… muchas generaciones de chavales han tratado dedescubrirelsecreto.
—¿Ylohanconseguido?—Algunossí.—¿Yquéhasidodeellos?—¡Oh,nada,absolutamentenada…!—Entonces,entrenosotros,enCourquetaines,¿hayalgunosquelosaben?—Naturalmente.—Pero ¿por quéno lo dicen? ¿Por qué lo ocultan? ¿Por quénonos dicen: «A
partirde tal sitioespeligroso;hayunpresidio,hayunazonamilitarounbarrancoenormealquenosepuedeir;ynohaymásquehablar.»?Pero¿porquédicen:«Nosabemosnada»?
Basileapoyósusmanosen loshombrosdelniño.Asípodíamirarlefijamentealosojos.
—Hacesmuchaspreguntas,chico.Continúabuscando,indagando,peronohagasmás preguntas: está prohibido.Y luego, cuida tu pellejo. ¡Los gendarmes ya estánhartos!¡Hastalacoronilla!Pensadlobiendosvecesantesdevolver.Séquevolveréis.Yo,loúnicoqueosdigoesquelopenséisbien.
—Unapreguntamás…—Adelante—dijoBasile,esbozandounasonrisa.—¿Túsabesquéhayenlazona?Tardóunmomentoencontestar.MirabaporlaventanaaSammy,elotropastor,
quejugabaconlosperros.—Esperabaesapregunta.Peronotelapuedocontestar.¡Hala!,ahorayapuedes
marcharteatucasa…—Enfin,menosmalqueyaestáncercalasvacaciones—suspiróGrisón.—¿Porquédiceseso?—No,pornada…Tendremos todoel tiempoparanosotros.Dentrode tresdías
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será el reparto de premios. ¡Peromemarcho corriendo:Raclot,Chenot y los otrosdebenpensarquemehanmatado!
—Matado,no.Loquesípensaránesquetehanhechoprisionero.—Tienegracia.Menudasorpresasevanallevar.¿Quéhoraes?—Lascuatroydiez.Pero¿nocreesqueantesqueaellosdebesiraveraalguien?—¿AFlammèche?—Naturalmente.—Esverdad.Empezaréporella.—Antesdeirtetengoquehacerteunapequeñarecomendación.—¿Cuál?—Nodigas a nadie queme viste anoche…Di que te pudiste escapar solo.No
digasmás.—Noesjusto.Fuegraciasati…—Justoono,esigual.Nohayquedecirlo.¿Meloprometes?—Te lo juro. Pero, a propósito, no hago más que preguntarme, ¿qué hacías
anochetúallí?—¡Curioso…!Saberlonoteserviríadenada.—¿Puedovolveraverte?—Comoquieras…Aunquenonosquedaremosmuchotiempoaquí.Lahierbase
haacabadoenestaregión.VamosasubirhaciaSaint-Agrève.—¡Quépena!—Sí—dijoBasile—,yotambiénlosiento.Habíavueltolacabezaaldeciresto.—Creo…quemetengoqueir.—Sí,vetepronto,chico.Ytencuidado.NotefíesdelbosqueEpnoi.Yasabeslo
astutosquesonlosgendarmes.Sabentendertrampas.Adiós.SaludaaFlammèchedemiparte.
Grisóndejó aBasile en la cabaña.Al salir, saludó aSammy, el hombreque lehabíaestadomeciendoenlahamaca.Rodeóelinmensorebañoylodejódetrás.AllícercaestabalaChevanelle.
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E8Lafiestadelpueblo
L,DÍAhabíacomenzadoconunsolnaranja llenodepromesas.Por lamañanahabíahabidoniebla, comopara anunciar el comienzodeun largoperíodode
buen tiempo, y que la siega se adelantaría, sin duda. Era verdad que las espigasempezabanyaapresumirenlapuntadesustañosyadorarsedeplacer.
Noeradomingoy,sinembargo,aquellamañananoseoíaelyunquedelherrero,que habitualmente empezaba a las seis, ni los cántaros de leche queMarie-Louisearrastrabafrenteasulechería.Alasocho,elbazaraúnnohabíaabiertosucanceladehierro,yaunqueesciertoquealcarteroselehabíavistosobrelasochoymedia,ibadepaisano,conuntrajeflamante,yhabíaidoaecharuntragoenelcafédelaClique,abiertomuchoantesquedecostumbre.
Inútilocultarlopormástiempo:Esqueaqueldíaera,sencillamente,¡elcatorcedejulio![2]
Rafistole bajó hacia las nueve por la calle de los Valientes, silbando laMarsellesa.Sobreelhombroderechollevabadiversasherramientas,queleserviríanparamontar las casetas de la fiesta que empezaría a primera hora de la tarde. AltorcerporlaplazadelLavadero,cambiódecanciónysepusoasilbarlaMadelón.
Enmitaddelcésped,tirado,habíaundelgadotroncodeárbolmuylargo.LoclavóverticalmenteconlaayudadelseñorRaclot.Serviríamuybienparalacucaña.
Aesode lasdiez aparecióuncarro tiradopor cuatro caballos, seguidoporunacarreta, igualmentetiradaporotroscuatrocaballos.Acababandemontarunacasetadetiro,quecompletabaasíelferialqueestabaninstalandoallídesdehacíadosdías:columpios,untiovivoy,sobretodo,lapistadebaile,unampliorecintorectangular,cercado,cubiertodelonaverde.
Empezabana llegar loschavales,manchasvivasdecoloresentre lamultituddetrajesazulesygrises.
Se concentraron todos en la plaza del Lavadero, esperando la hora del desfilefumándose un gauloise o ajustándose el cuello. Charlaban, procurando no pisardemasiado lagravillapormiedoa llenarsedepolvo loszapatosnuevos.Estallabancarcajadasportodaspartes.Sonaronunosclarinesparaanunciarquelamúsicaestabayalistayquelafiestaibaaempezar.
En medio de un gran guirigay y llenos de sudor, los chiquillos jugaban alescondite, rodabanpor el suelo, y algunos sangrabanpor las rodillasmanchándosesus flamantes calcetines blancos. Todo acababa con una regañina de sus padres,rematadaporunpardebofetadas.
Grisón, sentado en unmojón de piedra, observaba aquel mundo ensordecedor,jugandoconsucorbatanueva;eralaprimera«deverdad»,conunnudohábilmentehechoporFlammèche;nocomolasdeantes,conunaridículagomitaquesiemprese
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rompíaantesdeacabareldía.No,estavezeraunaauténticacorbatadeadulto,unadeesascosastanelegantesquetantocuentanenlavida.
Mientras se estiraba la corbata para ponerla a punto, Grisón masticaba uncaramelo blandoque no hacíamás que pegársele en undiente o en otro, haciendohilos que le obligaban a abrir mucho las mandíbulas, con lo que le resultabaagotadoralamasticación.
La primera persona interesante que encontró fue Causette, una pelirroja decabellos largos a la que llamaban así porque era muy charlatana[3]. Comprendióenseguidaqueelchicoestabasumidoenlasmásprofundasreflexionesyselimitóasonreír,ysefueacharlaraotraparte.
Lamultitudseagitaba,elmurmulloibaenaumento,indiciosegurodequeibanacomenzar las fiestas. En efecto, sonaron unos golpes de bombo al otro lado de laplaza, hacia la calle Fer-à-chaud, y enseguida los clarines lanzaron, más o menosafinados,unascuantasnotasyatacaronunairedecharanga.
Y aquello se puso enmarcha…Levantaban tal polvareda que apenas se veía acincometros.Perocomobastabaconseguira losque,asuvez,seguíanaotros, lacosacarecíadeimportancia,exceptoparaloszapatos.
Grisón,malsituadoenlasalida,echóacorreryadelantóatodoelmundoenunmagnífico sprint digno de los mejores atletas de La Estrella Deportiva deCourquetaines.Sepuso,pues,encabeza,juntoasusqueridoscompañeros,loschicosde la escuela. Éstos, dignamente dirigidos por el señor Gaboriot, marchaban alcompás,golpeandoelsueloconlospiesparaacompañaralbombo.Losinstrumentosmetálicos relucíanmuycerca,produciendobrillantesdestellosysemejándoseaunalocomotora bien lustrada. Las mujeres, en la puerta de sus casas, veían pasar,sonriendoorgullosas,aquellapesadayruidosatropa,mientraslanubedepolvoquelevantabapenetrabaenlascasasporlasventanasimprudentementeabiertas.Despuésdelosniñosseguíanlosadultos,clasificadosporedades,desdedeportistasenformaaviejos encorvados, desde Jugadores de fútbol a jugadores de cartas, desde reclutas«depermiso»aveteranoscurtidos.IbantodosaunaporlascallesdeFer-à-chaud,delMolino,delaPionetteylacalzadadelosFrailes,haciaelmonumentoaloscaídos.Elmonumentoeradepiedrayestabarodeadoporunosobusesunidosentresíporunacadena.Cadaañodabaallílabandasudesabridoconcierto,mirandoalafríalápida,ycada añomorían allí una vezmás, al ser pronunciados sus nombres, aquéllos que,muchoantesqueellos,habíantocadolamismamúsica.
Solamenteentraronenelrecintosagradolacharanga, lahordadecríos,aduraspenas contenida y a punto de estallar como un campo de fútbol enloquecido, elalcaldeylosconcejales.
Se hizo el silencio. En la mente de los asistentes, la sombra de los héroes seentremezclabaconelaguardienteyelvinoblancoque,seguramente,Robert,estaría
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sirviendoyaenlascopas.ElseñorChenot,elalcalde, seaclaró lavozy tomó lapalabra,que losotros le
ofrecían, con mucho gusto. Siempre echaba el mismo discurso, año tras año, aexcepción de un solo detalle: el número del año en cuestión. Al final invitó a laconcurrenciaarecogerseeneltradicionalminutodesilencio,minutoqueseprolongóveintesegundosmásdebidoaqueteníarotoelreloj.Comolagenteempezaseatoser,cosa muy extraña en el mes de julio, Alphonse Chenot puso punto final a laceremoniadiciendo:«Gracias».
Entonces, los colegiales echaron a correr de golpe, pisando a los músicos, lasbanderas y los instrumentos, arrastrando en el barullo al alcalde una treintena demetros después de haber saltado limpiamente la pesada cadena que rodeaba aquelsantuario del recuerdo. Habían sido las chicas las primeras en echar a correr. Elmaestronotuvonitiempoparaintervenir,yfueelsectoradultodelauditorioelqueselanzóvociferandodetrásdeloschicosquienes,asuvez,pretendíandaralcancealaschicas.Aquellainmensamultitud,demilpersonasporlomenos,selanzóhacialaplazadelayuntamiento,atropellandounaveintenadegallinasquenotuvierontiempoderefugiarseenelcorralmáspróximo.Rafistoleibadetrás,cojeando,recogiendoloscadáveres de las gallinas con una pala y amontonándolos en una carretilla que sehabíasalvadodelamultitud.
Cuando llegaron todos a la plaza del ayuntamiento, se preguntaron que quépintabanallíyquéibaapasar.Comonopasasenada,losmejorsituadosselanzaronal abordaje del café de la Clique, cuya puerta sólo resistió un instante, y seamontonarontresencadasilla,arazóndeochosillaspormesa,ysepusierontodosapediralmismotiempoloquequeríantomar.
Robert,quesabíadesobraloqueibaapasar,noservíanadamásqueaguardiente:eso, o la calle.Y como era imposible salir…En la plaza había una colamás querespetable,bajounsolquenoperdonabaanadie.
Hacialaunaymedia,cuandoafuerzadepacienciatodoshabíanlogradotomarsuaperitivo,laplazadelayuntamientosequedótandesiertacomoenlosmejoresdíasdelasiega.
Rafistole salió de la taberna de Robert, donde un buen vaso de vino blancoacababadepremiar todossusesfuerzos.Sehabía juradono trabajareneldíade lafiestanacional,peroalfinalnopudoresistir la llamadade«suobra»,queleestabaesperandoenelestrechocallejón.
Allí se fue, pues, y se sentó al borde del enorme agujero. ¡Qué obra!Tenía yaunoscuarentametrosde largo,dosdeprofundidadenelsitiomenoshondoyhastacincodeanchoalládondeelcaminosemeteenlapradera.Unaauténticatrinchera,comoenelcatorce[4].Sepodíabajaraellaporunaescalera,unpocoescurridizalosdías de lluvia, pero seca comouna piedra por esta época.En el agujero había una
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mesayunbanquillo.Cercadelamesa,unoscascosvacíosdevino.Alotrolado,uninmensomontículodetierrasehabíatragadodosárboles,cuyasramassalíanporlosladosdelmontículo.
Para avisar a los paseantes curiosos o despistados, el peón caminero habíarodeado su obra con estacas, enlazadas entre sí por una cuerda con banderitasmulticolores.Dosfarolillos,durantelanoche,completabanlasmedidasdeseguridad.
PeroRafistoleveíamuchomásallá…Pronto laobra llegaríahasta laplazadelayuntamientoyallísedividiríaentresdireccionescomotrestentáculos.Elprimerocortaría limpiamente la explanada de delante de la iglesia, a la que sólo se podríaaccederpasandoporencimadeunostablones.Elsegundoseextenderíaalolargodevarias casas, para terminar, provisionalmente, delante delmismo ayuntamiento. Eltercero,elmáslargo,atravesaríalaplazaendiagonalyllegarlahastalaaceradelcaféde laClique.Elpeóncaminero todavíanohabía comentadoconnadie su fabulosoproyecto.Posteriormente(amenosque le llegaseantes la jubilación)excavaríaunazanjadecircunvalaciónqueenlazaríalostresramalesproyectados.
Asípues, ¡aquélla sería laobradesuvida!Una inmensa toperaacieloabierto,conel riesgopermanentedever caer en ella a algúnviejodespistadoUnaobradearte, una escultura viviente tallada en la tierra, aquella hermosa tierra roja deCourquetaines…
Despuésdeeso,moriríafeliz…Chenot,elalcalde,nosepreguntójamásenquéprocesoverbaldelasreuniones
delayuntamientofigurabaladecisióndehacersemejanteagujero.Peroestabasegurodequehabríasidovotadoporunanimidad.
De Saint-Agrève y de los alrededores venía ya gente para visitar aquella obramaestra,yloscomerciantesdeCourquetainesmirabantodoaquelloconmuybuenosojos.Porlodemás,nadiepodíaimaginarseniporunmomentoquetodosedebiesealasolainiciativadelpeóncamineroRafistole.Unaobradetalenvergadurasolamentepodíahabersidodecididaporlasaltasesferas.EsoledivertíamuchoaRafistole,quesereíaaescondidas,ydíatrasdíacontinuabacavando.
RACLOThijoguiñóunojo,levantólentamentelapesadabolademaderahastalaalturadelacara,apuntódetenidamenteylalanzó.Elproyectilgolpeóelsueloconunruidosordo,fuerodandoportierradesviándosetantoaderechacomoaizquierda,ylogró, a pesar de todo, darle a unbolo, que cayó al suelodespuésdehaber giradosobresímismo.Comoeraelúnicoquehabíalogradounpuntoenlaprimeravuelta,sefrotólasmanos.Otracomoésaenlasegundavueltaysellevaríaelprimerpremio.Nadielepodríaalcanzar.
Así era como,Catorce de Julio, los chicos medían su habilidad en diferentes
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concursos y podían ganar botellas de limonada. La masa de adultos se entreteníamirándolos.Apartedelosbolos,habíatambiéncarrerasdesacos,carrerasdebicisyadivinanzas.ElMarsopaganóenlasbicis;unchicodelosBachelot,enlossacos,yPrune, la huérfana de los Rousselot, dejó apabullados a todo el mundo en lasadivinanzas.
Faltabanlosbolos,enlosqueRaclotteníagrandesposibilidadesdemantenersuautoridaddejefe.
En la segunda vuelta, Grisón derribó un bolo y Raclot falló. Los que habíanconseguido algún punto tenían derecho a tirar otra vez. Pero derribar dos bolosseguidos,esonosehabíavistonunca…
Luego, vino la tercera vuelta.Después de unos lanzamientos tontos de algunoscríos,sinpretensionesysinpeligro,elMarsopacogiólabola.Lalanzóligeramentealaire dos o tres veces, como para sopesar y luego tiró. Cayó un bolo, alcanzadocerteramente, y estuvo a punto de derribar otro, cosa nunca vista. Pero no, el otrocontinuóenpie.Raclotnirespiraba.ElMarsopalanzósusegundotiroyfalló.
Le tocó el tumo a Grisón. Raclot se reservaba para el final. El primero tuvomucha suerte: un bolo, apenas rozado, vaciló un rato y, finalmente, cayó. Todo elmundoaplaudió.Enesemomento,Grisónestabaalacabezadelacompetición.
Siacertabasusegundatirada,obtendría,sinlugaraduda,lavictoria.Cuandolagentesecalmó,Grisóntiróotravez;perodemasiadolejos.Sólo quedabaRaclot, que sudaba de emoción. ¡Vaya situación…!Si él fallaba,
Grisóneracampeón.Siderribaba,quedabanempatadosyhabíaquelanzardenuevo,loquesupondríaparaelvencedoreltítulopocogloriosode«vencedorconapuros».Necesitaba, pues, para ser el mejor, derribar dos veces seguidas. Algo sinprecedentes.Lagenteparecíadarsecuentadeloimportantequeeraaquello,puestoque se hizo un silencio sepulcral. Hasta los cuervos, que pasaban en bandadasgraznandosobreelpueblo,secallaron.
Lapesadabolademaderasaliómuyalta,yluegofueacaersobreunapiedraqueladesvióligeramentealaderecha.GrisónestabayaapuntodeexplotardealegríayRaclotdeescupiralsuelo,desesperado,cuandootrapiedralehizojusticiaydevolviólabolaalbuencaminoenelquederribóelbolodelcentro.
Elhonor—porlomenoselhonor—estabaasalvo.Efectuó su segunda tirada. Raclot realizó toda una ceremonia de preparativos,
contando los pasos para coger impulso, calculando la trayectoria… La genteempezabaaimpacientarse.Entonces,dejandodeladotodaaquellapamema,cogiólabolaylalanzóconindiferenciahaciaelblanco,comoquiendice:«¡Bah!Total,quémásda…».
Pero la suertequisoqueacertase,yquedóconsagradocomoel campeónde lasdos tiradas, título que valía más que cualquier otra distinción. En el delirio de la
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victoria,vioacercarseaPrune,que leentregóunramodefloresy lediounpardebesosencadamejilla.Nosabíaporqué,peroesoleemocionómuchísimo.
MientraselrestodelajuventuddeCourquetainessedirigía,segúnlaedad,hacialoscaballitos,el tiroalblancooelbaile,Raclot llevóaPrunealcaféde laCliquedonde, mano a mano, en un santiamén, se bebieron la botella de limonada delvencedor. No tuvo la habitual cortesía de invitar a sus compañeros. Prune se diocuentayreuniódespuésatodoelmundoentomoalabotellaquehabíaganadoenlasadivinanzas.
RACLOT decidió que un jefe de su categoría debía tener una novia. Prune no veíainconvenienteenello.¡Paraunavezquealguienseinteresabaporella!
Se los vio juntos en la pista, donde hacían como que bailaban. Luego, cuandoanocheció, se fuerona los tiovivos iluminadosya lacasetade tiro,dondeelchicoganóunpremio.Despuéssedespidieronycadaunosemarchóasucasa.
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C9UnaveladaenlaChevanelle
UANDO vio ponerse rojo el sol por el oeste, Grisón pensó de pronto que yadebíadesermuy tardeyque teníaquemarcharseenseguidasiquería llegar
antesdequesehicieradenoche.HabíanidotodosapescaralaorilladelVenelle,unriachueloqueseuníaalCriardedetrásdelbosqueVadin.Sindarsecuenta,entrepezypez, habían ido remontando la corriente y, de pronto, se encontraron a varioskilómetrosdeCourquetaines.
Grisóndejóasuscompañeros.Nonecesitabacogerelmismocaminoqueellos,lebastabatiraracampotraviesaparallegaralaChevanelle.
Eran los días de la siega.Rodeó las pesadas segadoras que los caballos habíandejado durante la noche, enmedio de la interrumpida siega. Por aquí y por allí seveíanmontones de trigo cubiertos con gruesas lonas verdes para protegerlos de lasiempreposiblelluvia.Vioaunoshombresquetambiénsedisponíanavolveracasay saludó a los que conocía. Aquellos hombres formaban grupos de tres o cuatro,recogían sus chaquetas y sus bolsas, encendían un pitillo y se dirigían hacia lacarretera,saltandodesurcoensurco.
Despuésdecruzarloscamposdetrigomediopelados,enmediodeloscualeslatierra roja reaparecía comosi fueran ronchonesde sarna,Grisón llegóaun terrenomásverde salpicadode árboles frutales.Allí eradonde lasvacasdeCourquetainespasabanlamayorpartedelatemporada.Lospradosdibujabanunbellopaisajerural,rodeadosdesetosenlosquelosavellanossemezclabanconlasortigas.Lastoperasmostrabansusocresmontículosentrelosdientesdeleón,cuyasbolitasempezabanablanquear.Unasboñigasdevaca, aplastadasy secas comogalletas, erandevoradasporunamultituddehormigas,queibanyveníanenhileras.Losmatorrales,cadavezmás compactos, se apiñaban al borde de una vasta charca, lleno de pisadas deanimalessalvajesydomésticosqueibanabeberallí.
GrisóncruzóelCriardehaciendoequilibriossobreuntroncoderoblearrancadoderaízporunarecientetormenta.Sehacíadenocherápidamente,tantomáscuantoqueelcielo,despejadotodavíaamediodía,sehabía idocubriendoprogresivamenteporlatarde,dejándoseinvadirahoraporgrandesnubes,apiñadashastaentoncesenelhorizontecomomontañasnevadas.Lanaturalezasesumíaenuninquietantesilencio.Negrosnubarronessurgíanportodaspartesalavez,yparecíanqueseleibanaecharencima. Entonces echó a correr bordeando el bosqueMadame. Pero se levantó unfuerte viento que formaba torbellinos de polvo que le cegaban, y azotabafuriosamentelosárboles,quesemovíancomocabellosdesmelenados.
Grandesbandadasdecuervossealejabanhaciaeloeste,pordondeaúnquedabaunpocodeluzenelcielo.Luego,derepente,todocambiódecolor.Losmatorralesylosárboles sevolvieronnegroscomoelcarbón,y la tierra,grisoscuro.Lasnubes,
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malvayazul,pasabancomoolasysedeshacíanalolejosenlargosflecosdelluvia,quetejíanunacortinayocultabanelhorizonte.Yaestabaoscurodeltodo.
DespuésdehaberrodeadoelbosqueMadame,Grisónnotólasprimerasgotasqueleacariciaronlacara.Adoscientosmetrosselevantabalainmensamoledelagranja.Atravesóunpradosegado,secolópordebajodelaalambradadeespinosycogióuncaminopedregosoquetorcíahaciaelgranpatioempedrado.
El ruido de sus pasos sobre los adoquines suscitó los ladridos deMerlín que,desdesucaseta,saludabaelregresodelniño.
Unalluviacerradaempezabaacaercuandosubióloscuatroescalonesdepiedradel edificio.Aúnno lehabíadado tiempode empujar lapuerta cuandoun enormerelámpago blanco-lechoso iluminó el paisaje, dando la impresión, durante unsegundo,dequeeradedía.Lesiguióunfragorlargoylejano.
Unavez en el amplio vestíbulo de laChevanelle, dudó si continuar o no. PeroFlammèche sabía que había venido, por los ladridos deMerlín. Una temblorosalucecita amarilla apareció enun rincóndel cuarto, alumbrandodébilmente el dulcerostro de una mujer de cuarenta y cinco años. Sólo se veía aquel rostro en elvestíbulo,elrestoestabaaoscuras.Flammèchesonriódetrásdesuvela.
—Porfinhasllegado—dijo—.Venporaquí.Fuehaciaella,peroyaellahabíadadomediavueltayabandonadoelvestíbulo,de
losasrotas,paraentrarenotrocuartoalquellamaban«lasala».Grisónlaseguía.Lallamita se elevó en la oscuridad y dio luz a otra vela, y más lejos a otra tercera.Flammècheencendía todas lasvelasquehabía en lapared, sinunapalabra, sinunruido.
Grisónobservaba,admirado,aquellaenormesalaque,pocoapoco,ibasurgiendode laoscuridad.Aparecían losgrandescuadros, los retratosy lospaisajes, comosiestuvieraamaneciendo.Luego,lasnegrasvigasquesosteníaneltecho,losmarcosdelaspuertas,lasventanasconsuscortinasy,porúltimo,losmacizosmueblesderoble,cuya sombra temblabaen el suelo según los caprichosde la luz.Flammèchehabíaacabadosu recorridoyencendió lasdos lámparasdeaceitequeadornaban lamesadelcentrode la sala.Por finseparóydirigiósumiradaaGrisón,quenosehabíamovido. Cuando en esta sala encendían todas las luces, era como si estuviesen aplenodía.Cosaqueocurríararasvecesyeraseñaldeunagranfiesta.
—Bien—dijoFlammèche—,¿aquéesperas?El chico se acercó a la mesa sobre la que había doce… sí, sí, doce, doce
cubiertos…Enlugardeloscuatrohabituales:él,Flammèche,Antoine,sumarido,yelviejoAlbert.
—¿Quiénvieneestanoche?—preguntóporfin.—Nosé.Adivínalo.—Nosé…sondemasiadoscubiertos…
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—¿Hasolvidadoquehoyesundíaimportante?—¿Undíaimportante?—Sí,piensaunpoco.Barajótodaslasposibilidades;menoslaqueera,porsupuesto.—Hoy…¡hoyestucumpleaños!¡Hoycumplesdoceaños!Élyalosabía;perohabíanpuestotantoentusiasmoparaprepararlasorpresa,que
teníaquehacerseelsorprendidohastaelfinal.—¿Deverdad?—Comotelodigo…¡Yparalafiestahavenidomuchagente!Sedirigiórápidamentehaciaunapuertaal fondode lasalay laabriódegolpe.
Ocultoshastaentonces,fueronapareciendoporesteorden:Antoine,quellevabaunatartaadornadacondocevelas;luego,Albert,conunabotelladeclareteencadamano,seguidodeLucile,lahijadeFlammècheyPeyot—esdecir,Pierrot—,sumarido,yacontinuación,Bernabé, el hijomayor de Flammèche, conAnnie, sumujer.Y paracerrareldesfile, los tresnietosdeFlammèche,elúltimode loscualesapenas si seteníaenpie.
—¡Eh!¡Quétodavíafaltaalguien!—dijoFlammèche.Todos se quedaron mirando la puerta abierta, por la que apareció, con gran
sorpresaporpartedeGrisón,llevandoungranramodeflores,Prune,lainapreciablePrune,cuyavocaciónparecíaserladeofrecerfloresaloshéroesdeturno.
—Feliz cumpleaños—dijo tímidamente. Su cabeza apenas sobresalía por entrelosgladiolos,queentregóaGrisón.
—Lahemosinvitadoporquepensamosquetegustaría—dijoFlammèche—.FueideadeAlbert.
Elviejohizoungestoconlamanocomodiciendo:«Nohacefaltadecirelnombredelautor».
Desdeluego,Grisónsealegróconlapresenciadeunachicadesuedad.Despuésdebesarsetodos,sesentaronalamesa.Merlín,elcariñosoMerlín,sepusoaarañarla puerta del vestíbulo y, pidiendo disculpas por su retraso, debido a que la granjaestabacerradaconllave,seechóalospiesdesuamo,Antoine.
Empezaronporloscaracolesconmantequilla.Aúnnoloshabíanterminado,yyavenía pidiendo sitio un enorme paté, empujado a su vez por unos pollos gigantes.Aparteelviejo,quehacíacomentariossobrelacosecha,ytrescríos,quesepeleabandefendiendo su colección de caparazones de caracoles vacíos, no hubo ningúncomentario.Noempezaronverdaderamenteahablarhastalaensaladayelqueso.Alllegar el postre, naturalmente, ya estaban cantando.Merlín, debajo de la mesa, sedabaunatracóndehuesosdepollo.
Lasvelasechabanunhumoligeroquesequedabaporeltechoysehacíacadavezmásespeso.Apagaronalgunasenelpostre,altiempoqueGrisónhadalomismoconsusdocevelas.
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Latormentavolvía,colandosusrelámpagosporlasgrietasdelascontraventanas;pero no acababa de estallar abiertamente. Poco después se oyó a la lluvia golpearcontralastejasdelacubierta.
Despuésde correr lamesa contra la paredydeponer las sillas alrededorde lachimenea,dondecrujíaunbuen fuegoencendidoporAntoineyPeyot,apagaronelresto de las velas y se dispusieron a iniciar la tertulia. Albert ronroneaba en sumecedora.
Entonces,Flammèchetomólapalabra:—Recuerdounanochecomoésta,hacealgomenosdedoceaños.Habíaunagran
tormenta.Antoine,ytambiénvosotrosLucioleyBernabé,osacordaréis,aunqueeraismuyniños.Eraunadeesastormentasdefinalesdeagosto,quesonlaspeoresporquevienendespuésdevariosmesessinllover.Estábamosaquí,alrededordelachimenea.Otravezmeveoamímisma,yavosotros también,aunqueconlafrioleradedoceañosmenos.
Grisón,sentadoalladodePrune,levantólosojoshaciaaquéllaquehabíasidosunodriza.Comprendióenseguidaadóndequeríaellairaparar.Hacíaañosqueestabaesperandoquecontaraesahistoria,suhistoria.
—TambiénAlbertpodríahablarosdeaquellanoche.Eraunodelosprimerosdíasdelarecoleccióndellúpulo,queeseañoveníamuyadelantado.
Albert asentía lentamente con la cabeza, pero era por el suave balanceo de lamecedora.Flammèchecontinuó:
—Estábamos terminado de cenar. Tú, Luciole, acababas de quitar lamesa, ¿teacuerdas?
—Sí,mamá.—Ytú,Bernabé,tú…—Yoacababadeencenderunbuenfuegocomoéste.—Exacto.YAlbertsemecíaigualqueahora.—Eneso…noesfácilqueyocambie—dijoAlbert.—Yyo,yocreoqueestabahaciendopunto.Estábamosensilencio.Sóloseoíala
lluviasobrelastejasysobrelachapaonduladadelcobertizo.—Unbuenchaparrón—murmuróBernabé—.Empezójustocuandoyoacababa
demeterlasvacas.Entoncesteníamosvacas.—Ybuenaleche—añadióAlbert.—Los truenos retumbaban tremendamente —continuó Flammèche—.
Verdaderamentehacíauntiempocomoparanodejarfueranialperro.—El perro que teníamos entonces era el viejo Poupougne. Murió dos años
después y lo reemplazamos porCiky—añadió Lucióle—. Poco valía eseCiky, noduróochoaños.DespuésvinoMerlín.
—En resumen —dijo Flammèche— que nos disponíamos a pasar una velada
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tranquila.Yohabíacerradotodaslascontraventanasypensabairalcabodeunratoapreparartilaparatodalafamilia.Cuando,depronto…
Sedetuvo.Grisón se estremeció con el «depronto».Lamirada completamenteinmóvil,contenidalarespiración,losojoscomoplatos.APrunelepasabatrescuartosdelomismo.
—Cuando, de pronto, llamaron a la puerta. Al principio pensé que sería unacontraventanamalcerrada:perono,eranunosgolpesregularesynoelcaprichodelviento.Antoineyyonosmiramos,Albertdejódebalancearseyvosotros,losniños,volvisteislacabezahacialapuertadelaentrada.Estallóunenormetruenoy,luego,justodespués,«aquello»volvióallamar.Entoncesmelevanté,dejémilaborsobrelamesaymedirigíhacialaentrada.Abrí.Enelumbraldelapuerta,chorreando,estabaunamujer delgada, cuya silueta se recortó bruscamente a la luz de un relámpago.Estaba empapada. Le dije: «Entre rápido, no se quede ahí». No se atrevía, teníamiedodemojarlo todo.Llevabaungrancestoqueconteníaalgo…nosé,pesadoofrágil… yo aún no sabía lo que era. Lo cierto es que ella lo movía con infinitasprecauciones.
—Hastaahoratodovabien—dijoAlbert.—Sí.Entonces lahicepasarconsuvoluminosopaqueteanuestra sala.Luciole
fueacalentaraguaparaunatisana,pueslapobremujerdebíadeestarhelada.Yonosoycuriosa,norecuerdohabermepreguntadoloquepodríaconteneraquelcestoqueella colocódelicadamente cercade la chimenea.MientrasBernabé le acercabaunasillayyolequitabaelabrigoempapado,oíunruidoparecidoalmaullidodeungatoronco…
Grisón estaba a punto de reventar. Flammèche lo sabía y parecía disfrutar conaquellasituación.
—Noeraungato—dijopor fin—.Eraunbebé.Unbebécomo jamáshevistootro. Fuerte, con los ojos bien abiertos como si quisiera comprender lo que estabasucediendo. Cuando la mujer lo puso sobre sus rodillas, Luciole, que acababa devolverdelacocina,nopudocontenerungrito.Tú,Luciole,apenasteníastreceaños.Elbebéeraunniñoyteníaunosenormesojosgrises,comosunombreindicaba.
—¿Cómosellamaba?—preguntódistraídamentePrune.—Grisón.Grisónenrojeció.Mirabaelfuego,queechabachorrosdechispasalirempujando
Antoinelosleñoshaciaelcentro.—Y,¿cómoeralamujer?—preguntóconvozronca.—Recuerdosuscabellosnegros,perosobretodosusojos,grisescomolostuyos.PrunemiróaGrisón.—Entonces,¿lamujererasumadre?—preguntó.—Sí—respondióFlammèche—.Eralaprimeravezquelaveíayfuetambiénla
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última.—¿Seperdióconlatormenta?—dijoGrisón.—No.Ellasabíamuybienelcamino.Habíavenidoapedirmequelecuidaseel
bebé durante unos años, hasta que estuviera en edad de ir a la escuela. Despuésvolveríaabuscarlo.
—Peronovolvió—murmuróGrisón.—No.Muriómástardeenunterremotoquedestruyólaciudaddondevivía.Ocho
mil personas murieron aquel día. Eso ocurrió dos años después de la llegada deGrisón.Peroéseesotroasunto.Volvamosaaquellanoche.Yo,yonoqueríacargarcon un bebé. Estos dos ya estaban creciditos, no iba a empezar otra vez con lospañales…Antoinenodecíanada.En cambio,Luciole, demasiadomaternal para laedad que tenía, me pedía que aceptase. ¿Pero sabéis quién fue el queme decidiófinalmente?
—No.—Puesbien,fueAlbert.—Estabaescritoenlasestrellas—comentóAlbert.—Sí.YasabéisqueAlbertesmipadre.Puesbien,élmedecidióaaceptar.—Enresumidascuentas,quesitúnohubierasquerido—dijoGrisónaAlbert—
yonoestaríaaquíahora.—Exactamente,hijo.—¡Quésuertemásbuenaquetuve…!—Nosé,nose—dijoAlbert—.Alomejorhubierasestadomejorenotraparte…—¡Esosíqueno,desdeluegoqueno!—¿Ytúquésabesdeeso?—Sé…séqueaquíestoybienyquenomecambiaríaaunqueesofueseposible.El sordo fragor de un trueno interrumpió la conversación.Llovía cada vez con
másfuerza.Luciolevolvióde lacocina,a laquediscretamentesehabíamarchado,conunastazasparalatisanadelanoche.
—¿Unatila?—Porquéno.—¡Qué asco de tiempo! —dijo Bernabé—. Desde luego, igual que aquella
noche…—Sehacetarde—dijoAlbert—.Mevoyadardecomeramispulgas.Erasuexpresiónhabitualparadecirqueseibanalacama.—¿Notomasunatilaconnosotros?—lepreguntóFlammèche.—¿Una tila? No, gracias —respondió el viejo. Se levantó lentamente de su
mecedora, que siguió oscilando una docena de veces. Se fue hacia una puerta quedabaalaescaleradelosdormitorios.Allíseacordódequeteníaquecogerunavela.EnlaChevanellenohabíaelectricidad.
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Eneseinstanteseoyóunruidoinconfundible:alguienllamabaalapuerta.Todosmiraronenderredor suyo,pensandoque se tratabadeunabroma.Perono,estabanllamandoalapuertadelaentrada.Flammècheencendióunavelaysedirigióhaciaelvestíbulo.Grisónsehabíapuestoenpie,llenodeestupor.
—Pasen—seoyóenelvestíbulo.La puerta de la sala se abrió yFlammèche introdujo una enorme sombra en el
cuarto.Unhombrealto,consombrerodealaanchayunagrancapa.GrisónreconocióinmediatamenteaBasileysesintió,depronto,muycontentoalverloallí,enaquelmomento.Basileteníaeldondelaoportunidad.
—¿Estásdepaso?—preguntóFlammècheaBasile.Grisón se sorprendió al ver queFlammèche yBasile se tuteaban. Sabía que se
conocían; pero de ahí a tutearse…Otra sorpresa: Prune se levantó para saludar alpastor,quientambiénparecíaformarpartedesusconocidos.
—He metido las ovejas en el viejo aprisco de detrás del bosque Vadin —respondióBasile—.Los prados deSaint-Agrève están resecos por el sol, no comoaquí,donde lluevealmenosdecuandoencuando.Poresohemosvueltoporestosalrededores.
—¿YSammy?—Está con los animales.Yo tambiénme voy a ir enseguida. Pero no antes de
habervistodecercaamiamigoGrisón.—Esverdad,yaosconocéis.—Sí,desdelaotranoche,aquellafamosanoche.BasileseacercóaGrisón,quesehabíaquedadoenpiesindecirunapalabra.—¿Qué hay, hijo…?Ya eresmayor. Pareces inclusomayor que el otro día. Es
que…sinomeequivoco,hoycumplesdoceaños,¿no?—Sí.—¡Ajá!Yalosabía,poresohevenido,paradarteunpequeñoregalo.—¿Unregalo?—Sí,éste.Basilesacódesucapaunatrompahechaconuncuernodevaca.Soplóyseoyó
unalarganotatriste.—Enfin,noesgrancosa.Cuandolauses,quizáteacuerdesdelpastor.—GraciasBasile—dijoGrisón.Admiró su cuerno, contemplándolo por todos los lados. Sopló. Después de
limpiarlaboquillaseloprestóaPrune.—Latilaestáservida—dijoLucióle.—Quédatealmenoscincominutosparatomarteunataza—lepidióFlammèche
alpastor,quehacíaademándedirigirsealapuerta.—Cincominutos.Niunomás.
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Albert,quehabíapresenciadolaescenasinintervenir,subiólasescalerasdespuésde coger una vela. Como la mecedora había quedado libre, Basile se instalócómodamente,balanceándose levemente.Lucióle, ayudadaporPrune,distribuía lastazasdetisana.NiPruneniGrisónquisieron.
Basile se quedó bastante más de los cinco minutos que se había concedido.Parecía incluso cogerle gusto al confortable fuego de la chimenea. Después de latisana,LuciólequitólamesayFlammèchelesdijoalosniñosqueyaeramuytardeytenían que irse a la cama. Prune pasaría la noche en la Chevanelle, ya estabanavisados los Rousselot. Le habían preparado el cuartito rosa, el que había usadoLuciólecuandoeraniña.
Grisón saludó a todos dándoles lamano, dijo adiós y subió conuna gran vela.PrunesequedóhastaqueLuciólelaacompañóhastaelcuartorosa.Desdelasalaseoían sus pasos, que hacían crujir el suelo de madera del piso de arriba. CuandoLuciólevolvióabajar,Basilecontinuabameciéndosecercadelfuego.
—Bueno—dijoFlammèche—cuéntanos.—Notengomuchoquecontar—respondióelpastor—.Hevenidoporque tenía
ganasdeveros,esoestodo.—YtehasacordadodelcumpleañosdeGrisón…—Haycosasquenoseolvidan.El fuego crepitaba en la chimenea. Sólo quedaban unas ascuas rojo oscuro.
Estabantodosjuntosyniseveíanlacaralosunosa losotros.Aunque…¡quémásdaba!,seconocíandememoria…
—Háblanosdeallí—dijofinalmenteFlammèche.—Nohaynadaquedecirporelmomento—respondióBasile.—¿Quéquieresdecirconesode«porelmomento»?—Pueseso…,quehaycosasquevanacambiar.—¿Cosasimportantes?—Puedequesí.—¿Paraellosoparanosotros?—Tantoparaelloscomoparanosotros.Comonadiedecíanada,añadió:—Daoscuenta,nosotros,enelfondo,somosincansables.Sacóuncaramilloytocóunamelodía.Noeraunamelodíacualquiera,eraunade
lasquetocabaamenudoenel llano,unadelasquemáslegustaban.Grisón,ensucuartoamarillo,laoyóylareconoció.Muchasveceslahabíacanturreadoélmismo.Prune,ensucuartorosa,tambiénlaoyó.Escucharoncasisinrespiraraquellamúsicaquesecolabapor lasgrietasdelsuelodemaderay llenabatodalacasa.PuedequehastaelmismoAlbertlaestuvierasilbandoenvozbajitamientrasintentabacogerelsueño.
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La tormenta había concluido hacía tiempo.La habían olvidado completamente.Sammy, allá abajo, frente al aprisco, seguramente estaría fumándose una pipa,mirandolasestrellas.
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E
10¡Arrestado!
N COURQUETAINES, el domingo era mucho más aburrido que los demás días.Primero, lapesadezde recibir a los invitados.Luego, el tenerque fregaruna
enormecantidaddeplatosycubiertos.Además,lostrajesdefiesta,quenosepodíanmanchar,yporculpadeloscualesnosepodíajugaranadadivertido.Elalmuerzonose acababanuncay, si se echabaunapartidade cartas en el caféde laClique, erasimplementeparaolvidarqueeradomingo.Nilosniñosnilosadultosganabannadaconquefuesedomingo.
El cabo Beauras tenía una solución, aunque sólo era válida para él: se lasarreglaba para estar de servicio ese día. Llevaba su barajita de cartas y su café, ypasaba alegremente el día, bien bromeando con los dos gendarmes, bien silbandosolo, sentado sobre unapiedra,mirando cómo las abejas se repartían un campodeamapolas.
Aveceshastaselevantaba,bostezabahaciendograndesaspavientosysedabaunavueltecitaporlosalrededores,conunavaritadeavellanoenlamano.Talvezpensabadescubrir tras unmatorral algúnmerodeador o algún chiquillo curioso dispuesto aengañarleyapenetrarenlazonaencuantoélhubieravueltolaespalda.
En todo el tiempoque llevaba de cabonadie había conseguidopasar; o, si esohabía ocurrido, nadie lo había sabido, cosa que, profesionalmente, venía a ser lomismo.
Beaurassepreguntabaconstantementequesecretoesconderíaydefenderíaélcontantocelo.Lapalabracelonoestabademás,puesésahabía sido lapalabraqueelGobernador había empleado al imponerle recientemente laMedalla de Oro de laVigilancia.Veinteañosenlazona,seisdeloscualescomocabo.¡Pronto,muypronto,llegaríaacabojefe!Eracuestióndemeses,semanasquizá.¡Alto,altoahí!Unsorbitodecaféparapasarlaemoción.
Perodetrásdetodoflotabaelfantasmadeunahumillación:lepagabansusueldo
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sin decirle jamásuna palabra: ¿No le estarían pagandoparaqueno supiesenada?¿Noleimponían,decuandoencuando,talgalónotalmedallaconlasolaideadequesiguiese siendo una mente sin iniciativas, sin curiosidad? Nunca experimentó tanfuertementelasensacióndequelepagabansuingenuidad(pornodecirsunecedad)comoaqueldomingo,antevísperadelquincedeagosto,cuandoeltrigoaúnnihabíasido llevado todo a casa, cargado en las pesadas carretas tiradas por bueyes, o porcaballosenelcasodelosmásricos.
Durante la mañana de aquel día, a falta de algún «fuera de la ley», la pasóespantándose una abeja que no había parado de zumbar alrededor de sus orejasdurante toda una hora.Después de haberlamatado pensó, con cierta emoción, quequizá ese animalillo, en apariencia inocente, sabría más que él respecto a lo quepasabaamenosdequinientosmetrosdeallí.¡Pensarqueunzánganopudierasaberloqueuncaboignoraba,esolehumillóterriblemente…!
La vergüenza le subió a la cara y le hizo enrojecer hasta el punto de que elgendarmeMéchalotcreyóquesetratabadeunainsolacióny,poruninstante,temióporlasaluddesusuperiorjerárquico.SiMéchalothubiesesabidolaverdad,sehabríapreocupadoaúnmás.
BEAURAS no solía pensar muy a menudo (fuera de tal orden que dar, tal decisiónurgentequetomar).Pero,enfin,esonocontaba,porqueesohabíaocurridodosotresvecesdesdequeeracabo.Y,porcierto,legustabarecordarlodevezencuando,comosepiensaenunexcelenterecuerdo.
Fueentoncescuando,aqueldomingo,antevísperadelquincedeagosto,alahoramáscalurosa,sepusoapensar.Ycomprendióenseguidaqueibaahacerelbalancedetodaunavida.Nonecesitabamásparapresentirungrancambio,cosaqueinquietabaun poco en cierto sentido, pero que, por otra parte, le proporcionaba una curiosasensaciónderejuvenecimiento.
Como confundía un poco «reflexión» y «memoria», se metió de lleno en suinfancia, viéndose en una fría mañana de diciembre, sobre una colina totalmentenevada,frenteaunosmatorralesagitadosporunairecilloheladoquelecalabahastaloshuesos.Enlamedidaenquelefueposiblerecordar,leparecíatener,enaquellavueltaalpasado,unosquinceaños.
Pensó que eso no era lo suficientemente lejano, y que a esa edad ya está unohecho, y que pocas cosas pueden cambiar ya, y como, de todas formas, aquelladecoraciónledabafrío,echómarchaatráseneltiempo.
Seremontóhastasusprimerosrecuerdos.Pertenecían,probablemente,acuandoteníacincoañosdeedad.Laprimeracosaquerecordófueunautomóvil.Luego,unacarreteraabarrotadadeautomóviles.Comprendióqueaquellohabíasucedidoantes;
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esdecir,enunaépocaenqueaquelladichosazonaprohibidanoexistíaaún.Luego,losautomóvilesfueronprohibidos,exceptoparaelGobernadory losJefesmayoresdelagendarmeríaydelejército.Sólosecirculabaenbicioenvehículosdetracciónanimal,y,sobretodo,apie.
En sus recuerdos,Beauras volvió a verCourquetaines—donde había nacido—abarrotado de coches. Avanzó un añomás. Aún seguía en Courquetaines, con suscoches;peroconcochesmuertos,amontonados.Luego,hacialossieteañosdeedad,aproximadamente, ahí estaba él de nuevo, en lo alto del caminoMathieu, entre supadrey sumadre, que ledecían:«¿Ves?Puesbien,de aquínopuedespasar».Esacondenada zona entraba, pues, allí, en su historia. ¡Ah!, si hubiera tenido unoscuantosañosmáscuando«aquello»ocurrió,losabría,¡claroquelosabría!¡Otracosahubierasido!
Ahora,supensamientoechadenuevomarchaatráseneltúneldeltiempo,seveenlaescuela,enelcampoy,después…,¿quépasadespués?
¡EH,BEAURAS,tencuidado!¡Unadetusvacassehametidoenlaalfalfa!—Gracias… Estúpido animal. ¡Hala, Fugaz, hala, muérdele en las corvas!
Bueno,hahabidosuerte.Menosmalquetedistecuenta.—En fin… qué quieres—respondió el pequeño Antoine—.Oye, ¿subimos esta
nochealazona?—Siquieres…El cabo Beauras-casi-jefe no puede creer lo que ha visto con los ojos del
recuerdo. ¡Así que también él subía, cuando era pequeño, con ese demonio deAntoine,elmaridodeFlammèche,albosquedeEpnoi…!
—¡Eh,Beauras—gritabaAntoine—, arrástrate sin enseñar tu trasero, que losgendarmestelovanaagujerear!
—Antoine—contestabaelpequeñoBeauras,depantalóncorto—.Sisubes,tráeteaFlammèche.
—¡Nihablar!Laschicassonunengorroparaentrarenlazona.¡Ay!BenditoAntoine,silehubiesendichoenesemomentoqueaFlammècheno
eraprecisamentealazonaadondelaibaallevarundíaandandoeltiempo…—¡Eh, Beauras, cuidado, escóndete mejor…! Tienes al cabo justo enfrente.
¡Sobretodo,notemuevas!
CABO¡Cabo!—¡Silencio!¡Cuerpoatierra!—gritóBeauras.ElgendarmeMéchalotmirabaasusuperior jerárquicoconunbeatíficoestupor.
Beaurasvolvióalarealidad.
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—¿Esusted,Méchalot?—Esto…¡sí,cabo…!¿Ocurrealgo?¿Havistoaalguien?—¿Alguien?—diceelcabo—.¿Alguien?Sí,alguien,perolejos,muylejos.—Tienebuenavista,cabo.—Sí—contestóBeauras—.Muybuenavista.Méchalot le ofreció unvasito de
tinto.—¿Quéhoraesya?—preguntóBeauras.Lastres,cabo,lastresycincocomomucho.¿Lefallaelreloj?—Semehaparado.—¡Ahya!Y¿quéhoramarca?—Unahoramuylejana,quepasóhacemuchotiempo.Unahoramuyvieja,muy
vieja—dijotristementeBeauras.—¡Ya!—¿EstáahíChazal?—Vinohaceunmomento a echarun trago, cabo,y sehavuelto a continuar la
guardiaalaentradadelbosque.—Bien—dijoBeauras—.¿Yusted?—Yoahoravuelvodeallí.—Estábien.Mequedoaquísolo.Mejordicho,voyasubirhaciaelpuestopara
ponermealasombradelosprimerosárboles.Méchalotsefue.Beaurasselevantó,sesacudióeluniforme,seenjugólafrentey
dioalgunospasos.Estabaasfixiadodecalorynoseatrevíaaentrardegolpeenelfrescordelbosque.Sequedó,pues,aveintemetrosdeéste,dejándoseacariciarporun vientecillo cálido que olía a heno. Maquinalmente miró hacia la llanura. Unmatorrallellamólaatención.Esperabaque,depronto,unpájaroecharaavolar.Peronofueasí.Sinembargo,elmatorralsemoviódenuevo.Esoeramuysospechoso…Entoncesviocomounasombraquesedeslizabaentrelasaltashierbas.Erauntraseroazulmarinoque,porcierto,searrastrabamuytorpemente.
A fuerza de vigilar fantasmas reptantes, Beauras conocía los fondillos de lospantalonesdetodosloschicosdelpueblo.LeparecióreconocereldeJocrisse.Luego,rectificó. Visto más de cerca, sin temor ya a equivocarse, eran los pantalones deGrisón.
—¡Otra vez el hijo de Flammèche! —refunfuñó el representante de la ley—.¡Perosiesquehacenlascosassinpiesnicabeza…!Yencimacreeránquenoselesve…Enmistiempos,porlomenos,nosescondíamosmejor.
LoqueBeaurasolvidabaeraque,apesardeescondersemejor,noconsiguiónada.De repente le vino a lamemoria esavergüenza.Enrojeciódenuevo.Esas cosas ledaban cierto picante a su oficio. En lo sucesivo, defenderá la zona no porque lepaguen para ello, sinoporque él fracasó en su infancia y, por tanto, ninguna otra
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infanciapuedeconseguirlo.SantaemulaciónentreelpequeñoBeaurasdeantañoyelGrisónde ahora.Aunque…,espera. ¿Y si en lugarde rivalidadhubiese entre ellosunacolaboración?Laideacruzacomounrelámpagolacabezadelbuenhombre.Sí,esoes,utilizaralGrisóndehoyparasalvaralBeaurasdeayer.¡Imbécil!¿Cómonoselehabíaocurridoantes?Peronoimporta,noseñor,noimporta.Lasideasgenialeshayqueagarrarlasencuantovienen.¡Vienentanpocasveces!Enocasiones,sólounavezenlavida.Aveces,menos.Peroahoraestáahí,vivitaycoleando,dispuestaaseratrapada, igual que ese niño de pantalón azul marino, que sube lleno dedespreocupación. «¡Sube, sube más, niño de azul, al sol de mediados de agosto!Sube.Quieressaberloquehaydentrodeestazona,¿verdad?Puesbien,pequeño,túnoereselúnico.Sube,subemásaún.Prontollegarásalbosque,sí,albosque.Asíqueeseso,¿eh?Conquequeremossaber, ¿verdad?Puesbien,claroque lovasa saber.Estotalvezseaunarevolución,perolovasasaber».LadecisióndeBeaurasesfirme.Noseplantarádelantedelchico,comootrasveces.Faltaráasudeber;sí,asudeber.Beauras,cabo-casijefe-medalladeoroytodolodemás,entérensebiensilesinteresasaberlo,BeaurashadecididodejarpasaraGrisón.Sequedaráescondidodetrásdeltronco de un roble, simulará no darse cuenta de nada. En realidad, se quitará supellejo de cabo, pellejo condecorado pero triste, parameterse en el del niño.Y elpequeñoiráaexplorarlazona,sinsaberqueensucorazónllevauntrocitodecaboyungrantrozodelBeauras-chiquillo,resucitadoundomingodeverano.
«¡Ah,bueno,peroojo!Tedoy,paraquemedes.Tedejoir,pequeño,tedejohacereldescubrimientodetuvida,queserátambiéneldescubrimientodemividadecabo,peroa lavuelta,habráquecompartir.A lavuelta tepescan losdosgendarmesy teinterrogan: ¡Queremos saberlo todo! También nosotros queremos saberlo todo,¿comprendes?Tenemosderechoasaberlotodo.Paraesocompartimoslosriesgos.Unviejo cabo no puede exponer su carrera yendo a curiosear él mismo. Eso no esposible.Mientrasqueunchiquillocomotúnoarriesgagrancosa.Unosazoteseneltraseroyparadecontar.Lazonaacambiodeunaazotaina,¿verdadquenoimporta?¡Estopita!O.K.Sabíaquedaríaresultado.Eresreciocomounapiedra,chico.Túyyovamosasabermuchascosas…».
YmientrasBeaurashacesuscábalas,Grisónhasubido—arrastrándosesiempreysiempre escondiéndose igual de mal— y ha llegado a la linde del bosque.Normalmente, le habrían pescado hace ya tiempo. Lo sabe, y por eso le extraña.Aumentasusprecauciones,avanzadeárbolenárbol.
«¡Nadie! Pero, bueno, ¿qué es lo que hacen estos gendarmes? ¿Y el cabo?¡Siemprepreparadoparaechársemeencima!Quizáestéenfermo.Sí,esodebedeser.Lereemplazaráotroquenoconocelascostumbres.Oalomejor,comoestamosendomingo…Esverdad,puedequeno trabajenendomingo».Aunqueno,ya leshanpescadootrasvecesendomingo.
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Porprimeravezen suvida,Grisónhaentradodel todoenelbosquedeEpnoi.Nunca había llegado tan lejos.Diezmetros, veinte, treinta… ¡Ni un gendarme!Esrarísimo.Cuandounofracasatantasveces,eléxitopareceanormal,algototalmenteimposible.
Los rayos de sol forman preciosos adornos al colarse a través de las hojas ydibujangrandesnenúfaresblancosenelsuelo.«¡Hombre,uncamino!¡Cuidado,quepuedeestarvigilado…!Silencio.No,aquíhaypájaros,muchospájaros.Yahí,enesaespesura,¿habráalgúnanimalsalvaje?Puedequealgúnjabalí.Tambiénhayardillas.¡Quégustoviviraquí!Quizáporesoestéprohibido.Esverdad,lamayorpartedelascosasbonitasde lavida estánprohibidas. ¡Y sigue sin aparecerun sologendarme!Puedequemeesténsiguiendosinhacerruido».Grisóntienelasensacióndeque,sivuelvelavista,verá,pisándolelostalones,undestacamentodecaballería.Perono,seatreveamirarynohaynadie.Yallevarecorridounoscienmetros.Sindarsecuentaharebasadolalíneadevigilanciadelosgendarmes.Continúaavanzando.¡Cuidado!¡Despacio!¿Ysi se tratasesimplementedeunagransimaqueseabriesedeprontoantetuspies,sinavisar?(Sinavisar,esmuchodecir…).
Allí,allíhayalgo.Unclaro.Alomejoresqueseacabaelbosque.Estáinundadode sol. Lasmoscas se bañan en esa deslumbrante claridad. Grisón se acerca. Dosciervasdesaparecen.¡Quéhermosasson!Hayunacharquitadondesereflejaunrayodesolquevienededetrásdelosárboles.«Desdeluego—piensaGrisón—aquídebedehaberunabarbaridaddecaza.Comoestáprohibidalaentrada,jamáshanvistoauncazador.Amenosqueestoseapropiedadparticulardeunpríncipe».Decuandoencuandoseoíauncrujirderamassecasalpasaralgúnanimal.
Depronto,enunrecododelcamino,ungranclaro.Losárbolesacabanaquíparacontinuarotravezveintemetrosmásallá.
¡Oh,unaalambrada!Unaalambradaenorme.Imposibleirmáslejos.Es una alambrada muy alta con una malla muy fuerte. Está pintada de verde.
Pareceunafrontera.Sindudadebedeserlo.Sepuedecaminarjuntoaellaporquehayuncaminoyporquelosárbolesseacabanunpocoantesdellegaralaalambrada.¡Laalambrada es tan alta como el campanario de Courquetaines! ¡Y no es como lasalambradas de los gallineros! Si metes los dedos por esta malla y la sacudes,prácticamentenosemueve.
Grisónestáunpocodecepcionado.Esperabahacerundescubrimientoformidable,algonuncavisto.Perounafrontera,unafrontera…esoresultamuyvulgar.¿Porquéocultarla detrás de tantos gendarmes? Fronteras ya se sabe que tiene que haber,puesto que en el mundo existen numerosos países. Rabioso, da unas patadas a laalambrada, que hace un gran ruido metálico; pero enseguida se para: podríandescubrirle.
Continúabordeandolafrontera.Puedequeencuentrealgointeresante.Elbosque
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vadisminuyendoporaquí.Porelotroladohayprados.¡Anda,pero…sihaygente!¡Unosextranjerosmerendandoenel césped!Ahí, a treintametros.Vanvestidosdeazul celeste. Son cuatro: dos mayores y dos pequeños. Sin duda se trata de unafamilia,lospadresydoshijos.
Sus trajessonbastante raros,algoasícomounoschandalsdecolorpálido,queempiezanenlacabezaconunpasamontañasyacabanenlospies,tododeunapieza.¡Quécalordebendepasarahídentro!Anoserquesetratedeunastelasespeciales.Han extendido en el suelo unamanta gris y comenno se ve bienqué.Unode lospequeños se levanta. ¿Es un chico o una chica? No se puede saber, debido alpasamontañas que esconde lamayor parte de la cabellera. El niño ha ido un pocohacialaderecha,noseleve,luegovuelveconungranbalónrojoquepareceligero,ligero…Lotiraalaireyelbalóncaelentamente.Suhermano—ohermana—sehareunidoconélyjueganjuntos.Todoestosucedemuycercadelaalambrada,peroalotro lado…AGrisón le gustaría hablarles.A lomejor podían informarle. En todocaso,aelloslesdejanacercarsealaalambrada.Ahíestán,conlamayortranquilidaddelmundo,ynoparecequesepannadadetodoestefollóndegendarmes…
Elpadreylamadresehanlevantado.Unosacudelamantagris;eslamadre,seladistingue,tienepecho.Elpadresacadedetrásdeunmatorralunbalónamarillo,tangrandey ligero como rojo.Lo lanza a los niños, que se divierten como locos.Susgritosseoyenperfectamente.Peronosedistinguesihablanunidiomaextranjero…Aversiselesentiende…
Grisón,quehastaentonceshabíaestadoobservando tododetrásdeunárbol, semuestraabiertamenteyseagarraalaalambradagritando:
—¡Eh,eh!¡Hola!Loscuatrosecallanderepente.InterrumpeneljuegoymiranfijamenteaGrisón.
Depronto,losdosniñosdejanasuspadresyechanacorrerhacialaalambrada:—¡Hola!¿Quieresnuestrobalón?Perodesdelejos,lospadresgritan:—¡Nancy! ¡Jimmy! ¡Quedaosquietos,noosmováis!Nosigáisadelante.Noos
acerquéismás…Rápidamente llegan hasta donde están los niños, los cogen de la mano y les
hablan bajito al oído, mientras dirigen a Grisón unas miradas desconfiadas. Y semarchan.Unodelosniños,antesdedesaparecerporelbosque,sevuelveylehaceaGrisónunamuecasacándolelalengua.
Elchicosequedaconelcorazónencogido.Petrificado,sincomprendernada.Seoyeunruido,unautomóvilblancosalelentamentedelaespesura,pasacercadelsitiodondelosforasteroshancomido,tuerceporuncaminomásanchoydesaparece.¡Unautomóvil!Grisónsabequeeseso,porquealgunavezhavistoeldelagendarmeríade Saint-Agrève. Una gran decepción le oprime la garganta. Da un puntapié a la
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maldita alambrada y,mirando su reloj, piensa que ya es hora de regresar.No serádifícil, ya conoce el camino. Basta llegar a la charca y torcer a la izquierda,alejándosedelaalambrada.Enelbosque,elsenderoesmuyvisible.Ahíestáya,enseguida,lalindedelbosquedeEpnoiyelcaminoMathieu.Habráquetenermuchocuidadoconlosgendarmes.Aunqueéstos,sinduda,alnohaberlevistosubir,noleesperarányestarándeespaldasaél,vigilandoelvalle.
Grisón se aproximaa losúltimos árboles.Unosmetrosmásy se encontrará encampo raso.Allí no tendrámás remedio que echar a correr a toda velocidad hastallegar a los primeros arbustos de la pradera Chamblain. Una vez allí, ya nadie lepodrádecirnada.
Cogeimpulso,y…¡adelante!—¡Eh,tú,notemuevas!Beauras acaba de aparecer entre unos árboles, a cuatro metros de él. Como
cuandoundiablosaledeunacajadesorpresas.Grisónfrenaeintentaregatearloporlaizquierda.
—¡No,señorito,poraquíno!—gritaelgendarmeMéchalot,quesaledeprontoycortaaquellasalida.Grisónintentaentoncesescaparporladerecha.
—¡Ajá!—diceChazal—,nohahabidosuerte.Poraquítampocohaypaso.Elchicoquiereretrocederyvolversealbosque.Peroseleenganchanlospiesen
unasmatasycae.Alsegundoyaestáenpie,peroconlasmanosesposadas,entrelosdosgendarmes.
—¡Tearrestoennombredelaley!—dicesolemnementeBeauras.
ENELpuestodeguardia,unacasetahechacontroncos,Grisónestásentadoenungranbancodemaderaenelquepodríancaberdiezcomoél.Beauras,quepermaneceenpiecon lasmanosdetrás,empiezael interrogatorio.Paseaaderechae izquierdamirandoelsuelo,algoasícomoelmaestroenlaescuelacuandoestáesperandoaquecontesteelalumnoenlapizarra.
Entonces, hijomío, simplemente has querido dar una vueltecita por el bosque,¿verdad?Comoesdomingo,yconestebuentiempo,secomprende.Peroaquí…aquíesoresultaunpocoaburrido,digoyo…(unospasos).¿Nohaybosquescercade laChevanelle?, (otrospasos).¿YelbosqueMadame,eh?NoestánadamalelbosqueMadame.MuchomásbonitoqueelbosquedeEpnoi,unbosquemedioquemado…(tres pasos a la derecha). Claro que el bosque Madame no está prohibido. Y,naturalmente,esoyalequitagracia…(trespasosalaizquierda).YomepreguntoquévaapensarlaseñoraFlammèche…(losojosdeGrisónestánllenosdelágrimas).Sí,señor,laseñoraFlammèchenosevaaponermuycontenta.¿Estásllorando?Esonoarreglanada…(seispasosendirecciónalapuerta).¿Peroquéesloquetenéistodos
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metido en el cuerpo? (¿Todos?, es un consuelo esta solidaridad). ¿No podéis dejaresto tranquilo? Éstas son cosas de personas mayores. ¡Cuadrilla de chiquillos,mocosos…!, (unvistazofuera).¿Pordónde ibayo…?Ahsí,mocosos.Ocupaosdevuestrasvacas,de las chicasyde losdeberesde la escuela…¿Sabes loquevoyahacerahoracontigo?,(seispasosdesdelapuertahastaGrisón).¿Nolosabes?Puesbien,tevoyallevaralcuartelillo.Luegoirásalacárcel.Yluegotejuzgarán.¿Noeraesoloquequerías?
—No,señor.—Ah¿no?Puesentonces…¿Nosabíasqueestabaprohibido?—Sí,señor.—¿Yporquéhacesloqueestáprohibido?—…—Óyemebien,talvezhayaunmediodearreglaresto(miradadeGrisón,conun
brillodeesperanza).Sí,hayunmedio.Peroparaesotienesqueaceptar.Yoséquelohashechosinmalicia.Asíque,sieresunbuenchicocomoyocreo, tevoyadejarlibre.Peroconunacondición:quemedigaslaverdad.Simecuentastodoloquehashechoy todo lo que has visto, te dejaré libre y podrás irte a casa inmediatamente.Estásdeacuerdo,¿verdad?
—¡Ohsí,señor!—Pero ¡cuidado!Quiero la verdad, la verdadera verdad. Es inútil que intentes
hacerme una jugarreta contándome cualquier historia. La zona me la conozco yocomolapalmadelamano.Solamentequierosabersierescapazdedecir laverdad¿Estamosdeacuerdo?
—Sí,señor.—Yluego,tedejomarchar.Noestarde,puedesestarentucasaantesdequese
haga de noche ¡Y que todo esto quede entre nosotros!Yo no diré nada a nadie, acondicióndequetútambién,portuparte,guardeselsecreto.¿Empezamos,pues?
—Sí,señor.Rebosandoseguridadporelsimplehechodequesugordamentira(«lazoname
laconozcoyocomo lapalmade lamano»)parecíahaber inclinado labalanzaasufavor, el cabo Beauras se quitó el quepis, se rascó la frente y empezó elinterrogatorio. Dejó que el niño hiciera una somera descripción de susdescubrimientosporordencronológico.Cuandollegaronalaalambrada,Beaurasseatrevióahaceralgunoscomentarioscomoparaprobarsuperfectoconocimientodellugar. A veces, con mirada torva, hacía como si creyera que Grisón le estabaengañando,ocultándolepartede laverdad.Leíaconplacerelpavoren losojosdelniño, locual leasegurabaqueésterespetabaescrupulosamente loconvenido,yquelas omisiones, suponiendo que las hubiera, eran involuntarias. ¡Grisón había vistotantascosasdegolpe!
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Ladescripcióndeloscuatroextranjerosvestidosconmonoazulcelestedespertóen el cabo un evidente interés y, simulando un perfecto conocimiento de aquellagente, comenzó a hacer muchas preguntas, pues la existencia tan próxima de unpueblo tan diferente le daba vértigo y hacía peligrar el frágil equilibrio de suscostumbres.Ahorasesentíaespiado,observado,yelpreciosobosquequeélguardabade la curiosidadhumana, ahora resultabaque estaba superpoblado.A lomejor, allídonde él imaginaba que los animales salvajes vivían a sus anchas, o que, comomucho,habríaunabasemilitarsecreta,habíamillonesdeseresquepaseabanporelcampo el domingo y trabajaban durante la semana, y vivían en medio de unaavalanchadecoches…Depronto levinoelhorribleespectrode suscincoañosdeedad.AquellacoladeautomóvilesenlacarreteradeSaint-Agrève,automóvilesqueaélleparecíangigantescos,puesporaquelentoncesBeauraseramuypequeño…
—¡Para!—dijoenjugándoselacarayelcuelloconunpañueloacuadros—.Measfixio.Hacecalor,¿nocrees?
—No,señor.—Tienesmuchasuerte,pequeño.Anda,yaestás libre.Veoquemehascontado
todo.Ycomotúhascumplidotupalabra,yotambiéncumplolamía.Vete.Beaurasabrelapuertadelacabaña,lequitalasesposasalniñoylollevahastael
caminoMathieu.Desdeallíobservanlallanura.—Apesardetodo,seestámejoraquí—murmura.Grisón, que tenía ganas de alejarse de allí, cogió el camino en dirección a
Courquetaines.Mientrascaminaba,echóunvistazoasutrajeazulmarinoparaversinosehabíamanchadodemasiadoalcaersealsuelocuandoloarrestaron.Sóloteníaun poco de tierra en la pierna derecha. Ningún siete. Llevaba pantalón corto y lesangrabaunpoco la rodilla.Enmediode todo,unasuerte.Unpantalónnohubieraresistido.¡Québellaeralapraderadelalibertad!ElsolseibaocultandoporSaint-Agrève,ylassombrassealargaban.
ElprimersercivilizadoqueencontrófueDelphine.Larubitaacababadesacarlasvacasalprado.Cuandolavio,sucorazónnocabíaensídegozoyleentraronunasganaslocasdeechárselealcuello.¿Era,acaso,queelhechodehaberselibradodelaprisiónledabaesasganasdehacercualquiercosa,ylomismosehubieralanzadoalcuellodelguarda rural?No,no.Sesentíacontentoal saberque,deeste ladode lafrontera,alprimergolpedevistasedistinguíanloschicosdelaschicas.
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SEGUNDAPARTE
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E
11LaleyendadelCriarde
RAUNOdeesoshermososdíasdeseptiembre,pocoantesdelcomienzode lasclases. Los trigos estaban segados hacía ya mucho, y se oía ahora el largo
quejidodelastrilladorasdentrodelasgranjas.Ellúpuloestabaapunto,losBachelotyahabíaninclusocomenzadoarecogerlo.Porlamañanatemprano,porloscaminossecruzabaunoconviejecitasquellevabanunossacosdetelaremendadayunasillitaplegable.Yenuncesto, lacomidadelmediodía.Subíana loscamposde lúpulo lomásdeprisaposible,parapoderhacer suscuarentakilosdecadadía.Algunas solovivíandeeso.Losniños,siteníanpaciencia,ibantambiénparapodersesacaralgúndinerillodebolsillo.
El paseante solitario podía escuchar de pronto, en mitad del campo, unaconversaciónanimadaalavueltadeunrecododelcamino.Ahí,detrásdeesafiladeavellanos, se erguían unas varas adornadas con lianas de un verde suave, tan altascomolasramasdelasjudíasgigantes.Decuandoencuando,unavaracaíabajolasmanosdealguien;sujetabanunodesusextremossobreun trípodedemadera,yenseguidaungrupodemujeresseponíaasualrededorparaarrancaraquellasfrágilesfloresamarillasqueproduciríanlacerveza.Ylasechabanenuntalegoquellevabanatadoalacintura.Comoesedelicadotrabajonoimpedíacharlar,aprovechabanparacomentarlasúltimasnoticiasdelpuebloydelacomarca.
Hacia las diez, cuando el sol empezaba a pegar fuerte, lamujer del dueño delcampo de lúpulo llegaba con bebida fresca. Normalmente sidra o limonada, rarasvecesvino;porelcalor.Descansabanuncuartodehoraalasombradelsetoobajounenormecerezo,y luegoreanudabanel trabajo,poniéndoseantesunossombrerosdepaja de ala ancha, adornados la mayoría de ellos con una cinta negra. A vecessaludaban el paso de una carreta o de un rodillo de trilla tirado por un sudorosocaballoconducidoporunempleadodealgunagranja.Esodabaocasiónparacambiardetema.Sereíanmuchoconloschistesquecontabanloshombresmientraspodaban,
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cuandonosudabanarrastrandolaslianasarrancadasylasásperashojasanchas,queamontonabanenunextremodelcampo.
Amediodíasacaban losbocadillosy la fruta.Avecesaparecía ladueñaconungranpastelycafé.Amenudocantaban.Luego,despuésdeecharunabrevesiestecita,seguíalarecoleccióndellúpulo,casisiempreyaensilencio,debidoalcansancioyalritmoquehabíaquemantenerorecobrar.Losniños,engeneral,dejabandetrabajardespuésdelacomida.Unamañanadetrabajoyaeramuchoparaellos.Semarchabantranquilamentedespuésdeguardarlasherramientasenlacabañasituadaenmediodelcampo,ydedejarcuidadosamente,alasombradelseto,elfrutodesurecolección.Anadieleparecíamalquesefueranantes,eraunacostumbredesiempre.
Cogían la sombreada carretera que bajaba a Courquetaines, se paraban unmomento en la plaza del Lavadero para aliviar el excesivo calor en las cristalinasaguasdelCriarde,yluegosemarchabanajugaralpradodecualquieradeellos.
AQUELDÍA,despuésdelahabitualmañanarecogiendolúpulo,decidieronjugarenlapradera de detrás de la Chevanelle.No lejos de allí, al otro lado de un arroyuelo,estabandesperdigadaslasovejasdelenormerebañodeBasile.
ResultóquealúnicoalquenohabíancogidoeneljuegohabíasidoaRaclot.—¡Raclot!¡ElreyesRaclot!—gritóPrune.—Eh,unmomento,queélyahasidodosveces—dijoGrisón—.Algunostodavía
nohansidoniunavez.—¿Yqué?Esnormal—dijoBrioche—.Sihaganado,haganado.Ynohaymás.
Túesolodicesporti.¡Puesdespabílate!Denadasirveganarsicadaunosabequevaaserreyaturno.Paraesoesmejornojugar.
—Síseñor.Racloteselrey—dijeronlosotros.—Bueno, vale, lo seré…Nomerece la pena discutir por eso—dijo Raclot—.
Colocaosenlalíneadelfondo.Todosretrocedieronveintemetros,mientrasRaclotsesentabasobreel tocónde
un roble que servía de trono. Los otros discutían la táctica a emplear. Cuandoestuvieronlistos,seacercaronaltronodondeRaclotestabarecostadocomounpachá,con una vara seca de avellano en su mano derecha, mientras con la izquierda secolocabacuidadosamenteenlacabezaunacoronahechaconlianas.
—¡Eh!Nohagáistrampas.Unpocomáscercaporfavor—gritó—.Y,además,enlínea.
Obedecieron,alineándosecomoenelcolegio.—¡Buenosdías,hijosmíos!—dijoRaclotcasisinmirarlos.—¡Buenosdías,padre!—contestaronacoro.—¿Dedóndevenís?—Tumbado,hacíacomosiestuviesecomiendo,alamanera
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delosromanos.—DeSaint-Alban—dijoelcoro.—¿Aquéosdedicabaisallí?Comorespuesta,cadaunode los jugadoresmimificabaeloficioqueensecreto
habíanelegido.Raclotselevantó,apoyóunodesuspiescontraeltronco,preparadoparaperseguirlos,cosaqueharíaencuantoadivinaraeloficio.Losotros, temiendounaarrancadarepentinadeRaclot,retrocedíandisimuladamente.
—¡Eh,no!Quedaosdondeestabais…Soisunostramposos.Todavíanohedichoeloficio…Quedaosahí.
Continuaronconsumímica,peroojoavizorparanoversecogidosdesprevenidos,y,depronto,gritóRaclot:
—¡Carpintero!Echaron todos a correr, pero en seguida se pararon. No era ése el oficio. Un
esfuerzoinútil.Cadacualvolvióasusitioeneljuego.Raclotsepreparódenuevo.—Otravezlosgestos—dijo.Losotrosrefunfuñaronapesardequeelreyestabaensuperfectoderecho.—¡Relojero!—dijodistraídamenteRaclot.¡Era eso! Grisón salió corriendo, Prune se cayó, Jocrisse y Brioche fueron
cogidosantesdedarsecuenta,Delphineseescondióenunmatorralysehizounsieteenelvestido,elMarsopafueatrapadojustoalfinal,allímitedelaraya.
—¡Cogido!—No,señor.—Sí,señor.—No,señor.—Puesnojuegasmás.—¡Puesnomeimporta!—Sí,señor,síjuega—dijeronotros.—No,queesuntramposo.Lehabíacogido.—Esverdad,sítehabíacogido.—No,señor,yaestabafueradelalínea.—Noescierto,yolohevisto.Raclottehabíacogido.—¡Mentiroso!—¡Tramposo!Comoladiscusiónseibaagriando,Grisónpropusoiramerendar,locualdesvió
inmediatamentelaatencióndeaquelasuntoalrojovivo,distendiendoasíelambientegeneral.
Sacarondelasbolsaselchocolate,medioderretido,yelpan,demasiadoseco.—¡Ypensarquedentrodedossemanasotraveza laescuela!—dijoGrisón—.
Siempreesalfinaldelasvacacionescuandounosediviertemás.
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Loquedecíaeraunaverdadcomountemploytodosestabandeacuerdoenello.—¿Adóndeirástú?—preguntoRaclot.—AlcolegiodeSaint-Agrève—respondióGrisón.—Yo—añadióRaclot—todavíaestaréaquíunaño.Yanoestaremosjuntos.—No.Esunalástima.Túseguirásconlosamigos.Peroyo,yo…—¡Eh! —dijo el Marsopa—, ¡que yo también voy a Saint-Agrève! No te
preocupes,noestarássolo.—Es verdad —dijo Raclot—, no estarás solo. Además, los sábados y los
domingosnosveremos.—Yanopodremossubiralazona—dijoGrisón.—Pues para eso de la zona —dijo Raclot un poco molesto— no has tenido
necesidaddeningunodenosotros.—Fueporcasualidad—comentóGrisón,queyasearrepentíadehaberlescontado
todo—.Eradomingo,yoibadandounpaseo,túnoestabas,elMarsopatampoco,ymemetíporelbosque,sinintención…
—Peronoestabasallíporcasualidad.Allínosubeunoporcasualidad.—Si hubiera sabido lo que iba a pasar, me hubiera quedado en la Chevanelle
jugandoalastabas.—Detodasformasestássatisfecho,¿verdad?—Es idiota enfadarse con él ahora—dijo el Marsopa—. Él lo ha conseguido
pero,despuésdetodo,tambiénesméritonuestro.—Esverdad—añadióPrune.—Hablaremos de esto en otra ocasión—dijoRaclot—.Además, que aquí hay
morosenlacosta…—¿Lodicespornosotros?—preguntóDelphinemirandoaBrioche,puestambién
ibaporél.—Si—dijoRaclot.—¿Porquélahastomadoconnosotros?—preguntóBrioche.—Porquesoismuysimpáticos…peronosabéisguardarunsecreto.Enlaescuela,
porejemplocuandojugamos,oschiváisdetodo.—Aquínoestamosenlaescuela.—Peroesigual.—¿Ysilojuramos?—¡Sinosabéisniloqueesjurar!—¿Cómo?¿Creesquenuncahemosjuradounacosa?—De todas formas, no tiene importancia —dijo el grandullón—. Hemos
conseguidollegaralazona,peronovamosaestaryendoacadapaso.—¡Eh,unmomento!Allísólohaentradouno,perolosdemásnohemosvistoesa
alambradanisabemoscómoes.
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—Bueno,peroyoyaoslohecontadotodo—murmuróGrisón.—Sí, pero eso no nos quita las ganas de verla también nosotros. Además,
podríamosdescubrirotrascosas.Túnohaspodidoverlotododeunavez.—Esoesverdad.—Entonces,lointentaremosotrasveces.—Buenopero,comonoscojannosvaasalirmáscaroquelaprimeravez…—Sinonosarriesgamosnoconseguiremosnada.—Poresoes—dijoRaclot—porloquenoquierocargarconlospequeños…ni
conlasniñas.—¿Niconlasniñas?—chillóDelphine—.¡Entonces.Prune,qué!—Prunenoeslomismo.—¡No,noeslomismo!—dijofuriosaDelphine—.NoeslomismoporquePrune
eslanoviadelseñorito.—¡Oh!—exclamóPrune.—Si,esoes,lanoviadelseñorito.Ynodigasqueno,quetevimoselcatorcede
julio.—¿Loveis?—dijoRaclot—.Laschicasnohacenmásqueenredarlotodo.TodavíaseguíandiscutiendocuandoalMarsopaseleocurrióvolverlacabeza.—¡Eh.mirad,tenemosvisita!Unhombrehabíacruzadoelarroyueloyveníahaciaellos.—¡Anda!,siesBasile—dijoGrisón—.Tienesusovejasahíallado.Basileseacercó.Siempreibavestidodelamismamanera.Lacapa,lasbotas,el
sombrero…—Buenastardes—dijoconunasonrisafranca.—Buenosdías,señor—dijeronmuchosniñosalapar.—No.hombre,no—respondióélsonriendo—.LlamadmesimplementeBasile.—¿Tequieressentarconnosotros?—leinvitoGrisón.BasilesesentóalladodeGrisón,quenocabíaensídealegría.Podíacontemplar
decercalaenormecapa.—Conquepeleándonosenserio,¿eh?—PreguntoBasile.—Sí—dijoRaclotconunasonrisaforzada.—Hevenidoahacerosunapropuesta.—¿Unapropuesta?—Sinotenéisnadaquehacerestanoche…—Pues…no—respondióRaclot—.Bueno,nosé.¿Vaisahaceralgoestanoche?
—preguntó,dirigiéndosealoschicos.—No,no.—Parecequeno.—Entonces,enesecaso—continuóBasile—podéisiralcampovecino.Haremos
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unavelada.Sammyyyosabemoscuentos.Además,vosotrossabéiscantar,ytambiénsabréisalgunaspoesías:enfin,todoeso…
—Seráestupendo—dijoelMarsopa.—¿Podemosirtodos?—seaventuróapreguntarDelphine.—Sí,desdeluego.Todoelmundo.Habráinclusootrospastores.—¿Podremoshacerunnúmerodeacrobacia?—preguntóelMarsopa—.Séhacer
unoconMailly.Siesquequierevenir…—Buena idea —afirmó Basile—. Entonces, contamos con vosotros. ¡Hasta la
noche!Semarchó,agitándosesucapaalviento.
LA HOGUERA crepitaba, acompañando con sus chasquidos la débil canción de losniños.Habíaunmontóndegente.ElMarsopahabíahechoelnúmerodeacrobaciaconMailly, y Delphine, que aprendía baile, había ofrecido una exhibición de sushabilidades. Raclot había accedido a que entrara en la banda, y hasta se habíaablandadopara que entrara el pequeñoBrioche.Enuna noche tan agradable comoaquélla,unoestabadispuestoatodaclasedeconcesiones.
Sammyselevantóy,mientrasatizabaelfuego,empezóasí:—OsvoyacontarlahistoriadelPuentedelasViejas.¿Conocéislasruinasdela
Margelle?PorsinolasconocéisosdiréquesonunasruinasqueestánaorillasdelCriarde,ríoarriba,muchomásalládeFontenottequeesdondeviveelguardarural.AllíelCriardesedivideendosyformaunaespeciedeislitaenmedio.EnesaislaestánlasruinasdelaMargelle.
»LaMargellenoerauncastillo,pueslaislaesdemasiadopequeña.No,eraunapequeñacasahabitadaentiemposmuyremotos—estoqueosestoycontandoocurrióhace seiscientos o setecientos años— por un noble, un joven príncipe que vivíasolitario. Sus hermanos le habían arrebatado su fortuna y él se había refugiado enaquellaislayhabíaconstruidolaMargelleconpiedrasquetuvoquellevardesdelacantera de Chenot. Ya veis que la cantera de Chenot no es de hoy, precisamente.Total,queélsoloseconstruyósucasa,cosaquenodejadetenersuimportancia.
»Vivía modestamente. Para vestirse tenía la lana de las ovejas, pues ya habíaovejas en esta región por aquellos tiempos. Para alimentarse, además de fresassilvestres y champiñones, tenía los peces delCriarde. Peces, peces, siempre peces.Hayquedecirqueeramuybuenpescador.
»Asíhubierapodidovivircienañosoinclusomás—poraquelentonces,lagentevivíamucho tiempo, a no ser quemuriese en la guerra— si no hubiera hecho unsorprendentedescubrimientounatardedeverano.
»Laestaciónhabíasidoterriblementeseca.Algoasí,siqueréis,comoesteaño.El
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Criardeestabacasiseco,cosaqueyonohevistoentodamivida.Aquelmuchacho,que se llamaba Jehan, estaba desesperado. ¡Imaginaos! Los peces morían en losúltimoscharcosdeaguaytodoolíaapodrido.Ademásnoteníanadaquecomer;ocasi nada. Su único compañero habíamuerto hacía unmes. Era su fiel caballo, elúnicobiendelqueno sehabía separado jamás.Estaba,pues, soloymásque solo.Sentadoenunapiedra,conlospiesenelaguaestancada,escondíasucabezaentrelasmanosylloraba.Eracasiloúnicoquepodíahacer,suponiendoqueesolesirvieradealgo.
»Estuvo llorando hasta el atardecer y, cuando cesó de llorar, veía rojo todo elpaisaje, de tanto frotarse los ojos. Entonces notó que, además del horrible olor apescado podrido, un extraño brillo salía del lecho del río. Ciertas piedras habíantomadountonoamarilloalapuestadelsol.
—¿Habíaoroenelrío?—interrumpióGrisón.—Sí, señor, eso es. No se te escapa nada. Mientras el agua estuvo corriendo
normalmenteporellechodelrío,Jehannohabíapodidonisospecharqueestuvieseviviendocercadeunverdaderotesoro.
»Había que apresurarse. Recogió el oro, hizo un crisol y lo fundió. El primertrabajoquerealizófue…¿adivináisqué?
—¿…?—Unacorona.Unamagníficacoronaquelefueallevaralreydelpaís.Éstese
pusoencantado,puessóloteníaunaviejacoronadeplata.Cogiópuesladeoroylapuso sobre su cabeza en lugar de la otra, que pasó a unmuseo.Y. a invitación deJehan,decidióvisitarconsuséquitoaquelmaravillosoríotanrico.
»Cuando llegaron, el pobre cauce del río daba pena verlo. Simplemente era uncaminopedregoso,conalgunoscharcosdecuandoencuando,dondeseretorcíandedolorlasúltimascarpas,lasúltimastruchas.Jehanledijoalreyqueleextrañabaqueel río estuviese tan seco. Aquello no era normal. Aunque le había servido paradescubrirunafortuna,sepreguntabaelporquédeaquelmisterio.
»Afortunadamente,teníaasuladoaunreycuriosoque,además,lequeríamucho,por la corona que le acababa de regalar. El soberano ordenó a sus hombres queremontaran el curso del Criarde para saber si había una explicación al fenómeno.¡Nuncaadivinaríaisloquedescubrieron!
—Ríoarriba,amenosdeunaleguadeallí,habíanconstruidounapequeñapresaquereteníalasaguasyformabaunaespeciedecharcadondeseestabanbañandodosmujeres. Las mujeres, al ver el séquito del rey, salieron gritando. Los hombresvolvieronparadarlanoticiaalrey.Éste,intrigadodecidiósubirenpersona.Instalósucampamentoenunpradocercano,pasoallílanocheysubióaldíasiguiente.Cuandoviolacharcasequedóadmiradoalveraquellasaguastranquilascuyasuperficienosemovía.Diounospasoshaciaelpequeñodiquequereteníalasaguasyseinclinópara
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mirarseenel lago.Elaguaestaba tan limpiaqueveíasucaraa laperfección.Perohizounmalmovimientoysecayósucoronadeoroalaquetodavíanoestabamuyacostumbrado;ysehundióenelagua,enelsitiomáshondo…
Todos escuchaban muy atentos. Sammy, al mismo tiempo que contaba, hacíagestos.Sóloconmoversusmanosveíaslacorona,elrey,elestanque…Decuandoencuandoalguienselevantabaparaempujarlosleñosmáshaciaelcentrodelahoguera,o para echar ramas a fin de tener un pocomás de luz.Grisón observaba a Basilecuyosojos,inmóviles,mirabanalinfinito.Sammyprosiguió:
»El reyestabamuy tristeporhaberperdido tan tontamente sucorona.Algunoshombressetiraronalaguaparabuscarla,pero,despuésdehorasyhorasdegrandesesfuerzos, no consiguieron absolutamente nada. Entonces el rey montó en cólera,maldijoal lagoyordenóquedestrozaraneldiqueinmediatamente.Fueronabuscargentealpueblovecinoyencontraronaunoscuantosqueestabansintrabajo.Porlatardeempezaronaquitarlaspiedras.
—¿Sabéis quiénes eran lasmujeres que se bañaban en el estanque?No, no loadivinaréis jamás…Eran,sencillamente, lasesposasdelosdoshermanosdeJehan,los que le habían desposeído de su fortuna y de sus tierras. Estaban celosas de lafelicidaddeljoven,quesiempreestabacantando,delamañanaalanoche,ensuisla,pescandopeces.Yhabíanmaquinadolaconstruccióndelapresaconelúnicofindequesemuriesedehambre.¡Loquehicieronfuedarlelasuerte!Perodejadmequeoscuenteelfinaldeestaleyenda.
»Las dosmujeres—que ya tenían bastante edad y eran riquísimas y avaras—también habían descubierto oro en elCriarde. Por eso, aprovechando que el rey yJehanhabíansubidoalapresa,semetieronenellechodelríoyempezaronacogerlamayorcantidadposibledeoro.Perosevieronsorprendidosporunsordorugidoqueaumentabapormomentos:lapresahabíacedido,elaguarecobrabasuantiguocursoyllegabaentromba.Quisieronponerseasalvo,perosinsoltar,porsupuesto,susbolsasdeoroquepesabanmuchísimo.Notuvierontiempodehuiryelagualasalcanzó.Yasífuecomomurieron.
»Los dos hermanos llegaron demasiado tarde; sólo para recibir la noticia.Parecíanestarmuytristes,peroensuinterior…¡menudopesosehabíanquitadodeencima!Porqueaquellasdosmujeres,conlasquesehabíancasadomásbienporeldinero,erandifícilesparaconvivir.HabíansidoellasquienesleshabíanempujadoaromperconJehan,suhermanomenor.
»Yheaquíel final: losdoshermanosmayorespidieronperdónalmás joveny,pararepararelmalquelehabíanhecho,prometieroncumplirsumayordeseo.
»Sóloquierounacosamuysencilla—respondióJehan—.Quedaosconvuestrastierras,inclusoconlasquemequitasteis.Yonolasnecesito.Tengoelrío,suoro,yeso esmás que suficiente. Lo que sí quisiera es que viviéramos unidos.Construid
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aquíunpuenteparapoderpasarami islacuandoqueráisyparaqueyopueda iraveroscuandoquiera.Asíyanoestaremosseparadosnuncamás.
»Construyeron un puente allí donde lasmujeres habían sido arrastradas por lacorriente.PoresoselellamóelPuentedelasViejas.Fuederribadosiglosmástardeyahorayanoquedaniunapiedra.PerolasruinasdelaMargelle,delacasita,existentodavíaennuestrosdías…».
AGRISÓN lecostómuchodormirseaquellanoche.Lacasitadelaislaocupabatodossuspensamientos.Porsupuesto,elorodelCriardeerasólounaleyenda.Pero,puestoquelasruinaseranvisiblestodavía,¿porquénoiraecharunvistazo?Cuantoantes,mejor. Así es que decidió ir al día siguiente. Mejor aún, al día siguiente por lamañana.
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P12Unagrannoticia
ODRÍAMOSdecirqueestamañanaelgallodelaChevanelleeselanimalmásfelizdetodalacreación.Normalmente,hacefaltaquecantecincoveces,amenudo
seis o incluso siete, antes de que Grisón abra las contraventanas de su cuarto. Aveces, llegainclusoadudardesucondicióndegallo.Comoesmuysensible, todaslasmañanassellevaundisgustohorrible.Peroheaquíqueestamañana,depronto,seproduceelmilagro:
Nohahechomásquelanzarsuprimergrito,cuandolascontraventanasdeGrisónchocancontraelmurohaciendotemblartodalacasa.Diezminutosdespués,limpioyfeliz,elchicoestáyaenlacocina,devorandotresrebanadasdepanconmantequilla,mojándolasendossucesivostazonesdechocolateconleche.Flammèche,ocupadaendardecomeralosconejos,nisiquieralehavisto.Grisónlegritaalpasar:
—¡MevoyalasruinasdelaMargelle!Ymarchaconunbocadillodepaté.Suspasossevanperdiendoalolejos.HadecididoseguirelcursodelCriarde,dejandoelcaminoMathieuylalindedel
bosquedeEpnoi,demasiadovisibles.Quiereactuarcondiscreción.¿Quiénsabe?Sialgunavezhuboallíuntesoroélseríaelúnicoendescubrirlo…Desdeluego,habránidootrosacavarporallíantesqueél,pero¿habránbuscadobien?Seríararoquenohubieraningún tesoro…TodoeloroqueJehanfuereuniendopacientemente,debiódeesconderloenalgunaparte.Sí. esverdadquenoesmásqueuna leyenda,pero,comodice el refrán, «cuando el río suena agua lleva».Además, las ruinas existen.Entonces,¿porquéno…?Porotraparte,soñarnocuestadinero.Inclusoauncuandonohubiesetesoro,siempreseríaposibleinventarseuno.
Porentrelashierbasylosjuncosqueleocultanalasmiradasindiscretas,avanzarápidamente He aquí la gran explanada con sus sauces nudosos y sus hileras dechopos. Allí, unas cascadas y hasta un pequeño salto. Casi hay que escalar. Escostososubirríoarriba,inclusoyendoporlamismaorilladelrío.
Alcabodeunahorahasubidobastanteyvefrenteaélelenormebosque,quesepreparaadevorarle.
Aesebosqueloconocemuybien,peronoporestaparte.Además,alrevésdeloque sucede al final del caminoMathieu, aquí, la zona prohibida no empieza en elbordemismodelbosque,sinomáslejos,aesodeunkilómetrodentroyadelbosque.
ElCriardehaexcavadoaquícomounpequeñobarrancoy,paraseguirelcursodelrío,hayquedesviarseunpocoysubira loaltode lagarganta.Unaodos ruidosascascadas vuelven a dejar al mismo nivel, algo más lejos, el río y el bosque. Depronto,elbosquesehacemenoscerrado,ydejapasoagrandespraderas,surgidasnosesabecómo.Enmediodelapraderasealza,siniestro,unárbolmuertosobreelquesehanconcentradocentenaresdegolondrinas.Eselprimersíntomadelotoño.Grisón
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sedacuentaentoncesdequealgunosárboleshanempezadoaamarillear.Talvezsedebaal calordelverano.Perono, tancercadelCriarde…¿Nohacía fresquitoestamañanaalsalirdelaChevanelle?Septiembre…
Peroyahemosllegado.Esverdad,elCriardesedivideendos.Yahíestálaislaqueesconde,sin lugaradudas, lasruinasde laMargelle.¿Cómopasarsinmojarsedemasiado?Elaguadebedeestarfría.Seguramentenoestámuylejoselmanantial;yunrío…unríonosecalientaprecisamentealpasarporunbosque.
Afortunadamentehayunpuentedemadera:dos toscasvigasquesoportanunostablonesseparados.Resbala,semueve,seinclina…Yaestáenlaisla.
Y,depronto,seoyeunamúsicaquedestacaapenasentreelruidodelrío.Grisónreconoceesamúsica.¿Noeslamelodíaqueoyólaotranoche,cuandoestabaensucuarto, la noche en que Prune fue a dormir a la Chevanelle? La noche de sucumpleaños. El débil sonido del caramillo viene del centro de la isla. Avanzandoprudentemente,elchicodescubreunaspiedrasqueapenassobresalendel suelo.Heahí las ruinas.Élesperabaencontrar lienzosenterosdemuros.Perono,matorrales,matorralesyescasaspiedras…
Yallí,recostadocontraunviejoroble,Basiletocandoelcaramillo.Nadamásoírlamelodía,GrisónsupoquesetratabadeBasile.
—¿Ya estás aquí? —dijo Basile, como si le estuviera esperando desde hacíatiempo.
—Bueno—dijoGrisón—,noesperabaencontrarteaquí.—Teníamosunacita—dijoBasile.¿Unacita?Perosinadiemehabíadichoque…¡Claroquesí,hombre!¿NoteacuerdasdelaleyendaquecontóanocheSammy?
Estabasegurodequeibasavenir.Estabaseguro.Pero—dijoGrisón—ha sido pura casualidad. Podría no haber venido, o venir
mañana…—Nodigastonterías…CuandounosellamaGrisónvieneenseguida.Nopuede
esperar.—Esverdad.—¿Quéotrositiomejorqueestaislaparaestar juntos, tranquilos,sinquenadie
nosvea?—¿Porquéesnecesarioquenonosveanadie?—Porquetetengoquedeciralgomuyimportantequesólotúdebesconocer.—¿Unsecreto?—Sí.—¿Referentealazona?—Sí.Peroven,vamosalfinaldeestapraderaMeencantasentarmeenlahierba.Salierondelaislaporelfrágilpuente.Basilehabíatraídounzurróndetela,que
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llevabaenbandolera.Sesentaronsobrelablandahierbaenunclarosoleado.GrisónmiróaBasile,esperandoquelerevelaraelsecreto.
—Bueno—dijoBasile—,setratadealgoqueserefiereatipersonalmenteyquepuede,incluso,cambiartuvida.
—¿Esalgograve?—preguntóGrisón,inquieto.—Grave, no. Importante, sí. Pero no se trata de nada malo, no, qué va, al
contrario.Másbienpuedeseralgomuybuenoparati…—Entonces,dímeloenseguida…—Escucha. La noche de tu cumpleaños, de tus doce años —seguro que lo
recuerdas—.Flammèchetecontóunahistoria.LahistoriadeunbebéquellegóunanochealaChevanelleyque,desdeentonces,yanuncasehamarchadodeallí.
—Esesoyyo.—Asíes.Tambiénsabesque,dosañosmástarde,lamamádeesebebémurióen
uncataclismoquedestrozólaciudaddeLaMorlaye.—Nosabíaelnombredelaciudad—dijoGrisón.—Puesbien—dijoBasile—esonoesverdad—¿Quéesloquenoesverdad?—dijoGrisónsobresaltado.—Elcataclismo,ciertamente,tuvolugarperotumadrenomurió.Estáviva.Una ligera brisa acarició los árboles y los hizo cantar. El sol empezó a brillar
fuerte,muyfuerte.—Tumadreestávivayestoysegurodequequisierareunirsecontigo.—Entonces…¿porquémehanmentidohastaahora?—No te han mentido. Es difícil hacer el recuento de los muertos en un
cataclismo.Además, tambiénhaydesaparecidos.Avecesno se losencuentrahastapasadosmuchosaños.
—¿Ydóndeestá?—preguntóGrisón.—Éseeselproblema—dijoBasile—.Estáalotrolado.—¿Alotrolado…delaalambrada?—Sí.—Entonces,siestáalotrolado,jamáslapodréver.—Sípuedes.—¿Perocómo?—Pasandotúalotrolado.—Peroesoesimposible.—Normalmente,sí,resultaimposible.Peroyodispongodetodoloquehacefalta
parapasar.—¿Vasahacerunagujeroenlaalambrada?—Yahay,enciertositio,unagujeroenlaalambrada.Yosoyelúnico,ocasiel
único,queloconoce.
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—¡Un agujero en la alambrada…!—murmuróGrisón—. ¿Y nadie se ha dadocuenta?
—Adecirverdad,noesexactamenteunagujero,esmásbienunapuerta.Escasiinvisible pues está hecha siguiendo lamalla de la alambrada.Y, desde luego, estácerrada.Pero,afortunadamente,yotengolallave…O,mejordicho,lasllaves.
Basilesacóentoncesdosllavecitasdesuzurróndetela.—¡Las llaves! —exclamó Grisón—. Entonces, podemos cruzar la alambrada.
Aunquehayunacosaquemepreocupa…—¿Cuál?—Puesqueparallegara lazonahayqueatravesar,sinquetecojan, la líneade
gendarmesSóloloheconseguidounavez…—Esverdad,esdifícil—dijoelpastor—.Pero,sinosponemosvariosalmismo
tiempo,podremosdistraersuatención.Además,tengounplan.—¿Cómoestuplan?—Bastará con ponerse de acuerdo con tu pandilla de amigos. Entre todos
despistaremosalosgendarmes,ytúmientras,pasarásconlasllavespordondeyotediga.
—PeroRaclotnuncaconsentiráenquepaseotroenvezdeél.—Notepreocupes,yahehabladoconél.—¡Noesposible!—Sí,estamañana.Yestádeacuerdo.Creoquenotienedemasiadointerésenir
solo.Además,élallínotienenadaquehacer.—Mejorasí.¿Cuándovamosaponerenprácticaesteproyecto?—Dentrodeunosdías.Desdeluego,antesdelcomienzodelasclases.—¡El comienzo del curso!…Grisón lo había olvidado. Pero, de pronto, se dio
cuentadequeibaaalejarsedeFlammèche,laChevanelle,Courquetainespormuchotiempo;acasoparasiempre.
—Esque—leconfesóaBasile—noquieroirmedeaquí.Tengomuchasganasdeconoceramimadre,peronodedejartodoesto…—hizoungestoqueabarcabatodasuinfancia.
—Hayunasolución.Puedequelogresconvenceratumadreparaquesevengaaviviraquí.
—Sindudaledebedegustarmásaquello,puestoquenosehaqueridoveniraquí.—Esodepende.Puedequequieraynopueda.Esposiblequeaelloslesseatan
difícilsalircomoanosotrosentrar.—¿Ycómosaberlo…?—Yendoallí.Poresotelohedicho.Selevantaron,dejaronlapraderaybajaronsiguiendoelcursodelrío,despacio.Y
llegaronhastacercadeCourquetaines.GrisónlepreguntóaBasilequéhabíahecho
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consusovejas,yelpastor leexplicóque,comoestabanal finaldelverano,habíanvenido muchos pastores para recoger sus rebaños y llevárselos a sus respectivasgranjas. Sammydirigía la operación.Antes de salir del bosquey ver el pueblo, separarondenuevoenunapequeñapradera.
—Tehetraídounacosa—dijoelpastor—.Mira,tevaagustar.Sacóunafotoqueobservóprimeroélconunasonrisa,y,luego,pasóaGrisón.—Estumadre.Grisón lacogióy laestuvomirandomuchotiempo.Sepusorojodealegría.La
caradeaquellamujer joven le sonreíacon tantadulzurayalegría…Tenía losojosclaros, el cabello bastante oscuro, unos rasgos sencillos, una impresión deequilibrio…
—Merecuerdaaalguien—dijoGrisón.—Claro,teparecesaellacomodosgotasdeaguaentresí…Ycomocadamañana
tevesenelespejo,ahora,sencillamente,tereconocesenlafoto.No,no—dijoGrisón—,separeceaotrapersona,aotrapersona…DespuésseladevolvióaBasile—Nohombre,esparati,teladoy—¿Deverdad?Gracias,gracias—Ademástehetraídootracosa.Elpastorabriódenuevosubolsaysacóunpequeñoobjetometálico.Selodioal
niño.—Esunsilbato.Anda,sopla.Grisónsopló,peronosaliónotaalguna.Basilereía.—No te extrañes, se trata de un silbato de ultrasonido. Nosotros no podemos
oírlo,perolosperrossí.PruebaestanocheconMerlín,yaverás…—¿Paraquépuedeservir?—Yaloveráscuandoestésenelotrolado.Grisónseguardócuidadosamenteelsilbatoenelbolsillo.—Todavíatengootracosa—dijoBasile,riéndoseanteelasombrodeGrisón.Abrió de nuevo su «bolsa de los tesoros» para sacar una tela de un blanco
luminoso.—¿Esoquées?—dijoGrisón.Basile desdobló la tela. Era un traje idéntico al mono azul celeste de aquellas
personasqueGrisónhabíavistoalotroladodelaalambrada.Solamentequeésteerablanco.
—Aquítienestutrajedemetropolitano—dijoBasile.—¿Mitrajedequé?—Deme-tro-po-li-ta-no.METROPOLI, así se llama el sitio adónde vas a ir, hijo.
Bueno, así la llaman ellos. Para nosotros, es la zona y siempre será la zona,
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¿comprendes?—Yellos,¿cómonosllaman?—Bueno,digamos…quenosllaman…ElPaísElevado.—¿Porquédicesesode«digamos»?Porquetambiénledanotronombre.Peronotelodiré.¡Novasasaberlotodoen
unsolodía!Yahablarásdeellocontumadre.Ellateexplicarátodoestomejorqueyo.Ahoratienesqueprobarteelmonoblanco.Tengoquesabersiteestábien.Seráloúnicoquellevesparaandarporallí.Tienequeestartealamedida.Venga,pruébatelo.
Grisóndesplegóeltraje.Enlapartedelanterahabíaunaaberturaconcremallerapordondepodíameterlaspiernas.Grisónsequitólacamisayelpantalónysemetióeneltraje.Sóloquedabanfueralasmanosylacabeza.Cerrólacremallera,sepusoelpasamontañasyestuvolistoparalaprueba.Basilelehizoandar,correr,saltar.Parecíaestarlealasmilmaravillas.Eramuycómodoylaplantadelpieestabareforzadaconunasuelainvisible.Dentrodeltrajenohacíanidemasiadofríonidemasiadocalor.
—Bueno —dijo Basile—, ¡ya estamos listos para la conquista de Metrópoli!Anda, ya está bien, puedes quitártelo. Además, no deben verte vestido de estamanera.Esonosocasionaríaseriosproblemas.
Grisónsequitóelmonoconpenaysevolvióavestir.—Estoycontento—dijoBasile—,el traje te estábien.Ahora, hijomío,yome
voyairporelcaminoMathieu.TúteirásaCourquetainessiguiendoelCriarde,pordondehasvenido.VealaplazadelLavaderoalascinco.Raclotteestaráesperandoallí.Tienequedecirtealgosobrenuestroproyecto.Enelfondo.Raclotestáencantadodequeseastúelqueintentelaaventura.
—¿Sí?¿Yporqué?—Porque, ya ves, últimamente le parecía que andabas rondando demasiado a
Prune.—¿Yo?¿Prune?¡Pero,sinuncahepensadoella…!Todavíasifuese…—¿Delphine?—¿Cómolosabes?—dijoGrisónponiéndosecoloradocomountomate.—Yoestoyalcorrientedemuchascosas.—Bueno,puessí,esDelphine—dijoGrisón.
SEHALLABANenplenasiega.GrisónhabíaestadocargandohacestodalamañanaenelcampodelosTissandier.Sobrelasoncesepusoalasombradeunahacinaparabeberun trago de limonada Delphine Tissandier, aparentemente buscando también lasombra,sereunióconél.Grisónsehabíatumbadoysedivertíacontandoloseructosque le provocaba la limonada. Delphine, sentada a su lado, lemiraba en silencio.Después de agotar todos los recursos de la limonada, el chico dejó de moverse.
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Empezóadominarleelsopor…—¿Racloteseljefedevuestrabanda?—dijoDelphine,sinhacerrealmenteuna
pregunta—.Ytúereselsubjefe,porloqueparece.Nohuborespuesta.—Eljefe,todoelmundolosabe,tieneunanovia,queesPrune.—Ya lo sé —refunfuñó Grisón, molesto por un rayo de sol que acababa de
aparecerporunladodelahacina.—Esextraño—continuóDelphine—:cuandotemirodecerca,encuentroquete
parecesaPrune.—¿Sí?—dijoGrisón.—Tieneslosmismosojosgrises…Escierto,losmismosojosgrises.—¡Bueno,yqué!—TienesuerteRaclot.Estodounjefe.Delphinesuspiróysetumbócompletamente.Grisónesperóunmomento:primero
abrió un ojo, después el otro.Delphine dormía o fingía dormir. Su pelo, rubio, deestopa,seconfundíaconelcolordeltrigo.Sudelantal,azul,seelevabasuavementeconcada inspiración.Sepuso juntoaella.Apenassehabíaacercadoaaquel rostrotantranquilocuandounpardebrazosvigorososseleecharonalcuello…
—¡Eresunestupendosubjefe!—dijoDelphine…
—¡BASILE!¡Basile!Yame…¡EsaPruneaquiénseparece!—exclamóGrisónconlafotodesumadreenlamano.
PeroBasile sehabía levantadodiscretamentee ibayaporelvalle, con supasotranquilodepastor.
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H13Asuntoconcluido
EVISTOaBasileestamañana—dijoRaclotencuantoGrisónsereunióconéljuntoallavadero
DelCriardesalíaunagradablefrescordehierbaysauces.Loschicoscomíanpanychocolate
—He hablado con el Marsopa —prosiguió— y está de acuerdo. La granoperación tendrá lugar el lunespróximo.Tenemosquevolver avernos el domingopor la tardeconBasileparaultimardetalles.Yahemosdecididoqueserás túquienpases. No tengo ningún inconveniente en ello, a condición de que nos mandesnoticiasdecuandoencuando.
—Peroesqueyonopiensoquedarmeallíeternamente…—Ya, pero no sabemos si podrás venir enseguida o al cabo de unos días, o de
unosmeses,omás.Túveráscómotelasarreglasallí.—¡Anda…miraquiénestáaquí!Era Prune que llegaba con su merienda, un gran trozo de tarta de manzana
chorreando mermelada por todos los lados. Raclot le dirigió una amplia sonrisamientrasGrisónlaobservabaatentamente.LostressemarcharonporlacalledelosValientes, pasaron delante del bazar y se miraron en el escaparate. Luego,discutiendo,sefueronhastalaplazadelayuntamiento.RobertfumabaunpuroenlapuertadelcafédelaClique,conlasmanosenjarrasylasmangasarremangadasmásarribadelcodo.Esperabaalosclientes.
Lostresamigosatravesaronlaplazaycogieronelcallejón.Separaronalbordedelagujero.Rafistoleestabaterminandosucuartillodevinoyseacababadeponerlachaqueta.Tirólabotellajuntoalasotras,subiólasescaleritasdetierrallevandosobresus espaldas sus célebres herramientas, y contestó al saludo que le dirigieron losniños.Mientraséstossesentabanalbordedelhoyo,conlaspiernascolgando,elpeóncaminero se fue camino del ayuntamiento. Subió por la calle de los Frailes, pasódelantedelmonumentoaloscaídosytorcióporlacalledelasGlicinias.Allí,alfinaldeunjardínllenodeortigas,seencontrabasuminúsculacasa.
Rafistole vio, al entrar en su jardín, que la puerta estaba abierta. AI principiopensó en un olvido suyo pero, haciendomemoriamientras caminaba por entre lasortigas, se acordó perfectamente de que la había cerrado por la mañana, al salir.Alguienhabía estado allí.Otra sorpresa: a través del sucio cristal le parecióver elresplandordeunaluz.Además,laviejapuertademaderaestabaentreabierta.
Al entrar en la única pieza que tenía la casa, retrocedió instintivamente: habíaalguiensentadoasumesa,yhabíaencendidosulámparadepetróleoaunquetodavíanoeradenoche.EsealguieneraBasile.
—¿Qué…quéhacesaquí?—farfullóRafistole.
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—Buenas tardes —respondió tranquilamente Basile—. Perdona que te hayaasustado.Perodejatusherramientasysiéntate.Tenemosquehablar.
—¿Qué tenemos que hablar? —preguntó Rafistole con un poco de inquietud.Guardósupalaysupico,sequitólachaquetayfueasentarsefrentealpastor.
—Puessi—dijoBasile—.Tengounnegocioqueproponerte.—Yonosénadadenegocios.—No importa. Verás. Pasaba estamañana por casualidad por el callejón yme
quedémirandotuzanja.Unabuenazanja,síseñor.—Esoesverdad—respondióRafistole—.Yallevoconellacuatrobuenosmeses.
Yaúnnoestáacabada.—Sí pero ¿sabes? —dijo Basile—. Yo encuentro que es una lástima haberla
hecho allí. Por ese lugar pasa poca gente.Merecía la pena que estuvieramás a lavista.
—¡Ah,peroesqueyolahehechoparamí!Nonecesitoespectadores.—Yasé,ya.Enfin,elagujeroestáahíynovoyaseryoquienlocambiedesitio.
Solamenteque,¿sabes?,encuentroquetienemuchovaloresaobra.Unvalorenorme.—Esmuyposible.—Yalocreoquesí.Ypiensoquepodríashacerotracosaenvezdeunagujero.Rafistoleserascólacabezaydijo:—Unpeóncamineroestáhechoparahaceragujeros.—¿Ysiyotecompraratuagujero?—preguntóBasile.—¿Miagujero?¿Quétúibasacomprarmeelagujero?—Exactamente—dijoelpastor,poniendosuzurrónsobrelamesa.Rafistolepensaba.—Miagujeronoestáenventa—dijo.—Yopondréelprecio—insistióBasile—.Tengomuchointerésenesazanja.—¡Perositúmecomprasmiagujero,tendréqueempezaracavarotro!—¡No,hombre!Conelpreciodeeseagujeroharásotracosa.Nosevaapasar
uno la vida haciendo todo el tiempo lo mismo. Y menos… cuando se tiene unafortuna.
—¿Unafortuna?—Sí, una fortuna. Si te lo compro, no va a ser por unos pocos billetes que se
esfumarían en quince días, como al guarda rural su paga. No. Con lo que te dé,tendrásparaelrestodetusdías.
Basilesacódelzurrónmuchosfajosdebilletes.Fajosymásfajos…—Noesposible…—murmurabaRafistole—.¿Quéquieres túquehagayocon
todaestapasta?¡Sevanacreerquelaherobado!—Siyoestuvieraentupellejonomepreocuparía.¡Qué!¿Estamosdeacuerdo?—¡Unmomento!Tengoquepensarlo.
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Estuvo pensando mucho tiempo. Basile veía por la ventana, adornada contelarañas,cómoibaanocheciendo.
—Bueno, de acuerdo—dijo al fin el peón caminero—. Ahora tengo una ideamejorqueladelagujero.Sí,muchomejor.
—Sabía que nos entenderíamos—respondió Basile con una amplia sonrisa—.¡Ah!,semeolvidaba…elagujeronoloquierotalycomoestá.Hayquetaparlo.
—¿Yvasapagarunafortunaporunagujeroparaluegotaparlo?—Sí,taparlo…perodeciertamanera.—¡Ya!¿Ycómovaaser?Habráquehacerlodenoche.Miproyectonoadmitecuriosos.Veráshacefalta…
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E
14Eldomingoporlanoche
RAUNdomingoporlanoche,sobreunbancodepiedra,enelpatiodelagranjadelosTissandier.
—Asípues,todoestámuyclaro—explicabaBasileatodalabandareunida—.Yaconocéis la táctica:movéis las ramas, actuáis torpemente, echáis a correr, pero sinentrar en la zona. Tú, Grisón, y tú, Prune, no tendréis que hacer nada en vuestroescondite:esperáisaqueyovayaabuscaros.Loharécuandoveaquelosgendarmesvantrasunafalsapista.Osindicaréelcaminoyechareisacorrerdefrenteenlínearecta.Llegaréis aungran robley, desde allí, veréis la alambrada.En la alambradahabráunabufandaroja,atada.Allíesdondeestálapuerta.Veréislasdoscerraduras.¿Habéisentendidoloqueosdijedelascerraduras?
—Sí—dijoGrisón…—Repite,aver…—Laprimeracerraduraestáa laalturadeunhombre.Laotra,muchomásalta;
poresotenemosqueirdos.—Esoes—dijoBasile—.¿YquéharáPrune?—La subiré amis hombros para que llegue a la cerradura de arriba.Meterá la
llaveyesperarámiseñal.—Bien.Pero¿porqué?—Porquelasdoscerradurastienenqueabrirsealmismotiempo;de locontrario
nofuncionan.—Exacto,¿ydóndeencontraréislasllaves?—Esonolosé…—Enlabolsaquehallaréisalpiedelroble—dijoBasile—.¿Quémáshabráen
esabolsa?—Mi mono blanco, dinero, un mapa, mis documentos de identidad, una carta
cerrada,chocolate…
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—Yelnombreylasseñas…—…delapersonaacuyacasatengoqueir.—Estábien.Elrestoesmenosimportante.—¿Y yo?—preguntó Prune—. ¿Qué pasará conmigo cuando él haya entrado?
¿Quiénmeenseñaráelcaminoparavolver?—Tú te quedarás tranquilamente al pie del roble —explicó Basile—. Será
cuestióndeunahoracomomucho.Yomismoiréabuscarte.—Ynosotros—dijoRaclot—,¿cuándosabremosqueGrisónhavencido?—Nolosabremoshastamástarde,cuandoveamosquenoregresa—dijoBasile
—.ÉlyPrunetienenunahoraconcretaparasaliryotraparallegaralaalambrada,yGrisóndeberáestardentroaesahora.Osdirélashorasmañanaporlamañana,enlareunióndelacabaña.Sialahorafijadanohapasado…¡malasuerte!Otravezserá.
—Después…cuandohayapasadolaalambrada,¿quétengoquehacer?—Saldrás del bosque y encontraras una carretera muy ancha. La sigues…
Llegarás a la entrada de una gran ciudad.Allí te será fácil preguntar la dirección.Especialmentellevandotumonoblanco…
—¿Yesoporqué?—Nadienieganadaalosquellevanunmonoblanco.Esunsignodedistinción.
Sonmuyespecialesesostrajesblancos.—Nosgustaríamuchoverlo—dijoDelphine—.¿Nolohastraído?Basilenosehizoderogarmuchoysacódesuzurróndetelaelmagníficotraje.
Lomiraronlotocaron,lopalparon…—¡Quésuertetienes!—dijoelpequeñoBrioche.—Noolvidéisquetodoestoessecreto—insistióBasile.—Tambiénnosgustaríaverelsilbato.—Yelmapa.—Ylosdocumentos.Les enseñó todo. Grisón sacó el silbato ultrasónico. Sopló silenciosamente. Al
instante,losperrosdelestablodelosTissandiersepusieronaladrar.—LoheprobadoconMerlín—dijoGrisón—.Daresultadosiempre.Ahorayase
haacostumbrado.—Vamosasepararnos—dijoBasile—.Osvaisairdeunoenuno,sinllamarla
atención.Desdeaquíesfácil,haymuchosárboles.Poresoheelegidoestelugarparaelensayogeneral.Grisónseiráelúltimo.¿Deacuerdo?
—Deacuerdo—dijoRaclot,queselevantóelprimero.Diounospasos,sevolvióparasaludarconlamanoydesaparecióenlaespesura.Yanoseveríanmásantesdela gran operación. Le siguieronBrioche, elMarsopa. Prune,Chenot y, por último,Jocrisse.Salíanysedesperdigabanporelcampo,comounosconspiradores,yendodeárbolenárbol,lamiradabaja,elairemisterioso.
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Delphine,comolareuniónhabíatenidolugarenelpatiodesupropiacasa,sefuealacuadra.SóloquedabanGrisónyBasile.
—Bueno—dijoBasile—, todoestáya listo.Deseocon todamialmaquesalgabien.Sino,evidentemente…Perosíquesaldrá,hemosatadotodosloscabos.Nohayningunarazónparaquefalle.
—Tengounpocodemiedo—dijoGrisón.—¿Miedoalosgendarmes?—¡Ohno,noeseso!Estoysegurodequenohabráproblema.Peroesqueallí,
allí,enMetrópoli…—Todo será muy fácil. Tú, déjate guiar. Hablarás lo menos posible para no
confundirteoponerdemasiadoenevidencia tudesconocimientodel lugaryde suscostumbres. Si te hacen preguntas, les enseñas la dirección adonde debes ir,haciéndolesnotarqueestásvestidodeblanco.Esdifícildeexplicar,¿sabes?Escomoelescalafón,aquí,entrelosgendarmes.Existeelgendarme,luegoelcabo…
—Elcabojefe,elteniente…—prosiguióGrisón.—Esoes,síseñor.Allítambiénhaycategorías.Cuantomásclaroeseltraje,más
altaeslacategoría.Creoquenovasaencontraramuchagentevestidadeblanco.Portodaspartesteprestaránayudayasistencia.Tumadreteloexplicará.Yatehedichotodoloqueteteníaquedecir.Ocasitodo.Flammècheestáalcorriente.Estácontentaporti,yasabes,yestáseguradequevolverás.Yotambiénloestoy.¿Notienesnadamásquepreguntarme?
—No.Creoquesé todo loquenecesito saber.El resto,yame lasarreglaré.Lacitaesalasdiez,enlacabaña,¿verdad?,
—Sí.Yesnecesarioquealasoncehayaspasadoalotrolado.Buenasuerte.—Graciasportodoloquehashechopormí.Esalgoquenuncapodréolvidar—
dijoGrisón—.Noséporquélohashecho,peroteloagradezco.—Seré el hombre más feliz del mundo si lo consigues. No olvides darle a tu
madrelacartasellada.—Mimadrenosabequevoy…¿Cómoselovaatomar?—Con alegría, conmucha alegría. ¡Imagínate!No te preocupes. Anda, se está
haciendodenoche.Tengoquemarcharme rápido.Túconmayor razón,puestoquetodavíatienesdoskilómetroshastalaChevanelle.
—¡Yaestoyacostumbrado!Basilepermanecióensilenciounbuenrato.Parecíacomosinotuvieraganasde
marcharse.—Grisón—murmuróelpastor.—¿Qué?—¿Sabrásguardarunsecreto?—Sí,claro.¿Todavíaotrosecreto?
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—Sí.Pensabadecírtelomañana, pero esposiblequeno tengamosunmomentotranquilo.Entodocaso,hastaquenopaseslaalambradatienesqueactuarcomosinosupierasnadadeloqueahoratevoyadecir.¿Seráscapaz?
—Sí.—Bien.Entonces,escúchame.UnavezquePrunesehayasubidoatushombrosy
hayáisabiertolapuerta,losdosalavez,saltaráatierraparairasentarsealpiedelrobleyesperarmeallí.¿Recuerdas?
—Sí.—Puesbien…¡deeso,nada!—¿Cómo?Hay una pequeñamodificación en el programa. Cuando la puerta esté abierta,
agarras a Prune por el brazo y te metes en la zona, arrastrándola contigo. Sólodespuéscerraráslapuerta.
—Pero¿porqué?—Aellanopodíadecírselo.Nosehubierapodidocallar.Perotúesprecisoquelo
sepas:Pruneytúsoishermanos.Grisónesbozóunasonrisaqueparecíaquenoibaaacabarsenunca.—No es raro que nos parezcamos —dijo simplemente—. Tenía que haberlo
adivinado…Y tengoque llevarla también…¡Claro…!También es sumadre.Oye,Basile,¿haspreparadodostrajes…?Pero¿dóndeestásBasile…?
Basile se había ido ya. Pero ¿por qué preocuparse? Seguro que tenía todoprevisto.
BUENASNOCHES,Grisón.Necesitabaveniradartelasbuenasnoches.Eslaúltimavez,antes demucho tiempo.Ya ves, el sol amanecerá para los dos, pero para ti no sepondráenlaChevanelle.
GrisónsediolavueltaensucamaysequedómirandoelrostrodeFlammèche,débilmentealumbradoporunalámparasepetróleo.
—Creoquevolverás—dijolamujer—.Unonopuededejartodoasícomoasí,yaverás.Esdifícil.Peropor loquehepodidoentendernovendrásantesdeunmesodos.Si,cuandoestésallí,algunavezteacercasalafrontera,notienesmásquetocarel silbato. Soltaré el perro.Ahora, duerme.Yno olvides que también hay alguien,apartedemí,queteestaráesperando:Delphine.Buenasnochesymuchasuerte.
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H15¡Victoria!
A LLOVIDO toda la noche, y esta mañana el sol no ha podido atravesar esacorazadenubesquedan alPaísElevadoun aspectoverdaderamenteotoñal.
Un viento frío sacude los quejumbrosos matorrales, y las copas de los árboles semuevenentodoslossentidos.Decuandoencuandocaeunligerochaparrónfresco.¡TantocomolohubiéramosdeseadoenJulio…!
Beaurasseenfurruñadentrodesuuniformequedejapasarelaire.GruñecontraelGobierno,quetodavíanohadadolaordenparaponerseloscalentitosuniformesdepaño.Claroquetodavíapuedenvenirdíasbuenos.
Ni siquiera puede uno sentarse, la hierba está mojada. Chazal ha llegado estamañanaconuncubollenodemoras.EsunbuentipoesteChazal.Enestemomentoestáechándosealientoensusdedosy,decuandoencuando,echaunacarrerita.Esfrioleroestejovenzuelo.Bueno,realmentenovendríamalunasopitabiencalentita.Elcabosearrepientedenohabersetraídocafé,comoayer,domingo.
Porquecuandolahierbaestámojadasequedantanfríoslospies…¡Hombre!,ahíllega Gustave, el guarda rural. Seguramente va a coger champiñones. Como tienederecho a darse una vueltecita por el bosque de Epnoi, aprovecha para cogerchampiñones. Ahora saluda a sus viejos amigos de la gendarmería y desaparecedespuésentrelamaleza.
—¿Quéhoraes?—preguntaBeauras,cuyorelojestásiempreparado.—Lasdiezycuarto,cabo.—¿Ya? Entonces, los bocadillos, rápido, y que cada uno vuelva a su puesto.
Nunca se sabe… Hoy no es día para curiosos ni mirones, pero puede haber unainspección. Es verdad, las inspecciones suelen ser los lunes. Los inspectoresdescansaneldomingoyatacanalcomienzodelasemana.
Losbocadillosyahansidodevorados,ylosgendarmesreanudansuvigilanciaenlalindedelbosque.Beaurasbostezadeaburrimiento.«Lasdiezymedia.¡Sialmenoshicieraunpocodesol!Oye,quenoesmuchopedir,unrayodesol…¡Oh…!,parecequealgosemueveporallí.¡Eh,eh!Elvientosehacalmadoyenesebosquecillodeabeduleslasmatasnoparandemoverse.¿Unperro?,¿unavaca?No,másbienpareceunchico.Hacíamuchoquenoseveíaporaquíaesoschavales.Conelmiedoquelemetí al chicodeFlammèche,no sehabránatrevido…Pero ¡santocielo!, sihayunmontóndecríos…dos,tres,cuatro…Ysearrastrandejandoversustraseros…¡Ji,ji,ji!».
—¡Cabo!—¿Quéocurre?—Quetenemosgentealaderecha,alotroladodelcaminoMathieu.—Esomismoestabaviendoyo.Tráigamemisgemelos.
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El gendarme Méchalot sube al puesto y vuelve en seguida con los gemelos.Aprovechaparaecharélantesunamiradita.
—Tenga,cabo.—Gracias.Veamos…¡Anda,éseesRaclot!¿Saben?,elhijodeRaclot,elde la
granjalavadero.Leconozcoporsupantalóngrisconungranparche.¡Caray!,aésosno les importa mojarse. ¿No podían haber elegido otro día? Mira que con estetiempo… En fin. ¡Ah, pero si es el campeón de natación! El pequeño… esto…bueno…esdecir…¡si,hombre!,ése…
—¿ElquellamanMarsopa?—¡Elmismo!Anda,noveoaGrisón.¡Quéraro!Bueno,puedequedesdelaotra
vez, prefiera quedarse al margen. De todas formas me extraña. ¿Aquél, quién es?Caramba,siesunachica…Estosíqueesbueno.Andaquecomoseantantestarudascomoloschicos…¡Ji,ji!,tambiénestáelgordodeJocrisse.Hastadisfrazadodepinose le reconocería a cien leguas. ¿Pero qué demonios hacen ahora sacudiendo losárboles de esa manera…? La niña es la pequeña de los Tissandier. No…, lapenúltima.Lapequeñaesmásbajita. ¡Hala!,eldesfileaúnnohaterminado.Ahoralleganotros…,elhijodeAlphonse…¡Ahíva,elmismísimohijodelalcalde!Estolevaacostarcaro.Cuandosupadreseentere…Escurioso,hoynovanporelsitiodecostumbre.Vanporelsur.¡Bah!,puedeque,despuésdetodo,novenganalazona.Loquenospasaanosotrosesquetenemosdeformaciónprofesional…Sí,señor,sonbuenoschicos.Ytampoconosvamosaenfadarconellosporqueseancuriosos.Sino,noseríanjóvenes.
—Esverdad,cabo.—Hayquevercómoéramosnosotros,¿eh?—¡Ja,ja,ja,ja!—¡Ja,ja,ja,ja!—Menudostíoséramos,¿eh?¡Ja,ja,ja,ja!—¡Ji,ji,ji,ji!—¡Jo,jo,jo,jo!—¡Ja,ja,ja,ja!—Menudostíos…—¡¡Cabo!!—¡Ja.ja.ja…!¿Diga?—Queya están en la entrada del bosque. ¡Bueno, y qué!Están en su derecho.
Mientrasnocrucenellímitenoselespuededecirnada.—Quizáfueseconvenientequemedejasever.—Esosíqueesverdad,gendarme,déjesever.Méchalotsedirigióapasoligerohacialosniños,comosifueraaarrestarlos.—¡Quéraroes todoesto!—murmuraelcaboBeauras—.Ahoraseescondenal
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ver aMéchalot.Desde luego, estos críos quieren hacer algo.Nadie se esconde sinmotivo. No me gusta nada esto… No entiendo por qué ahora se dejan ver tanto.Puedequequierandistraer nuestra atenciónmientras que…¿Eh? ¡Haygente en elbosque!¡Alto!¡Alto!
—¡Calla,hombre,quesoyyo,Gustave,quevengodecogerchampiñones!—¿Hascogidomuchos?—¿Muchos? ¡Ya, ya!Coge tu silbato y ven—dice el guarda rural. Beauras le
sigueaduraspenas.—Túdirás…—Heencontradodos champiñones gigantes: un chico y una chica dentro de la
zona, aunque te parezca imposible.Bueno, date prisa, yo no los puedo arrestar, túsí…Porahí…yasehanmetidoenelbosque.Túveporladerecha.
Beaurashasacadosusilbatoyestásoplandodesesperadamente.Correenmediodeunestrépitodehojasyramassecas.
—¡Condenados críos! ¡Son de lo que no hay! ¡Quietos o disparo! ¡Ah!, ya losveo…Enmenudoslíosmemeten,yaellosnolesimportaniunpito.
¿Y si hubiera una inspección, eh? ¿Qué cara iba yo a poner, con esos chicosdentrodelazona…?¡Ay!,peroyotambiénhellegadoallímite.Yanopuedoseguir.¡Semeescapan!¡Semeescapan…!
Beaurasdeja lapersecuciónsofocadísimo.Creequeya levanadejar tranquilo,pero¡ay!,quéequivocadoanda…Susdificultadesnohanhechomásqueempezar.
—¡Atiza!¡Unainspección!Enseguidalohacomprendido,alvereldestacamentoespecialdelagendarmería
alladodesucabañay,delantedeésta,cuidadosamenteaparcado,elúnicoautomóvildelaCompañía.
—¡Estoy perdido!—murmura—.Amenos que no se hayan enterado de nada.¿Qué hago? ¿Les digo? ¿No les digo? Si se lo digo, tendré un punto negativo.¡Imagínense! Unos críos dentro de la zona… Ellos son los que deberían cogerlosporque ellos pueden llegar hasta donde quieran dentro del bosque. Si no les digonada,nivistonioídoPeroperderemosnuestraautoridadalafuerzaDetodasformas,a los críos estos los vamos a arrinconar contra la alambrada. Y no tendrán másremedioquevolver,comoGrisónelotrodía…Asíquemecallo…
—¡CaboBeauras!—¡Asusórdenes,micapitán!—¡Inspección!Beaurassecuadralomásfirmequepuede.—Cabo,hoyestáusteddemalasuerte…—¿Yeso?Esto…micapitán…,porque…yonoveonada…—Puesyosí,yosíqueveo.Veoatodosesoschavalesqueacabamosdedetener
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enellímitedelbosque…—¿Enellímite?Nosotrosnotenemosderechoa…—¡Oh,perosino lesacusamosdenada!Sólode reírsedenosotros…Además,
tienenmuchascosasquecontarnos…Usted,cabo,sevaaquedarconlabocaabierta.Una patrulla de gendarmes llega en esemomento con algunos chicos. Beauras
reconoceaJocrisse,Raclot,Delphine,Chenot,elpequeñoBrioche…—Había más—prosigue el capitán-inspector—. Nuestros hombres están en la
zonaconlosperrosylosvanatraerdentrodepoco.—Grisónylaniña—refunfuñaBeauras.—Exactamente, cabo. Mientras les esperamos, vamos a iniciar un pequeño
interrogatorio…Losprisionerossemiran,conlacaradescompuestaNingunoosaabrirelpico.A
lolejos,enelbosqueseoyensilbatosyladridos—¡pobrePrune,pobreGrisón!—y,loqueesmásgrave,disparos.Sí,disparos…
—Poraquí,misqueridosamigos—diceelcapitánconironía.LosgendarmeslosconducenalacabañaendondeGrisón,unassemanasantes…
Sesientanenelbanco.—Bueno,¿queréisdecirnosahoramismoquehacíaisporaquí?—Estábamospaseando—diceRaclot.—Bonitopaseo,síseñor:unbosquemedioquemado,unoscartelesprohibiendoel
paso…¡Hala!,decidnoslaverdad.Intentabaisdespistarnos,¿no?Despistarnos…—Estábamospaseando—repitióRaclotlevantandolacabeza,desafiante…—Bueno,comoqueráis.Estabaisdandounpaseíto…¿Ylosquehanentradoen
lazona?—Ésosnoestabanconnosotros.—Perolosconocéis.—Claro,soncompañerosdeclase.Esoestodo.Enesemomentoentraenlacabañaungendarme.—¡Micapitán,hayunhombreconellos!Losniñossemiransuspirando.Seoyendisparosporelladodelallanura.—¿Quéhoraes?—preguntaBeaurasaungendarme.—Esto…lasdiez.No…lasoncemenosdiez.Menoscinco.Bueno,porahí,más
omenos.—Gracias.Beaurashasalidodelacabaña.Noquiereoírelinterrogatorio.Enrealidad…le
importaunrábano.Allálejos.Basilecorreconsucapaalviento.Ledisparan.Nolecogerán,deesoBeaurasestáseguro.Seechaelquepisparaatrásyserascalafrente.¿Quévaaserdeélahora,conunpuntonegativo?¡Bah,nadiesehamuertoporeso!Aunquepodríaretrasarsunombramientodecabo-jefe.¡Cerdosdecríos!
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¡CORRE,Prune,corre!—Estoyhaciendotodoloquepuedo…Elcaminoestállenoderamas.¡Ay!,que
mehecaído.Para esta ocasión se ha puesto a propósito unos vaqueros y botas un poco
grandes…Resoplancomofuelles.Atrás,todavíalejos,ladranlosperros.—Di,Grisón,¿creesquehabráncogidoaRaclotyalosotros?—Ni idea. Date prisa. De todas formas, no ha salido bien. No han podido
despistarlos.Escucha.—¡Silbatos!—Sí,vienenpornosotros.Seacercan.¡Aprisa!¡Corre…!—Tengounapunzadaenelcostado…—¡Noimporta,corre!Sinembargo,todohabíaempezadobien.Sehabíanreunidoalasdiezenpuntoen
lacabaña.Basile les había repetido, una vez más, las instrucciones más importantes.
Después sehabían separadoendosgrupos.El pastor,PruneyGrisónporun lado;todos los demás, por el otro. Mientras éstos últimos atraían la atención de losgendarmes, Basile se había colado por un sendero solamente conocido por él,encaminandoaPruneyGrisónendirecciónalaalambrada.Mientraselpastorvolvíaalcomienzodelbosque,losdosniñossemetíanbosqueadentro.Lamalasuerteleshizo toparsedenaricesconGustaveParmans,elguardaruralqueandababuscandochampiñones,yquisoademásqueprecisamenteesedía,hubieraunainspeccióndelaCompañía,conelementossuficientesyautorizadosparaoperarmásalládeloscienmetrosreglamentarios.
PeroPruneyGrisónseacercabanyaalaalambrada.—¡Venga,aprisa!—insistíaGrisón—.Aúnfaltancienmetros.Dateprisa,quelos
perrossenosechanencima.—Notendremostiempodeabrir…—Nosé,perohayqueintentarlo.Aúntenemosposibilidades.—¿Yquévaaserdemí?—dijoPrune,inquieta.—¿Quédices?—Pueseso,quecuandotúhayaspasadoyanotendráspeligro,peroamí,amíme
cogerán.—Notepreocupes,tengounplan.Anda,acelera.Alvolversepodíaveryaalos
perseguidoresqueaduraspenas lograbansujetaraquellosenormesperros.Pero,enseguida, justo delante, apareció la alambrada. A la derecha del camino había unenorme roble, varias veces centenario, y al pie del roble estaba la bolsa de tela.Grisónlacogióalacarrera.ConlaotramanotirabadePrune,quetropezabacadados
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portres.—Rápido…Elpañuelorojo…¿Loves?—Ahí…Ahíestá—exclamóPrune.Grisóndejólabolsaalpiedelaalambrada.Losgendarmesestabanamenosde
cienmetros.Lesgritabanquesedetuvieranydisparabanalaire.—Rápido,cogeesallave.¿Latienes?—Sí.—Venga,queteaúpo.Sube.Lasubiósobresushombros.—Yaestámetidalallave—dijoPrune.—Vale,lamíatambién.Atención,voyacontartres.Uno…,dos…,tres…Giraron la llave al mismo tiempo y la puerta se abrió. Producía una curiosa
sensación ver aquel agujero abierto delante de ellos y poder pasar sinmásal otrolado.Perolosprimerosgendarmesestabanyacercadelviejoroble.
—¡Anda,Prune,salta,salta!Saltóatierra.EntoncesGrisónlaagarrófuertementeporelbrazo,cogiólabolsa
detelaycruzólapuerta.Tirabadelaniña,sinmiramientos—Pero, Grisón, ¿qué haces? ¡Estás loco…!Yo no puedo ir contigo, no era lo
previsto…Ademásyonotengonada…—¡Venga!Nodiscutas.Unavezqueellahubopasado,volvióacerrarlapuertadelaalambradaysetiró
alsueloconPrune,detrásdeunárbol.—¡Yaestá!—dijo—.Seacabó.¡Hemosganado!Losgendarmessedetuvierondelantedelaalambrada,quelosperrosolfateaban
ladrando.Nopodíancontinuar.Yaunquehubieranpodidocontinuar,seguramentenolohabríanhecho.
—Dagustorespirarunpoco—jadeabaPrune—.Estamosasalvo.¿Vasaesperaraquesehayanmarchadoparavolvermeapasar?
—Imposible—dijoGrisón.—¿Porquéimposible?—PorquenovasavolveraCourquetaines.—¿Qué?¿Yquévaaserdemí?—Tútevienesconmigo.—Pero…¡sinohemosavisadoanadie!MevanaestaresperandolosRousselot,
y…—YRaclot,¿verdad?—Nomereferíaaeso…—Puessí,hija,todoestáarregladoya,notepreocupes.¿Nomecrees?Mira.Abriólabolsadetela.
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—¿Vesestemono?—Sí,teserviráparaandarporlazona.—Eso es. Pero aquí hay otro. ¿Te extraña? Mira, es un poco más pequeño,
exactamentetutalla.Y,luego,estecarnédeidentidad.¿Ves?Eselmío,¿veslafoto?—Sí.—Puesbien,ahoramiraestospapeles.—¡Perosisoyyo!—¡Naturalmentequesí!—Esverdad,Basilemesacóunafotoelotrodía.—Comoverás,todoestabaprevistodesdehacetiempo.—Pero¿porqué?¿Porqué?Grisónse levantó,hizo levantarseaPruney,cogiéndole lasdosmanos, lamiró
fijamentealosojos:—Lapersonaquevoyaver—dijo—,esmimadre.Lahanencontrado.Viveaquí.
Ahoratelopuedodecir.Ysitútambiénvienes,esporquetambiéntúvasareunirtecontumadre.
—¿…?—Sí…esto…enfin…noshaocurridounpocolomismoporque,¿sabes…?,tu
madreymimadreson…lamismapersona.Yosoytuhermanoytúeresmihermana.Esoes.
NuncahubieracreídoGrisónquefuesetandifícildarunanoticiasemejante.Enfin,yalohabíadicho.
Pruneabriótodavíamássusenormesojosgrises.Sequedómirandolasmanosdelchico,queagarrabanfuertementelassuyas,ysediocuentadequeestabatemblando.Opuedequefueraélquientemblaba.
—Eresmi hermano… eresmi hermano…—repetía como si tuviesemiedo deolvidarlo.
—¡Ypensarquehemosvividoasítantosañossinsaberlo!,ytancercaelunodelotro—murmuróGrisón.
Luego,lacogióporelcuello.—¿Sabes?—añadió—.Yotampocolohesabidohastaayertarde.Mehacostado
mucho ocultártelo; tanto como decírtelo. Es curioso. Pero ven, no nos quedemosaquí…
—Losgendarmessehanido—dijoPrunemirandohacialaalambrada.—Es lo mejor que han podido hacer Pero nosotros, ahora que estamos en
Metrópoli, tenemos que tenermucho cuidado.Anda, ven…Todavía nos queda unlargorecorridoyyonotepuedodecirnadamás.Escondámonosaquíparaponernoslosmonosblancos.
—¡Grisón!
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—¡Chis!Hablabajito…¿Quépasa?—¿Encontraremosmásgendarmes?—Nosé.Dateprisa.—Micremalleraestáatascada.—Espera,tevoyaayudar.Ya.¿Estábienasí?—¿Nohayzapatos?—No.Nohacenfalta.Anda,yaverás.—¡Formidable!—dijoPrune.—Bueno,ahorasigamosestecamino.Los dos nuevosmetropolitanos anduvieron durante cincominutos y llegaron a
unallanura.
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16Aquísiemprepareceotoño
RACOMOsihubieranllegadoalasorillasdelmar.Lallanuraseabríasinlímitesantesusojos.Todoeragris.Elcieloylatierraseconfundíanenunaespeciede
brumaenmediodelacualelsolparecíacomoundiscosinresplandor.Alolejos,allápordondedeberíaestarelhorizonte,seapiñabancentenares,millaresdebloquesdediversostamañosque,sinduda,erancasas.Aquellainmensaciudadocupabatodoloquelavistapodíaabarcaraderechayaizquierda.
—¿Quéeseso?—preguntóPrune.—EsMetrópoli—respondióGrisón.—¡Esenorme!—Sí,esenorme.—¡Perosivivensumergidosenlaniebla!Sequedaroncincominutosmirandoperplejos, sinungesto, sinunapalabra.El
caminoqueleshabíaconducidofueradelbosquesehabíaconvertidoenunacarreteraasfaltadaquedesaparecíaalgomáslejosenunaanchacurvaencajonada.
Unos bosquecillos adornaban la suave pendiente de la colina, en cuya cima seencontraban los dos niños. Unos cuervos pasaron en bandada. Se oía el canto delcuco.
—¡Ven! ¡No nos quedemos aquí!—dijo Grisón cogiendo a su hermana de lamano.Yecharonaandarporlacarretera.
Hacía calor, bastantemás que por lamañana temprano. Además, eran casi lasdoce.AquílahierbanoestabahúmedayparecíamenosverdequeenCourquetaines.Lacarreteraseibaensanchandoamedidaquebajabalacolina.Lostaludesdecadaladoerancadavezmásaltosy,menosenlascurvas,ocultabanelhorizonte.
Cuandohabíancaminadounabuenahora,Grisónseparó.—¡Mira!Unautomóvil.
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—Estáparado—dijoPrune.—Pasaremoscomositalcosa.Despuésdetodo,notenemosnadaquetemer.—¡Oh!Hayalguiendentro…—Disimula…Yhablemoslomenosposible.Sigamos.Continuaron andando. El coche estaba estacionado al borde de la carretera,
pegadoaltaluddeladerecha,aunoscincuentametros.Alaproximarse,seabrióunapuerta.
—¡Cuidado!—murmuroPrunequedándoseinmóvil.—Notepongasnerviosa,vasaconseguirquesefijenennosotros.Siguieronandando.Unapersonasaliódelautomóvil,cerrólapuertaysedirigió
hacia los niños, quienes se detuvieron.Era unamujer vestida conunmonoblancoidénticoaldeellos.Seacercabacadavezmásyellosnosabíansiecharacorreroqué.
Pero, a unos metros, también ella se paró y sonrió abiertamente. A Grisón elcorazón legolpeaba fuertementeenelpecho.Unasgolondrinasestabanposadasenunárbolseco,piando.Algomáslejos,unconejodiotresbrincosenlacarretera,miróhacia donde estaban ellos, dio otros tres saltos y desapareció entre la maleza. Unligero viento removía unos matorrales. De pronto, la mujer se quitó la capucha,dejando ver sus negros cabellos. Grisón, instintivamente, había agarrado la manoizquierdadePruneylaapretabafuertemente.
—Esella—murmuró.Pruneseescondióunpocodetrásdesuhermano.—¿Prune?¿Grisón?—preguntólamujer.Laactituddelosniñossesuavizóunpocoy,porfin,fueronasuencuentro.Ella
lesabriólosbrazosy,cuandoestuvieroncerca,pusounamanosobrecadacabeza.—¿Nomehabíaisreconocido?—No—contestaron.Ellasequedóuninstantecontemplandolasmiradas,quesefijabanenella.—¡Buenosdías!—dijoderepenteGrisón.—Buenosdías,señora—dijoPrune.Ellalosbesó,empezandoporPrune.—Todoestoosparecerámuyextraño,¿no?Amítambiénmeloparece—dijola
madre.Losniñosnosabíanquédecir.Cadavezhabíamásgolondrinasenelárbolseco.
Tambiénellasestabancalladas.—Oshe reconocidoenseguidaporque tenía fotosvuestras…Laúltimavezque
nosvimoseraisunosbebés.¡Vayasihabéiscambiadodesdeentonces!Soisguapos…muyguapos…
Otroconejoatravesólacarreteraatodavelocidad.Loscuervoscruzabanelcielo
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amuchaaltura.—Oshabráextrañadovermeaquí—continuólamadre.—Esque—dijoGrisónconunavozronca—nosabíamosque…túfuesesavenir
aesperarnos—dudóantesdedecir«tú».Prosiguió—:Nosabíamosqueestuviesesalcorrientedenuestra…visita
—VeoqueBasilenooshacontadotodo.Esnormal.Porquesioshubierancogidolosgendarmes…Cuandonosesabenada,nosepuededecirnada.Peronovamosaquedarnoscharlandoasíalbordedeunacarretera,aplenosol.Mefiguroquetendréissed,¿no?
—Pues…sí.—Subamosalcoche.Subieronlostres.Erauncochemuchomásgrandequeeldelagendarmería,más
incluso que el queGrisón vio el día en que descubrió la alambrada. Saura (así sellamabasumadre)abrióunacajaquehabíadetrásdelosasientostraserosysacótresvasosyuna jarra.Bebieron.Losniñosnuncahabíanbebidonada semejante.Teníacolornaranjayunsaborquerecordabaalavezalatisanayallimón.
Los asientos traseros del coche eran giratorios para que los pasajeros pudieranversedefrentesilodeseaban.Porejemplo,siqueríanjugaralascartas.Peronoeracuestióndeesoahora.Sauranohacíamásquecontemplarasushijos.Nosehabíanvisto desde que había dejado a Grisón en casa de Flammèche y a Prune con losRousselot. SiGrisón la había reconocido había sido gracias a la foto que le habíadadoBasile.
Losniñosnosemovían, todavíabajoel impactodelaemoción.Nohacíanmásquedarvueltasasusvasos,sinsoltarseahablar.Sauratomólapalabra:
—Creo que ya habéis tenido suficientes emociones hoy. Seguro que tenéishambre,¿verdad?Vamosacasa.¿OshahabladoBasiledeella?
—No, no nos ha dicho nada. Ni siquiera sabíamos que Metrópoli fuese unaciudad tan grande. Para nosotros, todo lo que estaba detrás de la alambrada era lazona.
—¿Metrópoli una gran ciudad?—dijo Saura casi riendo. Lo que vais a ver esmuchomásquetodoesto.Ciertamentehanguardadobienelsecreto.
—Pero—dijoPrune—,¿porquétenéisqueestarencerradostrasunaalambrada?—¿Encerrados nosotros? —y esta vez Saura se echó a reír—. ¡Encerrados
nosotros!¿Porquécreéisqueestamosencerrados?—Muysencillo—dijoGrisón—,porqueparallegarhastaaquíhemostenidoque
burlar un cordóndegendarmesy atravesar la alambradaqueos rodea…que cercavuestraciudad.
—¡Perosisoisvosotros losqueestáisrodeadosdealambrada…!Aunque,claro,eso no os lo podíais ni figurar… Os explicaré todo… Al fin y al cabo, tarde o
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temprano teníaquedecíroslo.Sencillamente, elPaísElevado,dondehabéisvivido,Courquetainesytodoeso…es,simplemente,unareserva.
—¿Qué?¿Unareserva?La memoria de Grisón se iluminó de golpe. Recordó las palabras de Basile y
cómonoquisodecirle elotronombre conque llamaban losmetropolitanos alPaísElevado.Ahora comprendía lo de reserva. Como en las películas que había visto:reserva de indios, reserva de animales. ¡Una reserva! ¡Toda su infancia en unareserva!¡Elcampo,lospueblos,elbosque,laspraderas…todoesoeraunareserva!
—Si—dijo Saura—. Una reserva. Es grande, fijaos: trescientos kilómetros delargopor doscientos de ancho.Másque suficiente para poder vivir.Esa reserva escomounpequeñopaísprotegidoporunafrontera,unaalambradainfranqueable…ocasi.Esoestodo.Allíesdondehabéisvividohastaahora.
—Es increíble…Yyoquecreíaque todoelmundoera comoCourquetaines…quelaalambradaencerrabaalgúnmisterio.
—Mira por dónde tú eras el que estaba encerrado…Aunque, ¿sabes?, tambiénnosotrosestamosencerrados.
—¿Cómo?—Cuandoselevantaunaalambradanoseconstruyeuna,sinodosprisiones.La
prisióndelosdedentroy,otramásamplia,laprisióndelosdefuera.Prunehabíaescuchadoatentamentelaconversaciónsindecirnipío.Susojosiban
delunoalaotra.Nodabacréditoasusoídosniasusojos.Luego, Saura dio la vuelta a su asiento para ponerse frente a los mandos del
coche.Seprodujounligerosilbido,elcocheparecióqueselevantabadelsueloy,sinsacudidas,arrancó.Notabanqueavanzabansóloporelhechodeverpasarelpaisaje.
Porlaampliacarretera,bienasfaltada,elcochebajabalacolina.Ladecoraciónnoeramuyvariada:hierba,secaenalgunossitios,unosárbolesescuchimizados,algunosde los cualesparecíanmuertos, yunas rocas enormes a lasquedebíadedargustotrepar.
Al llegar al valle, la niebla desapareció completamente y pudieron apreciar losdetallesdelosgrandesrascacielosqueconstituíanlaenormeciudad.
Mientras Saura conducía, no habían hablado nada; pero estaban dispuestos ahacerlemuchaspreguntasencuantofueraposible.
Derepente,sucarreteradesembocó,comounrío,enunainmensaredenlaquecirculabanotros automóviles,quepasabanavecesmuycercaunodeotro.Aquellaavalanchasehacíamásespesaamedidaqueunoseacercabaalosaltosedificios,quecadavezparecíanmáspróximosymásgrandes.
Grisón y Prune vieron entonces que las viviendas no tenían cinco o diez pisoscomoparecíadelejos,sinocomouncentenar.Alfin,cuandopensabanhaberentradoya en la ciudad, cuando creyeron que iban a pasar junto al primer rascacielos, un
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subterráneo lesquitó todode lavistay seencontraronenunascalles situadasbajounasplacasluminosas,yendondecirculabaunnúmeroincreíbledecoches.
—Porlaciudadestánprohibidosloscoches—explicóSaura—.Vamosadejarloenunaparcamientoyasubiranuestrorascacielos.
Sequedaron sorprendidos al descubrir que el aparcamiento, en realidad, no eramásqueunainmensaexplanadasombríadondedormíaunainfinidaddeautomóviles,cuidadosamentecolocadosenfilas,porbarrios…
Estacionó su coche junto a otros muchos. Bajaron todos, y Saura aconsejó aGrisónquedejarasobreelasientosubolsade telagrisde laquehastaahoranosehabíaseparado.
—Vamosaalmorzarenunrestaurante—dijolamadre.Para ellos, un restaurante era una sala con veinte o treinta plazas, como, por
ejemplo, el de Robert, donde servíanmenús impresionantes, platos especiales quenuncacomíanencasa:polloalvino,pavo,truchasconalmendras…
Despuésdehabersemetidoenunaespaciosajaulametálica,quesecerrótrasellosysepusoavibrarsinsaberporqué,salieronalairelibre;sepreguntabancómohabríapodidocambiarladecoracióntanbruscamente.Esqueeralaprimeravezensuvidaqueutilizabanunascensor.
Unavez fuera,pudieroncontemplarasusanchasaquellos inmensos rascacielosque ocultaban el sol. Por las calles, parecía que era de noche; incluso amediodíaestabanencendidaslasfarolas.
SiguiendoaSaura.aquiennodebíanperderdevistaenaquellaberinto,entraronenunaespeciedevestíbuloiluminado,cogieronotroascensorquelessubióhastaelpiso cuarenta—podían leer la sucesión de los pisos en una pantalla— y, por finllegaronalrestaurante.
Desdeluego,estonoseparecíaennadaalcafédelaClique.Además,losniñossedieroncuentadequelasmismaspalabrasnosignificabanlasmismascosasenelPaísElevadooenMetrópoli.EnCourquetaines,uncoche erauncarro tiradoporunoovarioscaballos.Aquí,eraunautomóvil.Lomismoocurríaconelrestaurante:aquíconsistíaenunainmensasalaconcolumnasportodaspartesycongrandesventanalesquedabanaunasterrazasrepletasdejardincillos.
—Estoesmaravilloso—dijoGrisónenlacoladeespera.—Sí,todoestánuevo—añadióPrune.Acadacomensalledabanunabandejaenlaquehabíacincopaquetitosenvueltos
en papel de aluminio. Parecían tabletas de chocolate desprovistas de su primeraenvoltura,peromáspequeñasymásgruesas.Ademásdeeso,unaespeciedejarritadeaguacontresbotones.
—Cuidado,esfrágil—dijoSaura.Seinstalaronenunamesaverdeenlaquehubierancabidoholgadamenteseis.
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—Voyaenseñaroscómoseusaesto—dijolamadre—.Esfácil.Ledaisalbotónrojodelabotella—asíllamabaalajarra,aunquenoseparecíaennadaalasbotellasque había en los Ultramarinos Reunidos— y ¡cuidado!, que el agua empieza acalentarse.
Mientras esperaban, quitaron los envoltorios de aluminio y los tiraron en unapapelera.Cuandoelaguaestuvocaliente.Sauraechóelcontenidodelprimerpaqueteenunadelascavidadesdelafuente,queestaballenadehondosyelevaciones.Éseera el primer plato. Grisón y Prune hacían lo mismo, procurando no parecerdemasiadoignorantes.
—LoqueestáiscomiendoesunaTortillaBarnabé.Erainútilbuscarloshuevosenaquelplato.Lomismoocurríaconelpolloenel
plato siguiente, aunque se llamabaPolloal arroz. En realidad, todo era como unapastaparecidaalapapilladelosbebés.Loúnicoquevariabaeraelcoloryelsabor.
Acabaronlacomidaconunheladoque,éstesí,justoesreconocerlo,separecíaaunhelado.SaurapagóalasalidaconunamonedaidénticaalasdelPaísElevado.Acontinuación,anduvierondurantealgún tiempoporaquel laberintodecallesqueseentrecruzaban a diferentes niveles, superpuestas unas a otras. EnMetrópoli sabíanvivirportodoloalto…
Por fin, otro ascensor los condujo al piso donde Saura vivía. Por los largoscorredoresalumbradosconunasuaveluzverde,seencontraronaunhombrecontrajeverdepálido,quelessaludomuyfinamenteyentablóconversaciónconSaura.
—… Así que ya tiene a sus hijos… Debe de estar usted muy contenta,¿verdad…?
—Sí,acabande llegardecasadesunodriza.DurantecincominutosestuvieronhablandodecosasquelosniñosnoentendíanperoquedebíandetenerrelaciónconcostumbresdeMetrópoli.Luego,elhombreabrióunapuertayentróensucasa.Ellossiguieron unos cuantos metros y Saura llamó a otra puerta. Les abrió un hombrevestidodeazulmarino.
—¡Señora! ¡Ya está de vuelta! ¡Qué agradable sorpresa! Les voy a prepararenseguidaunacomida…Yloschicosyaestánaquí…¡Quéaltosestán…!
—Porlacomida,Bastien,nosepreocupe.Hemosidoaunrestaurante.Venid—dijo a los niños—. Os voy a enseñar el piso. Y en primer lugar, antes que nada,vuestrahabitación.
La habitación era de color naranja, con muebles blancos. Grisón y Prune sesentaronenlacama,ySaurasobreunaenorme«pera»grisqueresultóserunsillón.
—Porfin,tranquilos—dijo—.¿Nonecesitáisnada?¿Alomejorqueréisdormir?—No.—¿Noestáiscansados?—Medueleunpocolacabeza—dijoGrisón.
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—Amítambién—dijoPrune.—Yaseospasará—dijosumadre—.Loqueocurreesque…enMetrópolino
respiráiselmismoairequeenCourquetaines.¿Quéosparecevuestrahabitación?¿Esbonita?
—Sí.—¿Esbastantegrande?—Sí.Mealegroqueosguste.Peronoestáiscómodosenesacama.Vamosalsalón,allí
estaremosmejorparacharlar.Era una amplia pieza con grandes ventanales desde donde se podían ver los
rascacielosmáspróximos,consusjardinesarriba.GrisónyPrunesesentaronenunas«peras»azules.Nohabíamueblesenlahabitación,solamenteunosgruesosbalonesmetálicos por aquí y por allá. Unas magníficas plantas trepaban junto a losventanales,conlashojasvueltashacialaluz.
Estaban sentados frente a su madre y la observaban después de haberinspeccionado el decorado. «Verdaderamente, Prune se parece a ella», pensabaGrisón.«Verdaderamente,Grisónsepareceaella»,pensabaPrune.¿Viviríasolaenestacasa?YBastien,¿seríasucriado?
—Bueno—dijoSaura—,ahoraesnecesarioqueosexpliqueporquéoshehechovenir. ¡Tengo tantas cosas que contaros que no sé por dónde empezar! En primerlugar,¿estabaisagustoenCourquetaines?
(¿Porquéhabríadichoestabais?¿Sehabríaacabadoparasiempre?).—Sí,yoestabamuyagusto—dijoGrisón—.Seestábienenelcampo.—Amítambiénmegusta—dijoPrune.—Y…,¿nohabéisechadodemenostenerunamadre?—Esverdadquenoéramoscomolosotrosniños,peroFlammècheesmuybuena.
YAntoinetambién.—YMamieRousselottambién.—Entonces,estupendo—dijoSaura.—Pero…¿túvivesenMetrópolidesdesiempre?—preguntóPrune.—Sí,desdesiempre.Soymetropolitana.Yvosotrostambiénsoismetropolitanos.
Habéisnacidoaquí.Mirad.Señalounedificionomuylejanosobreelquebrillabaunaluzroja.—Ésaes lamaternidad.Ahíhabéisnacido.Después,vuestropadredesapareció
enlaMorlaye.—Anosotros—dijoGrisón—noshabíandichoquehabíaismuertolosdos.¿Fue
entoncesunaverdadamedias?¿Huborealmenteunterremoto?—Sí—respondióSaura—,hubounterremoto.Yonomeencontrabaallíenaquel
momento.Peroesonotienenadaqueverconelhechodequeoshayaconfiadoalos
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dosaunanodriza.Estoymuycontentadequehayáissidofelices.—Pero—preguntóPrune—,¿porquénonosdejastecontigoenMetrópoli?—Esunasuntodefamilia,yporesoesporloqueahoraestáisaquí.Oshehecho
venirporquehayalguienquequiereveros.Estámuyenfermo;puede,incluso,queyanolequedemuchotiempodevida.
—¿Nosconoce?—No. No os ha visto nunca. Pero sabe que existís. Y sé que le encantará
conoceros.—¿Quiénes?—preguntóGrisón.—Esvuestroabuelo,mipadre.Estáensucasadereposo,quesehallamuycerca
deaquí,yenseguidavamosairahacerleunavisita.Nosabequevaisair.Prefierodarlelasorpresa.
—¿Creesquesepondrácontento?—Estoysegura.—¿Éseeselmotivoporelquenoshanhechopasarlazona…?—Noeselúnico,hijosmíos…Anteseraimposible.Imposibledeltodo.—¿Porqué?—Porqueélyyo…esto…estábamos…digamosqueenfadados.Yodeseabavivir
enelPaísElevado,peroélnoquisonunca.Poresomequedé.Perocuandovinisteisalmundo,hicetodoloposibleporllevarosallí.Yloconseguí.Loúnicomaloesqueyoestabaseparadadevosotros.Esoestodo.
—¿Porquénonosdejasteaquícontigo?—¡Pobres!¡Estavidanoeraparavosotros!—Noshasdebidoecharmuchodemenos—dijoGrisón.—Sí.Aunque,afortunadamente,estabaelbuenodeBasile…Élmetraíanoticias
vuestrasdecuandoencuando.Ytambiénalgunasfotos.¿Lasqueréisver?—¡Ohsí!Sauraselevantó,movióunadelasbolasmetálicasquehabíaenelsalón,laabrió
ysacóunasfotos.—Enestateníaistresaños.—¡PerosieslaChevanelle!—exclamóGrisón.—Sí.Flammèche tehacía fotosamenudo.Ellase laspasabaaBasile,yBasile
melastraía,exponiéndoseaquelecogiesenlosgendarmes.—Esverdad,esmuypeligroso—dijoGrisón—.Deesoyosémucho.Ycontólasexpedicionesquehabíaintentadoconsuscompañerosdeescuela,ysu
escapadavictoriosaantesdeserarrestadoporBeauras.—Todoesolosé—dijoSaura—.MelohacontadoBasile.—Me gustaría saber una cosa —dijo Prune—. ¿También vosotros tenéis
prohibidotraspasarlaalambrada?
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—Naturalmente—respondióSaura—.Está prohibido para todo elmundo.Hayleyesmuyserias.Ningúnmetropolitanotienederechoaentrarenlareserva.Ningúnhabitantedelareservatienederechoasalir.
¿Aquínohaycampo?No.Hanpuestojardincillosunpocoportodaspartes,perocampo,loquesedice
campo,noexiste.—Sí, pero esto es mucho más bonito que lo de allí. Nosotros no tenemos ni
automóviles,nirestaurantesnuevos,niascen…ascen…—Ascensores.—Eso,ascensores.—Cadagranpaíscomonosotrostienesureserva—¿Tupadrenoqueríaquetefuerasaviviralareserva?—No.Mehubiesehechovolver.—¿Puedenhacervolveralosqueyaestánasalvo?—Porsupuesto.LareservaestábajoelcontroldeMetrópoli.Lapolicíadeallíla
obedece.—Peroanosotros…anosotrosnuncanoshanhechonada…—Claro —dijo Saura—, porque todo el mundo creía que vosotros erais
huérfanos.—Entonces,ahora—exclamóGrisón—¿vamosatenerquevivirenMetrópoli?—¿Noosgustaría?—Megustahaberteconocido.Peroyonoquierovivirenestaenormeciudad.—Yotampoco—añadióPrune.—Entonces,nosescaparemos—dijoSaura.—¡Hasdichonos!—comentóPrune—.¿Esquequieresvenirconnosotros?—Sí—exclamóSaura—.¡Éseeselmotivoporelqueoshehechovenir!—¡Ypensarquenoshabíamosequivocadoporcompleto!—dijoGrisón.—¿Porqué?—Sencillamente porque… creíamos que erais vosotros los que estabais
encerrados, y ahora resulta que es al revés, que somos nosotros los que estamosencerrados…Sinembargo,elcampoestanenormeallí…¡No,noesposible,nomelopuedocreer…!
—Te aseguro —dijo Saura— que también nosotros estamos encerrados;únicamente,quetenemosunaprisiónmásgrande,esoestodo.Vosotrostenéispocasuperficie,perocuatroauténticasestaciones,¿noesasí?Aquísiemprepareceotoño.Nohacenifríonicalor,losárbolestienenpocashojasymuerenrápidamente…
—Empiezo a tener sueño—dijo Prune bostezando— aunque todavía no es denoche.
—Venid—dijoSaura—.Vamosajugaralmikado.Esonosdistraerá.¿Conocéis
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esejuego?Bastiendejóelmikadosobreunagranmesa.—Prepáranoslamerienda—ledijoSaura—.Jugaremoshastalanoche.Ytalvez
sigamosmañana.
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P17Elmensajero
RUNEcogióunsobreyescribióenél:«ParaRaclot».Frenteaella,enlamismamesa de cristal, Grisón había escrito en su sobre: «Para Delphine». Ahora
estabanescribiendolascartasquemeteríanensussobres.Algomás lejos, sumadre estaba sentada en su escritorio, que consistía de dos
esferasmetálicasunidasporunasuperficiedecristal.Sauranadabaentreunmontóndepapelesmulticolores,sindudamuyimportantes.
—Escribidtambiénavuestrasnodrizas—dijo—.Estanimportantecomoescribiraloscompañeros,¿no?
Unrayodesol,quesecolabaentredosedificiosvecinos,alegrabalahabitación,resaltabalabellezadelasplantasyhacíabrillarlasbolasmetálicas.Sobrelamoquetadepelolargo,Semáforo,ungatogris,seestiróbostezando.
—Mira,Semáforoseestádespertando—dijoPrune.—Vamosadarlesucomida—dijoSaura.Grisón se levantó, no por el gato sino porque acababa de terminar su primera
cartayteníaganasdeestirarlaspiernas.Sorteócuidadosamentelospapelesquesehabíancaídodelescritoriodesumadre
y se dirigió a la ventana.Pulsandoundiscretobotón, corrió la enorme cristalera ypudoasísaliralbalcón.
Fuera hacía muy buen día, algo caluroso incluso. Echó un vistazo al enormerascacielosqueteníajustoenfrente,alolargodelcualcirculabanadistintosnivelesunasacerasmecánicasenlasquehabíamultituddegentequeregresabandeltrabajoparaalmorzar.
HacíayaquincedíasquePruneyGrisónvivíanenMetrópoli.Habían tenidoeltiempo suficiente para familiarizarse con la nueva forma de vida, aunque aún noconocíantodoslosdetalles.
Prunefuealbalcónconsuhermano.Ayer,porprimeravez,habíanpodidosalirsolos a la ciudad.Leshabíandadopermisopara asistir aunencuentrodeportivoyconsiguieronvolversinperderse,cosaquelesparecióunaproeza.
—Yahacedos semanasque estamos aquí—dijoGrisón—y todavía nohemosvistoalabuelo.¿Tegustaesto?
—Sí.Esdivertido.Peronomequedaréaquíparasiempre.Megustamásaquello.Creoquevolveremospronto.
Miles de personas, formando largas colas como las hormigas, pasaban veintepisosmásabajo.Llevabanmonosdedistintoscolores.Losniñossabíanyaque loscoloresoscuroseranlosdestinadosalossirvientesycriadosdetodaclase.Lostonosmedios, a la clase media. Y los colores claros, a los cuadros superiores de laAdministración.Losniñosllevabanloscoloresdesuspadres.Y.segúnsusméritos,
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lossustituíanporuncolormásimportante.Encuantoalblanco,colorsupremo,gozabadetodoslosprivilegios.Peroporqué
ibanellosvestidosdeblanco,losniñosnolosabían.Cuando Saura le hubo dado la comida al gato, comida muy parecida, por lo
demás,alaspapillasdelosmetropolitanoshumanos,sefuetambiénalbalcón.—Daosprisaenescribirlascartasqueosfaltan,siqueréisestarenlaalambrada
antesdequeanochezca.Dejaronelbalcónyreanudaronsutarea.Mientras,Bastiencolocabalamesadel
comedorytraíalaspapillas.—Hacebuendía—dijoSaura—.Seríaunalástimadesperdiciarundíacomoéste
—ycerrólaventana.EnelpatiodelaChevanelle.Merlíncomíatranquilamentesucomida,enlaque
veíaconagradolosrestosdelpolloqueFlammèchehabíadesplumadolaantevíspera.Antoinepasó silbando, conunaguadaña al hombro.Dirigió al perrounaspalabrascariñosas, se acercó a él después de haber dejado la guadaña contra elmuro de lacuadra,loacarició,lediounaspalmaditasenellomoylerascóenlacabeza,gestosquealanimallegustabanmucho.
—¿Novasapescar?—gritóFlammèche,quesalíaenesemomentoconuncuboderopablanca—.Hacebuentiempo,deberíasaprovecharlo.
—Hacedemasiadocalor.Novanapicar.Hayqueesperaralascincodelatarde.Enesemomento,Merlín,quesehabíatumbadoparadejarseacariciar,selevantó
deunbrincoyempezóahusmearelviento,enactituddealerta.—Anda…,échate—dijocariñosamenteAntoine—.Todavíano sehaabierto la
caza.Esoseráeldomingoqueviene.Hayquesaberesperar.Pero el perro no parecía querer esperar. Se puso a ladrar furiosamente y lanzó
inclusounlargoaullidoquenadielehabíaoídohastaentonces.—¿Quélepasará?—sedijoAntoine.Porelcampo,otroperrolanzóunaullidosemejante.Merlínquisolanzarsefuera
delpatiodelagranja,peroseolvidódelacorrea,quesetensóymedioloahoga.—Suéltalo—dijoFlammèche—.Puedequeseadeallí…—¿Creesque…puedanserloschicos?—Esposible.¿Teacuerdas?Basilenosdijoque…Antoineseagachóydesatólacorreadelperro.Dioésteunladridodesatisfacción
ysaliódisparadofueradelaChevanelle.Despuésderecorrerunostreintametros,sedetuvo,olfateóelaireyesperó.Yanadaatraíasuatención.Inclusosepusoahusmearunashuellasdelsuelo,comosibuscaraotromotivoasupaseo.Peroprontovolvióaloprimero,olfateóelaire,encontróladireccióndedondeveníaaquellaseñalqueloshumanos no podían oír. Echó a correr por el camino que iba de la Chevanelle aCourquetaines; se cruzó con el señor Raclot, que llevaba una carreta de estiércol
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tiradapor suviejo caballo;pasó junto a las zarzamoras, cuyos frutos, gordoshastareventar,estabanesperandoalosniños,yllegóhastalaentradadelpueblo.
Ysedetuvo,aguardandounanueva llamada.Cuandoésta llegó,MerlíndecidiórodearelpuebloysubirdirectamentealbosquedeEpnoiacampotraviesa.Enestaépoca era fácil. Todas las tierras estaban labradas, salvo los campos de maíz yremolacha, poco frecuentes en esta región donde se daba, sobre todo, el trigo y lacebada.
EnseguidallegóalaorilladelCriarde.Aquelloresultóunadiversiónparaél.Congustosehubieraquedadounahoraenelagua.Perovolvióaoírellargosilbidoytuvoque abandonar aquel oasis de frescor. Bordeó la cantera de Chenot, cogió por uninstanteelcaminodelasDosCruces,porelqueelcarteropedaleabaatodosudar,yllegóalcomienzodeEpnoi.Sequedóinmóvil,alaesperadeotrallamada.
—¡Cabo,cabo!—¿Qué pasa?—preguntó Beauras refunfuñando, interrumpido en el momento
precisoenqueibaaencontrarunasoluciónalcrucigrama.—Unperro,cabo.—¡Yquédiablosquierequeyolehaga!Novamosavigilartambiénalosperros,
¿no?—Peroesqueaésteloconozco.EseldelaChevanelle.Antesibayoacazara
menudoconAntoine.¿La Chevanelle…? Ya hacía quince días de aquella maldita inspección… el
pequeñoGrisón,esoelchicodelaChevanelle…Ysuamiguita,ladelosRousselot…—¡Cójanme ese perro, demonios…! Además ¿qué hace aquí? Es un perro de
caza,ylavedanosehaabiertotodavía.Losgendarmessepusieronenacción.PeroMerlínhabíaoídounanuevallamada
yestavezsíqueeracapazdelocalizarla.Primerohizocorreralosgendarmesporelbosquecillo,luegoseescondióenunmatorralmuyespesoyesperó.
—Nolohemoscogido,cabo,hadesaparecido.Beaurasnocontestó.Peroteníalaimpresión de que pronto pasaría alguien por delante de sus narices, y de que, portanto,élteníalaobligacióndequedarseallí.
MerlínprosiguiósucarreraporelbosquedeEpnoi.Rodeó lacharcay llegóenseguidaalaalambrada.Empezóaladrardealegría.
Alotro lado,Prune,GrisónySaura lo esperabandesdehacíaunahora.Grisóntocabasusilbatoultrasónico.Merlínsepusoadospatascontralaalambrada.
—¡Merlín,miperro,miperrofiel!—exclamóGrisón.Ypasandocondificultadlamanoporentrelasmallasdelaalambrada,consiguió
acariciarlacabezadelanimal.Prunetambiénlehablaba,bajoladivertidamiradadeSaura,quesehabíaquedadodetrás.Grisónsacóunosterronesdeazúcardelbolsillodesumono.Merlínlosdevoróenuninstante.
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—¡Prune,dameelsobre!—dijoelchico.Laniñasacóunsobreamarilloyseledioasuhermano.Grisóndoblóelsobrey
lopasóbajolaalambrada,arasdelsuelo.Elperroseacercóalobjeto,loolfateó.—¡Cógelo,cógelo!—decíaGrisón.Al fin pareció decidirse a coger, atravesado en la boca, aquel papel duro e
incómodo.—¡Antoine—ledijoGrisónalperro—,Antoine,vamos,llévalo,llévalo,Antoine,
Antoine…!Merlín losmiró,desconcertado.Grisónhacíagestosparaindicarlequesefuera,
ahoraprecisamente,cuando,porfin,habíaencontradoasujovendueño.Peronoseresistiómuchotiempo,diomediavueltayseadentróporelbosque.Cuandoseperdiódevista,losniñossevolvieronhaciaSaura.
—Nonosmarcharemosenseguida,¿verdad?—preguntóGrisón.—No, todavía tenemos dos largas horas —dijo la madre—. ¿Queréis que
merendemosenelcésped?—¡Ohsí,sí!—Nohayunsitiodondepodersesentarporaquí—señalóPrune.—Espera—dijoGrisón—,yoconozcounsitiomuycerca,quenoestádel todo
mal.Yloscondujoalmismositioenelque,unassemanasantes,habíadescubiertopor
primeravezlaalambrada,antesdequelearrestaraelcabo.—Fuejustoaquí—lesexplicoasumadreyhermana—.Yo,naturalmente,estaba
alotroladoCuandodescubríestaalambrada,mequedemuysorprendido,imaginaos.Enaquelmomentocreíquesetratabadeunafrontera.
—Bueno,enrealidadesalgoparecido—dijoSaura.—Sí,peroyopensabaqueeraotropaís.Deprontooíruido,gentequehablaba.
Meacerquéparaver.Seencontrabanenestapraderadondeestamosahora.Mepareceextrañohallarmeenelmismositio…Erancuatro:lospadresydosniños.Yaunqueteparezcararo,mamá,medirigíaellos, lossaludé…Entonces, lospadresllamaronalosniñosysemarcharonrápidamente.¡Comosiyolesdiesemiedo!
—No te preocupes por eso —dijo Saura—. Comprende que, para losmetropolitanos, loshabitantesdelPaísElevado,de la reserva, comosolemosdecir,son…comosidijéramos…salvajes,esoes,salvajes.Desconfíandetodoloqueestáalotrolado.Además,se les inculcaesodesdepequeños.Selesrecomiendaquenovenganapasearcercadelareserva.¡Comosihubieraleones!
—¡Pero…nosomossalvajes!—dijoPrune.—Desde luegoqueno.Pero ellos… lo creenasí, ypara ellos es como si fuera
verdad.Enparteunpocoporesemotivo…vuestroabuelojamáshaqueridoqueyomereunieraconvosotros,¿comprendéis?
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—Sí.—Yonoloentiendo—dijoPrune—.¿Porquéhayunaalambrada?¿Porquéaun
ladoseviveencasitasyalotroladoenenormesrascacielos?—Sí,esverdad—prosiguióGrisón—.Despuésde todo,eselmismopaís.¿Por
qué está prohibido verse, ir los unos a casa de los otros? ¿Por qué somos tandiferentesdelosmetropolitanos?
—Nosomostandiferentes—dijoSaura.—Ya,peronocomemos lasmismascosas,vestimosdeotramanera,y así todo
porel estilo…Y,además,nos tomanpor salvajes.Nosotrosno los tomábamospornada,nisiquierasabíamosqueexistían.
—Esunaviejahistoria—dijolamadre.—Cuéntanosla.Laqueremossaber.—Paciencia… paciencia —dijo Saura—. Seguramente, vuestro abuelo os lo
explicará mucho mejor que yo. Domina el tema. ¡Vaya si lo domina! Él os locontará…
—¿Cuándoiremosaverle?—Cuandolepermitanrecibirvisitas.—¿Nopuedeveranadieahora?—No.Estámuyenfermo.SóloledejanrecibirasusconsejerosyalosDirectores
delaAdministración.Asufamiliano,esolesupondríademasiadoesfuerzo.Enfin…esperoconseguirunapequeñaentrevistaencuantoseaposible.
—Pero—dijoPrune—,¿aquésededicanuestroabuelo?Sauraesbozóunapequeñasonrisa.—Desdehacecuarentaaños—dijo—eselGobernadordeMetrópoli.
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D18Labúsqueda
ELPHINEentródirectamenteenlacocinaydejósucarterajuntoaunahogazadepan, sobre lamesa.Eran las cinco y diez. La señoraTissandier estaba en el
lavadero,yelpadreyloshermanos,enelcampo.Enlagranhabitaciónhabíapocaluz.Ungatitodormíasobreuncojín.El tic-tac
delrelojsonabaregularmente.Unasmoscaszumbabanantelaventana.Laniñacogióuna sillay se sentó.Abrió sucarteray sacóuncuadernocon la tapamanchadadegrasa,unestuche,doslibrosreciénforradosdepapelmarróny,finalmente,unsobre.
Delphine suspiró, se levantó y cogió, de uno de los cajones del aparador, uncuchillo para abrir la carta. Antes de abrirla, leyó una vezmás: «Para Delphine».Metiólapuntadelcuchilloporunaesquinayabriólacarta.
Erancuatropáginasconletramuybonitayapretada,escritassobreunaclasedepapel que no había en el País Elevado. Un papel muy blanco, con rayas beigebastantejuntas.
El relojempezóasonar;primeroelcarillón,queanunciabaelcuarto, luego,ungolpeseco:estabadescompuesto.Porlaventanasepodíavercómollegaban,unaauna,lasvacasqueCocó,suhermanapequeña,habíaidoabuscaralprado.Elruidodeloscascossobreelempedradodelpatioyeltintineodelasesquilasllegabansinprisa.Cocólesabriólapuertadelestablo.
Despuésdehaberechadounamiradahacialaventana,Delphinesepusoaleer.
«QueridaDelphine:»Esta mañana tenemos un rato libre y aprovecho para escribirte.
Llegamosbienalazona,másadelanteteexplicarécómoes.Esunpococomounaciudad.Hacebuentiempo.EsperoqueaMerlínnolocojancuandolleveesta carta. He encontrado a mi madre. Es muy simpática. También es lamadredePrune,poresoquierodecirtequePruneesmihermana,cosaquenosabíamos.EsperoqueRaclotnoseolvidedemihermana.Sehadebidodepreguntarqueporquéentrótambiénellaenlazona.Noestabaprevisto.¡Sehabráenfadadomás…!PeroPrunelemandaunaspalabrasporestemismocorreo.Creoquelegustará.ProntoiremosaCourquetainesynosveremosdenuevo. No olvido todo lo que me dijiste. Y espero que tú tampoco hayasolvidadotodoloqueyotedije.Porque,¿sabes?,eraverdad…».
Enesemomento,Cocóentróenlacocinaysequitólasbotasdespuésdehaberdejadoelbastónjuntoalapuerta.MiróaDelphine.
—¿Quélees?—Noteinteresa.
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—¿Tehanescritounacarta?—¡Déjameenpaz!—¿Melaenseñas?—Veteajugar.—¿Esunacartadetunovio?—¡Veteya,estásloca,ocúpatedetusasuntos!—¡Esdesunovio!¡Esdesunovio!¡Esdesunovio…!—Dejadegritar,quevasaverloqueesbueno…—Meimportaunbledo.¡Además,yoyaséquiénes!—¿Quiénesquién?—Quiénestunovio.—Mentira.Enprimerlugar,yonotengonovio.—¡Embustera…!¿Quieresquetedigacómosellama?—Anda,dilo,aver…—¡EsGrisón!Paraqueteenteres.—¡Puessí!Sobre todoél…¡Perosiyoni lehablo!—dijoDelphinesimulando
desprecio.Cocó era una linda chiquilla de nueve años, rubia como su hermana, con dos
coletasadornadascadaunaconunamargaritaazuldeplástico,ojosverdesydelantalrojo.Brincabaalrededordelamesa,chinchandoasuhermanamayor.
—¡Ji,ji!¿Quénolehablas?¡Claro,comoestáenlazona!—¿Quiénhadichoeso?—Todoelmundolodice.—Idiota.Déjameleer.Esimportante.Delphinereanudósulectura:
«…Porque,¿sabes?,eraverdad…».
Separóenesafraseysepusoasoñar.Mientrassoñaba,Cocóse levantó,fueabuscar su cartera y luego se sentó, sin hacer ruido, a la otra punta de lamesa, deespaldas a la ventana. Delphine, para leer, había puesto la carta sobre el hule, yevitabalasmiradasindiscretasdesuhermanapormediodeunparapetoformadoporlacarteray,encimadeella,elatlasdegeografía.Comocadavezestabamásoscuroelcuarto—anochecíarápidoafinalesdeseptiembre—,selevantóparaencenderlaluz.Luego,sevolvióasentar.
«… Porque, ¿sabes?, era verdad. Espero también que no te aburrasdemasiadoenlaescuela.Estásenelúltimocursoyestuúltimoaño.Yotengomuchasuerte, todavíanoheempezadoelcolegio,aúnestoydevacaciones.
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Aunquedespuésmeserámásdifícil,cuandotengaqueponermealdía.Mamánosabetodavíacuándovolveremos.Ella,porsupuesto,tambiénvendráconnosotros.Nolehedichotodavíanadadelonuestro.Demomento,noledigasnadaanadie.MepreguntoquéhabrásidodeBasile.Esperoquenolehayancogido…».
—¿Vescómoyoteníarazón?—dijolavozdepitodeCoco.—¿Porqué?—¡PorqueesGrisónelqueteescribe!—¿Qué…?¿Cómo?¡Fisgona!Ocúpatedetuscosas.¿Cómolosabes?—Porquehevistolafirmacuandofuisteaencenderlaluz…—Bueno,puessí,mehaescritoGrisón…peroesonosignificanada.Anda,vea
echarunvistazoa lachimeneade lasala.Metemás leñasihacefalta. ¡Pobrede ticomoseapagueelfuego!
Cocó se levantó; no por obedecer a Delphine, sino porque siempre le habíagustado el fuego y le agradaba trastear en la chimenea. La mayor prosiguió suinterrumpidalectura.
Como estaba demasiado ocupada, atenta a lo que hacía su hermana en lahabitacióndeal lado,noviopor laventana,en laoscuridaddelcrepúsculo,aunoshombresqueentrabanenelpatioy seapostaban, sinhacer ruido, juntoa todas lassalidas,escondiéndoselomejorposible.Cuatrodeellosentraronenlacocina.
—¡Policía!¡Nosemuevan!Traemosunaordenderegistro…Delphinese levantóconsucartaen lamano,ymiró,con labocaabierta, a los
cuatrohombresdeuniformeplantadosenmediodelasala.—Mimadrenoestáaquíymipadretampoco…—Noimporta,pequeña,nolosnecesitamos.Dime,¿porcasualidadnoconocerías
aestehombre?Unodelosgendarmesseacercóaellayleenseñóunagranfoto.Eraelretratode
Basile.Delphinepalideció.—Venga,contesta.—Esto…no,nocreo.—¿Nocrees?Escúchamebien:síono.EstrujabafebrilmenteentresusmanoslacartadeGrisón.Coco,aloírelruidoy
lasvoces,habíavueltodelasalaysehabíadetenidoenelumbraldelapuerta.—Esto…creoquelehevisto.Esunpastor…—¿Leconoces?—No,señor.—Escucha, pequeña, procura acordarte… Estamos buscando a este hombre
porquehahechomuchascosasmalas.
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—¿Ah,sí?—dijoellaasustada.—Sí.Esel culpabledequeunniñoyunaniñahayanentradoen la zona…La
zona,yasabes,¿verdad?Yluegoyanoseleshavueltoaver.Yaéltampoco.Sehaescondido.¿Quieresayudarnosaencontrarle?
—Esto…sí—dijoparaganartiempo.—Hemosbuscadoaesehombreportodalaregión.Nohayquienloencuentre.Es
peligroso,¿sabes?Puedequehagadesapareceraotrosniños…Vamosaempezarporregistrartucasa.EstamosconvencidosdequeseescondeenCourquetaines.
Delphine no sabía qué hacer con su carta que era una prueba escrita de queBasile,efectivamente,habíaayudadoalosniñosapasaralazona,gravedelitoalosojosdelaley,comotodoelmundosabía.Aquelpapelerapeligrosoy,comoeratanblanco,podíallamarlaatencióndelosgendarmes.
Empezaron éstos a registrar la cocina, creyendo, sin duda, que Basile estaríaescondidoenalgúncajónoenelarmariode lasescobas.Luegosedispersaronportoda la casa, salvo el jefe, que se quedó en la cocina y parecía interesarseparticularmente por la niña. Estaba precisamente mirando entonces el papel queDelphine escondía angustiosamente a su espalda. Iba ya a pedírselo, cuandoCocó,comosiestuvieseenfadada,arrancólacartadelasmanosdesuhermana,aparentandoindignación,ygritó:
—¡Dámelodeunavez,noestuyo!Ysefuecorriendoalotrocuarto,dandounportazo.Naturalmente,primeroleyó
lacarta:ysólodespuéslaechóalfuego.Yremovióprecipitadamentelascenizas.—Debedesermuyinteresanteloqueponeenesacarta—dijoelcabo.—¡Imagínese!—respondióDelphine—.Esdesunovio…,yaveráusted…Elcabosoltóunacarcajadaquehizotemblartodalacasa.—¡Nohaynadaenestacasa,cabo!—Bueno.Continuemosbuscandoporotrositio.Perdónseñorita.Señoritas,adiós
ygracias.Ydesaparecieronenlanoche,quesehabíaadueñadodelpatio.
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A19Elmultimillonario
LDÍAsiguiente,pocoantesdelmediodía.—Anda, mirad quién está ahí —dijo el gordo Robert—. Ahí viene el
multimillonario.Seacercóalapuertaymiróatravésdelsuciocristal.Unacalesaseacababade
pararenlaplazadelayuntamiento.Rafistolebajódeellay,antesdeentrarenelcaféde la Clique, sacó del bolsillo de su traje gris claro un puro enorme. Le dio doscaladas,tirólacerilladespectivamenteysedirigióconindiferenciahacialataberna.
Robert se alejó corriendo de la puerta, antes de que entrase su cliente, para noparecerqueestabaespiandolacalle.
El multimillonario entró. Sus costumbres no habían cambiado nada.Simplemente,habíasubidodenivel.Trajenuevoen lugarde lospantalones raídos,unacopitadelicorenvezdelvasodevinoblanco.Desdeluego,lacalesanoerasuya.Laalquilabacuandoledabalagana.
En el pueblo de Courquetaines, la gente empezaba ya a acostumbrarse a lametamorfosis de su peón caminero.Nadie sabía de dónde le había llovido aquellarepentina fortuna; pero como hasta ahora no había noticia alguna de atraco nimalversación de fondos en los alrededores, las lenguas más venenosas estabanperplejas,ylagenteempezóadecirqueRafistolehabíadescubiertountesoroensuagujero.
Cosa verosímil, por lo demás, dado que una noche, la anterior a lamarcha deGrisónyPrune, elmisteriosoagujerohabíadesaparecido.Laspersonasquehabíanpasadoporelcallejónaquellamañana,habíanandado,sinnotarnada,porunsuelocompletamentenormalyfuesólodespuéscuandosedieroncuenta:
—¡Anda!Perosiaquíanteshabíaunagujero…NadieenCourquetaineshabíapensadoenrelacionaraquellosdossucesos:elpaso
de los chiquillos a la zonay el rellenadodel agujero.Losmismosgendarmes, quehabíanregistradoelpueblodearribaabajo,nosefijaronenesedetalle.
UnosdíasdespuésserelacionóelagujerotapadoylafortunadeRafistole,alquellamaronelmultimillonario.
—¡Hadescubiertountesoro!—¿Ah,sí?¿Estáustedseguro?—Desdeluego.Todoelmundolodice.Rafistole,aliaselmultimillonario,entró,pues,enelcafédelaCliquepocoantes
delmediodía. Encontró al gordo Robert ocupado hipócritamente en enjuagar unosvasos,mientrasAnaís,sumujer,llevabalosentremesesyloscolocabaenlasmesasdelfondo.Enlabarra,anteunaperitivo,elalcaldeChenotyGustaveParmansporunladoy,algomáslejos,dosgendarmes,hablabanenvozbaja.
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—¡Buenosdíasatodos!—dijoRafistole.—Buenosdías—gruñóRobert—.¿Cómoestánuestromultimillonario?Rafistole no contestó.Evidentementeno le gustabanada elmoteque le habían
puesto.Perocomonoeraamigodecomplicarselavida,secontentabaconhacerseeldesentendido.
—Tomarélodesiempre—dijo.Se hizo el silencio. Los gendarmes pagaron y salieron. Desaparecieron en sus
bicis.—Porfin,tranquilos—murmuroChenot.—¿Yeso?¿Yahanacabado?—preguntoRafistole.—Sí.Ésoseranlosúltimos.Yanosloshemosquitadodeencima.—Esverdad—dijoGustave—.Llevabanquincedíasponiendopatasarribatodas
lascosas,entrandocomositalcosaacualquierhora:«¡Policía!»,y¡hala!,yapodíasestarenlacocinaoencualquierotrositio,queellosvaciabantodo,revolvíantodo…
—¿Ynohanencontradonada?—Nada.Yestánmásfuriosos…—¿Aquiénbuscan?—preguntóRafistole.—¿Cómo?Puesserástúelúnicoquenolosepa.Estánbuscandoalpastoréseque
pasóalosdoschavales…Túleconoces,esBasile,todoelmundoleconoce.—Sí,yasé—dijoRafistole—.Peroyocreíaqueandaríanbuscandoalosniños…—¡No.hombre!Alpastor,queahoraesun«fueradelaley».Todoelmundosabe
quenohaynadapeorquemezclarseeneseasuntodelazona…¡SecretodeEstado!—¡Bah!—dijoRafistole—.Pocobienescondidoqueestaráesebribón.—Esosí—afirmóGustave—,esmuylisto.—Sí señor,muy listo—dijo Rafistole—. Creo que no le vamos a ver durante
algúntiempo.—Seguroqueno.—Resultaría divertido verle aparecer, así, por las buenas, de pronto, nadamás
marcharselosgendarmes.—Con esas cosas no se bromea —dijo Gustave, que era guarda jurado y
responsabledelorden.—Además—añadióRobert—,habríaunmontóndegentequealcuartodehora
yalohabríandenunciado.—Bueno,tampocoesquehayanpuestoprecioasucabeza—dijoRafistole.—No.Perolodenunciaríandetodosmodos.Estoyseguro.—Bueno, yo me voy —dijo Rafistole, vaciando su vaso—. Hala, adiós…
¡Hombre,miraquiénestáahí!—mirabahacialaplaza.—EsFlammèche—dijoChenot.—¡Pobrecilla!Aúnnosehabrárepuestodelamarchadelchico—dijoGustave.
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—Parecequeellaestabaalcorriente—susurroRobert.—¿Ellaalcorriente?Meextraña…—dijoAnaísmetiéndoseenlaconversación.—DebedesubiralaChevanelle—dijoRafistole—.Vienedelacompra.Salióalacalle:—¡Eh,Flammèche!—¡Hombre,Rafistole!¿Quétecuentasdebueno?—¿SubesalaChevanelle?¿CómoestáAntoine?—Bien,muybien.Sí,allásubo,comoves.—Siquieres,tellevoenlacalesa.—Sitienesquepasarporallí,notediréqueno.—No es que tenga que pasar especialmente por allí. Simplemente que tengo
ganasdecharlar.Sube.Dameesasbolsas.Subióayudadaporelpeóncaminero.Aloírsunombre,elcaballoechóaandar,al
trote,porlacalleFer-à-chaud.—¿Tienesnoticiasdeloschicos?—preguntóRafistole.—Ayertuve.—¿Yqué?—Estáncontentos.Perocreoquepreferiríanvolver.Bueno,ytú¿quétalvas?—¿Yo?,puesbien;seríadifícilnoirbien,¿no?—Esverdad.Rafistole,ahoraeresrico.—Locualnoagradaaalgunos.—¡Bah, qué quieres! —respondió Flammèche—. Hay que comprenderlos. La
mayoríasonunospobresdesgraciadosquetrabajantodoelañoparanoganarnada…—¿Tambiéneldueñodelcafé?—No,ésenoeslomismo…—Sinembargoeselquemásseensaña…—¿CómoestáBasile?—preguntódeprontoFlammèche.—Bien—contestó Rafistole—, pero un poco cansado. Espera que esto acabe
pronto.Supongoquenotardarámucho…—Sí,yocreolomismo.EnlacartadeloschicoshabíaunaspalabrasdeSaura.—Debesdenotarunvacíoenlacasa—dijoRafistole.—Esverdad.¡Eratanalegreelchico!Pasaalgoasícomocuandosetecasanlos
hijos,yaséyoloqueeseso.PeorhabrásidoparaMargueriteRousselot,laqueteníaalaniña.
Lacalesarodabalentamente.Elcaminoestabaenmalascondicionesdebidoalasfuerteslluviasquehabíancaídounosdíasantes.Porfinllegaronalpatiodelaenormegranja.
—Yahemosllegado.Adiósygraciasunavezmás,Rafistole.—Adiós,yhastalapróxima.
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El caballo se puso a relincharmientras el coche dabamedia vuelta, al son delmartilleodeloscascossobreelempedradodelpatio.
Algomás lejos, a la sombradeun tilo, cercade sucaseta,Merlín devorabaunhuesodepato.
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B
20Lavisita
UENOSDÍAS,padre—dijoSaura.El anciano se incorporó un poco en su cama, apoyándose en los codos.
Hacía buen tiempo y habían sacado al gobernador al jardín, un maravilloso lugarllenodeárbolesdetodaclaseyrepletodeflores.
—¡Saura!—murmuró—.Hasvenido…—¿Cómoteencuentras?Contestóconungestocontrariado.Losniñosnoestabanallí.Sumadreloshabía
dejado en la sala de espera, viendo unos libros ilustrados, y después de haberlespedidoqueaguardasenunpoco.Enseguidairíaabuscarlos.
—Has hecho bien en venir —dijo el gobernador. Esto es un paraíso, pero esaburridocomotodoslosparaísos.
Elgobernadorsóloteníasetentaaños,peroenaquellacamaenorme,rodeadodemúltiplesmecanismos,parecíatenermásdenoventa.Delgado,pálido,sinafeitaraún—eramuytemprano—ycasicalvo.
—Hevenidoporunasuntoimportante—dijoSaura.—Me lo figuro. Sólo vienes por asuntos importantes. Pero antes dime: ¿cómo
estás…?Háblameunpocodeti…—Paraesoestoyaquí.—Teescucho—dijoelviejo,suspirando.—Deseovolveralareserva.Elhombreapartó lamirada, se recostóen lacamaycerróun instante losojos.
Cadavezquehablabandelareserva,hacíalomismo.Sauralosabía.Esperó.—¿Quéquiereshacerallí?—murmuró.—Quierovivir.—¿Esqueaquínovives?
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—No,padre,parecequevivo.Sóloparece.—¿Ycreesqueestarásmejorentreesos…Ibaadecir«salvajes».Nolodijo,peroelefectofuepeorquesilohubieragritado.—Allíesdondemehalloagusto;yalosabes.—Pero.Saura,tehedadounaeducación,hastenidotodoloquehasnecesitado…
¿Vasaencerrarteallí,paravivir…comovivenellos?—¡Vivenmuybien,padre!—Peronohanrecibidoningunaeducación…No.Lahijadeungobernadornose
vaadedicaratrabajarlatierradelamañanaalanoche.Además,esimposible,yalosabes.Lasleyessonestrictas.¡Lareservaeslareserva!Ningúnmetropolitanopuedeponerlospiesallí.
—¡Las leyes! ¡Las leyes!—dijo Saura—. ¡Vuestras leyes! Se podrá hacer unaexcepcióndecuandoencuando,¿no?
Lehubieragustadoañadir:«Bastantesexcepcioneshacesenotrosterrenos».—¡No!—dijo el gobernador—.Ya sabes lo que es la reserva: un experimento
científico,ynadietienederechoaalterarlo.—¡Vaya!Ahorasalesensudefensa…—Saura,túeresunametropolitana:quédatepuesaquí.—Soy la hija degobernadoryni siquierapuedovivirmipropiavida…Tienes
queadmitirquehayquienes tienenmássuertequeyo…Además, también…deseorecobraralosniñosyvivirconellos.Necesitandesumadre.
Elgobernadornocontestóenseguida.Mirabaalcielodondesedesperezabanunaslargasnubes.Niunsólopájaro:casinoexistíanenMetrópoli.
—Losniños…nisiquieraloshevistounavez—murmuró.—Porquenuncahasquerido.—Nuncalohedicho,perolodeseaba…Tehascuidadomuchodetenerlosbien
escondidos.Enlareserva,despreciandolasleyesymisprohibiciones…Sinohubierasidoporquesetratabadeunosniños,hacemuchoqueloshubierasacadodeallí.
—Esonohubiera sido legal, padre.Yo soymetropolitana, pero el padre de losniños,noloolvides,nacióenlareserva.
—¿Yesotedatodoslosderechos?Todoslosderechosno,perosí,porlomenos,eldevivirallí.Además,soyviuda
deunhabitantedelPaísElevado,yéseesmotivosuficienteparapodervolver.—Esematrimonioconunodelareserva—dijoelanciano—fueunabsurdo.Una
locura. Cuando te quedaste sola con los niños, pensé que vendríais aquí, yo oshubierarecibido.Hubieraistenidotodolonecesarioparaserfeliz.Y.envezdeeso…,todolocontrario…:escondesalosniños,tevuelvessola…Estoyseguroquenoeresfeliz…Tienesqueecharlosmuchodemenos.
—Sí,losechodemenos.Quierovivirconellos,peroallí.
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—¿Yporquénoaquí?—Porqueyosoydeallí.—¡Notienesvergüenza!—Nuncaaprobastemimatrimonio.—Nunca,peroyaquetodoacabó…—Sí,todoacabó,peroyodeseovolveralPaísElevado.—Entonces,silegalmentenadieteloimpide,noséporquénotehasidoya.—Necesito varias cosas: en primer lugar, una autorización escrita para pasar la
alambrada sin ser molestada por la policía del otro lado. Y luego, un decreto deamnistía.
—¿Undecretodeamnistía?¿Porqué?¿Yparaquién?—Pues…paralosniños.—¿Paralosniños?—Sí.Sehanescapadodelareserva,hanvenido,estánaquí.—¿Aquí?—Sí.Loshetraído.Penséquetegustaríaverlos.—Los niños están aquí… —murmuró el anciano—. Desde luego, tráemelos,
quieroverlos…Saurasemarchópordetrásdeunbosquecillo,siguiendoelcaminoqueibahacia
eledificioprincipal.AlmomentoestabadevueltaconPruneyGrisón.Los niños miraron al gobernador sin despegar los labios. Estaban un poco
asustados.Elhombretambiénlosmirabafijamente.Loscontemplaba,losadmiraba.—Osdejo—dijoSaura.Semarchóapasearporeljardín.—Asíesque…venísdelPaísElevado—dijoelanciano.—Sí,señor.—¡Oh!, no me llaméis señor… Llamadme abuelo. ¿Se está bien en el País
Elevado?—¡Ohsí,abuelo!—¿Osgustaríavolver?—Sí.—Decidmecómoseviveallí.Contadmecosas.—Todo esmuy diferente a esto—dijo Grisón—.Allí no se come papillas, se
comecarnedeverdad.Yfruta.Melocotones,cerezas…—¿Cerezas?—Sí,cerezas,manzanas,peras.Yhastalascogemosdelosárboles.—¿Delosárboles?—Tambiénvamosalaescuela.—Ycuidamoslasvacas—añadióPrune—.Aveces,sitenemossed,tomamosla
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lechedirectamente,esdeliciosa.—Cuandohacecalor,nosbañamosenelCriarde.—¿Osbañáis…?—Yvamosalasiega.—Yalarecogidadellúpulo.—Aveces,tambiénalavendimia.—¿Quéhacéiseninvierno?—preguntóelanciano.—Eninviernojugamosenlagranja.Hacemosguerrasconlanieve,peroesono
duramuchotiempo.—¿Ysoisfelices?—¡Sí!—¿Yaquí?¿Noosgustaríaviviraquí?—Aquí todo estámuynuevo—dijoGrisón—.También se estámuybien.Hay
ascensores,acerasmecánicas.Esentretenido.Perounoseaburreporqueallítenemoscompañeros…ytodoeso.
—Asíesquequeréisvolver.—Sí,abuelo.Sehizoelsilencio.Unvientecilloagitólacopadelosárboles.—Dadmeunbeso—dijoelabuelo.
ABUELO…,nosgustaríasaberunacosa.—¿Dequésetrata?—Al llegar aquínosenteramosdequeel lugardondehabíamosvividoerauna
reserva.Nospreguntamosporqué.Mamánoshadichoquetelopreguntemos.Elancianoseincorporóunpocomás.Ahoraestabacasisentado.—Nopuedocontaroseso—dijo—.Tendríamosparahoras.Además,vacontra…
lasnormas.Enprincipio, nadiedebe saberlo.Sios cuento algo¿sabréisguardar elsecreto?
—¡Sí,abuelo!—¿Meloprometéis?—¡Sí!—Siesasí…Deaquellohacecuarentaaños.Desde luegoenaquellaépoca las
cosasnoerancomoaquíahora.TampococomoenelPaísElevadohoydía.Existíanpequeñasciudadespor todaspartes,y fábricas,muchas fábricas.Todomezcladoenconfusión.Las ciudades eran feas, nadie quería vivir en ellas.Los campos estabansucios,nadiequeríairallí.Habíamuchasluchas,peleas,yaoslopodéisfigurar.Alfinal,losamigosdelanaturalezasereservaronunapartedelterritorioyecharonfueraalosdemás.AllícrearonelPaísElevado.Convirtieronaquello,segúnparece,enun
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auténticocampo.Yseencerrarontrasunaenormealambrada.—¿Ylosotros?—Losotroséramosnosotros.Hicimosunaverdaderaciudad.Mirad…—hizoun
gestoseñalando los inmensosrascacielosqueseamontonabanhastaelhorizonte—,¡estoeselauténticoprogreso!¿Osdaiscuenta?
—Esloquedijimosantes—interrumpióGrisón—.Todoestámuynuevo.Peroenunaciudadasínosepuedejugar.
—¡Peroesqueunonosepasalavidajugando!—¿Yporquénopodemospasarlaalambrada?—Esunadecisiónquelasdospartestomarondecomúnacuerdoal levantaresa
separación.Incluso,seacordónohablarnuncadelpasado.Poresonosabíaisnadadetodoesto.
Sauravolvíadesucortopaseo.Aunallamadadelgobernador,unhombrevestidodeazulcelesteapareció.—TambiénseránecesarioquelaamnistíaseapliqueaBasile—dijoSaura.—¿QuiénesBasile?—Unpastorquemehaayudadoatraeralosniños.Esunhombremuyfiel,ysu
situaciónesahoramuydelicadaporhabermehechoestefavor.Elhombrevestidodeazulredactóunpapelalpiedelcualelgobernadorestampó
sufirma.—Mealegramuchoquehayáisvenido—dijo.Ysedespidieron.
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T21ElorodelCriarde
ODOCourquetainesestáasomadoalosbalcones.En primer lugar, porque hace un tiempo espléndido. Un hermoso día de
otoño.Peroesonoesloúnico:¡Rafistoleacabadepasar,peronoconsutrajenuevoyfumandounpurocomoestosúltimosdías,sinovestidoconsusviejasropasdepeóncaminero!Además,llevaalhombrolapalayelpicoquelehanhechotanrico.
Para decirlo ya de una vez, se dirige, de esa forma, hacia el callejón. Sí, elcallejón.Aunoscincuentametrosdetrásdeél,todoelpuebloseamontonaylesigue.La procesión se para cerca del ayuntamiento, y losmás curiosos echan un vistazodesdelaesquinadeledificio,pasandodespuéslasnoticias:
—¡Sehaparado!—¡Sehaquitadolachaqueta!—¡Cuidado,vaamirarparaacá,nosvaaver!Perono,hombre,no,notengáiscuidado.Nosevolverá.Noosmirará.Nohace
faltaquelohaga.Sabeperfectamenteloquepasa.Demasiadobienosconoceatodos.¡Emoción!Despuésdetirarlachaquetaalsuelo,seremangalacamisa.Seescupe
saliva en las manos. ¡Atención, acaba de coger el pico! Da un primer golpe, unsegundo…Escurioso,justoenelsitiodondehabíaexcavadosufamosísimoagujero.¿Sehabráarrepentidodehaberlorellenado?
Ahora deja de cavar. Ahora usa la pala. Se para, suda, tiene calor. ¡Rápido.Robert,uncuartillodevino!Robertllegaconelcuartillo.Rafistoleechauntrago.
¡Oh…!Acabadedesenterraralgo.Unatablademadera.¿Eh?Latablatapabaunagujero.Rafistoleseasomayhablaporelagujero.¿Peroconquién,demonios?
Noestá solo. ¡Atención, alguien sale del agujero!Esun tipobastante alto, concapa,conbotas.Unavezfuera,titubeaunpoco.Laluzlemolesta,sinduda.Llevaunenormesombrero.Pero…¡PerosiesBasile!
Unmurmullodeadmiraciónrecorrelaconcurrencia.Perocomolosdoshombresparece que vienen para acá, toda la muchedumbre sale pitando para replegarse;primerodetrásdelcafédelaClique,luegoenlosportalesdelascasasqueflanqueanlacalleFer-à-chaud.
Losdoshombresatraviesanlaplazadelayuntamiento.RafistoleayudaaandaraBasile.Noseparanenelcafé.VanhacialaplazadelLavadero.Labandadecuriosossedispersapocoapoco.
—Bueno—dijoRafistole—. ¿Noha sido demasiado duro vivir bajo tierra casitressemanas?
—¡Vayasihasidoduro!Apartedelratodelpaseítoporlasnoches,tefaltabaelaire,laluz…Menosmalquehabíasapañadoesecablequecogíalacorrienteeléctricadelayuntamiento.Porlomenospudeleerparamatarel tiempo.Yluego,lacomida
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quemebajabasalachitacallandoeraexcelente.¿Quiéneralacocinera?—Anaís.—Cuandolavea,medescubriréanteella.—Bueno—dijoRafistole—,laverasestanoche.—¿Yeso?—Pues que hay un banquete. He invitado a todos los interesados. Será en el
restaurantedeRobert.Oenlaplaza.—Esunabuenaidea.—Flammèchesealegrarámucho.YMargueritetambién.—Porfin—dijoBasile—hanvencidoal«viejo»,¿no?—Asídebedehabersido—dijoRafistole—.Laordendeamnistíahallegadoesta
mañanaalayuntamiento.—Eso ha sido gracias a los chicos. Seguro. Lo que los adultos no han podido
hacer, los chicos lo han conseguido.Mejor así.Después de todo es normal. Saurateníarazón.Ellaselofiguraba.
Los dos hombres han llegado al lavadero. Son las cinco.Los niños salen de laescuela,selesoyereírygritar.Basilebajaalaorilladelrío,juntoalpuente.Semojalacara,selavarápidamente.DespuéssedirigenlentamentehaciaelbosquedeEpnoi.
—¡Menudalataleshedado!—dijoBasilepensandoenlosgendarmes.—¡Vaya que sí! Registraron todas las casas. No podían explicárselo. Como
tampocosehapodidoexplicarnadiequeyomeenriqueciesetanrápidamente.Sitedigolaverdad,tampocoyomeloexplico.
—¿Porqué?—dijoBasile.—¡Hombre!, porque aúnno llego a creermequemehayaspodido comprar ese
agujeroporunasumatangrande.—Bueno,mirándolobiennoestantodinerosisetieneencuentaelfavorqueme
hasprestado.Yasabes,cuandosetratadelpropiopellejo,unoestádispuestoapagarloquesea…
—Sí,pero…acondicióndeserrico.—¡Ah,ya…!Ytútepreguntasquecómoesposiblequeyo…—¡Pues claro…! ¿Quién iba a figurarse que un simple pastor como tú pudiese
tenertantapasta?—Enrealidad,nuncahesidopastor.Lasovejasnoeranmásqueunacoartada.A
loqueyomededicabaeraahacerde«pasador»entreestoylazona.—¿Pasabasalagente?—No.Fotos,información…—¡Unamezcladeespionajeycontrabando,vaya!—Si quieres llamarlo así… pero, desde luego, no tenía nada que ver con los
asuntosdelEstado…Además,midineronoprocededeahí.
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—¡Anda!¿Dedónde,entonces?—Bueno…,nomevasacreer.—Habla,tienequehaberalgunaexplicación.—ElorodeCriarde.—¿Cómo?—ElorodeCriarde.—¿Esaleyendaquesecuentaaloschicos…?—Sí.Haexistido.Fueverdad.—Infinidaddepersonashanestadobuscandoynohanencontradonada.—Porquenobuscaronenelsitiodebido.Mispadresfueronlosquedescubrieron
todo.Hacecuarentaaños.—¿Yeso?—preguntóRafistole.—Cuandoconstruyeronlaalambradarevolvierontodalatierraporaquellaparte.
Peronisefijaronenello.¡Habíaoro!Desdeluego,nosotrosnofuimoslosúnicosenbeneficiamos.Asíytodo,tengoconquévivirelrestodemisdías.
—Yyotambién—dijoRafistole.Losdoshombrescaminabandespacio.Parecíaunpaseodeésosdeldomingopor
latarde,despuésdecomer.Ocuandounovaaunacitacontiempodesobra.—Desdeluego—dijoBasile,conloquemequedatengoparaelrestodemisdías.
MevoyahacerunacasitadetrásdelaChevanelle.Flammèchenoscedeunpedazodeterreno.
—¿Noscede?—Sí.ASaurayamí.—¡Ah,bueno…!¿EsqueSauraytú…?Rafistolesoltóunaenormecarcajada,comoladeaquélalquelehanengañado,
peroqueluegosedacuentay,apesardeello,estácontentísimo.—Esoloexplicatodo—dijo—.¿Loschicosnosabennadatodavía?—No,aúntienenmuchotiempo.—Sepondránmuycontentos—aseguróRafistole—.Enciertomodoéseserásu
premioporhaberse«atrevido».—Mehalagas—dijoBasile.Cuando los dos hombres llegaron al comienzo del bosque, el cabo Beauras
acababa justo de recibir dos misivas traídas especialmente por el coche de lagendarmería.Laprimeramisivaeralaordendeamnistía.
Lasegunda,paraanunciarlequeacababadesernombradocabo-jefe.Otrocabovendríaparaocuparsupuesto.
Beauras estaba tan contento que hizo un gesto amistoso a Basile y Rafistolecuandoentrabanenlazona.
—¡Todoelmundopuedeentrarysalirdeahí,queahorameimportaunrábano!
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TODOS estaban en la plazadel ayuntamiento.Robert y el señorRaclot acababandecolocar lasmesasparaelbanquete.Unoauno, llegabanlos invitadosy tomabanelaperitivo. Habían puestomúsica. Hacía buen tiempo, incluso calor. Los chicos nohacían más que dar vueltas alrededor de las instalaciones. Raclot y Delphineesperaban en un rincón sin decir ni pío. Flammèche charlaba con MargueriteRousselot.GustaveParmansseentreteníadándoleazúcaraMerlín.Jocrisseayudabaasupadreallevardocenasdehogazasdepan.ElmáspequeñodelosChenotleíauntebeo,sentadoenelsuelo.ElMarsopallegóalgomástarde,puesvolvíadelcolegio,queestabalejos.LapelirrojaCaussettenoparabadehablarconotrasniñas.
Anaísgritabaygesticulabaenmediodelamuchedumbre,diciendoque,sitodoelmundo escurría el bulto de esa forma, nada estaría listo. El nerviosismo crecíaprogresivamente,sinquenadiesedieracuenta.
Depronto,alguiengritó:—¡¡Yaestánaquí!!Enefecto,aparecieronellos.EscoltadosporBasileyRafistole, parecía como si
recorrieranlosúltimosmetrosdeunalargacarrera.Enlatribunalosaguardabanparaentregarlesflores,comosehaceconlosvencedores.
Saura llevabaunvestidomuysencillo,unoszapatoselegantesqueyasehabíanestropeadoalandarporelbosquedeEpnoi;encuantoaPruneyGrisón,llevabanelmismotrajequeeldíadesumarcha.
Delphineselevantó.Sesubióaunbancoparaverlesllegarmejor.Raclotprefiriócolarsehastalaprimerafila.Laplazaestabarepletadegente.
Hubo aplausos, vítores, abrazos. Chenot, el alcalde, se subió a una mesa yempezóundiscurso.Nadieleescuchaba.
GrisónyPrunesesentaron.Cuandoacabóeldiscurso,todosseabalanzaronsobreotranuevatandadeaperitivos,yenseguidaempezóelbanquete.Rafistole,ayudadoporBasile,colocabaalagenteenlasmesas.
DelphineestabaalladodeGrisón.—¿Nodicesnada?—preguntólachica.—Puesqueyaestamosaquí…Estamosdondeantes.—¿Quétalporallí?—Bien,peronomerecelapenacambiar.—Recibí tucarta.Megustómucho.¿Volveremosa jugarcomoesteverano?Si
quieres, puedes venir a la siega el próximo año. Mis padres han dicho queencantados.
—Entonces,iré—dijoGrisón.Un tremendo griterío les interrumpió. En la otra punta de la mesa larga del
banquete,Robertsehabíalevantadoysehabíasubidoalamesa,conunaservilletaen
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mano.—¡Baja,quevasaromperlotodo!—suplicabaAnaís.—¿Dóndeestá?¡Quierosaberdóndeestá!Todo el mundo se calló. Robert se quedó inmóvil, con los ojos inyectados en
sangreyelbrazopreparadoparaasestarelservilletazo.Yentonces,unagordamoscalevantóelvuelodesdealgunapartedelamesa,dio
tresvueltasalrededordeaquelhombregordoyluegodesaparecióenelcielo…
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FrançoisSautereaunacióel20dejuliode1943enParísenunafamiliadetradiciónmusical.
TrascursarestudiosdeletrasenelliceoHenriIVdeParísingresoencorreosdondetrabajo diez años. Después, y durante tres decadas, se dedico a la juventud comoanimadorteatralydirectordevarioscentrosrecreativos.
Empezo a escribir a finales de la decada de 1970 y publico su primera novela en1977,Unagujeroen laalambrada,en lacolección«Biblioteca Internacional»de laeditorialNathan.
FrançoisSautereauhapublicadohastalafechaunatreintenadelibros,ensumayoríanovelas y cuentos de ciencia ficción para jovenes. También ha fundado diversasasociacionesdedicadasalaescriturayelteatro.
En1979recibióelPremiodelaVilladeParísporelconjuntodesuobra.
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Notas
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[1]Beaujolais:vinodeBeaujolais,localidadfrancesaenlascercaníasdeLyon(N.T.).<<
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[2]Fiestanacionalfrancesa(N.T.).<<
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[3]Causette:enfrancés,charla,palique,cotorreo(N.T.).<<
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[4]Alusiónalaguerraeuropea,oPrimeraGuerraMundial,1914-1918(N.T.).<<
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