4 5

El piso 14, donde vivió Corina Kavanagh Lynch, tiene 740 metros cuadrados, jardín y una espectacular vista 360 grados de la ciudad. Su actual propietario

es el francés Alain Levenfiche, lord de Runhall Popes

Ubicado en el edificio Kavanagh, está valuado en casi 4 millones de dólares

ENTRAMOS A UNO DE LOS PISOS MÁS CAROS y EMbLEMÁTICOS

DE bUENOS AIRES

Construido hace ochenta y un años, este ícono porteño del art déco

fue el primer rascacielos de Latinoamérica

El piso tiene motivos clásicos incorporados: la minúscula mansarda que remata la torre superior, o el pórtico de columnas jónicas de travertino que adorna la terraza. Izquierda,

arriba: en 2004 fue adquirido por el lord de Runhall Popes, cuya fortuna proviene de inversiones inmobiliarias en España,

Inglaterra, Tailandia y Argentina.

6 7

“Siempre trato de ser innovador y diferente con mis diseños.

Mi búsqueda es que cada una de mis casas sorprenda”

(Alain Levenfiche)

El dance floor triangular, que ilumina con luces multicolores, fue un pedido especial de Alain a la

arquitecta Giselle Graci, que se encargó de remodelar el departamento en 2004, el mismo año de la

compra. El piso original, de roble de Eslavonia, está guardado en la baulera de catorce metros cuadrados,

ubicada en el subsuelo. Desde cualquiera de sus ambientes, la vista es sublime.

8 9

C orría enero de 1936 cuando se inau-guró el primer rascacielos de la ciudad de Buenos Aires. Solamente catorce

meses habían pasado desde que los arqui-tectos Gregorio Sánchez, Ernesto Lagos y Luis María de la Torre habían encarado el enorme desafío encomendado por Corina Kavanagh: levantar, en la esquina de Flori-da y San Martín, un imponente edificio de rentas inspirado en el Chrysler, el Empire State y el Rockefeller Center, de Nueva York,

adonde los especialistas viajaron, tiempo antes, a pedido de la millonaria.

La estructura de 120 metros de altura de hormigón con 31 pisos y forma de proa de barco le concedía a la puerta de entrada de la ciudad un esplendor de primer mundo. Para la inauguración, el 15 de enero, se or-ganizó una celebración en el hotel Plaza, con el que el mítico edificio se conectaba a través de un túnel subterráneo. Ese mismo año, la formidable construcción obtuvo el

Premio Municipal de Casa Colectiva y de Fachada; tres años después, una distinción semejante del American Institute of Archi-tects y compartió un galardón otorgado por la Sociedad de Ingenieros de los Esta-dos Unidos con la Torre Eiffel, la represa de Asuán y el canal de Panamá. En 1999, llegaron dos preciadas distinciones más: Monumento Histórico Nacional y Patrimo-nio Mundial de la Arquitectura de la Mo-dernidad, por la Unesco.

UN AMOR QUE NO PUDO SEREl Kavanagh se construyó sobre

una leyenda de amor y venganza. En la década del 30, Corina era una estanciera de fortuna aun-que carente de hidalguía para los miembros de la alta sociedad. Así y todo, logró cautivar a Aarón Félix Anchorena, un joven hacendado, miembro de la familia dueña del palacio que lleva su nombre (ac-

tual Palacio San Martín y Ministe-rio de Relaciones Exteriores y Cul-to). A pesar del flechazo, la madre del pretendiente, María Mercedes Castellano de Anchorena, pro-hibió el casamiento. Entonces, Aarón tuvo que romper con Cori-na, a quien dejó destrozada.

Ferviente católica, María Mer-cedes fue la ejecutora de la cons-trucción de la basílica del Santí-

El edificio cuenta con un staff de dieciocho

personas, entre ellos, dos mayordomos, dos

garagistas, una secretaria; además de porteros,

plomeros y electricistas

En el comedor, con vista a la basílica del Santísimo Sacramento, se destaca una mesa para

diez invitados. La decoración del piso estuvo a cargo de Dayah Konan, de origen francés. Abajo:

la porcelana, de la firma Versace, es la elegida por el lord para sus comidas en Buenos Aires.

10 11

Arriba, izquierda: la barra de tragos tiene como principal atractivo luces verdes que

hacen juego con la pista de baile. Izquierda: si bien Alain tiene fama de dandy,

su círculo íntimo asegura que dejó atrás su pasado de extravagancias –solía pasar los veranos en Ibiza, a bordo de su crucero, un Tarrab 86,

que vendió hace algunos años– para enfocarse en una vida más bohemia y

espiritual. Arriba: la cocina cuenta con una isla, ideal

para cocinar con vista hacia la Plaza San Martín. Hay una habitación de servicio y una enorme despensa. Derecha:

una balanza antigua, comprada en un remate, aporta el toque clásico.

simo Sacramento, que podía admirar todas las mañanas desde su mansión de estilo Beaux Arts, del otro lado de la Plaza San Martín.

Como venganza, años des-pués, Corina habría vendido tres de sus estancias en Ve-nado Tuerto para comprar el terreno frente a la basílica y construir el rascacielos más alto de Latinoamérica. Así evi-taría que la señora Castellano de Anchorena pudiera disfru-tar de su “capilla”, que que-daría en las penumbras por el simbólico edificio, el ícono moderno de Buenos Aires.

En cuanto estuvo listo, Corina decidió instalarse en el piso 14 de la torre, don-

de vivió hasta 1948, cuando lo vendió a Henry Roberts, uno de los hijos del funda-dor del Grupo Roberts.

En 1984, la mujer de van-guardia para su época, mu-rió a los 94 años.

LA CASA DE UN LORDEn 2004, Alain Levenfiche

recaló en Buenos Aires des-pués de encontrarse en Salva-dor de Bahía con dos amigos argentinos que le habían re-comendado invertir en “la-drillo” en Argentina. Enton-ces, el francés, que además ostenta el título de Lord of Runhall Popes –herencia de su padre inglés–, viajó al país y, no bien visitó el piso que

“A Alain le encanta la vida social. Por eso, pidió poner una barra en el living, aunque él no toma alcohol. Lo mismo hizo con la compra de

una casa en un club de polo, en Lobos, sin haber taqueado jamás” (Cay Seward, mano derecha del lord en Argentina)

12 13

Arriba: originalmente, la distribución de la casa era otra. Alain decidió encargarle cambios importantes a la arquitecta Graci. Uno de ellos es que todas las habitaciones contaran con baño privado. Cuando visita

Buenos Aires, el lord se instala en el dormitorio más grande, con amplio vestidor y un baño revestido en mármol. Izquierda: el piso cuenta con

475 metros cuadrados cubiertos y 251 entre los jardines y la terraza en la “proa”. Derecha: los otros tres dormitorios tienen entre 20 y 30

metros cuadrados. Uno de ellos conserva intacto el baño que fuera de Corina Kavanagh.

De los cinco dormitorios, dos son master suites, una de 80 metros

cuadrados y otra de 60 metros, ambas con acceso a las terrazas-jardines

14 15

BUENOS y cONOcIDOS VEcINOS Jorge Lanata, Joaquín Mora-les Solá, Alicia Castro, Viviana Corcuera, el abogado Carlos Maslatón y la familia Pérez Companc viven hoy en la torre, codiciada por los fanáticos de la arquitectura. La lista de sus ex propietarios es también extensa: Alfredo Martínez de Hoz vivió allí hasta sus últimos días; Roberto Devorik supo tener su pied-à-terre y también Ezequiel Eskenazi, hijo del fundador del poderoso grupo Petersen.

Arriba: el edificio arrasó con los estándares de confort y batió récords. En el momento de la inauguración fue la construcción de hormigón armado más alta del mundo con aire acondicionado central en todos los pisos. Trabajaron 650

obreros simultáneamente, se usaron 27.800 bolsas de cemento, 1.600.000 de ladrillos y un requerimiento de energía instalada de 1.600 KW de potencia, equivalentes a la necesidad de una ciudad de 80 mil habitantes. ¿El resultado? Una construcción de 23.570 metros cuadrados de superficie cubierta y 120 metros de altura. Derecha: una vista desde arriba.

Arriba: a los 39, Corina Kavanagh compró el terreno y la leyenda dice que pidió construir el edificio para taparle la vista de la basílica del Santísimo Sacramento a Mercedes Castellanos de

Anchorena, que vivía en el actual Palacio San Martín, porque ella había impedido, años antes, la boda de Corina con Aarón, uno de sus once hijos. El retrato de Corina, firmado por el artista

inglés Philip de László, se destaca en el hall.

había pertenecido a Corina Kavanagh, se enamoró y lo compró. “Le cautivó la mística de este edificio, que representa los años de oro de Argentina. Y su his-toria es fascinante: aquí vivió Corina, ni más ni menos”, explicó Cay Seward, su “mano derecha” en Argentina, quien también se encarga de otras propiedades de Levenfiche (una mansión en Lobos y un campo en Mendoza). Así es que cada vez que este lord de 65 años, padre de dos y abuelo de cuatro, se instala en Ar-gentina –casi siempre entre septiembre y octubre, para escapar del frío europeo–, divide su estadía entre el Kavanagh y su campo en las afueras de la ciudad. Nació en París, pero creció en Londres, donde aún vive su madre francesa. Hasta hace algunos años, su vida transcurría entre lujos y extravagancias, pero sus íntimos

aseguran que sus largas estadías en el Su-deste asiático –puntualmente en Tailan-dia– provocaron un cambio en su estilo de vida. “Es bastante bohemio y una per-sona que se ocupa de sus afectos. Cuando compró este departamento lo modernizó por completo y decidió poner una barra de tragos –aunque él no toma alcohol– y armar un dance floor para cada encuentro con sus amigos”, agrega Cay.

Hoy el piso (de 740 metros cuadrados), por el que piden 3,9 millones de dólares, está a la venta. La única condición del actual dueño es que, quien lo compre, permita que la magia perdure.•

Texto: Paula Galloni Fotos: Pilar Bustelo Producción: Rodolfo Vera Calderón

Agradecimientos: Patagonia Synergia Real Estate

El Kavanagh tiene dos entradas principales: una en la esquina de Florida y San Martín, con porche cubierto para el acceso de autos; y otra sobre el frente que

da a Plaza San Martín, justo en el eje central de la fachada