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Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Trabajo Fin de Grado
Fernando de Herrera y la primera biografía de
Tomás Moro en castellano
Alumno/a: Adrián Nieto Cantarero
Tutor/a: Eugenio M. Olivares Merino
Dpto.: Filología Inglesa
2
Índice
1. RESUMEN Y ABSTRACT………………………………………….. 3
2. INTRODUCCIÓN…………………………………………………. 4-7
3. FERNANDO DE HERRERA…………………………………….. 7-12
3.1 Fernando de Herrera (vida y carácter)………………………….. 7-8
3.2 La obra poética de Herrera…………………………………...... 8-10
3.3 La obra en prosa de Herrera………………………………….. 10-12
3.3.1 Las obras de Garcilaso
de la Vega con
Anotaciones de Herrera……………………………….. 10-11
3.3.2 La Relación de la Guerra de
Chipre y la batalla de
Lepanto………………………………………………... 11-12
3.4 La obra perdida de Herrera……………………………………….. 12
4. AFICIÓN DE HERRRA POR
TOMÁS MORO…………………………………………………... 12-15
4.1 Repercusión que tiene Tomás
Moro en Sevilla……………………………………………….. 13-14
4.2 Tomás Moro, don Rodrigo de Castro,
y la relación que pudo haber
entre ambos…………………………………………………… 14-15
5. EL TOMÁS MORO……………………………………………….. 15-20
5.1 Como discurso……………………………………………….. 15-17
5.2 Fuentes………………………………………………….…….. 17-20
6. ESTRUCTURA DE LA
OBRA…………………………………………………………….. 20-28
6.1 Partes y contenido…………………………………………….. 20-27
6.2 El término “virtud” para Herrera………………... ……………27-28
7. CONCLUSIÓN…………………………………………………... 28-29
8. BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………. 30
3
La lectura hace al hombre completo;
la conversación, ágil, y el escribir,
preciso.
Sir Francis Bacon
1. Resumen y abstract
En el siguiente trabajo se ha realizado un estudio sobre el Tomás Moro que
escribió Fernando de Herrera. En primer lugar, se ha tratado la vida de Tomás Moro. En
segundo lugar, hemos hablado del autor Fernando de Herrera, de su vida y sus obras.
Después hemos analizado la afición que tenía Herrera por Tomás Moro para decidirse a
escribir una biografía sobre él. Seguidamente, hemos analizado el Tomás Moro, tanto
como discurso, como mostrando las fuentes utilizadas para ello. Finalmente, hemos
llevado a cabo el resumen de la obra, y cómo utilizaba Fernando de Herrera el término
virtud como elogio a Tomás Moro. El objetivo es demostrar cómo un autor inglés pudo
a llegar a ser tan conocido en España, más concretamente en Sevilla gracias a Fernando
de Herrera, en una época en la que las relaciones entre Inglaterra y España no eran
buenas.
Palabras clave: Tomás Moro, Fernando de Herrera, Enrique VIII, conde de Gelves,
virtud, Sevilla, Inglaterra, discurso.
Abstract
In this essay, I present a study of Thomas More, written by Fernando de Herrera.
In the first place, I will deal with Thomas More´s life. Secondly, I present a description
of Fernando de Herrera, his life and works. Then, I analyse Thomas More, both as
discourse and showing its sources. Finally, I provide a summary of this work, and a
definition of the term virtue, used to praise More. The ultimate purpuse of this work is
to show how an English autor got to be so well known in Spain, in Seville thanks to
Fernando de Herrera, at a time when the relations between Spain and England were not
that good.
Keywords: Thomas More, Fernando de Herrera, Henry VIII, Count of Gelves, virtue,
Seville, England, discourse.
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2. Introducción
Este trabajo propone un estudio introductorio a una obra de carácter biográfico
escrita por Fernando de Herrera sobre Thomas More, titulada, Tomás Moro. Se trata de
la primera biografía1 de Tomás Moro escrita en español. La segunda edición del Tomás
Moro se publicó en 16172. Alonso Ramírez de Prado, en la nueva dedicatoria a don
Pedro Fernández de Castro, llama al Tomás Moro “pedazo de su Historia” (López
Estrada, 2001:71)
En 1635 Francisco de Quevedo había traducido un fragmento de página y media
de Utopía en una obra política suya: Carta a Luis XIII. En 1637, dos años después,
Jerónimo de Medinilla y Porres publica una versión parcial de la Utopía de Tomás
Moro, fue la primera que apareció impresa en España3. Medinilla no tradujo la obra al
completo y de esto se daría cuenta Quevedo, ya que le faltaba el libro I completo. Este
autor se vió atraído por la Utopía de Tomás Moro hasta el punto de entremeter una cita
de este libro en la obra que él estaba escribiendo (López Estrada, 1965: 403-404).
Este año se cumple el quinto centenario de Utopía de Tomás Moro y creo que
es un buen estudio interfilológico, puesto que nos centramos en un personaje inglés pero
a través de los ojos de un español, concretamente de un sevillano, andaluz; soy
estudiante de Filología Hispánica, mi tutor es anglicista y ambos somos andaluces como
Fernando de Herrera.
Es necesario poner de manifiesto que, sobre el tema aquí propuesto, el
investigador principal es el filólogo español Francisco López de Estrada (1918-2010),
quien hizo una edición modernizada del Tomás Moro. Cabe destacar que también
estuvo más de veinticinco años trabajando en la Universidad de Sevilla y es por ello que
su vinculación a Fernando de Herrera es mayor, puesto que Herrera es sevillano.
1 La primera edición del Tomás Moro fue realizada por Alonso de la Barrera e impresa en Sevilla en el año 1592. 2 La segunda edición del Tomás Moro fue realizada por Luis Sánchez e impresa en Madrid en el año 1617. 3 Utopía de Thomas Moro traducida de latín en castellano por Don Gerónimo Antonio de Medinilla i Porres, 1637 en Cordova por Salvador de Cea.
5
Tomás Moro nació en 1478 en Londres. Su padre era juez, era de honrado linaje,
es decir, más que un noble4.
En 1521 fue nombrado vicetesorero del reino, recibió el título de caballero para
ejercer el cargo que le nombraron; este cargo le vino por méritos propios y no por su
linaje. Vivía en Chelsea, por aquel entonces era una cercanía de la gran ciudad, en una
villa campestre con su familia y recibía a gente de letras. Moro, pronto supo latín, entró
como paje de John Morton (arzobispo de Canterbury y entonces Lord Canciller del
Reino, en Lamleth). Este señor se aficionó a Moro porque a pesar del amplio bache que
separaba sus vidas tenían cosas en común entre ambos (el humor, el amor a las letras, la
sinceridad). El canciller murió en 1500. John Morton, animó a su padre para que lo
enviara a Oxford; lo envió, pero después de dos años de vida universitaria dejó sus
estudios, pues la carrera de leyes no le hubiese requerido muchos años de estudio y los
estudios no valían gran cosa para el ejercicio de la profesión ante los tribunales que
examinaban las causas civiles. Además de latín, aprendió griego y así logró extender sus
conocimientos por la Antigüedad. Después estudió derecho en New Inn y pronto
explicó las leyes. Sintió desvelos religiosos y convivió con los cartujos; junto a esto,
trató a los que, por sus estudios, eran humanistas de sólida formación, entre ellos
destacó Erasmo de Rotterdam. Se hizo abogado ya que a su padre no le gustaba su
afición por la filosofía.
En 1504 o 1505 se casó con Janet Colt, ésta le dio tres hijas y un hijo; Janet
murió y volvió a casarse, esta vez con Alicia Middleton con la que no llegó a tener
ningún hijo pero lo acompañó en la gloria y en la desgracia. Con la coronación de
Enrique VIII (1509), fue nombrado segundo sheriff de Londres y en este cargo ayudaba
al alcalde y regidores de la ciudad en la justicia. En 1506 recibió la visita de Erasmo,
quien se quedó a vivir con la familia una temporada, aprovechando para escribir El
Elogio de la Locura, dedicado a su amigo inglés.
Creció su prestigio como un abogado sensato y fiel a su conciencia, y el rey le
pidió consejos en algunos asuntos.
En 1523 fue nombrado “speaker” en el Parlamento.
4 Los datos biográficos de Tomás Moro han sido tomados de López Estrada, (2001: 21-31). Otra Biografía consultada de este personaje en castellano es la de Vázquez de Prada (1966).
6
En 1529, el rey inglés confió en Moro el grado de Canciller del Reino; esto
supuso un gran honor porque era un hombre que no pertenecía a las familias ilustres del
Reino y que recibiría el cargo por su prestigio en las leyes y por su honradez y buen
trato. Tomás Moro temió que este nombramiento le trajese inquietudes ya que su
conducta en la Corte y con la Reina Catalina comenzaba a deteriorarse por la atracción
que sentía por Ana Bolena.
Enrique VIII intervino contra Lutero por una obra que era un rechazo de la
doctrina de la Iglesia sobre los Sacramentos. El Papa concedió a Enrique VIII el título
de Defensor de la fe, y Enrique VIII envió al papa una vindicación. La respuesta de
Lutero al Rey fue violenta, y Tomás Moro contestó a Lutero bajo el pseudónimo de
William Ross. En esta respuesta utilizó el tono y términos parecidos a los que había
usado Lutero.
Otra cuestión que fue decisiva en la vida de Tomás Moro es que la princesa
Catalina de Aragón se casó con el príncipe Arturo, pero falleció muy pronto. En ese
momento prepararon la boda entre Catalina y Enrique, que era el hermano de Arturo y
había quedado por la muerte de su hermano como único heredero al trono. Moro
escribió un poema en el que deseaba que los Reyes tuvieran hijos, y con ellos nietos.
Esto no fue así. La Reina después de varios abortos, solo logró que viviera María. El
Rey, ansioso de un heredero, pidió que se anulara su matrimonio, pues algún texto
bíblico se oponía al matrimonio con la mujer del hermano, y el castigo, era la falta del
hijo. Tomás Moro leyó las alegaciones del Rey y no se declaró competente para emitir
un juicio sobre la cuestión, y le dijo que acudiese a autoridades más elevadas. El Rey no
esperó la decisión papal y celebró su boda con Ana Bolena y el Parlamento aprobó el
Acta de sucesión por la que Enrique VIII se proclamaba cabeza de la Iglesia anglicana.
El Papa se pronunció en contra de la validez del matrimonio. Moro no quiso jurar el
Acta de sucesión, mantuvo su lealtad al Rey, pero proclamó su adhesión a la Iglesia de
los católicos, que era la de Roma. Tomás Moro fue recluido en la cárcel de los nobles.
En una vista celebrada se dictó contra Moro sentencia de muerte, esta sentencia se llevó
a cabo el día 6 de Julio de 1535. Tomás Moro fue canonizado en 1935.
Tomás Moro también tuvo ocasión para manifestarse como escritor, lo hizo en
varios géneros literarios de la época. Logró reunir un buen conocimiento de la
Antigüedad griega y romana con un uso elegante del latín. Fue el creador de Utopía,
7
obra fundamental para el nuevo tiempo. En esta obra el autor describe un imaginado
viaje a un país cuya organización política y social pudiese ser el patrón de un estado
teórico más perfecto que los que existían en la realidad de su época. La Utopía está
escrita en prosa latina, se dirige a todos los que, como él, participaban de un humanismo
activo y creador.
La obra de Moro es amplísima, en latín y en inglés, tocando géneros tan diversos
como la biografía histórica, los epigramas, y los textos de corte religioso y apologético.
3. Fernando de Herrera
En este apartado vamos a hablar sobre Fernando de Herrera (vida y carácter).
También hablaremos sobre las obras que escribió, y otras obras perdidas de este autor.
3.1 Fernando de Herrera (vida y carácter)
Nació en Sevilla en 1534 y falleció en 1597. Era hijo de padres honrados, quizás
fuesen nobles o hidalgos. No se sabe con seguridad dónde estudió; ya que pudo hacerlo
en el colegio fundado por Maese Rodrigo Fernández de Santaella5 (en el Colegio de
Santa María de Jesús), o en el Estudio de San Miguel. Fernando de Herrera no terminó
los estudios. Las obligaciones de Herrera se limitaban en la parroquia de San Andrés en
Sevilla a cantar en el coro, a leer su breviario y a asistir con la vestimenta eclesiástica a
misa diariamente. El conde de Gelves y su esposa doña Leonor, trasladaron su
residencia a Sevilla en 1565. El Conde de Gelves fomentó una tertulia literaria a la que
asistieron varios autores de la escuela sevillana como eran Baltasar de Alcázar6, Juan de
Mal Lara7, entre otros. Doña Leonor causó un gran impacto en Fernando de Herrera, ya
que toda la lírica amorosa de Herrera gira en torno a ella.
5Rodrigo Fernández de Santaella: nació en 1544 y murió en 1509. Fue el fundador de la Universidad de Sevilla (Ruiz, 2003). 6 Baltasar de Alcázar: nació en Sevilla en 1530 y murió en 1606. Fue poeta y músico. 7 Juan de Mal Lara: nació en 1524 y murió en 1571. Era un escritor natural se Sevilla (Roncero López, 1999). Fue su maestro.
8
Hay que destacar que Fernando de Herrera perteneció a la Escuela Sevillana8.
Los poetas que pertenecían a este grupo sevillano defendían la poesía hecha con ingenio
frente al entusiasmo o furor platónico y la técnica o arte frente a la simple
espontaneidad.
Fue poeta, crítico español e historiador; lo llamaban el “Divino”. Poseía una
gran cultura ya que sabía matemáticas y geografía. También tenía algunos
conocimientos de filosofía y medicina. Fue el principal representante de la escuela
poética sevillana del siglo XVI, su obra representa una transición desde el clasicismo
renacentista de Garcilaso hasta la complejidad estilística barroca de Góngora y
Quevedo.
Por el libro de Pacheco9 sabemos que gozó de buena salud y que fue templado
en el comer, también respetó el honor ajeno y desconoció la maledicencia y la injuria,
era modesto y cortés continúa Pacheco (Macrí, 1972: 36-37).
Para Juan Rufo10 que debió de encontrarse con Herrera en el salón del marqués
de Tarifa11 lo describe como un
Hombre leído y estudioso…, bronco, arrogante y despejado, y poeta áspero y
terrible; desvanecido de que el vulgo le atribuía fuera de razón el título de divino,
que, no por modestia, el dicho estimaba en poco (Macrí, 1972:36).
3.2 La obra poética de Herrera
La obra lírica que escribió Fernando de Herrera es una de las aportaciones más
importantes en la literatura española de su tiempo. El poeta y escritor Pacheco, nos dice
8 En la segunda mitad del siglo XVI, se creó esta escuela poética. Los componentes de esta escuela sevillana eran compañeros dedicados a tareas semejantes, que se apoyaban entre sí. 9 Francisco Pacheco: nació en Cádiz en 1564 y murió en Sevilla en 1644. Era pintor, poeta y teórico del arte. Pasó a la posteridad por ser el maestro y el suegro de Velázquez (Díaz Pérez & Rondón, 2016). Escribió el Libro de Retratos que es el panteón de artistas y poetas sevillanos de su tiempo. Este autor tiene mucha relevancia en este trabajo puesto que en el libro anteriormente mencionado habla mucho de Fernando de Herrera y su obra Tomás Moro. 10 Juan Rufo: nació en Córdoba en 1547 y murió en 1620. Fue un escritor y soldado español 11 Marqués de Tarifa: su nombre era Fadrique Enríquez de Ribera, fue el primer marqués de Tarifa. Nació en 1476 y murió en 1539 en Sevilla.
9
que los versos que escribió Fernando de Herrera “fueron fruto de su juventud” (López
Estrada, 2001: 37), pero no deja de reconocer su valía.
Estas obras líricas son resonancias de la vieja poesía provenzal que aun se
persiguen siglos después en el marco cortés de la sociedad sevillana.
Herrera fue beneficiario de la iglesia de San Andrés y vestía el hábito
eclesiástico, sin que hubiese llegado al orden sacro; esta condición no le impidió que
pudiese dedicar sus versos líricos a doña Leonor, la condesa de Gelves. En el palacio
del señor de Gelves se reunía una tertulia literaria de prestigio, y Herrera se encontraba
entre los asistentes. El escritor Pacheco reconoce que estas celebraciones se hacían con
la aprobación del marido de doña Leonor, ya que era una celebración de gran ingenio.
En 1581, muerta doña Leonor, no se sabe apenas nada sobre Herrera, salvo lo
que dicen sus amigos de él, contando su bondad como escritor. Pacheco se refiere a la
buena formación humanística que tiene Herrera, pues Herrera leyó muchos libros que la
antigüedad griega y romana nos dejó. En su biblioteca, se ha encontrado un poco de
griego, y los habituales Marcial, Lucano, Catulo Horacio, Virgilio, y algunos más.
Abundan poéticas, retóricas diccionarios y otras obras y tratados modernos. Todo esto
es suficiente como para asegurar su función como comentarista a la medida de la época.
El ejercicio literario y el amor van de la mano en este aspecto de la poesía de
Herrera. No pueden separarse en la relación amistosa que unió a doña Leonor con
Herrera y que hizo posible dar entidad a su obra lírica. Algunos estudiosos como es el
caso de Coster12 “se pregunta[n] si el amor cantado en estas poesías fue de orden
platónico o realista” (Coster, 1908: 119). Otro autor, Macrí13,
Se refiere a un petrarquismo mayor que inclina la lírica de Herrera más hacia
Petrarca que a Garcilaso, y es una aventura intelectual de orden poético y sentido
manierista (Macrí, 1972: 475-478).
12Adolphe Coster: nació en 1868 y murió en 1930. Era hispanista y gracianista francés. Hispanista era porque se dedicó a estudiar la poesía sevillana del Siglo de Oro, en concreto la de Fernando de Herrera; y gracianista porque se dedicó fundamentalmente al estudio de Baltasar Gracián. 13Oreste Macrí: nació en 1913 y murió en 1998. Era un hispanista italiano y crítico literario. Fue miembro de la Real Academia Española.
10
Además de su obra poética de orden amoroso, escribió también poesías de
asunto civil, como su Canción a la batalla naval de Lepanto y otra por la pérdida del
rey Sebastián, y otras más. Según Pacheco, cultivó también romances y coplas
castellanas, y asimismo poemas de enjundia épica y amorosa, que se han perdido.
3.3 La obra en prosa de Herrera
Nos encontramos en este apartado con Las obras de Garcilaso de la Vega con
Anotaciones de Fernando de Herrera, Sevilla, 1580. También escribió Relación de la
guerra de Chipre, y suceso de la batalla naval de Lepanto del señor don Juan de
Austria, Sevilla, 1572. Y el que a nosotros más nos interesa que es Tomás Moro, un
elogio a la vida y muerte de Tomás Moro. Pacheco nos dice en su Libro de Retratos que
hubo otra obra de esta especie que se perdió o usurpó, y que era una historia general del
mundo hasta la edad del emperador Carlos V, esta obra trataba las acciones donde
concurrieron las armas españolas, que escribieron con envidia o injuria los escritores
extranjeros (López Estrada, 2001: 40-41).
3.3.1 Las obras de Garcilaso de la Vega con Anotaciones de Fernando de
Herrera.
Cuando Herrera quiso justificar el esfuerzo por anotar a Garcilaso, dice que lo
hizo por la honra de la nación y la nobleza y excelencia del escritor; es decir, nos dice
que Garcilaso es un autor de primera clase y que hay que realzar sus méritos, mejorando
si es posible su transmisión textual y estableciendo comentarios que justifiquen esta
calidad y afirmen su maestría literaria.
Ya se había hecho anteriormente una labor semejante a la que hizo Herrera, la
hizo en 1577 el maestro Francisco Sánchez de las Brozas, catedrático de Retórica de la
Universidad de Salamanca. Herrera no menciona en ningún momento la buena labor
que hace de Francisco Sánchez, al que ni siquiera nombra, y si lo nombra es de forma
negativa. Son obras diferentes, la de Francisco Sánchez, tiene 259 notas y todas breves,
frente a las 849 notas de Herrera, algunas de estas notas son discursos sobre diversos
asuntos. El trabajo de Herrera sobrepasa la intención del comentario estricto.
11
El libro del Las anotaciones a Garcilaso, suscitó una fuerte polémica, y ha sido
objeto de numerosos estudios que han establecido su importancia y manifestado su
complejidad en cuanto a la teoría poética que lo sostiene14 (López Estrada, 2001: 42).
3.3.2 La Relación de la Guerra de Chipre y la batalla de Lepanto.
Se publicó en 1972. Esta Relación se refiere a un episodio internacional de la
guerra de los cristianos contra los turcos en el Mediterráneo, en el que intervino el
príncipe don Juan de Austria al frente de las fuerzas del Vaticano, venecianas y
españolas y que acabó con la derrota de los turcos en Lepanto el 7 de octubre de 1571.
Esta obra proporciona al lector muchísimos datos; se citan en ella a un gran número de
cristianos y turcos, y numerosas menciones de encuentros. Cuenta el relato que don
Juan va a Mesina y expone el propósito por el que lo envió su hermano, el rey Felipe II.
Es una obra muy objetiva, y Herrera nos cuenta las acciones entre las fuerzas de
los dos bandos. No se menciona demasiado a don Juan, pues lo importante es la
empresa conjunta de los cristianos, y en especial la de los españoles. En una ocasión
dice que la victoriosa solución del caso es gracias al valor de don Juan de Austria. En
este elogio a don Juan, podemos ver como para Herrera y para muchos otros españoles,
como este podría haber llegado a ser una figura decisiva en la política de no haber
muerto tan joven.
El título de este libro lo puso Herrera como un recurso de modestia, puesto que
escribe una extensa relación. Lo común era que las relaciones fueran cortas, tuviesen
pocas páginas, fuesen pliegos impresos con prisas. Y el libro de Herrera tiene 96 folios
y está impreso con cuidado; si es verdad que el libro tuvo que escribirse rápido, puesto
que el libro fue impreso solo unos meses después de que sucediese este hecho histórico.
La Relación de Herrera está al borde de la crónica, y llega más allá, pues Herrera hace
que la prosa acabe con una poesía “Canción en alabanza de la Divina Majestad por la
victoria del señor don Juan”. Se imprimió junto la prosa y el verso por voluntad del
autor, como sigo de la intención creadora con el que trata el acontecimiento histórico.
14 Algunos de los numerosos estudios del libro de Las anotaciones a Garcilaso son: doce estudios que se recogen en el libro Anotaciones a Garcilaso de Fernando de Herrera, dirigido por Begoña López Bueno, 1997.
12
Para Ruestes Sisó, muestra de qué manera en Herrera la historia se convierte en
poesía religiosa, dirigida en el mismo título a Dios con un motivo explícito (López
Estrada, 2001: 45). Nada de esto ocurre en el Tomás Moro, en donde la prosa no puede
acompañarse de la poesía, pues el Discurso lleva consigo un tratamiento retórico que
requiere otra calidad literaria.
3.4 La obra perdida de Herrera
Las obras de Herrera se han perdido en su gran mayoría y de muchas de las
obras solo tenemos noticia por los testimonios de Francisco Pacheco, de Francis de
Rioja y de otros (Chiappini, 1985: 13). Entre las obras poéticas vamos a citar la
Gigantomaquia, esta obra está inspirada en el poema incompleto de Claudiano; también
cabe mencionar la probable traducción del Robo de Proserpina.
Entre las obras en prosa, hay que destacar Una Historia general del mundo, esta
obra es un auténtico monumento misteriosamente desaparecido. Pacheco, en el Libro de
Retratos, habla de esta obra de una: Historia general del Mundo hasta la edad del Emperador Carlos quinto, que
particularmente trataba las acciones donde ocurrieron las armas Españolas, que
escribieron con injuria o invidia los escritores estrangeros, la cual mostró [Herrera]
acabada i escrita en limpio a algunos amigos suyos, el año 1590 (Chiappini, 1985:
14).
Una última obra, al menos en proyecto, es un Arte poético, esta obra fue
anunciada por Medina en el Prólogo y por Herrera en las Anotaciones y probablemente
nunca llegó a realizarse.
4. Afición de Herrera por Tomás Moro
En este apartado vamos a hablar sobre la repercusión que tiene Tomás Moro en
Sevilla (especialmente en Fernando de Herrera), y también hablaremos sobre Tomás
Moro y don Rodrigo de Castro, particularmente de la relación que puede haber entre
ambos.
13
4.1 Repercusión que tiene Tomás Moro en Sevilla
Fernando de Herrera sintió curiosidad como lector por la obra de Moro, ya que
ambos eran escritores. Y más aun en Sevilla, donde las letras se sembraban con gran
variedad. No sabemos con certeza que libros pudo leer Herrera de Tomás Moro. La obra
de Herrera, Tomás Moro, trata la condición humana del mismo y su interpretación
humanística (López Estrada, 2001: 48)
Cabe destacar que en el Tomás Moro existe un acercamiento a lo que se dice en
el libro I de Utopía, en el que se trata la situación social, política y económica del país
inglés, mientras que Herrera en el Tomás Moro se refiere al autor inglés como un buen
consejero de Enrique VIII; ahí podemos observar como Herrera en su libro trata
también temas políticos.
También observamos cómo Herrera utiliza la palabra “magistrado” y la aplicaba
a los que desempeñaron un cargo de gobierno y al desempeño de dicho cargo, en
especial al Canciller. Este término de “magistrado” es el mismo que Moro había
empleado en el latín de su Utopía, como explica el título “De magistratibus”.
Herrera confesó que escribió su libro Tomás Moro por la afición que tuvo
siempre a la virtud y excelencia de Tomás Moro, y don Rodrigo, que era Cardenal, (la
figura más representativa de la Iglesia en Sevilla) también sentía algo semejante por el
escritor inglés, mártir por su creencia. Todo lo hablado anteriormente implica que en
Sevilla había un gran conocimiento de Tomás Moro. Esto hizo posible que se pudiese
publicar un libro solamente con su nombre. En la Biblioteca Universitaria de Sevilla se
conserva ejemplares de las OMNIA latina opera de Moro (López Estrada, 2001: 51)15.
Hay que destacar que todo esto ocurría en una época en la que las relaciones
entre las monarquías eran críticas y violentas (estamos hablando de la española y la
inglesa), pero nada de esto pudo impedir que Moro tuviera un renombre en Sevilla.
15En 2001 Francisco López Estrada dedica un artículo de testimonios sobre lo que se podía saber en Sevilla incluido en: Tomás Moro y Sevilla.
14
En 1584 apareció en Sevilla una obra sobre los mártires de la Orden cartuja de
Londres, el autor fue Cristóbal Tamariz16 y es un poema en español. La Orden cartuja
fue perseguida por su adhesión a Roma cuando se separó de la Iglesia anglicana. En la
Cartuja sevillana, también se hicieron eco de esos acontecimientos ingleses. Según
Francisco López de Estrada (2001: 52-53), “Fray Alfonso de la Torre, escribió una
Historia de los Mártires de la Cartuja de Inglaterra. Este libro es una historia de los
religiosos de su Orden, pero no solo se refirió a los Cartujos, sino también a Moro”.17El
manuscrito de Fray Alfonso se escribió después del Tomás Moro de Herrera, por lo que
hay que señalar que Herrera pudo encontrar libros para informarse de Moro en el
convento de Santa Justa y pudo informarse también de Moro hablando con frailes.
4.2 Tomás Moro, don Rodrigo de Castro y la relación que pudo haber entre
ambos
Don Rodrigo nació en Valladolid en 1523, y murió en Sevilla en el 1660. Don
Rodrigo tuvo una brillante carrera eclesiástica y cortesana, y una gran experiencia en el
trato de la sociedad de la época a través de sus viajes por Europa.
Don Rodrigo quería reducir los beneficios de las parroquias destinados a
curados, y quería que los beneficiados fueran gente letrada; en contra de esta situación
(beneficiados que fueran gente letrada), estaba Herrera que era un letrado en alto grado.
Ante esto, parece ser que había unas posibles relaciones entre don Rodrigo de
Castro y Fernando de Herrera y, sobre todo, hay que destacar que don Rodrigo había
estado en Inglaterra y en Roma para justificar que Herrera le dedicase el libro Tomás
Moro.
Don Rodrigo viajó a Inglaterra 1554 para que la Iglesia inglesa volviera a la
unidad católica sostenida por Roma, lo que trajo consigo enfrentamientos entre
anglicanos y los defensores de la religión católica. Por aquel entonces, pudo haber
sabido de buena mano quién era Tomás Moro y lo que éste hizo, así como lo que le
ocurrió al comienzo de esta crisis religiosa en Inglaterra.
16Cristóbal Tamariz: fue un poeta perteneciente al siglo XVII. 17 Fray Alfonso de la Torre: era monje en la Cartuja sevillana de Nuestra Señora de las Cuevas. Profesó en la Orden en 1606. Era escritor y no buscaba la brillantez en su obra.
15
Estando don Rodrigo en Sevilla con la función de Arzobispo, se relacionó con
los sevillanos que cultivaban las letras y las artes.
En los años en los que Herrera escribe e imprime su libro, en Sevilla se relaciona
la ciudad (religiosos, escritores, etc) con los ingleses católicos que se habían exiliado a
España. El Tomás Moro de Herrera sería por tanto un testimonio de lo que se podía
conocer sobre Moro en Sevilla y sobre el hecho que desencadenó la crisis religiosa.
Cabe destacar que el Cardenal don Rodrigo tuvo como uno de sus obispos
auxiliares a un inglés, que era de una familia ilustre de Inglaterra, y en Sevilla fue
beneficiado de la Iglesia de San Andrés; y esta parroquia era la de Fernando de Herrera.
Con esto vemos como los católicos ingleses estuvieron presentes en la vida sevillana y
en Herrera.
El libro de Herrera resultó atractivo para quienes estaban o querían estar al tanto
de las relaciones que había entre España e Inglaterra por esa época.
5. El Tomás Moro
Podemos decir que el propósito de Herrera al escribir esta obra fue modesto,
centrándose únicamente en una descripción sencilla del personaje, sin entrar en su
contexto histórico-religioso. En este apartado vamos a tratar los temas del Tomás Moro
como discurso, y también trataremos las fuentes de esta obra.
5.1 Como discurso
El Tomás Moro no fue un libro común en su tiempo. Es una obra escrita en prosa
y su título es rotundo. Herrera en su dedicatoria del libro, declaró que quería que fuese
una pequeña muestra de las alabanzas que le hizo a Tomás Moro. Herrera, es un clérigo
de grado menor, y en su dedicatoria, se refiere a su arzobispo don Rodrigo de Castro.
La obra trata del panegírico de un héroe que era una persona civil, y vivió en la
Corte del rey, pero supo mantenerse en su sitio y comportarse como un religioso cuando
fue necesario en un tiempo muy difícil.
16
El asunto de la obra tiene que ver con la religión, pero esta obra no es una obra
dirigida a la gente religiosa, sino que es una obra que va dirigida a la nobleza, a los
hidalgos que estaban al corriente de lo que ocurría en aquella época.
En los preliminares de la obra recibe otros títulos diferentes al título definitivo:
En la prosa formularia del privilegio (Madrid, 5 de marzo de 1592), se dice que
Herrera compuso “un libro intitulado El Discurso de la visa de Tomás Moro”; es
un título más explícito, pues enlaza los términos “discurso”, “vida” y el nombre del
protagonista (López Estrada, 2001: 62).
Para Fernando de Herrera hay que comprender que discurso tiene una extensión
media, está escrito en prosa e informa al lector de un asunto determinado aunque
también puede dar su opinión.
El Tomás Moro representa en un ensayo literario el anuncio de lo que sería el
ensayo moderno. Esto es, como una anticipación del desarrollo de cuestiones que
relacionan situaciones e información con la opinión de otros autores.
El Tomás Moro conviene con las condiciones de una exposición oral, es decir,
con la oratoria. Pues Fernando de Herrera escribe en primera persona, o bien con un yo
o bien con un nosotros implícito y usa los recursos propios de la oratoria.
Fernando de Herrera organiza el discurso en cuatro partes:
• Introducción: en la que prepara al oyente
• Narración: en la que sitúa al oyente
• Argumentación: en la que se convence al oyente
• Conclusión: el final; en esta parte gracias a la argumentación que intenta
convencer al oyente y así acepte la conclusión.
Fernando de Herrera nos quiere mostrar la condición ejemplar de un hombre.
Herrera no expone toda la vida del autor, sino lo que le conviene a él para apoyar sus
propias conclusiones.
Esta biografía acabó por convertirse en lectura del público culto, retratando a un
individuo que es la representación de ideales colectivos. El panegírico y el elogio son
formas literarias adecuadas a la novela del caso histórico. Esto ocurre en el Tomás
17
Moro, salvo que el factor decisivo es un motivo religioso, al igual que ocurría en la
Edad Media.
En el Tomás Moro de Herrera se establece una comparación entre tiempos
pasados (una época aún cercana), y el presente (el del autor y lectores). Este libro es
considerado una biografía moderna, como dice Soria Olmedo: “Destaca su carácter
cosmopolita, pues en este caso un español (Herrera) escribe sobre un inglés (Moro)”
(Soria Olmedo, 1978: 176).
Herrera destaca la conveniencia de que haya buenos políticos que se propongan
un leal servicio de la comunidad. El Tomás Moro tiene una constitución compleja, y su
oratoria ofrece la ocasión para que tenga sentido rítmico la frase. “A esto se le une la
interrogación discursiva, con la que Fernando de Herrera pretende que el lector
participe” como podemos ver en este ejemplo:
¿Quién que tenga algún espíritu de varón dará crédito a los lisonjeros, sino el que
lisonja así mismo? ¿Y quién podrá verdaderamente culpar al autor de la lisonja18,
que no condene con mayor exceso al que la admite? (López Estrada, 2001: 142)
El libro de Tomás Moro es una obra innovadora, incluso utilizando elementos de
estructura de su tiempo, también les dio motivos a los lectores de la época para
reflexionar sobre lo que ocurría en su tiempo y lugar.
5.2 Fuentes
En Inglaterra o en el destierro de los ingleses exiliados, se escribieron varias
vidas de Moro, los autores que escribieron esto eran parientes o amigos suyos. Estas
obras familiares hablaban de los estudios de Tomás Moro, de la piedad de su vida, de
los honores recibidos, pero sobre todo, hablan del Moro espiritual, del encarcelamiento,
de la condena y de su muerte.
Fernando de Herrera, no pudo abarcar tanto y las fuentes que manejó o aquellas
a las que tuvo acceso fueron más limitadas y generales.
18 Lisonja: alabanza afectada para ganar la voluntad de alguien.
18
Sobre las obras que conoció Herrera, la de Nicolás Sanders19 fue la más común
entre los católicos: De origine ac progressu Schismatis Anglicani (Colonia, 1585).
Escrita en latín, tuvo varias ediciones posteriores. Esta obra es relevante porque se tuvo
en la Europa católica durante mucho tiempo como la mejor fuente de información sobre
Tomás Moro.
Entre las obras españolas, 20 Herrera también hubo de conocer la Historia
eclesiástica del Cisma del reino de Inglaterra (Madrid, 1588) escrita por el jesuita
Ribadeneyra.21 La primera parte de esta obra tuvo nueve ediciones y la segunda parte se
publicó un año después de la publicación del Tomás Moro.
Las dos obras mencionadas anteriormente, la de Sanders y la de Ribadeneyra
tratan el hecho en su conjunto y de las personas que intervinieron en el origen y
trascurso de la crisis religiosa. Fernando de Herrera fue más concreto y su obra fue más
breve que la de estos autores. Podemos decir que Herrera no conoció las obras escritas
en inglés sobre Moro, pero sí podemos decir que leyó libros en latín y español sobre la
vida de Tomás Moro.
Tomás Stapleton, católico inglés e historiador, fue exiliado a los Países Bajos.
Reunió bastante información sobre Tomás Moro y recordó noticias del mismo, de las
cuales dejó constancia en su libro (Tres Thomae, Douai, 1588). En España existe una
versión manuscrita del libro de Stapleton en lengua castellana, en la Biblioteca Nacional
Española. Ante esto podemos decir que mereció en aquella época la pena traducir el
libro de Stapleton a lengua vulgar. Bien fuera en latín o en alguna traducción semejante,
Herrera leyó este libro (López Estrada, 2001: 74).
Estas son las fuentes que Herrera pudo haber manejado para su labor. Cabe
también destacar la información que se derivara de su trato con los ingleses exiliados en
Sevilla.
19 Nicolás Sanders: nació en 1530 y murió en 1581. Fue un sacerdote católico y polemista inglés. 20 Es de destacar que en 1531, antes de la ejecución de Tomás Moro, un giennense había publicado un trabajo sobre la cuestión matrimonial de Enrique VIII y Catalina de Aragón. Véase: Raúl Manchón Gómez. "De vero matrimonio regumangliae" (1531): un opúsculo latino inédito del humanista giennense fray Luis de Carvajal sobre el divorcio de Enrique VIII y Catalina de Aragón”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses (2004) 187: 531-547. 21Ribadeneyra: su verdadero nombre era Pedro Ortiz de Cisneros, pero adoptó el apellido de su abuela (Ribadeneyra). Nació en Toledo en 1526, y falleció en Madrid en 1611. Era biógrafo, un historiador de la Iglesia y un escritor ascético español del Siglo de Oro.
19
Algunos otros aspectos de la vida de Moro se difundieron por Europa mediante
cartas, un género tan extendido durante el Renacimiento. Es necesario en este punto
hacer referencia a la Carta enviada de Inglaterra por un mercader español: de la
muerte gloriosa del Maestro Tomás Moro.
Esta carta está fechada en 1535 y fue impresa poco después. Como se relata en
el título de la misma, el autor es un mercader español que cuenta la ejecución del
canciller inglés. Asimismo, incluye detalles sobre la vida de Moro posteriores a su
renuncia al cargo. Herrera pudo conocer algún otro documento sobre Tomás Moro que
se centrara en estos años finales de la vida del personaje.
20
Hay que resaltar que Herrera también se pudo valer de fuentes complementarias,
o de versiones que se ignoran, así como de manuscritos que se han perdido e incluso de
datos que procedan de conversaciones. En este sentido, R.O. Jones nos dice que hay en
Herrera rasgos que no aparecen en Ribadeneyra como la evocación de la bondad de
Moro, su benignidad y agradable presencia y, sobre todo, la tolerancia que difundía
(López Estrada, 2001: 76). Y es que quizás Herrera encontró desacertados algunos de
los rasgos que Ribadeneyra expone sobre Moro, contrarios a la visión que el sevillano
quiso reflejar.
6. Estructura de la Obra
La edición que he leído de esta obra es la edición hecha por Francisco López
Estrada (Sevilla, 2001: 124-168). Este mismo autor hizo una edición previa en 1950,
pero la edición que he leído para elaborar este trabajo es la anteriormente comentada.
Me he decidido a leer esta edición ya que está más clara y se entiende mejor que la
anterior. López Estrada en la edición que he trabajado divide el Tomás Moro en tres
partes, cuyos títulos sirven también de síntesis de los contenidos:
[1.En un tiempo en el que la virtud no es común, Herrera escribe el Tomás Moro
en memoria de un varón virtuoso]. (2001: 124-134)
[2. Moro se aparta del Rey cuando se plantea la cuestión del divorcio de doña
Catalina].(2001: 135-151)
[3. Prisión, juicio y martirio de Moro](2001: 151-168)
6.1 Partes y contenido
La edición que nos hemos leído consta de tres partes como anteriormente hemos
mencionado.
En la primera parte, Fernando de Herrera nos dice que los que condenaron a
muerte a Tomás Moro, eligieron antes la honra y alabanza de la muerte que el
abatimiento y vituperio de la vida.
21
Fernando de Herrera nos habla constantemente de la virtud, puesto que Herrera
considera a Tomás Moro un virtuoso interior en sentido religioso, así como un virtuoso
en conducta política y social. En su época, Moro critica a la gente que menosprecia la
virtud, puesto que, esto causa la calamidad en la que viven.
Fernando de Herrera juzga a los hombres entregados al vicio, ya que no hay
hombres que sacrifiquen su vida por la honra de Dios como hizo Tomás Moro. Ensalza
la figura de Tomás Moro, pues nos dice que ha sido uno de los varones más excelentes
que ha criado la religión cristiana y también es un claro ejemplo de bondad y fe.
A continuación, Fernando de Herrera da comienzo a la exposición de la vida de
Tomás Moro. A partir de aquí nos dice dónde nació, y quiénes fueron sus progenitores.
El ingenio de Tomás Moro no se dejó vencer por el arte y elegancia de sus obras, y esto
hizo que fuera reverenciado por los suyos y admirado por los extranjeros. Fernando de
Herrera mantiene rasgos de Tomás Moro como hombre del Renacimiento.
Además, tradujo diálogos del latín e incluso del griego. En sus escritos siempre
mantuvo sus formas como los hombres modestos y educados, no como los poetas
latinos que florecieron en Italia cerca de su tiempo con sus deshonestidades.
Fue perspicaz cuando respondió a Martín Lutero por sus desatinos, el cual
replicó sin respeto a la defensa de los Sacramentos que había escrito el rey Enrique VIII,
a quien criticó sin modales, no solo las cosas que trataba, sino también al rey. Cuando
Tomás Moro le contestó, desbarató las razones que exponía Martín Lutero. Tomás
Moro escondió este escrito bajo el pseudónimo de William Ross por la violencia de su
exposición.
El rey Enrique le asignó cargos honrosos a Tomás Moro, quien resaltó por su
igualdad de juicio y su prudencia. Más tarde lo nombró canciller. Este puesto se lo
otorgó porque se dio cuenta que Tomás Moro era muy importante para la
administración de la suprema potestad y por su valor. Solo estaba con su nuevo cargo
por debajo del rey.
Fernando de Herrera nos cuenta que Tomás Moro siempre ayudaba a los pobres
y desamparados, y esto era algo de admirar de Moro, ya que nadie que ocupaba cargos
públicos se comportaba de este modo con esa gente. Tomás moro no era soberbio,
puesto que se comportaba con la misma sencillez que tenía en sus orígenes. Herrera
22
alaba lo buen ministro que es Tomás Moro porque con todo lo que hace por el pueblo es
beneficioso para ellos.
En la segunda parte, [2. Moro se aparta del Rey cuando se plantea la cuestión del
divorcio de doña Catalina]. (2001: 135-151), Fernando de Herrera da comienzo
diciéndonos que el transcurso de la vida de Tomás Moro iba bien, lleno de honra y
autoridad, hasta que la buena suerte se volvió en su contra y le amenazó a él y al reino
de una gran ruina.
Se opuso a esta tempestad (mala suerte) con grandeza de corazón y con tanta
firmeza por la obligación en la que se hallaba a la religión católica. Con esto contrastó
la fuerza y tiranía del rey. Gracias a esto, alcanzó entre los hombres que juzgan bien las
cosas, los nombres de fortísimo y santísimo, y dijeron que había nacido en otra edad que
no correspondía a la suya, puesto que en otra edad la virtud tenía más valor que en la
edad de este tiempo (en el que la virtud estaba entregada al vicio).
Tomás Moro era uno de los pocos hombres que no se callaba y no se acobardaba
de lo que podía sucederle. A Herrera no le parecía bien hablar de toda la vida de Tomás
Moro.
El rey Enrique se casó con Doña Catalina, hija de los reyes católicos, Fernando e
Isabel. Fernando de Herrera nos dice que doña Catalina fue la más iluminada reina de su
tiempo. El rey Enrique VIII tenía muchas virtudes pero también un vicio (el apetito por
las mujeres); tenía la pretensión de casarse con Ana Bolena y desheredar a su hija
María.
Tomás Moro no podía conservar la integridad de su vida por el magistrado y
aborreció ser ministro o partícipe de aquellos malos consejos. No quería seguir siendo
ministro porque había previsto la tempestad que amenazaba a Inglaterra por culpa de
este casamiento. Tomás Moro se excusó en la vejez y le dijo a Enrique VIII que le
dejase renunciar al magistrado. Enrique VIII le concedió esta petición, y en su lugar
puso a Tomás Áuleo (Thomas Audley).
Por culpa de los ministros de y consejeros de Enrique VIII, era muy sabio pero
se dejó vencer por sus pasiones y cayó en muchísimos defectos. Lo peor de todo es que
los buenos hombres quedaron olvidados y los hombres que no valían son los que tenían
23
la estimación del rey como los ignorantes, los hombres que tienen costumbres
corrompidas, etc.
Fernando de Herrera se pregunta por qué las personas que valen se quedan al
lado, y a los lisonjeros se les ensalza. Luego pide que Dios le dé buena suerte al reino
que es gobernado por un príncipe que procura más ser bueno que parecer bueno. Como
por el contrario pasa si su príncipe es vicioso. No había tiranía más grande que la que se
abre con nombre de buen gobierno y da color a su maldad con pretexto de religión,
cómo hizo Enrique VIII, que juzgó su matrimonio de ilícito con Catalina para así poder
casarse con la mujer que trajo tantas calamidades a ese reino.
Herrera ensalza a los ingleses que seguían siendo fieles al catolicismo, y los
alaba por el modo con que sufrían la persecución bajo el reinado de Isabel I. Todos se
compadecían de la aflicción que perseguía injustamente su reina.
Herrera puso de manifiesto la virtud, ya que muy pocos son los que viven hasta
el último grado; para Tomás Moro el último grado es el sacrificio de la vida por
defender lo que uno piensa y cree.
El poder del rey era espantoso. Tomás Moro se opuso al decreto22, y resaltó más
que ninguno en su declaración en dicho decreto, ya que él era abogado y no un clérigo
para defender esta causa hasta la muerte.
Tomás Moro y el obispo Juan Físquer (John Fisher) dijeron que el único
matrimonio legítimo era el de doña Catalina y que su majestad no podía casarse con otra
mujer. Muchas personas estaban pendientes de la resolución de esto, ya que por esto
pendía mucho la opinión de los hombres. Tomás Moro era muy amado por todos los
hombres buenos y católicos por todo lo que había hecho, y era odiado por todos los
malos y herejes.
El rey, indignado, como andaba apartado del camino (de Dios) y no acertaba,
determinó mostrar contra ellos la crueldad y fiereza de su ánimo. No faltaron ministros
a su favor. En esta época parece ser que se prefería un hombre malo a un hombre bueno.
22 El 13 de abril de 1534 Tomás Moro fue citado para prestar el juramento sucesorio ante los comisarios reales. Este juramento implicaba la aceptación de la supremacía de la autoridad del rey sobre el Papa. Tomás Moro dijo que no podía prestarlo sin exponer su alma a la condenación eterna.
24
Parecía grave para los católicos que tanto Tomás Moro como el obispo Juan
Físquer, que eran hombres de honra y gloria de Inglaterra, padeciesen la cárcel y las
consecuencias de ésta. El rey Enrique VIII proseguía con su error de hacer matrimonio
legítimo el adulterio de Ana Bolena, y poner a toda la gente de su parte para poder hacer
este matrimonio legítimo. Algunos hombres apoyaron la causa de Tomás Moro aun a
sabiendas de lo que les podía esperar que no fue otra cosa que perder la vida, pero se
prometían el favor de los buenos y una inmortal alabanza. Algunos lloraban en sus casas
por miedo a un destierro o por miedo a la prisión y muerte.
En la tercera parte,[3. Prisión, juicio y martirio de Moro] (2001: 151-168),
Fernando de Herrera empieza diciendo que estando preso Tomás Moro, despojado de su
dignidad y de todos sus bienes, no mostró tristeza alguna ni dolor. Todo lo que hizo, lo
hizo con buena intención y por sus creencias, ya que su determinación era buena y
honesta, y tenía que sustentarla hasta el final. Gracias a todo esto, pareció aun más
grande y maravilloso. No se arrepintió nunca de lo que declaró, ni de haberse retirado
como magistrado. Algunos hombres lo culpaban por haber dejado el ministerio y
haberse excusado, y al rey, también lo culpaban por haber admitido la excusa de éste.
En esos tiempos no había hombres como Tomás Moro, o si habían eran muy
escasos, ya que posponía su riqueza, su autoridad, su vida y su honra, por la obligación
debida a Dios, y no temió incurrir a la ira del rey que quiso deshacer todas las leyes
divinas y humanas.
Tomás Moro estaba en la cárcel de la Torre de Londres. Esta cárcel era de
señores, caballeros y nobles. Mientras esperaba la enmienda del rey o la muerte, Tomás
Moro alegraba y entretenía a los que veía, gracias a su gran amabilidad y cortesía.
Mientras estaba en la cárcel, Tomás Moro aguardaba su llamamiento con grandioso
deseo y humildad de corazón.
En Tomás Moro había hecho asiento la virtud con tanta firmeza que ninguna
violencia pudiera arrebatarle esa virtud. Esta confianza que tenía en sí mismo, tuvo muy
confuso al rey, que le había mandado muchas personas, entre ellas principales de la
Corte, para que cambiase de opinión y se pusiese de su parte.
25
El rey estaba con dudas porque no sabía qué hacer con él, si éste no cambiaba de
opinión. No sabía si dejarlo libre siendo enemigo de su adulterio o matarlo siendo una
figura de gran fama en el orbe cristiano.
Enrique VIII, después de esto, quitó la vida al obispo de Rofa (Rochester, John
Fisher). Le cortó la cabeza ante el dolor de todos aquellos que amaban la religión y la
piedad, y de los que conocían por experiencia la virtud del espíritu divino que obraba en
sus palabras. La cabeza del obispo fue colocada en un asta en el puente de Londres. La
cabeza no mostraba signos de estar muerta, sino que parecía que estaba viva, mantenía
el color, y por miedo a que la gente no aprovechase esa ocasión para hacer movimientos
por ello, fue retirada del asta del puente de Londres.
Tomás Moro, ante lo ocurrido, dijo que era indigno de tanta gloria, refiriéndose
a él. Que no era justo y santo como el obispo al que habían asesinado.
Una vez ocurrido esto, a Moro le quitaron todos sus libros, como si con esta
acción le quebrantasen su corazón. Tomás Moro suplicaba a Dios con humildad que
confirmase su ánimo para que ninguna violencia de tiranía pudiera causar en él ningún
cambio en su opinión y para así no perder el merecimiento de la honra.
Una vez llegados aquí, se cumplieron catorce meses de la llegada de Tomás
Moro a la cárcel. El 1 de julio de 1535 fue trasladado del castillo (la torre del castillo era
la cárcel) al tribunal, y le preguntaron que qué sentía por la ley. Esta ley por la que le
preguntaron fue hecha después de haberlo detenido, y en ella le habían quitado los
poderes al Pontífice y le otorgaron al rey la ordenación de la Iglesia. Tomás Moro
respondió que él no sabía que esta ley existiera. Áuleo (el canciller que puso el rey en
lugar de Tomás Moro), y el duque de Norfolcia (Norfolk) afirmaron que dicha ley
existía y le volvieron a preguntar sobre su opinión al respecto.
A raíz de esta nueva pregunta, entramos en un diálogo entre Áuleo y Tomás
Moro. El primero le preguntó si obedecía a la ley, lo que el segundo le respondió que
ninguno obedece lo que ignora. Tomás Moro, además, dijo que siempre había sido
católico por gracia de Dios y nunca había olvidado la obediencia debida al pontífice.
Proseguía diciendo que jamás había visto a nadie aprobado por la Iglesia que concediera
jamás a un príncipe profano el señorío espiritual, porque esto solo lo puede hacer el
sumo pontífice romano, ya que esto le pertenece a él por derecho divino, y así lo sabe
26
Moro y protesta con morir en ello. Ante esta respuesta, todos dijeron que era un traidor.
Tomás Moro se siguió defendiendo, y a los que gobernaban no les convenía que
siguiera hablando delante del pueblo. Confirmada la sentencia de muerte, lo mandaron
de nuevo a la torre.
El 6 de julio de 1535 lo sacaron de la torre para que le fuese arrebatada la vida.
Jamás se había visto a tantas personas en Inglaterra pendientes de una ejecución. Los
hombres contemplaban aquello, algunos con extrañeza, y otros con gloria y alabanza.
Por otra parte estaba el rey y sus ministros que estaban contentos y llenos de
alegría al haber quitado ese impedimento que tanto le estorbaba, y decían que ya
estaban libres y seguros porque con su cabeza cortada se habían acabado todas las
dificultades que impedían sus pretensiones.
En todo el estado había una gran admiración por Tomás Moro, puesto que fue un
ejemplo de la crueldad y tiranía de un rey injusto. Tomás Moro murió alegre y con
confianza, ya que sufrió la muerte con valor, y se preparó para ella durante mucho
tiempo.
Los hombres entendían que con la muerte de Tomás Moro, moría toda Inglaterra
porque jamás iba a haber otro hombre con tanto valor y autoridad como él. Y así todos o
la mayoría culpaban al rey de su impiedad, ya que no solo permitió que estuviera en la
cárcel sino que consintió que le cortaran la cabeza a la persona con la que tuvo trato de
amistad, la persona que siempre miró y quiso lo mejor para él y su reino. Alabaron la
buena suerte de Moro, pues prefirió perder la vida que aprobar algo en contra de su
conciencia.
Fernando de Herrera considera que Tomás Moro quizás adoptó una aptitud en
exceso radical, pues en algunas ocasiones hay que disimular ante los reyes para que si
no pueden conseguir lo que juzgan por mejor, puedan aunque sea cambiar algo.
Al final de la obra, Herrera plantea el estado en el que se encuentra Inglaterra en
esos momentos desde el punto de vista de un español. Hace una crítica a los
“políticos”23 de aquellos tiempos. La obra termina con una generalización en la que
vemos incluida a la monarquía española, sobre todo a los políticos. Por otro lado, vemos
23 Políticos: utiliza este sustantivo de forma negativa
27
cómo Tomás Moro queda como un ejemplo para todos por su valor. Este valor fue
realzado por el imperio de un príncipe que no cumplió con lo que su canciller esperaba
de él.
6.2 El término “virtud” para Herrera
En este apartado vamos a tratar el concepto de “virtud” que tiene Fernando de
Herrera en su obra sobre Tomás Moro. Este término es importante en la obra, puesto
que es utilizado por el autor constantemente.
Fernando de Herrera utiliza este término para referirse la mayoría de las veces a
la virtud interior en un sentido religioso de fe, esperanza, etc; sin embargo, a veces
también adopta el sentido antiguo de perfección referido mayormente a la conducta
política y social.
En la siguiente cita podemos observar lo anteriormente hablado. Vemos cómo
utiliza Fernando de Herrera el término “virtud”, pero en esta ocasión lo utiliza en
sentido religioso, de fe. En esta cita vemos cómo Tomás Moro está defendiendo a
Enrique VIII en contra de Martín Lutero:
¿Quién, de los que sabían, no había de acudir a la causa de la religión contra un
cruel y ambicioso enemigo de ella, que tenía empañados los ojos de muchos con el
velo de su engaño? ¿Y quién podía callar en aquella opresión de la virtud? (López
Estrada, 2001, 131)
Otra cita más en la que podemos observar el mismo uso del término “virtud” es
la siguiente:
Antes, lleno de vigor y encendido en aquel amor hermosísimo de la virtud, se
opuso a ella con tanta grandeza de corazón y con tanta firmeza y seguridad de
conciencia, por la obligación en que se hallaba a la religión católica… (López
Estrada, 2001:141)
En esta cita podemos ver cómo se aferra a la religión cristiana y a la fe que tiene
en ella, cuando Enrique VIII se plantea casarse ilegítimamente con Ana Bolena.
28
A continuación, podemos observar el uso del vocablo como “perfección” por
parte de nuestro autor en esta cita:
Juzgarán aquí algunos ser cosa conveniente quejarse que alcance la virtud tan mal
premio y que goce sus provechos quien la conoce menos. (López estrada, 2001:
168)
En la cita anterior podemos ver como Fernando de Herrera se refiere a la
“virtud” como la perfección, ya que Tomás Moro al ser “tan perfecto” en todos los
aspectos (religioso, buen político, socialmente muy correcto), haya tenido tan mal final
sin merecerlo.
7. Conclusión.
La trascendencia que tuvo el Tomás Moro en su edición de 1592 fue grande ya
que el libro de Fernando de Herrera tuvo mucha repercusión en España.
El rey Felipe II, al leer lo que pasó con Tomás Moro en Inglaterra, eligió a su
ministro, a Ruy Gómez de Silva que era príncipe de Éboli. Uno de los protegidos de
este ministro fue Antonio Pérez. Don Juan de Austria, hijo de Carlos V, pidió a Felipe II
que lo considerase como su hermano. En 1578 murió Juan de Escobedo (secretario del
rey) de una muerte violenta. Esta muerte fue atribuida a Antonio Pérez; esto complicó
aún más la cuestión, y don Juan de Austria fue casi abandonado por el rey.
Todos estos sucesos se conocieron y el conde de Gelves escribió un libelo contra
la princesa de Éboli, una vez muerto su marido. Este conde era muy leal a Felipe II.
Herrera mantenía una relación amistosa con la familia de los Gelves y gozaba de su
confianza. Sentía admiración por don Juan de Austria y lo tenía como un príncipe del
que se podía esperar mucho, pero murió en el mismo año en que fue cometido el
asesinato del secretario del rey. Finalmente, vino el desastre de la armada que Felipe II
había enviado a Inglaterra.
Herrera fue testigo de este declive de los ideales que él había situado en el
emperador Carlos y en la concepción heroica que tenía de España.
29
Aquí vemos como todo lo que escribió Herrera en el Tomás Moro sobre la
elección de los ministros del rey para estar bien aconsejado y no caer en la maleza, no le
sale bien, puesto que todo se desmorona poco a poco.
En la edición de 1617, la obra se trasladó a la capital de la corte, es decir, a
Madrid.
En el comienzo de siglo, Felipe III se apoyaba en Sandoval y Rojas, duque de
Lerma, para el gobierno del reino. El poder de este duque acabó un año después de esta
edición del libro. En este caso, la dedicatoria es distinta y va dirigida a otra persona; ya
no es don Rodrigo de Castro, sino que es don Pedro Fernández de Castro, conde de
Lemos. Ambos pertenecen a la misma familia.
El duque de Lerma fue un virtuoso para Herrera, igual que lo fue Tomás Moro
en Inglaterra.
La dedicatoria del Tomás Moro, dirigida por Alonso Ramírez de Prado fue uno
de los últimos homenajes que recibió el conde. Alonso, pertenecía a una familia de
ingenios. Ocupó cargos en la Inquisición y fue autor de obras latinas sobre cuestiones de
derecho. Alonso, considera que el conde de Lemos fue lo más parecido a Tomás Moro y
lo elogia, pues dice que es prudente y que fue un gran ministro.
Parece ser que en esta edición, el rey se rodeó de gente de su confianza. Esta
vez, la persona a la que eligió como su consejero, no le falló en ningún momento (el
conde de Lemos), ya que nos dicen que fue lo más parecido a Tomás Moro que hubo en
estos tiempos.
30
8. Bibliografía
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Soria Olmedo, A. (1978). “El biografismo y las biografías: Aspectos y perspectivas”. 1616: Anuario de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada. Universidad de Salamanca: 173-188.
Vázquez de Prada, A. (1966). Sir Tomás Moro. Madrid: Rialp.