Turismo Intelectual y Arqueología. La Aprehensión Lúdica Del Pasado.

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74 PH Boletín 32 ARTÍCULOS Sólo de formas de aproximación que se tornen caleidoscopios múltiples cabría obtener pers- pectivas prometedoras. Si no a la visión total o real que no existe, sí al menos tomas plurales que se acerquen, reiteren y prosigan. Rosa Mª. Rodríguez Magda Resumen Este trabajo tratará de explorar los presupuestos sobre los que se puede fundar la configuración de una oferta de turismo intelectual basada en la utili- zación de bienes históricos y arqueológicos como atracción. Nuestra aproximación surge desde la Ar- queología del Paisaje como estrategia de investiga- ción arqueológica que pretende estudiar y después ilustrar al público los paisajes sociales que se suce- den a lo largo del tiempo y la Educación Social, co- mo estrategia pedagógica que agrupa diferentes ini- ciativas y prácticas educativas de naturaleza compleja y multidimensional de cara a favorecer el desarrollo integral de las personas y la convivencia social. Palabras claves: Patrimonio arqueológico / Patrimonio cultural / Ar- queología del paisaje / Turismo intelectual / Divulga- ción / Educación social Punto de Partida: la relación entre turismo intelectual y arqueología El trabajo que aquí presentamos parte de varias evi- dencias. La primera es que el pasado es cada vez más tema de actualidad. Sus restos, cada vez más atractivos al público. Basta echar una ojeada a la prensa para darse cuenta de que los bienes arqueo- lógicos e históricos son noticia cotidiana en sus múl- tiples formas, estados y procedencias: excavados, restaurados, alterados, expuestos, destruidos, espa- ñoles, europeos, africanos... todos ocupan un espa- cio de la prensa diaria. La segunda realidad, es que el patrimonio arqueoló- gico, como el cultural en general, se entiende cada vez más como recurso turístico y económico de muchas zonas. Algunas recomendaciones y normati- vas de la UE 1 así lo muestran al fomentar el turismo cultural y al promocionar como nuevos yacimientos de empleo trabajos de valorización del patrimonio cultural. También lo indican los folletos y propaganda que tratan de la promoción turística de ayuntamien- tos, comarcas, comunidades autónomas... en los que el patrimonio arqueológico e histórico se ofrece co- mo atracción, motivación de la visita. Finalmente, la tercera evidencia, contrastada a lo lar- go del trabajo cotidiano, es que el patrimonio ar- queológico hoy tiene escaso sentido para el públi- co en general. Esta circunstancia se muestra ante la queja generalizada de los profesionales que tienen que ver con los bienes patrimoniales de que se des- truye constantemente si la Administración compe- tente no está “a pie de obra” para impedirlo, ante el hecho de que no puedan dejar de demandar una mayor educación del público de cara a conseguir más respeto hacia los bienes patrimoniales 2 , ante la evidencia, cotidianamente constatada, de que nadie, o muy pocos, se duelen por la alteración o destruc- ción de los bienes arqueológicos. A pesar de que tales evidencias parecen contrade- cirse entre sí, las dos primeras con la tercera, hemos de reconocer que en el viaje, recorrido en el espa- cio pero también metáfora de acceso al tiempo pre- térito, los lugares históricos encuentran una de las posibilidades más claras para su valoración social, pues son cada vez más, una de las atracciones de los paquetes turísticos y, paralelamente, objeto de pro- moción por parte de las Administraciones y gobier- urismo intelectual y arqueología: La aprehensión lúdica del pasado Matilde González Méndez Carlos Otero Vilariño Mª del Mar Bóveda López Laboratorio de Arqueolo- gía y Formas Culturales Grupo de investigación en Arqueología del paisaje Universidad de Santiago de Compostela. T

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Sólo de formas de aproximación que se tornencaleidoscopios múltiples cabría obtener pers-pectivas prometedoras. Si no a la visión total oreal que no existe, sí al menos tomas pluralesque se acerquen, reiteren y prosigan.

Rosa Mª. Rodríguez Magda

Resumen

Este trabajo tratará de explorar los presupuestossobre los que se puede fundar la configuración deuna ofer ta de turismo intelectual basada en la utili-zación de bienes históricos y arqueológicos comoatracción. Nuestra aproximación surge desde la Ar-queología del Paisaje como estrategia de investiga-ción arqueológica que pretende estudiar y despuésilustrar al público los paisajes sociales que se suce-den a lo largo del tiempo y la Educación Social, co-mo estrategia pedagógica que agrupa diferentes ini-c iat ivas y práct icas educat ivas de natura lezacompleja y multidimensional de cara a favorecer eldesarrollo integral de las personas y la convivenciasocial.

Palabras claves:

Patrimonio arqueológico / Patrimonio cultural / Ar-queología del paisaje / Turismo intelectual / Divulga-ción / Educación social

Punto de Partida: la relación entre turismointelectual y arqueología

El trabajo que aquí presentamos parte de varias evi-dencias. La primera es que el pasado es cada vezmás tema de actualidad. Sus restos, cada vez másatractivos al público. Basta echar una ojeada a la

prensa para darse cuenta de que los bienes arqueo-lógicos e históricos son noticia cotidiana en sus múl-tiples formas, estados y procedencias: excavados,restaurados, alterados, expuestos, destruidos, espa-ñoles, europeos, africanos... todos ocupan un espa-cio de la prensa diaria.

La segunda realidad, es que el patrimonio arqueoló-gico, como el cultural en general, se entiende cadavez más como recurso turístico y económico demuchas zonas. Algunas recomendaciones y normati-vas de la UE 1 así lo muestran al fomentar el turismocultural y al promocionar como nuevos yacimientosde empleo trabajos de valorización del patrimoniocultural. También lo indican los folletos y propagandaque tratan de la promoción turística de ayuntamien-tos, comarcas, comunidades autónomas... en los queel patrimonio arqueológico e histórico se ofrece co-mo atracción, motivación de la visita.

Finalmente, la tercera evidencia, contrastada a lo lar-go del trabajo cotidiano, es que el patrimonio ar-queológico hoy tiene escaso sentido para el públi-co en general. Esta circunstancia se muestra ante laqueja generalizada de los profesionales que tienenque ver con los bienes patrimoniales de que se des-truye constantemente si la Administración compe-tente no está “a pie de obra” para impedirlo, ante elhecho de que no puedan dejar de demandar unamayor educación del público de cara a conseguirmás respeto hacia los bienes patrimoniales 2, ante laevidencia, cotidianamente constatada, de que nadie,o muy pocos, se duelen por la alteración o destruc-ción de los bienes arqueológicos.

A pesar de que tales evidencias parecen contrade-cirse entre sí, las dos primeras con la tercera, hemosde reconocer que en el viaje, recorrido en el espa-cio pero también metáfora de acceso al tiempo pre-térito, los lugares históricos encuentran una de lasposibilidades más claras para su valoración social,pues son cada vez más, una de las atracciones de lospaquetes turísticos y, paralelamente, objeto de pro-moción por par te de las Administraciones y gobier-

urismo intelectual y arqueología: La aprehensión lúdica del pasado

Matilde González Méndez Carlos Otero Vilariño

Mª del Mar Bóveda López

Laboratorio de Arqueolo-gía y Formas Culturales

Grupo de investigación enArqueología del paisaje

Universidad de Santiagode Compostela.

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nos que tratan de potenciar el desarrollo social deáreas rurales y que intentan promocionar el empleo.

Si admitimos las evidencias anteriores podremos reco-nocer también que la estrecha compenetración queparece existir entre arqueología y turismo no es ca-sual pues ambos fenómenos son manifestaciones deuna forma socio-política específica: la de los estadosoccidentales del capitalismo avanzado, bajo los que seabriga la sociedad de consumo y del bienestar.

En efecto, derivados de nuestro actual entramadosocial, los factores que alimentan el desarrollo delturismo en sus modalidades alternativas (entre lasque se encuentra el turismo intelectual) son los mis-mos que promueven la aproximación al pasado y asus vestigios. Aunque tales factores son múltiples,fundamentales para el desarrollo del turismo culturale intelectual son los siguientes:

El incremento y diversificación de las opciones detiempo libre, pues de una par te ha hecho crecer ypluralizar la oferta de turismo y de otra ha llegado aampliar al infinito la variedad temática de las aficio-nes hasta alcanzar al interés por el pasado y el gustopor acceder a sus restos.

El afán preservacionista y ecologista de la sociedad,pues derivado de hechos tales como la conscienciade que se ha perdido la opción de detener la oleadade destrucción medioambiental, de la percepción delfuturo como algo incier to o incluso hostil, surge elafán de apegarse a al pasado y conservar el medio.

No obstante, tales aspiraciones conservacionistas nologran que el ciudadano se conforme con saber que sepreserva el mayor número posible de áreas con valo-res bióticos e históricos, sino que suelen llevar apareja-da la necesidad de acceder y disfrutar de tales lugares.

De nuevo volvemos a encontrar parejos turismo ypasado con independencia de que la aspiración deviajar a zonas natural e históricamente bien conser-vadas encierren la paradoja de que cuanto más gen-

te las visite antes se desvanecen sus valores natura-les y culturales (González 1996: 46-7) 3. Con todo,motivaciones como estas son las que hacen que elpatrimonio cultural se pueda integrar muy bien en laoferta y en la práctica de algunas de las modalidadesde turismo alternativo.

No obstante, a pesar del afán del público en visitaryacimientos y lugares históricos, los estudios quetratan de averiguar la motivación de la visita indicanque el interés que mueve al turista es el simple dis-frute con el viaje y el paseo (Prentice 1993). De he-cho, aunque en su origen (el Gran Tour del s. XIX) elturismo era un fenómeno sobre todo cultural, ensus desarrollos actuales el turismo es un fenómenofundamentalmente recreacional y no intelectual. Noobstante, hemos de convenir que:

• un turismo que se llame intelectual debe posibili-tar la generación de valores cognoscitivos a suspracticantes.

• cuando el patr imonio histórico y arqueológicopretende utilizarse como atracción de este tipo deturismo, debería ser bajo la condición de podergenerar una aproximación y comprensión del pa-sado en el que funcionaban estos bienes.

Llegados a este punto tanto a la arqueología como alas disciplinas que trabajan con el patrimonio históri-co en general le surge una pregunta ¿Se puede con-vertir una experiencia recreacional como es el turis-mo en una experiencia educativa, intelectual, comoes la aproximación al pasado a par tir de la visita abienes históricos y arqueológicos?

Nosotros creemos que sí aunque, para ofrecer turis-mo que permita generar valores cognoscitivos e inte-lectuales sobre el pasado, no basta con mostrar yofrecer el acceso a determinados elementos proce-dentes de él.

Para ofrecer la posibilidad de aproximarse al pasadoes preciso conjugar las características y expectativas

Si la visita a elementos y atracciones históricas y arqueológicas

pretende ser una experiencia intelectual debe ofrecer aquello que le

falta a los vestigios para convertirse en fuente de acceso al pasado

y además debe ofrecerlo desde las condiciones que se dan en el

tiempo libre del turista: ocio, diversión etc.

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del turista que visita monumentos y yacimientos conlos requerimientos que tales elementos históricospresentan para, desde ellos, evocar el pasado delque fueron parte. Veamos entonces cómo se puedearticular visita y conocimiento.

Circunstancias del turista tipo y mecanismosde acceso al pasado

Los estudios realizados en torno al tipo de individuoque visita elementos históricos y arqueológicos (Pren-tice 1993), a pesar de la diversidad en las motivacio-nes y tipos de público que muestran, esbozan el perfilde un turismo caracterizado socioeconómicamentecomo practicado por individuos de mediana edad,con un nivel de formación medio o alto, trabajadoresde “cuello blanco” y con un buen poder adquisitivo.

Con independencia de estas características que nossugieren que la demanda de acceso a bienes históri-cos proviene de un público medianamente formadoy con cier tas expectativas culturales, se puede decirque su proximidad al (o aprehensión del) pasado esmuy débil.

Esta debilidad se agudiza cuando hablamos de los vi-sitantes que no encajando en este perfil se introdu-cen episódicamente en el circuito del turismo inte-lectual ; la existencia de viajes organizados paradiferentes colectivos y la integración del patrimonioarqueológico en paquetes de ofer ta turística cadavez más amplios y heterogéneos incrementa el nú-mero de un tipo de visitantes no necesariamente in-teresados por el Patrimonio, y por ello con más difi-cultades para que encuentren una sat is facciónintelectual.

Aunque parezca difícil, se pueden admitir tales ca-rencias si asumimos la tesis de Lowenthal (1998) deque al pasado se accede a través de tres recursos: lahistoria, la memoria y los vestigios y examinamoscomo funcionan estos mecanismos desde un puntode vista general en el conjunto de la sociedad actual,pues de esta forma podremos entender que las no-ciones que sobre el pasado posee el común de losciudadanos son muy vagas e incompletas.

La memoria, en su dimensión individual, como memo-ria de una persona, no tiene capacidad para accedery por lo tanto aprehender el pasado anterior a la pro-pia experiencia de vida. Por eso la memoria individualno funciona como fuente de comprensión del pasadoremoto si no existe un aprendizaje previo que permi-ta entender al pasado como tiempo anterior y distin-to al presente, con su propia dinámica.

Por su par te, la dimensión social de la memoria, elconjunto de pautas de compor tamiento, saberes ytradiciones que una generación hereda de la ante-rior, a diferencia de lo que ocurre con los individuosde sociedades tradicionales 4, hoy apenas funcionapara los individuos de la sociedad occidental.

Para no alargar en exceso la argumentación enten-deremos por sociedades tradicionales a aquellosgrupos anteriores a la industrialización y la mecani-zación del campo con un modo de aprehensióncultural fundamentalmente oral, cuya enculturaciónse desarrolla primero en el seno de la casa y luegoen el de la comunidad, que poseen un conocimien-to muy detallado del medio, del entorno en el queviven, que mantienen una intensa relación con elespacio utilizado y cuyos apéndices tecnológicosson aún a escala humana. Así por ejemplo, trabajanla tierra en contacto muy directo con ella y no so-bre un tractor o cualquier otra máquina o se des-plazan a “velocidades humanas” percibiendo lascircunstancias y accidentes territoriales y paisajísti-cos que atraviesan y no sólo enormes distanciasrecorridas.

Circunstancias como las anteriores permiten enten-der que en las sociedades tradicionales los restosdel pasado aparezcan integrados en el presente so-cial de las comunidades en forma de leyendas, mitoso folclore mientras que en la industrializada hayandesaparecido. Un ejemplo muy concreto de estonos lo ofrece Galicia donde los elementos arqueoló-gicos visibles en el paisaje eran reconocidos por losvecinos de su entorno como obra de mouros: habi-tantes míticos de características no humanas, pues obien viven bajo la tierra, o son enanos o muy pelu-dos, poseen poderes mágicos, etc.

Con independencia de que las historias que relacio-nan mouros y elementos arqueológicos no ofrezcanuna explicación científica del origen, uso y significa-ción de tales elementos, esta mitología, transmitidade forma oral, de generación en generación, permi-te ofrecer sentido a los bienes tanto como al lugar yal territorio que significan. De hecho contribuyen aconformar el sentido del lugar (Walsh 1995) cuyoextravío hoy tanto se llora sobre todo en el mundoanglosajón.

Con el advenimiento de la modernidad y la sociedadindustrial esta significación de los elementos del pa-sado visibles en el paisaje ha desaparecido de la ex-periencia cotidiana y sus fórmulas de construcción ytransmisión se han vuelto fundamentalmente analíti-cas y escritas. En la enculturación ahora la escuelajuega un papel fundamental, la transmisión del cono-cimiento es fundamentalmente escrita, los restos delpasado excavados, investigados e interpretados.Simplificando un poco se puede decir que la memo-ria social sobre el pasado se ha vuelto historia (Gon-zález 1999).

La historia, como memoria escrita derivada del es-tudio e interpretación de los restos del pasado, seaprehende y se integra en el conjunto de la socie-dad a través de la formación reglada y la lectura delibros específicos. No obstante, bien sea por el so-bredimensionamiento del saber histórico, su amplia-ción y diversificación, bien sea por la fragmentacióndel discurso histórico en historias múltiples, o inclu-so por otras razones, el saber histórico como herra-

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mienta de representación del pasado sólo funcionapara una minoría de profesionales, especialistas oentusiastas de estos temas pero, la formación regla-da general que recibe el común de los ciudadanosno genera nociones sobre el pasado muy compren-sivas (González 1999).

Finalmente, los vestigios que como apunta Lowhen-tal (1998), si bien permiten una aproximación muydirecta al pasado, pues nos ponen en contacto conalgo tangible procedente de él, no son una formaautónoma de acceso al pasado, sólo funcionan co-mo tal cuando previamente se reconocen como ele-mentos procedentes de un tiempo anterior al pre-sente. Por eso se puede decir que los vestigios, porsi solos, en general no llegan para evocar el momen-to histórico al que representan.

Llegados a este punto, si la visita a parques arqueo-lógicos y bienes históricos en general pretende seruna experiencia intelectual debe ofrecer aquello quele falta a los bienes para conver tirse en fuente deacceso al pasado y además debe ofrecerlo desde lascondiciones del turista: nociones vagas sobre el pa-sado y ambiente de relajo y esparcimiento.

Visto como funcionan los recursos para acceder alpasado se podrá entender que, si la visita a elemen-tos y atracciones históricas y arqueológicas pretendeser una experiencia intelectual debe ofrecer aquelloque le falta a los vestigios para convertirse en fuentede acceso al pasado y además debe ofrecerlo desdelas condiciones que se dan en el tiempo de ocio delturista y que mencionábamos arriba: ocio, diversiónetc.

¿Se trata entonces de ofrecer simplemente nocionesvagas sobre el pasado y ambiente de relajo y espar-cimiento, o podemos a través de la historia ofrecerel sentido que la tradición social ha vaciado? Noso-tros pensamos que es posible lo segundo. Acerqué-monos al modo de hacerlo.

Fundamentos para una oferta de turismointelectual basado en el patrimonio histórico

Con el fin de aproximar al turista-tipo al medio so-ciocultural en el que funcionaron los vestigios que sele ofrecen resulta necesario aunar ambas realidades:turismo y patrimonio histórico a través de la actualforma de aprehensión del pasado: la historia, tenien-do siempre presente que el saber histórico de la ge-neralidad del público es confuso y que el turismo hade ser ocio.

En lo que se refiere al turismo, para comprender sufinalidad recreacional y poder integrarlo en una ex-periencia intelectual, debemos tener en cuenta losfactores que intervienen en que el tiempo libre 5 seaconsiderado como tiempo de ocio (aquel que seutiliza para hacer turismo, ya sea recreativo o inte-lectual) y saber qué connotaciones posee:

1. En primer lugar se debe disponer de un tiempono ocupado por el trabajo o cualquier otra cir-cunstancia. Aunque parezca una obviedad, es ne-cesario especificar que el tiempo libre es el quequeda una vez se resta, del tiempo de no trabajo,el tiempo ocupado por otras obligaciones (seanéstas semi profesionales, familiares, religiosas, etc.)

2. En segundo lugar, el ocio supone que durante eltiempo libre el individuo actúa con plena autono-mía y obtiene placer personal con su actividad.

3. En tercer lugar, conseguir una situación de ociorequiere que las actitudes con las que las perso-nas afrontan su tiempo libre lleven a la libre elec-ción de la actividad y a su libre realización. Supo-ne además, el disfrute durante el transcurso de laacción o actividad, y la satisfacción de necesidadespersonales aún cuando la actividad tenga finalida-des colectivas.

Es decir, para que las actividades de ocio sean realiza-das con éxito, deberían ser fuente de experienciapersonal y social enriquecedora. Si queremos que elpatrimonio arqueológico e histórico forme parte deuna experiencia enriquecedora de ocio y aprehensiónintelectual para un público que desconoce su sentidohabrá que enseñar a valorar los bienes, aproximandoal público a su lógica y significado.

Una fórmula para ello, tal y como hemos argumen-tado en otros trabajos (Criado y González 1994;González 1995) es hacer permeable el espacio y loselementos que en él se muestran ilustrando ambosa través de una narrativa o argumento comunicativoque, derivado de la investigación, permita otorgarcontexto y significado a los bienes que se exponenal público. Se trata con ello de educar en la defensay protección del patr imonio a través del acerca-miento del turista a los vestigios pues la primera eindispensable condición para aprender a respetar yvalorar, es conocer.

Toda actividad realizada en este sentido debe, en-tonces, provocar el aprendizaje y la reconstrucciónpermanente del conocimiento adquirido, de maneraque el conocimiento se convier ta en instrumentoprivilegiado de reflexión y de actuación racional. Yes que par timos de que, el tiempo para el ocio y ladistensión no debe darse por perdido desde el pun-to de vista educativo.

Quiere decir esto que, tal y como se muestra en laEducación Permanente y en la Educación de Adul-tos, transformadoras del sujeto en ar tífice de supropia educación, la educación se prolonga a lo lar-go de toda la vida y no se limita únicamente a la es-cuela o a las instituciones educativas formales.

En efecto, una de las prioridades de la Ley 9/1992 deEducación y Promoción de Adultos gallega 6 es la for-mación para el ocio y la cultura, incidiendo en que laEducación y Promoción de adultos tiene que ser tam-bién promoción y enriquecimiento de nuestra cultura.

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Aunque no es objeto de este trabajo ya que noscentramos en un tipo de visitante muy concreto, elturista, no debemos olvidar que las visitas a vestigiosorganizadas desde instituciones formales de la edu-cación son un complemento indispensable para con-seguir una adecuada comprensión de lo tratado enel aula y para fomentar el respeto por el medio cul-tural en los niños y adolescentes.

En lo que se refiere al patrimonio histórico, cuandolos bienes históricos y arqueológicos se disponen alpúblico hemos de aceptar que, lo que en principiose ofrece de éste, más que la materialidad del vesti-gio, es de un lado una experiencia formada por laconjunción de la contemplación, deambulación ocualquier otra forma de contacto con el vestigio, yde otro, los valores intelectuales, en el sentido másgeneral del término, que el observador puede deri-var de este contacto. Estos últimos proceden de lasnociones e ideas que el público tiene a cerca delvestigio y del pasado del que procede. Por eso a lahora de ofrecer experiencia intelectual es preciso:

En primer lugar dotar a los bienes de contexto y sig-nificado. Esto significa ofrecer los bienes al públicoilustrados a través de una narrativa que les confierasentido y que permita integrar los en el momentohistórico del que formaron parte. Esto es lo que pa-ra algunos sería la interpretación del patr imonio(Wickham-Jones 1988: 186-7).

En efecto, lo que generalmente se entiende por in-terpretación del patrimonio no es interpretación si-no la explicación de una interpretación anter ior,concretamente la que el especialista realiza sobre elregistro arqueológico e histór ico, generalmentetransmitida en lenguaje sencillo. Por eso, par tiendodel hecho de que hoy al pasado remoto nos aproxi-mamos desde el estudio y la investigación distante,defendemos la proposición de actividades y fórmu-las de comunicación de narrativas que posibiliten alpúblico cosas tales como:

1. Distanciar se y objetivar lo que del pasado secuenta.

2. Recuperar la oralidad como fórmula de transmi-sión de la memoria social.

3. Motivar y animar al visitante a aproximarse al pa-sado que se muestra.

4. Generar el diálogo, las preguntas y la discusiónentorno a la narrativa que sobre el pasado se leofrece.

Finalmente es preciso hacer ver al visitante que loque se ilustra no son verdades objetivas y absolutassobre el pasado sino sólo las interpretaciones quese generan en el contexto de estudio de los bienes.El volcado de esta interpretación generada en elcontexto de la investigación a una forma comprensi-ble por un público no experto no es interpretación,sino explicación o ilustración.

Alguno diría a esto que la llamada interpretación delpatrimonio, la dotación de contexto y significado eslo que permite a su vez al público interpretar losrestos que se le ofrecen pero, no nos engañemos,según lo que hemos argumentado en el apar tadoanterior el público apenas posee herramientas parainterpretar de forma autónoma los restos de un pa-sado remoto, y en general se sirve de las explicacio-nes que se le ofrecen desde el ambiente técnico yexperto.

Llegados aquí alguno diría que lo que estamos pro-poniendo es “despotismo intelectual”, no obstantecreemos que no es sino divulgación tal y como sehace desde otros campos del saber. Por otro lado, alpúblico siempre le queda la opción de aceptar o nola explicación e ilustración de un elemento del pasa-do que por lo general no conoce.

Por eso, los especialistas y técnicos que trabajamosen la documentación, investigación y divulgación delpatrimonio (y aquí nos referimos a arqueólogos, ehistoriadores tanto como especialistas del campo dela educación), hemos de ser conscientes de la im-portancia que tiene ofrecer narrativas, explicacionese ilustraciones basadas en el estudio e interpreta-ción del registro histórico y arqueológico, narrativasque ofrezcan explicaciones generales y no merosdetalles anecdóticos, que una vez vividos no dejanotra huella que el fugaz recuerdo de un rato amenoy entretenido.

En segundo lugar, es preciso que las narrativas quese ofrecen al público para ilustrar al patrimonio his-tórico confieran sentido a los bienes que se mues-tran y al momento histórico del que formaron par-te . En efecto, s i uno de los problemas que hoyencuentra el discurso histórico para llegar al espec-tador es el de su atomización en temáticas especiali-zadas múltiples, creemos que es preciso integrar losestudios parciales en narrativas generales que, deri-vadas de la investigación, den cuenta de otros mo-dos de vida y sociología distintos a los nuestros. Asípor ejemplo, para dar sentido a un castro de la Edaddel Hierro, lo ideal sería ofrecer una narrativa que,además de ilustrar la configuración o técnica cons-tructiva del yacimiento, explique como creemos queera el universo social y cultural de los hombres ymujeres que habitaron ese yacimiento.

En tercer lugar debemos reconocer la impor tanciade la dimensión espacial de los vestigios, sobre todopara el turista intelectual pues se trata de accedertanto al pasado como a un espacio semantizado porunos vestigios que le dan sentido. En efecto el pasa-do al que queremos acercar al visitante es algo másque la sucesión de acontecimientos (esta ordena-ción es una construcción de la historia); es tambiénla huella de la racionalidad, la cultura y las manifesta-ciones de las sociedades pretéritas.

Pero a medida que el pasado se hace más remoto,se resiste más a ser objetivado en estos parámetros,pues de una parte el caudal de vestigios y documen-

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tos desciende hasta ser insuficiente para hacer otracosa que no sea detenerse en aspectos muy especí-ficos de tal o cual cultura, o dar explicaciones muygenéricas. Al mismo tiempo aumentan las diferenciasentre el modo de pensar del presente y el del pasa-do, hasta el punto que no podemos aplicar directa-mente nuestra racionalidad o nuestra perspectiva alos fenómenos del pasado y por lo tanto nuestra ca-pacidad para explicarlos es menor.

En cuar to lugar, creemos que es preciso ofrecercontexto y significado a través de fórmulas de per-cepción y actividad intelectual no basadas tanto enel estudio como en la pedagogía del ocio y del juegopues, al fin y al cabo, el turismo se desenvuelve ydesarrolla en el contexto del ocio.

En efecto, la ampliación del concepto de educacióna más ámbitos que aquellos que ofrece la educaciónreglada (Educación Permanente o Continua), o elreconocimiento de la actividad lúdica por par te dela pedagogía como útil en el crecimiento intelectualy social de la persona, abre el camino al juego, en lapedagogía del ocio y del tiempo libre, como fórmulapara desarrollar expectativas culturales e intelectua-les en el tiempo libre.

En todas estas demandas el papel de las fórmulasde comunicación así como el de los guías, animado-res socioculturales y educadores, es fundamentalporque permiten reconducir actitudes, incitar a laactividad intelectual y entretener ilustrando. Noobstante su actividad debe dirigirse siempre desdeel conocimiento del objeto que se muestra, algoque deben aportar los profesionales que con el ob-jeto trabajan.

En este sentido y por poner un ejemplo, un tipo deactividad que se está poniendo de moda en parquesarqueológicos, museos, casas de personajes históri-cos o castillos, sobre todo de países anglosajones,son las llamadas Historias Vivas o animaciones teatra-les que fomentan un clima de expectación alrededordel objeto expuesto al público y motivan la par tici-pación del visitante a través del juego, en este caso,a través de la dramatización. Concretamente, me-diante la interpretación o el juego de rol, la personadisfruta de la fantasía y aprende a través de sus pro-pios descubrimientos.

Este tipo de aprendizaje, proporciona a los sujetosla capacidad de desarrollar nuevos conocimientos apar tir de los que ya poseen. Incide, sobre todo, enpotenciar habilidades de pensamiento y en ejercitarconductas reflejo de actitudes y normas de compor-tamiento. Su eficacia viene dada en gran medidaporque las actividades en las que los sentidos tomanpar te permanecen durante más tiempo en nuestrorecuerdo, por tanto, complementan el bagaje teóri-co adquirido en diferentes situaciones a lo largo dela vida, con actividades o viajes en los que se descu-bre que lo que se estudia o lee tiene aplicación esmuy efectivo e impor tante para el desarrollo inte-gral de la persona.

No obstante, es preciso distinguir entre el juego co-mo medio para la animación y motivación intelectualen un contexto de relajo y el juego como un fin ensí mismo. En los albores del tercer milenio y en unasociedad como la nuestra donde el tiempo del ocioes cada vez mayor, muchas veces el patrimonio his-tórico y arqueológico se ofrece como excusa para eljuego y a la diversión como único fin.

Así se pueden entender algunos de los events y algu-nas de las actividades de animación de entornos his-tóricos y arqueológicos, configuradas como merosjuegos o representaciones teatrales cuyo único pro-pósito es el vacuo entretenimiento. Este tipo de ac-tividades se prestan a la crítica por parte de algunosprofesionales del patrimonio, y, aunque par ticular-mente pensamos que la utilización de estos méto-dos con finalidades distintas de la animación socio-cultural no los invalida, es necesario recalcar que larealización de un itinerario didáctico que incluya ac-tividades de este estilo, no debe consistir simple-mente en entretener un paseo romántico o el tiem-po que dure la representación de una batalla. No setrata de ofrecer un suceso concreto como porejemplo una batalla sino más bien el contexto quepermite comprender tal hecho puntual. Para ello sepuede usar la representación de la batalla pero éstatendrá un antes y un después.

El educador o el equipo pedagógico, siempre en es-trecha colaboración con el especialista, el arqueólo-go, ha de efectuar una programación pormenorizadaen donde se expongan, fundamentalmente, los obje-tivos perseguidos con la actividad educativa, se orga-nicen los conocimientos que se pueden adquirir ylas actividades que se van a efectuar in situ para queel aprendizaje se produzca, para que los valores in-telectuales y cognoscitivos sobre el pasado, de losque anteriormente hablábamos, se generen.

Por eso, para acercar el patrimonio al visitante enel tiempo del turismo y el viaje, hemos de valorarlas posibilidades que se ofrecen desde el juego y laPedagogía del ocio y del tiempo libre, aunque paraello tengamos que distinguir entre aquellas activida-des que nos ofrecen la simple inmersión en un su-ceso concreto y puntual del pasado, como puedenser algunos events , y aquellas que realmente nospermiten evocar otras formas de vida distintas a lasnuestras.

Por otra parte, además de las actividades que se re-alizan in situ , no hay que olvidar que, de acuerdocon la Psicología del Conocimiento, se debe posibili-tar un estudio posterior, más profundo, de los temastratados en los juegos, en las animaciones, etc. Porello, es adecuado preparar guías o materiales didác-ticos que sean acordes con las actividades realizadasy que contengan las explicaciones per tinentes paraasentar los conocimientos. Por supuesto, siempre te-niendo en cuenta el tipo de persona que interactúacon el patrimonio 7 y las características del elementopatrimonial que es mostrado o se intenta explicar yque también interactúa con el visitante 8.

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S En definitiva, la actividad didáctica y su seguimiento de-be ser planificada desde su comienzo, hasta su fin, aun-que éste tenga lugar en otro entorno que no sea el delyacimiento, el del vestigio. En este sentido, tampocopodemos olvidar la importancia de la evaluación de lasactividades realizadas y del conjunto del proceso.

Es sumamente importante recoger la opinión del vi-sitante sobre el desarrollo de la experiencia y de susactividades, sean del tipo que sean (itinerario guiadocon audio guía, historia viva en determinados pun-

tos, visita libre, etc.), así como las propuestas de me-jora o sugerencias para poder efectuar un procesode retroalimentación que funcione como motor decambio en el planteamiento didáctico. Como resul-tado de la evaluación podremos valorar el resultadoeducativo de la actividad, que es, en definitiva, loque se persigue.

Mejorando el resultado de la actividad lúdico-pegó-gica preparada para aproximar el pasado al públicoquizás sea más comprendido y apreciado.

ANTONA DEL VAL V (coord.). 1994. Jornadas sobre Patrimonio.

Madrid: Fundación Cultural Banesto.

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Lei 9/1992 do 24 de xullo, de Educación e Promoción de Adultos.

Publicada en el Diario oficial de Galicia (D.O.G.) del 6 de agos-

to de 1992.

1. Como puede ser la COM (94) 74 Final.

2. Los comentarios en los que se reconoce la idea que subyace aestos hechos, la de que el patrimonio histórico poco interesa ala generalidad del público son múliples (Antona coord. 1994:14, 21-27; Barbi y Carrera 1995: 241; Querol et. al 1995: 244).

3. Tal y como apunta Braudillard (1993) comentando la actualsituación del patrimonio cultural: la abstracción del valor sebasa en el hurto a su disfrute.

4. De forma similar a lo que sucede con las primitivas que porbrevedad no trataremos aquí. En cualquier caso, un análisismás extenso de la compresión y consideración del pasado yde los elementos procedentes de él en ambas sociedades seofrece en González 1999.

5. Desde una perspectiva psicopedagógica, dichos factores sonimportantes ya que posibilitan la situación de ocio activo yfavorecen la consecución de un aprendizaje significativo.

6. Ley 9/1992 de 24 de julio de Educación e Promoción deAdultos, D.O.G. 6 de agosto de 1992.

7. Deben prepararse materiales y actividades diferentes para lasvisitas turísticas de fin de semana y para los de grupos deescolares.

8. De igual modo, no puede explicarse de manera similar elvalor artístico de la Catedral de Santiago y el valor artísticode un petroglifo, de una cazoleta.

Bibliografía

Notas