Tu rostro buscaré, Señor

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FERNANDO MORELL BALADRÓN Tu rostro buscaré, Señor orar con los salmos El hombre que sufre en los Salmos, que clama a Dios, y al que Dios escucha, es el Cristo total. Thomas Merton

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FERNANDO MORELL BALADRÓN

Tu rostro buscaré, Señor

orar con los salmos

El hombre que sufre en los Salmos, que clama a Dios, y al que Dios escucha, es el Cristo total.

Thomas Merton

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Contenido

Tu rostro buscaré, Señor ............................................................... 1

Contenido .......................................................................................... 2

Presentación ..................................................................................... 3

1. Los nombres de Dios ............................................................... 7

2. Las súplicas de los salmos ................................................... 10

3. La acción de gracias y la alabanza ..................................... 11

4. Para suscitar y expresar la confianza ................................. 12

5. Las bienaventuranzas de los salmos .................................. 13

6. El texto ..................................................................................... 14

I. Tu nombre es santo ................................................................... 15

1. Quién es Dios ............................................................................ 15

2. Tú eres Dios .............................................................................. 17

3. Tú eres mi Dios ......................................................................... 18

4. El rostro de Dios y su gloria .................................................... 20

5. Las obras de Dios ..................................................................... 22

6. Los bienes de Dios ................................................................... 28

7. La mano creadora de Dios ...................................................... 29

8. Dios elige y guía a su pueblo .................................................. 31

9. Dios ama mi pobreza ............................................................... 33

10. Dios, a quien busco y amo .................................................... 38

II. Señor, escucha mi oración ..................................................... 39

1. Para empezar a orar ................................................................ 40

a) Buscando a Dios .................................................................... 41

b) Con confianza ......................................................................... 42

c) Desde el peligro ...................................................................... 43

2. Oración, anhelo de salvación .................................................. 44

a) Buscando al Salvador ........................................................... 44

b) Clamor desde el sufrimiento ................................................. 47

3. Súplica y gratitud ...................................................................... 49

4. Sed de misericordia .................................................................. 50

5. Confianza en la súplica ............................................................ 53

6. Tras los dones de Dios ............................................................ 55

7. Escrutando el camino de la fidelidad ..................................... 57

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8. Orar en solidaridad ................................................................... 60

9. Dios es mi fuerza ...................................................................... 62

III. Te doy gracias de todo corazón ........................................... 66

1. Os contaré lo que el Señor ha hecho conmigo .................... 66

2. Te doy gracias, Dios mío ......................................................... 68

3. Bendice alma mía al Señor ..................................................... 73

4. Juntos damos gracias a Dios .................................................. 75

a) El Señor ha estado grande con nosotros ........................... 75

b) Alabamos tu nombre santo ................................................... 76

c) Grandes son las obras de Dios ............................................ 77

d) Bendito sea Dios .................................................................... 78

e) Que todos los pueblos te alaben ......................................... 79

IV. Confiarán en ti los que conocen tu nombre ..................... 88

1. Contad las hazañas del Señor ................................................ 88

2. Dios será refugio del oprimido ................................................ 92

3. Tu misericordia llega al cielo ................................................... 93

4. Confía, hijo ................................................................................. 94

5. Confía en el Señor .................................................................... 95

6. A ti, Señor, me acojo ................................................................ 98

V. El camino de Dios ................................................................... 108

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Presentación

Estas páginas no intentan ofrecer un estudio exhaustivo de los salmos, sino entresacar del inmenso e inagotable filón del libro sagrado de oraciones los signos que nos permiten atisbar el rostro de Dios. Y ello ¿con qué finalidad? Pues sólo con el propósito de ofrecer un material vivo que haga posible un acce-so inmediato y contemplativo de Dios, por encima de ideas o meras disquisiciones teológicas.

Este libro pretende ser una ayuda para los cristianos que buscan profundizar en la oración y hacerlo de un modo contem-plativo. En Occidente tenemos una excesiva tendencia a una oración fundamentalmente reflexiva, a la meditación; sin em-bargo la verdadera oración, la más profunda y la que debería ser el modo normal de relacionarnos con Dios es la oración con-templativa. Estamos tan acostumbrados a meditar ideas acerca de Dios, que nos parece muy difícil contemplar al Dios vivo y verdadero que habita en nosotros y está a nuestro lado.

La única pretensión de esta obrita es ofrecer un instrumento, sencillo y eficaz, a quienes desean acercarse a Dios por el ca-mino de la oración a través de su Palabra. Los salmos nos ofre-cen la expresión más clara y significativa de la oración según el corazón de Dios, ya que ellos son, como afirma el sentir de los padres de la Iglesia, el modelo de «cómo hay que alabar a Dios y cuáles son las palabras más adecuadas» para ensalzarlo (San Atanasio).

El conjunto de oraciones que constituye el libro de los Salmos nos descubre el ser adorable de Dios, el rostro más luminoso de la misericordia. En estas oraciones «se ensalza de un modo tan elevado la inmensa majestad de Dios, su omnipotencia, su inefable justicia, su bondad o clemencia y todos sus demás infi-nitos atributos, dignos de alabanza» (S. Pío X), que nos permi-ten contemplar a Aquél que es el objeto por excelencia de la adoración, la contemplación, la gratitud y la alabanza por parte del hombre. Esta contemplación nos inunda de admiración, de

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gozo y de paz, haciéndonos sintonizar con la experiencia de Dios más profunda que puede tener el cristiano peregrino en es-te mundo.

La experiencia de Dios que nos transmiten los salmos hunde sus raíces en la ancestral fe de Israel y, recogida y llevada a plenitud por el Hijo de Dios, ha sido legada a la Iglesia como precioso patrimonio. En este sentido hemos de contrarrestar la tendencia a rechazar el Antiguo Testamento como algo «supe-rado e inútil» para los que «ya somos cristianos». No podemos olvidar que los salmos son verdadera «palabra de Dios», que Dios nos habla por medio de ellos; ni debemos dejar de consi-derar que Cristo mismo surge del Israel del Antiguo Testamen-to, el cual constituye para los cristianos el camino imprescindi-ble para conocer a Jesús y, a través de él, a Dios mismo. Tam-poco podemos subestimar el valor que supone el hecho de que Jesús mismo orase con los salmos, y éstos aparezcan una y otra vez en el Nuevo Testamento para hablarnos de él.

Nadie puede dudar de que el modelo de orante por excelen-cia es Cristo; y él nos enseña a orar dándonos en el Padrenues-tro la fórmula suprema de oración. Igualmente sabemos que el Espíritu ora en el interior del creyente con gemidos inefables y ayuda a éste capacitándole para llamar a Dios «Padre». Pero el camino de oración que nos ofrece el Señor en el nuevo Testa-mento no invalida en modo alguno la inmensa riqueza de ora-ción que suponen los Salmos, que nos han sido entregados por Dios, inspirados por el Espíritu y usados por el mismo Jesucris-to. Y mucho menos, podemos menospreciar este camino privi-legiado de oración mientras buscamos afanosamente formas de orar bien alejadas de la tradición cristiana.

La palabra de Dios nos brinda ideas sobre las que meditar pero, sobre todo, nos ofrece palabras, actitudes y sentimientos para orar, posibilitándonos con ello el encuentro íntimo con el Dios vivo. Y ello con la garantía y la eficacia de la misma pala-bra de Dios, que nos permite superar tanto los subjetivismos e individualismos en nuestra oración como la despersonalización de la misma. Como dice san Agustín: «Para que el hombre ala-bara dignamente a Dios, Dios se alabó a sí mismo; y, porque se

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dignó alabarse, por esto halló el modo de alabarlo». Así, de la fuente inagotable de la Escritura podemos sacar el caudal ne-cesario para enriquecer nuestra oración personal, creando con la palabra de Dios y con nuestra realidad concreta el edificio de la oración personal propia, ya que: «Los salmos vienen a ser como un espejo, en el que quienes salmodian se contemplan a sí mismos y sus diversos sentimientos, y con esa sensación los recitan» (San Atanasio).

En este sentido podemos afirmar que el conocimiento y utili-zación de los salmos no sólo nos ayuda a saber lo que debe-mos decir o lo que no deberíamos decir en la oración, sino que nos descubre la estructura fundamental de la oración bíblica, la manera de dirigirnos a Dios, en qué se apoya el verdadero orante e incluso lo que debemos ser para poder orar en verdad.

En multitud de ocasiones el fundamento en el que se apoya la oración del salmista es, ciertamente, su sufrimiento, una si-tuación de necesidad, su estado de pobreza, la gloria o la fama de Dios, la fe o el escándalo del resto de los creyentes. No es difícil conectar los distintos momentos vividos por el hombre con alguna de estas situaciones. Además, el estudio de la oración en los salmos nos descubre que ésta se basa ordinariamente en lo que es Dios y que el creyente se fundamenta en el ser y en las cualidades de Dios para presentarle sus necesidades y súplicas.

Buscar el rostro de Dios, el rostro del Dios vivo, invisible e inefable, es la misión fundamental, quizá la única, del orante; es decir, del creyente. Y nada descubre mejor el verdadero ser de Dios, su rostro más auténtico y luminoso, como su nombre, el nombre que le damos desde la fe y el corazón. Por ello, la reco-pilación de los nombres de Dios nos permite llegar, a través de la multitud de nombres-invocaciones, a contemplar el rostro de Dios; rostro que no se puede ver físicamente, pero al que po-demos acercarnos por el inmenso caleidoscopio que suponen estas formas de invocar a Dios.

A través de su Palabra, la gloria del rostro de Dios se refleja en multitud de resplandores, que nos descubren los nombres de Dios, sus cualidades, sus acciones y sentimientos, tal como

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aparecen en los salmos. En ellos el orante puede descubrir to-dos estos resplandores y unirlos en su corazón, contemplando a través de los mismos la gloria del rostro de Dios o, mejor aún, recibiendo como don el brillo de su rostro que nos salva1.

1. Los nombres de Dios

La primera parte de esta obra está compuesta por la recopila-ción de los nombres de Dios a los que hemos hecho referencia. Hemos de reconocer que para nosotros, los occidentales, el nombre no pasa de ser la arbitraria denominación que ponemos a las personas; pero para los semitas el nombre no sólo define a la persona, sino que la hace presente; podríamos decir que es la «representación de cada hombre concreto». Esta representa-tividad del nombre se traduce en el caso de Dios en la eficacia salvadora del nombre divino. Esta cualidad aparece claramente no sólo en el Antiguo Testamento, sino en la misma oración de Jesús y posteriormente en los Hechos de los Apóstoles o en nuestra liturgia. Así la Iglesia ora al Padre y le glorifica «en nombre» del Hijo, se congrega «en nombre» de Dios, santifica al mundo y actualiza la salvación en los sacramentos en ese Nombre, el único que puede salvar.

Esta eficacia se implora y se manifiesta de manera especial en la oración. La invocación del nombre de Dios o la repetición amorosa y serena del mismo es la forma privilegiada de ir em-papándose de Dios. La utilización de los nombres de Dios como oración litánica, repetitiva, nos saca de la oración discursiva, conceptual, y nos ayuda a entrar en el campo de la oración con-templativa, que vacía nuestra mente de ideas o conceptos y lle-na el corazón de Dios. En esta línea se sitúa la oración en la tradición oriental (cf. La Filocalía o El Peregrino ruso) e incluso también en algunas corrientes de espiritualidad occidental (La nube del no-saber); y algo de este espíritu es el que ha llegado a nosotros en ciertas formas de oración como las letanías de la Virgen o de los Santos.

1 Cf. Sal 80,4; 31,17.

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Después del nombre de Jesús y de la invocación de Dios co-mo Padre ¿dónde encontrar una riqueza mayor para invocar ese nombre que nos salva que en la oración que Dios mismo pone en nuestros labios, a través de su Palabra, en los salmos? Es más, la repetición amorosa de los cientos de nombres con los que el salmista se dirige a Dios nos ayudará eficazmente a poder decir Jesús o Padre, con mayor profundidad.

Esta primera parte está estructurada de modo que ayude a la oración de diversas maneras, según las necesidades que ten-gamos o la situación en que nos encontremos. Una forma senci-lla de orar podría ser la realización de una lectura pausada de los nombres, hasta que alguno de ellos resuene especialmente en nuestro interior y nos permita detenernos más contemplati-vamente. Incluso podríamos recrearnos en las escenas o frases evangélicas que nos evocan esos nombres2, o en situaciones de nuestra vida que se iluminan desde ellos3. Para facilitar su uso hemos dividido las invocaciones en diferentes secciones.

De manera parecida podríamos realizar una contemplación sosegada de Dios a través de sus muchos nombres, leyendo un pequeño número de éstos una y otra vez, dedicando a cada uno el tiempo suficiente para que nuestro corazón se empape de la realidad que significan y del poder que expresan.

Otra forma de utilización consistiría en el uso de los nombres de manera litánica, repitiendo, uno tras otro, todos los nombres, o los de alguna sección; haciendo esto despacio, rítmicamente, dejando que resuenen en nuestro interior, sin necesidad de re-petirlos. Podríamos añadir a la invocación de cada nombre una respuesta, extraída de los mismos salmos, que nos resulte su-gerente y expresiva de nuestra oración; tal como hacemos ordi-nariamente en el rezo de las letanías.

2 P. ej.: «Nos alimentas con flor de harina» puede evocar la Eucaristía.

«Tu ternura es grande» puede iluminarse con la parábola del hijo pródigo. 3 P. ej.: «Has aceptado mi oración» como acción de gracias. «Me sostu-

viste con tu diestra» como reconocimiento y gratitud ante una dificultad superada.

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Así pues, podríamos emplear alguna de las siguientes res-puestas, sacadas de los salmos, sustituyendo los puntos sus-pensivos (...) por cada uno de los diversos nombres de Dios:

(...), escúchame cuando te invoco (4,2).

Yo te amo, Señor, tú eres (...) (18,2).

(...), muestra las maravillas de tu misericordia (17,7).

(...), presta oído a mi súplica (17,1).

(...), inclina el oído y escucha mis palabras (17,6).

(...), atiende y respóndeme (13,4).

(...), a ti me acojo (7,2).

(...), sálvame por tu misericordia (6,5).

Mírame (...), y ten piedad de mí (25,16).

(...), ten misericordia de mí (26,11).

No me abandones (...) (71,18).

(...), que brille tu rostro y nos salve (79,4).

(...), muéstranos tu misericordia y danos tu salvación (85,8).

Socórreme (...) (108,26).

Bendito sea (...) ahora y por siempre (113,2).

(...), soy tuyo, sálvame (119,94).

Vuélvete a mí y ten misericordia, (...) (119,132).

(...), por tu misericordia dame vida (119,159).

Aunque estos modos de oración están pensados para la ora-ción individual podrían usarse asimismo, con las debidas adap-taciones, para la oración en común.

También podría sernos muy útil emplear esta relación de los nombres para realizar un modo de orar semejante a la oración de Jesús, que tanto recomienda la espiritualidad oriental. Para ello deberíamos buscar el nombre que nos resulte más signifi-cativo como expresión de lo que es Dios para nosotros y repetir-lo sosegadamente, al ritmo de la respiración; bien solo o acom-pañado de una petición o invocación como las anteriores. Quizá a algunas personas les pueda resultar beneficioso emplear de

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esta manera alguna de las oraciones de la segunda sección (Las súplicas de los salmos).

Esta relación de los nombres de Dios ha surgido de la lectura y meditación de los salmos, buscando en ellos los nombres que el creyente otorga a Dios, así como las aposiciones a esos nombres, los calificativos dados a Dios, los predicados que indi-can su acción presente, pasada o futura, o a Dios mismo como objeto de la oración y la búsqueda del creyente. Se ha intentado unificar la forma respetando todo lo posible el original, salvo en unas pocas ocasiones en las que se ha preferido la riqueza de la imagen y su empleo en la oración a la estricta fidelidad for-mal. En todo caso ofrecemos el lugar de donde se han tomado y los lugares en que aparece de forma igual o semejante. He-mos agrupado los diversos títulos siguiendo los criterios que evocan los mismos salmos y buscando el orden que mejor ayu-de a la oración.

2. Las súplicas de los salmos

Esta segunda parte ofrece diferentes modelos que nos ayu-den a expresar con mayor profundidad nuestra propia oración de petición. Además de su empleo «litánico» o repetitivo, tal como se ha indicado para los nombres de Dios, estas oraciones nos pueden ayudar a ampliar nuestras formas de oración, por-que nos permiten reproducir en nosotros la actitud del salmista, su modo de orar y el apoyo que utiliza para avalar sus peticio-nes. Así podríamos orar, por ejemplo, diciendo:

Te invoco de todo corazón: respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos (119,145s).

Vemos aquí claramente cómo el salmista intenta dar hondura a su oración; así invita al que ora con el salmo a buscar a Dios con toda sinceridad, a la vez que le plantea hasta qué punto in-voca a Dios «de todo corazón», con toda confianza y plena en-trega. Descubrimos, además, una promesa por parte del salmis-ta que sustenta esta oración: «guardaré tus leyes, cumpliré tus decretos». El orante puede hacer suya esa promesa de fideli-

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dad; o bien examinar su propia fidelidad como respuesta a la salvación que Dios ha realizado en su vida; o incluso buscar las promesas concretas de fidelidad en que apoyar su súplica. Sir-va esto de ejemplo de lo que puede aportar a nuestra oración, la profundización en el diálogo con Dios que ofrecen los salmos.

Tiene especial interés la primera sección de esta parte (Para empezar a orar) que puede resultar un valioso instrumento que nos ayude a ponernos delante de Dios al comenzar la oración. El salmista nos descubre la presencia de Dios a quien nos diri-gimos y suscita la humildad con que hemos de levantar hacia él nuestra mirada y nuestro corazón, nos presenta los motivos de confianza que nos ayudan a orar, y nos introduce en el ámbito de la oración.

La meditación asidua de esta segunda parte enriquecerá, sin duda alguna, la liturgia de las Horas; de manera que aquellos que celebran ordinariamente esta oración descubrirán en la salmodia ecos más sonoros y profundos que les permitirán vivir con mayor hondura la oración oficial de la Iglesia.

Este conjunto de súplicas ha surgido de la búsqueda de aquellas oraciones en que se pide algo a Dios, dejando a un la-do formas de orar que recogemos en otras secciones. No se han tomado los salmos de súplica completos, sino las partes de éstos que constituyen una explícita petición, agrupándolas de manera que se facilite la localización de las oraciones semejan-tes. La selección y brevedad de las citas que se presentan obe-decen a la necesidad de ofrecer textos suficientemente breves que puedan repetirse de forma litánica y faciliten la oración con-templativa.

3. La acción de gracias y la alabanza

Esta sección pretende ayudarnos a recordar y a enriquecer un aspecto frecuentemente olvidado en nuestra oración: dar gracias a Dios por todo lo que nos da y alabarle por lo que él es. Por desgracia nuestra oración tiende más a pedir que a agrade-cer, a meditar que a alabar, y así se dificulta uno de los funda-mentos de la oración verdadera que consiste en salir de noso-

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tros mismos y centrarnos en Dios. Por tanto, son formas privile-giadas de oración aquellas que nos sacan de la autosuficiencia que supone el apoyarnos en nuestras propias capacidades y nos llevan a reconocer con gratitud los dones de Dios. Desde este reconocimiento nos introducen en la alabanza gratuita que no tiene otro pretexto que Dios mismo, independientemente de nuestras necesidades.

Dada la abundancia del material que ofrecen los salmos, abundancia que nos habla de su importancia en la oración, he-mos dividido este bloque en dos grandes partes: una en la que la alabanza y acción de gracias es individual y otra en la que el sujeto es la comunidad entera, más apropiada para la oración en común o para orar en nombre de la Iglesia.

Según nos han sugerido los mismos salmos hemos introduci-do como forma normal de acción de gracias el reconocimiento y la narración de lo que Dios ha hecho por nosotros, que puede ayudarnos a expresar o a ser conscientes de lo que Dios nos ha dado, a la vez que nos empuja a hacer nuestra propia narración de lo que Dios ha hecho en la historia de nuestra propia salva-ción.

No nos hemos resistido a introducir al final, como grupo apar-te aquellas alabanzas que se expresan en forma de invitación a la alabanza de todas las criaturas, formando un gran coro que incluye todo el Universo. Por la misma estructura de estas ora-ciones no hemos podido dividirlas en secciones más breves.

4. Para suscitar y expresar la confianza

Esta parte pretende alimentar uno de los fundamentos bási-cos de la oración: la confianza. La enorme riqueza que los sal-mos poseen en este sentido nos moverá muy fácilmente a con-fiar en el Señor, dándonos un sólido apoyo espiritual: lo que Dios es, lo que hace, y lo que hará por nosotros para salvarnos; las palabras que Dios y el salmista nos dirigen para movernos a la confianza; y los mismos diálogos con Dios que suscitan esta actitud.

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Junto a estos motivos de confianza, hemos agrupado asi-mismo las oraciones explícitas que pueden ayudarnos a expre-sar nuestra confianza en Dios y en las que aparece al descu-bierto el carácter genuino del salmista.

En los salmos aparece un grupo de expresiones que, apo-yándose en el ser de Dios y en su acción en favor nuestro, sir-ven tanto para alabar a Dios como para suscitar la confianza del orante. Hemos dividido y situado este material en la sección de la oración de alabanza, llamada Grandes son las obras de Dios y en las secciones de oraciones de confianza: Contad las haza-ñas del Señor y Dios será refugio del oprimido. Reconociendo que esta distribución es bastante artificial, proponemos que pueda intercambiarse el material de una y otra sección para en-riquecer los motivos para la alabanza y para confiar más en el Señor.

Aún a riesgo de ser reiterativos, recomendamos de nuevo el uso de la forma litánica (ir contemplando una tras otra cada bre-ve oración) o repetitiva (ir calando en una de ellas que espe-cialmente suscite o exprese nuestra confianza, por medio de la repetición oral o mental) para ayudar a una oración más con-templativa, último fin de esta obra.

5. Las bienaventuranzas de los salmos

La última parte consiste en una relación de textos breve, pero no por ello menos interesante, que pretende ofrecer un instru-mento de oración, presentando los lugares en que aparece en los salmos el término 'eser (bienaventurado), que se relaciona directamente con el makarios de las bienaventuranzas de los Evangelios.

Se trata de una pequeña colección de las bienaventuranzas de los salmos que nos descubre un preludio de aquellas que Jesús proclamó sobre el monte, y nos ayudará sin duda a en-contrar semejanzas y armonías que enriquezcan la contempla-ción de las bienaventuranzas que ya conocemos, introducién-donos en el camino de la bienaventuranza que es Dios mismo.

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6. El texto

El texto que hemos utilizado en este trabajo es el de la ver-sión litúrgica oficial en lengua española, puesto que es la más conocida y usada, tanto en los leccionarios oficiales como en la liturgia de las Horas. De esta manera será más fácil unir la pro-pia oración personal con la oración comunitaria y las diversas celebraciones de la Iglesia. Sin embargo las citas siguen la Bi-blia hebrea4 para que puedan localizarse más fácilmente en las Biblias que manejamos.

Las referencias y paralelos van en notas a pie de página para que no dificulten la oración, a la vez que permitan, a quien lo desee, encontrar un material complementario para un determi-nado nombre u oración.

No queremos terminar sin agradecer la valiosa colaboración de Alberto Carreres Esparza, sin cuyas sugerencias, estímulo y ayuda, esta obra no hubiese podido llegar a buen término.

Ofrecemos este libro a quienes buscan a Dios con sincero co-razón, con la esperanza que su Palabra, viva y eficaz, les em-pape y produzca en ellos los frutos de contemplación y de san-tidad que Dios quiere darnos.

El autor.

4 Cuando hay una diferencia de numeración, ésta es una unidad menos

en los libros litúrgicos que en la Biblia.

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I. Tu nombre es santo Los nombres de Dios en los salmos

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1. Quién es Dios

-Dios de los dioses (50,1; 136,2).

-Soberano de todos los dioses (95,3).

-El único Dios (86,10).

-Dios del cielo (136,26).

-Dios vengador (99,8)5.

-Dios de perdón (99,8).

-Dios de Abrahán (47,10).

-Dios del Sinaí (68,9).

-Dios de Jacob (20,2)6.

-Fuerte de Jacob (132,2.5).

-Dios de Israel (41,14)7.

-Pastor de Israel (80,2).

-Guardián de Israel (121,4).

-Rey de la gloria (24,7)8.

-Rey del mundo (47,8)9.

-Rey y Señor (98,6).

-Rey desde siempre (73,12).

-Señor de los señores (136,3).

-Señor de los pueblos (105,20).

-Señor, Dios de los ejércitos (24,10).

-Señor, Dios nuestro (20,8)10.

5 Cf. también: «Dios de la venganza» (94,1.1).

6 También en 24,6; 46,4.8.12; 75,10; 76,7; 81,2.5; 84,9; 94,7; 114,7;

146,5. 7 También en 59,6; 68,9.36; 69,7; cf. además 72,18 y 106,48 «Señor, Dios

de Israel». 8 También en 24,8.9.10.10; cf. «Dios de la gloria» (29,3).

9 Cf. 47,3.7. «Rey« en 149,2.

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-Señor, dueño nuestro (8,2)11.

2. Tú eres Dios

-Dios desde siempre y por siempre (90,2).

-Juez de los pueblos (7,9).

-Dios, juez justo (7,12)12.

-Héroe valeroso (24,8).

-Héroe de la guerra (24,8).

-Esperanza del confín de la tierra (65,6).

-Señor, sol y escudo (84,12).

-Creador nuestro (95,6)13.

-Padre de huérfanos (68,6).

-Protector de viudas (68,6).

-Apoyo y salvación para tu ungido (28,8).

-Bastión contra el enemigo (61,4).

-Refugio del desvalido (14,6)

-Refugio del oprimido (9,10).

-Escudo que cubre al justo (18,31)14.

-Escudo para los que a ti se acogen (18,31).

-Poderoso defensor en el peligro (46,2).

10

También en 80,5.20. Cf. además 46,4.8.12; 48,9; 59,6; 69,7; 80,8; 84,2.4.9.13; 89.9. 11

También en 8,10; 135,5. 12

También en 9,5. 13

Cf. «Creador» (149,2). 14

Cf. también: «Estás con los justos» (14,5); «Proteges el camino de los justos» (1,6) y cf. 37,40; «Bendices al justo» (5,13); «Con el que se alegra el justo» (64,11).

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3. Tú eres mi Dios

-Señor mío (35,23)15.

-Señor Dios mío (7,2)16.

-Salud de mi rostro (42,6)17.

-Fuerza mía (22,20)18.

-Mi fuerza y mi energía (118,14).

-Mi fuerza salvadora (18,3).

-Redentor mío (19,15)19.

-Dios Salvador mío (51,16)20.

-Mi lámpara (18,29).

-Mi porción (119,57).

-Mi libertador (18,3).

-Mi pastor (23,1).

-Mi fortaleza (18,2).

-Mi baluarte (18,3)21.

-Mi amparo (31,5).

-Mi victoria (35,3)22.

-Mi Padre (89,27).

-Mi bienhechor (144,2).

15

También en 70,16. 16

También en 7,4; 13,4; 30,3.13; 35,24; 38,16; 88,2; 109,26; cf. además 45,8; 81,11; 146,5. 17

También en 42,12; 43,5. 18

También en 28,7; 59,10,18; cf. «Fuerza para su pueblo» (28,8) y «Dios nuestra fuerza» (46,2; 81,2). 19

Cf. 78,35. 20

Cf. 18,44; 25,5; 49,16; cf. también: «Dios Salvador nuestro» (65,6; 79,9; 85,5); y además: «Dios de salvación» (24,5; 27,9). 21

También en 31,4. 22

Cf. «Nos das la victoria» en 44,8.

Page 19: Tu rostro buscaré, Señor

-Mi auxilio y mi liberación (40,18)23.

-Mi rey y mi Dios (44,5)24.

-Mi luz y mi salvación (27,1)25.

-Mi escudo y mi gloria (3,4)26.

-Mi auxilio y escudo (115,9)27.

-Mi refugio y mi escudo (119,114)28.

-Mi fuerza y mi escudo (28,7).

-Roca mía (19,15)29.

-Mi roca firme (62,8).

-Mi roca de refugio (71,3)30.

-Mi roca salvadora (89,27)31.

-Mi roca y mi alcázar (18,3)32.

-Alcázar donde me salve (71,3).

-Mi alcázar en el peligro (37,39).

-Mi esperanza y mi confianza (71,5)33.

-Dios de mi vida (42,9).

-Dios de mi alegría (43,4).

23

También en 70,6; cf. «Mi auxilio» (63,8; 27,9; 54,6); cf. también 115,9.10.11; 33,20. 24

Cf. 5,3; 48,3; 68,25; 84,4; 89,19; 145,1. Cf. también: «El Señor es rey» (96,10). 25

Cf. también: «mi salvación» (62,3.7; 68,20; 118,14) y «Señor mío, mi salvación» (38,23). 26

Cf. «Dios mi escudo» (7,11; 18,3); «Señor escudo nuestro» (59,12; 89,19). 27

También en 115,10.11; y cf. 33,20. 28

También en 144,2. 29

Cf. 8,47; 18,3; 31,4; 42,10; 62,3.7; 78,35; 92,16; 144,1. 30

También en 94,22. 31

Cf. «Roca que nos salvas» (95,1). 32

Cf. «Mi alcázar» en 59,10.17.18; 62,3.7; 71,3; 91,2; 94,22; 144,2. 33

Cf. «Mi confianza» (39,8).

Page 20: Tu rostro buscaré, Señor

-Mi Dios y protector (43,2).

-Mi Dios desde el vientre materno (22,11).

-Mi lote perpetuo (73,26).

-El lote de mi heredad (16,5).

-Defensor mío (4,2).

-Defensa de mi vida (27,1).

-Único descanso de mi alma (62,2)34.

-Mi fuerte salvador (140,8).

-Dios mío, peña mía, refugio mío (18,3)35.

-Dios nuestro orgullo (44,9).

-Honor y fuerza de tu pueblo (89,18).

4. El rostro de Dios y su gloria

-Altísimo (9,3)36.

-Dios Altísimo (57,3)37.

-Altísimo sobre toda la tierra (97,9).

-Todopoderoso (68,15).

-Omnipotente (91,1).

-Sublime (138,6).

-Dios grande (70,5)38.

-Señor Dios grande (95,3).

-Dios mío que grande eres (104,1).

-Grande eres tú y haces maravillas (86,10).

34

También en 62,6. 35

Cf. «Peña mía» (71,3). «Refugio mío» (61,4; 73,28; 91,2; 119,114; 142,6); cf. 32,7; 59,17; 46,2; 62,9; 90,1; «Roca de refugio» (71,3; 94,22). 36

También en 18,14; 46,5; 50,14; 73,11; 77,11; 78,17; 82,6; 91,1.9; 92,2; 107,11. 37

También en 78,35.56. 38

Cf. También 40,17; 77,14; 96,4; 99,2; 145,3.

Page 21: Tu rostro buscaré, Señor

-Grande más que todos los dioses (135,5).

-Grande y poderoso (147,5).

-Grande y terrible (89,8).

-Más temible que todos los dioses (96,4)39.

-Temible en el consejo de los ángeles (89,8).

-Deslumbrante y magnífico (76,5).

-Excelso por los siglos (92,9).

-Te vistes de belleza y majestad (104,1).

-Vestido y ceñido de poder (93,1).

-Te rodean el poder y la fidelidad (89,9).

-Permaneces para siempre (102,13)40.

-Eres siempre el mismo (102,28).

-Todo lo que quieres lo haces (135,6)41.

-Piadoso y clemente (111,4).

-Compasivo y misericordioso (103,8)42.

-Clemente y misericordioso (145,8)43.

-Dios leal (31,6).

-Rico en piedad y leal (86,15).

-Rico en misericordia con los que te invocan (86,5).

-Lento a la ira y rico en clemencia (103,8).

-Te preceden la misericordia y la fidelidad (89,15).

-Te preceden honor y majestad (96,6).

-Recto (25,8).

-Dios justo (7,10)44.

39

Cf. «Terrible» en 76,8. 40

Cf. 102,25.27. 41

También en 115,3. 42

Cf. «Dios nuestro, compasivo» (116,5). 43

También en 86,15. 44

Cf.31,2; 71,2; 143,1.

Page 22: Tu rostro buscaré, Señor

-Eres justo y amas la justicia (11,7)45.

-Justo en todos tus caminos (145,17).

-Eres fiel (143,1).

-Fiel a tus palabras (145,13).

-Fiel con el fiel (18,26).

-Sincero con el sincero (18,27).

-Bueno con todos (145,9)46.

-Bueno para el justo (73,1).

-Bueno con tu tierra (85,2).

-Señor bueno y clemente (86,5).

-Eres bueno y haces el bien (119,68)47.

-Bondadoso en todas tus acciones (145,13)48.

-Cariñoso con todas tus criaturas (145,9).

-Muy digno de alabanza (96,4).

5. Las obras de Dios

-Te sientas sobre querubines (80,3).

-Estas en el cielo (115,3).

-Tienes tu trono en el cielo (11,4).

-Estás en tu templo santo (11,4).

-Vives en tu santa morada (68,6).

-Resides en Sión (9,12).

-Habitas en Jerusalén (135,21).

––––––

45

Cf. 37,28; 92,16; 116,5; 119,137; 129,4. 46

Cf. también: «Eres bueno» en 25,8; 100,5; 106,1; 118, 1.29; 135,3; 136,1. 47

Cf. 119,65. 48

Cf. también 145,17.

Page 23: Tu rostro buscaré, Señor

-Se fija en todos los hombres (33,13)49.

-Ves las penas y los trabajos (10,14).

-Miras a los justos (34,16).

-Pones los ojos en tus fieles (33,18).

-Pones los ojos en los que esperan en tu misericordia (33,18).

-Te fijas en el humilde (138,6).

-Te abajas para mirar al cielo y a la tierra (113,6).

-Te fijas en la tierra para escuchar los gemidos de los cautivos (102,20a-21b).

––––––

-Escuchas al que grita (34,18)50.

-Escuchas las súplicas (65,3).

-Escuchas al afligido si te invoca (34,7).

-Escuchas los deseos de los humildes (10,17)51.

-Escuchas los gritos de los fieles y los salvas (145,19).

-Escuchas a tus pobres (69,34).

-Sondeas el corazón y las entrañas (7,10).

-Penetras los secretos del corazón (44,22).

-De lejos conoces al soberbio (138,6).

––––––

-No olvidas los gritos de los humildes (9,13).

-No olvidas jamás al pobre (9,19).

-Te acuerdas de la palabra dada (105,8).

-Te acuerdas de tu Alianza eternamente (105,8).

––––––

-Sientes ternura como un padre (103,13).

-Te cuesta la muerte de tus fieles (116,15).

49

Cf. 11,4; «Observas para ver si alguno te busca» (14,2). 50

Cf. 34,16. 51

Cf. «Prestas oído a los humildes» (10,17).

Page 24: Tu rostro buscaré, Señor

-Aprecias a tus fieles (147,11).

-Aprecias a los que confían en tu misericordia (147,11).

-Amas la justicia y el derecho (33,5).

-Te compadeces de tus siervos (135,14).

––––––

-Nos alimentas con flor de harina (81,17).

-Das pan a tus amigos mientras duermen (127,2).

-Das alimento a tus fieles (111,5).

-Das fuerza a tu pueblo (29,11).

-Mandas la bendición a los hermanos unidos (133,3).

-Das en herencia los hijos (127,3).

-Das la gracia y la gloria (84,12).

-Das la victoria a los reyes (144,10).

-No niegas tus bienes a los de conducta intachable (84,12).

-De ti viene la salvación y la bendición (3,9)52.

-De ti procede el perdón y así infundes respeto (130,4).

-De ti viene la misericordia y la redención copiosa (130,7).

-Llenas la tierra con tu bondad (119,64).

-Llenas la tierra de tu misericordia (33,5).

––––––

-Desde el cielo proclamas sentencia (76,9).

-Envías tu mensaje a la tierra (147,15).

-Anuncias tu palabra a Jacob (147,19).

-Promulgas tus decretos para que se observen exactamente (119,4).

-Revelas a las naciones tu justicia (98,2).

-Anuncias la paz a tu pueblo (85,9).

-Das a conocer tu victoria (98,2).

-Educas a los pueblos (94,10).

52

Cf. «Dios que salva» (68,21).

Page 25: Tu rostro buscaré, Señor

-Instruyes al hombre (94,10).

-Te confías con tus fieles (25,14).

-Enseñas el camino a los pecadores (25,8).

-Enseñas el camino a los humildes (25,9).

-Enseñas el camino a los que te temen (25,12).

-Haces caminar a los humildes con rectitud (25,9).

––––––

-Te levantas por el gemido del pobre (12,6).

––––––

-Estas cerca (119,151).

-Estás cerca de los atribulados (34,19).

-Estás cerca de los que te invocan (145,18).

-Defiendes a todos los oprimidos (103,6).

-Defiendes el derecho del pobre (140,13).

-Defiendes al huérfano y al desvalido (10,18).

-Defiendes al pobre y al humilde (35,10).

-Adornas con la victoria a los humildes (149,4).

-Pones a salvo al que lo ansía (12,6).

-Libertas a los cautivos (146,7).

-Abres los ojos al ciego (146,8).

-Enderezas a los que ya se doblan (146,8)53.

-Preparas casa a los desvalidos (68,7).

-Levantas a los pobres de la miseria (107,41).

-Levantas del polvo al desvalido (113,7).

-Alzas de la basura al pobre (113,7).

-Sustentas al huérfano y a la viuda (146,9).

-Sanas los corazones destrozados (147,3).

-Vendas las heridas (147,3).

-Haces justicia al afligido (140,13).

53

Cf. 145,14.

Page 26: Tu rostro buscaré, Señor

-Haces justicia a los oprimidos (146,7).

-Sostienes a los que van a caer (145,14).

-Sostienes a los humildes (147,6).

––––––

-Velas por los días de los buenos (37,18).

-Proteges la vida de tus fieles (97,10).

-Guardas a los leales (31,24).

-Guardas al que se cuida del pobre (41,3)54.

-Guardas a los sencillos (116,6).

-Guardas a los que te aman (145,20).

-Guardas a los peregrinos (146,9).

-Salvas a los rectos de corazón (7,11).

-Salvas a los justos (37,39).

-Salvas al pueblo afligido (18,28).

-Salvas a los abatidos (34,19).

-Redimes a tus siervos (34,23).

-Satisfaces los deseos de tus fieles (145,19).

––––––

-Acoges bajo la sombra de tus alas (36,8).

-Mantienes tu fidelidad perpetuamente (146,6).

-Perdonas todas las culpas (103,3)55.

-No estás siempre acusando (103,9).

-No guardas rencor perpetuo (103,9).

-No nos tratas como merecen nuestros pecados (103,10).

-No nos pagas según nuestras culpas (103,10).

––––––

-Rodeas a tu pueblo (125,2).

-Bendices a tu pueblo con la paz (29,11).

54

Cf. 41,4. 55

Cf. 65,4.

Page 27: Tu rostro buscaré, Señor

-Reúnes a los deportados de Israel (147,2).

-Reconstruyes Jerusalén (147,2).

-No rechazas a tu pueblo ni abandonas tu heredad (94,14).

––––––

-Haces maravillas por los hombres (107,8)56.

-El único que hace maravillas (72,18)57.

––––––

-Reinas desde siempre (55,20)58.

-Reinas vestido de majestad (93,1).

-Reinas con poder (99,4).

-Riges el mundo con justicia (67,5).

-Gobiernas los pueblos rectamente (96,10).

-Gobiernas toda la tierra (105,7).

-Gobiernas a tu pueblo (135,14).

––––––

-Te elevas sobre todos los pueblos (113,4).

-Llegas a regir la tierra (96,13)59.

-Te burlas de los reyes de la tierra (2,4).

-Deshaces los planes de las naciones (33,10).

-Haces justicia en la tierra (58,12)60.

-Pagas a cada uno según sus obras (62,13).

-Humillas los ojos soberbios (18,28).

-Reprendes a los soberbios (119,21).

-Escarmientas al hombre (39,12).

-Reduces el hombre a polvo (90,3).

56

También en 107,15.21.31. 57

Cf. también 98,1; 105,5; 78,11. 58

Cf. «Señor que reina» (97,1; 99,1); «Reinas eternamente» (146,10). 59

También 98,8. 60

Cf. 103,6.

Page 28: Tu rostro buscaré, Señor

-Destruyes a los malvados (145,20).

-Trastornas el camino de los malvados (146,9).

6. Los bienes de Dios

-Tu voz es la más potente en el cielo (93,4).

-Tu diestra es poderosa y excelsa (118,15)61.

-Tu derecha me salva (138,7).

-Tu brazo es escudo y armadura (91,4).

-Tu espíritu es bueno (143,10).

-Tu nombre es eterno (135,13).

-Tu nombre es nuestro auxilio (124,8).

-Tu nombre es el gozo de tu pueblo cada día (89,17).

-Tu ternura es grande (119,156).

-Tus consuelos son mi delicia (94,19).

-Tu justicia es el orgullo de tu pueblo (89,17).

-Tus designios son incomparables (139,17).

-Tus obras son grandes (111,2).

-Tus obras son admirables (139,14).

-Tus obras son dignas de estudio (111,2).

-Tus acciones son mi alegría (92,5).

-Tu grandeza es incalculable.(145,3).

-Tu palabra, señor, es eterna (119,89).

-Tu palabra es lámpara para mis pasos (119,105).

-Tus mandamientos son justos (119,75).

-Tus mandatos son leales (119,86).

-Las obras de tus manos son justicia y verdad (111,7).

––––––

-Tus sendas son misericordia y lealtad (25,10).

61

También 118,16.

Page 29: Tu rostro buscaré, Señor

-Tu bondad se levanta como el cielo sobre la tierra (103,11).

-Tu bondad es más grande que los cielos (108,5).

-Tu misericordia llega al cielo (36,6).

-Tu misericordia es firme con nosotros (117,2).

-Tu misericordia es inapreciable (36,8).

-Tu misericordia es eterna (25,6)62.

––––––

-Tu fidelidad alcanza las nubes (108,5).

-Tu fidelidad dura siempre (117,2).

-Tu alabanza dura siempre (111,10).

-Tu recuerdo de edad en edad (135,13).

-Tu reinado es un reinado perpetuo (145,13).

-Tu generosidad dura por siempre (111,3).

-Tuyo es el cielo y la tierra (89,12)63.

-Tienes un brazo poderoso (89,14).

-Tú tienes el poder (62,12).

7. La mano creadora de Dios

-Lo dijiste y existió (33,9)64.

-Has hecho maravillas (40,6).

-Hiciste todas tus obras con maestría (104,24).

-Hiciste el cielo y la tierra (115,15)65.

-Colocaste la luna y el sol (74,16)66.

62

También en 100,5; 106,1; 107,1; 118, 1.2.3.4.29; 136,1-26; 138,8. Cf. además: «Tu misericordia dura siempre» (103,17). 63

Cf. 115,16. 64

Cf. «Envías tu aliento y creas» (104,30). 65

También en 121,2; 134,3; 146,6; cf. además 148,5; 96,5. 66

Cf. 136,8.9.

Page 30: Tu rostro buscaré, Señor

-Hiciste la luna con sus fases (104,19).

-Hiciste lumbreras gigantes (136,7).

-Hiciste el mar y cuanto hay en él (146,6)67.

-Modelaste la tierra firme con tus manos (95,5).

-Aliviaste la tierra extenuada (68,10).

-Hablaste y levantaste un viento tormentoso (107,25).

-Apaciguaste la tormenta en suave brisa (107,29).

-Plantaste el oído (94,9).

-Formaste el ojo (94,9).

––––––

-Cimentaste el orbe (89,12)68.

-Asentaste la tierra sobre sus cimientos (104,5).

-Afianzaste sobre las aguas la tierra (136,6).

-Afianzas los montes con tu fuerza (65,7).

-Fundaste la tierra y permanece (119,90).

-Tienes en tus manos las simas de la tierra (95,4).

-Extiendes los cielos como una tienda (104,2).

-Hiciste sabiamente los cielos (136,5).

-Construyes tu morada sobre las aguas (104,3).

-Avanzas en las alas del viento (104,3).

-Cuentas el número de las estrellas (147,4).

-Las llamas por su nombre (147,4).

-Domeñas la soberbia del mar (89,10).

-Cuando miras la tierra tiembla (104,32).

-Cuando tocas los montes humean (104,32).

-Cuidas de la tierra (65,10).

-Sueltas los vientos de sus silos (135,7).

-Haces subir las nubes desde el horizonte (135,7).

67

Cf. 95,5. 68

«Afianzaste el orbe» (96,10).

Page 31: Tu rostro buscaré, Señor

-Con los relámpagos desatas la lluvia (135,7)69.

-Desde tu morada riegas los montes (104,13).

-Mandas la nieve como lana (147,16).

-Esparces la escarcha como ceniza (147,16).

-Haces caer el hielo como migajas (147,17).

-De los manantiales sacas los ríos (104,10).

-Transformas el desierto en estanques (107,35).

-Transformas las peñas en estanques (114,8).

-Transformas el pedernal en manantiales de agua (114, 8).

-Haces brotar hierba para los ganados (104,14).

-Haces brotar hierba en los montes (147,8).

-Repueblas la faz de la tierra (104,30).

-Abres la mano y sacias (104,28).

––––––

-Has dado la tierra a los hombres (115,16).

8. Dios elige y guía a su pueblo

-Escogiste a Jacob (135,4).

-Miraste la angustia de tu pueblo y escuchaste sus gritos (106,44).

-Hiciste a tu pueblo muy fecundo (105,24).

-Enviaste signos y prodigios (135,9).

-Enviaste la redención a tu pueblo (111,9).

-Heriste a los primogénitos de Egipto (135,8).

-Arrancaste las cadenas de tu pueblo (107,14).

-Sacaste a tu pueblo con alegría (105,43).

-Arrancaste a tu pueblo de la tribulación (107,6)70.

69

Cf. 85,13. 70

Cf. 107,13.19.28.

Page 32: Tu rostro buscaré, Señor

-Increpaste el mar rojo y se secó (106,9).

-Hablaste desde la columna de nube (99,7).

-Guiabas a tu pueblo como un rebaño (77,21).

-Guiabas a tu pueblo por el desierto (136,16).

-Guiaste a tu pueblo por un camino derecho (107,7).

-Calmaste el ansia de los sedientos (107,9).

-A los hambrientos colmaste de bienes (107,9).

-Preparaste una tierra para los pobres (68,11).

-Diste tu tierra en heredad a Israel, tu pueblo (135,12).

-Con tu brazo rescataste a tu pueblo (77,16).

-Mostraste tu poder a los pueblos (77,15).

-Mostraste a tu pueblo la fuerza de tu obrar (111,6).

-Has restaurado la suerte de Jacob (85,2).

-Salvaste a tu pueblo por amor a tu nombre (106,8).

-Te acordaste de tu misericordia y tu fidelidad (98,3).

-Recordaste tu pacto con tu pueblo (106,45).

-Te pusiste a la derecha del pobre (109,31).

––––––

-Has elegido a Sión (132,13).

-Altísimo, has fundado la ciudad de Dios (87,5).

-Has reforzado los cerrojos de Jerusalén (147,13).

-Has bendecido a los hijos de Jerusalén (147,13).

-Has puesto paz en las fronteras de Sión (147,14).

-Hablaste en el santuario (60,8)71.

-Fundaste tus preceptos para siempre (119,152).

-Has establecido la rectitud (99,4).

-Enviaste tu palabra para curar a tu pueblo (107,20).

-Has prescrito leyes justas (119,138).

-Ratificaste para siempre tu Alianza (111,9).

71

También 108,8.

Page 33: Tu rostro buscaré, Señor

-Sentías lástima y perdonabas la culpa (78,38).

-Te arrepentiste con infinita misericordia (106,45).

-Has perdonado la culpa de tu pueblo (85,3).

-Has sepultado todos sus pecados (85,3).

-Rompiste las coyundas de los malvados (129,4).

-Cambiaste la suerte de Sión (126,1).

––––––

-Protegerás al que conoce tu nombre (91,14).

-Saciarás a los pobres de pan (132,15).

-Salvarás a Sión (69,36).

-Redimirás a Israel de todos sus delitos (130,8).

-No retirarás tu favor (89,34).

-No cambiarás tus promesas (89,35).

-No desmentirás tu fidelidad (89,34).

-Regirás el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad (96,14)72.

9. Dios ama mi pobreza

-De lejos penetras mis pensamientos (139,2).

-Distingues mi camino y mi descanso (139,3).

-Me sondeas y me conoces (139,1)73.

-Tienes presente mis caminos (119,168).

-Tú conoces mis senderos (142,4).

-Inclinas tu oído hacia mí el día que te invoco (116,2).

-Escuchas mi voz suplicante (116,1)74.

72

Cf. 98,9. 73

Cf 139,2. 74

Cf. 6,10; 28,6; además: «Me escuchas si te invoco» (3,5) y cf. 4,4; 31,23; «Escuchaste mis sollozos» (6,9); «Dios que escucha mi voz»

Page 34: Tu rostro buscaré, Señor

-Me respondes (17,6)75.

-Vas conmigo (23,4).

-Estás a mi derecha (121,5).

-Estás conmigo y me auxilias (118,7)76.

-Adiestras mis manos para la guerra.(18,35)77.

-En mi interior me inculcas sabiduría (51,8).

-De noche me instruyes internamente (16,7).

-Me aconsejas (16,7).

-Alumbras mis tinieblas (18,29).

-Me enseñas un camino perfecto (18,33).

-Me guías según tus planes (73,24).

-Me das pies de ciervo (18,34).

-Iluminas mis pasos con tu palabra (119,105).

-Me guías por le sendero justo (23,3).

-Me conduces hacia fuentes tranquilas (23,2).

-Cuando camino entre peligros me conservas la vida (138,7).

-Me sostienes con tu misericordia (94,18)78.

-Me sostienes con tu diestra (63,9).

-Sostienes mi vida (54,6).

-Agarras mi mano derecha (73,23)79.

-Me ayudas y consuelas (86,17)80.

-Me estrechas detrás y delante (139,5).

-Me cubres con tu palma (139,5).

(55,18.20) y cf. 66,19.20; «Me escuchas» (86,7); «Cuando te invoqué, me escuchaste» (138,3). 75

Cf. 99,6.8; 120,1. 76

Cf. 118,6. 77

También 144,1; cf. «Adiestras mis dedos para la pelea» (144,1). 78

Cf. 3,6. 79

Cf. 37,24. 80

Cf «Me ayudaste» (118,13).

Page 35: Tu rostro buscaré, Señor

-Me guardas a tu sombra (121,5).

-Me guardas de todo mal (121,7).

-Guardas mis entradas y salidas (121,8).

-Guardas mi alma (121,7).

-Me haces recostar en verdes praderas (23,2).

-Me permites dormir (3,6).

-Te cuidas de mí (40,18).

-Me haces vivir tranquilo (4,9).

-Tienes gran piedad para conmigo (86,13).

-Reparas mis fuerzas (23,3).

-Sacias de bienes mis anhelos (103,5).

-Me colmas de gracia y de ternura (103,4).

-De ti me viene el auxilio (121,2).

-De ti viene mi salvación y mi gloria (62,8)81.

-Mantienes alta mi cabeza (3,4).

-Me salvas si te invoco (55,17).

-Me libras del peligro (32,7).

-Curas todas mis enfermedades (103,3).

-Rescatas mi vida de la fosa (103,4).

-Me das vida con tu promesa (119,50).

-Renuevas mi juventud (103,5).

-Me ciñes de valor (18,33).

-Me sometes los pueblos (144,2).

-¡Haces tanto por mí! (57,3).

-Llevas nuestras cargas (68,20).

-Actúas en favor nuestro (68,29).

-Conoces nuestra masa (103,14).

-Nos haces escapar de la muerte (68,21).

-Me hiciste y me formaste con tus manos (119,73).

81

Cf. 62,2.

Page 36: Tu rostro buscaré, Señor

-Has creado mis entrañas (139,13).

-Me has tejido en el seno materno (139,13).

-Te inclinaste y escuchaste mi grito (40,2).

-Escuchaste mi voz desde tu templo (18,7).

-Me escuchaste poniéndome a salvo (118,5)82.

––––––

-Has aceptado mi oración (6,10).

-Conocías hasta el fondo de mi alma (139,14).

-Me abriste el oído (40,7).

-Me escogiste portentosamente (139,14).

-Has dado bienes a tu siervo con tus palabras (119,65).

-Has puesto la alegría en mi corazón (4,8).

-Fuiste mi apoyo (18,19).

-Fuiste bueno conmigo (116,7).

-Hiciste milagros en mi favor (4,4).

-Has hecho por mí prodigios de misericordia (31,22).

––––––

-Multiplicaste tus cuidados conmigo (18,36).

-Perdonaste mi culpa y mi pecado (32,5).

-Acreciste el valor de mi alma (138,3).

-Me ceñiste de valor para la lucha (18,40).

-Afianzaste mis pies sobre la roca (40,3).

-Me libraste de mis enemigos (18,49).

-Me libraste porque me amabas (18,20).

-En el aprieto me diste anchura (4,2).

-Me sostuviste con tu diestra (18,36).

-Estando yo sin fuerza, me salvaste (116,6).

-Arrancaste mi alma de la muerte (116,8).

-Arrancaste mis ojos de las lágrimas (116,8).

82

Cf. «Me escuchaste y fuiste mi salvación» (118,21).

Page 37: Tu rostro buscaré, Señor

-Arrancaste mis pies de la caída (116,8).

-No me entregaste a la muerte (118,18).

-Sacaste mi vida del abismo (30,4).

-Me salvaste del abismo profundo (86,13).

-Me libraste de todas mis ansias (34,5).

-Retiraste mis hombros de la carga (81,7).

-Redimiste mi alma (71,23).

-Pagaste mi justicia (18,21)83.

-Con razón me hiciste sufrir (119,75).

-Cambiaste mi luto en danzas (30,12).

-Nos hiciste y somos tuyos (100,3).

-Nos escogiste como heredad tuya (47,5).

-Nos pusiste a prueba (66,10).

-Pusiste nuestras culpas ante ti (90,8).

-En nuestra humillación te acordaste de nosotros (136, 23).

-No dejaste que tropezaran nuestros pies (66,9).

-Nos libraste de nuestros opresores (136,24).

-No nos entregaste en presa a sus dientes (124,6).

-Nos has devuelto la vida (66,9).

-Has estado grande con nosotros (126,3)84.

––––––

-Me enseñarás el sendero de la vida (16,11).

-Me protegerás en tu tienda (27,5).

-Me cubrirás con tus plumas (91,4).

-Me refugiarás bajo tus alas (91,4).

-Me llevarás en tus palmas (91,12).

-No me entregarás a la muerte (16,10).

-No permitirás que resbale mi pie (121,3).

83

Cf. 18,25. 84

Cf. 126,2.

Page 38: Tu rostro buscaré, Señor

-Estarás conmigo en la tribulación (91,15).

-Me librarás de la red del cazador (91,3).

-Harás mi justicia como el amanecer (37,6).

-Me harás ver la salvación (91,16).

-Completarás tus favores conmigo (138,8).

-Me saciarás de gozo en tu presencia (16,11).

-Me harás misericordia (42,9).

-Nos guardarás (12,8).

-Nos darás la lluvia (85,13).

10. Dios, a quien busco y amo

-Al que amo (116,1).

-Al que levanto mi alma (86,4).

-Al que alzo mi voz gritando (77,2).

-Al que busco de todo corazón (119,10).

-Al que busco en mi angustia (77,3).

-Al que estoy llamando todo el día (86,3)85.

-Al que no se le ocultan mis delitos (69,6).

-En quien confío (91,2).

-En quien medito velando (63,7).

-En quien están fijos nuestros ojos, esperando tu misericordia (123,2).

-En ti espero (38,16)86.

-Ante quien están mis ansias (38,10).

-Ante quien desahogo mis afanes (142,3).

-Ante quien expongo mi angustia (142,3).

-Del que tengo sed como tierra reseca (143,6).

85

Cf. 88,10. 86

También: «En ti espera mi alma» (130,5); cf. 130,6.

Page 39: Tu rostro buscaré, Señor

-Del que tiene sed mi alma (42,3)87

-De que me acuerdo en mi lecho (63,7).

-Por el que madrugo (63,2).

-Por el que aguanto afrentas (69,8).

-Por el que retoza mi corazón y mi carne (84,3).

-Señor de mi alabanza (18,4)88.

-Mereces un himno en Sión (65,2).

-Mereces una alabanza armoniosa (147,1).

-Mereces la alabanza de los buenos (33,1).

-Mereces toda alabanza (145,3).

-Para ti es mi música (101,1).

-Al que alabaré mientras viva (146,2).

-Al que se cumplen los votos (65,2)89.

-Al que he de servir con alegría (100,2).

-Al que ofreceré un sacrificio de alabanza (116,17)90.

-Al que acude todo mortal (65,3).

-Con el que haremos proezas (60,14).

87

También 63,2. 88

Cf. 109,1; «Tú eres mi alabanza» (22,26). 89

Cf. «Al que cumpliré mis votos» (116,18). 90

Cf. 116,13.14.

Page 40: Tu rostro buscaré, Señor

II. Señor, escucha mi oración

Las plegarias de los salmos

Page 41: Tu rostro buscaré, Señor

1. Para empezar a orar

Oraciones para pedir el don de la oración y que ésta sea escuchada

a) Buscando a Dios

-Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío (19,15).

-Escúchame, Señor, que te llamo, ten piedad, respóndeme (27,7).

-Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras (54,4).

-Despierta, ven a mi encuentro, mira: Tú, el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel (59,5b-6a).

-Señor de los ejércitos, escucha mi súplica, atiéndeme, Dios de Jacob. Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo, mira el rostro de tu Ungido (84,9-10).

-Te invoco de todo corazón: respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos (119,145-146).

-Que llegue mi clamor a tu presencia, Señor, con tus palabras dame inteligencia; que mi súplica llegue a tu presencia, líbrame según tu promesa (119,169-170).

-Desde lo hondo a ti grito, Señor: Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica (130,1-2).

-Señor, te estoy llamando, ven de prisa,

Page 42: Tu rostro buscaré, Señor

escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. (141,1-2).

b) Con confianza

-Escúchame cuando te invoco, Dios defensor mío, tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración (4,2).

-A ti te suplico, Señor, por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando (5,3c-4).

-Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío, inclina el oído y escucha mis palabras (17,6).

-Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo, salva a tu siervo que confía en ti; tú eres mi Dios, piedad de mi, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti; porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan (86,1-5).

-Señor, escucha mi oración, atiende a mi súplica; en el día del peligro te llamo, porque tú me escuchas (86,6-7).

-Vuélvete a mí y ten misericordia, como es norma con los que aman tu nombre (119,132).

-Escucha mi voz por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida (119,149).

-Señor, escucha mi oración, tú que eres fiel atiende a mi súplica;

Page 43: Tu rostro buscaré, Señor

tú que eres justo escúchame (143,31).

c) Desde el peligro

-Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de socorro, Rey mío y Dios mío (5,2-3ab).

-Atiende y respóndeme, Señor Dios mío, da luz a mis ojos (13,4).

-Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores presta oído a mi súplica (17,1).

-A ti, Señor, te invoco, Roca mía, no seas sordo a mi voz; que si no me escuchas, seré igual que los que bajan a la fosa. Escucha mi voz suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo mis manos hacia tu santuario (28,1-2).

-Escucha, Señor, y ten piedad de mí, Señor, socórreme (30,11).

-Escucha, Señor, mi oración, haz caso de mis gritos, no seas sordo a mi llanto: porque yo soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres (39,13-14).

-Dios mío, escucha mi oración, no te cierres a mi súplica hazme caso y respóndeme: me agitan mis ansiedades (55,2-3).

-Dios mío, escucha mi clamor, atiende a mi súplica. Te invoco desde el confín de la tierra

Page 44: Tu rostro buscaré, Señor

con el corazón abatido: llévame a una roca inaccesible porque tú eres mi refugio y mi bastión contra el enemigo (61,2-4).

-Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor (88,2-3).

-Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame en seguida (102,2-3).

-Pero yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios», Señor, atiende a mis gritos de socorro; Señor Dios, mi fuerte salvador, que cubres mi cabeza el día de la batalla (140,7-8).

-A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor; desahogo ante él mis afanes, expongo ante él mi angustia, mientras me va faltando el aliento (142,2-4a).

2. Oración, anhelo de salvación

Ansias de salvación ante el peligro

a) Buscando al Salvador

-Levántate, Señor, sálvame Dios mío (3,8).

-Vuélvete, Señor, liberta mi alma, sálvame por tu misericordia (6,5).

-No te quedes lejos, que el peligro está cerca

Page 45: Tu rostro buscaré, Señor

y nadie me socorre (22,12).

-Tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme (22,20).

-Sálvame, ten misericordia de mí (26,11b).

-No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación (27,9).

-No me arrebates con los malvados ni con los malhechores (28,3).

-Señor, tú lo has visto, no te calles, Señor, no te quedes a distancia; despierta, levántate, Dios mío, Señor mío, defiende mi causa. Júzgame según tu justicia (35,22-24a).

-No me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes lejos; ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación (38,22-23).

-Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años, para que comprenda lo caduco que soy (39,5).

-Aparta de mí tus golpes que el ímpetu de tu mano me acaba (39,11).

-Aplácate, dame respiro, antes de que pase y no exista (39,14).

-Señor, dígnate librarme, Señor, date prisa en socorrerme (40,14 = 70,2).

-Tú eres mi auxilio y mi liberación, Dios mío, no tardes (40,18cd).

-Tú, Señor, apiádate de mí, haz que pueda levantarme (41,11).

Page 46: Tu rostro buscaré, Señor

-Haz justicia, oh Dios, defiende mi causa (43,1).

-Oh Dios, sálvame por tu nombre, sal por mí con tu poder (54,3).

-Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío (56,9).

-A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído y sálvame (71,1-2).

-No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones (71,9).

-Dios mío, no te quedes a distancia, Dios mío, ven aprisa a socorrerme (71,12; cf. 22,20; 35,22).

-Yo te pido auxilio, por la mañana irá a tu encuentro mi súplica (88,14).

-Señor, salva mi vida (116,4b).

-Me apegué a tus preceptos, Señor no me defraudes (119,31).

-Aparta de mí la afrenta que temo, porque tus mandatos son amables (119,39).

-Soy tuyo, sálvame, que yo consulto tus leyes (119,94).

-Por tu nombre, Señor, consérvame vivo, por tu clemencia, sácame de la angustia (143,11).

-Levántate, Señor, extiende tu mano, no te olvides de los humildes (10,12).

-Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como a un rebaño; resplandece ante Efraín, Benjamín y Manasés. Despierta tu poder y ven a salvarnos (80,2-4a).

Page 47: Tu rostro buscaré, Señor

-Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos (90,13).

b) Clamor desde el sufrimiento

-Piedad, Señor, que estoy en peligro: se consumen de dolor mis ojos, mi garganta y mis entrañas. Mi vida se gasta en el dolor, mis años en los gemidos; mi vigor decae con las penas, mis huesos se consumen (31,10-11).

-Dios mío, sálvame, que me llega el agua al cuello: me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente. Estoy agotado de gritar, tengo ronca la garganta; se me nublan los ojos de tanto aguardar a mi Dios (69,2-4).

-Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude: arráncame del cieno que no me hunda, líbrame de los que me aborrecen y de las aguas del fondo. Que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino, que no se cierre la poza sobre mí. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia, por tu gran compasión vuélvete hacia mí; no escondas tu rostro a tu siervo: estoy en peligro, respóndeme enseguida. Acércate a mí, rescátame,

Page 48: Tu rostro buscaré, Señor

líbrame de mis enemigos: estás viendo mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra, a tu vista están los que me acosan (69,14-20).

-Yo soy un pobre malherido, Dios mío, tu salvación me levante (69,30).

-Yo soy un pobre desgraciado: Dios mío, socórreme, que tú eres mi auxilio y mi liberación: ¡Señor, no tardes! (70,6).

-Recuerda, Señor, lo corta que es mi vida y lo caducos que has creado a los humanos (89,48).

-Pero tú, trátame bien, por tu nombre, líbrame con la ternura de tu bondad, que soy un pobre desvalido, y llevo dentro el corazón traspasado (109,21-22).

-Mi alma está apegada al polvo, reanímame con tus palabras (119,25).

-Mi alma llora de tristeza, consuélame con tus proezas (119,28).

-Estoy tan afligido, Señor, dame vida según tu promesa (119,107).

-Mira mi abatimiento y líbrame, porque no olvido tu voluntad; defiende mi causa y rescátame, con tu promesa dame vida (119,153-154).

-Mira a la derecha, fíjate: nadie me hace caso; no tengo adonde huir; nadie mira por mi vida (142,5).

-Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento. No me escondas tu rostro,

Page 49: Tu rostro buscaré, Señor

igual que a los que bajan a la fosa (143,7).

-Despierta, Señor, ¿por qué duermes? levántate, no nos rechaces más. ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresión? Nuestro aliento se hunde en el polvo, nuestro vientre está pegado al suelo. Levántate a socorrernos, redímenos por tu misericordia (44,24-27).

-Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas, estabas airado, pero restáuranos. Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas que se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo; diste a tus fieles la señal de desbandada haciéndolos huir de los arcos. Para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda (60,3-7).

3. Súplica y gratitud

Súplicas que se apoyan en la acción de gracias

-Piedad, Señor, mira como me afligen mis enemigos, levántame del umbral de la muerte, para que pueda proclamar tus alabanzas y gozar de tu salvación en las puertas de Sión (9,14-15).

-Levántate, Señor, con tu fuerza, y al son de instrumentos cantaremos tu poder (21,14).

-Señor, ¿cuándo vas a mirarlo? defiende mi vida de los que rugen, mi único bien de los leones, y te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré entre la multitud del pueblo (35,17-18).

Page 50: Tu rostro buscaré, Señor

-¡Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío! Y cantará mi lengua tu justicia (51,16).

-Yo soy un pobre malherido, Dios mío tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias (69,30-31).

-Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre. Te alabaré de todo corazón, Dios mío (86,11-12a).

-Acuérdate de mí por amor a tu pueblo, visítame con tu salvación: para que vea la dicha de tus escogidos, y me alegre con la alegría de tu pueblo, y me gloríe con tu heredad (106,4-5).

-Sálvanos, Señor, Dios nuestro, reúnenos entre los gentiles: daremos gracias a tu santo nombre, y alabarte será nuestra gloria (106,47).

-Atiende a mis clamores, que estoy agitado; líbrame de mis perseguidores, que son más fuertes que yo; sácame de la prisión, y daré gracias a tu nombre: me rodearán los justos, cuando me devuelvas tu favor (142,7-8).

4. Sed de misericordia

Para pedir el perdón de los pecados

-Señor, no me corrijas con ira,

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no me castigues con cólera. Misericordia, Señor, que desfallezco, cura, Señor, mis huesos dislocados (6,2-3).

-Absuélveme de lo que se me oculta, preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine (19,13b.14ab).

-Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor (25,6-7).

-Por el honor de tu nombre, Señor, perdona mis culpas que son muchas (25,11).

-Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido; ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados (25,16-18).

-No arrebates mi alma con los pecadores, ni mi vida con los sanguinarios (26,9).

-Señor, no me corrijas con ira, no me castigues con cólera; tus flechas se me han clavado, tu mano pesa sobre mí; no hay parte ilesa en mi carne, a causa de tu furor; no tienen descanso mis huesos a causa de mis pecados; mis culpas sobrepasan mi cabeza son un peso superior a mis fuerzas; mis llagas están podridas y supuran por causa de mi insensatez (38,2-6).

-Líbrame de mis iniquidades,

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no me hagas la burla de los necios (39,9).

-Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti (41,5).

-Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado (51,3-4).

-Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa (51,9-11).

-Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme (51,12).

-No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu; devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso (51,13-14).

-Dios mío, tu conoces mi ignorancia, no se te ocultan mis delitos. Que por mi causa no queden defraudados los que esperan en ti, Señor, Señor de los Ejércitos. Que por mi causa no se avergüencen los que te buscan, Dios de Israel (69,6-8).

-No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti (143,2).

-No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. Socórrenos, Dios salvador nuestro, líbranos y perdona nuestros pecados,

Page 53: Tu rostro buscaré, Señor

a causa de tu nombre (79,8-9).

-Restáuranos, Dios salvador nuestro, cesa en tu rencor contra nosotros (85,5).

5. Confianza en la súplica

Oraciones de confianza

-Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti (16,1).

-Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme (17,8).

-Guarda mi vida y líbrame, no quede defraudado de haber acudido a ti (25,20).

-Escrútame, Señor, ponme a prueba, sondea mis entrañas y mi corazón (26,2).

-A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí; ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo (31,2-5).

-Levántame en el día terrible, yo confío en ti (56,4).

-Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí (57,2-3).

Page 54: Tu rostro buscaré, Señor

-Se tú mi roca de refugio, el alcázar dónde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú (71,3).

-Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy narro tus maravillas; ahora, en la vejez y en las canas no me abandones, Dios mío, hasta que describa tu brazo a la nueva generación (71,17-18).

-Tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la ira, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí, da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava. Dame una señal propicia, que la vean mis adversarios y se avergüencen porque tú, Señor, me ayudas y consuelas (86,15-17).

-Cumple con tu siervo la promesa que hiciste a tus fieles (119,38).

-Recuerda la palabra que diste a tu siervo, de la que hiciste mi esperanza (119,49).

-Grande es tu ternura, Señor, con tus mandamientos dame vida (119,156).

-Mira cómo amo tus decretos; Señor, por tu misericordia, dame vida (119,156).

-Me extravié como oveja perdida: busca a tu siervo, que no olvida tus mandatos (119, 176).

-Señor, sondéame y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos, mira si mi camino se desvía, guíame por el camino eterno (139,23-24).

––––––

-A ti grito, Señor, te digo: «Tú eres mi refugio

Page 55: Tu rostro buscaré, Señor

y mi lote en el país de la vida» (142,6).

-Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti (33,22).

6. Tras los dones de Dios

Para pedir los dones y la gracia de Dios

-Muestra las maravillas de tu misericordia (17,7).

-Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo (27,4).

-Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia (31,17).

-Tú, Señor, no me cierres tus entrañas, que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre (40,12).

-Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada (43,3).

-Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme (51,12).

-Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso (51,14).

-Haz bien a tu siervo viviré y cumpliré tus palabras (119,17).

-Aleja de mí las afrentas y el desprecio, porque observo tus preceptos (119,22).

-Aparta mis ojos de las vanidades,

Page 56: Tu rostro buscaré, Señor

dame vida con tu palabra (119,37).

-Señor que me alcance tu favor, tu salvación según tu promesa (119,41).

-De todo corazón busco tu favor: ten piedad de mí según tu promesa (119,58).

-Sostenme con tu promesa y viviré, que no quede frustrada mi esperanza; dame apoyo y estaré a salvo, me fijaré en tus leyes sin cesar (119,116-117).

-Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine (119,133).

-Que tu mano me auxilie, ya que prefiero tus decretos (119,173).

-Que mi alma viva para alabarte, que tus mandamientos me auxilien (119,175).

-Oh Dios despliega tu poder, tu poder, Oh Dios, que actúa en favor nuestro (68,29).

-Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve (80,4bc.8.20).

-Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo: fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa (80,15-16).

-Muéstranos, Señor tu misericordia y danos tu salvación (85,8).

-Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato (90,12).

-Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo (90,14).

-Danos alegría por los días en que nos afligiste,

Page 57: Tu rostro buscaré, Señor

por los años en que sufrimos desdichas (90,15).

-Baje a nosotros el favor del Señor, nuestro Dios (90, 17).

-No a nosotros, Señor; no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria: por tu bondad, por tu lealtad (115,1).

-Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, bendiga a la casa de Israel bendiga a la casa de Aarón; bendiga a los fieles del Señor pequeños y grandes (115,20-21).

-Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb (126,4).

-Levántate, Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder: que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus fieles vitoreen. Por amor a tu siervo David, no niegues audiencia a tu ungido (132,8-10).

-Sean nuestros hijos un plantío, crecidos desde su adolescencia; nuestras hijas sean columnas talladas, estructuras de un templo; que nuestros silos estén repletos de frutos de toda especie; que nuestros rebaños a millares se multipliquen en las praderas, y nuestros bueyes vengan cargados; que no haya brechas ni aberturas, ni alarma en nuestras plazas (144,12-14).

7. Escrutando el camino de la fidelidad

Para pedir conocer y cumplir la voluntad de Dios

-Señor, enséñame tus caminos,

Page 58: Tu rostro buscaré, Señor

instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando (25,4-5).

-Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana (27,11).

-Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre (86,11).

-Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos (119,10).

-Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes (119,12).

-Ábreme los ojos y contemplaré las maravillas de tu voluntad (119,18).

-Soy un forastero en la tierra: no me ocultes tus promesas (119,19).

-Te expliqué mi camino y me escuchaste: enséñame tus leyes (119,26).

-Instrúyeme en el camino de tus decretos, y meditaré tus maravillas (119,27).

-Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad (119,29).

-Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente; enséñame a cumplir tu voluntad, y a guardarla de todo corazón; guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo; inclina mi corazón a tus preceptos, y no al interés (119,33-36).

Page 59: Tu rostro buscaré, Señor

-Mira como ansío tus decretos: dame vida con tu justicia (119,40).

-Señor, de tu bondad está llena la tierra; enséñame tus leyes (119,64).

––––––

-Enséñame a gustar y a comprender, porque me fío de tus mandatos (119,66).

-Tú eres bueno y haces el bien; instrúyeme en tus leyes (119,68).

-Tus manos me hicieron y me formaron: instrúyeme para que aprenda tus mandatos (119,73).

-Sea mi corazón perfecto en tus leyes, así no quedaré avergonzado (119,80).

-Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos (119,108).

-Trata con misericordia a tu siervo, enséñame tus leyes; yo soy tu siervo: dame inteligencia, y conoceré tus preceptos (119,124-125).

-Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes (119,135).

-La justicia de tus preceptos es eterna, dame inteligencia y tendré vida (119,144).

-Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios; no dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos; ni que con los hombres malvados participe en banquetes (141,3-4).

-Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza; yo seguiré rezando en sus desgracias (141,5).

Page 60: Tu rostro buscaré, Señor

-En la mañana hazme escuchar tu gracia, ya que confío en ti. Indícame el camino que he de seguir, pues levanto mi alma a ti (143,8).

-Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios. Tú espíritu que es bueno, me guíe por tierra llana (143,10).

8. Orar en solidaridad

Oraciones para rezar por otros

-Que te escuche el Señor el día del peligro que te sostenga el nombre del Dios de Jacob; que te envíe auxilio desde el santuario, que te apoye el monte Sión; que se acuerde de todas tus ofrendas, que le agraden tus sacrificios; que cumpla el deseo de tu corazón, que dé éxito a todos tus planes. Que podamos celebrar tu victoria, y en el nombre del Señor alzar estandartes. Que el Señor te conceda todo lo que pides (20,2-6).

-Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén, todos los días de tu vida; que veas a los hijos de tus hijos. Paz a Israel (128,5-6). -Que el Señor os acreciente, a vosotros y a vuestros hijos; benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra (115,14-15).

-Que se alegren los que se acogen a ti con júbilo eterno; protégelos, para que se llenen de gozo

Page 61: Tu rostro buscaré, Señor

los que aman tu nombre (5,12).

-Levántate, Señor, extiende tu mano, no te olvides de los humildes (10,12).

-Prolonga tu misericordia con los que te reconocen, tu justicia, con los rectos de corazón (36,11).

-Alégrese y gocen contigo todos los que te buscan; digan siempre: «Grande es el Señor», los que desean tu salvación (40,17 = 70,5-6).

-No entregues a los buitres la vida de tu tórtola ni olvides sin remedio la vida de tus pobres. Piensa en tu alianza: que los rincones del país están llenos de violencias. Que el humilde no se marche defraudado, que pobres y afligidos alaben tu nombre (74,19-21).

-Llegue a tu presencia el gemido del cautivo: con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte (79,11).

-Que tus siervos vean tu acción y tus hijos tu gloria (90,16).

-Para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda (108,7).

-Señor, concede bienes a los buenos, a los sinceros de corazón; y a los que se desvían por sendas tortuosas que los rechace el Señor con los malhechores. Paz a Israel (125,4-5).

-Salva a tu pueblo y bendice a tu heredad, sé su pastor y llévalos siempre (28,9).

-Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén (51,20).

-¡Ojalá venga desde Sión

Page 62: Tu rostro buscaré, Señor

la salvación de Israel! (53,7ab; cf. 14,7).

-Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo de la tribu que rescataste para posesión tuya, del monte Sión donde pusiste tu morada. Dirige tus pasos a esta ruinas sin remedio: el enemigo ha arrasado del todo el santuario (74,2-3).

-Levántate y ten misericordia de Sión, que ya es hora y tiempo de misericordia (102,14).

-Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria (57,6.12; 108,6).

-Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste (80,18)91.

9. Dios es mi fuerza

Oraciones frente a los enemigos

-Piedad, Señor, mira como me afligen mis enemigos, levántame del umbral de la muerte, para que pueda proclamar tus alabanzas y gozar de tu salvación en las puertas de Sión (9,14-15).

-Pelea, Señor, contra los que me atacan guerrea contra los que me hacen guerra; empuña el escudo y la adarga, levántate y ven en mi auxilio; blande la lanza y cierra el paso a los que me persiguen di a mi alma: «Yo soy tu victoria» (35,1-3).

-Que no canten victoria mis enemigos traidores,

91

También pueden verse las súplicas por el rey: 61,7-8; 72,1-17; 132,1.

Page 63: Tu rostro buscaré, Señor

que no hagan guiños a mi costa los que me odian sin razón (35,19).

-Señor, Dios mío, que no triunfen de mí; que no piensen: «¡Que bien! ¡Lo que queríamos!»; que no digan: «Nos lo hemos tragado!» (35,24b-25).

-Que no me pisotee el pie del soberbio, que no me eche fuera la mano del malvado (36,12).

-Esto pido: que no se alegren por mi causa, que cuando resbale mi pie, no canten triunfo (38,17).

-Devuelve tú su maldad a mis contrarios y destrúyelos, por tu lealtad (54,7).

-Misericordia, Dios mío, que me hostigan me atacan y me acosan todo el día (56,2).

-Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco, y así sabré que eres mi Dios (56,10).

-Líbrame de mi enemigo, Dios mío, protégeme de mis agresores; líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. Mira que me están acechando, y me acosan los poderosos. Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme (59,2-5a).

-Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil (60,13).

-Escucha, oh Dios mío, la voz de mi lamento, protege mi vida del terrible enemigo; escóndeme de la conjura de los perversos, y del motín de los malhechores (64,2-3).

-A tu templo Jerusalén traigan los reyes tu tributo. Reprime a la fiera del Cañaveral, al tropel de los Toros,

Page 64: Tu rostro buscaré, Señor

a los Novillos de los pueblos. Que se te rindan con lingotes de plata, dispersa a las naciones belicosas. Lleguen los magnates de Egipto, Etiopía extienda sus manos a Dios (68,30-32).

-Dios mío, líbrame de la mano perversa, del puño criminal y violento; porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud (71,4-5).

-No me rechaces ahora en la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones; porque mis enemigos hablan de mí, los que acechan mi vida celebran consejo dicen: «Dios lo ha abandonado; perseguidlo, agarradlo, que nadie lo defiende» (71,9-11).

-Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja, que un pueblo insensato desprecia tu nombre (74,18).

-Levántate, oh Dios, defiende tu causa: recuerda los ultrajes continuos del insensato; no olvides las voces de tus enemigos, el tumulto creciente de los rebeldes contra ti (74,22-23).

-Levántate, oh Dios, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos (82,8).

-Señor, no estés callado, en silencio e inmóvil, Dios mío, mira que tus enemigos me agitan, y los que me odian levantan la cabeza (83,2-3).

-Reconozcan que tú sólo, Señor, eres excelso sobre la tierra (83,19).

-Acuérdate, Señor, de la afrenta de tus siervos: lo que tengo que aguantar de las naciones, de cómo afrentan, Señor, tus enemigos, de cómo afrentan las huellas de tu Ungido (89,51-52).

Page 65: Tu rostro buscaré, Señor

-Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil (108,13).

-Dios de mi alabanza, no estés callado, que una boca perversa y traicionera se abre contra mí (109,1-2b).

-Socórreme, Señor, Dios mío, sálvame por tu bondad. Reconozcan que aquí está tu mano que eres tú quien lo ha hecho. Que ellos maldigan, bendíceme tú (109,26-28a).

-Que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen, yo meditaré tus decretos (119,78).

-Practico la justicia y el derecho, no me entregues a mis opresores; da fianza en favor de tu siervo, que no me opriman los insolentes (119,121-122).

-Líbrame de la opresión de los hombres, y guardaré tus decretos (119,134).

-Líbrame, Señor, de los mentirosos, de la lengua traidora (120,2).

-Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios (123,3).

-Retrocedan avergonzados, los que odian a Sión; sean como hierba del tejado, que se seca y nadie la siega: que no llena la mano del segador ni la brazada del que agavilla; ni le dicen los que pasan: «Que el Señor te bendiga» (129,5-8).

-Líbrame, Señor, del malvado, guárdame del hombre violento (140,2).

Page 66: Tu rostro buscaré, Señor

-Defiéndeme, Señor, de la mano perversa, guárdame de los hombres violentos: que preparan zancadillas a mis pasos (140,5).

-Señor, mis ojos están vueltos hacia ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso; guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores (141,8-9).

-Líbrame del enemigo, Señor, que me refugio en ti (143,9).

-Señor, inclina tu cielo y desciende, toca los montes y echan humo, fulmina el rayo, y dispérsalos, dispara tus saetas y desbarátalos. Extiende tu mano desde arriba: defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, de la mano de los extranjeros, cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso (144,5-8).

-Defiéndeme de la espada cruel, sálvame de la mano de extranjeros: cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso (144,10c-11)92.

III. Te doy gracias de todo cora-zón

Acción de gracias y alabanza

92

Otras súplicas contra los enemigos: 70,3-4 = 40,15-16; 54,7; 58,7-12; 59,11-14; 69,23-29; 71,13; 79,6-7.10cde. 12; 83,10-19; 94,1-2; 104,35ab; 109,28bc-29; 137,7; 140,9-12; 141,10; 143,12.

Page 67: Tu rostro buscaré, Señor

1. Os contaré lo que el Señor ha hecho conmigo

Reconocimiento de la acción de Dios en mí

-El Señor ha escuchado mis sollozos; el Señor ha escuchado mi súplica, el Señor ha aceptado mi oración (6,9b-10).

-En el peligro invoque al Señor, grite a mi Dios: desde su templo él escuchó mi voz y mi grito llegó a sus oídos (18,7).

-Desde el cielo alargó la mano y me agarró, me sacó de las aguas caudalosas, me libró de un enemigo poderoso, de adversarios más fuertes que yo. Me acosaban el día funesto, pero el Señor fue mi apoyo: me sacó a un lugar espacioso, me libró porque me amaba (18,17-20).

-Yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis ansias (34,5).

-En el peligro grité al Señor, y me escuchó poniéndome a salvo (118,5).

––––––

-Me dejaste tu escudo protector, tu diestra me sostuvo, multiplicaste tus cuidados conmigo. Ensanchaste el camino a mis pasos y no flaquearon mis tobillos (18,36-37).

-Me ceñiste de valor para la lucha, doblegaste a los que me resistían (18,40).

-Tú escuchaste mi voz suplicante, cuando yo te gritaba (31,21b).

Page 68: Tu rostro buscaré, Señor

-Fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo (63,8).

2. Te doy gracias, Dios mío

Acción de gracias individual

-Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus maravillas; me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. Porque mis enemigos, Señor, retrocedieron. Defendiste mi causa y mi derecho, sentado en tu trono como juez justo (9,2-4a.5).

-Viva el Señor, bendita sea mi roca, sea ensalzado mi Dios y salvador; el Dios que me dio el desquite y me sometió los pueblos; que me libró de mis enemigos, me levantó sobre los que resistían, y me salvó del hombre cruel (18,47-49).

-Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante; el Señor es mi fuerza y mi escudo: en él confía mi corazón; me socorrió, y mi corazón se alegra y le canta agradecido (28,6-7).

-Bendito el Señor que ha hecho por mí prodigios de misericordia (31,22ab).

-Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica, ni me retiró su favor (66,20).

-Es bueno dar gracias al Señor y tañer para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad,

Page 69: Tu rostro buscaré, Señor

con arpas de diez cuerdas y laúdes sobre arpegios de cítaras: porque tus acciones, Señor, son mi alegría y mi júbilo las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios! (92,2-6).

-¡Aleluya! Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente: él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza (111,1-5).

-Te doy gracias, porque me escuchaste y fuiste mi salvación (118,21).

-Tú eres mi Dios, te doy gracias, Dios mío, yo te ensalzo (118,28).

-A medianoche me levanto para darte gracias por tus justos mandamientos (119,62).

-De mis labios brota la alabanza, porque me enseñaste tus leyes. Mi lengua canta tu fidelidad, porque todos tus preceptos son justos (119,171-172).

-Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti. Me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama. Cuando te invoqué me escuchaste, acreciste el valor en mi alma (138,1-3).

Page 70: Tu rostro buscaré, Señor

-Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras (139,14).

––––––

-Yo daré gracias al Señor por su justicia, tañendo para el nombre del Señor Altísimo (7,18).

-Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho (13, 6c).

-Te daré gracias entre las naciones, Señor, y tañeré en honor de tu nombre (18,50).

-Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo, linaje de Jacob, glorificadlo, temedlo, linaje de Israel. Porque no has sentido desprecio ni repugnancia hacia el pobre desgraciado; no le ha escondido su rostro: cuando pidió auxilio, lo escuchó (22,23-25).

-Dios es mi alabanza en la gran asamblea, cumpliré mis votos delante de sus fieles (22,26).

-En su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor (27,6cde).

-Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor Dios mío, a ti grite, y tu me sanaste. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa (30,2-4).

-Cambiaste mi luto en danzas, me desataste el sayal y me has vestido de fiesta; te cantará mi alma sin callarse, Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre (30,12-13).

Page 71: Tu rostro buscaré, Señor

-Yo me alegraré con el Señor, gozando de su victoria; todo mi ser proclamará: «Señor, ¿quién como tú que defiendes al débil del poderoso, al pobre y al humilde del explotador?» (35,9-10).

-Te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré entre la multitud del pueblo (35,18).

-Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabará (35,28).

-Cantará mi lengua tu justicia (51,16c).

-Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza (51,17).

-Te daré siempre gracias porque has actuado; proclamaré delante de tus fieles: «Tu nombre es bueno» (52,11).

-Te ofreceré un sacrificio voluntario dando gracias a tu nombre que es bueno; porque me libraste del peligro y he visto la derrota de mis enemigos (54,8-9).

-Te debo, Dios mío, los votos que hice, los cumpliré con acción de gracias: porque libraste mi alma de la muerte, mis pies de la caída; para que camine en presencia de Dios a la luz de la vida (56,13-14).

-Te daré gracias ante los pueblos, Señor, tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad que es más grande que los cielos, por tu fidelidad que alcanza las nubes (57,10-11 = 108,4-5).

-Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia;

Page 72: Tu rostro buscaré, Señor

porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. Y tañeré en tu honor, fuerza mía, porque tú, Oh Dios, eres mi alcázar (59,17-18).

-Yo tañeré siempre en tu honor, e iré cumpliendo mis votos día tras día (61,9). -Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote (63,5).

-Entraré en tu casa con víctimas para cumplirte mis votos: los que pronunciaron mis labios y prometió mi boca en el peligro (66,13-14).

-Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que Dios ha hecho conmigo (66,16).

-Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias; le agradará a Dios más que un toro, más que un novillo con cuernos y pezuñas (69,31-32).

-Yo, en cambio, seguiré esperando, redoblaré tus alabanzas; mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Contaré tus proezas, Señor mío, narraré tu victoria, tuya entera (71,14-16).

-Yo te daré gracias, Dios mío, con el arpa, por tu lealtad; tocaré para ti la cítara, Santo de Israel; te aclamarán mis labios, Señor, mi alma que tu redimiste; y mi lengua todo el día recitará tu auxilio, porque quedaron derrotados y afrentados los que buscaban mi daño (71,22-24).

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-Yo siempre proclamaré su grandeza y tañeré para el Dios de Jacob: derribaré el poder de los malvados, y se alzará el poder del justo (75,10-11).

-Te alabaré de todo corazón, Dios mío, daré gloria a tu nombre por siempre, por tu grande piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo (86,12-13).

-Dios mío, mi corazón está firme, para ti cantaré y tocaré, gloria mía. Despertad, cítara y arpa, despertaré a la aurora (108,2-3).

-Yo daré gracias al Señor con voz potente, lo alabaré en medio de la multitud: porque se puso a la derecha del pobre, para salvar su vida de los jueces (109,30-31).

-¿Como pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos, en presencia de todo el pueblo (116,12-14).

-Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos, en presencia de todo el pueblo; en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti Jerusalén. ¡Aleluya! (116,17-19).

3. Bendice alma mía al Señor

Alabanza individual

-Que yo me acerque al altar de Dios,

Page 74: Tu rostro buscaré, Señor

al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío (43,4).

-Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios (103,1-2).

-Que mi alma viva para alabarte (119,175a).

-Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren; proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre (34,2-5).

-Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dije: «tu misericordia es un edificio eterno, más que el cielo has afianzado tu fidelidad» (89,2-3).

-Voy a cantar la bondad y la justicia, para ti es mi música, Señor (101,1).

-Bendice, alma mía, al Señor, ¡Dios mío que grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto (104,1-2a).

-Cantaré al Señor mientras viva, tocaré a mi Dios mientras exista: que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor (104,33-34).

-¡Bendice alma mía al Señor! ¡Aleluya! (104,35c).

-Te alabaré con sincero corazón, cuando aprenda tus mandamientos (119,7).

-Bendito el Señor, mi roca,

Page 75: Tu rostro buscaré, Señor

que adiestra mis manos para el combate, mi dedos para la pelea; mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos (144,1-2).

-Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas (144,9).

-Te ensalzaré Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás (145,1-2).

4. Juntos damos gracias a Dios

Acción de gracias colectiva

a) El Señor ha estado grande con nosotros

Reconocimiento de la acción de Dios en nosotros

-Oh Dios, nos pusiste a prueba, nos refinaste como refinan la plata, nos empujaste a la trampa, nos echaste a cuestas un fardo: sobre nuestro cuello cabalgaban, pasamos por fuego y por agua, pero nos has dado respiro (66,10-11).

-Cuántas maravillas has hecho, Señor Dios mío, cuántos planes en favor nuestro: nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número (40,6).

-El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres (126,3).

Page 76: Tu rostro buscaré, Señor

b) Alabamos tu nombre santo

Acción de gracias comunitaria

-Dios ha sido siempre nuestro orgullo, y siempre damos gracias a su nombre (44,9).

-Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación (68,20).

-Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, invocando tu nombre, contando tus maravillas (75,2).

-Bendito el Señor que no nos entregó en presa a sus dientes; hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador; la trampa se rompió y escapamos (124,6-7).

––––––

-Al son de instrumentos cantaremos tu poder (21,14b).

-Nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre, contaremos tus alabanzas de generación en generación (79,13).

-Daremos gracias a tu santo nombre, y alabarte será nuestra gloria (106,47cd).

––––––

-Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, vitoreándolo al son de instrumentos. Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque el lo hizo; la tierra firme, que modelaron sus manos.

Page 77: Tu rostro buscaré, Señor

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía (95,1-7).

––––––

-Nosotros sí, bendeciremos al Señor, ahora y por siempre. ¡Aleluya! (115,18).

c) Grandes son las obras de Dios

Para contar las hazañas del Señor

-El Señor ha mirado desde su excelso santuario, desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos, y librar a los condenados a muerte (102,20-21).

-Gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación (107,6.13.19.28).

-Calmó el ansia de los sedientos, y a los hambrientos los colmó de bienes (107,9).

-Los sacó de las sombrías tinieblas, arrancó sus cadenas (107,14).

-Envió su palabra, para curarlos, para salvarlos de la perdición (107,20).

-Mostró a su pueblo la fuerza de su obrar (111,6a).

-Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza (111,9ab).

––––––

-¡Señor, el rey se alegra por tu fuerza, y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios.

Page 78: Tu rostro buscaré, Señor

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino (21,2-4).

-Ahora reconozco que el Señor, da la victoria a su ungido, que lo ha escuchado desde su santo cielo, con los prodigios de su mano victoriosa (20,7).

-Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob, has perdonado la culpa de tu pueblo, has sepultado todos sus pecados, has reprimido tu cólera, has frenado el incendio de tu ira (85,2-4).

-El cielo proclama tus maravillas, Señor, y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles. ¿Quién sobre las nubes se compara a Dios? ¿Quién como el Señor entre los seres divinos? Dios es temible en el consejo de los ángeles, es grande y temible para toda su corte. Señor de los ejércitos, ¿quién como tú? El poder y la fidelidad te rodean. Tu domeñas la soberbia del mar, y amansas la hinchazón del oleaje; tu traspasaste y destrozaste a Rahab, tu brazo potente desbarató al enemigo; tuyo es el cielo, tuya es la tierra, tu cimentaste el orbe y cuanto contiene; tu has creado el norte y el sur, el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre. Tienes un brazo poderoso: fuerte es tu izquierda y alta tu derecha. Justicia y derecho sostienen tu trono, misericordia y fidelidad te preceden (89,6-15).

d) Bendito sea Dios

Himnos de bendición

Page 79: Tu rostro buscaré, Señor

-Oh Dios, tú mereces un himno en Sión, y a ti se te cumplen los votos, porque tú escuchas las súplicas (65,2-3a).

-Bendito el Señor, Dios de Israel, ahora y por siempre. Amén, amén (41,14).

-Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! (8,2.10).

-Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas; bendito por siempre su nombre glorioso, que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén! (72,18-19).

-Bendito el Señor, por siempre: amén, amén (89,52c).

-Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras (104,31).

-Bendito sea el Señor Dios de Israel, desde siempre y por siempre. (Y todo el pueblo diga). ¡Amén, aleluya! (106,48).

e) Que todos los pueblos te alaben

Invitación a la alabanza universal

-Tañed en honor del Señor, que reside en Sión, narrad sus hazañas a los pueblos; él recuerda y no olvida el grito de los humildes (9,12-13b).

-Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto, por la mañana, el júbilo (30,5-6).

-Alegraos, justos, y gozad con el Señor,

Page 80: Tu rostro buscaré, Señor

aclamadlo, los de corazón sincero (32,11).

-Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos; dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones (33,1-3).

-Que canten y se alegren los que desean mi victoria, que repitan siempre: «Grande es el Señor», los que desean la paz a tu siervo (35,27).

-Alégrense y gocen contigo, todos los que le buscan; digan siempre: «Grande es el Señor», los que desean tu salvación (40,17).

-Pueblos todos, batid palmas. Aclamad a Dios con gritos de júbilo: porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra (47,2-3).

-Tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro rey, tocad, porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría (47,7-8).

-Aclamad al Señor, tierra entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria; decid a Dios: «Qué temibles son tus obras, por tu inmenso poder tus enemigos te adulan». Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres (66,1-5).

-Bendecid, pueblos, a nuestros a Dios,

Page 81: Tu rostro buscaré, Señor

haced resonar sus alabanzas: porque él nos ha devuelto la vida, y no dejó que tropezaran nuestros pies (66,8-9).

-Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben (67,4.6).

-Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud, y gobiernas las naciones de la tierra (67,5).

-Cantad a Dios, tocad en su honor, alfombrad el camino del que avanza por el desierto, su nombre es el Señor: alegraos de su presencia (68,5).

-Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor y vivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no despreciará a sus cautivos. Alábenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas (69,33-35).

-Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; y digan siempre: «Dios es grande», los que desean tu salvación (70,5).

-Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo; el Señor da a conocer su victoria revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel; los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios (98,1-3).

Page 82: Tu rostro buscaré, Señor

-Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre: «El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades» (100,4-5).

-Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos; cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca (105,1-5).

-¡Aleluya! Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia (106,1; cf. 107,1; 118,1.29).

-Que lo confiesen los redimidos por el Señor, los que él rescató de la mano del enemigo, los que reunió de todos los países: norte, sur, oriente y occidente (107,2-3).

-Den gracias al Señor por su misericordia por las maravillas que hace con los hombres (107,8.15. 21.31).

-Ofrézcanle sacrificios de alabanza y cuenten con entusiasmo sus acciones (107,22).

-Aclámenlo en la asamblea del pueblo, alábenlo en el consejo de los ancianos (107,32).

-Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Dios de los dioses: porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Señor de los señores:

Page 83: Tu rostro buscaré, Señor

porque es eterna su misericordia (136.1-3).

-Dad gracias al Dios del cielo: porque es eterna su misericordia (136,26).

-Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande (138,4-5).

-Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado (145,10-12).

-Entonad la acción de gracias al Señor, tocad la cítara para nuestro Dios (147,7).

-Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado (29,1-2).

-Aclamad a Dios nuestra fuerza, dad vítores al Dios de Jacob: acompañad, tocad los panderos, las cítaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena que es nuestra fiesta: porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José, al salir de la tierra de Egipto (81,2-6).

-Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria,

Page 84: Tu rostro buscaré, Señor

sus maravillas a todas las naciones (96,1-3).

-Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas; postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, el afianzó el orbe y no se moverá; el gobierna a los pueblos rectamente» (96,7-10).

-Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, delante del Señor que ya llega (96,11-13a; cf. 98,7-9).

-Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre (97,12).

-Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad: tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas aclamad al rey y Señor (98,4-6).

-Reconozcan tu nombre grande y terrible: «El es santo» (99,3).

-Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: «El es santo» (99,5; cf. 99,9).

-Aclamad al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño (100,1-3).

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-Bendecid al Señor, ángeles suyos: poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra. Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos. Bendecid al Señor, todas sus obras, en todo lugar de su imperio. Bendice, alma mía, al Señor (103,20-22).

-¡Aleluya! Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor (113,1-3).

-Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos: firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. ¡Aleluya! (117,1-2).

-Y ahora bendecid al Señor, los siervos del Señor, los que pasáis la noche en la casa del Señor: levantad las manos hacia el santuario, y bendecid al Señor (134,1-2).

-¡Aleluya! Alabad el nombre del Señor, alabadlo, siervos del Señor, que estáis en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios (135,1-2).

-Alabad al Señor, porque es bueno; tañed para su nombre que es amable. Porque él se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya (135,3-4).

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-Casa de Israel, bendice al Señor; casa de Aarón, bendice al Señor; casa de Leví, bendice al Señor; fieles del Señor, bendecid al Señor. Bendito en Sión el Señor, que habita en Jerusalén. ¡Aleluya! (135,19-21).

-¡Aleluya! Alabad al Señor, que la música es buena, nuestro Dios merece una alabanza armoniosa (147,1).

-Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina; el envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz (147,12-15).

-¡Aleluya! Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto; alabadlo todos sus ángeles, alabadlo, todos sus ejércitos; alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes; alabadlo, espacios celestes, y aguas que cuelgan en el cielo. Alaben el nombre del Señor, porque él lo mandó y existieron; les dio consistencia perpetua, y una ley que no pasará (148,1-6).

-Alabad al Señor en la tierra, cetáceos y abismos del mar; rayos, granizo, nieve y bruma, viento huracanado que cumple sus órdenes; montes y todas las sierras,

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árboles frutales y cedros; fieras y animales domésticos, reptiles y pájaros que vuelan. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo; los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños. Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime (148,7-13).

-¡Aleluya! Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene la alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey (149,1-2).

-Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo, y adorna con la victoria a los humildes (149,3-4).

-Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca, y espadas de dos filos en las manos (149,5-6).

-¡Aleluya! Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras, alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas, alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes. Todo ser que alienta alabe al Señor. ¡Aleluya! (150,1-5)

Page 88: Tu rostro buscaré, Señor

IV. Confiarán en ti los que cono-cen tu nombre

Para suscitar y expresar la confianza

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1. Contad las hazañas del Señor

Confianza en Dios por lo que es y por lo que hace

-El Señor protege el camino de los justos (1,6a).

-El venga la sangre, él recuerda y no olvida los gritos de los humildes (9,13).

-El no olvida jamás al pobre, ni la esperanza del humilde perecerá (9,19).

-El Señor es justo y ama la justicia, y los buenos verán su rostro (11,7).

-¿Quién es Dios fuera del Señor? ¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios? (18,32).

-Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos (24,1-2).

-El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes (25,8-9).

-El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su ungido (28,8).

-El Señor da fuerza a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz (29,11).

-Su cólera dura un instante, su bondad de por vida; al atardecer nos visita el llanto, por la mañana, el júbilo (30,6).

-La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra (33,4-5).

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-El plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad (33,11).

-Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre (33,18-19).

-Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias (34,7).

-Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos (34,16).

-Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos los libra el Señor; él cuida de todos sus huesos, y ni uno sólo se quebrará (34,18-21).

-El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre (37,18).

-El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos; si tropieza, no caerá, porque el Señor lo tiene de la mano (37,23-24).

-El Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles (37,28).

-El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva, porque se acogen a él (37,39-40).

-Hay un Dios que hace justicia en la tierra (58,12cd).

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-El Señor es sol y escudo, él da la gracia y la gloria. El Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable (84,12).

-El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder: así está firme el orbe y no vacila (93,1).

-Más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor (93,4).

-El Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad (94,14).

-El Señor protege la vida de sus fieles y los libra de los malvados (97,10bc; cf. 98,9).

-El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos (103,6).

-(El Señor) levanta a los pobres de la miseria, y multiplica sus familias como rebaños (107,41).

-(El Señor) se abaja para mirar al cielo y a la tierra (113,6).

-(El Señor) levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre (113,7).

-Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles (116,15).

-La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa (118,15c-16).

-El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio (138,6).

-El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos,

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es cariñoso con todas sus criaturas (145,8-9).

-El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan (145,13cd-14).

-El Señor es justo en sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente (145,17-18).

-El Señor reconstruye Jerusalén, reúne a los deportados de Israel, él sana los corazones destrozados, venda sus heridas (147,2-3).

-El Señor, sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados (147,6).

2. Dios será refugio del oprimido

Confianza en Dios, esperando su acción salvadora

-Dios está sentado por siempre en el trono que ha colocado para juzgar. El juzgará el orbe con justicia y regirá las naciones con rectitud. El será refugio del oprimido, su refugio en los momentos de peligro. Confiarán en ti los que conocen tu nombre, porque no abandonas a los que te buscan (9,8-11).

El librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres; él rescatará sus vidas de la violencia, su sangre será preciosa a sus ojos (72,12-14).

-No se te acercará la desgracia,

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ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones (91,10-13).

-Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad (96,14).

3. Tu misericordia llega al cielo

Suscitando la confianza en diálogo con Dios

-De ti, Señor, viene la salvación y la bendición sobre tu pueblo (3,9).

-Tú, Señor, bendices al justo, y como un escudo lo cubre tu favor (5,13).

-Tú ves las penas y los trabajos, tú miras y los tomas en tus manos. A ti se encomienda el pobre, tú socorres al huérfano (10,14).

-Señor, tú escuchas los deseos de los humildes, les prestas oído y los animas; tú defiendes al huérfano y al desvalido (10,17-18a).

-Con el fiel tú eres fiel, con el íntegro tú eres íntegro, con el sincero tú eres sincero, con el astuto tú eres sagaz. Tú salvas al pueblo afligido, y humillas los ojos soberbios (18,26-28).

-En ti confiaban nuestros padres, confiaban, y los ponías a salvo; a ti gritaban, y quedaban libres, en ti confiaban, y no los defraudaste (22,5-6).

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-En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas; los ocultas en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras (31,21).

-Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes, tu justicia hasta las altas cordilleras, tus sentencias son como el océano inmenso. Tú socorres a hombres y animales, ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios! Los humanos se acogen a la sombra de tus alas (36,6-8).

-Tú nos das la victoria sobre el enemigo, y derrotas a nuestros adversarios (44,8).

-Tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan (86,5).

-No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas (86,8).

-Grande eres tú, y haces maravillas, tú eres el único Dios (86,10).

-Reinas con poder y amas la justicia, tú has establecido la rectitud; tú administras la justicia y el derecho (99,4abc).

-Tú permaneces para siempre, y tu nombre de generación en generación (102,13).

-Tú eres siempre el mismo (102,28a).

-De ti procede el perdón (130,4).

4. Confía, hijo

Dios suscita la confianza con su palabra

-Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy (2,7c).

-Invócame el día del peligro,

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yo te libraré y tú me darás gloria (50,15).

-No les retiraré mi favor, ni desmentiré mi fidelidad, no violaré mi alianza ni cambiaré mis promesas (89,34-35).

-Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación (91,14-16).

-Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies (110,1bcd).

5. Confía en el Señor

El salmista enseña y anima a confiar

-Dichosos los que se refugian en él (2,12d).

-El rey confía en el Señor y con la gracia del Altísimo no fracasará (21,8).

-Al que confía en el Señor, la misericordia lo rodea (32,10bc).

-Nada les falta a los que le temen, los que buscan al Señor no carecen de nada (34,10b. 11b).

-Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor (40,5).

-Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón (85,9bcd).

-El te librará de la red del cazador,

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de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás, su brazo es escudo y armadura (91,3-4).

-El perdona todas tus culpas, y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura; él sacia de bienes tus anhelos, y como un águila se renueva tu juventud (103,3-5).

-Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes (118,8-9)

-No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel (121,3-4)

-El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche (121,5-6)

-El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre (121,7-8)

-Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está sentado para siempre (125,1).

-Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando,

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trayendo sus gavillas (126,5-6).

-Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas (127,1).

-El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tú, Dios de Sión, de edad en edad. ¡Aleluya! (146,7c-10).

-(El Señor) no aprecia el vigor de los caballos, no estima los jarretes del hombre: el Señor aprecia a sus fieles, que confían en su misericordia (147,10-11).

––––––

-Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor (27,14).

-Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor (31,25).

-Que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará (32,6).

-Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad; sea el señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón. Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará:

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hará tu justicia como el amanecer, tu derecho como el mediodía (37,3-6).

-Confía en el Señor, sigue su camino: él te levantará a poseer la tierra, y verás la expulsión de los malvados (37,34).

-Espera en Dios que volverás a alabarlo (42,6c.12c; 43,5c).

-Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará; no permitirá jamás que el justo caiga (55,23).

-Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio (62,9).

-Buscad al Señor y vivirá vuestro corazón (69,33b).

-Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño (100,3).

-Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa: el redimirá a Israel de todos sus delitos (130,6c-8).

-Espere Israel en el Señor ahora y por siempre (131,3).

-No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar: exhalan su espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes (146,3-4).

6. A ti, Señor, me acojo

Expresando la confianza en Dios

Page 99: Tu rostro buscaré, Señor

-Tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza (3,4).

-Si grito invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo (3,5).

-Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene (3,6).

-En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo (4,9).

-Te expongo mi causa y me quedo aguardando (5,4b).

-Señor, Dios mío, a ti me acojo (7,2a; cf. 11,1a; cf. 31,2a; 71,1a).

-Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón (7,11).

-Yo confío en tu misericordia (13,6a).

-Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío (17,6a).

-Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador; Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos (18,2-4).

-Dios me ciñe de valor, y me enseña un camino perfecto; él me da pies de ciervo y me coloca en las alturas; él adiestra mis manos para la guerra y mis brazos para tensar la ballesta (18,33-35).

-Fiado en ti me meto en la refriega, fiado en mi Dios asalto la muralla (18,30).

-Desde el seno pasé a tus manos, desde el vientre materno tú eres mi Dios (22,11).

Page 100: Tu rostro buscaré, Señor

-El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan (23,1-4).

-Dios mío, en ti confío (25,2a; cf. 55,24e; 56,4a).

-Tengo los ojos puestos en el Señor porque él saca mis pies de la red (25,15).

-Espero en ti (25,21).

-Confiando en el Señor no me he desviado (26,1b).

-El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? (27,1).

-Cuando me asaltan los malvados, para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo (27,2-3).

-Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida (27,13).

-El Señor es mi fuerza y mi escudo: en él confía mi corazón (28,7ab).

-Tú eres mi roca y mi baluarte (31,4a).

-Tú eres mi amparo (31,5b).

Page 101: Tu rostro buscaré, Señor

-A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás (31,6).

-Te has fijado en mi aflicción, velas por mi vida en peligro (31,8bc).

-Yo confío en ti, Señor, te digo: tú eres mi Dios (31,15).

-Tú eres mi refugio: me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación (32,7).

-Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia, no se te ocultan mis gemidos (38,10).

-Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mi; tú eres mi auxilio y mi liberación (40,18abc).

-En esto conozco que me amas: en que mi enemigo no triunfa de mí. A mí, en cambio, me conservas la salud, me mantienes siempre en tu presencia (41,12-13).

-Yo no confío en mi arco, ni mi espada me da la victoria; tú nos das la victoria sobre el enemigo, y derrotas a nuestros adversarios (44,7-8).

-A mí Dios me salva, me saca de las garras del abismo y me lleva consigo (49,16).

-Yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios por siempre jamás (52,10).

-Dios escucha mi voz: su paz rescata mi alma (55,18c-19a).

-En Dios confío y no temo: ¿qué podrá hacerme un mortal? (56,5bc).

Page 102: Tu rostro buscaré, Señor

-Mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad (57,2bcd).

-Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, oh Dios, eres mi alcázar (59,10).

-Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar, no vacilaré. Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar; no vacilaré (62,2-3.6-7).

-De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio (62,8).

-Mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene (63,9).

-Mi peña y mi alcázar eres tú (71,3c).

-Tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno, tú me sostenías, siempre he confiado en ti (71,5-6).

-Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio (73,28ab).

-Dios mío, tus caminos son santos (77,14a).

-Tú, Señor, me ayudas y consuelas (86,17c).

-Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti (91,2).

-A mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo.

Page 103: Tu rostro buscaré, Señor

Mis ojos despreciarán a mis enemigos, mis oídos escucharán su derrota (92,11-12).

-Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene; cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia (94,18-19).

-Dios mío, mi corazón está firme (108,2a).

-Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante; porque inclina su oído hacia mí, el día que lo invoco (116,1-2).

-Este es mi consuelo en la aflicción: que tu promesa me da vida (119,50).

-Me consumo ansiando tu salvación, y espero tus palabras (119,81).

-Tú eres mi refugio y mi escudo, yo espero en tu palabra (119,114).

-Hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre (119,152).

-El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra (121,2).

-Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre (131,1-2).

-Yo sé que el Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses. El Señor todo lo que quiere lo hace (135,5-6a).

-Cuando camino entre peligros, me conservas la vida (138,7).

Page 104: Tu rostro buscaré, Señor

-Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma (139,5).

-Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios» (140,7a).

-Señor, mi roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea; mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos (144,1-2). ––––––

-No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor (3,7).

-El Señor hizo milagros en mi favor, y el Señor me escuchará cuando lo invoque (4,4).

-No me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción (16,10).

-Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura (22,31).

-El me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca, y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca (27,5-6ab).

-Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá (27,10).

-En ti, Señor espero, y tú me escucharás, Señor Dios mío (38,16).

-Desde el cielo me enviará la salvación (57,4a).

-Habitaré siempre en tu morada refugiado al amparo de tus alas (61,5).

Page 105: Tu rostro buscaré, Señor

-Me hiciste pasar por peligros muchos y graves; de nuevo me darás la vida, me harás subir de lo hondo de la tierra; acrecerás mi dignidad, de nuevo me consolarás (71,20-21).

-Tú agarras mi mano derecha, me guías según tus planes, y me llevarás a un destino glorioso. ¿No te tengo a ti en el cielo? Y contigo, ¿qué me importa la tierra? (73,23b-25).

-El Señor será mi alcázar, Dios será mi roca de refugio (94,22).

-Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno contigo: arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída. Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida (116,7-9).

-El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios (118,6-7).

-Correré por el camino de tus mandatos, cuando me ensanches el corazón (119,32).

-Responderé a los que me injurian, que confío en tu palabra (119,42).

-Cuando me alcance tu compasión, viviré, y mis delicias serán tu voluntad (119,77).

-El Señor completará sus favores conmigo (138,8a).

-¿A dónde iré lejos de tu aliento, a dónde escaparé de tu mirada?

Page 106: Tu rostro buscaré, Señor

Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí», ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día (139,7-12).

––––––

-Tú nos guardarás, Señor. Nos librarás para siempre de esa gente (12,8).

-Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel (14,7cd).

-Unos confían en sus carros, otros en su caballería; nosotros invocamos el nombre del Señor Dios nuestro. Ellos cayeron derribados, nosotros nos mantenemos en pie (20,8-9).

-Nosotros aguardamos al Señor: el es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos (33,20-21).

-Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar (46,2-3).

-Este es el Señor nuestro Dios, él nos guiará por siempre jamás (48,15).

-Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos (60,14).

-A ti acude todo mortal

Page 107: Tu rostro buscaré, Señor

a causa de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas (65,3b-4).

-Con portentos de justicia nos respondes, Dios Salvador nuestro (65,6ab).

-Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte (68,21).

-Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo. Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo y el Santo de Israel, nuestro rey (89,16-19).

-El es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía (95,7abc).

-El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando, ni guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas (103,8-10).

-Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos; como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles (103,11-13).

-El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada por mil generaciones (105,7-8).

Page 108: Tu rostro buscaré, Señor

-Con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos (108,14).

-Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace (115,3).

-Israel confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo; la casa de Aarón confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo; los fieles del Señor confían en el Señor: él su auxilio y su escudo (115,9-11).

-El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos (116,5-6a).

-Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre (117,2ab).

-Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor Dios nuestro, esperando su misericordia (123,2).

-Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra (124,8).

Page 109: Tu rostro buscaré, Señor

V. El camino de Dios

Las bienaventuranzas de los salmos93

93

Aparte de las bienaventuranzas que aparecen en esta relación pode-mos encontrar otras en Sal 128,2;137,8.9.

Page 110: Tu rostro buscaré, Señor

-Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos (112,1)94.

-Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos (1,1).

-Dichoso el hombre cuyo gozo es la Ley del Señor (1,1)95.

-Dichoso el hombre que medita su ley día y noche (1,1).

-Dichoso el que sigue sus caminos (128,1)96.

-Dichosos los que practican siempre la justicia (106,3).

-Dichoso el que cuida del pobre y desvalido (41,2).

-Dichoso el hombre en cuyo espíritu no hay fraude (32,2)97.

-Dichoso el que lo busca de todo corazón (119,2).

-Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor (40,5)98.

-Dichosos los que se refugian en él (2,12).

-Dichosos los que encuentran en ti su fuerza (84,6).

-Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob (146,5).

-Dichoso el que espera en el Señor su Dios (146,5).

-Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito (32,2).

-Dichoso el que es perdonado de su culpa (32,1).

-Dichoso el que tú eliges y acercas (65,5).

-Dichosos los que viven en tu casa (84,5).

-Dichoso el hombre a quien tú educas,

al que enseñas tu ley (94,12).

-Dichoso el pueblo que sabe aclamarte (89,16).

94

Cf. 128,1, el que teme al Señor y sigue sus caminos. 95

Cf. 112,1; 119,1-2. 96

También «el que camina en la voluntad del Señor» (119,1; 128,1). 97

Según la Biblia de Jerusalén, que sigue aquí el texto hebreo, cf. 40,5b: «Dichoso el hombre que no acude a los idólatras que se extravían con engaños». 98

Cf. 84,13.

Page 111: Tu rostro buscaré, Señor

-Dichoso la nación cuyo Dios es el Señor (33,12; 144,15).

-Dichoso el pueblo que él se escogió como heredad (33,12)