Trujillo Ajusticiado

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30 DE MAYOTRUJILLO AJUSTICIADO

Portada de la segunda edición

COMISIÓN NACIONAL PARA CONMEMORAREL 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO

DEL DICTADOR RAFAEL L. TRUJILLO

MIEMBROS

LIC. LUIS MANUEL BONETTI

Ministro Administrativo de la Presidencia

LIC. JOSEFINA PIMENTEL

Ministra de Educación

LIC. JOSÉ RAFAEL LANTIGUA

Ministro de Cultura

LIC. JUAN DANIEL BALCÁCER

Presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias

LIC. RAFAEL PÉREZ MODESTO

Secretario de Estado, Gerente General Comisión Nacionalde Seguridad Social

DR. EDUARDO DÍAZ DÍAZ

Presidente de la Fundación 30 de Mayo

DR. ANULFO REYES

Presidente de la Federación de Fundaciones Patrióticas

DR. FRANK MOYA PONS

Presidente de la Academia Dominicana de la Historia

Mayor GeneralAntonio Imbert Barrera, Héroe Nacional

Lic. Luis Manuel Pellerano Amiama

Sra. Lindín González Vda. Tejeda

30 DE MAYOTRUJILLO AJUSTICIADO

Vol. IX

Colección 50 Aniversario del Ajusticiamiento de TrujilloSanto Domingo, República Dominicana

2012

EDUARDO GARCÍA MICHEL

Título de la publicación:30 de mayo. Trujillo Ajusticiado

Primera edición: Susaeta, 1999Segunda edición: Susaeta, 2001

Tercera edición:Colección 50 Aniversario del Ajusticiamiento de TrujilloComisión Permanente de Efemérides Patrias, 2012Volumen IX

Cuidado de la edición:Luis Fernández

Composición y diagramación:Eric Simó

Diseño de cubierta:Roberto Tejada

ISBN: 978-9945-462-46-3

Impresión:Editora Búho

Impreso en República Dominicana/ Printed in Dominican Republic

A mi padre, Eduardo Antonio García Vásquez:ahora que estás irremediablemente ausente,

hago honor en este libro a tu hombría de bien.

Gracias por esforzarte y esmerarte en que entendiera lo que esesencial, simple y valioso, y por haberme enseñado a:

• Vivir bajo un régimen de libertades públicas.• Anidar la rebeldía contra los que abusan del poder.

• Mantener enhiesta la dignidad y el decoro.• Colocar la honestidad por encima de la tentación

de enriquecimiento ilícito.

Por ti, Eduardo Antonio, padre mío,por tu ejemplo de toda una vida,

he podido valorar el 30 de Mayo en todo su significado,como una gesta en que primó el desprendimiento

y la renuncia de la propia vida para sembrarcon generosidad el camino, ancho y venturoso,

de las libertades públicas.

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AGRADECIMIENTOS

Este libro ha sido posible, primero, gracias a los testimoniosescritos de algunos de los sobrevivientes del 30 de Mayo, que sonrecogidos en este volumen; y segundo, por las entrevistas y declara-ciones concedidas por quienes, de una manera u otra, están ligadosa la gesta, las cuales fueron grabadas por un equipo integrado porMiguel Bissié, Emilio Cordero Michel y el autor de este libro, al queocasionalmente se sumaron Carlos García Michel, Octavio Cáce-res Michel y Huáscar Tejeda hijo.

Tengo que agradecer, además, el trabajo minucioso de correcciónrealizado tanto por Ángeles Calzada, como por Emilio Cordero Mi-chel, así como el prólogo acucioso escrito por este último. Asimismo,el prefacio incorporado a la segunda edición de este libro, de JoséRafael Lantigua.

Finalmente, también agradezco el entusiasmo y dedicación deMaría Eugenia Sús Piedrahíta, a cargo de la diagramación y laprecisión de interpretación de Grecia Reynoso, responsable del dise-ño de la portada, ambas de Editorial AA; asimismo la colabora-ción tanto de Harrison Aquino, como de Aquilino García, de Edi-torial Susaeta, quienes también ayudaron con verdadero empeño aconvertir en realidad este sueño.

A todos ellos mis gracias más profundas y sentidas.

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CONTENIDO

Agradecimientos .......................................................... 11Presentación ................................................................ 19Prólogo ........................................................................ 21Prefacio ....................................................................... 37Lo que se ha dicho hasta hoy ........................................ 39Addendum ................................................................... 40Los principales testigos ................................................ 42Explicación de las motivaciones del libro...................... 47Introducción ................................................................ 551. Ahí ajusticiaron a Lilís ............................................. 592. Prisión y exequátur ................................................... 673. Los Viajes a Restauración......................................... 714. Los Carritos Cepillos del SIM .................................. 755. La sombra del patio ................................................. 796. La Carta................................................................... 857. Armas ...................................................................... 938. La madrugada del 31 de mayo de 1961 ..................... 999. Eduardo Antonio García Vásquez .......................... 109

Testimonio de Eduardo Antonio García Vásquez ... 109Una visita y una confidencia................................... 111Revelación.............................................................. 113Un salto atrás: un hombre y la pasión por la libertad 115Volvamos al general Díaz ....................................... 118Planes distintos dentro de la conspiración ............... 120

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Crece la conspiración ............................................. 122Se van estableciendo relaciones ............................... 126Estrategia: ampliar relaciones ................................. 127El plan: su táctica ................................................... 129Cómo se realizaría el atentado ................................ 135La planificación del atentado.................................. 136Los hombres de la Avenida ..................................... 138Otros tanteos y el plan político ................................ 140Entra el general José Román Fernández (Pupo) ...... 142El anuncio por la radio ........................................... 143Prueba del plan ....................................................... 145Tentativas ............................................................... 146En grado de desesperación el grupo de De la Mazaprepara otro plan .................................................... 146Una noticia angustiosa ........................................... 148La permanencia de De la Maza en la capital ........... 149Homenaje al honor y a la decencia .......................... 149Se inicia la matanza ............................................... 151Vicente de la Maza y Ramfis Trujillo ...................... 151Por qué Marcelino Vélez Santana se halla juntoa Juan Tomás y a de la Maza .................................. 153En la cárcel: el retrato ............................................. 154El desnudo ............................................................. 155El desodorante........................................................ 156Una escena imborrable ........................................... 156Cómo se escupe el desprecio ................................... 157Lo imponderable .................................................... 158

10. Cristiana Díaz Vda. Díaz (Chana)........................ 161Entrevista realizada a Cristiana Díaz (Chana) ...... 162

11. Aída Michel Vda. de Antonio de la Maza ............. 181Entrevista a Aída Michel Vda. de la Maza............ 182

12. Hilda Tactuk Vda. de Ernesto de la Maza ............. 193Entrevista a Hilda Tactuk ..................................... 194

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30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

13. Bienvenido García Vásquez .................................. 203Entrevista a Bienvenido García Vásquez ............... 204

14. Marcelino Vélez Santana ...................................... 221Entrevista a Marcelino Vélez Santana .................. 222

15. Miguel Ángel Bissié .............................................. 231Memorias de Miguel Ángel Bissié Romero ........... 232Los dos grupos ..................................................... 233El uniforme verde olivo ........................................ 233Las 5 de la tarde, inicio de los preparativos ........... 235El aviso a las 5:30 de la tarde ................................ 235Las armas ............................................................ 236Mi relación y amistad con Antonio de la Maza .... 238Las placas ............................................................ 239Entrega de las armas el 30 de Mayo ...................... 241Reparto de las armas ............................................ 243El trazado del plan ............................................... 244El ajusticiamiento de Trujillo ............................... 249Causa del retraso de Trujillo ................................. 250De la Maza hiere a Trujillo ................................... 252Los heridos, ¿quiénes los curaron? ........................ 252Las heridas de Trujillo .......................................... 253Trujillo no hizo un solo disparo ........................... 257Ultimar a los heridos graves ................................. 257Olvido del Mercury; dos pistas dejadas atrás ........ 259

16. Ángel Severo Cabral ............................................. 265Notas de Ángel Severo Cabral .............................. 268

17. Manuel de Ovín Filpo .......................................... 283Entrevista a Manuel de Ovín Filpo ....................... 285

18. Antonio Imbert Barrera ........................................ 303Relato de Antonio Imbert Barrera ........................ 306Entrevista a Antonio Imbert Barrera .................... 313

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19. Luis Amima Tió .................................................. 317Entrevista a la Familia Amiama ........................... 318Documento publicado por Fernando AmiamaTió y Luis Manuel Pellerano ................................ 326

20. General José Román Fernández............................ 335Entrevista a los hijos del general RománFernández ............................................................ 336

21. Alberto Rincón Jáquez ......................................... 345Charla de Alberto Rincón..................................... 345

22. Antonio Rosario .................................................. 363Charla de Antonio Rosario .................................. 364

23. La consagración del mito de los dos únicossobrevivientes ....................................................... 381“La glorificación de los héroes del 30 de mayoes un imperativo nacional”................................... 386

24. Los intentos para que se debatierala verdad histórica del 30 de mayo ........................ 39124.1 Los intentos no públicos ............................... 39124.2 Los intentos públicos de buscar la historia real del magnicidio........................................ 39524.3 La carta de Tomás Báez Díaz ....................... 40024.4 El telegrama de Aída Michel Vda. de De la Maza ...................................... 40624.5 Una carta privada de Eduardo Antonio García Vásquez al general Antonio Imbert Barrera ......................................................... 407

25. El cadáver de Trujillo: entrevistaal Dr. Abel González Massenet ............................. 411Entrevista al Dr. Abel González Massenet ............ 412

26. Carta de Modesto Díaz a sus hijos y esposa .......... 417

Carta desde un escondite ...................................... 417

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27. Una carta: Tras los hilos del complot .................... 419Carta del gobernador de Santiago al jefedel Servicio de Inteligencia Militar ....................... 419

28. Telegrama del Ejército Nacional .......................... 42329. Memorandum Confidencial de la Policía Rural .... 42530. El desplome de la maquinaria del terror ................ 427

APÉNDICE

Entrevista al Dr. Rafael Batlle Viñas (sobre el presuntoconocimiento del complot por parte del Dr. JoaquínBalaguer) .................................................................... 437Entrevista al doctor Batlle Viñas ................................. 438Testimonio de Luis Estrella Mueses............................ 445Entrevista con Luis Estrella ........................................ 446Testimonio de Danilo Rodríguez Pérez ...................... 451Entrevista a Danilo Rodríguez ................................... 452Declaraciones del Embajador Eduardo AntonioGarcía Vásquez, a la revista argentina “Así” ............... 457En contra de la intervención extranjera ....................... 457Abogado y luchador ................................................... 459Penosa herencia.......................................................... 463

Índice onomástico...................................................... 465

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PRESENTACIÓN

El 12 de mayo del 2011, el Excelentísimo Señor Pre-sidente de la República, doctor Leonel Fernández, me-diante el Decreto No. 311-11, creó la Comisión Nacionalpara Conmemorar el 50 Aniversario del Ajusticiamientodel dictador Rafael L. Trujillo, cuya misión principal con-sistía en organizar y coordinar todas las actividades rela-cionadas con la divulgación de la historia política domi-nicana contemporánea.

Dentro de las actividades programadas con el fin deconmemorar los primeros 50 años del ajusticiamiento deldictador Trujillo y del nacimiento de las libertades públi-cas así como del sistema de la democracia en la Repú-blica Dominicana, la Comisión Nacional ha considera-do oportuno la publicación de diversas obras y ensayos—ya agotados— que abordan el tema de Trujillo, sus díasfinales y la conspiración patriótica que la noche del 30 demayo de 1961 logró eliminar físicamente al tirano.

Esta tercera edición de la presente obra se basa en laanterior publicada por SUSAETA en el año 2001. En unextenso prólogo, el historiador Emilio Cordero Micheldestaca el valor de la obra que, a su juicio, “es más bienuna recuperación histórica, fundamentada en las notas, lamemoria y el relato ‘Notas sobre el 30 de mayo de 1961’,

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de Eduardo Antonio García Vázquez, así como en las de-claraciones de Antonio Imbert Barrera y de los familiaresde Luis Amiama Tíó. No menos importantes son las fuen-tes orales, resultado de entrevistas hechas a participantesignorados de los mártires y a dos médicos involucradosla misma noche de la gesta”.

A través de sus páginas el pueblo dominicano podráconocer aspectos ignorados del complot que ajustició aldéspota Trujillo y se sentirá motivado a seguir profundi-zando en el conocimiento y divulgación de tan trascen-dental hecho histórico de nuestra historia moderna.

La Comisión Nacional para la Conmemoración del50 aniversario del Ajusticiamiento del dictador Trujilloagradece a Eduardo García Michel su gentileza por ce-dernos los derechos de la presente edición con el propó-sito de contribuir a una mayor difusión de las interiorida-des de la gesta heroica que hacia mediados del año 1961hizo posible que el 30 de Mayo se convirtiera, para todoslos dominicanos, en el Día de la Libertad.

Santo Domingo, R.D.Abril, 2012.

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PRÓLOGO

Durante los últimos años, el tema de Trujillo se ha con-vertido en centro de atención de los dominicanos, parti-cularmente de la juventud que, por las deficiencias denuestro sistema educativo y de los textos de Historia, tie-ne una visión distorsionada o desconoce lo que fue el te-nebroso período denominado la “Era de Trujillo”.

Uno de los episodios más tergiversados e ignoradoses el relativo a la organización del complot para ajusticiaral tirano y el hecho mismo del magnicidio, la noche del30 de mayo de 1961.

Ello se debe a varias causas, siendo las más relevan-tes: 1) la muerte violenta de los principales dirigentes yparticipantes de la heroica gesta; 2) la creación del mitode que solamente dos de los conjurados fueron los únicossobrevivientes (Antonio Imbert Barrera y Luis AmiamaTió); 3) el silencio guardado por los escasos participan-tes que quedaron vivos, quienes por su humildad y desin-terés por cosechar lauros y canonjías prefirieron mante-nerse en el anonimato por considerar que habían cumplidoun deber patriótico por el que no tenían que pasarle factu-ra al país y; 4) el egoísta silencio de los que debieron ha-ber hecho pública la participación de sus compañeros deconjura.

Emilio Cordero Michel

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En los últimos tiempos ha comenzado a resquebrajar-se el mito de los dos únicos sobrevivientes, con la publi-cación de notas, memorias y relatos de tres ignorados pro-tagonistas. Tal es el caso de los testimonios, reproducidosen el reciente número de la revista Ecos, Nº 7, Año VI,órgano del Instituto de Historia de la Universidad Autó-noma de Santo Domingo, puesto a circular el pasado 27de mayo, en el que se dieron a la publicidad Notas sobre el30 de mayo de 1961, de Eduardo Antonio García Vásquezpublicadas por primera vez en su forma original; Mis me-morias sobre el ajusticiamiento de Trujillo el 30 de mayo de1961, de Miguel Ángel Bissié; y Relato de todo cuanto sé ehice con relación a la conjura que culminó con la muerte deTrujillo, de Manuel de Ovín Filpo, testimonios estos dosúltimos dados a conocer en otras ocasiones.

La obra que el lector tiene en sus manos, que es másbien una recopilación documental y testimonial que unensayo de interpretación histórica, está fundamentada enlas notas, la memoria y el relato arriba señalado, así comoen las declaraciones de Antonio Imbert Barrera y de losfamiliares de Luis Amiama Tió. No menos importantesson las fuentes orales, resultado de entrevistas hechas aparticipantes ignorados del complot tiranicida, a las viu-das y descendientes de los mártires y a dos médicos invo-lucrados la misma noche de la gesta. Igualmente figuranvarias comunicaciones, incluso una de Modesto Díaz asus hijos y esposa, otras de integrantes y participantes enla conjura y de funcionarios del régimen.

Las entrevistas fueron grabadas por un equipo inte-grado por el autor Miguel Ángel Bissié y el suscrito, conla asistencia, en tres oportunidades diferentes, de CarlosAntonio García Michel, Bienvenido García Vásquez y

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Octavio Cáceres Michel. En total fueron entrevistadas 26personas, algunas de ellas dos, tres y hasta cuatro veces.

Eduardo García Michel divide su obra, 30 de mayo,Trujillo ajusticiado, en 30 capítulos e incluye, divididas endos secciones, un conjunto de fotografías de las familiasde la Maza Vásquez, García Vásquez y Michel Vásquez,así como de los principales participantes, directivos, einvolucrados en el tiranicidio.

En los primeros 8 capítulos el autor reseña sus recuer-dos de niñez y pubertad, rememorando hechos relaciona-dos con el antitrujillismo de su padre, los estrechos nexosde éste con Antonio de la Maza, la bucólica vida de unapequeña ciudad agraria como Moca y las impresiones quele causaron los acontecimientos previos y posteriores al30 de mayo que, en ese momento de sus noveles años, nopodía comprender en sus verdaderas dimensiones.

En el capítulo 9 se reproducen las ya señaladas notasde Eduardo Antonio García Vásquez, redactadas en Ma-drid, en el año 1963, y corregidas posteriormente en unasegunda versión. Estas notas nunca pudieron convertirseen suculentas memorias porque su autor fue asesinado enColombia en el 1980. A pesar de su estrechez narrativa,evidencian los datos históricos del complot tiranicida congran sencillez y un gran valor testimonial. Estas notasponen de manifiesto las ideas libertarias que rumiaba An-tonio de la Maza desde el mismo 1930, año en el que Tru-jillo inició su nefasta tiranía.

Importante información la constituye la afirmación dela fecha exacta en la que Imbert Barrera se incorporó algrupo de conspiradores y ciertos detalles referentes a laoposición que tuvo, de parte de algunos dirigentes del com-plot, para ingresar al mismo. Las notas, además, ofrecen

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información de primera mano de los planes políticos adesarrollar una vez ajusticiado Trujillo.

El capítulo 10 está dedicado a reproducir parte de lasdos entrevistas hechas a la viuda del general (R) JuanTomás Díaz, señora Cristiana Díaz (Chana). Este es untestimonio de gran valor histórico porque confirma quesu esposo fue enrolado al complot por Antonio de la Maza,aunque ya Juan Tomás estaba convencido desde hacíatiempo que a Trujillo había que derrocarlo por la vía vio-lenta. De gran importancia es también su aseveración deque Luis Amiama Tió no estuvo en el lugar que le corres-pondía que era al lado del general José René Román Fer-nández ya que la noche del 30 de mayo se encontraba conModesto Díaz en casa de Marianela Díaz, esposa de Bien-venido García Vásquez.

En el capítulo 11 el autor transcribe fragmentos deltestimonio de Aída Michel, esposa de Antonio de la Maza.Mujer de extraordinario valor, quien declaró que su espo-so conspiraba contra Trujillo desde antes que asesinarana su hermano Octavio de la Maza (Tavito), crimen come-tido por el régimen a inicios del año 1957. Con esa afir-mación se comprueba su vocación libertaria y que no ac-tuó contra el tirano solamente inspirado por sentimientosde venganza, como es creencia común. De gran trascen-dencia es también la declaración de que de la Maza, cuan-do se produjeron las expediciones armadas del 14 y el 20de junio de 1959, estaba en disposición de unirse a losexpedicionarios, si acaso éstos llegaban a las serranías deRestauración, en la zona fronteriza con Haití, en la queexplotaba un aserradero y era subcomandante de una bri-gada de la llamada Legión Anticomunista creada por Tru-jillo. Mes y medio antes de los expedicionarios llegar a

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tierra dominicana, residiendo en New York, informé alComité Central Ejecutivo del Movimiento de LiberaciónDominicana, a través de Alfonso Canto, el estado de áni-mo de Antonio de la Maza y le sugerí que trataran de cons-tituir allí un foco guerrillero porque podrían contar consu apoyo.

El capítulo 12 contiene un fragmento de la declara-ción de Hilda Tactuk, viuda de Ernesto de la Maza. Sutestimonio contiene la novedad de que éste tenía por mi-sión participar en el ataque al automóvil de Trujillo, mien-tras que su hermano mayor Mario debería estar al lado deLuis Amiama Tió para poder controlar al general PupoRomán, en quien los hermanos de la Maza no tenían mu-cha confianza. Informó, además, que su esposo Ernestole comunicó que Antonio Imbert Barrera faltó por dosveces a su cita en la Avenida George Washington: losmiércoles 17 y 24 de mayo.

El capítulo 13 está dedicado al testimonio de Bienve-nido García Vásquez, quien ratifica lo aseverado por suhermano Eduardo Antonio relativo al ingreso de AntonioImbert Barrera al complot tiranicida, hecho que se reali-zó a finales de marzo de 1961. Señaló que Luis AmiamaTió, en ocasiones previas al 30 de mayo no estuvo en elsitio que le correspondía junto al general Pupo Román ensu residencia. Manifestó, además, que Modesto Díaz noestaba muy optimista y que lo oyó decir que había queparar a Antonio de la Maza porque el asunto de Pupo estabamuy vago y que ya eso era una cosa del conocimiento general.Agregó que el acuerdo que Luis Amiama había hecho conél era sumamente vago y que no existía un compromisoformal para él dirigir un golpe de Estado. Ello, sin lugar adudas, debió ser la causa de su pesimismo.

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El capítulo 14 corresponde a lo dicho por el doctorMarcelino Vélez Santana, a quien Antonio de la Maza lemostró el cadáver de Trujillo y le señaló que el balazoque tenía en la barbilla se lo había dado él, con lo quequeda asegurado que fue de la Maza y no otra personaquien que le dio el tiro de gracia. De trascendental impor-tancia es, también, su afirmación de que el revólver Colt,calibre 38, que llevaba Trujillo en el asiento trasero de suautomóvil no fue disparado en momento alguno. Antoniode la Maza tomó dicho revólver luego de darle el tiro degracia a Trujillo y estando escondido en la residencia deldoctor Robert Reid Cabral se lo entregó al doctor VélezSantana. Éste pudo comprobar que el tambor del armatenía sus seis proyectiles sin disparar, el cañón limpio yno evidenciaba olor a pólvora.

Esta declaración del doctor Vélez Santana derrumbaotro mito divulgado por Ramfis Trujillo y el chofer Zaca-rías de la Cruz: que Trujillo salió herido de su automóvildisparando contra los tiranicidas y que hirió en el vientrea Pedro Livio Cedeño. A Pedro Livio le extrajeron un pro-yectil de revólver calibre 38, pero el mismo pertenecía alarma de Salvador Estrella Sadhalá quien por una confu-sión disparó contra sus compañeros. La lógica conclu-sión es que Trujillo no utilizó arma alguna, pues no podíapor las mortales heridas que le produjo el cartuchazo dela escopeta recortada que le hizo de la Maza y porque,además, su revólver tenía todos los proyectiles intactos.

El capítulo 15 recoge el testimonio de esa especie de“quijote indiano”, pero sin riquezas: del español MiguelÁngel Bissié; el hombre responsable de la guarda y tras-lado de las dos escopetas recortadas calibre 12, de las trescarabinas Garand M-1, de un revólver calibre 38 y del

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parque correspondiente cada miércoles en que se presu-mía Trujillo viajaría a San Cristóbal; del hombre que su-frió inenarrables torturas y de sus labios no salió una de-nuncia. Miguel Bissié, aunque no participó en la acciónde la avenida George Washington, por haber comparti-do celdas con varios de los magnicidas brinda valiosainformación sobre la gesta. Sus memorias, publicadasen la indicada revista Ecos, que Eduardo García Michelreproduce íntegras, constituyen uno de los capítulos desu obra inédita En honor a la verdad. Mis memorias sobre el30 de mayo de 1961, que próximamente será lanzada alpúblico.

El capítulo 16 recoge algunos aspectos del testimoniode Ángel Severo Cabral, participante importante porque,además de haber sido el enlace entre los conspiradores yel funcionario consular norteamericano Dearborn, fue aquien le ofrecieron en varias oportunidades diversos ti-pos de armas que nunca entregaron. Sin embargo, en mar-zo de 1961 Lawrence Berry (Wimpy) le hizo llegar, a tra-vés de Tommy Stocker (ambos agentes de la CIA) las trescarabinas Garand M-1, seis cargadores y 750 cartuchoscalibre 30 que se utilizaron en el tiranicidio. Fue ÁngelSevero quien redactó una de las proclamas que se trans-mitirían por radio una vez ajusticiado Trujillo y quien,además, dirigía un grupo que participaría en la segundafase de la conspiración.

El capítulo 17 contiene parte de una entrevista que sele hizo a otra especie de “quijote indiano”, también sinfortuna: Manuel de Ovín Filpo; español participante eigualmente ignorado. En su relato publicado en la revistaEcos, con mucha crudeza se refiere a las causas que de-terminaron el fracaso de la segunda fase del complot: el

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golpe de Estado que debía ejecutar el general Pupo Ro-mán Fernández.

De Ovín Filpo critica acremente el papel desempeña-do por Luis Amiama Tió porque no estuvo, como era suobligación y compromiso, al lado del general Román cadauno de los días miércoles en que Trujillo podría ir a suHacienda Fundación. Conforme a su opinión: ni el día17, ni el 24, no sé del día 25, pero puedo asegurar lo deldía 30, Luis Amiama compadre de Pupo Román, cuyaúnica misión era pegarse al ruedo del pantalón de su com-padre para que, como secretario de las Fuerzas Armadasactuara, nunca estuvo en la casa de Pupo Román y el día30 tampoco estuvo.

En el capítulo 18 el autor escogió dos declaracionesde Antonio Imbert Barrera: una del 2 de junio de 1962 yotra del 30 de mayo de 1997. La primera declaración estállena de errores y omisiones que Eduardo García Michelse encarga de rebatir. Por ejemplo: que él ordenó la salidadel vehículo en el que iban los perseguidores del automó-vil de Trujillo para que comenzaran a disparar; que el sá-trapa cayó muerto a sus pies luego de los disparos que élle hizo a quemarropa y del tiro de gracia que le dio; quefue él y solamente él quien organizó el complot y reclutóa los demás participantes del mismo.

En la entrevista que le concedió a la periodista Clau-dia Fernández, el 30 de mayo de 1997, publicada en eldiario El Siglo, por primera vez Imbert Barrera habló laverdad: que fue Antonio de la Maza quien detectó a Tru-jillo y, según sus propias palabras, ahí le hizo los dispa-ros. Con esa declaración históricamente se reivindica alborrar todas las anteriores, en las que se atribuyó el papelprotagónico en la muerte de Trujillo.

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En el capítulo siguiente, el 19, figura parte de una en-trevista a los hermanos de Luis Amiama Tió y su sobrino(Fernando y Mercedes y Luis Manuel Pellerano), quie-nes muy poco dijeron de la participación de su cercanofamiliar y del papel que debía desempeñar cada vez quese supiera que Trujillo viajaría a San Cristóbal. Quizás loúnico novedoso de la interviú sea la referencia de lo quedeclaró el general Pupo Román al ser interrogado estan-do bajo torturas que: el cabeza de todo eso era Luis Amia-ma, lo cual es falso porque los cabecillas eran Antonio dela Maza y Juan Tomás Díaz.

Más aún, para tratar de justificar el fracaso del proyec-tado golpe de Estado, Fernando Amiama declaró, que siellos (Juan Tomás y Luis) llegan primero donde Pupo queel general Espaillat, la suerte de la segunda parte hubierasido otra. Es decir, defiende el proceder de su hermano quedebía estar en la casa de Pupo esperándolo hasta que llega-ra para estar a su lado si el plan del ajusticiamiento cuajabala noche del 30 de mayo. Pero no estuvo allí, a pesar deestar enterado, desde la prima noche, que el tirano iría a laHacienda Fundación porque Juan Tomás Díaz se lo infor-mó por teléfono cuando lo llamó a la casa de su madre.

Eduardo García Michel reproduce un documento re-dactado y publicado por Fernando Amiama y Luis Ma-nuel Pellerano en el que describen todos los movimien-tos y diligencias realizadas por Luis Amiama la nochedel tiranicidio; documento que constituye un intento porjustificar su inasistencia en el hogar del general Románesperando su llegada para forzarlo a actuar en la consecu-ción del golpe de Estado. En definitiva, para ellos el he-cho fortuito de la aparición del general Espaillat frustró elgolpe de Estado.

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En el capítulo 20 se reproduce parte de la entrevistahecha a los hijos del general Pupo Román (José René,Álvaro y Sabrina Román García), quienes, como es desuponer, defienden la posición de su padre y lo hacen demanera lógica al indicar que a él no se le avisó lo quepodría ocurrir la noche del 30 de mayo ni luego del ajusti-ciamiento para que iniciara la segunda fase del complot.Pienso que algunas respuestas de los descendientes degeneral Román lucen ingenuas, pero creo que son since-ras al ratificar que la noche del 30 de mayo no vieron aLuis Amiama en su casa y que si él lo hubiera esperado ohubiera ido cuando estaba preparándose para dormir, lohubiera encontrado.

Viene al caso repetir aquí lo que le comunicó Modes-to Díaz a Bienvenido García Vásquez reproducido en elcapítulo 13: que había que parar a Antonio de la Maza por-que el asunto de Pupo estaba muy vago (...). Igualmente esútil reiterar lo declarado por Manuel de Ovín Filpo: ni eldía 17, ni el 24, no sé del día 25, pero puedo asegurar lodel día 30, Luis Amiama, compadre de Pupo Román, cuyaúnica misión era pegarse al ruedo del pantalón de su com-padre para que, como secretario de las Fuerzas Armadasactuara, nunca estuvo en la casa de Pupo Román y el día30 tampoco estuvo.

En el capítulo 21 se reproduce la conferencia que, el 6de agosto de 1985, centenario de la fundación de la pro-vincia Espaillat, dictó en la ciudad de Moca Alberto Rin-cón Jáquez. Señala detalles importantes de los planes ela-borados por su cuñado Antonio de la Maza junto a sushermanos Mario y Ernesto y el fiel chofer Luis Pedro Ta-veras Liz (Gumarra) para ajusticiar a Trujillo, antes deque se fraguara el llamado “plan de la avenida”.

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En el próximo capítulo, el 22, se copia la charla pro-nunciada por Antonio Rosario, en noviembre de 1995,ante la Asociación de Mocanos Residentes en Santo Do-mingo. De gran interés es que su cuñado Antonio de laMaza le manifestó que si no se materializaba una ayudaque esperaba (seguramente la entrega de las armas auto-máticas solicitadas al cónsul norteamericano Dearborn)él, sus hermanos y otros mocanos atentarían contra Truji-llo con las escopetas y armas cortas que poseían en unamanifestación que el pueblo de Moca haría en su honor.Evidentemente esta actitud de Antonio de la Maza de-muestra su grado de desesperación por el peligro que es-taban corriendo él, sus hermanos, familiares y conspira-dores porque ya tenía conocimiento de que al gobernadorde Santiago le habían enviado un pasquín denunciandolos planes para atentar contra el tirano. Posiblemente, esadecisión de la Maza debió tomarla en la primera quince-na del mes de abril de 1961, antes de la entrega de las 3carabinas Garand M-1 y de que el teniente Amado Gar-cía Guerrero diera la noticia de los hábitos de Trujillo ensus viajes semanales a San Cristóbal.

A continuación, en el capítulo 23, el autor analiza lapor él llamada consagración del mito de los dos únicos so-brevivientes del tiranicidio. Pienso que trata este asunto concierta candidez porque no toma en consideración el inte-rés que tenían poderosos sectores internacionales y na-cionales de contar con dos únicos sobrevivientes que, ade-más de ser admirados por el pueblo dominicano, fuerandóciles en la consecución de sus planes a corto, medianoy largo plazos.

Compárese, al efecto, el comportamiento posterior delos dos únicos sobrevivientes con la de otro también auténtico

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sobreviviente mantenido en el olvido, como es el caso deEduardo Antonio García Vásquez, quien siendo embaja-dor ante el gobierno español, protestó enérgicamente porel asesinato de Manuel Aurelio Tavárez Justo y sus com-pañeros en Las Manaclas, el 21 de diciembre de 1963,cuando luchaban contra El Triunvirato para restablecerel gobierno constitucional de Bosch. Rememórese quesiendo embajador en Argentina, cuando la soldadescayanki desembarcó en el país y pisoteó la soberanía nacio-nal, a finales de abril de 1965, convocó a los medios decomunicación de Buenos Aires y airadamente protestódiciendo que los Estados Unidos de América habían ofen-dido la dignidad de mi pueblo.

Este capítulo cierra con la publicitada carta del abo-gado Eduardo Sánchez Cabral al presidente Balaguer, del4 de diciembre de 1961, en la que dijo que solamente que-daron dos supervivientes de la gesta del 30 de mayo de1961; comunicación que, en opinión del autor, consolidóel mito de los dos únicos sobrevivientes.

El capítulo 24 aborda los intentos que se hicieron enel pasado para debatir la verdad histórica del 30 de mayo,en particular con relación a las declaraciones de AntonioImbert Barrera al periodista cubano Francisco Aguirre(Pancho), publicadas en el Listín Diario, en el mes de abrilde 1963:

• Carta de Eduardo Antonio García Vásquez al presi-dente electo Juan Bosch, del 25 de febrero de 1963;

• Carta de Miguel Ángel Bissié a Eduardo AntonioGarcía Vásquez, del 18 de diciembre de 1963;

• Carta de Eduardo Antonio García Vásquez a Anto-nio Imbert Barrera, de abril de 1963;

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• Carta de Tomás Báez Díaz a Antonio Imbert Barre-ra, del 20 de diciembre de 1963;

• Telegrama de Aída Michel Vda. de la Maza al Lis-tín Diario, del 10 de abril de 1964; y

• Carta de Eduardo Antonio García Vásquez a Anto-nio Imbert, sin fecha.

El capítulo 25 reproduce un fragmento de la entrevis-ta que le hizo el autor de este prólogo al doctor Abel Gon-zález Massenet, en fecha 18 de julio de 1994, con rela-ción a las heridas que observó en el cuerpo de Trujillocuando junto a otros tres médicos lo embalsamaron.

Los capítulos 26, 27, 28 y 29 contienen varios docu-mentos, entre ellos:

• Carta de Modesto Díaz a su hijos y mujer, escrita el31 de mayo desde un escondite en la que manifiestaque estaba opuesto al tiranicidio, pero que la dispo-sición de los que ejecutaron el hecho (refiriéndose aAntonio de la Maza, en particular) era tan vehementeque no pudo evitarlo;

• Carta del gobernador de Santiago al jefe del Servi-cio Inteligencia Militar (SIM), del 13 de marzo de1961, anexando un pasquín que denunciaba que enla ciudad capital varios grupos planeaban atentarcontra la vida de Trujillo y que se debía vigilar lospasos de Antonio de la Maza y mejor eliminarlo;

• Telegrama del jefe de Estado Mayor del EjércitoNacional, del 31 de mayo de 1961, dirigido a loscomandantes militares de La Vega, San Juan de laMaguana, Dajabón, Santiago y El Seybo advirtién-doles que serían fusilados si por sus jurisdicciones

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escapaban Antonio de la Maza, Juan Tomás y Mo-desto Díaz, Huáscar Tejeda, Amado García Gue-rrero, Salvador y César Estrella Sadhalá, Luis Amia-ma Tió y Franklin Díaz Montaño; y

• Memorándum del jefe de la Policía Rural, del 6 deseptiembre de 1961, a los oficiales comandantes delas zonas rurales, en el que se les participaba quehabía una recompensa de RD$15,000.00 por la cap-tura, vivos o muertos, de Antonio Imbert Barrera yLuis Amiama Tió.

La obra concluye con el capítulo 30, en el que el autorhace una descripción del desplome de la tiranía y de sumaquinaria de terror físico y psicológico.

Termino este prólogo manifestando que los testimo-nios y documentos aquí publicados, sacan a la luz mu-chas verdades ocultadas y desnudan desconocidos o tor-cidos aspectos del complot que culminó con laeliminación de Trujillo y que, en definitiva, demuestranque tan héroes sobrevivientes del tiranicidio fueron An-tonio Imbert Barrera y Luis Amiama Tió, como EduardoAntonio García Vásquez, Miguel Ángel Bissié, Manuelde Ovín Filpo, Bienvenido García Vásquez y Ángel Se-vero Cabral, dirigentes y participantes del complot. Tam-bién formaron parte del mismo, con roles de mucho me-nor importancia: Luis Pedro Taveras Liz (Gumarra); elgrupo de Ángel Severo Cabral (integrado por Manuel yJosé Francisco Tapia, César Estrella Sadhalá, Rafael Acos-ta, José María Cabral Vega, Federico Carlos Álvarez, Ro-berto Arias y Federico Perdomo); Carlos y Marcelino Vé-lez Santana; Alberto Rincón Jáquez y varios “Jóvenesvalientes y de vergüenza” de Moca (Leonte Schott Michel

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y los hermanos Danilo y Reynaldo Rodríguez Pérez. Esossobrevivientes, principalmente los de mayor compromi-so y responsabilidad no han sido reconocidos por los his-toriadores contemporáneos, por lo que los verdaderos in-vestigadores tienen la obligación de rescatar sus nombresde la ya inadmisible omisión en que se han mantenido.

Con la publicación de esta obra documental y testi-monial, Eduardo García Michel ha hecho un valioso apor-te a la historiografía contemporánea. Ojalá que 30 de mayo,Trujillo ajusticiado, que seguramente provocará polémicas,sea el primer intento por develar la verdad del complotque ajustició al déspota y dio nacimiento a la libertad delpueblo, y sirva de punto de partida de las mesas redondasdemandadas en el pasado y que en la actualidad apetecenmuchos investigadores históricos.

Santo Domingo, mayo de 1999.

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PREFACIO

Este era sin duda un libro necesario y es, sin ambages, untexto histórico de insoslayable importancia.

Por Ortega sabemos que los hechos históricos no sedetallan en su totalidad, especificando haberes y situan-do con certeza su realidad, hasta que pasan, por lo me-nos, tres decenios. Paradójicamente, la cercanía del acon-tecimiento cierra la posibilidad del examen objetivo y dejamuy abiertas las compuertas de la pasión, del odio, de los“yoísmos”, de los apropiamientos de la verdad y de lasdistorsiones protagónicas.

Mucha gente, entre los que nos encontramos (proba-blemente por ser mocano y haber tenido acceso a revela-ciones y testimonios en tertulias provincianas), sabía desdehace tiempo que toda la verdad del 30 de Mayo no habíasido develada. Por ello, cada vez que salía a la luz un nue-vo libro sobre el tema, nos apresurábamos a leerlo, sien-do quizás el último de ellos el revelador trabajo de LuisSalvador Estrella Mueses (Del complot a la gloria) que co-mentamos en su oportunidad.

El tiempo pasa y se va haciendo urgente que los he-chos se sitúen en su contexto configurador, con supremaexactitud y certeza, sin importar que afecten sensibilida-des o que se destronen olvidos premeditados. La historia

José Rafael Lantigua

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hay que hacerla fiel, y aunque la prudencia aconseje aveces esperar, el tiempo —ese gran escultor, como lodefinió Margarite Yourcenar— obliga algún día a que secuente la verdad o, por lo menos, a que se vayan unien-do los mosaicos que forman todo el entramado de esaverdad.

Conforme cree el historiador Emilio Cordero Michel“uno de los episodios más tergiversados e ignorados es elrelativo a la organización del complot para ajusticiar altirano y el hecho mismo del magnicidio, la noche del 30de mayo de 1961” (p.iii). Por esta razón, se hacía necesa-ria la publicación de un libro tan revelador y oportunocomo el que acaba de producir Eduardo García Michel,notable economista, hijo de Eduardo Antonio GarcíaVásquez, precisamente uno de los sobrevivientes ignora-dos de la acción del 30 de Mayo, a pesar de su relevantehoja de servicios a la causa y su papel intelectual —quepudo incluso ser material, directo— en la conjura que diofin a la dictadura de Trujillo.

Antes pues de que comentemos algunos de los por-menores de esta obra (se trata de un libro totalizador,amplio y rico en informaciones y secretos develados),advertimos sin muchas vueltas, junto con su prologuis-ta, el historiador Emilio Cordero Michel, que éste es,sin dudas, “el primer intento por develar la verdad delcomplot que ajustició al déspota y dio nacimiento a lalibertad del pueblo” (p.xiii). De modo que su lecturaatenta se convierte en una necesidad para todos los estu-diosos de los fenómenos históricos y para todo domini-cano que debe conocer la verdad de los hechos que sir-vieron para terminar con aquel período de oprobio eindignidad.

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LO QUE SE HA DICHO HASTA HOY

Desde hace 38 años, los dominicanos hemos escuchadodecir que los dos únicos sobrevivientes del magnicidiofueron, los desde entonces denominados héroes del 30 deMayo, Antonio Imbert Barrera y Luis Amiama Tió, aquienes por ley se les concedió el derecho a llevar laspreseas de Generales. Ciertamente, ambos merecen esereconocimiento, pero sucede que en el proceso que llevóal episodio del 30 de Mayo participaron otras personasque, incluso, tenían más tiempo que los mencionados pla-nificando la desaparición física del tirano, cumplieronmisiones de mayor peligrosidad en la conjura, desarrolla-ron acciones que sirvieron eficazmente a los conjuradospara ejecutar su acción, y que al igual que Imbert y Amia-ma lograron sobrevivir a la matanza realizada por RamfisTrujillo y los sicarios del régimen en desbandada, ya enlas ergástulas del 9 y la 40, o en la sangrienta velada finalde la Hacienda María.

Este libro busca enfrentar la distorsión histórica, a laque en su momento se prestaron algunos de los conjura-dos sobrevivientes, y demitificar el carácter de “únicossobrevivientes” otorgado en exclusiva a los señalados,situando con propiedad, que avalan documentos y testi-monios, a cada quién en su justo lugar. Desde luego, nobusca, como se podrá advertir, descalificar las justas he-roicidades, que merecen el reconocimiento permanente,sino ubicar con mejor precisión protagonismos y respon-sabilidades en la acción homicida.

No relatemos ahora los pormenores del episodio en lacarretera que conduce a San Cristóbal, hoy avenida 30 deMayo, que de distintas maneras ya ha sido desbrozado,

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incluso por pretendidos cronistas extranjeros, en librosde gran fama, que plasmaron en su narración errores yolvidos. Situemos solamente el hecho en los detalles queconfiguran los valores fundamentales del libro de GarcíaMichel.

La obra en cuestión quiere presentar a los integrantesolvidados del movimiento, y a la vez enfrentar juicios ale-gres e irrespetuosos —no importa de dónde provengan nilos años que tengan encima quienes los enuncien—, queconsignan que el magnicidio se produjo como productode una venganza personal de la principal cabeza de laconjura, Antonio de la Maza Vásquez, y no como unaacción que buscaba otorgar al país un régimen de liberta-des. De esta manera, aviesamente, con intención o sinella, se busca demeritar el suceso y restar validez patrió-tica al hecho desfigurándolo como un simple asesinato.

Creemos que esta es la tarea principal de esta obra,que entendemos alcanza a plenitud, sobre todo por laabundancia de detalles, testimonios y referencias docu-mentales que aporta, la mayoría desconocidos, y por elinterés manifiesto del autor de dimensionar la obra deltiranicidio, desde una óptica que no deje lugar a dudas niotorgue espacio a los clásicos mentideros donde se cuecesiempre el irrespeto y el demerito gratuitos.

ADDENDUM

Lo primero que habría de destacar, luego de la lectura deesta obra tan importante, es quienes forman el grupo ori-ginal de la conjura. Ellos son, Antonio de la Maza Vás-quez —bujía inspiradora del grupo—, Juan Tomás Díaz,

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líder con De la Maza de toda la conspiración, ModestoDíaz (aunque con niveles de inseguridad y, en momen-tos, de titubeo), Miguel Ángel Báez Díaz y Eduardo An-tonio García Vásquez. Este es el grupo que dirigió y pla-nificó hasta en sus mínimos detalles el tiranicidio.

Posteriormente al grupo se añadirían, por distintosconductos, Salvador Estrella Sadhalá (quien comenzabaa propiciar otra conjura, uniéndose finalmente al grupode De la Maza), los hermanos Mario y Ernesto de la Maza,quienes eran figuras activas del movimiento y estabanpreparadas para actuar, Pedro Livio Cedeño, HuáscarTejeda, el teniente Amado García Guerrero, Roberto Pas-toriza, Tunti Cáceres Michel, y el general Pupo Román,quien entra a la conjura para una misión específica, perosin entrar en contacto directo con ninguno de los partici-pantes, salvo con Luis Amiama Tió, cuyo papel en la con-jura se centraba en el seguimiento al general Román paraque tomara las riendas del poder, una vez consumado elmagnicidio. Antonio Imbert Barrera llega al grupo cuandoya la conspiración estaba adelantada, incluso no era parti-cipante asiduo de las reuniones de planificación y, proba-blemente por ello, como se desprende de la lectura de algu-nos pasajes de este libro, desconocía determinados planesy aportes individuales al suceso. No obstante, Imbert seincorpora finalmente al complot tomando el control delvehículo que llevaba a De la Maza y facilitando con supericia al volante el primer disparo certero del valientemocano que puso rápidamente a Trujillo fuera de orden.

Junto al grupo básico hay que destacar otros igual-mente importantes, y en algunos casos más fundamen-tales de lo que pudo haberse creído: Miguel Ángel Bissié,Manuel de Ovín Filpo, Ángel Severo Cabral (que tiene

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una participación destacada en los aprestos), y el doctorMarcelino Vélez Santana, quien queda incorporado prác-ticamente por el azar, pero quien estaba en la casa de JuanTomás Díaz y fue testigo del cadáver de Trujillo en el baúldel carro de De la Maza.

Pero el grupo de apoyo es todavía más amplio, y nodebe ignorarse, como pretende con toda justicia GarcíaMichel. Son irrefutables los aportes del discreto y valien-te chofer de Antonio de la Maza, el fiel Gumarra (LuisTaveras Liz), y las contribuciones de Bienvenido GarcíaVásquez, hermano de Eduardo Antonio García Vásquez.Otras personas estaban enteradas del hecho que se plani-ficaba, incluyendo el caso del doctor Antonio Rosario, aquien se le propuso escribir la proclama del ajusticiamien-to, que unos creen escribió finalmente García Vásquez, yotros Severo Cabral.

De esta manera, podría elaborarse una rápida clasifica-ción de los conjurados: los líderes, atributos que sólo pue-de conferírseles a De la Maza y a Juan Tomás Díaz; loscomplotados básicos, que fueron todos los mencionados,incluyendo a los hasta reconocidos como “únicos sobrevi-vientes”; los colaboradores, que rindieron diversos servi-cios a la causa, pero no tomaron participación activa enella; y, finalmente, los enterados, que fueron varios y pordiversos conductos, que sabían de la trama pero que notuvieron participación ni directa ni indirecta en ella.

LOS PRINCIPALES TESTIGOS

Creemos que entre todos los testimonios que se ofrecenen este libro, los tres más relevantes son los de EduardoAntonio García Vásquez, que por ser estratega y figura

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intelectual del grupo disponía de múltiples elementos quehoy se ofertan en toda su amplitud por primera vez, 36años después de haber sido escrito por su autor en Ma-drid, en 1963; la del herrero Miguel Ángel Bissié, propie-tario del taller Los Navarros, quién al preparar y guardarlas armas del magnicidio por mucho tiempo, por ordende De la Maza, y acudir puntualmente a todas las citasprevias al suceso, se ganó un puesto de honor entre losconjurados, sin haber hecho nunca exhibición de sus mé-ritos ni haber pasado factura, hasta ahora, cuando con tododerecho y justicia busca situar el acontecimiento y suspormenores en el justo lugar para que resplandezca laverdad histórica; y, finalmente, la de Ángel Severo Ca-bral, que sirvió a la conjura desde un ángulo muy diferen-te al de los otros y quien dejó escritas unas notas valiosasque en este libro se consignan.

Eduardo García Michel explica la conjura en todossus detalles planificadores, sin dejar cabos sueltos, a pe-sar de que hay puntos en la trama que difícilmente pue-dan ya aclararse, porque sus principales protagonistas fa-llecieron. El propio García Vásquez, padre del autor dellibro, recomendó en su momento que se realizase una re-unión pública —una mesa redonda sugería—, donde sedebatieran los detalles para dejar aclarado en todas suspartes el suceso histórico. Ese encuentro nunca pudo lle-varse a cabo y la posteridad dejó intacto el mito de “losdos únicos sobrevivientes”, cuando en verdad existíanotros con méritos suficientes y que, al igual que Imbert yAmiama se salvaron de la terrible y despiadada acción delos parientes y sicarios del dictador.

Este libro se centra en el testimonio, obtenido medianteentrevistas del autor, en compañía de colaboradores comoEmilio Cordero Michel. Estas entrevistas, junto con los

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ya citados documentos testificatorios de García Vásquez,Bissié y Severo Cabral, son los ejes centrales de la obra.Esos testimonios corresponden a doña Chana Díaz, viu-da de Juan Tomás Díaz; Aída Michel, viuda de Antoniode la Maza; Hilda Tactuk, viuda de Ernesto de la Maza;Bienvenido García Vásquez, Marcelino Vélez Santana,Antonio Rosario, más la confrontación de declaracionesdisímiles, dadas en dos períodos distintos por Imbert Ba-rrera; la ofrecida por la familia del fenecido Luis Amia-ma Tió, y la de los hijos del general Román.

Por estos testimonios y declaraciones escritas, puedeel lector reconstruir el suceso y sus consecuencias. Elcaso, por ejemplo, de que Trujillo no disparó ni un solotiro durante la breve refriega con la que se sellaba su fin,contradiciendo los embustes propalados por el reciente-mente fallecido Zacarías de la Cruz, chofer del generalí-simo, de que el Jefe lo instó a detenerse y pelear (al en-contrarse el revólver de Trujillo pudo comprobarse queestaba sellado de balas y que no pudo disparar ni una); laimportancia que tuvo en la decisión de los conjurados elcrimen de las hermanas Mirabal, la epopeya del 14 deJunio, y, entre otros hechos, lo que García Vásquez llamala “caridad desafiante” del obispo de La Vega, monseñorPanal y la carta pastoral de los prelados católicos; las va-rias veces en que, por motivos distintos, fracasó la acciónmagnicida; las torturas crueles infringidas a los presos(“Las torturas eran continuas, pero tenían su curva críti-ca cuando bajaban a la cámara fatal Ramfis, Radhamés,de León Estévez, con la corte de investigadores: el fiscaldel Distrito Nacional, Lolito Tejeda, y el mayor de leyesde la Aviación Militar Dominicana, abogados que pedíanla verdad con una traílla en la mano derecha y el símbolo

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de su código, una metralleta en la izquierda” p.81); y conlas torturas, los olvidados nombres de los verdugos (Ypasaban en busca de sus víctimas: Clodoveo Ortiz, Mari-no González Roa, Virgilio García Trujillo, Pérez Merca-do, el veterinario doctor Castro, El Rubio, Juan Reyes,Eladio Ramírez y los leopardos de Johnny Abbes” p.82);los muchos enterados, directos o indirectos que tuvo latrama y el magnicidio luego de realizado, como el casodel entonces practicante médico, José Joaquín Puello,quien se encargó de atender en la Clínica Internacional aPedro Livio Cedeño, herido en el hecho; el rol de PupoRomán y la todavía no aclarada situación de si rehuyó suresponsabilidad, de si esperó por sus contactos, o de simurió —como afirman sus deudos— creyendo que habíasido traicionado; los que hablaron, porque hubo algunosenterados que algo dijeron; el papel de Amiama Tió en laconjura, donde también se patentiza las ambigüedades endos diferentes declaraciones de Imbert Barrera; en fin, ladescripción detallada, como nunca antes se hizo, con losdocumentos a mano, de la preparación del suceso y de laacción de todos sus protagonistas, sin retener méritos yvalentías.

Este es un libro sensacional, de lectura que sobrecogey emociona, con organizada presentación, donde no seofertan descripciones inventadas, ni se acogen formula-ciones gratuitas, ni se escriben interpretaciones acomo-dadas. Todo está certificado por el documento, el testi-monio escrito u oral de algunos de los participantes y defamiliares de los conjurados.

Este es pues, un gran aporte que Eduardo García Mi-chel hace a la consciencia histórica dominicana antes definalizar el siglo y a casi cuarenta años del acontecimiento

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liberador del 30 de Mayo, para que en lo adelante —enuna época donde muchos se han decidido a luchar contrael olvido—, la historia se reescriba y se inscriba en ellalos nombres de todos los protagonistas, sin excepción,con todos sus atributos, con todas sus heroicidades, contodas sus contribuciones a la eliminación de una de lasdictaduras más crueles del hemisferio y a que hoy disfru-temos de un clima de libertades que, con sus altas y bajas,fue el producto directo de aquella hazaña patriótica.

11 de julio de 1999(Publicado en Biblioteca, de Última Hora, p.24)

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EXPLICACIÓN DE LAS MOTIVACIONES DEL LIBRO

El libro 30 de Mayo: Trujillo ajusticiado es, por encima decualquier otra consideración, el homenaje que rindo a mipadre, Eduardo Antonio García Vásquez, ido a destiem-po, quien, como se demuestra a lo largo del mismo, parti-cipó en la organización de la conjura del 30 de Mayo, jun-to a Antonio de la Maza Vásquez y a Juan Tomás Díaz.Es también un homenaje a todos los demás participantesen la gesta, tanto a los reconocidos como a los que hansido relegados al olvido.

Esa motivación personal mía no empequeñece, sinomás bien potencia, la de ofrecer a la población una pers-pectiva más completa del alcance y objetivos de la conju-ra del 30 de Mayo y facilitar la comprensión de la gesta.

Así como en mi caso existe una razón de carácter per-sonal para escribir este libro, junto a otras, más generales,que coinciden con el interés de la sociedad, de la mismamanera en la gesta del 30 de Mayo hubo también motiva-ciones personales que encendieron la chispa y sirvieronde estímulo, pero que estaban subordinadas al interés dela colectividad, que consistía en dejar atrás el régimen deterror y crear las condiciones para el disfrute de las liber-tades individuales, y el ejercicio de la democracia.

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En casi todos los hechos históricos, las motivacionespersonales aportan el impulso y hasta la determinación,pero siempre se canalizan de forma tal que obedecen anecesidades de la sociedad; es decir, de motivaciones in-dividuales se transforman en necesidades de la colectivi-dad. Y es eso, precisamente, lo que les da el carácter dehistóricas.

Los integrantes del 30 de mayo fueron instrumentosconscientes de la sociedad para iniciar una etapa diferen-te en su desarrollo, para lo cual era indispensable dar porfinalizado un régimen que ya estaba frenando el progresoy el avance social.

¿Y por qué digo que estaba frenado el desarrollo dela sociedad? Trataré de contestar con varios ejemplossencillos.

1. No existían las libertades individuales.2. La prensa, radio, y televisión estaban controladas.3. La expresión no era libre, estaba coartada.4. Brillaba por su ausencia la libertad de asociación.

Era obligatoria la inscripción en un partido único,el de Trujillo.

5. El derecho a la propiedad estaba cuestionado, puestoque cualquier personero del régimen podía arreba-tar una propiedad legítimamente adquirida.

6. No había libertad de negocios, puesto que lasoportunidades sólo existían para los relacionadosal régimen.

7. El contacto con el exterior era mínimo; sólo algu-nos privilegiados obtenían pasaportes, por lo quela sociedad, pequeña y aldeana como era, estabaaislada.

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Para mantener tal estado de cosas se impuso el terror,de manera que las familias escondían a sus hijas para nosufrir la deshonra de tener que entregarlas al apetito sexualdel tirano y sus acólitos; la silla eléctrica se aplicaba consingular salvajismo a los presos políticos; los asesinatospolíticos, incluyendo de mujeres, proliferaban, como su-cedió con el caso de las hermanas Mirabal; no podía, nisiquiera, escucharse noticias de emisoras extranjeras hos-tiles al régimen, ya que el terror era de tal magnitud queen los hogares se creía que la policía represiva de Truji-llo, “los calieses”, poseía aparatos electrónicos capacesde captar las señales de estas emisoras en el momento enque estuvieren siendo escuchadas.

Todo lo anterior demuestra que se vivía en un estadiosocial rezagado y que el régimen imperante era ya unatraba para el desarrollo de la sociedad.

La conjura no tenía como objetivo central la elimina-ción de un hombre. Para eso no se requería de una organi-zación como la que se creó. Para aniquilar al tirano basta-ba el concurso de uno o dos hombres de valor, decididosa jugarse la vida en el empeño.

Lamentablemente, en una tiranía no existe cauce al-guno para su superación que no sea el derrocamiento o elmagnicidio.

En 1961 el derrocamiento no era posible, puesto queTrujillo controlaba, firmemente, el poder económico ymilitar, aunque enfrentaba fuertes presiones desde el ex-terior. La única salida era el magnicidio. Y así se hizo.

El 30 de Mayo perseguía un objetivo político, y de ahíla organización de un grupo relativamente amplio, conramificaciones potenciales, cuyo propósito era dar ungolpe de Estado, incitar a la población a que se adhiriera

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al movimiento a través de la transmisión de sendas procla-mas, apresar y fusilar a los personeros más represivos delrégimen, declarar de utilidad pública el patrimonio malhabido en el ejercicio del poder, instaurar una junta de go-bierno provisional, reorganizar las instituciones y llamarposteriormente a la celebración de elecciones libres.

Con el paso del tiempo parte de lo anterior se cum-plió, aunque los integrantes del 30 de Mayo no pudieronejecutar por ellos mismos la segunda fase del plan, peropusieron bases muy firmes para que ocurriera el cambiode la tiranía a un régimen de libertades y de democracia.

Existe discrepancia acerca de por qué la segunda faseno pudo ser ejecutada por el grupo. En mi criterio, todossus integrantes cumplieron su tarea. En los acontecimien-tos históricos el azar también juega. Y, precisamente, elazar se interpuso con testarudez esa noche, impidiendo laejecución de la segunda fase.

Primero, el grupo no estaba completo, puesto que eltiranicidio debía tener lugar un miércoles, hubiese sido el31 de mayo, día en que Trujillo acostumbraba visitar sufinca situada en la provincia de San Cristóbal. Eso impi-dió que Mario y Ernesto de la Maza, Eduardo AntonioGarcía Vásquez y Tunti Cáceres Michel estuvieran pre-sentes, dando auxilio al resto de los conjurados. E impi-dió que se contara con un grupo más o menos amplio deeventuales colaboradores, incluyendo militares activos yretirados.

Segundo, una vez consumado el tiranicidio, el generalArturo Espaillat, que de casualidad se encontraba cercadel lugar del ajusticiamiento y alcanzó a escuchar los dis-paros, llegó a la casa del general Román Fernández antesde que lo hicieran Juan Tomás Díaz y Luis Amiama Tió,

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para informarle que sospechaba que se había cometidoun atentado contra Trujillo y reclamarle que se dirigieraal lugar de los hechos para comprobar lo ocurrido.

Tercero, luego de comprobar que el atentado se habíaproducido, el general Román Fernández se dirigió al Pa-lacio Nacional. Luego se aisló en el campamento militarde Sans Souci, lo que dificultó que los conjurados hicie-ran contacto personal con él.

Más adelante, los acontecimientos desbordaron a losintegrantes de la gesta y la segunda fase no pudo iniciarsecomo estaba programada, lo que costó al país que el trán-sito hacia la democracia fuera tan largo y doloroso.

Aquí conviene recordar que mi padre, Eduardo Anto-nio García Vásquez, dejó escrito en sus notas que, en unade las ocasiones previas al 30 de Mayo en que se intentóel magnicidio, estando en casa de Juan Tomás Díaz enespera del aviso de que Trujillo había sido ajusticiado,observó que llegó Luis Amiama Tió. Mi padre asegurabaque, según los planes acordados por el grupo, Amiamadebía estar en compañía del general Román y esperar encasa de éste el aviso de que se había producido el ajusti-ciamiento, para que se procediese sin dilación a la ejecu-ción del golpe de Estado. Al ver a Amiama Tió en casa deJuan Tomás Díaz, mi padre se extrañó y llamó aparte aJuan Tomás y le preguntó qué hacía Amiama ahí y si nodebía estar más bien donde el general Román Fernández.

Esa expresión de mi padre hace referencia al criterioque tenía el grupo de que Luis Amiama debía esperar elaviso en la casa del general Román, para facilitar el iniciode la segunda fase, pero entiendo yo que de ninguna ma-nera cuestiona la actuación de Amiama. Mi padre cum-plió al transmitir a Juan Tomás su inquietud para que la

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hiciera del conocimiento de Luis Amiama. Ese detallepudo haber resultado determinante para la suerte de lasegunda fase.

Es seguro que el grupo organizador discutió la conve-niencia de mantener una persona junto al general Román,previo al magnicidio, y se decidió que sucediera de lamanera en que lo expresó Eduardo Antonio García Vás-quez. Sin embargo, las cosas no siempre salen como seplanifican, sino como suceden. Además, como dije antes,el azar jugó su parte y el grupo no pudo localizar al gene-ral Román Fernández.

Otro aspecto que quiero mencionar es el de la impli-cación de gobiernos extranjeros en la conjura. Como setrataba no de ejecutar a un hombre sino de cambiar unrégimen, se requería y se buscó el apoyo de gobiernosextranjeros, en particular de Estados Unidos, Venezuelay Costa Rica.

En la situación en que estaba el país un golpe de Esta-do o un movimiento popular no hubiera podido tener éxi-to, si no hubiera contado con la comprensión y el apoyode varios gobiernos del hemisferio.

Es cierto que los Estados Unidos proporcionaron tresfusiles M-1 que se usaron en el ajusticiamiento. ¿Es estouna evidencia de que el movimiento estaba subordinadoa fuerzas extranjeras? De ninguna manera. En el pasadootros movimientos patrióticos también buscaron y obtu-vieron apoyo extranjero. Lo hizo el apóstol José Martí,en Cuba, en la guerra de independencia. Y a nadie se leocurre negar la autenticidad de esa gesta independentis-ta. Lo hicieron los heroicos combatientes de la raza in-mortal en junio de 1959. Y nadie puede cuestionar su ar-dorosa vocación patriótica. Lo hizo también el 30 de

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Mayo y, al igual que los casos citados, el objetivo patrió-tico estaba por encima de cualquier apoyo extranjero y sehubiera concretado con o sin esa ayuda. Tal era la deter-minación que anidaba en esa casta heroica.

Como muestra de la forma en que pensaba uno de losintegrantes del 30 de Mayo acerca de la intervención ex-tranjera en los asuntos del país, invito al lector a que leaen el anexo de este libro, las declaraciones ofrecidas porEduardo Antonio García Vásquez, a una revista argenti-na, relacionadas con la intervención militar de EstadosUnidos en la República Dominicana en 1965.

Una de las motivaciones del libro que pongo en circu-lación es que se conozca el hecho de que, a la terriblevenganza ejecutada por la familia del tirano, no sólo so-brevivieron los dos conocidos sobrevivientes. De losimplicados directamente en la conjura quedaron vivos y,por tanto, también fueron sobrevivientes, Eduardo Anto-nio García Vásquez, Ángel Severo Cabral, Miguel ÁngelBissié y Manuel de Ovín Filpo. En adición, otros más,como Bienvenido García Vásquez, comprometidos enalguna medida, también sobrevivieron.

A 38 años del magnicidio, La Fundación 30 de Mayoy todos los que tengan la oportunidad de leer este libro,podrán escrutar sus páginas para comprobar, con testi-monios incontrovertibles, que en las reseñas que rutina-riamente se hacen de la gesta se omite, injustamente ycon reiteración, la participación de gente profundamentecomprometida e involucrada con la misma.

Termino esta explicación, citando un párrafo de la car-ta que mi padre preparó en 1963, para el conocimientodel profesor Juan Bosch, y que desconozco si fue entrega-da, que dice así: “Quizás no sea oportuno agregar más

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nombres, pero que no se levante contra la realidad de loshechos, la afirmación rotunda de “únicos sobrevivientes”.Los héroes son una carga demasiado pesada; gravitan detal modo que la gratitud no tiene fuerzas para sostenerlesy abandona el campo al egoísmo y a los odios. No au-mente usted esa carga. Quizás no tenga derecho a hacer-lo. Pero busque una fórmula que no les seque el corazóncon el sello definitivo de la negación, a aquellos que, de-safiando los riesgos, aceptaron hasta el sacrificio de susvidas, porque se les clavó ese romanticismo de ser quijo-tes por la grande causa de la patria y de la libertad”.

12 de junio de 1999.

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INTRODUCCIÓN

La principal motivación de este libro es ofrecer al lectoruna visión de cómo surgió la gesta del 30 de Mayo, desdeel punto de vista de la gente que participó en el movi-miento, pero que, de una manera u otra, resultó olvidada.Otra motivación es contribuir a la existencia de literaturaque refleje el daño que la tiranía hace a los pueblos, demodo que sea permanente la valoración de las libertadescomo uno de los principales activos de la humanidad yperdure la vocación de sacrificar hasta la propia vida, sifuere necesario, en aras de preservar un ambiente de li-bertades y de respeto a los derechos humanos.

Aquí se recogen los apuntes —algunos inéditos, otrosno— de Eduardo Antonio García Vásquez, mi padre, Mi-guel Ángel Bissié Romero, Ángel Severo Cabral, y Ma-nuel de Ovín Filpo, todos ellos integrantes olvidados delmovimiento. Se incluyen también entrevistas hechas aviudas de los héroes, como Cristiana Díaz Vda. Díaz(Chana), Aída Michel Vda. de la Maza e Hilda TactukVda. de la Maza, y a las familias de Luis Amiama Tió yJosé Román Fernández. También a Bienvenido GarcíaVásquez y Marcelino Vélez Santana. Asimismo, la des-cripción que hizo Antonio Imbert Barrera sobre los he-chos, así como algunos otros documentos de interés, como

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las charlas de Antonio Rosario y de Alberto Rincón, pro-nunciadas ante un auditorio de mocanos. Por último, serecoge tanto una emotiva carta escrita por Modesto Díaz,el 31 de mayo de 1961 desde un escondite, como una car-ta anónima escrita en Santiago mediante la cual se delata-ba la conspiración a Trujillo, días antes del 30 de mayo de1961, y algunos otros documentos.

La primera parte de este libro está relatada sobre la basede mis propios recuerdos de la temprana adolescencia,cuando vivía en Moca. Tenía 15 años cuando ajusticiarona Trujillo. Y en ese lapso de vida pude ver cómo transcu-rría el hilo de la conjura, sin saberlo. Es una manera dedescribir la historia partiendo de vivencias reales, las deun adolescente que no conocía nada de la conspiración,pero que fue testigo, inconsciente, de su desarrollo.

El ambiente familiar que describo es útil para situar allector en la atmósfera de aquella época y, de alguna ma-nera, explica por qué surgió la trama entre aquellos hom-bres y por qué era imposible que fuera delatada por algu-no de ellos.

Tengo admiración por lo que fue el 30 de Mayo; porsus integrantes, sin excepción, algunos de los cuales ofren-daron sus vidas generosamente en aras de una patria li-bre. Todos cumplieron a satisfacción el deber que se im-pusieron. Hasta el de apurar la muerte o el martirio condignidad y gallardía. El 30 de Mayo debe ser cosecha per-manente en el corazón de los dominicanos, como garan-tía de que se mantendrán las libertades y seguirá profun-dizándose la democracia; eso sí, con amplio sentido dejusticia social.

Si este libro contribuye a crear consciencia sobre la res-ponsabilidad que tenemos los dominicanos de ahora, a 38

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años del magnicidio, de fortalecer las instituciones demo-cráticas, profundizar las libertades y trabajar por el desa-rrollo de la sociedad, habrá cumplido con su cometido.

En la segunda edición se agregó lo siguiente: el prefa-cio (xv); la explicación de las motivaciones del libro, leí-da en el acto de puesta en circulación; y el apéndice quecontiene entrevistas hechas al Dr. Rafael Batlle Viñas, aLuis Estrella Mueses y a Danilo Rodríguez Pérez, asícomo una declaración ofrecida en 1965 por Eduardo An-tonio García Vásquez a la revista argentina “Así”.

Finalmente, agradezco a la Comisión Permenente deEfemérides Patrias por haber tomado la decisión de aus-piciar y gestionar la tercera edición de este libro, comouna contribución a la difusión de publicaciones que fo-menten el arraigo a los valores patrios y ayuden a que lapoblación cree más conciencia acerca de los mismos.

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1. AHÍ AJUSTICIARON A LILÍS

Era 1954, 8 años de edad a cuestas.Moca era un pequeño pueblo, en el Cibao. Agricultura ytabaco, andullos, trajinar intenso del campo a la ciudad,de la ciudad al campo. Se veían burros, mulos y caballosen los que se desplazaban agricultores; traían mercancíaspara vender en los comercios y hacían compras que trans-portaban en esos animales.

El mercado ocupaba una cuadra, en lo que antes ha-bía sido un lugar de deportes. Una multitud llenaba coti-dianamente el mercado. Decenas de animales se amarra-ban en las aceras, con sus árganas vacías en espera de quesu dueño regresara.

Había olor a estiércol de caballo, mulo y burro en lascalles del mercado, mezclado con el olor a plátano ci-baeño, a la yuca mocana, a la batata, a las habichuelassembradas en el invierno. También el aroma del tabacoimpregnaba el ambiente; sobre todo el aroma del andu-llo envuelto en su ropaje apretado, de olor intenso y esti-mulante.

Y, en los alrededores, aquella tierra lujuriosa, vestidasiempre de negro, que contrastaba con el verde intensode los platanales, con el verde de aquellas extensionessalpicadas por la yuca y la batata.

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Del pueblo a la campiña llana, que se extendía a loinfinito, podía sentirse que nada aprisionaba al hombre;un sentimiento de libertad se respiraba en aquellas llanu-ras pletóricas de fuerza, radiantes de pujanza. Desde unaltozano, la vista se desparramaba y nada la obstaculiza-ba; sólo aquellas montañas en dirección nordeste y otrasmás lejanas hacia el suroeste.

Los sábados y a veces entre semana, en las tardes, ibadonde mi abuelo Eduardo García (Papabelo), a su comer-cio de nombre bíblico: “El Arca de Noé”. Le llamaba asíporque allí había de todo.

Era delgado; 130 libras de peso, no más. Sin una onzade grasa en su cuerpo. Tenía alrededor de 74 años, pero suagilidad era pasmosa.

Corregía a sus nietos cuando los veía sentados en unasilla en posición incorrecta: ¡Póngase derecho! Decía, yacompañaba la frase mostrando la forma como uno debíasentarse: derecho, siempre derecho, la espalda recta pegada alespaldar.

Cuando estábamos sentados en el comedor, se acer-caba sigilosamente y decía: no te muevas. Ponía sus ma-nos sobre la parte de arriba del espaldar de la silla y, gi-rando sobre sus brazos, situaba su cuerpo encima de lasilla, completamente derecho, paralelo al suelo; luego,preguntaba si podíamos hacer lo que él a su edad hacía.

Tenía unas argollas de madera liviana colgando en elpasillo que comunicaba la casa con el “Arca de Noé”.Cuando no había clientes en el comercio entraba al pasi-llo, subía a las argollas y se ejercitaba subiendo y bajan-do; dando vueltas de maroma o dominando las argollas.

No conocía el estar tranquilo; tampoco dormía, aque-jado de un insomnio que le había empezado hacía mucho

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tiempo. Sin embargo, dormitaba, cerraba los ojos sentadoen una silla y lograba restablecer el equilibrio interno.

Después de cada comida frugal, apenas caldos, vege-tales y leguminosas, se levantaba de la mesa, tomaba elmachete y se iba al sencillo y exuberante patio de la casa,donde tenía variedades de frutales escasamente conoci-das, como la parcha, la calabacita y otros. Ahí pasaba deuna hora a hora y media, desyerbando con amor su pe-queño bosque. Ese era su reposo. A las 2 p.m. en puntoabría de nuevo su “Arca de Noé”.

¡Ferrocarril! ¡Ferrrrrocarrrril! Repetía, alargando la erre.Rrrrrrrrrrrrrrr, insistía: ¡Repítelo otra vez! A nosotros, susnietos, nos hacía pronunciar bien las palabras, destacan-do las erres y las eses.

Era exigente, firme, de temperamento encendido. Sudureza era aparente; en el fondo ocultaba una generosi-dad y una ternura sin límites. ¡Sólo se vende una libra deararú, por persona, y un frasco de miel! Dígale a su tía que yase le vendió ese producto, que yo sé que lo mandó a usted a bus-carlo, pero es para ella; ¡dígale que no hay!

Vendía para vivir; para cubrir sus necesidades básicasy atender los requerimientos de la familia, pero su espíri-tu no era de comerciante. Cuando creía que tenía unamercancía de extraordinaria calidad para los parámetrosde consumo de la época, la racionaba, para que alcanzarapara muchos, aunque la existencia le durara más tiempo.Jamás especulaba; sólo servía a los demás, agregando elmargen pequeño de beneficio que le permitía vivir de-centemente.

Ponía a la clientela en fila, en orden de llegada, exi-giendo silencio, y no despachaba hasta que terminaba decontar alguna de sus aventuras de juventud: la clientela

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escuchaba con paciencia y embelesada. Nadie se iba, nimovía. Toleraban sus excentricidades y su rigor.

Lo que más me llamaba la atención eran sus historiasacerca de las escaramuzas y batallas en que participó enaquellas luchas intestinas en que se debatía el país a fina-les del siglo pasado y a principios de este siglo. Tambiénlas referencias a como parte de la población trataba des-pectivamente y con irritación al cuerpo militar de los Es-tados Unidos que intervino y ocupó el país en 1916.

Me di cuenta mucho después que de sus palabras, delos ejemplos que ponía, quedaba flotando un mensaje dealiento a la reivindicación de la dignidad del hombre, con-trario a la sumisión. Era un claro estímulo a romper todorastro de opresión, a combatir la dictadura del hombre so-bre el hombre, haciendo acopio de historias viejas para re-crear el presente. Claro que sus historias formaban partede su experiencia personal; eran girones de su propia vida.

No lo comprendía así, en ese momento; pero me que-daba arrobado por aquellas historias, que despertaban enquienes las escuchaban una inclinación hacia la libertad,hacia el auto-respeto.

Octavio Fenelón Michel (Pichilín o Papabully para susnietos), era el abuelo materno, de temperamento más tran-quilo y sereno; su rostro reflejaba paz. Lucía chiva o bar-ba, que nunca se quitó.

Había tenido la oportunidad de educarse mejor. Erahijo de Ubdolia (Nena) Vásquez, hermana de Horacio.Por tanto, conoció el esplendor y el poder de cuando Ho-racio Vásquez se convirtió en caudillo nacional y luegopresidente de la República. Su padre era Fenelón Michel,en sus tiempos un acaudalado comerciante. Fenelón erade ascendencia francesa, hijo de Raffin Michel y nieto de

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Achille Michel, quien participó y se distinguió en la bata-lla del 30 de Marzo en 1844, combatiendo junto a las tro-pas dominicanas. Los hijos de Fenelón recibieron la opor-tunidad de tener contacto con el mundo europeo.

La familia Michel Vásquez estaba sometida a hostiga-miento político, pues era considerada como desafecta delrégimen de Trujillo, dado su vínculo familiar tan cercanocon el líder político derrocado por Trujillo en 1930.

El ambiente en la casa del abuelo materno era disten-dido, relajante, aunque se notaba que un gran peso pendíasobre la familia; era evidente su insatisfacción con elambiente reinante, pero yo no podía precisar en qué razo-nes se basaba.

La casa del abuelo Octavio Fenelón Michel era unimán para la familia, que allí se reunía en veladas largas,alrededor del piano que los abuelos y todos sus hijos to-caban, o del acordeón piano o bandoneón. De esa forma,se liberaban energías y se sobrellevaba el ambiente dehostilidad política que rodeaba a la familia.

Para aquella época, Antonio de la Maza Vásquez yaestaba casado con tía Aída, hija de mi abuelo OctavioFenelón “Pichilín”. Y Ramón García Vásquez, hermanode papá, estaba casado con Pura de la Maza Vásquez,hermana de Antonio. El otro Antonio, Eduardo AntonioGarcía Vásquez, mi padre, estaba casado con Rosa Mi-chel, también hija de Pichilín. Un poco más tarde, el otrohermano de papá, Bienvenido, casó con Marianela, la hijadel general Juan Tomás Díaz. Así fueron consolidándoselazos familiares profundos.

En la casa del abuelo materno, hablaban de Lilís (Uli-ses Heureaux), del tirano que fue ajusticiado a sólo unacuadra de su casa. Señalaban el sitio del ajusticiamiento.

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Mencionaban a quienes participaron en el hecho: el tíode mi abuelo, Horacio Vásquez, autor intelectual, y suprimo-hermano Ramón (Mon) Cáceres Vásquez, junto aotros autores materiales, entre quienes se encontraba Vi-cente de la Maza, el padre de Antonio.

No se me escapaba, siendo muy muchacho entonces,que era mi familia, mi propia familia, la que había parti-cipado en el ajusticiamiento de Lilís.

Sí, tenía el país en ruinas. Se había convertido en untirano. Gobernaba mediante la opresión y había aniquila-do las libertades. Nadie se sentía seguro en su gobierno.Además, había arruinado a los cosecheros de tabaco delCibao y al comercio de la región con sus emisiones depapeletas que perdían valor incesantemente. La econo-mía del Cibao había sido destrozada.

Mostraban las fotos de Horacio cuando era presiden-te; los recuerdos de la familia, vajillas, muebles. Trujilloderrocó a Horacio, y dejaban sin explicación lo que habíaocurrido desde ese derrocamiento a ese momento, en1954.

Insistían, eso sí, en que Horacio fue un gobernantehonesto, un demócrata cabal, que había sido un gran líderde su pueblo. Agregaban que murió como un hombre po-bre, sin riquezas, lo cual les enorgullecía, porque era tes-timonio de su honradez como gobernante.

El abuelo Octavio Fenelón Michel, “Pichilín”, se cen-traba en la lectura, como si quisiera transportarse a unmundo irreal, para olvidar el presente.

Atendía un almacén de madera, situado al lado de lacasa, que en una época había sido una próspera farmacia.Tenía una finca a las puertas del pueblo, en El Corozo, he-rencia de Fenelón Michel, a la cual iba a pie, todos los días,

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con un sombrero alemán en la cabeza, parecido a los quehoy usan los policías de tráfico, pantalón caqui, las manosenlazadas en la espalda, en posición de meditación.

Siempre mirando más allá, más allá, como si quisiesesalir del presente, como si algo le angustiara, ansioso depresenciar lo porvenir, algo distinto.

Me iba con un amigo o dos a la barranca, a una cuadrade la casa de mi abuelo “Pichilín”. Abajo, se divisaba loque parecía una cañada; ahí estaban todavía los rieles delferrocarril que conectaba a Moca con Santiago y con elramal que conducía de La Vega a Sánchez. Arriba, en elcerro del frente, estaba la casa de Osvaldo Vásquez. Yahí, al pie de la barranca, sin nada alegórico, sin nada quediese idea de la trascendencia del lugar, estaba el sitiodonde ajusticiaron a Lilís.

Ningún símbolo reconocía, en esa época, ese hechohistórico. Pero en Moca todos lo sabían. Y muchos pasa-ban y señalaban con orgullo el lugar, de la misma maneraque recordaban que cerca, a escasos metros, se originó elalzamiento del 2 de Mayo de 1861, primer grito de laRestauración.

Miraba la yerba, las casas, los alrededores, y pensabayo también: ¡Ahí ajusticiaron a Lilís!

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2. PRISIÓN Y EXEQUÁTUR

Eduardo Antonio García Vásquez, mi padre, era un abo-gado, que se había destacado por su capacidad oratoriay su formación profesional, afincada en una amplia cul-tura general. Su especialidad era el derecho penal. Esaera su vocación, aunque no siempre tenía la oportunidadde ejercerla.

Había sido, muy joven, fiscal en El Seibo; cuando yonací, en 1946, él era fiscal en ese pueblo. Luego fue tras-ladado a Puerto Plata. Ejerció como sindico de Moca. Ydespués se dedicó a su profesión.

Todo aquel que se destacaba en alguna actividad,atraía sobre sí la atención del régimen de Trujillo, que enesto se distinguía de otros gobiernos en el sentido de quebuscaba conquistar a los intelectuales para que le sirvie-ran de soporte y justificación.

Con el paso del tiempo, el abogado García Vásquezfue adquiriendo reputación en el pueblo y ganando clien-tela. Paralelo con eso, arreciaba la presión del régimenpara doblegarlo, para utilizarlo en favor de sus objetivos.Era una especie de juego en el que un rechazo a las inten-ciones del gobierno podía significar la muerte o cuandomenos la cárcel.

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Se le invitaba a los actos del Partido Dominicano, elpartido único de Trujillo; se le pedía que redactara un dis-curso para el gobierno; se le señalaba como orador en unacto político organizado por el partido de la palmita. Y élaceptaba, a regañadientes, pero aceptaba; participaba;hablaba; hacía vibrar el auditorio.

No había opción. O aceptaba o la represión lo ate-nazaba.

Pero cuando se ponía su traje blanco para asistir a esosactos o cuando escribía los discursos en su máquina deescribir con cinta roja y negra, dejaba traslucir su irrita-ción en el ambiente familiar.

Se sentía oprimido, asqueado, utilizado. Detestaba a eserégimen porque coartaba las libertades, porque no habíalugar para el desarrollo de las potencialidades de cada cual;porque era sanguinario y despótico; porque no respetabalas propiedades; porque autorizaba el robo de las arcaspúblicas; porque tenía frustrado a todo un pueblo.

Era como una especie de teatro. Se fingía lealtad, se lealababa públicamente. Pero, a lo íntimo, hacia adentro, sedetestaba.

La diferencia entre la vida y la muerte, entre la liber-tad y la cárcel, estribaba en saber mantener esa ficción, locual era difícil, muy difícil.

En mi casa no existía aquella famosa placa presenteen casi todos los hogares: “En esta casa, Trujillo es elJefe”. Eso solo ya significaba una muestra de hostilidad ala clase política dominante.

Y en el ambiente familiar y en el más amplio de losamigos, se comentaba, se tejían historias contra el régi-men, como especie de desahogo dentro del ambiente irres-pirable de aquellos años.

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Sucedió lo que tenía que suceder.Allá, alrededor de 1956, hubo una delación. Alguien

o tal vez más de uno, denunció o denunciaron a EduardoAntonio García Vásquez como un peligro para Trujillo,un conspirador en potencia, alguien que hablaba mal delrégimen. Había que darle un escarmiento.

Un día de ese año, las fuerzas militares y de inteligen-cia llegaron a la casa de madera en que vivíamos, enMoca, en la calle Salcedo esquina José María Michel, yse lo llevaron preso a la fortaleza, le armaron un expe-diente, inventado.

Recuerdo como hoy cuando iba, con 10 años, acom-pañando a mi madre Rosa, a llevarle comida a la fortale-za, en una pequeña cantina. Nunca supimos si él estabapreso ahí, en esa fortaleza, porque no lo dejaban ver. Perola comida se dejaba puntualmente, con la esperanza deque estuviere allí y se la entregaran. La gente nos mirabaasustada y no todos se atrevían a demostrar su amistad,más bien nos rehuían, puesto que era delito ser amigo delos enemigos del Jefe.

Querían doblegarlo. Hacerle sentir el poder de Truji-llo, casi paralelo al de Dios.

Le pelaron la cabeza; lo desconsideraron. El capitánAlcántara, que luego sería el temible general Alcántara,se ensañó personalmente con mi padre. Día tras día íba-mos a llevar esa comida, con el temor de que jamás vol-veríamos a verlo. Eso caló profundamente en él. Tam-bién lo hizo en nosotros, mi familia y en mí.

Pero la perversidad del régimen no se limitó a apre-sarlo y humillarlo. Llegó más allá, mucho más.

Transcurrió cierto tiempo después de que saliera de lacárcel. En eso surgió una polémica por un asunto de tierras

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en que se vieron envueltos varios abogados mocanos, en-tre los cuales se encontraba papá. Y entonces a él y sólo aél, le retiraron el exequátur. Es decir, el permiso del PoderEjecutivo para ejercer su profesión de abogado. Se lo quita-ron. Le estaba prohibido postular ante los tribunales. Erauna dura condena: no podía ganarse la vida para sustentara la familia, por lo menos en su carrera profesional.

Condenado a humillarse para obtener el perdón; a hin-carse a los pies de sus verdugos y hacer fe del más abyec-to servilismo. Eso, lejos de amilanarlo, templó más sucarácter y lo llevó a tomar una decisión firme: la de parti-cipar, de alguna manera, en el aniquilamiento de ese régi-men. A Emilio Cordero Michel le tocó hacerse cargo dela clientela de papá, quien de ese modo no la perdió.Emilio colgó en la oficina su título de doctor en derecho ysu exequátur, y firmaba con su nombre, todos los docu-mentos, expedientes judiciales y cartas.

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3. LOS VIAJES A RESTAURACIÓN

En vacaciones, en verano, solíamos ir a Restauración,cerca de la frontera, donde Aída y Antonio de la Maza.

Ellos pasaban parte del tiempo en Restauración, peroviajaban con frecuencia a Moca y a Santo Domingo, don-de también tenían residencia.

A Antonio le llamábamos Papámaza y Aída era Ma-máaida. Eran los únicos tíos que recibían ese apelativode sus sobrinos, porque sentíamos de ellos una protec-ción paternal.

En el trayecto a Restauración la carretera se impreg-naba de un misterioso olor a café quemado.

Había chequeos militares a los vehículos.Papámaza tenía rango militar; siempre iba vestido de

caqui y portaba una pistola 45. Su carro era conocido porlos militares de servicio en la zona, quienes le hacían unsaludo marcial. Su chofer, Gumarra, siempre lo acompa-ñaba. Era de su absoluta confianza y de hecho se habíaconvertido en parte de la familia.

Papámaza tenía un aserradero de maderas en Restau-ración, al lado del pueblo.

A veces nos llevaba de paseo, cerca de la línea fronte-riza; nos enseñaba los inmensos bosques de pino; nos se-ñalaba el territorio de Haití y nos decía que ahí vivían loshaitianos.

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Su temperamento era recio; tenía fama de temerario ysu valor trascendía en aquellas conversaciones de mucha-chos que discurrían en el parque de Moca o en la plazole-ta de la iglesia de los curas salesianos.

Algunos de los amigos de más edad decían, tal vez enlos alrededores de 1958, que el hombre de más valor quehabía en Moca era Antonio de la Maza Vásquez, y asegu-raban que Trujillo le tenía respeto y procuraba no ir a Mocapor temor a un atentado.

Eso lo oía en el parque, entre amigos, tal vez ya con12 años o algo más.

Nunca había sospechado que a Papámaza se le atribu-yeran esas cualidades, y mucho menos que lo señalaranen un eventual atentado contra Trujillo.

Oía de Trujillo en la radio; lo veía en los periódicos.“En esta casa Trujillo es el Jefe”, veía esas placas en

las casas de mis amigos. En otras leía “Con Dios y Truji-llo”. Eran frecuentes las menciones al Benefactor, al Be-nemérito, al Padre de la Patria Nueva, al Generalísimo,al Redentor de la Deuda Externa.

¿Por qué Papámaza atentaría contra Trujillo? Me pre-guntaba, y pensaba que no podía ser verdad.

Sin embargo, por dentro sentía que se me hinchaba elorgullo cuando oía del valor de mi tío, Papámaza, y sueventual trascendencia nacional.

La imagen que de él tenía era la de un ser lleno dehumanidad. Generoso, cariñoso, buen familiar. Se des-vivía en Restauración por complacer los caprichos desu hija Lourdes y de sus sobrinos, entre ellos yo. Man-daba a construir pequeñas casas de madera para que ju-gáramos en el patio. Paseaba en caballo y nos montabajunto a él.

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Cerca de Restauración había un río, de agua fría, unapequeña presa y una pequeña caída. Ahí se formaba uncharco bastante profundo, una poza. Yo no sabía nadar,porque el río de Moca, donde yo vivía, era de poca agua.Aprendí en Restauración, de los brazos de Papámaza,quien me enseñaba y tiraba una y otra vez al agua.

En Restauración conocí un país distinto. Ya no eranlas llanuras vastas del Cibao, sino la montaña, el pinar yla alusión constante a la frontera, a Haití.

Los cuentos dejaron de hacer referencia al cuco cibae-ño que salía de noche, el que asustaba a los niños; en sulugar se hablaba de figuras que se transformaban, de gen-te que adoptaban la forma de caballo o de algún animalcualquiera, de bacá. Miraba algún caballo o burro tratan-do de averiguar si era animal o gente transformada.

La mente infantil se transportaba a mundos descono-cidos y fascinantes. En uno de los viajes a Restauraciónnoté a Papámaza muy tenso. Íbamos Mamáida, Guma-rra, él y yo.

Daba instrucciones a Gumarra de mantenerse alerta.La pistola la tenía al alcance de la mano. Le decía que silo paraban estuviese atento y a una señal pisase el acele-rador y que se llevase por delante al que se encontrara.

Mamáida estaba nerviosa. Yo no entendía lo quepasaba.

De repente, avistamos soldados.¡Gumarra, prepárate! Dijo.Sí señor. Contestó.Un oficial hizo una señal de que paráramos.¡Para!, Gumarra. Dijo Antonio.Lo vi agarrar la pistola. La sobó y la mantuvo en las

manos.

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COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

Gumarra paró. Abrió la ventana de vidrio.Se oyó la voz de Papámaza, autoritaria, manteniendo

en sus manos la pistola sobada.Soy Antonio de la Maza. ¿Qué se le ofrece?Nada señor, sólo era una identificación de rutina. Con-

tinúe, señor.¡Desgraciados! Exclamó. Se creen que van a joderme, pero

no van a poder.Ahí me di cuenta de que tal vez a Papámaza le corres-

pondía en parte la imagen que de él tenían mis amigos.Lo miré agobiado por planes para mí desconocidos. En elfondo, lo admiré por esa enorme fuerza que irradiaba, poresa concentración absoluta que lo embargaba.

Experimenté un sentimiento de seguridad al estar a sulado.

Tal vez era cierto que en el fondo Trujillo le temía.Quizás era verdad que fuese capaz de organizar un aten-tado. Pero si él lo hacía, entonces Trujillo no era comodecía la prensa y la radio. No era tal benefactor ni padrede la patria nueva.

Comencé a ver a Papámaza con otros ojos. Acrecentóante mí su figura. Ya no era sólo el Papámaza comprensi-vo, humano, generoso. Era también una figura de mayortranscendencia, el hombre de valor que podía atentar con-tra Trujillo.

Opiniones de muchachos, sólo comentarios para en-tretener el tedio en una noche cualquiera en el parque cen-tral o en la plazoleta de la iglesia grande de Moca, la delCorazón de Jesús, cerca de 1958.

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4. LOS CARRITOS CEPILLOS DEL SIM

Mi padre, Eduardo Antonio, estaba reconocido como unbuen abogado; decían que tenía gran dominio del dere-cho penal; también sobresalía en la oratoria aplicada alos casos penales que defendía.

Su oficina quedaba en una esquina de nuestra casa demadera. Papá tenía su clientela y con eso sustentaba elgasto modesto de la casa. Nos educaba en lo mejor quehabía en Moca, pero su costo era modesto, como todo lode aquella época.

Yo asistí a una pequeña escuela privada (Colegio Do-mingo Savio), propiedad de la señorita Virginia Ferreras,quien era de una rectitud admirable. Allí hice la primaria.La intermedia y parte de la secundaria las realicé en lasescuelas públicas de Moca. Terminé la secundaria en elColegio de la Salle, en Santo Domingo. La señorita Virgi-nia era un modelo de abnegación; imponía disciplina.Quien no estudiaba no podía permanecer en esa escuela.Era honesta, sencilla, dedicada al servicio de los demás.La admirábamos y venerábamos.

Aún recuerdo, lleno de agradecimiento, la imagen ac-tiva y amorosa de la señorita Virginia, con rigor perma-nente, pero buscando siempre ayudar a sus alumnos, orien-tándolos, estimulándolos. Como también recuerdo con

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agradecimiento a los humanitarios y consagrados profe-sores de esa escuela, de la intermedia y del liceo, esteúltimo dirigido por doña Acely Guzmán de García, ex-traordinaria y bondadosa.

Crecimos sin grandes carencias, pero con limitacio-nes. Ayudaba mucho el ambiente aldeano, que demanda-ba poco. Se vivía con mucha sencillez, sin ostentación.

Teníamos un radio Philips, grande, situado en la terra-za de la casa. En ese radio veía a papá de noche, con lasluces apagadas, buscar afanosamente emisoras extranje-ras. Ávido de noticias. El volumen en que sintonizaba laradio era casi imperceptible. Pegaba los oídos para poderescuchar.

Tras su prisión en 1956 veía como aumentaba día adía la amargura de papá por la situación política. Lucíaimpotente. Siempre buscando en la radio extranjera unanoticia milagrosa acerca de la terminación de la Era, quenunca llegaba.

A veces pasaba horas junto al radio, silente.Sólo se oía el gritar de los grillos y el eco cada vez más

cercano del motor de un cepillo, los carros Volkswagendel temible Servicio de Inteligencia Militar (SIM), quepasaba varias veces por la noche al lado de la casa, a len-ta velocidad, escudriñando la vida en el interior de loshogares.

Entonces, el volumen del radio Philips se hacía aunmás tenue y caía junto a la noche.

Rututututú, rututututú, rututututú, rututututú, rututu-tú, rutututú, se escuchaba acercarse el motor del cepillodel SIM, ostentoso, con un ruido inconfundible.

Se creía que estos cepillos portaban sofisticados apara-tos de grabación de conversaciones y que los personajessiniestros del SIM se daban cuenta desde sus vehículos,

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por medio del uso de aparatos electrónicos, si alguien es-taba escuchando una emisora de radio extranjera hostil alrégimen.

El rutututú, rutututú, rutututú del cepillo provocabaun reflejo condicionado. Su sonido despertaba temor. Sen-tía, a mi edad, cómo la preocupación embargaba a mi fa-milia cada vez que escuchaban acercarse el rutututú.

El ambiente se ponía tenso. La conversación se apa-gaba.

Váyanse a acostar, mis hijos. Decía.Sí, papá. Contestábamos.Nos íbamos a la cama, con el rutututú metido en lo

más profundo.Un miedo abismal hacía presa de mí. No quería que

papá cayese preso de nuevo. Sentía miedo, rutututú. Mie-do profundo, impotencia, indefensión, rutututú.

¡Malditos! Rutututú.¡Mil veces, malditos! Rutututú.El rutututú se deslizaba y luego regresaba, cumplien-

do su papel, infundiendo terror en lo profundo de la psi-quis. Haciendo recordar que ellos estaban ahí, el aparatode terror, el andamiaje de miedo, la tortura organizada.

“En esta casa Trujillo es el Jefe”. Esa placa estaba enlas casas del vecindario, en la de mis amigos, pero no enla mía, ni en las de mis abuelos.

¿Por qué no reconocerá mi familia al Benefactor de laPatria, si todos los demás lo hacen?

¿Por qué le niegan eso, como dicen, al amado jefe?Rutututú, rutututú, rutututú.La noche se recogía y a veces en sueños, en lo más

profundo, sentía el rutututú acercarse. Despertaba sobre-saltado, asustado.

¡Que no venga el rutututú, que no venga!

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5. LA SOMBRA DEL PATIO

Nuestra casa de Moca tenía tres habitaciones y una am-plia terraza, con ventanas de madera tipo salomónicas.En un alero de la casa funcionaba la oficina de abogado,con entrada independiente a la de la familia, aunque elinterior de la casa se comunicaba por una puerta, con laoficina.

La habitación que compartía con mi hermano Carlosdaba al patio y colindaba con la oficina de abogado, de lacual solo la separaba una división de madera que no lle-gaba hasta el cielo raso.

La habitación quedaba separada del patio por una pa-red de madera y un ventanal amplio, alto.

En esa parte del patio había un rosal, con rosas her-mosas y grandes. Un poco más allá había una mata deuva de parra.

Una noche, posiblemente a comienzos del 1961, cuan-do ya la conspiración del 30 de Mayo estaba en su culmi-nación, me encontraba inquieto en la cama y se me hacíadifícil conciliar el sueño.

Era una noche de luna llena, muy clara. La luz de laluna circundaba la habitación, penetrando por el ventanal.

Me dormía y al poco rato despertaba, como si presin-tiera que algo sucedería esa noche. Pasaron las 12. La unay la una y media.

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A ratos miraba hacia la cama de mi hermano Carlos ylo oía respirar profundo, dormido. El techo de zinc crujíaal refrescar la noche y el crujido traspasaba el cielo rasode aquellas casas de entonces, concebido para mantenerel ambiente fresco y para atrapar el aire caliente entre elcielo raso y el techo de zinc.

Las campanadas monótonas y potentes de la IglesiaSagrado Corazón de Jesús llevaban la cronología precisade aquella madrugada,

Tang. Tang. Las 2 en punto. Tang. Las 2:30 a.m.Cada vez era más fresca la temperatura y más apre-

miante la necesidad de arroparme. Soplaba una leve bri-sa. Tang. Tang. Tang. Las 3:00 a.m. Tang. Las 3:30 a.m.

Halé la sábana. Me di media vuelta, y cuando ya cam-biaba de posición y me disponía a tratar de dormir, escu-ché un ruido. Era un leve ruido, producido a semejanzade cuando alguien pisa una hoja seca.

El ruido provenía del patio.Todavía sin abrir los ojos, agucé el oído, para regis-

trar mejor el ruido y tratar de aclarar su naturaleza y pro-cedencia.

Sentí frío.¡Crash! ¡Crash! Oí que alguien se movía, sigiloso, en

el patio.Me dio miedo. Me inundó un temblor.Mi mente giró vertiginosamente en el vacío.¿Será un ladrón, tratando de entrar a la casa? Me pre-

guntaba. Tal vez.No me movía. Estaba tieso como una estatua, sin con-

traer un solo músculo, con los ojos cerrados.Contenía la respiración entrecortada procurando que

no delatara mi presencia a quien presumía que estaba enel patio.

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¿Será uno solo? ¿Serán varios? Me decía.¿Y si fueran asesinos?Recordé entonces aquella noche, no hacía tanto tiem-

po, en que estábamos cenando. Tal vez serían las 7:30p.m. o las 8:00 p.m. Escuchamos un grito estremecedor.Oímos gente corriendo en la calle.

Salimos apresurados a ver qué pasaba.Ya en la calle encontramos al Grillo, el sereno del al-

macén de vehículos y repuestos “Las Mercedes”, de Vi-nicio Perdomo Michel, que decía: ¡Mataron a Julio Brache!

Señalaba a una sombra veloz que corría por la calleSalcedo, hacia arriba, hacia la Duarte, indicando que eseseñor que corría, a lo lejos, había matado a Julio Brache.

En la galería de su casa. Reposando la cena. Lo fulmi-nó de una o más estocadas.

Otro crimen político, que quedaría impune.Todos en el pueblo sabían quién había sido el crimi-

nal. Lo vieron correr. Pero nadie hablaba. Era un crimenpolítico. La sombra siniestra de Trujillo se proyectaba enel escenario.

Días después preguntaba inocente al Grillo, para queme contara cómo había sido, quién había sido y me de-cía: ¡Olvídate de eso! Fue en la galería de la casa, pero no sesabe quién fue. ¡Olvídate de eso!

Pero tú tienes que saberlo. Tú estabas cerca. Seguro sabesquién fue, replicaba, sólo para recibir la misma respuesta:Olvídate de eso, que no conviene, olvídate de eso.

Cómo olvidarlo si a solo media cuadra de mi casa lomataron y al salir a la calle vimos aquella sombra furtivahuir hacia la calle Salcedo arriba.

Ese recuerdo absorbió mi mente. ¿Y si fuera otroasesino o el mismo asesino el que está en el patio? Mepregunté.

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Sentí un escalofrío que penetraba cada centímetro demi cuerpo.

Pensé en mi padre. Lo sentí en peligro.¿Y si quiere matarlo? Pero no, debe ser imaginación

mía, tiene que ser un delirio, una pesadilla.Traté de tranquilizarme.Sólo escuchaba la brisa fría en lo profundo de la noche.Ya no oía las campanadas de la iglesia.De pronto, se reprodujeron las pisadas.Entreabrí los ojos.Fue cuando vi en la pared posterior del cuarto, dibuja-

do con claridad, la imagen proyectada de un hombre conun fusil. Imagen que venía del patio.

Se veía claro el fusil. El cañón inconfundible.Ya no había dudas.Tenía que avisar a mi padre. Era urgente, antes de que

el intruso pudiera cometer su felonía.Tenía que hacerlo, pero ¿cómo?No podía moverme. Estaba petrificado. Los múscu-

los no me respondían.En un esfuerzo supremo mi mente logró imponerse al

cuerpo. Fue cuando me deslicé de la cama. Con sigilo fuigateando, tratando de no hacer ruido, apoyándome sobrelos codos.

Crucé de mi habitación al comedor y de ahí a la habi-tación de mis padres. La puerta estaba abierta. Penetré enel dormitorio y llamé en voz baja: ¡Papá, papá! En el patiohay alguien que está acechando con un fusil.

El sobresalto de mi padre fue mayúsculo. Lo sentí tre-pidar y conmoverse por aquella terrible revelación.

¿Estás seguro, mi hijo? Preguntó. Sí. Seguro. Le dije.Se levantó despacio, tomó una pistola Luger, alema-

na, que escondía en un librero situado en la habitación. Y

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salió hacia mi habitación, diciéndome que no me movie-ra de donde estaba.

Se fue arrastrando sobre el piso, como yo antes lo ha-bía hecho.

Lo seguí, haciendo gala de un valor que hasta enton-ces había ignorado.

Entró en la habitación. Trató de ver hacia el patio, através del alto ventanal. No distinguía a nadie.

Se subió al muro que dividía mi habitación de la ofici-na de abogado y allí estuvo esperando a ver si sentía al-gún movimiento o si veía a alguien.

La espera fue inútil.Amaneció. No había nadie. Ni tampoco quedaron

huellas en el patio.Le dije: Perdóname, papá; creí que había alguien. Me

contestó: Hiciste muy bien, mi hijo, al avisarme. Gracias.Nunca supe si en realidad hubo alguien en el patio. Al

revisarlo, ya de día, había colillas de cigarrillos en el sue-lo, pero bien pudieron ser de unos obreros que días anteshicieron un trabajo.

Tal vez fue sólo el reflejo de una rama de una mata delrosal, proyectando su sombra sobre la pared.

Lo que sí sé es que el 30 de Mayo ya estaba cerca yque se vivía un ambiente de miedo, de terror.

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6. LA CARTA

En la medida en que se acercaba el 30 de mayo de 1961,las visitas de Antonio de la Maza a mi casa de Moca, sehacían más frecuentes.

Lo recuerdo con nitidez. Llegaba temprano. Siempre decaqui. Entraba, saludaba y hacía un aparte con mi padre.

A veces desayunaba con nosotros. O simplemente to-maba café negro.

Se sentaban en la terraza y allí conversaban. En esasocasiones, ya cerca de la fecha histórica, no querían lacercanía de los muchachos. No deseaban ser escuchados.

¡Vayan a jugar por ahí! —decía papá. Y entonces, mishermanos y yo nos retirábamos al comedor, o a la sala, oa otro lugar.

Los veía conversar, solos. Estaba intrigado. Deseosode saber de lo que hablaban.

Recordaba cómo tiempo atrás, Papámaza había llega-do temprano a mi casa. Se le veía radiante. Afuera dejóun carro Chevrolet nuevo y quería que papá lo viera.

Salieron a la calle, frente a la casa. Allí estaba estacio-nado. Imponente. Sólido. Lustroso. No supe entonces dedónde procedía el júbilo que los embargaba. Lucían con-tentos, realmente contentos. Levantaron el bonete y exa-minaron el motor. Más tarde regresaron a la casa.

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Luego, después del ajusticiamiento, supe el motivo dela satisfacción que los embargaba. Ese carro tenía adap-tado un motor especial, de los que usaba la policía de losEstados Unidos, de alta potencia. Fue el vehículo utiliza-do por Antonio de la Maza para dar alcance a Trujillo enla hoy Autopista 30 de Mayo. Estaba preparado para eje-cutar una persecución a alta velocidad.

Pero después del día del carro no volví a ver la alegríaen el rostro de Antonio de la Maza y de Antonio GarcíaVásquez. Cuando se reunían en mi casa o fuera de ella, seles notaba el semblante serio, adusto.

Sus encuentros y conversaciones dejaron de ser aptospara los niños. Nos rehuían. Nos alejaban. Y eso me do-lía. Me sentía excluido.

¿A qué se debía ese cambio? ¿Por qué las cosas erandiferentes?

Antes, cuando ellos se reunían, sobre todo yo, y a ve-ces mis otros hermanos, nos manteníamos alrededor dela tertulia. Me gustaba escucharlos. De la misma maneracomo disfrutaba escuchando las historias de mi abueloEduardo.

Pero las cosas habían cambiado.Lo que conversaban era demasiado grave, demasiado

arriesgado, para que pudiera ser escuchado por niños opor jóvenes adolescentes.

Faltaban semanas para el 30 de mayo de 1961. Yotenía 15 años. Me daba cuenta perfectamente de todo loque ocurría, aunque jamás vislumbré que alrededor demí se estuviesen tejiendo acontecimientos tan trascen-dentales.

En esas semanas previas Juan Tomás Díaz había esta-do una o dos veces en el Cibao. Había estado en mi casa,en su imponente automóvil Buick especial.

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Era un general en retiro. Hombre de influencia. Imponíarespeto. Traslucía un aura de poder que cubría su persona.

Al fin y al cabo, había estado en activo hasta poco tiem-po atrás, con el rango de general de brigada, lo que, en unrégimen totalitario como el de Trujillo, significaba queestaba muy por encima de los ciudadanos normales y co-rrientes.

La tensión en mi hogar siguió en aumento. Lejos esta-ban los tiempos de aquellas reuniones familiares en quese cantaba, se tocaba el piano y se hacían cuentos de losque brotaba una alegría desbordante.

Ahora todo era complejo. La familia se reunía. Nuncadejó de hacerlo. Pero desapareció la espontaneidad quebrotaba de corazones exentos de responsabilidades tras-cendentes.

Apenas días antes del 30 de mayo, mi madre, RosaMichel, notó un halo de preocupación sobre mi padre. Lonotaba nervioso. Introvertido. Inquieto.

Lo veía entrar y salir, de la casa a la oficina. Lo oíausar la máquina de escribir. Ta, Ta, Ta, Ta. Ta que Ta, Ta,Ta. Taque Taque. Ratatatá.

En esa ocasión ella presentía que no se trataba de laredacción de un documento notarial, ni de nada relacio-nado con sucesiones, ni de ningún otro caso relacionadocon la oficina.

¿Cómo lo sabía? Quizás por ese instinto tan desarro-llado que tienen algunas mujeres. Tal vez porque notócambios significativos en la forma de ser de su marido.

Y tenía razón.Su curiosidad pudo más.Comenzó a tratar de ver lo que García Vásquez escri-

bía en su máquina.Al principio no lo consiguió.

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Contrario a lo que era normal en su esposo, el docu-mento escrito no reposaba en su escritorio, ni en la mesade la máquina de escribir.

Había sido guardado. ¿Pero dónde?Pasaron algunos días.Antonio García Vásquez estaba yendo de Moca a San-

to Domingo una vez por semana. Aparentemente a resol-ver asuntos jurídicos. Una buena coartada la brindaba elarreglo de la sucesión del señor León del Rosario, la cualestaba siendo trabajada por él.

En esos viajes a Santo Domingo, Antonio García Vás-quez iba acompañado por Ernesto de la Maza; y en oca-siones lo hacía con Mario de la Maza y con Tunti Cáce-res Michel. A veces juntos, otras por separado.

Eran parientes y amigos entrañables, por lo que no lla-maban la atención.

Después del 30 de Mayo nos enteramos que esos eranlos viajes para asistir a las reuniones semanales en la casade Juan Tomás Díaz, donde se reunía el grupo organiza-dor de la conspiración.

Antonio García Vásquez participaba en las reunionesdel grupo líder del movimiento, mientras que Ernesto,Mario y Tunti estaban disponibles para efectuar los rolesasignados, ya fuere actuando en la avenida en la persecu-ción del tirano o en el desarrollo del plan político.

La semana antes del 30 de mayo, más concretamenteel 24 de mayo, Antonio García Vásquez partió hacia San-to Domingo. Recogió a Tunti y a Mario en Moca y procu-ró a Ernesto en La Vega. Ese día cumplía años Antoniode la Maza, quien estaba en Santo Domingo.

Era uno de los días en que se pensaba efectuar el plan,con el grupo completo. Se esperaba que Trujillo fuese esa

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noche a San Cristóbal, pero no lo hizo y la espera resultóinfructuosa.

Las armas fueron depositadas al atardecer por MiguelÁngel Bissié en el apartamento de Antonio de la Maza,situado en la calle Ángel Perdomo, No. 2.

Esa noche, como en semanas anteriores, Trujillo ha-bía escapado de ser ajusticiado, en una porque sintió fie-bre y canceló su viaje, en otra porque utilizó un caminodiferente al Malecón y no pudo ser detectado.

Los conjurados de origen mocano rumiaron la frustra-ción de la espera fallida, celebrando esa noche el cum-pleaños de Antonio de la Maza.

El movimiento estaba a punto de ser descubierto. Ha-bía signos de que los agentes del gobierno estaban sobrela pista.

Mientras eso sucedía, Rosa aprovechaba la ausenciade su marido para satisfacer su curiosidad, hurgando ensus papeles. Entró de nuevo a la oficina de abogado conla tranquilidad de saber que podía buscar sin sobresaltos,puesto que su marido estaba fuera.

Sobre el escritorio encontró los papeles de siempre,propios del ejercicio de la abogacía.

En la mesa de la maquinilla no había nada.Siguió buscando. Echó la mirada hacia una pequeña

credenza. Movió uno, dos o tres libros. Debajo de uno deellos había una llave. La tomó.

Pensó que tenía que ser la llave de la gaveta del escri-torio. Probó. Efectivamente; esa era. Abrió la gaveta yallí encontró un papel, una carta, escrita en la maquinillade escribir que usaba tinta roja y negra.

Las letras eran negras, pero a veces se mezclaban entrazos rojos. Tomó el papel y empezó a leerlo.

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A medida que lo hacía comenzó a cambiar de color;empezó a experimentar sudores, hasta que su mente seconvirtió en un torbellino y su corazón empezó a latircomo si quisiera escaparse de su cuerpo.

La carta decía así, en la versión oral de mi madre, a laque puse toda la concentración llevándola al estilo queconocí de mi padre, puesto que el original, junto al planpolítico del 30 de Mayo y la proclama al pueblo domini-cano, fueron destruidos por el fuego en un incendio queconvirtió en cenizas nuestra casa de madera, en 1962:

“Queridos hijos Eduardo, Rosa Amalia, Carlos y Mayra.Querida Rosa:Si acaso les falto, por favor, perdónenme. Vivo atormentadopor esta atmósfera irrespirable que enerva mi ser.Anhelo que mis hijos puedan alcanzar lo que yo no he podido.Ansío que puedan conquistar lo que yo no he tenido: la liber-tad para actuar, para ejercerla, para recobrar la dignidad queeste pueblo ha perdido.Quiero que puedan mirar a sus semejantes con la cabezaerguida, con el pecho henchido de orgullo por el debercumplido.Deseo que mis hijos sean útiles a la sociedad.He procurado darles lo mejor de mí. Pero por más que hequerido no puedo sustraerme a la impotencia de saber queeste ambiente insufrible, lo corrompe todo.Hemos perdido hasta el prurito de sentirnos hombres.Cada día que pasa es mayor la humillación que pesa sobretodos. Ya no se respeta nada. Nadie está seguro. El terror y elatropello se han apoderado de las calles.La abyección, la traición y la delación se han convertido ennormas de la sociedad.He tomado una decisión grave.

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La he meditado, una y mil veces.La he rechazado. Pero he vuelto a aferrarme a ella. Sepanque si dejo este mundo, lo haré desgarrado. Me hacen muchafalta. Los quiero y los venero.¡Cuánto hubiera querido ver a mis hijos desarrollarse comohombres y mujeres de bien!¡Cuánto hubiese deseado orientarlos, para que fuesen fuertesde espíritu, y sólidos de carácter!¡Cuánto diera por verlos ya adultos sirviendo a la sociedadcon honestidad, actuando como hombres libres, con transpa-rencia y rectitud!Siempre soñé con ver mi descendencia, contemplar a los nie-tos, y tal vez biznietos que presiento que nunca podré tocar,acariciar, palpar.Lo daría todo con tal de evitar que tengan que pasar lo queyo he pasado; fingir lo que yo he fingido; humillarse comome he humillado.No vale la pena vivir si es para arrastrarse con sentimientoservil; si es para inclinarse reverente ante el despotismo, laavaricia, la corrupción, el peculado y el abuso.Si les falto, Rosa, diles a mis hijos lo que he luchado porellos. Cuéntales cómo los he querido.Diles todo lo que he tenido de Quijote y quizás lo que me hafaltado de Sancho.Recuérdales que ante todo, cuando sean adultos, no tolerenla violación a los derechos humanos; ni permitan que nadieles quite la libertad. ¡Que sean irreverentes ante el despotis-mo y humildes ciudadanos activos de la democracia!Incúlcales que por encima de sus intereses están los de lasociedad.Solo eso Rosa te encargo.¡Cuídate! ¡Cuídalos! Termina lo que debimos culminar entrelos dos.

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Espero que este sacrificio sea el comienzo de una vida distin-ta y mejor para todos.Los quiero con toda mi alma y solo espero que puedan per-donarme, comprender los motivos de mi ausencia y de estaamarga decisión.

Antonio”

Rosa tomó la carta entre sus manos, desesperada. In-capaz de hilvanar un razonamiento lúcido sobre las moti-vaciones reales de la misiva.

Pensó que su marido había enloquecido. La asaltó laidea de que la carta planteaba o un suicidio o la participa-ción en una trama contra el régimen, ambas terribles des-de el punto de vista de la estabilidad familiar.

Lo único que se le ocurrió fue salir a la calle, corrien-do, a buscar a algunos de los amigos de su marido paraprocurar apoyo y auxilio.

Así fue apresurada a la casa de Danilo Rodríguez, ca-sado con su prima Josefina Michel. Danilo, conocedorde la trama, trató de calmarla. Para ganar tiempo le sugi-rió que buscara a Antonio García Vásquez en La Vega,donde Ernesto de la Maza. Acompañada por Danilo fue-ron a La Vega, visitaron la casa de Ernesto y la de AlbertoRincón. No estaba allá.

Al saber de la carta y del histerismo de Rosa, añoróun motivo más de preocupación; sobre todo en la familiaDíaz. De hecho, Modesto comentó que ya la conspira-ción era comidilla de muchos y que para colmo ahora sólofaltaba esta carta y el nerviosismo de Rosa, que los poníaen peligro a todos. Afortunadamente, solo faltaban díaspara el tiranicidio.

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7. ARMAS

Como adolescente, curioso casi por definición, aprove-chaba las ocasiones en que ninguno de mis padres se en-contraban en la casa, para hurgar en su habitación en bus-ca de curiosidades. Así me enteré de que papá guardabaun arma corta, una pistola Luger alemana, en la parte deatrás de un librero que tenía en la habitación.

Cuando hacía un descubrimiento como ese tan exci-tante, solía contar a los amigos lo que había visto y, nocontento con esto, esperaba una nueva ocasión en que mispadres estuvieran fuera para mostrar físicamente el ha-llazgo. De esa manera mis compañeros de barrio e infan-cia pudieron ver con sus propios ojos la pistola Luger ale-mana que guardaba papá detrás del librero, la cualconstituyó la admiración del grupo. Y, aparte de eso, nosdedicábamos a manipular la pistola, sin tener real cono-cimiento de cómo se hacía, pero de hecho le quitábamosel cargador y la sobábamos para ver cómo funcionaba.

¡Qué lejos estaba yo de las consecuencias que una in-discreción de esta naturaleza pudiera haber traído parami familia! Pero eran cosas de muchachos, entre los cua-les había confianza absoluta, puesto que nos habíamoscriado juntos desde la niñez.

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Cierto es que entre los amigos algunos eran vecinosmíos y otros no. Unos eran tranquilos, otros inquietos.Algunos gustaban de los pleitos a puñetazos y otros losevitaban. Unos eran provocadores y agresivos, otros te-nían temperamento más apacible. Y, finalmente, entreellos los había con relación profunda entre nuestras fami-lias y otros con relación más lejana.

Entre esos amigos con relación más lejana con mi fa-milia había uno peculiar, cuyo nombre me reservo, peroque para los fines del libro voy a llamarle Ruperto. Era delos dos o tres gallitos de pelea que tenía el pueblo. Estabaen la época en que creía necesario mostrar sus habilida-des boxísticas y se dedicaba permanentemente a buscarcon quién pelear, independientemente de que fuera conun amigo o con un extraño. Muchos, aunque recibían pro-vocaciones no querían hacerlo, porque tenían la certezade que perderían una pelea enfrentados a alguien con ex-periencia muy amplia en esos menesteres y con habilida-des demostradas. Pero las provocaciones eran de tal mag-nitud y nivel de agresividad que, a veces, no quedaba másremedio que aceptar el reto o pasar la vergüenza de que-dar como un cobarde delante de los amigos.

Ruperto gustaba sobre todo de ofender a los jóvenesde su edad que, por una razón u otra estaban de visita enel pueblo. Es decir, a los forasteros. Y si estos eran exito-sos con las muchachas, como solía ocurrir por la nove-dad que representaban, entonces esto constituía una gra-vísima ofensa para el amigo, quien no perdonaba talinjuria, y entonces se dedicaba a desafiar a los jóvenesvisitantes con tal determinación que algunos tuvieron queabandonar el pueblo para evitar males mayores.

Entre el amigo pica pleitos y yo había amistad ynunca se produjo un pleito físico, pero no faltaron las

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provocaciones y abundaron las discusiones sin mayoresconsecuencias. Tenía a mi favor el hecho de que era muyalto y de brazos largos, y cuando Ruperto comenzaba aprovocar y se cuadraba y tiraba golpes en son de retozopero con la intención de entrar en pelea, yo le ripostaba yle llegaba con facilidad, manteniéndolo alejado, mientrasque él, de brazos cortos, tenía dificultad en alcanzarme.

Aún así, yo prefería no alargar el juego, porque en rea-lidad no deseaba tener un enfrentamiento real con Ruper-to, para quien pelear era una vocación permanente, diur-na y nocturna.

En las cercanías de mayo de 1961, en abril o en el mis-mo mayo, escuché a papá haciendo un trabajo de carpinte-ría en su habitación, pero con la puerta cerrada. Oía el so-nido de las herramientas, el ruido del martillo o del serrucho,pero no sabía de qué se trataba porque la habitación estabacerrada. Y papá no dejaba que nadie entrara.

Me quedé con el deseo de saber qué trabajo se estabahaciendo en la habitación. No recuerdo si le pregunté apapá, ni tampoco la respuesta que recibí. En todo caso,no quedé satisfecho. Mantuve el deseo de conocer de quése trataba.

En realidad era una simple curiosidad, pero algo mellevaba a conocer con precisión en qué consistía ese tra-bajo y para qué servía.

En la habitación de mis padres había un armario decaoba dónde se guardaba la ropa y objetos personales. Allado de ese armario existía un closet de madera empotra-do en la pared, en el que se colgaba la ropa, es decir lascamisas o los vestidos y se guardaban los zapatos.

En una ocasión en que mis padres salieron me dedi-qué a inspeccionar su habitación a ver qué encontraba.Sobre todo quería saber en qué consistía el trabajo de

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madera que había hecho papá. No era fácil, puesto que asimple vista no se veía nada nuevo en la habitación. Esdecir, no había sido el librero que se convirtió en más gran-de, tampoco una mesa que se agregó. ¿Qué podía ser?

Busqué y busqué, sin éxito. Luego fui descartando hi-pótesis. Si no veía nada nuevo en el perímetro de la habi-tación, entonces el trabajo tuvo que realizarse hacia aden-tro de los armarios. Busqué en el armario de caoba perotodo estaba normal. Seguí buscando en el closet de made-ra; vi los estantes. Todo normal. Miré hacia arriba. Todoen su sitio. Estaba frustrado. Sin embargo, sabía que algose había hecho o cambiado en la habitación, pero ¿en cuállugar, en qué sitio?

Revisé el entramado de listones de madera en que secolocaban los zapatos. Nada distinto se percibía. De pron-to, por casualidad o por puro instinto, di un golpe en elpiso del closet. Sonó hueco. Ahí tenía que ser. Comencéa ver si era un piso fijo o si en realidad había una tapa.Efectivamente. Se trataba de un falso piso. Levanté lamadera que fungía de tapa y vi un simple espacio vacío.

El trabajo de carpintería que hizo papá era ese: la cons-trucción de un falso piso debajo del closet. Pero allí habíaun hueco y nada más. Coloqué la tapa en su sitio y cerréel closet. Satisfice momentáneamente mi curiosidad.

Transcurrieron varios días. Algo me decía que el falsopiso debía cumplir alguna función, puesto que no teníasentido tenerlo vacío. Se presentó de nuevo la ocasión enque mis padres no estaban en la casa. Volví al closet. Le-vanté la tapa. Y ahí vi, reposando en el falso piso, algunasarmas largas. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. ¡Armaslargas! Pensé. ¡Qué descubrimiento tan excitante! Luego dela emoción que recibí, procedí a cerrar cuidadosamenteel closet.

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De inmediato, al encontrarme con algunos de misamigos, les comuniqué la noticia. Quedamos en que esta-ríamos a la expectativa para, cuando se presentara la oca-sión, mostrar las armas a los amigos.

La ocasión se presentó pronto. Creo que solo dos otres de mis amigos, entre ellos Ruperto, pudieron ver lasarmas. Quise mostrarlas posteriormente a otros amigos,pero cuando abrí el falso piso me di cuenta de que ya lasarmas largas no estaban ahí.

Al poco tiempo Ruperto y yo tuvimos un enfrenta-miento agrio, sin que llegáramos a pelear físicamente.Hubo prácticamente una enemistad pasajera.

Una noche, cerca del 30 de mayo de 1961, como Ru-perto no encontraba la manera acertada de provocarme, seestacionó en la esquina de mi casa, cerca de las 8:30 p.m.,y comenzó a amenazarme, voceando con estridencia, apleno pulmón, que iba a decir lo que teníamos escondidoen la casa. Lo repitió, voceando, varias veces. Afortuna-damente, nadie entendió lo que hablaba o nadie lo imagi-nó, ya que él no mencionó de lo que se trataba. Al pocotiempo Ruperto se fue y el asunto no trascendió.

Sin embargo, atando cabos, ahora que conozco losapuntes de mi padre, donde explica que los tres fusilesM-1 que se usaron en el ajusticiamiento de Trujillo estu-vieron por varios días en su poder en Moca, hasta que sehizo un falso piso en su guagua Opel Caravan construidopor Danilo y Reynaldo Rodríguez y Leonte Schott Mi-chel, con el propósito de transportarlas cada miércoles aSanto Domingo y tenerlas disponibles para el tiranicidiopienso en la importancia que tiene el azar en los eventoshistóricos. Dichas armas fueron entregadas al poco tiem-po a Miguel Ángel Bissié, quien las guardaría hasta el díadel ajusticiamiento del tirano.

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Aquella curiosidad de muchachos, la imprudenciamía, la amenaza de Ruperto de denunciar lo que estabaguardado en el falso piso del closet de mi casa, pudo habersido determinante. Si un calié hubiera pasado cerca de dondeRuperto pronunció su amenaza, quizás las armas hubieransido descubiertas. Afortunadamente no fue así.

En honor a Ruperto, lo suyo, lo que hizo o trató dematerializar, no contenía malicia. Era, solamente, la ex-presión de su permanente desafío al mundo.

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8. LA MADRUGADA DEL 31 DE MAYO DE 1961

El 30 de mayo de 1961 fue una noche normal en Moca.Era martes.

Ernesto y Mario de la Maza Vásquez, Luis Manuel(Tunti) Cáceres Michel y Eduardo Antonio García Vás-quez se acostaron temprano, pues al día siguiente debíandirigirse a Santo Domingo, como todos los miércoles, acumplir la misión que se habían impuesto: la de partici-par en la liquidación de la larga noche que durante másde 30 años ensombreció la República.

No hubo un sólo mensaje, una sola señal de que losacontecimientos se adelantarían. Nada que los hicieseestar preparados para enfrentar el asedio de las fuerzasrepresivas. Sus compañeros, en especial Antonio de laMaza Vásquez y Juan Tomás Díaz, no llegaron a comu-nicarles que el ajusticiamiento se realizaría ese martes,30 de mayo, ni tampoco que a eso de las 9:30 p.m. yaTrujillo había sido ajusticiado. Confiaron en que el planpara la ejecución del golpe de Estado se iba a efectuar sininconvenientes y en que habría tiempo de avisar a los de-más conjurados.

Mientras los conjurados de Moca se preparaban paradormir ¡cuán lejos estaban de que esa noche se estaba eje-cutando el tiranicidio que tanto desvelo les había costado!

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Ya en las primeras horas de la madrugada de lo queera el 31 de mayo, las fuerzas del Servicio de InteligenciaMilitar (SIM) y los militares mostraban su eficiencia alorganizar una redada relámpago que, apenas en variashoras, les permitió apresar a casi todos los implicados enla conjura y a sus familiares más directos.

Mi casa fue tal vez una de las últimas en ser cercadas.Era cerca de las 5 de la madrugada.Previamente, al filo de la media noche, se habían lle-

vado a Ernesto de la Maza, en La Vega.Y entre la 1:00 a.m. y las 4:00 a.m. habían recogido a

todos los integrantes de la familia de la Maza, en Moca. Adon Vicente, Mario, Bolívar, Bienvenido. A Pirolo, en San-to Domingo. A las mujeres: Dulce, Pura, Olga, Gladys, Co-lombina, las apresaron al otro día. No quedó suelto un solomiembro de esa familia que tuviera más de 15 años.

Se oyó una fuerte voz que tronaba frente a la puerta demi casa.

Estaba oscuro.Tan, Tan, Tan, Tan. Don Antonio ¡Abra! Don Antonio

¡Abra!Era una voz conocida.Tan, Tan, Tan, Tan. Don Antonio ¡Abra!Papá se despertó. Escuchó las voces. Eran varias. Pen-

só que la conspiración había sido descubierta.Atinó a ponerse un pantalón y una camisa. Tomó la

pistola.Se dirigió sigiloso hacia el patio.Tan, Tan, Tan, Tan. Don Antonio ¡abra!Observó que en el patio había soldados. La casa esta-

ba rodeada.Tan, Tan, Tan, Tan. Don Antonio ¡Abra! Soy Neno Guz-

mán. El capitán quiere verlo en la fortaleza.

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30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

Era el teniente Neno Guzmán Fernández, mocano,miembro de una familia amiga, pero que traía la enco-mienda de apresarlo.

No era posible escapar.Respondió la llamada. Pidió tiempo para cambiarse.

Y se entregó.Así comenzaría un período terrible en la cárcel. Sus

hermanos Ramón y Bienvenido García Vásquez tambiénestaban presos, al igual que su padre Eduardo, con alre-dedor de 80 años de edad.

Antonio García Vásquez se dedicó en prisión a con-fundir a los torturadores esbirros del régimen, los que ja-más sospecharon que bajo su estampa de abogado, se ocul-taba la figura de uno de los que organizaron y dieron vidaa la conspiración.

Salvó su vida. Es verdad. Gracias a la generosidad desus compañeros de gesta y de cárcel, entre ellos algunosque situados al borde de la muerte le juraron que no sal-dría delación alguna hacía él, pero le pedían, eso sí, quecuidara de sus familias.

Salvó su vida, porque pudo lograr que ni siquierael aparato de inteligencia de Trujillo lo asociara a loshechos.

A cambio, el precio fue el de que lo ignoraran; el deque poco a poco se colara la idea de que sólo quedarondos sobrevivientes de la gesta, Imbert y Amiama.

En lo adelante, en estas páginas, se citarán los apuntesy los recuerdos de parte de la gente que, de una forma uotra, estuvo vinculada al ajusticiamiento de Trujillo.

Aspiramos a que esos testimonios sirvan para dar unaidea más clara de cómo y de qué forma surgió esta gestalibertadora. Hay muchos otros aspectos que quedaránausentes, muchas personas que tal vez no se mencionan

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lo suficiente. En realidad, nos hemos concentrado en loque tiene que ver más con la puesta en relieve de los queeran integrantes de la gesta, pero que quedaron olvidados.

Es nuestra convicción que debe corresponder a losmiembros de la Fundación 30 de Mayo realizar algo másamplio, comenzando por reconocer a los olvidados, demanera que se integre en una sola unidad los pedazos deverdad que guarda con celo cada familia de los partici-pantes. La Fundación quedaría engrandecida en la mis-ma medida en que corrija la distorsión histórica de losdos únicos sobrevivientes, que ha perdurado hasta nues-tros días, y muestre que la gesta no se ejecutó por motiva-ciones personales, que las hubo, sino por un sentimientomás poderoso y predominante: el ansia de ofrendar alpueblo un clima de respeto a los individuos y a las fami-lias y de plenas libertades públicas.

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Eduardo García, su esposa Amalia Vásquez y sus hijos Antonio, de pie a laizquierda, Bienvenido, sentado, y Ramón, de pie a la derecha.

Octavio Fenelón MichelVásquez (Pichilín)

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Antonio García Vásquezy Rosa Michel.

De izquierda a derecha, RosaAmalia García Michel, Lourdesde la Maza y Carlos García Mi-chel. Parcialmente oculto, Eduar-do García Michel.

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Antonio de la Maza Vásquez y Antonio García Vásquez.

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Antonio de la Maza y Aída Michel en Tiroli (Villa Anacaona).

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Antonio de la Maza montando a caballo a EduardoGarcía Michel.

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Familia de la Maza Vásquez: sentados, Vicente de la Maza y ErnestinaVásquez. De pie, desde la izquierda, los hermanos Ernesto, Mario, Anto-nio y Octavio (Tavito) de la Maza. Sentados, Rafael y Pablo (Pirolo). Depie, también desde la izquierda, las hermanas Pura, Dulce y Ana Estela(Tortola). Sentadas, Matilde y Olga.

Bodas de Antonio de la Maza y Aida Michel, 1945. A la izquierda, OctaviaDíaz de Michel (Tavita). En el centro, Cristiana Michel (Tana), y José R.Cordero Infante (Pilino). También aparecen otros miembros de la familia.

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9. EDUARDO ANTONIO GARCÍA VÁSQUEZ1

A continuación reproducimos las notas de Eduardo An-tonio García Vásquez sobre la gesta del 30 de Mayo. Eloriginal del primer borrador está en manos de la familiaGarcía Michel. El del segundo fue entregado por CarlosGarcía Michel a José Abigaíl Cruz Infante para su repro-ducción, que efectivamente se realizó, en el periódico ElSol. Ese original no pudo ser recuperado por la familia,aunque quedó una copia, a la cual se hicieron correccio-nes de estilo. Es ese borrador, con las correcciones seña-ladas, el que transcribimos a continuación.

TESTIMONIO DE EDUARDO ANTONIO GARCÍA VÁSQUEZ

“Con la advertencia de que así, con relatos individuales,no se sabrá jamás la verdad por completo, les narro lo quesé de la conspiración del 30 de Mayo, menos ciertos as-pectos que deben ser discutidos con algunas personas.

1 Estas notas fueron redactadas, por su autor, en Madrid, España, en 1963,cuando se desempeñaba como embajador dominicano ante ese país, y luegoampliadas en Bogotá (Colombia) y en Lima (Perú), en años posteriores, con elobjetivo de servir de base a sus memorias. Desgraciadamente no pudo con-cluir con las mismas, ya que la muerte le sorprendió en Bogotá, en 1980.

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Eran los primeros meses del año 1959. Ignoraba, paraentonces, las relaciones que el general Juan Tomás Díazhabía tenido, cuando menos, en uno de los frustradosintentos por sacudir la tiranía sangrienta que ahogaba alpueblo dominicano.

Así estuvo en contacto con Rafael Ellis Sánchez (Pu-pito) o ya con grupos de oficiales militares, como aquelque dejó comprometido a todo esfuerzo por la liquida-ción del déspota al héroe mártir Pedro Livio Cedeño, so-breviviente de las ansias de libertad que alimentaron, parasólo llevarlos a la tumba o al fondo del mar, a un grupo deoficiales idealistas. Pero lo cierto es que, en su connaturalestado de cara seria y palabra de buen humor, iba descu-briendo sus inclinaciones a la libertad.

Hago memoria de una noche, en el Club Recreativo deMoca. Se encontraba el general, entonces comandante delDepartamento de La Vega, junto a una mesa con los her-manos Rojas Badía, el capitán comandante de la plaza, yotras personas. Antonio Rojas Badía abordó temas peli-grosos, de esos que acarreaban la muerte o la desaparición.

Juan Tomás se puso de pie. Dictó al comandante de laplaza órdenes estrictas y tomó sobre sus hombros la res-ponsabilidad de lo ocurrido. Antonio Rojas fue llevado asu casa por sus hermanos, y el general, ya en inmediatoabandono del sitio, dijo: “Me puede costar la vida, pero nopuedo arrostrar complicidad con el monstruo ése”, en referen-cia a Trujillo.

Para el año de 1959 —a principios— o a finales de1958, el general Juan Tomás Díaz fue señalándome, en-tre en broma y en serio, sus inclinaciones libertadoras.

Entre sus señalamientos me dijo que grupos de domi-nicanos, asistidos aparentemente por ciertos sectores oesferas de los Estados Unidos, programaban introducir

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armas en el país y quizás realizar una expedición militar;que él no creía en incursiones armadas; que Trujillo eramuy fuerte, etcétera..., siempre sin dejar traslucir clara-mente su postura.

Así llegó la expedición de junio de 1959, que me sor-prendió junto al general Díaz en una fiesta familiar que secelebraba en su finca de Las Canas, jurisdicción de LaVega. Juan Tomás, que a la sazón era el general coman-dante de la Brigada de La Vega, fue llamado urgentemen-te y por el camino, en uno de los puestos del Ejército Na-cional, se enteró de lo que estaba ocurriendo, y, ya denoche, nos marchamos todos los demás, ignorantes de larealidad de los sucesos.

Luego, frente a las noticias, quedé visitando la casadel general en la mañana, en la tarde o en la noche decada día.

UNA VISITA Y UNA CONFIDENCIA

Al siguiente día de la expedición encontré al general JuanTomás Díaz en su casa, en La Vega. La hora: cerca de las2:00 p.m.

Luego de saludarle, él inició la conversación. “Iba allamarte. Mira, llegó una orden para detenerte a ti y a otrossindicados como enemigos del gobierno”. Se levantó de la si-lla, tomó su revólver privado, un Bull-Dog S & W, calibre38, y me lo entregó junto al cinturón repleto de cartuchos.Luego, con aire de preocupación me dijo: “Irás a Moca, tepresentarás en la fortaleza y pedirás ver al capitán. Dile quedesde el primer día te presentaste aquí para cooperar y que eserevólver te lo di yo, agrégale que te di un arma larga y que estása disposición del Jefe”.

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En esos instantes se detuvo a la puerta un vehículo yenseguida hizo su entrada el señor Amable Castillo. Salu-dó y de inmediato dijo a Juan Tomás: “Compadre, hay unrumor de que un hijo mío vino en el avión ese de Constanza.Juan Tomás le pidió el nombre, meditó un poco y le contestó:En la lista no hay un solo individuo de nombre Amable Casti-llo, eso no es verdad”.

Castillo se marchó y yo me quedé un rato más, ago-tando un whisky que nos habían servido. Habrían pasadono más de quince minutos, cuando llegó un correo mili-tar. En una ampliación de la lista, se incluía y se daba pormuerto a Jesús Amable Castillo, el hijo del compadre queacababa de inquirir por su destino.

Un momento después yo salí para Moca y cumplí elencargo y consejo del general.

Al día siguiente, Juan Tomás envió a buscarme con suconductor. Me fui a su casa de inmediato. Lo encontré ensu típica posición de sentarse a horcajadas sobre una sillade comedor, con los brazos descansando sobre el bordesuperior del espaldar. La camisa de mangas recortadasdel ejército, sueltos sus dos botones superiores. Cerca,sobre la mesa, un vaso de whisky.

Saludé con un “¿Qué sucede?” Y me respondió: “Mehan echado la vaina más grande”. Se levanto. Tomó un vaso.Me sirvió un whisky y rellenó el que tenía por delante. Ycontinuó: “El general Bonetti fracasó y me entregan el man-do... Tú sabes hasta donde llega este hombre —Trujillo— y yono quiero mancharme con la sangre de esos muchachos... Nopuedo rebelarme, y ya, esta tarde, debo partir para Constanza arecibir el mando... Antes, los generales fijaban su posición porproclamas o por arengas... pero, ahora, ¿cómo?”.

Bajó la cabeza; intercambiamos ideas salidas de aque-lla situación terrible... y Juan Tomás pronunció más tarde

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en Constanza unas palabras que recogió la historia (pu-blicación del vocero de la Agrupación Política 14 de Ju-nio, de principios del año de 1962). Esas palabras no séquien las escribió.

Con la nueva posición del general Díaz, me compro-metí a mantenerme vigilante y cerca de su casa y familia.Su hija Marianela estaba casada con mi hermano menor,Bienvenido.

REVELACIÓN

Algunos días más tarde, los terribles comentarios sobretorturas y asesinatos de prisioneros, me llevaron a espe-rar por Juan Tomás en su casa. Para suerte, regresaba esedía de Constanza. Le hablé de los comentarios. Me tiré afondo, diciéndole: “Juan Tomás, ¿qué has ganado con tusescrúpulos, con hacer prisioneros en constante afán por salvarlas vidas de aquellos muchachos, casi todos profesionales, si luegoen San Isidro, son salvajemente torturados y asesinados?”. Co-menté que el esfuerzo para evitar la sangre de esos mu-chachos idealistas, la orden estricta de tomarlos prisione-ros, de cuidarlos, parecía cínica y terrible. Agregué que“el pueblo dice que a esos prisioneros se les tortura y asesina enforma salvaje”. Me contestó, “Ya lo sé. Es verdad. No ya elviejo, sino que también el hijo, Ramfis, que parece será peor queel padre, los está masacrando”.

Tomé de nuevo la palabra, y continuando la arranca-da, agregué: “Lo peor es que el pueblo, yo no sé de dónde losaca, tiene su esperanza puesta en ti. Se piensa que tú harásalgo, que tienes que hacer algo”.

Carraspeó... una, dos, tres veces. Se dilataron sus ojos enotra de sus características reacciones, a manera de linterna

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que aumenta por otras tantas veces la luminosidad de susdestellos... luego, sentado como siempre a horcajadassobre la silla, la vista estática paralela al horizonte, hablósuave, entre excusa y explicación introspectiva. Noté quemudaba el rostro, me puso la mano sobre el hombro ydijo: “No sabes hasta donde llega este monstruo: Trujillo. Yosoy el general de La Vega, comandante de operaciones contra laexpedición de Constanza, pero ¿sabes tú quien es el jefe ejecuti-vo de la fortaleza... Yo?”. Y apuntando en dirección de lacercana fortaleza, asiento del comando de su departamen-to, continuó diciendo: “El coronel Simó. De ahí yo no puedosacar nada, ni un fusil. Trujillo es peor que Satanás. Yo nopuedo hacer nada y dicen que la oportunidad es calva; pero es-pero le nacerá un pelo y creo que no moriré sin ver la libertad,sin vivir, en libertad”.

Su exaltación, más que a mi intervención, se debía ala visita, momentos antes, de Alicinio Peña Rivera, unode los comandantes del Servicio de Inteligencia Militar(SIM), encargados del terror político, los que le eran muyodiados.

Ya, en la más de una hora que pasé allí, no atendí aotra cosa. (Por cierto, me obsequió un hermosísimo cu-chillo, encontrado en poder de uno de los expediciona-rios que, como preciada joya y símbolo sagrado, regalaríaluego a Antonio de la Maza).

Hubo otras palabras, pero ya mi pensamiento y minu-tos después todo yo, corría en busca de Antonio de laMaza, que a la sazón se encontraba en Moca, para comu-nicarle a éste la grande nueva. De la Maza postergó suobligatorio regreso a la frontera con Haití en donde teníasus aserraderos y, por la noche de ese mismo día, en apa-rente visita familiar y de amigos nos reunimos con el ge-neral Díaz, en su casa de La Vega. Juan Tomás, al otro

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día, fue sustituido en el comando de operaciones, por elgeneral Mélido Marte.

UN SALTO ATRÁS: UN HOMBRE Y LA PASIÓN POR LALIBERTAD

No cabe quizás en este relato ir hasta el Antonio de laMaza, Quijote-niño de la libertad, ni señalar que en elajusticiamiento del otro tirano que padeció la Repúbli-ca, el general Ulises Heureaux (Lilís), el más joven delos conspiradores lo fue su padre, don Vicente de laMaza.

Basta señalar que para los primeros días del gobiernode Trujillo, con apenas 16 años de edad no cumplidos, dela Maza, en compañía de un valiente, Arcadio Domín-guez, quien luego fue asesinado en la cárcel, asaltó unapatrulla del Ejército Nacional, dio muerte a un soldado,hirió a otros dos y se hizo de cinco rifles con los que in-tentó irse a las montañas a prender fuegos de sublevación,junto al íntimo amigo de su padre, el general Pedro Estre-lla (Piro), quien se decía sublevado en Los Amaceyes,jurisdicción de Moca.

Pero eso es un capítulo para una biografía que, junto aotros, esperan por un autor.

Luego, cuando el tirano levantaba su pedestal egolá-trico en una de las que se denominaban “revistas”, Anto-nio empuñó una pistola que no se disparó por la interven-ción de un oficial del servicio de seguridad. De la Mazaafirmó que iba a vengar ofensas y atropellos inferidos porun miembro del Ejército, a quien creyó reconocer allí.(El disparo hubiese ido contra el pecho del entonces pre-sidente Trujillo).

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El tiempo corrió fatalmente, como siempre será; yaquel muchacho se hizo hombre en la escuela más dura;tamizado por la vida llena de azares, en regateo constantepor calles, campos y cárceles. Al través del trabajo diná-mico se hizo de un cuerpo fuerte para contener su almadilatada.

Ya el respeto que cobraba su ánimo decidido adquiríafama. En los momentos más comprometidos, la interven-ción de personas como la viuda del presidente RamónCáceres Vásquez, doña Sisa, y de amigos de su familia,reclamaban el perdón del déspota.

Perfilado como de valor extraordinario, se le tenía bajovigilancia y cuando se conoció que portaba una pistola seordenó a un sargento, quien se acompañaba de dos solda-dos, que le despojara de la misma.

Se le encontró frente a la casa de mi padre, EduardoGarcía, y cuando los soldados iniciaron el uso de sus ar-mas, Antonio surgió con la pistola en su diestra e inicióuna retirada bajo la advertencia de “Si se mueven, les mato”.Fue retrocediendo, pero, de un auto que se acercaba emer-gió el entonces capitán Andújar y varios soldados más...El capitán dijo: “de la Maza, se nos ha ordenado pedirle supistola, por favor entréguemela”. Entonces, Antonio, unien-do a la acción la palabra dijo: “Así como caballero la entregoy me someto”. Y pasó el arma al capitán, quien la tomó porla empuñadura. Violentamente, el capitán inició con lamisma pistola, junto con la soldadesca, toda vía de he-chos contra de la Maza, quien se desplomó sin sentido.

Aquí, Eduardo García, mi padre, quien reaccionabacontra el atropello, intentó salir de su comercio para ha-cer causa común con Antonio. Su esposa, Amalia Vás-quez, mi madre, evitó tal vez su muerte, al abrazarlo paradetenerlo.

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Tras el forcejeo, mi madre inició su peor crisis de em-barazo, hasta llegar al aborto. Dos meses estuvo entre lavida y la muerte y por fin se recuperó.

Esto fue el broche que me uniría en amistad indes-tructible con mi pariente Antonio de la Maza Vásquez, yque luego nos llevaría a forzar el restablecimiento de laamistad entre nuestros dos padres.

Luego, Antonio se hizo agricultor, bajo la proteccióndel capitán Pilo Santelises. Tras otra crisis frente a Truji-llo, ante quien le habían delatado, se convirtió en aserra-dor, primero en las cumbres de la medianía, allá en losCacaos de Monción hacia adentro y, luego, en VillaAnacaona y Restauración, junto a la frontera haitiana.

En 1957, un aldabonazo trágico, el asesinato de suhermano Octavio (Tavito), por los cancerberos de Truji-llo, respaldaría su natural disposición anímica por la rei-vindicación de la libertad (junto a mí planeó diversos aten-tados) con una decisión inquebrantable contra el déspota.

Lo recuerdo con nitidez. Era 6 de enero de 1957: las 5de la mañana. Tocaron a mi puerta. Me levanté con pre-caución. (Ya había estado preso por motivos políticos).Abrí con el mayor cuidado. Recuerdo aquel rostro, aque-lla expresión. Ni un rictus, ni una lágrima... Tres pala-bras: “Mataron a Tavito...” Un silencio, un abrazo más lar-go que la eternidad del silencio y luego su voz de hombresolo y triste junto a mi oído, sin otra cosa más. Su voz desiempre que le definía tan bien. Me apretó fuerte y, creoque lo dijo... yo lo oí: “¿Lo juras?”. Se separó, me miró alos ojos y creo que respondí: “Sí”.

Era una decisión sin forma, el compromiso de hacersin hitos ni señalamientos en el ancho camino del tiempo.

Más tarde, al cabo de casi un mes, el mea culpa de Tru-jillo, en un melodrama de exaltado cinismo, con lágrimas

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copiosas y reversión de conciencia, gritaba a “su hijo, alhermano de Ramfis”, destruido por el monstruo de su ser-vicio de persecución y exterminio, del que no había teni-do consciencia de su capacidad criminal.

Vino después la pretensión de comprar a Antonio, en-tregándole contratos de construcción de carreteras y cuar-teles, alterados en su precio al triple y cuádruple de su va-lor. Personalmente lo hizo responsable de contratos de obrasen la región de sus aserraderos, en donde prácticamente sele confinó. Todo aquel dinero Antonio lo tiró a manosllenas, en parrandas y francachelas, por centenares y mi-les dejados en manos de mujeres de la vida, quizás paraque hiciere el único bien de aligerarles su despreciadamisión de guardar la furia de los dragones, que amamantaesta sociedad falseada, o, lo devolvía, en prodigalidad quepasó inadvertida, a muchos oficiales, clases y rasos de unejército que, contra su pueblo, cumplió la misión de en-tronizar a Trujillo. Ese dinero era maldito y manchaba ycon él no podía procurar bienes para sí o su familia.

El siguió en su viacrucis, incomprendido hasta por lossuyos; fraguando quimeras. Programó atentados y llegóel día en el que se encontró al general Díaz, en el mes dejunio de 1959. ¡El destino apuntó distinto desde aquel mesen la noche negra y larga del pueblo dominicano!

VOLVAMOS AL GENERAL DÍAZ

Juan Tomás Díaz quedó de comandante del Departamentode La Vega en la difícil situación que se fue creando luegodel exterminio de los expedicionarios de Constanza,Maimón y Estero Hondo, cuando las montañas centralesy las playas del norte se iluminaron de esperanzas.

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Eran tiempos críticos. Aumentó la represión. Pero elasesinato de aquellos valientes, de los mártires de la ex-pedición, había abierto una brecha. Un movimiento dejuventud develado a destiempo para la fructificación desus objetivos, enarbolaba como mística la fecha del 14 dejunio. Centenares de jóvenes idealistas se agrupaban bajoel liderato de Manuel Aurelio Tavárez Justo.

Salvo algunas excepciones, todos fueron a dar a lascárceles de tortura. “La 40” y “El 9” volvieron a ser tes-tigos del morbo criminal que signaba a Trujillo y a susherederos. Los sobrevivientes fueron trasladados luego adistintas cárceles y algunos fueron puestos en libertad.Entre los que quedaron en prisión se encontraban los es-posos de las tres hermanas Mirabal.

Ante el cuadro de horror la Iglesia inició un procesode rebeldía. En La Vega, el obispo Panal empuñó los pen-dones de la caridad desafiante. Se desafió al César con lacarta pastoral y, horrorizando al crimen, cayeron asesina-das las hermanas Mirabal.

Los campesinos fueron penetrados por las prédicasque, desde el púlpito, algunos sacerdotes valientes ibanapuntalando. No podían hacerlo sino con lenguaje tími-do, pero el pueblo estaba receptivo.

La Vega y su obispo, centraron esta nueva posición dela iglesia de Cristo. El obispo Panal fue amenazado. Sutemplo-catedral profanado, igualmente que el de San Juande la Maguana. Se pretendió incendiar la casa curial, peroel pueblo cerró filas, la rodeó y con piedras y estacas ladefendió de los sicarios que eran vanguardia de la PolicíaNacional.

En estas circunstancias, se ordenó al general coman-dante de La Vega el asesinato del obispo Panal. JuanTomás se socorrió de la doctora Iluminada Lora, quien

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mantenía el contacto entre el obispo y el general. Encare-ció al obispo que no saliera por nada de la casa curial y,en su desesperación, alcanzó a buscar como apoyo al her-mano del tirano, el mayor general Petán Trujillo. Eso sal-vó a Panal.

Las circunstancias del develamiento del movimientoclandestino del 14 de junio, que iban de mal en peor en elpaís, llevaron al sobrino del general Díaz a asilarse enuna embajada, junto a su madre Gracita, hermana de JuanTomás, en unión de otros compañeros.

Juan Tomás fue llamado a Santo Domingo y se le pre-sionó para que hiciera salir de la embajada del Brasil a suhermana Gracita y a su sobrino Nabú Henríquez Díaz.Por el contrario, secretamente robusteció a aquella.

Es bueno señalar que Juan Tomás ya había comisio-nado de llevar recado a Caracas a Luis Aquiles Mejía, conel mensaje de que su casa, vivida y reparada por Juan To-más, sobre compra que le impuso Trujillo, estaba bien guar-dada. (Esta casa fue sometida a subasta por confiscaciónque se dictara contra Mejía por alta traición a la patria yllevaba el número 63 de la calle César Nicolás Penson).

Esa misma información me dio a mí, con el encargode velar que se cumpliera la devolución de la misma,como la de aquellos bienes de Juan Rodríguez García,que estaban en su poder. Previsión hecha por si quedabaen el camino en los esfuerzos que darían culminación al30 de mayo de 1961.

PLANES DISTINTOS DENTRO DE LA CONSPIRACIÓN

En un principio poco o nada pudo hacerse. Juan Tomásquedó separado de las filas del Ejército tras el asilamiento

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en la embajada del Brasil de su hermana Gracita Díaz yde su sobrino Nabú Henríquez Díaz.

El país, destruidas las expediciones de 1959, quedósujeto a una vigilancia que se acentuaba cada día, comoigualmente se acentuaría el terror en cada segundo de cadaminuto de cada hora de los duros días que siguieron a laintentona libertadora.

Pero si en la iglesia de monseñor Panal y monseñorO’Reilly creció la caridad desafiante, que se pondría allado de los padecimientos del pueblo, rescatando el pres-tigio de los ministros de Cristo, en las venas de muchosdominicanos una dignidad olvidada traería substanciacio-nes nuevas a la conciencia del pueblo.

Había hecho explosión, conmocionando a América yel mundo, el atentado contra el presidente de Venezuela,don Rómulo Betancourt. La decisión de la reunión deconsulta de los cancilleres, efectuada en San José de Cos-ta Rica, había aislado, diplomática y comercialmente a laRepública Dominicana.

Eran esos tiempos de angustia, con la lista de desapare-cidos creciendo, con el Servicio de Inteligencia Militar au-mentando, con los mecanismos económicos desajustados.

He dicho que en los Estados Unidos y en otros sitios,grupos dominicanos se encontraban activos y por vía quedesconozco se hizo saber al general Juan Tomás Díaz, yaen Santo Domingo y en lista de inactivo, que 200 riflesGarand le serían entregados. Aparentemente, esto olía aConsulado General de los Estados Unidos de América,que operaba con un personal tan vasto como en la épocade la vigencia de la misión diplomática.

Se buscó sitio para su lanzamiento en paracaídas du-rante la noche; se discutió que podrían ser pasados por Haitíaprovechando los aserraderos que tenía Antonio de la Maza

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en las zonas de Villa Anacaona y de Restauración. Yomismo caminé la región de Gaspar Hernández, Las Ca-nas y La Mata de Cotuí, buscando sitios, pero nada secuajaba.

Se tenían armas cortas, revólveres, pistolas y escope-tas de caza. Esta vana esperanza se fue disipando comolas nieblas y tan sólo nos quedó el desaliento de la frus-tración.

CRECE LA CONSPIRACIÓN

En los meses finales del año 1960 conocía sólo como par-ticipantes en el complot, además de Antonio de la Maza,sus hermanos Mario, Ernesto y Bolívar de la Maza, JuanTomás Díaz, a Miguel Ángel Báez Díaz y a Pedro LivioCedeño. Sí notaba que Modesto Díaz, hermano de JuanTomás, de algo estaba enterado.

Un día de la Maza me llamó y me dijo: “Hay que pun-char al viejo; Juan Tomás. He estado hablando con Jean AwadCanaán —oficial de la Aviación Militar Dominicana, quienhabía vivido en Restauración— y por ese lado sí creo que cua-jará este negocio” Awad Canaán había casado con la hijamayor de Miguel Ángel Báez Díaz, muerta a consecuen-cias del parto, pero conservó su habitación en la casa deBáez Díaz.

Durante el desempeño de sus funciones como oficialdestinado en Restauración, Awad Canaán, quizás en pro-vecho de las especiales condiciones de la frontera, aisla-do de toda relación social, pasaba largas horas en casa deDe la Maza y, allí, vinieron las confidencias. Luego de lamuerte de la señora Canaán, o sea de Pilar Báez Díaz,

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aquel quedó prestando servicios en la Fuerza Aérea Do-minicana (FAD), a la que había sido trasladado. Fue cuan-do llevó una ametralladora a la casa de Báez Díaz y en-tregó una pistola calibre 45 a Antonio de la Maza.

Esta circunstancia impulsó a de la Maza a presionar aJuan Tomás Díaz. A tanto llegó esta presión, que JuanTomás, exasperado, le dijo: “Ustedes piensan que son losúnicos que están detrás del hombre. Ahí tiene Modesto, mi her-mano, dos muchachos —Huáscar Tejeda y Roberto Pastori-za— ambos ingenieros, que están dispuestos a todo”. Ahí co-menzó Modesto Díaz a participar abiertamente en lasconversaciones e igualmente Miguel Ángel Báez Díaz.

Las reuniones se efectuaban casi siempre en casa deJuan Tomás: la de cabecillas de los diversos grupos. Aellas tenían acceso las siguientes personas: Modesto Díaz,Miguel Ángel Báez Díaz, Antonio de la Maza y AntonioGarcía Vásquez. Por otra parte, cabe señalar que cada unade esas personas tenía sus ramales y entronques con otrosgrupos, en un sistema celular y con la expresa prohibi-ción de no delatar nombres, salvo el del ex-general Díazy el de De la Maza, cuyos integrantes debían guardar lamayor discreción, pues se quería evitar el riesgo de caertodos por la debilidad de cualquier conspirador.

La muerte accidental de Awad Canáan echó por tierraun plan en el que se debía usar mi vehículo Opel Cara-van, por la comodidad que para los propósitos y uso delas armas significaba el hecho de poderse abrir su com-puerta posterior, dejando un ángulo de tiro perfecto. Te-merosos de que se tratara de un develamiento, quedamosquietos por algunos días. Por cierto, que se presentó unadifícil situación para la devolución de la ametralladora,que al fin fue superada.

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Luego, de la Maza realizó ensayos individuales, hastatratar de convertir una poderosa bomba de agua en lanza-llamas, alimentada con un tonel de gasolina y puesta a250 libras de presión. La idea era convertir en lanza-lla-mas una poderosa bomba de agua dotada de pistones deextremada reducción, conectada a un tonel de gasolina.Sería montada en mi Opel Caravan, aprovechando que sucompuerta trasera se quedaba abierta por completo, perono resultó.

Para esa misma época, a de la Maza se le entregó unacaja con 12 granadas de mano. Tuvimos el propósito delanzarlas a los pies del tirano, con ocasión de un baile. (ATrujillo le tomó con realizar recorridos y visitas a todoslos pueblos y en ellos se le ofrecía toda clase de homena-jes). Por fortuna se nos antojó probar las granadas, ya quesegún se nos dijo fueron recogidas en alguna playa o algoasí, y nos fuimos a Gurabo, Restauración, en donde de laMaza estaba haciendo un ramal carretero y se usaba di-namita que en ocasiones quedaba sin activar. Ni una solaexplotó. Estábamos desconsolados, todo se frustraba.

He aquí que un día nos llamó Juan Tomás y nos dijo:“Modesto tiene dos muchachos que le tienen marcada la pistaal hombre. Creo que se puede hacer algo”. Se acordó que An-tonio de la Maza los conociera y se planificara un atenta-do a realizarse en la casa de la concubina que manteníaTrujillo, vecina a la casa del ingeniero Roberto PastorizaNeret, quien resultó ser uno de los muchachos de Modes-to y el otro el ingeniero Huáscar Tejeda Pimentel, hom-bre de altura de ideales.

Ya era comienzos del año de 1961. Para este tiempoAntonio de la Maza había hablado con Salvador Estre-lla Shadalá. A Salvador se le dio una pistola Browning,de 9 milimetros, de 13 tiros, que luego se le quitó por

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necesitarse para otro. Una o dos semanas después, de laMaza me pidió opinión sobre Antonio Imbert Barrera.Le dije no tener conocimiento mayor sobre el mismo ydispusimos una investigación final.

Antonio Imbert había sido gobernador de Puerto Pla-ta cuando la Expedición de Luperón y acontecimientosde cierta gravedad se pusieron a cargo de su hermano Se-gundo Imbert, comandante militar de la región; pero, antela especulación de uno de los cabecillas de que SegundoImbert, quien evidentemente tuvo cierto compromiso conla expedición de Luperón, se había mantenido fiel a lameta que se trazó entonces, de manera que se afirmaba suintención contra Trujillo, lo mismo que en el caso de An-tonio Imbert, se accedió a su ingreso.

Lo de siempre, que como cada cabeza de grupo eraresponsable de sus hombres y por sus hombres, con laprohibición de darlos a conocer a los demás grupos, co-rreríamos el riesgo. De todas maneras el sistema celulardaba cierta seguridad. (Por cierto, la firme determinaciónde Segundo Imbert, preso en La Victoria cuando el ajusti-ciamiento, le llevó a la muerte).

Volvamos al plan de los ingenieros. Pastoriza habíaestablecido que Trujillo visitaba una de sus amigas, enperíodos entre doce y diez y ocho días. Él vivía frente a lamencionada señora. Las visitas se hacían a primeras ho-ras de la noche, de 8.00 p.m. a 10.00 p.m., y acompañadosolamente de un chofer. En ocasiones iba un oficial.

La casa sobre la Avenida Lincoln, en medio de un granparque-jardín, daba por la parte de atrás a terrenos bal-dios y por allí se había trazado un camino que permitía elpaso de vehículos. A Trujillo se le capturaría al salir de lacasa, pues la resistencia de uno o dos hombres no conta-ba y podían eliminarse fácilmente. A una contraseña dada

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por Pastoriza por teléfono, saldría un carro desde dondeJuan Tomás Díaz, sitio de espera.

En efecto, una noche se recibió la contraseña, perocuando se llegó, Pastoriza, quien estaba a la espera, ma-nifestó que Trujillo estuvo muy escaso tiempo. Luego sesupo, por indiscreción del servicio, que se había disgusta-do seriamente con la mujer. Pasadas dos o tres semanas sevino a caer en la cuenta de que esperar la regularización desus relaciones con su concubina, era bien peregrino.

Por cierto, como para entonces sólo se trataba de laeliminación de Trujillo, se contaba con la complicidad deun funcionario diplomático de un país amigo, quien brin-daría asilo a 4 ó 5 personas, quienes mediante un santo yseña podrían penetrar en la sede diplomática de ese país.

SE VAN ESTABLECIENDO RELACIONES

Ya para esa fecha me informó Juan Tomás que uno de loshombres de Modesto era Luis Amiama Tió. Me enteró,igualmente, de que mantenían contacto con un grupo dejóvenes profesionales e inquietos —todos decentes, agre-gaba, como carta-garantía de los mismos— ciudadanosde la capital. Me dio el nombre de Ángel Severo Cabral.

Luego de la Maza tuvo contactos con un súbdito delos Estados Unidos, quien debió desempeñar papel acti-vo (no fue posible como otras muchas cosas que han que-dado oscuras), y con el teniente Amado García Guerre-ro, al través del sub-grupo de Salvador Estrella Shadalá.

Antonio de la Maza contaba con la asistencia de sushermanos Ernesto, Mario, y Bolívar, a excepción de Ra-fael y Pablo Antonio —Pirolo— a quienes nunca se lesdijo nada. También la de su cuñado Alberto Rincón, la de

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mi hermano Bienvenido García Vásquez y la de núcleosde respaldo en Moca y La Vega.

En diciembre de 1960 se decidió la salida de Rafaelde la Maza, tal y como lo hizo semanas después. Igual-mente, Antonio de la Maza decidió poner sobre seguro asu hermano Ernesto, quien contaba con algunos ahorros ypodría velar por la familia, pero este pasó poco tiempo enNueva York y volvió a correr la suerte de sus hermanos.

Fue cuando se estableció el plan final de la AvenidaGeorge Washington.

ESTRATEGIA: AMPLIAR RELACIONES

Juan Tomás Díaz, cubierto por su pasión por la pelea degallos, se hizo viajero sistemático. Fue a La Romana yhabló con Carlos Vélez Santana. Fue al Cibao y visitóamigos, que los tenía esparcidos por todo el territorio na-cional. Para el mes de abril se corrió una serie de visitascubiertas por el juego de gallos. Así, esperé un día a JuanTomás que aparentó ir a la gallera de Licey al Medio (enefecto se fue) y visitamos por la noche a Rafael Vidal To-rres, en la madeja del asunto a través de su amistad conModesto Díaz. Juan Tomás le dijo: “García Vásquez es quienusa tu parabellum”. Y recuerdo que Vidal le contestó: “Sisale al padre no hay de qué preocuparse”.

Se visitó La Vega, etc. etc. Al mismo tiempo, Antoniode la Maza y Juan Tomás Díaz, entre otros, pero el últi-mo con más propiedad, se acercaron a viejos amigos delEjército. El tema: el temor de que los desaciertos de Truji-llo, que lucía loco, llevaran al país a la anarquía. De acuer-do con sus reacciones se les avanzaba más, pero solamente

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hasta pedirle que si Trujillo moría y el ex-general Díazreclamarlo, se sometieran a su jefatura. A otros, comoMueses Franco y Guarionex Estrella (Guaro), se les ha-bló con mayor precisión. El general Guaro Estrella, aquien se le había querido convencer hasta por medio desu hermana monja, que le escribió una carta traída a manodesde Puerto Rico, jamás aceptó ir contra Trujillo.

Antonio de la Maza, con el ascendiente tradicional dela amistad entre las dos familias y el suyo particular fren-te a Salvador y Guaro, se fue a La Vega, ya en los últimosdías, y se entrevistó con el general Estrella, a la sazóncomandante de aquel departamento. Abiertamente le dijoque Trujillo iba a morir y que el matador seria él: “Trujillomuerto y yo vivo, ¿qué vas tú a hacer?”. Estrella le contestóque Trujillo había sido un padre para él, y que no habíaoído nada.

Al mismo tiempo, Juan Tomás estrechaba relacionesen la misma capital del país y había hablado varias vecescon Ángel Severo Cabral, quien estaba conectado a gru-pos de jóvenes inquietos.

Ya se habían reunido algunas armas cortas y escope-tas. Recuerdo una pistola Browning, calibre 9 mm., quese dio a Salvador Estrella y luego se volvió a tomar de susmanos. Una pistola Get, calibre 45, que dejara Rafael dela Maza Lara, al abandonar su trabajo en la Grenada Com-pany, en Manzanillo. Otra pistola calibre 45; una del ge-neral Díaz; un revólver calibre 38 que se dio a Ernesto dela Maza para pasar a Mario, su hermano, etc.

Se logró, al mismo tiempo, la valiosa cooperación delteniente Amado García Guerrero. Al general García Ur-báez, con asiento en Dajabón, Juan Tomás Díaz le habíahablado con alguna precisión y demandó su concurso paraque le respaldara una vez muerto Trujillo.

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Ya estábamos en abierto plan conspirativo y recibíaviso de Juan Tomás para que esperara en Moca a MiguelÁngel Báez, quien debla cumplir una misión en el Cibao.Me dijo también Juan Tomás que él mismo iría, que lehiciera un sancocho en mi casa y que le esperara porqueen la noche teníamos que hacer una visita.

En efecto, nos fuimos a Pontezuela, a casa de RafaelVidal Torres. Se le dio información sobre los planes y re-cabamos los decires de Santiago que, como todo el país,miraba al cielo como buscando un milagro. Rafael Vidalante los planes precisos señaló: “Ya esto no permite pasoatrás y yo soy un político de profesión”. Nos fuimos, y, creoque Juan Tomás se llevó un gallo que Vidal le regaló.

En el camino comentamos la frialdad de Vidal. Algu-nos días después, cuando estábamos ajustando los por-menores del plan de la avenida, debimos pensar en lanzaruna proclama. Ya de este asunto se había hablado, aun-que superficialmente, a Antonio Rosario. Modesto Díazsugirió que Rafael Vidal la escribiese. Me comisionaroncon esa finalidad y me fui a Pontezuela, pero ya frente alportón de la finca de Vidal me asaltó el recuerdo de sufrase y continué marcha hasta Santiago, tomé una cerve-za en los chinos de la calle Restauración con San Luis yregresé a Santo Domingo.

Días después Modesto dijo que el hombre de Santiagose había salido del asunto. (Debo señalar que Rafael VidalTorres supo guardar su palabra de mantener silencio).

EL PLAN: SU TÁCTICA

Trujillo había sido chequeado. Era un hombre sistemático.De la Avenida George Washington, en donde se paseaba,

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salía la noche de los miércoles y, cuando le era imposi-ble, la noche de los jueves, para su Hacienda Fundación,en San Cristóbal, por la avenida que se prolonga en auto-pista Santo Domingo-San Cristóbal.

La señal de su seguro viaje la daba el mismo Trujillo,pues llegaba a la avenida vestido de militar.

Pero antes de entrar en la táctica, método y ejecución,veamos con cuánto y con qué se contaba.

a) Los automóvilesDejamos anotado anteriormente el persistente senti-

miento de Antonio de la Maza contra el tirano, que sedesarrolló desde su pubertad. De la Maza formuló el pe-dido de un carro Chevrolet Biscayne de muy humilde as-pecto, pero dotado del más poderoso motor de la GeneralMotors. El pedido creo que pasó por las manos de Mi-guel Llenas. Era a inicios del año 1959. En efecto, el ca-rro fue dotado de un motor de persecución, idéntico alusado por la policía norteamericana en ese tiempo. Sudestino: ser usado en un atentado contra Trujillo.

Cuando comenzaban a tomar forma los contactos conJean Awad Canaán, el automóvil Cadillac Dorado, pro-piedad de Pedro Rivera, se precipitó por un barranco enla carretera de la frontera noroeste. De la Maza, siemprealerta, compró el salvamento para utilizar el motor. Lle-vó el Oldsmobile 88 de su propiedad al taller de Agra-monte, en Santiago de los Caballeros, y allí se hizo la adap-tación del motor del Cadillac, sustituyéndole el original,mucho menos potente.

Un tercer carro sería el de el ex-general Díaz: un Buicksin parales centrales en sus ventanillas y de mucha poten-cia, que lo hacía ideal para la persecución, maniobrabilidad

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y ángulo de tiro de los ocupantes. A esto se opuso JuanTomás Díaz con el argumento de que ese vehículo, por serúnico en el país, era muy reconocible y levantaría sospe-chas su permanencia en la Avenida George Washington.Señaló que estaba dispuesto a dar el dinero para adquiriruno, matriculado a su nombre si así lo querían, lo que fueuna respuesta a insinuaciones de uno de los cabecillas,las cuales no agradaron al ex-general.

Mientras se buscaba un tercer carro, se usaría el deSalvador Estrella y, creo que una noche se usó el de PedroLivio Cedeño (o el de Huáscar Tejeda). Ya para la últimasemana de mayo se había comprado a Rafael de la MazaLara, cuando abandonaba el país, un carro, recién impor-tado, Chevrolet Impala Hard Top, color negro, sin para-les centrales. Pidió que se le diera el precio FOB de unosdos mil y pico de dólares. Rafael de la Maza Lara habíaya dejado en manos de su primo Antonio una escopetasemi automática calibre 12 y una pistola Colt calibre 45.

Ernesto de la Maza fue por el carro y lo llevó a sufactoría arrocera en Jima, Rincón, provincia de La Vega.A este carro se le sacó placa y matricula el mismo 30 demayo y estuvo listo para que en él se fueran al día siguien-te, miércoles 31 de mayo, Ernesto junto a su hermano Ma-rio, a la capital de la República, a ocupar su sitio dentrodel plan de la conspiración.

Al precipitarse los acontecimientos, este carro nopudo ser usado. Luego fue robado en la ola de depreda-ciones a que se entregó el círculo de los amigos de loshijos del tirano y los alcahuetes del régimen. Se sabequién lo sacó de los almacenes en la factoría de SanAntonio, en Jima: un señor de quien sólo dejamos la ini-cial de su apellido: C.

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b) Las armasHemos dicho que ya se tenían varias armas cortas:

pistolas y revólveres sumados a una escopeta que se ha-bía recortado, propiedad de Piro Estrella, pero que estabaen poder de De la Maza desde mucho tiempo atrás. Lue-go se recortó la de Ernesto de la Maza. Por cierto, estaescopeta la llevó Ernesto el viernes 26 con el cañón de laque había pertenecido a Rafael de la Maza Lara, parautilizarla en una cacería en Gaspar Hernández y regre-sarla el miércoles 31, cuando debíamos volver a SantoDomingo. Mi hermano Bienvenido me había dado unapistola Luger Parabellum, que portó Juan Tomás Díazla noche del 30 de Mayo, arma que había sido de RafaelVidal Torres.

A finales de abril de 1961, Juan Tomás Díaz señalóque tenía a alguien que podía conseguir unos fusiles. Es-tando yo en su casa, en hora cercana al medio día, entróAntonio de la Maza manejando el carro Impala, colorverde, de su esposa, por la entrada posterior. Detuvo elvehículo debajo del níspero que aún existe en el patio ysacó y trajo en sus brazos un paquete no bien envuelto,pues dejaba salir los cañones de lo que evidentemente erantres fusiles. Al depositarlos a los pies de Juan Tomás, éstele señaló su descuido, ya que el jardín de la casa, abiertopor la parte de atrás y con solo una pequeña verja, permi-tía que se dominara desde los edificios de propiedad hori-zontal que se encuentran edificados sobre esa calle.

Discutieron acaloradamente y Antonio se marchó dis-gustado, hasta el extremo de que, con la aprobación deJuan Tomás como resultado de los comentarios que hici-mos, me fui en horas de la tarde por Antonio y se superóel incidente.

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Esas armas, carabinas Garand M-1, calibre 30, habíansido obtenidas a través de Ángel Severo Cabral y desdelas manos de Tommy Stocker. Esas carabinas no podíanquedar en la casa de Antonio de la Maza y al día siguientese planteó, entre Modesto, Juan Tomás Díaz, de la Mazay yo, quién las iba a guardar. Inclusive, hasta se señalóque podían ser guardadas en la finca de Juan Tomás, enLa Victoria.

Frente a la falta de acuerdo, Antonio de la Maza se lasllevó y, conociendo la disposición del piso de mi vehícu-lo Opel Caravan, me encargó que me las llevase disimu-ladas en el porta llantas y que, allá en Moca, con la ayudade Leonte Schott Michel, le hiciera un doble piso. Estofue hecho aprovechando la parte de un piso de otra Opelidéntica, que había volcado, y quedó perfecto.

Al miércoles siguiente, no recuerdo si el 3 ó 10 demayo, procuré a Ernesto de la Maza en La Vega, tras reci-bir un aviso breve de Antonio de la Maza de que le enviá-ramos la pieza (rota) de un tractor del aserradero, pues eladministrador del mismo se la había pedido con urgen-cia. Pasadas las tres de la tarde procuré a Ernesto y nosacercamos a la Capital, cuando, justo frente al puesto po-licial del kilómetro 9 de la carretera Duarte, oímos comoel ruido de un disparo e inmediatamente sentimos algoque rodaba. Se había roto la cruceta delantera del eje car-dan. Quedé allí hasta el regreso de Ernesto, quien llevó elmecánico y el repuesto.

Este accidente obligó a buscar otro depositario de lascarabinas y demás armas.

Ya sabía que el español Miguel Ángel Bissié Romeroestaba enterado del asunto, inclusive que había hechounos juegos de placas, primero unas oficiales y luego otras

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particulares. También había corregido el cañón de unaescopeta y recortado el de otra. La primera, la que habíapertenecido a Piro Estrella, probada en la finca de Vicen-te de la Maza, en el kilómetro tres y medio, de la carrete-ra Moca-La Vega.

Antonio de la Maza le entregó las armas a Bissié. Aestos efectos, se le confió la guarda y uso del carro Olds-mobile de Antonio de la Maza, con la excusa de que se leiba a vender, y en su maletero se colocaron las armas.Bissié guardaba el carro en su taller Los Navarros, cercadel puente Duarte, y las noches de los miércoles y de losjueves las llevaba a casa de De la Maza, en la calle ÁngelPerdomo No. 2, en donde se repartían entre ese mismocarro y el otro Chevrolet de De la Maza. A los fines deguardar las armas se hizo una caja de madera en la Ferre-tería Americana.

La primera vez que Bissié distribuyó las armas fue elmiércoles 17 de mayo en la noche, en la que debí llevar aPedro Livio Cedeño desde la casa de mi hermano Bienve-nido, en la Leopoldo Navarro No. 9, a la casa de De laMaza, porque se hacía tarde y Tunti Cáceres Michel nolo había buscado todavía.

Cometí un error, pues al subir las escaleras del aparta-miento en el que vivía Antonio de la Maza, me encontrécon Bissié, quien portaba una bolsa o saco de yute, del quesalían parte de los cañones de las carabinas. Ante esa si-tuación pasé sobre toda precaución y le llamé la atenciónpara que fuese más cuidadoso. De aquí surgió que el mis-mo Bissié, como un medio de mayor seguridad las distri-buyese, en el futuro, directamente y de acuerdo con ins-trucciones previas, en los vehículos Chevrolet Biscayne yel Oldsmobile estacionados en el parqueo del edificio de

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Antonio de la Maza. Bissié repartió las armas y cubrió suparte la misma noche del 30 de mayo, regresando luego ala casa del general Díaz en donde se unió a De la Maza.No se explica por qué otros participantes en la conspira-ción que culminó con el ajusticiamiento de Trujillo le hanregateado su participación en ese hecho histórico.

CÓMO SE REALIZARÍA EL ATENTADO

Avisados los conspiradores de la posible ida de Trujillo aSan Cristóbal, bien por informaciones del teniente Gar-cía Guerrero y/o de Miguel Ángel Báez Díaz, quien te-nía acceso al grupo de Trujillo en la avenida (se usaba unaclave telefónica), debía actuarse como sigue:

En la casa No. 63 de la calle César Nicolás Penson,residencia de Juan Tomás Díaz, se integraría un grupojunto al ex-general, formado por Mario o Ernesto de laMaza, Antonio García Vásquez y Bienvenido GarcíaVásquez, engrosado por Miguel Ángel Báez Díaz tan pron-to saliese Trujillo de la avenida y por Modesto Díaz. (Enocasiones se esperó en la casa del doctor Bienvenido Gar-cía Vásquez). Este grupo, si se tenía éxito, debía ser res-paldado por algunas personas que se habían tanteado.

Para cubrir la espera en la casa del general Díaz, seingenió proyectar películas, lo que se hacía en el patiousando de pantalla la pared junto al níspero. Para evitarsorpresas, se instaló un reflector con aparente efecto devista, que denunciaba la presencia de cualquier intruso,colocado en el ángulo formado por la galería y el cuerpoposterior de la residencia. A la vez, se dejaban encendi-das las luces que daban frente a la calle César Nicolás

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Penson. Juan Tomás vestiría chacabana militar y tanto élcomo de la Maza tendrían en sus bolsillos insignias mili-tares, para usarlas si era de lugar. Allí debía concurrirÁngel Severo Cabral, quien, en compañía de un grupo, sedirigiría a una estación radial para transmitir una procla-ma previamente grabada. Creo que en ese aspecto inter-vino igualmente el licenciado José Tapia Brea.

Antonio García Vásquez, acompañado por uno de losde la Maza y un fuerte grupo de los que estuvieran dispo-nibles, ya muerto Trujillo, trataría de forzar La Voz Do-minicana y, a punta de pistola, anunciar al país lo ocurri-do, dando la impresión de que era un movimiento defuerza, acaudillado por el general Díaz. (La protecciónde la radio televisora se limitaba a un sargento de la poli-cía y dos rasos. En la entrada había otro agente policial).Esto debía ser escuchado por los militares semi-compro-metidos y lanzarlos a respaldar al general Díaz. Pero vol-vamos atrás.

LA PLANIFICACIÓN DEL ATENTADO

La noche que Trujillo apareciese vestido de militar en laAvenida George Washington, Antonio de la Maza iría ensu carro Chevrolet Biscayne hasta un sitio determinadode la misma avenida, cerca de La Feria, hoy Centro delos Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, sitiode espera próximo a uno de los pasos de unión de las dosvías de la avenida, junto a Salvador Estrella, AntonioImbert y, cuando el servicio lo permitiese, al tenienteAmado García Guerrero.

Previamente, otro vehículo y el Oldsmobile de De laMaza, se apostarían más abajo del Restaurante Pony, en

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un sitio antes de llegar a un bosquecito de cocos, en don-de la calzada se levanta bastante del terreno. Estos doscarros estarían el uno con el frente a la ciudad y el otrocon dirección contraria.

Aquí, junto a estos carros, los hombres estarían conuna de las carabinas M-1, con una de las escopetas, pro-vistas de cartuchos de balines 00 y de algunos corrientes,pero reforzados, y con las armas cortas que, previamente,habría distribuido Bissié Romero en el parqueo del edifi-cio de De la Maza.

Cuando el carro de Trujillo pasase por el sitio de espe-ra, el poderoso Biscayne de De la Maza sería abordadopor el grupo y saldría a toda velocidad a perseguirlo. Pa-sado el Restaurante Pony, forzaría la marcha para empa-rejar con el carro perseguido, al tiempo que haría funcio-nar sus luces como aviso a los otros dos carros, quedeberían actuar como pinzas. El carro colocado en direc-ción a Santo Domingo, debía situarse unos tres metrosadelantado, mordiendo con su parte frontal el paseo cen-tral, y el colocado en la vía de persecución debía quedarsesgado, igualmente mordiendo el paseo central, en di-rección paralela al otro. Uno de ellos estaría con el bone-te levantado, para aparentar un desperfecto mecánico.

Repartidos entre estos dos carros estarían HuáscarTejeda Pimentel, Roberto Pastoriza Neret, Pedro LivioCedeño, Tunti Cáceres Michel, Ernesto de la Maza ySalvador Estrella, éste último en caso de no quedar enla avenida. (La primera vez fue Mario de la Maza, quienluego quedó junto a Antonio García Vásquez en la casade Juan Tomás).

Pasado Trujillo por el sitio del primer automóvil, éstese lanzaría a perseguirle, debiendo darle alcance y cazaantes de llegar a los otros dos carros. Se aparearía al de

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Trujillo para que de la Maza descargara su escopeta re-cortada, a la vez que su acompañante en el asiento trase-ro derecho usaba de sus armas. Imbert, quien iría al vo-lante, conduciendo, debía emplear las luces, lo que serviríade aviso a los dos carros que debían bloquear el de Truji-llo. Esta maniobra conocida por el conductor del auto-móvil de De la Maza (Antonio Imbert), le permitiría fre-nar o forzar el paso en último extremo.

Así, chocado el carro de Trujillo, volcado o frenado,los ocupantes de los dos carros pinzas, colocados al bor-de de la pista y protegidos por el desnivel, entrarían enacción, de ser necesario. La consigna de los conspirado-res era liquidar al compañero que, a consecuencia de lasheridas y/o como consecuencia de las maniobras, no pu-diese valerse por sí mismo.

Se lanzaría al agua el carro de Trujillo y su cadáversería llevado a la casa de Juan Tomás Díaz, en donde elgeneral Román Fernández, procurado y asistido-vigiladopor Amiama, tendría la evidencia.

LOS HOMBRES DE LA AVENIDA

Los hombres que debían ir a la Avenida George Washing-ton serían nueve: tres en cada carro. Antonio Imbert Ba-rrera conduciría el Chevrolet Biscayne de De La Maza.Esto de tres hombres por carro se explica. Uno al volan-te, conduciendo, y los otros dos en sus respectivas venta-nillas, del lado derecho con toda la amplitud y uso totaldel ángulo de tiro. Era lo justo y necesario, ya que un cuartoindividuo no sería más que un estorbo, sobre todo a lalibertad de movimiento dentro del carro.

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El grupo integrado por Antonio de la Maza, AntonioImbert y el teniente Amado García Guerrero, las vecesque éste pudiese ir o sea cuando estuviese libre de servi-cio, y a falta de éste Salvador Estrella, debía ponerse atomar el fresco en un sitio del malecón, frente a la Feriade la Paz, hoy Centro de los Héroes de Constanza, Mai-món y Estero Hondo.

Junto a ellos estaría el poderoso automóvil persegui-dor de De la Maza, cerca a uno de los pasos de unión devías, para ganar de inmediato la vía a San Cristóbal y salirtras el carro de Trujillo. En la autopista, aproximadamen-te a 1,500 metros (el sitio fue cambiado o mudado pordos veces, luego de ciertas observaciones), estarían losotros dos carros, estacionados casi paralelos, en sentidocontrario y a su respectiva mano. Al volante: HuáscarTejeda en uno, y en el otro Tunti Cáceres Michel. En loslados de la pista, y cubiertos por los yerbajos: Pedro Li-vio Cedeño con una de las carabinas M-1, Ernesto de laMaza, el ingeniero Pastoriza y Salvador Estrella. Este gru-po tendría dos escopetas y una noche sería engrosado porMario de la Maza.

Estos dos carros tomarían posiciones los miércoles yjueves, sólo ante el aviso de que Trujillo saldría para laHacienda Fundación o estaba listo para salir. El primervehículo y sus ocupantes, en cambio, iría a su sitio casitodas las noches, para levantar la apariencia de una cos-tumbre de tomar el fresco allí.

El aviso de que Trujillo preparaba viaje lo debía dar elteniente García Guerrero y Miguel Ángel Báez Díaz,quien, aprovechando ser del grupo que podía acompañara Trujillo en la misma avenida, lo ratificaría ya en los últi-mos momentos por una clave telefónica o personalmente

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(El hecho de ir Trujillo vestido de militar hacía presumirque iría a la Hacienda Fundación).

OTROS TANTEOS Y EL PLAN POLÍTICO

Reunidos en una ocasión en la parte alta de la residenciade Juan Tomás Díaz, éste, su hermano Modesto, MiguelÁngel Báez Díaz, Antonio de la Maza y Antonio GarcíaVásquez se pidió nombres de hombres que pudiesen ocu-par el gobierno provisional. Se vertieron los nombres deEnrique Apolinar Henríquez, Viriato Fiallo, Juan Bosch,Rafael Bonelly, Ángel Liz, Emilio de los Santos y el mis-mo Modesto Díaz. No había entrado aún en la conspira-ción el general Román Fernández.

Parece mentira, pero la ausencia de ejercitación polí-tica y la negación de toda libertad, creó un desconoci-miento de los hombres. Juan Tomás Díaz dijo que él te-nía amigos que podrían abordar, contra toda precaución,al doctor Joaquín Balaguer, señalándosele que si a faltade Trujillo él estaría dispuesto a asumir la responsabili-dad plena del gobierno. (Ya que era sabido el malestarque reinaba en el país y el disgusto de las masas por elaumento del terror, el ultraje, la persecución a la iglesia yla creciente degeneración).

No estoy seguro, pero creo que se utilizaría en estalabor de contacto con Balaguer a Baby Ricart y al médicopersonal de Balaguer, su amigo el doctor Rafael BatlleViñas. Si Balaguer respondía afirmativamente, pasaría al-gunos decretos que se tenían escritos, guardados junto acopias del plan. Antonio de la Maza tenía una copia; JuanTomás Díaz otra y Antonio García Vásquez otra. Las de

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Juan Tomás fueron destruidas por su hija Marianela Díazde García; las de De la Maza, no sé qué se hicieron; y lasmías, guardadas en mi escritorio, las consumió el fuegoen el incendio de mi casa de Moca, en 1962.

Se había llegado, y así estaba señalado, a lo siguiente:1. La eliminación de todo compañero que no pudiese va-lerse por sí mismo, cuando menos de los caídos en la pri-mera fase del plan; 2. El fusilamiento de los hermanosdel tirano, a excepción de Héctor Trujillo, punto de vistadefendido por el general Díaz, pero a quien el grupo deDe la Maza ejecutaría igualmente; 3. La deportación delas hermanas del tirano y de los demás parientes signifi-cados en su régimen; 4. La proclamación del general Díazcomo jefe de las Fuerzas Armadas, destino que manten-dría por no más de 6 meses; 5. Si Balaguer no respondía(debía irse a buscar por un grupo armado y obligarle asubir, a punta de pistola, a Palacio), se integraría una jun-ta civil de gobierno en número de tres (posiblemente Mo-desto Díaz formaría parte de esa junta); 6. El arresto dealgunos personeros y criminales del régimen (serían fusi-lados 2 ex-generales y ex-jefes de la Policía Nacional),quienes serían juzgados por un Tribunal Especial creadoal efecto; 7. Declaración como propiedad del Estado detodos los bienes de la familia Trujillo, la de sus persone-ros y asociados, sobre la conciencia de que todo asociadose benefició de los abusos y de la explotación desde elpoder; 8. El cierre de fronteras y la no admisión de exila-dos hasta que se tuviese el control de toda la situación; 9.El corte de las telecomunicaciones (se utilizarían los ser-vicios de un español de apellido Martínez, si mal no re-cuerdo, quien tenía como contacto al señor Manuel deOvín Filpo).

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ENTRA EL GENERAL JOSÉ ROMÁN FERNÁNDEZ (PUPO)

Luis Amiama Tió, integrante del sub-grupo de ModestoDíaz y contacto directo de Juan Tomás Díaz, indicó quesu compadre cuatro veces, el general Román Fernández,a pesar de ser secretario de Estado de las Fuerzas Arma-das, se encontraba muy disgustado con el régimen, queera enemigo de Ramfis Trujillo (quien al igual que suhermano Radhamés se encontraba en Francia), que sesentía subestimado por Trujillo y estaba dispuesto a asu-mir la responsabilidad necesaria, pero solamente muer-to el tirano.

Con esta información disponible, se varió parte delplan y se tomaron los siguientes acuerdos:

1) El cadáver de Trujillo, en vez de hacerlo desapare-cer, debía llevarse a la residencia de Juan Tomás Díaz,para que allí lo viese el general Román y actuase en con-secuencia.

2) Para garantizar estos propósitos, tan pronto se co-nociese que Trujillo iría a San Cristóbal, Luis Amiama sepondría en contacto con el general Román Fernández, si-tuación que fue variada (cuando menos así se indicó de-cirlo e imponerlo a Luis Amiama, por medio de Juan To-más, una noche que se esperaba en la casa del doctorBienvenido García Vásquez y Luis Amiama apareció, yaa las ocho y media de la noche, acompañado del hermanodel general Román, el señor Bibín Román), para queAmiama, al tener conocimiento de que Trujillo iría o po-dría ir a San Cristóbal, marchase a la casa del generalRomán y allí permaneciese para cubrir dos propósitos: a)Asistir al general en el cumplimiento de su palabra; b)Servir, en último extremo, de llave de entrada al grupoque debía presentarse en busca del general Román.

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3) Ya constatada la muerte de Trujillo, el general Ro-mán Fernández asumiría el control del país y acompaña-do de Juan Tomás Diaz y Antonio de la Maza, trataría dehacer caer en una trampa o redada a los hermanos de Tru-jillo. Con sus acompañantes y hombres de confianza sedirigirían al Palacio Nacional; se dispondrían las destitu-ciones de lugar y se pondrían en ejecución los decretosmencionados.

4) Como sólo Luis Amiama daba aval por el generalRomán Fernández, éste sería estrecha y constantementevigilado desde las posiciones que ocuparían el general Díazy Antonio de la Maza, reforzadas por los mandos que sesometerían al general Díaz, como estaba previsto. En casode pérdida de toda confianza, el general Román sería de-portado y se le daría absoluta garantía así como se guar-darían escrupulosamente sus intereses.

EL ANUNCIO POR LA RADIO

El anuncio radial fue aceptado con escepticismo por loshombres de acción. Sus propugnadores veían en él unmedio poderoso para quebrar la corteza de terror quemaniataba al pueblo y como motor que lanzaría a la ac-ción a los militares semi-comprometidos (general GarcíaUrbáez, con el Departamento Noroeste; general Guario-nex Estrella, a quien su padre se había comprometido adoblegar, pues marcharía, avisado como lo estaba, de in-mediato, al Departamento de La Vega; coronel MuesesFranco, en La Romana, etc..., etc...).

Juan Tomás afirmaba que el coronel Neit Nivar Sei-jas, que le tenía como padre afectivo, se pondría a su lado.Y, en la Fortaleza Ozama, el coronel Renato Hungría, a

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quien le habían asesinado un hermano en la expedicióndel 14 de Junio, se plegaría igualmente. Además, estabalisto para actuar el coronel Juan Pérez Guillén, leal ami-go del general Román Fernández y compañero de infan-cia de Antonio de la Maza. Al mismo tiempo, la ofensivade robustecimiento de relaciones que desarrollaba, prin-cipalmente, Juan Tomás Díaz, había logrado mantenermuy cerca a ciertos oficiales, algunos de ellos enviados aretiro, y se contaba con la decencia de otros, quienes de-bían aprovechar la oportunidad de recuperar su dignidady libertad.

Por otra parte, si cabía esperar que el pueblo, inhi-bido por el terror, se dejase arrastrar por la duda, encambio si nos alentaba la seguridad de que los herma-nos de Trujillo, quienes sí sabrían que no se trataba deuna farsa ni de ardid alguno, padecerán un golpe psico-lógico tremendo, su resistencia quedaría quebrada, yaque no podrían permitirse el lujo de perder tiempo ave-riguando la fuerza real que respaldaba el movimiento,sobre todo en la situación de desesperación y angustiaque ya vivía el pueblo en esta última etapa de Trujillo,quien parecía estar en una crisis mental peligrosa paratodos. Además se estaba conforme con que respondieseen la primera hora uno solo de los grupos del Ejército, sufi-ciente para decidir a todos los demás por la causa del biengeneral.

Antes de decidirse la grabación de una o más cintas,labor que estuvo en manos del doctor Ángel Severo Ca-bral y sus compañeros, yo quise que el doctor AntonioRosario escribiese la proclama. Le hablé superficialmen-te del asunto; pero dos días después me fui a la Capital yallí se decidió, como se ha dicho.

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El no uso de este medio la noche del ajusticiamiento,lo atribuyo a la falta de confianza que mereció de los hom-bres de armas, quienes con el ingreso del general RománFernández a través de Luis Amiama, reposaron en sushombros y en sus funciones de secretario de las FuerzasArmadas, unido a la circunstancia de que, en la noche deautos, se encontraron sin la incitación y el respaldo de lospropugnadores y defensores de esta tesis, agravado con ladesorientación que causó la falta de contacto y la imposi-bilidad de localizar al general Román Fernández.

Debo anotar que la fortaleza de La Vega debía abrirsus puertas y repartir las armas al pueblo. (Allí había unverdadero arsenal, como prevención frente a otra expedi-ción como la de Constanza).

PRUEBA DEL PLAN

Cuando el plan de la avenida fue aprobado, Antonio de laMaza se llevó a Tunti Cáceres Michel, quien trabajabacon él en los aserraderos de Restauración, sobrino de suesposa Aída, y nieto de quien fuera su pasión idolátrica,el presidente Ramón Cáceres Vásquez, su pariente, dequien le venía la confianza depositada en Tunti.

Este ocupó el reformado automóvil Oldsmobile y, enel sentido Santo Domingo-San Cristóbal, tomó la auto-pista a una velocidad de 120 kms por hora. Al pasar porel sitio de espera, Antonio de la Maza abordó su Chevro-let Biscayne, colocado como se había previsto en el plan,y persiguió a Tunti. Frente al Restaurante Pony ya le ha-bía dado caza. Casualmente, un croquis de esta pruebaquedó inexplicablemente en casa de De la Maza.

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TENTATIVAS

Hubo varias tentativas. Varias fueron las veces que habíatenido que llevar a Tunti Cáceres Michel a la Capital. Nosíbamos junto a los hermanos Ernesto y Mario de la Maza,y, en otras ocasiones, cada quien por su camino.

Una vez Trujillo tomó una ruta distinta, como un miér-coles, creo que era el 17 de mayo, que tomó la vieja carre-tera a San Cristóbal, luego de bajar por la Máximo Gó-mez. Otra, asechado miércoles y al siguiente jueves, sefue en la mañana de este día, víctima de una gripe o de unresfriado.

EN GRADO DE DESESPERACIÓN EL GRUPO DE DE LAMAZA PREPARA OTRO PLAN

Aquí cabe decir que la desesperación ante tantas frustra-ciones, invadía a todos. A unos les llevó hasta a margi-narse de la conspiración, empero sin desvincularse en casode ser necesario su concurso; el mismo Modesto Díaz,ante la información de un agente extranjero de que Truji-llo o el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), olía algo,aconsejó desistir de todo y luchó con Juan Tomás paraponerlo de su parte, mientras a mí me encargó convencera Antonio de la Maza.

Mas, algo grave había ocurrido ya, y aún sin planes,cuando el final sólo fuese la muerte del déspota, de la Mazacontinuaría hasta las últimas consecuencias. Teníamos enMoca la familia y grupos de jóvenes valientes y de ver-güenza, entre ellos ese joven que rindió su vida porquese quedó hueco de esperanzas: Leonte Schott Michel.

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Estábamos seguros de la cooperación de Danilo Rodrí-guez Pérez (El Guapo).

En Moca se esperaba para el día 3 de junio la visita deTrujillo, continuación del programa que se impuso, segúncomentarios, en obediencia a los consejos de una bruja obrujo, de visitar las distintas regiones y ciudades del país.

Unas semanas antes, cuando se preparaba el palcopresidencial desde donde Trujillo vería el desfile que sele ofrecería, previo concierto, me impuse la tarea de quela balaustrada de la tribuna no impidiese que su pecho que-dase al descubierto. Por cierto, argumentando razones es-téticas y de confort para el “Jefe”, convencí al gobernadorprovincial Francisco (Frank) Rodríguez y al diseñador Pon-cio Salcedo para que bajasen la balaustrada.

El plan era éste: en el desfile de camiones iría uno consus barandales cubiertos de pancartas dando vivas al“Jefe”. Este camión tendría su interior protegido por plan-chas de hierro (Se tenía el sobrante de las planchas que sehabían utilizado para reparar el tanque del acueducto deMoca).

En la cama iríamos 5 ó 6 compañeros, con escopetasautomáticas alimentadas con cartuchos munición 00, delos mismos que se usaron en la avenida y de los que tenía-mos una buena provisión (por cierto, en un pozo negro,en La Vega, junto con la escopeta recortada de Ernesto dela Maza, todavía podrían encontrarse algunas cajas deestos cartuchos. En Moca quedaron otros que fueron en-terrados, ante la noticia de la muerte de Trujillo).

Cuando se pasara frente al palco, las cinco escopetasvomitarían su contenido sobre Trujillo y posiblementecontra algunos de sus hermanos, quienes siempre le acom-pañaban en estas ocasiones.

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Muertes, habría muchas. Propósito: liquidar aquelmonstruo y luego el sálvese quien pueda, cubiertos por lasegura confusión. Por otra parte, había que aprovecharlotodo, pues ya Trujillo olía algo.

UNA NOTICIA ANGUSTIOSA

En efecto, dos semanas antes del 30 de mayo, me llamódesde Santiago el señor Miguel A. Santelises —Pilo— yllevándome al fondo del corredor o galería de su casa, medijo: “Quiero que sepas que te llevo confianza y sé lo que erespara Antonio de la Maza. Antonio está muerto, aquí ha pasadoalgo grave. Mira, el Jefe me ha preguntado qué hace de la Maza”(Antonio tenía meses viviendo prácticamente en la Capi-tal y había procurado la complacencia de amigos médi-cos para excusar su estadía), “que si yo sé si está en los ase-rraderos y que a la gobernación de Santiago le han denunciadoque ese hombre mal agradecido está conspirando. Al Jefe le debomucho, pero Antonio es un hijo para mí... Ve enseguida a lacapital y dile que yo no quiero saber lo que está haciendo, peroque se salve, de momento que aparente otra cosa, que se vaya alos aserraderos por algunos días y que vuelva a la Capital cuan-do tenga obligación o necesidad sólo por el tiempo necesario.Pero tú vas y lo traes. A Trujillo se le ha metido la duda y Anto-nio se muere de momento”.

En efecto, desde Santiago, confundido, me fui a LaVega en busca de Ernesto de la Maza, quien de inmediatoviajó a Santo Domingo, en procura de Antonio. Efectiva-mente, éste se fue a la frontera con el propósito de estarseallí hasta el próximo miércoles, día 31 de mayo, pero suhija Lourdes, ya en Restauración, cayó enferma con un

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ataque de hepatitis y el domingo 28 o el lunes 29 —notengo precisión— tuvo que regresar apresuradamente aSanto Domingo.

Así lo quiso el destino, porque sin la presencia deAntonio de la Maza, Trujillo hubiera realizado un viajemás a su finca Hacienda Fundación... y quién sabe...

LA PERMANENCIA DE DE LA MAZA EN LA CAPITAL

Al hacer el relato de la confidencia de Pilo Santelises, bienes que señale lo previsto para excusar la larga permanen-cia de De la Maza en Santo Domingo.

En efecto, se propagó la especie de que de la Mazaestaba padeciendo de los riñones y el corazón; que se sen-tía enfermo. Juan Tomás Díaz le preguntaría a qué médi-co le tenía total confianza... y luego, él mismo recomen-daría al doctor Nicolás Pichardo. No sé, pero creo quetambién se le habló a otro médico.

De esto puedo afirmar que fue lo que se trazó comoestratagema para cubrir a de la Maza, sin poder afirmar lomismo de su cumplimiento.

HOMENAJE AL HONOR Y A LA DECENCIA

Muerto Trujillo, pero fracasado el plan por una serie decircunstancias que hoy podrían quizás ser aclaradas através de una sana comprensión y voluntad, y ganados dela consciencia de que la verdad pertenece al pueblo, y a élse le debe, Imbert Barrera y Amiama Tió encontraron asi-lo seguro y salvaron la vida; Amado García Guerrero

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perseguido de cerca, acorralado, vendió cara la suya comotodos los valientes; Antonio de la Maza y Juan TomásDiaz, luego de pasar cuatro días en la casa amiga que nopudo cubrirles más, la casa del Dr. Robert Reid Cabral, yante las noticias de que sus familiares estaban siendomasacrados y muertos en las cárceles de “La 40” y “El9”, se lanzaron al supremo sacrificio. Pidieron a Salva-dor Estrella y a Marcelino Vélez Santana, quienes les ha-bían acompañado por circunstancias de última hora, quesalieran y se presentaran, pensando que podrían salvar-se... Y, luego, se lanzaron a la calle a buscar la muerte(vana esperanza de que con esto cesaría la tortura de lossuyos); pasaron por la casa de Antonio Mota hijo: allí dela Maza dejó una nota y un sobre para su esposa. Luego,Antonio y Juan Tomás salieron a recibir la muerte, afir-mando con su sacrificio la vergüenza de los grandes.

A la cárcel fue todo el resto de los conspiradores, sal-vo algunas excepciones. Casi en pleno la familia de laMaza Vásquez, incluyendo a don Vicente de la Maza con83 años cumplidos; parte de la familia Vásquez de Moca;el padre de la familia García Vásquez, con 82 años, y sustres hijos; la familia Díaz Quezada, esposa, allegados ydependientes; los choferes y personal de servicio de losde la Maza y los Díaz; la familia Imbert Barrera y susparientes; la familia Amiama Tió y sus parientes; el doc-tor Rafael Batlle Viñas, sus hijos y Mario Batlle Viñas; eldoctor Durán Barrera; Piro Estrella, sus hijos; los genera-les García Urbáez, Estrella y las esposas de todos los pre-sos; Roberto Pastoriza, su esposa y tío, al igual que susprimos; Huáscar Tejeda Pimentel, su esposa y hermano Luis,así como dos primos que habían pertenecido a la Mari-na; el padre de Amado García Guerrero, Hermógenes;

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Luis Manuel Cáceres y sus hijos Tunti y Octavio; CarlosVélez Santana; Miguel Ángel Bissié; y el general RománFernández.

Esto en las cárceles de “El 9”, que centró las torturasy la investigación del proceso criminal y la pasión enfer-miza de los hijos y los carceleros del déspota ajusticiado.

SE INICIA LA MATANZA

Mario y Bolívar de la Maza, trasladados a la fortaleza deLa Vega en la madrugada del día 31 de mayo, a escasashoras después de ser ajusticiado Trujillo, fueron sacadospor orden de Petán Trujillo de la celda común en que ha-bía unos treinta prisioneros, encerrados en solitarias, ymuertos a palos en el patio de la misma fortaleza ante lapresencia de Petán. Un viejo servidor de Juan TomásDíaz, su barbero, y otros fueron asesinados en “La 40” y“El 9”, junto a algunos inocentes. En ceba de venganzarindieron sus vidas Juan Tomás Díaz Astacio, MiguelÁngel Báez Perelló, Pablo Antonio de la Maza (Pirolo)...

Aquí cabe un alto para recoger un capítulo que no debeolvidarse.

VICENTE DE LA MAZA Y RAMFIS TRUJILLO

La noche del 4 de junio, como lo venía haciendo desde eldía 2, Ramfis hizo su aparición en las cámaras subterrá-neas de “El 9”, rodeado de su leal oficialidad y de sussicarios predilectos. (Antonio de la Maza acababa de ser

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muerto, junto a Juan Tomás Díaz, cerca del parque Inde-pendencia).

Ramfis se llegó junto a la celda en donde se encontra-ba don Vicente de la Maza, quien, tirado en el suelo des-cansaba su cabeza sobre mis muslos, y le llama: “Vicentede la Maza”, y repitió nuevamente el nombre.

No recuerdo si Carlos Vélez Santana, o quién, le tocóa don Vicente de la Maza y le dijo: “le llaman”... DonVicente se levantó y yo junto con él... Estábamos cercade las rejas, a la puerta en donde se encontraba Ramfis,quien le pregunta: “¿Es usted Vicente de la Maza?” y sinesperar contestación, le dijo: “Su hijo Antonio acaba demorir de cuatro balazos en el pecho... “Para cortar laescena dije: “este señor es sordo”. A lo que replicó Ramfis:“dígaselo al oído”.

Se separó de la puerta aquel monstruo de cinismo,unos dos o tres pasos, y ordenó traer a su presencia a Pa-blo Antonio de la Maza Vásquez. Se le trajo lo que que-daba de aquel mozo fuerte y joven, y con la misma inso-lencia, la misma vanidad, la misma estampa del padreajusticiado, le dijo a aquella criatura que había ya dejadode ser: “su hermano Antonio acaba de morir de cuatro balazosen el pecho... usted morirá mañana”.

Y así fue, pero, mientras, aferrado a los hierros de lapuerta de la celda, se levantaba la figura de aquel hombrede 83 años (él y mi padre eran los prisioneros de mayoredad), que ya había renunciado a sus hijos. Me lo afirmóel día miércoles de la semana inicial de mayo, primeravez que llevé a Mario de la Maza a Santo Domingo, di-ciéndome: “Dile a Antonio que ya están todos mis hijos, quese cuide de no fracasar, que se mueran todos, pero que no fraca-se”. Y gritó: “Llamen al general Trujillo, que yo también tengo

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que decirle algo”. Y lo repitió una segunda vez con voz fir-me y desafiante. Su mirada estaba más allá de la vida y dela muerte y se le leía el peso del honor con el que iba aaplastar al símbolo de lo despreciable. Pero cumplida subajeza, Ramfis dio la espalda y salió de aquella sala decrímenes y de terror.

POR QUÉ MARCELINO VÉLEZ SANTANA SE HALLAJUNTO A JUAN TOMÁS Y A DE LA MAZA

Consumado el ajusticiamiento, cuando el grupo que asis-tió a la autopista fue a la casa de Juan Tomás Diaz, y en elbaúl del carro Chevrolet de De la Maza se encontraba elcadáver de Trujillo, con Pedro Livio Cedeño herido, secomisionó al doctor Bienvenido García Vásquez para bus-car un médico que lo atendiese. De los médicos de con-fianza eligió al doctor Marcelino Vélez Santana. El doctorGarcía Vásquez fue por él; le enteró de lo que sucedía yVélez Santana acompañó a Bienvenido García a la casa deJuan Tomás. Un rápido examen le convenció de que eranecesaria una intervención quirúrgica inmediata.

Entre Bienvenido García y Vélez Santana se llevarona Cedeño a la Clínica Internacional. Detuvieron el vehí-culo, una Opel Caravan de Juan Tomás Diaz, antes dellegar a la clínica. García Vásquez dejó el vehículo, entróa la clínica y se dirigió en busca del doctor Damirón. Allípidió que no se diese información del caso hasta el díasiguiente. Bajó y, en concierto con el doctor Damirón, sedejó al herido Pedro Livio Cedeño en la puerta de la clíni-ca en donde el doctor Damirón, quien salió a propósito,encontró al herido.

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Luego de esto, al regresar a la residencia de Juan To-más Díaz, el doctor Vélez, ya comprometido, decidiópermanecer junto a Juan Tomás y a de la Maza, mientrasBienvenido García Vásquez, ya pasadas las once de lanoche, se fue por recomendación de Juan Tomás, junto ala señora de éste, Cristiana Díaz, sus hijos y su propiaesposa, a buscar un lugar más seguro.

EN LA CÁRCEL: EL RETRATO

Tan sólo recogeremos del séptimo círculo del crimen y latortura, las escenas de las cárceles de “La 40” y las subte-rráneas de “El 9”, como a manera de hitos que marquenla consciencia de los pueblos, le eviten el descenso morala que nos llevó la tiranía y les edifiquen en el culto deaquellos que merecen no ser olvidados.

En el aquelarre terrible de aquellas torturas sin pausa,pretendiendo dominar las conciencias, los cuerpos de losprisioneros sospechosos de complicidad en el ajusticia-miento eran destrozados poco a poco, pero las torturassólo servían (quizás hay la excepción que callamos y quees mejor olvidar) para levantar a aquellos hombres y dar-le plenitud de razón a Juan Tomás Díaz, infatigable en suafirmación de: “No teman, que esto está entre hombres decen-tes y hay que creer en la decencia o más vale hundirse”. A tan-to llegó que a su mujer la enteró de cuanto se perseguía.

Huáscar Tejeda, en un momento en el que temiera de-bilidad en su cuerpo, intentó quitarse la vida antes quedisminuir en dignidad; Miguel Ángel Bissié, de regreso dela silla eléctrica, todo agarrotado, parecía desfallecer y, meconfesó: Don Antonio, no aguanto más; si me llevan de

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nuevo tendré que decirlo todo”. Bastó decirle: “Nadie telo impedirá, pero creí podríamos enseñarles que somos distin-tos, que tenemos dignidad”. Y entonces exclamó: “Ha sidoun momento de debilidad, no pasará, no pasará”. Y llevadouna y otra vez a torturas, sus labios se sellaron sin come-ter ruindad.

Bienvenido García Vásquez, destrozado una y otravez, sin proferir un grito, desoyendo el consejo de todos,se hizo soberbio en el desprecio a los verdugos.

Así se comportaron aquellos hombres, para mover aorgullo, hasta en el altivo silencio de Fernando AmiamaTió.

EL DESNUDO

Los instrumentos de tortura directa eran los siguientes:Las esposas, cerradas hasta morder las carnes, colo-

cadas brazos atrás por tres, cuatro, cinco días y hasta lamisma muerte.

Las cuerdas, las de fibra vegetal, para atar a los conde-nados a la silla, o al palo de tortura, o de pies y de manospara crear las convulsiones desesperadas cuando se so-metía a la tortura de las hormigas, esparcidas sobre el cuer-po del condenado y, en ocasiones, solamente en determi-nadas partes, en las pudendas, por ejemplo.

Pero lo que echaba por tierra la moral era el desnudo;sí, el desnudo, brazos atrás y tirados sobre el suelo, hacina-dos unos sobre otros, esperando el turno que habría de lle-gar, turno penetrante porque los ayes de los primeros lotallaban como un grito y los ojos que miraban a las vícti-mas de laceración y martirio como una lanza de fuego.

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EL DESODORANTE

Las torturas eran continuas, pero tenían su curva críticacuando bajaban a la cámara fatal Ramfis, Radhamés, deLeón Estévez, con la corte de investigadores: el fiscal delDistrito Nacional, Lolito Tejeda, y el mayor de leyes dela Aviación Militar Dominicana, abogados que pedían laverdad con una traílla en la mano derecha y el símbolo desu código, una metralleta, en la izquierda.

Para que la sangre de los heridos a garrotazos, latiga-zos, propinados con miembros de toros, alambres, etc., o,sajados a navaja, o para que los excrementos y orines delos condenados a la silla eléctrica o a las picanas eléctri-cas, dejados escapar al relajarse los esfínteres, no les tur-base su fino olfato, un soldado esparcía uno, dos, tres bo-tes de perfumador desodorante, dos o tres minutos antesde su entrada al sitio infernal.

Esta maldita práctica, usada con refinamiento y sagaci-dad, creaba un estado mental especifico: la consciencia deque se estaba en la antesala del suplicio, la tortura y quizásla muerte, pero, ¿a quién le tocaría? Ese era el mayor tor-mento: la incertidumbre de la espera de esa agonía que sa-tisfacía el cinismo y el morbo criminal de esos asesinos.

Y pasaban en busca de sus víctimas: Clodoveo Ortiz,Marino González Roa, Virgilio García Trujillo, PérezMercado, el veterinario doctor Castro, El Rubio, JuanReyes, Eladio Ramírez y los leopardos de Johnny Abbes.

UNA ESCENA IMBORRABLE

Miguel Ángel Báez Díaz fue el acento y la afirmación delo que puede el ideal cuando sustancia una vida, de loque puede el espíritu contra la mezquindad de la carne.

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En un traslado de celda, quedé en el pasillo, junto a lasolitaria en la que él y Modesto Díaz estaban encerrados.El último casi destrozado, Báez Díaz, en un regreso de lamuerte, tocando los linderos de la vida. Nos reconoci-mos y entonces, los dos, ayudados el uno por el otro, pues-tos de rodillas, me pidieron hacer lo mismo.

Habló Miguel Ángel: “Nosotros dos moriremos. No te-mas, en nuestros labios no habrá delación. Cuida de nuestrasfamilias. Eso te encargamos”. Y nos penetramos por los ojos,el uno en gratitud inconfesada; los otros en una afirma-ción de serenidad absoluta, de sublimizada transportaciónespiritual.

CÓMO SE ESCUPE EL DESPRECIO

Ernesto de la Maza Vásquez, llevado la madrugada de lanoche del ajusticiamiento a la fortaleza de La Vega y deallí a “La 40”; de complexión física extraordinaria, cen-traría desde el principio el odio, el salvajismo y la alca-huetería ruin de los verdugos Clodoveo Ortiz, CanditoTorres, teniente Germán Pérez Mercado, Juan Reyes, etc.

Sus dientes destrozados a palos, su cuerpo molido, ata-sajado, fue sentado en la silla eléctrica, fijado a los elec-trodos, levantado sobre el asiento, materialmente izadocon una cuerda atada a su órgano noble...

Así, entre una sacudida eléctrica y otra, en la pausasuficiente para que recobrara lucidez, la misma pregunta:“¿Quién mató al Jefe?” y la valiente respuesta: “Cien vecesdebió morir ese asesino...” Y palabras que como la de cabro-nes, eran el coronamiento de la masculinidad.

A la intensidad de las torturas se iba multiplicandoesa maravillosa afirmación de hombre, hasta que vencida

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la morbosidad de aquel grupo de chacales, apretaron fir-me el interruptor: ¡como si quisieran llegar más allá de lamuerte! Todavía, cuando arrastraban el cuerpo contraídoy semicarbonizado, el magnífico tórax, aquel espléndidopecho, se expandía: ¡afirmaba una casta de hombres!

(El coronel Germán Despradel, entre otros, presen-ció estos hechos).

LO IMPONDERABLE

Hasta para morir fue perverso y siniestro Trujillo. Si caeun miércoles o un jueves, nos encuentra a los grupos enpleno, o quizás, si el aviso de que iría ese martes a la Ha-cienda Fundación se hubiese dado a hora temprana de latarde, como en otras ocasiones, y no casi a la prima noche.

El plan, respaldado en sus detalles por quienes le die-ron calor a sus aspectos particulares, la asistencia de unospara con los otros, que infunde ánimos, la fusión de vo-luntades y la suma de pensamientos, de inteligencias enun esfuerzo común, todo esto hubiese contado en muchoen el éxito total de la empresa.

Otros aspectos y causas del fracaso, la razón de ciertoquietismo, de cierto enervamiento, las intuyo, pero nopuedo permitirme libertarlas; sólo en una mesa redondade todos los interesados se podrían aclarar esos puntososcuros.

¿Por qué no doy la versión que mi hermano Bienveni-do y Miguel Ángel Bissié recogieron de los hechos de laavenida George Washington de labios de Antonio de laMaza y la que Antonio Imbert Barrera me dio en mi pri-mera entrevista con él?

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Por respeto a los hombres y a los hechos, quiero for-zar la discusión abierta, noble, generosa, pero no caer enfalta frente a uno cualesquiera de los integrantes de la cons-piración, razón suficiente para que se les guarde en sunombre, sólo dejo el apunte, sin traslucir posición algu-na. Sólo reclamo se borren dudas y que en el camino me-jor hagamos la luz de este acontecimiento mayor en laepopeya dominicana.

Y algo más, porque Trujillo muerto en esa forma, ¡esredención para la vergüenza y la dignidad del pueblo do-minicano!

(Firmado)Eduardo Antonio García Vásquez

Madrid, España, 1963

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10. CRISTIANA DÍAZ VDA. DÍAZ (CHANA)

De la relación anterior de Eduardo Antonio García Vás-quez se desprende que Juan Tomás Díaz y Antonio de laMaza Vásquez eran los líderes de la conspiración del 30de Mayo y que Modesto Díaz, Miguel Ángel Báez Díaz yel propio Eduardo Antonio García Vásquez eran los de-más integrantes del grupo que originalmente compartíacon ellos la dirección, la planificación y los detalles de laconspiración, a la cual fueron agregándose otros partici-pantes en la medida en que eran propuestos por los miem-bros del núcleo del movimiento. La conspiración comen-zó a tomar forma fuego de la expedición de junio de 1959.El grupo líder tenía a su cargo la planificación del atenta-do, la organización del complot, el enrolamiento de nue-vos miembros, la ubicación de las armas y el desarrollo delplan político, que pasaba por un golpe de Estado y por unlevantamiento popular apoyado por facciones del Ejército.

Esto configura al 30 de Mayo como un movimientopolítico cuya finalidad era la toma del poder, con objetode instaurar la democracia y cercenar la tiranía. En últi-ma instancia, se perseguía la liberación del yugo de latiranía y el comienzo de un régimen de libertades.

Nunca hubo grupos diferentes, segregados; en cam-bio, desde el punto de vista instrumental se asignaronresponsabilidades y a unos les correspondió integrar el

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núcleo, de acción y a otros poner en ejecución el plan po-lítico. Lo que había era especialización en las funciones yuna dirección única, obviamente clandestina, la cual nopodía ser del conocimiento de aquellos que no pertene-cían al grupo líder, quienes tenían acceso a ella solo pormedio de la persona del núcleo que los había enrolado.

Todos los hilos de la conspiración se movían a travésde Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza y todos losasuntos importantes eran discutidos por la dirección delgrupo, normalmente en reuniones que tenían lugar en laresidencia de Juan Tomás Díaz.

Para verificar lo anterior y conocer con mayor profun-didad los detalles de la conspiración, se hicieron variasentrevistas a personas consideradas claves por su conoci-miento directo del complot. Una de esas personas es Cris-tiana Díaz (Chana), la viuda del general Juan Tomás Díaz,quien no sólo era su esposa e hija de Modesto Díaz, sinotambién una especie de asistente y secretaria, lo que lepermitió estar enterada de los detalles del complot.

La exposición de Cristiana Díaz Vda. Díaz es de granrelevancia, pues permite ir identificando puntos de coin-cidencia o discordancia con la relación de otros implica-dos directa o indirectamente, en la gesta.

ENTREVISTA REALIZADA A CRISTIANA DÍAZ (CHANA)2

EGM.- ¿De qué época venían las inquietudes de JuanTomás Díaz, acerca del régimen de Trujillo?

2 La entrevista fue realizada el 10 de julio de 1991 por Emilio Cordero Michel,Miguel Ángel Bissié y Eduardo García Michel.

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CD.- Desde alrededor del año 1949. En mi casa, lasfamilias desafectas al régimen eran bien recibidas, encon-traron apoyo en Juan Tomás, quien servía de mediadoren muchas ocasiones. Ahí está el caso de Clara Tejera, laesposa de Donald Reid, quien cada vez que iba a salir delpaís le pedía a Juan Tomás que intercediera para conse-guirle el pasaporte porque no se lo daban.

Te diré que Jairo Hernández, por ejemplo, famoso an-titrujillista de La Romana que murió en el exilio de Cuba,durmió dos noches en la casa nuestra. Eduardo Montás,en San Cristóbal, decía que era testigo de Jehová y JuanTomás le decía: tú no eres testigo de Jehová; lo que túeres es enemigo de Trujillo.

Cuento esto para indicar que Juan Tomás era una per-sona sensible.

Por ejemplo, Antonio García Vásquez, tu padre, eraun desafecto del régimen de siempre; Antonio de la Mazasiempre fue un desafecto, aunque no lo demostraba, ycuando ocurrió lo de Tavito, su hermano, fue a nuestracasa y vibramos con él. Entonces, la protesta la había,pero en silencio. Con íntimas personas quizás se habla-ba; pero conmigo sí, yo sabía que Juan Tomás no estabade acuerdo con tantas atrocidades que pasaban.

La cuestión es que nosotros fuimos a La Vega en elaño 58 y ya en esa época las cosas estaban muy feas. Nuncaolvido que Antonio Ocaña fue a ver a Juan Tomás por lasituación, porque se pensaba que al ser Juan Tomás mili-tar pudiera ser la persona llamada. Y también fue PapitoSánchez Sanlley, quien parece que le habló a Juan Tomásde cosas muy profundas; tal vez le diría: tú eres el hom-bre, pienso yo; eso fue en el 1958.

En Juan Tomás caló profundamente el descontentoque sentía la población.

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Recuerdo que un domingo en que estábamos en la fin-ca de Las Canas, arrendada por Juan Tomás, celebrandoel bautizo de Jean, mi sobrino, ya como a las siete de lanoche cuando regresábamos del campo, pararon a JuanTomás en la fortaleza de La Vega y yo seguí a la casa.Luego me dijeron que Juan Tomás había subido a Cons-tanza y más tarde supe que había llegado una expedición.

Creo que Juan Tomás reemplazó a Mozo Bonetti, peroregresó de Constanza asqueado; duró sólo tres días. Élera comandante del Departamento Norte, con asiento enLa Vega, que cubría el Cibao y Puerto Plata.

En eso me recuerdo que Antonio García Vásquez fuea verlo. Es más, esa noche se quedó Mayra conmigo, to-davía chiquitica (la hija menor de Antonio García Vás-quez) y después tuve que ir a llevarla a Moca porque sepuso a llorar.

Resulta ser que en esa expedición del 14 de Junio lle-garon muchos jóvenes de familias allegadas a Juan To-más. Fue una masacre, un genocidio lo que pasó. Porejemplo ahí estaba el hijo de Toñito Mota, el de AmableCastillo, nuestro compadre, este muchacho Ducoudray,José Cordero Michel y muchísimos más.

Gracias a Dios que Juan Tomás no tuvo que actuar;sólo recuerdo que por Manabao, Jarabacoa, había unmuchacho de apellido Jiménez y un guardia le pegó unapatada estando amarrado y Juan Tomás recriminó al guar-dia y le dio un cigarrillo al prisionero. Yo creo que esoestá en un libro, que así lo cuenta Mayobanex Vargas.

EGM.- Sí, porque creo que salió algo en una publica-ción del 14 de Junio.

CD.- La efervescencia que había en el país; a mi casaiba mucha gente a La Vega; era ya un régimen en que nose podía más.

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EGM.- ¿A raíz de la expedición le ocurrió algo más aJuan Tomás?

CD.- Bueno, a raíz de la expedición fue un día a micasa Antonio García Vásquez. Él iba con frecuencia, peroese día habló íntimamente con Juan Tomás de la situación.

EGM.- ¿Eso fue después de Juan Tomás haber bajadode Constanza?

CD.- Sí. Luego Antonio García Vásquez fue de nue-vo, esta vez acompañado de Antonio de la Maza. Ahí ha-blaron con Juan Tomás de que la situación no podía pro-longarse más.

EGM.- ¿Juan Tomás te dijo de qué hablaron ellos?CD.- De la situación que había en el país, de que ha-

bía que buscar la manera de hacer desaparecer a Trujillo,pero ya tú sabes lo difícil que era. Estaban en la mejordisposición tanto Antonio de la Maza como Antonio Gar-cía Vásquez y ellos contaban con Juan Tomás, pero enrealidad ahí no se planificó nada.

EGM.- ¿Después de esa primera reunión en la quehablaron con Juan Tomás, Antonio de la Maza y Anto-nio García Vásquez, cómo siguieron evolucionando lascosas?

CD.- Ellos siempre se reunían, Antonio García Vás-quez venía muy a menudo de Moca, Antonio de la Mazase paraba en La Vega cada vez que pasaba hacia la Capital.

MB.- ¿Hasta qué tiempo estuvo Juan Tomás en LaVega?

CD.- Hasta febrero de 1960.Fíjate, yo recuerdo que Juan Tomás le mandó a decir

a Luis Aquiles Mejía en Venezuela, con un amigo, quesupiera que él le estaba cuidando la casa, porque noso-tros compramos la casa de Luis Aquiles al gobierno, quese la quitó.

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Entonces trasladaron a Juan Tomás. Y Gracita, suhermana, se asila en la embajada de Brasil. Modesto lle-gó a mi casa y me preguntó por Gracita y yo le dije queella había pasado por ahí camino del colmado. Modestoexclamó: ¡Al Colmado! Ve a la Embajada de Brasil para quetú veas el carro parado en la puerta.

El caso es que Trujillo mandó a Juan Tomás y a Mo-desto a la Embajada a ver si convencían a Gracita paraque saliera. El embajador le dijo que la buscaban y cuan-do ella iba bajando la escalera oyó una tos que reconocióque era de Juan Tomás. Se devolvió, diciéndole al emba-jador que le dijera que no quería verlo.

Trujillo invitaba semanalmente a militares y amigosa comer, a cambiar impresiones y a repartir boches. In-vitó a Juan Tomás, que usualmente no lo hacía, y algúnlibro dice que Trujillo le llamó la atención; pero eso nofue cierto. El presidente Balaguer dice que Trujillo loafeó preguntándole que cómo su hermana era enemigade su régimen.

A los cinco meses a Juan Tomás lo jubilaron, en juniodel 60.

Los que participaron en la gesta del 30 de Mayo sereunían con frecuencia en mi casa, a excepción de dos otres que nunca vi: Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda,Antonio de la Maza; Fifí fue una sola vez; él era una per-sona muy retraída.

La mayoría de ellos iba a mi casa, pero la situaciónera diferente porque ya Juan Tomás era un civil.

EGM.- ¿Cuáles eran los que asistían a las reuniones yquiénes estaban involucrados en el complot? ¿Eran reunio-nes periódicas o casuales?

CD.- Bastante a menudo. Venían Antonio de la Maza,Antonio García Vásquez, Miguel Ángel Báez Díaz, en

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30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

un principio. De junio hasta antes de la muerte de lasMirabal.

EGM.- ¿Cuándo fue la muerte de las Mirabal?CD.- El 25 de noviembre de 1960. Es más, ese día

estaba ese grupo reunido en mi casa. A mí me llamóMireya Trujillo, la esposa de Pupo Román y me dijo:Ay Chana, una noticia mala, mataron a las hermanas Mira-bal. Yo di un grito y tiré el teléfono y luego la llamé y ledije que fue que me asusté. Después de la muerte de lasMirabal es evidente que el grupo ya había tomado unadecisión.

EGM.- ¿O sea que tú piensas que la muerte de las Mi-rabal fue lo que dio el elemento final para el ajusticia-miento?

CD.- Sí, el elemento final.EGM.- ¿A partir de la muerte de las Mirabal empezó

a crecer el grupo?CD.- Sí. Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda. De

Roberto Pastoriza (Fifí) no te sé decir y Modesto.EGM.- ¿Se reunían en casa de ustedes?CD.- Sí, allá estuvo un señor que yo no sabía quién

era y me entregó algo para que se lo diese a Juan Tomás.Era Ángel Severo Cabral. Eso fue en el 61.

EGM.- ¿Cuándo piensas que tuvo lugar el enrolamien-to de gente como Luis Amiama?

CD.- Luis nunca fue un visitante asiduo. Él era asi-duo donde Pupo Román. Y era amigo de Modesto. A micasa no iba.

EGM.- ¿Pero tú lo viste en algún momento?CD.- Sí, claro, pero no era un asiduo. Lo vi el 21 de

mayo en el cumpleaños de Pupo Román. Donde Modes-to iba todos los días, pero a mi casa no. Él más bien habla-ba con Modesto.

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EGM.- ¿Antes del 30 de mayo Luis no estuvo en lacasa de ustedes?

CD.- No. En la noche del 30 de mayo sí, antes de irdonde Pupo él fue a mi casa.

ECOM.- ¿Es verdad que Juan Tomás conspiró en el57, junto a Sanchito?

CD.- No era complot. Eran sólo conversaciones.ECOM.- Ocaña dice en un libro recién escrito, que

quien armó toda la conspiración fue tu papá Modesto yque Juan Tomás enroló a Antonio de la Maza.

CD.- No lo creo. Juan Tomás enroló a Modesto. Portemperamento, Modesto era muy cuidadoso. Recuerdoque Huáscar decía que iban a coger vivo a Trujillo y loiban a poner en el parque Colón como atracción turísticay Modesto lo rebatía; él era muy equilibrado.

ECOM.- ¿Antonio de la Maza enroló a Juan Tomás,o fue Juan Tomás quien enroló a Antonio?

CD.- En Antonio de la Maza eliminar a Trujillo erauna decisión de hacía mucho tiempo y Antonio GarcíaVásquez era también enemigo del régimen. Dada la amis-tad y la familiaridad que había se pudo integrar el grupo.Yo creo honestamente que Juan Tomás se integró a ellos.De que él estaba convencido desde hacía tiempo del pro-blema del régimen, eso es otra cosa.

ECOM.- ¿Qué influyó más: el asilamiento de Gracitao la muerte de las Mirabal?

CD.- La muerte de las Mirabal. En cuanto a lo de Gra-cita yo fui la primera que me alegré, al igual que JuanTomás.

EGM.- ¿A qué se reunía ese grupo, cuál era el propó-sito de las reuniones previas al 30 de mayo? ¿Por qué par-te de ese grupo no participó directamente en los hechos?

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CD.- Planificando el complot. Primero se pensaba atra-par a Trujillo en la casa de una amante que vivía ahí en lahoy Roberto Pastoriza. Fíjate, ahora hay mucha gente quedice sabía lo del complot, pero no es así. Yo sé que a NeitNivar, Juan Tomás le dijo un día: Mira Neit, ten cuidado,no actúes en forma arbitraria, que este régimen está en el suelo.Neit fue donde mí y me dijo que Juan Tomás estaba loco.Juan Tomás también comentaba con García Urbáez. Élcontaba con militares, por su trayectoria, pero no porquehabía un compromiso.

EGM.- ¿Había algún militar al que se le llegó a parti-cipar?

CD.- A Pupo Román. A Guaro Estrella fue Antoniode la Maza quien quedó de conversar con él. No sé si lohizo.

EGM.- ¿Pupo fue a través de Luis Amiama o directa-mente?

CD.- Yo creo que él habló directamente con Pupo, enuna oportunidad. Pero Luis era el contacto con Pupo.

EGM.- En tu opinión, ¿el plan del grupo organizadordel complot terminaba con la liquidación de Trujillo ohabía algo más?

CD.- Claro que sí, yo sé que decían que iban a dejartransitoriamente a Balaguer.

EGM.- ¿Había un plan político?CD.- El plan político tenía los 10 puntos esos que te-

nía Antonio García Vásquez. Yo conocí ese plan desdeun principio porque Juan Tomás no tenía secretos paramí. Yo era su secretaria. Ese documento existía. Tambiénvi una proclama que comenzaba más o menos diciendo:Pueblo dominicano, el tirano ha muerto. Yo estoy seguraque fue Antonio García Vásquez quien la hizo. Me dieron

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a guardar a mí una copia y yo la dejé en un saco de JuanTomás. Pero dicen también que Severo Cabral tenía una.

EGM.- ¿Y del plan político de los 10 puntos, recuer-das algo más?

CD.- Ahora no recuerdo.ECOM.- ¿Era cierto que Modesto y Juan Tomás eran

partidarios de secuestrar a Trujillo, cogerle vivo, llamar alos familiares y deportarlos?

CD.- No te sé decir ese plan. Yo sí recuerdo que JuanTomás dijo que a Negro Trujillo no lo mataran, que lodeportaran. Y Antonio de la Maza dijo que el más maloera Negro.

EGM.- Días antes del 30 de mayo, ¿cuál era el ánimode Juan Tomás? ¿Se sentía inquieto, sentía dudas?

CD.- Juan Tomás nunca se sintió inquieto. Fíjate queesa misma tarde del 30 de mayo él llegó a las siete, por-que se había ido a la finca. Se sentía tranquilo y confiado.

EGM.- ¿Hubo más de una ocasión en que se intentóliquidar a Trujillo en la avenida hoy 30 de Mayo?

CD.- Claro.EGM.- ¿Recuerdas esos preparativos?CD.- Yo recuerdo que en dos oportunidades la gente

que vino de fuera, de Moca, de La Vega, me dieron a guar-dar las armas. Al regreso de la avenida fueron a mi casa yme dieron a guardar las armas. Y en una de las oportuni-dades, yo siempre las metía debajo de la cama, me fui aHigüey de madrugada a acompañar a una amiga y ellosesperaron a que yo llegara en la tarde porque yo las teníaguardadas.

MB.- ¿Recuerdas si uno de esos días previos hubo au-sencia de alguno de los conjurados? ¿Recuerdas cuándometieron a Tunti Cáceres en el hecho?

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CD.- Como que recuerdo algo someramente. Tal vezAntonio Imbert.

MB.- ¿Quiénes eran las gentes que dos o tres semanasantes del 30 de mayo estaban en tu casa, preparadas paraactuar, ya fuese en la avenida o fuera de la avenida?

CD.- Antonio de la Maza, Antonio García Vásquez,Mario de la Maza, Ernesto de la Maza, Tunti, Huáscar,Fifí. Te voy a decir que Estrella Sadhalá en los últimosmeses iba a mi casa, pero nunca hablé con él. A AntonioImbert nunca lo vi; vi a Amadito. Sí sabía que Amaditoparticipaba pero no que Antonio Imbert.

ECOM.- ¿Sabías tú el papel de quienes venían losmiércoles, sobre todo de Ernesto y Mario de la Maza?

CD.- Mario de la Maza tenía una misión, pero a mí seme ha olvidado. Tengo un lapsus mental ahora.

MB.- ¿Sería para asegurar la participación de PupoRomán?

CD.- A Tatica (la viuda de Mario de la Maza) fue quese lo oí.

MB.- ¿Fue para estar al lado de Luis Amiama?CD.- No lo sé. Tatica lo dijo y habría que creerle.MB.- A Mario de la Maza lo metieron dos o tres me-

ses antes del 30 de mayo y fue precisamente para fortale-cer la participación de Pupo Román. Parece ser que erapara unirse a Luis Amiama para asegurar a Pupo.

EGM.- En esas semanas antes del 30 de mayo, que elgrupo fue a la avenida y regresó sin cumplir su misión¿Cómo se sintió Juan Tomás?

CD.- Él estaba muy confiado. Nosotros fuimos aMoca, con tu papá, Antonio García Vásquez, con Bien-venido García Vásquez, Juan Tomás y Modesto, dos otres semanas antes del 30. De Moca pasamos donde

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Fello Vidal; se le participó y él dijo que no, pero que no lodelataría, que no participaría en eso.

MB.- ¿Viste a Manuel de Ovín en tu casa?CD.- Sí, Manuel de Ovín venía con frecuencia; éra-

mos compadres, pero con Manuel nunca hablé.EGM.- ¿Tú asocias a Manolo visitando tu casa por la

amistad que había o por motivos de complot?CD.- Él iba a la casa porque había amistad, pero si

hablaba con Juan Tomás delante de mí nunca lo hizo. Creoque bautizamos a su hijo el 21 de mayo, más o menos, yManolo habló algo con Juan Tomás ese día.

EGM.- ¿Pero tú no lo asociabas como participante enel complot?

CD.- No, nunca hablé con él.EGM.- ¿Supiste de una prueba que él hizo con unos

perdigones?CD.- Eso es posible que fuera cierto, porque él que-

dó encargado de ir a la finca, porque quien lo hacía eraDonald.

ECOM.- ¿Qué papel jugó Donald en el movimiento?CD.- Yo a Donald no me atrevo a nombrarlo. Él esta-

ba enterado de muchísimas cosas. Naturalmente, el plancuando se intensifica es luego de la muerte de las Mirabaly él se fue en septiembre para el exterior. Yo oí decir que aél le habían encargado de unas armas, pero yo no sé de eso.

EGM.- ¿Cuando tú hablas de las armas que se queda-ron en tu casa, de qué tipo de armas hablas?

CD.- Largas. Varias armas. Eso fue cercano al hecho.No fueron las recortadas, las tuve que meter debajo de lacama porque eran muy largas; si hubiesen sido cortas lasmeto en una gaveta.

EGM.- ¿Eso fue en más de una ocasión?

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CD.- En dos ocasiones, en que fueron a la avenida.MB.- ¿Fue antes o posterior al 17 de mayo?CD.- La fecha no la puedo precisar.EGM.- Es que tengo entendido que en algún momen-

to esas armas que buscó Antonio de la Maza, que se lasentregó Severo Cabral, fueron llevadas a casa de JuanTomás; no sé el tiempo que duraron.

MB.- Stocker dice que fue en los últimos días del mesde abril cuando él entregó las armas.

CD.- Más o menos fue en esa época.EGM.- Tengo entendido que de ahí esas armas fueron

llevadas a casa de Juan Tomás y Antonio García Vásquezse las llevó para Moca por unos días y las trajo y de ahífue tal vez cuando pasaron luego a las manos de MiguelBissié. Esa es la secuencia.

ECOM.- ¿Sabes quién dio la idea de cazar a Trujilloen la avenida?

CD.- No sé. Lo que si hablé detalladamente con Huás-car y Pedro Livio, en mayo, fue de cómo estarían los ca-rros en la avenida.

ECOM.- ¿Sabías tú que Juan Tomás participó en unsimulacro en la avenida?

CD.- No, no lo sabía; Juan Tomás no me dijo nada.EGM.- ¿Cómo se desarrollaron los acontecimientos

del 30 de Mayo?CD.- Antonio de la Maza fue en la mañana a mi casa;

quedamos de juntarnos Aída, Antonio de la Maza, JuanTomás y yo, para ir a la finca en Villa Mella a matar unbecerro. Pero se hizo tarde. Aída y Antonio se fueron; peroJuan Tomás sí llegó a ir a la finca. Como a eso de las 7:00P.M., Juan Tomás regresó y trajo el becerro, que se metióen el freezer. Llegaron Bocho Cabrera y Joaquín Garrido;

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Juan Tomás se quedó en la galería hablando y llegó An-neris Cobián y yo me senté con ella en la sala.

Como a las 8 menos cuarto llega Pedro Livio Cedeño.El arma que él usaba era de Juan Tomás, pero como él eratan violento, él me la entregaba para que la guardara. Medijo: dame los cien pesos. No lo entendí. Me aclaró quele buscara la pistola que el hombre va esta noche a SanCristóbal. Entonces busqué el arma.

A Juan Tomás le había llamado Antonio de la Maza,después que él regresó de la finca.

Pasó el tiempo. Llegaron Tomasito Báez y Lucila Bru-gal; Bienvenido García Vásquez y Marianela Díaz. Sefueron Joaquín y Bocho. Ya eran como las 9:30 P.M.

EGM.- Pero antes de ese momento ¿Juan Tomás secomunicó con alguien?

CD.- Juan Tomás se fue. Creo que llamó a Luis Amia-ma, porque cuando vi de nuevo a Juan Tomás dondeMarianela él estaba con Luis Amiama.

Yo estaba en el patio y llegó Modesto preguntando porJuan Tomás. Le dije que él me había dicho que le dijeraque estaba donde Marianela y Bienvenido.

Juan Tomás se quedó donde Marianela y Bienvenido.Y Luis fue donde Pupo. Miguel Ángel Báez, también lle-gó a la casa.

Se fueron Tomasito y Lucía como a las 9:45 p.m. Medespedí de ellos y por la parte delantera entró HuáscarTejeda y me dijo: Listo el hombre. Preguntó por Juan To-más y le informé que estaba donde Marianela. Se fueHuáscar.

Cuando voy entrando llegó el carro de Antonio de laMaza con el cadáver de Trujillo. Preguntaron que si que-ría verlo. Dije que no. Me fui donde Marianela y Bienve-nido se quedó allí.

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Llegué donde Marianela y ahí estaban Juan Tomás yModesto. Luis se había ido donde Pupo. Regresa Luis ybusca a Bibín Román, para que penetrara en donde Mire-ya Trujillo. Lo llevaron donde Bienvenido y salieron otravez. Tengo entendido que fueron donde Pupo. Dice lagente que estaba como una especie de rehén.

ECOM.- ¿Quién conducía el carro de Antonio de laMaza?

CD.- Yo no vi a Antonio Imbert. No vi quién lo ma-nejaba. Antonio de la Maza tenía la camisa manchada desangre; Hilaria Balbuena, la sirvienta, le consiguió unacamisa para cambiársela. Antonio de la Maza le entregó,a la sirvienta, un maletín para que lo guardara debajo dela escalera.

EGM.- ¿Dijo algo Antonio de la Maza? ¿Cómo es-taban?

CD.- Antonio de la Maza se notaba con satisfacción,por la misión cumplida. Se refirió a que Trujillo tenía laboca torcida, parece que por el balazo que él le había dadoen la boca. Eso del balazo lo supe esa noche porque me lodijo Bienvenido García Vásquez: que Antonio de la Mazaexpresó que ese guaraguao no comería más pollos y queél mismo le había dado el balazo en la boca.

ECOM.- Cuando estabas donde Marianela ¿qué hi-cieron?

CD.- Modesto y Juan Tomás fueron a mi casa y vol-vieron donde Marianela, diciendo que Pedro Livio esta-ba mal herido.

ECOM.- Se preguntó que dónde había ido Luis Amia-ma. (Ahí la cinta muestra imperfecciones).

CD.- Dice que regresó donde Marianela y que de ahíella oyó decir (después del 30 de mayo) que había idoal campamento 27 de Febrero, donde está la Marina de

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Guerra. Pupo fue primero al Palacio y luego fue al cam-pamento 27 de Febrero.

EGM.- ¿A qué hora cuenta Manuel de Ovín que estu-vieron esa noche en su casa Juan Tomás y Modesto?

CD.- Ya yo no volví a ver a Juan Tomás.MB.- Hay algo que no ha quedado claro todavía.

¿Cuando Luis Amiama va a casa de Pupo y luego regre-sa, a dónde es que regresa?

CD.- A la casa de Marianela. Es cuando han buscadoya a Bibín Román y Bibín está a la espera a su vez de queél regrese (Pupo), porque volvieron luego donde Pupo.Juan Tomás pasó luego y me dijo: Vete donde Papucho, queyo te llamo luego. Eran más o menos las once y media dela noche.

ECOM.- ¿A qué piensas tú que irían Modesto, JuanTomás y Luis Amiama a casa de Manuel de Ovín?

CD.- Tengo entendido que fueron para que Manolo leparticipara al coronel Castillo (Manuel Emilio), que es elsuegro de Manolo, el asunto.

ECOM.- ¿Pero el coronel Castillo conocía el asunto?CD.- No lo sé. Ningún militar ni ex-militar iba a mi

casa, relacionado con los participantes del 30 de Mayo.EGM.- ¿Qué tú crees que pasó esa noche, que no pudo

realizarse la parte política del plan?CD.- A mi parecer, Pupo. No estaba planificada la

retirada.EGM.- ¿El plan de la proclama por qué no se mate-

rializó?CD.- Yo me pasé la noche entera tratando de locali-

zar a Radio Caribe, porque iban a tomar esa y otra radio.Cuando vi que eran las cinco de la mañana y no se oíanada, me dije que había fracasado el plan político.

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ECOM.- ¿Tú supiste que al no aparecer Pupo, de laMaza le planteó a Juan Tomás la toma del Palacio?

CD.- No lo supe, porque no los volví a ver. El que sequedó con ellos fue Bienvenido, quien luego volvió don-de Marianela a buscar un revólver para acompañar a JuanTomás, pero luego se quedó con nosotros y por eso estávivo hoy. De casualidad.

Marcelino Vélez Santana era una persona muy asiduaa mi casa, pero jamás hablé con él del complot; su herma-no Carlos Vélez sí estaba enterado, aunque no asistía alas reuniones del grupo.

ECOM.- ¿Y qué hicieron ustedes esa noche?CD.- Al Juan Tomás decirme que nos fuéramos don-

de Papucho, mi hermano, nos fuimos Bienvenido, Maria-nela, mis dos hijos, los hijos de Marianela.

Yo dejé unas piedras preciosas que Juan Tomás habíacomprado en Monte Cristi a familiares del ex-presidenteJuan Isidro Jimenes y Marianela las buscó, las llevó don-de Papucho, quien las guardó en una caja fuerte.

A las cinco de la mañana Franklin, mi hermano, mepregunta de parte de Modesto que dónde estaba Juan To-más. Le dije que se habían ido juntos, anoche, que no sa-bía. Me dijo que en la noche se vio con Modesto e iban enun carro y en otro Juan Tomás, Antonio de la Maza, Sal-vador y Marcelino Vélez Santana y al llegar a la bifurca-ción de la maternidad San Rafael, venía un patrullero aesa hora (11:30 a 12 menos cuarto). Modesto siguió yJuan Tomás se desvió y dejaron el carro abandonado, lle-gando a pie donde Robert Reid Cabral.

A las cinco yo ya estaba preguntándome que dónde po-dría ir para esconderme. Mildred, mi cuñada, me sugirió lacasa de Norma Arzeno, la esposa de Moisés Paiewonski.

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Me puse pañuelos y lentes y a las 5:30 a.m. llegué allí.Me recibieron y acogieron. A la 1:30 p.m. del día 31 ro-dearon el apartamento cinco carros de calieses, entre ellosDe la Rosa, Pascual Clemente, y me llevaron a la cárcelde “La 40”.

No hubo delación de quienes me acogieron, sino quePapucho, insconcientemente, declaró que habíamos idoa casa de Moisés Paiewonski. Se lo declaró a Luis Truji-llo Reynoso, quien además preguntó que con qué habíallegado ella a la casa y él le dijo que yo había llevado unpaquetico que había sido guardado en la caja fuerte. Truji-llo Reynoso pidió el número de la combinación de la cajafuerte y se robó todas las prendas que habían quedadoguardadas ahí.

Me siento tan impotente a veces cuando veo que esagente anda por ahí suelta, gente que hizo tanto daño, comoes el caso también de Pechito (León Estévez), que hizotanto mal a la gente del 14 de Junio; Tunti Sánchez y to-dos los demás que andan sueltos.

ECOM.- ¿Te torturaron en la cárcel?CD.- Físicamente, no. Pero sí psicológicamente.Me bajaban cada noche al sótano de “La 40” a pre-

guntarme con insistencia que dónde estaba Juan Tomás.Cuando lo mataron, a las 2:00 a.m., me fueron a buscarTavito Balcárcel y Clodoveo Ortiz, a quienes vi en “La40”. Me llevaron a la Aviación a ver el cadáver de JuanTomás.

Noche por noche entraban Ramfis y Radhamés Trujillo.ECOM.- ¿Cómo murió Juan Tomás?CD.- No lo sé. Él tenía un balazo en la sien. Gente

que estaba en los apartamentos de arriba dijeron que él sedio un balazo.

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ECOM.- ¿Sabes qué arma tenía Juan Tomás esa noche?CD.- Una pistola 45. Cuando me llevaron para ver a

Juan Tomás, ya había oído un discurso que dijo Piro Es-trella. A él le dijeron que a su hijo Salvador lo habían aga-rrado y que de parte de Ramfis Trujillo le preguntaba si élsería capaz de matarlo. Piro Estrella pidió que le dijeranal general Trujillo que su hijo traicionó tres veces. Y queél sería capaz de matarlo, aunque luego se pegara un tiro.

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11. AÍDA MICHEL VDA. DE ANTONIO DE LA MAZA 3

Como es de suponerse, los recuerdos de Aída Michel sonde suma importancia, ya que es la viuda de quien fue elalma del movimiento del 30 de Mayo, Antonio de la MazaVásquez. Sin embargo, quizás no todo el mundo sepa queel 30 de Mayo significó una verdadera pesadilla paramuchos de los familiares de los implicados, en el sentidode que la tragedia que vivieron los afectó profundamente.Tal vez Aída resultó una de las personas más afectadas,ya que no sólo sufrió la muerte de su esposo Antonio,sino también de los hermanos de Antonio, Ernesto, Ma-rio, Pirolo y Bolívar, así como de su sobrino Tunti Cáce-res Michel.

Desde aquel momento Aída no volvió nunca a ser laque fue. Su temple emocional se resquebrajó y su estabi-lidad emotiva se convirtió en frágil. Por esas razones, sutestimonio, tan valioso, fue difícil de conseguir y de ex-poner en trazos firmes, por lo menos en la medida en quesus recuerdos y vivencias la autorizan a hacerlo. A pesarde eso su testimonio refuerza plenamente los de otros que

3 Cerca de 1990 se realizó una entrevista a Aída Michel vda. de Antonio de laMaza Vásquez. Los entrevistadores fueron Emilio Cordero Michel, MiguelÁngel Bissié y Eduardo García Michel.

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figuran en este libro. Y, de eso se trata, de contrastar, com-parar, en busca de la verdad.

Con esas limitaciones señaladas transcribimos unaparte de la entrevista que se le hizo, que es la que tienerelación directa con el objetivo de este libro.

ENTREVISTA A AÍDA MICHEL VDA. DE LA MAZA

P.- ¿Aída, Antonio de la Maza decidió vengar la muertede su hermano Octavio (Tavito), después de 1957?

R.- La idea de ajusticiar a Trujillo nació en Antoniode la Maza mucho antes de que Trujillo mandara a asesi-nar a su hermano Tavito, en enero de 1957. Eso lo acele-ró. Él siempre decía que a Trujillo no se podía aguantar.Incluso quiso ajusticiarlo muy temprano, en 1930. ¿Y sa-bes quién fue que escondió a Antonio en esa época? Encasa de Marino Cáceres e Isabel Troncoso. Quien deci-dió llevarlo a Trujillo bajo su responsabilidad fue PiroEstrella. ¿Qué le dijo Trujillo? Ah, este es el muchacho quequería acabar conmigo. Entonces le preguntó qué le gusta-ba y él le contestó que la mecánica. Trujillo le ofrecióentonces mandarlo a Alemania, pero Antonio le dijo queno. Entonces él le dijo: Te voy a hacer de la escolta mía, delEstado Mayor.

Después de eso, luego de pasar muchos años de ca-sada con Antonio, cuando ya la gente estaba sufriendola tiranía de Trujillo, Antonio hablaba del régimen hastamás no poder. Sintonizaba La Habana, Cuba, que era laesperanza de nosotros. Decía: Es que a este hombre hayque acabarlo, pero quién le pone el cascabel al gato. Eso me lodecía a mí.

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P.- ¿Antes de qué mataran a Tavito?R.- Sí, antes de que mataran a Tavito. Claro, es la muer-

te de Tavito la que impulsa a Antonio a actuar, pero des-pués vinieron otros hechos más: el 14 de Junio, la muertede las Mirabal. Cuando la expedición del 14 de Junio élestaba listo para unirse a la expedición, si hubiera podido.

Después de la muerte de Tavito, tú sabes que no loenterraron sino hasta que llegó una misión de los ameri-canos. Yo le dije a Marusa, su esposa: quítale todo y dilestodo, para que le quitara el pañuelo que tenía en la cabeza,para que se viera el hoyo que tenía. Y se lo quitaron paraque se viera. La muerte de Tavito fue para mí un impactomuy grande. Nosotras tuvimos que agarrar a esos hom-bres, a sus hermanos. Yo cogí a Antonio, que le temblabala barbilla y le dije: Por Dios, por Dios, que nos van a matara todos. Y la gente que fue a dar el pésame, una a una fueyéndose, al darse cuenta de que la cosa no era natural.Marusa y yo fuimos en la ambulancia, acompañando elcadáver desde Santo Domingo a Moca. Avisaron que nolo enterraran porque iba una comisión norteamericana.Cuando llegaron nos pidieron que desalojáramos la sala.Fíjate tú lo curioso, nadie salió. Marusa enseñó el cadá-ver, le quitó la ropa y les dijo que quién se tortura paramatarse después. Los americanos hablaron con Antonioy le preguntaron que quién pensaba él que había hechoeso y Antonio les contestó diciendo que la misma perso-na en quien ellos estaban pensando.

Creo que al otro día o a los dos días, Trujillo ya estabamandando a buscar a Antonio. Le dio el pésame y le dijoque él había sabido que sus hermanos habían dicho que él,Trujillo, era el culpable. Le ofreció una contrata. Recuerdoque cuando Antonio me lo dijo yo lloré. Ernesto de la Maza

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estaba ahí y, me llamó aparte y me dijo: Aída, tú tienes queayudar a Antonio. Comprende que si él ha aceptado esto es por-que de otra manera nos matarían a todos.

Trujillo llevaba control sobre la vida de Antonio enRestauración. A veces íbamos por la carretera y de la casade guardia nos devolvían.

En una ocasión en que yo había solicitado un pasa-porte, recibí un cable diciéndome que procurara el pasa-porte. Nos quedamos desayunando donde tía Cristiana(Tana) Michel y José R. Cordero Infante (Pilino) y él medijo que fuera a la oficina de Pasaportes con el cable, y sequedó esperándome. Él tenía una cita con Trujillo ese día,temprano. En la oficina de Pasaportes me hicieron espe-rar mucho, me dijeron que ese cable estaba equivocado,me lo arrebataron de la mano y el cable se rompió en dos.Se lo conté a Antonio. Cuando él vio a Trujillo, éste ledijo: Tus hermanos están complotando contra mí. EntoncesAntonio se molestó y le dijo que quienes estaban com-plotando contra él eran sus propios funcionarios y le con-tó lo que me habían hecho a mí. Trujillo se puso furioso.A los cinco minutos ya yo tenía mi pasaporte. Olivita es-taba de jefe de esa oficina.

Al llegar a Nueva York, mi cuñada Tortola de la Mazame alertó acerca de la posibilidad de que me interroga-ran. Llegaron sorpresivamente4 y me preguntaron. Les dijeque no quería hablar, pues tenía a mi marido y a mi fami-lia en el país y temía que les sucediera algo. Entonces mepropusieron llevarme a su oficina para que nadie se ente-rara. Así se hizo. Me enseñaron fotografías, me pregunta-ron que si la esposa de Tavito lo había visto, porque ellos

4 Se supone que se trataba de personal de inteligencia del gobierno de losEstados Unidos.

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tenían cartas que aseguraban que sí se habían visto. Lesdije que no, que no se volvieron a ver jamás, hasta que letiraron su cadáver a la puerta de su casa. Les expresé dela imposibilidad de que Tavito se hubiera colgado de unasoga tan fina, siendo tan corpulento. Me preguntaron si lafamilia consentiría que se le hiciera una autopsia. Con-testé que creía que sí.

Los tentáculos de Trujillo llegaban lejos. Al otro díadispuso la realización de una autopsia, pero con el médi-co que él quiso.

Después de la muerte de Tavito, Antonio y yo no tuvi-mos sosiego, porque creíamos que se iba a producir uno deesos accidentes famosos. Por eso cogíamos las horas de lanoche, porque Antonio pensaba que era mejor para defen-derse de cualquier cosa. Recuerdo que hasta que no llegá-bamos a Santiago, desde Restauración, yo no respiraba.

Después Trujillo empezó a darle contratos a mi maridoque solo de él verlos le quemaban las manos. Ese dineroasí como lo recibía, de la misma forma lo desparramaba.

En cuanto a las personas de que yo tenía conocimien-to de que estaban comprometidas con lo del 30 de Mayo,estaba Juan Tomás Díaz, que era amigo íntimo de Anto-nio. Es más, yo le dije a Juan Tomás que nosotros quería-mos llevarlo a la más alta magistratura y él me contestóque no, que a tu papá, Octavio Michel Vásquez (Pichi-lín), sobrino de Horacio, era a quien iban a llevar, pues élquería mucho a Horacio Vásquez. Y Antonio me dijo:Aída, acuérdate que Juan Tomás es un general y que lo que túle has dicho puede comprometerlo.

Las personas que yo sabía que estaban comprometi-das en el complot eran Huáscar Tejeda, Pedro Livio Ce-deño, Salvador Estrella Sadhalá, Juan Tomás Díaz, Mo-desto Díaz, Eduardo Antonio García Vásquez, y después,

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Tunti Cáceres Michel. De los hermanos de la Maza, pri-mero Ernesto y al final entró Mario. Ernesto y yo habla-mos una noche de que le había dicho a Antonio de sacar-nos a nosotros del país. Antonio le dijo que no y Ernestome dijo: Lo que diga mi hermano yo lo hago, todo lo que digami hermano.

Pablo (Pirolo) de la Maza me decía: fíjate, ellos estánhablando, pero a mí no me dicen nada, como si yo no supiese dequé se trata.

Las armas las llevaba Antonio. Él tenía un tercer pisode su edificio, de la calle Ángel Perdomo No. 2, desocu-pado, y de ahí las llevaba a la habitación de nosotros.Recuerdo que peleé mucho con Antonio cuando vi esacantidad de armas en el closet y él me dijo que era paralimpiarlas. Me dijo que las tenía ahí porque los demás nieso sabían hacer. Entonces él comenzó a limpiarlas y yole ayudé. Después yo quemé todos los trapos sucios degrasa para que la sirvienta no se enterara ni oliera nada.

En muchas de las reuniones que hacía con Juan To-más a veces salía con mal genio. Él decía que Miguel Bissiéiba a arreglar el automóvil Oldsmobile, pero quien lo arre-gló fue Bolívar de la Maza. Y de esas armas de que yohablé, fueron llevadas por Gumarra (Luis Taveras Liz),el chofer de Antonio, donde Miguel Bissié, quien ademáshizo unas placas falsas. Antonio tenía esas placas falsasen el maletín.

Al final nosotros nos íbamos a la frontera, para venir aSanto Domingo con frecuencia. Antonio se inventó queestaba enfermo y quien lo estaba atendiendo era el doctorPichardo, decía él.

La noche que ajusticiaron a Trujillo, yo recuerdo queestábamos cenando y llegó Miguel Bissié. Antonio medijo: Aída, se me olvidó decirte que había invitado a Bissié a

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cenar. Y Yo le dije: Bien, apenas si estamos empezando a ce-nar, aquí está la cena entera. Pero no se cenó porque todofue un silencio muy grande, todos estaban pensativos.Miguel y yo nos sentamos afuera, en la terraza, y de mo-mento veo que Antonio se desaparece. Al poco rato vol-vió Antonio y llamó a Miguel. Al poco rato bajaron Mi-guel y Antonio. Ya habían llegado Pastoriza y Huáscar.Entonces Antonio me entregó la llave a mí. Recuerdo quea Pastoriza le dio trabajo abrir el carro, encenderlo. En-tonces también salió Cedeño y se fueron.

P.- ¿Antonio esa noche no te dijo nada?R.- Nada.P.- ¿Sabías tú que él salía los miércoles?R.- Esa noche llegó Pablo de la Maza (Pirolo), el

hermano de Antonio. Fui a prepararle un jugo y en esollamó Wimpy Berry. Me hice pasar por la sirvienta,pero él me reconoció y me dio un mensaje para Anto-nio y un número de teléfono. Yo lo apunté. Le dije aMiguel que fuéramos a buscar a Antonio. Pasamos porla César Nicolás Penson, frente a la casa de Juan To-más, y vi el carro de Juan Tomás en la marquesina. Pa-samos por la casa de Pilino Cordero. Seguí y regresé ami casa. Subí y no estaba. Bajé a la carrera porque measaltó la creencia de que a Antonio le pasaba algo raro.Fuimos donde Juan Tomás. Alcancé a ver su guagua.Yo entrando y ellos desmontándose. Cuando Antoniome vio, me preguntó qué hacía ahí. Él andaba con Mar-celino Vélez. Le di el mensaje de Wimpy, el papel quehabía apuntado. Él lo vio con los focos del carro. Me dijoque el hombre estaba en el baúl. Yo sentí que la boca, lasaliva toda, se me iba. Me dijo que me fuera donde tíaTana Michel de Cordero, pero no me dijo que me salierade mi casa, no.

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De ahí, recuerdo que le dije: Ay Antonio, cuídate. Él mebesó en la frente y me dijo: Ese señor, Marcelino Vélez, te vaa mantener informada de todo. Me fui donde Tana y Pilino.Una de las cosas que Antonio me dijo fue que cuandopreguntaran por él dijera que había salido temprano parala frontera. Cuando tía Tana me vio no me quería dejarsalir, me decía que no me fuera, que me quedara en sucasa. Pero me fui y llegué donde Bienvenido García Vás-quez. Cuando llegué, iba saliendo un carro con un grupode hombres. Al verme, Juan Tomás se devolvió y me dijo:No te montes con Chana, dispérsense. Vete tú donde tu tía Ma-ría Díaz. Regresé a mi apartamento de la calle Ángel Per-domo. Subí las escaleras corriendo. Venancio Alzaga, ca-sado con mi hermana Margot, estaba ahí porque dabaclases a Lourdes, mi hija, que tenía una hepatitis. Entré alcuarto de Pirolo, el hermano de Antonio y le dije: ¿Sabestú que mataron a Trujillo? Me contestó: Sí, yo lo sabía. Noso-tros sí nos vamos a fuñir.

Llevé a mi hija Lourdes donde mi tía María, cuya hijaDinorah estaba casada con Manuel Pittaluga. Recogí demi apartamento unas pastillas para los nervios y unospapeles que decían horrores contra Trujillo y los fui rom-piendo en el carro, camino de tía María5. Cuando lleguérecuerdo que le dije a Manuel Pittaluga que habían ajusti-ciado a Trujillo y él me preguntó: ¿Antonio? Le dije: No,Antonio se fue temprano a la frontera. Le expuse que queríadejar a Lourdes con ellos. Manuel titubeó, pero Dinorahse le enfrentó. Dinorah dijo que sí. Subimos al segundopiso y acostamos a Lourdes en la cama. Se veía amarilla.

5 Es posible que esos papeles fueran una copia de la proclama que se iba atransmitir, ya fuere la versión a través de La Voz del Trópico, o la versión aser transmitida por La Voz Dominicana.

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Lourdes me dijo: Ay mami, ¿y papi, y papi? Le contesté:Lourdes, ¿y por qué me dices eso? Me respondió: Porque yayo he oído algunas cosas. Entonces, le dije: Lourdes, yo ven-go pronto.

Entonces salí. Miguel Bissie iba manejando. Me sugi-rió llevarme donde Margot porque yo necesitaba tranqui-lizarme. Le dije que sí, que me llevara. De repente unapatrulla nos mandó a parar. Entonces me recosté de Mi-guel; nos alumbraron con un foco, miraron por todas par-tes y nos dijeron que siguiésemos. Fue entonces que fui-mos donde Margot.

En casa de Margot encontré a Venancio, que la emo-ción lo había hecho gritar y tenía un radio como querien-do oír las noticias. Ahí se me metió una intranquilidad yles dije que me iba para mi casa. Margot, que había esta-do muy mal, estaba embarazada, me dijo: Yo te acompaño.Venancio no nos quería dejar salir, pero le dije que meiba. Le pedí a Miguel que se llevara el carro y que regre-sara a buscarme a las cinco de la mañana. Margot meacompañó en un carro de concho. Al llegar al edificio demi apartamento me di cuenta que todo estaba descubier-to, todo estaba rodeado de carros y se podía oír el ruidode las puertas al ser derribadas. Todo estaba iluminado.Me agarré a Margot, ya con miedo. Atravesamos y llega-mos donde Bienvenido García Vásquez, pero no estaba;quien estaba era el chofer. Veía dónde podía esconderme.Le pedí a Margot que fuéramos donde Chana. Me res-pondió que no, que no. Y nos llevó donde tía FabiolaAndújar Vda. Michel, en el carro de Juan Tomás, atrás,recostadas.

Al otro día nos enteramos que se habían llevado presaa Chana. En la radio mencionaban a Juan Tomás y a An-tonio. Fabiola pensó que no estaba segura en su casa. En

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la noche nos fuimos donde Italia Carezzano, también partede mi familia. Margot salió al otro día de donde Fabiola.Eso fue una odisea. Fue a su casa y no la dejaron entrar.

Recuerdo que el día de la muerte de Antonio oí uncorredero por el malecón 6. Le pregunté a Italia qué habíapasado. Ella me dijo: Tú sabes cómo está la situación, pareceque hay un ladrón y la gente se alborotó. Al otro día comencéa rezar. Italia me dijo: Aída, anoche se llevaron presos a JuanTomás y a Antonio. Le contesté: No, Antonio está muerto.Insistió en que estaba preso. Le repliqué que no, que An-tonio me había dicho: Aída, cuando te digan que yo estoypreso, no lo creas, porque la última bala que tenga mi revólveres para mí. A mí nadie me coge preso.

Juan Tomás y Antonio pasaron por donde ToñitoMota, casado con mi hermana Ana Estela. De ahí creoque fueron donde Yino Arzeno, hija de María Díaz, por-que es casi seguro que Juan Tomás le dijo a Antonio queyo me encontraba allí. Pero Yino estaba temblorosa. Élmiraba y preguntaba por mí. Yino les decía: Váyanse, vá-yanse, que a ustedes los están buscando.

P.- Cuando Wimpy llamó y te dio un recado, ¿quédecía?

R.- Era como que la carne había llegado.P.- La noche que fuiste con Miguel donde Juan To-

más, ¿te dijo Antonio lo que había pasado en la avenida?R.- No. Él me contó parte, después yo lo supe. Él me

decía que muerto el perro se acabó la rabia. Antonio esta-ba sereno, serenísimo. Ahora, Chana me dijo que fue don-de Ligia Vda. Reid y que ella la recibió un poco fría.

P.- ¿Esa misma noche?

6 La casa de Italia Carezano Michel se encontraba cerca del obelisco hembradel malecón.

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R.- No, mucho después. Fui donde ella. Me recibióbien. Me contó todo, todo; que Antonio dormía todas lasnoches; que hubo un pleito entre Marcelino y Juan To-más; que a Estrella Sadhalá le dio un desmayo; que cuan-do Antonio se iba me dejó un paquetico con una carta y lomismo hizo Juan Tomás para Chana. Ella me dijo que loenterró. Le pregunté si leyó la carta. Respondió que no.Me dijo que tenían una sábana amarrada por si acaso ve-nían a buscarlos.

Una de las cosas que supe fue que Antonio me dijo queiban a mandar a Salvador a convencer a su hermano GuaroEstrella, que era el comandante de La Vega. Me dijo queGuaro no entró en el complot. También me refirió que ibana Santiago, donde Fello Vidal. También que el papá deChana, Modesto Díaz, iba a salirse de la conspiración.

Cuando nosotros regresamos de Puerto Rico, recuer-do que allá decían: Señores, allá se ha hablado de todo de laEra de Trujillo, sin embargo, la única voz que se ha oído sobrelos que ajusticiaron a Trujillo es la de Antonio García Vásquez,fue el único que habló de eso.

En una ocasión le peleé a Antonio Imbert, un día enque estaba presente Poncio Pou Saleta y dijo Imbert: Por-que nosotros fuimos esto y lo otro. Le dije a Imbert: Mira An-tonio, no hables así, porque eso te va a granjear mucha antipa-tía. Nosotros logramos el objetivo, pero los demás que vinieron,los demás movimientos, dieron su vida por eso, por lo mismo;así que ellos, mi marido, los de ahora y los de antes, van almismo sitial, todos.

P.- ¿Cuando se fueron los Trujillo, te encontraste conAntonio Imbert?

R.- Cuando me encontré con Imbert él me agarró lasmanos y me dijo: ¿Tú sabes que en estas cosas no es todo elmundo que se mete? Yo me metí en esto porque estaba al lado de

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tu marido. Tu marido fue quien me dio valor. Entonces mecontó lo mismo que yo sabía: cómo iba el carro cuandoAntonio de la Maza le disparó a Trujillo, que se le trancóla escopeta, que nada más se le dio un solo tiro aquí (se-ñala la barbilla).

P.- ¿Y el revólver de Trujillo, estaba envuelto?R.- Estaba envuelto. Trujillo no disparó. ¿Sabes tú

quién tiró? El guardia, el chofer.P.- La verdad es que uno se pregunta que cómo fue

que Antonio de la Maza llegó vivo al 30 de Mayo.R.- Por mera suerte, porque todos sabíamos que lo

iban a eliminar. Cuando nosotros llegábamos al hotel enSanto Domingo, porque fue después que hicimos esteapartamento, Antonio se subía en una silla, en el tocador,miraba por una ventana por donde pudiera escapar. Mehacía señas de que no hablara porque podía haber un mi-crófono. Salíamos de noche a la carretera, porque pensá-bamos que podía simularse un accidente. Recuerdo losgritos que di yo un día. Íbamos sólo Gumarra, el chofer, yyo, y en un puente un camión se atravesó, dando reversa.Me puse histérica, creyendo que era un atentado.

Ahora, hay papeles de muchos de los implicados enla conspiración, que no se nombran. Por ejemplo, la pro-clama de Eduardo Antonio García Vásquez, que estabainvolucrado y nunca se ha mencionado. Antonio GarcíaVásquez estaba muy comprometido. Gumarra tambiéntiene para mí un gran valor; por él no mataron a MiguelBissié y a otros más.

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12. HILDA TACTUK VDA. DE ERNESTO DE LA MAZA 7

Hilda Tactuk es la viuda de Ernesto de la Maza, uno delos integrantes de la conspiración del 30 de Mayo que,desde el inicio, acompañó a su hermano Antonio en losplanes de derrocamiento del régimen tiránico. A Ernesto,al igual que a su hermano Mario, tampoco se le mencionacomo integrantes del grupo, a pesar de haber ofrendadosus vidas con una gallardía extraordinaria, retando a susverdugos en la misma sala de torturas, con un valor teme-rario, y afirmando, de viva voz, que Trujillo tenía bienmerecida su muerte por el daño que causó a la sociedaddominicana y por la tiranía tan extrema a que la sometió.

En la entrevista que transcribimos a continuación, laviuda de Ernesto de la Maza desahoga su desencanto porla forma como se ha contado la historia de la gesta, aldejar lagunas sin llenar y olvidar a muchos de los que par-ticiparon. Ese desahogo debe constituir una llamada deatención para la Fundación 30 de Mayo, en el sentido deque sus miembros deben proceder, a la brevedad posible,luego de 38 años de olvido, a corregir las omisiones que

7 Esta entrevista fue realizada el 25 de junio de 1991. Los entrevistadoresfueron Emilio Cordero Michel, Miguel Ángel Bissié y Eduardo GarcíaMichel.

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han mantenido, a pesar de que todos los familiares de losintegrantes del 30 de Mayo conocen muy bien el papelque jugaron los reconocidos y los olvidados.

Ese deber histórico debe imponérselo la Fundaciónpara honrar, con apego a la verdad, la decisión de losintegrantes de la gesta de lavar la vergüenza de la opre-sión que sufría todo un pueblo, y parir un mundo dife-rente de libertades que devolviera la dignidad de la na-ción. Sólo así podrían los miembros de la Fundación 30de Mayo dar testimonio veraz de que, por su sangre, co-rre la misma sangre generosa y desprendida de sus hé-roes reconocidos.

La entrevista se desarrolló así.

ENTREVISTA A HILDA TACTUK

EGM.- Hilda, el propósito de la entrevista es el deconocer lo que tú sabías del 30 de Mayo, yéndote lo máshacia atrás posible de lo que recuerdas ¿cuándo comenzóErnesto de la Maza a integrarse en el grupo?

HT.- Te diría que desde un principio. Entiendo quepasados dos años y medio aproximadamente de la muer-te de Tavito de la Maza (1957), es cuando yo recuerdoque comenzó a hilvanarse algo. La idea estaba desde unprincipio. Un día Ernesto me dijo que su hermano Anto-nio le había dicho que iban a matar a Trujillo. Me asustémuchísimo, pero luego hasta me alegré.

EGM.- Pongamos una fecha que se recuerde fácil,como la del 14 de junio de 1959. ¿Sería antes o despuésde esa fecha?

HT.- Fue algo después. Digamos a raíz de la expedi-ción del 14 de Junio.

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EGM.- ¿Y después que Ernesto te hizo ese comenta-rio, qué otras cosas siguieron?

HT.- Yo sabía seguro que estaba Eduardo Antonio Gar-cía Vásquez, tu padre, Ernesto y Antonio de la Maza. Ellosson los que yo estoy segura que estaban en esa época.Cada uno fue integrando personas de su confianza. Lue-go, un día, estando don Vicente de la Maza en el campo,recuerdo que Antonio de la Maza y Ernesto se lo dijeron.Don Vicente se emocionó mucho, hasta se puso malo enel campo y hubo que llevarlo al médico.

EGM.- ¿Cuál fue la reacción de don Vicente?HT.- Alegre, emocionado. Inclusive dijo: Yo también

voy. Pero sus hijos se asustaron porque sufría del corazóny se puso malo. Luego, de ahí empezaron a idear los si-tios. Estuvieron en la Avenida Abraham Lincoln, tratan-do de atrapar a Trujillo. Comenzaron a integrar personas.Yo sabía de Miguel Bissié, quien había recortado las ar-mas. Sabía de Wimpy. De Juan Tomás supe que fue a par-tir de la expedición del 14 de Junio que ellos comenzarona enamorar a Juan Tomás, y lo consiguieron. Así te diría deModesto, de Miguel Ángel Báez, Antonio Imbert y así.

MB.- ¿Sabes algo del grupo que participó en la avenida?HT.- Te diría que Ernesto venía todos los miércoles,

por la mañana, a la capital. Hacía pensar que eran viajesde negocios, porque lo cuestionaban, a veces. Recuerdoque una vez, un miércoles, Ernesto llegó indignado por-que hubo alguien que no apareció para ir a la autopista:Antonio Imbert. En su lugar, pusieron a Tunti CáceresMichel. Creo que eso fue más o menos coincidiendo conel cumpleaños de Antonio de la Maza.8

8 El cumpleaños de Antonio de la Maza fue el 24 de mayo de 1961.

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Te puedo decir que antes del cumpleaños de Antoniode la Maza nos reunimos en Moca, en casa de don Vicen-te. Ernesto me comentó que Antonio de la Maza le habíadicho que si en esa semana no se daba el plan en la capi-tal, entonces matarían a Trujillo en Moca. Y le preguntóque si él estaba dispuesto. Ernesto le contestó: Donde túvayas, yo voy. Creo que eso fue en el cumpleaños de donVicente. Hubiera sido en la primera semana de junio. Esoellos ya lo tenían decidido.

EGM.- ¿Ernesto te habló de que se habían hecho unospreparativos para ajusticiar a Trujillo en Moca, por si fa-llaba en la Capital?

HT.- Ellos no pensaron que podía fallar y estaban cons-cientes de que sí así sucedía todos ellos estarían liquida-dos. Tanto es así que sacaron del país a Rafael de la MazaVásquez y a Rolando, el hijo de Ernesto y mío. Ya en di-ciembre de 1960 Ernesto me dijo que quería que fuéra-mos a ver a Rolando por última vez.

EGM.- Hilda, vámonos antes del 30 de mayo de 1961,¿Recuerdas alguna actividad de Ernesto relacionada conel 30 de Mayo, si se reunía, con quiénes lo hacía?

HT.- En La Vega, con nadie. Él venía aquí a la Capi-tal. Yo no se lo dije a mi hermana, que la trataba como sifuera su madre. Ahora, el general Guaro Estrella si sé yoque lo sabía. Ernesto me contaba que cada uno tenía unamisión. La gente dice que no tenían retaguardia, pero síla tenían.

EGM.- ¿Qué te dijo Ernesto de la gente que estaba,por ejemplo, sus hermanos?

HT.- Él no quería que ni Pirolo ni Rafael supieran nada.Rafael hablaba muchísimo de Trujillo y tuvieron que sa-carlo del país. A Mario de la Maza fue a última hora que

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lo metieron, ya que necesitaban una persona de confian-za para ponerlo al lado de otra persona que no le mere-cía confianza. Esa persona era Pupo Román, que le te-nían desconfianza de que pudiera actuar. Yo los oísiempre decir: ¿Crees tú que ese señor pueda? A Mario lopusieron como un mes antes y su tarea era vigilar a PupoRomán.

MB.- ¿Mario iba por casualidad a la casa de PupoRomán?

HT.- No, que yo sepa, no.EGM.- ¿Ernesto venía a veces con Mario o se junta-

ban aquí?HT.- Se juntaban aquí, en la Capital, o lo iba a buscar

al campo, a Jima. Yo sí recuerdo que el jueves antes del30 de Mayo estuve aquí, en la Capital, y Ernesto mandóconmigo un maletín con armas. Yo venía nerviosa. Medijo que se lo diera a Antonio de la Maza. Cuando lleguéa la calle Pasteur me encontré con Antonio de la Maza yme preguntó por Ernesto. Contesté que se había quedadoen La Vega. Replicó diciéndome que me devolviera y ledijese que viniera enseguida, que quería hablar con él. Leexpresé que tenía algo para él y pidió que se lo llevara asu casa. Cuando llegué a La Vega le di el recado a Ernes-to, pero en vez de venir lo que hizo fue que lo llamó.

EGM.- De las veces que Ernesto vino a perseguir aTrujillo en la Capital, ¿te contó cual era su misión?

HT.- Ir a la avenida, al lado de Antonio de la Maza.Antonio de la Maza y Ernesto para disparar y AntonioImbert para manejar. En caso de que Imbert fallara, comohabía fallado dos veces en ir, entonces manejaría TuntiCáceres Michel. Incluso Ernesto me dijo: Tú ves ese mu-chachito, Tunti, tiene mucho valor.

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EGM.- ¿Sabías tú que el plan tenía otra vertiente, ade-más de ir a la avenida?

HT.- El otro grupo tenía su propia misión. Juan To-más tenía la misión de integrar gente del Ejército y hacer-se cargo de la situación. Luis Amiama, que fue don Mo-desto Díaz quien lo integró, fue quien consiguió a Pupo.Ese era su papel, visitar a Pupo. La consigna era que tanpronto llegara cualquiera de ellos donde Pupo, debíanhacerlo preso y hacerse cargo de la situación, de lo queestaba pasando.

Creo que Antonio Rosario tenía la misión de pasar uncomunicado por Radio Televisión Dominicana. Él nuncaquiso escribir. Afirmaba que lo decía de memoria. A él lopusieron en el último momento también, porque necesi-taban una gente que hablara, ya que había que levantar alpueblo, hacerle saber lo que estaba pasando. Eso no pudolograrse. Ahora, ellos ya estaban desesperados porquemucha gente lo sabía, Trujillo había recibido una cartainformándoselo. Y antes de que los matasen a ellos, prefi-rieron lanzarse ese día.

EGM.- ¿Recibió Ernesto alguna llamada la noche del30 de Mayo?

HT.- Lo único que yo no me explico es por qué Anto-nio de la Maza no lo llamó. Dicen que no le dio tiempo,pero yo creo que sí, que pudo haberlo puesto sobre aviso.Cuando la guardia lo fue a buscar, a las 2:30 a.m., segui-do me dijo: Mataron a Trujillo. Rodearon la casa, dirigidospor Juan Tomás Reyes Evora. A mí siempre me ha que-dado el remordimiento de si hice bien o no, porque Er-nesto quería que lo mataran ahí, peleando. Pero yo tenía amis niños durmiendo y también a mi papá, entonces ledije a Ernesto: Haz lo que quieras, pero piensa que los hijos

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están ahí durmiendo y esa gente no respeta nada, son capaces dearrasar con todo lo que hay por aquí. Y por eso él se entregó.

EGM.- ¿Llamaste a Alberto Rincón?HT.- Yo llamé a Alberto9. Alberto tenía conocimien-

to de todo, pero ellos lo habían excluido con la idea deque por lo menos quedara vivo un hombre en la familia.Por eso lo sacaron.

Lo que yo no me explico, Eduardo, es cómo tu papá,Eduardo Antonio García Vásquez, que sí sabía todo, todo,todo, nunca quiso escribir sobre esto. Porque siempre seesperó que Antonio Imbert y Luis Amiama hablaran; perode qué iban a hablar si esa gente no sabía nada. Ellos sa-bían lo que iban a hacer, única y exclusivamente. Se arro-garon el triunfo y el heroísmo sólo para ellos. Pero Eduar-do Antonio García Vásquez sí sabía; pero de saber te digoque lo sabía todo. Ernesto, Antonio de la Maza, AntonioGarcía Vásquez, esa era la gente que en realidad organi-zó el complot.

EGM.- Sí, yo creo que en eso papá cometió un error.HT.- Sí, por tapar a gente que no merecía la pena que

los taparan.MB.- Eso fue lo que lo maniató a él.HT.- Lo maniató: tapar gente que no valía la pena.

Eso es historia. Eso no es cuestión de que tenía que que-darse callado. La verdad había que decirla10. Y siempre

9 Alberto Rincón estaba casado con Idalia, una de las hermanas de la Maza.1 0 En sus notas, incluidas en este libro, Eduardo Antonio García Vásquez

explica las razones por las cuales nunca habló. Quería que en mesa redonda,se aclararan algunos aspectos que solo en una discusión conjunta de lossobrevivientes podían ser aclarados. Hizo la propuesta, pero no prosperóporque ya había grandes intereses creados.

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le dije a Antonio García Vásquez: Antonio, escribe un libro.Di la verdad. Tú la sabes toda. Todo lo que Antonio de la Mazahablaba, lo hablaba contigo y con Ernesto. Las intimidadesmás grandes de ese plan Antonio de la Maza las hablabacon ellos dos, con García Vásquez y con Ernesto. Enton-ces por qué no lo dijo y permitió que pasaran 30 años. Yel pobre murió sin gloria, porque ni lo mencionan.

EGM.- Fue un gran error. Yo se lo critiqué mucho tam-bién, porque desde un principio debieron haberlo hecho.

HT.- Sí, Eduardo Antonio García Vásquez traía ar-mas a la Capital, en su guagüita Opel Caravan. Pasabapor casa a buscar a Ernesto y por ahí se iban.

¿Sabes tú lo que más indignó a Antonio de la Maza?La muerte de las hermanas Mirabal. Recuerdo que esatarde pasó por casa, en La Vega. Venía con Tunti y Gu-marra. Entró a la galería y al bar interior y dijo: A esta fierahay que acabarla de cualquier manera. Eso le dolió mucho,le dolió demasiado, profundamente.

Te digo que es una lástima que el plan político fraca-sara, porque ninguno de ellos tenían ambiciones para que-darse con nada.

EGM.- ¿Aparte de la muerte de Tavito de la Maza,Antonio y Ernesto de la Maza tuvieron otras motivacio-nes, además del caso de las hermanas Mirabal?

HT.- Sí, también el 14 de Junio. Como cogían a losprisioneros, como los maltrataban. Lo sabía todo el mun-do. Les hacían horrores. Cuando Juan Tomás Díaz real-mente se indignó fue cuando vinieron los muchachos dela expedición del 14 de Junio, que él los cogía vivos y losentregaba. Después la matanza fue tan grande que unagente con sensibilidad tenía que reaccionar. Luego vinoel exilio de su hermana Gracita y de su sobrino Nabú,que dicen que Trujillo no lo trató bien.

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EGM.- A pesar de que en términos familiares paranosotros el 30 de Mayo fue una tragedia, ¿piensas que lagesta valió la pena?

HT.- Creo que sí, a pesar de que he tenido tanto dolora lo largo de estos 30 años. Hay mucha diferencia de vida,aunque tenemos a Balaguer ahí, que no ha sido nada quesirva, ni bueno, pero hay libertad para expresarse, paravivir, que antes no existían.

Tú sabes, Eduardo, que en aquella época teníamos,frente a mi casa, dos calieses perennes. Un guayero, unlimpiabotas, un paletero, donde quiera que íbamos tenía-mos que medirnos, no podíamos hablar, nada más que enla cama, muy calladitos. Con miedo de que los niños seenteraran, porque niños, al fin, podían hablar. Por lo me-nos ahora los hijos de uno pueden vivir.

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13. BIENVENIDO GARCÍA VÁSQUEZ

Bienvenido García Vásquez era de los hombres con losque se contaba para llevar a cabo el plan político, aunqueno participaba en las reuniones donde se planificaba latrama. Sin embargo, estaba en pleno conocimiento de loque se estaba urdiendo. Su condición de yerno de JuanTomás Díaz, primo de Antonio de la Maza Vásquez yhermano de Antonio García Vásquez, lo configurabacomo una persona en disponibilidad para integrarse a losplanes del grupo.

A Bienvenido le correspondió, la noche del 30 deMayo, llevar a Pedro Livio Cedeño, gravemente herido, ala Clínica Internacional, luego de buscar al Dr. Marceli-no Vélez Santana para que lo atendiera. También vio elcadáver de Trujillo depositado en el baúl del carro y escu-chó las palabras de Antonio de la Maza acerca del tiro degracia que Trujillo tenía en la barbilla. Fue testigo tam-bién de los movimientos que tuvieron lugar en la casa deJuan Tomás Díaz, luego del ajusticiamiento del tirano.

El testimonio que sigue de Bienvenido García Vás-quez, logrado por medio de una entrevista realizada en1990 por Miguel Bissié, Emilio Cordero Michel y Eduar-do García Michel, es de gran valor para ir perfilando de-talles de la gesta.

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ENTREVISTA A BIENVENIDO GARCÍA VÁSQUEZ

P.- ¿Bienvenido, cuales conocimientos tú tienes conrelación a los antecedentes del hecho del 30 de mayo?

R.- Para mí, a mediados del año 60, por julio, vivien-do yo en la calle Caonabo, Juan Tomás me había encarga-do que guardara unas armas, una pistola Luger y variasarmas cortas. En una ocasión fue Modesto Díaz y me dijoque le entregara un revólver, que decía Juan Tomás; se loentregué y al poco tiempo Antonio de la Maza fue procu-rando una pistola Luger, que después esa pistola la teníami hermano Antonio.

A partir de ahí yo ya sabía cuál era el propósito o des-tino de esas armas: que eran para armar un grupo de per-sonas para tratar de ajusticiar a Trujillo. Luego me enteré,por el mismo Antonio de la Maza, de que Juan Tomás noestaba dispuesto en ese tiempo a participar porque él de-cía que no era el llamado (pausa de grabación), porque élsabía que era una necesidad eliminar a Trujillo. Pasó eltiempo, en una ocasión Antonio de la Maza me pidió quetratara de hablar con Bolívar Liriano (ya eso era a finalesdel 60), para que Bolívar manejara uno de los carros queparticiparían en el ajusticiamiento de Trujillo. En esa oca-sión el ajusticiamiento se iba a realizar en la hoy callePastoriza, justamente al lado de la casa que tenía Fifí Pas-toriza en esa calle (pausa en la grabación). Le dije a Anto-nio de la Maza que entendía que Bolívar no era la perso-na indicada porque vivía tomando tragos y yo no sabía sien medio de los tragos sería una persona confiable. En-tonces Antonio de la Maza, en casa de Juan Tomás, medijo: Dime lo que tú me dijiste hoy con respecto a Bolívar, aquídelante de Juan Tomás. Entonces yo se lo dije, le repetí. Enton-ces Juan Tomás dijo: Ah no, descartado.

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Recuerdo que en una ocasión acompañé a ModestoDíaz hijo, quien repartía leche en la casa de una queridade Trujillo, para ver el lugar donde ellos se proponíanajusticiar a Trujillo. Eso lo hice a insinuación de PedroLivio Cedeño, porque él encontraba que era una locurahacer un asalto en pleno día en una casa de dos plantas.Por suerte, cuando estábamos parados frente a la casa via una patrulla del Ejército (pausa grabación). Parece quea Antonio de la Maza le dijeron que cuando Trujillo es-taba ahí nunca había militares, pero sin embargo pareceser que esa patrulla estaba siempre de ronda a todas ho-ras. Ya en diciembre, finalizando diciembre, que JuanTomás sí estaba comprometido de lleno, se pensó que elajusticiamiento podía hacerse en otro sitio. En ese tiem-po ya eran parte del grupo, además de Antonio de laMaza, Ernesto y mi hermano Antonio García Vásquez,estaban Miguel Ángel Báez Díaz, Modesto Díaz, JuanTomás, Pedro Livio Cedeño; luego, Modesto consiguióa Huáscar Tejeda y Huáscar consiguió a Fifí Pastoriza(pausa en la cinta).

En ese tiempo recuerdo que había un enlance para queconsiguiera unas armas con el gobierno americano. Eseenlance se quedó en los Estados Unidos y siempre re-cuerdo que Pedro Livio Cedeño decía: El compadre se que-dó allá y no piensa regresar. Ya fue como en marzo de 1961que se consiguieron las armas, y se las llevaron en la gua-güita Opel Caravan de mi hermano Antonio, envueltas;creo que eran tres M-1, entonces después las pasaron alcarro Oldsmobile de Antonio de la Maza, en el cual se lasllevó Miguel Bissié para su taller Los Navarros. Para esamisma fecha, Antonio de la Maza había hecho ya contac-to con Salvador Estrella Sadhalá y a partir de ahí cambióel plan de operaciones. Recuerdo que un domingo en la

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mañana fue a casa y me dijo: Ahora si está la cosa buenaporque ya se nos unió otro grupo, donde hay hasta un militar.

P.- ¿Para qué tiempo era eso?R.- Eso debió de haber sido a fines de marzo de 1961.

Dijo: Se nos unió un militar y ahora sí no vamos a fallar por-que el sitio lo damos por seguro. A partir de ahí se fue incre-mentando el asunto. Los conjurados se reunían donde JuanTomás. En eso se presentó la invasión de Bahía de Cochi-nos, en Cuba, lo que cambió por completo el ofrecimien-to del gobierno americano sobre las armas que se habíansolicitado; la ayuda, la retiraron. Una de las escopetascon las que se contaba era de Ernesto de la Maza; la otra,me parece, era del mismo Antonio de la Maza. Esas es-copetas se probaron en la finca de Juan Tomás en La Vic-toria, en una ocasión en que fue Manuel de Ovín y decidie-ron que estaba muy largo el cañón, que había que recortarlomás. Cuando se cambió el sitio definitivo para el ajusticia-miento, que era ya en la avenida George Washington, to-das las semanas venían del Cibao Eduardo Antonio Gar-cía Vásquez, Ernesto de la Maza, Mario de la Maza; séde esto porque mi hermano Antonio se quedaba en micasa y muchas veces también se quedaba Ernesto de laMaza. Ya para ese entonces se había hecho contacto conPupo Román, pero Modesto decía que no era un acuerdocompleto; de que eso estaba un poco vago; que Juan To-más tenía que reunirse con Pupo para definir los porme-nores, porque a él le parecía que el compromiso con Pupoera simple y llanamente que, ya cuando Trujillo desapa-reciera, él con Juan Tomás estaría dispuesto a tomar elgobierno.

P.- ¿Qué sabes tú, Bienvenido del plan político, o porlo menos del manifiesto que se preparó para ser pasadopor radio?

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R.- Del plan político no tengo gran conocimiento. DelManifiesto sí sé que lo había escrito mi hermano Eduar-do Antonio García Vásquez. Tengo entendido que se gra-bó con la voz de Manuel de Ovín Filpo, pero desconozcoquién lo tenía en ese tiempo, quién guardaba la cinta. Tam-bién sé de otro documento que una semana antes del 30de mayo yo llevé a Juan Tomás. Era una nota de cómo sedebía actuar después de muerto Trujillo; eran más o me-nos diez puntos, y en esos diez puntos recuerdo que de-cían que una vez eliminado el hombre Juan Tomás Díazpresidiría la Junta Cívico Militar y en caso de que PupoRomán se quede, porque había un punto que decía quelos miembros de la familia de Trujillo serían hechos pre-sos y los que tuvieron alguna responsabilidad serían so-metidos a la justicia, los demás serían enviados al exilio.Ese papel yo lo conservé hasta el mismo 30 de mayo; miseñora Marianela entró, cuando yo estaba mirando en elbaño de mi casa, y al ver lo que había ahí escrito cogió elpapel, lo rompió y lo tiró por el sanitario. O sea, eso fue lamisma noche del 30 de mayo.

En otra ocasión se quedó Ernesto de la Maza hastallegar la hora de partir para la avenida y en eso, ya a lasocho de la noche, llegó Juan Tomás Díaz y al poco ratotambién llegó Luis Amiama Tió y conversó con AntonioGarcía Vásquez y Juan Tomás Díaz. Recuerdo que enese momento Antonio García vino hacia donde estaba yoy dijo: ¿Qué hace Luis aquí, que no está donde Pupo?

Esa noche, como en otras ocasiones, Trujillo no fue ala avenida, no pasó por la avenida y entonces no se reali-zó el ajusticiamiento. Ya a la siguiente semana, que porcierto Antonio de la Maza vino de Restauración y habíamanifestado que si no lograba matar a Trujillo aquí en-tonces lo haría en Moca, en la siguiente semana, en la

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que le tenían unos agasajos; le estaban preparando unosagasajos a Trujillo.

De ahí, en ese sábado víspera del día de las madres,recuerdo que llegó Modesto Díaz a la casa de Juan To-más en su busca, pero Juan Tomás estaba para La Roma-na. Y Modesto expresó delante de Chana Díaz, la esposade Juan Tomás, que había que parar a Antonio de la Mazaporque el asunto de Pupo estaba muy vago y que ya esoera una cosa de conocimiento general. Me relató un epi-sodio de una carta que Antonio García Vásquez habíadejado en su casa, en Moca y que Rosa Michel, su espo-sa, había encontrado. Era como una despedida. Rosa lle-gó a la casa de Vinicio Perdomo, quien era gobernador deMoca. Y me llamaron de donde doña Ciana Collado, por-que Antonio García en ese tiempo tenía a su cargo la par-tición de la Sucesión de León del Rosario. Doña Cianaese día llamó desde Moca preguntando por Antonio y yole dije: ¿Qué Antonio? ¿García? Agregué que hacía un mo-mento que había estado en mi casa en compañía de Héc-tor Rojas, y que había salido de la oficina de Juan Contín.Cuando Modesto Díaz me contó de este asunto de lacarta, yo le dije: Ah, por eso fue que doña Ciana llamó pre-guntando por Antonio García. Replicó diciendo: Pues mira,eso de Moca y otras cosas que han ocurrido, ya eso es de cono-cimiento público y nos vamos a joder todos si no se determina,si no se aclara la actuación de Pupo Román. Entonces, Cha-na le dijo: Bueno, entonces hay que esperar que Juan Tomásvenga de La Romana.

Luego se presentó el 30 de mayo. Ese día desde tem-prano, desde las siete y media de la noche, donde JuanTomás siempre había mucha gente; llegaron Huáscar Te-jeda y Pedro Livio Cedeño (por cierto que el arma quetenía Huáscar no estaba en buenas condiciones). Se le

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entregó una pistola de Juan Tomás y salieron hacia la ave-nida. Al poco rato llegó Luis Amiama Tió, y conversócon Juan Tomás. Luis se fue para casa de Pupo Román.Luego llegó Modesto Díaz, llegó también Tomás BáezDíaz. Miguel Ángel Báez Díaz llegó más tarde, y fue quiendijo: Ya el hombre está rumbo a San Cristóbal. MiguelÁngel se fue y cambió de carro; cuando regresó que creíaque se había consumado el ajusticiamiento dijo: Pero nome explico qué le habrá pasado a esta gente, porque ya es horade que estén aquí. Entonces dijo: Yo voy a llegar a la avenida.

Y se fue hacia la avenida en un carrito que tenía, uncepillo volkswagen.11

Modesto se quedó ahí con Juan Tomás. Luego me pre-guntó Juan Tomás que si yo tenía un arma, y yo le dijeque lo que yo tenía en casa era una pistola que había deja-do Antonio García Vásquez. Me dijo que la fuera a bus-car y se la entregué. Cuando yo regresaba de casa con elarma, ellos me pararon por detrás del Colegio Luis Mu-ñoz Rivera que quedaba cerca de la casa de Juan Tomás.Les entregué el maletín que tenía el arma de AntonioGarcía Vásquez y regresé a la casa. En lo que estaba ahípor fin llegó Huáscar Tejeda, manejando el carro Olds-mobile de Antonio de la Maza. Le dijo a Chana: El hom-bre está listo, pero hay cinco que cayeron heridos. Y partió no séhacia dónde.

Unos 10 minutos después llegó Antonio de la Mazamanejando un carro Chevrolet; al lado de él se encontrabaAntonio Imbert y en el asiento de detrás estaba sentado

1 1 Miguel Ángel Báez Díaz llegó efectivamente a la avenida y dio seguridadesa los conjurados de que Trujillo iría a San Cristóbal, que no se desesperaran.Previamente, cerca de las cinco de la tarde, había dado el aviso de que eraprobable que Trujillo fuera a San Cristóbal esa noche.

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Pedro Livio Cedeño, quien estaba mal herido. Antoniode la Maza me preguntó por Juan Tomás. Yo le dije quehabía salido con Modesto. Entonces Antonio Imbert, alparecer un poco molesto, gritó: ¿No está Juan Tomás aquí?Contesté: Él no está, salió con Modesto. Entonces en ese mis-mo instante, Pedro Livio Cedeño se quejó, o se quejabade la herida y Antonio Imbert dijo: Caramba, ese hombre sise queja. Antonio de la Maza le dijo: Pero, ¿no ves que estáherido? A continuación Antonio de la Maza me preguntó:¿Tú no sabes de algún médico que cure a Pedro Livio? Enton-ces yo le dije: Bueno, en este momento no recuerdo a quién sepuede buscar. Dice: Pero mira a ver si consigues a un médicoque sea de confianza. Contesté: Bueno, yo voy a salir, a ver aquién consigo.

Cogí un vehículo y al salir de la casa de Juan Tomásme encontré con Franklin Díaz que venía del cine, porcierto, y le dije que me acompañara, que yo iba a buscarun médico para Pedro Livio. Cuando iba por la Bolívar,pasando por la casa del doctor Marcelino Vélez Santana,ya eran las 10 de la noche. Paré ahí frente a la casa deVélez Santana y le dije a Franklin que manejara el carro yse parqueara más abajo. Subí a la casa de Vélez Santana.Toqué el timbre. Ya ellos se disponían a acostarse. Cuan-do Vélez Santana abrió la puerta yo le dije que quería queme hiciera un favor, que venía para que curara a un heri-do y le dije quien era el herido y qué había sucedido. Vé-lez Santana me dijo: Yo voy adónde tú quieras. Lástima queno me hayan avisado con tiempo para yo haber preparado unsitio por si acaso hay que operar a alguno de los heridos, pero detodas maneras yo voy. Tomó el maletín y al salir la señorale dijo que hacia dónde iba, y él contestó que iba a tomar-le la sangre a alguno de los hijos míos para un análisis, ysalimos.

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Llegamos a casa de Juan Tomás. Marcelino vio a Pe-dro Livio y entonces concluyó que la herida había queintervenirla, que había que llevarlo a un centro médicopara operarlo. De la Maza, entonces, dijo: Bueno, no sepuede llevar a ningún centro. Así que, dirigiéndose a mí,agregó: Llévalo y déjalo en cualquier sitio oscuro, que alguienlo va a recoger. Nos fuimos esta vez en el carro del mismoPedro Livio Cedeño. Íbamos Marcelino Vélez, Pedro Li-vio, Mirito el chofer y Yo. No habíamos recorrido doscuadras, cuando pensé que era una barbaridad que PedroLivio, que tanto había luchado por ver ese momento, fue-ra a morirse desangrándose por las heridas que había re-cibido. Le dije al chofer que doblara ahí a la izquierda, yllegamos a la Clínica Internacional.

Me desmonté, subí a la segunda planta, me encontrécon un practicante, hoy médico, José Joaquín Puello, lepregunté por el doctor Damirón y me dijo que el doctorDamirón se acababa de ir a su casa y yo le dije que teníaen el carro a un herido y que yo quería dejarlo aquí, peroque primero tenía que venir el doctor Damirón. En esobajé, el mismo José Joaquín pidió una camilla y dijo: Bue-no, al doctor Damirón lo vamos a mandar a buscar, pero mien-tras tanto vamos a internar al herido. Entonces, ya en el ca-rro, Vélez Santana dijo que no quería que lo reconocieran.Mirito y yo subimos a Pedro Livio y lo dejamos me pare-ce que en la habitación número uno.

Cuando volví a bajar no encontré al chofer Mirito yme preocupó porque pensé que el hombre se había ido.Cogí el carro y con Vélez Santana le di unas cuantas vuel-tas a esas cuadras por ahí, con la buena suerte que encon-tré a Mirito que iba llegando a la casa de Juan Tomás. Ledije que me esperara en la casa de Juan Tomás y volví a laclínica y al momento llegó el doctor Damirón, a quien le

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dije que ese herido me lo habían entregado y que desco-nocía las circunstancias en que había sido herido; que nodiera parte a la policía y que esperara que yo regresarapara decirle las circunstancias en que había sido heridoPedro Livio. Entonces el doctor Damirón me preguntó:Venga acá ¿y quién es el herido? Entonces le dije que eraPedro Livio Cedeño. Entonces contestó: Yo sabía, por-que a cada momento me encuentro a Pedro Livio en casa deJuan Tomás.

Partimos hacia la casa de Juan Tomás. Cuando llega-mos a la casa, Juan Tomás me preguntó que dónde habíadejado a Pedro Livio y yo le dije que lo había llevado a laClínica Internacional. Antonio de la Maza se incomodóy me dijo que por qué no lo había dejado donde él mehabía dicho, en una calzada, en un sitio oscuro, y que siyo no sabía que había que eliminar al que salía mal heri-do. Yo le dije que esas eran cosas de los que habían ido ala avenida, que por qué entonces ellos no lo eliminaronde una vez, pero que yo no iba a eliminar a Pedro Livio.Me dijo: Y además de lo que pasó en la avenida, que práctica-mente se volvieron todos una mantequilla, entonces ahora ocu-rre este asunto de Pedro Livio. Contesté que había hecho loque entendía que humanamente debía hacer. Entonces medijo: Mira, guárdame eso. Me pasó un maletín de cueroque tenía las iniciales de Trujillo: RLT. Yo lo tiré debajode la escalera de la casa de Juan Tomás, y cuando volví ledije: Antonio, tú estás herido. Replicó: No, déjame.

Por la parte de atrás de la casa llegaron también Ama-dito García Guerrero, Salvador Estrella y el doctor Du-rán Barrera. Recuerdo que el teniente Amado GarcíaGuerrero venia cojeando, apoyándose en la carabina M-1. De ahí, yo acudí al teléfono, que mi esposa Marianelame llamaba, desde casa. Estaba inquieta porque no sabía

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dónde yo estaba. En eso volvieron a salir Amadito, Sal-vador, los demás.

Antonio de la Maza volvió a decirme que buscara elmaletín junto a un jacket que lo envolvía. Lo cogí, se lopasé, entonces procedimos a tratar de mover el carro quetenía el cadáver de Trujillo en el baúl. Antes de eso, An-tonio de la Maza me dijo: ¿Este es el médico? Y abrió elbaúl. Cuando abrió el baúl, dijo: Mira a ver si este hijo de lagran puta está muerto. Vélez Santana lo vio y entonces dijo:Sí, está muerto. Entonces él dijo: Yo sabía que ese perro noladra más, porque ese tiro (señalando debajo del mentón), esetiro de gracia se lo di yo. Y efectivamente, Trujillo tenía unaperforación debajo de la barbilla. Volvió y cerró el baúl yentonces sacamos el carro de Juan Tomás del garaje y esecarro lo empujamos hasta el garaje. Ahí quedó un, charcode sangre. Yo llamé al barbero, que esa noche se quedó adormir donde Juan Tomás, y le dije: Saca esa manguera depor ahí y pásamela, y empezamos a eliminar la sangre.

Después de eso yo me fui a casa, pero antes llegó Dani-lo Díaz a averiguar qué sería lo que había pasado, porqueél estaba sentado en la avenida y vio que pasaron muchosmilitares, que algo grande había pasado. Yo le dije: No en-tres, quédate ahí afuera que yo te voy a explicar esta cuestión.

Nos fuimos a casa (que por cierto, llegando a casa meencontré con que había una visita, que yo no la conocía,que era Bibín, el hermano de Pupo Román), entonces ledije a Danilo lo que había pasado, cogí una botella dewhisky, nos servimos un trago cada uno, luego llegaronJuan Tomás y Modesto lamentando que Pupo no habíaaparecido, y a partir de ahí, cerca de las 11, cada uno co-gió su rumbo. Yo me llevé los hijos de Juan Tomás, a Chanay a Marianela a casa de Papucho Pagán, y el mismo JuanTomás me dijo: Quédate allá que yo te llamaré. Después no

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volví a tener noticias de ninguno. Al día siguiente, sin te-ner ninguna noticia, pues decidimos cambiar de casa yfuimos a la casa de Moisés Paiewonski, casi frente dondeestaba Radio Caribe, y ahí, en la tarde fueron en busca deChana, la esposa de Juan Tomás y con todas me llevarona mí también a “La 40”.

P.- ¿Por qué causa Juan Tomás no estaba en su casa nien la tuya?

R.- Bueno, cuando él estaba en la mía, ya eran las 11de la noche, porque él había salido con Modesto en buscade Pupo Román y de ahí, luego de que yo le entregué lapistola Luger, supe que fueron a casa de Manuel de OvinFilpo. Bueno, Juan Tomás había salido en busca de Pupoy al no encontrarlo pasó por mi casa. Ya yo estaba en micasa siendo las 11 de la noche, ya yo estaba en mi casa yentonces ahí él, con Modesto y el mismo Miguel Ángelque también llegó en el momento, ya a las 11. Pero ellosestaban en la casa de Juan Tomás cuando los demás sefueron a la avenida, estaban Tomasito Báez Díaz, el inge-niero Papucho Pagán.

P.- ¿Qué personas había en la casa de Juan Tomás cuan-do llegaron los conjurados?

R.- ¿Cuando iban para la avenida?P.- Cuando regresaron.R.- Estaba Papucho Pagán. Cuando yo lo dejé para ir

a buscar a Vélez Santana, a buscar un médico, Papuchose fue a su casa.

P.- ¿Pero tú sí sabías dónde estaba Juan Tomás Díaz ydónde estaban los demás?

R.- En ese momento sabía que Juan Tomás estaba enbusca de Pupo, porque cuando Antonio Imbert preguntó:¿Qué Juan Tomás no está aquí? Yo le dije: No, anda en buscade Pupo.

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P.- ¿Cuándo fue que Juan Tomás se enteró de que...?R.- Juan Tomás se enteró... Huáscar llegó con la noti-

cia como a las 10 menos cuarto y salió seguido. Juan To-más salió al poco rato, Chana se lo comunicó y volvió ysalió con Modesto, ya buscando a Pupo.

P.- Bienvenido, tú dijiste que la noche del 30 de mayoJuan Tomás te dio una nota una semana antes y que tú laleíste esa noche y que la destruiste.

R.- No, no, yo la guardé. La noche del 30 de mayovolví a buscarla donde yo la tenía guardada y Marianelame sorprendió con la nota en la mano y entonces la cogióy al leer lo que decía la rompió y la echó por el sanitario.

P.- Yo quiero que tú hagas un poco de memoria sobrelos 10 puntos que había en esa nota.

R.- Mira, el primer punto decía que una vez muertoTrujillo se formaría una Junta Cívico Militar, que JTDpresidiría esa Junta, que en caso de que PR se quedara,JTD presidiría la Junta; que los miembros de la familiade Trujillo serían hechos presos, según su culpabilidad,unos serían enviados al exilio y otros enviados a la justi-cia. Con respecto a Antonio de la Maza es que no re-cuerdo cuál era la posición que habían acordado, perome parece que transitoriamente Antonio sería el jefe delas Fuerzas Armadas, porque en una ocasión Antoniodice: Yo estaré ahí provisionalmente, porque ese no va a sermi papel.

P.- ¿Pero se hablaba ahí de que si Pupo actuaba convacilación se eliminaría?

R.- No, simplemente en caso de que Pupo Román sequedara.

P.- ¿Qué quería decir que se quedara?R.- Que se quedara como Secretario de las Fuerzas

Armadas.

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P.- Yo quiero otra aclaración, Bienvenido. Cuando túte refieres a la vaguedad de Pupo Román y que esa nocheJuan Tomás y Modesto salieron y enviaron a Luis Amia-ma a casa de Pupo ¿esa vaguedad era indecisión de él?

R.- De lo que Juan Tomás y Pupo, de acuerdo a lodicho por Modesto, habían hablado, era de que Pupo secomprometía a actuar en caso de que Trujillo desapare-ciera. Parece que no le habían dicho a Pupo por lo clarocómo iba a desaparecer Trujillo, quizás lo que le habíandicho era que Trujillo estaba enfermo y que podía moriren cualquier momento y que no podían dejar que Ramfiscogiera el Gobierno. Entonces Pupo le dijo a Juan Tomásque si Trujillo desaparecía, él estaba dispuesto, junto conJuan Tomás, a coger el Gobierno, a no permitir que Ramfiscogiera el poder. Modesto decía que había que ponerse alhabla con Pupo para definir muchísimas cosas, que él veíaen todo caso que era un acuerdo muy vago, porque nohabía como ese compromiso formal. Y Luis Amiama, elpapel de Luis Amiama era simplemente ir a la casa dePupo, cuando le dijeran: Ya el hombre está listo, y entonceshacer que Pupo lo acompañara para, junto con los demásdel grupo, llegar al Palacio, leer la proclama, y nombrarla junta cívico militar. Y ahora sí recuerdo el punto ese,parece que había algo que se refería a Balaguer, porquedecía que después del ajusticiamiento de Trujillo todo elgrupo se trasladaría al Palacio Nacional, que el doctorBatlle, que estaba con las iniciales, se encargaría de bus-car al doctor Balaguer para que firmara los decretos di-solviendo el Gobierno y nombrando una junta cívico mi-litar. No me recuerdo la redacción, pero eso era más omenos lo que decía.

P.- En conclusión, ¿Pupo no sabía que se iba a ajusti-ciar a Trujillo, entonces?

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R.- Para mí él lo sospechaba.P.- ¿Pero directamente no se lo habían planteado a él?R.- Parece que no, me acuerdo de lo que me dijo

Modesto, y eso lo puede confirmar Cristiana (Chana)Díaz.

P.- ¿Sabes que los hijos de Pupo dicen lo mismo, coin-ciden en que Pupo no sabía nada de eso, de lo que se iba ahacer?

P.- ¿Y cuando se le hablaba de eso a Pupo, de Trujillo,se le hablaba de una muerte natural?

R.- Modesto esa noche habló mucho con respecto aPupo. Sí, de acuerdo a lo que expresó Modesto esa no-che, que todo el mundo estaba muy vago, que no había uncompromiso formal de actuar.

P.- ¿Y Antonio Imbert asistía a las reuniones previasen la casa de Juan Tomás?

R.- Jamás vi a Antonio Imbert en la casa de Juan To-más, ni a Salvador ni a Amado García Guerrero, que erael grupo que se unió al de Antonio de la Maza.

P.- Bienvenido, ¿tú tuviste conocimiento de la partici-pación de Ángel Severo Cabral en el ajusticiamiento deTrujillo, sobre todo su papel en el grupo político?

R.- No, yo sabía que había grupos que tenían la mi-sión de tomar una emisora para radiar el Manifiesto; loque no sabía era quiénes formaban ese grupo.

P.- ¿Qué manifiesto era ese?R.- La proclama que había escrito Antonio García

Vásquez.P.- ¿Eran los mismos que los 10 puntos esos?R.- No, los 10 puntos eran para orientar de cómo se

iba a proceder después de muerto Trujillo. Lo de la pro-clama era poniendo en conocimiento del pueblo lo quehabía sucedido y qué se proponían hacer luego.

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P.- La noche que tú buscaste a Marcelino para queatendiera a Pedro Livio ¿tú buscaste a Marcelino porqueera el médico amigo tuyo más cercano o porque Marceli-no visitaba también la casa con frecuencia?

R.- Marcelino atendía a los hijos míos y además visi-taba la casa de Juan Tomás con frecuencia, porque su her-mano Carlos Vélez Santana era amigo íntimo de JuanTomás. Pero yo sabía cómo pensaba también Marcelino,porque habíamos conversado muchas veces sobre la ne-cesidad que había de salir de Trujillo. Y al yo manifestar-le para qué yo quería su servicio, y le dije lo que habíasucedido, él inmediatamente estuvo dispuesto a ir a aten-der a Pedro Livio.

P.- Ya en la cárcel, Bienvenido, ¿cuál fue la versión quetú sacaste de cómo sucedieron los hechos en la avenida?

R.- En la cárcel todo el mundo se cuidaba de no com-prometerse más. Yo estuve con Salvador Estrella Sadhalá,en la misma celda, y en ningún momento le dije que menarrara su participación, y él no quiso, y lo mismo me pasócon Huáscar Tejeda. Huáscar me llegó a decir que no mepodía decir, porque fíjate, partiendo de que tu hermanoAntonio me pasó una corbata para que yo me ahorcara yno lo fuera a mencionar (para que Huáscar no fuera a men-cionar a Antonio García Vásquez de que él sabía de quedesde un principio él fue de los organizadores del movi-miento), si te digo a ti mi participación en la avenida, a lo mejorme sacan ahorita, me llevan a la silla, voy a decir, porque yo nosoporto la corriente, porque soy capaz de decir que tú puedes co-rroborar con lo que he dicho porque tú estabas tan enterado comoyo de esto. Y no quiso decirme nada. Así que en la cárceltodo el mundo trataba de evadir responsabilidades, porqueera una situación que se puede considerar hasta justa. Yomismo dije allá que yo no sabía nada en lo absoluto.

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30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

P.- Pero, ¿cuál es la versión que tú tienes de cómo su-cedieron los hechos del 30 de mayo?

R.- La versión que yo tengo es esa: fueron a la aveni-da, esperaron que pasara el carro, Antonio de la Maza,Salvador, Amado García Guerrero y Antonio Imbert,quien iba manejando el carro Oldsmobile en la ausenciade Tunti Cáceres, quien era el que debía manejar ese ca-rro, por esa razón estaba Antonio Imbert manejando elcarro. Y Antonio de la Maza, fíjate que manifiesta de queen la avenida se volvieron todos una porquería, que decasualidad no se fue el hombre, dijo él, esa fue la palabra:De casualidad no se fue el hombre.

P.- ¿Y a quién específicamente se refería Antonio dela Maza? ¿Al conjunto? ¿A todos?

R.- Al conjunto, porque él decía que el carro se fue aparar como a 40 metros de Trujillo.

P.- ¿Eso fue culpa de Antonio Imbert, no del resto delgrupo?

R.- Yo entiendo que fue que Antonio de la Maza lepidió que se pusieran paralelo al carro de Trujillo y en-tonces Antonio Imbert, parece, aceleró demasiado y re-basó el carro de Trujillo, y cuando Antonio de la Mazaquiso desmontarse, Zacarías ya estaba disparando.

P.- Bienvenido, la actitud de Antonio de la Maza ¿cuálera? ¿Estaba en un estado eufórico, de alegría, de descon-cierto, de espera o de satisfacción?

R.- Por un lado estaba satisfecho, porque sabía que sehabía cumplido su deseo y su misión, pero le preocupabapor el momento que no aparecía Pupo, de que la situa-ción se tornó indecisa y entonces se puso apesadumbra-do al ver que el plan podía fracasar.

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14. MARCELINO VÉLEZ SANTANA

Marcelino Vélez Santana originalmente no era parte de laconspiración, aunque algo sabía a través de su hermanoCarlos Vélez Santana, quien sí conocía detalles por me-dio de su amistad con Juan Tomás Díaz.

Fortuitamente, Marcelino Vélez Santana se vio pro-fundamente involucrado la misma noche del 30 de mayode 1961, cuando Bienvenido García Vásquez, ante lanecesidad de buscar un médico para examinar y curarlas heridas que había recibido Pedro Livio Cedeño, lollevó a la casa de Juan Tomás Díaz, donde se encontra-ba el herido.

Vélez Santana es testigo básico de lo que ocurrió des-pués del ajusticiamiento, en la misma noche y en los díasposteriores. Se convirtió, por vanos días, en el compañe-ro de escondite de Juan Tomás Díaz, Antonio de la MazaVásquez y Salvador Estrella Sadhalá.

A continuación transcribimos la entrevista que le fuerealizada a Marcelino Vélez Santana, en fecha indetermi-nada. En la entrevista participaron Bienvenido GarcíaVásquez, Eduardo García Michel, Emilio Cordero Mi-chel y Miguel Ángel Bissié.

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ENTREVISTA A MARCELINO VÉLEZ SANTANA

P.- ¿A qué obedeció la salida de ustedes de la casa deRobert Reid Cabral?

MVS.- A una decisión colectiva. Hubo un accidente,que una sirvienta que no vivía en la casa nos vio un día,porque quien nos cocinaba era la esposa de Robert ReidCabral, doña Ligia, de noche. Pero un día se escapó lamujer, subió y cuando nos vio dio un grito. Quisieron sa-lir de la mujer, pero yo me metí, porque la mujer no vivíaen la casa.

P.- O sea, no dormía ahí.MVS.- No dormía ahí. Y yo les dije: yo respondo por

esta mujer, porque yo vivía donde Robby; Robby me deja-ba a mí con Ligia en el aposento y se iba y me decía: cuí-damela, Marcelino, a la Grulla, que era como él le decía.Hay una parte que faltó: se fueron Juan Tomás y Antoniodelante. Yo me fui casi seguido detrás. Los vi a ellos creoque en la calle Lea de Castro (me dicen que ahí vivía An-tonio Mota), ellos iban saliendo de ahí. Cuando a mí mellevan y me preguntan dónde estaba escondido, yo dijeque ahí, porque no quería decir que donde Robert Reid,porque además ya los había visto salir de allí. Y me dicenque rodearon a Toñito Mota. Hay un detalle también im-portante: cuando yo estaba en el sótano con Ramfis llegóun chofer a denunciar que Juan Tomás y Antonio anda-ban por una bomba de gasolina de Luis Cocco. Le dieroncien pesos por ese servicio

P.- ¿Por qué se separaron ustedes?MVS.- Bueno, porque no teníamos otro sitio para es-

condernos. Y fíjate que ellos dijeron que yo me quedabay Salvador quiso quedarse también.

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30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

P.- Porque tenemos entendido que Antonio y JuanTomás decidieron que Salvador y tú salieran y se entrega-ran porque ya tenían todos los familiares presos, pensan-do que a ustedes no les iba a pasar nada.

MVS.- Bueno, la decisión de salir vino por mí, porqueno quería quedarme más donde Robby. Pero yo pude ha-berme quedado ahí. Ellos se fueron y yo decidí. Antoniome dijo: tú has hecho mucho por nosotros.

P.- ¿Ahí fue donde cambiaron el arma?MVS.- Sí, ahí fue donde cambiamos el arma.P.- Marcelino, en aquellos días, que tuvieron que ser

horribles por los temperamentos de Juan Tomás y Anto-nio de la Maza, en ese estado en que se encontraban comoleones enjaulados, tuvo que haber discusiones ¿recuer-das alguna?

MVS.- Bueno, lo que te expliqué. El día que subió lasirvienta, que ellos la iban a liquidar y entonces yo memetí. Pero ese incidente se resolvió. Dije: respondo por esamujer, yo soy conocido de esta casa.

P.- Entonces, anterior a ese incidente, ¿ellos estabanaparentemente tranquilos?

MVS.- Sí. Claro, nos manteníamos en tensión, por-que incluso Ligia nos preparó una pila de leña y nos diouna soga y nos dijo: Si vienen ustedes se apertrechan ahí y seenfrentan con los calieses. Esa era la actitud que teníamos,enfrentarnos ahí mismo en la casa. Ella misma nos dijo:Si vienen ustedes bajan por esa soga, se meten detrás de esa pilade leña y ahí se amurallan y les mantienen el combate. Ellosestaban dispuestos a todo.

P.- Pero ¿Robert estaba muy nervioso?MVS.- A medida que el tiempo fue pasando, sí.P.- ¿Qué te encadena a ti a la acción?

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MVS.- Como en diciembre de 1960, un día iba conJuan Tomás y Pedro Livio para la finca que tenía JuanTomás en La Victoria. Entonces, cuando íbamos por elcamino, ellos se pusieron a hablar. Se hablaba como deuna invasión y me parece que Donald Reid estaba hacien-do unos contactos en el exterior. Entonces, yo de ahí con-versaba con Juan Tomás muy a menudo. Una vez él medijo que conversara con Chiquitín de Wind. Y le dije queno, que mejor yo conversaba con Tomás Cortiña, que pa-rece que también andaba en un plan de esos.

P.- ¿Y cómo te encadenas después del hecho?MVS.- Quien me va a buscar es Bienvenido García

Vásquez. Bienvenido toca la puerta, todavía no me habíaacostado, estaba leyendo sentado en la cama. Yo salgo y élme dice, más o menos: han matado al hombre. Entonces yono sé si tú te acuerdas que me devolví y te pregunté quecuál de los niños estaba enfermo. Y salí con el maletín.

BGV.- Pero cuando tú te volviste a buscar el maletín,tu señora te preguntó ¿Marcelino, qué pasa? Y tú le dijiste:no, un niño de Bienvenido que está malo.

MVS.- Entonces yo salí con Bienvenido, encontramosa Pedro Livio allí. Lo llevamos a la Clínica Internacio-nal. Se lo entregamos al Dr. Damirón y a José JoaquínPuello. Damirón no estaba ahí; entonces fuimos a buscara Damirón.

BGV.- José Joaquín Puello fue quien lo recibió. Yobajé y dije: localícenme al doctor Damirón. Cuando bajé, teencuentro a ti, Marcelino, abajo. Ahí digo: ¿y el chofer dón-de está? Digo: ¡ay! Este hombre se me ha ido, hay que buscarlopor donde quiera. Le dimos una vuelta a la cuadra y lo en-contramos ya llegando adonde Juan Tomás. Entoncesvolvimos a la casa. Le dijimos a él que acabara de llegar

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30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

donde Juan Tomás y volvimos a la clínica. Yo te dije a ti,Marcelino, no te desmontes, déjame ver si veo a Damirón. Pre-cisamente, Damirón llegaba en ese momento. Entoncesfue cuando le dije que no diera parte a la policía. Le dijeque no sabía en qué circunstancias había resultado heri-do. Cuando me retiro, le digo: le prometo que voy a investi-gar cómo fue herido y entonces yo vendré a decírselo. Cuandome voy me dice: venga acá, joven, ¿y quién es el herido? Digoyo: Pedro Livio Cedeño. Entonces dijo: yo sabía que lo cono-cía, porque a cada rato lo veo ahí donde Juan Tomás.

P.- ¿Pedro Livio estaba consciente?MVS.- Sí, estaba consciente. Tenía una hemorragia

interna. Puede que después cayera inconsciente, pero hastaque nosotros lo dejamos, él estaba consciente. Entonces,de ahí, retornamos a la casa de Juan Tomás. ¿Tú estabasahí cuando Antonio de la Maza me enseñó el cadáver?

BGV.- Sí. Porque yo bajaba y Antonio de la Maza esquien me dice: ¿fuiste al médico? Entonces me dice: venacá. Entonces sacó la llave, abrió el baúl y dijo: mira a versi este gavilán está muerto. Trujillo tenía la cabeza hacia ellado derecho. Sí, está muertecito, le dije. Entonces Antoniodijo: yo sabía que este perro no ladraba más, porque ese tiro degracia que tiene ahí, se lo di yo. E iba a bajar el baúl en elmomento en que Juan Tomás se acercaba. ¿Juan Tomás,quieres ver?, le dijo Antonio. Juan Tomás no quiso ver.Entonces cerró el baúl. Tratamos de empujar el carro. Yocasi no había manejado ese carro, por dos veces se apagó.Entonces Antonio cogió la llave y lo sacó.

MVS.- ¿Y no se habló de que iban a tirar el cadáveral mar?

BGV.- No. Después de eso, yo le dije: Antonio présta-me la llave para ver en el garage, porque allí en lo oscuro

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apenas se veía. Me dijo: no, ese gusto te lo vas a dar cuandoestemos brindando en el parque Colón.

P.- Marcelino, ¿por quién se enteraron de tu partici-pación?

MVS.- Creo que fue por Bienvenido cuando hizo susdeclaraciones, el día 4 de junio. A mí no me buscaronantes del 4 y creo que ni el mismo 4.

BGV.- Sí, pero el día 4 me sacó Virgilio García Trujillo.Ya Tavito Barcácel había ido a la celda y me dice: mira,Bienvenido, yo estaba viendo las declaraciones tuyas y tú ahínada sabes, nada de nada... Fíjate, la esposa tuya es hija de JuanTomás; un hermano tuyo está casado con una hermana de Anto-nio de la Maza (Ramón); la esposa de tu otro hermano (Rosa), eshermana de la esposa de Antonio de la Maza. Quiere decir que tútienes que saberlo todo mejor que nadie. Para evitar que esta gen-te te siga maltratando, ordena tus recuerdos. Yo vengo mañana.Entonces tú ya habrás organizado tu mente y tú y yo tranquili-tos, nadie te va a poner la mano. Ahí mismo empecé a combi-nar con Danilo Díaz. Y me dijo: ay, si tú dices todo eso mevan a fusilar. Dije: no te van a fusilar nada, vamos a guiar lascosas lo mejor que se pueda. La cuestión es que, cuando Virgi-lito me saca el día 4 en la tarde, comienzan a darme golpesy golpes y corriente eléctrica. Entonces me dice: vamos aver qué saben ustedes. Ya organizado le dije, más o menos,como lo había pensado. Volvió y me dijo: repíteme otra vezeso. Volví y se lo repetí. Entonces me dice: pero ahora yoquiero que me digas dónde está escondido Juan Tomás. Ledije que yo estaba donde la hermana de él y me dijeronque buscara un médico para Pedro Livio, ya que estabaherido y yo, que era amigo de Vélez Santana, fui a su casay lo llevé adonde estaba Pedro Livio; y después que lovio dijo que tenía que ser intervenido quirúrgicamente.

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Lo llevamos a la Clínica Internacional y ahí lo dejamos.Después de eso me fui para mi casa. Cuando mencionéa Vélez Santana, ya el día 4, entonces es cuando Virgili-to dice: ¡ah, carajo!, ahí debe estar metido Carlos Vélez, por-que es íntimo de Juan Tomás.

P.- O sea, que cuando el chofer del carro público tedenuncia, Marcelino, por no esperar la vuelta, ya te anda-ban buscando.

MVS.- Sí, pero no fue por la denuncia de Bienvenido,porque nosotros salimos y el calié parece que se dio cuentapor la manera de yo actuar, muy diferente a la otra nocheen que yo salí y lo hice con una serenidad del diablo, meparé en El Conde, me paré en la Pasteur, tomé todas lasprecauciones y ahí no hubo nada. Dos días más estuvi-mos escondidos.

P.- ¿Y una vez pagaste una carrera con diez pesos y ledejaste la vuelta: nueve con cincuenta de propina? Mar-celino ¿qué día fue que enviaron el papel que Juan Tomásle mandó a Wimpy?

MVS.- Eso fue el 31 en la mañana. Se lo llevó el Dr.Torres Aristy, pero el papel no se llegó a entregar. Noso-tros no queríamos usar a Robert Reid, pues estábamos ensu casa.

P.- ¿Y cómo mezclaron a Wimpy en el hecho?MVS.- Fíjate, unas declaraciones que hizo Robby una

vez (y eso yo lo comprobé). Tiraron dos ejemplares de“La Nación” el día cuatro de junio. Gallardo, el adminis-trador, me dijo que tuvo que irse del país por la primeratirada de “La Nación”, donde Robby había declarado esode que hablaban con Wimpy, pero Ramfis no quería quese supiera que él sabía que detrás estaba esa gente. Enton-ces, él hizo recoger “La Nación” y tiraron otra edición.

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P.- Y en esos días que ustedes estuvieron juntos, JuanTomás, Antonio, Salvador ¿qué decían ellos? O sea, ¿cuá-les eran las alternativas que se planteaban de lo que de-bían hacer o a quiénes debían contactar?

MVS.- Fíjate, no había otras alternativas, de buscarotra salida. Nosotros, después de estar allá trancados, es-perábamos alguna reacción, pero también se nos hacíadifícil tener contacto hacia afuera.

P.- ¿Ellos hicieron algún comentario de si falló esto oaquello?

MVS.- Falló Pupo Román.P.- Que falló Pupo Román ¿era lo que decían?MVS.- Incluso, cuando me interrogaron a mí me pre-

guntaban qué decían ellos. Yo les dije que lo único que yooí decir fue que falló Pupo Román. A Pupo lo comenza-ron a interrogar el día cuatro, todavía uniformado. Frentea mí lo estaban interrogando Petán Trujillo y Ramfis. En-tonces los dos iban a sentarse en el escritorio pero Ramfisse le adelantó. Petán se le sentó encima del escritorio. Medije para mí, esto va bien, porque ahí se vio el choque¿entiendes? Cada uno quiso tener una posición predomi-nante, la autoridad, que cuando el otro se fue se le sentóen el escritorio y tenían a Pupo uniformado, sudando ahíen ese aire acondicionado.

P.- ¿Oíste tú el interrogatorio de Pupo?MVS.- No. Ahí fue que me dijeron que les repitiera eso.MAB.- Pupo negó hasta el último momento. Según

tengo entendido, a él lo carearon con don Modesto, y de-cía que sí, que él estaba metido y él respondía: yo nun-ca he hablado con usted de eso; el contacto suyo era Wim-py. Esas son cosas de mi compadre Luisito. Yo nunca heestado en eso. Eso me lo contó don Modesto. Él negó,

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lo carearon. Modesto le mandó a decir a Ramfis, con Mar-cos Jorge Moreno, que si cesaban las torturas él estabadispuesto a hacer una declaración muy importante. En-tonces le dijo a Jorge Moreno de lo que se trataba; prime-ro se lo dijo a Tavito Barcácel y luego a Pirulo Sánchez.Luego vino Ramfis con la familia entera. Eso fue en losdías en que las torturas amainaron, o mejor dicho, no hubomás torturas. A mí me llevaron el día 15 de junio a “El 9”y me pusieron en una celda solo y luego agregaron a Da-nilo Díaz, que yo no sabía quién era. Después llevaron aLuis Manuel Cabral Amiama, y después a Modesto y aTomás Báez y nos pusieron juntos.

P.- Marcelino, sería bueno que nos dijeras las conver-saciones que había entre Antonio de la Maza, Juan To-más Díaz y Salvador Estrella.

MVS.- Fíjate, no hubo muchas conversaciones en tor-no al propio caso. Recibíamos los periódicos y hacíamoscomentarios alrededor de lo que salía en la prensa. Re-cuerdo que eso nos entusiasmó un poco. Como a las dosnoches fue que mataron a Amadito. Ahí nosotros pensá-bamos que había habido alguna reacción y estábamos pre-parados para cualquier cosa, pero no creo que había pla-nes alternativos.

P.- Pero ¿Antonio te contó a ti cómo ocurrió el hecho?MVS.- Claro que sí. Ellos estaban en la avenida y ya

estaban un poco desesperados, tal vez se iban a ir. Enton-ces llegó Miguel Báez Díaz y les dijo: el hombre viene; fue ala aviación. O no, el hombre viene, creo que está donde Angelita.Y ellos se afianzaron en su posición de espera. Cuando elhombre venía uno de ellos dijo: miren, ahí viene, porqueincluso tenían señales del carro en que venía. Lo identifi-caron y le cayeron atrás. Antonio Imbert iba manejando y

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se le iba a pasar y Antonio de la Maza le dijo: Para, para,carajo. Y ahí mismo de la Maza y Amadito fogonearon.Frenaron y dieron la vuelta y se pusieron los dos carrosde frente, creo que los dos con las luces prendidas. Secomenzaron a tirar uno con otro y, en un momento dado,dice Antonio de la Maza que él cruzó, porque Zacaríasestaba apertrechado del lado de allá y empezó a tirarlepor debajo del carro. Y creo que Zacarías tenía heridas enlas piernas. Hasta que desalojaron a Zacarías de ahí. Mecontó Pedro Livio, que siempre estuvo dolido de eso, quecuando ellos venían, Trujillo estaba agarrándose del ca-rro y abandonó la protección del carro y le dice PedroLivio: míralo ahí, míralo ahí donde va, tírale el carro. Y letiraron el carro. Entonces, algo que dice Imbert que no,pero que Antonio de la Maza me dijo a mí que le habíapegado dos tiros de gracia, uno en el maxilar y otro en elcorazón.

P.- ¿Y Antonio de la Maza dijo quién pegó esos tirosde gracia?

MVS.- Creo que uno cada uno, cada Antonio lepegó uno.

BGV.- Yo sé que esa noche Antonio de la Maza medijo: ese tiro de gracia se lo di yo, el de la barbilla.

P.- El revólver de Trujillo ¿había sido disparado?MVS.- No. De eso puede dar fe también el Dr. Tole-

dano. Yo se lo enseñé y le dije: mira, está sellado de balas.

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15. MIGUEL ÁNGEL BISSIÉ 12

Miguel Ángel Bissié es uno de los integrantes de la cons-piración que resultó relegado y olvidado, aunque tuvo unadestacada participación, ya que recortó dos escopetas,fabricó dos placas falsas y guardó las tres carabinas M-1y un revólver calibre 38 que se usaron en el tiranicidio.Esas armas eran llevadas cada semana por Bissié a la casade Antonio de la Maza, para ser entregadas a los inte-grantes del grupo cuya misión era ajusticiar al tirano. Elpropio 30 de mayo, Bissié cumplió con la parte que lecorrespondía desempeñar, al entregar las armas en el par-queo de la residencia de Antonio de la Maza.

Cada una de esas actividades comportaba riesgos ex-traordinarios que fueron asumidos por Bissié con entere-za y desprendimiento, pues sabía que, siendo español, seestaba involucrando, con riesgo de su vida, en una causaque en teoría no era la suya, pero que en la práctica sí loera, puesto que cada día vivía y vibraba al mismo ritmoque la patria que lo acogió, como dominicano, y, por tanto,se sentía dolido y asqueado por los atropellos y el terror enque la tiranía mantenía sumido al pueblo dominicano.

1 2 Publicadas en la revista ECOS, No. 7, año VI, Santo Domingo, EditoraUniversitaria UASD, 1999. Pp. 99-128 (Instituto de Historia de la UASD).

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Bissié era de la confianza absoluta de Antonio de laMaza Vásquez y su participación sólo era conocida poréste y sus íntimos, como Eduardo Antonio García Vás-quez, lo que explica que haya sido olvidado.

Desde muy temprano, es decir, al poco tiempo del ajus-ticiamiento, Bissié escribió sus memorias, que son las quetranscribimos.

MEMORIAS DE MIGUEL ÁNGEL BISSIÉ ROMERO

“Los conjurados se dividían en dos grupos que, por sepa-rado, estaban pensando en la forma de terminar con latiranía de Trujillo, aunque en toda la geografía de la Re-pública Dominicana había grupos de personas con ideasde libertad y pensaban en la forma de proporcionársela alpueblo dominicano. En esta oportunidad me voy a ocu-par de los dos grupos que Antonio de la Maza logró unirpara dar consistencia al tiranicidio.

Para este entonces la Iglesia Católica había lanzadosu célebre pastoral y, aprovechando que difamaron a unasreligiosas en el tristemente Foro Público, Antonio de laMaza llegó a la casa de Salvador Estrella Sadhalá, llamóa la puerta y quien le abrió fue César Estrella, hermanode Salvador, quien también se había criado junto con An-tonio de la Maza en la casa del general Pedro A. Estrella(Piro), tronco de esta familia.

Cuando Antonio y Salvador llevaban rato de conver-sación, Salvador se da cuenta que el distanciamiento quemantenía con Antonio no tenía razón de ser y, since-rándose con los reclamos de Antonio, le contestó di-ciéndole que contaba con un grupo que estaba dispues-to a todo con tal de terminar con el terror colectivo que

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venía siendo una vergüenza nacional. Le mencionó aAntonio Imbert Barrera y le presentó al teniente AmadoGarcía Guerrero, que en esos momentos se encontrabaen la casa de Salvador Estrella Sadhalá.

Con la unión de estos dos grupos nació el “Plan de laAvenida”. El teniente Amado García Guerrero suminis-tró una serie de datos que a los conjurados les hizo pensaren la factibilidad de llevar a cabo la acción de eliminar aTrujillo en la avenida George Washington, cuando acu-diera a su Hacienda Fundación, en San Cristóbal.

LOS DOS GRUPOS

Había, en realidad, dos grupos con misiones específicasque cumplir, como, por ejemplo, Antonio García Vásquez.Este había redactado las proclamas y manifiestos y Án-gel Severo Cabral las tenía grabadas en cinta magnetofó-nica para difundirlas por la radio tan pronto como se apo-derasen de las emisoras; es decir, estos dos noparticiparían en el ajusticiamiento del tirano, pero si ten-drían oportunidad de participar luego en la liquidaciónde la maquinaria de la tiranía.

EL UNIFORME VERDE OLIVO

En Santo Domingo se había hecho de conocimiento máso menos general, que Trujillo era metódico en sus hábi-tos; que cuando se le veía vestir un uniforme verde-olivoera seguro que iba a viajar a su Hacienda Fundación, enSan Cristóbal.

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Naturalmente, que para saber que el tirano estaba vis-tiendo el uniforme verde-olivo era necesario encontrarsedentro del círculo de sus íntimos, como era el caso deMiguel Ángel Báez Díaz, quien figuraba en el grupo delos que él invitaba para que le acompañasen en el paseo apie que efectuaba todas las noches que se encontraba en laCapital, entre 7:00 y 8:00 p.m., desde la casa de su madrehasta la avenida George Washington, recorriendo todo esetrayecto por la avenida Máximo Gómez, de norte a sur. Enigual circunstancia, pero más bien cuando se encontrabade servicio junto a Trujillo, estaba el primer teniente de suCuerpo de Ayudantes, Amado García Guerrero.

El tirano generalmente viajaba los miércoles en la no-che a su Hacienda Fundación y eso lo sabían muy bien losconjurados. Pero el sábado 3 de junio iba a viajar a Moca,donde se le rendiría un “homenaje” y por eso decidió ir asu finca el martes 30 en la noche, en vez del miércoles,como era su costumbre.

Ese cambio imprevisto pudo ser la causa de que losdos grupos, el del tiranicidio y el encargado de dar el Golpede Estado que realizaría el derrocamiento total de la ma-quinaria gubernamental y política del tirano, estuvieranimposibilitados, a tan corto plazo, de sincronizar sus mo-vimientos, adelantado todo en 24 horas.

Y sólo así se explica que Luis Manuel Cáceres Mi-chel (a) Tunty, Ernesto y Mario de la Maza y AntonioGarcía Vásquez estuvieran el martes en Moca y en LaVega, y no en Santo Domingo.

Y quizá ese cambio de miércoles a martes, más el retra-so sobre la hora en que generalmente Trujillo viajaba a SanCristóbal, de lo cual trataremos más adelante, fuera una delas causas que dificultaron localizar al general José RenéRomán (Pupo), poco después de consumado el tiranicidio.

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LAS 5 DE LA TARDE, INICIO DE LOS PREPARATIVOS

Fue después de las 5:30 de la tarde del 30 de mayo cuan-do de la Maza supo de la salida del “hombre” para el cam-po, ya que alrededor de la 5:45 P.M. él llegó al que era mitaller de herrería, denominado Los Navarros, sito en elnúmero 90 de la calle entonces llamada Héctor B. Truji-llo Molina, hoy 27 de Febrero, y me dijo que preparara elautomóvil y que tuviera listas las armas en dos paquetes.

Dentro de un saco de yute, en un paquete, iría su esco-peta recortada, calibre 12, y un fusil Garand M-1, mien-tras que en el otro paquete, también metido en otro sacode yute, los dos fusiles M-1 restantes. Me indicó que lle-vara el automóvil Oldsmobile alrededor de las 8 de lanoche, ya que había muchas probabilidades de que el hom-bre adelantara la fecha de su viaje al campo por tener queacudir el próximo sábado a un homenaje que se le rendi-ría en Moca.

De la Maza estuvo hablando conmigo hasta despuésde las 6 de la tarde, diciéndome, al marcharse, que fuera acenar en su casa. Salió de allí en compañía de su cuñadaMargot Michel de Alzaga, a quien dejó en su casa, en elBazar Cádiz.

EL AVISO A LAS 5:30 DE LA TARDE

Alrededor de las 5:30 de la tarde fue que Miguel ÁngelBáez Díaz se comunicó con Antonio de la Maza y le pusoal corriente de la posible salida de Trujillo al campo, porhaberse mencionado esto en el almuerzo que realizaronjuntos.

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Fue por eso que de la Maza supo que el tirano viajaríael martes a su Hacienda Fundación, en vez del miércoles,y por lo que a las 5:45 de la tarde me estaba recomendan-do que esa noche, a las 8, le llevase las armas, en el Olds-mobile, a su casa.

Esa primera noticia de Miguel Ángel Báez Díaz fue loque indudablemente obligó a que se tuviera que confir-mar con el teniente García Guerrero la rara salida del ti-rano la noche del martes, en vez del miércoles.

LAS ARMAS

Sobre las armas que yo tenía bajo mi cuidado, es justodecir que Ángel Severo Cabral entregó tres fusiles marcaGarand M-1, calibre 30, a de la Maza, en la Avenida Mi-rador del Norte, a la 1:00 p.m., hacia el 15 de abril.

Dos escopetas recortadas: una de Ernesto de la Mazay la otra había sido del general Pedro A. Estrella (Piro).Esta fue precisamente la que se empleó con éxito en eltiranicidio, aunque se encasquilló después del primer dis-paro. Las dos escopetas tenían los cañones recortados.Eran de 5 cartuchos, semiautomáticas. Además había unrevólver calibre 38.

Como dos semanas antes de entregarme todas las ar-mas definitivamente en depósito, hasta lograr su propósi-to el 30 de mayo, de la Maza me había traído los cañonesde las dos escopetas para recortarlas. A una le quitaríados pulgadas, pues había sido recortado con anterioridadpor Roberto Pastoriza, pero en las pruebas que el inge-niero español Manuel de Ovín Filpo y Juan Tomás Díazle hicieron, en la finca de este último, se comprobó que la

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carga a 3 metros, 6 metros y 9 metros iba demasiado aglu-tinada; es decir, que se abría poco, aunque la efectividadde los disparos era óptima, pues perforaba de parte a par-te un tanque de acero. El otro cañón se recortó hasta igua-larlo con el primero, dejando a ambos con una longitudidéntica. Hice el trabajo por la noche y se los devolví,cuando vino a buscarlos, al día siguiente.

Las armas, todas, me las entregó de la Maza a últimosdías de abril o primeros de mayo. Las trajo al taller entrelas 11:00 y 12:00 de la mañana, metidas en un saco; lasbajó del automóvil y me las entregó el chofer, Luis Tave-ras Liz, apodado Gumarra.

Después que yo le entregué los tres juegos de placasfalsas de automóviles (a lo cual me referiré después), dela Maza me preguntó que si yo, a sabiendas de la respon-sabilidad y del peligro que con ello corría, estaba dispuestoa guardar las armas en mi vivienda, contigua al taller deherrería, pues temía que pudieran descubrirse por un ac-cidente o por un registro que pudieran hacerle a su auto-móvil Chevrolet negro.

Le dije que sí, y me las trajo el día siguiente. Duranteunos días tuve las armas en el baúl del automóvil Olds-mobile, pero como resultaba ostensible que ese automó-vil no se movía de mi taller durante toda la semana y lohacía únicamente los miércoles por la noche, y mi tallerestaba situado frente al puesto de policía No. 1 del Barriode Mejoramiento Social, insinué que se construyera unacaja ex profeso, que de la Maza ordenó a la FerreteríaAmericana, con dimensiones especiales y reforzada, fuer-te, como para poner en ella herramientas pesadas, con uncandado. La caja, tan pronto como estuvo terminada, mela trajeron de la Maza y Gumarra.

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Para despistar en cuanto a que el Oldsmobile quedaseen mi poder, se hizo creer, incluso a la esposa de De laMaza, que yo lo había comprado. Desde el día en que lasarmas fueron transferidas del automóvil a la caja, la cualhabía sido colocada debajo de mi cama, empecé a utilizardiariamente el vehículo para el servicio de mi negocio.

Hoy día esa caja está en poder del Dr. Marcelino Vé-lez Santana, pues yo se la entregué el día antes de salirpara España, a mediados de diciembre del 1961.

MI RELACIÓN Y AMISTAD CON ANTONIO DE LA MAZA

En el 1958 conocí a de la Maza en la casa de VenancioAlzaga y su esposa Margot Michel, esta última cuñada deaquél, hermana de Aída Michel. De la Maza iba frecuen-temente donde los esposos Alzaga a tomar café en horastempranas de la mañana.

Yo le hice varios trabajos en herrajes de balcones ypasamanos, así como muebles metálicos, para su casa queestaba construyendo en la calle Ángel Perdomo, de la ca-pital. Él quedó contento con los trabajos y, como le gusta-ba mucho la mecánica, conversábamos largamente. Laamistad vino a ser estrecha, de tal modo que los domin-gos y días festivos que se encontraba en la capital comíao cenaba en su casa, así como Venancio y Margot.

Durante esa época, de la Maza y su esposa Aída vi-vían en Restauración, pero venían a menudo a la capital;su hija Lourdes estaba interna en un colegio de SantoDomingo: El Apostolado. En casa de De la Maza conocía Tunty Cáceres Michel, a Pedro Livio Cedeño y a Huás-car Tejeda. Tunty era sobrino político de De la Maza, peroéste le trataba como si fuera su hijo. De la Maza me tuvo

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en observación como dos años y, aunque siempre hablá-bamos de política, no me confió lo del complot para ajus-ticiar a Trujillo sino a comienzos de 1961.

A fines de febrero de 1961, un domingo en la tarde cuan-do fui a la casa de Antonio de la Maza a conversar, lo en-contré con atuendo de militar (pantalón y camisa color kaki)preparándose para viajar a los aserraderos de Restauración;de la Maza había sido oficial del Cuerpo de Ayudantes deTrujillo y, aunque estaba retirado, había conservado el pri-vilegio de vestir de militar cuando quisiese; además tenía,en Restauración, el grado de comandante de la LegiónAnticomunista, creada por Trujillo, y los militares que ibande puesto a la frontera tenían que presentarse ante él. Enesa ocasión me invitó para que lo acompañara, lo que mepareció que pudo obedecer a su deseo de no viajar solo.Por ello decidí aceptar la invitación e ir con él.

Por el camino íbamos conversando animadamente, yrecuerdo que antes de llegar a Moca, su pueblo natal, medijo lo del complot. En Santiago se dañó el Chevrolet ne-gro y tuvimos que regresar en automóvil de alquiler a Moca,donde dormimos. Allí me mostró un revólver y una pisto-la Luger que pensaba usar en el proyectado tiranicidio.

Al día siguiente tomamos el Oldsmobile y nos fuimosa Restauración, de donde regresamos el martes; Guma-rra, el chofer de De la Maza, quedó en Santiago hasta queterminaron la reparación del Chevrolet negro.

LAS PLACAS

De la Maza me pidió que le hiciera un juego de placas deautomóvil falsas, es decir, dos placas con el mismo nú-mero: una para la parte delantera y otra para la trasera.

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Me indicó que deseaba que las placas tuviesen un núme-ro oficial, como si fuesen las del automóvil de un altofuncionario del gobierno. Le objeté que las placas oficia-les, además del número, llevaban un escudo dominicanoesmaltado, por lo cual tendría que recurrir a alguna per-sona que me ayudara en la operación de hacer los escu-dos de esas placas.

Entonces me dijo que si me preguntaba alguien algu-na cosa, que dijese que esas placas oficiales eran para elgeneral Billía (así se apoda el general Manuel María Gar-cía Urbáez), pero después de pensarlo un rato me dio larazón y me indicó hacer el juego de placas con un númerode automóvil privado. Como los automóviles que partici-parían en el atentado iban a ser tres, fácilmente le conven-cí de que sería más conveniente hacer tres juegos de pla-cas, con tres números diferentes, repetidos para delante ypara detrás.

Cuando terminé las falsas placas con reproducción detodos los detalles, las llevé a de la Maza en mi maletín detrabajo, donde llevaba los catálogos de los herrajes y mue-bles metálicos; él las guardó en su guardarropa, despuésde verlas y examinarlas con su hermano Ernesto y su es-posa Aída.

Por cierto, cuando estaba fabricando las falsas placasel Sr. Armando Vicario Burgos me preguntó que para quéestaba haciendo esas placas; le contesté que para llevár-selas al gobierno para ver si nos mandaba fabricarles al-guna buena cantidad. Armando me contestó: (Tú sí queestás pendejo. No sabes que la fabrican los guardias en los Ser-vicios Tecnológicos y que, además, tienen prensa y troqueles parahacerlos). Lógicamente que yo sabía todo eso, pero no leiba a decir para qué estaba preparando esas placas. El Sr.Armando Vicario Burgos pinta muy bien, y cuando le

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encargué que me las pintara me contestó, con mucha ló-gica por cierto, ¡Yo no pierdo mi tiempo pintando eso!

Sé que la noche del 30 de mayo de la Maza llevaba enel baúl del Chevrolet negro los tres juegos de falsas pla-cas. Ignoro si los otros conjurados estaban enterados desu existencia. Su hermano Ernesto y su esposa Aída, na-turalmente sabían de la existencia de ellas.

Esas placas no se usaron nunca, hoy día no recuerdolos números que les puse. Tampoco sé si las falsas placasfueron descubiertas o no, y si figuraron o no en las inves-tigaciones posteriores.

ENTREGA DE LAS ARMAS EL 30 DE MAYO

Tal como había dicho antes, a las 8 en punto de la nochedel día 30, igual que había hecho los días 17, 24 y 25, teníaya listos los dos sacos con las armas arriba detalladas, lascuales habían estado guardadas en la caja descrita.

Tomé el automóvil que de la Maza había puesto a midisposición, el Oldsmobile negro, en el que todos los miér-coles de semana él y los otros conjurados se habían dadocita con la muerte. Pasé primero por el Bazar Cádiz, paradejar unas cosas. Allí se me unió Alzaga, quien iba a lacasa de De la Maza para dar clases a Lourdes, la hija deéste, quien se encontraba enferma con hepatitis. Al llegara la calle Ángel Perdomo, en la que de la Maza tenía suresidencia, situé el automóvil en la marquesina y le cerrélas puertas. Alzaga y yo subimos al cuarto piso y allí en-contramos que de la Maza, quien empezaba a cenar, esta-ba vestido con ropa militar, con su pistola 45 al cinto,para lo cual tenía permiso oficial, y su cartuchera concuatro cargadores repletos de balas.

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Al dar fin a la cena, de la Maza se levantó de la mesa yme indicó que le acompañara a su habitación; una vezallí me pidió que le explicara la ubicación de las armas.Contesté a su pregunta diciéndole que en el interior delbaúl del Oldsmobile se encontraban los dos fusiles Ga-rand M-1, en un saco; que delante de éste, en el otro saco,estaban su escopeta recortada y el otro fusil M-1 y en laparte izquierda, los cargadores y la caja de municiones.Agregué que en el interior de la guantera estaba el revól-ver calibre 38.

Entonces me pidió que no me moviera de la casa mien-tras no tuviera noticias suyas, y al entregarme las llavesde su automóvil Chevrolet, de color verde, modelo 1961,me dijo: Toma las llaves del automóvil por si tienes que necesi-tarlo a la carrera; cuida de Aída y de Lourdes. Le di un abra-zo, y deseándole buena suerte, pasé a la galería, donde seme reunió Aída, mientras Alzaga daba clases a Lourdes.

De la Maza bajó y a los pocos minutos volvió a subir,pues había dejado olvidado el maletín suyo con otrasmuniciones; lo recogió y volvió a bajar. Montó en el Che-vrolet negro, que estaba en la marquesina, fue donde JuanTomás Díaz; de allí llamó a Huáscar Tejeda y fue a bus-car algún compañero, ya que Tunti Cáceres estaba enMoca, al igual que Ernesto y Mario de la Maza y AntonioGarcía Vásquez, pues no se pensaba que el tiranicidiopudiese ocurrir martes, sino miércoles.

Huáscar Tejeda y Roberto Pastoriza se le unieron, pro-bablemente donde Juan Tomás Díaz. Habría transcurri-do aproximadamente media hora, cuando vimos estacio-nar en la parte de afuera de la marquesina al automóvilChevrolet negro y el otro lo aparcaron en la marquesina.En seguida se apearon dos hombres: Huáscar Tejeda yRoberto Pastoriza, quienes se dirigieron al Oldsmobile.

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Entre tanto, de la Maza, quien manejaba el Chevrolet ne-gro, lo había puesto en marcha y se fue de nuevo hacia lacasa de Juan Tomás Díaz, creo que con Pedro Livio Ce-deño, a quien me pareció ver. Tejeda tuvo inconvenientesen hacer arrancar el Oldsmobile, pero finalmente lo lo-gró, y entonces él y Pastoriza fueron a reunirse con de laMaza y con Cedeño en la casa de Juan Tomás Díaz.

REPARTO DE LAS ARMAS

Fue en el patio de la casa de Juan Tomás Díaz dondeabrieron el baúl del Oldsmobile y sacaron las armas delos dos sacos, las cargaron con las municiones y las de-positaron de nuevo, ahora en el interior de los dos auto-móviles; el Oldsmobile negro y el Chevrolet negro tam-bién. Esta era una operación de rutina por todas las vecesque fueron a esperar el paso de Trujillo en la AvenidaGeorge Washington.

Del patio de la casa de Juan Tomás Díaz partieronhacia la casa de Salvador Estrella Sadhalá, para recoger aéste, a Antonio Imbert Barrera y al teniente Amado Gar-cía Guerrero, quien pudo ir esa noche (pues no siemprepodía hacerlo, por su condición de militar sujeto a disci-plina castrense), y de allí a la avenida George Washing-ton, a cumplir con su deber de patriotas.

Los conjurados habían trazado su plan de acción y dis-pusieron que dos vehículos bloqueasen la autopista, enuna curva que queda a bastante distancia de la Feria Ga-nadera. Se harían señales por medio de las luces del tercervehículo que utilizaron. Yo tenía conocimiento de lo de lasluces, porque antes del 30 de mayo de la Maza me lo habíaexplicado. Era muy sencillo: para pedir al automóvil que

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conducía a Trujillo que cediese el paso y se pusiera a laderecha, se harían tres señales consecutivas con las lucesdel automóvil que manejaría Antonio Imbert, y al ser vis-to por Roberto Pastoriza, cuyo vehículo tendría el frentehacia la ciudad, éste iría a bloquear el automóvil del tira-no y avisaría a Huáscar Tejeda, el cual se encontraría conel frente hacia San Cristóbal. Tejeda, según las circuns-tancias, bloquearía también la autopista o daría rápida-mente media vuelta para ir a la ciudad, y hasta para entor-pecer los movimientos del automóvil de Trujillo, comofinalmente lo hizo, pasándole por la derecha, ya fuera delasfalto de la vía, como veremos más adelante. La misiónde estos dos automóviles era bloquear y atacar al del tira-no y, además, colaborar estrechamente con los conjura-dos del otro automóvil.

Y lo que resultó fue que, por nerviosismo, AntonioImbert Barrera hizo la señal, pero no apagando las luces13,por lo cual los otros dos vehículos no vinieron al teatrode los acontecimientos sino después que el ruido de losdisparos advirtió a Huáscar Tejeda y a Roberto Pastorizade lo que realmente estaba ocurriendo.

EL TRAZADO DEL PLAN

Había sido cosa muy estudiada antes, con planos y todo;aparte, claro está, de que en otras varias ocasiones se había

1 3 Cuando menciono apagar y prender las luces, no me refiero a lo que regular-mente se hace al intentar rebasar a otro vehículo, que es cambiar de luz altaa baja o a la inversa de manera continua sino a realmente apagar y encenderlas luces por tres veces, que era la señal para los que esperaban emboscadosmás adelante.

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estado acechando el paso de Trujillo, pues yo conozco,por lo menos, los detalles de tres tentativas de tiranicidiodurante el mismo mes de mayo. Creo que el ingenieroManuel de Ovín Filpo, íntimo amigo de Ángel Severo Ca-bral y de Roberto Pastoriza, hizo unos planos de la formaen que debían situarse los automóviles en la autopista.

Estando ya las armas en mi poder, hubo unas tres ten-tativas: La primera el 17 de mayo; la segunda el 24 y latercera el 25 del mismo mes.

Primera tentativa, el 17 de mayo. Antonio García Vás-quez llevó a Tunti Cáceres Michel en su guagüita Opel yle dejó en mi taller, alrededor de las 8 p.m. Como las ar-mas estaban guardadas en el Oldsmobile, sólo teníamosque llevarlo donde de la Maza. Tunty manejaba y yo ibaa su lado. Al llegar donde de la Maza, yo bajé del automó-vil y Tunty salió a buscar a Pedro Livio Cedeño para lle-varle a la casa de Juan Tomás Díaz, donde se reunían losconjurados, o algunos de ellos. Yo puedo asegurar que,por lo general, donde Díaz se unían, además de éste: Mo-desto Díaz Quezada, Antonio García Vásquez, LuisAmiama Tió, Huáscar Tejeda, Roberto Pastoriza, PedroLivio Cedeño, Luis Manuel Cáceres Michel (a) Tunti, ylos hermanos Ernesto, Mario y Antonio de la Maza.

Es posible que Imbert Barrera, el teniente García Gue-rrero y Estrella Sadhalá no se reuniesen con los demásdel grupo anterior donde Juan Tomás Díaz, sino que lohicieran donde Estrella Sadhalá, y por eso Imbert Barre-ra ignora importantes detalles relacionados con los otrosconjurados.

En esta ocasión estuvieron en la autopista todos los queparticiparon en el 30 de mayo, más Ernesto de la Maza. Latentativa del 17 fracasó porque Trujillo salió a la autopistapor la esquina de la Cervecería y los conjurados estaban

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esperándole antes de ese cruce, más cerca de la ciudad,frente al Teatro Agua y Luz.

Los conjurados volvieron a casa de Juan Tomás Díaz,donde cada cual se fue por su camino. Me parece que don-de Juan Tomás Díaz, a más de traer las noticias frescas delo que recién aconteció en la autopista, aprovechaba dela Maza para volver a reunir las armas dentro de los dossacos, en el baúl del Oldsmobile. Tunti trajo el Oldsmo-bile con las armas a la casa de De la Maza, yo me puse alguía y retorné a mi taller.

Segunda tentativa, el 24 de mayo. Gumarra trajo aTunti en el Chevrolet negro y lo dejó en mi taller. Comoantes de la llegada de Tunti yo había trasladado las armasde la caja al baúl del Oldsmobile, sólo teníamos que lle-var todo donde de la Maza. Por ser el cumpleaños de Dela Maza, fecha en que él había confiado realizar, comoregalo máximo, la ejecución de su plan, nos reunimos ensu casa: Ernesto, Mario y Pablo Antonio de la Maza (a)Pirolo (hermanos de Antonio), así como Alberto Rincóny Antonio García Vásquez (cuñados de Antonio de laMaza), Tunti y yo.

De la Maza nos mandó que le subiésemos los dos sa-cos de las armas, pues quería comprobar una vez máscómo entraban y salían los cartuchos en las dos escope-tas recortadas. Esos cartuchos, que eran 22, en cantidadmás que suficiente para cargar y aún recargar las dos es-copetas, habían sido modificados por el ingeniero de OvínFilpo, quien les agregó pólvora y sustituyó las municio-nes por bolas de acero de cojinetes.

La escopeta que había sido de Piro Estrella se encas-quilló, causando a de la Maza una herida en el pulgar iz-quierdo, pues él era zurdo. García Vásquez dijo que como

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esa escopeta había mostrado un fallo, sería convenienteque usara preferentemente la otra.

Las armas las subimos Tunti y yo, un saco cada uno,por la escalera de servicio. Cuando subíamos las armas,Antonio García Vásquez se dio cuenta que por la boca delos sacos asomaban parte de los cañones y bajó corriendoy nos acondicionó los sacos, de modo que nada se viera.A la entrada de la cocina estaban los choferes Gumarra yNegro (el de Ernesto de la Maza), así como Juana, la sir-vienta de Antonio de la Maza, quien preparaba la cena.Entonces Tunti, una vez que hubo depositado las armasen el interior del dormitorio de los esposos de la Maza,marchó en el Oldsmobile a buscar a Pedro Livio Cedeñoy Huáscar Tejeda, los trajo donde de la Maza examinabalas armas. Mientras éste les saludó y dijo que marcharandonde Juan Tomás Díaz y que le esperasen allí.

Recuerdo que en esa oportunidad nos quedamos en lacasa de Antonio de la Maza: sus dos hermanos, Mario yPirolo, su cuñado Alberto Rincón y yo. Antonio GarcíaVásquez se había ido casi seguido a casa de Juan TomásDíaz, donde siempre esperaba el resultado de los aconte-cimientos para poner en ejecución la segunda parte delplan. Trujillo salvó en esta ocasión la vida por estar unpoco resfriado y haberle recomendado su médico que noviajara de noche.

Los conjurados retornaron a la casa de Juan TomásDíaz y de allí volvieron a la casa de Antonio de la Maza areunirse con nosotros. Regresaron: Tunti Cáceres, Anto-nio García Vásquez y los hermanos de la Maza (Mario,Ernesto y Antonio). Este último nos ofreció una cena parafestejar su 48 aniversario de nacimiento. Su esposa Aídaestaba ausente, en Restauración, y él había recomendado

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al general García Urbáez que si tenía noticias suyas dealgún disturbio, la mandase a buscar en un automóvil y laprotegiera en la Fortaleza de Dajabón. Después de la cenaresolvieron irse de fiesta, a continuar la celebración, perocomo yo no me sentía bien decidí volver al taller, mane-jando el Oldsmobile, y al llegar trasladé las armas a lacaja, debajo de mi cama.

Tercera tentativa, el 25 de mayo. Gumarra trajo a Tuntia mi taller en el Chevrolet negro, y le dejó allí. Yo habíatrasladado ya las armas de la caja al baúl del Oldsmobile,y repetimos el mismo trayecto de los días 17 y 24. Esanoche, los hermanos Antonio, Ernesto y Mario de la Mazafueron donde Juan Tomás Díaz para reunirse con los otrosconjurados, mientras Tunty había ido a buscar a PedroLivio Cedeño. Regresaron al poco tiempo, pues se noshabía informado que Trujillo había viajado por la mañanaa San Cristóbal. Se repitió la idea donde Juan Tomás Díaz,y de allí a casa de De la Maza. En esta oportunidad regre-saron a la casa: Antonio y Ernesto de la Maza y Tunty.Entonces Tunti y yo fuimos a mi taller en el Oldsmobile,manejando él, detrás nos seguía Gumarra en el Chevroletnegro, pues yo debía entregar y colocar en el baúl delChevrolet la escopeta recortada que pertenecía a Ernestode la Maza, ya que, según él nos expresó, iba a pasar unosdías de cacería en La Vega. Aunque estaba recortada, esaescopeta se usaba en cacería pues se le cambiaba el ca-ñón recortado por otro largo. Por esa razón la escopeta deErnesto de la Maza no estuvo entre las armas con que el30 de mayo se realizó el ajusticiamiento del tirano.

En el trayecto, Tunti me informó, con gran satisfac-ción, que el día 24 había salido a la autopista, manejandoel Chevrolet, por ausencia de uno de los conjurados.

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Recuérdese que al mismo tiempo, Roberto Pastoriza,en el automóvil Mercury de Salvador Estrella Sadhalá, yHuáscar Tejeda y Pedro Livio Cedeño en el Oldsmobilenegro, habían marchado a ocupar sus posiciones en el lu-gar anteriormente indicado más allá del lugar acordado,en dirección a San Cristóbal, para que cuando llegara Tru-jillo y se dieran las señales de las luces procedentes delcarro Chevrolet, manejado por Imbert Barrera, aquellosentraran en acción y se le atacara por tres frentes distintos.

EL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

Llegamos al momento en que los conjurados partieronpara escribir, con su vida y su hombría, una de las pági-nas más gloriosas de la historia dominicana.

Estando en la espera del automóvil de Trujillo, el gru-po de De la Maza, Imbert, el teniente García Guerrero yEstrella Sadhalá estuvo a punto de marcharse cuando lle-gó Miguel Ángel Baez Díaz y les comunicó que el tiranono tardaría en llegar. En realidad, Miguel Ángel Báez Díazfue dos veces; una en su automóvil oficial, con su choferal volante, después de la partida de Trujillo de la avenidaGeorge Washington, para darles la seguridad de que el“hombre” viajaría esa noche; y la segunda manejando élmismo un Volkswagen de su hijo Miguelito, cuando yalos conjurados estaban sumamente impacientes, mientrasel tirano había ido donde su hija Angelita, de la cual acos-tumbraba despedirse antes de emprender viaje. Todo ellolo sé por habérmelo narrado Salvador Estrella Sadhalá enla celda de nuestra prisión en “El 9”.

Como nota curiosa diré que cuando Miguel Ángel BáezDíaz o Modesto Díaz Quezada hablaban por teléfono con

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de la Maza o con su esposa Aída, para que ésta le trans-mitiera el mensaje a su esposo, la contraseña para infor-mar de un próximo viaje del tirano a su Hacienda Funda-ción era que dijese: el ingeniero de quien te hablé va a ir estanoche a hablarte sobre la madera.

En realidad, de la Maza tenía en Restauración un cor-te y aserrío de maderas llamado Aserradero Anacaona, yquien pudiera oír la conversación (numerosos teléfonosestaban intervenidos y controlados en República Domi-nicana) hubiera creído que ese mensaje era lo más natu-ral. Todo esto lo comentó de la Maza conmigo, jocosa-mente, en más de una ocasión.

CAUSA DEL RETRASO DE TRUJILLO

Trujillo, en realidad, partió para la Hacienda Fundación conretraso y no a la hora que generalmente escogía para ir aSan Cristóbal, y fue por eso que Miguel Ángel Báez Díazdio el segundo aviso. Esa tardanza obedeció a una impre-vista visita que hizo, junto al general Pupo Román, a laBase Aérea de San Isidro. Trujillo había estado en ese re-cinto militar en la mañana y observó algunas irregulari-dades que quiso demostrarlas al Secretario de las Fuer-zas Armadas.

Efectivamente, y confirmándose los avisos de MiguelÁngel Báez Díaz, poco después el teniente García Gue-rrero alcanzó a ver el vehículo de Trujillo y puso en alertaa sus compañeros. Tan pronto pasó el vehículo de Truji-llo, se montaron en el Chevrolet que manejaba ImbertBarrera, dieron la vuelta, le cayeron atrás y se le aproxi-maron frente a la Feria Ganadera, manteniéndose a una

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distancia aproximada de 100 metros3. Le siguieron un pocoatrás, porque ahí estaba claro, pues había unos dos postesde alumbrado más allá de la Feria Ganadera. Esperaronque se alejara de la claridad de la Feria Ganadera porquesiempre había gente, luego le dieron alcance y le hicieronlas señales al automóvil de Trujillo, para que les diera laderecha; el vehículo le cedió el paso y se colocaron parale-lamente. De la Maza disparó a Trujillo y éste al sentirseherido mandó a parar al conductor Zacarías de la Cruz.

Entonces el vehículo de Trujillo paró de golpe y elChevrolet, que iba a bastante velocidad, se detuvo comoa 500 metros; Antonio Imbert reaccionó cuando oyó lavoz de De la Maza gritando, para, para, carajo, y dio lavuelta en redondo.

En ese preciso momento el destino jugó una mala pa-sada al grupo de los conjurados que estaban participandodirectamente en el seguimiento del automóvil de Trujillo.Quiso la mala fortuna que el general Arturo Espaillat (Na-vajita), acompañado de su esposa, abandonaban el res-taurante El Pony, ubicado en la Feria Ganadera, y al lle-gar a la avenida George Washington vieron pasar elvehículo de Trujillo, por lo que Espaillat frenó violenta-mente el suyo, apagándosele el motor. Al intentar poneren marcha el motor, éste se inundó y vio pasar a otro ve-hículo que perseguía al de Trujillo; después escuchó dis-paros y supuso lo que pudo estar ocurriendo. Por fin elmotor de su automóvil encendió y enfiló hacia San Cris-tóbal, hacia el lugar de donde procedían los disparos. Alllegar a las inmediaciones del mismo fue recibido porvarios disparos que le hizo Salvador Estrella Sadhalá.Ante los ruegos de su esposa de regresar a la Capital elgeneral Espaillat giró y fue a la residencia del general

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Pupo Román. La esposa de éste, Mireya, se asomó al ante-pecho de la escalera a ver quien era que visitaba a esa horatan tarde y, al conocer quién era, se lo comunicó a su espo-so, quien salió en pijama y fue enterado por Espaillat delatentado contra Trujillo. Aquí fue cuando ese señor, sin sa-berlo, cambió la historia de lo que pudo haber sido el 30 demayo si los conjurados se hubieran comunicado entre sí.

DE LA MAZA HIERE A TRUJILLO

El automóvil de Trujillo y el manejado por Imbert Barre-ra iban paralelos: de la Maza disparó con la escopeta re-cortada contra Trujillo y le hirió en la axila izquierda, entreel corazón y el hombro izquierdo; quiso disparar contrael chofer y la escopeta recortada se le encasquilló, tal comohabía sucedido en su casa al probarla la noche del 24 demayo. No hubo un segundo disparo con la escopeta re-cortada. Entre tanto, el teniente Amado García Guerrerodisparó al chofer Zacarías de la Cruz con la carabina M-1

LOS HERIDOS, ¿QUIÉNES LOS CURARON?

En el Chevrolet negro Imbert, como él mismo afirmó,estaba herido en el pecho; le curó el doctor Manuel Du-ran Barrera (su primo). De la Maza, con dos heridas: unaen el cuero cabelludo, sobre la oreja izquierda, y otra enel costado del mismo lado, desviada por el cinturón o lacartuchera. No sé si alguien le curó después de esa no-che; al llegar a la casa de Juan Tomás Díaz, él mismo selavó la sangre de ambas heridas mientras la sirvienta lelavó la camisa, que estaba teñida de sangre.

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El dentista, doctor Bienvenido García Vásquez, quiense encontraba a la espera de los acontecimientos en casade su suegro Juan Tomás Díaz, buscó una camisa de éstepara que de la Maza se la pusiera y luego tomó el maletínde Trujillo y lo guardó bajo la escalinata que unía los dospisos. Esto por mandato de Antonio de la Maza.

El teniente Amado García Guerrero tenía un balazoen el pie izquierdo, le curó el doctor Manuel Durán Ba-rrera. Salvador Estrella Sadhalá sólo presentaba una heri-da superficial en el cuero cabelludo, sobre la frente y casia la altura del nacimiento del pelo, que le curó el doctorRafael Batlle Viñas.

En el Oldsmobile: sólo Pedro Livio Cedeño, con unaherida en el estómago sin orificio de salida, que sangrabaprofusamente y otra en el brazo. Primero le examinó, encasa de Juan Tomás Díaz, el doctor Bienvenido GarcíaVásquez, quien al darse cuenta de la gravedad del casofue a buscar a su íntimo amigo, el doctor Marcelino VélezSantana, y entre ambos decidieron llevarle a la ClínicaInternacional, en la guagüita de Juan Tomás Díaz y allí looperaron de emergencia.

Resumiendo: diremos que en el Chevrolet negro to-dos los conjurados fueron heridos; del Oldsmobile sóloresultó herido Pedro Livio Cedeño, mientras quedó ilesoHuáscar Tejeda al igual que Roberto Pastoriza, del Mer-cury que no acudió.

LAS HERIDAS DE TRUJILLO

El tirano fue herido varias veces: tres por de la Maza; elteniente Amado García Guerrero, e Imbert Barrera y tam-bién Salvador Estrella Sadhalá hicieron disparos contra

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Trujillo. Nótese, sin embargo, que las tres heridas fueroncausadas por tres armas distintas: la primera, producidapor el único disparo de escopeta recortada, fue en el cos-tado izquierdo, entre el corazón y el hombro; todavía eltirano estaba en su automóvil. La segunda, infligida porel fusil Garand M-1, cuando ya Trujillo estaba fuera de suautomóvil, no sé el lugar donde fue herido; la tercera yúltima, cuando el tirano acababa de ser chocado por elOldsmobile, lo que le hizo perder el equilibrio, cayendoal suelo (como se verá luego), fue el disparo final que dela Maza le hizo (con la pistola 45) en la barbilla.

Resultó que, al examinarse el cadáver de Trujillo, sele encontraron otras numerosas heridas, pues cuando losagentes del SIM encontraron el Chevrolet negro en el ga-raje de Juan Tomás Díaz y trataron de abrir el baúl sedieron cuenta de que estaba cerrado y no pudieron locali-zar la llave. Después de varios intentos por abrir el baúl,se decidieron a abrirlo por la fuerza, disparando con unaametralladora contra la cerradura, pudiendo causarle otrasperforaciones al cadáver que estaba allí encerrado.

Salvador Estrella Sadhalá fue, en los últimos días denuestra prisión, en “El kilómetro 9” de la antigua carrete-ra a San Isidro, mi único compañero de celda; anterior-mente, estuvimos también con Manuel Tavares Espaillaty Bolívar Báez Díaz en la misma celda; y me hizo unaminuciosa narración de los hechos acaecidos en la me-morable noche del 30 de mayo, narración que coincidiósustancialmente con partes sueltas que me dijeron Huás-car Tejeda y el propio de la Maza, poco después de haberdado muerte a Trujillo.

Como causará sorpresa el que yo afirme que vi a de laMaza momentos después de la muerte de Trujillo, deseodejar constancia de que la veracidad de mi afirmación, en

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cuanto a una de las dos ocasiones, puede confirmarla eldoctor Marcelino Vélez Santana, quien se encontraba pre-sente en el momento de entrevistarme con de la Maza laprimera de las dos veces en esa noche, y cuando llevaba enel Chevrolet verde a la hoy su viuda, doña Aída Michel.

De la otra ocasión sólo fue testigo Salvador EstrellaSadhalá, quien fue uno de los asesinados el 18 de noviem-bre del 1961 por Ramfis y sus secuaces, por lo tanto él nopuede corroborar mi afirmación, pero lo tratado en esaúltima entrevista fue breve, y en su oportunidad se veráque corresponde con el desarrollo de los acontecimien-tos de aquella inolvidable noche.

Quedamos en el momento en que el Chevrolet negrode De la Maza, manejado por Imbert Barrera, dio la vuel-ta y se situó a unos quince metros del automóvil de Truji-llo. Encasquillada la escopeta recortada después de suprimer disparo, de la Maza se vio obligado a abandonarlaen el vehículo. Y no estando allá la otra escopeta recorta-da, que Ernesto de la Maza había llevado a una cacería enLa Vega, decidió tomar en su lugar al fusil Garand M-1

Los cuatro se bajaron del automóvil por las puertas dela derecha, las que estaban frente al mar, y se arrojaron alsuelo, parapetados tras el vehículo. Se cruzaron unos dis-paros; al oír los ocupantes de los automóviles situadosmás al oeste, seguros de no haber visto las tres señales dela luces, quedaron sorprendidos, pero decidieron actuar;Huáscar Tejeda y Pedro Livio Cedeño fueron en el Olds-mobile a comprobar lo que estaba ocurriendo, mientrasRoberto Pastoriza, en el Mercury, quedó en espera delaviso que debía darle Huáscar Tejeda.

Entre tanto, los disparos se convirtieron en ráfagas deametralladora procedentes del automóvil de Trujillo. Dela Maza se impacientó y le dijo a Imbert Barrera que ellos

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debían forzar a Trujillo para que saliese del vehículo. Sinaguardar respuesta, se colocó el fusil M-1 entre los bra-zos y, arrastrándose, avanzó hasta colocarse al lado delautomóvil del tirano y comenzó a disparar, obligando asalir a descubierto al chofer, el capitán Zacarías de la Cruz,y a Trujillo, quien fue nuevamente herido.

El tirano pretendió huir por los matorrales cercanos aligual que se escabullía por allí el capitán de la Cruz yentonces, para evitarlo, Huáscar Tejeda, que llegaba enaquel momento y lo vio claramente con las luces de suautomóvil, lo arrolló con el Oldsmobile que conducía yque por fortuna había venido a comprobar lo del tiroteo.Entonces Pedro Livio Cedeño se apeó o se tiró del vehí-culo en marcha y cayó al suelo, mientras Huáscar Tejedaprosiguió camino y fue a buscar a Roberto Pastoriza, quienestaba en el Mercury, para ambos venir a reforzar al gru-po de los conjurados.

Como el capitán de la Cruz disparaba a la vez que ibahuyendo, es de suponer que una de esas balas hiriera a Pe-dro Livio Cedeño, aunque hay quienes estiman que en rea-lidad fue herido por uno de sus propios compañeros, acci-dentalmente. Entre tanto, de la Maza cogió a Trujillo por elpecho y después de unas palabras, recordándole el asesina-to de su hermano Octavio, le disparó con su pistola 45 en labarbilla, y entonces el tirano cayó como un fardo, muerto.

Esos fueron los momentos de máxima satisfacción delgrupo; de la Maza la exteriorizó gritando: Este gavilán nocome más pollos. Momentos después, llegó nuevamente elOldsmobile del que se apearon Huáscar Tejeda y Rober-to Pastoriza. Este último había dejado abandonado elMercury de Salvador Estrella Sadhalá, y allí quedó olvi-dado, lo cual sólo puede atribuirse, como otros fallos, alnerviosismo del momento.

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Voy a puntualizar lo que ocurrió desde el momentoen que tomaron el cadáver de Trujillo entre de la Maza,Roberto Pastoriza y Huáscar Tejeda. Cuando se agacha-ron para coger el cuerpo del tirano y meterlo en el baúl,fue cuando de la Maza perdió la pistola 45, que tambiénquedó allí como pista reveladora en el teatro del ajusti-ciamiento.

Después, Antonio de la Maza tomó el maletín y el re-vólver calibre 38 corto de Trujillo, que estaban en el auto-móvil del tirano, y subiéndose al volante del Chevroletnegro, en cuyo baúl estaba colocada tan preciada carga,emprendieron el regreso, luego de unas palabras referen-tes al estado del herido Pedro Livio Cedeño.

TRUJILLO NO HIZO UN SOLO DISPARO

Todas las balas del revólver de Trujillo, y todas las cápsu-las en el cinturón que lo envolvía, probaban que el tiranono hizo disparo alguno, con lo que queda positivamentedescartado que se defendió con brío. Es incierta la ver-sión de que el tirano utilizó una ametralladora que teníaen el piso del automóvil; en realidad solo el capitán Zaca-rías de la Cruz disparó con esta clase de arma.

Pero vamos a aclarar otro punto importante.

ULTIMAR A LOS HERIDOS GRAVES

Los conjurados habían hecho un acuerdo, en interés desalvar al resto del grupo de cualquier debilidad humanade un herido, y aún para no tener que abandonar a ningu-no en un momento dado, de manera que no les resultase

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lastre y hasta estorbo, ya que sus movimientos debían serrapidísimos y cronométricamente calculados, si deseabanconquistar el éxito total de su plan. El acuerdo adoptadofue el de eliminar a quien o a quienes quedasen grave-mente heridos como consecuencia de la primera fase dela ejecución del proyectado tiranicidio.

Al comprobarse que Pedro Livio Cedeño estaba gra-vemente herido en el estómago, de la Maza, como cabezadel grupo y encargado de cumplir lo pactado, ordenó aSalvador Estrella Sadhalá que rematase a Cedeño, lo cualfue dicho, naturalmente, sin que éste lo oyera y con ins-trucciones de que no se diese cuenta de que se iba a cum-plir lo convenido.

Salvador Estrella Sadhalá, quien siempre fue un fer-viente católico, se negó a cumplir la orden argumentandoque, muerto Trujillo, la segunda fase del plan se pondríaen marcha inmediatamente y que Pedro Livio Cedeño po-dría vivir para ver el total del triunfo de la acción común.Ante el razonamiento, que parecía tan lógico, de la Mazaretiró la orden.

¿Quién les hubiera dicho que, logrado el primer obje-tivo, no alcanzarían el segundo? Por cierto que días des-pués, al tratar los que investigaban el ajusticiamiento deTrujillo de sembrar cizaña entre los conjurados, maquia-vélicamente, para ver si conseguían enfrentarlos unoscontra otros, le preguntaron a Pedro Livio Cedeño si sa-bía que uno de los conjurados (de la Maza) había dado laorden a otro (Salvador Estrella Sadhalá) para que le re-matase, y entonces Cedeño, en su lecho de post operado,les contestó estoicamente: así estaba pactado.

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OLVIDO DEL MERCURY; DOS PISTAS DEJADAS ATRÁS

Luego del ajusticiamiento de Trujillo, al Chevrolet negromanejado por Antonio de la Maza seguía el Oldsmobile;todos olvidaron al Mercury propiedad de Salvador Estre-lla Sadhalá, que quedó en el lugar de los hechos. Igual-mente ocurrió con la pistola Colt, calibre 45, que se lecayó a de la Maza. Ambos se convirtieron en las dos pis-tas más seguras y fáciles para perseguir rápidamente a losmiembros del grupo de conjurados.

El apresuramiento fue motivado por haber sido visto,por Huáscar Tejeda y Salvador Estrella Sadhalá, el auto-móvil del general Arturo R. Espaillat (Navajita), el cualse acercó algo al lugar del tiranicidio, pero viró y retornóa la ciudad.

El Chevrolet negro llegó a la casa de Juan Tomás Díazcon una goma pinchada y el motor echando humo portodas partes, a punto de quemarse, pues en el tiroteo ha-bía quedado agujereado su radiador, además de que tuvoque funcionar de modo acelerado, y para colmo estabasin agua.

Estando todavía en la casa de De la Maza, en el cuartopiso de la calle Ángel Perdomo, oímos que llegaba el Olds-mobile y nos dimos cuenta de que estaba manejado porHuáscar Tejeda, quien venía solo y lo colocó en la mar-quesina. Cuando creímos que Huáscar Tejeda estaba su-biendo las escaleras para traer las llaves del Oldsmobile,sentimos que se iba un automóvil y pudimos ver que erael de Tejeda, manejado por éste, y el cual había estadoestacionado en la marquesina. En realidad no supe cuán-do colocó ese automóvil allí, pero como la marquesinatenía capacidad para varios vehículos pudo estar allí aúnantes que yo llegara, y no lo notase.

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Al poco rato, y cuando la intranquilidad se estaba apo-derando de nosotros, sonó el teléfono; lo tomó doña Aída,haciéndose pasar por la sirvienta. Era el ciudadano norte-americano Lawrence Berry (Wimpy), quien preguntó porde la Maza; al enterarse Wimpy de que no se encontrabaen casa, dio un número de teléfono para que le llamaratan pronto llegase.

Después de esta llamada, la incertidumbre aumentóen nosotros y optamos por llegarnos a la casa de JuanTomás Díaz para que éste nos diera razón de De la Maza.Pero en el camino nos cruzamos con de la Maza y el doc-tor Marcelino Vélez Santana, quienes en la guagüita deJuan Tomás Díaz venían a encontrarse con nosotros y aponernos en antecedentes de lo ocurrido aquella noche.Dirigiéndose a mí, que estaba al volante del Chevroletverde, de la Maza me dijo que fuéramos al patio de lacasa de Juan Tomás Díaz.

En el patio hablé un poco con de la Maza, quien meinformó a grandes rasgos sobre lo acontecido hasta esemomento. Levantó el ala del sombrero y nos mostró unaherida que tenía en el cuero cabelludo, sobre la oreja iz-quierda; con objeto de cubrir esa herida él llevaba el som-brero calado sobre ese lado.

Considero que eran alrededor de las 11 de la noche.Doña Aída le contó de la llamada de Wimpy y le dio unanota con el número del teléfono dado por éste. De la Mazame ordenó que le encendiera las luces del automóvil ymiró el número del teléfono, guardándose el papel en elbolsillo de la camisa.

Al final de la conversación, de la Maza me dijo dóndedebía quedarse escondida su esposa doña Aída, mientrastanto y por esa noche. A mí me recomendó que me fueratranquilamente a mi casa y que, el día siguiente, el señor

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que estaba a su lado, o sea, el doctor Marcelino VélezSantana, nos llevaría noticias de él.

Por Salvador Estrella Sadhalá supe después que de laMaza, al separarse de nosotros, entró en la casa y toman-do el teléfono marcó el número que estaba anotado en unpapel, y cuando escuchó la voz de Wimpy en el hilo tele-fónico le dijo: El bistec estaba muy bueno. Mándame maña-na más carne. Esa frase era la contraseña convenida paradar la noticia de la muerte de Trujillo y tratar de poner enmarcha la segunda parte del plan. En cuanto a Juan To-más Díaz, éste no se encontraba en la casa pero sí su yer-no, Bienvenido García Vásquez, quien sabía dónde seencontraba en esos momentos.

Luego fuimos a la casa de doña Aída para darle la no-ticia a Venancio Alzaga.

Este se fue inmediatamente para el Bazar Cádiz, paraavisar a su esposa Margot. Lourdes ya estaba durmiendo.Después llevé a doña Aída a la casa del Lic. José RamónCordero Infante (Pilino), casado con Cristiana Michel,madre de crianza de su sobrina Aída, para darle la noti-cia. Doña Aída entró sola y salió a los pocos minutos.Entonces la llevé donde Marianela, hija de Juan TomásDíaz, a la calle Leopoldo Navarro. Allí dejé a doña Aíday me marché para volver.

Al irme, noté que en la puerta estaban los hermanosModesto y Juan Tomás Díaz y Luis Amiama Tió, poreso puedo afirmar que personalmente vi a los hermanosDíaz y a Amiama Tió en la casa de Marianela, en la ca-lle Leopoldo Navarro, cuando dejé a doña Aída Michel.Al llegar a la Avenida Bolívar, alcancé a ver a VenancioAlzaga, que iba a pie por no haber ningún carro de ser-vicio: le recogí y le llevé al Bazar Cádiz, dejándole en lapuerta.

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De la casa del señor Venancio Alzaga volví a la casade Juan Tomás Díaz, donde hablé con de la Maza y conEstrella Sadhalá; conversamos en la sala unos minutos.El propósito principal mío era preguntarle a de la Mazaqué debía hacer con el Oldsmobile que estaba en la mar-quesina de su casa, tal como lo había dejado allí HuáscarTejeda. Sus instrucciones fueron de que dejara el automó-vil allí mismo y no me preocupara de él.

Me volvió a recordar que dejara a doña Aída dondeme había dicho y que me fuera a dormir tranquilo, pues aldía siguiente se comunicaría conmigo por mediación deldoctor Marcelino Vélez Santana. Creo que éste, al volan-te de la guagüita de Juan Tomás Díaz, había salido.

Regresé a la casa de Marianela Díaz, donde se me uniódoña Aída y nos fuimos a su residencia para recoger aLourdes, quien estaba enferma. La sirvienta nos pregun-tó qué pasaba y le dijimos que se temía una invasión o ungolpe de Estado. Pirolo de la Maza estaba durmiendo enuna habitación, y así lo apresaron los agentes del SIM.

Entonces fuimos a la casa de doña María Díaz, tía dedoña Aída, para dejar a Lourdes; allí informamos a Ma-nuel Pittaluga de todo lo acontecido, lo cual tomó unbuen rato.

Cuando nos íbamos, ya alrededor de la una de maña-na, nos detuvieron en la Avenida San Martín, cerca delviejo aeropuerto; hicimos creer que se trataba de una pa-reja de enamorados, y entonces el jefe del grupo que nosdetuvo nos aconsejó que nos fuéramos a casa. Recuerdoque estuvimos a punto de cometer una imprudencia, yaque por poco identifico a la persona que me acompañaba.

De ahí fuimos al Bazar Cádiz, donde hablamos unosminutos con Venancio y Margot Michel, su esposa. DoñaAída decidió quedarse allí y todos me recomendaron que

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viniera a buscarla de nuevo a las 5 de la mañana; enton-ces me fui a casa.

Alrededor de la 1:30 a.m., doña Aída, que estaba muyintranquila, fue con su hermana Margot a su casa, utili-zando un taxi; se detuvieron cerca de la Fotografía Castillo,pues se dieron cuenta de que estaban asaltando y saquean-do la casa, que, como tenía una puerta de seguridad, tomóbastante tiempo forzarla. De allí fueron donde MarianelaDíaz, cruzando por los jardines. Allí se encontraron conel hijo de Modesto Díaz, Franklin, quien en el automóvilde Juan Tomás Díaz las llevó donde doña Fabiola Andú-jar Vda. Michel, otra de sus tías.

Más o menos a las tres de la madrugada me llamarondesde esta casa, aconsejándome que escondiera el carroChevrolet verde donde pudiera; entonces miré por lasventanas y vi muchos militares registrando todos los ve-hículos que pasaban. Por ello opté por no hacer nada conel Chevrolet verde, y finalmente me acosté.

Entonces doña Margot Michel, pensando avisar a suesposo Venancio Alzaga, con el objeto de escondersejuntos y también para recoger unas prendas y unos dine-ros que tenían en su casa, decidió ir al Bazar Cádiz, acom-pañada de su amigo, el ingeniero José Pérez. Al bajardel taxi, doña Margot y José Pérez, notaron que los ca-lieses se les habían adelantado y entraban en ese mo-mento. Ante estas circunstancias, tomaron otro taxi ydecidieron ir a mi casa. En ese momento serían más omenos las 5 de la mañana. En esa oportunidad, Venan-cio Alzaga fue apresado en el Bazar Cádiz. En cuanto amí, unos calieses vinieron a arrestarme poco después delas 5 de la mañana ya que la sirvienta de De la Mazadijo, al ser interrogada, quiénes habían estado esa nocheen su casa.

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Así terminó esa larga noche y se inició la tragedia dela cárcel y de las torturas sin nombre. Ese es otro capítulode mi vida, que se titula “Mi prisión en Santo Domingo”.

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16. ÁNGEL SEVERO CABRAL

Ángel Severo Cabral fue otro de los sobrevivientes del 30de Mayo. Su participación se hizo por conducto de JuanTomás Díaz. Pocos de los integrantes de la conspiraciónsabían de su participación, a excepción del grupo diri-gencial y de planificación. Eso explica que Severo Ca-bral no fuese hecho prisionero. También explica que lue-go resultara ignorado, habiendo sido un sobreviviente perosin el reconocimiento de que lo fue. Es sabido que delgrupo original dirigencial sólo sobrevivió Eduardo Anto-nio García Vásquez, quien fue otro de los sobrevivientesignorados.

Severo Cabral recibió de Tommy Stocker los tres fusi-les Garand M-1 que fueron utilizados en el ajusticiamien-to del tirano. Además, tenía la responsabilidad de grabary transmitir una proclama que debía ser difundida por unaemisora, anunciando la muerte del tirano. Esa proclamallegó a grabarse, aunque no hay concordancia acerca dequién la redactó. Parece que la idea de la proclama fue deEduardo Antonio García Vásquez, pero se quiso, en prin-cipio, que la redacción recayera en otras personas, comoun medio para ampliar el abanico de la conspiración. Deahí que García Vásquez refiera, en sus notas, que prime-ro se trató de que la escribiese Rafael Vidal (Fello), para

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lo cual se hizo un contacto preliminar, y que luego el mis-mo García Vásquez le pidiera a Antonio Rosario que lahiciera, con resultado negativo. Manuel de Ovín, que sir-vió de enlace entre Juan Tomás Díaz y Severo Cabral, dael testimonio de que entregó lo que por lo menos era elborrador de la proclama a Ángel Severo Cabral, y da fe deque ese documento había sido redactado por Eduardo An-tonio García Vásquez. En ese mismo sentido se expresanChana Vda. Díaz, Bienvenido García Vásquez, Aída Vda.de la Maza, Hilda Tactuk Vda. de la Maza y otros.

Tratando de conciliar esos testimonios es posible pen-sar que, a partir del documento escrito por Eduardo An-tonio García Vásquez, se haya confeccionado la procla-ma que fue grabada y que se pensaba transmitir a travésde La Voz del Trópico, en la que tuvieron participacióntanto Severo Cabral como José Francisco Tapia Brea. Otraposibilidad es que existiera otra proclama, ya que con-viene recordar que, independientemente de la misión delgrupo de refuerzo coordinado por Severo Cabral, tambiénse pensaba tomar La Voz Dominicana para dar cuenta alpueblo de la muerte de Trujillo y de que se estaba desa-rrollando un movimiento para la toma del poder. Estoestaría a cargo de Eduardo Antonio García Vásquez, dealgunos de los hermanos de la Maza y de otros, con locual se buscaba dar la idea de que se trataba de un movi-miento de envergadura y facilitar así la tarea de efectuarel golpe de Estado, que recaía sobre Pupo Román y elgrupo de militares comprometidos.

Por su parte, Severo Cabral había estado ligado a di-versos grupos de oposición que buscaban el derrocamientodel régimen. Por medio del vínculo de Severo Cabral conel 30 de Mayo, de alguna manera se esperaba que esos gru-pos ofrecieran respaldo al plan político del movimiento.

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Desafortunadamente, las cosas sucedieron de otra mane-ra y no fue posible obtener ese respaldo, como lo narraSevero Cabral en sus notas, en parte porque la transmi-sión estaba supeditada a la puesta en marcha del golpe deEstado que nunca llegó a arrancar, y también porque eleventual grupo de refuerzo tampoco estuvo disponible enel momento en que se necesitaba. Sin embargo, este gru-po de alguna forma fue el núcleo de lo que después sedenominaría Unión Cívica Nacional y, por esta vía, ejer-ció el poder en 1962.

Aunque el movimiento del 30 de Mayo buscó apoyoexterno para poder asegurar la toma del poder, esto eraalgo complementario, de la misma manera que otros mo-vimientos patrióticos buscaron ese auxilio, en el pasadolejano y reciente. Se trataba de buscar respaldo, dondepudiera conseguirse, para tomar el poder y conducir alpaís hacia la democracia. Pero bajo ningún sentido eseapoyo se consideró decisivo, ni determinante. El movi-miento contaba con sus propios medios, se basaba en suspropias convicciones y motivaciones, y cumpliría susobjetivos de la primera fase sin atender a influencias deninguna índole, mucho menos externa. En cuanto a la se-gunda fase, la del golpe de Estado, el movimiento pudohaber logrado sus propósitos de no haberse producido al-gunos fallos y circunstancias lamentables al comienzo desu ejecución.

De hecho el apoyo que recibió el movimiento de estafuente externa se concretó a apenas tres carabinas M-1,con las cuales era poco lo que podía hacerse en términosde toma del poder, aunque fueron utilizadas en el tiranici-dio. Sin embargo, hay que admitir que se hubiera requeri-do el apoyo de los Estados Unidos y de otros gobiernosde la región, como el de Venezuela, para que el golpe de

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Estado fuera reconocido. Desde ese punto de vista erarelevante contar de antemano con el conocimiento y apo-yo de esos gobiernos.

A continuación transcribimos una parte de las notasque dejó escritas Severo Cabral, cedidas gentilmente porsu familia. La otra parte no se relaciona con el 30 de Mayoy por esa razón no se incluye en este libro.

NOTAS DE ÁNGEL SEVERO CABRAL

“Cuando tuvimos noticias de los desembarcos de patrio-tas, primero en Constanza y después en Maimón y Este-ro Hondo, renació la esperanza en el pecho de los domi-nicanos que habíamos sufrido los horrores de una largarepresión.

Allí estaba en tierra dominicana lo más granado denuestra juventud en el exilio. Allí estaba decidida a ofren-dar su vida generosa y valientemente por el hermoso ideallargamente acariciado de la libertad.

Pero no duró mucho esa esperanza. Los exiliados nohabían coordinado sus planes con la resistencia en el paísy fueron abandonados por Fidel Castro, faltando a suscompromisos.

Sin ayuda ni del interior ni del exterior, en un medioinhóspito, sin alimentos, rodeados por campesinos sumisos,por la prédica y el terror, los expedicionarios fueron diezma-dos, apresados en su mayor parte, torturados y muertos.

Una gran angustia se apoderó de muchos dominica-nos, proveniente de su impotencia frente al drama que sevenía desarrollando en la montaña. Esa angustia y esaimpotencia encendieron en el alma el propósito firme deluchar hasta resolver el drama nacional.

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La juventud comenzó a organizarse y otra vez se vol-vió a vivir momentos de angustia. El aparato de terror dela tiranía cebó en ellos sus instintos criminales.

En las casas de torturas denominadas “La 40” y enla de “El 9”, ubicada en ese kilómetro de la carreteraMella, fueron torturados inmisericordemente jóvenesprocedentes de las más conocidas familias de la Capi-tal, de distintos puntos del país y de toda extracción so-cial. La mayoría de ellos no tenía más culpa que la dehaber aceptado ser afiliado a un movimiento organiza-do en células, cuyos fines todavía no les eran bien cono-cidos. Algunos murieron mientras eran torturados y otrosfueron asesinados.

El Servicio de Inteligencia Militar (SIM), era la orga-nización encargada de estos macabros menesteres. Yahacía tiempo que esta organización había alcanzado si-niestra notoriedad. Cada vez que una persona desapare-cía o era apresada sin que se volviera a saber de ella, todoel mundo sabía que había actuado el SIM.

En el año en que estas cosas sucedían, 1959, y en lossiguientes, nadie se sentía seguro; los atropellos y lamuerte acechaban por todas partes. En los sitios másinsospechados había un “informador”. La mayoría delos dominicanos se eximía de salir de sus casas en lashoras libres.

La necesidad de la muerte de Trujillo surgió como sur-ge en una comunidad cualquiera la necesidad de mataruna alimaña que se convierte en un peligro para todos susmiembros.

Es posible que se pudieran contar por millones las per-sonas que buscaban mentalmente la fórmula, o tratarende idear los medios, que pudieran librar a la Repúblicadel tirano.

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Ya se podría vislumbrar el fin cercano del régimen yhabía que estar prevenido para esa eventualidad. Habríaque tomar medidas de distinto orden, pensar en las refor-mas que era necesario establecer en el país y en la consti-tución de los partidos políticos que garantizaran un pro-ceso democrático.

Invité al licenciado José Francisco Tapia a un análisisde la situación y a tomar algunos acuerdos con el fin de irmaterializando estos propósitos. Visité diversas provin-cias del sur con el fin de iniciar la formación de núcleosque fueran allegando a los elementos más honestos de lasdiversas regiones del país, de modo que reunidos en unmismo partido político pudieran influir saludablemente, ala caída de la tiranía, en los destinos de la República.

Escribí, con Tapia, los fines de la organización, conanotaciones para un plan de gobierno. Celebramos, en micasa, una primera reunión con representantes de San Juan,Azua, San Pedro de Macorís, la Capital y San Franciscode Macorís. Allí fueron aprobadas las bases de la organi-zación as, como su designación de Acción DemocráticaDominicana.

Más tarde, el Lic. Tapia hizo contacto con una organi-zación que estaba surgiendo en Santiago, con fines seme-jantes a la nuestra, y resolvimos unificarlas.

En una próxima reunión figuró también como asisten-te el Dr. Federico Carlos Álvarez y en ella resolvimosllamar a la agrupación resultante Frente Cívico de Uni-dad Nacional, que ya tenía la pretensión de reunir en unasola organización todos los movimientos que pudieranexistir, con fines parecidos.

Para esa época estuvieron en contacto conmigo algu-nos jóvenes deseosos de organizar un complot. Había que

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obtener armas y reunir elementos de probado valor, dis-creción y confianza. Era una labor difícil entonces. Unaindiscreción podía costar la vida.

Asistía a unas cuantas tertulias donde se hablaba conconfianza de la situación política del país y estudiaba lasgentes. Así establecí contacto con Pedro Livio Cedeño,quién se agregó al golpe que tramábamos. Él contaba conotra persona de las condiciones requeridas y, pasado al-gún tiempo, se enteró de otro complot que se preparabaalrededor de Juan Tomás Díaz.

Ya habíamos hablado de la conveniencia de que con-táramos con este general como elemento de gran ascen-diente entre las fuerzas armadas. Pedro Livio había sidomilitar y era amigo de Juan Tomás Díaz. Éste tomó refe-rencias con distintos amigos y relacionados que me co-nocían y me mandó a llamar.

Hablamos. Me explicó sus planes y discutimos posi-bilidades y finalmente me encomendó hacer las conexio-nes necesarias para obtener armas del exterior. La señoraFlérida de Berry fue la intermediaria. Se pensó original-mente traer esas armas por avión. Había que tener un si-tio en el país donde se pudieran dejar caer, y preparar unnúmero de hombres que, primero, hiciera las señales con-venidas y, luego de tenerlas, las transportara.

Durante unos dos meses se estuvieron buscando si-tios apropiados pero, sobre todo, la gente que estuvieradispuesta a realizar esta arriesgada labor. De ello se en-cargaron, en el Cibao, el Dr. Carlos Federico Álvarez y elLic. José Francisco Tapia; en el sur, el Dr. Roberto Ariasy el señor Federico Perdomo.

Los sitios cuidadosamente marcados en los mapas fue-ron sobrevolados y considerados inadecuados y entonces

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se convino en el transporte por mar. Acompañado de JoséMaría Cabral Vega encontramos el sitio inobjetable paraque atracara un bote en una noche oscura, que pudieraser bajado desde un barco.

Hubo viajes y consultas y cuando, finalmente, parecíaque las gestiones habían fracasado, me ofrecieron tres ri-fles M-1, con 750 tiros. Esto no hubiera servido para losdiversos planes propuestos antes para llevar a cabo el aten-tado, pero últimamente habían surgido nuevas posibili-dades que sólo exigían un número limitado de armas.

Se contaba ya, a más de las tres señaladas, con dosescopetas recortadas propiedad de Antonio de la Maza y,muy probablemente, con una metralleta que usaba el te-niente Amado García Guerrero para su servicio en el re-cinto de la residencia del tirano. Juan Tomás disponía deuna metralleta, pero nunca se contó con ella para el caso.

Las armas me fueron remitidas con el señor LorenzoBerry (Wimpy), quien a instancia mía las condujo hastala residencia de Thomas Stocker, el que había construidopara el efecto un escondite seguro al ofrecerme su con-curso para estos fines.

Días después llegaron a casa, en la noche, Pedro Li-vio Cedeño y Antonio de la Maza. Antonio me mostróescrito en una tarjeta el seudónimo de Juan Tomás y mereclamó la entrega de las armas. Quise aprovechar enton-ces para informarme sobre los planes finales.

Se habían previsto una serie de posibilidades: se pen-só en ir inmediatamente después del atentado a casa delpresidente Balaguer con Miguel Báez Díaz y desde allíhacer que aquel fuera llamando a los hermanos de Trujilloy algunos otros personajes, con el fin de apresarlos, así,como obtener unas cuantas órdenes que favorecieran los

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planes de los conjurados; avisar de inmediato, usando paraello de una consigna o clave, a los amigos de Juan Tomáscon mando en distintos puntos del país, con el fin de quese sublevaran: general Guarionex Estrella, en La Vega;coronel Nivar Seijas, en San Pedro de Macorís; y coronelMueses, en La Romana.

Tanto a Pedro Livio como a de la Maza les preocupa-ban poco los planes, confiaban en la dirigencia y ya JuanTomás me había mandado a decir que no había que pre-ocuparse, pues había absoluta seguridad de que todo mar-charía bien. Confiaba en el compromiso del secretario delas Fuerzas Armadas con Luis Amiama.

Días antes había venido a verme Federico Carlos Ál-varez justamente alarmado, puesto que un teniente habíapuesto al corriente de la conjura a un secretario mientrastomaban en una mesa de un restaurante. Lo hice saber aJuan Tomás y me contestó que ya, a esa altura, ese hechono tenía gran importancia porque ya nadie tenía interésen hacer delaciones.

Yo no podía tener mucho contacto directo con JuanTomás porque hacía solo unos meses que se me habíatenido preso en la casa de torturas denominada “La 40” ytemíamos que siguiera siendo vigilado por la red de es-pionaje del régimen. Me comunicaba a través del Lic. JoséMaría Cabral y de Manuel de Ovín, quien estaba perfec-tamente enterado de los planes y a través de Pedro Livioy Miguel Ángel Báez Díaz, con quienes también tuve ne-cesidad de verme en varias ocasiones.

Mi experiencia de “La 40” tuvo que ver, así mismo,con estas actividades. Cuando entré en relaciones conJuan Tomás ya había empezado a dudar de que algunosde los jóvenes con quienes estaba en relación para el

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planeamiento del primer complot, tuvieran la serenidadrequerida para empresa tan delicada y peligrosa comola que nos proponíamos.

Aproveché un día para tratar de convencer a uno deellos, el Dr. Washington de Peña, después Secretario delPartido Revolucionario Dominicano (PRD), de que Tru-jillo de todos modos habría de morir muy pronto y deque deberíamos dedicarnos a la formación de un partidopolítico que luchara, tan pronto como esto ocurriera, porobtener las reformas que ya estaba reclamando nuestropueblo.

A él no le entusiasmó la idea y se negó a participar enesta otra actividad, pero la refirió a su hermano Aníbal dePeña y éste, a su vez, lo refirió en alguna parte de dondefue a oídos del SIM.

Una tarde, de regreso a casa, me detuve a conversarcon un médico vecino, y a poco se llegaron allí tres hom-bres. Uno de ellos quiso hablar con el médico y éste lemandó a pasar. Poco después, terminada su conversación,me informó que esos hombres eran del SIM y que mebuscaban. Me esperaban en la puerta y me dijeron al salirque el jefe de la Policía quería verme. Estaba cerca de micasa, pero por la actitud de ellos me di cuenta que no es-taban dispuestos a dejarme salir.

Entré al carro cuya puerta ya me habían abierto. En-traron rápidamente tras de mí y pusieron el seguro de lapuerta que ocupaba en el vehículo. Me condujeron al edi-ficio ocupado por el SIM en la avenida México. En unsaloncito bien vigilado me hicieron esperar más de unahora, hasta que un oficial me invitó a seguirle, primerohasta el carro donde ya esperaban los que me habían con-ducido antes y, desde aquí hasta la casa de “La 40”, en laparte norte de la ciudad.

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“La 40” era una casa construida para residencia, ro-deada por muros altos de concreto. Detrás estaban loscalabozos, y en una pequeña casa de madera, la sala detorturas, donde se veía un escritorio y, en el frente, la fatí-dica silla eléctrica. En un cuarto al lado me pareció quese guardaban objetos de tortura. Detrás de esta casa debíahaber otras construcciones.

Cuando llegamos a “La 40” me dejaron frente a unescritorio, al cuidado de un oficial de la Policía que poste-riormente se suicidó en Yaguate. En un descuido de éstesaqué un pequeño mensaje de mi bolsillo relacionado conel encargo de Juan Tomás de diligenciar armas. Me lollevé a la boca y, después de revolverlo y mascarlo cuan-to pude, me lo tragué.

Poco después me registraron los bolsillos y me encon-traron unos inofensivos estatutos para un partido liberalque un amigo, un poco fuera del momento político quevivíamos, me había ofrecido ese mismo día.

Uno de los que actuaba pareció encontrar en esto laprueba que necesitaban y, acto seguido, me hicieron pa-sar a la casita donde estaba la sala de torturas. En el escri-torio esperaban sentados dos oficiales de las Fuerzas Ar-madas y el Dr. Faustino Pérez. Éste me dijo que habíaconocido hacía mucho tiempo a un hermano mío y al oírel nombre de uno de los oficiales comprendí que conocíareferencias mías porque era cliente de un negocio de ven-ta de solares que yo administraba.

Comenzó el interrogatorio. A usted se le acusa detener un partido político, me dijo uno. Tuve ese propósi-to, le contesté, a raíz de un pronunciamiento público delDr. Balaguer, presidente de la República, llamando a laformación de uno o más partidos políticos, recientemen-te, y mientras creí que era un pronunciamiento serio.

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Cuando comprendí que no lo era desistí lógicamente deese propósito.

Siguieron réplicas y contra réplicas sobre el mismotópico. Después se me acusó de estar planeando la muer-te de Trujillo en el Paseo George Washington, con deta-lles de lo que efectivamente habíamos tratado con los jó-venes a que antes me referí. Lo negué con todatranquilidad. Me dijeron que allí se disponía de los me-dios para hacerme confesar la verdad y que por tanto nodebía negarla. Contesté que esos medios de que allí sedisponía conducían con frecuencia a falsas confesiones yque si era que ellos estaban empeñados en que confesaraalgo, fuera o no verdad, me lo dijeran, con el fin de quetanto ellos como yo nos ahorráramos las molestias queconllevaba el empleo de tales medios. Me replicaron queno obtenía nada con negar esos cargos ya que uno de loscomprometidos en el plan lo había confesado, el Dr. Was-hington de Peña. Pedí que lo trajeran a mi presencia, afir-mando que no se atrevería a decirlo delante de mí.

No sabía que el Dr. de Peña se encontraba en aquelrecinto. En un minuto lo tuve frente a mí. Fue interroga-do y no dijo nada que nos comprometiera. Al cabo de unrato nos condujeron de nuevo a las oficinas del SIM en laAvenida México. Me acompañaban los dos oficiales quese habían encargado de interrogarme. Evidentemente ha-bían resuelto dejarme en libertad. Al llegar allí me deja-ron en el saloncito amueblado que ya conocía, mientrasiban a hablar en la habitación contigua presumiblementecon el director del SIM, coronel Candito Torres.

Cuando volvieron, me invitaron a acompañarlos denuevo. Era de noche y no tenía idea de a dónde iba. Lle-gamos de nuevo a “La 40”. En la sala vacía me ordena-ron llevar atrás las manos y me esposaron para recorrer

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con ellos unos 20 metros, hasta una larga edificación deconcreto situada en el patio. Era como una doble hilerade cuartos de baño separada por un pasillo central. Abrie-ron la cerradura de una puerta de hierro y corrieron uncerrojo. Ya en el pasillo hicieron la misma operación frentea uno de los cuartos. Abierto ya el cuarto me invitaron apasar y me ordenaron quitarme todas las prendas de ves-tir que llevaba, incluso las medias.

En el cuarto había una ducha y una extensa manchade suciedad en el piso y en la parte baja de las paredes.Evidentemente muchas personas habían estado allí ence-rradas antes que yo. Un carcelero se llevó mis ropas ycerró de nuevo. Varias veces oí las llaves y el correr delcerrojo de la puerta del pasillo durante la noche. Voces,gritos y rumores extraños entraban de una ventanilla alta,una vez el carcelero abrió la puerta de mi cuarto. Era apa-rentemente para tranquilizarme ofreciéndome algunaspalabras de simpatía.

Así transcurrió el tiempo hasta aproximadamente las12 meridiano del día siguiente en que me trajeron mis ro-pas y me pidieron salir. En el patio, frente a la sala detorturas, estaba Candito Torres, director del SIM, y va-rios jóvenes más que estaban detenidos.

Me dijo el coronel que Trujillo había ordenado que seme pusiera en libertad, pero con una condición, que for-mara un partido político con esos jóvenes que estaban allí.Le dije que no los conocía y que no tenía el propósito deformar el tal partido. Me repitió la orden y se fue. Los queestábamos allí salimos. Los jóvenes estaban asustados pen-sando que los soltaban con el fin de hacerlos desaparecerluego. Los tranquilicé y les aconsejé salir lo menos posiblede sus casas. No era extraño que estos jóvenes pensaran deeste modo. Era práctica corriente por aquellos días.

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Después de esto me volví más cauto. Suprimí los via-jes al interior y trataba de justificar cualquier contacto ovisita que tuviera necesidad de hacer. Visitaba a JuanTomás con planos del reparto que administraba y lo ins-cribí como cliente. Frecuentemente, me comunicaba conél a través de algunos amigos.

La proclama que debla leerse por la radio después dela muerte de Trujillo la entregué a Juan Tomás para suaprobación y luego fue grabada en una cinta con diversosllamados al pueblo, a las Fuerzas Armadas, a los miem-bros del Frente Cívico de Unidad Nacional y a otras or-ganizaciones. En la redacción de estos llamados colabo-ró el Lic. José Francisco Tapia y en su grabación, muyeficientemente, el Dr. José María Cabral Vega.

La noche que me visitaron de la Maza y Pedro LivioCedeño, les ofrecí entregar las armas a la 1:00 p.m. deldía siguiente, en la avenida Mirador del Norte. Poco an-tes de esa hora las tomé de manos del señor Stocker. Enmanos de otro amigo estaban los cargadores que me ha-bía entregado antes. Los tomé también y me dirigí al sitioconvenido. En la avenida Lincoln me esperaba de la Mazaen su carro negro. Doblé y él me siguió a distancia hastaun sitio desierto donde lo esperé. Entregadas las armas loabracé y le deseé buena suerte.

El 30 de mayo de 1961 celebraba mi esposa nuestro25 aniversario de matrimonio. En la casa estaban algunosfamiliares y amigos de intimidad. A eso de las 10:00 p.m.,sonó el teléfono. Manuel de Ovín me daba, en la formaconvenida, la noticia. Ya el cadáver de Trujillo estaba en elpatio de la casa de Juan Tomás, en el baúl del carro negrode Antonio de la Maza. Desde dos teléfonos de casas veci-nas llamé a algunos amigos que esperaban mi llamada. Ellos

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tenían los hombres con quienes tomaríamos la estaciónpara pasar la cinta con el comunicado. Llegaron a mi casay convinimos en reunirnos alrededor del Restaurante ElDragón. Uno de ellos me llevó en su automóvil hasta lapuerta trasera de la residencia de Juan Tomás, donde de-bía esperarme.

Traspuesta la puerta del patio me vino a recibir JuanTomás, quién abrazándome fuertemente me dijo: Ahí te-nemos el hombre, Severo, qué hacemos ahora. Yo no sabía loque se había previsto a última hora y le pregunté si ya sehabían hecho los contactos con los comprometidos de lasFuerzas Armadas. Sin decirme más llamó a Luis Amia-ma que estaba cerca y le invitó a que fueran enseguida aver al general Román. Yo seguí hasta donde se alcanzabaa ver a algunas personas en plena oscuridad. Estaban de-trás del automóvil que contenía el cadáver. De la Mazame vino a saludar. Él y los que estaban ahí conversabancomo si nada hubiese ocurrido. Estábamos pegados al baúldel carro negro. Sacó las llaves para mostrarme el cadá-ver, pero yo no quise verlo. No reconocí a los otros. Lanoche estaba negra.

Me hicieron saber, no obstante, que habían dejadoherido a Pedro Livio en la Clínica Internacional. Sabíande mis relaciones con él. En la puerta de una habitaciónen penumbra estaba muy cerca una mujer. Creo que eradoña Cristiana, la joven esposa de Juan Tomás. Cuandosalía Juan Tomás en el carro manejado por Luis Amiama,me recomendó irme enseguida a mi casa. Ya él sabía quelas Fuerzas Armadas estaban en conocimiento de lo acon-tecido. Cuando pasé por las oficinas del SIM mientras medirigía a su casa, varios hombres estaban afuera aparente-mente en estado de alerta, provistos de armas largas.

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Cuando salí a la calle ya no estaba allí el automóvilque me había llevado. Esperé un rato en la esquina y lue-go seguí a pie por la calle Rosa Duarte hasta la Bolívar.La policía de la estación ubicada en esa esquina tambiénestaba alertada. Tomé un carro de alquiler y me dirigí acasa de Manuel Tapia Brea, a quien había llamado antes.Él había salido por el Dr. Rafael Acosta, quien tambiéndebía actuar esa noche. Mientras llegaban, observaba conla señora de Tapia y el menor de sus hijos, al través de laspersianas, el movimiento inusitado de oficiales de las Fuer-zas Armadas y algunos altos funcionarios, al salir y entrardel Hospital Militar Dr. Marión, a muy corta distancia denosotros. Ya habían llevado allí al chofer de Trujillo.

Poco más tarde llegaron Tapia y el Dr. Acosta y sali-mos hacia El Dragón. Entramos con el pretexto de tomaralgo y esperamos hasta convencernos de que nuestroshombres no concurrirían. De todos modos, habría queesperar. Tapia me condujo a casa y siguió a llevar a Ra-fael Acosta al ensanche Ozama.

Todavía en casa me esperaban algunos familiares yamigos. Mi esposa, que era la única que estaba en cono-cimiento de lo acontecido, había organizado la casa denuevo y se había empeñado en tranquilizar a los presen-tes, quienes vieron como muy extraño la llegada de misamigos y mi brusca y prolongada salida. Mi esposa y Ada,la mayor de mis hijas, habían llevado y traído numerososmensajes y sabían que la ejecución de la trama tendríalugar el 31 de mayo.

Se sabía que el miércoles, 31 de mayo, iría Trujillo aSan Cristóbal, pero la noche del 30, por algo imprevisto,decidió adelantar el viaje e ir esa misma noche. De estose enteró Miguel Ángel Báez Díaz, quien lo comunicó,

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confirmándolo luego el teniente Amado García. Este pres-taba servicio en Estancia Radhamés, residencia de Truji-llo, y debía participar en el golpe.

La noche del 30 de mayo no creo haber dormido mu-cho. Estuve atento a todos los ruidos de la ciudad y noestaba seguro de que se hubiera fracasado.

Salí en la mañana en dirección a mi trabajo. Era paraentonces funcionario de la Casa Vicini. Un amigo mecontó en el trayecto lo acontecido la noche anterior. Yaera de conocimiento público y se conocían los nombresde los participantes. Al llegar a la Casa Vicini, en la Isa-bel la Católica, vi desmontarse de su carro al Lic. Osval-do Peña Batlle. Me llamó aparte, extrañado de que no mehubiese ocultado. Me urgió que lo hiciera.

Entré y salí al cabo de un rato hacia la casa de unaparienta de toda confianza, donde permanecí dos días.Ya se había dispuesto el registro de todas las casas de laciudad, en busca de los autores del tiranicidio y mi nom-bre no había sido mencionado.

Me fui a casa y viví mi vida normal.

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17. MANUEL DE OVÍN FILPO

Manuel de Ovín Filpo es otro de los sobrevivientes igno-rados del 30 de Mayo. Su papel fue básicamente el derecargar los cartuchos de escopeta calibre 12 con pólvoray bolas de rodamiento para las escopetas, pero tambiénformar parte de la ejecución del plan político, concreta-mente del lanzamiento de la proclama y estar disponiblepara las acciones de apoyo que se requerirían. Fue la pri-mera persona a quien Juan Tomás Díaz visitó luego deltiranicidio, después de haber pasado por casa de Pupo Ro-mán. Ahí le encargó que diera aviso a Severo Cabral parala puesta en ejecución de la primera parte del plan políti-co y al coronel Castillo Pimentel. O sea, hasta ese mo-mento, la ejecución del plan político estaba en pie.

De Ovín avisó a Severo Cabral que el ajusticiamientohabía tenido lugar y que iniciara los preparativos para lan-zar la proclama por La Voz del Trópico. El grupo de Mocano estaba en la capital, y, en consecuencia, no podíarealizarse la otra parte que era la toma de La Voz Domini-cana y la transmisión desde allí de una alocución de incita-ción al pueblo a la rebelión y de estímulo a los militarespara que apoyaran el movimiento. Severo Cabral cuentaque cuando vio a Juan Tomás, probablemente cerca de lasonce de la noche o un poco más, éste lucía desalentado

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porque no aparecía Pupo Román. A pesar de eso pareceque las instrucciones de Juan Tomás fueron que se conti-nuara con el plan político, puesto que Severo partió decasa de Juan Tomás y comenzó a tratar de reunir al grupoque previamente había comprometido para esa finalidad.Severo, según lo refiere en sus notas, no pudo reunir a esegrupo, puesto que solo uno o dos más acudieron a la citaen el restaurante El Dragón, lo cual indica que esa partedel plan tampoco se pudo o se hubiera podido poner enejecución. Ovín Filpo da el testimonio de que a eso de lasdoce y media de la noche se desbandaron, porque no ha-bía condiciones, aparte de que se había aumentado la do-tación militar cercana a La Voz del Trópico.

No obstante, lo determinante en el fracaso del planpolítico fue la imposibilidad de localizar a Pupo Román.Ahí jugó el hecho fortuito de la presencia del general Es-paillat cerca del lugar del tiranicidio que le permitió es-cuchar los disparos, acercarse al lugar y luego ir a buscaral general Román Fernández para expresarle que algoextraño había sucedido en el camino que había seguidoTrujillo. Ese hecho fortuito fue lo que imposibilitó quelos conjurados localizaran al general Román en su casa.Éste, habiendo comprobado visualmente el escenario deltiranicidio, debió suponer que Trujillo estaba muerto oprisionero. Por lo menos debió darse cuenta que el planse había ejecutado en su primera fase, aunque no supierael resultado del mismo, puesto que Trujillo no aparecía,ni vivo ni muerto.

Esa era una grave incógnita: ¿estaba vivo o estaba muer-to? La decisión que adoptó el general Román Fernándezfue la de instalarse en el campamento militar cercano aSans Soucí. Tal vez desde allí le habría sido más fácil ini-ciar los aprestos para el golpe de Estado. Sin embargo,

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esa decisión lo aisló del resto del grupo. Imposibilitó quese hiciera contacto con él. Y, a la postre, sumió en el fra-caso la realización del plan político. Queda la incógnitade si Román Fernández se quiso aislar, o sea, evitó que loencontraran, o si, por el contrario, su ubicación en el cam-pamento militar fue una acción consciente para desde allílanzar el golpe de Estado.

De Ovín era un hombre de la confianza de Juan To-más Díaz y, de hecho, durante un tiempo administró unade sus fincas. Fue a través de Juan Tomás que formó par-te del grupo de apoyo a la conspiración. De Ovín cita queen sus manos estuvo un documento contentivo de unaparte del plan político que, según él, fue entregado al con-sulado de los Estados Unidos, en busca de soporte para laejecución de la toma del poder, puesto que para la reali-zación del tiranicidio no se requería de ese apoyo.

A continuación reseñamos la parte más relevante, anuestro criterio, de la entrevista que le hicieron miem-bros de la Fundación 30 de Mayo, el 28 de mayo de 1986.

ENTREVISTA A MANUEL DE OVÍN FILPO14

“Una noche encontré a Ángel Severo Cabral en casa deJuan Tomás Díaz. Es bueno resaltar que él y yo tenía-mos muchos años siendo compañeros de oficina de la CasaVicini. Es bueno también contar que en las múltiples

1 4 En la revista Órgano del Instituto de Historia de la UASD, ECOS, año VINo. 7, Santo Domingo, Editora Universitaria - UASD, 1999, pp. 129-147, sepublicó su testimonio “Relato de cuánto sé e hice con relación a la conjuraque culminó con la muerte de Trujillo” que amplía esta entrevista.

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oportunidades que salíamos al campo criticábamos al ré-gimen, pero que jamás ni él me dijo que estaba envueltoen el atentado a Trujillo, ni yo tampoco. Pero a partir deese día todo cuanto Juan Tomás tenía que comunicarle aSevero o viceversa se acordó que se hiciera a través mío,porque Severo era una ficha marcada por el régimen.

Fue así como por mi conducto llegó la respuesta a laspreguntas insistentes del Consulado de los Estados Uni-dos: ¿quiénes estarían en el poder, una vez eliminado Tru-jillo? ¿Cómo iba a efectuarse la transición de gobierno?Los norteamericanos tenían mucho miedo de que pudie-ra haber una revuelta tipo Cuba, y se les tranquilizó cuan-do a mis manos llegó un escrito hecho en una máquina,muy mala por cierto, que tuve posteriormente conocimien-to que fue hecho por Eduardo Antonio García Vásquez,que más o menos decía: que el doctor Balaguer sería rati-ficado como presidente de la República; que Juan TomásDíaz sería secretario de las Fuerzas Armadas, y que lacasi totalidad de los Trujillo sería eliminada.

Ese documento llegó a manos del Consulado a travésde Ángel Severo Cabral.

El día 30 de mayo fue un día sorpresivo porque algu-nas de las personas que debían participar no estaban. Niestaba Tunti Cáceres, que era quien debía manejar el ve-hículo, ni estaba Ernesto de la Maza, ni Mario de la Maza,ni Eduardo Antonio García Vásquez, ni Manuel de Ovín;los primeros, salvo Ernesto que se encontraba en La Vega,estaban en Moca, y yo me encontraba en el ingenio Co-lón y no había regresado a la ciudad.

Pero ese día 30 de mayo, siendo aproximadamente las7 p.m., fue a mi casa Huáscar Tejeda. Yo tenía una pistolaColt viejísima y un revólver 38; ambos estaban metidos

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en una caja de herramientas. Huáscar entró a mi casa di-ciendo que iba a llevarse la caja de herramientas, como alefecto lo hizo, y dejó dicho que cuando yo llegara no sa-liera de la casa.

Yo llegué alrededor de las 9 p.m.A las 10:20 p.m., o en exceso a las 10:30 p.m. llegó a

mi casa Juan Tomás Díaz. Estaba apagada la luz de lacalle. En mi casa hay una puerta de cristal a través de lacual se ve el interior de la casa. Juan Tomás tocó en loscristales y dijo: apaga la luz. Apagué la luz, abrí la puertay me dijo: ahí en el carro están Modesto, mi hermano, y Luis;no van a salir. No ha aparecido Pupo y lo estamos buscando.¿Tienes tú algún arma? Vamos a seguir el plan. Avisa a Severo.Digo: No, la que yo tenía se la llevó Huáscar. Me contestó:Yo sabía eso; ten esta pistola. Y me entregó una pistolaLuger, se metió las manos en los bolsillos y me dio unpuñado de balas calibre 9 mm.

Fui a la casa de Severo en donde vi muchos carros enla calle, y hasta tenía miedo de subir a la casa. Cuandosubí en ese momento estaba doña Gelín partiendo un pu-din porque estaba con un grupo de amigos, festejando el25 aniversario de bodas. Me llevé a Severo a un rincón yle dije lo que me acababa de decir Juan Tomás: que yaTrujillo estaba muerto y que se siguiera el plan. El restodel plan era poner las cintas que se habían grabado paraser pasadas por La Voz del Trópico.

Severo pidió disculpas a sus invitados, diciendo quetenía que salir, pero manifestó en alta voz que acababande hacerle el mejor regalo de aniversario de bodas. Sali-mos juntos y quedamos de juntarnos en casa de Juan To-más, porque él tenía que ir a buscar donde tenía deposita-das las cintas.

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Había dos cintas, una grabada con su voz y otra graba-da con la mía. Esta proclama tuve conocimiento de quefue hecha o corregida por Eduardo Antonio García Vás-quez. Digo corregida porque hoy en día, a 25 años de loshechos, uno ha oído que el señor Tapia Brea pudo haberlahecho; pero yo sí sé que quien la llevó ultimada a casa deJuan Tomás fue Eduardo Antonio García Vásquez y a míse me dio para llevársela a Severo Cabral.

Nos juntamos en la casa de Juan Tomás a las 11:30p.m., o sea aproximadamente una hora después de queJuan Tomás estuvo en mi casa. A esa hora en que llega-mos la casa de Juan Tomás lucía desierta y oscura y deahí salía en ese momento Huáscar Tejeda, quien de vehí-culo a vehículo me pasó la pistola Colt, calibre 38. A estaarma le faltaban dos cápsulas. ¿Dónde las tiró, si las tiró?No lo sé, pero de ocho me la entregó con seis. Despuésde eso Ángel Severo y yo nos volvimos a juntar en la Cé-sar Nicolás Penson. Él me comunicó que ya había avisa-do a las personas que en unión de él iban a tomar La Vozdel Trópico.

Es bueno significar que esa emisora, que estaba a 200ó 300 metros nada más de la avenida México, donde esta-ba el SIM, era una de las emisoras más potentes y de unagran audiencia, razón por la cual se eligió. A las doce ymedia nos separamos Ángel Severo y yo en franca des-bandada, porque nada de lo que se iba a hacer se pudolograr. Por casualidad o por lo que fuere en la estación depolicía de al lado de la emisora había un camión lleno depolicías con una goma rota y era ya mucho más grande ladotación militar. He tenido conocimiento por Severo queél vio a Juan Tomás y le dijo que todo estaba fracasadoporque Pupo no aparecía.

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Ni el día 17, ni el 24, no sé del día 25, pero puedoasegurar lo del día 30, Luis Amiama, compadre de PupoRomán, cuya única misión era pegarse al ruedo del pan-talón de su compadre para que, como secretario de lasFuerzas Armadas actuara, nunca estuvo en la casa de PupoRomán Fernández y el día 30 tampoco estuvo. No sabríadecir a qué hora fue localizado, pero cuando estuvieronen mi casa ya estaba en unión de Juan Tomás y presumoque con alguna anterioridad, a eso de las 10:30 p.m. de lanoche del 30 de mayo.

Volviendo atrás, en el mes de abril de 1961, Juan To-más me invitó un día a que fuéramos a su finca de La Vic-toria para que probara una escopeta calibre 12, a la cualse le había llevado un pedazo de cañón. Tiramos un tiroporque Juan Tomás quería ver qué efecto haría tirandosobre una pared. Le dije que iba a fabricar una serie decartuchos con postas. Él me facilitó dos cajas de cartu-chos calibre 4. A una caja de cartuchos le saqué todas lasmuniciones de plomo, las recargué con más pólvora delos otros cartuchos y las rellené de bolas de rodamientosde acero, con lo que podría ser de un calibre aproximadode 7.65, o sea un calibre 32.

Volvimos a hacer la prueba con el cañón ya recortado—yo le dije que le recortara dos pulgadas más—, así comocon los cartuchos ya recargados con estas bolas de roda-mientos, y a ocho o diez metros de distancia pasó de lado alado un bote metálico de 55 galones y un listón ancho dedos pulgadas de espesor. Se estableció que esa era una bue-na munición y que el tamaño del largo del cañón era ade-cuado, razón por la cual se consideró que la otra escopetadebía ser recortada al mismo largo y se le hizo entrega aJuan Tomás de 22 cartuchos, rellenos de la misma forma.

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También hay otro hecho importante y fue que despuésque Lorenzo Berry (Wimpy), consiguió de la embajadaamericana, en el mes de abril de 1961, los tres fusiles 30M-1, así como unos cuantos cargadores, se los pasó a ÁngelSevero Cabral y éste se los dio a guardar a su buen amigoTommy Stocker, quien, según me contó Severo, le dijoque no quería saber nada, pero obvio que él sabía que esoera para el complot contra Trujillo. Stocker tuvo esas ar-mas en su casa aproximadamente dos semanas y le pidióa Severo que se las llevara (él pensó que no estaban muyseguras en su casa). Severo las recogió una semana des-pués aproximadamente a las 11:30 a.m. y fue a buscarlasen el carrito que estaba a nuestro servicio, que era unAustin azul, propiedad de la Casa Vicini.

En aquel entonces Trujillo tenía la costumbre de pa-searse al mediodía por la avenida George Washington.De la Maza había convenido con Severo recibir las armasen el campo de polo que existía cerca del hotel El Emba-jador. Severo iba cerca de las doce meridiano por la Geor-ge Washington cuando venía la comitiva de Trujillo. Unmotorista le hizo señas de que se parara, se le cruzó de-lante e hizo que Severo se parara violentamente, dandoun frenazo. El vehículo Austin tenía dañada la cerraduradel baúl y este se abrió. Pasó la comitiva de Trujillo y elmotorista le hizo señas como de que estaba en falta. Se-vero fue a cerrar el baúl y quedó estupefacto al ver que enel saco en que llevaba los tres fusiles, dos habían queda-do al descubierto, pero nadie los vio. Él hizo entrega deesas armas, instantes después, a Antonio de la Maza.

P.- ¿Manuel, quiero que respondas algo que referistecuando señalabas que había dos cintas grabadas que sepasarían por radio y que había una proclama que escribióEduardo Antonio García Vásquez?

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R.- Se la había entregado Antonio García Vásquez aJuan Tomás y Juan Tomás a mí para que se la diera aSevero.

P.- Y que en una de ellas se decía que luego de derro-cado Trujillo y apresados los familiares, se mantendría aBalaguer en el poder.

R.- No, eso no estaba dicho ahí; esa fue una comuni-cación que se mandó a los norteamericanos a través de sucónsul, para tranquilizarlos, ya que querían saber cómoiba a regirse el país después de muerto Trujillo. Esa noera la proclama; eso era lo del Consulado.

P.- ¿Crees que Balaguer tenía conocimiento de lasituación?

R.- Hasta donde tengo conocimiento, no. Sólo puedohacer mención a lo que escuché de Severo, a quien pare-ce ser que Modesto Díaz le hizo el siguiente relato: en elPalacio Nacional, una mañana, Modesto Díaz, quien pa-rece ser que tenía gran amistad con Balaguer, le sondeóen el sentido de que si Trujillo, como humano, al fin falta-ra algún día, qué partido él tomaría. Balaguer le puso lasmanos sobre los hombros y le dijo: Modesto, usted y yo hoyno nos hemos visto.

P.- Ampliando sobre el mismo tema ¿qué papeldesempeñaría Pupo Román una vez dado el golpe deEstado?

R.- Posteriormente se le dijo a los norteamericanos queel actual secretario de las Fuerzas Armadas tendría unpuesto en el Ejército, además de que Juan Tomás sería elsecretario de Guerra. Esto parece que tranquilizó a losnorteamericanos, de que no habría un viraje violento ha-cia lo que ellos temían, la extrema izquierda. Pero estoformó parte de una posterior información o ampliaciónde lo anterior.

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P.- ¿Tuviste conocimiento, en ese momento o después,de que se contemplara exiliar a Pupo Román también?

R.- Ahí había una lucha interna grande. De la mismamanera que se hizo el compromiso de que hombre queresultara herido de gravedad era hombre muerto, que nose cumplió, había un grupo que pedía la muerte inmedia-ta de cada uno de los componentes de la familia Trujillo,pero había otros que decían que no, que mejor los pusie-ran a todos en un avión y que se fueran. ParticularmenteJuan Tomás era partidario de que a Negro Trujillo se lepusiera en un avión y que se fuera, pero otros miembrosdel grupo eran partidarios de matarlos a todos, aun no losupiera Juan Tomás. El plan era ir al Palacio y llamarlosuno a uno, que los llamara el propio Balaguer, e irlos eli-minando allá.

P.- Manuel, decías tú que el día 30 de mayo de 1961Juan Tomás fue a tu casa y tocó la puerta.

R.- Entre las diez y veinte y las diez y treinta.P.- Pero que en el carro se quedaron adentro Modesto

Díaz y Luis Amiama.R.- Y que los vi y saludé, después de dejar a Juan To-

más, y Luis Amiama iba manejando.P.- Y que andaban o habían pasado por donde Pupo

Román, pero entonces decías tú que la misión de LuisAmiama era estar cerca de Pupo.

R.- Su misión, cuando el grupo saliera hacia la aveni-da, era estar cerca de Pupo.

P.- Dijiste, además, que él no había cumplido con esamisión. Sin embargo, parecería, según la otra versión, queél sí estuvo acompañando a Juan Tomás en su casa.

R.- Sí, pero aun estuviera en la casa de Juan Tomás,no era en la casa de Juan Tomás que tenía que estar.

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P.- No, no. Entendimos que Juan Tomás y Luis Amia-ma habían ido a casa de Pupo Román.

R.- Juan Tomás me dijo: Pupo no aparece, estamosbuscando a Pupo. Y supe que después de estar en mi casapensaron buscarlo a través de su hermano, Bibín Román,y a tal efecto fueron a la casa de Alberto Bonetti Burgos,porque era un día que habitualmente se jugaba póker allí.Ellos encontraron a Bibín y en unión de él siguieron bus-cando a Pupo.

P.- ¿Y por qué razón ya a las doce y media de la no-che, relativamente temprano, porque apenas habían trans-currido unas horas del ajusticiamiento, porque razón yaJuan Tomás expresaba su convicción de que todo habíafracasado?

R.- Por algo muy sencillo: los carritos del SIM anda-ban como locos por toda la ciudad, con ametralladoras yarmas largas en todas las ventanillas, la ciudad estaba todamilitarizada o por lo menos en “pie de alarma”.

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Sentados de derecha a izquierda Juan Tomás Díaz, Ernesto de la Maza,Antonio García Vásquez, Papucho Pagán, Pedro Livio Cedeño, Ana JuliaPereyra y Mayra García. De pies, Bienvenido García Vásquez, MarianelaDíaz y Olga Despradel.

De derecha a izquierda Antonio García Vásquez, Servio Tulio Polanco,Juan Tomás Díaz y Ernesto de la Maza.

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Antonio de la Maza Vásquez Antonio García Vásquez en 1964

Mario de la Maza Vásquez Ernesto de la Maza Vásquez

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Octavio de la Maza Vásquez Pablo de la Maza Vásquez (Pirolo)

Bolívar de la Maza Pedro Livio Cedeño

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Huáscar Tejeda Amado García Guerrero

Salvador Estrella Sadhalá Roberto Pastoriza

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Miguel Ángel Báez Díaz Luis Amiama Tió

Miguel Ángel Bissié Juan Tomás Díaz

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Antonio Imbert Barrera Manuel de Ovín Filpo

Modesto Díaz Luis Manuel Cáceres Michel

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Marcelino Vélez Santana General José Román Fernández

Ángel Severo Cabral

A la izquierda el coronel Rafael Fernández Do-mínguez, a la derecha Eduardo Antonio GarcíaVásquez, en la Academia de Infantería de Tole-do, 1964.

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De derecha a izquierda, Bienvenido García Vásquez, Marianela Díaz deGarcía, Cristiana Díaz de Díaz (Chana), y el Dr. Robert Reid Cabral(Robbie).

El generalísimo Francisco Franco y Eduardo Antonio García Vásquez en lapresentación de cartas confidenciales como embajador ante España. 1963.

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18. ANTONIO IMBERT BARRERA

Aquí vamos a transcribir tanto las notas de Imbert Barre-ra, escritas a los pocos días del hecho (las notas tienenfecha del 2 de junio de 1961, aunque fueron dadas a cono-cer después que Imbert abandonó su escondite, a raíz dela salida de la familia Trujillo del país) y parte de la entre-vista que le hizo la periodista Claudia Fernández, en fe-cha 30 de mayo de 1997.

En ambos relatos de Imbert Barrera se establece queTrujillo fue abatido por Antonio de la Maza Vásquez.También indica Imbert Barrera que cuando el automóvilque conducía Huáscar Tejeda, junto a Pedro Livio Cede-ño, llegó al lugar de los hechos, ya Trujillo yacía muertoen el pavimento de la autopista. Sin embargo, HuáscarTejeda declaró a sus compañeros de celda haberle tiradoencima al tirano el carro que conducía.

Por su parte, Antonio de la Maza Vásquez y SalvadorEstrella Sadhalá no mencionaron la versión de que Truji-llo fue golpeado por un vehículo. La autopsia que se lehizo al cadáver, así como el examen visual practicado porel doctor Abel González tampoco mencionan traumatis-mos causados por un impacto de automóvil.

¿Qué pudo haber ocurrido? Es probable que, en la os-curidad de la noche, Huáscar y Pedro Livio vieran a un

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hombre armado en la autopista y lo confundieran conTrujillo, puesto que estaba oscuro y ellos se desplaza-ban a cierta velocidad. Ese hombre bien pudo ser Estre-lla Sadhalá o Amado García Guerrero, porque Imbert afir-ma que, a poco tiempo de haber caído fulminado Trujillo,con la cabeza orientada hacia Haina, oyó dos disparos, yluego vio que un carro se estacionó cerca de dónde él es-taba y se desmontó Pedro Livio Cedeño, diciéndole queestaba herido. Es posible que los disparos provinieran desu compañero Estrella Sadhalá, realizados al ver que unvehículo se le tiraba encima a uno de ellos. De hecho, enel libro titulado Salvador Estrella S. del complot a la gloria,cuyo autor es Luis Salvador Estrella Mueses, se admite,en la página 116, que los disparos fueron hechos por Sal-vador Estrella Sadhalá.

El relato de Imbert Barrera confirma que su integra-ción al grupo del 30 de mayo tuvo lugar en marzo de 1961,o sea apenas dos meses y medio antes de que se produje-se el ajusticiamiento, cuando ya se sabe que la conspira-ción había comenzado a adquirir forma desde el momen-to en que se produjo la expedición del 14 de junio de 1959.Por tanto, Imbert conocía solo aspectos muy generalesdel alcance del movimiento y carecía de información acer-ca de sus integrantes, ya que se trataba de un movimientoclandestino.

Por otra parte, según las versiones que hemos recogi-do, no participó en todas las ocasiones en que se fue a laavenida, lo que explica su versión de que las luces delcarro sólo se usarían como señales en caso de que el ca-rro de ellos no pudiera dar alcance al de Trujillo, cuandolo que se había acordado era dar las señales de todas ma-neras para avisar, dar la seguridad, de que se estaba en la

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persecución del tirano y que los otros dos carros contri-buyeran a asegurar la materialización del ajusticiamientobloqueando la avenida. No sucedió así porque, aparente-mente, las señales no fueron dadas. Los que estaban enlos otros dos carros se dieron cuenta de lo que ocurríacuando oyeron sonar disparos, a lo lejos, y llegaron justa-mente cuando la acción ya había terminado, lo que deninguna manera empequeñece su participación, ya quecumplieron a plenitud el papel que debían jugar y sirvie-ron de apoyo a la acción.

Imbert indica que se dieron cuenta de que Trujillo ibaa San Cristóbal porque desde la casa de Estrella lo vieronvestido de militar, como solía hacer antes de trasladarse asu casa de campo. Tal vez olvidó, o no llegó a saber, queese día, Miguel Ángel Báez Díaz había dado un aviso tem-prano (5:30 p.m.) y otro en la noche, mediante el cual seconfirmó el viaje del dictador. Lo contrario hubiera sidoexponerse a perseguir un carro parecido, transportando aalguien diferente al dictador. Amado García Guerrerotambién confirmó la información.

Otro elemento a destacar es el de que Imbert señalaque, al ponerse paralelo al carro de Trujillo, dio orden dedisparar. Sin embargo, en el carro iba de la Maza, uno delos dos jefes de la conspiración (el otro era Juan Tomás),quien, aparte de eso, por no ir conduciendo y estar situa-do del lado derecho con visión clara hacia la silueta deTrujillo, debía tener una idea más exacta que la del choferacerca del momento más adecuado para disparar.

También señala Imbert que la idea era disparar al cho-fer de Trujillo para ver si podían cogerlo vivo, lo cual nocoincide con la idea del grupo. Dice además que los dis-paros desde el carro no fueron efectivos. Y ciertamente

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no lo fueron desde la concepción de Imbert, puesto quepor lo menos el disparo de De la Maza no fue dirigido alchofer, sino a Trujillo. Es seguro que las perforacionesque tenía Trujillo debajo de su axila izquierda fueran he-chas por de la Maza con el primer disparo de la escopetacargada con balines de grueso diámetro. Trujillo quedóherido en ese momento, probablemente de muerte, comolo atestigua el resultado de la autopsia, lo que le imposi-bilitó de hacer uso de su arma para defenderse. Zacaríasde la Cruz, el chofer del dictador, narra que no viró haciaSanto Domingo porque notó que Trujillo, herido, estabatratando de salir del carro, por la puerta trasera de la dere-cha. Lo que confirma que el primer disparo de la escope-ta dio en el blanco y, por tanto, fue efectivo. Dicho dispa-ro era mortal, por necesidad.

RELATO DE ANTONIO IMBERT BARRERA

“Debido a que no sé cuál será el final que me aguardaDios, Nuestro Señor, creo un deber para con mi pueblo,en hacerle conocer cómo se llevó a efecto el ajusticiamien-to del tirano Rafael L. Trujillo, en la noche del pasado 30de mayo.

Fue nuestro único objeto el librar a nuestra amadapatria del control absoluto de la fiera humana que la ul-trajó durante los últimos 31 años, llegando al final de susdías a querer desacreditar, por todos los medios, a los re-presentantes de Dios y a nuestra religión.

Siempre fui de opinión que el primer paso a dar, paraterminar con la tiranía de Trujillo, fuese la eliminación físi-ca de su persona, ya que cuando surgió el movimiento

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clandestino 14 de Junio sugerí el plan de eliminacióndel tirano que fue aceptado, no pudiéndose realizar pordescubrirse toda la organización del 14 de Junio, en ene-ro de 1960.

Al salvarme yo de caer prisionero, al igual que mu-chos otros compañeros, y que lo debemos única y exclu-sivamente al valor que demostraron los compañeros quefueron torturados en la célebre “40”. Después de norma-lizarse mis nervios, y mi temor por los acontecimientosde enero 1960, me dediqué nuevamente a buscar una nue-va forma de librar la patria de las garras del tirano. Comoes natural, esta vez lo hice con más precaución.

Hice amistad con Salvador Estrella pues sabía que eraun hombre que estaba dispuesto a dar todo por la libertadde nuestro pueblo. Después de algunos días de nuestraamistad, y de haber hablado de la situación política rei-nante, le dije que la única forma efectiva de dar la libertada nuestro país era la eliminación física del tirano. Él estu-vo de acuerdo y comenzamos a hacer contactos, pues yole dije que la mejor forma era que, como sabíamos que eltirano iba todas las semanas a su finca de San Cristóbal, ypor lo regular era en horas de la noche, la forma que podíaresultar más conveniente sería en la autopista, tramo com-prendido entre la Feria Ganadera y el cruce de Haina.

Como Salvador tenía amistad y conocía a algunos ofi-ciales de la guardia personal del tirano, por haber sido suhermano, general Estrella, durante algunos años el jefe dela guardia personal, hizo él contacto con el primer tenien-te Amado García Guerrero, y obtuvimos todas las infor-maciones que necesitábamos, al igual que la participa-ción del teniente García y de otros oficiales en el plan.No obstante estar todos de acuerdo, por un motivo u otro

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pasaban las semanas y los meses y no se podía llevar aefecto lo convenido, cosa ésta que podrá ser explicadacon más detalles si alguno de nosotros sobrevive al mo-mento actual.

Como dije anteriormente, de una contrariedad a otrapasaban los meses y nada hacíamos. En marzo del año encurso hicimos contacto con Antonio de la Maza. Al tra-tarle el asunto, nos dijo que él también estaba tratandosobre la eliminación de Trujillo.

Después de varias conversaciones entre de la Maza,Estrella y yo, llegamos al acuerdo del plan de De la Mazasiempre que se aceptara parte del nuestro también. El planquedó aceptado en la forma siguiente: 1°. Tres automóvi-les dispuestos en la siguiente forma: el primero se esta-cionaría en la avenida en los alrededores de la Feria de laPaz, con cuatro hombres debidamente armados. Dichaspersonas no podían ser nerviosas y debían estar dispues-tas a morir, si fuese necesario. 2°. El segundo y el tercerautomóvil, con dos hombres cada uno, también debida-mente armados y dispuestos a pelear, se irían más ade-lante en la autopista.

La segunda etapa de dicho plan se llevaría a efecto enla siguiente forma: como de la Maza ya tenía contactocon Juan Tomás Díaz, y éste a su vez con el general JoséRomán y otros, acordamos lo siguiente: en primer tér-mino Pupo y Juan Tomás no estaban dispuestos a actuarhasta que no vieran por sus propios ojos al tirano apre-sado o muerto. Tan pronto ellos estuvieran convencidosde que había desaparecido el peligro del tirano, todosnosotros juntos entraríamos al Palacio Nacional, paradesde allí dominar sin mayor derramamiento de sangrela situación.

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En el tiempo que se tomaban para llegar al Palacioalgunas personas señaladas a ocupar posiciones, por sureconocida seriedad, capacidad y su oposición al régimende Trujillo, con dichas personas pensábamos formar unajunta de gobierno, civil y militar, por un período de tran-sición. En ese lapso, que sería en el curso de la noche,Estrella y yo, acompañados por el personal que se esti-mara conveniente, nos trasladaríamos a la Penitenciariade La Victoria y a otros lugares donde hubiera presos po-líticos, para ponerlos en libertad inmediatamente.

Pasaré ahora a la noche del 30 de mayo. Como sabía-mos que los días en que regularmente el tirano escogíapara trasladarse a su finca eran de martes a jueves de cadasemana, siempre desde las 7 p.m. estábamos reunidos enla casa de Estrella, de la Maza, el teniente García, Estre-lla y yo, pues podíamos observar perfectamente cuandopasaba caminando a pie el tirano y su comitiva, por laavenida Máximo Gómez.

Observábamos si el tirano vestía ropa militar, ya queestábamos enterados que cuando él iba para la finca usa-ba uniforme. Yo miraba el paso desde una ventana con unosanteojos para comprobar si el tirano llevaba uniforme o no.Al comprobar que esa noche vestía de militar seguido salíy se lo informé a los compañeros que estaban parados alfrente; inmediatamente nos pusimos en movimiento paratrasladarnos a nuestro sitio en la avenida George Washing-ton. Allí nos juntamos Estrella, de la Maza, teniente Gar-cía, Ing. Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Ing. Rober-to Pastoriza y yo. Convinimos que dos de los automóvilesse fueran adelante, o sea dos o tres kilómetros del sitiodonde nos encontrábamos. Estos dos vehículos, que es-taban ocupados uno por Huáscar y Pedro Livio, el otro

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por Roberto, con la misión de que si nosotros, o sea, de laMaza, Estrella, García y yo que permanecíamos en el si-tio antedicho, por cualquier circunstancia no podíamosdarle alcance al carro del tirano cuando pasara, ellos sedarían cuenta por señas de luces que yo les haría y, enton-ces ellos tenían que obstaculizar el paso del carro del tira-no y entrar en acción inmediatamente. Así nos separa-mos quedando en espera.

Dispusimos que yo conduciría nuestro vehículo porser el menos nervioso. De la Maza ocuparía el asiento allado mío. En la parte de atrás, del lado derecho García ydel izquierdo Estrella.

Así estuvimos esperando hasta las diez menos cuarto,cuando alcanzamos a ver el carro del tirano que venía, unChevrolet, modelo 1957. Inmediatamente nos montamosen nuestro vehículo y tan pronto como pasó le seguimosatrás. Al llegar frente a la Feria Ganadera le alcanzamosy seguimos detrás de él, hasta pasar la iluminación quehay en dicha vía. Como a 300 metros de haber dejado lailuminación, le pedí la derecha al carro del tirano, pormedio de luces. El chofer seguido abrió paso. Así me si-tué paralelo al vehículo de ellos y di orden de fuego. Losdisparos debían ser concentrados sobre el chofer con laidea de ver si podíamos apresar vivo al tirano. Sonarondos disparos hechos por de la Maza y García. No fueronefectivos, enseguida nos dimos cuenta.

El chofer del tirano detuvo bruscamente su carro, dan-do lugar a que nosotros nos pasáramos delante de ellos.Al notar la maniobra, inmediatamente di la vuelta en re-dondo para avanzar hacia ellos. Cuando avanzábamos defrente a una distancia de 15 ó 20 metros donde se encon-traba ya estacionado el carro de ellos, nos dispararon la

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primera ráfaga de ametralladora. Seguido detuve nuestrovehículo y ordené la salida del mismo al lado contrariode donde procedían los disparos. De la Maza y yo avan-zamos hacia la parte delantera de nuestro carro, y Estre-lla y García a la parte trasera. Enseguida empezamos aintercambiar disparos. Así permanecimos de tres a cincominutos. Noté que estaban haciendo sonar la sirena delcarro del tirano. Entonces concentré mis disparos a lapuerta del lado chofer. En ese instante de la Maza me dijo,vamos a terminar esto, que se está alargando mucho. Enton-ces retrocedí al sitio donde estaban Estrella y García, lesdije que nos cubrieran porque nosotros íbamos a avanzarhacia el carro del tirano. De la Maza se dirigió hacia laparte de atrás y yo hacia la parte delantera. Noté que de laMaza había comenzado a disparar y me dijo en voz alta,tocayo, va uno para allá. Enseguida noté que me habían di-rigido una ráfaga de proyectiles. Inmediatamente vi unafigura que salía por la parte de adelante del carro del tira-no y que estaba herido. Y me di cuenta por los gritos y elmetal de voz que era el tirano y que estaba herido. Avan-zó un poco más y cayó al suelo como a tres metros dedonde yo me encontraba, quedando en medio del pavi-mento de la autopista boca arriba, con la cabeza haciaHaina. No se movió más.

Escuché en ese mismo instante dos disparos más einmediatamente me di cuenta que de un carro que se ha-bía detenido a pocos metros avanzaba Cedeño hacia no-sotros diciéndonos que estaba herido. Había ya termina-do la acción.

Entramos a Cedeño en nuestro vehículo. Lo puse enmarcha deteniéndonos al lado del cadáver del tirano. Ya es-tábamos todos reunidos y le pregunté a de la Maza dónde

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estaba el chofer del tirano, a lo que contestó que sabíaque estaba herido y que había salido huyendo. Inmedia-tamente introdujeron el cadáver del dictador en el baúl yemprendimos el regreso a la ciudad. En el carro venía-mos de la Maza, Cedeño, Estrella y yo; en el segundocarro Huáscar, Pastoriza y García, quedándose un carroestacionado más adelante por habérsele pinchado unagoma. Doblé de la autopista hacia la izquierda por la Cer-vecería para salir a la carretera Sánchez hasta frente a laLotería, doblando hacia la izquierda por una carreteritaque sale a la avenida Angelita, pues en ese tramo pensá-bamos hacer una llamada telefónica a Juan Tomás, nosiendo posible por estar la casa cerrada. Tomamos la ave-nida Bolívar y doblamos para ir a casa de Juan Tomás enla avenida Pasteur. De la Maza y Estrella, seguido llega-mos a la casa de Juan Tomás, entraron, pues yo había de-tenido nuestro vehículo en un lugar un poco oscuro en elpatio de la casa. Noté que había varios vehículos estacio-nados en el patio de la casa. Al querer yo avanzar hacia elinterior de la casa de Juan Tomás y ponerme en la luz, unhombre de los que allí estaban me dijo que no cruzarapues tenía toda la ropa llena de sangre por las heridas quehabía recibido, esto es, fragmentos que se me habían alo-jado uno en el lado izquierdo del pecho, que me perforóuna vena, y otros en el brazo izquierdo, al igual que en larodilla. Retrocedí nuevamente y me paré al lado de nues-tro carro donde el teniente García se encontraba, que tam-bién estaba herido por un proyectil en una pierna.

El teniente García me dijo que Cedeño tenía dos bala-zos y que había que llevarlo inmediatamente a una clíni-ca, pues parecía que era de gravedad. En ese instante vinoEstrella en compañía de Huáscar y me dijo que nos iban a

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llevar al médico para curarnos, pues yo seguía sangrandomucho y García tenía mucho dolor en una pierna. Actoseguido nos montamos en el carro que conducía Huáscary le dije a éste que me condujera a la Cayetano Rodríguezdonde el doctor Durán. Al desmontarnos frente a la casales dije a los compañeros que debíamos sentirnos satisfe-chos y orgullosos por haber dado el primer paso hacia lalibertad de nuestro pueblo. De inmediato entramos a lacasa y empezó el doctor a curarnos.

Como es natural, esto es una relación a grandes rasgosde los acontecimientos, pues detalles de personas que esta-ban enteradas y que cooperaron en una forma u otra los heomitido por no considerarlo prudente en estos momentos.

Hoy, junio de 1961, aún no me he podido explicar lascausas que han motivado el que no se haya podido llevara efecto la segunda etapa del plan convenido, ya que laresponsabilidad en esa parte descansaba única y exclusi-vamente sobre Juan Tomás y Román.

Esta relación de los hechos solamente debe darse aconocer en caso de mi muerte, y que no represente peli-gro alguno para los señalados en esta información. To-mando en cuenta al consultar con personas capacitadasque determinen la imposibilidad de perjudicar a cualquierpersona”.

ENTREVISTA A ANTONIO IMBERT BARRERA

A continuación transcribimos parte de la entrevista reali-zada por la periodista Claudia Fernández a Antonio Im-bert Barrera, el 30 de mayo de 1997, publicada en el pe-riódico El Siglo.

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P.- ¿Dónde estaban situados ustedes?R.- Nosotros estábamos ahí detrás del Teatro Agua y

Luz, sentados. Entonces Amado García dijo: ¡Ahí viene elhombre! Nos montamos en nuestro automóvil y lo perse-guimos. Después que pasamos la Feria, que estaba ilumi-nada, le caímos atrás, y cuando estábamos paralelos, letiraron Amadito y Antonio de la Maza que iban del ladoderecho.

P.- También me contó Bissié que Huáscar le informócuando estaban juntos en la celda “del 9”, cómo Trujillocayó...

R.- No, espérate. Cuando le hicieron la primera des-carga, ellos se pararon. Como íbamos a velocidad, yo dila vuelta y vinimos de allá para acá, ya ellos estaban esta-cionados.

P.- En el carro que usted manejaba ¿quiénes iban?R.- Iba Antonio de la Maza delante, conmigo; Salva-

dor y Amado García Guerrero, atrás; entonces, yo di lavuelta, vinimos de allá para acá; entonces cuando estába-mos paralelos, ellos para allá, nosotros para acá, noso-tros comenzamos a disparar uno y otro. Empezaron losintercambios de disparos. Entonces nosotros, Antonio dela Maza y yo, avanzamos hacia el carro de Trujillo, y Sal-vador y Amado nos cubrían disparando. Ahí llegamos alcarro de ellos. Antonio de la Maza lo detectó y ahí le hizolos disparos.

P.- ¿Es cierto que Huáscar atropelló luego el cadáverde Trujillo?

R.- Nadie le puso la mano al cadáver. Cuando llega-ron Huáscar, Pedro Livio y Fifí, ya Trujillo estaba muer-to en el pavimento. Yo abrí el baúl del carro. Ellos agarra-ron el cadáver y lo tiraron dentro del baúl del Chevrolet,y cogimos para donde Juan Tomás.

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P.- ¿Todos ustedes dispararon?R.- Mira, Pedro Livio sale herido porque, como ellos

estaban adelante cuando oyeron los disparos vinieronhacia nosotros; al pararse el carro, Amadito y Salvador,que estaban cubriéndonos a los dos Antonio, que fuimoslos que cruzamos para el carro de Trujillo, cuando vieronque se desmontaron del otro carro, creyeron que era uncarro del SIM, y cosas de esas y dispararon, hirieron aPedro Livio, ahí se acabó; hasta que cogimos para dondeJuan Tomás, y cuando llegamos, Antonio de la Maza ledijo a Juan Tomás: bueno, aquí está el hombre.

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19. LUIS AMIMA TIÓ

Luis Amiama Tió era integrante del sub-grupo que teníaa su cargo poner en marcha el plan político. Sus enlaceseran Modesto Díaz y Juan Tomás Díaz. Amiama Tiótuvo a su cargo convencer al secretario de las FuerzasArmadas, general José Román Fernández, para que par-ticipara en la conspiración y se hiciera cargo, una vezmuerto Trujillo, de iniciar un golpe de Estado para latoma del poder y el comienzo de la transición de la tira-nía a la democracia.

Luis Amiama logró incorporar o comprometer a Ro-mán Fernández, lo que dio aliento al grupo y ánimos enla idea de que era posible no solo hacer desaparecer aTrujillo, sino también cambiar el régimen salvaje que ésteencabezaba. Sin embargo, en la noche del 30 de mayo fueinfructuoso todo intento de realizar el contacto con el ge-neral Román Fernández, lo que, junto a otras circunstan-cias fortuitas, al final condujo al fracaso del plan político.

A continuación presentamos el texto de la entrevistarealizada por Eduardo García Michel, a Fernando Amia-ma Tió, Luis Manuel Pellerano Amiama y MercedesAmiama Tió el 6 de abril de 1999.

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ENTREVISTA A LA FAMILIA AMIAMA

EGM.- ¿Cuándo se involucró la familia Amiama Tióen lo que luego fue la Gesta del 30 de Mayo?

LPA.- La magnitud y las implicaciones del involucra-miento en un evento como el 30 de Mayo, no son produc-to de una decisión de un momento y más bien es un pro-ceso de años y de vivencias que pasan por etapas, desdeel desagrado a un régimen a la adversión, al repudio yluego al compromiso para su enfrentamiento y elimina-ción. Luis Amiama nos relató como el proceso en él seremonta a los años 1946 y 1947, en que se inicia un brotede protesta en que participan jóvenes, en que había variosamigos. Él comenta el hecho con Modesto Díaz, y ahí seinicia una temática de críticas al gobierno de Trujillo y asu estilo de gobierno. Estos temas se van acrecentando,por la presencia en actividades en contra del régimen conquienes fueron amigos de infancia y juventud envueltosen las expediciones de Luperón, luego de Constanza,Maimón y Estero Hondo, el exilio de familiares y ami-gos, y finalmente por las acciones políticas del régimencon crímenes y torturas que chocaban frontalmente convalores personales y familiares. Así, lo que se inició conuna tertulia política en un ambiente de amistad y fami-liar, se va convirtiendo en crítica y luego en compromisode acción.

Recuerdo un desfile militar celebrando el triunfo de lasfuerzas de Trujillo que pasaba frente a nuestra casa en lacalle Arzobispo Nouel. Tío Luis se encontraba visitando ami abuela y yo estaba afuera, impresionado con el desfile,y entré corriendo a llamarlos para que lo vieran. Su res-puesta fue extraña para mí, pues dijo que no le interesaba y

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además me dijo: Cierra la puerta y entra que nuestros ve-cinos pasan por un momento muy triste y ellos son muybuenas personas. Se trataba de la familia Martínez Boni-lla y de José Rolando Martínez, amigo de niñez de la fa-milia Amiama Tió, compueblano de San Pedro de Maco-rís, expedicionario que participó en ese intento militar.Ese era un típico mensaje de la época, transmitido a losniños de la familia, sin dar mayores explicaciones y queal correr de los años se iba configurando como un rompecabeza, que se entretejía en el subconsciente de los miem-bros de las familias.

Otro ejemplo típico lo representan nuestros parientes,la familia Tió Lladó, radicados en el exilio en Puerto Ricoy con sus hijos Marcos, Lourdes Esther y Lucas (primoshermanos de Luis), todos militantes del grupo antitruji-llista Vanguardia Revolucionaria, que lideraba HoracioJulio Ornes, con quienes se mantenía una permanentecorrespondencia de carácter familiar. Sucede que en elaño 1959 yo ingresaba como estudiante a la Universidadde Santo Domingo y previamente a la aceptación en laUniversidad, recibí un telegrama que me citaba a pasarpor las oficinas del Servicio de Inteligencia Militar (SIM),los famosos calieses de la época, requerimiento usual paranuevos estudiantes. Recuerdo que, dentro de un marcode aparente normalidad, me sentaron en reunión familiarque incluía siempre a tío Luis, para indicarme cómo de-bía comportarme en la entrevista. De manera específicame advirtieron sobre la parte de la familia que vivía enPuerto Rico, por si acaso surgía como tema, y que yo de-bía manejarme con naturalidad, pero en ningún momentoindicar que teníamos intercambio de cartas, ni conoci-miento de las actividades a que se dedicaban por allá. Por

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supuesto ya en esa época para mí no había rompecabezay los mensajes eran más bien advertencias serias con ins-trucciones claras.

FAT.- Sobre el tema de vivencias específicas que im-pactaron la vida de mi hermano, estuvo también una rela-ción con miembros de la misma familia Trujillo. Se tratade Virgilio Trujillo y su hijo Danilo, con quienes mi her-mano cultivó una amistad. Don Virgillo poseía una finca,que su hermano exigía que se la vendiera. Finalmente tuvoque acceder. Luego de la venta, Trujillo se sintió engaña-do, por una enramada que supuestamente estaba incluidacomo parte de la operación. El disgusto llegó a nivel deenemistad personal de los dos hermanos, al grado de unintento de asesinato a Virgilio con disparos al automóvilen que viajaba y un segundo intento que implicó que mihermano tuviera que buscar escondite para éste y prepa-rar un plan de salida del país, que finalmente fue aceptadapor Trujillo, advirtiendo que nadie podía irlo a despedir,ni siquiera sus familiares. A petición de don Virgilio, yarmados, le tocó a Luis llevarlo al aeropuerto y acompa-ñarlo hasta el avión. Hasta los de su propia sangre no es-caparon de su afán de lucro y su instinto de asesino. Sushermanas doña Marina y doña Japonesa usaron anteojossuministrados por mi hermano, para ver desde lejos susalida por el aeropuerto General Andrews. Virgilio Truji-llo no volvió más al país, pero siempre mantuvo corres-pondencia con Luis. Posteriormente al ajusticiamiento deltirano don Virgilio le envió un cable a Luis que decía “En-tre nosotros no hay motivo de distanciamiento. Te abra-za, Virgilio.

EGM.- Considero importante esta introducción comoedificación para aquellos que aun no captan las motiva-ciones de los hombres del 30 de Mayo. El grupo no se

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organizó para hacer desaparecer un hombre, sino que ha-bía motivaciones más trascendentes y con planes de tomade poder y lo que ustedes están mostrando es que sí. Querealmente las había.

FAT.- Esto no era un juego, recuerdo otra experien-cia, con otro amigo de infancia, que también estaba enuna situación desesperante: Moisés Soto. Otro amigo deinfancia que cae en desgracia con el régimen y acude a míen el momento en que era Jefe de la Dirección de Pasa-portes y llega a solicitar su expedición.

El portar un pasaporte era un privilegio que era apro-bado directamente por la Presidencia. Así que le di cursoa su solicitud. Julio Ortega era el Secretario de la Presi-dencia. La solicitud la devolvieron rechazada. Llamé aMoisés y le dije: Moisés, tu pasaporte está rechazado, nohay remedio. Me preguntó: ¿entonces qué hacemos? Ledije: tienes que asilarte. Me dice: ¿y cuándo? Le contesté:si quieres, esta tarde.

Recuerdo que lo llevé a la embajada de México, quequedaba al lado del hotel Jaragua. Fuimos al hotel, nossentamos y pedimos dos Coca cola. En lo que el sirvientefue a buscarlas, colocamos dos sillas, una sobre otra, ymientras yo las agarraba, él se subió, dio un brinco y que-dó asilado, en lo que yo llamé “El salto de Alvarado”. Alotro día me mandó a decir con su hermana Marieta, queme dejaba encargado de ayudar a salir a su esposa Soco-rro; con ella pude maniobrar y sacarle su pasaporte y ambosse unieron posteriormente en el exilio.

LMP.- La lucha antritrujillista está llena de acciones deeste tipo, que no implicaban acciones de guerra, pero síuna resistencia y colaboración con los perseguidos. Acos-tumbro a señalar un ejemplo muy especial vivido en nues-tra familia que es el caso del matrimonio Tabaré Álvarez

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Pereyra y Josefina Gautier de Álvarez, que se tomaron elriesgo de esconder en su casa, por espacio de 7 meses, atío Luis, bajo una persecución implacable. Entre noso-tros no había una amistad previa, lo que es complicadode entender para personas que no tuvieran conciencia delo que significaba esa lucha antitrujillista. Pero resulta quedon Tabaré tenía a su hermano preso en La Victoria, comoparte del grupo dirigente del Movimiento Clandestino 14de Junio. Doña Josefina es prima hermana de Antonia, laesposa de Andrés Freites, casa donde tío Luis pasó es-condido los primeros dos días, después de la noche del30 de Mayo. Ambas familias eran vecinas. El inicio de labúsqueda de Luis Amiama implicaba automáticamentebuscar en la casa de Andrés Freites, por el grado de amis-tad que los unía. En consecuencia, Luis debía salir de in-mediato de esa casa, y Andrés del país. Y así lo hicieron.En ese momento la familia Freites acude a sus vecinos yparientes para que absorban la responsabilidad de guare-cer a Luis Amiama. Acción ejemplar que implicaba unagran valentía e identificación con una lucha que abríapuertas, sin importar los riesgos.

EGM.- ¿Cuándo se produce la integración de LuisAmiama a lo que era el grupo del 30 de Mayo?

LPA.- Estimo que se produjo de una manera paulati-na, sin fecha específica, y más bien como un proceso deacercamiento que pasó de una crítica de un régimen a lade compromisos de un grupo de hombres que considera-ron una responsabilidad patriótica enfrentarlo. Las accio-nes sobre los expedicionarios de Constanza, Maimón yEstero Hondo, el apresamiento y tortura de los integrantesdel Movimiento Clandestino 14 de Junio y el asesinato delas hermanas Mirabal, considero que fueron el detonante

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final al compromiso de la acción. Sobre el contacto conPupo Román, tanto Juan Tomás como Luis Amiama te-nían posibilidad de hacerlo por el grado de amistad quetenían y por ser compadres. Es Juan Tomás quien lo abor-da primero y posteriormente se decide que sea Amiamaquien prosiga, por la situación de desgracia política quepesaba sobre Juan Tomás y que no era conveniente sucontacto público con militares activos de ese rango. To-das estas informaciones, con fechas y pormenores, se in-cluirán en el libro que escribe Fernando Amiama Tió.

FAT.- Eduardo, algo que deseo que tengas conocimien-to y que también incluyo en el libro que estoy terminan-do, es el comentario que me hizo Luis sobre tu padre, quetambién estaba entre los seleccionados para participar enla acción, en caso de necesitarse. Digo esto porque supadre, don Eduardo, que había sido un hombre de armas,al igual que don Vicente de la Maza, lo había preparadoen ese sentido. Quiero también expresarte que, en la cár-cel, tu padre Antonio me recitaba párrafos del mensajeque escribió como proclama, para utilizarse frente a laciudadanía después del ajusticiamiento del tirano y queformaba parte del plan político. Conversábamos muchoen la cárcel. Estando juntos, el ambiente y el sufrimientonos unió mucho. Me refería sobre la serenidad de los com-prometidos y en especial de Antonio de la Maza.

EGM.- ¿Es Luis Amiama el que hace el contacto conRomán Fernández?

FAT.- La amistad estrecha de muchos años y el hechode ambos ser compadres de Roman Fernández, permitióque la gestión fuera iniciada conjuntamente por ambos, yaque tanto a Amiama como a Juan Tomas Díaz tenía con-fianza suficiente para abordarlo con el cuidado suficiente

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sobre el tema de la conspiración. La integración de Ro-mán Fernández a la conspiración era una estrategia co-rrecta, y apropiada para hacer más real la ejecución delplan político. Ambos inician las gestiones y Juan Tomáslo hace primero en una conversación en que participan;luego, Amiama queda responsabilizado de continuar lagestión y lograr el compromiso. La situación de desgra-cia política en que se encontraba Juan Tomás, fue consi-derada como causa importante para evitar contacto pú-blico con Román y después de un contacto inicial en quese trató el tema, Amiama fue el responsable de la gestióny el contacto del grupo con Román Fernández y con elhermano de este, José Horacio (Bibín). Finalmente, Ro-mán, en los interrogatorios, y bajo torturas, responsabilizaa Amiama de haberlo convencido para participar en la tra-ma. Él reconoce que sus contactos fueron Amiama y JuanTomás y confirma que “el responsable de meterlo y demeterle eso en la cabeza fue Amiama”. Este tema lo tratoextensamente en el libro que publicaré próximamente.

LPA.- Eduardo, te vamos a poner una cinta que formaparte de valiosas informaciones grabadas que tenemos, yen ésta, de manera específica, el general Román Fernán-dez reconoce haberse comprometido con el grupo del 30de Mayo, en interrogatorios que le fueron realizados bajointensas torturas, en la cárcel del km 9 de San Isidro.

EGM.- Esa noche del 30 de Mayo, ¿qué movimientoshizo Luis Amiama?

MAT.- La principal actividad comercial de mi her-mano en ese momento era el manejo de una finca de5,000 tareas, sembrada de guineos, lo cual había impli-cado un cambio de su estilo de vida y que lo mantenía,de lunes a viernes, en Guayubín, Monte Cristi. Después

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que los planes del 30 de mayo tomaron forma específicay que los miércoles era un día probable de acción, el cam-bió su rutina y entonces hacía dos viajes por semana. Siem-pre mantenía los viajes de fin de semana para encuentrocon la familia y los amigos y agregaba otro viaje los mar-tes, para estar disponible los días miércoles y regresar aGuayubín los jueves en la mañana. Así organizó su viday así llegó la fecha del 30 de mayo. Aunque la expectati-va de los viajes de Trujillo a San Cristóbal era los miérco-les, el hecho se produjo un martes, o sea un día antes de lonormal. Celebramos juntos el 28, el día de las madres.Tuvo que viajar a Santiago, pues Modesto le pidió concarácter de urgencia visitar en Santiago un ex-militar com-prometido con el plan. Retorna el martes 30, cercano almediodía y va a informar de inmediato a Modesto de lagestión encomendada. Posteriormente va a su casa y enla tarde pasa por donde mi hermano Fernando y al princi-pio de la noche pasa por la casa de nosotros, en compañíade María del Pilar, la más pequeña de sus hijas. A eso delas 6:30 p.m. a 7:00 p.m. ,y estando sentado en la galeríade la casa, Victoria Isabel, mi hija, recibe una llamadapara Luis, de parte de Juan Tomás. Las respuestas fuerontres sí consecutivos y salgo para tu casa de inmediato.

FAT.- Desde ese momento en adelante cada porcióndel grupo empieza sus gestiones; mi hermano, de su par-te, después de confirmar con Juan Tomás sobre las posi-bilidades, informa a Bibín Román, hermano del generalRomán, y designado como contacto para estos fines, sobreel cambio de fecha y la posibilidad de que suceda en esanoche, para que éste a su vez mantenga la alerta con PupoRomán. Luis y Juan Tomás se mantienen juntos entre lacasa de Juan Tomás y la de Marianela Díaz de García, hija

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de éste, en la espera de ver si la acción es consumada o no,esa noche. Conviene mencionar que las casas menciona-das se encontraban a cuatro cuadras de la casa de RománFernández, la primera y a dos cuadras la segunda.

LPA.- Sobre la pregunta de las acciones durante lanoche del 30 de Mayo y las gestiones realizadas, quieroentregarte copia de un artículo que publicamos FernandoAmiama y yo en el periódico Listín Diario, en que descri-bimos detalladamente las gestiones realizadas durante lanoche del 30 de Mayo por Luis Amiama Tió, en compa-ñía de Juan Tomás Díaz y posteriormente integrándoseJosé Horacio Román (Bibín).

Hasta aquí la entrevista hecha al Dr. Fernando Amia-ma Tió, doña Mercedes Amiama Tió e Ing. Luis M. Pe-llerano Amiama. A Continuación transcribimos parte delartículo a que se hace referencia.

DOCUMENTO PUBLICADO POR FERNANDO AMIAMATIÓ Y LUIS MANUEL PELLERANO

“El domingo 28 de mayo de 1961, se celebraba el día delas madres y como era costumbre los cuatro hermanosLuis, Fernando, Victoria y Mercedes acompañados de sushijos lo celebraron junto a su madre doña Carmelita. Elmismo domingo 28, en horas de la tarde, Amiama salepara Santiago y Montecristi a gestiones políticas milita-res encomendadas por Juan Tomás, dejando informada asu familia de sus planes de regreso a Santo Domingo elmartes 30 mayo. Era parte de su rutina de viaje retornar aSanto Domingo martes en la noche o miércoles antes delmediodía.

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Así sucede y Amiama retorna a las 12:30 del mediodía del martes 30 de mayo, y se dirige directamente a lacasa de Modesto Díaz e informa a él y Juan Tomás sobrelas gestiones realizadas, para lo cual se quedan a comerjuntos en la casa de Modesto, hasta entrada la tarde.

Posteriormente Amiama retorna a su casa, donde re-cibe una llamada de Juan Tomás que le informa que esprobable “que el camión viaje esta noche, te confirmarémás tarde cualquier noticia adicional”. Esto implicabaque en vez de ser el compromiso en día miércoles, estepodría ser esa misma noche del martes 30. Amiama pasala información a José Horacio Román (Bibín) hermanodel general Román Fernández, definido como el contactoa utilizarse.

Posteriormente visita a su hermano Fernando Amia-ma Tió con el mismo fin y juntos visitan la residencia deMarino Cáceres en donde se encontraba también el hijode éste, Arq. Manuel A. Cáceres (Memé), ambos cono-cedores de la trama. Amiama retorna a su hermano Fer-nando a la casa de este último, haciendo sólo una paradapara que éste comprara unos cigarrillos en un colmado enel mismo trayecto. Luis Amiama retorna a su residenciay posteriormente decide visitar en compañía de su hijamás pequeña, María del Pilar, a su madre Carmen TióVda. Amiama en la calle Pedro Henríquez Ureña esqui-na Tiradentes. Allí recibe una llamada, que es contestadapor su sobrina Victoria Pellerano Amiama, quien le infor-ma que es don Juan Tomás. Amiama responde con un “Sí,sí, sí; estoy allá en 15 minutos”; retorna a su casa para de-jar a su hija; toma su pistola 45 y a eso de las ocho de lanoche llega a la casa de Juan Tomás, en la calle César Ni-colás Penson. Allí conversa con Juan Tomás y deciden

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pasar por donde Modesto y por donde Miguel Ángel BáezDíaz. Todas las personas mencionadas hasta ese momentovivían en un radio de distancia que implicaban práctica-mente 5 minutos en tiempo de desplazamiento. Cubiertasestas visitas retornan a la casa de Juan Tomás, que comodía normal recibía personas entre las que se encontrabanAnneris Malagón Vda. Cobián, Marianela Díaz de Garcíay su esposo Bienvenido García Vásquez, entre otros.

Paralelamente a estas actividades transcurrían las ac-ciones del grupo que acudiría a la avenida ajustando todoel proceso de la recolección de las armas, configuraciónde la distribución en los vehículos y confirmación del viajede Trujillo a San Cristóbal. En ese momento, todos enalerta y en movimiento, mantienen la expectativa de lacaminata de Trujillo en la avenida, el desconcertante via-je a la base de San Isidro, y finalmente la confirmación deBáez Díaz de que el viaje a San Cristóbal se va a produciry que deben esperar. Así llega el momento tan esperado,el carro de Trujillo aparece en la autopista 30 de Mayo yel grupo de los participantes en la acción parten impreg-nados del coraje y la decisión que los caracterizó: reali-zan la anhelada hazaña de terminar de una vez y parasiempre con la vida del tirano Rafael Leonidas Trujillo.

En ese momento empieza el proceso de lo que se hallamado la segunda parte, de la cual nos proponemos apor-tar en forma sintetizada una secuencia de acciones connombres de personas que aún viven y datos que reposanen nuestras manos, sobre las gestiones de localización delgeneral Román Fernández, de acuerdo al compromiso queéste realizase con Luis Amiama Tió, el 11 de enero de1961, para participar en las gestiones para la formaciónde un gobierno cívico militar, una vez que se confirmaraque Trujillo estuviera muerto.

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Este compromiso de aceptación de su participación,fue reconocido por el general Román en los interrogato-rios a que posteriormente fuera sometido en la Base Aé-rea de San Isidro, por miembros del Servicio de Inteligen-cia de Trujillo y militares de la familia Trujillo y ya conmás detalles durante las torturas que le fueran practica-das en la cárcel de torturas del km 9.

Consumado el glorioso hecho de la Autopista del 30 deMayo, los conjurados inician el retorno hacia la casa deJuan Tomás con el cadáver de Trujillo en el baúl del vehí-culo. El mismo vehículo que utilizaron en el combate yque ocupaban en aquel momento Antonio de la Maza Vás-quez, Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá,y el teniente Amado García Guerrero. Este vehículo reci-bió numerosos impactos de balas en distintas partes, queincluían el radiador, luces y vidrios, que lo hacían muynotorio y con el riesgo de dañarse en el camino; la tempe-ratura del motor estaba muy elevada por los desperfectosdel radiador y un problema en una de sus gomas preocupa-ban a los ocupantes, por lo cual deciden hacer una parada,en la casa del señor Julio Senior y verificar las condicionesdel vehículo y hacer llamadas telefónicas; pero al éste noencontrarse en la casa continúan hacia la casa de Juan To-más. Este hecho permite que el vehículo de Huáscar Teje-da, sea el primero en llegar a la casa de Juan Tomás y dar lainformación de que el hecho había sido consumado.

Con esta información, deciden iniciar la primera ges-tión de contacto con el general Román, desplazándoseJuan Tomás y Amiama a la casa de Román, en un carroBuick negro propiedad del primero y dejando establecidocomo base de operaciones la casa de Marianela Díaz, suhija, que distaba dos cuadras de la casa de Román Fer-nández y dos cuadras de la casa de Juan Tomás Díaz.

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Ya en la casa de Román, Amiama se desmonta, pre-gunta por el general Fernández y desde una galería de unsegundo piso contesta la esposa, señora Mireya Garcíade Román, indicando que él no estaba en la casa, que lohabía ido a buscar el general Arturo Espaillat. Amiamaresponde indicándole a doña Mireya que cuando regresele informe que necesita verle con urgencia.

El general Espaillat en su libro El Último César de Améri-ca describe el diálogo con Román indicando la insistenciade éste por saber si Trujillo estaba muerto y si se sabía quiénlo había hecho. Espaillat afirma que ese momento fue deci-sivo en los acontecimientos posteriores.

La presencia del general Arturo Espaillat en los alre-dedores del lugar del ajusticiamiento y la rapidez de sullegada a la casa del general Román, aún antes de la llega-da de los conjurados, traía una variable de complicaciónen el desarrollo de los hechos.

Amiama y Díaz retornan a la casa de Marianela y allíse encuentran con Huáscar Tejeda, con quien intercambianinformaciones sobre los acontecimientos sucedidos y lasgestiones iniciadas de localización del general Román.

Se intensifican las gestiones para localizar a Román,en esta ocasión a través del contacto establecido para con-tingencias y que fuera José Horacio Román (Bibín). Ésteno se encuentra en su casa, pero había dejado dicho don-de podía ser localizado y que era en la casa de AlbertoBonetti, ubicada en la avenida César Nicolás Penson es-quina Máximo Gómez, a media cuadra de la casa de Ro-mán Fernández y a dos cuadras de donde se encontrabanAmiama y Juan Tomás.

Dentro de la urgencia, deciden ir a buscar a BibínRomán personalmente al lugar indicado en la casa del

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Sr. Alberto Bonetti. Allí se encontraba el señor Bibín Ro-mán participando en un juego de cartas, en compañía,entre otros, de Antonia de Freites, Papía Najri, CofetaRicart, Alberto y Cristina Bonetti. Después de un brevesaludo con el grupo, Amiama logra un aparte con BibínRomán, quien luego, de una manera cortés, pide excusasal grupo de juego y se retira junto a Amiama y Juan To-más, convirtiéndose desde ese momento y hasta la ma-drugada, en el compañero de gestión de localización desu hermano el general Román Fernández.

En su primer trayecto y dada la cercanía de la casa delgeneral Román del lugar donde jugaban cartas, entrannuevamente hasta el área de marquesina de la casa deRomán y al encontrar la casa a oscuras deciden usar lavía telefónica: ahora Bibín tomando las iniciativas y lasconversaciones. Contesta el teléfono la señora Román,quien repite la información ofrecida a Amiama, pero ahoraagrega que le dijeron que Pupo se encontraba en el Pala-cio Nacional. La noche avanzaba, pero la gestión seguíafirme y la nueva decisión es ir al Palacio Nacional.

En la puerta del Palacio Nacional encuentran vigilan-cia redoblada y gran estado de excitación. Bibín solicitaver a su hermano, el Secretario de las Fuerzas Armadas,mientras Amiama y Díaz esperan en el vehículo. La res-puesta es categórica de que no puede entrar ningún civil;Bibín insiste presentando su identificación y exigiendo almenos hablar por teléfono con su hermano. Finalmenteel militar accede e intenta conseguir al general Románpor teléfono, refiriéndolo de un teléfono a otro, indicán-dole que está en reunión en un salón, luego en otro, hastaque se recibe la confusa información de que el generalRomán se encontraba en el Campamento Naval 27 de

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Febrero. Frente a esta nueva información el grupo decidevolver a la casa de Marianela Díaz y Bienvenido GarcíaVásquez que había sido definida como base de operacio-nes y desde allí tratar de activar los contactos telefónicos.

Amiama entra con Bibín a la casa de Marianela y esrecibido por Chana Díaz, esposa de Juan Tomás. En esemomento Juan Tomás decide ir nuevamente a la casa deRomán y en esta oportunidad decide hacerlo caminandopara hacerlo menos notorio.

La señora Díaz, con el fin de calmar el ambiente, ofre-ce un trago a Bibín quien acepta, mientras Amiama espe-ra a Juan Tomás en la esquina de la cuadra formada porlas calles César Nicolás Penson y Leopoldo Navarro, apocos metros de la casa de Marianela. Frente a la infor-mación negativa, al regreso de Juan Tomás deciden des-plazarse al entonces Campamento Militar Naval 27 deFebrero. Los resultados en el campamento militar sonnegativos y con respuestas muy agresivas de parte de loscentinelas. Díaz y Amiama se retiran de la puerta del cam-pamento, y deciden localizar a militares retirados com-prometidos, mientras Bibín continúa en la casa con Cha-na en las gestiones

Amiama y Juan Tomás van en busca del coronel Cas-tillo, y al no encontrarlo en su casa, tratan de localizarloen la casa del señor Manuel de Ovín, pues su esposa Mi-lagros era hija del militar. Juan Tomás se desmonta y pre-gunta al señor Ovín sobre Castillo, pero éste le informaque no se encuentra.

Retornan a la casa de Marianela Díaz y entonces JuanTomás se une a Antonio de la Maza, y Amiama continúala búsqueda con Bibín haciendo un recorrido por las ca-sas de los otros hermanos de Román. Finalmente, Bibín

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es dejado en su casa con el encargo de continuar los es-fuerzos. Amiama, por su parte, pasa por su casa, conver-sa con su esposa Nassima Diná de Amiama y le informade todos los acontecimientos, todavía con la esperanzade que el no contacto con Román fuera por acciones quese estuvieran tomando.

Amiama sale de su casa en compañía de George Ro-dríguez, en ese momento novio de su hija Ana María, a lacasa de su hermano Fernando en unos apartamentos ubi-cados en la calle José Contreras esquina Alma Máter, ycon quien ya había tenido contacto telefónico habiéndoleinformado del hecho, y al que en ese momento informabadel avance de los acontecimientos. Le pide que haga se-guimiento con la familia, pues se imagina que el día si-guiente podría ser muy activo, que pasaría la noche conAndrés Freites Barrera, haciendo gestiones adicionales yque se verían por la mañana.

Los acontecimientos no progresaron en favor de losconjurados. El inesperado cambio de fecha para la acción,la presencia fortuita del general Espaillat en los alrededo-res de los hechos, la falta de resultados de las aparentesacciones tomadas por el general Román, la timidez de lasacciones de los países extranjeros y más aún la rapidezcon que se desencadenaron los acontecimientos arropa-ron los esfuerzos que realizaban los conjurados y no fue-ron suficientes para lograr instaurar un gobierno provi-sional como era su objetivo.

Los interrogatorios a Román por parte de los servi-cios de inteligencia de Trujillo, después de éste haber sidodetenido en los primeros días del mes de junio, lo incri-minan de acciones que implicaban que había tratado deactuar convocando la reunión a familiares de Trujillo y

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los más connotados cabecillas del sistema represivo delrégimen en el Palacio Nacional, con fines de producir ungolpe de Estado. En dichos interrogatorios el general Ro-mán plantea que la convocatoria fue hecha por razonesde seguridad y niega que lo hiciera con otros fines; lo quelógicamente no fue aceptado por el servicio de inteligen-cia de Trujillo”.

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20. GENERAL JOSÉ ROMÁN FERNÁNDEZ

El general José Román Fernández (Pupo), había pasadoa ser una pieza importante en los planes del grupo del 30de Mayo, puesto que, en su condición de secretario de lasFuerzas Armadas, podía, una vez desaparecido Trujillo,poner en marcha un golpe de Estado y facilitar la toma delpoder. El grupo se aferró a esa opción, como la más conve-niente, aunque contaba con otros elementos de apoyo comoera la toma de emisoras para radiar una o más proclamasinvitando a la población a apoyar el movimiento, lo queayudaría a decidir a los militares semi comprometidos.

Aunque durante un tiempo la falta de información lle-vó a dudar del carácter del compromiso hecho con el ge-neral Román Fernández, existen testimonios fehacientesde que el compromiso se hizo, alrededor de enero de 1961,y Román Fernández aceptó formar parte del complot yactuar una vez desaparecido Trujillo.

Sin embargo, la noche del 30 de mayo de 1961, luegode ser avisado por el general Espaillat, el general RománFernández no pudo ser localizado por los integrantes del30 de Mayo, ya que se acuarteló en el campamento mili-tar situado en Sans Soucí y no estuvo accesible a la comu-nicación, ni siquiera con su hermano Bibín Román, quienjunto con Juan Tomás Díaz y Luis Amiama Tió estuvie-ron buscándolo hasta altas horas de la noche.

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Parece que Román Fernández quiso poner en marchael plan apresando a algunos colaboradores del régimen. Enefecto, convocó a su campamento a Johnny Abbes García,a Petán y Héctor Trujillo. Estos se excusaron. Los minutostranscurrían y el aislamiento autoimpuesto del generalRomán Fernández dio tiempo a que la maquinaria del régi-men descubriera los nombres de los principales implica-dos y comenzara a sospechar del propio general Román.

Tal vez nunca se sepa qué llevó a Román Fernández aaislarse. Solo y aislado tenía pocas posibilidades de salirairoso. Quizás en su casa nunca le dijeron que, esa noche,Luis Amiama Tió y Juan Tomás Díaz habían estado pro-curándolo en más de una ocasión, con urgencia. Lo cier-to es que la determinación de aislarse en el cuartel mili-tar, imposibilitó la puesta en marcha del plan de toma delpoder y, a la postre, condujo a la muerte a muchos de losintegrantes de la conspiración, incluyendo al propio ge-neral Román Fernández.

A continuación presentamos una parte de la entrevis-ta realizada a los hijos del general Román Fernández, JoséRené (JR), Álvaro Román (AR) y Sabrina Román (SR),en septiembre de 1985, por Carlos García Michel, Emi-lio Cordero Michel, Octavio Cáceres Michel, HuáscarTejeda hijo y Miguel Ángel Bissié.

ENTREVISTA A LOS HIJOS DEL GENERAL ROMÁNFERNÁNDEZ

P.- José René, ¿qué motivaciones pudo haber tenidotu padre para aceptar el supuesto compromiso de partici-par en el hecho?

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JR.- Cuando nosotros regresamos de Estados Unidos,Luis Amiama nos dijo que sí, que mi padre había hechoel compromiso de actuar en el momento de muerto Truji-llo. A mí me pareció ilógico que en la posición en queestaba mi padre fueran a llevarle el cadáver de Trujillo,para que él pudiera actuar. No era su forma de pensar. Enrealidad, él sabía que era imposible que, con el simplehecho de presentar el cadáver de Trujillo, él pudiera con-trolar la situación política y militar del país.

Luis Amiama llegó a decirme: Mira, quiero que sepasque hasta que tu padre no dio su apoyo al movimiento, no seveía nada concreto. Había varios grupos. Se daba vueltas a lascosas. Todo el mundo tenía la inspiración y el arrojo para ac-tuar. Pero al yo decirle al grupo que contaba con el apoyo deRomán, se le dio más forma, se concretó el asunto y tuvimosmás gente cerca de nosotros.

En cuanto a las razones, nunca se las pregunté a mipadre, pero sí ocurrieron hechos que debieron afectarmucho su lealtad a Trujillo. Si sé, por ejemplo, cuando lasexpediciones del 1959, recuerdo que ahí comenzó. Y enese momento Luis Amiama estaba cerca de él en Santia-go. Recuerdo los comentarios de ellos dos, tanto de Luiscomo de papá, donde se expresaba el disgusto y hasta elasco de que aquellos hombres que eran tomados prisio-neros en la costa de Maimón, fueran hechos prisioneros,interrogados en Santiago y enviados a la Capital y aquíeran torturados, masacrados y asesinados luego. En lamente de militar profesional de mi padre, no cabía esetipo de cosas.

Lo último que sé que lo afectó grandemente fue lamuerte de las Mirabal. Cuando las mataron yo vivía en lafinca de nosotros, ahí en la autopista Duarte y mi padre

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entró y arrojando el kepis al suelo dijo: Si este gobiernonecesita matar mujeres para sostenerse, yo no voy a ser parte deél. Fueron las únicas expresiones graves que yo escuchéde él en cuanto al régimen. En algunas ocasiones decíaque Trujillo ya no sabía lo que estaba haciendo, que esta-ba loco, que iba a llevar al país a un desastre. Sé que apapá le dolían mucho las Fuerzas Armadas, porque él es-taba viendo que los militares de carrera estaban siendosuplantados por torturadores, por elementos sin ningúnconcepto militar, comenzando por Johnny Abbes, el jefedel servicio secreto de inteligencia, donde había un plande comprometer a la oficialidad en crímenes y torturas.Los oficiales viejos estaban opuestos.

Todo ese tipo de cosas fue minando; ya papá no sesentía parte de ese régimen y sabía que a eso había queponerle fin de alguna forma. Mi padre tenía bastante apo-yo en las Fuerzas Armadas, no para darle un golpe deEstado a Trujillo vivo, pero después de muerto y con loshijos de Trujillo fuera del país, papá podía tener el controlmilitar, podía haber hecho una exposición sin mencionarque él estaba en el complot y hubiera podido controlarlas cosas. Pero eso no podía hacerse con una hora de avi-so, ni con dos horas. Para mí, en eso fueron ilusos, ro-mánticos o estaban desesperados. Si en verdad se queríamatar a Trujillo y controlar este país para hacer las cosasque eran necesarias y guiar a este país por otro sendero,era imposible, para ningún ser humano, controlar la Re-pública Dominicana tocando un timbre y diciendo: Mi-ren, ahí está Trujillo muerto.

Mi padre no recibió aviso con suficiente antelación, sies que lo recibió. Y después del hecho fue dejado absolu-tamente solo. Eso me consta a mí. Le consta a la familia

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que estaba en mi casa. Nadie se acercó a él. Nadie tratóde buscarlo. Mi padre enfrentó solo la situación hasta quefue detenido y luego fusilado.

P.- ¿Qué ocurrió cuando a tu padre le notificaron quehabía sucedido un atentado?

JR.- La expresión de él fue: Le han caído a tiros al Jefe,Espaillat me dijo eso.

P.- ¿Él no sabía que lo habían matado?JR.- No, no. Él salió corriendo, él se fue de ahí. El

general Espaillat estaba en el restaurante El Pony, oyó eltiroteo, se acercó un poco y fue a buscar a papá comosecretario de las Fuerzas Armadas.

P.- ¿Tu padre salió solo o con Espaillat?JR.- Espaillat no se quiso quedar en mi casa. Él anda-

ba con su señora. Papá le dijo: Vamos al sitio. Déjala aquí.Se llamaba doña Lila. Déjala aquí y vamos tú y yo al sitio.Espaillat dijo: No, yo tengo que llevarla a la casa. Papá saliósolo. Cogió una ametralladora y se fue en un carro que noera el del secretario de las Fuerzas Armadas, porque esta-ba en reparación en Transportación. Quizás ellos se cru-zaron y eso evitó que reconocieran el carro de papá.

Papá fue a la avenida, vio el hecho, recogió algunascosas y entonces se dirigió al campamento o creo que fueal hospital militar, no estoy seguro, donde tenían a Zaca-rías de la Cruz.

P.- Álvaro, ¿sabes si tu padre, antes de tener contactocon los del 30 de Mayo, tuvo intención de dar un golpe deEstado contra Trujillo?

AR.- Así yo nunca lo oí. Expresiones en lo personal,sí. En varias ocasiones dijo: a este elemento le doy un día sietebalazos. Pero era una expresión de exabrupto. Si a mi pa-dre le dan tiempo de organizar ese golpe, la cosa hubiera

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sido muy diferente. Tenía gente leal a él, en posicionesque podían ayudarle. Y las Fuerzas Armadas estaban su-friendo en carne propia ese asunto de la inteligencia mili-tar. Inclusive cuando aquellos letreros que pusieron ydecían “En esta casa Trujillo es el Jefe”, a mi casa iba lahermana de Trujillo todos los días y ese letrero nunca lovio ella en mi casa. A él le molestaba mucho ese asuntode que entraran a una casa y sacaran dos o tres mucha-chos presos, como fue al final del 14 de Junio en que Tru-jillo llegó a atacar a la familia. En el caso de las Mirabal,papá explotó. Trujillo lo llamó. Yo cogí el teléfono. Fuepersonalmente, él mismo llamó. Le pidió a papá que fue-ra a “La 40” a ver cómo estaban las Mirabal. Cuandollegó allá encontró el desastre; estaban desnudas, burlán-dose de ellas. Papa las mandó a vestir y las mandó a po-ner en una celda limpia. Cuando regresó a la casa estrellóel kepis y le dijo a mamá: Trujillo está loco. Comenzó el prin-cipio del fin. Está loco. Creo que eso lo afectó bastante. Nohabía ninguna necesidad de matar a las Mirabal. Eso te-nía un solo fin por parte de Johnny Abbes, disgustar alpueblo. Aquí había una casta de militares que no estabancon ese asunto de torturas, ni de ir a una cárcel de esas.Jamás los vieron por ahí. Tenían ciertos principios milita-res y cierto orgullo de uniforme. Llegaron, inclusive, a ira buscar diez oficiales a cada campamento, para que fue-ran a comprometerse a matar.

P.- ¿Sabes si Luis Amiama visitó a tu papá esa mismanoche del 30 de mayo?

AR.- En realidad él visitaba la casa como lo habíahecho durante 20 ó 25 años. Él iba una o dos veces a lasemana. Se sentaba con papá, hablaban de esto, se queda-ban un rato solos. Ahora, la noche del 30 de mayo yo nolo vi en mi casa.

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P.- ¿Y en semanas anteriores coincidiendo con miér-coles?

AR.- No te puedo decir. Sí recuerdo que el 14 de mayo,que es el cumpleaños de mamá, fuimos a cenar al restau-rant Mario con ella y el día 21, que era el cumpleaños depapá, hizo una fiesta. Ahí ellos hablaron mucho con JuanTomás y con Modesto Díaz. Ahora hay un dato que nodebe dejarse pasar, sin menoscabar a los otros participan-tes. De todos, el que menos necesidad tenía de meterseen el 30 de Mayo era mi padre. No tenía ninguna necesi-dad, ni económica, ni política. Primero, siendo paciente,él era el segundo en sucesión, sino el primero, y a Trujillono le quedaban más de dos años. Si se metió en eso fuecon la convicción de que había que salir de él por las atro-cidades que estaba cometiendo; pero no creo que en sumente jamás tuviera la idea o la ambición de llegar a unescalón más arriba, sabiendo que, a la larga, en un par deaños, él tenía todo eso en sus manos. Segundo, si hubierasido un traidor o un desleal a los del 30 de Mayo, pudohaberlos denunciado y él sabía cómo Trujillo pagaba esascosas. Y el que más se mortificó y el que más sufriera y elque más valor tenía que tener para estar metido en esatrama era papá, porque estaba al lado de Trujillo el díaentero con eso en la mente.

P.- O sea, que ¿las torturas de él empezaron cuandotodavía no se soñaba con dar el golpe?

JR.- Yo tengo la completa seguridad de que murió se-guro de haber sido traicionado por los del 30 de Mayo.Eso no me cabe la menor duda. La expresión que él medijo a mí a los dos o tres días cuando le preguntó un coro-nel: ¿Qué tú harías con los del 30 de Mayo si los agarras? Lesarranco la cabeza uno a uno. Y yo sé que esto no lo dijoporque habían matado a Trujillo; lo dijo porque lo habían

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metido a él en un lío y no lo habían apoyado ni le habíanavisado la fecha en que matarían a Trujillo. Estoy segurode que murió con esa pena en el corazón.

P.- Si los del 30 de Mayo hubieran localizado a PupoRomán, ¿hubiera reaccionado?

AR.- Sí, si van los del 30 de Mayo, papá estaba encasa acostado ese día. No sé hasta dónde hubiera podidoreaccionar, pero tenía unas dos horas para esa cuestión.

JR.- Yo creo que sí, ¿sabes por qué? Porqué él hubie-ra podido hacer presos a los otros generales sin que sehubiera levantado la sospecha.

P.- ¿Qué hizo tu papá cuando Espaillat le avisó?AR.- En el momento que le avisaron papá salió. La

sirvienta me avisó: Dice su papá, el general, que se vista, quesuba al clóset, que coja un fusil Fal y se pare en el balcón y nodeje subir a nadie que no conozca, que mataron al Jefe. Yo noencontraba ni los huecos de los pantalones, ni lo creía.Papá salió con una carabina M1, que él usaba siempre. Semontó en un Chevrolet negro 8, de una alta placa oficial,sin su sirena ni nada. Y se fue. Yo diría que volvió en unahora y media, más o menos, a lo mejor. Hizo varias lla-madas a Santiago, a San Juan de la Maguana y volvió ysalió. Entiendo que ahí sería cuando fue al Campamento18 de Diciembre.

P.- Álvaro, él te dejó dicho que habían matado a Truji-llo, pero ¿sabía él que lo habían matado?

AR.- Bueno, eso fue lo que le dijo el general Espai-llat: Pupo levántate, que están matando al Jefe, le están tirandoal carro del Jefe. Espaillat no se acercó mucho a la escenadel hecho. Cuando Ramfis llegó lo mandaron a trancar.¿Sabes por qué? Porque si se hubiera acercado a los vehí-culos y hace dos o tres disparos, quizás no lo matan. Esofue lo que dijo Ramfis.

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P.- ¿Cuándo hicieron preso a tu padre?JR.- El 5 de junio nos hicieron presos. La primera vez

que vi a papá desarmado fue después que nos interroga-ron por 10 ó 15 minutos. A mí me mandaron a la cárcelde San Isidro. Como a las dos horas vi, por encima de lasrejas, que papá venía caminando de la jefatura, todavíauniformado y con el kepis, ya sin pistola, pero inclusovenía al lado del general García Trujillo y venían dos otres oficiales más y venían a la izquierda de él. Todavíaestaban guardándole protocolo. Lo que sí, es que antes deeso estábamos chequeados. Cuando decidimos hacernoscargo de la seguridad de papá, teníamos fusiles largos ylos fuimos a cambiar por ametralladoras pequeñas, la M3,y no nos las querían entregar, siendo papá secretario delas Fuerzas Armadas.

AR.- Inclusive, después de eso, que nosotros quería-mos probar las armas pues teníamos ciertas dudas y ledijimos a papá que íbamos a probar las ametralladoras yél nos dijo que no, que no nos pusiéramos a hacer alboro-to. O sea que ya había algo con las armas, pero no se atre-vían a desarmarlo. Sí estábamos chequeados.

SR.- A la una o las dos de la mañana de la mismanoche del 30 de mayo, yo quería llevar a mi abuela doñaMarina a donde tío Negro, y cuando ella salía se paró enel balcón y le dijo: Y hay dos compadres del hombre ¿tú en-tiendes?

P.- ¿Doña Marina dijo eso?SR.- No, no. Tío Negro se lo dijo a doña Marina, esa

misma noche, a la una y pico de la madrugada. Dice mimamá que mi abuela la llamó y le dijo eso: Aquí ya se hacomentado que hay dos compadres de Pupo. Mi mamá le dijo:Pero tú no pensarás que Pupo va a estar en eso. Eso fue en lamisma madrugada.

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21.- ALBERTO RINCÓN JÁQUEZ

Alberto Rincón estaba casado con Idalia, hermana deAntonio de la Maza y, por tanto, pertenecía a su círculoíntimo. En esa condición estaba enterado, como él lo re-conoce, de los hilos gruesos de la conjura. Su testimonioes valioso porque muestra el estado de ánimo y la deter-minación de los conjurados,

A continuación transcribimos la charla que AlbertoRincón pronunció en Moca, el 6 de agosto de 1985, conmotivo del centenario de la provincia Espaillat.

CHARLA DE ALBERTO RINCÓN

“He accedido con mucho gusto a la gentil invitación queme ha sido hecha por el Lic. José Chez Checo, del Museode Historia y Geografía, y el Arq. Víctor Bisonó, de la Ofi-cina de Patrimonio Cultural, para hablar en esta serie dedisertaciones que forman parte de los actos con los cualesse conmemora el centenario de la provincia Espaillat.

Dos motivos influyen para que yo acepte esta honra-dora invitación: en primer lugar, el hecho de sentirme afec-tivamente ligado a la comunidad mocana por recuerdos yvivencias que perduran a través de los años; y en segundo

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lugar, de que, ante la proximidad de cumplirse los 25 añosdel hecho que constituye el 30 de Mayo, al cual Moca sesiente tan vinculado, pasemos revista, en rápida ojeada, alos sucesos que culminaron con esa fecha heroica.

Vibrante en la memoria están los recuerdos de aque-llos días terribles. No obstante el tiempo transcurrido,resuena en mis oídos el timbre de aquel teléfono que, enel silencio de la madrugada, al amanecer del 31 de mayode 1961, sonaba insistentemente.

Lo oía primero lejano, luego su estridencia se impo-nía apremiante. Cuando atiné a levantarme, ya uno de losmuchachos entraba en el pequeño despacho en donde seencontraba instalado el aparato y lo tomaba.

Es tía Hilda, me dijo, pasándomelo. A través del auri-cular escuché la voz de Hilda, la esposa de Ernesto de laMaza.

Aquí está la guardia. Han venido a buscar a Ernesto, medijo con voz que rezumaba angustia. Me dio el nombredel oficial que se encontraba en la galería de la casa yagregó: dice que Antonio sufrió un accidente, pero parece quehay algo más, pues la casa está rodeada.

Una pausa y continuó: Ernesto quiere salir disparando,pero yo quiero que se entregue. No quiero que lo maten delantede los muchachos. Sería algo que ellos no olvidarían y sabe Diosqué problemas les traiga, Por Dios, háblale a ver si lo convences.Puede que se trate de algo sin importancia. Háblale, por favor.

La verdad que no sabía qué pensar ni qué decir, y a lavoz de Ernesto, que había tomado el teléfono, solo atiné adecirle que no sabíamos lo que estaba pasando y que a lomejor se trataba de alguna tontería sin importancia. Ledije que iba para allá, para su casa. Se opuso. Y me dijoque vería lo que iba a resolver, pero que no quería pasarpor lo de su hermano Tavito.

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Fue la última vez que hablé con él. Luego habría deverlo en la cárcel de “La 40”, pasado el mediodía de aquel31 de mayo, en lastimosa condición. Ya no podía hablar.Han pasado 24 años de esos sucesos, casi un cuarto desiglo, pero ellos están grabados en la memoria como sifuera el primer día.

Al 30 de mayo de 1961, el país todo era una angustia.El que no sufría en carne propia la tragedia del régimen,le parecía asistir a una representación de una parodia ri-dícula y escarnecedora.

Trujillo aparentaba haberse alejado del poder. Simu-lación con la cual buscaba hacer que se levantaran lassanciones impuestas por la OEA después del frustradoatentado contra la vida del presidente de Venezuela, Ró-mulo Betancourt, organizado por él.

Pero nadie se llamaba a engaño. Era él, como supre-mo elector, el que manejaba los hilos de la farsa. Imponíasu férrea voluntad que, inmersa en las tinieblas de unahonda inconsciencia moral, no vacilaba ante nada ni na-die en su afán de eternizarse en el poder. Nada lo deteníapara lograr sus propósitos.

El espíritu público estaba anonadado. Todo lo quepudiera significar dignidad o decoro personal estaba abo-lido. En dramático enfrentamiento con la iglesia católica,buscaba humillar y doblegar a ésta, para satisfacer susambiciones desmedidas y complacer su propio ego.

Atrás habían quedado las jornadas épicas de Luperón—1949— y Constanza, Maimón y Estero Hondo—1959— con su trágico cortejo de muertes y represalias.Pero el 25 de noviembre de 1960 ocurre un acontecimientoque conmueve la consciencia nacional: las hermanas Mi-rabal son abatidas por los esbirros del tirano. Es el horrorde ese hecho lo que hace que la copa se derrame; es ese

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crimen el detonante de la acción; son estas muertes lasque abren las puertas de las iras vengadoras.

Ya no hay dudas en aquellos que por una especie depudor cívico vacilaban. Hay consenso y decisión. Y loselementos dispersos se organizan, trazan proyectos, pre-paran planes, ganan adeptos. Labor peligrosa cuyos ries-gos no escapaban a sus detractores.

Alrededor de Juan Tomás Díaz y Antonio de la Mazava unificándose el grupo. Ambos tienen el prestigio per-sonal y las cualidades necesarias para encontrar respaldoy asegurar el éxito de los planes. A ambos les sobra valory decisión. Y ambos buscan ansiosos la oportunidad parallevar a cabo sus propósitos.

Y es aquí donde, una vez más, entra Moca en nuestroescenario histórico para aportar su nota heroica de valor ysacrificio. Porque es imposible hablar del 30 de Mayo sinque, sin pensarlo ni quererlo, tengamos que relacionarlocon la villa que tantas muestras de patriotismo nos ha dado.

30 de Mayo y Moca son cosas que van unidas, enlaza-das indisolublemente, como elementos de un definidocomponente químico destinado a producir una determi-nada reacción.

La tradición nos cuenta que los terrenos donde hoy seencuentra enclavada la ciudad de Moca pertenecían a unaseñora vegana de nombre Mariquita Ferrera. Fue de ellaque recibió el nombre de Alto de la Ferrera la prominen-cia donde se encuentra edificada la iglesia del Rosario.Donados los terrenos por dicha señora, la iglesia que allíse construyó constituye el primer asentamiento de lo quevino a ser la villa de Moca, la que hacia el año 1800 conta-ba “con una población de más o menos 2,000 habitantes,con alcalde que hacía las funciones de escribano público,

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un cura foráneo, un comisario de policía y otras alimañascomo alguaciles, polizontes y milicianos a quienes des-pectivamente llamaban milicos. La descripción está enLas tradiciones mocanas, deliciosa obra de don Elías Jimé-nez, a quien Julio Jaime Julia califica como el Pensonmocano.

Moca nació cristiana. Así lo quisieron sus fundadores.Pero el destino la dotó de una singular aptitud para lo he-roico. Entra en la historia con la trágica aureola de aquelsuceso que protagonizaron las hordas de Cristóbal, cuan-do Dessalines se ve obligado a levantar el cerco de la ciu-dad de Santo Domingo como consecuencia de la tenaz re-sistencia de sus habitantes. En su retirada, Cristóbal arrasacon todo. Es una verdadera carnicería. Fuego para las ca-sas y cuchillo para sus habitantes parece ser la consigna.

El 3 de abril de 1805, los inermes moradores de Mocason obligados a asistir a un tedeum celebrado por los hai-tianos para dar gracias a Dios, según su falsa afirmación,por el triunfo obtenido por ellos al lograr la ocupación dela parte oriental de la isla. Como sabemos, era todo un en-gaño. Y en un momento dado de la ceremonia religiosa laspuertas son cerradas y todos los asistentes pasados a cuhi-llo. Sobrevivientes de ese holocausto son un anciano espa-ñol y un niño de 8 años, que cubiertos de sangre logranrefugiarse en los montes cercanos y salvar así sus vidas.

Los años transcurren impasibles. Y el 27 de febrerode 1844 se produce el movimiento emancipador de ElConde, que se extiende por todo el país. Para impedir supropagación por el Cibao, el general haitiano Morisset setraslada de Santiago, donde tiene su asiento, a Moca. Es elmes de marzo, y Morisset se siente seguro con el ejércitoque le acompaña. Y es entonces —38 años después—

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cuando aquel hombre que había sido el niño de 8 años,sobreviviente al degüello de Moca, protagoniza uno delos episodios más audaces de nuestra historia.

Solo, sin más compañía que su valor, al anochecer sedirige al cantón donde está confiado el general Morisset.Una vez allí, sin llamar la atención, embozado en unaamplia capa, entra en la habitación en la cual se encuen-tra el general haitiano, y sin más miramientos lo encaño-na con su arma y le espeta: general, siéntese tranquilo. Almenor movimiento le descargo mi arma.

Tembloroso, el jefe haitiano pregunta qué quiere. Larespuesta es que abandone inmediatamente con sus tro-pas la población de Moca; de lo contrario, lo matará comoun marrano aunque él a su vez muera; pero que sepa quetiene 4,000 hombres bien armados procedentes de Co-tuy, Bonao, La Vega, Moca y Santiago, y que detrás de élvenían los generales Ramón Mella y Pedro Ramón Mena,con las fuerzas del sur y del este.

La vacilación del general es vencida por el gesto deci-dido de su interlocutor que le apunta en las narices. Laplaza está rodeada por todos lados menos por el camino de Mon-te la Jagua para que usted pueda retirarse. Le juro que hastaSantiago usted no será hostilizado. Convenido, contestó elhaitiano, a la vez que disponía todo lo concerniente a laretirada de las tropas.

El nombre de aquel niño de 8 años, que 39 más tardefrustrará los empeños del general Morisset para evitar lapropagación del movimiento febrerista en el Cibao, es elde Francisco Antonio Salcedo, conocido en nuestra his-toria como el general Tito Salcedo, de Moca, héroe de labatalla de Beller y padre de Juan de Jesús Salcedo, a quienLuperón señalaba como el dominicano más valiente en-tre los valientes.

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Es eso: audacia, decisión, coraje, lo que le da a Moca,entre las entidades geográficas de nuestro país, una per-sonalidad definida, un categórico perfil, áspero y volun-tarioso. Hay en esa característica algo grande y eterno,que desde los tiempos viene y en los tiempos permanece.

Los hechos lo comprueban: entre la decisión hechahombre, personificada por el corregidor de Moca, JoséMaría Imbert, francés de nacimiento y mocano por adop-ción, en aquel 30 de marzo de 1844 de la batalla de San-tiago y este 30 de mayo de 1961 a que hoy nos referimoscomo símbolo de libertad, están el hecho heroico del 2 demayo de 1861 y del 26 de julio de 1899, en que cayó aba-tido en Moca el general Ulises Heureaux.

La conjura de lo que vino a ser el 30 de Mayo extién-dese afanosa. Los grupos encabezados por Juan TomásDíaz y Antonio de la Maza, por un lado, y Salvador Es-trella Sadhalá y Antonio Imbert por otro, juntan sus es-fuerzos en el propósito común. La labor proselitista ganapartidarios, Hay nombres que se dicen y otros que per-manecen en el anonimato.

Es un hecho aceptado por todos que fue Antonio de laMaza el motor de la trama. Motivos le sobraban. Lo sé aciencia cierta. Aunque hablaba poco y entre dientes, hubomomentos en los que se sinceró conmigo claramente. Erapersona que cuando daba su amistad o su palabra, empe-ñaba su voluntad y su acción para complacer al amigo ypara cumplir lo prometido. Hacía lo que tenía que hacersin alardes ni aspavientos. Y tenía un concepto claro delas cosas.

Recuerdo que una vez me dijo que si lograba sus pro-pósitos, sabía que los primeros 50 años después de ladesaparición de Trujillo serían los más difíciles para éste(Trujillo), que después lo más probable es que hasta lo

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echaran de menos (a Trujillo) y le restaran méritos a susejecutores. Así son las cosas, me dijo.

No han pasado 25 años y ya hay quien le dé la razón.Otro día le hablé de un plan que había para abrirle un

frente al dictador. Al efecto, una dama de La Vega quetenía sus hermanos exiliados, estaba en disposición decomprar un terreno para preparar un campo de aterrizaje.Ya había adquirido uno o dos camiones que servirían paratransportar a los que vinieran. Recuerdo que me miró fi-jamente y me dijo que si yo estaba loco, que a Trujillo nose le tumbaba dando saltos entre los montes; que habíaque cogerlo y pegarle un tiro en la cabeza. Era la únicasolución.

En plan de confidencias me dijo un día lo mal que ha-blaban de él algunas personas, entre ellos Salvador Estre-lla Sadhalá. Afirmaba éste que Antonio había vendido asu hermano Tavito por un puñado de dinero. Y terminóexpresándose: Mientras más mal hablen de mí, más segurome siento. A este hombre (Trujillo) no se le puede comba-tir de frente. Esto fue tiempo antes de que Salvador seenterara de que Antonio conspiraba. Luego habría de cam-biar de parecer y darle toda la razón.

Quien habla pudo enterarse de muchas cosas por lasconfidencias de Antonio, Ernesto y Mario de la Maza yde Antonio García Vásquez, y no sabe si hace bien endecirlas, porque de cosas muy suyas se trata. Pero valgala aclaración: no quiere esto decir que por el hecho deestar enterado de algunos pormenores formara parte de laconjura.

Estuve en alguna que otra reunión donde Juan To-más Díaz, en las cuales se tocó el tema de la trama. Coin-cidí alguna que otra vez con Miguel Ángel Báez Díaz enlugares donde el tema de la conversación giró en torno a

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la conjura. A Pedro Livio Cedeño lo recuerdo esbozan-do planes para la realización del complot. Fui testigo dela misión de guardar las armas, confiada a Miguel ÁngelBissié.

No era la primera vez que Antonio de la Maza se en-frentaba al dictador. Siendo un adolescente, junto a Ma-rio, su hermano, y Arcadio Domínguez, un amigo de lafamilia, que era más que un familiar, había tenido un en-frentamiento a tiros con la guardia en Moca, en los comien-zos del régimen, al disolverse por la fuerza un mitin enfavor de don Federico Velásquez y Hernández. Hubo algu-nos guardias muertos y otros heridos. De las iras de Truji-llo lo salvó esa vez el general don Piro Estrella —Papá deSalvador y César Estrella— quien quería a Antonio comoa un hijo. La muerte de su hermano Octavio fue un agra-vio que llevaba en lo más hondo de su corazón.

Dejamos a un testigo presencial la narración de estoshechos. Su historia tiene el atractivo de un relato de sus-penso. Oigámosle.

“La inconformidad de la familia de Octavio de la Mazatomó en su hermano Antonio una forma manifiestamenteagresiva. Para acallar su indignación y probablementepara satisfacer sus propios escrúpulos, Trujillo hizo citara su despacho a Antonio de la Maza y lo recibió con mues-tras de cordialidad y estudiada cortesía. Ambos hombrespermanecieron solos por espacio de más de 20 minutosen el despacho de Trujillo, en el Palacio Nacional. Al fi-nal de la entrevista, Trujillo hizo llamar a su despacho alseñor Luis Rodríguez Bergés, a quien instruyó para queconcertara con Antonio de la Maza un contrato para laconstrucción de los caminos carreteros Capotillo —Altode la Paloma y Restauración— Villa Anacaona a los Co-rozos, y para que se le hiciera el avance correspondiente.

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Antes de que concluyera esa entrevista, la cual no dejó deproducir inquietud en el seno de los encargados de la se-guridad personal de Trujillo así como de cuantos laborá-bamos en el Palacio Nacional como funcionarios cerca-nos al dictador, fui llamado por Trujillo para pedirme quemostrara a Antonio de la Maza las particularidades másseñaladas del expediente relativo al presunto suicidio desu hermano.

En compañía de Antonio de la Maza —prosigue elrelato— me dirigí entonces a mi propio despacho y puseen sus manos el expediente completo sobre la muerte deGerard Murphy y el suicidio de Octavio de la Maza. Dela conversación de Antonio de la Maza deduje que el hom-bre, aparentemente sereno, no había creído lo que le ex-presó Trujillo durante la entrevista que habían celebradominutos antes. Su forma de hojear el expediente y la son-risa entre triste y amarga con que subrayó sus palabras aldespedirse, dejaron en mi ánimo la impresión de que eldrama que había costado la vida a Gerard Murphy y aOctavio de la Maza no había aun concluido. El dineroque recibió Antonio de la Maza de manos del señor LuisRodríguez Bergés, le sirvió para recrudecer el dolor quele provocó la muerte de su hermano en condiciones omi-nosas e inicuas y para avivar más la llama de la indigna-ción que ya ardía en su pecho”.

Y continúa el testigo presencial: “Sabía, sin duda,quién había sido el culpable de la muerte de su hermano,pero no tenía a su alcance los medios necesarios paravengar aquella iniquidad. La idea de un complot paraeliminar físicamente a Trujillo debió germinar entoncesen la mente y en el corazón de este hombre injustamenteagraviado, herido en lo más hondo y en lo más delicadode sus sentimientos fraternales. Su acercamiento a otros

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personajes que también habían recibido del dictador agra-vios de consideración, aunque mucho menos graves quelos que recibió Antonio de la Maza, lo puso en el caminodel tiranicidio”.

El testigo que estas cosas escribe es el Dr. Joaquín Ba-laguer, en su obra La palabra encadenada, y el relato formaparte del capítulo que se titula “El comienzo del fin”.

Como he dicho, pude enterarme, sin buscarlo ni que-rerlo —y a veces contra mi voluntad— de diversos pla-nes para terminar con el trujillato. Uno de ellos era se-cuestrar al dictador para llevarlo a una casa desocupadade Juan Tomás Díaz preparada al efecto. Una vez allí, sepensaba amarrar el hombre “como un andullo”, según laexpresión de uno del grupo, y hacer que comenzara a darórdenes para desmantelar la organización. Otro planconsistía en aprovechar uno de los viajes del dictador alinterior del país y hacer que un camión tanque lleno degasolina se le fuera adelante. En el momento oportuno,mediante un dispositivo, se abriría la espita de la gasolinay se le prendería fuego. Era una acción suicida, ya que nohabía forma de impedir que el conductor del camión sequemara. El plan fue desechado por poco seguro.

Uno o dos meses antes de finalizar el 1960 y en losprimeros del 1961, Antonio de la Maza, en compañía desu fiel chofer Gumarra (Luis Pedro Taveras Liz), otras enla de sus hermanos Ernesto y Mario, estuvo al acecho deTrujillo en distintos sitios. Hubo otros planes más quefueron abandonados después de estudiados por no tenerun margen suficiente de probabilidades de éxito.

La conspiración tomó un rumbo más definido cuandoal grupo se le integra el teniente Amado García Guerreroy Miguel Ángel Báez Díaz hace un contacto más estre-cho con los conjurados. Son ellos los que dan informes

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precisos sobre el carro usado por Trujillo para trasladarsea San Cristóbal, el cual no tenía ninguna señal especial,así como los días en que hacía los viajes y por cuáles víastomaba la autopista que lo llevaría a su destino.

Y así, la noche del 30 de mayo, cuando el grupo impa-ciente pensaba que todo sería un intento más, sin conse-cuencias de ninguna clase, dada la tardanza en aparecerel carro objeto de la acechanza, llegó Miguel Ángel BáezDíaz para asegurar que el hombre sí iría más tarde, queno se retiraran. Es la información precisa y final para laconsecución del ajusticiamiento. A la espera, contandocon que el hecho se realizaría al día siguiente 31, que caíamiércoles, como era lo habitual, estaban, en La Vega, Er-nesto de la Maza; en Moca, Mario de la Maza, Tunti Cá-ceres Michel y Antonio García Vásquez.

La Fundación 30 de Mayo que preside con dinamis-mo y entusiasmo característicos el amigo Tomás BáezDíaz, está empeñada en determinar, mediante una rigu-rosa depuración, quiénes inciden en el hecho del 30 deMayo, aparte del Dr. Antonio García Vásquez, don Mi-guel Ángel Bissié y el Ing. Manuel de Ovín Filpo.

Pero mención especial debe ser hecha esta noche, devarios mocanos que de una u otra manera se vieron en-vueltos en los sucesos. Aparte de Antonio de la Maza,fueron cruelmente asesinados sus hermanos Mario, Er-nesto, Pablo y Bolívar de la Maza, a manos de familiaresde Trujillo. Don Vicente de la Maza, padre de Antonio,fue torturado y salvó su vida milagrosamente por la acti-tud responsable del Dr. Fabio Rodríguez, quien a la sa-zón era procurador fiscal del Distrito Nacional.

Todas las hijas de don Vicente fueron hechas prisio-neras por más de cuatro meses, sufriendo vejámenes y

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humillaciones, junto a las esposas e hijos de los demásconjurados. Bienvenido de la Maza, el hijo menor de donVicente, con más o menos 12 años de edad, también fuehecho preso. El chofer de Antonio de la Maza, Gumarra,y el hermano de Antonio García Vásquez, Bienvenido,fueron salvajemente torturados, soportando el dolor delas torturas con un estoicismo que asombra, ya que nopudieron sacarles ningún tipo de información, no obs-tante lo enterados que estaban ellos de los detalles de laconspiración.

Otros que deben ser mencionados son los hermanosDanilo y Reynaldo Rodríguez, quienes con riesgo de susvidas, prepararon en su taller de mecánica en Moca, de-bajo de la guagüita Opel de Antonio García Vásquez, uncompartimiento para guardar las armas. Hubo que pres-cindir del mismo en razón de que, en uno de los viajes deGarcía Vásquez a la Capital, se le explotó una goma cer-ca del puesto de guardia de La Cumbre, en la carreteraDuarte. El depósito con las armas estuvo a punto de serdescubierto por la solícita insistencia de unos soldadosque querían ayudar a Antonio a cambiar la goma.

El doctor Generoso Fernández Molina, amigo de lainfancia de Antonio de la Maza, acompañó a éste en va-rias gestiones del complot y fue una de las personas conquienes Antonio habló después de ser realizado el hecho.Una de las diligencias realizadas por ellos fue la de man-dar a hacer una caja para guardar las armas, de acuerdo aespecificaciones dadas por Manuel de Ovín Filpo. La cosaestuvo al complicarse cuando uno de los obreros de la Ferre-tería Americana, donde la caja se confeccionaba, expre-só en voz alta que era para guardar armas. Hubo necesi-dad de explicar, para la buena información de todos los

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presentes, que se trataba de una caja que sería utilizadapara traer una pieza del aserradero que Antonio tenía enla frontera, la cual, si no se traía con cuidado, podría su-frir daños irreparables.

Recuerdo a Lothar (Boncho) Schott Michel. Se mepresentó un día viniendo de Moca en mi oficina de LaVega. Después de un breve saludo me dijo que había tra-tado de localizar, inútilmente, primero en Moca y luegoen La Vega, a Antonio, a Mario o a Ernesto, para infor-marles de una situación que tenía que ver con el complot—la cual me explicó brevemente— que se había presen-tado en Moca y de la cual las autoridades estaban entera-das. Terminó diciéndome: Yo no sé nada ni quiero saber nada.Tú sabrás que hacer con lo que te he dicho. Y salió rápida-mente sin que yo pudiera hablar. Volví a verlo varios díasdespués y le dije que había transmitido su información.Me miró de la manera más inocente y me dijo que no sa-bía a lo que me refería. Fue cuanto.

30 DE MAYO DE 1961. La fecha —que pudo haber sido lade otro día cualquiera de los que en sus 31 años sirvieronpara combatir la tiranía trujillista— es todo un símbolo.Símbolo de gloria para los que soñaban ver un día el clarosol de la libertad iluminando nuestro suelo; símbolo de re-dención que se alza por encima de la sangre vertida poraquella juventud heroica que cayó en desigual lucha en lasmontañas; de los que cayeron en las calles frente a la fuer-za prepotente; de los sacrificados en las cárceles; de losque quedaron en dura agonía en las salas de torturas; de losque anónimamente fueron víctimas de aquellos accidentesy suicidios que fueron tan frecuentes durante el régimen.

Es también la fecha en que se hace realidad el deseode los que sólo atinaban a apretar los dientes en gesto deindignación que oscilaba entre la desesperación y la

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impotencia ante el aparato de terror institucional que eltirano ensoberbecido imponía en forma avasalladora y do-minante. Porque era una misma la carne, era uno mismoel desgarramiento, era una misma la angustia. En todosbullía, con esperanzada aspiración y en doloroso clamor,el mismo aliento redentor, aunque no se manifestara conidéntico espíritu de lucha.

Hay quienes, con asombrosa displicencia, pretendennegarle o restarle valor al hecho que la fecha implica. Seha dicho que la acción fue organizada por la CIA, que elgobierno de los Estados Unidos fue el que la auspició.Existe una obra que atribuye la desaparición de Trujillo aun aventurero mercenario inglés, especialista en este tipode faenas. Ciertamente, una documentación del Departa-mento de Estado de los Estados Unidos de América pu-blicada recientemente, da cuenta de que este gobierno te-nía un amplio conocimiento del complot y que habíaprometido ayudar al mismo mediante aporte de armas ymuniciones. El triunfo de Fidel Castro en Cuba y el pos-terior fracaso de Bahía de Cochinos, hizo que el gobiernoamericano actuara con reservas.

Pero lo cierto es que ningún compromiso que lastimarala soberanía nacional fue asumido por los conjurados. Lafalta de recursos para realizar los planes trazados, justifica-ba que se buscara ayuda en aquellos que podían darla. Noolvidemos que la situación imperante en el país repercutíaen el campo internacional. Para la mayoría, sino para latotalidad de los países de América Latina, así como para losEstados Unidos, Trujillo era ya una afrenta, una vergüenza,un peligro del que había que salir fuera como fuese.

Venezuela estaba en la vanguardia de la lucha antitru-jillista y ayudaba y amparaba manifiestamente a los exi-liados dominicanos. Esto no quiere decir que era ese país

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el que patrocinaba la lucha. Como tampoco fueron obrasde guatemaltecos, cubanos, costarricenses, o de otros paí-ses, los empeños de Cayo Confites, Luperón, Constanza,Maimón, Estero Hondo, aunque se contara con la ayudade esas naciones.

Recordemos que para la fecha en que tienen lugar lossucesos que culminan con el 30 de Mayo, no había repre-sentación diplomática en la República de países de estehemisferio, como consecuencia de las sanciones impues-tas por la OEA. Sólo estaba el consulado de los EstadosUnidos. Estábamos en un total aislamiento.

No quede ninguna duda: el 30 de Mayo es obra dedominicanos que actuaron sin fines ulteriores.

Roberto Pastoriza Neret, Huáscar Tejeda, Amado Gar-cía Guerrero, Miguel Ángel Báez Díaz, Tunti CáceresMichel, Pedro Livio Cedeño, Salvador Estrella Sadhalá,Modesto Díaz, Juan Tomás Díaz, Antonio de la Mazasacrificaron sus vidas en aras de un ideal. Junto a Anto-nio Imbert Barrera, Luis Amiama Tió, y a aquellos parti-cipantes que modestamente han ido apareciendo y cuyoreconocimiento se hará de manera oficial por la Funda-ción 30 de Mayo en momento oportuno, nadie puede re-procharles componendas políticas que pudieran compro-meter el país.

Si documento hay que pueda crear confusión, ésta seaclara ante los hechos, que es cuando las cosas valen. Losdocumentos sirven para hacer la historia, pero no son lahistoria.

La fecha tiene la jerarquía histórica de una epopeya.Está impregnada de la obstinación heroica de los que enella intervinieron. Con ella se abren nuevos panoramas ysurgen otros caminos para el país. Se levanta un clamorde más definidas palabras y a la luz de otros dogmas se

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recompone el ritmo de viejos sueños, perdidos en leja-nías que parecían inalcanzables. Son voces de más áspe-ro acento pero que encierran encendidas esperanzas.

Y ya que de Moca hemos hablado y que de su cente-nario se trata, no olvidemos que junto al valor y a la auda-cia que le dan a Moca su sello particular, están también lahidalguía y cultura de sus habitantes, unidos a la prover-bial belleza de sus mujeres.

Es este un rasgo que destaca Samuel Hazard en suobra Santo Domingo: su pasado y su presente. Viajero in-cansable, visitó el país en 1870. Tanto Haití como SantoDomingo. Y la crónica de sus viajes es una lectura fasci-nante. Al llegar a Moca, después de describirla, alabarsu clima, la presentación de sus habitantes, su hospitali-dad, nos dice: Nos sorprendió mucho hallar no solo casascon dos pisos en la ciudad, sino incluso algunas que teníanbuhardillas, un nivel de civilización con el que todavía no noshabíamos encontrado en toda la isla. Y agrega: Puedo tam-bién decir que aquí vimos la primera mujer realmente hermo-sa del viaje, y la visión de las muchachas adorables en una delas ventanas esquineras, con sus complexiones morenas, meji-llas sonrosadas, ojos maravillosos y abundante cabello negro,fue demasiado para algunos de nosotros, que poniéndonos alos pies de las jóvenes, fuimos recompensados por sus graciosassonrisas y gracias.

La cuestión, pues, no es simple tradición. Es una rea-lidad. Es algo que también, como dijimos antes, desdelos tiempos viene y en los tiempos permanece. Es el em-brujo de las mocanas. Ese hechizo que produce una espe-cie de encantamiento en todos los que lo sufren. Algoextraordinario que no puede negarse. Yo puedo atestiguar-lo. Yo puedo dar fe cierta de su existencia. Yo puedo de-cirlo sin vacilaciones: yo he sido una de sus víctimas”.

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22. ANTONIO ROSARIO

Antonio Rosario, abogado mocano, está casado con Dul-ce de la Maza Vásquez, hermana de Antonio de la Maza.Antonio Rosario, aunque no formaba parte activa de laconspiración, era tenido como persona de extrema con-fianza del grupo de Moca y, una vez desaparecido el dic-tador, eventualmente asumiría papeles significativos deapoyo al grupo del 30 de Mayo.

En una charla pronunciada ante la Asociación deMocanos Residentes en Santo Domingo, en noviembrede 1995, Antonio Rosario enfoca el asesinato de Octaviode la Maza (Tavito) por parte de la maquinaria de terrortrujillista, como una de las motivaciones que indujo a lafamilia de la Maza a participar en el tiranicidio, pero ésafue simplemente una mecha que se encendió y ayudó aconcretar la determinación de acabar con aquel mundode terror e irrespeto que dirigía el sátrapa. Hubo otrasmotivaciones, y el factor común fue poner término a laaniquilación de las libertades ciudadanas y recrear un sis-tema democrático y de respeto a los individuos y a lasfamilias.

Antonio Rosario es testigo de excepción de la ideade escribir una proclama, que es prueba fehaciente de laexistencia de un plan político. Antonio García Vásquez

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le pidió a su amigo Rosario, en nombre de Antonio de laMaza y Juan Tomás Díaz, que la escribiera.

A continuación, reproducimos el texto de dicha char-la, que resume el conocimiento que tenía sobre la gestadel 30 de Mayo.

CHARLA DE ANTONIO ROSARIO

“El tema bien sugestivo de Moca y el 30 de Mayo nosretiene esta noche a los mocanos residentes en SantoDomingo. El 30 de Mayo, como fecha histórica que mar-ca un cambio de frente en los destinos de nuestra nación,se produce con la intención de parar en seco el pesarosocamino de la tierra dominicana, hundida en un abismo desufrimientos que parecían no tener fin.

Tiene su punto de partida en el crimen injustificablecontra Octavio de la Maza, perpetrado cruelmente por latiranía de Trujillo para quitarse de encima una seria acu-sación y una investigación profunda que hacía la pode-rosa nación del norte sobre la muerte de un joven piloto,que cometió el error de ponerse al servicio de la tiraníay aceptar en cambio una posición remunerada en nues-tro país.

Con efecto, cuando decidió regresar a su país por eltemor que le inspiraba sentirse vigilado y perseguido, apa-rentemente escribió su sentencia de muerte. Al tratar deesclarecer el hecho las autoridades diplomáticas norte-americanas, se busca que Octavio de la Maza se haga car-go del crimen de la desaparición de ese joven norteameri-cano. Pero Octavio de la Maza puso su dignidad y su honorpor encima de todo y no estuvo en ningún momento en

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disposición de asumir responsabilidad por un hecho queno cometió y que por tanto no debía ponerse sobre sushombros.

Recuerdo al Juez de Instrucción que fue apoderadodel caso de la desaparición del joven norteamericano, eldoctor Federico Cabral Noboa, quien me interrogó y lue-go de yo prestar mi declaración me dijo: Tienes un cuñadode un valor y una entereza que tienen muy pocos hombres eneste país. Han querido obligarlo a que se declare culpable deuna muerte que él no cometió, y se pronunció y dijo palabrasque sólo un hombre valiente y de honor es capaz de decir.

Lo sacrificaron sin piedad en una celda de torturas delPalacio de la Policía en esta ciudad y luego en horas de lamadrugada dejaron su cadáver abandonado en la galeríade la entrada a su residencia. Era el 7 de enero de 1957.Sus familiares, Antonio de la Maza a la cabeza, dispusie-ron proceder al sepelio en el cementerio de la ciudad deMoca, hasta donde fueron sus restos acompañados poruna multitud de adoloridos compueblanos. En el velato-rio que tuvo lugar en la casa de su hermana mayor se vie-ron rostros muy compungidos de amigos de la familia enduelo, quienes aun siendo muchos de ellos desde hacíaaños serviles al régimen de Trujillo, no podían menos quereconocer que esa muerte había sido un crimen grosero,sin razón de ser, que no se justificaba de ninguna maneray de una u otra forma discretamente daban a entender quetarde o temprano Trujillo pagaría con su vida el error co-metido con ese crimen.

Momentos antes de la hora fijada para el sepelio, quese había demorado a solicitud de autoridades diplomáti-cas y consulares norteamericanas, quienes ya habían vis-to a la persona sacrificada en una celda del Palacio de la

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Policía en Santo Domingo y querían verificar si se tratabade la misma persona que se les había presentado comoOctavio de la Maza, se apersonaron a la casa mortuoriados funcionarios de la Embajada Norteamericana: el se-ñor cónsul y un secretario de la Embajada, quienes res-pondían a los nombres de Harry Lofton y Robert Alien.Hablaron muy poco; oyeron a la joven viuda, hecha unmar de llantos, decir que su esposo era un hombre de ho-nor y que los hombres de honor no se suicidan: les mos-tró las señales de las torturas a que había sido sometida lavíctima para causarle la muerte, de lo que indudablemen-te debieron quedar convencidos los diplomáticos extran-jeros, quienes cruzaron luego hasta la casa de enfrente,donde vivía Antonio de la Maza, a quien le expresaron supésame por la muerte de su hermano, con ruegos de ex-tender el pésame a toda la familia. Luego en un intercam-bio de frases expresivas preguntaron qué pensaba el pue-blo que tan tristemente asistía en esos momentos alvelatorio.

Antonio no respondió. Yo intervine para decirles queel pueblo pensaba lo mismo que ellos estaban pensando.Me preguntaron, que qué pensaba yo. Lo mismo que us-tedes piensan, le respondí. En inglés entendido se dice:“understood”. Y a manera de pregunta, les dije —¿Un-derstood?— Y me contestaron: Understood.

Había, pues, una cabal comprensión sobre la muertedel joven hermano de Antonio. Mientras las autoridadesdominicanas pretendían explicar la muerte afirmando quese trataba de un suicidio, para los diplomáticos y los fa-miliares y amigos se trataba de un vulgar asesinato. Erauna de las fórmulas que se usaban en los años terribles dela agobiante dictadura de Trujillo, sobre todo en los años

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finales: cometer un crimen para tapar otro crimen. Amodo de ejemplo, llamo su atención sobre los casos si-guientes: A) Secuestro y muerte de Jesús de Galíndez,profesor vasco de la Universidad de Columbia, quienhabía vivido varios años en la República Dominicana,como consecuencia del exilio que se produce masivamen-te por la guerra civil española. Para lograr el secuestro seutiliza al piloto norteamericano Gerard Lester Murphy, aquien para seguirle sus pasos, y tenerlo en la mira, se leasignó trabajo en la Compañía Dominicana de Aviación.B) Asesinato y desaparición de Murphy, para esconder laspruebas relacionadas, con el caso del profesor Galíndez.C) Asesinato en una celda del Palacio del la Policía, delpiloto Octavio de la Maza, para encubrir el crimen cometi-do contra Murphy, cuando éste, preocupado por la vigilan-cia desatada contra él, decide regresar a su país, lo que ad-vierten los servicios de la tiranía por avisos publicados enel periódico El Caribe ofreciendo en venta su vehículo demotor, sus muebles y el apartamento donde residía.

Sereno, impasible, callado, desde ese día 7 de enerode 1957, Antonio de la Maza comenzó a alimentar el plande no dejar impune la muerte de su hermano Octavio,cariñosamente llamado por sus amigos y familiares, Ta-vito. No como algunos tal vez han pensado, en el senti-do de que su actitud significaba un acto de venganza enproceso, éste era un plan encaminado a devolverle al pue-blo dominicano su libertad, y de procurar que se implan-tara para siempre un régimen de democracia, de respeto ala dignidad de las familias y de garantía de los derechoshumanos.

Suma a ese propósito el coraje de toda la familia, desu padre, que estaba fuera del país en viaje de salud, pero,

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que al regresar comprende la justicia de las intencionesde Antonio y, lejos de desalentarlo, le ofrece su solidari-dad y estimulo. Es la actitud de un anciano honorable cuyavida fue siempre ejemplo de virtud y de respeto a los de-más. Veterano de la gesta del 26 de julio de 1899, el másjoven conjurado del tiranicidio contra Ulises Heureaux,don Vicente ve cómo, a través, de casi 60 años, la historiadebe repetirse para devolverle la dignidad no a su familiasolamente, sino a su pueblo, ultrajado y humillado por eltristemente célebre “Chacal de San Cristóbal”.

Después de incorporar a don Vicente al noble propó-sito liberador, Antonio entra en relaciones con un amigo,profesor y técnico llegado de España, quien le expresó suafecto y simpatía entrañable desde que se conocieron ytrabaron una amistad que se mantiene a través del recuer-do y aún queda hasta la fecha en la admiración que a lamemoria de Antonio le profesa ese técnico que respondeal nombre de Miguel Ángel Bissié, de valor espartano, deun temple recio, de absoluta discreción y sin titubeos deninguna clase. ¿Qué hizo este fiel amigo? Nada más y nadamenos que recortar el cañón de las escopetas que se usa-ron para cometer el tiranicidio la noche del 30 de mayode 1961 y evitar que los agentes de seguridad de Trujilloadvirtieran la presencia de esas armas en el recorrido quemuchas veces tuvieron que hacer, pues fue más de unavez que se trató de consumar la acción.

Como en la gesta del 26 de Julio de 1899 hubo un ben-jamín, que lo fue don Vicente de la Maza, a la razón unadolescente menor de edad, para la gesta gloriosa del 30de Mayo hubo también un adolescente vinculado a Anto-nio de la Maza por lazos de familia, a quien Antonio que-ría como a un hijo, y quien quería a Antonio como a un

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padre. Me refiero al benjamín del grupo, a Luis ManuelCáceres Michel, el inolvidable Tunti. Joven caballero decarga y de silla, querido por toda la juventud de su época,sin ambiciones de poder ni de riqueza. Únicamente conla ambición o el afán de alcanzar un lugar en la historia desu pueblo, por su aporte decisivo a la lucha por la liber-tad. Como Tunti y los hermanos de la Maza son parte deuna misma familia, podemos decir que a través de unaparábola, que en el transcurso del tiempo se marca condoce lustros, una familia ilustre por su compromiso conla libertad cumple una vocación de sacrificio sublimepara seguir la ruta luminosa que le trazara su progenitoren la jornada auroral del 26 de julio de 1899. Don Vi-cente de la Maza marcó el rumbo que siguen sus descen-dientes: Antonio, Mario, Ernesto, Pirolo, Bolívar; sacrifi-cados sin piedad.

Yo recuerdo las frases emocionantes de mi compadre,el doctor Pedro Manuel Guzmán, pronunciadas en el cam-posanto de Moca, en ocasión de un homenaje a los hom-bres que Moca aportó sin regateos al 30 de Mayo. Dijo,en la ocasión a que me refiero, que desde el camposantosubirá hasta el cielo el incienso de una emocionada ora-ción en memoria de Antonio de la Maza, el héroe que nodebió morir después de la victoria, de Octavio, de Ernes-to, de Mario, de Bolívar, de Pirolo y de Tunti.

Después de integrar el aporte en recursos humanos deMoca al grupo formidable y extraordinariamente valien-te, para completar los recursos que a su juicio se necesita-ban para dar culminación al plan que se había proyecta-do, Antonio de la Maza se dio a la tarea de hacer loscontactos de lugar, para hacer con el aporte de los amigosque se fueron integrando, un grupo de conjurados muy

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significativos, identificados con un noble propósito: el deredimir a su pueblo de la ignominia de un régimen de te-rror. Estaban dispuestos esos hombres a cumplir sus ob-jetivos. Mientras tanto, el servilismo que hacía confundir atantos dominicanos con la idea de que el trujillismo eraeterno, seguía arrodillado a los pies del sátrapa. No obs-tante los crímenes que a diario se cometían, con frecuenciase seguía prendiendo el sahumerio de la adulación al “Jefe”.

Recuerdo, para completar mis remembranzas sobreel tema, dos pasajes de mi vida: el primero, que con moti-vo de un acto de celebración del 27 de Febrero, aniversa-rio de la independencia nacional, de alguna manera supeque mi nombre se había incluido entre los oradores de unacto a celebrarse en los salones del Ayuntamiento deMoca, y me escondí con la intención de aparecer despuésdel acto. Antonio buscó la manera de localizarme y enefecto me localizó y me persuadió a preparar el discursoque se ponía a mi cargo. Para sazonar el tema, conscientede la tarea en que él estaba comprometido y confiado enel éxito de su empeño, me dijo: No te preocupes, que ése seráun discurso póstumo— queriendo significar que después de esediscurso ya le llegaría su hora final a Trujillo.

El otro pasaje tiene relación con el plan de acción. Élsolicitaba el concurso de los amigos de Santo Domingo,que además de su apoyo y simpatía, ofrecían al proyectoen gestación ayuda material. Y una noche, en comenta-rios sobre el tema que hacía con frecuencia, estando en lacasa de don Vicente expresó: Estoy esperando la ayuda deamigos de la Capital. Pero si la ayuda no se materializa, si nocuaja, si no llega a tiempo, esto no me va a detener. El “Jefe”viene para Moca, en visita con motivo de los recorridos que estáhaciendo por toda la República. Y en ocasión de la visita a Moca

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habrá un desfile de caballería frente al Palacio del Ayuntamiento.Yo voy a participar en el desfile y en el momento de pasar frentea la tribuna, me le voy encima al “Jefe” y le voy a abrir fuego.La visita del Jefe estaba supuesta a realizarse el sábadode la misma semana en que tuvo lugar el ajusticiamientodel dictador. Para los actos que se preparaban en honordel sátrapa una comisión se encargaba de recoger los apor-tes económicos. En lo que a mí se refiere, consciente comoestaba yo de lo que podía ocurrir en cualquier momento,nunca entregué mi aporte.

Yo no sé si el plan suicida de Antonio de la Maza de-bía dar resultado óptimo a quien lo concebía, pero lo ciertoes que el plan así expuesto nos deja saber cuál era la acti-tud de su autor. Era una cita inevitable con la gloria, unacita con el honor y con la dignidad de sus conciudadanos,para rescatar el derecho de todos los dominicanos a serlibres. Los hechos no salieron a la perfección, pero lo prin-cipal se logró. Y el más dispuesto del grupo de mocanosaportó el sacrificio de su vida y de las vidas de sus herma-nos, pero estoy seguro que al rendir tributo a la tierra porla que se sacrificó, lo hizo con la satisfacción de haberconvertido en realidad sus propósitos, que era obsesiónpermanente en sus pensamientos. No tenía aspiracionespolíticas. Algunas veces hablaba de política, pero no seapreciaba en su conversación ninguna aspiración perso-nal en ese campo.

En el año 1961, yo era miembro del Club Rotario deMoca, con una actividad intensa, que me podía llevar hastala presidencia de la institución. En el sistema de los rota-rios es una preocupación de todo miembro de un club, al-canzar lo que se llama un cien por ciento de asistencia. Yotenía ese cien por ciento de asistencia desde hacía algunos

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años. Por cierto que perdí la complacencia de una asis-tencia ininterrumpida, cuando a raíz del acontecimientomayúsculo del 30 de mayo de 1961, estuve preso y quie-nes llevaban el control no tomaron en cuenta que una cau-sa de fuerza mayor interrumpió mi record, lo que me pro-dujo un desencanto que me llevó a abandonar las filas dela institución que tiene como lema “dar de sí antes quepensar en sí”.

También era miembro muy distinguido del mismoClub Rotario de Moca, mi colega y amigo el doctor Anto-nio García Vásquez, querido compañero de estudios des-de los años mozos. Desde los tiempos de las serenatasofrecidas con Juan Lockward y Farolito Gómez. Las se-siones del Club Rotario de Moca se celebraban todos losmartes por la noche. Una noche de sesión, antes o des-pués de la cena de rigor, se me acercó Antonio GarcíaVásquez y me dijo que quería hablar conmigo en un apar-te discreto, acerca de un asunto de interés. Hicimos elaparte y me dejó saber, como encargo o encomienda deAntonio de la Maza y Juan Tomás Díaz, con quienes élhabía estado en la Capital, adonde casi todas las semanasviajaba junto con otros amigos y familiares o allegados,que ellos me solicitaban redactar una proclama o mani-fiesto participándole al pueblo dominicano que las cade-nas de la opresión con que había estado sometido a unaférrea tiranía, habían sido rotas, como consecuencia deun atentado contra el señor de horca y cuchillo que du-rante casi 31 años había sometido sin piedad a todos losdominicanos, quien había caído ajusticiado por un grupode valientes, de los llamados de pelo en pecho; que ha-bían tenido éxito en el empeño de devolvernos el dere-cho a ser un pueblo libre y soberano, dueño de su propio

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destino; que con motivo del éxito del atentado se iniciabauna nueva etapa en la vida del pueblo dominicano, unaetapa en la que habrían de florecer la libertad y la demo-cracia, abiertas al nacimiento de nuevos partidos políti-cos, de iniciativas y de actividades propias de un régimende derecho; que los derechos del pueblo en un sistemademocrático se le devolverían a todos los dominicanos,pues ninguno de los comprometidos en la acción libera-dora abrigaba la intención nefasta de seguir el ejemplodespótico del tirano abatido por los conjurados.

Hablar esas cosas en esa época, estando vivo el lla-mado “Jefe” Ilustre, como se le llamaba al dictador quedesde el año 1930 era el gobernante único del país y amoy señor de todos los dominicanos, era para que a quien sele hacía llegar el mensaje que yo recibí durante la sesiónrotaria de Moca se le erizaran los pelos y temblara de mie-do o de terror. Ni al amigo Antonio García Vásquez, ni amí se nos erizaron los pelos. Yo sabía que Antonio Gar-cía estaba casado con una hermana de la esposa de Anto-nio de la Maza. Sabía también que un hermano de Anto-nio García estaba casado con una hija de Juan TomásDíaz, quien había caído en desgracia con Trujillo cuandose negó a torturar y masacrar a los gloriosos expediciona-rios de Constanza, Maimón y Estero Hondo, en la román-tica aventura del 14 de junio de 1959.

Yo sabía, además, que los dos Antonios estaban com-prometidos con un grupo de valientes que tenían el propó-sito de ahorrarle a los dominicanos más días de sufrimien-to y de dolor, a manos del verdugo que desde hacía más detreinta años ejercía un poder absoluto que lo había llevadoa concebir la República Dominicana como una gran fincay a sus habitantes como los peones de esa gran finca.

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¿Cuál fue mi reacción al oír al compueblano, tocayo,colega y amigo, que por la naturaleza del mensaje queme hacía llegar yo tenía que comprender que era uno delos comprometidos en el plan que habría de culminar lanoche del 30 de mayo de 1961? Con la mayor serenidady sangre fría, busqué el momento de decirle a AntonioGarcía que yo no estaba en ánimo de preparar el mensa-je al pueblo que se me pedía. Que no le negaba mi co-operación al grupo de los conjurados, pero que para ha-cer el manifiesto y por razones de seguridad y deprudencia, debía producirse primero la muerte del ge-neralísimo. Que después de la muerte de Trujillo, en casode tener éxito el plan, ya que tantos planes habían fraca-sado, se podía contar conmigo para cualquier labor decarácter intelectual.

Fui uno más de los jóvenes profesionales pertenecien-tes a generaciones frustradas, a quienes se les inoculó laidea de que la llamada Era de Trujillo era eterna, con to-das las privaciones y limitaciones a que se sometían losjóvenes, con la idea de que era positiva una etapa de lavida dominicana en la que hasta oír una estación de radiode Cuba o de Puerto Rico era, más que un pecado, ungrave delito. Y hablo con conciencia de lo que digo. Conefecto, a raíz de mi graduación como abogado, se me ocu-rrió decir en un discurso pronunciado en el local del Par-tido Dominicano —ay de quien se atreviera a negarse ahablar si se le encargaba decir una conferencia o discur-so— que Cuba destilaba el veneno de los Borgia a travésde los micrófonos de la emisora CMQ, pagando muy mal,con odio y con rencor el precio de la libertad que le di-mos en el machete heroico de Máximo Gómez, en la lu-cha por la independencia de la hermana Antilla.

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Esa retórica afirmación, que era más o menos un jue-go de palabras, con intenciones de lirismo infecundo, diolugar a una investigación, para averiguar si yo era dado aoír estaciones de radio de Cuba.

Cuando unos días después de aquella noche del ClubRotario de Moca se produjo la muerte de Trujillo, los es-birros de la tiranía comenzaron a reducir a prisión a losfamiliares y allegados de Antonio de la Maza y de JuanTomás Díaz. Uno de los primeros familiares o allegadosde Antonio en ser apresado, para ser llevado a la Cárcel-Fortaleza de Moca primero, a la cárcel de La Vega des-pués y luego a la tristemente célebre cárcel de “La 40” enSanto Domingo, o de la Aviación, convertidos en centrosde terror, de muerte y de tortura, fui yo. Por cierto, tambiénfue reducido a prisión Antonio García Vásquez, quien aun-que había estado activo participando en varias reunionesdel grupo del 30 de Mayo, dio la casualidad de que la no-che del ajusticiamiento de Trujillo no estuvo presente enlos hechos de la gesta gloriosa y fue a parar a la cárcel deLa Vega, junto con Miguel Ángel Michel y conmigo.

En esa cárcel de La Vega, la noche del 31 de mayoestábamos cientos de mocanos y veganos, amigos y fami-liares de Antonio de la Maza y de Juan Tomás Díaz, quienhabía sido comandante militar. Antonio García consumióparte del tiempo pelando unas cuantas naranjas que yo nosé donde las consiguió para repartirlas en gajos entre losque estábamos en la celda. Para recordar parte de las vi-vencias de esa noche del 31 de mayo, quiero decirles queun vegano compañero de celda se me acercó, ya al des-puntar el día primero de junio, y me dijo lo siguiente: di-cen que Antonio y Juan Tomás se lambieron al jefe, si eso esverdad, no importa que estemos pasando tantas dificultades aquí

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en esta cárcel. Cárcel de la cual en horas de la noche saca-ron a Mario de la Maza y a Bolívar de la Maza, hermanosde Antonio, sacrificados cobardemente por Petán Truji-llo, quien se había adueñado en la zona de las operacio-nes de terror que siguieron al ajusticiamiento de Trujillo.Cuando llamaron a Mario los guardias de la Fortaleza deLa Vega, Mario se puso a disposición de los carcelerosque lo llamaban, luego volvieron a la puerta de la celda,hablo del 31 de mayo por la noche, y llamaron al otro dela Maza, al de la Maza joven, a Bolívar, y respondió Bolí-var. A ambos se los tragó la noche de la eternidad, paraque nunca más se supiera dónde fueron acribillados porlos esbirros de la tiranía, ni dónde quedaron sus restos.

De otro hermano, de Ernesto, no se supo nada en lacárcel de La Vega, pues cuando fue hecho preso la ma-drugada del 31 de mayo, no lo llevaron a la Fortaleza deLa Vega, sino a la famosa “La 40” de Santo Domingo,donde tantos muchachos de la juventud gloriosa del 14de Junio ya habían sido masacrados. Se supo de Ernesto,o de su triste destino, algunos días después, cuando el cho-fer de Antonio de la Maza, amistosamente conocido comoGumarra, ejemplo extraordinario de lealtad y de discre-ción, nos dejó saber que vio morir a Ernesto, víctima delas torturas que sufrió en “La 40”, a las que, aunque teníauna fuerte anatomía, no pudo resistir. Tan terribles fue-ron los azotes a que lo sometieron sus carceleros, quienescon él y con otros detenidos hacían méritos y ganabanrayas a quien más azotes infligiera a los infortunados ajus-ticiadores del déspota de San Cristóbal.

Es el caso que yo he preguntado desde entonces:¿Cuál habría sido mi destino si yo hubiese cometido la in-genuidad de preparar antes de tiempo el mensaje que se me

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pidió para anunciarle al pueblo dominicano una era de de-mocracia y de libertad? Con el saqueo y la búsqueda dedocumentos entre los papeles de Antonio y Juan Tomás,también se produjo el saqueo de mi oficina y de mi casa.Evidentemente que la prueba de mi conducta, identificadocon los ideales del grupo redentor, habría quedado al des-cubierto. Aunque no dejé complacidos a mis dos amigos nia su ilustre intermediario, el inolvidable Antonio GarcíaVásquez, quienes en un primer momento quizás pudieronhaberse quedado sentidos por mi negativa, yo creía y hastael día de hoy creo, que adopté una actitud sensata.

Estando en la llamada cárcel de “El 9”, la madrugadadel 4 de junio, nos llamaron a Miguel Ángel Michel y amí, para decirnos que estábamos en libertad, que buscá-ramos nuestras ropas y que podíamos irnos. Por ser demadrugada no nos sentíamos muy a gusto con salir a esahora, pero si no salíamos también podría resultar peligro-so, pues había la posibilidad de que llegara otro mandóny ordenara fusilarnos en el ínterin. Miguel Ángel pensabaque quizás la idea de despacharnos era para ver si Anto-nio de la Maza trataba de hacer contacto con nosotros.

Cuando en esa madrugada de angustia yo buscaba miropa interior; la autoridad que dispuso que podíamos ir-nos, que podíamos salir de donde tanta silla eléctrica ytanto bastón eléctrico se le aplicó a los detenidos, me pre-guntó que qué pasaba que no acababa de vestirme y yo lecontesté que buscaba mi ropa interior. Me increpó de estamanera: Carajo, ¿y usted no se puede ir sin pantaloncillos? Yentonces no lo pensé dos veces.

Miguel Ángel y yo teníamos la preocupación de si nosmandaban a salir de la prisión con el fin siniestro de ulti-marnos esa madrugada, pero no fue así. La preocupación

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era válida, pues durante la Era de Trujillo muchos ciuda-danos fueron ultimados en calles, carreteras y caminos,sin que luego se supiera quiénes habían sido los autoresde las muertes.

Al salir a la carretera, lo refiero como chiste cruel,encontré en un bolsillo de mis pantalones un billete dediez dólares, que yo tenía desde que me hicieron preso lamadrugada del 31 de mayo en Moca. Para llegar a SantoDomingo, y en cada puesto de chequeo, los guardias nosinvestigaban, pues no llevábamos documentos de identi-ficación, hasta que llegamos a la casa de Bolívar Liriano,viejo amigo mocano, muy querido, quien nos recibió ynos atencionó muy cordialmente en su casa e hizo con-tacto con el chofer que nos condujo a Moca esa mismatarde. El querido y conocido Delfín Castillo (Divaneo)servicial, buen amigo y personaje de la historia de Moca,con quien para llegar hasta allí tuvimos que pasar la mis-ma odisea vivida en el trayecto de “El 9” de la AviaciónMilitar Dominicana a la ciudad de Santo Domingo.

Atrás quedó Dulce, presa junto a otros familiares delos hombres del 30 de Mayo, sobre quienes se dijo, parajustificar su prisión, que las autoridades los tenían protegi-dos de la ira del pueblo, justificación ridícula ante los orga-nismos internacionales que mostraban gran interés en lasuerte de los presos políticos y en preservar su integridadamenazada. Iba a juntarme con mis hijas Lilibet y Dulce-lín, quienes estaban mientras tanto al amparo de la mamáabuela, quien le prodigaba amorosa dedicación y cariño.

A mis compueblanos aquí reunidos esta noche, quie-ro recordarles que Moca es entrega, sacrificio y abnega-ción. Moca es la inmolación de muchos de sus mejoreshijos por muchas de las mejores causas de la República.

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Moca es el grito del 2 de mayo de 1861, contra la nefastaAnexión a España y contra los propósitos antinacionalesdel general Pedro Santana. Moca es el coronel José Con-treras, enfermo, ciego y pobremente apertrechado paradecir presente y entrar por las puertas del cadalso a loscaminos que llevan a la gloria y a la inmortalidad.

Moca es el hecho memorable del 26 de julio de 1899,que pone fin al oprobio de la dictadura de UlisesHeureaux, para que los fueros conculcados de los domi-nicanos renacieran dándole vida a una nueva etapa de li-bertades públicas. Moca es la presencia oportuna de mu-chos de sus hijos en la gesta inolvidable del 30 de Mayo,para poner fin a la más horrenda satrapía que registra lahistoria del continente americano y para hacer un axiomaindiscutible de la sentencia según la cual “el árbol de lalibertad se riega con sangre de tiranos”.

Sean mis últimas palabras para exhortar a la mocani-dad consciente a comprender que es motivo de orgullotener como hermanos en el origen a los héroes del 2 demayo de 1861, del 26 de julio de 1899 y del 30 de mayode 1961, cuyos nombres, que recogen las páginas de lahistoria, debemos llevar en el hondón de nuestros cora-zones por siempre y para siempre.

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23. LA CONSAGRACIÓN DEL MITODE LOS DOS ÚNICOS SOBREVIVIENTES

El aparato de represión de Trujillo, con su insistencia decapturar a los dos “fugitivos”, Imbert y Amiama, contri-buyó, sin quererlo, a que la historia de la gesta del 30 deMayo se escribiera distorsionada. Creada la situación, los“fugitivos”, los únicos dos no capturados, se convirtie-ron en los “dos únicos sobrevivientes”.

Así surgió un mito, que al mismo tiempo era una fala-cia. Mito que a lo largo de este libro se ha ido desmontan-do con los testimonios presentados.

Alguien podría preguntarse por qué razón las cosasno se aclararon en lo inmediato, en 1961, a la salida delos Trujillo o un poco después. La respuesta es que inten-tó hacerse, pero, por un lado, los testigos principales ha-bían desaparecido; por otro, cada día transcurrido era máscuesta arriba e indelicado atribuirse condiciones de parti-cipación en la gesta, sobre todo después de que a los “úni-cos sobrevivientes” se les rodeó del tratamiento especialde héroes nacionales y del grado militar de generales debrigada de por vida.

Haberlo hecho podía interpretarse como ansia de dis-frutar de posiciones de notoriedad y de privilegios, lo cualestaba muy lejos de la mente de otros participantes quetambién sobrevivieron.

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Por eso, entre otras cosas, se fue tejiendo el mito.Contribuyó, además, a que la historia se escribiera así,

el hecho cierto de que los “dos únicos sobrevivientes” noeran parte del núcleo central de la conspiración y, por tan-to, no conocían necesariamente la integración ni el papelde algunos de los conjurados, sin restar mérito alguno asu participación y a las agallas y valor que demostraroncon el solo hecho de enrolarse en la conjura y, en el casode Imbert, actuar directamente en el ajusticiamiento y, enel de Amiama, involucrar al propio secretario de las Fuer-zas Armadas con el riesgo que comportaba.

En realidad, Imbert fue captado o enrolado semanasantes del ajusticiamiento y no conocía los detalles de laconjura, ni jamás asistió a las reuniones de los líderes dela gesta. Formaba parte del núcleo de Salvador EstrellaSadhalá y fue propuesto por Antonio de la Maza.

En cuanto a Amiama Tió, su vinculación principal eracon Modesto y con Juan Tomás Díaz. Aunque tenía ma-yor conocimiento que Imbert y mayor tiempo participan-do en los preparativos del plan, hasta donde sabemos noformaba parte de las reuniones en las que se diseñaba elplan político y la acción. Su papel, sin duda relevante, seconcentró en garantizar el importante apoyo del generalJosé Román Fernández (Pupo).

Por eso, estamos conscientes de que a ninguno de losdos se le puede atribuir la omisión de los demás. En reali-dad, las circunstancias determinaron que, hasta hoy, lahistoria se escribiera así.

El hecho preciso para que la historia no se conocieraen su plenitud, fue la desaparición de los líderes del mo-vimiento, los únicos con conocimiento pleno de los de-talles de la conjura. Los testigos principales habían

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desaparecido. ¡Qué difícil resultaba, en esas circunstan-cias, explicar que había otros que habían sobrevivido!

Estas notas las preparo a 38 años del acontecimiento.Por tanto, no procuran generar nada material en favor delos olvidados.

Su generosidad fue tan inmensa que jamás pusieronen tela de juicio ni cuestionaron los reconocimientos yhomenajes bien ganados que se rendían a sus dos com-pañeros de gesta, a los “Únicos sobrevivientes”. Ni si-quiera porque el hecho del exclusivo “únicos sobrevivien-tes” los condenaba al olvido y desnaturalizaba la verdadhistórica.

Prefirieron intentar que se conociera la verdad, comoveremos más adelante, y se discutiera hacia el interiorde los involucrados. A esos fines, convocaron a la cele-bración de una mesa redonda cerrada. Mientras eso seplanteaba, que no se produjo nunca, prefirieron callarsu participación y contribuir a la grandeza de la gesta,puesto que estaban cargados de ideales y, si por satisfac-ción fuese, les bastaba comprobar que, de una manera uotra, habían contribuido al advenimiento de las liberta-des en el país.

Intentaron con decencia que en una mesa redonda ce-rrada, cada cual aportara su pedazo de conocimiento dela conjura, para poder unirla como se une un rompecabe-zas y ofrecer al país la verdad de la conspiración del 30de Mayo.

Pero fue inútil.Ya era tarde. Los acontecimientos habían desbordado

muchos corazones. Ya no era posible.Por eso, a 38 años, esa es la principal motivación de la

realización de este esfuerzo, como desagravio a quienes

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expusieron tanto; a quienes dieron contenido de alto vueloy de renunciamiento a la conjura; a quienes insistieron enque se trataba de una lucha por ideales, de que era preferi-ble ofrendar la vida a vivir sin libertad.

Por ellos, los olvidados, quienes solo aspiraron a reci-bir como recompensa la sonrisa espontánea y generosade sus compatriotas, sonrisa libre y sin ataduras despuésde aquel 30 de mayo.

Como dijimos, fueron los propios miembros de loscuerpos represivos de la tiranía trujillista los que contri-buyeron a tejer el mito de “los dos únicos sobrevivien-tes”, dado que les fue imposible identificar parte de loshilos del complot.

El aparato de terror concentró su furia en la búsquedadesesperada de aquellos que pensaban eran los dos úni-cos que se habían escapado, con el objetivo de ejercervenganza y asesinarlos, como hicieron posteriormente,el 18 de noviembre de 1961, con los mártires de Hacien-da María.

Así se desarrolló una campaña intensa, durante sema-nas y meses, a través de la radio, la televisión y la prensa,que fue formando en la mente de la gente la idea de quesólo quedaban dos fugitivos, los que luego serían los “dosúnicos sobrevivientes”.

Como consecuencia de eso, resultó natural que, al des-cabezarse la tiranía y formarse un gobierno provisionalcomo lo fue el del Consejo de Estado, los “dos únicossobrevivientes” reuniesen las más altas credenciales paraformar parte del mismo.

A finales de 1961 fue publicado un escrito que causóimpacto y conmoción en aquella sociedad de la época queestaba experimentando tantas nuevas emociones, teñidasde una fuerte carga de romanticismo.

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Ese escrito, una pieza magistral, constituía una loa altiranicidio, una justificación avalada en citas históricas.Pero más que eso, era un llamado a glorificar el 30 demayo, a elevarlo a la categoría de gesta.

En adición, ese escrito sugería cambiar la condiciónde simples humanos a los “dos únicos sobrevivientes”,para llevarlos al plano sublime, inmaculado, intocable,de héroes, de héroes en vida, de héroes de la patria.

Ciertamente, el 30 de Mayo fue una epopeya, una gestagloriosa, que decapitó una tiranía que llenó de luto y dolora la familia dominicana por 31 años y que merecía ser loa-da. Aún más, la glorificación parecía oportuna hasta porrazones prácticas, como una forma de colocar una murallaa las tendencias autocráticas todavía vigentes y erigir unsímbolo de reverencia al tiranicidio para desalentar a aque-llos que pudiesen acariciar la idea de repetir la tiranía.

Ese escrito y sus posteriores consecuencias se consti-tuyeron, sin proponérselo, en el obstáculo más formida-ble para que pudiese conocerse la historia completa y realde cómo se constituyó la conspiración que culminó engesta, de quiénes la integraban y dirigían y de los motivospor los que fracasó el plan político.

Con ese escrito, los simples mortales del movimientoquedaron definitivamente relegados de su aspiración úni-ca de que se conociese la verdad histórica, de que se des-mitificara la leyenda, porque a ninguno de ellos se les ibaa ocurrir presentar candidatura para ingresar a ese ámbitotan exclusivo, tan exigente y delicado como es el de latransmutación de mortales a divinos.

El escrito al que nos referimos es la carta enviadapor el Dr. Eduardo Sánchez Cabral al entonces presiden-te de la República, el Dr. Joaquín Balaguer, que copia-mos a continuación.

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“LA GLORIFICACIÓN DE LOS HÉROES DEL 30 DE MAYOES UN IMPERATIVO NACIONAL”

Santo Domingo,4 de diciembre de 1961

SeñorDr. Joaquín Balaguer,Presidente de la República,Palacio Nacional, Ciudad.Distinguido compatriota:

Cual que sea el juicio de la posteridad sobre su ges-tión presidencial, nadie podrá negar que usted prestó unservicio eminente a la República cuando en la ONU cri-ticó severamente, sin atenuación alguna, el régimen quenos tiranizó durante 31 años, pues con ese juicio ustedincorporó a la causa de nuestra liberación la opinión pú-blica de todo el continente. Nadie podrá tampoco poneren duda que Ud. prestó un servicio más eminente toda-vía, con asombro de los que no conocían sus conviccio-nes civilistas, cuando permitió y alentó a solo un mes del30 de mayo último, la formación de los partidos y el en-juiciamiento público de ese régimen, por sus compatrio-tas, acelerando así el proceso de su desintegración y crean-do de ese modo una conciencia colectiva de lucha y derepudio que nada podría detener. Estos hechos, rigurosa-mente ciertos, que enaltecen su nombre, me permiten te-ner la seguridad de que Ud. ponderará serenamente lascuestiones que tengo la honra de someter a su considera-ción en esta carta.

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El tiranicidio fue siempre justificado en todos los pue-blos y en todas las edades. Ha sido visto como un deber ymuchos estiman que es un acto heroico. El tiranicidio hasido considerado con frecuencia como un acto glorioso.Los antiguos estimaban la tiranía como el mayor de loscrímenes. No sólo era legítimo el tiranicidio sino que losque lo realizaban merecían honores divinos. Decía Mar-co Tulio Cicerón hace siglos, que la filosofía eleva lamuerte de los tiranos al más grande de los deberes. Niegala cualidad de hombre al que no quiere formar parte en lacomunidad de derechos que constituyen las sociedades,ni en la comunidad de sentimientos que unen al génerohumano. De ahí se deduce que entre los tiranos y el restode la sociedad no existe lazo jurídico, debiéndose lanzardel cuerpo social a los seres que con figura de hombreencubren la crueldad de las bestias feroces. La más bellade las acciones era matar al tirano y hasta los hijos teníanel deber de sacrificar la piedad filial a la conveniencia dela patria.

El padre Mariana y el padre Suárez, católicos fervien-tes, justifican y legitiman el tiranicidio. Jefferson ha dichoque el árbol de la libertad se riega con la sangre de lostiranos: es su abono natural. En el derecho moderno, sejustifica el tiranicidio como un estado de necesidad so-cial eximente de toda responsabilidad penal.

Los hombres que realizaron la hazaña del 30 de mayoúltimo alcanzaron la categoría de próceres y deben serglorificados. Muchos de ellos también ostentan la aureo-la del martirio, pues dolorosamente solo quedan dos su-pervivientes, de aquella inmortal jornada.

Este acontecimiento tiene tanta trascendencia políti-ca e histórica como la Independencia y la Restauración

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de la República, porque librarnos del más largo y omino-so yugo que registra nuestra historia es en último análisiscrear de nuevo la Patria. Su aniversario, por tanto, ha deser celebrado como una fiesta nacional, al igual que el 27de febrero y el 16 de agosto.

No hay que olvidar que la siniestra dictadura ha deja-do millares de víctimas y que cada día se descubren igno-rados hechos criminosos que segaron muchas vidas, y quepor ese motivo hay actualmente muchas madres, muchasesposas y muchos huérfanos totalmente desamparados.

No podemos dejar de reconocer que el asesinato delos héroes realizado la noche del 18 de noviembre es algoque ha conturbado profundamente el ánimo público.

En presencia de estos hechos y circunstancias ¿no creeusted que sería un acto de justicia declarar mediante unaley día de fiesta nacional el 30 de mayo, y que sería tam-bién un acto de reparación y de justicia, declarar pupilosde la patria a los huérfanos de los héroes y de las víctimasde la tiranía para que el Estado provea su mantenimientoy educación? ¿No cree también de justicia pensionar tan-tas viudas desvalidas a causa de la tiranía? ¿No cree tam-bién que se impone el procesamiento y la aplicación in-flexible de la pena máxima a los que cobarde yalevosamente asesinaron a los libertadores? ¿No cree us-ted también que es un deber gestionar la extradición delos que, culpables de ese hecho, han huido al extranjero?Y, ¿no cree usted además en la conveniencia de consagrarconstitucionalmente la legitimación del tiranicidio?

¿No cree usted que todo esto es lo menos que podemoshacer en honor de Antonio de la Maza, Juan Tomás Díaz,Pedro Livio Cedeño, Antonio Imbert, Huáscar Tejeda,Tunti Cáceres, Amado García Guerrero, Modesto Díaz,

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Fifí Pastoriza y Luis Amiama, de estos héroes de quienesse podría decir que expresó Churchill: “Nunca tantos handebido tanto a tan pocos”.

Anticípese usted presidente Balaguer con la ejecuciónde estas medidas, al voto unánime del pueblo dominicano,

Ruégole ver estas sugerencias, no sólo como un anhe-lo de que se honre a los héroes caídos, sino a la vez con eldeseo de que usted dé una prueba de las convicciones ci-vilistas que le atribuyo, precisamente en estos momentosen que parece olvidarse a los héroes y a la patria, paraemprender la lucha desenfrenada por el poder.

Me valgo de esta oportunidad para reiterarle los senti-mientos de la más alta consideración y estima.

Eduardo Sánchez Cabral

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24. LOS INTENTOS PARA QUE SE DEBATIERALA VERDAD HISTÓRICA DEL 30 DE MAYO

24.1 LOS INTENTOS NO PÚBLICOS

Hubo algunos intentos en el ámbito privado para que seconociese la historia del 30 de mayo y no se siguiera repi-tiendo lo de “los dos únicos sobrevivientes”. Vamos acitar aquí dos cartas que no trascendieron el ámbito de loprivado, puesto que sus autores de ninguna manera que-rían que surgiese ni siquiera un halo de duda sobre el es-píritu de unidad de la gente relacionada con la gesta delajusticiamiento de Trujillo.

24.1.1 Carta de Eduardo Antonio García Vásquez, pre-parada para el conocimiento del Presidente de laRepública, el profesor Juan Bosch, de fecha 25 defebrero de 1963

“SeñorProfesor Juan BoschPresidente Electo de la RepúblicaSus Manos

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Señor Presidente:Usted, en el inicio de su gestión de gobierno hará acto

de reconocimiento y de justicia a los héroes y mártires dela gesta del 30 de Mayo.

A ese acto serán invitados los “únicos sobrevivientes”de la jornada que hizo posible el rescate de nuestra liber-tad. Por este alcance, sin mencionar su contenido de idea-les y el fardo de sacrificios que gravitó sobre los conspira-dores, bien está que la verdad se identifique en la verdadhistórica.

Es de altura el reconocimiento de la ciudadanía y delgobierno para con Imbert y Amiama; quizás no sea opor-tuno agregar más nombres —3 ó 4— pero que no se le-vante contra la realidad de los hechos, la afirmación ro-tunda de “únicos” sobrevivientes.

Los héroes son una carga demasiado pesada; gravitande tal modo que la gratitud no tiene fuerzas para sostener-les y abandona el campo al egoísmo y a los odios.

No aumente usted esa carga. Quizás no tenga derechopara hacerlo. Pero busque una fórmula que no les sequeel corazón con el sello definitivo de la negación, a los doso tres dominicanos y al extranjero que, desafiando los ries-gos, aceptaron hasta el sacrificio de sus vidas, porque seles clavó ese romanticismo de ser quijotes por la grandecausa de la patria y de la libertad. Esos padecieron torturasinenarrables y ante el dolor ratificaron su mácula estam-pa... Por esto, la cadena de mártires fue menos larga...

Creo que es bastante para rogarle a usted, señor, lafórmula que permita a esos ciudadanos señalados, el bro-te de una sonrisa, el goce de una mirada clara a los anchoshorizontes de la República, allá en su olvido y en su silen-cio, porque, no hay derecho a herirles con una ingratitud

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tan extremada que para heridas les bastan las sufridas enlas cámaras de tortura, y el panorama de la familia domi-nicana, dividida y preñada de odios, con una negativa tandolorosa y amarga.

Respetuosamente, un dominicano que tiene fe en lademocracia y amor por la justicia.

Eduardo Antonio García Vásquez”

24.1.2 La carta de Miguel Ángel Bissié a Eduardo Anto-nio García Vásquez

Madrid, EspañaDiciembre de 1963

“Doctor Eduardo Antonio García VásquezMadrid, España

Estimado amigo y compañero:“Una vez más nuestros comunes amigos, Luis y An-

tonio, han mantenido su negativa de justicia y reconoci-miento para con sus compañeros vivos de la gesta del 30de Mayo, que hizo posible el rescate de la libertad delpueblo dominicano. Por este alcance, y sin mencionar sucontenido de ideales y el fardo de sacrificios que gravitósobre cada uno de nosotros, bien está que la verdad de loshechos se identifique en la verdad de la historia”.

Es sabido “el reconocimiento del pueblo y del gobier-no dominicano para con Imbert y Amiama. Por ello nocreo que sea oportuno que se agreguen más nombres. Pero

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que no se levante, contra la realidad de los hechos, la afir-mación hasta hoy mantenida de que ellos dos son los úni-cos supervivientes”.

Quizás no tenga derecho a ello, pero creo que, en ho-nor al lazo que nos une (compañeros de complot y de in-fortunio), puedo decirle que busque usted una fórmulaque no nos siga amargando la existencia con el sello defi-nitivo de la negación y el olvido.

Creo, Antonio, que no merecemos un trato semejante.Y que, por el contrario, somos acreedores al brote de unasonrisa, al goce de una mirada a los anchos horizontes dela República, allá en su olvido y en su silencio. Porque nohay derecho a que nos sigan hiriendo con una ingratitudtan extremada (para heridas nos bastan con las sufridasen las cámaras de torturas y el panorama de la familiadominicana, dividida y preñado de odios), con una nega-tiva tan dolorosa y amarga,” porque, en verdad, cobrarsería vender el ideal, pero mantener lo de “únicos” (enocasiones hasta con mengua de la sublimidad y alcancede aquella gesta que usted más que otro alguno conoce),es haber recibido la muerte aún estando vivos. Eso so-mos: muertos en vida.

Un abrazo de tu hermano,

Miguel Ángel Bissié”

En esta carta de diciembre de 1963, Miguel ÁngelBissié cita varios párrafos de la carta preparada por Eduar-do Antonio García Vásquez para el conocimiento del pre-sidente Juan Bosch, en febrero de 1963, de la cual tenemoscopia, aunque no sabemos si llegó a ser entregada. Lo queresulta evidente es que existía una fluida comunicación en-tre Miguel Ángel Bissié y Eduardo Antonio García Vásquez,

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así como una profunda inconformidad con la maneracomo se venía configurando la historia del magnicidio.15

24.2 LOS INTENTOS PÚBLICOS DE BUSCAR LA HISTORIAREAL DEL MAGNICIDIO

Luego del 30 de mayo del 1961 fue conociéndose, paula-tinamente, cómo sucedió el ajusticiamiento. A eso con-tribuyeron los diversos testimonios recogidos, ya sea enlas cárceles de la tiranía, donde se encontraban algunosde los participantes directos en el hecho, o fuera de ellas.

Bienvenido García Vásquez estaba en la casa de JuanTomás Díaz, cuando los participantes en el ajusticiamien-to llegaron conduciendo el carro en cuyo baúl reposabael cadáver de Trujillo. Él fue testigo de las explicacionesde Antonio de la Maza relativas al magnicidio, expresa-das delante de algunos de los otros participantes allí pre-sentes, que ponían de manifiesto el papel determinantejugado por de la Maza en la materialización del ajusticia-miento. Aunque el mérito del ajusticiamiento se reparteen partes iguales entre todos los integrantes de la gesta,hay que reconocer que Antonio de la Maza hizo un apor-te extraordinario en el abatimiento de Trujillo, primerocon el disparo de escopeta cargada con balines especialesque le penetró por un costado, cerca de la axila izquierda,hecho cuando los vehículos se encontraban paralelos enel momento de la persecución por la hoy autopista 30 de

1 5 Esta carta fue publicada como introducción del trabajo “Mis memorias so-bre el ajusticiamiento de Trujillo el 30 de mayo de 1961”, en la revistaórgano del Instituto de Historia de la UASD, ECOS, año VI No. 7, SantoDomingo, Editora Universitaria —UASD, 1999, pp. 99-100.

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Mayo. De la Maza fue quien se arrastró luego por el pavi-mento, haciendo cesar en sus disparos al chofer Zacaríasde la Cruz y alcanzando al propio Trujillo de nuevo condisparos de su fusil Garand M-1, que lo derribaron cuan-do intentaba huir. Y, finalmente, una vez que Trujillo cayóal suelo, lo agarró por los hombros y pronunció la famosafrase “Este guaraguao ya no comerá más pollos” y acto segui-do le dio el tiro de gracia en la barbilla.

El propio Imbert Barrera así lo reconoció en conver-saciones con los familiares de los héroes, poco tiempodespués de haber salido de su refugio, todavía afectadopor el impacto emotivo de aquella epopeya y de los lar-gos días de escondite, con la muerte al acecho si hubierasido descubierto. También lo ha reconocido en declara-ciones más recientes, en 1997. En aquellas conversacio-nes Imbert se refirió con reverencia a la figura de Antoniode la Maza y ponderaba, con lágrimas en los ojos, el valorsin límites que demostró, que hizo posible la realizacióndel magnicidio.

Entre otros, Aída Michel Vda. de la Maza y AntonioGarcía Vásquez escucharon ese testimonio de ImbertBarrera, a los pocos días de la salida de éste de su refugioy de la huida de la familia Trujillo del país.

Y por si fuera poco, ese también fue el relato que es-cucharon los compañeros de celda de los que posterior-mente se convertirían en mártires de Hacienda María.

Sin embargo, el general Imbert ofreció unas declara-ciones, en 1963, que podían interpretarse como que élfue quien directamente abatió a Trujillo y que además loconfiguraban como jefe del grupo; es decir, como aquel almando del vehículo que instruía a sus compañeros e indi-caba cuándo disparar o cuándo actuar.

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Tales declaraciones causaron estupor en la colectivi-dad del 30 de Mayo, entre los familiares de los héroes ymártires, quienes las consideraron fruto de un lapso mo-mentáneo e involuntario, dado que nunca pusieron enentredicho la buena fe y sinceridad del general Imbert.

Así surgió, por el impacto de las declaraciones delgeneral Imbert Barrera, el primer y único intento de quela historia del 30 de Mayo se hiciese pública en toda suextensión y se aclarasen aspectos que han permanecidosilenciados.

Expondremos a continuación algunas de las reaccio-nes a las declaraciones del general Imbert Barrera.

24.2.1 La carta de Eduardo Antonio García Vásquez algeneral Antonio Imbert Barrera

Sobre las declaraciones de Imbert Barrera, una cartaa los del 30 de Mayo (Escrita en 1963)

“Por un deber y un reclamo que me son sagrados, ypor el supremo derecho del pueblo a conocer la verdaddel acontecimiento másculo que le arrancó de la tiranía ydebió situarle en cauce de libertad y de respeto, escriboestas líneas.

Respondo así, al recuerdo de compañeros sacrifica-dos, inmolados por la causa grande de la patria.

Respondo así, al sacrificio de dominicanos y de ex-tranjeros que se substanciaron de ideal, quienes aún vi-vos, han sido muertos por el olvido...

Respondo así, a la necesidad imperiosa de, en la puray honesta verdad, consagrar la altura de la conspiraciónque llevó al ajusticiamiento...

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Respondo así a una liberación de conciencia, para queno griten en mis entrañas la denuncia y el agravio a lagenerosidad y a la nobleza...

Respondo así, para que se cumpla la palabra empeña-da, el juramento de decencia y de vergüenza, que no pudomudar las torturas inenarrables en las cámaras de terror...

Respondo así,... y al hacerlo gotea en mi corazón agrioy amargo dolor... porque un aposentado de mi pecho meha movido a reclamarle en confesión, a invitarle a cami-nar elevados azules en la reconstrucción de la verdad quedebemos al pueblo.

Antonio, ¡amigo mío! Obligado con los idos y deudorde hermandad para quienes aún quedamos, ni tú, ni Luis,ni yo, ni otros muchos, podemos por sí solos, decir todala verdad, ni saber quién en mayor proporción la guarda.

Sí sabemos que estamos obligados a la verdad. Esaverdad tan alta, tan grande, ha sido menguada por desco-nocida, y el deber nos carga para que sea alumbrada aplenitud.

Por esto, por los muertos ignorados: por Mario y porErnesto de la Maza Vásquez (¡qué dolor estrujará las vís-ceras de don Vicente con este olvido!); por Miguel ÁngelBáez Díaz, fibra de vergüenza y de valor; por los otrosmuchos que se dieron como en hostia para florecer en re-dención; por Juan Tomás Díaz Quezada, quien cuando secuenten las vicisitudes de esta empresa de gigantes, ganarápleno el respeto de todos; y, si por ellos no, hinquémonosde rodillas que ya avancé la palabra; por el gigante... poresa cumbre de valor y decisión... por el ideal que se hacefuerza y fragua, y que se traduce en el trabuco redentor.

Hablo de Antonio, de Antonio Ramón de la Maza Vás-quez, de ese hombre de arcilla de pueblo, que sublimizado

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coronando ese su fuego en la hora cenital de aquella ha-zaña, recogiste con tal fuerza la estampa, el cuadro y suluz, que no pudiste contarme los detalles en solo hilvánde palabras... y lo hiciste a plenitud (ya yo tenía la rela-ción par o semejante venida a mi por otra vía), con laemoción cuajada en expresión parlante, y lágrimas (tam-bién cuando me relatabas tú llorabas), que fueron acentoy énfasis de tu confesión.

¡A él no puede volverse la espalda ni mudar de pedes-tal! ¡Por el respeto al respeto, que no lo intente nadie!

Antonio: tienes mi cariño y mi hermandad. Tienes laverdadera amistad y gratitud de todo el pueblo. La conju-ra, su altura y su sublime alcance. Su verdad esperada portodos los dominicanos.

¡No separemos lo que debe estar unido! Y porque sealcance la maravillosa verdad, en nombre de los muertosgloriosos y de los mártires, cuyos restos descansan no sesabe en qué tierra, bajo cuáles cauces, en qué profundolecho, cuidados y bendecidos del Señor, cito a Mesa Re-donda, para que sea cimiento de la verdad y la gloria del30 de Mayo.

A esos fines, doy esta lista:Antonio Imbert Barrera, Miguel Ángel Bissié, Luis

Amiama Tió, Ángel Severo Cabral, Bienvenido GarcíaVásquez, Alberto Rincón, Marcelino Vélez Santana, Ra-fael Batlle Viñas, Rafael Vidal Torres, Luis Manuel Ba-quero, Manolo de Ovín, las viudas de los héroes conoci-dos y las de los ignorados, Mario y Ernesto de la MazaVásquez, y don Vicente de la Maza.

A la espera de la decisión de los invitados, respetuo-samente,

Eduardo Antonio García Vásquez”.

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24.3 LA CARTA DE TOMÁS BÁEZ DÍAZ

“Río de Janeiro, Brasil20 de abril de 1964

Señor generalAntonio Imbert BarreraSanto Domingo, R.D

Distinguido amigo:En el Listín Diario del corriente mes que llegó hoy a

mis manos, he leído las amplias y pormenorizadas decla-raciones hechas por usted sobre la organización del com-plot material que culminó con la muerte de Trujillo y elinicio de la liberación de la atroz tiranía que sufriera nues-tro pueblo y en relación con los diferentes aspectos desus declaraciones, me dirijo a usted para hacer las consi-deraciones y observaciones que como ya lo expresaraanteriormente me obligan la historia de nuestra patria, ylos familiares y compañeros asesinados por sus actuacio-nes vinculadas a aquellos acontecimientos.

Desconozco lo que haya podido publicar el ex-fiscalTejeda, en su libro, pero en relación con las actuacionesde los que fungían como miembros de la justicia, y de losciviles y militares que nos torturaron durante meses paraobtener una relación verdadera de los hechos, puedo afir-mar, que durante ese largo período fue preocupación cons-tante de los investigadores, determinar los detalles de lamuerte del tirano y no pudiéndolo lograr o no satisfacién-doles el resultado obtenido, cambiaron de táctica y sin in-tervenir las torturas, comenzaron nuevos interrogatorios,para lo cual utilizaron técnicos en planimetría y expertosen balística, quienes diariamente hacían conducir a la

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cámara de tortura, que convirtieron en oficina para esosusos, a Salvador Estrella, Huáscar Tejeda, Pedro LivioCedeño y Roberto Pastoriza, ofreciendo ellos versionesdiferentes, las cuales, así como los planos que prepararoncon la posición de los automóviles y otros detalles, fue-ron modificados varias veces. Estos planos se deben en-contrar en algún archivo de las Fuerzas Armadas, si no selos llevó Ramfis a Europa.

Esta diferencia de la percepción o captación de he-chos o acontecimientos de que todos los humanos somosvíctimas, no le es extraña a los abogados amantes del de-recho, porque se han hecho estudios al respecto, hastademostrar que varias personas espectadoras de un hechoacabado de suceder, pueden ofrecer versiones completa-mente diferentes simplemente por apreciación individual,situación más natural en el caso que nos ocupa, por larapidez y las circunstancias en que tuvieron efecto.

Demostrada lo frágil y traicionera que es la memoriahumana, no pretenderé hacer una narración de los por-menores del complot y de lo que oí de labios de HuáscarTejeda, Salvador Estrella y Modesto Díaz, algunos de loscuales fueron compañeros de celda, porque considero quepara ello es necesario oír a muchas personas, entre ellas austed, a Luis Amiama Tió, a Ángel Severo Cabral, a Bien-venido García Vásquez, al doctor Alberto Rincón, al doc-tor Rafael Batlle Viñas, al joven Rafael Vidal Martínez, aMiguel Ángel Bissié, al doctor Marcelino Vélez y a lasviudas de los mártires y a otros que mi memoria puedahaber omitido.

Lo que sí deseo hacer son algunas observaciones oconsideraciones sobre aspectos, que aún cuando no hu-biera intención de su parte, menoscaban el valor o dismi-nuyen los méritos de compañeros que tengo la seguridad,

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merecen el cariño, respeto y admiración de su persona yque no perdonarían mi silencio; desde las ignoradas tum-bas donde reposan sus restos:

a) Usted afirma que solamente actuaron cuatro perso-nas en la muerte de Trujillo y que después de muerto eltirano llegaron al teatro del hecho Pedro Livio Cedeño,Huáscar Tejeda y Roberto Pastoriza, recibiendo el pri-mero una herida en el vientre y acercándose a usted llo-rando; lamentablemente, usted apreció en aquel momen-to, que debió de ser de confusión, rodeado por laobscuridad de la noche que Pedro Livio lloraba. Esto dis-minuye el mérito de tres héroes y puede ser interpretadoque Pedro Livio Cedeño demostró cobardía, cuando estecompañero atesoró en toda su vida y primordialmentedurante la prisión, un valor que pasaba de la temeridad yde la osadía. Cuando en la cámara de torturas de “El 9”se masacraba, se laceraba a cuerpos desnudos e indefen-sos, él siempre conservó entereza, valor y abnegación.Cuando al regresar a las celdas veníamos bañados en san-gre de nuevas heridas o algunas que se renovaban —esbueno que se sepa para orgullo nacional— yo no vi llorara uno de los compañeros. Se podían oír alaridos o casiaullidos, se enloquecieron varios pero no se lloraba. Enabono, además, del arrojo, casi insolente de Pedro Livio,existe una cinta magnetofónica sobre las valientes decla-raciones que le hizo a periodistas y miembros de la OEA,cuando se encontraban en el hospital.

b) De sus declaraciones se desprende que usted y Sal-vador Estrella iniciaron el complot y que luego por me-diación de Antonio de la Maza entró a formar parte delgrupo, el general Juan Tomás Díaz y lo que usted llama“el segundo grupo”. Este asunto no lo deseo comentar,sino dejarlo a la apreciación del pueblo dominicano o a lo

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que expresemos en conjunto para que lo juzgue la histo-ria, las personas que podamos aportar datos irrebatibles.No obstante quiero hacer de conocimiento público, queen el año 1958 conduje al dilecto amigo licenciado Ho-mero Hernández Almánzar a la finca de mi primo Mo-desto Díaz en Villa Mella para que se entrevistara con ély con el general Juan Tomás Díaz y allí se habló de laliberación de la patria esclavizada y me comunicó Mo-desto de ciertos contactos y proposiciones de funciona-rios de un gobierno amigo, para que él encabezara el mo-vimiento que derrocaría a Trujillo.

c) Cuando la invasión a Constanza, ya el general Díazhabía hecho amplios contactos con altos oficiales de lasFuerzas Armadas y en conversaciones que sostuve con élen La Vega, me manifestó que era una aventura o suicidiolanzarse con dos brigadas en una empresa que tanta san-gre provocaría a la familia dominicana.

d) Cuando usted en su declaración se refiere al mo-mento en que esperaban detrás del Teatro Agua Luz,olvidó que allí llegó mi hermano Miguel Ángel y lescomunicó que el tirano no tardaría en llegar. Afirma-ción que hago, porque al ser hecho preso Salvador Estre-lla y llevado a “El 9”, en un momento de las torturas de-claró que ustedes ya se iban, debido a la tardanza en llegarTrujillo y entonces llegó Miguel Ángel y comunicó lo queacabo de referir. Huelga decir que a partir de aquel mo-mento fue mayor el ensañamiento y las atrocidades quese cometieron con él hasta provocarle la muerte.

e) En cuanto a su afirmación de que no pudieron con-seguir que Juan Tomás concurriera a la avenida GeorgeWashington a participar en la ‘eliminación física de Tru-jillo”, le expreso que fue criterio de la mayoría, que él nodebía exponer su vida en la avenida, porque era el militar

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que debía dirigir las operaciones después de la muerte deTrujillo.

f) De igual modo causan sorpresa sus afirmacionesde que Antonio de la Maza dijera “que Juan Tomás pudohaberse lanzado solo porque éste tenía contacto no sola-mente con el general Román Fernández, sino con otrosmilitares, pero que éste no se atrevió por ponerse dudo-so” y esta afirmación causa sorpresa, porque Juan To-más, Antonio de la Maza y Modesto Díaz, después deno poder localizar al general Román anduvieron juntoslargo rato por la ciudad y en estos momentos Antonio dela Maza propuso que atacaran al Palacio del Ejecutivo yModesto los persuadió de que no se hiciera, porque nin-gún resultado se obtendría, mientras que esperando sepodía lograr la cooperación ofrecida por el general Ro-mán Fernández.

g) Su inquietud de no tener una explicación de por quéesa “segunda etapa” ni siquiera se inicia, pudo satisfacer-la preguntándole al amigo Luis Amiama Tió y no invitan-do al periodista señor Francisco Aguirre a que lo hiciera,abriéndose al público una interrogante y exponiéndose ajuicios caprichosos, ya que es natural, se piense que Ud.quiso insinuar que Juan Tomás no estuvo a la altura de sudeber porque se “puso dudoso”. Usted no pensó, estoyseguro, en lo que significa en nuestro país esa expresión.Sobre el asunto de que Juan Tomás no utilizara los con-tactos que tenía en el Ejército para precipitar una acciónque respaldara el complot, es conveniente que se recuer-de la situación que vivía el país, el terror que predomina-ba en todas las esferas, así como que la muerte se supomuy rápidamente debiéndose dictar como era lógico, to-das las medidas de seguridad que pudieran evitar un le-vantamiento, cosas que debía saber Juan Tomás, para

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aventurarse a tratar de comunicarse por la vía telefónicacon uno de sus contactos en el Ejército. Además, tantoJuan Tomás como Antonio de la Maza confiaban en queel general Román Fernández, que tenía todos los mediosen sus manos, cumpliría con su promesa, la cual fue espe-rada por ellos hasta el tercer día y, perdida la esperanza,se largaron a la calle, como valientes que eran, a buscarcontactos indirectos o a encontrar una muerte digna, comoaconteció, ofrendando sus vidas, arrancadas a balazos, enuna calle de la ciudad de Santo Domingo.

h) Reafirmo, que es muy aventurado para cualquierpersona que individualmente pretenda hacer una narra-ción de determinados aspectos del complot y emitir jui-cios sobre éste, por la estricta reserva y por la absolutaconfidencia con que se actuó en aquellos momentos enlos cuales, inicialmente, no se conocían todos los com-plotados ni aún aquellas personas que debían concurrira la avenida George Washington en los diferentes auto-móviles. Respecto a lo aventurado que resulta hacer afir-maciones, deseo enfatizar que durante los largos mesesde cárcel, cuando todavía eran nuestros compañeros deinfortunio y varios de celda, Salvador Estrella, HuáscarTejeda, Pedro Livio Cedeño, Roberto Pastoriza, ModestoE. Díaz, Miguel Ángel Báez Díaz, doctor Manuel A.Durán, doctor Rafael Batlle Viñas y todos aquellos quede uno u otro modo podrían aportar datos que esclarece-rán cualquier duda, yo me dediqué a la tarea de investi-garlas y siempre predominaron diferentes versiones. Tes-tigos vivos son muchos compañeros entre ellos su primoel doctor Durán Barrera, quienes me oyeron exclamarvarias veces que con la muerte de Trujillo sucedería igualque con la muerte de Heureaux, que todavía existen va-rias versiones.

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i) La estricta reserva y absoluta confidencia utilizada,llegó a tal extremo, que el suscrito solamente fue adverti-do de lo que iba a suceder y se enteró de ciertos detallesen conversaciones aisladas que en la residencia de JuanTomás oyó, principalmente dichas por Antonio de la Mazay aquello que Juan Tomás me dijo la noche del 30 de mayo,a pesar de que estaba enterado de la entrevista que mihermano tuviera en New York con el licenciado HomeroHernández Almánzar, en la cual sirvió de mediador ellicenciado Chepito Rodríguez y de la carta que tambiénle dirigiera allí a nuestro primo Manuel de Jesús Santana,referente a la liberación de la esclavitud que padecíamos,carta que el pariente Santana conserva.

Creo, amigo Antonio, que con estas aclaraciones, hecontribuido a evitar que continúen prevaleciendo malosentendidos sobre actuaciones y actitudes de compañerosque merecen todo el respeto y admiración de su persona.

Muy afectuosamente le abraza,

Tomás Báez Díaz”.

24.4 EL TELEGRAMA DE AÍDA MICHEL VDA. DE DE LA MAZA

Telegrama vía Entel, desde Gabriel Lobo No. 6, 4to. pisoMadrid, España, 10 de abril de 1964

SeñoresListín DiarioSanto Domingo, República Dominicana

Sorprendida ante declaraciones de Antonio Imbert.Total desacuerdo en cuanto a dirección y ejecución de los

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acontecimientos 30 de mayo. Ruego a los señores Anto-nio García Vásquez y Miguel Ángel Bissié relaten loshechos para que la verdad se identifique en la historia.

Atentamente

Aída Michel Vda. Antonio de la Maza”.

24.5 UNA CARTA PRIVADA DE EDUARDO ANTONIOGARCÍA VÁSQUEZ AL GENERAL ANTONIO IMBERTBARRERA

La carta pública de Eduardo Antonio García Vásquez algeneral Imbert Barrera produjo escozor en su familia y ensu grupo de relacionados, a tal punto que comenzaron aintentar producir un distanciamiento. En esas circunstan-cias fue escrita la siguiente carta privada, luego de que elDr. Eduardo Antonio García Vásquez recibiera una cartadestemplada de la esposa del general.

“Señor DonAntonio Imbert BarreraSanto Domingo, Distrito NacionalRepública Dominicana

Cuando levanto la afirmación de que eres un aposen-tado de mi corazón, entrego una verdad que me es entra-ñable y eterna. Y cuando te pido en confesión tras reco-ger la memoria de tus palabras, fuerza a las mías el amory el profundo conocimiento de esa figura señera que séguardas como caro tesoro de tu alma.

Esto lo sé porque cuantas veces frente a mí y conmigose mencionó su nombre, el de él, de Antonio de la Maza,

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otras tantas siempre su sagrado y elevado recuerdo tearrancó lágrimas.

No he hablado en contra de ti o de tu nombre (ni debíani podría hacerlo). Te sé dueño de una voluntad dispara-da hacia el bien y de un pecho generoso y franco, pero lapremura impuesta por el asedio periodístico, muchas sonlas veces que obligan a frases y periodos no completa-mente claros, y eso me llevó a interpretar quizás con os-curidad o ambigüedad la posición y papel de Antonio dela Maza.

Él muerto, y yo muy su amigo y con demasiado arras-tre emotivo, salté sobrancero de sinceridad, a defenderaquel hombre y la integridad del 30 de Mayo, inédita ensus capítulos de preparación, organización, y en su máshermoso: su desprendimiento y altruismo, su renunciamien-to, que sería la palabra y el concepto calado a lo justo.

Recuerdas que cuanto pido ha sido mi solicitud desiempre. El acontecimiento salió del marco individual ypertenece definitivamente a la historia ¡y lo llevo tan alto!

¿No comprendes que esa misma elevación te es pro-piedad común y que para mí y para todos, ese plano dedignidad y de decoro es definitivo?

Te dejo dicho que la conspiración me era y me es muycara, de tal alcance y comprometía tal renunciamiento,que quisiera que la esencia misma de su verdad, de todossus complejos aspectos, saliese diáfana y definitiva de unamesa redonda.

Esa ha sido mi afirmación de siempre; la misma decuando te ofrecieron aquellos miles de dólares una revis-ta o periodista norteamericano por la versión de los he-chos, que tú me dijiste los tomáramos para donarlos a unainstitución benéfica; yo te pedí no hacerlo, hasta cuando

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fuere posible dilucidar la verdad entre todos los interesa-dos; que por cierto, esto tenemos tú y yo: que arrastrarásituaciones de dolor y de amargura, que ojalá cuidemosqueden en el circulo sagrado de esa mesa redonda quepropugno y que es necesaria a toda la verdad.

Con mi consejo de siempre: cuídate de quienes en todote aplauden; ellos no son amigos. El amigo, que es fielcomo un espejo, refleja su desnudo porque en él no cabela distorsión y el engaño.

Tu amigo y siempre amigo

Eduardo Antonio García Vásquez

P.D. Esa carta de Guachy te la envío para que la rom-pas; en mí no caben heridas que vengan desde allí, desdetu casa, ni me dejan rencor. Sólo la memoria de cuanto degrato, dulce y noble he recogido allí, es y me será recuer-do celosamente guardado. Nada le digas y que sea nues-tro compromiso perdonarnos”.

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25. EL CADÁVER DE TRUJILLO: ENTREVISTAAL DR. ABEL GONZÁLEZ MASSENET

A continuación transcribimos un fragmento del texto de laentrevista que le hizo Emilio Cordero Michel al Dr. AbelGonzález Massenet, el 18 de julio de 1994. El Dr. Gon-zález Massenet embalsamó el cadáver de Trujillo y, portanto, fue testigo excepcional de las heridas que éste reci-bió. Relata su creencia de que el primer disparo hizo im-pacto en la barbilla de Trujillo, provocando que el puentedental que usaba se cayera en el carro. Eso implicaría queno hubo tiro final de gracia, por lo menos en la barbilla omentón.

Esa es una interpretación que hace el Dr. GonzálezMassenet. Sin embargo, en contra de esa interpretación estáel hecho de que Antonio de la Maza declaró a varias perso-nas, apenas una hora después del ajusticiamiento, que esaherida que Trujillo tenía en la barbilla se la había propina-do él, entendiéndose que se trató de un tiro de gracia. Asílo dijo de la Maza tanto a Bienvenido García Vásquez comoa Marcelino Vélez Santana, cuando enseñaba a éstos elcadáver de Trujillo depositado en el baúl del carro.

Siendo así, la interpretación del Dr. González Masse-net tiene lógica, pero no es correcta. ¿Qué pudo haberpasado? Una posibilidad es la de que Trujillo no llevara

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puesto el puente dental en el momento en que recibió elprimer impacto, y por eso quedó en el carro; otra es la deque el puente se le cayera en la autopista, lo recogieran ylo pusieran en el carro. Otra más es que el puente no sehaya encontrado en el carro, como le dijeron al Dr. Gon-zález. Una adicional es que el impacto que le causó a Tru-jillo el disparo de escopeta que le penetró por la axila iz-quierda, que a nuestro entender recibió estando en el carro,le haya provocado la expulsión del puente dental que lle-vaba. Y así pudiera haber otras explicaciones.

En entrevista reciente concedida a Víctor Grimaldi,Luis Ruiz Trujillo declaró que la noche del ajusticiamientoestuvo en el lugar de los hechos y encontró el puente den-tal de Trujillo sobre el pavimento de la autopista, no dentrodel carro como le dijeron al Dr. González Massenet.

Eso refuerza la aseveración de que hubo un tiro degracia en la barbilla, puesto que lo afirmó Antonio de laMaza en casa de Juan Tomás Díaz, apenas a una hora dehaber sucedido el ajusticiamiento, y con el cadáver de Tru-jillo como testigo. Y pronunciada en ese momento en quetodavía se creía que el plan político podía funcionar y queel grupo se encaminaba a la toma del poder, la afirmaciónestá dotada de la mayor credibilidad.

ENTREVISTA AL DR. ABEL GONZÁLEZ MASSENET

AGM. Como yo trabajaba en el Hospital Militar, puesen la noche, me imagino que eran como las 10:30 ó las11:00 p.m., que me llamaron al hospital y cuando yo lle-gué me dieron la noticia de que había habido un atentadocontra Trujillo y que no había aparecido, que no se sabía

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dónde estaba. Como a las doce o una de la noche apare-ció un puente en el carro de Trujillo. Ese puente fue lle-vado al hospital, y el dentista que le había puesto esepuente, que era el Dr. Camino Cestero, lo identificócomo que era el puente de Trujillo. Es decir, se estabaseguro de que por lo menos estaba herido, pero no sesabía dónde estaba.

En la madrugada, a las cinco de la mañana, más omenos, lo encontraron en el baúl del carro; entonces eldirector del hospital, Fiquito Cruz, me dijo que había queembalsamarlo. Me comisionó a mí para que lo hiciera.Yo nunca lo había hecho, porque los que hacen eso sonlos profesores de la universidad, gente que se ocupa deeso. Pero fui donde uno de los profesores y me explicócómo hacerlo. Y lo hicimos. Probablemente tú quieressaber las heridas que tenía.

ECoM. Sí, fíjese, yo tengo la impresión de que el pri-mer disparo que le hizo Antonio de la Maza con una es-copeta recortada y que le lesionó la axila, debajo del bra-zo, ese fue el tiro mortal.

AGM. Te voy a decir lo que nosotros vimos, lo queyo vi. En primer lugar, tenía una herida de bala en el men-tón, que fue la que le tumbó el puente. Eso quiere decirque esa herida fue dentro del carro, porque ese puenteapareció dentro del carro; tenía dos heridas en la regiónprecordial, dos heridas de bala; tenía otra herida que ibaparalela al brazo, que entró cerca de la mano y salió cercadel codo; tenía otra herida en la fosa ilíaca izquierda. Esaseran todas las heridas que tenía.

ECoM. ¿No tenía una herida debajo del brazo pro-ducto del disparo con la escopeta? ¿Usted dice que el puen-te apareció en el carro en la noche?

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AGM. En el carro, en la noche, por eso se supo, por-que no se sabía. Se sabía que estaba muerto o secuestra-do, pero al aparecer el puente y su dentista identificarlo,ya se estaba seguro de que por lo menos estaba herido.Ese puente apareció dentro del carro. Eso quiere decirque esa herida en el mentón fue dentro del carro.

ECoM. Hay la versión de que Antonio de la Maza ledio el tiro de gracia en la barbilla a Trujillo.

AGM. No puede ser, porque el puente apareció den-tro del carro.

ECoM. A lo mejor le dio el tiro dentro del carro.AGM. Pero él se salió del carro. Los otros tiros pro-

bablemente se los dieron fuera del carro. Él y el chofer sesalieron del carro.

ECoM. Esa es la versión del chofer.AGM. Lo seguro que yo te puedo decir es que apare-

ció un balazo en el mentón y que el puente apareció den-tro del carro. Eso es seguro que esa herida fue dentro delcarro. Las otras yo te puedo decir donde estaban, pero nodónde se las hicieron.

ECoM. Porque la versión más socorrida es que elpuente lo encontraron en la autopista, en el suelo. ¿Ustedno puede determinar el calibre del proyectil del balazo enla mandíbula?

AGM. De eso sí que yo no sé nada, de proyectiles.Te puedo decir que tenía un tiro redondo como el orificiode una bala. Todas las heridas que tenía eran: una en elmentón, dos en la región precordial, por delante del cora-zón, una en el brazo y otra en la fosa ilíaca izquierda. Esdecir, que eran cinco heridas.

ECoM. Usted sabe que el baúl del carro lo abrieron atiros de ametralladoras en el garaje de Juan Tomás Díaz yque es posible que haya recibido algunos balazos allí.

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AGM. Eran cinco heridas y estas heridas precordia-les tenían que matarlo rápidamente, porque esas heridas,a medida que uno ponía líquido para preservarlo, para elembalsamiento, a esa misma velocidad salía por las heri-das, lo que indica que tenía o la aorta o el corazón roto.

ECoM. ¿O sea, que eran mortales?AGM. Esas dos eran mortales. La versión es que él

se salió del carro. Esa versión nos la dio su chofer en elmomento que llegó al hospital, que debió ser la más exac-ta, que también estaba herido y yo no creo que tuvieratiempo para fabular, inventar. Nos dijo exactamente eso,que cuando oyeron los tiros él trató de devolverse y queal tratar de devolverse se dio cuenta que Trujillo estabaabriendo la puerta y que si sigue lo tira afuera. Y que en-tonces fue cuando paró. Esa es la versión que nos dio.

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26. CARTA DE MODESTO DÍAZ A SUS HIJOS Y ESPOSA

Modesto Díaz era del grupo que dirigía el complot, enparticular en el aspecto político. Se trataba de alguien conexperiencia política. En la carta que a continuación semuestra, escrita en un escondite poco tiempo antes de quefuera apresado, Modesto Díaz deja un maravilloso testi-monio de su nobleza de corazón, al pedir perdón a su fa-milia por los sufrimientos que habrían de afrontar y rogarporque su sacrificio contribuyera al respeto de los dere-chos humanos. Ese sentimiento de alcanzar un régimende libertades y de respeto a los derechos humanos fue lagran motivación que movió al grupo del 30 de Mayo.

Modesto Díaz no estaba convencido de que la solu-ción fuera el tiranicidio, pero no fue obstáculo para quese consumara. Anhelaba, eso sí, vivir en un país con unrégimen político diferente, desprovisto del terror, las ata-duras, los crímenes y el abuso contra los ciudadanos quecaracterizaban a la tiranía.

CARTA DESDE UN ESCONDITE

La carta, fechada el 31 de mayo de 1961, es la siguiente:

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“A mis hijos, mi mujer y todos los que por mi culpahan sufrido:

Perdónenme. Yo siempre fui opuesto a esta clase desoluciones. En este caso hice todo lo que pude para evi-tarlo, pero la disposición de los que ejecutaron este he-cho, era tan vehemente, que solamente una delación loshubiera contenido. Y yo prefiero mil veces la vida perderque cometer tal felonía.

Ya yo he vivido lo suficiente y no me importa cuál seael final que afronte.

Nunca les dije nada de lo que estaba ocurriendo, parano mortificarlos por adelantado. Tal vez sea tanto lo quetengan que sufrir, que bien valía la pena ahorrarles esetrecho.

Si mi sacrificio contribuye en algo al respeto de losderechos humanos, bien venido sea.

Adiós

Modesto”

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27. UNA CARTA: TRAS LOS HILOS DEL COMPLOT

Se ha dicho que la conspiración del 30 de mayo estaba apunto de ser descubierta; que ya era un secreto a voces.Pero afortunadamente no se descubrió y el país se ahorrómeses o años de terror e ignominia, y pudo ver florecerlas libertades.

Una demostración de lo cerca que estuvo de ser des-cubierto el complot, es la carta que transcribimos a conti-nuación, dirigida al jefe del Servicio de Inteligencia Mili-tar por el gobernador civil de Santiago.

CARTA DEL GOBERNADOR DE SANTIAGO AL JEFEDEL SERVICIO DE INTELIGENCIA MILITAR

“Santiago, 13 de marzo de 1961, Número 0854Señor CoronelRoberto Figueroa CarriónJefe del Servicio de InteligenciaCiudad Trujillo, D.N.

Señor coronel:Muy cerca del mediodía me llamó el administrador

de correo de esta ciudad, señor Juan Primero López, para

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decirme que me remitía una carta que le parecía sospe-chosa, porque tenía un sello que no estaba a la venta ensu oficina. La carta es la que le remito adjunto. Nunca hecreído en anónimo ni en misiva que dirige un irresponsa-ble que no firma con su nombre ni sale a la luz. Pero con-sidero que frente a casos de esta especie deben tomarseprecauciones y perseguir la verdad para evitar un posiblemalévolo ataque.

Con la carta en referencia subí seguido a la fortalezaSan Luis y la mostré al general Oliva García, E.N. y alteniente coronel Duvergé, P.N., quien se encontraba allí.Todos convenimos en que yo la enviara a usted para finesde investigación, sin que el querido Jefe la viera, para noproporcionarle mortificación. Más de una vez yo he archi-vado anónimos sobre chismes y denuncias baladíes, parano perturbar en lo más mínimo la serenidad y actividadesfecundas y patrióticas de nuestro ilustre Conductor. Peroel anónimo que le envío exige atención, cuando menos.No conozco la letra de él, pero sí creo que no ha tratado suautor de ocultar los caracteres personales de su caligrafía.

Atento saludo de su compañero y amigo J. Antonio HungríaGobernador Civil de Santiago

Anexo a la comunicación anterior iba el anónimo, cuyotexto es el siguiente:

Llévela seguido

“SeñorJosé Antonio HungríaSantiago, R.D.

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Informe seguido al Jefe que en Ciudad Trujillo hayvarios grupos que planean algo contra su vida. Tienenplaneado hacerse de él en el trayecto que hace solo cuan-do va donde su querida. Debe vigilar los pasos de Anto-nio de la Maza y mejor eliminarlo.

Oportunamente me presentaré.Soy un buen amigo”.

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28. TELEGRAMA DEL EJÉRCITO NACIONAL

El día 31 de mayo el Ejército Nacional transmitió el si-guiente telegrama:

“Por Radio E.N.Telegrama MúltipleComandante 2da. Brigada E.N. La VegaComandante de la 3a. Brigada E.N. San Juande la MaguanaComandante de la 4ta. Brigada E.N. DajabónComandante de la 5a. Brigada E.N. SantiagoComandante de la 6a. Brigada E.N. El Seibo

Transmita órdenes su dependencia de que si algún ofi-cial comandante compañía, destacamento o jefe de pues-to avanzado esa jurisdicción bajo su comando, deja esca-par a los nombrados Juan Tomás y Modesto Díaz, Antoniode la Maza, Huáscar Tejeda Reyna, primer teniente Ama-do García Guerrero, A. M., Luis Salvador y César Estre-lla Sadhalá, Luis Amiama Tió y Franklin Díaz Montaño,cruzando por sus respectivos litorales fronterizos, seránfusilados por su negligencia. Avise recibo 23031 Jefe Es-tado Mayor E.N.”

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29. MEMORANDUM CONFIDENCIALDE LA POLICÍA RURAL

El mito de los dos únicos sobrevivientes comenzó a con-figurarse desde temprano, como muestra este telegrama,de fecha 6 de septiembre de 1961.

“Memorandum ConfidencialA los Oficiales Comandantes de Zonas Rurales, Re-

pública

1. Se recuerda a los miembros de la Policía Rural queexiste una recompensa de RD$15,000 por la captura, vi-vos o muertos, de los nombrados Luis Amiama Tió yAntonio Imbert Barrera.

2. Cualquier indicio o informe preciso que lleve a lacaptura o muerte de los mismos será recompensada igual-mente.

3. Por tanto, se les ordena hacer que el contenido deeste memorandum sea del conocimiento, en forma confi-dencial, de todos los hombres de esta institución.

Luis Arzeno ColónTte. Coronel, P.N.Jefe de la Policía Rural”

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30. EL DESPLOME DE LA MAQUINARIA DEL TERROR

Después del 30 de mayo de 1961 una atmósfera de ten-sión y descreimiento arropó a la población. ¿Será ciertoque Trujillo está muerto? Se preguntaba la gente. Parecíademasiado fácil que tantos años de terror desaparecieranen tan sólo un soplo.

Muchos creyeron que la noticia de que Trujillo habíasido ajusticiado era un “gancho”, para poner en evidenciaa sus enemigos. Cuando se convencieron de que sí, de quehabía muerto el tirano, hubo luto, real, pues la ignoranciaes ancha, pero también hubo luto fingido, puesto que lamaquinaria represiva estaba intacta y el miedo persistía.

En aquel entonces, con mis 15 años de edad, con casitoda mi familia presa en “La 40” o “El 9”, sentía que unanebulosa cubría mi cabeza.

No comprendía bien lo que ocurría.El 4 de junio de 1961 llegó la fatal noticia: Antonio de

la Maza y Juan Tomás Díaz habían caído en la avenidaBolívar, frente a la Ferretería Reid.

Me sentí dolido, casi huérfano, desconcertado.Un sentimiento de soledad embargaba mi ser. En mi

casa sólo estaban mamá (Rosa), mis tres hermanos (RosaAmalia, Carlos y Mayra), y yo. Papá estaba preso. Mi

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abuelo Eduardo también, así como mis tíos Miguel ÁngelMichel, Ramón y Bienvenido García Vásquez, al igualque mi primo hermano Octavio Cáceres Michel, herma-no de Tunti, quien se hallaba escondido en Estancia Nue-va, Moca. Toda la familia de la Maza y allegados, así comola Díaz, igualmente estaba presa.

El mundo parecía desplomarse a mis pies.Al principio, un sentimiento borroso inundaba mi con-

ciencia.¿En qué se había metido mi familia? ¿Cómo saldría-

mos de tan dura prueba? ¿Qué sería de nosotros, los másjóvenes, sin las orientaciones de los mayores?

Mamá se negaba a que saliéramos lejos de la casa, por-que creía que corríamos peligro. Pero yo me empecinabaen salir.

Con el paso de los días se fue albergando en mí unsentimiento de indignación. Comenzaba a darme cuen-ta de que el 30 de Mayo había constituido un hecho tras-cendente y no me explicaba la reacción pasiva de la po-blación.

Llegué a sentirme culpable de permanecer pasivo enaquellas circunstancias.

Los días fueron transcurriendo y, en la medida en queasí sucedía, comencé a percibir que la solidaridad del ve-cindario hacia nosotros aumentaba, cada día era mayor.De la indefensión pasamos a percibir aliento y respaldo demuchos compueblanos, todavía velado y tímido.

Ese era el síntoma de que la estructura de la tiraníacomenzaba a resquebrajarse.

Luego, algunos de mis familiares fueron puestos enlibertad. Primero llegaron Miguel Ángel, mi tío, y Anto-nio Rosario, esposo de Dulce de la Maza.

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Al poco tiempo soltaron a papá y la algarabía en micasa y en el vecindario fue grande. El terror comenzaba aceder.

Antes de eso desahogaba mi impotencia combatiendoa la dictadura a mi modo. El edificio que alojaba al Parti-do Dominicano, el partido único que sirvió de sustentopolítico a Trujillo, quedaba a sólo una cuadra de mi casa.En algunos atardeceres, cuando el crepúsculo se adueña-ba del entorno, me dedicaba, situado en el patio de micasa, a disparar siete u ocho piedras grandes hacia el edi-ficio de dicho partido.

Algunas de esas piedras lanzadas por mi quedaban cor-tas. Lo sabía porque oía el estruendo que causaban cuandocaían en el techo de zinc de la casa del abogado y poetamocano, Víctor Lulo, quien, sin saberlo, sufría así las con-secuencias de la trayectoria errada de mis proyectiles.

Fui testigo, en mi pueblo natal, de cómo la gente ibadespertando del largo letargo en que estuvo sumida. Co-menzaron a valorar las libertades y a exigir cambios po-líticos.

Recuerdo cuando surgieron las primeras manifestacio-nes públicas contra la tiranía. Los estudiantes del Liceojugaron un papel protagónico. En una ocasión se organi-zó un desfile que la Policía se empeñaba, inútilmente, endispersar. Luego de las correspondientes pedreas y corre,corre, la multitud se hizo densa. Resultaba inexplicablecómo se había juntado, de pronto, tanta gente.

Y entonces, la multitud abigarrada quiso cruzar, orga-nizadamente, frente al Partido Dominicano y por el ladode la gobernación provincial y del edificio de la Policía.Era una demostración de fuerza, una especie de pulso aver quién podía más.

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Sin darme cuenta quedé en la primera fila de la mani-festación. La multitud marchaba apretada, vibrante, de-cidida. Llegamos al edificio de la gobernación provincialen medio de un ambiente tenso. Allí encontramos unaformación cerrada de policías, bloqueando la calle, impi-diendo el paso.

Los policías estaban en medio de la calle, frente a lamultitud, con sus fusiles apuntando a la cabeza de losmanifestantes.

Casi sentí el frío del cañón de los fusiles en mi sien.Pero la multitud no se amilanó. Se compactó más aún, sicabe. Agitaban las banderas y expresaban consignas ale-góricas a las libertades. Reclamaban, repetidamente: li-bertad, libertad, libertad.

Fue tal el empuje de aquella masa que los efectivospoliciales se vieron obligados a dejarla seguir su camino.Ahí mismo me di cuenta de la fuerza que tiene un pueblocuando está unido.

Más adelante, tal vez en octubre o noviembre de 1961,puesto que las escuelas estaban abiertas, comenzó un pe-ríodo de agitación en las aulas. Recuerdo que un nutridogrupo del Liceo se trasladó al local de la escuela interme-dia, que distaba varias cuadras, con objeto de movilizar alos estudiantes de ese recinto.

Una vez allá, cuando el propósito había sido logrado,alcancé a ver en el pasillo central de la escuela una foto deTrujillo colgada de la pared. De repente me embriagó laindignación y sentí profunda repulsión. Me vi catapultado,di un salto, agarré la foto y la destrocé tirándola al piso.

En mi turbación no me había dado cuenta de que,próximo a la pared donde descansaba la foto, estaba si-tuado un sereno o custodia, con un puñal en el cinto, quien

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de inmediato intentó agredirme. Cuando vi el puñal ensus manos que se abalanzaban sobre mí, salí corriendo,llegué al patio, tomé dos piedras, las lancé al sereno, yseguí corriendo.

Era difícil que me alcanzara, pues era muy ágil en esaépoca. Sin embargo, bien sé que la cobertura dada por loscompañeros del Liceo al obstruir el paso del sereno, fuedeterminante para que no me alcanzara.

Esos y otros episodios llevaron a los amigos de papá asugerirle que me enviara a una especie de exilio, para evi-tar males mayores. Fue así como me enviaron a SantaRosa, situada a 8 kilómetros de Moca, a la finca de lafamilia Michel Andújar, donde Danilo Rodríguez, espo-so de Josefina Michel, comenzaba a transformarla en loque después sería un proyecto lechero modelo.

Al poco tiempo ocurrió el asesinato de Hacienda Ma-ria, en que fueron masacrados vilmente Pedro Livio Ce-deño, Huáscar Tejeda, Modesto Díaz, Roberto Pastoriza,Salvador Estrella y Tunti Cáceres Michel.

Inmediatamente, cumplida su venganza, se produjo lasalida de Ramfis Trujillo, el hijo mayor del déspota, se-guida más tarde por la salida de los demás miembros yallegados de esa familia.

A partir de ahí ha habido altibajos, pero el pueblo creóconsciencia del valor que tiene vivir en libertad, en de-mocracia.

Se han sucedido los gobiernos, algunos con contenidoautoritario, otros no. Pero desde aquel 30 de mayo se res-pira un aire de libertad, que no podrá ser cercenado por lavoluntad de un hombre o caudillo. Y eso ha sido probadoen la historia reciente, en la que se han escrito páginas deheroísmo en defensa de las libertades y de la soberanía.

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Por eso, el sacrificio de tantos, la sangre generosamentederramada por muchos dominicanos, no ha sido en vano,porque con esa sangre de héroes y mártires se pavimentó elcamino sin regreso de las libertades y de la democracia.

En realidad, esa es la virtud, el ejemplo, el valor quetiene la gesta del 30 de Mayo. Es la consagración de lalucha contra el poder omnímodo, contra la tiranía, contrael abuso de los que ejercen el poder y oprimen a su pue-blo. Así, cada pichón de dictador tendrá que enfrentarse auna posibilidad cierta: si cruza la raya del despotismo,siempre estará justificado otro 30 de mayo.

Mientras penda la espada justa del tiranicidio sobre lacabeza de los déspotas potenciales, es difícil que surjaotro 30 de mayo, pero si por circunstancias del destino ladictadura se reproduce, entonces la apuesta es en favor deque fructifique el jardín variado y colorido del descabe-zamiento físico de los tiranos y, se levante la población yexclame, como en Fuente Ovejuna, de Lope de Vega, to-dos a una, con el grito unísono de ¡muerte al tirano!

¿Habrá otro 30 de mayo?

APÉNDICE

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ENTREVISTA AL DR. RAFAEL BATLLE VIÑAS(SOBRE EL PRESUNTO CONOCIMIENTO DEL COMPLOT

POR PARTE DEL DR. JOAQUÍN BALAGUER)1

Al igual que ha sucedido con otros aspectos del 30 deMayo, parte de la población está convencida de que aldoctor Joaquín Balaguer se le llegó a comunicar que sepreparaba un atentado contra Trujillo, y a informar que secontaba con él para orientar la transición hacia la demo-cracia, mientras otra parte asegura que eso no es cierto.

Eduardo Antonio García Vásquez asegura, en susapuntes que aparecen en este libro, que el nombre de Ba-laguer se mencionó en el grupo que organizó el complotcomo posible candidato a integrar la Junta de Gobiernoque debía tomar el poder a la muerte de Trujillo. En eseentonces, a pesar de Balaguer estar al servicio de Trujillo,se le consideraba un civilista, capaz de hacer aportes va-liosos a la causa democrática. Con el paso de los añosdemostró que, en la balanza, su vocación autoritaria ycontinuista pesaba más que cualquier otra consideración.

Es cierto que hubo un intento de sondear la reacciónde Balaguer a través del doctor Rafael Batlle Viñas, pero,

1 Entrevista realizada en Santiago, el 4 de febrero de 1990, por EduardoGarcía Michel, Miguel Bissié y Emilio Cordero Michel.

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como puede verse en la entrevista que se expone a conti-nuación, dicho intento no llegó a materializarse.

Esta entrevista también tiene el interés de la confir-mación que hace el doctor Batlle Viñas de que en la cár-cel se enteró (y en la cárcel, como es obvio, nadie queríaque se le atribuyese nada conectado con el 30 de Mayo)de que existía una proclama escrita por Eduardo AntonioGarcía Vásquez, que sería leída a través de Radio Televi-sión Dominicana, lo que comprueba la versión que ofre-ce Eduardo Antonio García Vásquez sobre el particular.

Por otro lado, no deja de ser significativa la expresiónque se cita al final de la entrevista, pronunciada por unguardia dentro del recinto carcelario, quien dijo “pero yono entiendo este mundo; estos blancos con tantas camasbuenas y tantas neveras, ¿para qué se habrán metido enesto? En este país lo que hay es que vivir bien, y se acabóel episodio”.

Efectivamente, el 30 de Mayo significó para sus inte-grantes el desprendimiento absoluto de bienes materialesy de la propia familia, la inmolación suprema, en aras delideal de alcanzar la libertad de un pueblo que, en esemomento decisivo, quizás no acertaba a comprenderlo.

ENTREVISTA AL DOCTOR BATLLE VIÑAS

P. ¿Doctor, cuándo se enteró usted que comenzaronlas conversaciones relacionadas con el complot del 30 deMayo?

R. Como en el año 1960. Pero lo que decidió que llega-se a mí de manera definitiva fue que el actual Presidente dela República, Joaquín Balaguer, era cliente mío cuando yo

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ejercía la profesión de médico en la Clínica Internacio-nal. Una tarde, Antonio Imbert con su esposa, un servi-dor con la esposa, y Salvador Estrella, fuimos a pasear,pero yo les dije que debería estar a las 5 p.m. en la ClínicaInternacional, porque tenía que ver a un cliente —no lesmencioné quién— y les pedí que tuvieran la bondad dellevarme y esperarme ahí por 15 minutos.

Al salir de la Clínica lo hice junto con el Dr. Balaguer;entonces ellos me dijeron: “¡tamaño cliente tienes tú!”.Pero no me di por aludido. Ellos advirtieron que podíaser útil en algo. Las cosas iban y venían. En mayo de 1961me solicitaron que tratara de indagar qué reacción podríatener el presidente Balaguer en caso de que ocurriera lamuerte de Trujillo. Misión delicada, por supuesto, y difí-cil, las dos cosas. Les dije que haría todo lo posible porver cómo podría yo, primero hablar de eso, y segundo,cómo llegar donde ese señor.

Las cosas quedaron así, pero el 27 de mayo, a las 4.30p.m., estaba sentado yo en la galería de mi casa y se detie-ne un carro en la calle, frente a la puerta. Sale del carroAntonio de la Maza. Saluda, entra y nos sentamos. Mepregunta, bueno, ¿y tú? Estoy bien. ¿Qué te trae por aquí?Dice, vine a dos cosas. Primero, mira. Me enseña unosanálisis de laboratorio. Por lo que vi parece que alguientiene una hepatitis. Me dice: “Sí. Esa es mi niña Lourdesque tiene una hepatitis. La he llevado a la Clínica GómezPatiño y está en manos de la Dra. Báez. ¿Qué te parece ati?”. Contesto, “bueno, está en buenas manos, creo queestuvo bien decidido”. Me dice: “La otra cosa es, ¿quéhas podido hablar?”. Le digo, “bueno, yo no he podidohablar con ese señor, pero en caso de que yo hable, si mepregunta quién me mandó, ¿qué debo decir? Porque eso

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surge naturalmente”. Entonces me dice: “Eso no, averí-guatela, porque a este señor lo mato yo en estos días”.Me llevó a la puerta del carro, abrió la puerta, me enseñóla ametralladora2 y dijo: “Este se muere, porque Antoniode la Maza lo va a matar”. Estaba como una fiera, desme-jorado. Le dije: “Antonio, ten cuidado”. Me dice: “No,yo estoy muerto hace tiempo, pero eso va a suceder. Cual-quier cosa me la avisas con Salvador”.

El día 28 toca a la puerta Salvador Estrella. Le pregun-to qué pasa. Me dijo que Trujillo se salvó en una de esasnoches, pero que estuviera atento porque iba a suceder.

En efecto, el 30 de mayo, como a las 10.30 p.m., máso menos, Salvador tocó la puerta de mi casa y le digo,Salvador ¿qué pasa? Me contesta: “El hombre está muer-to. Vengo para que tú me cures, estoy herido”. Lo curé.Tenía una pequeña laceración en la región frontal. Lo lim-pié y me pidió ropa porque estaba manchado de sangre.Me dice: “Ahora viene lo peor de todo, vamos a ver quéva a suceder. Yo voy para un lugar, pero en el caso de quemi esposa llame, que va a llamar, le vas a decir que salípara la embajada de Italia, que vaya para allá”.

Ahí nos despedimos. Le deseé suerte y él a mí también.P. ¿El contacto con Balaguer no se produjo nunca?R. No se produjo nunca. No se produjo porque eran

visitas médicas las que él me hacía. No sucedió nada deeso porque, en ese momento, él no deseaba que lo vieracomo médico; en fin, que en esos días no se presentó nada,todo quedó en espera.

P. Aunque usted no pudo hablar con Balaguer, usted quelo conoció bien, ¿cuál cree que hubiera sido su reacción?

2 Es posible que se tratara de una escopeta, ya que el grupo del 30 de Mayonunca tuvo ametralladoras en su poder.

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R. Bueno, con el doctor Balaguer se usa una palabraque dice que es un hombre impredecible. No sé qué reac-ción pudiera haber tenido en caso de que hubiera habladocon él.

P. Se cree que Modesto Díaz habló con Balaguer enrelación al complot, de que había posibilidades de que seeliminara físicamente a Trujillo y dicen que Balaguer con-testó que “usted y yo no nos hemos visto hoy”.

R. Era muy difícil, muy difícil. Lo que sí pensé es queme preguntaría quién me mandó a eso, porque es lógico.

P. ¿Salvador Estrella nunca le participó nada de la se-gunda parte del plan?

R. No, nunca, ni Antonio Imbert tampoco, porqueellos, no sé, no estaban enterados, porque me lo hubierancomunicado.

P. Y ya en la cárcel, después del 30 de mayo, ¿no sepudo enterar de que existía la segunda fase, que no se pudocumplir?

R. En la cárcel de La Victoria donde ya hubo mezclade personajes de la segunda parte con nosotros, se llegó adecir que en la segunda parte intervendría el general Ro-mán, que irían al Palacio Nacional a hacer presos a losTrujillo, llamarlos y a medida que llegasen detenerlos ydeportarlos. Se habló de que no habría fusilamientos nimuertes, ni esa violencia; al contrario, se harían las cosasdentro de un ambiente de legalidad o algo así.

P. ¿Se habló de alguna proclama política?R. Desde luego que sí, que ya estaba escrita. Por cier-

to que había una que recuerdo me dijeron que estaba es-crita por tu papá (Eduardo Antonio García Vásquez) yque sería leída a través de la Voz Dominicana.

P. ¿Qué más recuerda usted de la cárcel?

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R. Oíamos los alaridos, porque eran alaridos los quedaban los hombres. Había un silencio cuando se oían esasvoces. Era algo odioso. Ahora recuerdo algo que ha influi-do mucho en mi vida, que fue que después de torturarme amí (las torturas consistían en aplicarnos los bastones eléc-tricos en los testículos y en la parte inferior del cuello, enuna silla, llamada silla eléctrica, nos ataban de pies y ma-nos. Cuando nos ponían esos bastones en los testículos unodaba brincos que topaban con el seto, sin exagerar). Hubouna de esas fieras, Clodoveo Ortiz, que sacó una pistola45, diciendo: “Estos mierdas, lo mejor es salir de ellos”. Ysacó la pistola para hacerme el aguaje y vino acercándosehasta que la puso en la frente mía, repitiendo, “estos mier-das”. Respondí, “bueno usted dirá que somos unos mier-das, pero así cualquiera actúa como está usted con una pis-tola en la mano y un hombre desnudo”. Entonces dijo: “Asípues, que venga el hijo”.

P. ¿Qué edad tenía el hijo?R. Diez y seis años. Y hacerle eso delante de mí a un

niño, entonces les dije: “pero no sean bárbaros, mátenmey satisfagan sus deseos, pero a este angelito déjenlo tran-quilo, ombe, caray, ¿qué es esto?”. Y ahí terminó todo.

Todavía hay otra vivencia que, en cierta manera, sim-boliza la manera de vivir de nosotros los dominicanos.Me pasaron a una oficina y había un guardia con un apa-rato en las manos y dice el guardia: “pero yo no entiendoel mundo; estos blancos con tantas camas buenas y tantasneveras, ¿para qué se habrán metido en esto? En este paíslo que hay es que vivir bien como sea, tener dinero paravivir bien, y se acabó el episodio”.

P. ¿Usted no le ha dicho al doctor Balaguer que él es-taba incluido para plantearle la existencia del complot del30 de mayo?

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R. Yo regresé de Puerto Rico y fui donde él. Le dije queme satisfacía darle un abrazo, porque estoy vivo de casua-lidad. Entonces me dice él: “Y yo también, porque a míme pusieron al lado a un coronel de los de Petán, que no séqué misión tenía”. Parece que hubo un intento de golpe deEstado y entonces le pusieron a él un coronel al lado.

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TESTIMONIO DE LUIS ESTRELLA MUESES1

El valor de la entrevista a Luis Estrella Mueses estriba enel hecho de que refiere episodios del 30 de Mayo conta-dos por su padre, Salvador Estrella Sadhalá.

Aquí aparece reiterada, expresada por una de laspersonas que estuvo en el lugar de los hechos, la ver-sión de que Trujillo no disparó cuando sufrió el atenta-do. Y, agregamos nosotros, no porque careciera de va-lor para defenderse, sino probablemente porque resultóinhabilitado desde que recibió el primer cartuchazo sa-lido de la escopeta de Antonio de la Maza, mortal pornecesidad.

Cuenta Luis Estrella que Trujillo recibió un cartucha-zo de la escopeta utilizada por Antonio de la Maza. Tam-bién expresa que Trujillo ciertamente recibió un tiro degracia, y que previamente fue agarrado y golpeado porAntonio de la Maza y que gritó pidiendo que no lo mata-ran, según lo contó Salvador Estrella.

Asimismo, se expone en la entrevista que fue SalvadorEstrella Sadhalá quién hirió, sin quererlo, a Pedro Livio

1 Parte de la entrevista realizada el día 1 de mayo de 1991 a Luis EstrellaMueses, por Eduardo García Michel, Miguel Bissié y Emilio Cordero Mi-chel. Luis Estrella es hijo de Salvador Estrella Sadhalá.

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Cedeño. Es probable que, al llegar súbitamente al teatro delos hechos, Pedro Livio confundiera en la oscuridad a Sal-vador Estrella con Trujillo y se le tirara encima, obligan-do a Salvador a disparar. Así, dice Luis Estrella, lo confe-só Salvador a su esposa esa misma noche del 30 de mayo.Esto explica cómo se origina la versión de que Pedro Li-vio le disparó a Trujillo.

Por último, se confirma que Miguel Ángel Báez Díazdio, a las 5 p.m., el aviso de que Trujillo iría a HaciendaFundación ese día 30 de mayo, y luego el teniente Álva-rez lo reconfirmó a Amado García Guerrero.

ENTREVISTA CON LUIS ESTRELLA

P. A partir de la conversación que hubo entre Antoniode la Maza y Salvador Estrella ¿qué ocurrió?

R. De la Maza le dijo que era amigo de Juan TomásDíaz, que estaba conspirando con los Díaz, que estabaconspirando con otro grupo; le habla de un complot quese había disuelto por la gran cantidad de gente que había,entre ellos estaba Severo Cabral, le habla de la gente deMoca: estaba Tunti Cáceres Michel, contaba con los her-manos De la Maza, con Eduardo Antonio García Vás-quez, con sus cuñados. Antonio tenía a toda su gente, atoda su familia, lo que no ocurría con Salvador Estrellaque nada más tenía a César, porque no quiso comprome-ter a más nadie, tanto así que mi padre muere creyendoque Piro Estrella conocía del movimiento, y mi abuelomuere diciéndome que no sabía nada.

P. ¿Salvador murió creyendo que Piro, su padre, sabíadel complot?

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R. Sí, que lo sabía vía Antonio de la Maza, y vía JoséRafael Abinader también. Cuando Salvador y Antonio dela Maza se pusieron de acuerdo, Salvador le dice: “el queyo quisiera que esté es papá, para que cuadre mejor, por-que yo confío en mi papá”. Antonio le dice: “ah no, peroyo lo comprometo”. Cabe decir que mi papá y mi abueloestaban separados por problemas familiares de padre ehijos. A los 15 días llega Antonio y le dice: “hablé conPiro y Piro está en la cosa”. Salvador entonces le dice:¿Piro Estrella comprometido para matar a Trujillo? No,Antonio, eso no es verdad”. Antonio responde: “qué vai-na, tú nunca me crees a mí. Yo te voy a traer las pruebas”.Lo que hizo Antonio fue que pasó por la finca y le dijo ami abuelo: “Piro, yo que tengo unos perros que me estánacabando allá en Restauración, préstame la escopeta”.Se lo dijo delante de Cruz Cortés. Entonces, Antonio vie-ne a la Capital y le dice a mi papá: “¿Tú conoces estaescopeta?”. Le responde: “Sí, es la escopeta de mi papá”.Antonio le dice: “Esa me la dio tu papá para que mate-mos a Trujillo”.

P. Circulaba la versión de que en la avenida, Trujillose defendió.

R. En ningún momento Salvador Estrella dijo que Tru-jillo se defendió. Nunca se lo dijo a mi mamá, ni él mis-mo Imbert Barrera en casa del Dr. Durán habló de queTrujillo se había defendido. Trujillo, con el balazo que ledio Antonio de la Maza no tenía para donde coger.

P. ¿El de la escopeta?R. Sí. Con ese primer tiro Trujillo sale del carro y

Antonio de la Maza le va encima, después que hay el ti-roteo porque los cuatro se fajaron con el chofer que esta-ba vuelto una fiera tirando muchísimos tiros porque quien

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llega primero es Antonio de la Maza y, según dijo Salva-dor, de la Maza le entró a trompadas y patadas, despuésque tenía el primer tiro. Trujillo herido lo que decía era,según palabras textuales de Salvador Estrella dichas esamisma noche “no me maten, no me maten, soy el bene-factor, les daré dinero, les daré poder, soy el jefe, ustedesestán equivocados, ustedes son mis hijos”. Eso contabaSalvador Estrella. Antonio Imbert, que venía atrás, esherido y dice que sintió como un empujón y el empujónfue el disparo. Atrás quienes estaban protegiendo a losdos Antonio eran Amado García Guerrero y SalvadorEstrella. Y ahí es que entre Antonio de la Maza y Anto-nio Imbert, que son los que están más cerca, acaban conel hombre. El mismo Antonio Imbert me dijo a mí quefue Antonio de la Maza quien le dio el tiro de gracia. Sinembargo, en otras declaraciones Imbert se contradice.Cuando ellos llegan donde está Trujillo es que vienen Pe-dro Livio y Huáscar, que al oír el tiroteo vienen bajando.Salvador confunde a Huáscar y a Pedro Livio y les hacedisparos, hiriendo a Pedro Livio en el estómago.

P. ¿Estaba muerto Trujillo en ese momento?R. Listo y servido. Eso de que Pedro Livio llegó a sa-

car a Trujillo del carro en ningún momento sucedió. Pe-dro Livio cae patas arriba con un balazo que le da Salva-dor Estrella. Mi padre se lo confiesa a mamá esa mismanoche, le dice: “carajo, estuve al matar a Pedro Livio, porpoco lo mato, porque ese loco de mierda me vino enci-ma”. Palabras textuales de Salvador. Ahí es que de la Mazale dice: “encárgate de él, que él mismo sabe lo que hay quehacer”. Pedro Livio se quejaba fuertemente por el disparoque tenía en el estómago, se quejaba del dolor. SalvadorEstrella responde a de la Maza: “te equivocaste, aquí no se

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va a matar a nadie, yo no voy a matar a Pedro Livio, esono es verdad”. A lo que Antonio contesta: “pues haz loque tú quieras con él”.

Por otro lado, quien le dice a Antonio de la Maza, comoa eso de las 5 p.m. que posiblemente Trujillo vaya a laAvenida esa noche, es Miguel Ángel Báez Díaz. AmadoGarcía no estaba de servicio ese día, y, por tanto, no po-día estar enterado de si Trujillo iba o no iba. Es el tenienteÁlvarez quien da la confirmación a Amadito. Ya en la no-che, cuando había incertidumbre, Miguel Ángel Báez llegapor segunda vez, en un cepillo y les dice: Señores, no sedesesperen que el hombre viene seguro, no se desesperen”.Ahí fue cuando la tensión bajó un poco. Al rato pasó Tru-jillo y se comete la acción.

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TESTIMONIO DE DANILO RODRÍGUEZ PÉREZ1

Danilo Rodríguez era casi como un hermano para Eduar-do Antonio García Vásquez, por lo cual éste le participóalgunos detalles del complot y contaba con su participa-ción en el momento en que lo requiriera, junto con la deLeonte Schott Michel.

En esta entrevista, Danilo Rodríguez revela cosas in-teresantes. Por ejemplo, que ya por el comienzo de losaños cincuenta Antonio de la Maza manifestaba desafec-ción por Trujillo, antes de que mataran a su hermano Oc-tavio (Tavito).

También Danilo ofrece testimonio de la construccióndel falso piso para guardar armas, realizada por su her-mano Reynaldo en la Opel Caravan propiedad de Eduar-do Antonio García Vásquez. Asimismo, se refiere aleventual ajusticiamiento de Trujillo en Moca. Es rele-vante, asimismo, la revelación de que fue informado, pro-bablemente a finales de 1960, de la participación del

1 Danilo Rodríguez Pérez era un empresario mocano, dueño de un taller demecánica y de un par de camiones de transporte. Fue una de las personas queEduardo Antonio García Vásquez involucró en el complot. Su hermano En-rique (Quique) fue presumiblemente asesinado por el régimen en 1959. Estaentrevista fue realizada el 19 de febrero de 1986 por Eduardo García Michel,Miguel Bissié y Emilio Cordero Michel, de la cual se presenta una parte.

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general Román Fernández en el complot, y del rechazodel general Guaro Estrella de incorporarse a la trama.

ENTREVISTA A DANILO RODRÍGUEZ

P. Danilo, dinos, por favor, lo que sabes, con respectoal complot del 30 de Mayo.

R. La primera vez que oí a Antonio de la Maza hablarmal de Trujillo, fue a principio de los años cincuenta. Sehabía dado una orden para que no pudiese venderse ma-dera si no estaba secada al horno. Yo fui a buscar maderaal aserradero de Antonio de la Maza en Restauración, yél me dijo: “No hay madera, porque está prohibida la ven-ta de madera que no sea secada en horno”. Agregó: “Es-tos desgraciados Trujillo le han dado a Manuel de Moyalos derechos para vender unos hornos que ellos tienen, ypara que se los compren no dejan vender madera si no essecada al horno, pero yo prefiero no vender más una ma-dera si tengo que comprar el horno ese”.

A mí me sorprendió porque se suponía que Antonioera un adepto de Trujillo y, por eso, no contesté nada, por-que francamente tenía temor de hacer algún comentario.Tuve que hacer el viaje de regreso vacío; no traje el viajede madera. Al poco tiempo supe que De la Maza se pusoa construir un horno de madera, que fue aprobado por losTrujillo.

Después, cuando ocurrió la muerte de Octavio (Tavi-to) de la Maza, en 1956, yo estaba en el velorio sentadoal lado de Antonio de la Maza y él comenzó a hablarmede los matadores de su hermano, y me mencionó nom-bres de gente que estaba por Restauración dónde él tenía

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los aserraderos. Pero yo pensé que en ese momento An-tonio me estaba mintiendo, que era una forma de desaho-gar su dolor, que sabía que le habían matado a su herma-no Tavito, aparentaba que quería comenzar a gestar algoy que quería como conseguir adeptos, pero yo no le pusecaso y no lo creí.

Luego llegó una comisión de la OEA a ver el cadáverde Tavito. Antonio no se movió y yo le dije que esas erangente del gobierno que venían a poner más de mojigangaa ustedes, a hacerles más humillaciones. Me paré y fuihacia la sala donde estaba el cadáver. Estaban mandandoa salir a todos los presentes para que las personas de laOEA examinaran el cadáver de Tavito. Nadie quería salirde la sala. En eso Marussa Rua, la esposa o viuda de Ta-vito, comenzó a hablar improperios en contra de Trujilloy dijo que era una solemne mentira decir que Tavito sesuicidó, que fue Trujillo quien lo asesinó, y comenzó adescubrir el cadáver. Eso fue un desafío.

Después comienza —a mi manera de ver— la gesta-ción de la trama para la muerte de Trujillo. Yo me enteropor tu papá, Eduardo Antonio García Vásquez. Ellos ne-cesitan gente. Tu papá me habla y yo le digo que sí, queestoy dispuesto.

Yo tenía un arma, una pistola calibre 45 que era de mihermano y comenzamos a hacer prácticas de tiro. Juntoconmigo estaba también Leonte Schott Michel. Tu padreEduardo Antonio era el enlace entre Antonio de la Mazay nosotros, era quien nos daba las instrucciones y nos in-formaba de lo que se estaba haciendo. En un momentodado tu padre me dijo que la trama contra Trujillo se rea-lizaría en Santo Domingo, y que también se actuaría con-tra Petán, en Bonao, y Pipí Trujillo, en Moca, y que los

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encargados de vigilar, apresar y si era necesario ajusticiara Pipí Trujillo, en Moca, éramos Leonte y yo.

P. ¿Leonte Schott Michel?R. Sí, Leonte y yo en Moca. Comenzamos a espiar a

Pipí y ver los movimientos que hacía en Moca. No teníaningún tipo de protección, sólo un chofer que lo mandabaa hacer diligencias y se quedaba solo en su casa. Pensa-mos que el apresamiento y ejecución de Pipí, si fuera ne-cesario, era cosa sencilla, no implicaba riesgo, porque eraun viejo sin defensa alguna. Ahí comencé a dudar de sirealmente yo me atrevía a matar a un hombre práctica-mente indefenso. Pero a medida que pasaba el tiempo sur-gieron desavenencias entre Leonte y tu padre.

Al cabo del tiempo, en una oportunidad me dice un cho-fer mío, Héctor Curiel, con el cual yo contaba para el mo-mento en que se pudiera necesitar, pero no le había habla-do aunque sí lo había calibrado, me dice, llegando de unviaje, que “Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza esta-ban en un complot para matar a Trujillo y que le daban unapistola y un revólver al que se metiera en el plan. Eso mesorprendió y le pregunté que cómo se había enterado deeso. Me dijo que Justico, que era otro chofer, se lo habíadicho en Santo Domingo. Yo le dije que no, que Juan To-más y Antonio de la Maza eran muy amigos de Trujillo.Salí inmediatamente para Santo Domingo en busca deAntonio de la Maza. Lo encontré en el hotel Presidente. Ledije que tenía algo importante que decirle. Bajamos a la bom-ba de gasolina que estaba detrás del hotel y le expliqué loque estaba pasando. Me contestó que si a eso había venidoyo de Moca, que no tiene importancia que digan eso.

Como esas sucedieron otras cosas. Después me caséy comencé a ponerme conservador, a pensar lo que podía

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pasarle a la familia de uno, inclusive nació Rosanna, miprimera hija. Veía como cambiaban los planes y que mu-cha gente ya sabía de eso y comencé a sentir miedo. Undía le dije a Leonte:

“Mira, Leonte, estas personas que están metidas enesto tienen padrinos. A la hora que pase algo somos no-sotros los que vamos a pagar las consecuencias y los otros,con sus relaciones, se van a salvar. Y como tú no acabasde entenderte con Eduardo Antonio García Vásquez, va-mos a salirnos de esto.

Le informé a Eduardo Antonio García Vásquez de queni Leonte ni yo íbamos a seguir en el complot. LuegoAntonio de la Maza con Aída Michel, su esposa, y tu pa-dre Eduardo Antonio con Rosa, su esposa, fueron a lafinca de Santa Rosa, situada en las afueras de Moca, don-de me encontraba con mi familia. De la Maza me pregun-tó si era verdad que yo no estaba por seguir en el asunto.Agregó que pensaba que yo tenía valor, pero que veía queera un cobarde. Contesté que sí, que era un cobarde, queyo no seguía en eso. Preguntó que por qué era que no se-guía. Contesté, diciéndole que la trama estaba condena-da al fracaso, porque lo sabe todo el mundo y que en cual-quier momento todos iban a caer presos. De la Maza mepidió la pistola que tenía y le dije que no la tenía, que lahabía prestado por recomendación de Pedro Guzmán. Mecontestó que no era verdad porque Pedro le había dichoque yo la tenía. Entonces le dije que fuéramos donde Pe-dro a ver si era verdad o no. En el camino, me dijo: “aho-ra nosotros estamos mejor que nunca. Conseguimos lacolaboración del único oficial honesto y honorable quetiene el Ejército, el general Román Fernández.

P. ¿De qué fecha estamos hablando, más o menos?

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Como del 61. Me dijo eso, que habían conseguido lacolaboración de Román Fernández. Se habló también deque Guaro Estrella no había querido entrar en la trama,pero que iba a conservar el secreto y que Piro, su padre, ledijo que no se apuraran por Guaro, que cuando se ofrez-ca, a Guaro lo neutralizo yo. Esa fue la versión que habla-ron ellos (De la Maza y García Vásquez) delante de mí.

El proceso siguió y yo continué en contacto a travésde Eduardo Antonio García Vásquez, pero ya no estabainteresado y no le ponía mucha atención a eso. EduardoAntonio García Vásquez llevó al taller que yo tenía unaguagüita Opel e hizo que Reynaldo, mi hermano, (yo es-taba en el campo), le hiciera un depósito para ponerle ar-mas, un doble piso, un cajón para guardar armas. Variasveces García Vásquez me dijo: “Ya sí está arreglado, yasí está ubicado”. No le ponía mucha atención y no estabacreyendo en eso.

Casi de las últimas cosas que hablamos sobre eso fuecuando se iba a presentar un desfile en Moca, en honor deTrujillo, en junio de 1961. Eduardo Antonio García Vás-quez convenció a Poncio Salcedo que era el artista, el di-señador de la tribuna, para que bajara el parapeto de alan-te, porque decía que Trujillo no se iba a ver, que quedaríatragado por la baranda y que se veía feo. Tu padre nosdijo tanto a Reynaldo como a mí: “Esta vez sí le vamos adar bien en la pechuga”. En último caso el atentado seharía en Moca cuando Trujillo fuera al desfile.

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DECLARACIONES DEL EMBAJADOR EDUARDO ANTONIOGARCÍA VÁSQUEZ, A LA REVISTA ARGENTINA “ASÍ”1

EN CONTRA DE LA INTERVENCIÓN EXTRANJERA

En abril de 1965, Eduardo Antonio García Vásquez sedesempeñaba como embajador de la República Domini-cana en Argentina. Ahí lo sorprendió el estallido de laRevolución de Abril. Allí se enteró de la intervención ar-mada protagonizada por los “marines” de Estados Uni-dos. Desde su posición de embajador reaccionó, de in-mediato, en contra de la intervención.

Los medios de prensa de Buenos Aires recogieron susdeclaraciones. Por considerarlo de interés, ya que mues-tra la manera de pensar de García Vásquez, presentamosa continuación el texto íntegro de una entrevista que con-cedió en aquellos días a una revista argentina.

El texto es el siguiente.

“Los yanquis ofendieron la dignidad de mi patria”

Eduardo Antonio García Vásquez, embajador domini-cano en Buenos Aires, condenó la intervención dominicana

1 En el momento en que se produjo esta entrevista, el 30 de abril de 1965,concedida a la revista argentina “Así”, Eduardo Antonio García Vásquezestaba acreditado como embajador ante el gobierno argentino.

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en su país. Calificó de bochornoso el desembarco de “ma-rines” yanquis en Santo Domingo. Dijo que el episodioavasallaba la soberanía de su patria. Afirmó también quelos únicos que podían sentirse satisfechos por la actitudde los estadounidenses eran los escasos trujillistas queaun quedaban en la República Dominicana.

Mientras los cables informaban minuto a minuto de ladifícil situación por la que atraviesa la República Domini-cana, en momentos en que el mundo conocía los desem-barcos norteamericanos en Santo Domingo, en BuenosAires se concretaba especial reunión de prensa.

Eduardo Antonio García Vásquez, embajador domi-nicano en la Argentina, había convocado al periodismopara fijar su posición frente a los luctuosos sucesos quetenían por escenario su patria.

El diplomático fue duro y firme en sus declaraciones.Centró las mismas en fustigar la intervención yanqui eneste conflicto interno de la nación centroamericana.

Los periodistas que abandonaban al mediodía del vier-nes 30 de abril el primer piso del anexo del Alvear PalaceHotel comentaban con bastante asombro los comentariosdel embajador. No es frecuente en diplomáticos exponercon tanta claridad un pensamiento. “El desembarco delos “marines” estadounidenses en la República Domini-cana constituye un hecho bochornoso”, afirmó vehemen-temente García Vásquez. No pretendió adoptar posiciónen favor o en contra de ninguno de los dos bandos quepugnan por el poder en su país. Sólo se limitó a condenar laintromisión de una potencia extranjera en algo cuya diluci-dación es exclusiva de los propios dominicanos. Nadiemejor que el embajador podía explicar los hechos que esta-ban sucediendo en Santo Domingo. Por eso concertamoscon él una entrevista para la misma tarde del día en que

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30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

se realizó la conferencia de prensa. Volvimos al Alvear.Eran las cinco de la tarde. El propio embajador nos abriólas puertas de su departamento. El lugar era centro de unincesante desfile de periodistas, fotógrafos y camarógra-fos de la televisión.

ABOGADO Y LUCHADOR

Como ya es costumbre en nosotros, antes de entrar delleno al tema queremos que nuestro entrevistado nos digaquien es él. Eduardo Antonio García Vásquez nació hace44 años. Es casado y tiene cuatro hijos. El mayor cuentaya con 19 años de edad. Lo siguen una muchacha de 17,otro varón de 15 y una niña de 10.

“Mi hijo mayor (nos dice) está estudiando en España.Mi esposa y los otros tres niños iban a llegar esta semanaa Buenos Aires. Pero los acontecimientos de Santo Do-mingo les han impedido salir de allí. No sé nada de ellos.

Al decirnos esto el rostro del embajador se ensombre-ce. Pero reacciona rápidamente. Nos explica que por lanoche trataría de comunicarse con su familia para tenernoticias. “Espero (agrega esperanzado) que sea posibleobtener comunicación telefónica con mi país”.

Nos explica luego que es abogado. “Trabajé en la pro-fesión (señala) durante la dictadura de Trujillo. Puse misconocimientos al servicio de quienes peleaban contra eltirano. Cuando lo ajusticiaron resolví terminar con mi la-bor como abogado. Lo último que hice fue visitar los sa-lones de tortura utilizados por el trujillismo”.

Añade García Vásquez que sufrió persecución y cár-cel. “Nos encerraban en prisiones construidas bajo tierrao en solares que eran propiedad privada de la familia quemandaba en mi patria”.

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Desde el 1º de enero de 1961 al 17 de febrero de 1963ocupó el cargo de Procurador General de la República.Renunció al ser designado por el entonces presidente Bos-ch como embajador en España. “Mi misión en la penín-sula era dirigir la prosecución judicial contra los Trujillo.Debíamos recuperar los 800 millones de dólares que ha-bían robado de mi tierra”.

Hace dos meses fue trasladado a nuestro país parahacerse cargo de la representación diplomática en Bue-nos Aires. Desde el cargo que ocupa lanzó el reclamocondenatorio contra los norteamericanos. Frente a la caó-tica situación por la que está atravesando su país, pregun-tamos al embajador si hizo sus declaraciones en repre-sentación de algunos de los bandos enfrentados.

“En absoluto, (contesta resueltamente). Yo hablé comolo hice asumiendo la representación de lo que es más sa-grado para mí: el pueblo dominicano”.

De inmediato el embajador pasa a referirse al desem-barco de los “marines en Santo Domingo. La vehemen-cia preside cada una de sus palabras. “El desembarco esuna intervención intolerable. América cuenta con unaorganización apta para interceder en estos casos. La cartade Bogotá y la de Río de Janeiro proveen de los instru-mentos para eso. De haberse procedido así la bandera detodos hubiera colaborado a pacificar mi tierra. Pero laacción unilateral que condeno es una herida a nuestra dig-nidad y un agravio a nuestra soberanía. Se usó para aco-meterla la bandera norteamericana”.

Le preguntamos si son muchos los intereses y los ciu-dadanos norteamericanos que debían ser protegidos porlos efectivos yanquis. Nos responde que no. En SantoDomingo viven unos 2,100 súbditos norteamericanos y

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tienen su sede tres empresas. “Ninguna de ellas, (comen-ta García Vásquez), ha sido molestada en lo más míni-mo. Como tampoco lo fueron los ciudadanos estadouni-denses. No sé qué mentalidad tendrán algunos pueblos,(expresa el embajador con severidad), pero puedo afir-marles que en Argentina, en la República Dominicana,en toda latinoamérica, tiene sabor de desverguenza cobi-jarse bajo una protección como esa”.

Queremos saber del embajador si algunos de los dosbandos en pugna puede sentirse beneficiado con la inter-vención norteamericana.

“Ningún dominicano, que lo sea realmente, puedeencontrar beneficios en eso. No es cierto que los pueblosolviden. En mi patria están frescos los tristes recuerdosdejados por otros “marines”. Son aquellos que debimossoportar desde 1916 a 1924 y que hicieron sentir a misconciudadanos de entonces toda la prepotencia de su im-perialismo”.

Usted que ha sido perseguido por el trujillismo, ¿quéconsidera peor: el oprobio de ese régimen o lo bochorno-so de esta intervención?

Son dos cosas distintas, (indica García Vásquez). Elrégimen distorsionó los valores, en todos los planos. Perolo que hicieron los norteamericanos es ofender la ver-güenza de un pueblo. Se avasalló nuestra condición denación libre.

Siguiendo con el diálogo preguntamos a García Vás-quez qué explicación puede darle a la actitud del gobier-no estadounidense.

El embajador medita unos momentos antes de darnosuna respuesta. Parece medir sus palabras cuando habla.“A este hecho no le encuentro explicación alguna. Puede

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que sea fruto, quizás inconsciente, de pueblos y hombresque se creen muy poderosos. Es la consecuencia de unapaternidad que han ejercido a través de los tiempos. To-davía no se han convencido de que Latinoamérica no ne-cesita de tutores. Nuestros pueblos han crecido lo sufi-ciente para demostrar a cada instante que pueden encontrarsu rumbo sin tutelajes. Yo creo, (insiste el embajador),que los norteamericanos no han podido vencer el descrei-miento de que, frente a ellos, hay pueblos psicológica-mente distintos, pero igualmente capaces para valerse porsí mismos en la solución de sus problemas internos”.

Nos señala seguidamente que el ex-presidente Boschno puede ser llamado comunista. “Estados Unidos, (agre-ga), tiene pruebas de ello. Muchas veces fue aceptado porlos líderes de la Unión con gran beneplácito. Los erroresde Bosch han sido otros. Puede que entre sus colaborado-res haya tenido uno o dos ubicados ideológicamente en laizquierda. Pero no más de eso”.

Llevamos nuestra conversación con García Vásqueza la conferencia de prensa que realizara horas antes de laentrevista. Le preguntamos si haría alguna presentaciónante nuestra Cancillería. Nos contesta afirmativamentey, indicándonos a su secretaria que escribe a máquina enuna mesa contigua añade: “Justamente la estamos redac-tando ahora”.

Nuestra curiosidad va más allá. Y lo consultamos sihizo llegar sus inquietudes a su colega norteamericano.

“No lo hice porque me parece innecesario, (comentasonriendo). Mis palabras han tenido amplia difusión porla prensa, la radio y la televisión. La embajada norteame-ricana cuenta con un servicio de información lo suficien-temente capaz para evitarme ese trabajo. El embajador ya

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se habrá enterado de lo que dije, con seguridad muchoantes que el resto del país”.

PENOSA HERENCIA

Creemos que el tema de la intervención norteamericanaestá agotado. Es entonces que intentamos conocer de la-bios del propio García Vásquez un panorama que nospermita ubicarnos en los episodios que sacuden la naciónhermana.

Gustosamente se presta a esa explicación clarificado-ra. Antes de iniciar la aclaración que le pedimos, nos in-dica que él no milita en ningún partido político. “Soy in-dependiente (dice). Eso me permite manejarme deacuerdo con mi propio criterio. Por ejemplo, mi perma-nencia como embajador depende de la fuerza de los prin-cipios que sustente el régimen que salga vencedor de estasituación. Me quedaré si responde al caudal de esperan-zas que he depositado en el futuro de mi patria”.

Dicho esto, entra de lleno en lo que nos interesa. “LaRepública Dominicana sufre la consecuencia de todo eldaño provocado por Trujillo. Hay debilitamiento de cons-ciencia, situación que nos colocó al borde del abismo. Lareconstrucción debió hacerse partiendo de la nada. Peroesta tarea se inició sin fortuna. Quiso hacerse que el niñocaminara antes que supiera ponerse de pie. Fue como si sepretendiera recoger el fruto antes de su maduración. Comoconsecuencia de ello —prosigue— asistimos a una totalconfusión. Aun hay delincuentes en la función pública.Muchos nubarrones presagiaron el mal que estamos vi-viendo. El gobierno constitucional de Bosch surgió de

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elecciones absolutamente puras. Pero de inmediato su-frió las salpicaduras de hombres a los que el pueblo ha-bía marcado por su actuación en el régimen. Por eso,cuando fue derrocado, no hubo un sólo grito de protesta.Creo —afirma luego— que estamos padeciendo el apre-suramiento con que se convocó a elecciones. Ningún par-tido político estaba suficientemente maduro para gober-nar eficientemente. Eran agrupaciones sin ideologíasreales. Bosch triunfó porque fue el único que presentó unaplataforma. Él procuró el acortamiento de las distanciasque separan a los ricos de las clases sumergidas. Pero seequivocó en la ejecución. No repudió a dominicano algu-no, ni siquiera a los que eran señalados por sus delitos”

La entrevista llegó así a su fin. El embajador hablóclaramente. No intentó callar nada. Amablemente nosacompañó hasta el ascensor. Cuando salíamos le hicimosla inevitable pregunta final.

—Señor García Vásquez, ¿existe algún dominicanoque se sienta alegre por la intervención yanqui?

—Algunos hay. Son los trujillistas. A ellos les impor-ta mucho más defender sus intereses que defender el inte-rés de su patria. Por fortuna, son muy pocos...

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

AAbbes García, Johnny 45, 156, 336,

338, 340Abinader, José Rafael 447Acosta, Rafael 34, 280Aguirre, Francisco (Pancho) 32, 404Alcántara, General 69Alien, Robert 366Álvarez, Carlos Federico 271Álvarez, Federico Carlos 34, 270, 273Álvarez Pereyra, Tabaré 321, 322Álvarez, Teniente 446, 449Alzaga, Venancio 188, 189, 238, 241,

242, 261-263Amiama, Ana María 333Amiama, María del Pilar 325, 327Amiama Tió, Fernando 29, 155, 317,

323, 325, 326, 327, 333Amiama Tió, Luis 20-22, 24, 25, 28,

29, 30, 34, 39, 41, 43-45, 50-52, 55,101, 126, 142, 143, 145, 149, 167,168, 169, 171, 174-176, 198, 199,207, 209, 216, 228, 245, 261, 273,279, 287, 289, 292, 293, 298, 317,318-320, 322-328, 330-333, 335-337,340, 360, 381, 382, 389, 392, 393,398, 399, 401, 404, 423, 425

Amiama Tió, Mercedes 29, 317, 326Amiama, Victoria 326Amiama, Victoria Isabel 325Andújar, Capitán 116Andújar Vda. Michel, Fabiola 189,

190, 263Aquiles Mejía, Luis 165Aquino, Harrison 11

Arias, Roberto 34, 271Arzeno Colón, Luis 425Arzeno, Norma 177Arzeno, Yino 190Awad Canaán, Jean 122, 123, 130

BBáez Díaz, Bolívar 254Báez Díaz, Miguel Ángel 41, 122, 123,

129, 135, 139, 140, 156, 157, 161,166, 174, 195, 205, 209, 214, 229,234-236, 249, 250, 272, 273, 280,298, 305, 328, 352, 355, 356, 360,398, 403, 405, 446, 449

Báez Díaz, Pilar 122Báez Díaz, Tomás (Tomasito) 33, 174,

209, 214, 229, 356, 400, 406Báez, Doctora 439Báez, Miguelito 249Báez Perelló, Miguel Ángel 151Balaguer, Joaquín 32, 140, 141, 166,

169, 201, 216, 272, 275, 286, 291,292, 355, 385, 386, 389, 437-440,442

Balbuena, Hilaria 175Balcácer, Tavito 178, 226, 229Baquero, Luis Manuel 399Batlle Viñas, Mario 150Batlle Viñas, Rafael 57, 140, 150, 216,

253, 399, 401, 405, 437, 438Berry, Flérida de 271Berry, Lawrence (Wimpy) 27, 187,

190, 195, 227, 260, 261, 272, 290Betancourt, Rómulo 121, 347Bisonó, Víctor 345

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Bissié Romero, Miguel Ángel 11, 22,26, 27, 32, 34, 41, 43, 44, 53, 55,89, 97, 133-135, 137, 151, 154,158, 162, 173, 181, 186, 187, 189,190, 192, 193, 195, 203, 205, 221,231, 232, 298, 314, 336, 353, 356,368, 393, 394, 399, 401, 407, 437,445, 451

Bonelly, Rafael 140Bonetti Burgos, Alberto 293, 330, 331Bonetti, Cristina 331Bonetti, General 112Bonetti, Mozo 164Bosch, Juan 32, 53, 140, 391, 394,

460, 462-464Brache, Julio 81Brugal, Lucila 174Burgos, Armando Vicario 240

CCabral, Ada 280Cabral Amiama, Luis Manuel 229Cabral, Ángel Severo 27, 34, 41-44,

53, 55, 126, 128, 133, 136, 144,167, 170, 173, 217, 233, 236, 245,265-268, 279, 283-288, 290, 291,300, 399, 401, 446

Cabral, José María 273Cabral Noboa, Federico 365Cabral Vega, José María 34, 272, 278Cabrera, Bocho 173, 174Cáceres, Manuel A. (Memé) 327Cáceres, Marino 182, 327Cáceres Michel, Luis Manuel (Tunti)

41, 50, 88, 99, 134, 137, 139, 145,146, 151, 170, 171, 181, 186, 195,197, 200, 219, 234, 238, 242, 245,246, 247, 286, 299, 356, 360, 369,388, 428, 431, 446

Cáceres Michel, Octavio 11, 23, 151,336, 428

Cáceres, Sisa de 116Cáceres Vásquez, Ramón (Mon) 64,

116, 145Calzada, Ángeles 11Camino Cestero 413Canto, Alfonso 25Carezzano Michel, Italia 190Castillo (Manuel Emilio) 176Castillo, Amable 112, 164Castillo, Coronel 332Castillo, Delfín (Divaneo) 378Castillo, Jesús Amable 112Castillo, Milagros 332

Castillo Pimentel 283Castro, Doctor 45, 156Castro, Fidel 268, 359Cedeño, Pedro Livio 26, 41, 45, 110,

122, 131, 134, 137, 139, 153, 166,167, 173-175, 185, 187, 203, 205,208, 210-212, 218, 221, 224-226,230, 238, 243, 245, 247-249, 253,255-258, 271-273, 278, 279, 294,296, 303, 304, 309, 311, 312, 314,315, 353, 360, 388, 401, 402, 405,431, 445, 446, 448, 449

César 119Chez Checo, José 345Churchill 389Cicerón, Marco Tulio 387Clemente, Pascual 178Cobián, Anneris 174Cocco, Luis 222Collado, Ciana 208Contín, Juan 208Contreras, José 379Cordero Infante, José Ramón (Pilino)

108, 184, 187, 188, 261Cordero Michel, Emilio 11, 19, 21, 38,

43, 70, 162, 181, 193, 203, 221,336, 411, 437, 445, 451

Cordero Michel, José 164Cortiña, Tomás 224Cristo 121Cristóbal 349Cruz Cortés 447Cruz, Fiquito 413Cruz Infante, José Abigaíl 109Curiel, Héctor 454

DDamirón, Doctor 153, 211, 212, 224,

225De la Cruz, Zacarías 26, 44, 219, 230,

251, 252, 256, 257, 306, 339, 396De la Maza, Ana Estela (Tortola) 108,

184De la Maza, Bienvenido 100, 357De la Maza, Bolívar 100, 122, 126,

151, 181, 186, 296, 356, 369, 376De la Maza, Colombina 100De la Maza, Dulce 100, 108, 363, 378,

428De la Maza, Gladys 100De la Maza, Idalia 199, 345De la Maza Lara, Rafael 128, 131, 132De la Maza, Lourdes 72, 104, 148, 188,

189, 238, 241, 242, 261, 262, 439

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30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

De la Maza, Marusa de 183De la Maza, Matilde 108De la Maza, Olga 100, 108De la Maza, Rafael 108, 126, 127, 196De la Maza, Ramón 226De la Maza, Rolando 196De la Maza, Tatica de 171De la Maza Vásquez, Antonio 23-26,

28-31, 33, 34, 40-44, 47, 63, 64, 71,72-74, 85, 86, 88, 89, 99, 105-108,114-118, 121-128, 130, 132-140,143-146, 148-154, 158, 161-163, 165,166, 168-171, 173-175, 177, 181-200,203-206, 208-213, 215, 217, 219,221-223, 225, 226, 228-232, 235-243,245, 246-263, 272, 273, 278, 279,290, 295, 303, 305, 306, 308-312,314, 315, 323, 329, 332, 345, 346,348, 351-358, 360, 363-366, 368-372,375-377, 382, 388, 395, 396, 398,402, 404-408, 411, 413, 414, 421,423, 427, 439, 440, 445-449, 451,452-456

De la Maza Vásquez, Ernesto 25, 30,41, 44, 50, 88, 92, 99, 100, 108,122, 126-128, 131-133, 135, 137,139, 146-148, 157, 171, 181, 183,186, 193-200, 205-207, 234, 236,240-242, 245-248, 255, 286, 294,295, 346, 352, 355, 356, 358, 369,376, 398, 399

De la Maza Vásquez, Mario 25, 30,41, 50, 88, 99, 100, 108, 122, 126,128, 131, 135, 137, 139, 146, 151,152, 171, 181, 186, 193, 196, 197,206, 234, 242, 245-248, 286, 295,352, 355, 356, 358, 369, 376, 398,399

De la Maza Vásquez, Octavio (Tavito)24, 108, 117, 163, 182-185, 194,200, 256, 296, 346, 352-354, 363,364, 366, 367, 369, 451-453

De la Maza Vásquez, Pablo Antonio(Pirolo) 100, 108, 126, 151, 152,181, 186-188, 196, 246, 247, 262,296, 356, 369

De la Maza Vásquez, Pura 63, 100, 108De la Maza, Vicente 64, 100, 108,

115, 134, 150-152, 195, 196, 323,356, 357, 368-370, 398, 399

De la Rosa 178De los Santos, Emilio 140De Ovín Filpo, Manuel (Manolo) 22,

27, 28, 30, 34, 41, 53, 55, 141, 172,

176, 206, 207, 214, 236, 245, 246,266, 273, 278, 283-286, 290, 292,299, 332, 356, 357, 399

De Peña, Aníbal 274De Peña, Washington 274, 276De Wind, Chiquitín 224Dearborn 27, 31Despradel, Germán 158Despradel, Olga 294Dessalines 349Díaz Astacio, Juan Tomás 151Díaz, Danilo 213, 226, 229Díaz de García, Marianela 24, 63, 113,

141, 174-177, 207, 212, 213, 215,261-263, 294, 325, 328-330, 332

Díaz de Michel, Octavia (Tavita) 108Díaz, Gracita 120, 121, 166, 168, 200Díaz, María 188, 190Díaz, Modesto (hijo) 205Díaz Montaño, Franklin 34, 210, 263,

423Díaz Quezada, Juan Tomás 24, 29, 34,

42, 44, 47, 50, 51, 63, 86, 88, 99,110-114, 118, 120-124, 126-133, 135,137, 138, 140-144, 146, 149-154,161-179, 185, 187-191, 195, 198,200, 203-218, 221-225, 227-229,236, 242, 243, 245-248, 252-254,259-263, 265, 266, 271-273, 275,278, 279, 283-289, 291-294, 298,305, 308, 312-315, 317, 323-332,335, 336, 341, 348, 351, 352, 355,360, 364, 372, 373, 375, 377, 382,388, 395, 398, 402-406, 412, 414,423, 427, 446, 454

Díaz Quezada, Modesto E. 22, 24, 25,30, 33, 34, 41, 56, 92, 122-124, 126,127, 129, 133, 135, 140-142, 146,157, 161, 162, 166-168, 170, 171,174-177, 185, 191, 195, 198, 204-206, 208-210, 213-217, 228, 229,245, 249, 261, 263, 287, 291, 292,299, 317, 318, 325, 327, 328, 341,360, 382, 388, 401, 403-405, 417,418, 423, 431, 441

Díaz Vda. Díaz, Cristiana (Chana) 24,44, 55, 154, 162, 167, 189, 190,191, 208, 209, 213-215, 217, 266,279, 332

Diná de Amiama, Nassima 333Domínguez, Arcadio 115, 353Durán Barrera, Manuel A, 150, 212,

252, 253, 313, 405, 447Duvergé, Teniente Coronel 420

468

COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

EEl Rubio 45, 156Ellis Sánchez, Rafael (Pupito) 110Espaillat, Arturo (Navajita) 29, 50,

251, 252, 259, 330, 333, 335, 339,342

Espaillat, Lila de 339Estrella, Guarionex (Guaro) 128, 143,

169, 191, 196, 273, 307, 452, 456Estrella Mueses, Luis Salvador 37, 57,

304, 445, 446Estrella, Pedro A. (Piro) 115, 128,

132, 134, 150, 179, 182, 232, 236,246, 353, 446, 447, 456

Estrella Sadhalá, César 34, 232, 353,423, 446

Estrella Sadhalá, Salvador 26, 34, 41,124, 128, 131, 137, 139, 150, 171,177, 179, 185, 191, 205, 212, 213,217-219, 221-223, 228, 229, 232,233, 243, 245, 249, 251, 253-255,258, 259, 261, 262, 297, 303-305,307-312, 314, 315, 351-353, 360,382, 401-403, 405, 423, 431, 439,440, 441, 445-448

FFernández, Claudia 28, 303, 313Fernández de Reid, Ligia (La Grulla)

190, 222, 223Fernández Domínguez, Rafael 300Fernández, Leonel 19Fernández Molina, Generoso 357Ferrera, Mariquita 348Ferreras, Virginia 75Fiallo, Viriato 140Figueroa Carrión, Roberto 419Franco, Francisco 301Freites, Antonia de 322, 331Freites Barrera, Andrés 322, 333

GGalíndez, Jesús de 367Gallardo 227García, Aquilino 11García, Carlos 427García de Román, Mireya 252, 330García, Eduardo (Papabelo) 60, 103,

116, 428García Guerrero, Amado (Amadito)

31, 34, 41, 126, 128, 135, 136, 139,149, 171, 212, 213, 217, 219, 230,233, 234, 236, 243, 245, 249, 250,252, 253, 272, 281, 297, 304, 305,

307, 309-315, 329, 355, 360, 388,423, 446, 448, 449

García, Hermógenes 150García Michel, Carlos Antonio 11, 22,

79, 80, 90, 104, 109, 336García Michel, Eduardo 20, 23, 27-29,

35, 38, 40, 42, 43, 45, 90, 104, 107,162, 181, 193, 199, 201, 203, 221,317, 323, 324, 437, 445, 451

García Michel, Mayra 90, 164, 294, 427García Michel, Rosa Amalia 90, 104,

427García, Oliva 420García Trujillo, Virgilio 45, 156, 226,

343García Trujillo, Virgilito 227García Urbáez, Manuel María (Billía)

128, 143, 150, 169, 240, 248García Vásquez, Bienvenido 22, 24,

25, 30, 34, 42, 44, 53, 55, 63, 101,103, 113, 127, 132, 134, 135, 142,153-155, 158, 171, 174, 175, 177,203, 204, 206, 215-219, 221, 224,226, 227, 253, 266, 294, 301, 332,357, 399, 401, 428

García Vásquez, Eduardo Antonio 9,20, 22, 23, 25, 32-34, 38, 41-44, 47,50-53, 55, 57, 63, 67, 69, 75, 86-88,92, 99-101, 103-105, 109, 123, 127,135-137, 140, 154, 159, 161, 163,164-166, 168, 169, 171, 173, 185,188, 189, 191, 192, 195, 199, 200,203-209, 217, 218, 232-234, 242,245-247, 261, 265, 266, 286, 288,290, 291, 294, 295, 300, 301, 323,328, 352, 356, 357, 363, 372-375,377, 391, 393-397, 399, 407, 409,411, 437, 438, 441, 446, 451, 453,455-459, 461-464

García Vásquez, Ramón 63, 101, 103,428

Garrido, Joaquín 173, 174Gautier de Álvarez, Josefina 322Gelín, Doña 287Gómez, Farolito 372Gómez, Máximo 374González Massenet, Abel 33, 303, 411,

412González Roa, Marino 45, 156Grillo 81Grimaldi, Víctor 412Guzmán de García, Acely 76Guzmán Fernández, Neno 100, 101Guzmán, Pedro Manuel 369, 455

469

30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

HHazard, Samuel 361Henríquez Díaz, Nabú 120, 121, 200Henríquez, Enrique Apolinar 140Hernández Almánzar 403, 406Hernández, Jairo 163Heureaux, Ulises (Lilís) 63-65, 115,

351, 368, 379, 405Hungría, José Antonio 420Hungría, Renato 143

IImbert Barrera, Antonio 20-23, 25, 28,

32-34, 39, 41, 43-45, 55, 101, 125,138, 139, 149, 158, 171, 175, 191,195, 197, 199, 209, 210, 214, 217,219, 229, 230, 233, 243-245, 249,250-252, 255, 299, 303-306, 313,315, 329, 351, 360, 381, 382, 388,392, 393, 396-400, 406, 407, 425,439, 441, 447, 448

Imbert Barrera, Segundo 125Imbert, José María 351

JJefferson 387Jimenes, Juan Isidro 177Jiménez, Elías 349Jorge Moreno, Marcos 229Juana (Doméstica) 247Julia, Julio Jaime 349Justico 454

LLantigua, José Rafael 11, 37León del Rosario 88, 208León Estévez, Pechito 44, 156, 178Liriano, Bolívar 204, 378Liz, Ángel 140Llenas, Miguel 130Lockward, Juan 372Lofton, Harry 366López, Juan Primero 419Lora, Iluminada 119Lulo, Víctor 429Luperón 350

MMalagón Vda. Cobián, Anneris 328Mariana, Padre 387Marte, Mélido 115Martí, José 52Martínez 141Martínez, José Rolando 319

Mejía, Luis Aquiles 120Mella, Ramón 350Mena, Pedro Ramón 350Michel, Achille 63Michel, Ana Estela 190Michel Andújar, Familia 431Michel, Cristiana (Tana) 108, 184Michel de Alzaga, Margot 188, 189,

190, 235, 238, 261, 262, 263Michel de Cordero, Tana 187, 188Michel de De la Maza, Aída 24, 33,

44, 55, 63, 71, 106, 108, 145, 173,181, 182, 184-186, 190, 238, 240,241, 242, 247, 250, 255, 260-263,266, 396, 406, 407, 455

Michel, Josefina 92, 431Michel, Miguel Ángel 375, 377, 428Michel, Raffin 62Michel, Rosa 63, 69, 87, 89-92, 104,

208, 226, 427, 455Michel Vásquez, Octavio Fenelón

(Pichilín o Papabully) 62-65, 103,185

Mirabal, Hermanas 44, 49, 119, 167,168, 172, 177, 183, 200, 322, 337,340, 347

Mirito 211Montás, Eduardo 163Morisset 349, 350Mota, Antonio 222Mota, Antonio hijo (Toñito) 150, 164,

190Moya, Manuel de 452Mueses Franco, Coronel 128, 143, 273Murphy, Gerard Lester 354, 367

NNajri, Papía 331Negro (Chofer) 247Nivar Seijas, Neit 143, 169, 273

OOcaña, Antonio 163, 168Olivita 184O’Reilly 121Ornes, Horacio Julio 319Ortega [José] 37Ortega, Julio 321Ortiz, Clodoveo 45, 156, 157, 178, 442

PPagán, Papucho 176-178, 213, 214,

294

470

COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

Paiewonski, Moisés 177, 178, 214Panal, Monseñor 44, 119, 120, 121Pastoriza, Roberto (Fifí) 41, 123, 124,

126, 137, 139, 150, 166, 167, 171,187, 204, 205, 236, 242-245, 249,253, 255-257, 297, 309, 310, 312,314, 360, 389, 401, 402, 405, 431

Pellerano Amiama, Luis Manuel 29,317, 326

Pellerano Amiama, Victoria 327Peña Batlle, Osvaldo 281Peña Rivera, Alicinio 114Penson [César Nicolás] 349Perdomo, Federico 34, 271Perdomo Michel, Vinicio 81, 208Pereyra, Ana Julia 294Pérez, Faustino 275Pérez Guillén, Juan 144Pérez, José 263Pérez Mercado, Germán 45, 156, 157Pichardo, Nicolás (Doctor)149, 186Pittaluga, Dinorah de 188Pittaluga, Manuel 188, 262Polanco, Servio Tulio 294Pou Saleta, Poncio 191Puello, José Joaquín 45, 211, 224

QQuijote 91

RRamírez, Eladio 45, 156Reid Cabral, Donald 163, 172, 224Reid Cabral, Robert (Robbie) 26, 150,

177, 222, 223, 227Reyes Evora, Juan Tomás 198Reyes, Juan 45, 156, 157Reynoso, Grecia 11Ricart, Baby 140Ricart, Cofeta 331Rincón Jáquez, Alberto 30, 34, 56, 92,

126, 199, 246, 247, 345, 399, 401Rodríguez Bergés, Luis 353, 354Rodríguez, Chepito 406Rodríguez, Fabio 356Rodríguez, Francisco (Frank) 147Rodríguez García, Juan 120Rodríguez, George 333Rodríguez Pérez, Danilo (El Guapo)

35, 37, 92, 97, 147, 357, 431, 451,452

Rodríguez Pérez, Reynaldo 35, 97,357, 451, 456

Rodríguez, Rosanna 455

Rojas Badía, Antonio 110Rojas, Héctor 208

Román, Álvaro 336, 339, 342Román Fernández, José Horacio

(Bibín) 142, 175, 176, 213, 293,324-327, 330-332, 335

Román Fernández, José René (Pupo)24, 25, 28-30, 41, 44, 45, 50-52, 55,138, 140, 142-145, 151, 167-169, 171,174-177, 197, 198, 206-209, 213-217,219, 228, 234, 250, 252, 266, 279,283-285, 287-289, 291-293, 300, 308,313, 317, 323, 324-337, 342, 343,382, 404, 405, 441, 452, 455, 456

Román García, Álvaro 30Román García, José René 30, 336Román García, Sabrina 30, 336Rosario, Antonio 31, 42, 44, 56, 129,

144, 198, 266, 363, 364, 428Rosario, Dulcelín 378Rosario, Lilibet 378Rua, Marussa 453Ruiz Trujillo, Luis 412Ruperto 94, 95, 97, 98

SSalcedo, Francisco Antonio 350Salcedo, Juan de Jesús 350Salcedo, Poncio 147, 456Salcedo, Tito 350Sánchez Cabral, Eduardo 32, 385, 389Sánchez, Pirulo 229Sánchez Sanlley, Papito 163Sánchez, Tunti 178Sanchito 168Sancho 91Santana, Manuel de Jesús 406Santana, Pedro 379Santelises, Miguel A. (Pilo) 117, 148,

149Satanás 114Schott Michel, Leonte 34, 97, 133,

146, 451, 453, 454, 455Schott Michel, Lothar (Boncho) 358Senior, Julio 329Simó, Coronel 114Soto, Marieta 321Soto, Moisés 321Soto, Socorro de 321Stocker, Tommy 27, 133, 173, 265,

272, 278, 290Suárez, Padre 387Sús Piedrahíta, María Eugenia 11

471

30 de mayo / Trujillo ajusticiado EDUARDO GARCÍA MICHEL

TTactuk de De la Maza, Hilda 25, 44,

55, 193, 194, 196, 266, 346Tapia Brea, José Francisco 34, 136,

266, 270, 271, 278, 288Tapia Brea, Manuel 34, 280Tavares Espaillat, Manuel 254Tavárez Justo, Manuel Aurelio

[Manolo] 32, 119Taveras Liz, Luis Pedro (Gumarra) 30,

34, 42, 71, 73, 74, 186, 192, 200,237, 239, 246-248, 355, 357, 376

Tejeda González, Huáscar 11, 336Tejeda, Lolito (Fiscal) 44, 156, 400Tejeda, Luis 150Tejeda Pimentel, Huáscar 34, 41, 123,

124, 131, 137, 139, 150, 154, 166,167, 168, 171, 173, 174, 185, 187,205, 208, 209, 215, 218, 238, 242,243-245, 247, 249, 253-257, 259,262, 286-288, 297, 303, 309, 312,313, 314, 329, 330, 360, 388, 401,402, 405, 423, 431, 448

Tejera, Clara 163Tesón de Imbert, Guachy 409Tió, Lourdes Esther 319Tió, Lucas 319Tió, Marcos 319Tió Vda. Amiama, Carmen (Carmelita)

326, 327Toledano 230Torres Aristy 227Torres, Candito 157, 276, 277Troncoso, Isabel 182Trujillo, Angelita 229, 249Trujillo, Danilo 320Trujillo, Héctor (Negro) 141, 170,

292, 336, 343Trujillo, Japonesa 320Trujillo, Marina 320, 343Trujillo, Mireya 167, 175Trujillo, Petán 120, 151, 228, 336,

376, 443, 453Trujillo, Pipí 453, 454Trujillo, Radhamés 44, 142, 156, 178

Trujillo, Rafael Leonidas 19-21, 24-31,33, 34, 38, 41, 42, 44, 48-51, 56, 63,64, 67-69, 72, 74, 77, 81, 86-89, 97,99, 101, 110-112, 114, 115, 117-120,124-130, 135-140, 142-144, 146-149,151, 152, 153, 158, 159, 162, 163,165, 166, 168-170, 173-175, 179,182-186, 188, 191-198, 200, 203-209,212, 213, 215-219, 225, 230, 232-235,239, 243-245, 247-259, 261, 266,269, 274, 276-278, 280, 281, 284,285-287, 290, 291, 303-306, 308,309, 314, 315, 317, 318, 320, 325,328-330, 333-335, 337-342, 347,351-354, 356, 359, 364-366, 368,370, 373-376, 378, 381, 391, 395,396, 400, 402-405, 411-415, 427,429, 430, 437, 439-441, 445-449,451-454, 456, 459, 460, 463

Trujillo, Ramfis 26, 39, 44, 113, 118,142, 151-153, 156, 178, 179, 216,222, 227-229, 255, 342, 401, 431

Trujillo Reynoso, Luis 178Trujillo, Virgilio 320

VVargas, Mayobanex 164Vásquez, Amalia 103, 116Vásquez, Ernestina 108Vásquez, Horacio 62, 64, 185Vásquez, Osvaldo 65Vásquez, Ubdolia (Nena) 62Velásquez y Hernández, Federico 353Vélez Santana, Carlos 34, 127, 151,

152, 177, 218, 221, 227Vélez Santana, Marcelino 26, 34, 42, 44,

55, 150, 153, 154, 177, 187, 188,191, 203, 210, 211, 213, 214, 218,221-223, 225-227, 229, 238, 253,255, 260-262, 300, 399, 401, 411

Vidal Martínez 401Vidal Torres, Rafael (Fello) 127, 129,

132, 172, 191, 265, 399

YYourcenar, Margarite 38

Esta tercera edición del libro30 DE MAYO. TRUJILLO AJUSTICIADO,

de Eduardo García MichelVolumen IX

de la Colección 50 Aniversario del Ajusticiamiento de Trujilloterminó de imprimirse en los talleres de Editora Búho,

Santo Domingo, República Dominicana,en el mes de mayo de 2012.