TRIDUO AL CORAZÓN DE MARÍA...Del 5 al 7 de febrero LECTURA EL CORAZÓN DE MARÍA, IMAGEN PERFECTA...

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TRIDUO AL CORAZÓN DE MARÍA “Jubilosos los corazones todos canten devotamente al Corazón de María, digno de ser amado por todos los corazones, digno de alabanza por todas las almas” San Juan Eudes Del 5 al 7 de febrero

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  • TRIDUO AL CORAZÓN DE MARÍA

    “Jubilosos los corazones todos canten devotamente al

    Corazón de María, digno de ser amado por todos los

    corazones, digno de alabanza por todas las almas”

    San Juan Eudes

    Del 5 al 7 de febrero

  • LECTURA

    EL CORAZÓN DE MARÍA, IMAGEN PERFECTA DE FELICIDAD

    Inicio:

    En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu

    Salutación a María

    Ave María, Filia Dei Patris (Pg. 3)

    Es preciso saber que es propio del amor, especialmente del amor

    sobrenatural y divino, transformar al amante en la cosa amada,

    como el fuego cambia el hierro en fuego, dejándole su naturaleza

    y esencia de hierro, y lo reviste de las propiedades y perfecciones

    del hierro.

  • Es cierto que nunca hubo ni habrá jamás amor semejante al que

    ardió siempre en el Corazón virginal de María.

    Este amor divino la transformó en Dios desde este mundo pues

    mientras estuvo en él no tuvo sino un espíritu, un corazón, una

    voluntad y un amor con Dios. Amó solo lo que él ama, aborreció

    solo lo que él abomina; no tenía otros intereses que sus intereses;

    ni otra gloria y honor que su honor y su gloria; ni otros contentos

    que los suyos; ni otra felicidad que la suya. Así su gloria y su

    felicidad estuvieron siempre en su Corazón.)

    Todas las ignominias y dolores que padeció en la tierra, en

    especial durante la pasión de su Hijo, no pudieron arrebatarle esa

    gloria y felicidad. Por el contrario, se las acrecentaron. ¿Ignoras

    que el Espíritu Santo, hablando del día de la pasión del Hijo de

    Dios, dice que es el día de la felicidad de su Corazón? (Cant 3,

    11).

  • Haz de saber que la Madre de

    Jesús no tenía sentimientos

    distintos de los de su Hijo.

    Además, ella conocía muy bien

    que nada hay en el mundo que dé

    más gloria y contento a Dios que

    los sufrimientos y humillaciones

    soportados por su amor. Como su

    Hijo llama a su afrentosa y cruel

    pasión su gloria y su felicidad, y

    como ella ponía su honor y delicia

    en lo que honra y agrada a Dios,

    su mayor gloria y su perfecta

    alegría estaban en las mayores

    ignominias y en las más

    angustiantes aflicciones.

    ¿Quieres poseer la auténtica gloria y felicidad? Ten en cuenta que

    es preciso renunciar por entero a la gloria fantasiosa y a los falsos

    placeres del mundo y no querer honor distinto del honor de Dios,

    ni otro contento que su contento, y poner toda tu gloria y felicidad

    en servirlo y amarlo perfectamente. Si lo amas de veras de todo

    corazón y más que a ti mismo, como debes hacerlo, el divino amor

    te transformará en Dios, pues no tendrás otra voluntad que la

    voluntad de Dios, ni otros intereses que los suyos, ni otra gloria que

    su gloria, ni otras satisfacciones que las suyas.

    (San Juan Eudes, O.C. VII, 79-83)

  • ORACIÓN FINAL

    María, Madre de Jesús, te venero y admiro en la vida santa que disfrutaste al lado

    de Jesús, el hijo de Dios, tu hijo. Bendita seas por la gloria y alabanza que le diste durante su vida terrena. Que por tu intercesión se me conceda vivir en alabanza

    continua a tu hijo, Jesús. Y tú, Jesús, vive de lleno en mi espíritu y en mi corazón. Que yo, como María,

    cumpla los deseos de tu corazón. Amén.

    PARA MEDITAR

    El padre Eudes asegura que María no tenía sentimientos, ni actitudes diferentes a las de su Hijo. ¿Estoy viviendo un verdadero crecimiento para reflejar con mis sentimientos y actos la vida y el reinado de Jesús, a ejemplo de María? ¿He podido esta pandemia fortalecer mi fe y mi relación con Jesús y María? ¿O ha sido motivo para descuidar mi relación con ellos?

  • Amable y admirable corazón de María, madre de mi Salvador,

    amor de todos los corazones del cielo y de la tierra, que te aman, te saludo, te honro, y hoy te escojo como a mi soberana Señora, mi madre querida, la Reina de mi corazón, reconociendo que en el cielo y en la tierra, según Dios, no hay nada más digno de amor y de veneración que tu sagrado Corazón, que es uno con el Corazón de tu Hijo.

    Mi deseo más grande y mi más especial devoción es honrar este Corazón, amarlo y pertenecerle totalmente. Por esta razón le ofrezco, le entrego y le CONSAGRO el mío para siempre. Deseo que todos los sentimientos, los afectos, los latidos de mi corazón, las respiraciones y, en general, todo lo que procede de mi corazón sean actos de alabanza, de honor y de amor para tu amable Corazón. Virgen bondadosa, recibe estos sentimientos de mi corazón y concédeme, por favor, esta gracia, que humildemente te pido: que yo haga parte del grupo de servidores y de hijos de tu Corazón maternal. Sé que no soy digno(a) de este honor ni de esta dignidad; pero también sé que grandes pecadores han acudido a ti y han conseguido estar cerca de tu Corazón lleno de caridad.

    postrado(a) a tus pies, en unión a la humildad, la devoción y el

  • Director: Padre Álvaro Duarte Torres, CJM Diseño y compilación: Geovanny Felipe Colorado González

    Email: [email protected] UNIDAD DE ESPIRITUALIDAD EUDISTA

    FACULTAD DE ESTUDIOS BÍBLICOS PASTORALES Y DE ESPIRITUALIDAD

    Yo confío en que no me vas a rechazar, puesto que te estoy

    haciendo una declaración solemne de que yo quiero trabajar lo

    mejor que pueda, con la ayuda de la gracia de Dios, para

    hacerme digno de este amor por medio de la imitación de las

    santas virtudes que adornan tu Corazón, especialmente la

    humildad profunda, el gran amor a Dios, la caridad ardiente para

    el prójimo, el odio implacable al pecado y la perfecta sumisión a

    la voluntad de Dios.

    Yo espero, Reina de mi corazón, que no rechaces la declaración

    irrevocable que te acabo de hacer. Acéptala, por favor, e imprime

    tú misma esos sentimientos y esas virtudes en el fondo de mi

    corazón, de modo que este corazón mío sea un vivo retrato del

    tuyo y del de tu Hijo; que le sea agradable a él y a ti y que se

    convierta en el objeto de su amor y del tuyo, y así, mi corazón,

    animado por su amor, pueda honrar, amar y glorificar el tuyo en

    el tiempo y en la eternidad. Es lo único que deseo en este mundo.

    Amén

    (San Juan Eudes, OC VIII 540-541)