tres recuerdos ilusorios en la tacita roja

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Hay historias curiosas y extrañas. Historias que apenas logramos creer y sin verlo ni saberlo, hay vínculos entre estas que no podemos entender, vínculos aún más raros que los mismos cuentos y que las mismas historias. Casi por casualidad, todo tiene casi todo que ver con todo, solo que no tan así. Esta es una de esas historias, otro de esos cuentos.

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tres recuerdos ilusorios en la tacita roja por Esteban Isaza© 2015 Esteban Isaza (marécages)

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creado en Medellín, Colombia

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tres recuerdosilusoriosesteban isaza

en la tacitaroja

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-¡Oh libertad que perfumaslas montañas de mi tierra

deja que aspiren mis hijostus olorosas esencias!-

Himno de Antioquia

lasalpargatas

lacafetera

elhachala arepa

elcarriel

la tacita de plata

llevo el hierro entre las manos

porque en el cuello me pesa

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Hay historias curiosas y extrañas. Historias que apenas logramos creer y sin verlo ni saberlo, hay vínculos entre estas que no podemos entender, vínculos aún más raros que los mismos cuentos y que las mismas historias. Casi por casualidad, todo tiene casi todo que ver con todo, solo que no tan así. Esta es una de esas historias, otro de esos cuentos.

En Medellin en 1874, Francisco de Paula Muñoz, tratando de justificar una violencia que nadie se esperaría, escribió - el crimen

ha sido, es y será siempre de todos los climas, de todas las zonas, de todas las regiones y de todos los países, mientras el hombre sea

hombre; es decir, mientras lo asedien las tentaciones, lo azucen los apetitos, lo impulsen las necesidades, lo extravíen las pasiones y

lo dominen los instintos-

Pero - digo yo- y qué tal si como las montañas – frías y húme-das – y los valles – tibios- en cuanto a sus geografías ‘parecen ser’ o más bien están hechos para escurrir el agua, este valle ‘estaba he-cho’ o ‘estaba haciéndose’ o ‘se hizo’ para tragar sangre, drenarla y guardarla en su tierra roja.

Ve tú a saber, creo que nunca tendré respuesta a esta pregunta, solo puedo decir, que espero que no, espero,

así el pasado me diga lo contrario.

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Prefacio

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-Si un hombre tiene un hijo terco y rebelde que no obedece a su padre ni a su madre, y cuando lo castigan, ni aun así les hace

caso, el padre y la madre lo tomarán y lo llevarán fuera a los ancianos de su ciudad, a la puerta de su ciudad natal, y dirán a los

ancianos de la ciudad: “Este hijo nuestro es terco y rebelde, no nos obedece”

Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que muera; así quitarás el mal de en medio de ti-

Deuteronomio 21: 19 (literalmente)

Que sea este un corto, ingenuo, extraño y patético homenaje a todo quien fue o haya sido de cualquier manera, víctima de cualquier tipo de violencia.

Y que tal vez así los juicios y las máquinas de escribir definan el dolor - ya de la víctima o ya del victimario - en tres líneas y así seamos culpables y pecadores o inocentes y santos - de cualquier acusación- quizá merezcamos ser recordados de otra manera.

Quizá ante semejante violencia – que no tiene, ni tendrá justificación- lo mejor sea recordar las cosas de la

mejor manera que las podamos recordar, habiéndolas vivido o no.

Ojalá poder soñar, qué más quisiéramos todos, que todo fuera un sueño, solo una pesadilla.

Pero no, recordar no debe ser, ni será soñar, no ayer y no hoy.

Lo siguiente no es más que una interpretación imaginada del olvido.

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descansa en paz foriano

descansa en paz ton

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Huele a madera quemada – dijo Foriano, entre bostezos – como si estuviera aun en la cama -dentre- las cobijas de lana grises y pelusas coloradas, esas sabanas viejas y pesadas

Marucha va a hacer frisoles hoy, vos ponéte alguito, vestíte y me acompañás a cortar más leña – respondió Tón – con lo que

quedaba de sus dientes campechanos mientras le pasaba un pantalón y agarraba el hacha.

Era un pantalón bonitico, uno de esos que son negros que se ponen con alpargatas

Espérame me tomo algo - dijo y se sirvió un poco de chocolate, aunque estuviera frió - lo miro y al probarla pensó en Teresita jovencita, casi adolescente, solo un poco menor que él.

Como se imaginaba leyéndole algunos de los libros de la escuela o tal vez algún cuento o hasta la novena, pensó que solo faltaban dos

semanas para el mercado de la quincena – el 16 de diciembre.

Como le gustaba esa -mulatica- como la llamaba la gente, como le gustaba que fuera como la panela y como no le gustaba que así fuera él humilde, ella lo fuera más

– ¿Quién podría casarse con su sirvienta? -

En los caprichos del amor él no pensaba, para su corazón joven -todos somos iguales – se decía, cuando la veía y se decía cuando

pensaba en bailar con ella.

No lo inquietaba eso- pero qué pensaría su madre y su abuela& su padre

el carriel y el hacha

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Tu mamá y tu abuela se fueron pa’ misita en el pueblo, demás que llegan tarde y ya el Jaramillo pica, así que vamos pues – dijo Tón –

Lo dijo mientras pensaba en Virginia, justo cuando la menciono, esa mujercita suya que lo hacía sentirse tan orgulloso, esa que lo amaba y que justico en ese momento debía de estar rezando por él.

- dejo la oscuridad colonial del tapiado- y cuando salió por la puerta vio toda la plantación, la tierra negra y húmeda, la platanera en flor y el pino con su musgo gris.

Justo al mismo, al mismo tiempo pensó dos cositas, una, que esa misma tarde tendría que recoger los aguacates y cortar el maíz, eso

haría y tal vez cantaría e inventaría una canción para silbar.

Y otra, que tenía que darle gracias a dios

Ahoritica vamos también por los aguacates y el maíz acordáme vos Forianito – dijo mientras se daba la bendición y esperaba a que su hijo saliera para besarloDías u horas después, este fue el dictamen que nunca vieron:

‘Sinforiano Escobar. Este un joven como de veinte años robusto y bien musculado. Su cadáver tenía tres heridas: una en la barbilla hacia el lado izquierdo, hecha en concepto del declarante

(doctor de La Roche) con el gavilan del hacha; otra en la ceja derecha, que rayo el hueso, producida con el mismo instrumento cortante; y otra

transversal, sobre la prominencia del occipital, parte la más dura del hueso, herida contusa y conminutiva, dada por el ojo del

mismo instrumento’

el carriel y el hacha

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el carriel y el hacha

‘Melitón Escobar. Era este un hombre de cabello gris, dentadura completamente gastada, y podía tener cincuenta años. En su cadáver había las siguientes heridas: primera, fracturas del humero izquierdo; segunda, herida contundente y fractura de la protuberancia media del hueso occipital; tercero una herida colocada en la parte media de una línea que dirigiéndose de la raíz de la oreja fuese a terminar en la parte media de la clavícula; cuarta, varias heridas contusas en la espalda de las manos y producidas probablemente por frotamiento o apretones fuertes; quinta, una herida en la parte posterior y derecha del occipital’

Tenía un año, y estaba en la cuna, probablemente dormía o tal vez tenía hambre, seguro la cobija se sentía bien y el olor de la estufa y la

comida era cálido y agradable.

Tal vez eso lo reconfortaba en la oscuridad, luego tal vez un ruido, alguien despertándose, caminando – un golpe seco y fuerte – como los golpecitos que la daba en la panza a su hermano solo que seguidos por gritos más fuertes que los que fingía su Foriano y más golpes, muchos más golpes y gritos de agonía y dolor.

Gritos que ni él, ni este valle habían reconocido sin ser indiferentes – sangre que afortunadamente

tal vez nunca vio.

Tal vez dormía y eso lo despertó o tal vez lloro y llamo a su mamá y espero que llegara de nuevo a abrazarlo y cantarle, pero – no llego – quizá nunca recordó nada de esto mientras vivió.

Pero quizá siempre extraño a su madre.

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Sin preguntarle a él ni a los otros dos, años después como conclusión a un juicio torpe y extraño para una ciudad chiquitica.

Se consignó esto como conclusión o ‘cuadro fiel’- como lo llamaron- de quienes esa noche dejaron de existir.‘4º El del joven Sinforiano Escobar, hijo de Melitón y de Virginia, de veinte años, robusto, de carácter y cualidades enérgicas y consagrado siempre a una vida de trabajo, honradez y sacrificios; pues que en las condiciones más humildes hay también héroes de probidad y de honor como en los consejos de los pueblos y a la cabeza de las armadas’

En cuanto a su padre, dos renglones bastaron

‘2º El de Melitón Escobar, de cincuenta años, infeliz enajenado a quien sorprendió la muerte en el sueño de su inteligencia’

Quizá merezcamos ser recordados de otra manera

– a tu palabra respondemos

si, quiza lo merezcamos

el carriel y el hacha

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descansa en paz virginia

descansa en paz juana

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Dios te salve, María, Hija de Dios Padre Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo Dios te salve, María, Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad

-gloria al padre, al hijo y al espiritu santo-

Mamá aún estamos lejos del pueblo ¿rezamos otro rosario? – pregunto Virginia emocionada, diciembre acababa de empezar y¡ a ella le encantaba! las misas en la escuela, las natillas y los buñuelos, las hojuelas, todo.

Además, el camino al pueblo se veía muy bonito en la mañana cuando el amanecer está a punto de romperse y a ella la encantaban

los amaneceres así en el pueblo.

Otros dos, hijita, pero Virginita, no sé, está mañana me levante pensando en vos ¿vos si sos feliz con Tón? – preguntó doña Juana y siguió- es que, pues niña, a mí siempre me pareció que te merecías algo mejor, pues a Melitón yo lo quieropero, ¿me entendés? –

Tal vez ella no lo decía por mal, tal vez hablaba desde su experiencia, una de esas cosas que cuando dejamos pasar, nos vienen

a buscar todas las mañanas –dentre- el sueño.

De verdad quería a Tón era un buen hombre, trabajador y humilde tal vez era muy humilde –pensó-

¿acaso no se merecía su hija algo más?

las alpargatas y la tacita

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Ay mamá, otra vez con lo mismo ¡desde hace veinte años con la misma carajada! ¡Mamá, yo lo amo, como no lo voy a amar!

– y pensó en esa frase, la descompuso palabra por palabra, y silaba por silaba como hacía con los niños de la escuela-

(ma- má – yo- lo –a-mo) tres a y tres o

Ya conocía a su madre y no se preocupaba por eso, demás que todo el pueblo pensaba lo mismo, pero ella era feliz así, ¡y así quería estar!

¡El día era bonito, amaba a Tón, a Foriano y a su madre!

Justo en ese momento se le antojo un abrazo, y sin pensarlo, abrazo a su madre, fue uno de esos abrazos que parecen un vals de pasillo y se quedaron abrazadas caminando, sin hacer falta esas palabras que a veces se nos hacen tal difíciles

-Te entiendo, pero no, no soy así, no te preocupes por mí-

(ma- má – yo- te –a-mo)

Y en el juicio, sin tener nada de esto en cuenta, se declaró:

‘Virginia Álvarez, era esta una señora que revelaba tener cerca de cuarenta años. En su cadáver había cinco heridas:

dos sobre la línea media antero-posterior del cráneo, hechas con un instrumento cortante y sin fractura, como por el filo de un largo

machete, peinilla o rialera; otras dos detrás de la cabeza sobre las regiones temporo occipitales, hechas con el filo de un hacha, y una quinta con

enfisema, causada por el golpe dado con violencia por el ojo de un hacha’

las alpargatas y la tacita

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‘Juana Echeverri, era esta una señora que por su aspecto presentaba tener de cincuenta y cinco a sesenta años de edad. Se encontraron en su cadáver estas heridas: una en el brazo derecho, que dividió carnes y huesos; otra que cortó desde la parte alta de la cabeza, al lado derecho, hasta el ala de la nariz; otra que empezó desde un lado del ojo derecho hasta la parte frontal de la anterior herida; y otra en la sien derecha que fue la menor de todas’

Tenía un año y medio y era hijo de la Marucha – la otra mulata, la cocinera- seguramente estaba en la cocina con su madre y estaba comiendo, los frisoles olían rico, como a leña, tal vez su madre hablaba con Teresita mientras él comía y la agarraba de la muñeca.

Quizá la estaba por besar como pa’ darle las gracias por la comida a ella, como ella le daba las gracias a dios.

Un grito – algo pasa en la otra habitación, su mamá y Teresita se van corriendo, los frisoles caen al piso, él se asusta, y se queda todo

quieto, luego las sigue, pero alguien lo sostiene y alguien más le pega.

Todo es negro, alguien apaga la luz - busca a su madre en la penumbra la encuentra y se acurruca a su costado, se duerme

Todo está mojado – sangre- y su madre no lo abraza, no le dice nada, pero el sigue ahí, abrazándola, tal vez dormía y eso lo calmo, o entendió y tal vez lloro y llamo a su mamá.

Esperó a que dijera algo, pero – no dijo nada – quizá tampoco recordó nada de esto mientras vivió, pero quizá también siempre extraño a su mamá, sin poderlo decir nunca

– yo- te –a-mo -

las alpargatas y la tacita

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Sin preguntarle a este otro –mulatico- ni a los otros dos niños, años después como conclusión a un juicio torpe y extraño para una ciudad tan chiquitica.

Se consignó esto como conclusión - como lo llamaron- de quienes esa noche dejaron de existir.

‘3º el de la señora Virginia Álvarez, esposa de Melitón e hija de doña Juana, de cuarenta años, institutora de la juventud en una escuela rural, de modestas virtudes, y que ofrecía el melancólico espectáculo de un cuerpo vivo unido a un cadáver moral’

En cuanto a su madre.‘1º el de la señora Juana Echeverri, de cincuenta a sesenta años de edad, matrona venerable por sus estimabilísimas prendas y benefactora de la comarca’

Quizá merezcamos ser recordados de otra manera

– a tu palabra respondemos

Si, quizá lo merezcamos. Quizá nuestras prendas como nuestras vidas no deberían ser

algo que cambiara la facultad de reconocernos como iguales, no debería ser algo que se quedara en una suerte de barato escrutinio,

no debería ser un chisme de feria.

quiza lo merezcamos

las alpargatas y la tacita

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descansa en paz teresadescansa en paz marucha

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la arepa y la cafetera

No están los señores en la casa, quédate acá mi niño, que yo voy con Marucha a cortar unos plátanos y a recoger unos frisolitos – dijo Teresita al hijo de Marucha, que había salido a saludarlamientras su mama cortaba la carne del marranito en la cocina, al lado de la cebolla y el tomate y el cebollín que luego cocinaría con el tocino para hacer el –hogao- y demás que también pondría algo de panela con el tocino donde cocinaría los granos rojos

Marucha, salí pues! ¡Vamos por los platanitos! – dijo enseguida Teresita que había cogido un anturio de la matera de barro

Vamos pues – dijo Maruchita – quédate aquí - le dijo a su hijo – ¡Teresita lléga’te tarde otra vez! ¿Qué paso niña?

-Nada, nada, Marucha vení más bien me mostrás como cortar estos plátanos -

– dijo Teresita pensando en el ritmo con el que cortaría los maduritos, le encantaba ver lo que hacía, era como si bailara, cada

movimiento era como si sonara algo así como un tambor de esos de tierra caliente.

Uno de esos valles que a derecha o a izquierda siempre se abrían y se veían chiquiticos sus ríos dorados y la tierra que cambiaba de color, verdecita acá arriba y más verde aún más alto pero café y ama-rilla en el fondo, y siempre negra al lado del rio pero roja cuando a la negra la sacaban, siempre roja en el fondo – pensó

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¿En qué pensás niñita? – dijo mientras agarraba la flor delplatanillo y cortaba arriba el racimo, como bailando, la platanera cayó al suelo y Teresita fue a sacar los plátanos, luego Marucha empezó a abrir las vainitas de los granos rojos que ‘tanto le gustaban a la gente de por acá como a su mamá, pero no como a su papá, para él estaba pensar en los plátanos’ - pensó-

que para ellas cada ingrediente tenía una historia, cada parte del caldo era una memoria

¡Los plátanos, y los frisoles estaban buenos! ¿Cómo quedarían de ricos en ese caldo?

El tocino estaba rico y estaba la cebolla fresca como el tomate y la patica del cerdo estaba -carnocita- como le gustaba a don Tón.

Los plátanos dulces como los querría el niño Forianito y ¡el arroz y la ensalada frescas como las señoras siempre las pedían!

Y en el juicio, sin haber probado esos frisoles y pensar en cada memoria con que Marucha y Teresita los hicieron y el amor con que los

cocinaron, se declamo:

‘Teresa Penágos. Era esta una joven mulata clara, como de diez y seis años y de constitución raquítica. Se veían en su cadáver

las siguientes heridas: una sobre el ojo izquierdo, en ángulo y con fractura del hueso; dos sobre la región fronto-parietal con

instrumento cortante y sin fractura; otra sobre la región temporal, con fractura del hueso; y otra sobre la parte superior de la región

occipital, con fractura conminutiva.’

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‘Mariana Marulanda. Era esta una mulata que podía tener treinta y cinco años. Había en su cadáver tres heridas graves: primera en la sien izquierda cerca del ojo; segunda sobre la región mastoidea del mismo lado; y latercera, sobre la corona. En las piernas tenía tres escorificaciones de poca significación’

Tenía cuatro años y era el otro hermano de Foriano junto con el bebe. Posiblemente estaba dormido, lo más seguro dormía cerca de la cama de su hermano, tal vez solo quería dormir con él porque tenía miedo de la noche esa noche de ruidos que solo las luciérnagas iluminaban, si solo hubiera un poco más de luciérnagas, pensaba, no tendría miedo.

La cama de su hermano era grande, cabían dos y pensó en cambiarse de cama, lo hubiera hecho si solo el otro ese no estuviera

ahí acostado. Mientras pensaba en luciérnagas, quedo dormido.

Alguien se levantó en medio de la noche mientras en la cocina se veían sombras en la estufa, alguien va al baño o a la cocina, pensó.

Luego hubo un golpe –seco- seco y fuerte –

Como los golpecitos que la daba en la panza él bebe a su hermano.Luego un grito – era Foriano, su padre grito también y su madre y las cocineras, él bebe lloró – demasiado ruido – tomó su cobija y se escondió bajo la cama, llorando. Luego el silencio y el llanto.

no se atrevio a salir pues su madre no respondia sus llamados y su hermano no roncaba como siempre.

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‘Tres niños sobrevivieron a tan atroz matanza, lastimado uno y contusos los otros y debiose sin duda su salvación, siquier al azar, o siquiera a sus pocos años. Empero: todos ellos recibieron en esta funesta noche su bautismo de sangre’ se declaró el día del juicio

Y Sin preguntarle tampoco a él - el mayor- ni a los otros dos niños, el hijo de Maruchita y su hermanito, años después como conclusión a un juicio torpe y terrible para una ciudad tan chiquita.

Se escribió esto como final - como lo llamaron- de quienes esa noche dejaron de existir.

‘6º El de Teresa Penágos, de diez y seis años, de constitución raquítica, idiota ó por lo menos imbécil’

en cuanto a su amiga.

‘5º El de Mariana Marulanda, de treinta y cinco años sirviente de la familia’

Quizá merezcamos ser recordados de otra manera

– a tu palabra respondemosSi, quizá lo merezcamos.

Quizá nuestros quehaceres o como sea nuestra sangre no deberían ser algo que cambiara la facultad de reconocernos como iguales, no debería ser algo que se quedara en una suerte de barato escrutinio,

no debería ser un chiste de feria.

quiza lo merezcamos

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‘En los recuerdos estadísticos del estado de Antioquia correspondientes a la administración de justicia, no se registra ejemplo alguno de otro crimen tan satánicamente concebido y con tanta barbarie ejecutado, como el muy complexo que se llevó a efecto en la fracción del Aguacatal la noche del dos de diciembre de 1873.

La conmoción y detallada descripción de tan luctuoso acontecimiento, consta en el que, en una pequeña casa del Aguacatal,

edificada en sitio agreste y algo distante del camino público que conduce a los distritos del sur, aparecieron el día tres del

memorado diciembre seis ‘cadáveres horriblemente heridos.

Todos ellos recibieron en esta funesta noche su bautismo de sangre.’

- así quedo escrito en los juzgados

Lo que no sabían, porque esas cosas nunca se saben, es que casi en menos de diez años habría una guerra – otra guerra- y después otra y que cien años pasarían rápido y habría periodos bonitos como ese día en la mañana, pero no serían para siempre.

Habría otra guerra y luego un descanso pequeño - un suspirito - luego otra.

Otra que duraría mucho y que sería una guerra con guerras dentro de las guerras, que este vallecito – la tacita de plata – se llenaria de sangre.

‘El crimen fue cometido por un miembro de la familia, primo de una de las víctimas. El enemigo estaba en casa, en su propio lecho. Su motivación fue el robo. Hecho que el mismo asesino reconoció y defendió como de única autoría suya -honra exclusiva del crimen- que nadie más había participado como se creyó, una especie de honor asesino.

Esto fue lo que reconoció: que durmió con Sinforiano en la misma cama; que se levantó, tomó el hacha y mató en el orden siguiente: primero a

Sinforiano, y luego a Melitón, Virginia, doña Juana, Teresa, finalmente a Marucha. Su propósito: llevarse el dinero y las alhajas’

– así lo escribió Mauricio Castaño

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la tacita de sangre

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Era cuestión de tiempo para que las guerras hicieran –bueno- lo que hacen las guerras y que el hacha.

– sí, sobre esa que cuando somos pequeñitos cantamos que nos dejaron como herencia- pasara a ser una escopeta y un fusil.

& Así en los recuerdos estadísticos del estado de Antioquia.

- y del país entero-

Correspondientes a la administración de justicia, no se registraría

ejemplo alguno de otro crimen tan satánicamente concebido y con tanta barbarie ejecutado que

cerca de los cientos de millones de crímenes ejecutadoscontra los miles de desaparecidos, miles de muertos, miles de

torturados,miles de afectados y los millones de víctimasindirectas tanto de la guerra como de la violencia que sucedió y

sucede –tanto dentro como fuera del marco de la guerra-

(cosa que no tiene sentido alguno, pero guerra y violencia no es lo mismo)

Hay historias curiosas y extrañas. Historias que apenas logramos creer y sin verlo ni saberlo, hay vínculos entre estas que no podemos

entender, vínculos aún más raros que los mismos cuentos y que las mismas historias. Casi por casualidad, todo tiene casi todo que ver con todo, solo que

no tan así. Esta es una de esos cuentos, otra de esas historias.

El dos de diciembre de 1993– mismo día del mismo mes, solo 120 añitos después- un libro, así por casualidad como esas cosas que pasan,un librito sobre estos crímenes, estas pequeñas atrocidades –con detalladas y cuidadas anotaciones de su puño y letra-fue hallado tras la muerte de su dueño, un tal pablo.

Antes estas casualidades, es imposible no pensar - de manera ilusa- que hubiera pasado ayer, si desde mucho antes recordáramos la violencia de

manera diferente.

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Y que tal vez así los juicios y las máquinas de escribir definan el dolor - ya de la víctima o ya del victimario - en tres líneas y así seamos culpables y pecadores o inocentes y santos - de cualquier acusación- quizá merezcamos ser recordados de otra manera.

Quizá ante semejante violencia – que no tiene, ni tendrá justificación- lo mejor sea recordar las cosas de la mejor manera que las podamos recordar, habiéndolas vivido o no.

-Ojalá poder soñar, qué más quisiéramos todos, que todo fuera un sueño, solo un mal viaje-

Pero no, recordar no debe ser, ni será soñar, no ayer, no en 1873, no en 1993 y no hoy.

Quizá merezcamos ser recordados de otra manera

– a tu palabra respondemosSi, quizá lo merezcamos.

Quizá como sea nuestro veredicto, culpables y pecadores o inocentes y santos, quizá esto no debería ser algo que

cambiara la facultad de reconocernos como iguales, no debería ser algo que se quedara en una suerte de barato

escrutinio, no debería ser un chiste de feria.

quiza lo merezcamosQue quede claro que no creo que la violencia sea justa en circunstancia alguna, ni que sus consecuencias deban ser obviadas y olvidadas.

Solo creo -que la moneda siempre tiene dos caras- que todo se podría recordar diferente.

No sé para qué, ni como, solo sé, que así podría ser.

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y que descanse tambien el que no pueda dormir.

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y si hastadescansas vospor que noque descanse esta ciudadla tacita rojay que descanse en paz este paisagobiado y doliente

descansa en paz pabloque descansen en paz todos tus muertos y que descansen en paz todos los que por ti dejaron de existir

quizá todos merezcamos ser recordados de otra manera

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Así ante semejantes casualidades y en una forma simbólicamente ridícula pensé en agregar esta pagina.

Solo por lo que ambas historiasrepresentan.

& por la casualidad que las une.

- & si para sanar necesitamos comprender al otro, no lo comprendamos desde el dolor de la guerra.

quiza lo merezcamos de una manera diferente

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