Tres de tres

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Colección de cuentos para niños relacionados con el número tres, trabajado en tipografía Garamond y Century Gothic. Diseñadora: Luz García.

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Tres de TresHermanos Grimm, AnónimoProloguista: Luz Adiela García CeballosDiagramación y diseño: Luz GarcíaCenthury Gothic (Monotype Imaging 1991) Garamond (París, 1490 – 1561)Noviembre de 2010, Bogotá DC.

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Noviembre de 2010, Bogotá DC.

res resHermanos Grimm, Anónimo

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ÍNDICE

Prólogo.......................................................................7

Los tres cerditos..........................................................9

Las tres hilanderas...................................................19

Los tres pelos del diablo............................................31

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Siempre he tenido un aprecio muy especial hacia los niños, creo que ese espíritu de inocencia es algo que no debe perderse nunca. Después de un día exorbitante, lleno de estrés y fatiga nada como ver a un niño sonriendo una y otra vez con el mismo cuento al que siempre le descubre algo nuevo, algo fantástico que para los adultos es aburrido y que por estar pensando en cosas tan vana-les olvidan que todavía se puede imaginar y soñar, no dejemos ese mundo único y maravilloso a un lado, los invito a pensar lo impensable y a creer lo increible.

Bienvenidos al gran planeta de los niños, en donde los marranitos hablan, cantan y bailan.

Éste libro es dedicado a mi sobrina Sara Sofía, ojalá ella y todos los lectores disfruten de éstos tres hermosos cuentos, que son tan antiguos como encantadores.

Prólogo

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3Los tres

cerditos

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Los

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H abía una vez tres chanchitos que eran hermanos y se fueron por el

mundo a cojer fortuna.

El más grande les dijo a sus hermanos que sería bueno que se pusieran a construir suspropias casas para estar protegidos. A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieron manos a la obra. Cada uno construyó su casita.

- La mía será de paja - dijo

el más pequeño, - la paja es blanda y se puede sujetar con facilidad. Terminaré muy pronto y podré ir a jugar -

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El hermano mediano decidió que su casa sería de madera:

- Puedo encontrar un montón de madera por aquí cerca -, explicó a sus hermanos.

- Construiré mi casa rapidito con todos estos troncos y me iré también a jugar -

El mayor decidió construir su casa

DRILLOSLA

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- Aunque me cueste mucho esfuerzo, serámuy fuerte y resistente, y dentro estaré asalvo del LOBO. Le pondré una

chimenea para asar masmelos y hacer caldo de zanahorias.Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado las casitas:

¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo!¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!

con

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LOBO, rugiendo de hambre y gritando:

Detrás de un árbol grande, apareció el

-Cerditos, ¡me los voy a comer! - Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:

- ¡Cerdito, ábreme la puerta! - No, no, no, no te voy a abrir. - Pues si no me abres... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!

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Y sopló con todas sus fuerzas, sopló y sopló y la casita de paja se vino abajo. El cerdito pequeño

corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano.

¡Quién teme al Lobo Feroz , al Lobo, al Lobo! ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!

cantaban dentro de la casa los cerditos.

De nuevo el Lobo, más enfurecido

que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo:

-¡Cerditos, ábranme la puerta!-

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- No, no, no, no te vamos a abrir.

- Pues si no me abren... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! -Y sopló con todas sus fuerzas, sopló y sopló, la madera crujió, las paredes cayeron y los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo de su hermano mayor.

Cantaban desde adentro los cerditos. El lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente a la puerta dijo...

- ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz! -

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-¡Cerditos, ábranme la puerta! -- No, no, no, no te vamos a abrir.

- Pues si no me abren... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! -Y se puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno. Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía derribarla.

Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea; se deslizó hacia abajo...

...Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor

estaba hirviendo sopa de nabos.

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Escaldado y con el estómago vacío, salió huyendo hacia el lago.

Los cerditos no lo volvieron a ver. El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas, y si algún día vas por el bosque y ves tres cerdos, sabrás que son los Tres Cerditos porque les gusta cantar:

- ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! -

- ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz! -

Fin

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3Las tres

hilanderas

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g...sus

Acertaba a pasar en aquel momento la Reina, y, al oír los lamentos, hizo parar

y la chica se puso a llorar a voz en g r i t o .

ritos se oían desde la ca l l e .

la carroza, entró en la casa y preguntó a la madre por qué pegaba a su hija de aquella manera, pues...

É rase una niña muy holgazana que no quería hilar. Ya podía desgañitarse su

madre, no había modo de obligarla. Hasta que la buena mujer perdió la paciencia de tal forma, que bofetadas, la emprendió a

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Avergonzada la mujer de tener que pregonar

la holgazanería de su hija, respondió a la Reina:

- No puedo sacarla de la rueca; todo el tiempo

se estaría hilando; pero soy pobre y no puedo comprar tanto lino -Dijo entonces la Reina:

- No hay nada que me guste tanto como oír hilar; me encanta el zumbar de los tornos.

Dejad venir a vuestra hija al palacio conmigo.

Tengo lino en abundancia y podrá hilar cuanto guste.

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La madre asintió a ello muy contenta, y la Reina se llevó a la muchacha.

Llegadas a palacio, condújola a tres aposentos del piso alto, que estaban llenos hasta el techo de magnífico lino.

- Vas a hilarme este lino -le dijo-, y cuando hayas terminado te daré por esposo a mi hijo mayor. Nada me importa que seas pobre; una joven hacendosa lleva consigo su propio dote.La muchacha sintió en su interior una gran congoja, pues aquel lino no había quien lo hilara, aunque viviera trescientos años y no hiciera otra cosa desde la mañana a la noche.

Al quedarse sola, se echó a llorar y así se estuvo tres días sin mover una mano.

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Al tercer día presentóse la Reina, y extrañóse

al ver que nada tenía hecho aún; pero la moza se excusó diciendo que no había podido empezar todavía por la mucha pena que le daba el estar separada de su madre. Contentóse la Reina con esta excusa, pero le dijo:

- Mañana tienes que empezar el trabajo.

Nuevamente sola, la muchacha, sin saber qué hacer ni cómo salir de apuros, asomóse en su desazón, a la ventana y vio que se acercaban tres mujeres:La pr imera, tenía uno de los p ies muy

a n c h o y plano.

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La segunda, un labio inferior ENORME,

que le caía sobre la barbilla.

Y la tercera, un dedo pulgar abultadísimo.

Las tres se detuvieron ante la ventana y, levantando la mirada, preguntaron a la niña qué le ocurría. Contóles ella su cuita, y las mujeres le brindaron su ayuda:

- Si te avienes a invitarnos a la boda, sin avergonzarte de nosotras, nos llamas primas y nos sientas a tu mesa, hilaremos para ti todo este lino en un santiamén.

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- Con toda el alma os lo prometo -respondió la muchacha-. Entrad y podéis empezar ahora mismo.

Hizo entrar, pues, a las tres extrañas mujeres, y en la primera habitación desalojó un espacio donde pudieran instalarse.Inmediatamente pusieron manos a la obra.

La primera tiraba de la hebra y hacía girar la rueda con el p i e ; la segunda, humedecía el

hilo, la tercera lo retorcía, aplicándolo contra la mesa con el dedo, y a cada golpe de pulgar caía al suelo un montón de hilo de lo

más fino.

Cada vez que venía la Reina, la muchacha escondía a las hilanderas y le mostraba el lino

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hilado; la Reina se admiraba, deshaciéndose en alabanzas de la moza. Cuando estuvo terminado el lino de la primera habitación, pasaron a la segunda, y después a la tercera, y no tardó en quedar lista toda la labor.

Despidiéronse entonces las tres mujeres, diciendo a la muchacha:- No olvides tu promesa; es por tu bien.

Cuando la doncella mostró a la Reina los cuartos v a c í o s y la grandísima cantidad de lino hilado, se fijó enseguida el día para la boda. El novio estaba encantado de tener una esposa tan hábil y laboriosa, y no cesaba de ponderarla.

- Tengo tres primas -dijo la muchacha-, a quienes debo grandes favores, y no quiero olvidarme de ellas en la hora de mi dicha.

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Permitidme, pues, que las invite a la boda y las siente a nuestra mesa.A lo cual respondieron la Reina y su hijo: - ¿Y por qué no habríamos de invitarlas?

Así, el día de la fiesta se presentaron las tres mujeres, magníficamente arregladas y vestidas, y la novia salió a recibirlas diciéndoles:

- ¡Bienvenidas, queridas primas!

- ¡Uf ! -exclamó el novio-. ¡Cuidado que

son feas tus parientas!

Y, dirigiéndose a la del enorme pie plano, le preguntó:

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- ¿Cómo tenéis este pie tan grande?

- De hacer girar el torno -dijo ella-, de hacer girar el torno.

Pasó entonces el príncipe a la segunda:

- ¿Y por qué os cuelga tanto este labio?

- De tanto lamer la hebra -contestó la mujer-, de tanto lamer la hebra.

Y luego a la tercera

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- ¿Y cómo tenéis este pulgar tan achatado?

- De tanto torcer el hilo -replicó ella-, de tanto torcer el hilo.Asustado, exclamó el hijo de la Reina:

- Jamás mi linda esposa tocará una rueca.

Y con esto se terminó la pesadilla del hilado.

Fin

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3Los tres pelos del diablo

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Había una mujer que tenía un niño precioso y un rey que tenía una niña que era muy bella. Pero resultó que el rey quería también tener un niño así que fue a ver a la mujer y le dijo que se lo diera y la mujer, claro, se negó. El rey se puso furioso y lo primero que hizo al volver al palacio fue decir que mataran a todos los niños; la mujer, que se enteró, cogió a su hijo, lo metió en una cestita de mimbre disimulada con unos ramajes y lo echó al río para que los guardias del rey no le encontraran. Y allá se fue río abajo hasta que encalló en la orilla de un molino.

Los molineros encontraron al niño y les dio mucha pena, así que se lo quedaron. Y el niño se fue criando con ellos.

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Un día, el rey, que estaba recorriendo sus tierras, llegó hasta el molino y salieron los molineros con su hijo a recibirlo; en cuanto lo vio, reconoció al n iño . Entonces le dio una carta y le dijo que era para la princesa y que se fuera él mismo a entregársela. El chico dijo que iría y enseguida se puso en camino mientras el rey continuaba su visita por esa y por otras tierras que tenía.

En la primera noche que pasó el chico, estando de camino, fue en casa de unos ladrones, pero él no lo sabía. Se echó a dormir tan tranquilo y, aprovechando su sueño, los ladrones le robaron la carta y la abrieron: entonces vieron que en ella ponía que mataran al que la llevaba en cuanto llegasen a palacio.

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Los ladrones, al leer esto, le cambiaron la carta por otra, sin que él se diera cuenta, en la que se decía que el portador debería casarse con la princesa.

Al día siguiente, el chico llegó a palacio, entregó la carta y, como era una orden del rey, pues se casó con la princesa.

Naturalmente, cuando el rey volvió de recorrer sus tierras y vio lo que había sucedido en su ausencia se puso aún más furioso, pero ya nada podía hacer porque se habían casado. Entonces ideó que si el chico quería seguir conviviendo con la princesa, para merecerla le tendría que traer a él tres pelos del diablo.

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El chico se puso en marcha sin saber a ciencia cierta dónde vivía el diablo; e iba por un camino cuando se encontró a unos hombres, junto a una fuente, que le preguntaron qué había que hacer para que de aquella fuente manase oro, pues antes lo daba y ahora no. El chico, que era prudente, les dijo que a la vuelta de su encargo se lo diría.

Más adelante encontró a otros señores, al pie de un árbol, que le preguntaron qué había que hacer para que aquel árbol diera las manzanas de oro que antes daba y ahora no. Y él les dijo lo mismo, que a la vuelta se lo diría.

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Por fin llegó a un río y pidió al barquero que lo trasladase a la otra orilla; el barquero en el viaje, le preguntó qué tendría que hacer para dejar de ser barquero, porque estaba harto de aquel oficio. Y el chico respondió una vez más que a la vuelta se lo diría.

En esto que, preguntando y preguntando, dio

con la casa del diablo y llamó a la puerta.

Le abrió una mujer y el chico le dijo que venía a buscar tres pelos del diablo. Al oír esto, la mujer, que era la mujer del diablo, le dijo:

-Pero ¡cómo te has atrevido a venir aquí! ¡Si el diablo se entera de que has venido, te matará!

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El chico no se arredraba e insistió hasta que ella le dijo:

-Bueno, está bien, pues quédate escondido ahí fuera hasta que el diablo venga y se duerma y entonces yo le sacaré los tres pelos.

Y dijo el chico:

-Pero es que también necesito que me responda a tres preguntas. -¿Y qué preguntas son ésas? –dijo la mujer.

Entonces el chico le contó las tres preguntas que le habían hecho por el camino y ella le prometió que lo averiguaría.

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A la noche llegó el diablo muy cansado y en cuanto cenó se fue a acostar y la mujer con él. Cuando dormía profundamente, ella le tiró de un pelo y el diablo se despertó, pero la mujer le dijo que estaba soñando. El diablo le preguntó qué soñaba y ella le contó que había un hombre junto a una fuente y no sabían qué hacer para que la fuente manase oro. Y dijo el diablo que eso era porque había un ratón en el caño que tenían que sacar.

La mujer esperó a que se durmiese de nuevo y con todo cuidado le arrancó otro pelo, pero el diablo lo sintió y se despertó muy enfadado. Ella le dijo que estaba soñando otra vez y que había sido por eso.

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Él le preguntó qué soñaba y ella le dijo que había unos señores al pie de un árbol pensando qué tendrían que hacer para que el árbol volviera a dar manzanas de oro. Y dijo el diablo que primero tendrían que sacar una lombriz que había en las raíces.

Volvió a dormirse el diablo y la mujer le sacó el tercer pelo. Esta vez sí que se enfadó de veras el diablo; quería matarla, pero ella le volvió a decir que sólo estaba soñando, y el diablo, que le dijera que estaba soñando esta vez. Ella le contó que un barquero no sabía qué hacer para dejar de ser barquero y el diablo le dijo que entregara los remos al primero que

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entrara en la barca.

Entonces la mujer le dijo que no se preocupara, que no soñaría más, y en cuanto e diablo se durmió, salió a la puerta de la casa y le dio los tres pelos y las tres respuestas al chico. Se fue el chico con los tres pelos del diablo. Y llegó donde estaba el barquero para que le pasase otra vez el río; el barquero le preguntó: -¿Me hiciste el recado que te hice?

Y dijo el chico, no me acordé. Le pasó el barquero a la otra orilla y, cuando desembarcó, le dijo el chico:

-Ahora me acuerdo de que sí lo pregunté.

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Lo que tiene usted que hacer es poner los remos en las manos del primero que pase.

El barquero, agradecido, le dio un burro cargado de oro y el chico siguió su camino de vuelta. Luego encontró a los señores que estaban al pie del árbol, que seguían allí, y les dijo:

-Han de mirar ustedes en las raíces, porque hay una lombriz en ellas que tiene que sacar para que el árbol dé fruto otra vez .Así lo hicieron y las ramas del árbol se llenaron de manzanas de oro y, muy agradecidos, le dieron al chico otro burro cargado de oro, y

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con éste ya llevaba dos.

Más adelante se encontró a los hombres que estaban junto a la fuente, que seguían allí, y les dijo:

-Miren ustedes en el caño, porque hay un ratón ahí metido que tiene que sacar. Así lo hicieron y la fuente empezó a manar oro y, muy agradecidos, le dieron al chico otro burro cargado de oro, y con éste ya fueron tres. Y con los tres se presentó en palacio y le entregó al rey los tres pelos del diablo. Pero el rey, que vio toda aquella carga de oro que traía le preguntó de dónde la había sacado; y el chico le dijo:

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-Del otro lado del río. Cogió el rey todos los caballos que pudo

encontrar y se fue a la orilla del río, y como le habían dicho al barquero que al primero que viniera le entregase los remos, pues se los entregó al rey y quedó libre de ser barquero.

Y el rey se quedó aferrado a los remos y allí sigue, sin saber cómo liberarse del encantamiento.

Fin

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En el librito de cuentos encontramoslas diferentes maneras de contar con tipografía, disfruten de lahermosura de los cuentos infantiles que nos abren un mundo donde podemos crear con imaginación...