Tratado de la Oraci´on y la Meditacio´n -...

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Tratado de la Oraci´on y la Meditaci´ on Fray Pedro de Alc´antara, fraile menor de la Orden del Bienaventurado San Francisco. Captulo I Del fruto que se saca de la Oraci´on y la Meditaci´ on Porque este Tratado breve habla de Oraci´on y Me- ditaci´ on, ser´a bien decir en pocas palabras el fruto que de este santo ejercicio se puede sacar, porque con m´as alegre coraz´on se ofrezcan los hombres a ´ el. Notoria cosa es que uno de los mayores impedimen- tos que el hombre tiene para alcanzar la ´ ultima fe- licidad y bienaventuranza, es la mala inclinaci´on de su coraz´on, la dificultad y pesadumbre que tiene para obrar bien: porque a no estar ´ esta de por medio, facil´ ısima cosa ser´ ıa correr por el camino de las virtudes y alcanzar el fin para que fue criado. Por lo cual dijo el Ap´ostol:Hu´ elgome con la Ley de Dios, seg´ un el hom- bre interior; pero siento otra ley e inclinaci´on en mis miembros, que contradice a la ley de mi esp´ ıritu, y me llevatr´ass´ ı cautivo a la ley del pecado. ´ Esta es, pues, la causa m´as universal que hay de todo nuestro mal. Pues para quitar esta pesadumbre y dificultad y facili- tar este negocio, una de las cosas que m´as aprovecha es la devoci´ on; porque como dice Santo Tom´ as, no es otra cosa la devoci´ on sino una prontitud y ligereza para bien obrar, la cual despide de nuestra ´ anima toda esta dificultad y pesadumbre, y nos hace prontos y ligeros para todo bien, porque es una refecci´on espiritual, un refresco y roc´ ıo del Cielo, un soplo y aliento del Esp´ ıritu Santo y un afecto sobrenatural, el cual de tal manera regala, esfuerza y transforma el coraz´on del hombre, que le pone nuevo gusto y aliento para las cosas espiri- tuales, y nuevo disgusto y aborrecimiento de las cosas sensuales, lo cual nos muestra la experiencia de cada ıa, porque al tiempo que una persona espiritual sale de alguna profunda y devota oraci´on, all´ ı se le renue- van todos los buenos prop´ositos, all´ ı son los fervores y all´ ı el deseo grande de agradar y amar a un Se˜ nor tan bueno y tan dulce como all´ ı se le ha mostrado, y de padecer nuevos trabajos y asperezas, y a´ un derramar su sangre por ´ El. Y finalmente reverdece y se renueva la frescura de nuestra ´anima. Y si me preguntas por qu´ e medios se alcanza tan poderoso y tan noble afecto de devoci´on, a esto res- ponde el mismo Doctor, diciendo que por la meditaci´on y contemplaci´on de las cosas divinas: porque de la pro- funda meditaci´on y consideraci´on de ellas, redunda este efecto y sentimiento en la voluntad, que llamamos de- voci´on, el cual nos incita y mueve a todo bien: y por esto es tan alabado y encomendado este santo y re- ligioso ejercicio de todos los Santos, porque es medio para alcanzar la devoci´on; la cual aunque no es m´as que una sola virtud, nos habilita y mueve a todas las otras virtudes, y es como un est´ ımulo general para to- das ellas; y si quieres ver c´omo esto es verdad, mira cuan abiertamente lo dice el glorioso San Buenaventu- ra por estas palabras: Si quieres sufrir con paciencia las adversidades y miserias de esta vida, seas hombre de oraci´on. Si quieres alcanzar la virtud y fortaleza para vencer las tentaciones del enemigo seas hombre de oraci´on. Si quieres mortificar tu propia voluntad con todas sus aficiones y apetitos, seas hombre de oraci´on. Si quieres conocer las astucias de Satan´as y defenderte de sus enga˜ nos, seas hombre de oraci´on. Si quieres vivir alegremente y caminar con suavidad por el camino de la penitencia, seas hombre de oraci´on. Si quieres alejar de tu alma las moscas importunas de los vanos pen- 1

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Tratado de la Oracion

y la Meditacion

Fray Pedro de Alcantara,

fraile menor de la Orden

del Bienaventurado San Francisco.

Captulo I

Del fruto que se saca de la Oracion y la Meditacion

Porque este Tratado breve habla de Oracion y Me-ditacion, sera bien decir en pocas palabras el fruto quede este santo ejercicio se puede sacar, porque con masalegre corazon se ofrezcan los hombres a el.Notoria cosa es que uno de los mayores impedimen-

tos que el hombre tiene para alcanzar la ultima fe-licidad y bienaventuranza, es la mala inclinacion desu corazon, la dificultad y pesadumbre que tiene paraobrar bien: porque a no estar esta de por medio,facilısima cosa serıa correr por el camino de las virtudesy alcanzar el fin para que fue criado. Por lo cual dijo elApostol: Huelgome con la Ley de Dios, segun el hom-bre interior; pero siento otra ley e inclinacion en mismiembros, que contradice a la ley de mi espıritu, y melleva tras sı cautivo a la ley del pecado. Esta es, pues,la causa mas universal que hay de todo nuestro mal.Pues para quitar esta pesadumbre y dificultad y facili-tar este negocio, una de las cosas que mas aprovechaes la devocion; porque como dice Santo Tomas, no esotra cosa la devocion sino una prontitud y ligereza parabien obrar, la cual despide de nuestra anima toda estadificultad y pesadumbre, y nos hace prontos y ligerospara todo bien, porque es una refeccion espiritual, unrefresco y rocıo del Cielo, un soplo y aliento del EspırituSanto y un afecto sobrenatural, el cual de tal maneraregala, esfuerza y transforma el corazon del hombre,que le pone nuevo gusto y aliento para las cosas espiri-tuales, y nuevo disgusto y aborrecimiento de las cosassensuales, lo cual nos muestra la experiencia de cadadıa, porque al tiempo que una persona espiritual sale

de alguna profunda y devota oracion, allı se le renue-van todos los buenos propositos, allı son los fervores yallı el deseo grande de agradar y amar a un Senor tanbueno y tan dulce como allı se le ha mostrado, y depadecer nuevos trabajos y asperezas, y aun derramarsu sangre por El. Y finalmente reverdece y se renuevala frescura de nuestra anima.

Y si me preguntas por que medios se alcanza tanpoderoso y tan noble afecto de devocion, a esto res-ponde el mismo Doctor, diciendo que por la meditaciony contemplacion de las cosas divinas: porque de la pro-funda meditacion y consideracion de ellas, redunda esteefecto y sentimiento en la voluntad, que llamamos de-vocion, el cual nos incita y mueve a todo bien: y poresto es tan alabado y encomendado este santo y re-ligioso ejercicio de todos los Santos, porque es mediopara alcanzar la devocion; la cual aunque no es masque una sola virtud, nos habilita y mueve a todas lasotras virtudes, y es como un estımulo general para to-das ellas; y si quieres ver como esto es verdad, miracuan abiertamente lo dice el glorioso San Buenaventu-ra por estas palabras: Si quieres sufrir con paciencialas adversidades y miserias de esta vida, seas hombrede oracion. Si quieres alcanzar la virtud y fortalezapara vencer las tentaciones del enemigo seas hombrede oracion. Si quieres mortificar tu propia voluntad contodas sus aficiones y apetitos, seas hombre de oracion.Si quieres conocer las astucias de Satanas y defendertede sus enganos, seas hombre de oracion. Si quieres viviralegremente y caminar con suavidad por el camino dela penitencia, seas hombre de oracion. Si quieres alejarde tu alma las moscas importunas de los vanos pen-

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samientos y cuidados, seas hombre de oracion. Si laquieres sustentar con la grosura de tu devocion y traer-la siempre llena de buenos pensamientos y deseos, seashombre de oracion. Si quieres fortalecer y confirmar tucorazon en el camino de Dios, seas hombre de oracion.Finalmente, si quieres desarraigar de tu anima todoslos vicios y plantar en su lugar las virtudes, seas hom-bre de oracion, porque en ella se recibe la union y gra-cia del Espıritu Santo, la cual ensena todas las cosas.Y ademas de esto, si quieres subir a la alteza de lacontemplacion y gozar de los dulces abrazos del Es-poso, ejercıtate en la oracion, porque este es el caminopor donde sube el anima a la contemplacion y gus-to de las cosas celestiales. ¿Ves pues de cuanta virtudy poder sera la oracion? Y para prueba de todo lodicho (dejando aparte el testimonio de las EscriturasDivinas) esto basta ahora por suficiente prueba, quehemos oıdo y visto y vemos cada dıa menos personassimples las cuales han alcanzado estas cosas susodichasy otras mayores mediante el ejercicio de la oracion.Hasta aquı son palabras de San Buenaventura.

¿Pues que tesoro ni que tienda se puede hallar masrica, y mas llena, que esta? Oye tambien lo que dicea este proposito otro muy religioso y santo Doctor,hablando de esta virtud. En la oracion -dice el- selimpia el anima de los pecados, apacientase la Caridad,certifıcase la Fe, fortalecese la Esperanza, alegrase elespıritu, derrıtense las entranas, purifıcase el corazon,descubrese la verdad, vencese la tentacion, huye la tris-teza, renuevanse los sentidos, reparase la virtud en-flaquecida, despıdese la tibieza, consumese el orın delos vicios y en ella no faltan centellas vivas de deseos delCielo, entre los cuales arde la llama del Divino amor.Grandes son las excelencias de la oracion, y grandesson sus privilegios: a ella estan abiertos los Cielos, aella se descubren los secretos, y a ella estan siempreatentos los oıdos de Dios.

Esto basta ahora para que en alguna manera se veael fruto de este santo ejercicio.

Capıtulo II

De la materia de la Meditacion.

Visto de cuanto fruto sea la Oracion y Meditacion,veamos ahora cuales sean las cosas que debemos medi-tar. A lo cual se responde que por cuanto este santoejercicio se ordena a criar en nuestros corazones amor ytemor de Dios, y guarda de sus Mandamientos, aque-lla sera mas conveniente materia a este ejercicio quemas hiciere a este proposito. Y aunque sea verdad, quetodas las cosas criadas y todas la espirituales nos mue-van a esto, pero generalmente hablando los Misteriosde nuestra Santa Fe (que se contienen en el Sımbolo,

que es el Credo) son los mas eficaces y provechosospara esto, porque en el se trata de los beneficios Divi-nos y del Juicio Final, de las penas del Infierno y de lagracia del Paraıso, que son grandısimos estımulos paramover nuestro corazon al amor y temor de Dios; y enel tambien se trata la Vida y Pasion de Cristo nuestroRedentor, en la cual consiste todo nuestro bien. Es-tas dos cosas senaladamente se tratan en el Sımbolo, yestas son las que mas ordinariamente rumiamos en lameditacion, por lo cual con mucha razon se dice que elSımbolo es la materia mas propia de este santo ejerci-cio; aunque tambien lo sera para cada uno lo que masmoviere su corazon al amor y temor de Dios.Pues segun esto, para introducir a los nuevos y prin-

cipiantes en este camino, a los cuales conviene dar elmanjar como digesto y masticado, senalare aquı breve-mente dos maneras de Meditaciones para todos losdıas de la semana, unas para la noche, y otras para lamanana, sacadas por la mayor parte de los Misterios denuestra Fe, para que ası como damos a nuestro cuerpodos refecciones cada dıa, ası tambien las demos al alma,cuyo pasto es la meditacion y consideracion de las cosasdivinas. De estas meditaciones, las unas son de los Mis-terios de la Sagrada Pasion y Resurreccion de Cristo,y las otras de los Misterios que ya dijimos. Y quienno tuviere tiempo para recogerse dos veces al dıa, a lomenos podra una semana meditar los unos Misterios yotra los otros, o quedarse con solos los de la Pasion yvida de Jesucristo, que son los mas principales, aunquelos otros no conviene que se dejen al principio de la con-version, porque son mas convenientes para este tiempo,donde principalmente se requiere temor de Dios, dolory detestacion de los pecados.Sıguense las primeras siete meditaciones para los sie-

te dıas de la semana.

El lunes.

Este dıa podras entender la memoria de los peca-dos, y en el merecimiento de ti mismo, para que enlo uno veas cuantos males tienes, y en lo otro, comoningun bien tienes, que no sea de Dios, que es el mediopor donde se alcanza la humildad, madre de todas lasvirtudes.Para eso debes primero pensar en la muchedumbre

de los pecados de la vida pasada, especialmente enaquellos que hiciste en el tiempo que menos conocıasa Dios, porque si lo sabes bien mirar, hallaras que sehan multiplicado sobre los cabellos de tu cabeza, y queviviste en aquel tiempo como un barbaro gentil, que nosabe que cosa es Dios. Discurre, pues, brevemente portodos los diez Mandamientos y por los siete pecadosmortales, y veras que ninguno de ellos hay en que nohayas caıdo muchas veces por obra, o por palabra o

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por pensamiento.

Lo segundo, discurre por todos los beneficios Divi-nos y por los tiempos de la vida pasada, y mira enque los has empleado, pues de todos ellos has de darcuenta a Dios. Pues dime ahora, ¿en que gastaste laninez? ¿En que la mocedad? ¿En que la juventud? ¿Enque, finalmente, todos los dıas de la vida pasada? ¿Enque ocupaste los sentidos corporales, y las potenciasdel Alma, que Dios te dio para que le conocieses ysirvieses? ¿En que se emplearon tus ojos, sino en ver lavariedad? ¿En que tus oıdos, sino en oir la mentira? ¿Yen que tu lengua, sino en mil mentiras de juramentos ymurmuraciones? ¿Y en que tu gusto, tu oler y tu tocarsino en regalos y blanduras sensuales?

¿Como te aprovechaste de los Santos Sacramentos,que Dios ordeno para tu remedio? ¿Como le diste gra-cias por sus beneficios? ¿Como respondiste a sus ins-piraciones? ¿En que empleaste la salud, y las fuerzas,y las habilidades de naturaleza, y los bienes que dicende fortuna y los aparejos y oportunidades para bienvivir? ¿Que cuidado tuviste de tu projimo, que Dios teencomendo y de aquellas obras de misericordia que tesenalo para con el? ¿Pues que responderas aquel dıade la cuenta cuando Dios te diga: Dame cuenta de tumayordomıa y de la hacienda que te entregue, porqueya no quiero que trates mas con ella? ¡Oh arbol seco,y aparejado para los tormentos eternos! ¿Que respon-deras aquel dıa, cuando te pidan cuenta de todo eltiempo de tu vida y de todos los puntos y momentosde ella?

Lo tercero, piensa en los pecados que has hecho yhaces cada dıa, despues de que abriste mas los ojos alconocimiento de Dios, y hallaras que todavıa vive en tiAdan con muchas de las raıces y costumbres antiguas.Mira cuan desacatado eres para con Dios, cuan ingra-to a sus beneficios, cuan rebelde a sus inspiraciones,cuan perezoso para las cosas de su servicio, las cualesnunca haces, ni con aquella presteza y diligencia ni conaquella pureza de intencion que debıas, sino por otrosrespetos e intereses del Mundo.

Considera, otrosı, cuan duro eres para con el proji-mo, y cuan piadoso para contigo, cuan amigo de tupropia voluntad y de tu carne, y de tu honra, y de to-dos tus intereses. Mira como todavıa eres soberbio, am-bicioso y airado, subito, vanaglorioso, envidioso, mali-cioso, regalado, mudable, liviano, sensual, amigo de tusrecreaciones y conversaciones, y risas y parlerıas. Mira,otrosı, cuan inconstante eres en los buenos propositos,cuan inconsiderado en tus palabras, y cuan desproveıdoen tus obras, y cuan cobarde y pusilanime para cua-lesquier graves negocios.

Lo cuarto considera ya por este orden la muchedum-bre de tus pecados, considera luego la gravedad deellos, para que veas como por todas partes es crecida

tu miseria. Para lo cual debes primeramente conside-rar estas tres circunstancias en los pecados de la vidapasada, conviene a saber: contra quien pecaste, porque pecaste, y en que manera pecaste. Si miras contraquien pecaste, hallaras que pecaste contra Dios, cuyabondad y Majestad es infinita, cuyos beneficios y mise-ricordias para con el hombre sobrepujan las arenas delmar. Mas ¿por que causa pecaste? Por un punto dehonra, por un deleite de bestias, por un cabello de in-teres, por sola costumbre y desprecio de Dios. Mas ¿enque manera pecaste? Con tanta facilidad, con tantoatrevimiento, tan sin escrupulo, tan sin temor y a vecescon tanta facilidad y contentamiento como si pecarascontra un Dios de palo, que ni sabe ni ve lo que pasaen el Mundo. ¿Pues esta era la honra que se debıa atan alta Majestad? ¿Este el agradecimiento de tantosbeneficios? ¿Ası se paga aquella Sangre preciosa quederramo en la Cruz, y aquellos azotes y bofetadas quese recibieron por ti? ¡Oh miserable de ti, por lo queperdiste y mucho mas por lo que hiciste, y mucho massi con todo esto no sientes tu perdicion! Despues deesto, es cosa de grandısimo provecho detener un pocolos ojos de la consideracion en pensar tu nada; esto es,como de tu parte no tienes otra cosa mas que nada, ypecado, y como todo lo demas es de Dios; porque claroesta, que ası los bienes de naturaleza como los de gra-cia, que son los mayores, son todo Suyos: porque Suyaes la gracia de la predestinacion, que es la fuente de to-das las gracias, y Suya la de la vocacion, Suya la graciacomitante, y Suya la gracia de la perseverancia, y Suyala gracia de la vida eterna. ¿Pues que tienes de que tepuedas gloriar, sino nada y pecados? Reposa, pues, unpoco en la consideracion de esta nada, y pon esto solo,y todo lo demas a la de Dios para que clara y palpable-mente veas quien eres tu, y quien es El, cuan pobre tu,y cuan rico El, y por el consiguiente cuan poco debesconfiar en ti, y estimar a ti, y cuanto confiar en El,amar a El, y gloriarte en El.

Pues consideradas todas estas cosas arriba dichas,siente de ti lo mas bajamente que te sea posible. Pien-sa que no eres mas que una canavera, que se mudaa todos los vientos, sin peso, sin virtud, sin firmeza,sin estabilidad, y sin ninguna manera de ser. Piensaque eres un Lazaro de cuatro dıas muerto, y un cuerpohediondo y abominable, lleno de gusanos, que todoscuantos pasan se tapan las narices y los ojos por noverlo. Parezcate que de esta manera hiedes delante deDios, y de los Angeles, y tente por indigno de alzar losojos al Cielo, y de que te sustente la tierra, y de que tesirvan las criaturas, y del mismo pan que comes y delaire que recibes.

Derrıbate con aquella publica pecadora a los pies delSalvador, y cubierta tu cara de confusion, con aquellaverguenza que padecerıa una mujer delante de su mari-

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do, cuando le hubiese hecho traicion, y con mucho do-lor y arrepentimiento de tu corazon pıdele perdon detus yerros y que por Su infinita bondad y misericordiahaya por bien de volverte a recibir en su casa.

El martes.

Este dıa pensaras en las miserias de la vida humana,para que por ellas veas cuan vana sea la gloria delMundo, y cuan digna de ser menospreciada, pues sefunda sobre tan flaco cimiento como esta tan miserablevida. Y aunque los defectos miserables de esta vidasean casi innumerables, tu puedes ahora senaladamenteconsiderar estos siete.

Primeramente considera, cuan breve sea esta vida,pues el mas largo tiempo de ella es de setenta u ochen-ta anos, porque todo lo demas (si algo queda, comodice el Profeta) es trabajo y dolor: y si de aquı se sacael tiempo de la ninez, que mas es vida de bestias que dehombres, y el que se gasta durmiendo, cuando no usa-mos de los sentidos ni de la razon (que nos hace hom-bres), hallaremos aun ser mas breve de lo que parece.Y si sobre todo esto la comparas con la eternidad dela vida advenidera, apenas te parecera un punto, pordonde veras cuan desvariados son los que por gozarde este soplo de vida tan breve se ponen a perder eldescanso de aquella, que para siempre ha de durar.

Lo segundo considera cuan incierta sea esta vida, quees otra miseria sobre la pasada, porque no basta ser desuyo tan breve como es, sino que esto poco que hayde vida, no esta seguro, sino dudoso; porque ¿cuan-tos llegan a estos setenta u ochenta anos que dijimos?¿A cuantos se corta la tela en comenzandose a tejer?¿Cuantos se van en flor, como dicen, o en agraz? Nosabeis, dice el Salvador, cuando vendra vuestro Senor,si a la manana, si al medio dıa, si a la media noche, sial canto del gallo.

Aprovecharte ha, para mejor sentir esto, acordartede la muerte de muchas personas, que habras conocidoen este mundo, especialmente de tus amigos y fami-liares, y de algunas personas ilustres y senaladas, a lascuales salteo la muerte en diversas edades, y dejo burla-dos todos sus propositos y esperanzas.

Lo tercero, piensa cuan fragil y quebradiza sea estavida, y hallaras que no hay vaso de vidrio tan delicadocomo ella es, pues un aire, un sol, un jarro de agua frıa,un vaho de un enfermo basta para despojarnos de ella;como parece por las experiencias cotidianas de muchaspersonas, a las cuales en lo mas florido de su edad bastapara derribar cualquier ocasion de las sobredichas.

Lo cuarto, considera cuan mudable es, y como nuncapermanece en un mismo ser: para lo cual debes con-siderar cuanta sea la mudanza de nuestros cuerpos; los

cuales nunca permanecen en una misma salud y dis-posicion, y cuanto mayor la de los animos, que siem-pre andan como la mar alterados con diversos vientos,y olas de pasiones y apetitos y cuidados, que cada ho-ra nos perturban. Y finalmente cuantas sean las mu-danzas, que dicen de la fortuna, que nunca consientenmucho permanecer, ni en un mismo estado, ni en unamisma prosperidad y alegrıa de las cosas de la vidahumana, sino siempre rueda de un lugar en otro. Ysobre todo considera cuan continuo sea el movimientode nuestra vida, pues ni dıa y noche para, sino siem-pre va perdiendo de su derecho. Segun esto, ¿que esnuestra vida, sino una candela que siempre se esta gas-tando, y mientras mas arde y resplandece, mas se gas-ta? ¿Que es nuestra vida sino una flor, que se abre ala manana y al medio dıa se marchita y a la tarde seseca?

Pues por razon de esta continua mudanza, dice Diospor Isaıas: Toda carne es heno, y toda gloria de ellaes como la flor del campo. Sobre las cuales palabrasdice San Jeronimo: Verdaderamente quien considerarela fragilidad de nuestra carne, y como en todos los pun-tos y momentos de tiempo crecemos y decrecemos, sinjamas permanecer en un mismo estado, y como estoque ahora estamos hablando y trazando y escudrinan-do, se esta quitando de nuestra vida, no dudara dellamar a nuestra carne heno, y a toda su gloria co-mo la flor del campo. El que ahora es nino de teta,subitamente se hace muchacho, y el muchacho mozo,y el mozo muy aına llega a la vejez, y primero se hallaviejo, que se maraville de ver como ya no es mozo; yla mujer hermosa, que lleva tras sı las manadas de losmozuelos locos, muy presto descubre la frente aradacon arrugas; y la que antes era amable, de allı a pocoviene a ser aborrecible.

Lo quinto considera cuan enganosa sea, que por ven-tura es lo peor que tiene, pues a tantos engana, y tan-tos, y tan ciegos amadores lleva tras ası, pues siendofea, nos parece hermosa; siendo breve, a cada uno lasuya le parece larga; y siendo tan miserable, parece tanamable, que no hay peligro ni trabajo a que no se pon-gan los hombres por ella, aunque sea con detrimentode la vida eterna, haciendo cosas por donde vengan aperder la vida perdurable.

Lo sexto considera como ademas de ser tan breve,segun esta dicho, esto poco que hay de vida, esta suje-to a tantas miserias, ası del Alma como del cuerpo, quetodo ello no es otra cosa sino un valle de lagrimas, yun pielago de infinitas miserias. Escribe San Jeronimoque Jerjes, aquel poderosısimo rey, que derribaba losmontes, allanaba los mares, como subiese a un montealto a ver desde allı un ejercito que habıa juntado deinfinitas gentes, despues que lo hubo bien mirado, dice,que se paro a llorar: preguntado por que lloraba, res-

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pondio: Lloro porque de aquı a cien anos no estara vi-vo ninguno de cuantos aquı veo presentes. ¡Oh si pu-dieramos, dice San Jeronimo, subirnos a alguna atalayaque desde allı pudiesemos ver toda la tierra debajo denuestros pies: desde allı verıas las caıdas y miserias detodo el mundo, y gentes destruidas por gentes, y reinospor reinos. Verıas como a unos atormentan, a otrosmatan, unos se ahogan en el mar, otros son llevadoscautivos. Allı verıas bodas, aquı llantos, aquı matarunos, allı morir otros, unos abundar en riquezas, otrosmendigar. Y finalmente verıas, no solamente el ejerci-to de Jerjes, sino a todos los hombres del mundo, queahora son, los cuales de aquı a pocos dıas acabaran.Discurre por todas las enfermedades y trabajos de loscuerpos humanos, y por todas las aflicciones y cuida-dos de los espıritus, y por peligros que hay, ası en todoslos estados como en todas las edades de los hombres,y veras aun mas claras cuantas sean las miserias deesta vida, para que viendo tan claramente cuan pocoes todo lo que el mundo puede dar, mas facilmentemenosprecies todo lo que hay en el.A todas estas miserias viene a suceder la ultima, que

es morir, la cual ası para la del cuerpo, como para la delAlma, es la ultima de todas las cosas terribles, pues elcuerpo sera en un punto despojado de todas las cosas,y del Anima se ha de determinar entonces lo que parasiempre ha de ser.Todo esto te dara a entender cuan breve y miserable

sea la gloria del mundo, pues tal es la vida de los mun-danos, sobre que se funda, y por consiguiente que dignasea ella de ser hollada y menospreciada de todos los quela gozan.

El miercoles.

Este dıa pensaras en el paso de la muerte, que esuna de las mas provechosas consideraciones que hay,ası para alcanzar la verdadera sabidurıa, como parahuir el pecado, como tambien para comenzar con tiem-po a aparejarse y disponerse para la hora de la ultimacuenta.Piensa pues, primeramente, cuan incierta es aquella

hora en que te ha de saltear la muerte, porque nosabes en que dıa, ni en que lugar, ni en que estado tetomara la muerte; solamente sabes que has de morir;todo, o lo mas esta incierto, sino que ordinariamentesuele sobrevenir esta hora al tiempo que el hombreesta mas descuidado y olvidado de ella.Lo segundo, piensa en el apartamiento que allı habra,

no solo entre todas las cosas que se aman en esta vida,sino tambien entre el Alma y el cuerpo, companıa tanantigua y tan amada. Si se tiene por grande mal eldestierro de la patria, y de los aires en que el hombre secrio, pudiendo el desterrado llevar consigo todo lo que

ama, ¿cuanto mayor sera el destierro universal de todaslas cosas, de la casa, de la hacienda, de los amigos, delpadre, de la madre, de los hijos, y de esta luz y airecomun, y finalmente todas las cosas?

Si un buey da bramidos cuando lo apartan de otrobuey con quien araba, ¿que bramido sera el de tucorazon cuando te aparten de todos aquellos con cuyacompanıa trajiste a cuestas el yugo de las cargas deesta vida?

Considera tambien la pena que el hombre allı recibecuando se le representan en lo que han de parar el cuer-po, y el Alma despues de la muerte; porque el cuerpoya sabe que no le puede caber otra suerte mejor que unhoyo de siete pies de largo, en companıa de los otrosmuertos; mas el Alma no sabe de cierto lo que sera, nique suerte le ha de caber. Esta es una de las mayorescongojas que allı se padecen, saber que hay gloria, ypena para siempre, y estar tan cerca de lo uno, y delo otro, y no saber cual de estas dos suertes tan de-siguales nos ha de caber. Tras esta congoja se sigueotra no menor, que es la cuenta que allı se tiene dedar, la cual es tal, que hace temblar aun a los muyesforzados.

De Arsenio se escribe, que estando para morir,comenzo a temer; y como sus discıpulos le dijesen:¿Padre, tu ahora temes? Respondio: Hijos, no es nue-vo en mi este temor, porque siempre vivı con el. Allı,pues, se le representaran al hombre todos los pecadosde la vida pasada, como un escuadron de enemigos quevienen a dar sobre el, y los mas grandes y en que ma-yor deleite recibio, estos le representan mas vivamentey son causa de mayor temor. ¡Oh cuan amarga es allı lamemoria del deleite pasado, que en otro tiempo parecıadulce! Por cierto con mucha razon dijo el Sabio: Nomires al vino cuando esta rubio, y cuando resplandeceen el vidrio su color, porque aunque al tiempo de beberparece blando, mas a la postre muerde como culebra,y derrama su ponzona como basilisco. Estas son lasheces de aquel brebaje ponzonoso del enemigo: este esel dedo que tiene aquel caliz de Babilonia, por de fueradorado. Pues entonces el hombre miserable, viendosecercado de tantos acusadores, comienza a tejer la telade este juicio, y a decir entre sı: ¡Miserable de mı, quetan enganado he vivido, y por tales caminos he anda-do! ¿que sera de mı ahora en este juicio? Si San Pablodice que lo que el hombre hubiere sembrado eso cogera,yo, que ninguna cosa he sembrado, sino obras de carne,¿que espero coger de aquı, sino corrupcion? Si San Juandice que en aquella Soberana Ciudad que es todo orolimpio, no ha de entrar cosa sucia, ¿que espera quientan sucia y tan torpemente ha vivido?

Despues de esto suceden los Sacramentos de la Con-fesion, y Comunion y de la Extrema Uncion, que esel ultimo socorro con que la Iglesia nos puede ayu-

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dar en aquel trabajo; y ası en este, como en los otrosdebes considerar las ansias y congojas que allı el hom-bre padecera por haber vivido mal, y cuanto quisierahaber llevado otro camino, y que vida harıa entonces,si le diesen tiempo para ello, y como allı se esforzara allamar a Dios, y los dolores y la prisa de la enfermedadapenas le daran lugar.Mira tambien aquellos postreros accidentes de la en-

fermedad, que son como mensajeros de la muerte, cuanespantosos son, y cuan para temer. Levantase el pe-cho, enronquecese la voz, muerense los pies, hielanselas rodillas, afılanse las narices; mas sobre todo el Al-ma es la que allı padece.Salida ya el Alma de las carnes, aun te quedan dos

caminos por andar, el uno acompanando el cuerpo has-ta la sepultura, y el otro siguiendo el Alma hasta ladeterminacion de su causa, considera lo que a cadauno de estas partes acaecera. Mira, pues, cual quedael cuerpo despues que tu Alma le desampara, y cual esaquella noble vestidura que le aparejan para entregar-lo. Considera su enterramiento, con todo lo que en elpasara, el doblar de las campanas, el preguntar todosel muerto, los oficios y cantos dolorosos de la Iglesia, elacompanamiento y sentimiento de los amigos; y final-mente todas las particularidades que allı suelen acaecerhasta dejar el cuerpo en la sepultura. Dejado el cuerpoen la sepultura, vete luego en pos del Alma, y mira elcamino que llevara por aquella nueva region, y en lo quefinalmente parara, y como sera juzgada. Imagina queestas ya presente a este juicio, y que toda la Corte delCielo esta aguardando el fin de esta sentencia, dondese hara el cargo y el descargo de todo lo recibido, hastael cabo del agujeta. Allı se pedira cuenta de la vida, dela hacienda, de la familia, de las inspiraciones de Dios,de los aparejos que tuvimos para bien vivir, y sobretodo la Sangre de Cristo; y ahı sera cada uno juzgadosegun la cuenta que hubiere dado de lo recibido.

El jueves.

Este dıa pensaras en el juicio final, para que con estaconsideracion se despierten en tu Anima aquellos dostan principales afectos que debe tener todo fiel cris-tiano; conviene a saber, temor de Dios y aborrecimien-to del pecado.Piensa, pues, primeramente, cuan terrible sera aquel

dıa, en el cual se averiguaran las causas de todos loshijos de Adan, y se concluiran los procesos de nues-tras vidas, y se dara sentencia definitiva de lo que parasiempre ha de ser. Aquel dıa abrazara en sı los dıasde todos los siglos presentes, pasados y los venideros,porque en el dara el mundo cuenta de todos estos tiem-pos, y en el derramara la ira, y sana que tiene recogidaen todos los siglos. Pues que tan arrebatado saldra en-

tonces aquel tan caudaloso rıo de la indignacion Di-vina, temiendo tantas avenidas de ira, y sanas, cuantospecados se han hecho desde el principio del mundo.

Lo segundo, considera las senales espantosas que pre-cederan este dıa, porque como dice el Salvador, antesque venga este dıa, habra senales en el Sol, y en lasestrellas, y finalmente en todas las criaturas del Cieloy de la Tierra; porque todas ellas sentiran su fin antesque fenezcan, y se estremeceran y comenzaran a caerprimero que caigan: mas los hombres, dice, andaransecos, y ahilados de muerte, oyendo los bramidos es-pantosos de la mar, y viendo las grandes olas, y tormen-tas que levantaran, barruntando por aquellas grandescalamidades y miserias que amenazan al Mundo contan temerosas senales: y ası andaran atonitos, y espan-tados, las caras amarillas, y desfiguradas, antes de lamuerte muertos, y antes del juicio sentenciados, mi-diendo los peligros con sus propios temores, y tan ocu-pados cada uno con el suyo que no se acordara delajeno, aunque sea padre, o hijo, nadie habra paranadie, porque nadie bastara para sı solo.

Lo tercero, considera aquel diluvio universal defuego, que vendra delante del Juez, y aquel sonidotemeroso de trompeta, que tocara el Arcangel, paraconvocar todas las generaciones del Mundo, a que sejunten en un lugar, y se hallen presentes en juicio, ysobre la espantosa Majestad con que vendra el Juez.

Despues de esto, considera cuan estrecha sera lacuenta que allı a cada uno se pedira. Verdaderamente,dice Job, no podra ser el hombre justificado, si no seampara con Dios; y si se quiere poner con El en juicio,de mil cargos que le haga, no se podra responder asolo uno. ¿Pues que sentira entonces cada uno de losmalos, cuando entre Dios con el en este examen, yalla dentro de su conciencia diga ası: Ven aca hom-bre malo, que viste en mı, porque ası me despreciastey te pasaste al bando de mi enemigo? Yo te crie a miimagen y semejanza, yo te di la lumbre de la Fe, y tehice cristiano, y te redimı con mi propia Sangre. Portı ayune, camine, vele, trabaje, y sude gotas de Sangre.Por tı sufrı persecuciones, azotes, blasfemias, escarnios,bofetadas, deshonras, tormentos y Cruz. Testigos sonesta Cruz, y clavos que aquı aparecen; testigos estasllagas de pies y manos que en mi cuerpo quedaron;testigos el Cielo y la Tierra, delante de quien padecı.¿Pues que hiciste de esta Anima tuya, que yo con miSangre hice mıa? ¿En que servicio empleaste lo que yocompre tan caramente? ¡Oh generacion loca y adultera!¿Por que quisiste mas servir a ese enemigo tuyo, conmucho trabajo, que a mı tu Redentor y Criador conalegrıa? Llameos tantas veces, y no respondisteis, to-que vuestras puertas, y no despertasteis; extendı mismanos en la Cruz, y no las mirasteis, menospreciasteismis consejos, y todas mis promesas, y amenazas. Pues

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decid ahora vosotros Angeles, juzgad vosotros Juecesentre mı y mi vina, que mas debı yo hacer por ellade lo que hice? ¿Pues que responderan aquı los ma-los burladores de las cosas Divinas; los mofadores dela virtud; los burladores de la simplicidad; los que tu-vieron mas cuenta con las leyes del Mundo que con lasde Dios; los que a todas sus inspiraciones insensibles, atodos sus Mandamientos rebeldes, y a todos sus azotesy beneficios ingratos y duros? ¿Que responderan losque vivieron como si creyeran que no habıa Dios? ¿Ylos que con ninguna ley tuvieron cuenta, sino con solosu interes? ¿Que hareis los tales, dice Isaıas, en el dıa dela visitacion y la calamidad, que os vendra de lejos? ¿Aquien pedireis socorro, y que os aprovechara la abun-dancia de vuestras riquezas?Lo quinto, considera despues de todo esto la terri-

ble sentencia que el Juez fulminara contra los malos, yaquella temerosa palabra, que hara restrinir las ore-jas de quien la oyere. Sus labios, dice Isaıas, estanllenos de indignacion, y su lengua es como fuego quetraga. ¿Que fuego abrasara tanto como aquellas pala-bras: Apartaos de mı malditos al fuego perdurable, queesta aparejado para Satanas y para sus Angeles? En ca-da una de las cuales palabras tienen mucho que sentiry que pensar, en el apartamiento, en la maldicion, enel fuego, en la companıa, y sobre todo en la eternidad,que no se acaba.

El viernes.

Este dıa meditaras en las penas del Infierno, paraque con esta meditacion tambien se confirme mas tuanima en el temor de Dios y aborrecimiento del pecado.Estas penas, dice San Buenaventura que se deben

imaginar debajo de algunas figuras y semejanzas cor-porales, que los Santos nos ensenaron; por lo cualsera cosa conveniente imaginar el lugar del Infierno,segun el mismo dice, como un lago obscuro y tene-broso, puesto debajo de tierra, o como una ciudad es-pantable y tenebrosa, que toda se arde en vivas llamas,en la cual no suena otra cosa, sino voces y gemidos deatormentadores y atormentados con perpetuo llanto ycrujir de dientes.Pues en este malaventurado lugar se padecen dos

penas principales, la una, que llaman de sentido y laotra de dano. En cuanto a la primera, piensa como nohabra allı sentido alguno dentro ni fuera del alma, queno este penando con su propio tormento; porque ası co-mo los malos ofendieron a Dios con todos sus miem-bros y sentidos y de todos hicieron armas para servir alpecado, ası ordenara el que cada uno de ellos pene consu propio tormento, y pague su merecido. Allı los ojosadulteros y deshonestos padeceran con la vision horri-ble de los demonios. Allı las orejas, que se dieron a

oir mentiras y torpedades, oiran perpetuas blasfemiasy gemidos. Allı las narices amadoras de perfumes yolores infames, seran llenas de intolerable hedor. Allı elgusto, que se regalaba con diversos manjares y golosi-nas, sera atormentado con rabiosa hambre y sed. Allı lalengua murmuradora y blasfema sera amarga con hielde dragones. Allı el tacto amador de regalo y blan-duras andara nadando en aquellas heladas aguas quedice Job del rıo Cocito, y entre los ardores y llamas delfuego. Allı la imaginacion padecera con la aprehensionde los dolores presentes, la memoria con la recordacionde los placeres pasados, el entendimiento con la repre-sentacion de los males advenideros, y la voluntad congrandısimas iras y rabias, que los malos tendran con-tra Dios. Finalmente allı se hallaran en uno todos losmales y tormentos que se pueden pensar. Porque, co-mo dice San Gregorio, allı habra frıo que no se puedasufrir, fuego que no se pueda apagar, gusano inmortal,hedor intolerable, tinieblas, palos y azotes de atormen-tadores, vision de demonios, confusion de pecados ydesesperacion de todos los bienes. Pues dime ahora, siel menor de todos estos males que hay aca se padeciesepor muy pequeno espacio de tiempo, sera tan recio dellevar, ¿que sera padecer allı en un mismo tiempo todaesta muchedumbre de males en todos los miembros ysentidos interiores y exteriores, y esto no por espaciode una noche sola, ni de mil, sino de una eternidad in-finita? ¿Que sentidos, que palabras, que juicio hay enel Mundo, que pueda sentir ni encarecer esto como es?

Pues no es esta la mayor de las penas que allı sepasan: otra hay sin comparacion mayor, que es la quellaman los Teologos pena de dano; la cual es haberde carecer para siempre de la vista de Dios, y de sugloriosa companıa, porque tanto es mayor una pena,cuanto priva al hombre de mayor bien; y pues Dios esel mayor Bien de los bienes, ası carecer de El sera elmayor mal de los males, cual de verdad es este. Es-tas son las penas que generalmente competen a todoslos condenados. Mas allende estas penas generales, hayotras particulares, que allı padecera cada uno conformea la calidad de su delito, porque una sera allı la penadel soberbio, otra la del envidioso, otra la del avariento,otra la del lujurioso, y ası los demas. Allı se tasara eldolor conforme al deleite recibido, y la confusion con-forme a la presuncion y soberbia; y la desnudez, con-forme a la demasıa, y la abundancia y la hambre y sedconforme al regalo y a la hartura pasada.

A todas estas penas sucede la eternidad del padecer,que es como el sello y la llave de todas ellas; y aun todoesto serıa tolerable, si fuese finito, porque ninguna cosaes grande si tiene fin. Mas pena que no tiene fin, nialivio, ni declinacion, ni disminucion ni hay esperanzaque se acabara jamas, ni la pena, ni el que la da, niel que la padece, sino que es como un destierro preciso

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y como un sambenito irremisible que jamas se quita:esto es cosa para sacar de juicio a quien atentamentelo considera.Esta es, pues, la mayor de las penas, que en aquel

malaventurado lugar se padecen, porque si estas penashubieran de durar por algun tiempo limitado, aunquefuera mil anos, o cien mil, como dice un Doctor, si es-perasen que se habıan de acabar en agotandose toda elagua de el mar oceano, sacando cada mil anos una solagota del mar, aun esto les serıa algun genero de consue-lo: mas esto no es ası, sino que sus penas compiten conla eternidad de Dios, y la duracion de la Divina gloria:en cuanto Dios viviere ellos moriran, y cuando Dios de-jare de ser el que es, dejaran ellos de ser lo que son; puesen esa duracion, en esa eternidad querrıa yo, hermanomıo, que hincases un poco los ojos de la consideracion,y que, como animal limpio, rumiases ahora este pasodentro de tı, pues clama en su Evangelio aquella eternaverdad diciendo: El Cielo y la Tierra pasaran, mas mispalabras no pasaran.

El sabado.

Este dıa pensaras en la gloria de los Bienaventura-dos, para que aquı se mueva tu corazon al menospre-cio del Mundo, y deseo de la companıa de ellos. Puespara entender algo de este bien, puedes considerar es-tas cinco cosas, entre otras que hay en el, conviene asaber: la excelencia del lugar, el gozo de la companıa,la vision de Dios, la gloria de los cuerpos y finalmenteel cumplimiento de los bienes que allı hay.Primeramente considera la excelencia del lugar, y

senaladamente la grandeza de el, que es admirable:porque cuando el hombre lee en algunos graves au-tores que cualquiera de las estrellas del Cielo es mayorque toda la Tierra, y aunque hay alguna de ellas detan notable grandeza, que son noventa veces mayoresque toda ella, y con esta alza los ojos al cielo, y ve enel tanta muchedumbre de estrellas, y tantos espaciosvacıos, donde podrıan caber otras muchas mas, ¿comono se espanta? ¿como no queda atonito, y fuera de sı,considerando la inmensidad de aquel lugar, y muchomas la de aquel Soberano Senor que lo crio?Pues la hermosura de el no se puede explicar con

palabras, porque si en este valle de lagrimas, lugary destierro, crio Dios cosas tan admirables de tantahermosura, ¿que habra creado en aquel lugar que esaposento de gloria, trono de su grandeza, palacio de sumajestad, casa de sus escogidos y paraıso de todos losdeleites?Despues de la excelencia del lugar considera la no-

bleza de los moradores de el, cuya santidad y riquezasexceden a todo lo que se puede pensar. San Juan diceque es tan grande la muchedumbre de los escogidos,

que nadie basta para poder contarlos. San Dionisiodice que es tan grande el numero de los Angeles queexcede sin comparacion al de todas cuantas cosas ma-teriales hay en la Tierra. Santo Tomas, conformandosecon este parecer, dice que ası como la grandeza de loscielos excede a la de la Tierra sin proporcion, ası lamuchedumbre de aquellos espıritus gozosos excede a lade todas las cosas materiales que hay en este mundocon esta misma ventaja.

¿Pues que cosa puede ser mas admirable? Por cier-to cosa es esta, que si bien se considerase, bastabapara dejar atonitos a todos los hombres. Y si cada unode aquellos Bienaventurados espıritus, aunque sea elmenor de ellos, es mas hermoso de ver que todo estemundo visible, ¿que sera ver tanto numero de espıritustan hermosos y ver las perfecciones y oficios de ca-da uno de ellos? Allı discurren los Angeles, ministranlos Arcangeles, triunfan los Principados y alegranselas Potestades, senorean las Dominaciones, resplande-cen las Virtudes, relampaguean los Tronos, lucen losQuerubines y arden los Serafines, y todos cantan ala-banzas a Dios. Pues si la companıa y comunicacion delos buenos es tan dulce y amigable, ¿que sera tratarallı con tantos buenos, hablar con los Apostoles, con-versar con los Profetas, comunicar con los Martires ycon todos los escogidos?

Y si tan grande gloria es gozar de la companıa delos buenos, ¿que sera gozar de la companıa y presenciade aquella a quien alaban las estrellas de la manana,de cuya hermosura el Sol y la Luna se maravillan, antecuyo merecimiento se arrodillan los Angeles, y todosaquellos espıritus soberanos? ¿Que sera ver aquel bienuniversal, en que estan todos los bienes y aquel Mundomayor, en quien estan todos los Mundos, y Aquel quesiendo uno es todas las cosas, y siendo simplicısimoabraza las posesiones de todas? Si tan grande cosa fueoir y ver al Rey Salomon, que decıa la Reina de Saba:Bienaventurados los que asisten delante de ti, y gozande tu sabidurıa, ¿que sera ver aquel sumo Salomon,aquella eterna Sabidurıa, aquella infinita Grandeza,aquella inestimable Hermosura, aquella inmensa Bon-dad y gozar de ella para siempre? Esta es la gloriaesencial de los Santos, este es el ultimo fin y puerto detodos nuestros deseos.

Considera despues de esto la gloria de los cuerpos,los cuales gozaran de estos cuatro singulares dotes,que son sutileza, ligereza, impasibilidad, claridad; lacual sera tan grande, que cada uno de ellos resplande-cera como el Sol en el Reino de su Padre. Pues si no masde un Sol, que esta en medio del Cielo, basta para darluz y alegrıa a todo este mundo, ¿que haran tantos solesy lamparas como allı resplandeceran? ¿Pues que dire detodos los otros bienes que allı hay? Allı habra salud sinenfermedad, libertad sin servidumbre, hermosura sin

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fealdad, inmortalidad sin corrupcion, abundancia sinnecesidad, sosiego sin turbacion, seguridad sin temor,conocimiento sin error, hartura sin hastıo, alegrıa sintristeza y honra sin contradiccion. Allı sera, dice SanAgustın, verdadera la gloria, donde ninguno sera ala-bado por error, ni por lisonja. Allı sera verdadera lahonra, la cual ni se negara al digno, ni se concedera alindigno. Allı sera verdadera paz, donde ni de sı ni deotro sera el hombre molestado. El premio de la vir-tud sera el mismo que dio la virtud, y se prometio porgalardon de ella: el cual se vera sin fin, se amara sinhastıo, y se alabara sin cansancio. Allı el lugar es an-cho, hermoso, resplandeciente y seguro; la companıamuy buena y agradable, el tiempo de una manera, nohay distinto en tarde y manana, sino continuado conuna simple eternidad. Allı habra perpetuo verano, quecon el frescor y aire del Espıritu Santo siempre flo-rece. Allı todos se alegran, todos cantan y alaban aaquel sumo dador de todo, por cuya largueza viven yreinan para siempre. ¡Oh ciudad celestial, morada se-gura, tierra donde se haya todo lo que deleita, pueblosin murmuracion, vecinos quietos y hombres sin ningu-na necesidad! ¡Oh si se acabase ya esta contienda! ¡Ohsi se concluyesen los dıas de mi destierro! ¿Cuando lle-gara este dıa? ¿Cuando vendre y parecere ante la carade Dios?

El Domingo.

Este dıa pensaras en los beneficios divinos, para dargracias al Senor por ellos, y encenderte mas en el amorde quien tanto bien te hizo. Y aunque estos beneficiossean innumerables, mas puedes tu a lo menos conside-rar estos cinco mas principales; conviene a saber: dela creacion, gobernacion, redencion y vocacion, con losotros beneficios particulares y ocultos.Y primeramente, en cuanto al beneficio de la

creacion, mira con atencion lo que eras antes que fue-ses criado, y lo que Dios hizo contigo; te dio ante todomerecimiento, conviene a saber, este cuerpo con todossus miembros y sentidos, y esta tan excelente Alma,con aquellas tres tan nobles potencias, que son: en-tendimiento, memoria y voluntad. Y mira bien, quedarte esta tal Alma fue darte todas las cosas, puesninguna perfeccion hay en alguna criatura que el hom-bre no la tenga en su manera: por donde parece quedarnos esta pieza sola fue darnos de una vez todas lascosas juntas.En cuanto al beneficio de la creacion, mira cuan col-

gado esta todo tu ser de la Providencia Divina, comono viviras un punto, ni daras un paso, si no fuese porella; como todas las cosas del mundo crio para tu ser-vicio, la mar la tierra, las aves, los peces, los animales,las plantas y hasta los mismos Angeles del Cielo. Con-

sidera con esto la salud que te da, las fuerzas, la vida,el mantenimiento, con todos los otros socorros tempo-rales. Y sobre todo esto, pondera mucho las miserias ydesastres en que cada dıa ves caer los otros hombres,en las cuales pudieras tu tambien haber caıdo, si Diospor su piedad no te hubiera preservado.

En cuanto al beneficio de la redencion, puedes con-siderar dos cosas: la primera, cuantos y cuan grandeshayan sido los bienes que nos dio mediante el beneficiode la redencion. Y la segunda, cuantos y cuan grandeshayan sido los males que padecio en Su cuerpo y Ani-ma Santısima para ganarnos estos bienes. Y para sentirmas lo que debes a este Senor, por lo que por tı padecio,puedes considerar estas cuatro principales circunstan-cias en el misterio de Su sagrada pasion; conviene asaber, quien padece, que es lo que padece, por quienpadece y por que causa lo padece. ¿Quien padece? Dios.¿Que padece? Los mayores tormentos y deshonras quejamas se padecieron. ¿Por quien padece? Por criaturasinfernales, abominables y semejantes a los mismos de-monios en sus obras. ¿Por que causa padece? No porsu provecho, ni por nuestro merecimiento, sino por lasentranas de su misma caridad y misericordia.

En cuanto al beneficio de la vocacion, consideraprimeramente cuan grande merced de Dios fue hacertecristiano y llamarte a la Fe por medio del Bautismo, yhacerte tambien partıcipe de los otros Sacramentos. Ysi despues de este llamamiento, perdida ya la inocen-cia, te saco de pecado, y volvio a su gracia, y te pusoen estado de salud, ¿como le podras alabar por estebeneficio? ¿Que tan grande misericordia fue guardartetanto tiempo y sufrirte tantos pecados y enviarte tan-tas inspiraciones y no cortarte el hilo de la vida, comole corto a otros en este mismo estado? ¿Y finalmentellamarte con tan poderosa gracia que resucitases demuerte a vida y abrieses los ojos a la luz? ¿Que miseri-cordia fue, despues de ya convertido, darte gracia parano volver al pecado, y vencer al enemigo y perseveraren lo bueno? Estos son los beneficios publicos y conoci-dos; otros hay secretos, que no los conoce sino el que losha recibido; y aun otros muchos hay tan secretos que elmismo que los recibio no los conoce, sino solo Aquel quelos hizo. ¿Cuantas veces habras en este mundo mereci-do por tu soberbia o negligencia o desagradecimientoque Dios te desamparase, como habra desamparado aotros muchos por alguna de las causas y no lo ha hecho?¿Cuantos males y ocasiones de males habra prevenidoel Senor con su providencia, desbaratando las redes delenemigo, y acortandole los pasos, y no dandole lugara sus tratos y consejos? ¿Cuantas veces habra hechoen cada uno de nosotros aquello que El dijo a San Pe-dro: Mira que Satanas andaba muy negociador paraaventaros a todos como a trigo, mas yo he rogado porti, que no desfallezca tu Fe? ¿Quien podra saber estos

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secretos, sino Dios? Los beneficios positivos, bien lospuede a veces conocer el hombre; pero los privativos,que no consisten en hacernos bienes, sino en librarnosde males, ¿quien los conocera? Pues ası por estos, co-mo por los otros, es razon que demos siempre graciasal Senor, y que entendamos cuan alcanzados andamosde cuenta, y cuanto mas es lo que debemos, que lo quele podemos pagar, pues aun no lo podemos entender.

Capıtulo III

Del tiempo y fruto de estas meditaciones arriba

dichas.

Estas son, cristiano lector, las primeras siete medita-ciones, en que puedes filosofar y ocupar tu pensamientopor los dıas de la semana; no porque no puedas tam-bien pensar en otras cosas y en otros dıas demas deestos, porque, como ya dijimos, cualquiera cosa que in-duce nuestro corazon a amor y temor de Dios y guardade sus mandamientos, es materia de meditacion; perosenalanse estos pasos que tengo dichos, lo uno, porqueson los principales misterios de nuestra fe, y los que,cuanto es de su parte, mas nos mueven a lo dicho;y lo otro porque los principiantes que han menesterleche tengan aquı casi masticadas y digestas las cosasque pueden meditar, porque no anden como peregri-nos en extrana region, discurriendo por lugares incier-tos, tomando unas cosas, y dejando otras, sin tenerestabilidad alguna.Tambien es de saber que las meditaciones de esta

semana son muy convenientes, como ya dijimos, parael principio de la conversion, que es cuando el hombrede nuevo se vuelve a Dios, porque entonces convienecomenzar por todas aquellas cosas, y nos pueden movera dolor y aborrecimiento del pecado y temor de Dios ymenosprecio del mundo, que son los primeros escalonesde este camino. Y por esto deben los que comienzanperseverar por algun espacio de tiempo en la conside-racion de estas cosas, para que ası se funden mas enlas virtudes y afectos arriba dichos.

Capıtulo IV

De las otras siete meditaciones de la Sagrada Pasion;

y de la manera que hemos de tener en meditarla.

Despues de estas se siguen las otras siete medita-ciones de la Sagrada Pasion, Resurreccion y Ascensionde Cristo, a las cuales se podran anadir los otros pasosprincipiantes de su vida sacratısima.Aquı es notar, que seis cosas se han de meditar en

la Pasion de Cristo: la grandeza de sus dolores, paracompadecernos de ellos. La grandeza de nuestro peca-

do, que es la causa para aborrecerlo. La grandeza delbeneficio, para agradecerlo. La excelencia de la divi-na bondad y caridad, que allı se descubre, para amar-la. La conveniencia del misterio, para maravillarnos deel, y la muchedumbre de las virtudes de Cristo, queallı resplandecen, para imitarlas. Pues conforme a es-to, cuando vamos meditando, debemos ir inclinandonuestro corazon, unas veces a compasion de los doloresde Cristo, pues fueron los mayores del mundo, ası porla delicadez de Su cuerpo, como por la grandeza de Suamor, como tambien por padecer sin ninguna manerade consolacion, como en otra parte esta declarado.

Otros debemos tener, respecto a sacar de aquı mo-tivos de dolor de nuestros pecados, considerando queellos fueron la causa de que el padeciese tantos ytan graves dolores como padecio. Otras veces debemossacar de aquı motivos de amor y agradecimiento, con-siderando la grandeza del amor que El por aquı nosdescubrio, y la grandeza del beneficio que nos hizo,redimiendonos tan copiosamente, con tanta costa suya,y tanto provecho nuestro.

Otras veces debemos levantar los ojos a la conve-niencia del medio que Dios tomo para curar nuestramiseria; esto es, para satisfacer por nuestras deudas,para socorrer a nuestras necesidades, para merecer massu gracia y humillar nuestra soberbia e inducirnos almenosprecio del mundo, al amor de la cruz, de la po-breza, de la aspereza, de las injurias, y de todos losotros virtuosos y honestos trabajos.

Otras veces debemos poner los ojos en los ejemplosde virtudes que en Su sacratısima vida y muerte res-plandecen, en su mansedumbre, paciencia, obediencia,misericordia, pobreza, aspereza, caridad, humildad, be-nignidad, modestia y en todas las otras virtudes que entodas sus obras y palabras mas que las mismas estre-llas del cielo resplanceden, para imitar algo de lo queen El vemos, porque no tengamos ocioso el espıritu, ygracia que de El para esto recibimos; y ası caminamosa El por El. Esta es la mas alta y la mas provechosamanera que hay de meditar la Pasion de Cristo, que espor vıa de imitacion, para que por la imitacion venga-mos a la transformacion, y ası podamos ya decir con elApostol: Vivo yo; ya no vivo, mas vive en mı Cristo.

Ademas de esto conviene en todos estos pasos tenera Cristo ante los ojos presente, y hacer cuenta que letenemos delante cuando padece, y tener cuenta, no solocon la historia de su Pasion, sino tambien con todas lascircunstancias de ella, especialmente con estas cuatro.¿Quien padece? ¿Por quien padece? ¿Como padece?¿Por que causa padece?

¿Quien padece? Dios todo poderoso, infinito, in-menso, etc. ¿Por quien padece? Por la mas ingrata ydesconocida criatura del mundo. ¿Como padece? Congrandısima humildad, caridad, benignidad, manse-

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dumbre, misericordia, paciencia, modestia, etc. ¿Porque causa padece? No por algun interes suyo, ni mere-cimiento nuestro, sino por solas las entranas de su in-finita piedad y misericordia. Ademas de esto, no se con-tente el hombre con mirar lo que por de fuera padece,sino mas lo que padece por dentro, porque mucho mashay que contemplar en el Anima de Cristo que en elCuerpo de Cristo, ası en el sentimiento de sus dolorescomo en los otros efectos y consideraciones que en ellahabıa.Presupuesto, pues, ahora este pequeno preambulo,

comencemos a repetir y poner por orden los Misteriosde la Sagrada Pasion.

Sıguense las siete meditaciones de la Sagrada Pasion.

El lunes

Este dıa, hecha la senal de la Cruz con la preparacionque adelante se pone, se ha de pensar el lavatorio delos pies, y la institucion del Santısimo Sacramento.Considera, pues, en esta Cena a tu dulce y benig-

no Jesus, y mira el ejemplo de humildad que aquı teda, levantandose de la mesa y lavando los pies a susdiscıpulos. ¡Oh buen Jesus! ¿Que es esto que haces?¡Oh dulce Jesus! ¿Por que tanto se humilla tu Majes-tad? ¿Que sintieras, anima mıa, si vieras allı a Diosarrodillado ante los pies de los hombres y ante lospies de Judas? ¡Oh cruel! ¿Como no te ablanda elcorazon esta tan grande humildad? ¿Como no te rompelas entranas esta tan grande mansedumbre? ¿Es posi-ble que tu hayas ordenado de vender este mansısimoCordero? ¿Es posible que no te hayas ahora compungi-do en este ejemplo? ¡Oh blancas y hermosas manos!¿Como podeis tocar pies tan sucios y abominables?¡Oh purısimas manos! ¿Como no teneis asco de lavar lospies enlodados en los caminos y tratos de vuestra San-gre? Apostoles bienaventurados, ¿como no temblais,viendo esta tan grande humildad? Pedro, ¿que haces?¿Por ventura consentiras que el Senor de la Majestadte lave los pies? Maravillado y atonito San Pedro, comoviese al Senor arrodillado delante de sı, comenzo a de-cir: ¿Tu Senor, me lavas los pies? ¿No eres tu el Criadordel Mundo? ¿La hermosura del cielo? ¿El paraıso de losAngeles? ¿El remedio de los hombres? ¿El resplandorde la gloria del Padre? ¿La fuente de la Sabidurıa deDios en las alturas? ¿Pues tu me quieres a mı lavar lospies? ¿Tu, Senor, de tanta Majestad y Gloria, quieresentender en oficio de tan gran bajeza?Considera tambien como en acabando de lavar los

pies, los limpiarıa con aquel sagrado lenzo de que esta-ba cenido. Y sube mas arriba con los ojos del anima yveras allı representado el misterio de nuestra redencion.

Mira como aquel lienzo recogio en sı toda la inmundi-cia de los pies sucios y ası ellos quedaron limpios, yel lienzo quedarse todo manchado y sucio despues dehecho este oficio. ¿Que cosa mas sucia que el hombreconcebido en pecado? ¿Y que cosa mas limpia, mas her-mosa, que Cristo, concebido del Espıritu Santo? Blancoy colorado es mi Amado, dice la Esposa, y escogido en-tre millares. Pues este tan hermoso y tan limio, quisorecibir en sı todas las manchas y fealdades de nues-tras animas, y dejandolas limpias y libres de ellas, Elquedo en su Cruz amancillado y afeado en ella.Despues de esto considera aquellas palabras con que

dio fin el Salvador a esta historia, diciendo: Ejemploos he dado, para que como yo lo hice, ası vosotros lohagais. Las cuales palabras no solo se han de referira este paso y ejemplo de humildad, sino tambien atodas las obras y vida de Cristo, porque ella es un per-fectısimo dechado de todas las virtudes, especialmentede la que en este lugar se nos representa.

De la institucion del Santısimo Sacramento.

Para entender algo de este Misterio, has de pre-suponer que ninguna lengua criada puede declarar lagrandeza del amor que Cristo tiene a su Esposa la Igle-sia, y por consiguiente a cada una de las Animas queestan en gracia; porque cada una de ellas es tambienEsposa Suya: pues queriendo este Esposo dulcısimopartirse de esta vida, y ausentarse de su Esposa laIglesia, porque esta ausencia no le fuese causa de olvi-do, dejole por memoria en este Santısimo Sacramento,en que se quedaba El Mismo, no queriendo que en-tre El y Ella estuviese otra prenda que despertase sumemoria, sino solo El. Querıa tambien el Esposo enesta ausencia tan larga, dejar a su Esposa companıa,porque no se quedase sola, y dejole la de este Sacra-mento, donde se queda El mismo, que era la mejorcompanıa que le podıa dejar. Querıa tambien entoncesir a padecer muerte por la Esposa, y redimirla, y en-riquecerla con el precio de Su Sangre; y porque ellapudiese, cuando quisiese, gozar de este tesoro, dejolelas llaves de El en este Sacramento: porque, como diceSan Juan Crisostomo, todas las veces que nos llegamosa El, debemos pensar que llegamos a poner la boca enel Costado de Cristo, y bebemos de aquella preciosaSangre, y nos hacemos participantes de El. Deseabatambien este celestial Esposo ser amado de su Esposacon grande amor, y para esto ordeno este misteriosobocado, con tales palabras consagrado, que quien dig-namente lo recibiere, luego es tocado y herido de esteamor.Querıa tambien asegurarla y darle prendas de la

herencia de la gloria para que con la esperanza de estebien pasase alegremente por los otros trabajos y as-

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perezas de la vida. Pues para que la Esposa tuviesecierta y segura la esperanza de este bien, dejole aca enprendas de este inefable tesoro, que vale tanto comotodo lo que alla se espera, para que no desconfiase quese le dara Dios la gloria donde vivira, pues no se lenego en este valle de lagrimas donde vivio en carne.Querıa tambien a la hora de su muerte hacer tes-

tamento, y dejar a la Esposa alguna manda senaladapara su remedio, y dejole esta que era la mas preciosay provechosa que le pudiera dejar, pues en ella se de-ja a Dios. Querıa finalmente dejar a nuestras animassuficiente provision y mantenimiento con que viviesen;porque no tiene menor necesidad el anima de su propiomantenimiento para vivir vida espiritual, que el cuer-po del suyo para la vida corporal. Pues para esto or-deno este tan sabio Medico, el cual tambien tenıa toma-dos los pulsos de nuestra flaqueza, este Sacramento, ypor eso lo ordeno en especie de mantenimiento, paraque la misma especie en que lo instituyo nos declaraseel efecto que obraba y la necesidad que nuestras animasde el tenıan, no menor que la que los cuerpos tienen desu propio manjar.

El martes.

Este dıa pensaras en la oracion del huerto, y en laprision del Salvador, y en la entrada y afrentas en lacasa de Anas.Considera, pues, primeramente, como acabada aque-

lla misteriosa cena, se fue el Senor con sus discıpulosal Monte de los Olivos a hacer oracion, antes que en-trase en la batalla de su Pasion; para ensenarnos comoen todos los trabajos y tentaciones de esta vida hemossiempre de recurrir a la oracion, como a una sagradaancora, por cuya virtud o nos sera quitada la carga dela tribulacion o se nos daran fuerzas para llevarla, quees otra gracia mayor. Para companıa de este caminotomo consigo aquellos tres mas amados discıpulos, SanPedro, Santiago y San Juan, los cuales habıan sidotestigos de su gloriosa Transfiguracion, para que ellosmismos viesen cuan diferente figura tomaba ahora poramor de los hombres, el que tan glorioso se les habıamostrado en aquella vision. Y porque entendiesen queno eran menores los trabajos interiores de Su Animaque los que por fuera comenzaba a descubrir, dıjolesaquellas tan dolorosas palabras: Triste esta mi Ani-ma hasta la muerte: esperadme aquı, y velad conmi-go. Acabadas estas palabras, apartose el Senor de losdiscıpulos, cuanto un tiro de piedra, y postrado en tie-rra con grandısima reverencia comenzo su oracion, di-ciendo: Padre, si es posible, traspasa de mı este caliz:mas no se haga como Yo lo quiero, sino como Tu. Yhecha esta oracion tres veces, a la tercera fue puestoen tan grande agonıa que comenzo a sudar gotas de

sangre, que iban por todo su sagrado cuerpo hilo a hi-lo hasta caer en tierra. Considera, pues, al Senor eneste paso tan doloroso, y mira, como representandose-le allı todos los tormentos que habıa de padecer yaprendiendo perfectısimamente tan crueles dolores, co-mo se aparejaban para el mas delicado de los cuerpos,y poniendosele delante todos los pecados del mundo,por los cuales padecıa, y el desagradecimiento de tantasanimas, que no habıan de reconocer este beneficio, niaprovecharse de tan grande y costoso remedio, fue Suanima en tanta manera angustiada, y sus sentidos, quetodas las fuerzas y elementos de su cuerpo se destem-plaron, y la carne bendita se abrio por todas partes,y dio lugar a la sangre, que manase por toda ella entanta abundancia que corriese hasta la tierra.

Y si la carne, que solo estremecida 1 padecıa esosdolores, tal estaba, ¿que tal estarıa el anima, quederechamente los padecıa? Mira despues como acabadala oracion, llego aquel falso amigo con aquella infernalcompanıa, renunciando ya el oficio del Apostolado, yhecho adalid y capitan del ejercito de Satanas. Miracuan sin verguenza se adelanto primero que todos, yllegando al buen Maestro lo vendio con beso de falsapaz. En aquella hora dijo el Senor a los que le venıan aprender: ası como a ladron salisteis a mı con espadas ylanzas, y habiendo Yo estado con vosotros cada dıa enel Templo, no extendisteis las manos en mı: mas estaes vuestra hora, y el poder de las tinieblas. Este es unmisterio de grande admiracion. ¿Que cosa de mayorespanto, que ver al Hijo de Dios tomar imagen, no so-lamente de pecador sino tambien de condenado? Estaes, dice El, vuestra hora, y el poder de las tinieblas.De las cuales palabras se saca que por aquella hora fueentregado aquel inocentısimo Cordero en poder de losprıncipes de las tinieblas, que son los demonios, paraque por medio de sus ministros ejecutasen en El todoslos tormentos y crueldades que quisiesen. Piensa, pues,ahora tu, hasta donde se abajo aquella Alteza Divinapor tı; pues llego al postrero de todos los males, que esa ser entregado en poder de los demonios; y porque lapena, que tus pecados merecıan, era esta, El se quisoponer a esta pena, porque tu quedases libre de ella.

Dichas estas palabras, arremetio luego toda aque-lla manada de lobos hambrientos con aquel mansoCordero, y unos le arrebataban por una parte, otrospor otra, cada uno como podıa. ¡Oh cuan inhumana-mente le tratarıan! ¡Cuantas descortesıas le dirıan!¡Cuantos golpes y estirones le darıan! ¡Que de gri-tos y voces alzarıan, como suelen hacer los vence-dores cuando se ven ya con la presa! Toman aquellassantas manos, que poco antes habıan obrado tantas

1recudida en el original, pero hemos preferido sustituir este

vocablo de poco uso en la actualidad por otro de parecido sig-

nificado.

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maravillas, y atanlas muy fuertemente con unos lazoscorredizos, hasta desollarle los cueros de los brazos yhasta hacerle reventar la sangre, y ası lo llevan atadopor las calles publicas con grande ignominia. Mıralomuy bien, cual va por este camino, desamparado de susdiscıpulos, acompanado de sus enemigos, el paso corri-do, el huelgo apresurado, el color mudado y el rostroya encendido y sonroseado con la prisa del caminar;y contempla en tan mal tratamiento de Su Persona,tanta mesura en su rostro, tanta gravedad en sus ojos,y aquel semblante Divino, que en medio de todas lasdescortesıas del mundo nunca pudo ser oscurecido.Luego puedes ir con el Senor a la casa de Anas, y

mira, como allı respondiendo el Senor cortesmente a lapregunta que el Pontıfice le hizo sobre sus discıpulosy doctrina, uno de aquellos malvados, que presentesestaban, dio una gran bofetada en su rostro, diciendo:¿Ası has de responder al Pontıfice? Al cual el Salvadorbenignamente respondio: Si mal hable, muestrame enque; y si bien, ¿por que me hieres? Mira, pues, aquı,oh anima mıa, no solamente la mansedumbre de estarespuesta, sino tambien aquel Divino Rostro senaladoy colorado con la fuerza del golpe, y aquella mesura deojos tan serenos y tan sin turbacion en aquella afrenta,y aquella Anima Santısima en lo interior tan humilde ytan aparejada para volver la otra mejilla, si el verdugolo demandara.

El miercoles.

Este dıa pensaras en la presentacion del Senor anteel Pontıfice Caifas, y en los trabajos de aquella noche,y en la negacion de San Pedro, y azotes a la columna.Primeramente considera como de la primera casa de

Anas llevan al Senor a la del Pontıfice Caifas, dondesera razon que lo vayas acompanando, y ahı veras eclip-sado el sol de la Justicia, y escupido aquel DivinoRostro, en que desean mirar los Angeles: porque co-mo el Salvador, siendo conjurado por el nombre delPadre, que dijese quien era, respondiese a esta pre-gunta lo que convenıa, aquellos, que tan indignos erande tal alta respuesta, cegandose con el resplandor detan grande luz, volvieronse contra el como perros ra-biosos, y allı descargaron sobre el todas sus iras y ra-bias: allı todos a porfıa le dan bofetones y pescozones;allı le escupen con sus infernales bocas en aquel Divi-no Rostro; allı le cubren los ojos con un pano, dandolebofetadas en la cara, juegan con El, diciendo: Adivi-na, ¿quien te dıo? ¡Oh maravillosa humildad y pacien-cia del Hijo de Dios! ¡Oh hermosura de los Angeles!¿Rostro era ese para escupir en el? Al rincon masdespreciado suelen volver los hombres la cara, cuandoquieren escupir; ¿y en todo ese palacio no se hallo otrolugar mas despreciado que Tu Rostro para escupir en

el? ¿Como no te humillas con este ejemplo, tierra, yceniza?

Despues de esto, considera los trabajos que el Sal-vador paso toda aquella noche dolorosa; porque los sol-dados que lo guardaban escarnecıan de El, como diceSan Lucas, y tomaban por medio para vencer al suenode la noche estar burlando y jugando con el Senorde la Majestad. Mira, pues, oh anima mıa, como tuDulcısimo Esposo esta puesto, como blanco a las sae-tas de tantos golpes y bofetadas como allı le daban. ¡Ohnoche desasosegada en la cual, oh mi buen Jesus, nodormıas, ni dormıan los que tenıan por descanso ator-mentarte! La noche fue ordenada para que en ella todaslas criaturas tomasen reposo y los sentidos y miem-bros cansados de los trabajos del dıa descansasen, yesta toman ahora los malos para atormentar todos tusmiembros y sentidos, hiriendo tu cuerpo, afligiendo tuanima, atando tus manos, abofeteando tu cara, escu-piendo tu Rostro, atormentando tus oıdos; porque enel tiempo en que todos los miembros suelen descansar,todos ellos en tı penasen y trabajasen. ¡Que Maitinesestos tan diferentes de los que en aquella hora te can-tarıan los Coros de los Angeles en el Cielo! Alla di-cen: Santo, Santo; aca dicen: Muera, muera, crucifıca-lo, crucifıcalo. ¡Oh Angeles del Paraıso, que las unas ylas otras voces oıades, ¿que sentıades, viendo tan maltratado en la tierra aquel a quien vosotros con tantareverencia tratais en el Cielo? ¿Que sentıades, viendoque Dios tales cosas padecıa por los mismos que talescosas hacıan? ¿Quien jamas oyo tal manera de cari-dad, que padezca uno muerte por librar de la muerteal mismo que se la da?

Crecieron sobre esto los trabajos de aquella nochedolorosa con la negacion de San Pedro, aquel tan fa-miliar amigo, aquel escogido para ver la Gloria de laTransfiguracion, aquel entre todos honrado con el prin-cipado de la Iglesia, ese primero que todos, no una,sino tres veces en presencia del mismo Senor, jura yperjura que no lo conoce, ni sabe quien es. ¡Oh Pedro!¿Tan mal hombre es ese que ahı esta, que por tan granverguenza tienes aun haberlo conocido? Mira que esoes condenarle tu primero que los Pontıfices; pues das aentender que el sea persona tal que tu mismo te deshon-ras de conocerlo. ¿Pues que mayor injuria puede serque esa? Volviose entonces el Salvador y miro a Pedro:vansele los ojos tras aquella oveja que se le habıa perdi-do. ¡Oh vista de maravillosa virtud! ¡Oh vista callada,mas grandemente significativa! Bien entendio Pedro ellenguaje y las voces de aquella vista, pues las del gallono bastaron para despertarlo, y estas sı. Mas no sola-mente hablan, sino tambien obran los ojos de Cristo,y las lagrimas de Pedro lo declaran, las cuales no ma-naron tanto de los ojos de Pedro, cuanto de los ojos deCristo.

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Despues de todas estas injurias, considera los azotesque el Salvador padecio a la columna; porque el juez,visto que no podıa aplacar la furia de aquellas infer-nales fieras, determino hacer en El un tan famoso cas-tigo, que bastase para satisfacer a la rabia de aquellostan crueles corazones, para que contentos con esto, de-jasen de pedirle la muerte. Entra, pues, ahora, animamia, con el espıritu en el pretorio de Pilato, y llevacontigo las lagrimas aparejadas, que seran bien me-nester para lo que allı veras y oiras. Mira como aque-llos crueles y viles carniceros desnudan al Salvador desus vestiduras con tanta inhumanidad y como El sedeja desnudar de ellos con tanta humildad, sin abrirla boca, ni responder palabra a tantas descortesıas co-mo allı le harıan. Mira como luego atan aquel San-to Cuerpo a una columna, para que ası lo pudiesenherir a su placer, donde y como ellos mas quisiesen.Mira, cuan solo estaba el Senor de los Angeles entretan crueles verdugos, sin tener de su parte ni padrinosni valedores que hiciesen por El, ni aun siquiera ojosque se compadeciesen de El. Mira como luego comien-zan con grandısima crueldad a descargar sus latigos ydisciplinas sobre aquellas delicadısimas carnes, y comose anaden azotes sobre azotes, llagas sobre llagas yheridas sobre heridas. Allı verıas luego cenirse aquelSantısimo Cuerpo de cardenales, rasgarse los cueros,reventar la sangre y correr a hilos por todas partes.Mas sobre todo esto, ¡que serıa ver aquella tan grandellaga que en medio de las espaldas estarıa abierta, endonde principalmente caıan los golpes!Considera luego, acabados los azotes, como el Senor

se cubrirıa y como andarıa por todo aquel pretoriobuscando sus vestiduras en presencia de aquellos crue-les carniceros, sin que nadie le sirviese, ni ayudase, niproveyese de ningun lavatorio, ni refrigerio de los quese suelen dar a los que ası quedan llagados. Todas estasson cosas dignas de grande sentimiento, agradecimien-to y consideracion.

El jueves.

Este dıa se ha de pensar en la coronacion de espinasy el ”ecce homo”, y como el Salvador llevo la Cruz acuestas. A la consideracion de estos pasos tan dolorososnos convida la Esposa en el Libro de los Cantares porestas palabras: Salid hijas de Sion, y mirad al ReySalomon con la corona, que lo corono su madre enel dıa de su desposorio, y en el dıa de la alegrıa desu coronacion. ¡Oh alma mıa, que haces! ¡Oh corazonmıo, que piensas! ¡Lengua mıa, como has enmudecido!¡Oh muy dulcısimo Salvador mıo, cuando yo abro losojos, y miro este retablo tan doloroso, que aquı se mepone delante, el corazon se me parte de dolor! ¿Puescomo, Senor? ¿No bastaban ya los azotes pasados, y la

muerte venidera, y tanta sangre derramada, sino quepor fuerza habıan de sacar las espinas la sangre de lacabeza, a quien los azotes perdonaron? Pues para quesientas algo, anima mıa, de este paso tan doloroso, ponprimero ante tus ojos la imagen antigua de este Senor,y la gran excelencia de sus virtudes, y luego vuelve amirar de la manera que aquı esta. Mira la grandeza desu hermosura, la mesura de sus ojos, la dulzura de suspalabras, su autoridad, su mansedumbre, su serenidad,y aquel aspecto suyo de tanta veneracion.

Y despues que ası le hubieres mirado y deleitadotede ver una tan acabada figura, vuelve los ojos a mirar-lo tal cual aquı lo ves, cubierto con aquella purpura deescarnio, la cana por cetro real en la mano, y aquellahorrible diadema en la cabeza, aquellos ojos mortales,aquel rostro difunto y aquella figura toda borrada conla sangre, y afeada con las salivas, que por todo el ros-tro estaban tendidas. Mıralo todo de dentro y fuera,el corazon atravesado con dolores, el cuerpo lleno dellagas, desamparado de sus discıpulos, perseguido delos judıos, escarnecido de los soldados, despreciado delos pontıfices, desechado del rey inicuo, acusado injus-tamente, y desamparado de todo favor humano. Y nopienses esto como cosa ya pasada, sino como presente:no como dolor ajeno, sino como tuyo propio. A tı mis-mo pon en el lugar del que padece, y mira lo que sen-tirıas si en una parte tan sensible como es la cabezate hincasen muchas y muy agudas espinas, que pene-trasen hasta los huesos. Y ¿que digo espinas? Una solapunzada de un alfiler que fuese apenas la podrıas sufrir.¿Pues que sentirıa aquella delicadısima cabeza con estelinaje de tormentos?

Acabada la coronacion y escarnios del Salvador,tomolo el juez por la mano, ası como estaba tan mal-tratado, y sacandolo a vista del pueblo furioso dıjoles:Ecce homo. Como si dijese: si por envidia le procura-bais la muerte, veislo aquı tal, que no esta para tenerleenvidia, sino lastima. Temıades, no se hiciese rey, veis-lo aquı tan desfigurado que apenas parece hombre. Deestas manos atadas ¿que os temeis? A este hombre azo-tado ¿que mas le demandais?

Por aquı puedes entender, anima mıa, que tal saldrıaentonces el Salvador; pues el juez creyo que bastaba lafigura que allı traıa para quebrantar el corazon de talesenemigos. En lo cual puedes bien entender, cuan casosea no tener un cristiano compasion de los dolores deCristo; pues ellos eran tales que bastaban, segun el juezcreyo, para ablandar unos tan fieros corazones.

Pues como Pilato viese que no bastaban las justiciasque se habıan hecho en aquel santısimo Cordero, paraamansar el furor de sus enemigos, entro en el preto-rio y asentose en el tribunal para dar final sentenciaen aquella causa, y estaba ya a las puertas apareja-da la Cruz, y asomaba por lo alto aquella temerosa

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bandera, amenazando a la cabeza del Salvador. Da-da, pues, ya, y promulgada la sentencia cruel, anadenlos enemigos una crueldad a otra, que fue cargar sobreaquellas espaldas tan molidas y despedazadas con losazotes pasados el madero de la Cruz. No rehuso contodo esto el piadoso Senor esta carga, en la cual ibantodos nuestros pecados, sino antes la abrazo con sumacaridad y obediencia, por nuestro amor.

Camina, pues, el inocente Isaac al lugar del sacri-ficio con aquella carga tan pesada sobre sus hombrostan flacos, siguiendolo mucha gente, y muchas piadosasmujeres, que con sus lagrimas le acompanaban. Quienno habıa de derramar lagrimas, viendo al Rey de losAngeles caminar paso a paso con aquella carga tan pe-sada, temblando las rodillas, inclinado el cuerpo, losojos mesurados, el rostro sangriento, con aquella guir-nalda en la cabeza y con aquellos vergonzosos clamoresy pregones que daban contra El.

Entre tanto, anima mıa, aparta un poco los ojos deeste cruel espectaculo, y con pasos apresurados , conaquejados gemidos, con ojos llorosos, camina para elpalacio de la Virgen, y cuando a esta llegares, derriba-do ante sus pies, comienza a decirle con dolorosa voz:¡Oh Senora de los Angeles, Reina del Cielo, Puerta delParaıso, Abogada del Mundo, refugio de los pecadores,salud de los justos, alegrıa de los Santos, Maestra delas virtudes, espejo de limpieza, tıtulo de castidad, ysuma de toda perfeccion! ¡Ay de mı, Senora mıa! ¿Paraque se ha guardado mi vista para esta hora? ¿Comopuedo yo vivir, habiendo visto con mis ojos lo que vi?¿Para que son mas palabras? Dejo a tu Unigenito Hijoy mi Senor, en manos de mis enemigos, con una Cruzde cuestas, para ser en ella ajusticiado.

¿Que sentido puede aquı alcanzar, hasta dondellego este dolor de la Virgen? Desfallecio aquı Su ani-ma, y cubriose la cara, y todos sus virginales miembros,de un sudor de muerte, que bastara para acabarle la vi-da, si la dispensacion divina no la guardara para mayortrabajo y tambien para mayor corona.

Camina, pues, la Virgen en busca del Hijo, dandole eldeseo de ver las fuerzas que el dolor quitaba. Oye desdelejos el ruido de las armas, el tropel de las gentes, y elclamor de los pregones con que lo iban pregonando. Veluego resplandecer los hierros de las lanzas y alabardasque asomaban por lo alto; halla en el camino las gotasy el rastro de la sangre, que bastaban ya para mostrarlelos pasos del Hijo, y guiarla sin otra guıa. Acercase mas,y mas, a su amado Hijo, y tiende sus ojos oscurecidoscon el dolor y sombra de la muerte para ver, si pudie-se, al que tanto amaba Su anima. ¡Oh amor y temordel corazon de Marıa! Por una parte deseaba verlo, ypor otra rehusaba ver tan lastimera figura. Finalmentellegada ya donde lo pudiese ver, mıranse aquellas doslumbreras del Cielo una a otra, y atraviesanse los cora-

zones con los ojos, y hieren con su vista sus animaslastimadas. Las lenguas estaban enmudecidas, mas elcorazon de la Madre hablaba; el del Hijo dulcısimo ledecıa: ¿Para que viniste aquı Paloma mıa, querida mıa,y Madre mıa? Tu dolor acrecienta el mıo, y tus tormen-tos me atormentan a mı. Vuelvete, Madre mıa, vuelvetea tu posada, que no pertenece a tu verguenza y purezavirginal companıa de homicidas y de ladrones.Estas y otras mas lastimeras palabras se hablarıan

en aquellos piadosos corazones, y de esta manera seanduvo aquel trabajoso camino hasta el lugar de laCruz.

El viernes.

Este dıa se ha de contemplar el misterio de la Cruz,y las siete palabras que el Senor hablo.Despierta, pues, ahora anima mıa, y comienza a pen-

sar el misterio de la Santa Cruz, por cuyo fruto sereparo el dano de aquel venenoso fruto del arbol veda-do. Mira primeramente como llegado ya el Salvador aeste lugar, aquellos perversos enemigos, porque fuesemas vergonzosa su muerte, lo desnudan de todas susvestiduras, hasta la tunica interior, que era toda tejidade alto a bajo, sin costura alguna. Mira, pues, aquı,con cuanta mansedumbre se deja desollar aquel ino-centısimo Cordero, sin abrir su boca, ni hablar pala-bra, contra los que ası lo trataban; antes de muy bue-na voluntad consentıa ser despojado de sus vestiduras,y quedar a la verguenza desnudo, porque con ellasse cubriese mejor, que con las hojas de higuera, ladesnudez en que por el pecado caımos.Dicen algunos Doctores, que para desnudar al Senor

esta tunica, le quitaron con grande crueldad la coro-na de espinas, que tenıa en la cabeza, y despues deya desnudo se la volvieron a poner, y a hincarle otravez las espinas por el craneo 2 , que serıa cosa degrandısimo dolor. Y es de creer cierto que usaron deesta crueldad los que de otras muchas y muy extranasusaron con El en todo el proceso de su Pasion, mayor-mente diciendo el Evangelista que hicieron en El todolo que quisieron. Y como la tunica estaba pegada alas llagas de los azotes, y la sangre estaba ya helada yabrazada con la misma vestidura, al tiempo que se ladesnudaron, como eran tan ajenos de piedad aquellosmalvados, despegaronsela de golpe, y con tanta fuerzaque le desollaron y renovaron todas las llagas de losazotes, de tal manera que el Santo Cuerpo quedo co-mo descortezado y hecho todo una grande llaga, quepor todas partes manaba sangre.Considera, pues, aquı, anima mıa, la Alteza de la

Divina bondad y misericordia que en este misterio tan

2Celebro en el original.

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claramente resplandece: mira como Aquel que vistelos Cielos de nubes y los campos de flores y hermo-sura es aquı despojado de todas sus vestiduras. Consi-dera el frıo que padecerıa aquel Santo Cuerpo estandocomo estaba despedazado y desnudo, no solo de susvestiduras, sino tambien de los cueros de la piel, ycon tantas puertas de llagas abiertas por todo El. Ysi estando San Pedro vestido, y calzado la noche antespadecıa frıo, ¿cuanto mayor lo padecerıa aquel deli-cadısimo Cuerpo, estando tan llagado y desnudo?

Despues de esto considera, como el Senor fue en-clavado en la Cruz, y el dolor que padecerıa, al tiempoque aquellos clavos gruesos y esquinados entraban porlas mas sensibles y mas delicadas partes del mas deli-cado de todos los cuerpos; y mira tambien lo que laVirgen sentirıa cuando viese con sus ojos y oyese consus oıdos los crueles y duros golpes que sobre aque-llos miembros divinales tan a menudo caıan; porqueverdaderamente aquellas martilladas y clavos al Hijopasaban las manos, mas a la Madre herıan el corazon.

Mira como luego levantaron la Cruz en alto, y lafueron a hincar en un hoyo que para eso tenıan hecho,y como, segun eran crueles los ministros, al tiempo delasentar, la dejaron caer de golpe, y ası se estremecerıatodo aquel Santo Cuerpo en el aire y se rasgarıan maslos agujeros de los clavos, que serıa cosa de intolerabledolor.

Pues, oh Salvador y Redentor mıo, ¿que corazonhabra tan de piedra que no se parte de dolor, pues eneste dıa se partieron las piedras, considerando lo quepadeces en esta Cruz? Cercadote han, Senor, doloresde muerte, y embestido han sobre tı todos los vientosy olas de la Mar. Atollado has en el profundo de losabismos, y no hallas sobre que estribar. El Padre teha desamparado; ¿que esperas, Senor, de los hombres?Los enemigos te dan grita, los amigos te quiebran elcorazon, tu anima esta afligida, y no admites consuelopor mi amor. Duros fueron cierto mis pecados, y tupenitencia lo declara. Veote, Rey mıo, cosido con unmadero: no hay quien sostenga tu Cuerpo, sino tresgarfios de hierro; de ellos cuelga tu Sagrada Carne,sin tener otro refrigerio. Cuando cargas el cuerpo so-bre los pies, desgarranse las heridas de los pies con losclavos, que tienen atravesados. Cuando lo cargas sobrelas manos, desgarranse las heridas de las manos conel peso del cuerpo. Pues la Santa Cabeza atormenta-da y enflaquecida con la corona de espinas, ¿que al-mohada la sostenıa? ¡Oh cuan bien empleados fueranallı vuestros brazos, Serenısima Virgen, para este ofi-cio! Mas no serviran ahora allı los vuestros, sino losde la Cruz. Sobre ellos se reclinara la Sagrada Cabeza,cuando quisiere descansar, y el refrigerio que de ellosrecibira sera hincarse mas las espinas por el craneo.

Crecieron los dolores del Hijo con la presencia de

la Madre, con los cuales no menos estaba su corazoncrucificado de dentro que el Sagrado Cuerpo lo esta-ba de fuera. Dos Cruces hay para tı, oh buen Jesus,en este dıa: una para el Cuerpo, y otra para el Ani-ma: la una es de pasion, la otra de compasion; la unatraspasa el Cuerpo con clavos de hierro, y la otra tuAnima Santısima con clavos de dolor. ¿Quien podrıa,oh buen Jesus, declarar lo que sentıas cuando conside-rabas las angustias de aquella Anima Santısima, lacual tan de cierto sabıas estar contigo crucificada en laCruz? ¿Cuando veıas aquel piadoso corazon traspasa-do y atravesado con cuchillo de dolor, cuando tendıaslos ojos sangrientos y mirabas aquel Divino Rostro cu-bierto de amarillez de muerte, aquellas angustias de suanimo, sin muerte, ya mas que muerto, y aquellos rıosde lagrimas, que de sus purısimos ojos salıan, y oıaslos gemidos que se arrancaban de aquel sagrado pecho,exprimidos con peso de tan gran dolor?Despues de esto puedes considerar aquellas siete pa-

labras que el Senor hablo en la Cruz, de las cuales laprimera fue: Padre, perdona a estos, que no saben loque hacen; la segunda al ladron: Hoy seras conmigoen el Paraıso; la tercera a su Madre Santısima: Mujer,ahı tienes a tu hijo; la cuarta: Tengo sed; la quinta;Dios mıo, Dios mıo, ¿por que me desamparaste?; lasexta: acabado es; la septima: Padre, en tus manosencomiendo mi espıritu.Mira pues, anima mıa, con cuanta caridad en es-

tas palabras encomendo sus enemigos al Padre, concuanta misericordia recibio al ladron, que le confesa-ba, con que entranas encomendo la Piadosa Madre alamado discıpulo, con cuanta sed y ardor mostro que de-seaba la salud de los hombres, con cuan dolorosa vozderramo su oracion y pronuncio su tribulacion anteel acatamiento Divino, como llevo hasta el cabo tanperfectamente la obediencia del Padre y como final-mente le encomendo su Espıritu y se resigno todo ensus benditısimas manos. Por donde parece, como encada una de estas palabras esta encerrado un singulardocumento de virtud. En la primera se nos encomien-da la caridad para con los enemigos; en la segunda lamisericordia para con los pecadores; en la tercera lapiedad para con los padres; en la cuarta el deseo de lasalud para los proximos; en la quinta la oracion en lastribulaciones y desamparos de Dios; en la sexta la vir-tud de la obediencia y perseverancia; y en la septimala perfecta resignacion en las manos de Dios, que es lasuma de toda nuestra perfeccion.

El sabado.

Este dıa se ha de contemplar la lanzada que se dio alSalvador, y el descendimiento de la Cruz, con el llantode Nuestra Senora y oficio de sepultura.

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Considera, pues, como habiendo ya expirado el Sal-vador en la Cruz y cumplıdose el deseo de aquelloscrueles enemigos que tanto deseaban verlo muerto, aundespues de esto no se apago la llama de su furor; porquecon todo esto se quisieron mas vengar y encarnizaren aquellas Santas Reliquias, que quedaron partiendoy echando suertes sobre sus vestiduras y rasgando susagrado pecho con una cruel lanza. ¡Oh crueles minis-tros! ¡Oh corazones de hierro! ¡Y tan poco os parecelo que ha padecido el cuerpo vivo que no le quereisperdonar aun despues de muerto! ¿Que rabia de ene-mistad hay tan grande que no se aplaque cuando veal enemigo muerto delante de sı? Alzad un poco esoscrueles ojos y mirad aquella cara mortal, aquellos ojosdifuntos, aquel caimiento de rostro y aquella amarillezy sombra de muerte; que aunque seais mas duros queel hierro y que el diamante, y que vosotros mismos,viendolo os amansareis. Llega, pues, el ministro conla lanza en la mano, y atraviesala con gran fuerza porlos pechos desnudos del Salvador. Estremeciose la Cruzen el aire con la fuerza del golpe, y salio de allı agua ysangre, con que se sanan los pecados del mundo. ¡Ohrıo que sales del Paraıso, riegas con tus corrientes todala sobrehaz de la Tierra! ¡Oh llaga del costado pre-cioso hecha mas con el amor de los hombres que con elhierro de la lanza cruel! ¡Oh puerta del Cielo, ventanadel Paraıso, lugar de refugio, torre de fortaleza, san-tuario de los justos, sepultura de peregrinos, nido delas palomas sencillas, y lecho florido de la Esposa deSalomon! Dios te salve, llaga del costado precioso, quellagas los devotos corazones, que hieres las animas delos justos; rosa de inefable hermosura, rubı de precioinestimable, entrada para el corazon de Cristo, testi-monio de su amor y prenda de la vida perdurable.

Despues de esto, considera como aquel mismo dıa enla tarde llegaron aquellos dos santos varones Joseph yNicodemus, y arrimadas sus escaleras a la Cruz, des-cendieron en brazos el Cuerpo del Salvador. Como laVirgen vio que, acabada ya la tormenta de la Pasion,llegaba el Sagrado Cuerpo a tierra, aparejase ella paradarle puerto seguro en sus pechos, y recibirlo de losbrazos de la Cruz en los suyos. Pide, pues, con grandehumildad a aquella noble gente que pues no se habıadespedido de su Hijo, ni recibido de El los postrerosabrazos en la Cruz al tiempo de su partida, que ladejen ahora llegar a El, y no quieran que por todaspartes crezca su desconsuelo, si habiendoselo quitadopor un cabo los enemigos vivo, ahora los amigos se loquitan muerto.

Pues cuando la Virgen le tuvo en sus brazos,¿que lengua podrıa explicar lo que sintio? ¡Oh Angelesde la paz, llorad con esta Sagrada Virgen; llorad Cielos,llorad Estrellas del Cielo y todas las criaturas del mun-do acompanad el llanto de Marıa. Abrazase la Madre

con el Cuerpo despedazado, aprietalo fuertemente ensus pechos, para solo esto le quedaban fuerzas, mete sucara entre las espinas de la sagrada cabeza, juntanserostro con rostro, tınese la cara la Sacratısima Madrecon la Sangre del Hijo, y riegase la del Hijo con lagri-mas de la Madre. ¡Oh dulce Madre! ¿Es ese por ven-tura vuestro dulcısimo Hijo? ¿Es ese que concebisteiscon tanta gloria, y paristeis con tanta alegrıa? ¿Puesque se hicieron vuestros gozos pasados? ¿Donde sefueron vuestras alegrıas antiguas? ¿Donde esta aquelespejo de hermosura en que os miravades? Llorabantodos los que presentes estaban, lloraban aquellas san-tas mujeres, lloraban aquellos nobles varones, llorabael Cielo y la Tierra, y todas las criaturas acompanabanlas lagrimas de la Virgen. Lloraba otrosı el Santo Evan-gelista, y abrazado con el Cuerpo de su Maestro, decıa:Oh buen Maestro y Senor mıo, ¿quien me ensenara yade aquı en adelante? ¿A quien ire con mis dudas? ¿Encuyos pechos descansare? ¿Quien me dara parte de lossecretos del Cielo? ¿Que mudanza ha sido hecha tanextrana? ¿Antenoche me tuviste en tus sagrados pe-chos, dandome alegrıa de vida, y ahora te pago aqueltan grande beneficio, teniendote en los mıos muerto?¿Este es el rostro que yo vi transfigurado en el monteThabor? ¿Esta es aquella figura mas clara que el Solde mediodıa?Lloraba tambien aquella Santa pecadora, y abrazada

con los pies del Salvador decıa: ¡Oh lumbre de mis ojosy remedio de mi anima!, si me viere fatigada de lospecados, ¿quien me recibira? ¿Quien curara mis llagas?¿Quien respondera por mı? ¿Quien me defendera de losfariseos? ¡Oh cuan de otra manera tuve yo estos pies, ylos lave cuando en ellos me recibiste! ¡Oh amado de misentranas, quien me diese ahora que yo muriese contigo!¡Oh vida de mi anima!, ¿como puedo decir que te amo,pues estoy viva teniendote delante de mis ojos muerto?De esta manera lloraban y lamentaban toda aque-

lla santa companıa, regando y lavando con lagrimasel Cuerpo Sagrado. Llegada, pues, ya la hora de lasepultura, envuelven el Santo Cuerpo en una sabanalimpia, atan su rostro con un sudario y puesto encimade un lecho caminaban con El al lugar del monumentoy allı depositan aquel precioso tesoro. El sepulcro secubrio de una losa y el corazon de la Madre con unaoscura niebla de tristeza. Allı se despide otra vez de suHijo; allı comienza de nuevo a sentir su soledad; allı seve ya desposeıda de todo su bien; allı se le queda elcorazon sepultado, donde estaba su tesoro.

El domingo.

Este dıa podras pensar la descendida del Senor alLimbo, y el aparecimiento a nuestra Senora, y a la San-ta Magdalena, y a los Discıpulos; y despues el misterio

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de Su gloriosa Ascension.

Cuanto a lo primero considera que tan grandeserıa la alegrıa que aquellos Santos Padres del Limborecibirıan este dıa con la visitacion y presencia de sulibertador, y que gracias y alabanzas le darıan por estasalud tan deseada y esperada. Dicen, los que vuelvende las Indias Orientales a Espana, que tienen por bienempleado todo el trabajo de la navegacion pasada, porla alegrıa que reciben el dıa que vuelven a su tierra.Pues si esto hace la navegacion y destierro de un ano,o de dos anos, ¿que harıa el destierro de tres o cuatromil anos el dıa que recibiesen tan gran salud y viniesena tomar puerto en la tierra de los vivientes?

Considera tambien la alegrıa que la Sacratısima Vir-gen recibirıa este dıa con la vista del Hijo resucitado:pues es cierto que ası como Ella fue la que mas sin-tio los dolores de su pasion, ası fue la que mas gozo dela alegrıa de Su resurreccion. ¿Pues que sentirıa cuan-do viese ante sı su Hijo vivo y glorioso acompanado detodos aquellos Santos Padres que con El resucitaron?¿Que harıa? ¿Que dirıa? ¿Cuales serıan sus abrazos ybesos y las lagrimas de sus ojos piadosos? ¿Y los deseosde irse tras El, si le fuera concedido?

Considera la alegrıa de aquellas Santas Marıas, y es-pecialmente de aquella que perseveraba llorando jun-to al sepulcro, cuando viese al Amado de su animay se derribase a sus pies, y hallase resucitado y vi-vo al que buscaba y deseaba ver, siquiera muerto: ymira bien, que despues de la Madre, a aquella primeroaparecio, que mas amo, mas persevero, mas lloro y massolıcitamente le busco; para que ası tengas por ciertoque hallaras a Dios si con estas mismas lagrimas y dili-gencias lo buscares.

Considera de la manera que aparecio a sus discıpu-los, que iban a Emaus en habito de peregrino, y mi-ra, cuan afable se les mostro, cuan familiarmente losacompano, cuan dulcemente se les disimulo y en cabocuan amorosamente se les descubrio y los dejo con to-da la miel y suavidad en los labios. Sean, pues, talestus platicas cuales eran las de estos, y trata con do-lor y sentimiento lo que trataban estos, que eran losdolores y trabajos de Cristo, y ten por cierto que note faltara Su presencia y companıa si tuvieres siempreesta memoria.

Acerca del misterio de la Ascension, consideraprimeramente como dilato el Senor esta subida a losCielos por espacio de cuarenta dıas, en los cuales apare-cio muchas veces a sus discıpulos, y los ensenaba yplaticaba con ellos del Reino de Dios. De manera queno quiso subir a los Cielos ni apartarse de ellos hastaque los dejo tales que pudiesen con el espıritu subiral Cielo con El. Donde veras que a aquellos desam-para muchas veces la presencia corporal de Cristo, estoes, la consolacion sensible de la devocion, que pueden

ya con el espıritu volar a lo alto y estan mas segurosdel peligro. En lo cual maravillosamente resplandecela providencia de Dios y la manera que tiene de tratara los suyos en diversos tiempos: como regala los fla-cos y ejercita los fuertes; da leche a los pequenuelos ydesteta a los grandes; consuela a los unos y prueba alos otros; y ası trata a cada uno segun el grado de suaprovechamiento. Por donde, ni el regalado tiene porque presumir, pues el regalo es argumento de flaque-za, ni el desconsolado por que desmayar, pues esto esmuchas veces indicio de fortaleza.

En presencia de los discıpulos, y viendolo ellos,subio al Cielo; porque ellos habıan de ser testigos deestos misterios y ninguno es mejor testigo de las obrasde Dios que el que las sabe por experiencia. Si quieressaber de veras cuan bueno es Dios, cuan dulce y cuansuave para con los suyos, cuanta sea la virtud y efi-cacia de su gracia, de su amor, de su providencia y desus consolaciones, preguntalo a los que lo han probado:estos te daran de ello suficientısimo testimonio. Quisotambien que le viesen subir a los Cielos para que lesiguiesen con los ojos y con el espıritu, para que sin-tiesen su partida, para que les hicese soledad su ausen-cia; porque este era el mas conveniente aparejo pararecibir su gracia. Pidio Eliseo a Elıas su espıritu, y res-pondiole el buen maestro: Si vieres, cuando me apartode tı, sera lo que pediste. Pues aquellos seran herederosdel espıritu de Cristo, a quienes el amor hiciere sentirla partida de Cristo, los que sintieren su ausencia, yquedaren en este destierro suspirando siempre por supresencia. Ası lo sentıa aquel santo varon, que decıa:Fuiste consolador mio, y no te despediste de mi; yen-do por tu camino, bendijiste los tuyos, y no lo vi. LosAngeles prometieron que volverıas, y no lo oı, etc.

¿Pues cual serıa la soledad, el sentimiento, las vo-ces y las lagrimas de la sacratısima Virgen, del ama-do discıpulo y de la Santa Magdalena, y de todos losApostoles, cuando viesen ırseles y desaparecer de susojos aquel que tan robados tenıa sus corazones? Y contodo esto se dice que volvieron a Jerusalen con grandegozo, por lo mucho que le amaban, porque el mismoamor que les hacıa sentir tanto su partida, por otraparte les hacıa gozarse de Su Gloria; porque el ver-dadero amor no se busca a sı, sino al que ama.

Resta considerar con cuanta gloria, con que alegrıa,y con que voces y alabanzas serıa recibido aquel nobletriunfador en la Ciudad soberana; ¿cual serıa la fiesta yel recibimiento que le harıan, que serıa ver allı ayunta-dos en uno hombres y Angeles y todos a una caminar aaquella noble Ciudad, y poblar aquellas sillas desiertasde tantos anos, y subir sobre todos aquella sacratısimahumanidad y asentarse a la diestra del Padre? Todo esmucho de considerar, para que se vea cuan bien em-pleados son los trabajos por amor de Dios, y como el

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que se humillo y padecio mas que todas las criaturas esaquı engrandecido y levantado sobre todas ellas, paraque por aquı entiendan los amadores de la verdaderaGloria el camino que han de llevar para alcanzarla, quees descender para subir, y ponerse debajo de todos paraser levantados sobre todos.

Capıtulo V

De seis cosas que pueden entrevenir en el ejercicio de

la Oracion.

Estas son, cristiano lector, las meditaciones en que tepuedes ejercitar los dıas de la semana, para que ası note falte materia en que pensar. Mas aquı es de notarque antes de esta meditacion pueden preceder algunascosas, y seguirle despues otras que estan anejas y soncomo vecinas de ellas.

Porque primeramente, antes que entremos en la me-ditacion, es necesario aparejar el corazon para este san-to ejercicio, que es como quien templa la vihuela parataner.

Despues de la preparacion, se sigue la leccion delpaso que se ha de meditar en aquel dıa, segun el repar-timiento de los dıas de la semana, como arriba lo trata-mos. Lo cual sin duda es necesario a los principios,hasta que el hombre sepa lo que ha de meditar.

Despues de la meditacion se puede seguir un devotohacimiento de gracias, por los beneficios recibidos, yun ofrecimiento de toda nuestra vida, y de la de Cristonuestro Salvador, en recompensa de ellos.

La ultima parte es la peticion, que propiamente sellama oracion, en la cual pedimos todo aquello que con-viene, ası para nuestra salud, como para la de nuestrosprojimos, y de toda la Iglesia.

Estas seis cosas pueden entrevenir en la oracion,las cuales, entre otros provechos, tienen tambien este:que dan al hombre mas copiosa materia de meditar,poniendose delante todas estas diferencias de manjares,para que si no pudiere comer de uno, coma de otro, ypara que si en una cosa se le acabare el hilo de la medi-tacion, entre luego en otra, donde se le ofrezca otra cosaen que meditar.

Bien veo que ni todas estas partes, ni este ordenes siempre necesario; mas todavıa servira esto a losque comienzan, para que tengan algun orden e hilopor donde se puedan al principio regir. Y por esto deninguna cosa que aquı dijere, quiero que se haga leyperpetua ni regla general, porque mi intento no fuehacer ley, sino introduccion para imponer a los nuevosen este camino, en el cual, despues que hubieren en-trado, el uso y la experiencia y mucho mas el EspırituSanto, les ensenara lo demas.

Capıtulo VI

De la preparacion que se requiere para antes de la

Oracion.

Ahora sera bien que tratemos en particular de ca-da una de estas partes susodichas, y primero de lapreparacion, que es la primera de todas.

Puesto en el lugar de la oracion de rodillas, o en pie,o en cruz, o postrado, o sentado, si de otra manerano pudiese estar, hecha primero la senal de la Cruz,recogera su imaginacion, y apartarla ha de todas lascosas de esta vida; levantara su entendimiento arri-ba, considerando que lo mira Nuestro Senor. Y es-tara allı con aquella atencion y reverencia, como querealmente le tuviese presente, y con un general arrepen-timiento de sus pecados, si es la oracion de la manana,dira la confesion general, y si es la oracion de la noche,examinara su conciencia de todo lo que en aquel dıaha pensado, hablado, obrado y oıdo, y del olvido quede Nuestro Senor ha tenido, y doliendose de los de-fectos de aquel dıa y de todos los de la vida pasaday humillandose delante de la Divina Majestad, antequien esta, dira aquellas palabras del Santo Patriarca:”Hablare a mi Senor, aunque sea polvo y ceniza”, yluego dira aquellos del Salmo: ”A tı levante mis ojos,que moras en los Cielos: ası como los ojos de los sier-vos estan puestos en las manos de sus senores, y co-mo los ojos de la sierva en las manos de su senora,ası estan puestos nuestros ojos en nuestro Senor, es-perando que haya misericordia de nosotros. Ten miseri-cordia de nosotros, Senor, ten misericordia de nosotros.Gloria Patri, etc.”

”Y porque no somos, Senor, poderosos para pensarcosa buena de nuestra parte” -sino que toda nuestrasuficiencia es de Dios, ni nadie puede invocar digna-mente el Nombre de Jesus, sino con favor del EspırituSanto- ”por tanto ven, o Dulcısimo Espıritu y envıadesde el Cielo los rayos de tu luz; ven, oh Padre de lospobres; ven, oh dador de lumbres; ven, lumbre de loscorazones; ven, consolador muy bueno y dulce huespedde nuestra anima, y su dulce refrigerio. En el trabajo,su descanso, en el ardor del estıo su templanza y en laslagrimas su consuelo. O luz benditısima, hinche lo ınti-mo del corazon de tus fieles.” Oracion: Deus qui cordafidelium Sancti Spiritus, &c.

Dicho esto, suplicara luego a Nuestro Senor que lede gracia para que este allı con aquella intencion ydevocion, y con aquel recogimiento interior, y con aqueltemor y reverencia que conviene para estar ante tanSoberana Majestad, y que ası gaste aquel tiempo de laoracion, que salga de ella con nuevas fuerzas y aliento,para todas las cosas de su servicio. Porque la oracionque no pare luego este fruto, muy imperfecta es y demuy bajo valor.

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Capıtulo VII

De la leccion.

Acabada la preparacion, se sigue luego la leccion delo que se ha de meditar en la oracion, la cual no hade ser apresurada ni corrida, sino atenta y sosegada,aplicando a ella no solo el entendimiento, para enten-der lo que se lee, sino mucho mas la voluntad, paragustar lo que se entiende. Y cuando hallare algun pasodevoto, detengase mas en el, para mejor sentirlo, y nosea muy larga la leccion, porque se de mas tiempo ala meditacion, que es tanto de mayor provecho cuan-to rumia y penetra las cosas mas despacio y con masafectos. Pero cuando tuviere el corazon distraıdo, queno puede entrar en la oracion, puedese detener algomas en la leccion, o ayuntar en uno la leccion con lameditacion, leyendo un paso, y meditando sobre el, yluego otro, y otro de la misma manera. Porque yendode esta manera atado el entendimiento a las palabrasde la leccion, no tiene tanto lugar de derramarse pordiversas partes, como cuando va libre y suelto. Aunquemejor serıa pelear en desechar los pensamientos y per-severar y luchar, como otro Jacob, toda la noche en eltrabajo de la oracion. Porque al fin acabada la batalla,se alcanza la victoria, dando nuestro Senor la devocion,u otra gracia mayor, la cual nunca se niega a los quefielmente pelean.

Capıtulo VIII

De la meditacion.

Despues de la leccion, se sigue la meditacion del pasoque hemos leıdo. Y esta unas veces es de cosas que sepueden figurar con la imaginacion, como son todos lospasos de la vida y pasion de Cristo, el Juicio Final, elInfierno y el Paraıso. Otras es de cosas que pertenecenmas al entendimiento que a la imaginacion, como es laconsideracion de los beneficios de Dios, de su bondad omisericordia o cualquier otra de sus perfecciones. Estameditacion se llama intelectual, y la otra imaginaria, yde la una y de la otra solemos usar en esos ejercicios,segun que la materia de las cosas lo requiere.Y cuando es la meditacion imaginaria, hemos de figu-

rar cada cosa de estas de la manera que ella es, o dela manera que pasarıa, y hacer cuenta que en el propiolugar donde estamos pasa todo aquello en presencianuestra; porque con esta representacion de las cosassea mas viva la consideracion y sentimiento de ella; yaun imaginar que pasan estas cosas dentro de nues-tro corazon es mejor, que pues caben en el ciudades yreinos, mejor cabra la representacion de estos Miste-rios y ayudara esto mucho para traer la anima recogi-da, ocupandose dentro de sı misma, como abeja den-tro de su corcho, en labrar su panal de miel. Porque ir

con el pensamiento a Jerusalen a meditar las cosas queallı pasaron en sus propios lugares es cosa que suele en-flaquecer y hacer dano a las cabezas, y por esta mismarazon no debe el hombre hincar mucho la imaginacionen las cosas que piensa por no fatigar con esta vehe-mente aprehension la naturaleza.

Capıtulo IX

Del hacimiento de gracias.

Despues de la meditacion se sigue el hacimiento degracias, para lo cual se debe tomar ocasion de la medi-tacion pasada, haciendo gracias a nuestro Senor por elbeneficio que en aquello nos hizo. Como si la medi-tacion fue de la Pasion, debe dar gracias a nuestroSenor porque nos redimio con tantos trabajos. Y si fuede los pecados, por que lo espero tanto tiempo a peni-tencia; y si de las miserias de esta vida, por las muchasde que lo ha librado; y si del paso de la muerte, por quelo libro de los peligros de ella y espero a penitencia; ysi de la Gloria del Paraıso, porque lo crio para tantobien; y ası de los demas.

Con estos beneficos junta todos los otros de que arri-ba tratamos, que son el beneficio de la Creacion, Con-servacion, Redencion, Vocacion, etc. Y ası dara graciasa nuestro Senor porque lo hizo a su imagen y semejan-za, y le dio memoria para que se acordase de El; en-tendimiento para que le conociese; voluntad para quelo amase. Y porque le dio un Angel que lo guardasede tantos trabajos y peligros y de tantos pecados mor-tales y de la muerte, cuando estaba en ellos, que nofue menos que librarle de la muerte eterna: porque tu-vo por bien de tomar nuestra naturaleza y morir pornosotros; y porque le hizo nacer de padres cristianos yle dio el Sagrado Bautismo, y en el le dio Su gracia yprometio Su Gloria, y le recibio por hijo adoptivo; yporque le dio armas para pelear contra el Demonio yel Mundo, y la Carne en el Sacramento de la Confir-macion; y porque le dio a Sı mismo en el Sacramentodel Altar; y porque le dio el Sacramento de la Peni-tencia, para tornar a cobrar la gracia perdida por elpecado mortal; y por las muchas buenas inspiracionesque siempre le ha enviado y envıa y por la ayuda quele dio para orar y obrar y perseverar en el bien comen-zado. Y con estos beneficios junte los demas beneficiosgenerales y particulares que conoce haber recibido deDios Nuestro Senor. Y por estos, y por todos los otros,ası publicos como secretos, de todas cuantas graciaspudiere, y convide a todas las criaturas ası en el Cielocomo en la Tierra, para que le ayuden a este oficio.Y con el espıritu podra decir, si quiere, aquel Canti-co: ”Benedicite omnia opera Domini Domino; laudatey super exaltate...” o el Salmo: ”Benedic anima mea

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Domino, et omnia quae intra me sunt nomini Sanctoeius. Qui propiciatur omnibus iniquitatibus tuis, quisanat omnes infirmitates tuas. Qui redimit de interituvitam tuam, qui coronat te in misericordia et misera-tionibus...”

Capıtulo X

Del ofrecimiento.

Dadas de todo corazon las gracias al Senor, por to-dos estos beneficios, luego naturalmente prorrumpe elcorazon en aquel afecto del Profeta David, que dice:”¿Que dare yo al Senor por todas las mercedes que meha hecho?” A este deseo satisface el hombre en algunamanera, dando y ofreciendo a Dios de su parte todo loque tiene, y puede ofrecerle.Y para esto, primeramente debe ofrecer a sı mismo

por perpetuo esclavo suyo, resignandose y poniendoseen sus manos, para que haga de el todo lo que quisiereen tiempo y eternidad, y ofrecer juntamente todas suspalabras, obras, pensamientos y trabajos, que es todolo que hiciere y padeciere, para que todo sea a gloria yhonra de su Santo Nombre.Lo segundo, ofrezca al Padre los meritos y servicios

de su Hijo, y todos los trabajos que en este mundo porSu obediencia padecio, desde el pesebre hasta la Cruz,pues todos ellos son hacienda nuestra y herencia queEl nos dejo en el Nuevo Testamento, por el cual noshizo herederos de todo este gran tesoro. Y ası comono es menos mıo lo dado de gracia que lo adquiridopor mi lanza, ası no son menos mıos los meritos y elderecho que El me dio que si yo los hubiera sudado ytrabajado por mı. Y por esto no menos puede ofrecerel hombre esta segunda ofrenda que la primera, recon-tando por su orden todos estos servicios y trabajos ytodas las virtudes de su Vida Santısima, su obediencia,su paciencia, su humildad, su fidelidad, su caridad, sumisericordia, con todas las demas: porque esta es lamas rica y mas preciosa ofrenda que le podemos ofre-cer.

Capıtulo XI

De la peticion.

Ofrecida tan rica ofrenda, seguramente podemospedir luego mercedes por ella. Y primeramente pi-damos con grandısimo afecto de caridad y con celo dela honra de nuestro Senor que todas las gentes y na-ciones del mundo lo conozcan, alaben y adoren como asu unico y verdadero Dios y Senor, diciendo de lo ınti-mo de nuestro corazon aquellas palabras del Profeta:”Confiesente los pueblos, Senor, confiesente los pue-

blos.” Roguemos tambien por las cabezas de la Iglesia,como son Papas, Cardenales, Obispos, con todos losotros ministros y prelados inferiores para que el Senorlos rija y alumbre de tal manera que lleven todos loshombres al conocimiento y obediencia de su Criador. Yası mismo debemos rogar, como lo aconseja San Pablo,por los Reyes y por todos los que estan constituidos endignidad, para que mediante su prudencia vivamos vi-da quieta y reposada, porque esto es acepto delantede Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos loshombres se salven y vengan al conocimiento de la ver-dad. Roguemos tambien por todos los miembros de suCuerpo Mıstico, por los justos, que el Senor los con-serve, y por los pecadores, que los convierta, y por losdifuntos, que los saque misericordiosamente de tantotrabajo y los lleve al descanso de la vida perdurable.

Roguemos tambien por todos los pobres y enfermos,encarcelados y cautivos, que Dios, por los meritos desu Hijo, los ayude y libre de mal.

Y despues de haber pedido para nuestros proximos,pidamos luego para nosotros. Y que sea lo que le hemosde pedir, su misma necesidad lo ensenara a cada uno,si bien se conociere. Mas para mayor facilidad de estadoctrina, podemos pedir las mercedes siguientes.

Primeramente pidamos por los meritos y trabajosde este Senor, perdon de todos nuestros pecados y en-mienda de ellos, y especialmente pidamos favor contratodas aquellas pasiones y vicios a que somos mas incli-nados y mas tentados, descubriendo todas estas llagasa aquel medico celestial, para que El las sane y las curecon la uncion de su gracia.

Lo segundo, pidamos aquellas altısimas y nobilısimasvirtudes en que consiste la suma de toda la perfeccioncristiana, que son Fe, Esperanza, Caridad, amor,temor, humildad, paciencia, obediencia, fortaleza paratodo trabajo, pobreza de espıritu, menosprecio delmundo, discrecion, pureza de intencion, con otras se-mejantes virtudes que estan en la cumbre de este es-piritual edificio. Por que la Fe es la primera raız detoda la cristiandad; la Esperanza es el baculo y reme-dio contra las tentaciones de esta vida; la Caridad esfin de toda la perfeccion cristiana; el temor de Dioses el principio de la verdadera sabidurıa, la humildades el fundamento de todas las virtudes, la paciencia esla armadura contra todos los golpes y encuentros delenemigo; la obediencia es una muy agradable ofrenda,donde el hombre ofrece a sı mismo a Dios en sacrificio;la discrecion es los ojos con que el alma ve y anda to-dos los caminos; y la fortaleza los brazos con que hacetodas sus obras; y la pureza de intencion la que refierey endereza todas nuestras obras a Dios.

Lo tercero pidamos luego las otras virtudes, quedemas de ser ellas de suyo muy principales, sirven parala guarda de estas mayores; como son la templanza en

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comer y beber; la moderacion de la lengua; la guar-da de los sentidos; la mesura y composicion del hom-bre exterior; la suavidad y buen ejemplo para con losproximos; el rigor y aspereza para consigo, con otrassemejantes. Despues de esto acabe con la peticion delamor de Dios, y en esta se detenga, y ocupe la mayorparte del tiempo pidiendo al Senor esta virtud, con en-tranables afectos y deseos, pues en ella consiste todonuestro bien, y podra decir ası:

Peticion espiritual del amor de Dios.

Sobre todas estas virtudes, dame, Senor, gracia paraque te ame yo con todo mi corazon, con toda mi anima,con todas mis fuerzas, y con todas mis entranas, ası co-mo Tu lo mandas. ¡Oh toda mi esperanza, toda migloria, todo mi refugio y alegrıa! ¡Oh el mas amado delos amados! ¡Oh Esposo florido, Esposo suave, Esposomelifluo! ¡Oh dulzura de mi corazon! ¡Oh vida de mianima, y descanso alegre de mi espıritu! ¡Oh hermoso yclaro dıa de la eternidad y serena luz de mis entranas,y paraıso florido de mi corazon! ¡Oh amable principiomıo y suma suficiencia mıa! Apareja Dios mıo, apare-ja Senor una agradable morada para tı en mı, paraque segun la promesa de tu santa palabra vengas amı, y reposes en mı. Mortifia en mı todo lo que de-sagrada a tus ojos, y hazme hombre segun tu corazon.Hiere, Senor, lo mas ıntimo de mi anima con las saetasde tu amor, y embriagala con el vino de tu perfectacaridad. ¿Cuando sera esto? ¿Cuando te agradare entodas las cosas? ¿Cuando estara muerto todo lo quehay contrario a tı en mı? ¿Cuando sere del todo tuyo?¿Cuando dejare de ser mıo? ¿Cuando ninguna cosafuera de tı vivira en mı? ¿Cuando ardentısimamentete amare? ¿Cuando me abrasara toda la llama de tuamor? ¿Cuando estare todo derretido, traspasado contu eficacısima suavidad? ¿Cuando abriras a este po-bre mendigo y le descubriras el hermosısimo reino tuyoque esta dentro de mı, el cual eres Tu con todas tusriquezas? ¿Cuando me arrebataras y anegaras, trans-portaras y esconderas en tı, donde nunca mas parezca?¿Cuando quitados todos los impedimentos y estorbosme haras un espıritu contigo para que nunca ya mepueda mas apartar de tı?¡Oh amado, amado, amado de mi anima! ¡Oh dulzu-

ra, dulzura de mi corazon, oyeme Senor, no por mismerecimientos, sino por tu infinita bondad! Ensename,alumbrame, enderezame y ayudame en todas las cosas,para que ninguna cosa se haga ni diga, sino lo quefuere a tus ojos agradable. ¡Oh Dios amado mıo, en-tranas mıas, bien de mi anima! ¡Oh amor mıo, dulzuray deleite mıo grande! ¡Oh fortaleza mıa, valedme, luzmıa, guiadme!¡Oh Dios de mis entranas! ¿Por que no te das al

pobre? Hinches los cielos y la tierra y mi corazon de

su vacıo. Pues si vistes los lirios del campo y guisasa comer a las avecillas, y mantienes los gusanos, ¿porque te olvidas de mı, pues a todos olvido por tı? Tardete conocı, bondad infinita, tarde te ame, hermosura tanantigua y tan nueva. Triste del tiempo que no te ame,triste de mı, pues no te conocıa. Ciego de mı, que note veıa. Estabas dentro de mı, y yo andaba a buscartepor defuera. Pues aunque te halle tarde, no permitas,Senor, por tu divina clemencia, que jamas te deje.

Y porque una de las cosas que mas te agradan y mashiere tu corazon es tener ojos para saberte mirar, dameSenor esos ojos con que te mire: conviene saber, ojosde paloma sencillos, ojos castos y vergonzosos, ojos hu-mildes y amorosos, ojos devotos y llorosos, ojos aten-tos y discretos, para entender tu voluntad y cumplirla,para que mirandote yo con estos ojos sea de tı miradocon aquellos ojos con que miraste a San Pedro, cuan-do le hiciste llorar su pecado. Con aquellos ojos conque miraste al hijo prodigo, cuando le saliste a recibir,y le diste beso de paz. Con aquellos ojos con que mi-raste al publicano, cuando el no osaba alzar los ojosal Cielo. Con aquellos ojos con que miraste a la Mag-dalena, cuando ella lavaba tus pies con lagrimas de lossuyos. Finalmente, con aquellos ojos con que miraste ala Esposa en los Cantares, cuando le dijiste: Hermosaeres, amiga mıa, hermosa eres: tus ojos son de paloma.Para que agradandote de los ojos y hermosura de mianima, le des aquellos arreos de virtudes y gracias conque siempre te parezca hermosa.

¡Oh altısima, clementısima, benignısima Trinidad,Padre, Hijo y Espıritu Santo, un solo Dios verdadero,ensename, enderezame y ayudame, Senor, en todo! ¡OhPadre todopoderoso, por la grandeza de tu infinitopoder asienta y confirma mi memoria en tı, e hinche desantos pensamientos! ¡Oh Hijo santısimo, por la eter-na sabidurıa tuya, clarifica mi entendimiento, adornalocon el conocimiento de la verdad y de mi extremadavileza! ¡Oh Espıritu Santo, amor del Padre y del Hijo,por tan incomprensible bondad, traspasa en mı toda tuvoluntad y enciendela con un tan grande fuego de amorque ningunas aguas lo puedan apagar! ¡Oh TrinidadSagrada, unico Dios mio y todo mi bien, oh si pudieseyo alabarte y amarte como te alaban y aman todos losAngeles! ¡Oh si tuviese yo el amor de todas las criatu-ras, cuan de buena gana te lo darıa y traspasarıa entı, aunque ni este bastarıa para amarte como tu mere-ces! Tu solo te puedes dignamente amar y dignamentealabar, porque Tu solo comprehendes tu incomprensi-ble bondad y ası Tu solo la puedes amar cuanto ellamerece, de manera que en solo ese divinısimo pechoguarde justicia de amor.

¡Oh Marıa, Marıa, Virgen Santısima, Madre deDios, Reina del Cielo, Senora del mundo, Sagrariodel Espıritu Santo, Lirio de pureza, Rosa de pacien-

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cia, Paraıso de todos deleites, espejo de perfectısimacastidad. Dechado de inocencia, ruega por este pobredesterrado y peregrino y parte con el de las sobras detu abundantısima caridad! ¡Oh vosotros bienaventura-dos Santos, y vosotros bienaventurados espıritus, queası ardeis en el amor de vuestro Criador, y senalada-mente vosotros los Serafines, que abrasais los cielos yla tierra con vuestro amor, no desampareis este pobrey miserable corazon, sino limpiadlo como los labios deIsaıas de todos sus pecados y abrasadlos como la llamade este vuestro ardentısimo amor, para que solo a esteSenor ame, a el solo busque, en el solo repose y moreen los siglos de los siglos, Amen.

Capıtulo XII

De algunos avisos que se deben tener en este santo

ejercicio.

Todo lo que hasta aquı se ha dicho sirve para darmateria de consideracion, que es una de las princi-pales partes de este negocio, porque la menor partede la gente tiene suficiente materia de consideracion,y ası por falta de ella faltan muchos en este ejercicio.Ahora diremos sumariamente la manera y forma queen esto se podra tener. Y aunque de esta materia elprincipal Maestro sea el Espıritu Santo, pero todavıala experiencia nos ha mostrado ser necesarios algunosavisos en esta parte, porque el camino para ir a Dioses arduo y tiene necesidad de guıa, sin la cual muchosandan mucho tiempo perdidos y descaminados.

Primer Aviso.

Sea pues el primer aviso este: que cuando nospusieremos a considerar alguna cosa de las susodichasen sus tiempos y ejercicios determinados, no debemosestar tan atados a ella que tengamos por mal hechosalir de aquella a otra, cuando hallaremos en ella masdevocion, mas gusto o mas provecho: porque como elfin de todo esto sea la devocion, lo que mas sirviere paraeste fin, eso se ha de tener por lo mejor. Aunque estono se debe hacer por livianas causas, sino con ventajaconocida. Asımismo si en algun paso de su oracion omeditacion sintiere mas gusto, o devocion que en otro,detengase en el todo el espacio que le durare este afec-to, aunque todo el tiempo del recogimiento se le vayaen eso. Porque como el fin de todo eso sea la devocion,como dijimos, yerro serıa buscar en otra parte con es-peranza dudosa lo que ya tenemos en las manos cierto.

Segundo Aviso.

Sea el segundo, que trabaje el hombre por excusaren este ejercicio la demasiada especulacion del en-tendimiento, y procure tratar este negocio mas con

afecto y sentimiento de la voluntad que con discursos yespeculaciones del entendimiento. Porque sin duda noaciertan este camino los que de tal manera se ponenen la oracion a meditar los misterios divinos como silos estudiasen para predicar, lo cual mas es derramarel espıritu que recogerlo y andar mas fuera de sı quedentro de sı. De donde nace que acabada su oracionse quedan secos y sin jugo de devocion, y tan faciles yligeros para cualquier liviandad como lo estaban antes.Porque en hecho de verdad los tales no han orado, sinoparlado y estudiado, que es un negocio bien diferentede la oracion. Deberıan los tales considerar que en esteejercicio mas nos llegamos a escuchar que a parlar.Pues para acertar en este negocio, lleguese el hom-bre con corazon de una viejecita ignorante y humilde,mas con voluntad dispuesta y aparejada para sentir yaficionarse a las cosas de Dios que con entendimientodespabilado y atento para escudrinarlas, porque estoes propio de los que estudian para saber, y no de losque oran y piensan en Dios para llorar.

Tercer Aviso.

El aviso pasado nos ensena como debemos sosegar elentendimiento y entregar todo este negocio a la volun-tad; mas el presente pone tambien tu tasa y medi-da a la misma voluntad para que no sea desanima-da ni vehemente en su ejercicio. Para lo cual es desaber que la devocion que pretendemos alcanzar noes cosa que se ha de alcanzar a fuerza de brazos, co-mo algunos piensan, los cuales con demasiados ahincosy tristezas forzadas y como hechizas, procuran alcan-zar lagrimas y compasion cuando piensan en la pasiondel Salvador: porque esto suele secar mas el corazon yhacer mas inhabil para la visitacion del Senor, comoensena Casiano. Y ademas de esto suelen estas cosashacer dano a la salud corporal, y a veces dejan el ani-mo tan atemorizado con el sinsabor que allı recibio queteme tornar otra vez al ejercicio, como cosa que experi-mento haberle dado mucha pena. Contentese, pues, elhombre con hacer buenamente lo que es de su parte,que es hallarse presente a lo que el Senor padecio,mirando con una vista sencilla y sosegada y con uncorazon tierno y compasivo, y aparejado para cualquiersentimiento que el Senor quisiere dar, lo que por elpadecio; mas dispuesto para recibir el afecto que sumisericordia le diere, que para exprimirlo a fuerza debrazos. Y esto hecho, no se acongoje por lo demas,cuando no le fuere dado.

Cuarto Aviso.

De todo lo susodicho podemos colegir cual sea lamanera de atencion que debemos tener en la oracion.Porque aquı principalmente conviene tener el corazon

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no caıdo ni flojo, sino vivo, atento y levantado a lo alto.Mas ası como es necesario estar aquı con esta atenciony recogimiento de corazon, ası por otra parte convieneque esta atencion sea templada y moderada, porque nosea danosa a la salud, ni impida a la devocion. Porquealgunos hay que fatigan la cabeza con la demasiadafuerza que ponen, para estar atentos a lo que piensan,como ya dijimos. Y otros hay que para huir de esteinconveniente, estan allı muy flojos y remisos, y muyfaciles para ser llevados a todos vientos. Para huir deestos extremos, conviene llevar tal medio, que ni conla demasiada atencion fatiguemos la cabeza ni con elmucho descuido y flojedad dejemos andar vagueando elpensamiento por do quisiere. De manera que ası comosolemos decir al que va sobre una bestia maliciosa quelleve la rienda tiesa, conviene a saber, ni muy apretadani muy floja, porque ni vuelva atras ni camine con peli-gro, ası debemos procurar que vaya nuestra atencionmoderada y no forzada, con cuidado y no con fatigacongojosa.Mas particularmente conviene avisar que al principio

de la meditacion no fatiguemos la cabeza con demasia-da atencion, porque cuando esto se hace, suelen faltarpara adelante las fuerzas, como faltan al caminantecuando al principio de la jornada se da mucha prisa acaminar.

Quinto Aviso.

Mas entre todos estos avisos, el principal sea que nodesmaye el que ora, ni desista de su ejercicio, cuan-do no siente luego aquella blandura de devocion queel desea. Necesario es con longanimidad y perseveran-cia esperar la venida del Senor, porque a la Gloria desu Majestad y a la bajeza de nuestra condicion y ala grandeza del negocio que tratamos pertenece queestemos muchas veces esperando y aguardando a laspuertas de su Palacio Sagrado.Pues cuando de esta manera hayas aguardado un

poco de tiempo, si el Senor viniere, dale gracias por suvenida, y si te pareciere que no viene, humıllate delantede el, y conoce que no mereces lo que no te dieron, ycontentate con haber allı hecho sacrificio de tı mismo,y negado tu propia voluntad, y crucificado tu apetito,y luchado con el demonio y contigo mismo, y hechoa lo menos eso que era de tu parte. Y si no adorasteal Senor con la adoracion sensible que deseabas, bastaque lo adoraste en espıritu y en verdad, como El quiereser adorado. Y creeme cierto que este es el paso maspeligroso de esta navegacion; y el lugar donde se prue-ban los verdaderos devotos, y que si de esta sales bien,en todo lo demas te ira prosperamente.Finalmente, si todavıa te pareciese que era tiempo

perdido perseverar en la oracion y fatigar la cabezasin provecho, en tal caso no tendrıa por inconveniente

que despues de haber hecho lo que es en tı, tomasesalgun libro devoto y trocases por entonces la oracionpor la leccion, con tanto que el leer fuese no corridoni apresurado, sino reposado y con mucho sentimien-to de lo que vas leyendo, mezclando muchas veces ensus lugares la oracion con la leccion, lo cual es cosamuy provechosa y mas facil de hacer a todo genero depersonas, aunque sean muy rudas y principalmente eneste camino.

Sexto Aviso.

Y no es diferente documento del pasado, ni menosnecesario, avisar que el siervo de Dios no se contentecon cualquier gustillo que haya en su oracion, como al-gunos hacen, que en derramando una lagrimilla o sin-tiendo alguna ternura de corazon, piensan que han yacumplido con su ejercicio. Esto no basta para lo queaquı pretendemos. Porque ası como no basta para quela tierra fructifique un pequeno rocıo de agua, que nohace mas que matar el polvo y mojar la tierra por de-fuera, sino que es menester tanta agua que cale hastalo ıntimo de la tierra, y la deje harta de agua, paraque pueda fructificar, ası tambien es aca necesaria laabundancia de este rocıo y agua celestial para dar fru-to de buenas obras. Pues por esto con mucha razonse aconseja que tomemos para este santo ejercicio elmas largo espacio que pudieremos. Y mejor serıa unrato largo que dos cortos: porque si el espacio es breve,todo el se gasta en sosegar la imaginacion y quitar elcorazon; y despues de ya quieto, levantamonos del ejer-cicio, cuando lo hubieramos de comenzar.

Y descendiendo mas en particular al imitar estetiempo, pareceme que todo lo que es menos de horay media o dos horas es corto plazo para la oracion:porque muchas veces se pasa mas de media hora entemplar el vihuela y en quietar, como dije, la imagi-nacion: y todo el otro espacio es menester para gozardel fruto de la oracion. Verdad es que cuando este ejer-cicio se tiene despues de algunos otros santos ejercicios,como es despues de maitines, o despues de haber oıdoo dicho Misa, o despues de alguna devota leccion uoracion vocal, mas dispuesto se halla el corazon paraeste negocio; ası como en la lena seca muy mas prestose enciende este fuego celestial. Tambien el tiempo dela madrugada sufre ser mas corto, porque es el masaparejado de cuantos hay para este oficio. Mas el quefuere pobre de tiempo, por sus muchas ocupaciones,no deje de ofrecer su cornadillo, con la pobre viuda enel Templo, porque si esto no queda por su negligencia,Aquel que a todas las criaturas provee conforme a sunecesidad y naturaleza le proveera a el tambien, segunla suya.

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Septimo Aviso.

Conforme a este documento, se da otro semejantea el, y es que cuando la anima fuere visitada en laoracion, o fuera de ella con alguna particular visi-tacion del Senor, no la deje pasar en vano, sino que seaproveche de aquella ocasion que se le ofrece; porquees cierto que con este viento navegara el hombre masen una hora que sin el muy muchos dıas.Ası dice que lo hacıa San Francisco, de quien escribe

San Buenaventura que era tan particular el cuidadoque en esto tenıa que si andando camino lo visitabanuestro Senor con alguna particular visitacion, hacıair delante los companeros, y el estabase quedo, hastaacabar de rumiar y digerir aquel bocado que le venıadel Cielo. Los que ası no lo hacen, suelen comunmenteser castigados con esta pena: que no hallen a Dios cuan-do le buscaren, pues cuando El los buscaba no los hallo.

Octavo Aviso.

El ultimo y mas principal aviso sea que procuremosen este santo ejercicio de juntar en uno la meditacioncon la contemplacion, haciendo de la una escalon parasubir a la otra. Para lo cual es de saber que el oficiode la meditacion es considerar con estudio y atencionlas cosas divinas, discurriendo de unas en otras, paramover nuestro corazon a algun afecto y sentimiento deellas, que es como quien hiere un pedernal para sacaralguna centella de el. Mas la contemplacion es haber yasacado esta centella; quiero decir, haberla hallado eseafecto y sentimiento que se buscaba y estar con reposoy silencio gozando de el, no con muchos discursos yespeculaciones del entendimiento, sino con una simplevista de la verdad: por lo cual dice un Santo Doctorque la meditacion discurre con trabajo y con fruto,mas la contemplacion sin trabajo, y con fruto. La una,busca; la otra, halla. Una rumia el manjar, la otra logusta. La una discurre y hace consideraciones, la otrase contenta con una simple vista de las cosas, porquetiene ya el amor y gusto de ellas. Finalmente, la una escomo medio, la otra es como fin, la una como caminoy movimiento y la otra como termino de este caminoy movimiento.De aquı se infiere una cosa muy comun que ensenan

todos los maestros de la vida espiritual, aunque pocoentendido de los que la leen, conviene a saber, queası como alcanzando el fin cesan los medios, comotomado el puerto cesa la navegacion, ası cuando elhombre mediante el trabajo de la meditacion llegare alreposo y gusto de la contemplacion, debe, por entonces,cesar de aquella piadosa y trabajosa inquisicion, y con-tento con una simple vista y memoria de Dios, como silo tuviese presente, gozar de aquel afecto que se le da,ahora sea de amor, ahora de admiracion, o de alegrıa,

o cosa semejante. La razon, porque esto se aconsejaes, porque como el fin de todo este negocio consistemas en el amor y afectos de la voluntad que en la es-peculacion del entendimiento, cuando ya la voluntadesta presa y tomada de este afecto, debemos excusartodos los discursos y especulaciones del entendimientoen cuanto nos sea posible, para que nuestra anima contodas sus fuerzas se emplee en esto, sin determinarsepor los actos de otras potencias. Y por eso aconseja unDoctor que ası como el hombre se sintiere inflamar delamor de Dios, debe luego dejar todos estos discursos ypensamientos, por muy altos que parezcan, no porquesean malos, sino porque entonces son impeditivos deotro bien mayor, que no es otra cosa mas que cesar elmovimiento llegado el termino, y dejar la meditacionpor amor de la contemplacion. Lo cual senaladamentese puede hacer al fin de todo el ejercicio, que es despuesde la peticion del amor de Dios, de que arriba trata-mos: lo uno, porque se presupone ya entonces que eltrabajo del ejercicio pasado habra parido algun afec-to y sentimiento de Dios, ”pues -como dice el Sabio-mas vale el fin de la oracion que el principio”; y lootro, porque despues del trabajo de la meditacion yoracion es razon que el hombre de un poco de huelgaal entendimiento, y le deje reposar en los brazos de lacontemplacion. Pues en este tiempo deseche el hom-bre todas las imaginaciones que se le ofrecieren, acalleal entendimiento, quiete la memoria y fıjela en Nues-tro Senor, considerando que esta en su presencia, noespeculando por entonces cosas particulares de Dios.Contentese con el conocimiento que de El tiene porla fe, y aplique la voluntad y el amor, pues este solose abraza, y en el esta el fruto de toda la meditacion,que el entendimiento es casi nada lo que de Dios puedeconocer, y puede la voluntad mucho amar. Encierresedentro de sı mismo en el centro de su anima, dondeesta la imagen de Dios, y allı este atento a El, comoquien escucha al que habla de alguna torre alta, o co-mo quien le tuviese dentro de su corazon, y como queen todo lo criado no hubiese otra cosa, sino sola ella,o solo el. Y aun de sı mismo y de lo que hace se habıade olvidar, porque como decıa uno de aquellos Padres:aquella es perfecta oracion, donde el que esta orandono se acuerda de que esta orando. Y no solo al fin delejercicio, sino tambien al medio, y en cualquiera otraparte, que nos tomare este sueno espiritual, cuandoesta como adormecido el entendimiento de la voluntad,debemos hacer esta pausa, y gozar de este beneficio yvolver a nuestro trabajo, acabado de digerir y gustaraquel bocado, ası como hace el hortelano cuando rie-ga una era, que despues de llena de agua, detiene elhilo de la corriente y deja empapar y difundirse porlas entranas de la tierra seca la que ha recibido, y es-to hecho, torna a soltar el hilo de la fuente, para que

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aun reciba mas, y mas, y quede mejor regada. Mas loque entonces la anima siente, lo que goza, la luz, y lahartura, y la caridad y paz que recibe, no se puede ex-plicar con palabras, pues aquı esta la paz, que excedetodo sentido y la felicidad que en esta vida se puedealcanzar.Algunos hay tan tomados del amor de Dios, que ape-

nas han comenzado a pensar en El cuando luego lamemoria de su dulce nombre les derrite las entranas,los cuales tienen tan poca necesidad de discursos y con-sideraciones para amarle como la madre o esposa pararegalarse con la memoria de su hijo o esposo cuando lehablan de el. Y otros que no solo en el ejercicio de laoracion, sino fuera de el andan tan absortos, tan em-papados de Dios, que de todas las cosas y de sı mismosse olvidan por El. Porque si esto puede muchas vecesel amor furioso de un perdido, ¿cuanto mas lo podra elamor de aquella infinita hermosura? Pues no es menospoderosa la gracia que la naturaleza, y que la culpa.Pues cuando esto la anima sintiere, en cualquier partede la oracion que lo sienta, en ninguna manera lo debedeshechar, aunque todo el tiempo del ejercicio se gas-tase en esto, sin rezar o meditar las otras cosas quetenıa determinadas, si no fuesen de obligacion; porqueası como dice San Agustın que se ha de dejar la oracionvocal cuando alguna vez fuere impedimento de la de-vocion, ası tambien se debe dejar la meditacion cuandofuese impedimento de la contemplacion.Donde tambien es mucho de notar que ası como nos

conviene dejar la meditacion por la afeccion, para subirde menos a mas, ası por el contrario a veces conven-dra dejar la afeccion por la meditacion, cuando la afec-cion fuese tan vehemente que se temiese peligro a lasalud perseverando en ella, como muchas veces acaecea los que sin este aviso se dan a estos ejercicios, y lostoman sin discrecion, atraıdos con la fuerza de la divi-na suavidad. Y en tal caso como este, dice un Doctorque es buen remedio salir a algun afecto de compasion,meditando un poco en la Pasion de Cristo o en los peca-dos y miserias del mundo, para aliviar y desahogar elcorazon.

Segunda parte de este tratado,

que habla de la devocion.

Capıtulo I

Que cosa sea la devocion.

El mayor trabajo que padecen las personas que sedan a la oracion es la falta de devocion que muchasveces en ella sienten, porque cuando esta no falta,

ninguna cosa hay mas dulce ni mas facil que orar.Por esta razon, ya que hemos tratado de la materiade la oracion, y del modo que en ella se podra tener,sera bien tratemos ahora de las cosas que ayudan ala devocion, y tambien de las que la impiden y de lastentaciones mas comunes de las personas devotas y dealgunos avisos que para este ejercicio seran necesarios.Mas primero hara mucho al caso declarar que sea de-vocion, porque sepamos antes que tal sea la joya porque militamos.

Devocion, dice Santo Tomas, que es ”una virtud, lacual hace al hombre pronto y habil para toda virtud,y le despierta y facilita para el bien obrar”. La cualdefinicion manifiestamente declara la necesidad y utili-dad grande de esta virtud, porque en ella esta encerra-do mas de lo que algunos pueden pensar.

Para lo que es de saber que el mayor impedimen-to que tenemos para bien vivir es la corrupcion de lanaturaleza, que nos vino por el pecado: de la cual pro-cede una grande inclinacion que tenemos para el maly una grande dificultad y pesadumbre para el bien. Yestas dos cosas nos hacen dificultosısimo el camino dela virtud, siendo ella de suyo la cosa mas dulce, mashermosa, mas amable, mas honrosa del mundo. Puescontra esta dificultad y pesadumbre proveyo la DivinaSabidurıa de convenientısimo remedio, que es la virtudy socorro de la devocion. Porque ası como el vientocierzo esparce las nubes y deja el cielo sereno y es-combrado, ası la verdadera devocion sacude en nuestraanima toda esta pesadumbre y dificultad, y la deja porentonces habilitada y desembarazada para todo bien.Porque esta virtud de tal manera es virtud que tam-bien es especial don del Espıritu Santo, un rocıo delcielo, un socorro y visitacion de Dios, alcanzado porla oracion, cuya condicion es pelear contra esta difi-cultad y pesadumbre, despedir esta tibieza, dar estaprontitud, henchir la anima de buenos deseos, alum-brar el entendimiento, esforzar la voluntad, encenderel amor de Dios, apagar las llamas de los malos deseos,causar fastidio del mundo y aborrecimiento del pecadoy dar el hombre por entonces otro fervor, otro espırituy otro esfuerzo y aliento para bien obrar. De maneraque ası como Sanson cuando tenıa cabellos tenıa mayo-res fuerzas que todos los otros hombres del mundo ycuando estos le faltaban era tan flaco como todos losotros, ası lo es tambien la anima del cristiano cuan-do tiene esta devocion, flaca cuando no la tiene. Esto,pues, es lo que Santo Tomas quiso significar en aquelladefinicion, y esa es sin duda la mayor alabanza quese puede decir de esta virtud, que siendo una sola, escomo un estımulo y aguijon de todas las otras. Y poresto el que de verdad desea caminar por el camino delas virtudes, no vaya sin estas espuelas, porque nuncapodra sacar de arena a su mala bestia si va sin ellas.

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De lo dicho parece claro que cosa sea la verdadera yesencial devocion. Porque no es devocion aquella ternu-ra de corazon o consolacion que sienten algunas veceslos que oran: sino esta prontitud y aliento para bienobrar. De donde muchas veces acaece hallarse lo unosin lo otro, cuando el Senor quiere probar los suyos.Verdad es que de esta devocion y prontitud muchasveces nace aquella consolacion; y por el contrario, estamisma consolacion y gusto espiritual acrecienta la de-vocion esencial, que es aquella prontitud y aliento parabien obrar. Y por esta causa los siervos de Dios puedencon mucha razon desear y pedir esas alegrıas y conso-laciones, no por el gusto que en ellas hay, sino porqueson causa de acrecentamiento de esta devocion que noshabilita para obrar bien, como lo significo el Profe-ta cuando dijo: ”Por el camino de tus Mandamientos,Senor, corrı, cuando dilataste mi corazon”, conviene asaber, con alegrıa de tu consolacion, que fue causa deesta ligereza. Pues de los medios por do se alcanza estadevocion, pretendemos ahora aquı tratar.

Y porque con esta virtud andan juntas todas lasotras, que tienen especial familiaridad con Dios; poreso tratar de los medios por do se alcanza la devo-cion es tratar de los medios por do se alcanza la per-fecta oracion y contemplacion y las consolaciones delEspıritu Santo, y el amor de Dios, y la Sabidurıa delCielo, y aquella union de nuestro espıritu con Dios quees el fin de toda la vida espiritual. Y es finalmentetratar de los medios por do se alcanza el mismo Diosen esta vida, que es aquel tesoro del Evangelio y aquellapreciosa perla por cuya posesion el Sabio Mercader ale-gremente se deshizo de todas las cosas. Por do pareceque esta es una altısima Teologıa: pues aquı se ensenael camino para el sumo bien, y paso por paso se ar-ma una escalera para alcanzar el fruto de la felicidad,segun que en esta vida se puede alcanzar.

Capıtulo II

De nueve cosas que ayudan a alcanzar la devocion.

Las cosas, pues, que ayudan a la devocion sonmuchas. Porque primeramente hace mucho al casotomar estos santos ejercicios muy de veras, muy a pe-chos, con un corazon muy determinado y ofrecido a to-do lo que fuere necesario, para alcanzar esta preciosaperla, por arduo y dificultoso que sea. Porque cierto esque ninguna cosa grande hay que no sea dificultosa, yası tambien lo es esta, y mas los principios.

Ayuda tambien la guarda del corazon de todo generode pensamiento ociosos y vanos, y de todos los amoresy afectos peregrinos, y de todas las turbaciones ymovimientos apasionados; pues esta claro que cadacosa de estas impide la devocion y que no menos con-

viene tener el corazon templado para orar y meditarque la vihuela para taner.

Ayuda tambien la guarda de los sentidos, especial-mente de los ojos y de los oıdos, y de la lengua, porquepor la lengua se derrama el corazon, y por los ojos yoıdos se hinche de diversas imaginaciones de cosas conque se perturba la paz y sosiego de la anima. Por dondecon razon se dice que el contemplativo ha de ser sordo,ciego y mudo, porque cuanto menos se derrama pordefuera, tanto mas recogido estara por de dentro.

Ayuda para esto mismo la soledad, porque no sola-mente quita las ocasiones de distraimiento a los sen-tidos y al corazon y las ocasiones de los pecados,sino tambien convida al hombre a que more dentro desı mismo, y entre con Dios y consigo, movido con laoportunidad del lugar, que no admite otra companıaque esta.

Ayuda otrosı la leccion de los libros espirituales ydevotos, porque dan materia de consideracion y reco-gen el corazon, y despiertan la devocion y hacen queel hombre de buena gana piense en aquello que lesupo dulcemente, mas antes siempre se represente ala memoria lo que abunda en el corazon.

Ayuda la memoria continua de Dios, y el andar siem-pre en su presencia y el uso de aquellas breves ora-ciones que San Agustın llama jaculatorias; porque estasguardan la casa del corazon y conservan el calor de ladevocion, como arriba se practico. Y ası se halla elhombre a cada hora pronto para llegarse a la oracion.Este es uno de los principales documentos de la vidaespiritual y uno de los mayores remedios para aquellosque ni tienen tiempo ni lugar para darse a la oracion.Y el que trajere siempre este cuidado, en poco tiempoaprovechara muy mucho.

Ayuda tambien la continuacion y perseverancia enlos buenos ejercicios en sus tiempos y lugares ordena-dos, mayormente a la noche o a la madrugada, que sonlos tiempos mas convenibles para la oracion, como todala Escritura nos ensena.

Ayudan las asperezas y abstinencias corporales, lamesa pobre, la cama dura, el cilicio y la disciplina yotras cosas semejantes. Porque todas estas cosas ası co-mo nacen de devociones, ası tambien despiertan, con-servan y acrecientan la raız de donde nacen.

Ayudan finalmente las obras de Misericordia, porquenos dan confianza para parecer delante de Dios y acom-panan nuestras oraciones con servicios, porque no sepueden llamar del todo ruegos secos, y merecen quesea misericordiosamente recibida la oracion, pues pro-cede de misericordioso corazon.

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Capıtulo III

De diez cosas que impiden la devocion.

Y ası como hay cosas que ayudan a la devocion,ası tambien hay cosas que la impiden. Entre las cualesla primera es los pecados, no solo los mortales, sinotambien los veniales: porque estos aunque no quitan lacaridad, quitan el fervor de esta caridad, que es casilo mismo que devocion. Por donde es razon evitarloscon todo cuidado, ya que no fuese por el mal que noshacen, a lo menos por el gran bien que nos impiden.

Impide tambien el remordimiento de la conciencia,que procede de los mismos pecados (cuando es dema-siado) porque trae la anima inquieta y caıda, desmaya-da y flaca para todo buen ejercicio.

Impiden tambien los escrupulos por la misma causa,porque son espinas que punzan la conciencia y lainquietan y no la dejan reposar y sosegar en Dios, ygozar de la verdadera paz.

Impide tambien cualquier amargura y desabrimientode corazon, y tristeza desordenada, porque con estomuy mal se puede compadecer el gusto y suavidad dela buena conciencia, y de la alegrıa espiritual.

Impiden otrosı los cuidados demasiados, los cualesson aquellos mosquitos de Egipto, que inquietan la ani-ma y no la dejan dormir este sueno espiritual, que seduerme en la oracion, antes allı mas que en otra partela inquietan y divierten de su ejercicio.

Impiden tambien las ocupaciones demasiadas,porque ocupan el tiempo y ahogan el espıritu, y ası de-jan al hombre sin tiempo y sin corazon para vacar aDios.

Impiden los regalos y consolaciones sensuales, cuan-do el hombre es demasiado en ellas, porque ”el que seda mucho a las consolaciones del mundo, no merece lasdel Espıritu Santo”, como dicen San Bernardo.

Impide el regalo en el demasiado comer y beber,mayormente las cenas largas, porque estas hacen muymala cara a los espirituales ejercicios y a las vigiliassagradas, porque con el cuerpo pesado y harto de man-tenimiento muy mal aparejado esta el animo para volara lo alto.

Impide el vicio de la curiosidad ası de los sentidoscomo del entendimiento, que es querer oır y ver y sabermuchas cosas y desear cosas pulidas, curiosas y bienalabadas. Porque todo esto ocupa el tiempo, embarazalos sentidos, inquieta el anima y derramala en muchaspartes, y ası impide la devocion.

Impide finalmente la interrupcion de todos estos san-tos ejercicios, si no es cuando se deja por causa de al-guna piadosa o justa necesidad. Porque, como dice undoctor, ”es muy delicado el espıritu de la devocion, elcual despues de ido, o no vuelve, o a lo menos conmucha dificultad”. Y por esto ası como los arboles y

los cuerpos humanos quieren sus riegos y mantenimien-tos ordinarios y en faltando esto luego desfallecen ydesmedran, ası tambien lo hace la devocion cuando lefalta el riego y mantenimiento de la consideracion. To-do esto se ha dicho ası sumariamente, para que mejorse pudiese tener en la memoria: la declaracion de locual podra ver quien quisiere en el ejercicio y largaexperiencia.

Capıtulo IV

De las tentaciones mas comunes que suelen fatigar a

los que se dan a la oracion, y de sus remedios.

Ahora sera bien tratar de las tentaciones mas co-munes de las personas que se dan a la oracion y desus remedios. Las cuales por la mayor parte son lassiguientes: La falta de las consolaciones espirituales, laguerra de los pensamientos importunos, los pensamien-tos de blasfemia e infidelidad, el temor desordenado,el sueno demasiado, la desconfianza de aprovechar, lapresuncion de estar ya muy aprovechado, el apetitodemasiado de saber, el indiscreto zelo de aprovechar.Estas son las mas comunes tentaciones que hay en estecamino: los remedios de las cuales son los siguientes.

Primer aviso.

Primeramente, al que le faltaren las consolacionesespirituales, el remedio es que no por eso deje el ejer-cicio de la oracion acostumbrada, aunque le parezcadesabrida y de poco fruto, sino pongase en la presenciade Dios, como reo y culpado, y examine su concienciay mire si por ventura perdio esta gracia por su cul-pa, suplique al Senor con entera confianza le perdoney declare las riquezas inestimables de su paciencia ymisericordia, en sufrir y perdonar a quien otra cosa nosabe, sino ofenderle. De esta manera sacara provechode su sequedad, tomando ocasion para mas se humillar,viendo lo mucho que peca y para mas amar a Dios,viendo lo mucho que le perdona. Y aunque no hallegusto en estos ejercicios, no desista de ellos, porqueno se requiere que sea siempre sabroso lo que ha deser provechoso. A lo menos esto se halla por experien-cia, que todas las veces que el hombre persevera en laoracion, con un poco de atencion y cuidado, haciendobuenamente lo poco que puede, al cabo sale de allı con-solado y alegre, viendo que hizo de su parte algo de loque era en sı. Mucho hace en los ojos de Dios quienhace todo lo que puede, aunque pueda poco. No mi-ra nuestro Senor tanto al caudal del hombre, cuanto asu posibilidad y voluntad. Mucho da quien desea darmucho, quien da todo lo que tiene, quien no deja nadapara sı. No es mucho durar mucho en la oracion cuandoes mucha la consolacion. Lo mucho es que cuando la

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devocion es poca, la oracion sea mucho y mucho mayorla humildad y la paciencia y la perseverancia en el bienobrar.

Tambien es necesario en estos tiempos andar conmayor solicitud y cuidado que en los otros, velando so-bre la guarda de sı mismo y examinando con muchaatencion sus pensamientos y palabras y obras. Porquecomo entonces no falte la alegrıa espiritual, que es elprincipal remo de esta navegacion, es menester suplircon cuidado y diligencia lo que falta de gracia, cuan-do ası te vieres, has de hacer cuenta, como dice SanBernardo, que se te han dormido las velas, que teguardaban, y que se te han caıdo los muros que te de-fendıan, y por eso toda la esperanza de salud esta enlas armas, pues ya no te ha de defender el muro, sinola espada y la destreza en el pelear. ¡Oh cuanta es lagloria de la anima que de esta manera batalla, que sinescudo se defiende y que sin armas pelea, y sin forta-leza es fuerte, y hallandose en la batalla sola, toma elesfuerzo y animo por companıa!

No hay mayor gloria en el mundo que imitar en lasvirtudes al Salvador. Y entre sus virtudes se cuenta pormuy principal haber padecido lo que padecio, sin admi-tir en su anima algun genero de consuelo. De maneraque el que ası padeciere y peleare, tanto sera mayor imi-tador de Cristo cuanto mas careciere de todo genero deconsuelo. Y esto es beber el caliz de la obediencia puro,sin mezcla de otro licor. Este es el toque principal enque se prueba la fineza de los amigos, si son verdaderoso no lo son.

Segundo aviso.

Contra la tentacion de los pensamientos importunos,que nos suelen combatir en la oracion, el remedio espelear varonilmente y perseverantemente contra ellos.Aunque esta resistencia no ha de ser con demasiadafatiga y congoja de espıritu, porque no es este nego-cio tanto de fuerza cuanto de gracia y humildad. Ypor eso cuando el hombre se hallare de esta manera,debe volverse a Dios sin escrupulo y sin congoja, puesesto no es culpa, o es muy liviana, y con toda humil-dad y devocion le diga: ”Veis aquı, Senor mıo, quienyo soy. ¿Que se esperaba de este muladar, sino seme-jantes olores? ¿Que se esperaba de esta tierra, que Vosmaldijisteis, sino zarzas y espinas? Este es el fruto queella puede dar, si Vos, Senor, no la limpiais.” Y di-cho esto, torne a atar su hilo, como de antes, y es-pere con paciencia la visitacion del Senor, que nuncafalta a los humildes. Y si todavıa te inquietaren lospensamientos, y tu todavıa perseverantemente los re-sistieres, e hicieres lo que es en tı, debes tener por ciertoque mucha mas tierra ganas en esta resistencia que siestuvieras gozando de Dios a todo favor.

Tercer aviso.

Para remedio de las tentaciones de blasfemia, es desaber que ası como ningun linaje de tentacion es maspenoso que este, ası ninguno hay menos peligroso, yası el remedio es no hacer caso de estas tentaciones,pues el pecado no esta en el sentimiento, sino en el con-sentimiento, y en el deleite, el cual aquı no hay, sinolo contrario. Y ası mas se puede llamar esta pena, queculpa: porque cuan lejos esta el hombre de recibir ale-grıa con estas tentaciones, tan lejos esta de tener culpaen ellas. Y por eso el remedio, como dije, es menospre-ciarlas y no temerlas: porque cuando demasiadamentese temen, el mismo temor las despierta y las levanta.

Cuarto aviso.

Contra las tentaciones de infidelidad, el remedio esque acordandose el hombre por un cabo de la pequenezhumana y por otro de la grandeza divina, piense en loque Dios le manda, y no sea curioso en querer escu-drinar sus obras, pues vemos que muchas de ellas exce-den a todo nuestro saber. Y por tanto el que quiereentrar en este Santuario de las obras divinas, ha de en-trar con mucha humildad y reverencia, y llevar consigoojos de paloma sencilla y no de serpiente maliciosa, ycorazon de discıpulo, y no de juez temerario. Hagasecomo nino pequeno, porque a los tales ensena Dios sussecretos. No cure de saber el porque de las obras divi-nas; cierre el ojo de la razon y abra solo el de la fe,porque este es el instrumento con que se han de tan-tear las obras de Dios. Para mirar las obras humanasmuy bueno es el ojo de la razon humana: mas para mi-rar las divinas, no hay cosa mas desproporcionada queel.

Mas porque ordinariamente esta tentacion es al hom-bre penosısima, el remedio es el de la pasada, que esno hacer caso de ella, pues mas es esta pena que cul-pa, porque no puede haber culpa en lo que la voluntadesta contraria, como allı se declaro.

Quinto aviso.

Algunos hay que son combatidos de grandes temoresy fantasıas, cuando se apartan solos de noche a orar.Contra esta tentacion el remedio es hacerse el hombrefuerza, y perseverar en su ejercicio: porque huyendocrece el temor, y perseverando la osadıa. Aprovechatambien considerar que ni el demonio ni otra cosa espoderosa para nos danar, sin licencia de Nuestro Senor.Tambien aprovecha considerar que tenemos al Angel denuestra guarda a nuestro lado, y en la oracion mejorque en otra parte, porque allı asiste el para nos ayudary llevar nuestras oraciones al Cielo, y defendernos delenemigo, que no nos pueda hacer mal.

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Sexto aviso.

Contra el sueno demasiado, el remedio es considerarque el sueno unas veces procede de necesidad, y en-tonces el remedio es no negar al cuerpo lo que es suyo,porque no nos impida lo que es nuestro. Otras procedede enfermedad, y entonces no debe el hombre congo-jarse por eso, pues no tiene culpa, ni tampoco debedejarse del todo vencer, sino hacer de su parte lo quebuenamente pudiere, para que del todo no se pierdala oracion, sin la cual no tenemos seguridad, ni ale-grıa verdadera en esta vida. Otras veces nace el suenode pereza o del demonio, que lo procura. Entonces elremedio es el ayuno, no beber vino, beber pura agua,estar de rodillas, o en pie, o en cruz, y no arrimado,hacer alguna disciplina u otra cualquier aspereza quedespierte y punze la carne.Finalmente, el unico y general remedio, ası para

este mal como para los otros, es pedirlo a Aquel queesta aparejado para dar, si hubiere quien siempre loquiera pedir.

Septimo aviso.

Contra las tentaciones de la desconfianza y de la pre-suncion, que son vicios contrarios, es forzoso que hayadiversos remedios. Para la desconfianza el remedio es,considerar que este negocio no se ha de alcanzar porsolas tus fuerzas, sino por la divina gracia, la cual tantomas presto se alcanza cuanto mas el hombre desconfıade su propia virtud, y confıa en sola la bondad de Dios,a quien todo es posible.Para la presuncion el remedio es considerar que no

hay mas claro indicio de estar el hombre muy lejos quecreer que esta muy cerca: porque en este camino losque van descubriendo mas tierra, esos se dan mayorprisa por ver lo mucho que les falta, y por eso nuncahacen caso de lo que tienen, en comparacion de lo quedesean. Mırate, pues, como en un espejo, en la vida delos Santos y en las otras personas senaladas, que ahoraviven en carne, veras que eres ante ellos como un enanoen presencia de un gigante, y ası no presumiras.

Octavo aviso.

Contra la tentacion del demasiado apetito de sabery de estudiar, el primer remedio es considerar cuantomas excelente es la virtud que la ciencia, y cuanto masexcelente es la sabidurıa divina que la humana, paraque por aquı vea el hombre cuanto mas debe ocupar enlos ejercicios por do se alcanza la una, que la otra. Ten-ga la gloria de la sabidurıa del mundo, las grandezasque quisiere, que al fin se acaba esta gloria con la vida.Pues ¿que cosa puede ser mas miserable que adquirircon tanto trabajo lo que tan poco se ha de gozar? To-do lo que aquı puedes saber es nada. Y si te ejercitares

en el amor de Dios, presto le iras a ver, y en El verastodas las cosas. Y el dia del Juicio no nos preguntaranque leımos, sino que hicimos, ni cuan bien hablamos opredicamos, sino cuan bien obramos.

Noveno aviso.

Contra la tentacion del indiscreto zelo de aprovechara otros, el principal remedio es que de tal manera aten-damos al provecho del projimo que no sea en perjuicionuestro. Y que de tal manera entendamos en los ne-gocios de las conciencias ajenas que tomemos tiempopara las nuestras. El cual ha de ser tanto que baste paratraer a la continua el corazon devoto y recogido, porqueesto es ”andar en espıritu”, como dice el Apostol, quees andar el hombre mas en Dios que en sı mismo. Puestodo esto sera raız y principio de todo nuestro bien:todo nuestro trabajo ha de ser procurar de tener tanlarga y tan profunda oracion que baste para traer siem-pre el corazon con esta manera de recogimiento y dedevocion. Para lo cual no basta cualquier manera derecogimiento y oracion, sino es menester que sea muylarga y muy profunda.

Capıtulo V

De algunos avisos necesarios para los que se dan a la

oracion.

Una de las cosas mas arduas y dificultosas que hayen esta vida es saber ir a Dios, y tratar familiarmentecon El, y por eso no se puede este camino andar sinalguna buena guıa, ni tampoco sin algunos avisos, parano perderse en el, y por esto sera necesario apuntaraquı algunos con la nuestra acostumbrada brevedad.Entre los cuales, el primero sea acerca del fin que enestos ejercicios se ha de tener.

Primer aviso.

Para lo cual es de saber que como esta comunicacioncon Dios sea una cosa tan dulce y tan deleitable, segunque dice el Sabio, de aquı nace que muchas personas,atraıdas con la fuerza de esta maravillosa suavidad,que es sobre todo lo que se puede decir, se llegan aDios, y se dan a todos los espirituales ejercicios, ası deleccion, como de oracion, y uso de Sacramentos, porel gusto grande que hallan en ellos, de tal manera queel principal fin que a estos les lleva es el deseo de estamaravillosa suavidad. Este es un muy grande y muyuniversal engano, en que caen muchos. Porque como elprincipal fin de todas nuestras obras haya de ser amara Dios y buscar a Dios, esto es amar a sı y buscar ası, conviene a saber, al propio gusto y contentamiento,

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que es el fin que los filosofos pretendıan en su contem-placion. Y esto es tambien, como dice un Doctor, unlinaje de avaricia, lujuria y gula espiritual, que no esmenos peligrosa que la otra sensual.

Y lo que mas es, de este mismo engano se sigue otrono menor, que es juzgar el hombre a sı y a los otrospor estos gustos y sentimientos, creyendo que tantotiene cada uno mas o menos de perfeccion cuanto maso menos gusta o no gusta de Dios, que es un enganomuy grande. Pues contra estos dos enganos sirve esteaviso y regla general, que cada uno entienda que elfin de todos estos ejercicios y de toda la vida espiri-tual es la obediencia de los Mandamientos de Dios yel cumplimiento de la divina voluntad, para lo cuales necesario que muera la voluntad propia, para queası viva y reine la divina, pues es tan contraria a ella.

Y porque tan gran victoria como esta no se puedealcanzar sin grandes favores y regalos de Dios, por esoprincipalmente se ha de ejercitar la oracion, para quepor ella se alcancen estos favores y se sientan estos re-galos, para salir con esta empresa. Y de esta maneray para tal fin se pueden pedir y procurar los deleitesde la oracion, segun que arriba dijimos, como los pedıaDavid, cuando decıa: ”Vuelveme, Senor, la alegrıa de tusalud, y confırmame con tu Espıritu principal”. Puesconforme a esto entendera el hombre cual ha de ser elfin que ha de tener en estos ejercicios: y por aquı tam-bien entendera por donde ha de estimar y medir suaprovechamiento y el de otros, conviene a saber, nopor los gustos que hubiere recibido de Dios, sino por loque por El hubiere padecido, ası por hacer la voluntaddivina como por negar la propia.

Que este haya de ser el fin de todas nuestras leccionesy oraciones, no quiero traer para esto mas argumentoque aquella divina oracion o Psalmo: ”Beati Immacu-lati in via”, que teniendo ciento y setenta y siete ver-sos, porque es el mayor del Psalterio, no se hallara enel uno solo que no haga mencion a la Ley de Dios, yde la guarda de sus Mandamientos. Lo cual quiso elEspıritu Santo que ası fuese, para que por aquı clara-mente viesen los hombres como todas sus oraciones ymeditaciones se habıan de ordenar en todo y en partea este fin, que es la obediencia y guarda de la Ley deDios; y que todo lo que va fuera de aquı es uno delos mas sutiles y mas coloreados enganos del enemigo,con el cual hace creer a los hombres que son algo, nolo siendo: por lo cual dicen muy bien los Santos quela verdadera prueba del hombre no es el gusto de laoracion, sino la paciencia de la tribulacion, la negacionde sı mismo y el cumplimiento de la divina voluntad,aunque para todo esto aprovecha grandemente ası laoracion como los gustos y consolaciones que en ella sedan.

Pues conforme a esto, el que quisiere ver cuanto ha

aprovechado en este camino de Dios, mire cuanto crececada dıa en humildad interior y exterior, como sufrelas injurias de los otros, como sabe dar pasada a lasflaquezas ajenas, como acude a las necesidades de losproximos, como se compadece y no se indigna contralos defectos ajenos, como sabe esperar en Dios en eltiempo de la tribulacion, como rige su lengua, comoguarda su corazon, como trae domada su carne con to-dos sus apetitos y sentidos, como se sabe valer en lasprosperidades y adversidades, como se repara y proveeen todas las cosas con gravedad y discrecion. Y sobretodo esto, mire si esta muerto al amor de la honra ydel regalo y del mundo, y segun lo que en esto hu-biere aprovechado o desaprovechado, ası se juzgue, yno segun lo que siente o no siente de Dios. Y por estosiempre ha de tener el un ojo y el mas principal en lamortificacion y el otro en la oracion, porque esta mis-ma mortificacion no se puede perfectamente alcanzarsin el socorro de la oracion.

Segundo aviso.

Y si no debemos desear consolaciones y deleites es-pirituales para solo parar en ellos, sino por los prove-chos que nos causan, mucho menos se deben desearvisiones o revelaciones o arrebatamientos y cosas se-mejantes que pueden ser mas peligrosas a los que noestan fundados en humildad. Y no tenga el hombremiedo de ser en esto desobediente a Dios, porque cuan-do El quiere revelar algo, El lo sabe descubrir por talesmodos que por mas que el hombre huya El se lo certi-ficara de manera que no pueda dudar aunque quiera.

Tercer aviso.

Debe asımismo ser avisado en callar los favores yregalos que Nuestro Senor le hiciere, si no fuere a solosu maestro espiritual. Por lo cual dice San Bernardoque el varon devoto ha de tener en la celda escritasestas palabras: ”Mi secreto para mı; mi secreto paramı”.

Cuarto aviso.

Tambien debe el hombre tener aviso de tratar a Dioscon la mayor humildad y reverencia que sea posible;de manera que nunca el alma ha de estar regalada yfavorecida de Dios, que no vuelva los ojos hacia dentroy mire su vileza y encoja sus alas, y se humille delantede tan grande Majestad, como lo hacıa San Agustın,de quien se dice que habıa aprendido a alegrarse enpresencia de Dios con temor.

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Quinto aviso.

Dijimos arriba que el siervo de Dios ha de traba-jar por tener sus tiempos senalados para vacar a Dios.Pues allende de este ordinario de cada dıa, debe des-ocuparse a tiempos de todo genero de negocios, aunquesean santos, para entregarse del todo a los espiritualesejercicios y dar a su anima un abundante pasto, conel cual se repare lo que con los defectos de cada dıa segasta y se cobren nuevas fuerzas para pasar adelante.Y aunque esto se debe hacer en otros tiempos, mas es-pecialmente se debe hacer en las fiestas principales delano; y en los tiempos de tribulaciones y trabajos, y des-pues de algunos caminos largos y de algunos negociosque le han causado destrahimiento y derramamientoen el corazon, para tornar a recogerlo.

Sexto aviso.

Algunos hay tambien que tienen poco tiempo y dis-crecion en sus ejercicios, cuando les va bien con Dios, alos cuales su misma prosperidad viene a ser ocasion desu peligro. Porque hay muchos a quien parece que se lesda esta gracia a manos llenas, los cuales como hallantan suave la comunicacion del Senor, entreganse tan-to a ella y alargan tanto los tiempos de la oracion, ylas vigilias y asperezas corporales, que la naturaleza nopudiendo sufrir a la continua tanta carga, viene a darcon ella en tierra.

De donde nace, que muchos vienen a estragarse losestomagos y las cabezas, con que se hacen inhabiles,no solo para los otros trabajos corporales, sino tambienpara estos mismos ejercicios de oracion.

Por lo cual conviene tener mucho tiento en estos ca-sos, mayormente a los principios, donde los fervores yconsolaciones son mayores y la experiencia y discrecionmenos, para que de tal modo tratemos la manera decaminar que no faltemos a medio camino.

Otro extremo contrario es el de los regalados, queso color de discrecion, hurtan el cuerpo a los trabajos,el cual aunque en todo genero de personas sea muydanoso, mucho mas lo es en los que comienzan, porquecomo dice San Bernardo, imposible es que perseveremucho en la vida religiosa el que siendo novicio es yadiscreto, siendo principiante quiere ser prudente y sien-do aun nuevo y mozo comienza a tratarse y regalarsecomo viejo. Y no es facil de juzgar, cual de estos dos ex-tremos sea mas peligroso, sino que la indiscrecion, co-mo dice muy bien Gerson, ”es mas incurable, porquemientras el cuerpo esta sano, esperanza hay que po-dra haber remedio, mas despues de ya estragado conla indiscrecion, mal se puede remediar”.

Septimo aviso.

Otro peligro hay tambien en este camino, y porventura mayor que todos los pasados. El cual es quemuchas personas despues que algunas veces han experi-mentado la virtud inestimable de la oracion, y visto porexperiencia como todo el concierto de la vida espiritualdepende de ella, pareceles que ella sola es el todo, yque ella sola basta para ponerlos en salvo, y ası vienena olvidarse de las otras virtudes, y aflojar en todo lodemas. De donde tambien procede que como todas lasotras virtudes ayuden a esta virtud, faltando el fun-damento, tambien falta el edificio: y ası mientras masel hombre procura esta virtud, menos puede salir conella.Por eso pues el siervo de Dios debe poner los ojos, no

en una virtud sola por grande que sea, sino en todas lasvirtudes. Porque ası como en la vihuela, una sola vozno hace armonıa, si no suenan todas, ası una virtudsola no basta para hacer esta espiritual consonancia,si todas no responden con ella. Y ası como un reloj, sise embaraza en un solo punto, para todo, ası tambienacaece en el reloj de la vida espiritual, si falta una solavirtud.

Octavo aviso.

Aquı tambien conviene avisar, que todas estas cosasque hasta aquı se han dicho, para ayudar a la devocion,se han de tomar como unos aparejos con que el hom-bre se dispone para la divina gracia, ocupandose dili-gentemente en ellos, y quitando la confianza de ellos, yponiendola en solo Dios. Digo esto, porque hay algunaspersonas que hacen una como arte de todas estas reglasy avisos, pareciendoles que ası como el que aprende unoficio guardadas bien las reglas de el, por virtud deellas saldra luego buen oficial, ası tambien el que estasreglas guardare, por virtud de ellas alcanzara luego loque desea, sin mirar que esto es hacer arte de la gracia,y atribuir a reglas y artificios humanos lo que es puradadiva y misericordia del Senor.Pues por esto conviene tomar estos negocios, no

como cosa de arte, sino como de gracia: porquetomandolo de esta manera sabra el hombre que el prin-cipal medio que para esto se requiere es una profun-da humildad y conocimiento de su propia miseria, congrandısima confianza en la divina misericordia, paraque del conocimiento de lo uno y de lo otro procedansiempre continuas lagrimas y oraciones, con las cualesentrando el hombre por la puerta de la humildad, al-cance lo que desea, por humildad; y lo conserve conhumildad, sin tener ninguna repunta de confianza nien su manera de ejercicios ni en cosa que sea suya.

Fin del Libro de la Oracion.

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