Traduccion Critica La Represion

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Traducción crítica de La Represión, texto de Sigmund Freud extraído de

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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE PSICOLOGA

DEPARTAMENTO DE PUBLICACIONES

LA REPRESION, LO INCONSCIENTE:(Vorstellungs-Reprsentanz)

INTRODUCCION

S. FREUD

Ctedra: Psicoanlisis Freud IIProfesor Titular Regular: David Laznik

FICHA II - 1996LA REPRESION

Puede ser el destino de una mocin pulsional chocar con resistencias que quieran hacerla inoperante. Bajo condiciones a cuyo estudio ms atento pasaremos enseguida, entra entonces en el estado de la represin. Si se tratase del efecto de un estmulo exterior, es evidente que la huida sera el medio apropiado. En el caso de la pulsin, de nada vale la huida, pues el yo no puede escapar de s mismo. Ms tarde, en algn momento, se encontrar en el rechazo (Verwerfung) por el juicio (juicio adverso) un buen recurso contra la mocin pulsional. Una etapa previa al juicio adverso, una cosa intermedia entre la huida y el juicio adverso, es la represin, cuyo concepto no poda establecerse en el perodo anterior a los estudios psicoanalticos. La posibilidad de una represin no es fcil de deducir en la teora. Por qu una mocin pulsional habra de ser vctima de semejante destino? Para ello, evidentemente, debe llenarse la condicin de que el logro de la meta pulsional depare displacer en lugar de placer. Pero este caso no se concibe bien. Pulsiones as no existen, una satisfaccin pulsional es siempre placentera. Deberan suponerse constelaciones particulares, algn proceso por el cual el placer de satisfaccin se mudara en displacer. Para deslindar mejor la represin podemos traer al debate algunas otras situaciones pulsionales. Puede ocurrir que un estmulo exterior sea interiorizado, por ejemplo si ataca o destruye a un rgano; entonces se engendra una nueva fuente de excitacin continuada y de incremento de tensin. Tal estmulo cobra, as, notable semejanza con una pulsin. Segn sabemos, sentimos este caso como dolor. Ahora bien, la meta de esta seudo-pulsin es slo el cese de la alteracin de rgano y del displacer que conlleva. Otro placer, un placer directo, no puede ganarse con la cesacin del dolor. El dolor es tambin imperativo; puede ser vencido exclusivamente por la accin de una droga o la influencia de una distraccin psquica. Pero el ejemplo del dolor es muy poco transparente para que sirva de algo a nuestro propsito. Tomemos el caso en que un estmulo pulsional como el hambre permanece insatisfecho. Entonces se vuelve imperativo, nicamente la accin de satisfaccin puede aplacarlo, y mantiene una continuada tensin de necesidad. Pero en todo esto no asoma nada parecido a una represin. Por consiguiente, el caso de la represin no est dado cuando la tensin provocada por la insatisfaccin de una mocin pulsional se hace insoportablemente grande. Los medios de que el organismo dispone para defenderse contra esa situacin han de elucidarse en otro orden de consideraciones. Atengmonos preferentemente a la experiencia clnica tal como nos la brinda la prctica psicoanaltica. Aprendemos entonces que la satisfaccin de la pulsin sometida a la represin sera sin duda posible y siempre placentera en s misma, pero sera inconciliable con otras exigencias y designios. Por tanto, producira placer en un lugar y displacer en otro. Tenemos, as, que la condicin para la represin es que el motivo de displacer cobre un poder mayor que el placer de la satisfaccin. Adems, la experiencia psicoanaltica en las neurosis de transferencia nos impone esta conclusin: la represin no es un mecanismo de defensa presente desde el origen; no puede engendrarse antes que se haya establecido una separacin ntida entre actividad conciente y actividad inconsciente del alma, y su esencia consiste en rechazar (Abweisung) algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella. Este modo de concebir la represin se complementara con un supuesto, a saber, que antes de esa etapa de la organizacin del alma los otros destinos de pulsin, como la mudanza hacia lo contrario y la vuelta hacia la persona propia, tenan a su exclusivo cargo la tarea de la defensa contra las mociones pulsionales. Ahora caemos en la cuenta de que represin e inconsciente son correlativos en tan grande medida que debemos posponer la profundizacin en la esencia de la primera hasta saber ms sobre la composicin del itinerario de instancias psquicas y sobre la diferenciacin entre inconsciente y conciente. Antes de ello no podemos hacer ms que resumir de un modo puramente descriptivo algunos caracteres de la represin que conocemos por la experiencia clnica, y ello a riesgo de repetir tal cual mucho de lo ya dicho en otros lugares. Pues bien; tenemos razones para suponer una represin primordial (Urverdrngung), una primera fase de la represin que consiste en que al representante psquico (representante de la representacin) de la pulsin (1) se le deniega la admisin en lo conciente. As se establece una fijacin; a partir de ese momento el representante (Reprsentanz) en cuestin persiste inmutable y la pulsin sigue ligada a l. Esto acontece a consecuencia de las propiedades de los procesos inconscientes, que hemos de considerar despus. La segunda etapa de la represin, la represin propiamente dicha, recae sobre retoos psquicos del representante reprimido o sobre unos itinerarios de pensamiento que, procedentes de alguna otra parte, han entrado en un vnculo asociativo con l. A causa de ese vnculo, tales representaciones experimentan el mismo destino que lo reprimido primordial. La represin propiamente dicha es entonces una post-represin (Nachdrngen). Por lo dems, se comete un error cuando se destaca con exclusividad la repulsin que se ejerce desde lo conciente sobre lo que ha de reprimirse. En igual medida debe tenerse en cuenta la atraccin (Anziehung) que lo reprimido primordial ejerce sobre todo aquello con lo cual puede ponerse en conexin. Probablemente, la tendencia a la represin no alcanzara su propsito si estas fuerzas (atraccin y repulsin) no cooperasen, si no existiese algo reprimido desde antes, presto a recoger lo repelido por lo conciente. Bajo la influencia del estudio de las psiconeurosis, que pone ante nuestros ojos efectos sustanciales de la represin, tendemos a sobrestimar su contenido psicolgico y con facilidad olvidamos que la represin no impide al representante de pulsin (die Trieb reprsentanz) seguir existiendo en lo inconsciente, continuar organizndose, formar retoos y anudar conexiones. En realidad, la represin slo perturba el vnculo con un sistema psquico: el de lo conciente. Empero, con respecto a lo que es sustancial para comprender los efectos de la represin en las psiconeurosis, el psicoanlisis puede mostrarnos algo ms. Por ejemplo: el representante de pulsin se desarrolla con mayor riqueza y menores interferencias cuando la represin lo sustrajo del influjo conciente. Prolifera, por as decir, en las sombras y encuentra formas extremas de expresin que, si le son traducidas y presentadas al neurtico, no slo tienen que parecerle ajenas, sino que lo atemorizan provocndole el espejismo de que poseeran una intensidad pulsional extraordinaria y peligrosa. Esta ilusoria intensidad pulsional es el resultado de un despliegue desinhibido en la fantasa y de la sobreestasis (Aufstauung) producto de una satisfaccin denegada (versagter). Esta ltima consecuencia se anuda a la represin, lo cual nos seala el rumbo en que hemos de buscar la genuina sustancialidad (Bedeutung) de esta.

______________________________________________________________________(1) der psychischen (Vorstellungs-) Reprsentanz des Triebes.

Pero si ahora nos volvemos al aspecto contrario, comprobamos que ni siquiera es cierto que la represin mantenga apartados de lo conciente a todos los retoos de lo reprimido primordial. Si estos se han distanciado lo suficiente del representante reprimido (der verdrngter Reprsentanz), sea por las transposiciones (Entstellung) que adoptaron o por el nmero de eslabones intermedios que se intercalaron, tienen, sin ms, expedito el acceso a lo conciente. Es como si la resistencia que lo conciente les opone fuese una funcin de su distanciamiento respecto de lo originariamente reprimido. Cuando practicamos la tcnica psicoanaltica, invitamos de continuo al paciente a producir esos retoos de lo reprimido, que, a consecuencia de su distanciamiento o de su transposicin, pueden salvar la censura de lo conciente. No otra cosa son las ocurrencias que le pedimos previa renuncia, por su parte, a toda representacin-meta conciente y a toda crtica, y desde las cuales restablecemos una traduccin conciente del representante reprimido. Entonces observamos que el paciente puede devanar una serie de ocurrencias de esa ndole hasta que tropieza en su decurso con una formacin de pensamiento en que el vnculo con lo reprimido se hace sentir tan intensamente que se ve forzado a repetir su intento de represin. Tambin los sntomas neurticos tienen que haber llenado esa condicin (el distanciamiento), pues son retoos de lo reprimido, que, por intermedio de estas formaciones (los sntomas), han terminado por conquistarse su denegado acceso a la conciencia. Hasta dnde tiene que llegar la transposicin y el distanciamiento respecto de lo reprimido? Es algo que no podemos indicar en general. Ah opera un fino sopesamiento cuyo juego se nos oculta; empero, las modalidades de su accin eficaz nos hacen colegir que se trata de detenerse antes que se llegue a determinada intensidad en la investidura de lo inconsciente, rebasada la cual lo inconsciente irrumpira hacia la satisfaccin. La represin trabaja, entonces, de manera en alto grado individual; cada uno de los retoos de lo reprimido puede tener su destino particular; un poco ms o un poco menos de transposicin cambian radicalmente el resultado. Dentro de este orden de consideraciones, se comprende tambin que los objetos predilectos de los hombres, sus ideales, provengan de las mismas percepciones y vivencias que los ms aborrecidos por ellos, y en el origen se distingan unos de otros slo por nfimas modificaciones. Y aun puede ocurrir, segn hallamos en la gnesis del fetiche, que el originario representante de pulsin se haya descompuesto en dos fragmentos; de ellos, uno sufri la represin, al paso que el restante, precisamente a causa de ese ntimo enlace, experiment el destino de la idealizacin. Lo mismo que se consigue con un ms o un menos de transposicin puede alcanzarse, por as decir en el otro extremo del aparato, mediante una modificacin en las condiciones de produccin de placer-displacer. Existen tcnicas particulares creadas con el propsito de provocar alteraciones tales en el juego de las fuerzas psquicas que lo mismo que de otro modo producira displacer pueda por una vez resultar placentero; y tan pronto como uno de estos medios tcnicos entra en accin, queda cancelada la represin de un representante de pulsin que de otro modo sera rechazado. Esas tcnicas slo se han estudiado hasta ahora con precisin respecto del chiste. Por regla general, la cancelacin de la represin es slo provisional; enseguida se restablece. Ahora bien, experiencias de esta ndole bastan para hacernos notar otros caracteres de la represin. Ella no slo es, como acabamos de consignarlo, individual, sino en alto grado mvil. No tenemos que imaginarnos el proceso de la represin como un acontecer que se consumara de una vez y tendra un resultado perdurable, como si aplastramos algo vivo que de ah en ms quedara muerto. No, sino que la represin exige un gasto de fuerza constante; si cejara, peligrara su resultado hacindose necesario un nuevo acto represivo. Podemos imaginarlo as: lo reprimido ejerce una presin (Druck) continua en direccin a lo conciente, a raz de lo cual el equilibrio tiene que mantenerse por medio de una contrapresin (Gegendruck) incesante. El mantenimiento de una represin supone, por tanto, un dispendio continuo de fuerza, y en trminos econmicos su cancelacin implicara un ahorro. Por otra parte, la movilidad de la represin encuentra expresin en los caracteres psquicos del estado del dormir, el nico que posibilita la formacin del sueo. Con el despertar, las investiduras de represin recogidas se emiten de nuevo. Por ltimo, no es lcito olvidar que es muy poco lo que enunciamos acerca de una mocin pulsional cuando afirmamos que est reprimida. Es que, sin perjuicio de su represin, puede encontrarse en muy diversos estados: puede estar inactiva, es decir, escasamente investida con energa psquica, o investida en grados variables y as habilitada para la actividad. Su activacin no tendr, por cierto, la consecuencia de cancelar directamente la represin, sino que pondr en movimiento todos los procesos que se cierran con la irrupcin en la conciencia a travs de rodeos. En el caso de los retoos no reprimidos de lo inconsciente, la medida de la activacin o investidura suele decidir el destino de cada representacin (Vorstellung) singular. Es un hecho cotidiano que un retoo as permanezca no reprimido mientras es representante (reprsentiert) de una energa baja, aunque su contenido sera idneo para provocar un conflicto con lo que impera en lo conciente. Es que el factor cuantitativo resulta decisivo para el conflicto; tan pronto como esa representacin en el fondo chocante se refuerza por encima de cierto grado, el conflicto deviene actual y precisamente la activacin conlleva la represin. Por tanto, en materia de represin, un aumento de la investidura energtica acta en el mismo sentido que el acercamiento a lo inconsciente, y una disminucin, en el mismo que el distanciamiento respecto de lo inconsciente o que una transposicin. Comprendemos as que las tendencias represoras puedan encontrar en el debilitamiento de lo desagradable un sustituto de su represin. En las elucidaciones anteriores consideramos la represin de un representante (Reprsentanz) de pulsin, entendiendo por aquel a una representacin (Vorstellung) o un grupo de representaciones (Vorstellungsgruppe) investidas desde la pulsin con un determinado monto de energa psquica (libido, inters). Ahora bien, la observacin clnica nos constrie a descomponer lo que hasta aqu concebimos como unitario, pues nos muestra que junto a la representacin (Vorstellung) interviene algo diverso, algo que representa (reprsentiert) (2) a la pulsin y puede experimentar un destino de represin totalmente diferente del de la representacin. Para ese otro elemento del representante psquico ha adquirido carta de ciudadana el nombre de monto de afecto; corresponde a la pulsin en la medida en que sta se ha desasido de la representacin y ha encontrado una expresin proporcionada a su cantidad en procesos que devienen registrables para la sensacin como afectos. Desde ahora, cuando describamos un caso de represin, tendremos que rastrear separadamente lo que en virtud de ella se ha hecho de la representacin, por un lado, y de la energa pulsional que adhiere a esta, por el otro. Nos gustara enunciar algo general sobre estos dos diversos destinos. Podremos hacerlo despus de orientarnos un poco. El destino general de la representacin representante de la pulsin (den Trieb reprsentierenden Vorstellung) difcilmente pueda ser otro que este: desaparecer de lo conciente si antes fue conciente, o seguir coartada de la conciencia si estaba en vas de devenir conciente. La diferencia es desdeable; da lo mismo, por ejemplo, que yo despache de mi saln o de mi vestbulo a un husped desagradable, o que despus de individualizarlo no le deje pisar el umbral de mi casa. El factor cuantitativo del representante de pulsin tiene tres destinos posibles, como nos lo ensea una ojeada panormica a las experiencias que nos ha brindado el psicoanlisis: la pulsin es suprimida (unterdrckt) (3) por completo, de suerte que nada se descubre de ella, o sale a la luz como un afecto coloreado cualitativamente de algn __________________________________________________________________(2) Reprsentieren: representar.(3) Unterdrckt: "lo cado en el fondo", "lo cado abajo".

modo, o se muda en angustia. Las dos ltimas posibilidades nos ponen frente a la tarea de discernir como un nuevo destino de pulsin la transposicin (Umsetzung) de las energas psquicas de las pulsiones en afectos y, muy particularmente, en angustia. Recordemos que la represin no tena otro motivo ni propsito que evitar el displacer. De ah se sigue que el destino del monto de afecto del representante importa mucho ms que el destino de la representacin. Por tanto, es el decisivo para nuestro juicio sobre el proceso represivo. Si una represin no consigue impedir que nazcan sensaciones de displacer o de angustia, ello nos autoriza a decir que ha fracasado, aunque haya alcanzado su meta en el otro componente, la representacin. Desde luego, la represin fracasada tendr ms ttulos para nuestro inters que la lograda de algn modo, pues esta casi siempre se sustraer de nuestro estudio. Ahora queremos inteligir el mecanismo del proceso represivo y saber, sobre todo, si hay un mecanismo nico de la represin o varios, y si cada psiconeurosis acaso se singulariza por un mecanismo represivo propio. Al empezar esta indagacin tropezamos, empero, con complicaciones. El mecanismo de la represin slo nos es asequible cuando podemos inferirlo retrospectivamente desde los resultados de ella. Si circunscribimos la observacin a los resultados que afectan a la parte del representante de la representacin (dem Vorstellungsanteil der Reprsentanz), advertimos que la represin constituida crea, por regla general, una formacin sustitutiva. Ahora bien, cul es el mecanismo de una formacin sustitutiva de esa ndole, o hay que distinguir tambin aqu varios mecanismos? Sabemos tambin que la represin deja sntomas como secuela. Haremos coincidir formacin sustitutiva y formacin de sntoma? Y si esto puede aceptarse globalmente, se superponen el mecanismo de la formacin de sntoma y el de la represin? Por ahora parece verosmil que ambos divergen, que no es la represin misma la que crea formaciones sustitutivas y sntomas, sino que estos ltimos, en cuanto indicios de un retorno de lo reprimido, deben su gnesis a procesos por completo diversos. Parece recomendable tambin indagar los mecanismo de la formacin sustitutiva y de la formacin de sntoma con anterioridad a los de la represin. Es claro que la especulacin ya nada tiene que hacer aqu, y debe relevarla el anlisis cuidadoso de los resultados de la represin observables en el caso de las diferentes neurosis. No obstante, tengo que proponer que pospongamos tambin este trabajo hasta formarnos algunas representaciones confiables sobre el nexo de lo conciente con lo inconsciente. Y con el solo fin de que la presente elucidacin no quede del todo infecunda, anticipar que: 1) el mecanismo de la represin de hecho no coincide con el o los mecanismo de la formacin sustitutiva; 2) existen muy diversos mecanismos de la formacin sustitutiva, y 3) los mecanismos de la represin tienen al menos algo en comn, la sustraccin de la investidura energtica (o libido, si tratamos de pulsiones sexuales). Quiero mostrar tambin con algunos ejemplos, circunscribindome a las tres psiconeurosis ms conocidas, el modo en que se aplican al estudio de la represin los conceptos que acabamos de introducir. De la histeria de angustia escoger el ejemplo, bien analizado, de una fobia a los animales. La mocin pulsional sometida a la represin es una actitud libidinosa hacia el padre, apareada con la angustia frente a l. Despus de la represin, esta mocin ha desaparecido de la conciencia y el padre no se presenta en ella como objeto de la libido. Como sustituto se encuentra en posicin anloga un animal ms o menos apto para ser objeto de angustia. La formacin sustitutiva de la parte de la representacin (del representante de pulsin) [des Vorstelungsanteiles (der Trieb reprsentanz)] se ha establecido por la va del desplazamiento a lo largo de una trabazn regida por cierto determinismo. La parte cuantitativa no ha desaparecido, sino que se ha transpuesto en angustia. El resultado es una angustia frente al lobo en lugar de un requerimiento de amor al padre. Desde luego, las categoras aqu empleadas no bastan para satisfacer los requisitos de una explicacin, ni siquiera del caso ms simple de psiconeurosis. Todava tienen que entrar en cuenta otros puntos de vista. Una represin como la del caso de la fobia a los animales puede definirse como radicalmente fracasada. La obra de la represin consisti solamente en eliminar y sustituir la representacin, pero el ahorro de displacer no se consigui en modo alguno. Por eso el trabajo de la neurosis no descansa, sino que se contina en un segundo tempo para alcanzar su meta ms inmediata, ms importante. As llega a la formacin de un intento de huida, la fobia en el sentido estricto: una cantidad de evitaciones destinadas a excluir el desprendimiento de angustia. En una indagacin ms especfica podemos llegar a comprender los mecanismos por los cuales la fobia alcanza esa meta. A una apreciacin por entero diversa del proceso represivo nos fuerza el cuadro de la genuina histeria de conversin. Lo sobresaliente en ella es que consigue hacer desaparecer por completo el monto de afecto. El enfermo exhibe entonces hacia sus sntomas la conducta que Charcot ha llamado "la belle indiffrence des hystriques". Otras veces esta supresin no se logra tan completa, y una dosis de sensaciones penosas se anuda a los sntomas mismos, o no puede evitarse algn desprendimiento de angustia que, a su vez, pone en accin el mecanismo de formacin de una fobia. El contenido de representacin del representante de pulsin (der Vorstellungsinhalt der Trieb reprsentanz) se ha sustrado radicalmente de la conciencia; como formacin sustitutiva -y al mismo tiempo como sntoma- se encuentra una inervacin hiperintensa -somtica en los casos tpicos-, unas veces de naturaleza sensorial y otras de naturaleza motriz, ya sea como excitacin o como inhibicin. El lugar hiperinervado se revela, a una consideracin ms atenta, como una porcin del representante de pulsin reprimido que ha atrado hacia s, por condensacin, la investidura ntegra. Desde luego, tampoco estas puntualizaciones describen por completo el mecanismo de una histeria de conversin; sobre todo resta agregar el factor de la regresin, que debe ser apreciado en otro contexto. La represin de la histeria (de conversin) puede juzgarse totalmente fracasada en la medida en que slo se ha vuelto posible mediante unas extensas formaciones sustitutivas; pero con respecto a la finiquitacin del monto de afecto, que es la genuina tarea de la represin, por regla general constituye un xito completo. El proceso represivo de la histeria de conversin se clausura entonces con la formacin de sntoma, y no necesita recomenzar en un segundo tiempo -o en verdad proseguir indefinidamente-, como ocurre en el caso de la histeria de angustia. Un aspecto por entero distinto muestra tambin la represin en la tercera de las afecciones que veremos con fines comparativos, la neurosis obsesiva. Aqu nos asalta al comienzo una duda: Hemos de considerar al representante (Reprsentanz) sometido a la represin como una aspiracin libidinosa o como una aspiracin hostil? Esa incertidumbre se debe a que la neurosis obsesiva descansa en la premisa de una regresin por la cual una aspiracin sdica reemplaza a una aspiracin tierna. Este impulso hostil hacia una persona amada es el que cae bajo la represin. El efecto es totalmente diverso en una primera fase del trabajo represivo que en una fase posterior. Primero alcanza un xito pleno: el contenido de representacin (der Vorstellungsinhalt) es rechazado y se hace desaparecer el afecto. Como formacin sustitutiva hallamos una alteracin del yo en la forma de unos escrpulos de conciencia extremos, lo cual no puede llamarse propiamente un sntoma. Divergen entonces formacin sustitutiva y formacin de sntoma. Tambin aprendemos algo sobre el mecanismo de la represin. Como lo hace dondequiera, esta ha producido una sustraccin de libido, pero a este fin se sirve de la formacin reactiva por fortalecimiento de un opuesto. La formacin sustitutiva responde aqu, pues, al mismo mecanismo que la represin, y en el fondo coincide con esta; pero tanto en el tiempo cuanto en el concepto se aparta de la formacin de sntoma. Es muy probable que la situacin de ambivalencia en que se insert el impulso sdico que debe reprimirse posibilite el proceso en su conjunto. Esa represin inicialmente buena no resiste, empero; en el circuito ulterior, su fracaso se esfuerza resaltando (sich vordrngen) cada vez ms. La ambivalencia, en virtud de la cual se haba hecho posible la represin por formacin reactiva, es tambin el lugar en el cual lo reprimido consigue retornar. El afecto desaparecido retorna mudndose en angustia social, en angustia de la conciencia moral, en reproches sin medida; la representacin rechazada se reemplaza mediante un sustituto por desplazamiento, a menudo por desplazamiento a lo nfimo, a lo indiferente. En la mayora de los casos hay una tendencia inequvoca a la produccin intacta de la representacin reprimida. El fracaso en la represin del factor cuantitativo, afectivo, pone en juego el mismo mecanismo de la huida por medio de evitaciones y prohibiciones de que tomamos conocimiento en la fobia histrica. Pero el rechazo que pesa sobre la representacin en cuanto a su ingreso a lo conciente se mantiene con tenacidad porque trae consigo la coartacin de la accin, el aherrojamiento motor del impulso. As, en la neurosis obsesiva el trabajo de la represin desemboca en una pugna estril e interminable. La pequea serie comparativa que hemos presentado basta para convencernos de que se requieren indagaciones todava ms abarcadoras antes que pueda esperarse penetrar en los procesos en que se entraman de manera ntima la represin y la formacin de sntomas neurticos. El extraordinario entrelazamiento de todos los factores que intervienen nos deja un solo camino para exponerlos. Debemos privilegiar ora un punto de vista, ora el otro, y perseguirlo a travs del material todo el tiempo que su aplicacin parezca sernos de provecho. Cada una de estas elaboraciones ser en s completa, y no podrn evitarse oscuridades all donde ella roce lo no elaborado todava; pero tenemos derecho a esperar que de la sntesis final resultar una buena comprensin.

LO INCONSCIENTE

III. SENTIMIENTOS INCONSCIENTES

...

"Opino, en verdad, que la oposicin entre conciente e inconsciente carece de toda pertinencia respecto de la pulsin. Una pulsin nunca puede pasar a ser objeto de la conciencia; slo puede serlo la representacin que es su representante (die Vorstellung, die ihn reprsentiert). Ahora bien, tampoco puede estar representada (reprsentiert sein) en el inconsciente si no es por la representacin. Si la pulsin no se adhiriera a una representacin ni saliera a la luz como un estado afectivo, nada podramos saber de ella. Entonces, cada vez que pese a eso hablamos de una mocin pulsional inconsciente o de una mocin pulsional reprimida, no es sino por un inofensivo descuido de la expresin. No podemos aludir sino a una mocin pulsional cuyo representante de la representacin es inconsciente (deren Vorstellungsreprsentanz unbewusst ist), pues otra cosa no entra en cuenta. Creeramos que la respuesta a la pregunta por las sensaciones, los sentimientos, los afectos inconscientes se resolvera con igual facilidad. Es que el hecho de que un sentimiento sea sentido, y, por lo tanto, que la conciencia tenga noticia de l, es inherente a su esencia. La posibilidad de una condicin inconsciente faltara entonces por entero a sentimientos, sensaciones, afectos. Pero en la prctica psicoanaltica estamos habituados a hablar de amor, odio, furia, etc., inconscientes, y aun hallamos inevitable la extraa combinacin conciencia inconsciente de culpa o una paradjica angustia inconsciente. Tiene este uso lingstico mayor significacin aqu que en el caso de la pulsin inconsciente?". ....

IV. TOPICA Y DINAMICA DE LA REPRESION ... "De las constelaciones que hemos discernido en la histeria de angustia, buena parte vale tambin para las otras dos neurosis, de suerte que podemos circunscribir su elucidacin a las diferencias y al papel de la contrainvestidura. En la histeria de conversin, la investidura pulsional de la representacin reprimida es transpuesta a la inervacin del sntoma. En cuanto a la medida y a las circunstancias en que la representacin inconsciente (der verdrngten Vorstellung) es drenada mediante esta descarga hacia la inervacin, para que pueda desistir de su esfuerzo de asedio (Andrngen) contra el sistema Cc, ser mejor reservar esa y parecidas cuestiones para una investigacin especial sobre la histeria. El papel de la contrainvestidura que parte del sistema Cc (Prcc) es ntido en la histeria de conversin; sale a la luz en la formacin de sntoma. La contrainvestidura es lo que selecciona aquel fragmento del representante de pulsin (Triebreprsentanz) sobre el cual se permite concentrarse a toda la investidura de esta ltima. Ese fragmento escogido como sntoma satisface la condicin de expresar tanto la meta desiderativa de la mocin pulsional cuanto los afanes defensivos o punitorios del sistema Cc; as es sobreinvestido y apoyado desde ambos lados, como sucede en el caso de la representacin sustitutiva (Ersatzvorstellung) en la histeria de angustia. De esta situacin podemos inferir sin ms que el gasto represivo del sistema Cc no necesita ser tan grande como la energa de investidura del sntoma; en efecto, la fuerza de la represin se mide por la contrainvestidura gastada, y el sntoma no se apoya slo en esta, sino, adems, en la investidura pulsional condensada en l que le viene del sistema Icc". ...

V. LAS PROPIEDADES PARTICULARES DEL SISTEMA Icc. ... El ncleo del Icc consiste en representantes de pulsin (Triebreprsentanzen) que quieren descargar su investidura; por tanto, en mociones de deseo (Wunschregungen). Estas mociones pulsionales (Triebregungen) estn coordinadas entre s, subsisten unas junto a las otras sin influirse y no se contradicen entre ellas. Cuando son activadas al mismo tiempo dos mociones de deseo cuyas metas no podran menos que parecernos inconciliables, ellas no se quitan nada ni se cancelan recprocamente, sino que confluyen en la formacin de una meta intermedia, de un compromiso". ...

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En Pulsiones y destinos de pulsin (1915), en relacin a la pulsin seala: "Si ahora, desde el aspecto biolgico, pasamos a la consideracin de la vida anmica, la pulsin nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anmico y lo somtico, como un representante (Reprsentant) (4) psquico de los estmulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan al alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anmico a consecuencia de su trabazn con lo corporal". ... "Por empuje (Drang) de una pulsin se entiende su factor motor, la suma de fuerza o la medida de la exigencia de trabajo que ella representa (reprsentiert). Ese carcter de empuje es una propiedad universal de las pulsiones, y aun su esencia misma. Toda pulsin es un fragmento de actividad; cuando negligentemente se habla de pulsiones pasivas, no puede mentarse otra cosa que pulsiones con una meta pasiva". (A.E., XIV, 117-8; S.A., III, 85) (5).

En Schreber (1911), tambin al referirse a la pulsin, utiliza el mismo trmino: Aprehendemos la pulsin como el concepto lmite de lo somtico respecto de lo psquico, vemos en ella el representante psquico (den psychischen Reprsentanten) (4) de los poderes orgnicos y aceptamos el distingo popular entre pulsiones yoicas y pulsin sexual, que coincide, nos parece, con la doble situacin del individuo, el cual aspira tanto a su propia conservacin como a la de la especie" (A.E., XII, 68-9; S.A., VII, 196).

En Tres ensayos (1905) comenta, en un pasaje que data de 1915: "Por pulsin podemos entender al comienzo nada ms que el representante psquico (die psychische Reprsentanz) de una fuente de estmulos intrasomtica en continuo fluir; ello a diferencia del estmulo, que es producido por excitaciones singulares provenientes de afuera" (A.E., VII, 153, S.A., V, 76).

Conviene comparar estas tres afirmaciones con lo manifestado por Freud en el comienzo del captulo III de Lo inconsciente, donde diferencia ambos conceptos: pulsin y representante de la representacin (ver supra, pg.8).

En el Esquema del psicoanlisis, con la introduccin del ello, slo se trata de las pulsiones: "Llamamos pulsiones a las fuerzas que suponemos tras las necesidades del ello. Representan (reprsentieren) los requerimientos que hace el cuerpo a la vida anmica" (A.E., XXIII, 146; G.W., 17, 68).

En el Diccionario de Psicoanlisis de J. Laplanche y J.B. Pontaliz leemos que "la traduccin de Vorstellungsreprsentanz por representante de la representacin ira en contra del pensamiento de Freud (ya que) la representacin es lo que representa a la pulsin y no lo que sera a su vez representado por otra cosa" (Labor, Espaa, 1971, pg.389). No obstante, ambos autores reconocen "que Freud no utiliza el trmino representante del afecto que podra crearse por simetra con el de representante-representativo" (as traducen al representante de la representacin). Sin embargo, para Freud, la oposicin entre conciente e inconsciente carece de toda pertinencia respecto de la pulsin. Pues "una pulsin nunca puede pasar a ser objeto de la conciencia; slo puede serlo la representacin que es su representante". (Lo inconsciente, A.E., XIV,. 173). Por una parte, "esto no es simplemente Vorstellung sino, como Freud lo escribe en su artculo Lo inconsciente, Vorstellungsreprsentanz". Vale decir, "lo que hace de la Vorstellung, un elemento asociativo, combinatorio. Por esta va, el mundo de las Vorstellung ya est organizado segn las posibilidades del significante como tal. Ya a nivel del inconsciente esto se organiza segn ... las leyes de la condensacin y el desplazamiento". (J.Lacan, El Seminario, libro 7, La tica del psicoanlisis, Paidos, Bs.As., 1988, pg.78). Freud agrega, en el captulo II de Lo inconsciente, tal vez introduciendo cierta ambigedad, que "tampoco en el inconsciente puede estar representada (la pulsin) si no es por la representacin". Pero inmediatamente escribe: "entonces, cada vez que pese a eso hablamos de una mocin pulsional inconsciente o reprimida ... no podemos aludir sino a una mocin pulsional cuyo representante de la representacin es inconsciente (aqu la representacin vale como puro representante que se modula segn las leyes combinatorias del funcionamiento de la cadena asociativa), pues otra cosa no entra en cuenta" (Idem). Vale decir, "Freud pone el acento en el hecho que la represin -una mocin pulsional reprimida- se ejerce sobre algo que pertenece al orden de la representacin", (J.Lacan. El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanlisis, Paidos, Bs.As., 1986, pg.225), pero que, como acabamos de sealar, denomina Vorstellungsreprsentanz. Lo reprimido no es la significacin, lo representado, va deseo, de la pulsin, sino el representante que hace cadena con otros representantes. Por otra, subraya, a continuacin, en dicho cap.III de Lo inconsciente, que no es, en absoluto, el afecto lo que est reprimido: "la posibilidad de una condicin inconsciente falta ... por entero a sentimientos, sensaciones, afectos". No obstante, "en la prctica analtica estamos habituados a hablar de amor, odio, furia, etc., inconscientes, y aun hallamos inevitable la extraa combinacin conciencia inconsciente de culpa o una paradjica angustia inconsciente. Tiene este uso lingstico mayor significado aqu que en el caso de la pulsin inconsciente", cuando aun falta introducir, con la segunda tpica, el ello? No lo tiene pues aqu se trata del representante de la representacin. En cuanto a la represin primaria representa la ausencia de la representacin o, lo que es lo mismo, la ausencia del representante: "representa mi representacin all donde ella falta, donde no soy ms que una falta de sujeto. De all el trmino de Freud de representante de la representacin" (J.Lacan, La equivocacin del sujeto supuesto al saber, en Momentos cruciales de la experiencia analtica, Manantial, Bs.As., 1987, pg.30).

______________________________________________________________________ (4) En Pulsiones y en Schreber aparece la palabra alemana Reprsentant, cuya traduccin literal, al igual que Vertreter, es representante. En La represin, en Lo inconsciente y en Tres ensayos, en cambio, utiliza el trmino Reprsentanz, derivada del latn, ms abstracta que Reprsantant, que debe entenderse tambin como representante. Se trata de la funcin que desempean los Reprsentanzen: "la de ser puros representantes, y es indispensable que no entre en juego su significacin propia. El trmino Reprsentanz debe tomarse en este sentido. El significante ha de registrarse como tal est en el polo opuesto de la significacin. La significacin, por su parte, entra en juego en la Vorstellung" (J.Lacan, El Seminario, libro 11, ob.cit, pgs.228-9).(5) Las remisiones, salvo aclaracin, corresponden a O.C., Amorrortu editores (A.E.), Buenos Aires, 1978-85 y a Studienausgabe (S.A.), S. Fischer Verlag, Francfort del Meno, 1967-77.