Trabajo Topico
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Derechos humanos: Fundamentación o justificación – Daniel Jiménez Martínez
Fundamentar o justificar no son más que dos maneras de realizar el mismo
movimiento, es decir, legitimar los derechos humanos, dejando fuera la
problematización de estos derechos en particular y del derecho en general. Ambas
posturas llegan a lo mismo pero por medios opuestos, la fundamentación
esencializa ciertas cualidades humanas que acorazan a los individuos contra el
abuso, mientras que la justificación desencializa esas cualidades y las traslada del
ámbito de la naturaleza humana al de la pragmática, es decir, al de los
instrumentos a través de los cuales se manejan y articulan ciertas situaciones. Se
supone que la postura de la fundamentación ubica una dignidad inalienable en las
personas que no puede ser violentada sin incurrir en la falta moral más grave de
todas ni sin dar con esto indicios de una conducta inhumana que debe ser frenada
imperativamente. Mientras que el pragmatismo establece que los derechos
humanos sólo son herramientas para impulsar una convivencia pacífica entre los
individuos y las sociedades y que no tienen ningún correlato en ninguna esencia
humana sino que son una mera construcción discursiva que al igual que todas no
tiene ningún anclaje en realidad definitiva alguna.
La postura anterior tiene por trasfondo toda una teoría de la validez de los
discursos que consiste en definirlos a todos como re-descripciones del mundo que
con el paso del tiempo se van alterando, refinando y reformulando, no obstante, al
ser concebidos como reflejos de una realidad absoluta la dinámica que hay entre
ellos es de una pluralidad conflictiva, que el pragmatismo quiere resolver
neutralizando todos los discursos al reducirlos a re-descripciones, como ya
mencionamos, es decir, a metáforas, anulando así todo conflicto entre ellos al
confinarlos al contexto social donde son válidos y dejando en paz a los otros. Esta
postura se trató como posmoderna a lo largo del curso pero si realmente es así
entonces no puede ser sino moderna, pues sigue nadando dentro del círculo
mágico del idealismo, en tanto que cualquier discurso no es más que mera
prolongación del sujeto que lo emite y su validez es cuestión de mera arbitrariedad
subjetiva, de ahí que el pragmatismo los neutralice a todos como simples puntos
de vista y la filosofía y el resto de las disciplinas son tiendas de ropa en las que los
discursos se venden como prendas y no importa cuál sea la que escojas no estás
haciendo más que cumplir una sola función que es la vestirte, o sea, la de
adherirte a cierta metáfora. No obstante, ni los filósofos ni los sociólogos ni los
científicos, etcétera, son diseñadores de modas ni de metáforas.
El crítico literario Harold Bloom dice que la obra de Shakespeare abarca tantos
registros de la sensibilidad humana que al comentar algo sobre su trabajo en
realidad estamos hablando más de nosotros mismos que de él. Algo análogo
ocurre con el pragmatismo, nos habla más de sí mismo que de los discursos, sólo
nos dice que sus esquemas son tan abarcadores porque están formulados en
términos muy vagos y generales en los que es muy sencillo meter cualquier cosa,
lo mismo pasa con esta palabra, “cosa”, puedo definir a todo como una cosa no
porque en efecto la característica central del sacapuntas (o X) sea la de ser cosa
sino porque la palabra “cosa” es tan general que se puede predicar respecto de
cualquier ente.
Por otro lado, hay que reconocer los fines pragmáticos que satisface esta
postura ya que a la hora de la discusión cualquier crítica o postura que se oponga
a esta perspectiva de re-descripciones se despacha inmediatamente como una re-
descripción más, dando la razón involuntariamente al pragmatismo, esquema que
se anticipa e incluye virtualmente sus críticas relativizándolas a su favor por más
opuesto que sea el contenido de las mismas. Ante esto, hay que cuidarse de no
caer en el polo extremo, es decir, el esencialismo, que aquí representaría la
postura de la fundamentación, pues no sólo desde esa trinchera puede uno
desmontar el relativismo. Hay que notar también que el conflicto entre
fundamentación y justificación tiene como fondo el antiguo conflicto entre
relativismo y absolutismo. La refutación aristotélica de que el relativismo absolutiza
la ausencia de principio absoluto no nos sirve por ahora.
El relativismo no es una postura que surja del análisis de los discursos aislados
de sus mediaciones, es decir, no nace autónomamente ni ex nihilo a partir de un
contacto directo y real con las formas de pensamiento. El relativismo es una forma
limitada de la consciencia o del pensamiento que refleja en el ámbito de la teoría
una tendencia social que encamina a la individualización y que en el plano del
pensamiento dirige a la conformación de todas las formas de pensamiento como
mónadas, incomunicadas entre sí, y que no tienen absolutamente ningún
contenido de verdad que pueda legitimarse a partir de cierto reflejo de lo real. El
relativismo reduce todo pensamiento a subjetividad para dejar intacta la
objetividad, es decir, la sociedad, una vez que todo pensamiento se anula a sí
mismo como relativo no le queda de otra que reproducir la dinámica social porque
cree que cualquier intento de cambiarla sería una torpeza dado que no puede
reflejarla totalmente, más aún, ya que toda postura es relativa cualquier pretensión
de articular una nueva se entiende ya como el deseo fascista de imponerse al otro,
siendo que esto ocurre ya cotidianamente a través de toda una serie de
costumbres, aparatos ideológicos, industria cultural, etcétera.
Lo mismo ocurre cuando burguesamente se pide a la teoría articular una praxis
inmediatamente, la conexión directa con ésta le permite a cierta teoría poder ser
tomada en serio y no ser descartada acríticamente como especulación ociosa, no
obstante, las deficiencias en la teoría devienen deficiencias en la praxis y si bien
es a través de la práctica que se transforma la realidad es a través de la teoría que
se transforma la praxis. Por su parte, el relativismo es la postura de quienes
aborrecen el pensamiento porque a través de él es posible cambiar la estructura
actual, en vez de eso, se prefiere tomar a la estructura actual por la realidad
última, descartar cualquier pensamiento como distracción frívola y dedicarse al
trabajo práctico.
Aquí todavía puede alegarse que lo que digo es una re-descripción más, sin
embargo, siendo que esta treta sólo funciona como instrumento para la
autoconservación y no para la reflexión que se niega a tomar las caricaturas por
realidades esta crítica no afecta ya el núcleo de la idea real ni lleva a la idea a
neutralizar su contenido de verdad porque lejos de absolutizarlo sabe que por
estar articulada lingüísticamente inmoviliza cierta realidad y le da un orden que
acaso la realidad no tenga, y al escribirlo de cierta manera pareciera que entiende
a la realidad como algo fluido igual que un texto, pero es que distinguir entre el
lenguaje y lo no-lingüístico no hace del lenguaje algo completamente falso ni hace
de lo no-lingüístico un obstáculo infranqueable para el pensamiento. La idea de
una realidad externa inaccesible al pensamiento también no es más que una
postura que puede ser relativizada igual que todas pero que, como vimos en clase,
se privilegia a sí misma por encima de las otras por ser la más incluyente, esta
inclusión ya quedó desmontada al señalar al principio que sólo es así porque
propone categorías tan generales que cualquier discurso cabe ahí, sin embargo,
como decía Adorno, lo que está pensado en términos generales está mal
pensado, por lo que reducir todas las filosofías a re-descripciones sólo es
caricaturizarlas, estereotiparlas, no equivale a comprenderlas ni a señalar un
núcleo común a todas que las permita manejar a todas, al contrario.
Posteriormente, se apunta que el campo de la argumentación teórica es
completamente estéril a la hora de buscar una convivencia pacífica que no
satanice las diferencias, se apuesta mejor por el sentimentalismo, es decir,
persuadir al otro apelando a su sensibilidad, manejar las crisis políticas como las
personas que van a resolver sus conflictos a Laura o Cosas de la vida y decir
cualquier cosa para crearnos una imagen de buenos y que la conductora del
programa no nos regañe tan feo y mejor se ponga de nuestra lado. Esto es más
fácil porque no requiere pensar tanto y por ende no es tan cansado, ni siquiera hay
que fijarse en toda la argumentación filosófica que subyace a todo esto, se supone
que la sensibilidad no está mediada intelectual ni culturalmente, que la mente y los
sentimientos son realidades completamente ajenas que no se median la una a la
otra, y que en todo caso si es que los asiáticos no sienten lástima por los niños
que trabajan todo el día haciendo tenis pues basta con que Estados Unidos invada
aún más su cultura para crearles esa lástima (como si el que estén en esa
situación no fuera por Estados Unidos), también se pueden escribir haikus que
concienticen a esa cultura. Lo mismo se puede hacer con los musulmanes,
recordemos cómo luego del 9/11 George Bush aclaró que el Islam es una religión
amorosa y fraternal, dando entender así que no todos los musulmanes son
terroristas. Esta perspectiva tan limitada del sentimentalismo y la exageración de
sus alcances muestran una vez más que no se problematiza realmente nada, sino
que se expone de manera que beneficie a nuestra postura y se demerite a la de
los demás porque la postura va antes que la reflexión y la comprensión porque lo
que vale es llegar con los amigos con una postura bien definida para poder discutir
todos a gusto.
Otra vez, no existe realmente una contradicción o un conflicto, la razón o el
sentimiento sólo son dos vías diferentes para legitimar los derechos humanos
igual que la fundamentación o la justificación, discutir sobre la efectividad de
ambas es ya aceptar al pragmatismo como criterio, su confrontación sólo nos
aclara las diferencias que hay entre ellas pero prácticamente no nos alumbra nada
sobre el problema de los derechos humanos y su capacidad para cumplir las
metas que se propone y sobre la legitimidad de dichas metas, porque estas
reflexiones se sitúan en un estado previo al de los derechos humanos y sus
problemas. Esto es porque se sigue trabajando bajo un esquema moderno, como
Kant o como Husserl, ellos articulaban sus ideas en un estadio de fundamentación
del saber que no es en sí mismo un saber sino más bien la descripción de las
condiciones para que dicho saber tenga lugar, la fenomenología, por ejemplo, es
un método que meramente quiere describir un proceso a través del cual se
aprehende la estructura general de un fenómeno, pero conocer ese proceso no
equivale a conocer todos los fenómenos, igualmente Kant no pretende que se
abandonen los estudios científicos y filosóficos para dedicarnos todos a las
reflexiones de sus críticas. Hay que notar que la filosofía moderna determina
nuestra forma de pensar más de lo que imaginamos y no podemos superarla
rascándonosla como a una comezón como quisieran hacer pensar varios
contemporáneos, aparte de los pragmatistas.
Creo que para problematizar realmente los derechos humanos se debe criticar
primero al derecho como tal que fija de antemano una dinámica de legalidad e
ilegalidad, de lo lícito y lo ilícito, produciendo así cierta dinámica que puede ser
controlada por quienes legislan. Michel Foucault entiende que, por ejemplo, el
sistema penal no es un aparato a través del cual se hace efectiva la distinción
entre lo legal y lo ilegal, sólo se caracteriza así para legitimarse, más bien es un
espacio que administra la ilegalidad, manteniéndola en niveles aceptables y
haciéndola trabajar a su beneficio, esto se nota claramente en el hecho de que
hay ilegalismos que no suelen castigarse, por ejemplo, el soborno a los policías, el
contrabando de petardos, la venta de bebidas alcohólicas a menores de edad,
etcétera. Quienes administran la riqueza también administran la miseria, todo
mecanismo que reprime algo produce otra cosa.
Esto nos puede llevar a la idea de que con las iniciativas de los derechos
humanos se pretende crear un órgano que permita mantener controlados los
conflictos que se dan en los países tercermundistas (Medio Oriente,
Latinoamérica, África) para que no se salgan de las bisagras y afecten también a
los países del primer mundo, es decir, es una estrategia a través de la cual los
países desarrollados protegen su patrimonio y su posición en la dinámica mundial,
sustentada en una buena economía. El Holocausto fue una barbaridad que no
debe repetirse, sin embargo, también a causa de la nazi Operación Krüger la
economía de Inglaterra se vio perjudicada hasta mucho después de la guerra
¿pero esto significa que los derechos humanos son obra de unos desalmados que
sólo piensan en el dinero? ¿Organizaciones como la UNESCO no han realizado
trabajos admirables para mejorar las condiciones de vida de las personas más
desfavorecidas? ¿No es bastante ridículo decir que los derechos humanos son
sólo uno de los medios para instaurar un nuevo orden mundial neoliberal y
malvado?
Antes que nada debemos aclarar que si bien a través de los derechos
humanos se han alcanzado mejores condiciones de vida para un grupo
considerable de personas eso no los exime de la crítica, debemos cuidarnos de no
endeudarnos moralmente, limitando el cuestionamiento porque a caballo regalado
no se le ve el diente. Por otra parte, no creo que los derechos humanos formen
parte de una estrategia para instaurar un orden mundial porque las tendencias
sociales se mueven hacia una descentralización de los componentes de la
dinámica social, es decir que una centralización mundial no es una alternativa
viable porque muchas cosas ya ocurren fuera de los alcances Estado y por ende
del derecho, estos dos dispositivos ya no pueden abarcar la totalidad de las
relaciones sociales ni controlar sus funcionamientos porque se mueven en
espacios distintos, y de hacerlo sólo podrían hacerlo de forma muy violenta, lo que
tampoco es viable porque eso generaría una contra-violencia proporcional a la
ejercida por ellos, de hecho, muchas de las protestas de la actualidad son formas
en las que la gente que es marginada por la cosmovisión dominante se hace notar
a sí misma como un problema que debe ser atendido, por otra parte, también
suele decirse que el neoliberalismo y la globalización pretenden establecer modos
de vida iguales para todos, no obstante, el capitalismo al ser sólo un tipo de
economía puede integrar cualquier diferencia que no afecte las relaciones
económicas que él sostiene, en otras palabras, mientras la gente se desempeñe
adecuadamente en el campo laboral y en el espacio público en privado puede
hacer lo que quiera. La verdad es que el capitalismo también es una cultura que
ensalza la productividad por encima de todas las cosas que lleva a una
transformación de la cultura y la moral.
Las relaciones económicas también median las relaciones culturales y si la
individualidad sólo puede ser articulada en privado entonces no tiene mucho
sentido tener una para empezar. Esta fuerte individualización es el otro lado del
modo neoliberal, ya que bajo su estructura las mercancías y las materias primas
pueden circular más libremente, sin embargo, las personas se segregan cada vez
más, las leyes migratorias se vuelven cada vez más rigurosas, los conflictos entre
grupos políticos se vuelven cada vez más frecuentes, las incompatibilidades entre
cosmovisiones autóctonas y occidentales se tornan cada vez más problemática
igual que la brecha entre la gente y el Estado. Ante esto no hay que sorprendernos
cuando se proclama la relatividad de todos los discursos como algo inherente y
esencial a ellos en lugar de tomar esto como reflejo de un mundo social, sin
embargo, no podemos trabajar con la perspectiva pragmática porque re-afirma la
individualización en vez de problematizarla.
Los derechos humanos pueden fundamentarse o justificarse pero no debemos
proyectar en ellos la solución a todos los antagonismos. Tampoco podemos apelar
a una naturaleza humana porque esto entra en conflicto con quienes no creen en
una naturaleza humana y con quienes, por ejemplo, no conciben a la dignidad
como algo esencial a las personas. Tampoco crea que se deba establecer un
discurso que al relativizar a los otros se vuelve árbitro de ellos en función de
intereses pragmáticos porque eso también es una centralización de la dinámica
que entra en conflicto con la descentralización de las prácticas a la que tiende el
mundo contemporáneo.
Los derechos humanos sólo llegan al plano más superficial de los problemas
que es su expresión violenta, siendo que ésta sólo es resultado de toda una serie
de componentes estructurales articulados en el corazón de la sociedad y sus
individuos, por lo que proponer otra estructura más pacífica no resuelve nada si
esta estructura no está tan arraigada en las personas como aquella en la que ya
viven. Así tampoco pueden resolver todos los problemas del mundo porque
también son origen de más problemas, lo mismo ocurre con toda postura que
proponga un solo medio a través del cual se solucionen el resto de los problemas,
que en la actualidad son muchas, por ejemplo, los derechos humanos y sus
defensores entienden que cuando estos sean respetados por todos entonces ya
no va a haber ningún problema, las feministas defienden que una vez lograda la
equidad de género el resto de las desigualdades (económicas, culturales,
etcétera) también desaparecerán, los comunistas piensan que con el comunismo
se alcanzará la equidad de género, el respeto a los derechos humanos, etcétera.
Cada discurso de absolutiza a sí mismo y entiende como núcleo determinante
de la sociedad aquel aspecto del que se ocupa, sea la economía, la cultura, el
derecho, el arte, etcétera. Aquí me acerco al extremo pragmático del que quería
alejarme desde un principio, o sea, a la postura de que todos estos discursos son
todos relatividades que deben reguladas y arbitradas en aras de un bienestar
común, sin embargo, yo no creo que alguna vez pueda haber tal cosa como la paz
mundial ni siquiera en un nivel teórico en el que todas las posturas se lleven bien.
La misma filosofía nos muestra que no puede ser así. El racionalismo se articula
en contraposición con el empirismo y viceversa. El concepto de relativismo refiere
a su opuesto el absolutismo para articularse y ser comprendido. Las teorías no
pueden salir ellas solas de la nada ni son autosuficientes como para que puedan
ser parceladas todas y no haya ningún conflicto entre ellas. En el plano humano
tampoco puedo apelar al sentimiento de la gente porque además de tener esto por
demagógico y populista lo cierto es que no garantiza nada. Mucha gente sabe y
siente diariamente que la sociedad en la que vive está pero eso no significa que
vaya a cambiar radicalmente de forma de vida para cambiar eso, muchas de esas
personas están en contra de las protestas y cosas por el estilo. Tampoco creo que
se trate de surgir con nuevas teorías y metáforas que irán cumpliendo la tarea de
integrar a todos en una dinámica armónica porque antes de sintetizar todo las
teorías generan otra dinámica de contradicción. Tampoco me parece que haya
que hacer como William Faulkner y determinar a partir de todas las barbaries que
la humanidad no merece ser salvada y que no debe ser tomada como un
sucedáneo de Dios (como apuntaba Pessoa) desembocando en un nihilismo que
acepta pasiva e indiferentemente el curso del mundo. Lo más pertinente sería
concluir que este ensayo lo plantea todo como la paradoja de Aquiles y la tortuga,
a cada paso se multiplica la distancia que nos separa de la meta, que este ensayo
va dialécticamente de una tesis que se desarrolla inmanentemente hacia su
antítesis, de la negación de lo pragmático al establecimiento de metáforas de
contradicciones y personajes griegos. Concluyo sobre todo que las propuestas
utópicas de bienestar no son el camino porque entran en conflicto con otras
propuestas análogas, tampoco es posible oponer otra postura que niegue las
propuestas de bienestar porque las refuerza y termina por devenir una de ellas en
tanto que se define en relación con ellas y se ubica dentro del horizonte trazado
por ellas. Creo que todo este ensayo es prueba de ello. No pienso bien porque
estoy pensando todo esto en términos muy generales que identifican los
fenómenos tratados con algo que no son antes de concebirlos en aquellas
particularidades que los definen realmente.
Bibliografía
- Adorno, Th. W. Dialéctica negativa. Akal. Madrid. 2011.
- Foucault, Michel. Historia de la sexualidad: La voluntad de saber. Siglo XXI.
México. 1977.
- Zizek, Slavoj. Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales. Austral. Barcelona.
2009.
- Bourdieu, Pierre. Las estrategias de la reproducción social. Siglo XXI. Buenos
Aires. 2011.