Trabajo Tomás

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Santo Tomás de Aquino Alumna: Carolina Anciones Santo Tomás de Aquino, “el doctor angelicus”, un hombre infatigable, tenaz, de inteligencia prodigiosa que propugnó la adecuación de los dictados de Aristóteles al cauce del espiritualismo cristiano. Nació en el 1225 y se crió en un ambiente de gran nobleza, de armas, de cultivo de las letras, de relaciones sociales y de profunda piedad religiosa. Este dominico italiano, jamás ocioso, que enseño en distintas ciudades y escuelas europeas fue capaz de encontrar una obra que suma más de ocho millones de palabras. Su sistema, que debe tanto a la teología como a la filosofía hace de Tomás de Aquino un pensador moderno, un espíritu que asimila el sentido mas profundo del termino “eclectismo”. Texto para comentar La segunda es la que se deduce de la causa eficiente . Pues nos encontramos que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, quea lgo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente

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Santo Tomás de Aquino

Alumna: Carolina Anciones

Santo Tomás de Aquino, “el doctor angelicus”, un hombre infatigable, tenaz, de inteligencia prodigiosa que propugnó la adecuación de los dictados de Aristóteles al cauce del espiritualismo cristiano. Nació en el 1225 y se crió en un ambiente de gran nobleza, de armas, de cultivo de las letras, de relaciones sociales y de profunda piedad religiosa.

Este dominico italiano, jamás ocioso, que enseño en distintas ciudades y escuelas europeas fue capaz de encontrar una obra que suma más de ocho millones de palabras. Su sistema, que debe tanto a la teología como a la filosofía hace de Tomás de Aquino un pensador moderno, un espíritu que asimila el sentido mas profundo del termino “eclectismo”.

Texto para comentar

La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, quea lgo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera a la que todos llaman Dios.

1. Descripción del contexto histórico cultural y filosofico que influye en el autor junto con su biografía.

2. Comentario de texto:

Explicación de las expresiones subrayadas.Exposición de la temática.Justificación desde la posición filosófica del autor.

3. Relación del tema con otra posición filosofica y valoración razonada de su actualidad.

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1. Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor:

La caída del Imperio Romano de Occidente en el siglo V marca para los historiadores el comienzo de La Edad Media en Europa. Este periodo suele verse como una ruptura con la tradición cultural grecolatina, provocada principalmente por la profunda decadencia de los modelos sociales, políticos, económicos e ideológicos en los que se asentaba el mundo clásico. La crisis económica hace que desaparezcan prácticamente las actividades industrial y comercial, así como la clase social burguesa que surgía de las mismas. De este modo las ciudades sufren un fuerte retroceso y Europa se convierte en una sociedad rural, gobernada por una nobleza terrateniente, y con una economía de subsistencia basada casi en exclusiva en la agricultura. Como consecuencia, la cultura sufre un profundo estancamiento. Toda actividad cultural se refugia en los monasterios, y en el omnipresente marco ideológico del cristianismo. Toda la sociedad medieval estará dominada por un pensamiento teocéntrico. En esta situación, el logos griego se verá arrinconado, aunque aún sobrevivirá la Filosofía. Eso sí, bajo la forma desvirtuada de una filosofía oficial cristiana, sometida a la religión, a la que no puede discutir sus preceptos.

Sin embargo, en el siglo XIII, el que le toca vivir a Tomás de Aquino, este panorama había cambiado significativamente. Estamos en la llamada baja Edad Media, y poco a poco Europa va preparándose para entrar en la Edad Moderna recuperando muchos de los elementos que hicieron posible el esplendor de la cultura clásica. Asistimos a un renacimiento de la vida urbana debido a la revitalización de la artesanía y el comercio y, con ellos, el resurgimiento de una incipiente burguesía que ya empieza a reclamar mayor protagonismo social. El románico da paso al gótico y, junto a las catedrales, se construirán también ayuntamientos, palacios y universidades. Estas últimas, irán convirtiéndose con el tiempo en los principales centros culturales, quitándole la exclusividad a los monasterios. La Suma teológica de Tomás de Aquino es, de hecho, un manual universitario.

Aún así, la tierra sigue siendo la base de la economía y de la sociedad. La mayor parte de la población seguía viviendo en el campo, sometida por relaciones de vasallaje a una aristocracia feudal terrateniente que seguía siendo la clase dominante. Tampoco había perdido vigor la omnipresencia ideológica del cristianismo y del pensamiento teocéntrico, aunque también la Iglesia fue sensible a los nuevos tiempos experimentando cambios significativos como la aparición de las órdenes mendicantes, como los franciscanos y los dominicos (orden a la que pertenecía Tomás de Aquino) que combatían nuevos peligros para la hegemonía de la fe, como el judaísmo, el Islam o las herejías del propio cristianosmo

La escolástica había estado dominada hasta entonces por la síntesis platónica realizada en el siglo V por Agustín de Hipona. El platonismo era el pensamiento dominante en la filosofía griega en el momento en que irrumpió el cristianismo, pero también el más fácil de encajar en su visión del mundo. Sin embargo todos los cambios producidos

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durante la baja Edad Media acabarían repercutiendo en la filosofía escolástica oficial, que también experimentó cambios significativos a partir del siglo XIII. Pero, en este caso, fue un suceso accidental el que precipitó los acontecimientos: la aparición de las obras originales de Aristóteles que se creían perdidas. Fueron los árabes (que vivían por entonces un momento de ilustración cultural) quienes un siglo antes realizaron este descubrimiento. Cuando las obras de Aristóteles y las de sus comentaristas árabes se conocieron en la Europa cristiana se descubrió, en contra de lo que se creía, que el pensamiento de este filósofo se contradecía con varios preceptos fundamentales del cristianismo. El más relevante de estos comentaristas arabes fue Averroes al que hay que entenderlo como un aristotelismo arabizado, siendo el primer comentarista del Estagirita adaptando por primera vez el mçpensamiento aristótelico de la religión. Se convertira en el filósofo de referencia de los aristotélicos incluido de Santo Tomás.

Una corriente crítica, conocida como averroísmo latino, puso de manifiesto esta contradicción. Esto provocó una gran conmoción, debido al inmenso prestigio que por entonces tenía Aristóteles, al que se conocía por fuentes indirectas de comentaristas de corte platónico, por lo que se tenía un conocimiento deformado de su pensamiento. Por su parte Maimónides con la guia de los descarriados en las que propone asentar las creencias judias sobre bases arristotélica, adaptara posiciones sobre la relación y fe similares a la de Santo Tomas. La obra de ambos obtuvo gran difusión en Europa.

Sólo el genio de Tomás de Aquino fue capaz de resolver la crisis al salir airoso del reto de encajar Aristóteles con el cristianismo, en una nueva y monumental síntesis que dominaría la escolástica en lo sucesivo. A pesar de todo, la hegemonía ideológica de la religión cristiana quedó en evidencia, viéndose obligada a reaccionar al ritmo que la filosofía le marcaba. El logos griego mostró una inesperada fortaleza en una actividad, como la filosofía, a la que se creía sometida y desnaturalizada bajo el yugo de la fe. El empuje de la razón ya no pararía a partir de aquí, preparando a occidente para la entrada en la modernidad

Biografia

Tomás nació en 1225 en Roccasecca, un castillo situado en la cumbre de una montaña, cerca de Aquino, Italia.

Cuando tenía cinco años, entró al monasterio benedictino de Montecassinodonde comenzó a estudiar. Dado que el monasterio se convirtió en un campo de batalla, Tomás fue transferido por su familia a la Universidad de Nápoles.

Fue en esta ciudad donde entró en contacto con los escritos deAristóteles y con la orden mendicante de los dominicos. Se graduó de la Universidad en 1243, luego de lo cual fue confinado en su castillo familiar durante dos años debido a que su madre se oponía a su ingreso en una orden mendicante.

En 1245, mientras estudiaba en París, Tomás conoció al escolástico alemán Alberto Magno, a quien acompañó en su viaje cuando fue enviado como profesor a Colonia,

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durante 1248. Este filósofo alemán era autor de unos escritos en los que simplificaba las obras de Aristóteles. La relación con Alberto Magno fortaleció el interés de Tomás por el pensamiento del antiguo filósofo griego.

Luego volvió a París donde completó sus estudios y se desempeñó como maestro ocupando el puesto destinado a los dominicanos en la Facultad de Teología. Durante los próximos diez años pasaría por varias casas de dominicos y sería parte de la corte papal.

Estando en Roma, fue llamado desde Paris para confrontar el revuelo causado por lo que se llamó Averroísmo Latino y Aristotelismo Heterodoxo. Falleció en el año 1274, luego de una breve enfermedad mientras viajaba al Concilio de Lyon.

Tomás de Aquino fue un filósofo eminentemente aristotélico. De Aristóteles adoptó el análisis de los objetos físicos, su visión de los lugares, el tiempo, y el movimiento, su prueba del primer motor, y su cosmología. Escribió su propia descripción sobre el pensamiento de Aristóteles en lo que se refería a percepción de los sentidos y conocimiento intelectual. Basó su filosofía moral en la de Aristóteles y escribió explicaciones convincentes desde un punto de vista religioso sobre el significado de la obra Metafísica del filósofo griego.

Obras:

El resultado de su obra fue un fuerte impulso del aristotelismo que originó el período conocido como Renacimiento. Su tarea puede ser vista como un colosal esfuerzo por reconciliar la fe y la razón, una convivencia que sobrevivió hasta el surgimiento de la física moderna.

La vida académica e intelectual ocupó todos los esfuerzos de nuestro autor. Su vida se plasma en su obra, y en su tarea como docente en diversas ciudades: París, Nápoles, Anagni, Orvieto… Sus comentarios a obras aristotélicas y sus dos grandes Summas son sin duda las más representativas. La Suma contra gentiles es una obra eminentemente filosófica. La Suma teológica es su obra de madurez, redactada en una época complicada para la universidad de París, cuando dominicos y agustinos estaban enfrentados, y cuando, por otro lado, las órdenes mendicantes eran cada vez más cuestionadas por su labor crítica. Esta última quedó inconclusa, pues Sto. Tomás dejó de escribir a partir de una experiencia mística en 1273, muriendo al año siguiente.

Comentarios a obras aristotélicas: Comentarios al “De Anima” (1266-72) y su obra original sobre el ente y la esencia. (1250-56). Comentarios a la “Física” (1268) y su obra original Suma contra Gentiles (1260). Comentarios a la “Metafisica” (1268-72) : (1261-69) Compendio de Teología y la Suma teológica (1266-73) . (1269) Comentarios a la “Ética a Nicómaco”: (1266-67) Del alma y de (1266-69) De las virtudes en general.

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2. Comentario de texto:

Explicación de las expresiones subrayadas.

Causa eficiente: La causa eficiente es una de las cuatro causas que intervienen en todo proceso según Aristóteles y también según Tomás de Aquino. Las otras tres son la final, la material y la formal. Se conoce también como causa agente y es aquella que inicia el movimiento, es decir, el agente que hace que los demas objetos pasen de estar en potencia a ser el acto. Para Aristóteles en los procesos naturales (no así en los artificiales) las causas eficiente, final y formal coinciden y se corresponden con el acto. La causa material sería la potencia. Para Tomas de Aquino esta causa eficiente seria Dios, la primera causa eficiente de la que todo procede.

Dios: Dios es aquello que se pretende demostrar en todas las vías tomistas y se define con distintos atributos según la vía que elijamos. Así, puede ser motor inmóvil, acto puro, causa primera, o inteligencia pura que hace que exista orden y ley .En este caso Dios se entiende como la primera causa de la seria infinita de causas, la causa eficiente de todas las cosas, a la que todos los hombres llaman Dios. No corresponde como para Platón en el que el demiurgo es un Dios menor que modela el mundo de las ideas,sino que para Tomas es el creador.

No es posible prolongar indefinidamente las causas eficientes. Todo efecto tiene una causa, esa causa es a la vez efecto de otra causa y así sucesivamente, por lo que puede decirse que en la naturaleza hay un orden de causas eficientes nada puede ser la causa de si mismo por que para serlo tendria que haber existido antes de si mismo. Por lo que debe haber una primera causa eficiente que produce todas las demas que todos llaman Dios.

Exposición de la temática.

El texto es un fragmento perteneciente a una de las célebres cinco vías que Tomás de Aquino propone como pruebas que demuestran la existencia de Dios. Todas ellas siguen prácticamente la misma estructura: se constata un hecho de experiencia, se acepta el principio de causalidad, se afirma la imposibilidad de una cadena infinita de causas y se concluye con la necesidad de una primera causa incausada a la que llamamos Dios.

Ésta en concreto es la segunda vía, la de las causas y los efectos. Al igual que la vía primera, es también genuinamente aristotélica. Le es sugerida por el libro II de Metafisica y está inspirada en su concepto de causa.Toma el punto de partida en el mundo sensible.

La prueba fue usada también por Avicena y Alberto Magno. De las cuatro causas aristotélicas (material, formal, eficiente y final), la causa eficiente o agente es la que coincide con el concepto moderno de causa, como aquello que inicia un proceso. Se observa que en la naturaleza todos los fenómenos tienen una causa que los produce. En este caso, la aplicación del principio de causalidad es más pertinente que en ninguna otra vía: todo efecto tiene una causa. Esta causa es a la vez efecto de otra causa, y así

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sucesivamente, por lo que puede decirse que en la naturaleza hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, la cadena de causas eficientes no puede ser infinita. Nada puede ser la causa de si mismo por que para serlo tendria que haber existido antes de si mismo. Y si la cadena fuera infinita, no existiría una primera causa eficiente, por lo que no habría ni efecto último ni causa intermedia. Decir que hay infinitas causas es como decir que no hay ninguna. Por tanto es necesario que exista una causa primera, que es a la que todos llaman Dios.

La Primera vía para demostrar la existencia de Dios es conocida como la del movimiento. Es la más aristotélica de todas ellas, aunque el argumento fue también usado por Maimónides y Alberto Magno. El hecho del que se parte es el de la existencia del movimiento en la naturaleza. Tomás de Aquino acepta la definición aristotélica de movimiento según la cual se trata de un tránsito de la potencia al acto. En esta concepción el acto tiene prioridad sobre la potencia, lo que implica que todo lo que está en potencia, si finalmente pasa de la potencia al acto, es decir, se mueve, debe la causa de su movimiento a algo que está en acto.

Tomás de Aquino expresa esta idea diciendo que todo lo que se mueve es movido por otro que ya se encuentra en acto. De este modo se establece el principio de causalidad. Llamamos motor a todo aquello, todo acto, que mueve a otra cosa. En principio cada motor tiene a su vez a otro motor que lo mueve, pero según Tomás de Aquino no pueden existir infinitos motores, pues si todos ellos están siendo movidos al mismo tiempo, no podría explicarse el movimiento de ninguno de ellos. Decir que existen infinitos motores es como decir que no existe ninguno. De ahí que se considere necesario que exista un primer motor,un acto puro que inicie el movimiento de todo lo demás. Se trataría de un primer motor inmóvil pues ya no sería movido por ningún otro motor. Y este es al que todos llaman Dios. Tomas llama a este argumento la via Manifestior y en la suma contra los gentiles la desarrolla en considerable extensión.

La tercera Vía se denomina Vía de la contingencia y es la mas importante de todas ellas puesto que el argumento de la contingencia se basa en que todo tiene su razón por la cual existe: el movimiento o cambio debe tener su razon en el motor inmovil, la serie de efectos y causas en una causa incausada, la perfección limitada en una perfección absoluta y la finalidad y el orden en una inteligencia ordenadora. Así esta vía rige a todas las demás.

La tercera prueba de basa en el hecho de que algunos seres comienzan a existir y perecen, lo que muestra que pueden ser y no ser, que son contingentes y no necesarios puesto que si fueran necesarios siempre habrían existido y ni empezarían a ser ni perecerían. Santo Tomas argumenta entonces a que debe der haber un ser necesario, el cual es la razón por la que todos los seres contingentes llegan a existir y es al que todos los hombres llaman Dios. Si no hubiera ningun ser necesario, no existiria nada en absoluto.

La cuarta vía es sugerida por algunas afirmaciones de la Metafisica de Aristoteles y se encuentra substancialmente en San Agustín. Toma su punto de partida en los grados de

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perfección, de bondadn, de verdad etc. En las cosas de este mundo que permiten formular comparaciones tales como “esto es mas bello que esto “o “esto es mejor que aquello”. Suponiendo que tales juicios tienen un fundamento objetivo, Santo Tomás argumenta que los grados de perfección implican necesariamente la existencia de un óptimo, un maximamente verdadero, perfecto el cual sera el ser supremo (maxime ens) al que todos los hombres llaman Dios.

La quinta y última vía consiste en la prueba teleológica, por la que Kant sentía un considerable respeto en razón de su antiguedad, claridad y poder persuasivo aunque de acuerdo con los principios de la crítica de la razón pura, se negase a concederle carácter demostrativo.

Tomás argumenta que observamos objetos inorganicos que operan por un fin y como eso ocurre siempre no puede deberse al azar sino que debe ser el resultado de una intención, pero los objetos inorgánicos carecen de conocimiento no pueden tender hacia un fin a menos que sean dirigidos por alguien inteligente “como la flecha es dirigida por el arquero” así pues, existe un ser inteligente po el cual las cosas naturales estan dirigidas a un fin. En la suma contra los gentiles subraya la cooperación de muchos objetos en la realización del orden o armonia único en el mundo y que cosas con cualidades diferentes incluso contrarias cooperan hacia la realización de un dolo orden, denominado causa inteligente o Proviendencia. Tomas concede preferencia a la primera, a la vía manifestior sosteniendo que se requiere de un razonaniemto ulterior para mostrar que no se trata de un demiurgo sino del creador.

c. Justificación desde la posición filosófica del autor.

La cuestión de la existencia de Dios es uno de los lugares comunes de la filosofía cristiana medieval. Tomás de Aquino expone este problema haciéndose dos preguntas sucesivas: 1. ¿Es necesario demostrar la existencia de Dios? y, en caso afirmativo, ¿Es posible hacerlo?

Antes de demostrar la existencia de Dios Tomas procuró mostrar que no es inutil facilitar tales pruebas, ya que la existencia de Dios no es propiamente hablando, una idea innata ni “Dios existe es una proposición cuya contradictoria sea inconcebible.

Para nosotros ciertamente, que vivimos en un mundo en el que el ateismo es común, en el que filosofias poderosas e influyentes eliminan o excluyen la noción de Dios, en el que multitudes de hombres y mujeres son educados sin ninguna creencia en Dios parece perfectamente natural pensar que la existencia de Dios necesita ser probada.

Pero Tomás de Aquino no vivía en un mundo en el que el ateismo sistematico fuera común y hubo de tener encuenta no solo formulas de anteriores cristianos que parecían implicar que el conocimiendo de la existencia de dios es innato en el hombre sino tambien el famoso argumento de San Anselmo que pretende mostrar que la no existencia de Dios es inconcebible o de San Agustín de Hipona que pensaba que se podía acceder a Dios buscando en el interior de la propia alma. Tomás de Aquino,

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Explica que ese conocimiento natural de Dios en los hombres es confuso y vago y que necesita de una eludación que lo convierta en explicito. El hombre tiene un deseo natural de felicidad (beatitud) y un deseo natural supone un conocimiento natural pero aunque la verdadera felicidad solamente ha de buscarse en Dios no se sigue de ahí que todo hombre tenga un conocimiento natural de Dios como tal: el hombre tiene una idea vaga de felicidad puesto que la desea pero puede pensar que la felicidad consiste en el placer sensual o la posesión de riqueas y se necesita de una reflexión ulterior antes de que pueda reconocerse de que la felicidad solamente puede encontrarse en Dios. En otras palabras, aunque el deseo de felicidad pueda constituir la base para una prueba de la existencia de Dios, la prueba no deja de ser necesaria.

2. La idea de Dios solo se conoce por reflexión. Si un hombre afirma que no hay verdad alguna, afirma inevitablemente que es verdad que no hay verdad alguna por lo que en cierto sentido existe siempre una verdad. Pero de ahí no se sigue que haya una verdad primera, una fuente de verdad: Dios. Para reconocer tal cosa se necesita de una reflexión ulterior. Del mismo modo, aunque es verdad que sin Dios no podemos conocer, no se sigue de ahí que al conocer algo tengamos un conocimiento actual de Dios, puesto que la influencia de Dios que nos capacita para conocer algo, no es objeto de intuición directa sino que solamente se conoce por reflexión.

A este respecto Tomas de aquino distingue dos tipos de verdades: Las que son evidentes en sí mismas pero no para nosotros (per se notum secundum se) y las que son evidentes en sí mismas y para nosotros (per se notum quoad nos). Verdades como el todo es mayor que sus partes son evidentes en sí mismas y para nosotros (quoad nos), basta con poseer el concepto de todo y el de parte. La proposición Dios existe es evidente en sí misma (secundum se) pero no para nosotros, por eso hay que demostrarla. Se dice que una proposición es per se notum secundum se cuando el predicado esta inscrito en el sujeto (el hombre es animal), puesto que precisamente el hombre es un animal racional.

La proposición de que Dios existe es per se nota secundum se, puesto que la esencia de Dios es su existencia y no podemos conocer la naturaleza de Dios ( lo que Dios es) sin conocer su existencia. El hombre llega al conocimiento de que la esencia de Dios es su existencia despues de haber llegado a conocer la existencia de Dios ya que el hombre no tiene un conocimiento a priori de la naturaleza de Dios. Es decir, la existencia de Dios puede ser demostrada a priori por la idea de Dios, su esencia.

3. Demostración a posteriori: Deberemos probarla a posteriorimediante un examen de los efectos de Dios. Puede objetarse que eso es imposible puesto que Dios es infinito y sus efectos finitos puesto que no hay proporción entre los efectos y las causas y la conclusión del razonamiento serían infinitamente mas de lo que contienen las premisas.

El razonamiento toma su punto de partida en objetos sensibles y por tanto debe terminar en un objeto sensible mientras que en las pruebas de la existencia de Dios el razonamiento concluye en un objeto infinitamente trascendente a todos los objetos sensibles.

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Santo Tomás de Aquino no se ocupa en detalle de esa objeción pero el aquitanense observa que si bien, a partir de una consideración de efectos que no son proporcionados a su causa no podemos obtener un conocimiento perfecto de dicha causa, podemos llegar a conocer que la causa existe.

En cualquier caso, tanto dentro del paradigma agustiniano, como del tomista, las pruebas racionales que tratan de demostrar la existencia de Dios forman parte de las tareas que la escolástica cristiana asigna a la filosofía. La base platónica de la síntesis de San Agustín le hace defender una concepción racionalista e innatista del conocimiento, con lo que los argumentos que demuestran a Dios son a priori, es decir, no recurren en ningún momento a la experiencia empírica. Dios se demuestra a partir del concepto mismo de Dios y sin más ayuda que la propia lógica de la razón. El más célebre de los argumentos de este tipo es el llamado argumento ontológico, que formuló en el siglo XI San Anselmo de Canterbury.

Sin embargo, como se ha dicho, la inspiración de la síntesis de Sto. Tomás es la filosofía aristotélica, que representa en el pensamiento antiguo a la tradición empirista. Según ésta, todo conocimiento debe tener un origen sensible es decir, nada hay en el entendimiento que no hubiera estado antes en los sentidos: a partir del efecto se demuestra la causa o, dicho de otro modo, la existencia de Dios se demuestra a partir de su obra. Y así elabora sus célebres cinco vías, las cuales parten todas de un hecho de experiencia que, en su opinión, no se daría si no fuera porque Dios existe. En las vía tomistas se hace amplio uso de otras categorías aristotélicas como las de potencia, acto o causa eficiente.

Esta cuestión hay que enmarcarla en el espinoso debate que durante toda la Edad Media se plantea sobre las relaciones entre la fe y la razón. La existencia de Dios es dogma de fe del cristianismo, y en el monopolio ideológico que esta religión ejerce sobre la Europa medieval, el tema ni siquiera debería de plantearse. Pero desde el mismo momento en que el cristianismo decidió adoptar en su seno a la filosofía, para usar los tradicionales métodos del logos griego al servicio de su causa superior, fue necesario definir la tarea específica de la razón y su relación con la fe. La filosofía cristiana considera a la fe y a la razón como distintas vías de aproximación a la verdad, aunque no siempre resulta sencillo armonizarlas. Durante el período de hegemonía del agustinismo platonizante se consideraba que ambas, aunque distintas, colaboraban en una única misión que era la de esclarecer la verdad única del cristianismo. La razón se sometía a los dictados de la fe pero no tenía limitado ningún campo del conocimiento. Fue en el siglo XIII, con la crisis averroísta provocada por el redescubrimiento de Aristóteles, cuando se renueva la polémica entre fe y razón con la propuesta de la doctrina de la doble verdad: fe y razón son dos caminos independientes por los que se llega a verdades distintas.

Como respuesta a esta tesis, prácticamente hereje, de los averroístas, Tomás de Aquino recupera la idea de una única verdad y de dos caminos para acceder a ella, aunque delimitando los campos de los de tanto la fe como la razón pueden ocuparse. Para Sto.

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Tomás los contenidos de la fe y de la razón son en principio distintos, pero no porque accedan a verdades distintas, sino a niveles distintos de una misma realidad. Por la razón tenemos un conocimiento imperfecto de lo natural, y por la fe tenemos un conocimiento perfecto de lo sobrenatural. Las dos fuentes de conocimiento son, por tanto, autónomas (en contra de San Agustín): Muchos contenidos de la fe son inaccesibles a la razón, y muchos contenidos de la razón son impropios de la fe. Sin embargo entre los contenidos de una y otra existe una zona de intersección en la que sus objetos coinciden, hay verdades que pertenecen a ambos ámbitos. Es en estos contenidos comunes donde se establece la colaboración entre razón y fe que se manifiesta de dos modos: o bien la razón ayuda a la fe (Teología) o la fe ayuda a la razón (Filosofía). Es en este espacio común donde resultan pertinentes los argumentos que demuestran la existencia de Dios.

La actitud tomista de las relaciones fe-razón es la que ha presidido hasta la fecha actual el pensamiento cristiano. La autonomía de la razón respecto de la fe imposibilita un conflicto real y definitivo entre ambas. Cualquier contradicción entre fe y razón se resuelve bien por errores de la segunda (la opción elegida por Sto. Tomás) o por deficientes interpretaciones de la primera (opción frecuente de los teólogos a partir de la modernidad). La condena por parte de la iglesia de los descubrimientos y teorías científicas o su posterior aceptación, se pueden encuadrar en esta visión de las relaciones entre la fe y la razón. Así, también, la interpretación de la Biblia.

3. Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.

Vamos a comparar a Tomás de Aquino con Aristóteles. Ya hemos mencionado que Tomás de Aquino fue el autor de la segunda gran síntesis de la escolástica cristiana, en la que se toma como base la filosofía de Aristóteles. Recordemos que, de este modo, Sto. Tomás vino a resolver el problema de la aparente incompatibilidad del cristianismo con el filósofo griego, que los averroístas planteaban tras una nueva interpretación de sus escritos originales. Las tesis aristotélicas conflictivas eran principalmente dos: la eternidad del mundo (que chocaba con el concepto de creación cristiana) y la mortalidad del alma individual humana (que para el cristianismo es inmortal). La solución que los averroístas propusieron para resolver la contradicción fue suponer que había dos verdades, una para la razón y otra para la fe. Tomás de Aquino consideraba inaceptable la tesis de la doble verdad pero, además, hizo lo posible por mostrar que era innecesaria: en su opinión, Aristóteles y el cristianismo no se contradecían, y para demostrarlo refundó la filosofía cristiana a partir de la del estagirita. La tarea la abordó con suma habilidad, pero para ello tuvo que modificar con sutileza algunos aspectos del pensamiento aristotélico.

Sobre la eternidad del mundo, Tomás de Aquino dice que el mundo puede ser eterno y creado al mismo tiempo, siempre que la creación se realice en un tiempo infinito. Sobre la inmortalidad del alma, Tomás de Aquino cree que los averroístas interpretan mal la filosofía de Aristóteles. Aristóteles entiende el alma como aquello que permite a todo

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ser vivo realizar las funciones que le son propias, y en el caso del hombre la función principal sería la intelectiva. Efectivamente, Aristóteles considera que todas las funciones del alma, incluida el entendimiento racional, son mortales, pero también habla de un entendimiento activo (o agente) necesario para complementar la función intelectiva humana, que es meramente pasiva. Para Aristóteles el entendimiento agente es inmortal, pero según los averroístas lo consideraba como un alma universal separada del hombre. Tomás de Aquino, en cambio, considera que puede interpretarse sin problemas como una facultad superior del alma humana individual.

Por lo demás, la herencia aristotélica del tomismo es notable, aunque muchas de sus principales doctrinas no se amoldan con la facilidad con la que Platón lo hiciera a las necesidades dogmáticas del cristianismo. Pero Tomás de Aquino fue capaz de encontrar en el propio pensamiento aristotélico los recursos necesarios para limar las asperezas que iban surgiendo. Por ejemplo, la doctrina principal de Aristóteles sobre la realidad, el hilemorfismo, afirma que los seres naturales están compuestos de materia y forma. La forma hace el mismo papel que antes hacían las Ideas de Platón: representa la esencia y la perfección hacia la que tienden los seres, garantizando el orden teleológico de la naturaleza. Pero esta teoría hace, en principio, innecesaria la existencia de un mundo trascendente (como el de las Ideas de Platón), lo que resulta poco conveniente para el cristianismo porque Dios debería poder habitar en un ámbito trascendente. Sin embargo, Tomás de Aquino puede aceptar el hilemorfismo porque en la filosofía aristotélica se accede a la trascendencia de otro modo. Por ejemplo, en la teoría del movimiento, como paso de la potencia al acto, se afirma la primacía del acto sobre la potencia, lo que explica el orden teleológico de la naturaleza. También en la teoría de las cuatro causas (material, formal, eficiente y final) se establece la coincidencia las tres últimas en los procesos naturales para explicar por qué están ordenados hacia un fin. Esto marca en la naturaleza una dirección hacia la perfección. Pero el propio Aristóteles entiende que esa perfección última debe estar situada en un ámbito trascendente, metafísico, representada como forma pura o acto puro, como causa incausada o motor inmóvil. Tomás de Aquino aprovechará todos estos conceptos para elaborar sus cinco vías para demostrar la existencia de Dios que, de este modo, se convierten también en la prueba de que se puede hacer una filosofía cristiana partiendo de Aristóteles.

En cuanto a la Antropología, ambos autores pensaran que el alma y el cuerpo son un cojunto hilemorfico, es decir, que esta formado por ambos a diferencia de lo que creia Platón de que las ideas pertenecian al mundo inteligible y el cuerpo al sensible y que cuya unión era accidental y ante la muerte de este el alma volvera al mundo de las ideas. Esta concepción se parece mas a la de Tomas de Aquino: sostiene que el cuerpoy el alma perecen, pero que vuelven a unirse el dia del juicio final y se mantienen unidas eternamente ( concepción cristiana) mientras que Aristóteles sostenía que el cuerpo y el alma, en su conjunto hilemorfico,perecerían.

Las pruebas racionales para demostrar la existencia de Dios, o la pertinencia misma de una filosofía cristiana son cuestiones que tiene sentido plantearlas en el contexto medieval, en el que la fe religiosa relegaba a la razón a un papel servil y secundario. Sin

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embargo, en la actualidad, el marco intelectual de nuestra cultura es bien distinto, pues hace ya siglos que las relaciones entre la fe y la razón se han invertido claramente. Al menos desde la Ilustración, Europa y todo el mundo occidental han sido reconstruidos con los ladrillos de la razón, como siglos atrás lo fueron con los del cristianismo. La ciencia y la tecnología han ido avanzando en la medida en que la fe, el prejuicio y el dogma han ido arrinconándose. Las democracias han ido afianzándose en la medida en que han ido separándose Iglesia y Estado, y la vida pública ha ido haciéndose laica. Oficialmente ha ido aceptándose más o menos que las cuestiones religiosas, como la existencia de Dios, pueden respetarse dentro del ámbito privado pero no deben nunca condicionar el pensamiento científico.

Sin embargo, lo mismo que el mundo medieval no supo deshacerse de la razón, el mundo moderno e ilustrado en el que vivimos tampoco ha logrado deshacerse de la fe. Algo no debe irle del todo bien al viejo logos griego cuando aún triunfan en determinados lugares los intentos por sustituir la teoría de la evolución en los programas educativos, por alternativas especulativas sin fundamento científico pero con mucho prejuicio religioso. Nos referimos a la famosa teoría del diseño inteligente, inspirada directamente en las vías tomistas (especialmente en la quinta). Sus defensores argumentan que el complejo orden del universo no puede ser meramente fruto del azar, como sugiere la teoría de Darwin, pues la probabilidad de que esto suceda es muy escasa. Por tanto entienden necesaria la existencia de un diseñador inteligente que introduzca el orden. El diseño inteligente ha encontrado otro apoyo argumental en un concepto de la física reciente conocido como el principio antrópico, según el cual vemos el universo como es porque existimos. Es decir, la existencia de seres inteligentes como nosotros ha sido posible sólo porque el universo ha evolucionado, desde el Big Bang, de la manera en que lo ha hecho, y no habría sido posible si esta evolución hubiera variado sólo ligeramente. Tal ajuste fino de las condiciones que hacen posible nuestra existencia indica

También, según ellos, la presencia de un gran diseñador. Sin embargo, esta teoría no puede ser verdaderamente científica por más que a muchos les pueda parecer razonable o coherente con los hechos. También es coherente suponer que el universo descansa sobre una tortuga gigante, pero ninguna de estas suposiciones cumple las condiciones necesarias para ser consideradas científicas: no son observables ni cuantificables y no se pueden hacer predicciones a partir de las mismas. Es cierto que podría haber un diseñador inteligente, pero también podría no haberlo. Que las explicaciones científicas tengan sus limitaciones no significa que cualquier explicación alternativa tenga que considerarse necesariamente científica. La ciencia ha ido avanzando siempre en la medida en que ha ido excluyéndose de ella la idea de Dios. Pues Dios, como explicación, agota todas las demás explicaciones e imposibilita en la práctica el desarrollo científico.

Como mucha gente aún cree en Dios, seguramente debe haber un lugar para él en la sociedad moderna, pero difícilmente puede ser en el ámbito científico. Tal vez sea legítimo, a nivel personal rellenar las lagunas de la ciencia con las creencias religiosas

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que uno desee, pero si la fe y la razón tienen que coexistir, tal vez el único modo sea que sus respectivos asuntos no se interfieran.

Carolina Anciones 2 de Bachillerato.