TRABAJO ESTRUCTURA SOCIAL Y LIDERAZGO

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E S CONVENIENTE, para poder centrar de modo adecuado el tema, de nuevo actual, del li- derazgo, introducirlo me- diante algunas reflexiones de orden general sobre el trabajo y la estructura social. Si no se hace así, es difícil ver su pro- yección real y su relevancia. Podríamos quedar, sin tal vez pretenderlo, excesivamente pegados a consideraciones psicológicas o de técnicas de gobierno, todas ellas necesa- rias, pero que, a mi juicio, re- quieren el complemento de las que a continuación se quieren desarrollar. TRABAJO E N GENERAL, se puede decir que todo trabajo es una actividad, aunque no toda actividad sea un trabajo. Las actividades que realizamos de forma cons- ciente se suelen denominar, TRABAJO, ESTRUCTURA SOCIAL Y LIDERAZGO RAFAEL ALVIRA* El liderazgo es uno de los conceptos clave en la literatura empresarial de nuestros días. Con frecuencia se aborda su análisis desde perspectivas psicoló- gicas o de técnicas de dirección, todas ellas necesarias. En este trabajo se in- tenta, primero, dibujar la figura del líder desde el contexto sociopolítico de la sociedad moderna; después se quiere indicar la relevancia de la espiritualidad para su formación; por último, se aborda la relación del liderazgo con el pro- blema del empleo. Palabras clave: trabajo, sociedad, liderazgo. * Rafael Alvira es Catedrático de Filosofía de la Universidad de Navarra. For Evaluation Only. Copyright (c) by Foxit Software Company, 2004 Edited by Foxit PDF Editor brought to you by CORE View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk provided by Dadun, University of Navarra

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ES CONVENIENTE, parapoder centrar demodo adecuado el

tema, de nuevo actual, del li-derazgo, introducirlo me-diante algunas reflexiones deorden general sobre el trabajoy la estructura social. Si no sehace así, es difícil ver su pro-yección real y su relevancia.Podríamos quedar, sin tal vezpretenderlo, excesivamentepegados a consideracionespsicológicas o de técnicas degobierno, todas ellas necesa-

rias, pero que, a mi juicio, re-quieren el complemento delas que a continuación sequieren desarrollar.

TRABAJO

EN GENERAL, se puededecir que todo trabajoes una actividad,

aunque no toda actividad seaun trabajo. Las actividades querealizamos de forma cons-ciente se suelen denominar,

TRABAJO, ESTRUCTURA

SOCIAL Y LIDERAZGO

RAFAEL ALVIRA*

El liderazgo es uno de los conceptos clave en la literatura empresarial denuestros días. Con frecuencia se aborda su análisis desde perspectivas psicoló-gicas o de técnicas de dirección, todas ellas necesarias. En este trabajo se in-tenta, primero, dibujar la figura del líder desde el contexto sociopolítico de lasociedad moderna; después se quiere indicar la relevancia de la espiritualidadpara su formación; por último, se aborda la relación del liderazgo con el pro-blema del empleo.

Palabras clave: trabajo, sociedad, liderazgo.

* Rafael Alvira es Catedrático de Filosofía de la Universidad de Navarra.

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desde el mundo antiguo, deocio y de negocio. Con los ma-tices que se deban añadir, setrata de actividades que trans-forman al hombre en su inte-rioridad -las de ocio-, o quetransforman lo exterior que élusa en su beneficio -las pro-ductivas o de negocio-.

El trabajo, entendido comoactividad y esfuerzo, se re-quiere en ambos casos, pero ensentido estricto se ha conside-rado siempre trabajo sólo a laactividad que transforma loexterior útil. Durante siglos ymilenios ésta fue también larazón explicativa de por qué setenía por absolutamente supe-rior al ocio con respecto al tra-bajo. El ocio, la actividad queme transforma, era educativa,me enriquecía como ser hu-mano -era humanista-, mien-tras que la producción y el ne-gocio cambiaban lo exteriorpara que me fuera más útil,pero no me enriquecían inte-riormente en cuanto ser hu-mano.

Aquellos que disponían detiempo libre, porque tenían lasnecesidades vitales básicas re-sueltas y no tenían apenas quetrabajar, podían pertenecer -enprincipio- a la clase superiorde los educados. Entre ellos se

contaban los propietarios te-rratenientes a los que lossiervos les trabajaban la tierra,los guerreros en los tiempos depaz -que eran largos-, y losclérigos y religiosos célibes.

Tradicionalmente eran estaspersonas -las clases ociosas-las que formaban el grupo di-rigente social. Ni siquiera losartistas de las bellas artes se en-cuadraban entre ellos, ya quesu actividad era trabajo pro-ductivo, cuyo fruto eran ob-jetos decorativos o que servíanal agrado de la vida.

ESTRUCTURA SOCIAL

NO ES EXTRAÑO quede las mencionadasclases saliesen los di-

rigentes sociales pues, de unlado, tenían educación, esdecir, la visión universal queella ofrece, y, de otro, teníantiempo libre para dedicarse aesa actividad directiva.

Ellos poseían la propiedadmaterial y la espiritual (educa-ción) y, junto con ella, la capa-cidad de gobierno, de asumirfunciones directivas, y el poder,la disposición de los medios.Poder, gobierno y propiedadforman la triada básica del do-minio social.

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Los trabajadores, por elcontrario, carecían de todoello, o lo tenían en pequeñamedida. Se establecía así unaestructura social fuertementejerarquizada, en la que el ca-rácter meramente utilitario deltrabajo implicaba el carácterprincipalmente instrumental,de servicio -servidores osiervos-, de las personas dedi-cadas al trabajo.

La forma del diálogo socialrespondía -como es lógico- aesa estructura: no se habla delmismo modo con un “igual”que con uno que no lo es. Y, asu vez, el estilo dialógico,hecho costumbre, contribuía areforzar esa estructura.

Con frecuencia, y muchomás en esa época histórica, elque tiene la propiedad tienetambién el poder y el go-bierno, aunque estas tres reali-dades no siempre coinciden enla misma persona. Por ello, sepuede decir que, en general, laforma de la sociedad vienedada sobre todo por el sistemade la propiedad y el sistema deldiálogo que están vigentes enella. Dado que para dialogarhace falta una cierta educa-ción, -y ésta supone una pro-piedad espiritual del que latiene-, y que para tener de

verdad una propiedad hacefalta quererla y saber usarla, -comprender lo que se tiene-, elpunto está en que la forma dela sociedad viene dada por lamanera en que está distribuidala propiedad, tomada ésta en susentido más amplio. Ahí estála clave de la estructura social.

◊ ◊ ◊Uno de los rasgos distin-

tivos de la “modernidad” con-sistió justamente en su pro-yecto de cambiar a fondo, y nosólo en lo accidental, la estruc-tura de la sociedad. La estra-tegia que empleó al efecto fuela de reivindicar la primacía y elvalor central del trabajo, para locual se apoya, a su vez, en unafilosofía y una concepción delmundo niveladoras. La reivin-dicación se lleva a cabo en di-versos campos. Desde el puntode vista religioso se insiste enque Dios creó al hombre paraque transformara el mundo:“creced, multiplicaos y do-minad la tierra”, según dice elGénesis y nos recuerda FrancisBacon. Además, según Lutero,no hay jerarquía en el pueblode Dios, y la revelación llegade modo particular a cada uno.Por ello, la Biblia se traducepara que la lean y entiendan

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todos, y al trabajo del laico sele atribuye valor fundamental.

La nueva visión científicadel mundo desmonta tambiéntoda jerarquía, y no hay astrossuperiores a la tierra, sino queel sol, la tierra, la luna y losdemás astros son iguales encualidad. Lo mismo pasa en lafilosofía, que renuncia a lasformas substanciales -todaforma es distintiva- y a las es-calas de los seres. Además, sematematiza el universo.

En economía, toma cadavez más importancia el co-mercio -en el que no hay jerar-quías-, por encima del fijismojerarquizante de la propiedadde la tierra. Al final del pro-ceso de aparición de la moder-nidad, con la revolución de fi-nales del siglo XVIII, tambiénel derecho y la política buscanla igualdad niveladora.

¿Por qué somos todosiguales? ¿Por qué todos sa-bemos y tenemos ocio; porquetodos trabajamos en una so-ciedad nivelada, en la que yano hay siervos; porque se haborrado la diferencia entreocio y negocio; porque el ne-gocio es superior al ocio; oporque se considera que elocio debe desaparecer? La res-puesta es que somos iguales -

en la sociedad moderna- portodas esas razones, y ello llevaconsigo la instauración de unanueva estructura social, enconcreto la que podríamosllamar sociedad del trabajo.

En ella todos somos esen-cialmente iguales porque, almenos presuntamente, todossomos trabajadores, y ademásesto es lo que nos caracteriza.Si uno sabe y otro no, y elsaber, el estar “interiormente”educado, es lo fundamental,entonces hay jerarquía. Pero sila diferencia es que uno trabajamás o mejor y otro menos, ladiferencia está en el mero ren-dimiento.

Somos iguales porque: 1) sebusca la educación general y elacceso de todos a un saber queno tiene “grados”; 2) porquetoda riqueza se convierte enmóvil, y es menester aprendera negociar y trabajar en el ne-gocio, si se quiere sobrevivir;3) se considera, de otra parte,que lo más importante en elhombre es la libertad en la cualtodos somos iguales y paragozar de la cual tan necesariosson los bienes exteriores comolos interiores; 4) aún más, sepiensa que la contemplación oes puro entretenimiento -des-canso físico o psíquico- o no

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es nada, porque se niega quepueda haber contemplación deDios. Por ello, los saberes pro-ductivos y de negocio, son su-periores a los del ocio; 5) porúltimo, se sacan las consecuen-cias finales y se afirma que elocio, en sentido clásico, esinútil, pues si no hay Dios ono podemos conocerlo, el en-riquecimiento interior, espiri-tual, no puede ser más que es-teticismo.

Esta última conclusión es ala que llega agudamente, ya enel siglo XIX, FriedrichNietzsche, cuando sostieneque “el trabajo ateíza”, y queno queda más que “filosofarcon el martillo”.

Así pues, la primacía deltrabajo se corresponde con unaestructura social nivelada, en laque las únicas diferencias soncuantitativas o de rendi-miento.

Sin embargo, esa nivelación,que parece la quintaesencia dela sociedad democrática actual,no se hace presente de unaforma tan fácil y clara comoquizá cabría esperar. La expli-cación de ello se encuentra, almenos en buena parte, en lainterpretación liberal de la de-mocracia.

El liberalismo acepta la di-visa revolucionaria, pero poneel énfasis en la libertad sobre laigualdad, y no insiste en la fra-ternidad. Todos somos igualesy no hay diferencias cualita-tivas, pero aquello en quesomos iguales es la substanciamisma de nuestro ser, o sea, lalibertad. Ella no puede ser for-zada, y, por eso, no se puedeexigir la fraternidad. En esto elliberalismo clásico se dife-rencia de su pariente más cer-cano, el anarquismo, que sos-tiene la idea -más radical en sulógica- de que sin fraternidadla libertad rompe de facto laigualdad.

La igualdad cualitativa semantiene, y todos somos tra-bajadores, pero la división deltrabajo y la desigual reparticióndel capital, consecuenciasambas de la libertad, hacenque el que cualitativa y oficial-mente ya no es siervo, lo sea,sin embargo, de facto. Esa es laestructura de la sociedad bur-guesa, sociedad del trabajo y,con todo, no igualitaria.

Y, sin embargo, una so-ciedad cuyos principios son lalibertad individual y el trabajodifícilmente puede permitirseese lujo. Se pueden admitir, sí,desigualdades puntuales, cir-

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cunstanciales, por muchas quesean, pero no una estructura“desigualitaria”, porque si ladivisión del trabajo y la desi-gual repartición del capital seperpetúan, da lo mismo quelos sujetos individuales tenganla posibilidad siempre abiertade cambiar de sitio en la escalasocial: permanece el problemade que unos están arriba yotros abajo. Y el de abajo es“siervo”, con la consecuenciade que existen libertades for-malmente reconocidas, perofalta libertad real.

Este problema es el que em-puja a Carlos Marx a sostenersu conocida tesis de que espreciso acabar con la divisióndel trabajo y la desigual distri-bución del capital. Según lascondiciones modernas de pen-samiento, ésa era la conclusiónlógica, esa era la forma desalvar la democracia.

El fracaso histórico del mar-xismo ha sido, a la vez, el fra-caso de una estructura social yde un método. Con respecto alo primero, la experiencia estan universal y espectacularque no es preciso aquí insistirmás. Y cabría “profetizarlo”,pues no hay desarrollo econó-mico duradero ni motivaciónpara el trabajo sin propiedad

privada. Así, una filosofía eco-nomicista basada en el trabajo,como es la marxista, generóestancamiento económico yniveles mínimos de trabajo.

Con respecto al método, ladificultad conocida de la de-mocracia es armonizar libertade igualdad. El método -y altiempo, el mito- liberal es quela libertad traerá la igualdad.El método y mito socialista-marxista es el contrario: laigualdad traerá la libertad.Pero no la trajo.

LIDERAZGO

AMBOS MÉTODOS, detodas formas, se en-cuentran con un pro-

blema común: quién dirige lasociedad. Se trata de un asuntomás complicado de lo que pa-rece. Si no hay diferencias, y sila libertad individual es unprincipio absoluto, no hay au-toridad. Una sociedad de hom-bres libres e iguales no reque-riría mediación de autoridad al-guna. Pero eso es utópico. En-contrar gobernantes que nosean jerarcas, que no se dife-rencien de los demás, fue undeseo de la democracia yadesde el primer momento re-volucionario, pero nunca con-siguió cumplirlo.

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El socialismo marxista in-tenta solucionar el problemamediante el recurso a funcio-narios que deberían ser, segúnel autor de El Capital, admi-nistradores de cosas, y no go-bernantes de personas. El libe-ralismo deja el asunto enmanos de los emprendedores yorganizadores, y en un pequeñogrupo de representantes del“Estado mínimo”.

Si la solución del radica-lismo socialista se ha mostradototalmente inadecuada, tam-poco el dibujo del liberalismopuro resulta del todo bien.Bastaría aludir aquí a la duraoposición que los “comunita-ristas” ejercen en los EE.UU.frente a los liberales. No estáclaro si algunos principios co-munitaristas son plenamentedemocráticos, pero en cual-quier caso es siempre ciertoque la sociedad necesita depersonas que tengan capacidadde convocatoria, de integra-ción y de transmitir entu-siasmo. No basta el empresarioque firma meros contratos detrabajo con sus empleados,para que la sociedad se estruc-ture.

De aquí la insistencia actualen la importancia delliderazgo, término y concepto

cuyo éxito -particularmente enel mundo americano- no dejade sorprender. Fueron, enefecto, los fascismos los quemás utilizaron esa idea, preci-samente para responder alproblema de la integración de-mocrática.

Más allá, sin embargo, de laperipecia histórica del tér-mino, y de su uso presente enel lenguaje de la cultura empre-sarial, es indudable que todasociedad necesita personas quesean capaces de vertebrarla. Lapura libertad individual no ar-ticula nada, y tampoco laigualdad. De ahí que los pri-meros pensadores democrá-ticos añadieran la fraternidad.Pero ella nunca fue tomada enserio en Europa, salvo por losanarquistas, que no se mos-traron capaces, sin embargo,de hacerla verdaderamentereal. En nuestros días, la fra-ternidad vuelve a primerplano, expresada con el tér-mino solidaridad, usado en laenseñanza social de la Iglesia,en primer lugar, y luego to-mada también por las ONGs.Pero el individualismo am-biental es tan fuerte que la so-lidaridad se presenta como unañadido, importante para co-rregir los defectos del sistema,pero no esencial a él.

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En los EE.UU. la idea deuna libertad que atiende a lasociedad estuvo siempre másdesarrollada. Existe la con-ciencia de que cada uno debecontribuir a las institucionesde educación, cultura, benefi-cencia, tan necesarias para elbien social, y que todo ello esresponsabilidad del ciudadano,de la sociedad civil, y no delEstado. Pero una cosa es con-tribuir -generalmente con di-nero, y a veces también contrabajo- al bien común, y otramuy diferente integrar y mo-tivar a la sociedad. Es decir, senecesita la figura del me-diador, integrador o “líder”.

Para ser líder, hace falta po-seer varias cualidades. De unlado, conocer bien los princi-pios, la historia, la estructura,el modo de ser de aquella ins-titución o de aquel grupo depersonas que se va a liderar.De otro, tener una idea sufi-cientemente clara de en quédirección se quiere ir, québienes se proponen para al-canzar, y de qué modo. Por úl-timo, mostrar una capacidadmoral que coloque fuera detoda sospecha. Es decir, laspersonas lideradas sólo acep-tarán la dirección si com-prueban que el líder trabaja

por el bien común, y no sólopor el propio.

Dicho en otros términos, ellíder ha de ser alguien que en-carne lo universal, tanto en elplano del conocimiento comoen el de la voluntad. Si teneruna inteligencia y una visiónamplia de lo complejo de la re-alidad no parece estar al al-cance de todos, mucho más di-fícil es tener una voluntad en-trenada para el bien universal.

En concreto, éste es un temano resuelto por los tratadistasclásicos de la democracia. Si elpesimismo antropológico deHobbes parece inaceptable,más irreal aún es el optimismoroussoniano. Y las solucionesintermedias, como, porejemplo, la de Locke, nomuestran en todo caso másque una comprensión mode-rada de la naturaleza humana,pero nunca razones por lascuales alguien debiera asumir lainiciativa de responsabilizarsede la sociedad. Para esto últimoes para lo que hace falta unavoluntad universal o, si sequiere, una voluntad preparadapara hacer el bien común.

Si examinamos, a su vez, lastesis básicas de la nueva eco-nomía política, vemos queAdam Smith, de modo seme-

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jante, dibuja la imagen de unser humano trabajador, quequiere ejercitar el buen tratosocial y el respeto a los demás,pero tampoco cree que alguiendeba sentirse obligado aasumir la responsabilidad deintegrar y mejorar la sociedad.La figura del líder, sin em-bargo, tal como hoy se concibepara la empresa, refleja una fi-losofía social cercana a la man-tenida por la enseñanza socialcristiana. En ésta se insiste enla necesidad de trabajar por elbien del prójimo y en la im-portancia de respetar a cadauna de las personas; se subrayatambién la necesidad de huirdel economicismo, y se re-chaza la supremacía social delmercado.

Eso quiere decir, en lo querespecta al tema que nosocupa, que un verdadero líderno puede ser alguien que sim-plemente consiga que los em-pleados de su empresa se entu-siamen más con ella, trabajenmejor y rindan más, sino al-guien que sienta la responsabi-lidad de la mejora humana detodos, de la mejora de cadapersona y de la sociedad.

Un líder cuya filosofía seameramente economicista, seráun simple experto en sacarle

más rendimiento a la gente,pero eso no es lo que la genteespera. Hay una sensación deesperanza frustrada, implícitao explícita, en muchos emple-ados del mundo occidental,que representa un fenómenohumano duro y más profundode lo que parece.

Esa esperanza frustrada es laconsecuencia de que existesiempre una conexión fuerte,una especie de corriente de vidaentre el líder y las personas porél lideradas, pero la percep-ción, por parte de éstos, del in-terés primordialmente econó-mico y “externo” del líder,rompe la magia de dicha rela-ción.

La tesis del liberalismo ra-dical clásico, según la cual laspersonas libres y emancipadasno necesitan “directivos” de suvida, no responde, a mi juicio,a una antropología adecuada.Por el contrario, el ser humanonecesita siempre espejos -ejemplos- en los que mirarse, ypersonas que le ayuden a ca-minar en los diversos aspectosde su vida. Vivir, para el serhumano, es esencialmentevivir con otros, lo cual quieredecir que todos y cada uno ne-cesitan la ayuda de los demás

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para desplegar cada dimensiónde su vida.

Pero dar ayuda no sólo enaspectos accidentales, ex-ternos, superficiales, suponehacerse cargo de la propia res-ponsabilidad con respecto a lasotras personas. Y eso presu-pone visión intelectual, fuerza ygenerosidad de voluntad y teneralgo interior que dar. No sepuede ayudar si no poseemosnada que entregar a los demás.

ESPIRITUALIDAD

AHORA BIEN, riquezainterior, voluntad ge-nerosa y visión confi-

guran lo que se suele llamaruna espiritualidad. Por eso, unpunto relevante para nuestrasociedad es que los nuevos lí-deres tengan, precisamente,una espiritualidad. Sin ella, noes posible trabajar de verdadpor el bien de los demás. Conuna mera simpatía genérica sehacen muchas cosas buenas,pero no se puede, a medio ylargo plazo, hacer mejorar a laspersonas.

Y éste es quizá el puntoclave que ha faltado en la so-ciedad liberal. Ella ha traídomuchos beneficios: la atencióna las libertades individuales esuna ganancia indudable; la

concepción activa y vital deuna economía siempre en cre-cimiento, unida al progresotecnológico, es una aportaciónmagnífica. Además, no sepuede decir que, sobre todo ensus orígenes, la economía li-beral estuviera fuera de laspreocupaciones éticas. La eco-nomía liberal-capitalista es uninstrumento formidable,mientras que la socialista noexiste.

El problema está en que unaantropología que no se dacuenta de que -más allá de lasacciones individuales correctase interesadas- cada persona seha de hacer cargo, en la me-dida de sus posibilidades, de lasociedad, no responde plena-mente a la verdad de lo que esel hombre. Y esto vale, en pri-mera línea y de forma especial,para aquellos que tienen capa-cidad de liderazgo.

Occidente no es hoy una so-ciedad estructurada, articu-lada, gobernada por tanto, porpersonas que buscan el biencomún -el bien total humano-,en el que se incluye el justobeneficio económico, sino quees una sociedad desarticuladaen la que unos buscan prima-riamente el beneficio econó-mico y otros cobran poratender al débil desde el Es-

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tado y entidades análogas.Todo el liderazgo es, de estemodo, ficticio: unos lo asumenpara la propia ganancia em-presarial -aunque también re-percute en el beneficio deotros-, y otros para su bene-ficio político -aunque tambiéntrabajen en favor del pueblo-.

Pero siempre la cuestióncrucial está en que no es lomismo el “correcto individua-lismo” según el cual cada unobusca su interés y, de paso, hacealgún bien a los demás, que latesis antropológica según lacual para cada persona -y par-ticularmente para los líderes,pues el que más puede másdebe- es una obligación moralocuparse, responsabilizarse, delos demás.

La falta de esta última con-ciencia ha vaciado a Occidentede humanidad. Pero, comoqueda dicho, no hay huma-nidad porque no hay espiritua-lidad. Del mismo modo que -como dicen unánimamenteplatonismo y cristianismo- lanaturaleza no alcanza su per-fección más que desde lafuerza sobrenatural, de tal ma-nera que, sin ella, lo naturalnunca es suficientemente na-tural, también se puede decirque lo humano en el hombre sealcanza desde la espiritualidad.

Por ello, cuando ésta falta, lasacciones del individuo setornan, en mayor o menor me-dida, inhumanas.

La espiritualidad incluye eldespliegue de un mundo inte-rior en la persona, y de un sen-tido de responsabilidad con res-pecto a los otros, todo lo cualconfluye en la configuraciónde una actitud vital profunda-mente ética. El hombre espiri-tual es el que sabe que la rea-lidad vale más que el beneficiomeramente material que sepuede obtener en ella. Al sergeneroso sabe que no pierde,sino que gana. Del mismomodo que aquel que tiene lagenerosidad de invertir econó-micamente gana más que elavaro, cuyo único interés esatesorar para él, el que es espi-ritual sabe que al abandonar laavaricia de ocuparse sólo de símismo, para responsabilizarsede los demás, gana extraordi-nariamente en su humanidad.Pasa, como decían los griegosdel mundo clásico, de seridiota -ocupado sólo de símismo- a ser un hombre noble.Como se lee en el Evangelio,sólo el que pierde su vida -me-ramente privada-, la ganará -lavida noble-.

Así pues, toda espiritualidadsupone algo más que el mero

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desarrollo de un “mundo inte-rior”. No hay interioridad sinexterioridad, y por eso una in-terioridad humana que notoma en serio el hecho de quetiene ante sí y fuera de sí a otrapersona, es una interioridad,abstracta, imaginativa o mera-mente intelectual. Si cada unoquiere que le tomen, que leconsideren de forma absoluta,es decir, como pedía Kant, sicada uno quiere no ser tratadocomo un puro medio o instru-mento, entonces ha de tomartambién a las demás personasde forma absoluta. Lo cual im-plica necesariamente el ocu-parse de ellas, el hacer algo porellas.

La espiritualidad, por tanto,no puede ir desligada del tra-bajo. Históricamente, laimagen más frecuente delhombre espiritual era la deaquel que, en mayor o menormedida, se retira del mundopara poder zambullir su almaen la divinidad. En la tradicióncatólica, fue sin embargo sen-tida de modo creciente la ne-cesidad de una espiritualidadvolcada en favor de los demás,a través de los cuidados de lasalud, la educación y la benefi-cencia, fundamentalmente.

◊ ◊ ◊

Con todo, el líder actualprecisa todavía de algo más,pues no se trata sólo de llevarel bien a los demás y a su tra-bajo, todo lo cual es de sumaimportancia, sino también dedescubrir lo espiritual del tra-bajo mismo.

Vivir es estar activo, y todoslo estamos de un modo u otro.Pero, se decía aquí al principio,una cosa es la actividad y otrael trabajo en sentido estricto.Éste es negocio, producción dealgo externo que queda fuera yque según se suele decir, nonos enriquece interiormente.Ahora bien, si el trabajo no in-terioriza, entonces es posibleque tuviera razón Nietzschecuando afirmaba que “el tra-bajo ateíza”.

Para que el trabajo, por elcontrario, interiorice, es pre-ciso que cumpla algunas con-diciones:

a) Tenemos que enrique-cernos educativamente con él,hemos de cultivarnos. Para locual es menester considerarque tanto la naturaleza físicacomo la acción práctica son li-bros en los que podemos leerlas profundidades de nuestroser.

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b) Hemos de verlo como unlugar de entrenamiento y ejer-cicio de las virtudes morales.

c) Particularmente, hemosde considerar que todo trabajose hace como un regalo paralos demás, o que, dicho de otraforma, en cada trabajo sepuede transfundir nuestra vidahacia la de los otros. Al tra-bajar así, cumplimos el man-dato espiritual de dar nuestravida para los otros.

d) El mundo material estáen las manos del hombre paraque lo cuide y perfeccione.Cuidar y perfeccionar la crea-ción es una obligación.

Todo lo cual implica a Diosen cada trabajo, si se puedehablar así, espiritual y civil-mente al mismo tiempo.

EMPLEO

EL ÚLTIMO PUNTO es elrelativo al problemadel empleo. En la so-

ciedad antigua -y algunas desus formas han sobrevivido enOccidente hasta hace relativa-mente poco tiempo, sobretodo en algunos países euro-peos e iberoamericanos- lomás anhelado era vivir bien sintener que trabajar. En la so-ciedad actual, por el contrario,

incluso los que pueden vivirbien sin trabajar se deprimensi no tienen un puesto o unempleo. El trabajo no es hoysólo un medio para asegurar lasubsistencia, ni tampoco sóloel medio para lograr la inte-gración en sociedad, sino quese ha convertido en una nece-sidad psicológica. Esto es con-secuencia de la presión delambiente producido por la fi-losofía social y la antropologíamodernas.

Sin empleo, hoy día muchaspersonas, dado que no sabenvivir el ocio en sentido clásico,ni tienen ninguna espiritua-lidad, no saben qué hacer.Además, se sienten humilladosy marginados.

Sin duda, es preciso -comoya se hace- poner todo el es-fuerzo en reducir al mínimoposible el desempleo. Todas lasmedidas eficaces para redu-cirlo -y la economía actual yaha puesto en marcha una va-riedad de ellas- son impor-tantes. Con todo, lo que aquíse quiere subrayar es que:

a) El problema del desem-pleo es complejo y su gravedaddepende de la filosofía socialen la cual se encuadra. Si sepuede hablar así, es una cues-tión que no puede resolverse

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sólo -como hoy se intenta-con medidas económicas, o,más bien, economicistas.

b) En la solución del pro-blema tienen que jugar unpapel decisivo líderes como losaquí señalados.

◊ ◊ ◊Con respecto a lo primero,

se puede comenzar a estudiarel tema mediante la referenciaa una cuestión con ella muydirectamente relacionada yque hoy está también de ac-tualidad. Se trata de la pre-sencia de la mujer en el mundodel trabajo.

Las mujeres reivindican suplena entrada en el mercadolaboral, y solicitan el no serobjeto de ningún tipo de dis-criminación al respecto. Hanpedido, durante muchotiempo, que las empresas lesfacilitasen ser empleadas y ma-dres de familia al mismotiempo, pero en los últimosaños este tema ha perdidofuerza. Ello se debe, por unlado, a que se dan cuenta deque, aunque tengan toda la le-gislación a favor, el tiempo de-dicado a los niños y a la fa-milia les roba capacidad com-petitiva; y, de otro lado, el con-sumismo y el hedonismo am-bientales les hace perder in-

terés por lo que clásicamentese consideraba una familia conniños.

Poner cuotas para imponerun determinado número demujeres en las organizacioneses, por otra parte, un procedi-miento más que dudoso desdeel punto de vista económico ypura demagogia política, peroes, sobre todo, humillante paralas mujeres. Desde este puntode vista lo único digno es elprincipio de educación igualpara todos y libre mercado detrabajo.

El problema de fondo, enresumen, que se encuentra enel desempleo de la mujer, tieneel mismo origen que el pro-blema del desempleo en ge-neral, y no consiste sólo en sihay más o menos inversiones,más o menos impuestos, o di-nero más caro o más barato -todo lo cual, desde luego, esmuy importante en general yen el contexto de la situaciónpresente-, sino en algo tansimple como que la economíano mira al ser humano, sino ala riqueza. O, para decirlo entérminos de la lógica clásica,mira a la riqueza in recto, y alser humano in obliquo, cuandodebería hacer lo contrario, in-cluso para conseguir más ri-

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queza. En efecto, si todos tra-bajan a gusto y son respetadosy considerados, el rendimientogeneral aumenta. Es verdad,con todo, que es más difícil dehacer y que es quizá, menosbeneficioso comparativamentepara algunos.

Son pocos los que se plan-tean que si no nacen niños, sila población es escasa, o nacenalgunos pero no son suficien-temente educados por sus pa-dres -que no tienen tiempopara ello- las consecuenciaseconómicas son muy graves:habrá que importar poblacióncon costumbres y modos devida diferentes, que tienen queaprender y adaptarse. Si sesuman pérdidas y gastos de“aclimatación” el resultadoeconómico negativo es pa-tente.

Pero mucho más dura es lapérdida social y personal. Apa-rece una sociedad triste y ego-ísta, en la que no se descubrela belleza del vivir. La gente yano va -como se hacía entiempos pasados y nos re-cuerda Charles Péguy- a tra-bajar cantando.

Así pues, la cuestión esen-cial relativa al trabajo de lamujer no está en si ella tiene ova a ocupar más o menos

puestos de trabajo. En estepunto, como queda dicho, de-bería reinar la libertad y el res-peto en el mercado de trabajo.La cuestión está en que la so-ciedad comprenda que la pre-sencia de lo femenino y de lomaternal -lo cual no es exacta-mente lo mismo que la pre-sencia profesional de la mujer-son necesarias incluso para labuena marcha del sistema eco-nómico.

Y algo análogo cabría decircon respecto a los jubilados. Sesostiene que son interesantespara la economía porque con-tribuyen a ella mediante elconsumo, pero eso es, denuevo, un cierto sarcasmo. Alparecer, ahora hay seres hu-manos que más que personas ociudadanos, son consumidores.No hace falta insistir sobre lapérdida de fuerzas de trabajo,la desestabilización psicológicay los costos económicos de unproceso así.

◊ ◊ ◊En resumen, lo que aquí se

quiere decir es: el problema ra-dical del empleo es, primaria-mente, de concepción social yantropológica. No hace faltaque todos tengan empleo.Puede ser incluso un error es-tructural la idea de pleno em-

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pleo. Con el pleno empleo lasociedad no puede funcionar,porque en ella se necesitanmuchos trabajos que no sonestrictamente empleos.

Se precisa cambiar la filo-sofía social y la antropologíafilosófica hoy en uso. Hemosganado, en los siglos mo-dernos, la idea de que el tra-bajo no es algo secundario, niun puro entretenimiento parano estar ocioso. Así como laspersonas que entraban en reli-gión se tomaban con seriedadprofunda su nueva vida, y porello se decía que profesaban enuna orden o congregación,etc., el trabajo es ahora plena-mente profesional, y se hacecon dedicación interior. Yesto, como queda dicho, esuna ganancia.

Por ello, cuando se dice aquíque es preciso dibujar una so-ciedad en la que no todos seanempleados, no se sostiene latesis de que esos no emplea-dos hayan de trabajar menos ocon menos seriedad profe-sional. Eso es lo que sucedehoy frecuentemente con laspersonas que viven de pen-siones, rentas, etc. Parece queel espíritu profesional sólo pu-diera alcanzar a los emple-ados. Pero es preciso tener encuenta que la profesionalidad es

un espíritu, mientras que el em-pleo es una situación adminis-trativa. Hay empleados pocoprofesionales, o profesionalesa disgusto, y -por el con-trario- no empleados que tra-bajan con espíritu profesional,aunque estos abunden menos.

Se ha repetido en los tra-tados de economía que estaciencia se ocupaba de la distri-bución y asignación de losbienes escasos. En sentido me-tafísico los bienes siempreserán escasos para el hombre,pues el ser humano es insa-ciable. Pero en sentido econó-mico, hoy sobran o podríansobrar, bienes; la capacidad deproducción es potencialmenteinmensa. La economía es hoymás bien la ciencia de cómocrear empleo y cómo suscitartrabajo profesional para todos.

◊ ◊ ◊La situación actual en Oc-

cidente en lo que se refiere alos últimos aspectos aquí tra-tados se muestra bien a travésdel fenómeno de las ONGs.

Lo primero que salta a lavista es el estatalismo que in-vade pacíficamente el am-biente de los llamados paíseslibres. Estas organizaciones,que integran a un númerogrande y creciente de personas

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que quieren trabajar a pesar deque muchos de ellos no tienenempleo, pero sí medios econó-micos, son denominados “nogubernamentales, o no esta-tales”. Al parecer, en la so-ciedad libre o eres estatal ohas de tener una denomina-ción meramente negativa. Seha perdido la conciencia deque, más bien, el Estado (elGobierno) es una más entrelas instituciones de la so-ciedad, aunque sin duda deuna importancia relevante.

Es el Estado, hoy día, quienencarna la soberanía popular;ésta, a su vez, quiere el bien deella misma, del pueblo, y, poreso, el Estado se ocupa -cadavez más- de todas las aten-ciones y ayudas sociales. Si aalguien se le ocurre trabajar enestos campos benéficos, entraen el campo propio del Estado-en competencia con él-, y poreso éste graciosamente se lopermite, poniéndole la eti-queta de no gubernamental.La Iglesia, por ejemplo, du-rante siglos la institución quemás beneficencia ha realizado,es hoy de facto socialmente enmuchos países algo así comouna ONG. Pero también defacto, cada familia que tiene asu cuidado varios niños y losabuelos, es una ONG. Y, sin

embargo, una madre ama decasa trabaja más, con más pro-fesionalidad -en el sentido enque aquí se usa esa expresión-y es más útil a la sociedad quemuchos empleados. Pero ellapuede no serlo. Y lo mismomuchas otras personas delámbito de la Iglesia.

Es muy posible que el sis-tema capitalista vuelva a sercapaz de crear muchos em-pleos. Lo ha hecho otrasveces, y ya lo está haciendo denuevo. Pero esto no va a solu-cionar el fondo del problema.Este se debe enfrentar con laidea de que es menester orga-nizar la sociedad de tal ma-nera que la distribución de re-cursos sea buena y que todostrabajen, a ser posible con es-píritu profesional, pero que nohace falta que todos tengan unempleo en el sentido que éstetenía en la sociedad industrial.Lo que hace falta es que todostengan medios económicos yque se respete la dignidad deltrabajo de cada uno. Que seacepte como necesario, puesde hecho lo es, para el buenfuncionamiento de la eco-nomía.

Vivificar la sociedad civilimplica impulsar más espírituemprendedor, conseguir quehaya más personas con menta-

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lidad de dar ellos empleo, y noesperar que alguien se lo dé.Esto, que en América es con-substancial, falta mucho másen Europa. Pero, y con esto sealude al último punto antesseñalado, se precisa más.

Hace falta el líder con espí-ritu, algunos de cuyos rasgosdistintivos podrían ser:

a) El tener como prioridadel bien común;

b) el esforzarse por creartrabajo y empleo;

c) el buscar un lugar ade-cuado para cada persona;

d) el impulsar el espírituempresarial;

e) el comprender la nece-sidad de mejorar la estructurasocial y de introducir unanueva mentalidad en la que elamor al trabajo traiga consigoel profundo respeto a la tareade cada uno;

f ) el tener la capacidad deequilibrar la solidaridad y unacierta igualdad con la libertady la autoridad.

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