Toulmin Stephen - Los Usos de La Argumentacion-procesado
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CODIGO = 29264
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STEPHEN E. TOULM IN
Los USOSde la argumentacin
T R A D U C C I N D E M A R A M O R R A S Y V I C T O R I A P I N E D A
I9E D IC IO N E S P E N IN S U L A
B A R C E L O N A
-
in escrita ablecidas ibra por tprografia m piares
5.T itu lo original ingls:The uses of argumetu
rda, 2007. Stephen E. Toulm in, 2003 J o
Q uedan rigurosam ente prohibidas, sin la autorizacii de los titulares del copyright, bajo las sanciones esl
en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta c cualquier m edio o procedim iento, com prendidos la r
y el tratam iento inform tico, y la distribucin de ejt de ella m ediante alquiler o prstamo pblico
Primera edicin: enero de 2007. de la traduccin: Mara Morras y Victoria Pim
de esta edicin: Grup Editorial 62, S.L.1 Ediciones Pennsula,
Peu de la Creu 4 ,08001-Barcelona. [email protected]
grup62.com
Todas las fotografas del interior proceden del archivo del autor.
V c t o r i g u a l fotocomposicin u b e r d p l e x impresin
D EP SIT O l e g a l : b . 1.013-2007.IS B N : 978-84-8307-765-8.
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CONTENIDO
Prlogo a la edicin actualizada, 9
Prefacio, 13
Prefacio a la edicin en rstica, 15
Introduccin, 17
1. C A M P O S DE A R G U M E N T A C I N Y T R M IN O S M ODALES, 29Las fases de un argumento, 34
Imposibilidades e impropiedades, 42
Fuerza y criterios, 51
La dependencia de los estndares en relacin al campo, 58
Cuestiones para el orden del da, 61
2. P R O B A B IL ID A D , 6 9Lo s, lo prometo, probablemente, 73
Improbable, pero cierto, 79
Afirmaciones inapropiadas y afirmaciones equivocadas, 00
El laberinto de la probabilidad, 84
Probabilidad y expectativas, 90
Relaciones de probabilidad y probabilificacin, 95
Es ambigua la palabra probabilidad?, 102
Teora de la probabilidad y psicologa, 117
Desarrollo de un concepto propio de probabilidad, 123
3. LA F O R M A DE LOS A R G U M E N T O S , 129
Esquema de un argumento: datos y garantas, 132
Esquema de un argumento: cmo respaldar las garantas, 139
La ambigedad en los silogismos, 146
La nocin de premisa universal, 153
7
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C O N T E N ID O
La nocin de validez formal, 159 Argumentos analticos y argumentos sustanciales, 164
Peculiaridades de los argumentos analticos, 170
Algunas distinciones cruciales, 179 Los peligros de la simplicidad, 187
4 . L G IC A OPE R A TIV A Y L G ICA I D E A L IZ A D A , 193
Una hiptesis y sus consecuencias, 195
La verificacin de esta hiptesis, 203
La irrelevancia de los criterios analticos, 216
Modalidades lgicas, 220
La lgica como sistema de verdades eternas, 229
Elaboracin de un sistema y necesidad matemtica, 242
5. O R G EN ES DE LA T E O R A E P IS T E M O L G IC A , 2 6 9
Otras consecuencias de nuestra hiptesis, 276 Pueden salvarse los argumentos sustanciales? 1: Trascendentalismo, 283 Pueden salvarse los argumentos sustanciales? II: Fenomenalismo y
escepticismo, 290 Los argumentos sustanciales no necesitan que los salven, 293
Justificacin de la induccin, 296
Intuicin y proceso cognitivo, 303
La irrelevancia del ideal analtico, 312
Conclusin, 319 Referencias bibliogrficas, 327 ndice, 329
3
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PRLOGO A LA EDICIN ACTUALIZADA
Los Libros son como los hijos. Se van de casa, tienen amistades nuevas,
pero casi nunca llaman, ni siquiera a cobro revertido. Y si sabes algo de
ellos, es por pura casualidad. Un hombre en una fiesta resulta ser uno de
esos amigos nuevos. As que t eres el padre de George?. Imagnense!
As ha sido la relacin entre Los usos de la argumentacin y su autor.
Cuando lo escrib, mi objetivo era estrictamente filosfico: criticar el su
puesto, asumido por la mayora de filsofos anglosajones, de que todo
argumento significativo puede expresarse en trminos formales; no
com o un mero silogismo, ya que para el propio Aristteles toda inferen
cia puede considerarse un silogismo o una unin de afirmaciones,
sino como una deduccin estrictamente concluyente segn la geometra
euclidiana. As naci la tradicin platnica que, dos milenios ms tarde,
retom e impuls Ren Descartes. Los lectores de Cosmpolis, o del ms
reciente Regreso a la razn, reconocern mi punto de vista general sobre
este tema.
De ninguna manera he pretendido exponer una teora de la retrica
ni de la argumentacin: mi inters radicaba en la epistemologa del si
glo xx, no en la lgica informal. An menos tena en mente un modelo
analtico como el que, entre los estudiosos de la comunicacin, acab
llamndose el modelo de Toulmin. De hecho, muchos lectores me
asignaron unos antecedentes histricos que me relegaron a una muerte
prematura. Cuando mi prometida estudiaba Derecho, por ejemplo, un
compaero repar en su apellido poco habitual: al parecer, a la novia del
chico le sonaba porque apareca en uno de sus libros de texto, pero cuando l le dijo que Donna iba a casarse con el autor, ella le contest:
Eso es imposible: est muerto!.Mi reaccin a ser, por as decirlo, adoptado por la comunidad de
la comunicacin fue lo reconozco menos inquisitiva de lo que debe-
9
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ra haber sido. Ni siquiera el hecho de que el difunto Gilbert Ryle le en
cargara una crtica a O tto Bird y ste dijera del libro que era una revi
sin de los Tpicos provoc en m reaccin alguna. Hasta que empec a trabajar acerca de la tica mdica, momento en el que rele a Aristteles
y lo entend m ucho mejor, no asimil el comentario de Bird. (The Abu
se o f Casuistry, cuyo trabajo de investigacin realiz en gran medida el coautor de esa obra, Albert R. Jonsen, fue el primer libro slido fruto
de ese cambio de opinin.) Al tener todo esto en cuenta, nuestra cola
boracin, primero en la National Commission for the Protection o f H u
man Research Subjects, y despus en el libro, nos llev a la conclusin de
que Aristteles era ms pragmatista, y menos formalista, de lo que ha
ban considerado los historiadores por norma general desde la Alta
Edad Media.
Es cierto que los primeros libros del Organon de Aristteles todava
se conocen com o Analtica primera y Analtica posterior, pero eso se
debe, por supuesto, a la intencin de contrastarlos con los libros poste
riores de tica, Poltica, Esttica y Retrica. (De hecho, al principio de Re
trica, adopta argumentos que Aristteles haba incluido en tica ni-
comaquea.) As que, despus de todo, O tto Bird haba planteado una
cuestin importante. Si rescribiera este libro hoy, hara hincapi en el
contraste de Aristteles entre los tpicos general y especial como
form a de dilucidar los distintos tipos de fundamentos empleados en
los diferentes campos de la prctica y la argumentacin.
A l final result ser m uy positivo para m que Los usos de la argu
mentacin penetrara con tanta rapidez en el mbito de la comunicacin^ oral./Los filsofos (bien llamados) analticos de Gran Bretaa y Esf-T
J dos Unidos de finales de la dcada de 1950 enseguida intuyerorLa un___
I enem igo. Peter Strawson critic duramente el libro en The Listener, la
I rvtsta semanal publicada por la BBC, y durante m uchos aos los fil
sofos profesionales britnicos lo ignoraron. Peter AJexander, un colega
de Leeds, lo llam el libro antilgico de Toulmin; a m i director de te
sis de Cam bridge, Richard Braithwaite, le doli m ucho que uno de sus
propios estudiantes reprobara su dedicacin a la lgica inductiva. (Epi
sodio del que m e enter varios aos ms tarde.)
Sin embargo, el libro segua vendindose en el extranjero y no supe
por qu hasta que visit Estados Unidos a principios de la dcada de los
PR LO G O A LA EDICIN A C TU A L IZ A D A
-
sesenta. Por eso, sera poco considerado por mi parte renegar del concepto del modelo de Toulmin, consecuencia imprevista de Los usos de
la argumentacin, que ha permitido que continuara imprimindose des
de su primera edicin en 10^ 8 v que justifica la nueva edicin para la
cual escribo este prlogo, ms de cuarenta aos despus. Algunos recor
darn las palabras de David Hume a propsito de su Tratado de la natu
raleza humana. Dolido porque tambin haba tenido una recepcin p
sima al principio, el autor dijo de su libro que naci muerto en manos
de la prensa. No se puede pedir mejor compaa.
s t e p h e n t o u l m i n , Los ngeles, julio de 2002.
PRLOGO A LA EDICIN ACTUALIZADA
11
-
5
-
PREFACIO
El propsito de este libro es radicalmente nuevo, pero sus argumentos
en gran medida no son originales. He tomado prestadas muchas lneas
de pensamiento de colegas y las he adaptado a mis propios objetivos; en
las referencias dadas al final quedar claro cul es su presencia. Sin em
bargo, creo que hasta ahora no se haba reconocido ni se haba descri
to adecuadamente en qu convergen esas lneas de la argumentacin,
puesto que si stas se siguen de manera sistemtica y consecuente, se lle
ga a la conclusin (si no estoy equivocado) de que debe rechazarse por
confuso el concepto de inferencia deductiva, aceptado com o impeca
ble, sin vacilaciones, por numerosos filsofos recientes. La nica origi
nalidad del libro estriba en mi intento de mostrar cm o se llega a seme
jante conclusin. Si se considera fallido el ataque contra la inferencia
deductiva, lo que queda del libro es una miscelnea de aplicaciones de
las ideas de otros a asuntos y conceptos lgicos.
Aparte de las referencias bibliogrficas recogidas en el lugar corres
pondiente o enumeradas al final de este volumen, soy consciente de ha
ber contrado una deuda de tipo general con el profesor John Wisdom:
sus clases en Cam bridge en el curso 1946-47 llamaron mi atencin so
bre el problema de la inferencia de tipo transversal, esto es, que pasa
de un tipo a otro; la tesis central del Captulo V fue objeto de una discu-
sin m ucho ms detallada en sus Conferencias Gifford en la Universi
dad de Aberdeen, que aunque pronunciadas hace siete aos no han sido
todava publicadas, desafortunadamente para todos nosotros. Quisiera
dejar constanciaHe la ayuda particular, fruto sobre todo de conversacio
nes, del seor P. Alexander, del profesor K. E. M. Baier, del seor D. G.
Brown, del Dr. W. D. Falk, del profesor D. A. T. Gasking, del seor
R Herbst, del profesor Gilbert Ryle y del profesor D. Taylor. En algunos
casos han tratado en vano de disuadirme sobre ciertos pasajes, por lo
13
-
PREFACIO
que yo solo soy responsable de los resultados, aunque es a ellos a quie
nes corresponde el mrito por las ideas felices de las que me he apropia
do y de las que he hecho uso aqu.
Parte del material de estas pginas ha sido publicado previamente
bajo otras formas, en las revistas M ind y en los Proceedings y los Supple-
mentary Voluntes de la Aristotelian Society. Una gran parte del captulo II ha aparecido reimpreso en A. G. N. Flew, Essays in conceptual analysis
(Londres, 1956).
s t e p h e n t o u l m i n , Leeds, junio de 1957.
14
-
PREFACIO A LA EDICION EN RSTICA
No se han realizado modificaciones en el texto de la edicin original para
su publicacin en rstica, pero me alegro de tener la oportunidad de de
cir que, cinco aos despus de su publicacin, todava tengo la impre
sin de que las cuestiones planteadas en el presente volumen siguen
siendo tan relevantes para los principales temas de la filosofa britnica
como lo eran cuando escrib sobre ellas. La recepcin que tuvo el argu
mento central del libro por parte de la crtica slo ha servido, de hecho,
para definir ante mis ojos con mayor nitidez el punto de mi tesis central,
esto es, el contraste entre los estndares y los valores del razonamiento
prctico (desarrollado con un ojo puesto en lo que llamo consideracio
nes sustanciales) y los criterios formales y abstractos basados en la l
gica matemtica y una parte importante de la epistemologa del siglo xx.
En realidad, el libro ha sido recibido de manera especialmente positiva
por aquellos cuyo inters en el razonamiento y la argumentacin tiene
com o punto de partida una dimensin prctica: los estudiosos de la ju
risprudencia, las ciencias fsicas y la psicologa, entre otros. La cuestin
de si las implicaciones de mi argumentacin en favor de una teora de la
lgica y del anlisis filosfico llegar a ser ms aceptable con el paso del
tiempo queda an por ver.
s. t., octubre de 1963.
15
-
7a
-
IN TR O D U C C I N
Nuestra primera obligacin es establecer el alcance de nuestra investigacin y a qu ciencia pertenece.
A rist te les, Analtica priora, 24aio
El propsito de los estudios que contiene este libro es plantear proble
mas, no solucionarlos; llamar la atencin sobre un terreno de investiga
cin, ms que ofrecer un panorama completo sobre l, y provocar un
debate antes que servir como manual sistemtico. Son en tres sentidos
ensayos: porque constituyen al mismo tiempo incursiones experi
mentales en el campo sobre el que tratan; porque son ensayos o conside
raciones de conceptos genricos escogidos de una manera algo arbitra
ria de un conjunto ms amplio y, finalmente, porque son ballons d cssai,
globos sonda pensados para evitar que otros se prendan fuego. Por esta
razn, puede parecer que no hay continuidad entre ellos. Algunos temas
aparecern repetidamente, se insistir en ciertas distinciones centrales, y
por razones literarias se evitar que las expresiones de duda e incerteza
sean demasiado numerosas, a pesar de que nada de lo que sigue tiene la
pretensin de aparecer como definitivo: habr cumplido mi objetivo si
los resultados llaman a reflexin. Si adems se encuentran provocado
res, tanto mejor; en ese caso habr esperanza de que del choque subsi
guiente de opiniones surjan las soluciones adecuadas para los proble
mas que aqu se plantean.
Cul es la naturaleza de esos problemas? En un sentido, se trata de
problemas lgicos. No obstante, inducira a confusin afirmar que son pro
blemas de lgica, ya que la entera tradicin sobre el tema hara que el lec
tor esperara lo que no encontrar en estas pginas. Quiz habra que
describirlos mejor como problemas sobre lgica; son problemas que surgen con especial fuerza no en el seno de la ciencia de la lgica, sino cuan
do se dejan a un lado las complejidades tcnicas de la materia y se inves
tiga acerca de cm o afectan la ciencia y sus descubrimientos a lo que hay
fuera de ella: cmo se aplican stos en la prctica y qu relaciones tienen
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IN T R O D U C C I N
con los'cnones y los mtodos que se usan cuando, en la vida diaria, eva
luamos la validez, la fuerza y el carcter concluyente de los argumentos.
Deben existir tales conexiones? Ciertamente el hombre de la calle
(o el que no es un estudioso de la materia) espera que las conclusiones
de los lgicos tengan alguna aplicacin en su quehacer, y las palabras
con que se abre el primer tratado sistemtico sobre la materia parecen
justificar estas expectativas. Para empezar afirma Aristteles , de
bemos decir sobre lo que trata esta investigacin y a qu disciplina per
tenece; sto sfque se relaciona con la apodeixis [es decir, el modo en
que las conclusiones deben ser establecidas] y con la ciencia [epistetneJ
de su establecimiento. En el siglo xx de nuestra era puede que sea po
sible poner en duda esta relacin, y algunos habr acaso que pretendan
que la demostracin lgica era una cosa y el establecimiento de con
clusiones en el transcurso normal de la vida, otra diferente. Pero cuan
do Aristteles pronunci las palabras queTie citado, una actitud tal no
era posible. Para l, las cuestiones sobre la apodeixis eran simplemen
te cuestiones sobre la demostracin, la validez o la justificacin en el
sentido cotidiano de afirmaciones y conclusiones del tipo que cual
quiera puede realizar; incluso hoy, si dejamos a un lado los fascinantes
problemas de la lgica tcnica, resulta importante plantear cuestiones
generales, filosficas, sobre la evaluacin prctica de los argumentos.
sta es la clase de cuestiones sobre las que tratan los presentes ensayos.
Y puede que sorprenda darse cuenta de lo poco que se ha progresado en
entender las respuestas durante los siglos transcurridos desde el naci
miento, con Aristteles, de la ciencia lgica.
C on todo, uno se puede preguntar, sin duda; son justamente estos
los problemas sobre los que debera ocuparse la lgica?, no son estos los
asuntos bsicos de los que arranca la lgica y a los que debe volver ince
santemente? No tengo el deseo ni el derecho de hablar sobre las obliga
ciones de los lgicos, sobre lo que deberan hacer o han estado hacien
do. D e hecho, com o se ver, la lgica ha tendido a lo largo de su historia
a desarrollarse en una direccin que la ha apartado de estos aspectos, le
jos de las cuestiones prcticas acerca del m odo en que se pueden mane- jFy^orneter a crtica los argumentos en diferentes campos, acercndo-
seeir cam bio a la consecucin de una autonom a completa, en la que la
lgica se convierte en un estudio terico por s mismo, tan libre de cual
18
-
quier preocupacin prctica inmediata como lo pueda ser una rama de
la matemtica pura. Aunque en todas las pocas de su historia ha habi
do personas dispuestas a plantear de nuevo el tema de la aplicacin de la
lgica, algunas cuestiones vitales para entender esa aplicacin apenas
han sido puestas sobre la mesa.
Si las cosas han ocurrido de esta manera es, como argumentar, en
parte debido a una aspiracin implcita en las primeras palabras de
Aristteles: esto es, que la lgica se convirtiera en una ciencia formal, en
episteme. La conveniencia de esta aspiracin ha sido raramente puesta
en duda por los sucesores de Aristteles, pero aqu podemos permitir
nos hacerlo; para nosotros ser una cuestin central considerar hasta
qu punto se puede ciertamente esperar que la lgica sea una ciencia
formal y sin embargo retenga la posibilidad de ser aplicada en la evalua-
cin cr itica re argumentos reales' En la presente introduccin,~qro
slo subrayar dos conscecis'que para la lgica se derivan de aquel
proyecto. Primero, se sustrae la atencin del problema de la aplicacin
de la lgica. Segundo, se sustituyen las cuestiones que ese problema hu
biera planteado por una serie alternativa, que resulta probablemente in-
soluble y que ciertamente ha demostrado no ser fructfera.
Cmo pudo ocurrir esto? Si se da por descontado que la lgica pue
de aspirar a ser una ciencia, entonces la nica cuestin abierta que cabe
discutir es qu clase de ciencia puede esperar llegar a ser. Sobre ello se
pueden encontrar, en todas las pocas, diversidad de opiniones. Hay au
tores para los que el modelo implcito parece ser la. psicologa: la lgica
trata de las leyes del pensamiento, aunque quiz no de las generalizacio
nes ms simples sobre la manera en que podemos ver que la gente pien
sa de hecho, ya que esto ocurre de formas muy distintas y no todas ellas
merecen igualmente la atencin y el respeto del lgico. Pero de modo si
milar al de un psiclogo que, con vistas a ciertos estudios, puede dejar a
un lado los comportamientos anormales, desviados de la mayora, de un
carcter excepcional y etiquetarlos como patolgicos, el lgico (puede
sugerirse) se ocupa del estudio de procesos de pensamiento apropiados,
racionales y normales, con intelectos que funcionan de manera sana,
por as decirlo, en lugar de con mentes enfermas, y en consecuencia tie
ne el derecho de dejar al margen por irrelevante cualquier argumento
aberrante o patolgico.
INTRODUCCIN
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IN T RO D U C C I N
Para otros, la lgica es consecuencia del desarrollo de la sociologa ms que de la psicologa: el lgico no trata de los fenmenos de la m ente del ser humano individual, sino de los hbitos y prcticas desarrolla
dos en el curso de la evolucin social y transmitidos por padres y maes
tros de una generacin a otra. Dewey, por ejemplo, en su libro Logic: the theory o f enquiry, explica la naturaleza de los principios lgicos de la siguiente forma:
Cualquier hbito es una forma o manera de accin, un acto particular o un he
cho. Cuando se form ula, se convierte, en tanto en cuanto es aceptado, en una
regla o, de manera ms general,en un principio o ley para la accin. No pue
de negarse que hay hbitos de inferencia y que stos pueden ser form ulados
com o reglas o principios.
En otras palabras, los hbitos de inferencia comienzan siendo mera
mente costumbre, pero a su debido tiempo se convierten en inevitables
y obligatorios. Una vez ms, puede invocarse la distincin entre hbitos y
prcticas patolgicas y normales. Cabe dentro de lo imaginable que m
todos precarios de argumentacin hallen acomodo dentro de la socie
dad y sean transmitidos durante generaciones, de manera similar a lo
que sucede con una deficiencia en la constitucin corporal o un defec
to en la psicologa del individuo. De esa forma, puede sugerirse en este
caso que tambin est justificado que el lgico se muestre selectivo en
sus estudios. El lgico no es simplemente un socilogo del pensamien
to; es ms bien un estudioso de los hbitos de inferencia apropiados y de
los cnones racionales de inferencia.La necesidad de calificar cada una de estas teoras aadiendo tr
minos com o adecuado o racional ha llevado a algunos filsofos a
adoptar una perspectiva bastante diferente. Acaso, segn apuntan, la fi
nalidad de los lgicos debera ser, no formular generalizaciones sobre
cm o piensan los pensadores, sino mximas recordando a los pensado
res cm o deberan pensar. La lgica, argumentan, es com o la medicina,
que no constituye nicamente una ciencia, sino que es tambin un arte.
Su objetivo no es descubrir las leyes del razonamiento, entendiendo
ley en cualquier sentido cientfico del trmino, sino ms bien las leyes
o reglas de la argumentacin, en el sentido de recomendaciones para
20
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IN T RO D U C C I N
aquellos que quieran argumentar correctamente: es el art de penser (el arte de pensar), el ars conjectandi, no la sciencie de la pense (la ciencia del pensamiento) o scientia conjectionis. Desde este punto de vista, el modelo implcito para la lgica se convierte no en una ciencia explicati
va sino en una tcnica y, en consecuencia, un libro de lgica equivale ai manual de un oficio: Si desea mostrarse racional, he aqu las recetas
que deben seguirse.Llegados a este punto, muchos se han rebelado. Si consideramos
que la lgica se ocupa de la naturaleza de la reflexin, aqu es donde de
sembocamos: o convirtiendo las leyes de la lgica en psicolgicas y sub
jetivas o rebajndolas al nivel de una regla de tres. Antes que aceptar
cualquiera de estas conclusiones, sera mejor que estuviramos dispues
tos a abandonar el supuesto inicial. La lgica, insisten, es una ciencia y,
ms concretamente, una ciencia objetiva. Sus leyes no son ni recomen
daciones ni generalizaciones provisionales, sino verdades establecidas, y
su materia no es el razonamiento, sino algo diferente. La aspiracin
legtima del lgico es, a sus ojos, la comprensin de una clase especial de
objetos denominados relaciones lgicas y su objetivo es formular el
sistema de verdades que regulan las relaciones de este tipo. Las referen-
" t ia T l razonamiento deben ser puestas, tajantemente, a un lado, ya
que conducen slo a sofisma y engao: el modelo implcito al que aspi
ra a convertirse esta lgica no debe ser entonces una ciencia explicativa
ni una tcnica, sino la matemtica pura. Este punto de vista ha consti
tuido tanto la doctrina explcita de filsofos como Cam ap com o la p rc
tica de numerosos lgicos simblicos contemporneos, siguindose de
ella de m odo natural una concepcin acerca de la naturaleza, el alcance
y la metodologa de la lgica bastante diferente de aquella otra im plci
ta en las restantes perspectivas mencionadas.
La controversia entre estas teoras ofrece m uchos de los rasgos de u n
debate filosfico clsico, con el resultado habitual de que nunca tendr
fin. En efecto, cada una de las teoras tiene aspectos atrayentes e igual
mente carencias innegables. En primer lugar, nos encontramos con el
supuesto inicial, reconocido por Aristteles, de que la lgica trata en
cierta manera acerca del m odo en que las personas piensan, argum entan
y realizan inferencias. Sin embargo, transformar la lgica en una ram a
de la psicologa, incluso si se trata de la psicopatologa de la cognicin,
21
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I N T R O D U C C I N
3 - Tr.. "*la hace ciertamente demasiado subjetiva y la ata demasiado estrecha
mente a cuestiones relacionadas con los hbitos reales de inferencia de
la gente real. (Despus de todo, no hay razn para que las palabras m en
tales figuren en ningn caso de m odo destacado en los libros de lgica
ms importantes, pues se puede tratar de los argumentos y las inferen
cias en trminos de las proposiciones afirmadas y de los hechos aduci
dos en su apoyo, sin tener que referirse de ninguna manera a las perso
nas en concreto que realizan las afirmaciones o aducen los hechos.) En
segundo lugar, la aproximacin sociolgica tiene sus mritos: la lgica
de una ciencia tal com o la fsica, por ejemplo, difcilmente podr ser de
batida si no se tiene en cuenta la estructura de los argumentos emplea
dos por quienes practican habitualmente tal ciencia esto es, la forma
habitual de los argumentos de los fsicos y ello otorga cierta plausibi-
lidad a las observaciones de Dewey sobre el m odo en que las inferencias
habituales pueden llegar a ser forzosas. No obstante, de nuevo no puede
ser slo la costumbre lo que d validez y respaldo a la forma de un argu
mento, o el lgico habra de aguardar para realizar su tarea a los resulta
dos de la investigacin de los antroplogos.
La perspectiva opuesta, que ve la lgica com o una tcnica y sus prin
cipios com o las reglas de un oficio, resulta tambin atractiva en ciertos
aspectos. Los mtodos de clculo que aprendemos en la escuela nos sir
ven com o mecanism os de inferencia, y los clculos pueden sin duda ser
sujetos a un estudio y a una crtica lgicos. De nuevo, si se pregunta por
qu los principios de la lgica se aplican a la realidad, es til recordar
que no es tanto el m undo el que es lgico o ilgico, sino las personas.
La conform idad con la lgica es un mrito en las argumentaciones y en
quienes argumentan, no la seal de una completa docilidad en las cosas
sobre las que se argumenta, de m odo que la cuestin de por qu la lgi
ca se aplica en el m undo, en realidad no se plantea com o tal. Con todo,
la idea de que inferir es un tipo de proceso que debe ejecutarse de acuer
do a unas reglas y que los principios de la lgica desempean la parte
correspondiente a esas reglas, conduce a su vez a sus propias paradojas.
A m enudo sacamos conclusiones en un instante, sin pasar por ninguna
de las fases intermedias esenciales en un proceso gobernado por reglas:
no se evalan los riesgos, no se tienen en mente las reglas ni se siguen es
crupulosam ente, no se llega triunfalmente al final del camino ni se com-
22
-
pleta el proceso de inferencia. En una frase, inferir no siempre implica
calcular, y los cnones de la argumentacin correcta pueden ser igual
mente aplicados tanto si se han alcanzado las conclusiones por medio de
un clculo o por un mero salto mental. Efectivamente, la lgica trata no
de la manera en que inferimos ni sobre cuestiones de tcnica: su objeti
vo principal es de tipo retrospectivo y justificatorio, pues trata de los ar
gumentos que pueden esgrimirse a posteriori con el fin de apoyar nues
tra pretensin de que las conclusiones a las que hemos llegado son
conclusiones aceptables porque pueden justificarse.
Es en este punto donde entra en escena el lgico matemtico, que
puede afirmar que, dado que un argumento est hecho de proposicio
nes y el objeto de estudio del lgico son las relaciones formales entre
proposiciones, preguntarse si un argumento es vlido o no es pregun
tarse si presenta la forma correcta, y como mejor se estudia la forma es
de un m odo conscientemente matemtico. Por tanto, debemos arrinco
nar cualquier referencia al pensar y a la racionalidad y a todo lo dems,
colocando en primer plano el verdadero objeto de estudio de la lgica:
las relaciones formales entre diferentes tipos de proposiciones... Pero es
aqu donde intervenimos nosotros, pues a la vista est la paradoja que
sigue. Difcilmente podremos arrinconar todas las referencias al pensar
sin que la lgica pierda su aplicacin prctica original: si este es el pre
cio de convertir la lgica en matemticas, nos veremos forzados a en
frentarnos al problema, legtimo desde el punto de vista kantiano, de si
es posible en todo caso la lgica matemtica.
La pregunta de qu clase de ciencia es la lgica nos lleva a un calle
jn sin salida. Por consiguiente, no podemos permitirnos dedicarnos a
esta cuestin al inicio mismo de nuestro estudio, sino que debemos de
jarla al margen para retomarla ms adelante. Para nuestro propsito,
por suerte, podemos hacerlo justificadamente. La cuestin planteada
versaba sobre la teora lgica, mientras que el punto de partida de nues
tros estudios ser la prctica de la lgica. De manera que comencemos
por intentar caracterizar los conceptos principales que se emplean en
la prctica de la lgica. Hecho esto, ser el momento de volver a la cues
tin previa para preguntarnos en qu podra consistir una lgica teri
ca, qu tipo de teora puede construirse para que tenga el tipo de aplica
cin requerido.
INTRODUCCIN
V>
-
IN T R O D U C C I N
Ser necesario adoptar otra precaucin. Al abordar los problemas principales que nos interesan sobre la evaluacin de los argumentos,
merece la pena lim piar nuestra mente de ideas derivadas de la teora
lgica existente para poder examinar directamente cules son las categoras bajo las que expresamos realmente nuestras afirmaciones y qu
significan realmente para nosotros. Esta es la razn por la que en el pri
mero de los estudios que siguen he evitado deliberadamente trminos
com o lgica, lgico, necesariamente lgico, deductivo y de
mostrativo. Todos estos trminos llevan consigo una carga de asocia
ciones en la teora lgica que pueden prejuzgar uno de los fines primor
diales de nuestra investigacin: com probar cmo si es que es as el
anlisis de la lgica terica est vinculado al asunto de la crtica racional.
Porque supongamos que est probado que ha habido una divergencia
sistemtica entre las nociones fundamentales de la teora lgica y las ca
tegoras operativas en nuestra evaluacin prctica de los argumentos.
Tendramos entonces razones para lamentar el habernos comprometido
con el uso de trminos connotados en la teora, pues nos encontrara
mos ante paradojas que de otra forma habramos podido evitar.
Un ltimo punto preliminar: para romper el poder de viejos m ode
los y analogas, podemos hacernos con unos nuevos. La lgica trata de la
correccin de los enunciados construidos acerca de la solidez de los
cimientos que elaboramos para apoyarlos, acerca de la firmeza del res
paldo que somos capaces de darles o, m odificando la metfora, del
tipo de caso que presentamos en defensa de nuestras afirmaciones. La analoga jurdica implicada en esta ltima manera de presentar este
punto podra ser, por una vez, de verdadera ayuda. As pues, dejmonos
de psicologa, sociologa, tecnologa y matemticas; pasemos por alto los
ecos de ingeniera estructural y de collage en los vocablos cimientos y
respaldo, y tomemos como modelo propio la disciplina de la juris
prudencia. La lgica, podramos decir, es una jurisprudencia generaliza
da. Los argumentos pueden compararse con las demandas judiciales, y
las afirmaciones que se realizan y argumentan en contextos extra-lega
les, con afirmaciones hechas ante los tribunales, mientras que los casos
presentados para apoyar cada tipo de afirmacin pueden ser compara
dos entre s. Una de las tareas capitales de la jurisprudencia es caracteri
zar los elementos esenciales del proceso legal: los procedimientos o tr
24
-
INTRODU CCIN
mites por medio de los cuales las demandas se presentan ante la ley, se debaten y se determinan, as com o las categoras en que esto se lleva a
cabo. Nuestra propia investigacin es paralela: nuestra finalidad es, an
logamente, caracterizar lo que podra llamarse el proceso racional, los
trmites y categoras que se emplean para que las afirmaciones en gene
ral puedan ser objeto de argumentacin y el acuerdo final sea posible.
En realidad, podemos preguntarnos si estamos siquiera ante una
analoga. Hemos visto cun estrecho es el paralelismo que puede dibu
jarse entre ambas disciplinas, hasta el punto de que el trmino analo
ga resulta demasiado vago y el de metfora induce a confusin. Ms
an, los procesos judiciales son slo una clase especial de debates racio
nales en los que los procedimientos y reglas de la argumentacin se han
fosilizado al convertirse en instituciones. Ciertamente, no choca que un
profesor de derecho aborde, com o problemas propios de su especiali
dad, cuestiones que resultan familiares en los tratados sobre lgica
cuestiones, por ejemplo sobre la causacin ; adems, a Aristteles,
como ateniense, el trecho que va de la argumentacin ante un tribunal
a la argumentacin en el liceo o el gora le habra parecido todava m e
nor de lo que nos parece a nosotros.
Hay una virtud especialmente destacada en el paralelo entre lgica y
jurisprudencia, que contribuye a mantener en el centro del cuadro la
funcin crtica de la razn. Puede que las reglas de la lgica no consistan
en recomendaciones, pero as y todo se aplican a los hombres y sus ar
gumentos, no de la manera que lo hacen las leyes de la psicologa o las
mximas de un mtodo, sino com o estndares de xito que miden si se
ha logrado el objetivo propuesto, que un hombre al argumentar puede
haber alcanzado o no, y a partir de los cuales se pueden juzgar sus argu
mentos. Un argumento slido, una afirmacin bien fundamentada y fir
memente respaldada, es el que resiste la crtica, aquel para el que se pue
de presentar un caso que se aproxima al nivel requerido, si es que ha de
merecer un veredicto favorable. Cuntos trminos legales encuentran
aqu su extensin natural. Surge incluso la tentacin de aadir que las
pretensiones extra-judiciales deben ser justificadas no ante los jueces de
Su Majestad, sino ante el Tribunal de la Razn.Por consiguiente, en los estudios que siguen a continuacin, la na
turaleza del proceso racional ser objeto de discusin teniendo en men
25
-
te la analoga jurdica: nuestro tema ser la prudentia, no simplemente del ms, sino de manera ms general de la ratio. Los dos primeros ca
ptulos son, en parte, preparatorios para el tercero, puesto que es en ese
captulo donde se exponen los resultados cruciales de esta investigacin.
En el primer captulo, el tema principal es la variedad de afirmaciones y
argumentos que se pueden realizar; la cuestin de la que se trata es
cm o cambian y no cambian la forma y la estructura del argumento al
pasar de un tipo de enunciado a otro o al moverse entre argumentos
pertenecientes a campos diferentes: la principal innovacin aqu es la
distincin entre la fuerza de los trminos de la evaluacin lgica y las
razones o criterios para su uso, una distincin que ser retomada
ms adelante. El segundo captulo es un estudio de la nocin de proba
bilidad, que sirve en estas pginas com o investigacin piloto, introdu
cindonos en una serie de ideas y distinciones que pueden arrojar luz
sobre las categoras de la evaluacin racional.
Con el tercer captulo, se llega a la cuestin central de cm o exponer
y analizar los argumentos con el fin de que nuestras valoraciones sean
lgicamente transparentes; es decir, con el fin de dejar claras las funciones de las diversas proposiciones aducidas en el transcurso de una argu
m entacin, as com o la relevancia de los diferentes tipos de crticas que
pueden hacerse en contra. La forma de anlisis a la que se ha llegado es
significativamente ms com pleja de la que los lgicos emplean habitual
mente, y nos obliga a establecer una serie de distinciones para las que no
hay lugar en un anlisis normal; en el pasado se han m ezclado demasia
das cosas segn sealar bajo el nom bre de premisa mayor y, al d i
vidir los argum entos nicamente entre deductivos e inductivos, se
ha confiado en una sola distincin para marcar por lo m enos cuatro dis
tinciones diferentes. Al distinguir entre stas, com ienza a parecer com o
si la lgica formal efectivamente hubiera perdido de vista su aplicacin
y com o si se hubiera desarrollado una divergencia sistemtica entre las
categoras de la prctica lgica y el anlisis que han recibido en los m a
nuales y tratados lgicos.
Los orgenes filosficos de esta divergencia y sus implicaciones para
la lgica y la epistem ologa son el tema de estudio de los dos captulos fi
nales. En el cuarto captulo, se trazan ios orgenes de esa divergencia en
el ideal aristotlico de la lgica com o ciencia form al comparable a la geo-
IN T ROD U CCIN
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-
I N T R O D U C C I N__ - - .1 -
metra. En el campo de la jurisprudencia, la sugerencia de que el obje
tivo debera ser producir teoras que tengan la estructura formal de las
matemticas nunca ha gozado de aceptacin, y resulta que se puede ob
jetar tambin contra la idea de refundir la totalidad de la teora lgica en
forma matemtica. El quinto capitulo describe algunas de las consecuen
cias de mayor alcance de la desviacin existente entre las categoras de la
lgica empleada normalmente y el anlisis que realizan de ellas los fil
sofos; en particular, se centra en sus efectos para la teora del conoci
miento. Aqu, como en la lgica, se ha otorgado un lugar privilegiado a
los argumentos respaldados por implicaciones: siempre que se ha visto
que las pretensiones de conocimiento estaban basadas en pruebas que
no implicaban analticamente la correccin de la afirmacin, se ha teni
do la impresin de que exista una laguna lgica que el filsofo deba
superar o conjurar de alguna manera. Com o resultado, ha surgido todo
un abanico de problemas epistemolgicos alrededor de las tesis cientfi
cas, ticas, estticas y teolgicas. Una vez, sin embargo, que nos damos
cuenta de dnde estn las causas de la divergencia entre la lgica que se
emplea normalmente y la teora lgica, hay que poner en entredicho si
esos problemas deberan, en todo caso, haberse planteado. Estamos ten
tados de ver deficiencias en esas tesis slo porque las comparamos con
un ideal filosfico que resulta irrealizable por la propia naturaleza de los
casos. La verdadera tarea de la epistemologa sera, no superar estas de
ficiencias imaginarias, sino descubrir qu virtudes reales pueden espe
rar lograr desde un punto de vista realista los cientficos, los moralistas,
los crticos de arte o los telogos.
La existencia de ese doble estndar, de esa divergencia entre las
preguntas que se hace el filsofo ante el mundo y las del hombre co
rriente, es, desde luego, un lugar comn. Nadie lo ha expresado mejor
que David Hume, quien supo ver ambos modos de razonamiento en
una nica y misma persona; es decir, en l mismo. Usualmente, la diver
gencia ha sido tratada com o un motivo de orgullo o, en todo caso, algo
que deba tolerarse; como una marca (en el mejor de los casos) de la pe
netracin y profundidad superiores en el pensamiento de los filsofos o
(en el peor de los casos) como el resultado de una disculpable peculiari
dad psicolgica. Parece casi mezquino sugerir por mi parte que pudiera
ser, de hecho, nada ms que la consecuencia de una clara falacia, del fra
V
-
caso que supone extraer de la propia teorizacin lgica todas las distinciones que las exigencias de la prctica legal requieren.
Los estudios que siguen son, como ya he dicho, slo ensayos. Para
que nuestro anlisis de los argumentos llegara a ser verdaderamente
efectivo y apegado a la vida real, necesitara, m uy probablemente, hacer
uso de nociones y distinciones a las que ni siquiera se alude aqu. Pero
estoy seguro de algo: de que al tratar la lgica com o una suerte de juris
prudencia generalizada y al examinar las ideas confrontndolas con la
prctica real de la evaluacin de los argumentos y no con un ideal filo
sfico, podremos finalmente construir un cuadro m uy diferente del tra
dicional. A lo m xim o que aspiro es a que alguna de las piezas cuya fi
gura he dibujado aqu conserve un lugar en el mosaico cuando est
completado.
IN T RO D U C C I N
28
13
-
ISobrecargo del paquebote que cruza el Cana) de la Mancha: No
puede ponerse enfermo aqu, seor. Pasajero aquejado de ma
reo: Ah s?, no puedo? (y vomita).
Punch
Quien formula una aseveracin est formulando una pretensin: re
dam a nuestra atencin o que le creamos. A diferencia de quien habla
frvolamente, en broma o slo de manera hipottica (bajo la rbrica
supongamos que...), de quien desempea un papel o habla nica
mente para impresionar, o de quien compone inscripciones lapidarias
(en las que, como observa el Dr. Johnson, no se est bajo juramento),
quien asevera algo quiere que lo que dice se tome en serio; y si su enun
ciado es tomado como una afirmacin, as suceder. Cun en serio ser
tomado depende, por supuesto, de muchas circunstancias: del tipo de
persona que sea, por ejemplo, y de la confianza general que despierte. Se
confia en las palabras de algunos hombres slo por la reputacin de que
disfruten com o hombres prudentes, de buen juicio y veraces. Sin em
bargo, eso no significa que la cuestin del derecho que tienen a gozar de
nuestra confianza no pueda surgir en el caso de todas sus aseveraciones:
significa slo que estamos seguros de que se probar que cualquier afir
macin que hagan sopesada y seriamente tendr un caso slido detrs
de ella y que merece nuestra atencin por mrito propio, que tiene de
recho a ello.La pretensin implcita en una aseveracin es como la pretensin o
reivindicacin de un derecho o un ttulo. Com o ocurre con la reivindi
cacin de un derecho, aunque pueda darse el caso de que se conceda sin
discusin alguna, su valor depende de los mritos de los argumentos
que puedan aducirse en su apoyo. Cualquiera que sea la naturaleza de
esa aseveracin en concreto tanto si es un m eteorlogo que predice
lluvia para maana, un trabajador lesionado que alega negligencia por
CAMPOS DE ARGUMENTACIN Y TRMNOS MODALES
29
-
parte de quien le contrat, un historiador que defiende el carcter del
emperador Tiberio, un mdico que diagnostica un sarampin o un cr
tico de arte que elogia la pintura de Piero della Francesca , en todos los
casos se puede poner en entredicho la afirmacin y exigir que nuestra
atencin se centre en los aspectos bsicos (fundamento o razones en los
que se apoya, dts, hechos, pruebas, consideraciones, componentes) de
los que depende el valor de la afirmacin. Esto es, podemos exigir un ar
gumento; y la reclamacin ha de ser atendida slo si el argumento que
puede producirse en su apoyo muestra estar a la altura del nivel exigido.
Ahora bien, los argumentos se elaboran con propsitos diversos. No
todos los argumentos se esgrimen para la defensa formal de una afirma
cin categrica. Sin embargo, este tipo particular de argumentos recibi
r la mayor parte de nuestra atencin en los presentes captulos: nuestro
inters se centrar en los argumentos justificatorios utilizados para apo
yar afirmaciones, en las estructuras que pueden tener, en el valor que
pueden reivindicar para s y en el modo en que nos enfrentamos a ellos
ai clasificarlos, nos formam os un juicio sobre ellos y los criticamos. Creo
que se puede argumentar que sta es, de hecho, la funcin primaria de
los argumentos y que el resto de los usos, las restantes funciones que
cum plen los argumentos, son en cierto sentido secundarios y respecto al
uso justificatorio prim ario son parasitarios. Con todo, no resulta im
portante para el presente estudio justificar esta tesis. Nos basta con que
la funcin de la argum entacin en el asunto referente a la elaboracin de
afirmaciones slidas es interesante y significativa, y sobre ella merece la
pena aclarar nuestras ideas.
Imaginemos, por tanto, que alguien ha realizado una aseveracin y
que el respaldo que ha expuesto en su apoyo ha sido puesto en entredi
cho. La pregunta entonces es: cmo puede elaborar un argumento en
defensa de la aseveracin original?, cules son los m odos o la crtica y la
evaluacin apropiados para considerar los mritos del argumento que
est presentando? Si se plantea esta pregunta de forma completamente
general, hay algo que saltar enseguida a la vista: la gran variedad de ase
veraciones para las que se puede elaborar un respaldo, la abundancia de
diferentes tipos de cosas que se pueden aducir para respaldar las aseve
raciones y, en consecuencia, la diversidad de pasos, desde los datos a las
conclusiones, que pueden surgir en el curso del em pleo de los argumen-
LOS USOS DE LA ARG U M ENTACIN
-
C A M P O S DE A R G U M E N T A C I N Y T R M I N O S M O D A LE S-* -
tos justificatorios. Tal variedad plantea el principal problema que debe
mos considerar en este captulo. Se trata del problema de decidir en qu
aspectos y de qu modos se puede prever que tambin vare la manera
en que evaluamos los argumentos; en otras palabras, la pregunta ser
qu elementos del procedimiento de evaluacin se vern afectados a
medida que pasemos de considerar un paso de un tipo a considerar otro
de un tipo diferente, y qu elementos permanecern idnticos indepen
dientemente de la clase de etapa del razonamiento que estemos conside
rando.
Permtaseme indicar de manera ms precisa cmo surge el proble
ma. Unos cuantos ejemplos servirn para mostrarlo. Las conclusiones a
las que llegamos, las aseveraciones que hacemos, sern de tipos distintos
segn la naturaleza del problema sobre el que estemos pronunciando
nuestro juicio. La cuestin podra ser quin ser seleccionado en el equi
po americano para jugar la Copa Davis contra Australia, si se hall cul
pable de modo justo a Crippen de la muerte de su esposa, si el pintor Pie-
ro della Francesca realmente merece las alabanzas de sir Kenneth Clark,
si la teora de la super-conductividad del profesor Frhlich es en verdad
satisfactoria, cundo tendr lugar el prximo eclipse de luna o la natura
leza exacta de la relacin entre los ngulos rectos de un tringulo equil
tero. En todos los casos podemos aventurar una opinin, manifestndo
nos a favor de Budge Patty o contra la condena de Crippen, escpticos
frente a las afirmaciones de sir Kenneth Clark o provisionalmente prepa
rados para aceptar la teora de Frhlich, podemos mencionar seguros de
nosotros mismos una fecha y una hora concretos para el eclipse o jugar
nos nuestra reputacin a propsito del teorema de Pitgoras. En todos
los casos nos habremos arriesgado, pues alguien nos puede preguntar de
repente en qu te basas para ello?, y confrontada nuestra autoridad
de este modo, de nosotros depende el presentar los datos, hechos o cual
quier otro respaldo en nuestro apoyo que consideremos relevante y sufi
ciente para hacer buena nuestra afirmacin inicial.
De nuevo, depende de la naturaleza del caso precisamente qu tipo
de hechos apuntemos y qu tipo de argumento elaboremos: el estado de
form a fsica reciente de los jugadores americanos de tenis ms destaca
dos, las pruebas aducidas ante el tribunal en el juicio de Crippen y lo
que haya sucedido en l, los rasgos caractersticos de la pintura de Piero
31
-
LOS USOS DE LA ARG U M E N T A C I N
y la importancia que Clark Ies otorgue en su evaluacin del pintor, los
hallazgos de los experimentos sobre super-conductividad y la distancia entre esos descubrimientos y las predicciones de la teora de Frhlich,
las posiciones presente y pasada de la tierra, la luna y el sol o (como in
formacin de segunda mano) los datos impresos en el almanaque nu
tico o, finalmente, los axiomas de Eudides y los teoremas cuya dem os
tracin se halla en la primera parte de su sistema antes de que se
planteara el teorema de Pitgoras. La exposicin de nuestras aseveracio
nes y la exposicin de los hechos aducidos en su apoyo son, com o dira
un filsofo, de muchos tipos lgicos diferentes: informes de sucesos
presentes y pasados, predicciones sobre el futuro, veredictos de culpabi
lidad, elogios artsticos, axiomas geomtricos, etc. Los argumentos que
se esgrimen y los pasos que se dan en ellos sern anlogamente diversos:
dependiendo de los tipos lgicos de los hechos aducidos y las conclusio
nes extradas de ellos, los pasos que adoptaremos las transiciones de
tipo lgico sern tambin diferentes. Los pasos que hay que dar desde
la informacin que poseemos sobre el estado de forma fsica de los te
nistas hasta que predecimos cules sern los miembros de la seleccin
(hasta que realizamos la afirmacin de que tal jugador merece formar
parte de la seleccin) es una cosa, el paso de los datos sobre las pistas
acerca de la culpabilidad de la parte acusada en un caso de asesinato es
otra, el que hay que dar desde los rasgos tcnicos de los cuadros pinta
dos por un artista a los mritos que le otorgamos es una tercera, aquel
que va de los datos del laboratorio y los clculos en una butaca a la acep
tabilidad de una teora cientfica en particular es todava otra diferente,
y as podramos seguir indefmididamente. Los argumentos justificato-
rios pueden ser de muchas clases diferentes, de m odo que enseguida
surge la cuestin de hasta qu punto pueden ser valorados por el mismo
procedimiento, en la misma clase de trminos y apelando al mismo tipo
de estndares.
Este es el problema general del que nos ocuparemos en el primer ca
ptulo. Hasta qu punto los argumentos justificatorios adoptan una
sola y la misma forma o apelan a una misma serie de estndares en to
dos los diversos tipos de casos que tendremos ocasin de considerar? Y
en consecuencia, hasta qu punto, cuando evaluamos los mritos de es
tos argumentos diferentes, podemos basarnos en el mismo tipo de c
-
nones o estndares de argumentacin para realizar su crtica? Poseen el mismo tipo de mritos o son diferentes? Y en qu aspectos podemos
buscar uno solo y el mismo tipo de valor en argumentos de todas esas
clases?Por m or de la brevedad, ser conveniente introducir un trmino tc
nico; permtaseme hablar, por tanto, del campo de la argumentacin. Se
dice que dos argumentos pertenecen al mismo campo cuando los datos
y las conclusiones en ambos argumentos son, respectivamente, del mis
mo tipo lgico; se dice que proceden de campos diferentes cuando el
fundamento (respaldo) o las conclusiones en ambos argumentos no son
del mismo tipo lgico. Las pruebas de Los elementos de Euclides, por ejemplo, pertenecen a un campo; los clculos ejecutados para preparar
un nmero del almanaque nutico pertenecen a otro. El argumento
Harry no es moreno, porque s de hecho que es pelirrojo pertenece a
un tercer campo, bastante especfico, aunque se puede quiz poner en
duda si realmente es un argumento o ms bien una contraafirmacin. El
argumento Petersen es sueco, de modo que presumiblemente no es ca
tlico romano pertenece a un cuarto campo; el argumento Este fe
nmeno no puede ser explicado enteramente basndose en mi teora,
porque la divergencia entre sus observaciones y mis predicciones son
significativas desde el punto de vista estadstico pertenece a otro dife
rente; el argumento Esta criatura es una ballena y en consecuencia es
(desde el punto de vista taxonmico) un mamfero pertenece a un sex
to; y el argumento El defendido conduca a 75 km por hora en un rea
urbana; por consiguiente ha cometido un delito contra el cdigo de cir
culacin procede de un sptimo campo, tambin distinto. Los proble
mas que han de debatirse a propsito de estas indagaciones son aquellos
a los que hemos de enfrentarnos cuando tratamos de conciliar las dife
rencias entre los diversos campos de argumentacin ilustrados aqu.
El primer problema que hemos propuesto puede ser reformulado
en la pregunta qu elementos relacionados con la forma y el valor de
nuestros argumentos son invariables respecto al campo y cules depen
den del campo?. Qu elementos relacionados con los m odos en los
que evaluamos los argumentos, los estndares por referencia a los cua
les los valoramos y la manera en que sacamos conclusiones sobre ellos
son idnticos con independencia del campo (son invariables respecto al
C A M P O S DE ARGUMENTACIN Y TRMINOS M ODALES
33
-
campo) y cules de ellos varan cuando pasamos de los argumentos de
un cam po a argumentos de otro (son dependientes del campo)? Hasta
qu punto, por ejemplo, se pueden comparar los estndares de una ar
gumentacin relevantes en un tribunal de justicia con aquellos otros re
levantes cuando se juzga un trabajo para los Proceedings o f the Royal So-
ciety o con los que resultan relevantes en una prueba matemtica o en la
prediccin sobre los componentes de un equipo de tenis?
Debe aadirse, por si acaso, de manera inmediata que no se trata de
comparar el grado de rigor entre los estndares que empleamos al criti
car los argumentos en cam pos diferentes, sino de ver hasta qu punto
hay estndares com unes aplicables en la crtica de argumentos proce
dentes de campos diferentes. De hecho, puede que merezca la pena
plantearse si es que se puede comparar el rigor relativo entre argumen
tos procedentes de cam pos diferentes. Dentro de un campo de argu
mentacin, pueden ciertamente surgir cuestiones relativas acerca del ri
gor o la laxitud de los argumentos. Podemos, por ejemplo, comparar el
nivel de rigor reconocido por matemticos puros en diferentes etapas de
la historia: por Nevvton, Euler, Gauss o Weierstrass. A lgo distinto es,
de otro lado, qu sentido tiene comparar el rigor matemtico de Gauss
o Weierstrass con el rigor jurdico del presidente del Tribunal Supremo
Goddard, un asunto cuya consideracin debemos posponer.
L A S F A S E S D E U N A R G U M E N T O
Qu rasgos de los argumentos deberamos esperar que fueran invaria
bles respecto al cam po y cules dependern de l? Podemos hallar algu
nos indicios explorando el paralelo entre un proceso judicial, en el que
se resuelven las cuestiones suscitadas ante un tribunal de justicia, y el
proceso racional, en el que los argumentos se elaboran y se manifiestan
en apoyo de una afirm acin inicial. Efectivamente, tambin en el m un
do legal hay casos de muchas clases diferentes y es lcito plantear la cues
tin de hasta qu punto tanto las formalidades del proceso judicial
com o los cnones de la argumentacin legal son idnticos, con inde-
pendiencia de la naturaleza del caso. Hay casos criminales, en los que
una persona se enfrenta a cargos por infringir el derecho comn o una
LOS USOS DE LA ARG U M E N T A C I N
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C A M P O S D E A R G U M E N T A C I N Y T R M I N O S M O D A L E SlUr W-
disposicin legal; casos civiles, en los que alguien reclama a otro daos
en concepto de compensacin por algn perjuicio recibido (por una le
sin, por difamacin o por algn motivo similar); hay casos en los que
una persona solicita una declaracin de sus derechos o estado legal, por
ejemplo de su legitimidad o de su derecho a un ttulo nobiliario; casos
en los que alguien pide al tribunal un mandamiento judicial que impi
da a otra persona hacer algo que podra perjudicar sus intereses. Cargos
criminales, demandas civiles, peticiones de pronunciamientos de de
rechos o mandamientos judiciales: claramente las maneras en que se
argumenta en favor de ciertas conclusiones legales, en esos u otros
contextos, variarn sustancialmente. Por tanto, es posible preguntarse
acerca de los casos legales, com o sucede con los argumentos en general,
hasta qu punto su forma y los criterios relevantes para acometer su cr
tica son invariables y ello es aplicable a ios casos de todo tipo y has
ta qu punto dependen del tipo de caso de que se trate.
Hay una distincin, preliminar, que resulta bastante evidente. El ca
rcter de las pruebas relevantes ser, naturalmente, muy variable segn
los diferentes tipos de caso. Cada caso requerir apelar a pruebas de d i
versos tipos. As, establecer que ha existido negligencia en un caso civil
es algo m uy distinto de probar intencionalidad en un caso de asesinato
o demostrar la legitimidad de un nacimiento. Por otro lado, habr, den
tro de un lmite, ciertas similitudes generales entre el orden de los pro
cedimientos o trmites adoptados en el enjuiciamiento de los diferentes
casos, incluso cuando stos estn relacionados con asuntos muy diver
sos. Se pueden reconocer, a grandes rasgos, ciertas fases comunes en los
procedimientos establecidos para muchas clases de casos legales: civiles,
criminales o del tipo que sea. Primero hay una etapa inicial en la que se
formula con claridad el cargo o demanda, una fase subsiguiente duran
te la cual se presentan las pruebas o se proporciona el testimonio en
apoyo del cargo o demanda, lo que conduce a la etapa final, cuando se
otorga un veredicto y se pronuncia la sentencia u otro acto judicial de
rivado del veredicto. Puede haber variaciones de detalle dentro de este
guin general, pero el esquema ser el mismo en la mayora de los casos.
De igual modo, habr determinados aspectos comunes que nos permi
tan evaluar o juzgar, cuando menos, la forma en que se han conducido
asuntos judiciales m uy diversos. Por tomar una posibilidad extrema a
35
-
LOS USOS DE LA A RG U M E N TA CIN
guisa de ejemplo, cualquier caso en que la sentencia sea pronunciada
antes de que el veredicto haya sido formulado ser susceptible de objecin simplemente por vicios de procedimiento.
Si retornamos del proceso judicial al racional, es posible dibujar una
distincin igualmente amplia. Pueden reconocerse ciertas similitudes
bsicas de guin y de procedimientos no slo entre los argumentos le
gales, sino tambin entre los. argumentos justificatorios en general, no importa cun amplia sea la distancia entre los campos de la argumenta
cin, la relevancia y naturaleza de las pruebas o su peso. Si se presta
atencin al orden natural en que manifestamos la justificacin de una
conclusin, se halla una serie de fases distintas. Para empezar, se ha de
presentar el problema. Lo cual com o mejor puede hacerse es plantean
do una pregunta clara; incluso si, como sucede muy frecuentemente,
nos limitamos a apuntar slo la naturaleza de nuestra confusa bsque
da de modo interrogativo: Cundo tendr lugar el prxim o eclipse de |
luna?, quin jugar el partido de dobles en el equipo americano en el *
prximo torneo de la Copa Davis?, haba suficiente base legal para
condenar a Crippen?. En estos casos se pueden formular preguntas su- ficientemente claras. No obstante, es posible que en otros casos todos F
nosotros nos limitemos a preguntar, de manera menos coherente, qu 5debemos pensar de la evaluacin de sir Kenneth Clark de Piero? o
cmo podemos entender el fenmeno de la super-conductividad a
temperaturas extremadamente bajas?.
Supongamos ahora que tenemos una opinin sobre uno de estos 5
problemas y que queremos mostrar que es una opinin justa. El caso
que presentamos en defensa de nuestra solucin particular se presenta
r normalmente en una serie de etapas. stas, debe recordarse, no se co
rresponden necesariamente a las etapas del proceso por el que de hecho
hemos alcanzado la conclusin que en ese m om ento estamos tratando
de justificar. En general, en los presentes captulos no nos ocupare
mos del modo en que de hecho alcanzamos las conclusiones o de los
mtodos que permitiran mejorar nuestra eficacia para extraerlas. Pue
de ocurrir que un problema sea objeto de clculo, que las etapas en el ar
gumento que se presenta para justificar nuestra conclusin coincidan
con aquellas que hemos atravesado para llegar hasta dar con la respues
ta, pero en general ser raro que esto suceda. En este estudio, en cual-
36
17
-
quier caso, nos centraremos no en el modo en que se llega a una conclusin, sino en su subsiguiente establecimiento gracias a la elaboracin de
un argumento que la respalde. Nuestra tarea inmediata es caracterizar
las etapas de acuerdo con las cuales se crea un argumento justificatorio
con el fin de comprobar hasta qu punto esas etapas se hallan igual
mente en el caso de argumentos procedentes de una gran variedad de
campos.Para caracterizar las etapas a las que nos referimos, conviene que las
relacionemos con el uso de ciertos trminos importantes, que siempre
han resultado de inters para los filsofos y que han llegado a ser cono
cidos como trminos o calificadores modales: el presente captulo con
sistir en buena medida en un estudio de su empleo prctico. Estos tr
minos posible, necesario y otros por el estilo se comprenden
mejor, segn argumentar, examinando las funciones que desempean
cuando exponemos un argumento. Por comenzar por el principio: cuan
do nos enfrentamos a cualquier tipo de problema, hay una etapa inicial
en la que nos vemos obligados a admitir que debe ser considerado un
nmero de diferentes propuestas. En esta primera etapa, todas ellas de
ben ser admitidas como candidatas posibles para alcanzar el ttulo de
solucin y para sealar este hecho, decimos de cada una de ellas que
Podra (o puede) ser el caso que.... En esta etapa, el trmino posi
bilidad, se encuentra como en casa, junto con los verbos, adjetivos y
adverbios asociados a este significado: hablar de una propuesta en con
creto com o una posibilidad es admitir que tiene el derecho a ser considerada.
Incluso en esta temprana etapa, diversas propuestas pueden recla
mar nuestra atencin con mayor o menor fuerza; como se suele decir,
las posibilidades son ms o menos serias. Aun as, contemplar algo com o
una posibilidad supone, entre otras cosas, estar dispuesto a invertir cierto tiempo en los datos o pruebas disponibles o el respaldo que puede
aducirse en su favor o en su contra. Cuanto ms en serio se contemple
una posibilidad, ms tiempo y reflexin habr que dedicar a esas consi
deraciones; en el caso de posibilidades ms remotas, menor tiempo y re
flexin sern suficientes. La primera etapa despus de la formulacin
del problema consistir, por tanto, en establecer las posibles soluciones,
las propuestas que reclaman nuestra atencin o, en cualquier caso, las
CA M PO S DE ARGUMENTACIN Y TRM INOS MODALES
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LO S U SO S DE LA A R G U M E N T A C I N
i- V * -posibilidades ms serias, que reclaman nuestra atencin con mayor ur
gencia.
Ser mejor que aclaremos una cosa de inmediato. Al relacionar las
palabras posible, posiblemente, puede que y podra ser con esta
etapa inicial en la presentacin de un argumento, no intento presentar
un.anlisis formal del trmino posible. Imagino que la palabra es de
ese tipo para el que sera difcil dar un equivalente estricto sacado del
diccionario, y as ocurre ciertamente en los trm inos en los que trato
de elucidarla. Pero no hay necesidad de ir tan lejos com o para afirmar,
com o si se tratara de una definicin, que la aseveracin Esta es una so
lucin posible del problema significa lo m ism o que Esta solucin para
el problema debe ser considerada. No hace falta que busquemos una
equivalencia formal y probablemente no hay lugar aqu para una defini
cin formal; con todo, el aspecto filosfico que conlleva este asunto pue
de expresarse, sin embargo, de manera bastante convincente.
Supongamos, por ejemplo, que se pide a alguien que defienda cierta
afirmacin que ha realizado, que se le ha presentado una alternativa o
una objecin y que responde Eso no es posible. Sin embargo, procede
en el acto a prestar una gran atencin a esa misma propuesta y lo hace,
no de una manera dubitativa y condicional hipottica (cubrindose las
espaldas con el empleo de clusulas com o Si hubiera sido posible, en
tonces...), sino con todo el aspecto de alguien que contempla la pro
puesta com o merecedora de su plena consideracin. Si una persona se
com porta de esta manera, no se convierte en susceptible de ser acusada
de incongruencia o incluso de frivolidad? Ha afirmado que la propuesta no es posible, pero la trata com o si lo fuera. Anlogamente, se plantea
una situacin similar si cuando se le presenta una propuesta en concre
to, dice Eso es posible o Podra ser el caso y, sin embargo, no le pres
ta ni el m enor caso; de nuevo habr de defenderse de la acusacin de
incongruencia. En los casos apropiados habr un motivo de defensa
perfecto. Por ejemplo, puede tener razones para pensar que esa pro
puesta en concreto es una de las posibilidades ms remotas y que habr
tiem po suficiente para considerarla despus de que se hayan encontra
do razones para descartar las que en ese m om ento parecen ms serias.
No obstante, al adm itir que una propuesta en concreto es posible o
una posibilidad, est en cualquier caso adm itiendo que deber pres-
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A
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tarle atencin a su debido tiempo: calificar algo de posible y luego ig
norarlo indefinidamente sin una buena razn es inconsistente. De este
modo, aunque no estemos en posicin de proporcionar una definicin
lxica estricta de las palabras posible y posibilidad en trminos re
lacionados con los procedimientos de la argumentacin, se puede reco
nocer una estrecha conexin entre las dos cosas. Sea com o fuere, en este
caso podemos empezar a elucidar el significado de una familia de tr
minos modales sealando el lugar que ocupan en los argumentos justi
ficatorios.
Esto es todo lo que tenemos que decir de la fase inicial. Una vez que
hayamos empezado a considerar las propuestas que creemos que merecen
nuestra atencin y que nos hayamos preguntado qu relacin hay entre
esas propuestas y cualquier informacin que tengamos en nuestro poder,
pueden suceder diferentes cosas. En cada una de las situaciones resultan
tes, aparecen trminos modales desempeando un papel decisivo.
Por ejemplo, hay ocasiones en que las afirmaciones de uno de los
candidatos son singularmente firmes. De todas las posibilidades con las
que empezamos, nos encontramos con que slo podemos presentar ine
quvocamente una conclusin determinada como la nica que hay que
aceptar. No es necesario de momento ocuparnos de la cuestin de qu
tipo de pruebas deben ser satisfechas para alcanzar ese feliz estado. Esta
mos lo suficientemente familiarizados con la situacin y con ello basta
para seguir avanzando sobre el tema que estamos tratando: hay una per
sona cuya forma fsica exige su inclusin en el equipo de tenis, las prue
bas no dejan espacio para la duda de que el hombre en el banquillo de
los acusados cometi el crimen, se ha elaborado una demostracin sin
fisuras para un teorema, una teora cientfica pasa nuestros exmenes
con todos los honores.
En algunos mbitos sujetos a controversia, sin duda, esto apenas
ocurre, ya que es notoriamente difcil establecer qu afirmaciones de un
determinado candidato prevalecen sbrelas restantes. En estos campos,
con mayor frecuencia que en la mayora, las respuestas a las preguntas
permanecen como cuestin de opinin o de gusto. La esttica ofrece un
ejemplo obvio de la posibilidad de que esto ocurra, aunque incluso aqu
es fcil exagerar el espacio que existe para el desacuerdo razonable, pa
sando por alto aquellos casos en que slo se puede mantener seriamen
C A M PO S DE A RGUMENTACIN Y T RM IN O S MODALES
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LOS USOS DE LA A RG U M E NTA CIN
te una opinin informada: por ejemplo, la superioridad de un pintor
de paisajes como Claude Lorraine sobre El Bosco. Sea com o fuere, cuando por una vez nos hallamos en una situacin en que la informacin de
la que disponemos seala inequvocamente hacia una solucin determi
nada, hacemos uso de trminos caractersticos con los que la sealamos.
Decim osque laconclusin debe ser la buena en tal caso, que entonces es necesariamente as; en definitiva, que hay una necesidad del tipo
que convenga. Dadas las circunstancias-decim os slo hay una deci
sin abierta ante nosotros; el nio debe volver con sus padres. O alter
nativamente: En vista de los pasos anteriores establecidos en la argu
mentacin, el cuadrado de la hipotenusa de un tringulo equiltero ha
de ser igual a la suma de los ngulos rectos de los restantes lados. O de nuevo: Considerando las dimensiones del sol, la luna y la tierra y su po
sicin relativa en la fecha que nos concierne, vemos que la luna habr de
estar totalmente oscurecida en tal momento. (Una vez ms, no se trata
aqu de dar definiciones lxicas, de diccionario, de las palabras deber,
necesariamente y necesidad. La relacin entre el significado de estos
vocablos y el tipo de situacin indicada es estrecha, pero no de m odo
que pueda ser adecuadamente expresada en la forma de una definicin
de diccionario.)
Es ocioso aadir que no siempre es posible llevar nuestros argu
mentos hasta ese final feliz. Tras tener en cuenta todo aquello de cuya re
levancia seamos conscientes, puede que as y todo no hallemos ninguna
conclusin inequvoca como la nica aceptable. Sin embargo, puede
ocurrir otra serie de cosas. En cualquier caso, podremos descartar algu
nas de las indicaciones inicialmente admitidas en las filas de las posibi
lidades porque ya no merecen ser consideradas a la luz de otra infor
macin de la que disponemos. Despus de todo decimos el caso no
puede ser tal y tal. En otras palabras, una de las propuestas originales puede resultar despus de todo inadmisible. En una situacin de este
tipo, otros trminos modales hallan un uso natural: no puede ser,
imposible y otros por el estilo; les prestaremos una atencin especial en breve.
A veces, de nuevo, habiendo tachado de nuestra lista de posibles
soluciones aquellas que nuestra informacin nos da derecho a descartar
enteramente, y encontrndonos con que queda en nuestras manos una
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serie de otras posibilidades que no pueden descartarse, es posible que
seamos capaces de clasificar a las supervivientes segn el grado relativo de confianza o credibilidad de acuerdo con la informacin de la que dis
ponemos. Aunque no haya suficiente justificacin para que presente
mos una sola propuesta com o la nica aceptable, algunas de las supervi
vientes pueden resultar, a la, luz de los datos con que contamos, ms
valiosas que otras. A partir de lo que sabemos, podemos sentirnos legi
timados, de acuerdo con ello, para dar el paso de extraer una de las con
clusiones con mayor grado de confianza que si adoptramos otra: en
tonces decimos que esa conclusin es ms probable que otra. De
momento, nos contentaremos con esta pequea observacin, pues todo
lo relativo a las probabilidades resulta complicado y a ello se dedicar un captulo ms adelante.
Hay un ltimo tipo de situacin que merece la pena mencionar
desde el principio. A veces podemos mostrar que una respuesta de
terminada podra ser la respuesta, suponiendo slo que tengamos la seguridad de que ciertas condiciones inusuales o excepcionales no son
aplicables a ese caso concreto. En ausencia de una seguridad total res
pecto a este punto, se debe calificar nuestra conclusin, matizndola. Un
hombre tiene derecho a ser declarado legtimo en ausencia de que haya
pruebas concluyentes de ilegitimidad; se puede suponer que el presi
dente habitual de una comisin ocup el cargo en una reunin del co
mit a menos que haya evidencia de lo contrario en las actas; nica
mente algunos pocos objetos excepcionales, tales com o los globos
hinchados con gas hidrgeno, se elevan en lugar de descender cuando
son soltados a una altura superior al suelo. Tambin aqu tenemos una
manera caracterstica de sealar la fuerza especial de nuestras conclu
siones: se hablar de la legitimidad del hombre como de una presun
cin, se dir que el presidente habitual de la comisin estaba presu
miblemente en su sitio en esa reunin o se inferir de la informacin
de que un objeto fue soltado a cierta altura que puede presumirse que cay al suelo.
En todo ello se debe tomar nota de algo: cuando se caracterizan las
diferentes situaciones que pueden surgir al exponer un argumento jus-
tificatorio, se puede confiar que se encontrarn ejemplos de muchos ti
pos de campos. Nos toparemos con las diversas foses- primero, de pre
C A M PO S DE ARGU M ENTACIN Y TRMINOS MODALES
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sentacin de las candidtas a solucin que requieren una consideracin;
luego, de bsqueda y discriminacin de una solucin sealada inequ
vocamente por los datos disponibles, lo que implica descartar algunas
de las posibilidades iniciales a la luz de stos, etc. tanto si nuestro ar
gumento est relacionado con una cuestin de fsica o matemticas, de
tica o de derecho, o con un asunto cotidiano. Tanto en los argumentos
extra judiciales com o en los judiciales, las similitudes bsicas de proce
dimiento se mantienen vlidas a lo largo de una amplia variedad de
campos, por lo que mientras presentemos formas de argumento que re
flejen estas similitudes de procedimientos, la forma de los argumentos
de los diversos cam pos tambin ser similar.
I M P O S I B I L I D A D E S E I M P R O P I E D A D E S
Podemos acercarnos algo ms a la resolucin del primer problema que
nos plantebamos, el de distinguir aquellos elementos de argumentos
procedentes de cam pos diversos que sean invariables de aquellos otros
que dependen del cam po. Se puede obtener la respuesta tomando uno
de los trminos modales ya m encionados y viendo qu permanece idn
tico y qu cambia cuando'consideram os el m odo caracterstico en que
se emplea, primero en un cam po de argumentacin y luego en otros.
Qu trmino elegiremos para el examen? Parece natural, en vista de
que poseen una larga historia filosfica, escoger o bien la nocin de ne
cesidad o bien la de probabilidad, pero para nuestro presente prop
sito esa larga historia es un obstculo ms que una ayuda, pues plantea
concepciones previas tericas que pueden cruzarse en nuestro camino
en el m om ento en que estamos tratando, no de establecer ningn as
pecto de la teora, sino simplemente de elucidar el uso que tienen estos
conceptos en el funcionam iento cotidiano de la evaluacin de argu
mentos. As que com encem os por considerar un trmino modal que
hasta ahora no ha sido objeto de mucha atencin por parte de los fil
sofos: la forma verbal no poder. (Com o podr comprobarse ensegui
da, la aplicacin de la forma verbal no poder es bastante ms amplia
que la del sustantivo abstracto imposibilidad, de manera que pode
m os perm itirnos concentrarnos en el verbo.) Las primeras preguntas
LOS USOS DE LA ARG U M ENTACIN
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C A M P O S DE A R G U M E N T A C I N Y T R M I N O S M O D A L E S- ' ***
que debemos hacer son bajo qu circunstancias hacemos uso de este
verbo modal en concreto y qu se entiende que indicamos con l. Cuan
do hayamos encontrado las respuestas a estas preguntas en una cantidad
suficiente de campos de argumentacin, deberemos proseguir pregun
tando hasta qu punto varan de un campo a otro las implicaciones que
se derivan del uso de tal verbo y los criterios para decidir que puede ser
utilizado apropiadamente.
Empecemos, por tanto, con una tanda de situaciones en las que la
palabra no poder se usa de manera natural. El primer paso para resol
ver nuestro problema ser comparar esas situaciones. No puedes le
diramos a alguien en un momento u otro levantar una tonelada t
solo, meter a diez mil personas en el ayuntamiento, hablar acerca del rabo
de un zorro o sobre una hermana como si fuera un varn, fumar en el va
gn para no fumadores, echar a tu hijo de casa sin un duro, obligar a la
esposa del acusado a declarar, construir un heptgono regular o encon
trar un nmero que sea a la vez racional y la raz cuadrada de dos. De
bemos examinar una lista de tales ejemplos y ver qu se consigue en cada
caso utilizando la expresin no puedes. (Una observacin al paso: he
omitido deliberadamente de esta tanda de ejemplos algunos que son de
gran importancia filosfica; esto es, aquellos que suponen imposibilida
des formales. La serie que acabamos de mencionar se limita a casos de
no poder bastante familiares, relacionados con imposibilidades e im
propiedades prcticas, fsicas, lingsticas y de procedimiento sin ms.
M i razn para proceder as es la siguiente: en los casos de imposibilidad
formal estn implicados tambin uno o ms de estos tipos de imposibi
lidad e impropiedad, mientras que la importancia relativa de las imposi
bilidades formales y no formales vara de caso a caso. Debemos clasificar
las imposibilidades e impropiedades no formales y ver lo que se deriva de
ellas antes de introducir el elemento adicional de la imposibilidad for
mal. En todo caso, retomaremos este tema en un captulo posterior.)
Por dnde debemos comenzar en el estudio de estos ejemplos? Po
demos seguir la sugerencia del chiste de la revista satrica Punch citado
al inicio de este captulo. Es evidente que cuando alguien dice X no
puede hacer Y, se entiende en ciertos casos que quiere decir que X no ha
realizado recientemente Y, que no lo est haciendo en ese momento y que
no lo har en el futuro prximo, mientras que otros usos de no poder
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no encierran en m odo alguno esta implicacin. Con esta diferencia en
mente, merece la pena preguntarse, a propsito de cada uno de nuestros ejemplos, qu pensaramos si la persona a la que le dijim os No puedes
hacer X respondiera Pero tengo que hacerlo: qu tendra que modificarse para que nuestra afirmacin fuera rechazada y para que quedara
probado, despus de-todo, que careca de justificacin. Los ejemplos se
rn examinados por orden.
a) Una pieza de metal de gran tamao cae de un cam in a la carretera.
El conductor, un hombre joven y de aspecto enfermizo, baja de la cabi
na y camina en direccin hacia l, com o si fuera a recogerlo. Lo vemos y
le decimos: No podrs levantar ese peso t solo. Espera un momento,
mientras consigo ayuda o una polea. l responde: Muchas gracias, lo
he hecho a menudo, y encaminndose hacia l, lo levanta con presteza
y lo devuelve al camin.
Se pueden extraer de inmediato algunas implicaciones de la afirma
cin. Con lo que hace, el conductor nos sorprende y su accin demues
tra irremediablemente que es falso lo que dijim os previamente. Hemos
infravalorado su fuerza pensando que era fsicamente incapaz de esa ta
rea; creimos que requera a alguien de constitucin ms fuerte, lo cual
estaba implcito en nuestra observacin. Lo que estaba implcito en la
afirmacin que de hecho hicimos puede hacerse explcito al reescribirla
de la siguiente forma: Dada tu consitucin fsica, no podrs levantar
ese peso t solo, intentarlo sera intil.
Se puede poner en duda que aqu haya realmente un argumento.
Ciertamente no hay uno elaborado o ntegramente expresado, pero lo esencial se encuentra aqu. En realidad, la afirm acin implcita es no
slo que el hombre no levantar el peso l solo, sino que tenemos razo
nes para pensar que est fuera de toda duda que lo pueda hacer. Si se
pone en entredicho nuestra afirm acin, podemos alegar razones, un
respaldo, a las que apuntar para indicar qu es lo que nos ha llevado a
alcanzar esta conclusin en concreto y a descartar esa determinada po
sibilidad. No levantar el peso l solo: sa es la conclusin, y la m ani
festamos debido a su constitucin fsica. Podemos estar equivocados sobre la fuerza que posee, pero ello no afecta a la cuestin que importa
aqu: la fuerza que suponemos que tiene es ciertamente pertinente si
LOS USOS DE LA A R G U M E N T A C I N
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nos preguntamos si levantar en verdad, si puede levantar el peso
l solo.
b) Un amigo prepara una reunin pblica en el ayuntamiento y enva
acuciantes invitaciones a diez mil personas. Averiguamos que realmente
.espera queja mayora de ellos aparezca el da en cuestin. Temiendo que
haya pasado por alto un obstculo de tipo prctico en su proyecto, le de
cimos: No puedes meter a diez mil personas en el ayuntamiento.
Esta vez, desde luego, el escepticismo no es respecto de su poder per
sonal o su capacidad, com o en el caso del Hrcules de aspecto enfermizo
que nos sorprendi levantando el enorme pedazo de metal, sino respec
to al aforo del ayuntamiento. Si nuestro amigo contesta S que puedo,
acaso tengamos la tentacin de responder que realmente no puede ha
cerse. Y si l insiste, acabaremos sospechando que est jugando con las
palabras. En consecuencia, podramos preguntarle Qu quieres de
cir?, pero en el momento en que hiciramos esa pregunta, el ejemplo
cambiara de nalurale/a y en ese momento las consideraciones relevan
tes seran bastante diferentes. Dejando aparte estas complicaciones, la afirmacin puede reescribirse, de manera ms explcita, con estas pala
bras: Siendo el aforo del ayuntamiento el que es, no puedes meter all a
diez mil personas; intentarlo sera intil.
Tambin en este caso se puede objetar que no estamos consideran
do un autntico argumento. Pero el esqueleto de un argumento se en
cuentra realmente aqu: la conclusin es que nuestro amigo no conse
guir meter a diez mil personas en el ayuntamiento, incluso si lo intenta,
y la razn para sacar esta conclusin es el hecho del aforo del edificio:
siendo este hecho el que es, su proyecto debe ser descartado.
c) Los dos ejemplos anteriores son similares, pero a continuacin sigue
otro que sirve de contraste. Un habitante de la ciudad regresa del cam
po y describe un espectculo rstico al que ha asistido. Un tropel de ca
ballera, con chaquetas rojas, galopaba con gran estruendo por all ex
plica y delante de ellos se extenda a lo largo del campo una jaura de
perros, ladrando cada vez con ms fuerza a medida que reducan la dis
tancia que los separaba del rabo de un pobre zorro. Uno de los que le
escuchan, devoto de los deportes sangrientos, corrige despectivamente
CAM POS DE ARGUMENTACIN Y TRMINOS MODALES
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su descripcin diciendo: Mi querido amigo, no se puede hablar del
rabo de un zorro, y en cuanto a los perros, supongo que quieres de
cir los sabuesos, y la caballera con chaquetas rojas eran en realidad los
cazadores con sus casacas granates.
En este ejemplo es evidente que no se trata de que alguna de las co-
_ .sas mencionadas en la historia sea insuficiente en algn respecto para
que lo imposible sea posible. De hecho, la persona a la que se ha dicho que
no puede hablar del rabo de un zorro acaba justamente de hacerlo. La cuestin en este caso es, por consiguiente, diferente y la expresin no
poder indica no tanto una imposibilidad fsica cuanto una impropie
dad terminolgica. Al hablar del rabo del zorro, el hablante no induce a
que sus oyentes se hagan una idea falsa, pero en cam bio es culpable de
un solecismo lingstico. En consecuencia, se debe amplificar esa afir
macin de manera bastante diferente: De acuerdo con la terminologa
de la caza, no se puede llamar rabo a la cola de un zorro, pues hacerlo
va contra la costumbre.
d) Se nos pide que leamos el manuscrito de una novela nueva y al ha
cerlo nos encontramos con que uno de los personajes aparece en algu
nos lugares como la herm ana de otra persona y en el resto de la novela
com o l. M ovidos por la intencin de salvar al autor de la burla de los
sabuesos literarios, se lo sealamos diciendo: No se puede tener una
hermana varn.
Cul es la cuestin aqu en juego? D e un lado, no se pone en entre
dicho la c