Tomeo, Javier - El Crimen Del Cine Oriente.Doc

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Javier Tomeo El Crimen Del Cine Oriente El Crimen Del Cine Oriente Para Pedro Costa Musté

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Javier Tomeo

El Crimen Del Cine Oriente

Javier TomeoEl Crimen Del Cine Oriente

Para Pedro Costa Must

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Recuerdo que estaba lloviendo a mares y que entr en aquel cine porque no tena otro sitio donde meterme. Era domingo, haban dado las diez de la noche y haca bastante rato que haba empezado la pelcula. Me sent en la ltima fila y lo primero que hice fue quitarme los zapatos, que se me haban puesto perdidos de barro. La pelcula que estaban echando era de amor y sala una chica rubia con un buen par de melones y un fulano que llevaba un sombrero con una pluma y un montn de medallas en el pecho. Un tipo con pinta de prncipe o algo as. Al cabo de un rato me qued como un tronco y cuando me despert el acomodador haba salido casi toda la gente. Ya estaban encendidas las luces, pero a pesar de todo me puso la linterna a un palmo de la nariz y me pregunt si pensaba que aquel cine era un hotel. Le contest que no, que ya saba que no era un hotel, pero que estaba lloviendo y que aquella noche no tena otro sitio donde meterme.Se lo cont as de claro, mirndole a los ojos. Entonces el to me enfoc el escote y seguramente le gust lo que encontr all, porque se qued un rato sin mover la linterna. Era un fulano bastante canijo, con un bigotito que pareca una peca, y para que no se le viese tan calvo se echaba hacia adelante el pelo que le creca en la nuca. Cuando se cans de enfocarme las tetas me ech la luz a la cara y me pregunt quin me haba puesto el ojo a la funerala.Mi marido le contest.En realidad haba sido el fulano con el que viva, al que de vez en cuando le daba por zurrarme, aunque slo fuese para ponerse cachondo.Seguro que tena algn motivo dijo el acomodador. Y al acabar de decir eso se aplast el bigote con la yema del pulgar, como si fuese un sello que estuviera a punto de despegarse. Luego me ech otra mirada incendiaria a las tetas, se qued un rato pensando y por fin me dijo que poda quedarme y continuar durmiendo un rato ms, que l se iba a dar una vuelta con los amigos, y que ya veramos luego, cuando volviese, qu podamos hacer.Volver ms o menos dentro de una hora dijo, guindome el ojo.Yo le dije que muy bien y le gui tambin el ojo. Guiar el ojo, al fin y al cabo, no nos compromete a nada. Mientras se marchaba me di cuenta de que cojeaba bastante de la pierna izquierda y cuando lleg junto a la puerta se volvi para guiarme otra vez el ojo.Ahora no te vayas me pidi, bromeando.Le dije que no y me qued otra vez traspuesta, pero volvi al cabo de un rato, se sent en la butaca de al lado y me cont que aquella noche le haban fallado los amigos. Luego dijo que se llamaba Juan y que todas las noches, despus de cerrar el cine, se iba a dar un garbeo por los bares del barrio. Apestaba a vino y al hablar se le enredaba un poco la lengua. Me pregunt cmo me llamaba y le dije que Mara, pero no quise darle el apellido porque nunca se sabe lo que puede pasar luego.Se qued un momento pensando y luego dijo que el mundo estaba lleno de Maras, pero que, como nombre, no estaba mal del todo. Se vea a la legua que se mora de ganas de pegar la hebra. Le dije que tena razn, que haba un montn de Maras, pero que como yo no haba otra. Se lo dije bromeando, pero se lo tom en serio y me dio la razn y dijo que en su vida haba visto otra Mara como yo. Luego se toc otra vez el bigote y me cont que en aquel cine daban dos sesiones, que la primera empezaba a las cuatro de la tarde y la segunda a las nueve de la noche y que entre sesin y sesin cerraban el cine. Luego me cont que trabajaba como portero y acomodador, todo en una pieza.Primero corto las entradas me explic. Luego alumbro el camino a los que entran y les acompao hasta la butaca.Le pregunt cmo se las arreglaba para hacer las dos cosas al mismo tiempo y respondi que no era tan difcil como pareca. Haca, adems, otra cosa an ms importante: cuando toda la gente estaba sentada, l se sentaba tambin en la ltima fila y les vigilaba a todos porque algunas parejas se desmandaban. Puse cara de tonta y me explic que haba parejas que iban al cine a meterse mano y que algunas veces se pasaban de rosca. Me explic tambin que por eso llevaba tachuelas en los zapatos, para que los tos le oyesen acercarse mientras bajaba por el pasillo y tuviesen tiempo de esconderse el pjaro.De todas formas dijo despus, guindome una vez ms el ojo, hay das que trabajo con zapatillas.Le pregunt por qu unos das llevaba zapatos con tachuelas y otros zapatillas y me explic que por lo general no le gustaba tener problemas con el pblico, pero que algunas veces le divertan las excusas que le daban las pajilleras. Estuvo un rato callado y luego me pregunt por qu mi marido me haba puesto un ojo a la funerala.Cosas de la vida dije.Pero enseguida pens que era mejor contarle la verdad, as que le expliqu que no estaba casada y que quien me haba sacudido el polvo era el fulano con el que estaba liada desde haca varios meses. Le cont tambin que ese to era el dueo del puticlub en el que yo estaba trabajando y que despus de la bronca de aquella noche me haba puesto de patitas en la calle.Pues me parece muy bien suspir, mirndome a los ojos.Pero me lo dijo de una forma que no supe si lo solt slo por no quedarse callado, o porque realmente le pareca bien que me hubiesen puesto de patitas en la calle. Se qued otro rato sin decir ni mu y luego me cont que tambin l tuvo que darle el pasaporte a su mujer, pero que en su caso la culpa haba sido de ella, porque era una ta que andaba siempre con excusas a la hora de echar un polvo y que luego, cuando por fin se abra de piernas, tampoco saba follar.Me lo dijo poco ms o menos con esas mismas palabras. El to no se andaba por las ramas. Vamos a ver en qu acaba todo esto, pens despus de que me contase todo aquello. No me gustan los tos que te largan sus rollos a las primeras de cambio, pero aquel da pens que me interesaba seguirle la corriente, as que le dije que su mujer no era un caso nico y que haba muchas tas que no tenan ni idea de follar y se lo dije como si yo fuese la mejor folladora del mundo.No me hice, pues, la estrecha. Por el contrario, se lo puse bastante fcil. Juan se me qued mirando a los ojos y sin ms me puso la mano encima del muslo. El to iba directo al grano, pero yo me hice la distrada, como si no me diese cuenta de lo que l estaba haciendo, y mientras se iba poniendo cachondo le dije que lo mejor que puede hacer una pareja cuando las cosas no funcionan es tirar cada cual por su lado.Eso es tambin lo que yo pienso suspir, apretando un poco ms la mano.Recuerdo que tena la palma ardiendo y que el calor traspasaba la tela de la falda.Lo que pasa dije, es que yo no he perdido todava la esperanza de encontrar a mi prncipe azul.A lo mejor lo has encontrado esta noche resopl, subiendo un poco ms la mano.Las cosas iban bastante rpidas, pero cuando quiso abrazarme me ech hacia atrs, no porque le tuviese miedo, sino porque es lo que hacen las mujeres que se las dan de decentes. Le dije que no fuese a pensar que yo era una cualquiera y respondi que no lo pensaba y que desde el primer momento haba visto que era una chica con problemas. Tampoco entonces, sin embargo, supe si lo deca en serio o en broma, porque mientras lo estaba diciendo me ense varias veces la punta de la lengua.Reconozco, de todas formas, que me gust que me llamase chica. Eso es algo que siempre se agradece cuando se han cumplido los cuarenta. Puse las dos piernas por encima de la butaca que tena delante, para que viese que me senta como en mi propia casa, y Juan me dijo que tena un buen par de remos.S seor, los tengo le contest. Y luego dije que tena otras cosas que tampoco estaban mal, aunque no estuviesen a la vista.Le solt eso para encabronarle un poco y ver si se animaba de una vez, pero en lugar de embalarse se puso serio y me solt que se senta ms solo que la una desde que le haba dejado su mujer y que precisamente por eso se haba aficionado a empinar el codo.Vamos a ver, vamos a ver dije entonces-. Quin es el que ha dejado a quin?No quiso contestarme, as que aquello no qued muy claro y para animarle le dije que, de todas formas, lo que ms abundaba en este mundo eran las mujeres, y que no le costara trabajo encontrar otra.No te preocupes, porque hay tas a patadas.Y en ese preciso instante ca en la cuenta de que nos estbamos tuteando desde el principio, como si nos conocisemos desde haca tiempo. Se lo hice notar y dijo que tena razn y que seguramente eso quera significar alguna cosa. Solt un suspiro y quiso drselas de romntico, pero apenas volv a bajar las piernas no se lo pens dos veces y me puso otra vez la mano en el muslo. Fue subindola poco a poco y no par hasta que lleg al conejo.Eres un guarro le solt. Pero mientras se lo iba diciendo fui abriendo poco a poco las piernas y aquello acab de ponerle a punto. Empez a resoplar por la nariz, se sac el mango, me baj las bragas, me tumb en el pasillo y se ech encima.Lo que menos me apeteca en aquellos momentos era follar, pero dej que hiciese todo lo que pudo, que por cierto no fue mucho, y luego me dijo que la culpa la haba tenido el vino.Si bebes, no folles se disculp, abrochndose la bragueta.No le dije ni que s ni que no. Me sub otra vez las bragas y nos quedamos como antes pero sin decirnos nada. Continuaba lloviendo y se oa caer el agua sobre alguna claraboya. Ya s que es una chorrada, pero siempre que llueve pienso en mi madre. Estuvimos un rato callados y luego me pregunt si pensaba volver al puticlub cuando acabase de llover.Ni muerta le contest.Se qued otro rato callado y de repente me pregunt si quera quedarme a vivir con l. Aquello me cogi por sorpresa. Le hice repetir la pregunta y luego le contest que corra demasiado y que esas cosas tan importantes no se deciden en un abrir y cerrar de ojos. Le record que haca una hora escasa que nos conocamos, pero volvi a hacerme la misma proposicin y entonces le respond que muy bien, que si a l no le pareca mal, a m tampoco. Me lo qued mirando al fondo de los ojos y le dije que a lo mejor haba sido como uno de esos flechazos que se ven en las pelculas.Juan debi de pensar entonces que todo aquel rollo quedaba un poco cursi y para disimular dijo que por nada del mundo quera que se le escapase una mujer con un par de tetas como las mas. Despus me cogi por la cintura y me acompa al piso que el dueo haba construido encima del cine y que era donde l viva.Aqu tienes tu casa me dijo cuando entramos en el recibidor.Y al orle decir eso me entraron ganas de llorar, porque tener una casa como Dios manda, aunque fuese con cuatro trastos, era lo que ms haba deseado siempre. Le dije otra vez que a lo mejor corramos demasiado y despus le pregunt si no se arrepentira al da siguiente, cuando se le hubiese pasado la borrachera.Quin est borracho? protest.Y para demostrarme que no lo estaba dobl la pierna derecha y se toc al mismo tiempo la nariz y la rodilla con el pulgar y el meique de la mano izquierda. Luego dijo que las mejores decisiones son las que se toman de repente, sin pensarlo dos veces, y que en todo caso el favor era recproco, porque si l me daba un sitio donde vivir, yo le daba compaa, que tampoco era moco de pavo.Me gust orle decir aquello y le di un beso en la boca que le dej sin aliento. Luego cog la escoba y me puse a barrer el pasillo a pesar de que eran casi las dos de la madrugada. Juan se sent en una de las tres sillas que haba en la cocina, encendi un cigarro y mientras estuve barriendo no me quit la mirada de encima. Le dije que el suelo estaba hecho una mierda, como si alguien hubiese fregado las baldosas con salfumn, pero en lugar de darme alguna explicacin me dio una palmada en el trasero y me dijo que tena un culo como una plaza de toros y que si mi culo fuese un toro, le gustara meterse a picador.No era la primera vez que un to se meta con mi trasero, as que no le hice caso. Cuando acab de barrer me cogi por la cintura, me sent encima de las rodillas y casi nos caemos de la silla. Le dije que pesaba demasiado y me contest que nada de eso y que poda aguantar cuatro tas como yo, as que durante un buen rato me tuvo cogida por la cintura, como si tuviese miedo de que fuese a escaparme.Al cabo de un rato me pregunt en qu puticlub haba trabajado y le dije que en uno que se llamaba El Caaveral, que estaba justo al otro lado de la ciudad. Me pregunt tambin por qu el dueo me haba puesto el ojo como una berenjena y le expliqu que porque no me dio la gana acostarme con un cliente que tena la cara llena de granos. Se lo cont as de claro. Luego le expliqu que antes de trabajar en El Caaveral, haba trabajado en otros sitios parecidos, pero que hasta los veintids aos estuve currando en una peluquera.Hubiera podido contarle otras cosas, pero por el momento pens que haba suficiente.Vmonos a la cama me pidi, acaricindose los cuatro pelos del bigote.Durante todo aquel tiempo haba estado manosendome a conciencia y se le haba subido un poco la moral. Nos metimos, pues, en la cama y aquella vez pudo follar un poco mejor que antes, pero slo un poco. Cuando se qued tranquilo encendi un cigarro y me cont que de joven haba querido ser torero, pero que un novillo estuvo a punto de mandarle al otro barrio. Dijo tambin que haban tenido que operarle cuatro veces la pierna izquierda y que por eso se le haba quedado ms corta que la otra.Pues casi no se te nota le dije.Se qued un buen rato callado, rumiando algo. Luego me dijo que la taquillera estaba a punto de casarse, que su puesto quedara vacante y que, si quera, poda sustituirla. El trabajo era fcil y podra ganar unas cuantas lechugas cada mes. Dijo asimismo que poda encargarme tambin de la limpieza del cine y que el dueo que era un tipo muy legal me pagara los dos trabajos por separado.Me gust tanto orle decir todo eso que me di la vuelta y empec a morderle la oreja. Le dije que todo aquello me pareca un sueo y que Dios aprieta pero no ahoga. Luego me qued con la mirada puesta en la bombilla que colgaba del techo y dije que a lo mejor a su mujer no le gustaba que se hubiese buscado una sustituta.A mi mujer pueden darle por la felicidad dijo, ponindose de pronto de mala leche.Y luego me explic que su ex no tena ningn motivo para quejarse, porque desde que se haban separado, haca ya cuatro aos, l le pasaba todos los meses una pensin de puta madre.Mientras la vaya untando me dijo-, no tiene por qu buscarme las cosquillas.Quise hacerle ms preguntas, pero empez a quedarse dormido y pens que lo mejor era dejarle tranquilo. Me qued, pues, escuchando como roncaba y poco a poco fue hacindose de da.2

Lo primero que hice al da siguiente, al despertarme, fue darme la vuelta para ver qu cara tena. La verdad es que no era un fulano como para volver loca a ninguna mujer, pero all estaba, a mi lado, roncando como un descosido. No lo he soado, pens. Haca mucho calor y el pobre to estaba empapado de sudor, tena la pierna izquierda al aire, pero no encontr por ninguna parte las cicatrices de las operaciones.Recuerdo que el despertador de la mesita de noche sealaba las once y media. Salt de la cama, me asom a la ventana y durante un buen rato estuve mirando lo que tena delante. Al otro lado de la calle haba una pared de ladrillos con cristales en la parte de arriba y una fbrica con una chimenea tan torcida que pareca que iba a caerse en cualquier momento. Ms lejos haba otras fbricas y al final de todo se vean los cipreses del cementerio, los campos de naranjos y el mar.Cuando me cans de ver el paisaje fui a la cocina con la intencin de hacerme un caf muy cargado, que es como a m me gusta, pero como no pude encontrar el caf por ninguna parte no tuve ms remedio que esperar a que se despertase. Fui otra vez al cuarto, me sent en el borde de la cama y durante un buen rato estuve viendo cmo dorma, pero al ver que no se despertaba le met la punta de la sbana en la oreja y le hice cosquillas. Entonces abri los ojos y al verme sentada a su lado se qued mirndome como si no se acordase ya de quin cono era yo.Como te hayas olvidado de m, te mato le dije, apuntndole con el dedo como si fuese una pistola.Al or eso se pas la mano por la frente y contest que s, que se acordaba, pero que tena sueo. Me pidi que le dejase dormir un poco ms, y yo dije que muy bien, pero que me dijese antes dnde guardaba el caf. Me explic que lo tena metido en una lata de galletas que estaba en la ltima estantera de la cocina. Encontr la lata, puse la cafetera en el fuego y mientras esperaba que subiese el agua registr un poco el piso. No era tan grande como me haba parecido la vspera. Aparte de la habitacin de matrimonio y de la cocina, que serva tambin de comedor, tena otra habitacin, un cuarto para guardar los trastos, el retrete, una especie de altillo y un recibidor en el que no caban tres tos que estuviesen un poco gordos.En el retrete haba un espejo y una estantera con un tubo de pasta de dientes, un frasco de alcohol, un cepillo que haba perdido la mitad del pelo y una toalla de color negro. Era la primera toalla negra que vea en mi vida y estaba bastante guarra. No encontr jabn por ninguna parte y tuve que lavarme las manos slo con agua. Cuando o el pitido de la cafetera fui a la cocina, me serv el caf en un vaso y luego volv a la ventana y me pas otro buen rato viendo el paisaje. Recuerdo que entonces el mar ya no me pareci tan azul como antes y que me pregunt cul era su verdadero color, si el de la primera vez o el de entonces.Mientras estaba asomada a la ventana dieron en alguna parte la una de la tarde y pens que ya era hora de despertarle. Recalent el caf que quedaba en la cafetera, llen una taza y se la llev a la cama. Eso es lo que hacen todas las pnfilas a sus maridos y yo no quise ser menos. Juan estaba durmiendo boca abajo y cuando le toqu en el hombro se dio la vuelta y otra vez se me qued mirando como si aqulla fuese la primera vez que me tena delante de las nances.Por un momento pens que me iba a mandar al carajo, pero enseguida me cogi la cabeza entre las dos manos y me dio un beso en la frente. Fue algo que no esperaba, porque haca mucho tiempo que nadie me besaba en la frente. No dijo ni mu, pero cogi la taza y fue bebiendo el caf a pequeos sorbos.Me pregunt si haba dormido bien y le contest que s, pero que nunca se duerme completamente bien la primera noche que te acuestas en una cama extraa y que ya me ira acostumbrando.Pues yo voy a dormir un poco ms dijo, devolvindome la taza.Le avis que era ms de la una y cuarto y contest que eso le importaba un carajo porque hasta las cuatro no tena que abrir el cine. Le pregunt si quera que le hiciese algo para comer y me dijo que no, que por las maanas casi nunca tena apetito, pero que yo poda comer lo que me diese la gana.Otro da, si quieres, puedes hacerme una paella dijo.Le pregunt quin le haba dicho que yo saba hacer paellas y me contest que eso se adivinaba con slo verme la cara.Tienes cara de saber hacer unas paellas de puta madre dijo.Volvi a tumbarse en la cama y cerr los ojos. Lo ms seguro es que hubiese adivinado lo de la paella por casualidad. Vindole tumbado con una pierna aqu y la otra all, pareca menos canijo que cuando estaba de pie. Le pregunt a qu hora quera que le despertase y me contest que a las tres en punto.A la orden dije, hacindole el saludo militar.Fui otra vez a la cocina y me puse a fregar platos. Fregu los que estaban sucios, pero tambin los limpios porque no me fiaba mucho. Luego puse un poco de orden en la alacena y me asom otra vez a la ventana para ver si el mar volva a ser tan azul como al principio, pero lo encontr poco ms o menos igual que la segunda vez y me dije que el color de las cosas depende del humor del que las mira.Encend otra vez el gas, puse la sartn con aceite en el fuego, me hice una tortilla con un par de patatas y los dos nicos huevos que encontr en la nevera y a las tres en punto, sin necesidad de que fuese a despertarle, Juan sali del cuarto, se sent a la mesa y vio cmo me zampaba la tortilla.Da gusto verte comer dijo.Tena la nariz llena de venitas rojas y me pareci que antes de salir del cuarto se haba repintado un poco el bigote. Encendi un cigarrillo y yo le dije entonces que no era bueno fumar con el estmago vaco, pero me contest que ya lo saba, que no le deca nada nuevo y que me metiese en mis cosas.No esperaba aquella contestacin tan borde slo por darle un consejo y pens que hay que tener cuidado con lo que se dice por la maana a un to que acaba de despertarse y al que, al fin y al cabo, conocemos muy poco.Continu fumando como una chimenea y en un momento llen la cocina de humo. Luego tir la colilla al suelo, la aplast con el tacn y me dijo que aquella misma tarde, durante el tiempo que le quedaba libre entre las dos sesiones, ira a ver al dueo del cine para proponerme como sustituta de la taquillera.Seguro que no nos pone ninguna pega dijo.Se qued pensando un momento con los ojos medio cerrados y luego me pregunt si era verdad que saba hacer paellas o si lo haba soado.Es verdad, no lo has soado contest. Aparte de otras cosas, s hacer unas paellas de rechupete.Me gustan las buenas cocineras suspir entonces, acaricindose el estmago con la palma de la mano.Eso no pegaba mucho con lo que haba dicho antes sobre su falta de apetito. Me dio un par de billetes y me pidi que al da siguiente le hiciese una paella por todo lo alto y que comprase todos los ingredientes que hiciesen falta.Te vas a chupar los dedos dije. Y luego, cambiando de tema, le cont que tena que volver al apartamento de Gustavo, que era el fulano con el que haba vivido hasta entonces, para recoger mis cosas.Me dio dos llaves metidas en un llavero que tena un monito de goma colgando. Era uno de esos muecos que cuando le aprietas la cabeza por arriba le sale una picha como una catedral por debajo. La verdad es que aquel mono tena gracia, aunque fuese una guarrada. La llave ms pequea era la del piso y la otra, un poco ms grande, la de la puerta del cine. Me dijo que no las perdiese y luego se meti en el retrete. Eso es lo que hacen todos los hombres cuando se levantan, aunque se levanten a las mil y quinientas.Cuando sali del retrete volv a preguntarle si quera que le hiciese alguna cosa para comer y me repiti que despus de levantarse no le entraba nada en el buche.Y la paella de maana? le pregunt.Se quit el cigarrillo de los labios y me contest que con la paella hara una excepcin y que, en todo caso, lo que no se comiese al medioda se lo comera por la noche.Por las noches entra todo mejor me explic luego, dando otra chupada al cigarrillo, echndome una bocanada de humo a la cara y, al mismo tiempo, guindome el ojo.Le dije que no es bueno jalarse una paella por las noches porque no son fciles de digerir y le dije tambin que tienen que comerse recin hechas, pero l, medio en broma medio en serio, me contest que cada cual se come la paella o lo que sea cuando le pasa por los cojones.En eso tienes toda la razn del mundo dije, dndole a entender que en otras cosas no la tena.Luego le pregunt dnde estaba el mercado y me contest que tres calles ms arriba de donde estbamos poda encontrar uno de los mercados ms grandes y baratos de la ciudad.Cuando sal a la calle eran ms de las tres y media y caa un sol que sacaba humo de los adoquines. Cruc la ciudad casi de parte a parte, fui al otro piso y despert a Gustavo, que an estaba durmiendo. Me pregunt dnde haba pasado la noche y le dije que en el coo de su madre. Hizo ademn de darme un guantazo y le avis que fuese con cuidado porque tena dos guardias municipales esperndome en el portal.Eso no era verdad, pero l se lo crey y no se atrevi a pegarme. Met todas mis cosas en una maleta y antes de marcharme le llam hijo de puta y baj por las escaleras silbando, para que viese lo contenta que estaba.Volv directamente al cine y cuando llegu Juan estaba todava cortando entradas. Al verme me dedic una sonrisa de oreja a oreja y me pidi disculpas porque no poda ayudarme a subir la maleta al piso. Le dije que no se preocupase, que la maleta tena ruedas y pesaba poco. Baj, pues, por el pasillo tirando de la maleta, las ruedas chirriaban y la gente que estaba sentada volva la cabeza al orme llegar. No es normal, al fin y al cabo, que la gente se meta en el cine cargada con una maleta. Cuando estuve en el piso colgu los vestidos en el armario. Luego baj otra vez al cine, me sent en la ltima fila y me tragu la pelcula hasta el final as que vi otra vez a la rubia de las tetas y al to con la pluma en el sombrero y el pecho lleno de medallas. Juan estaba sentado en la ltima fila, pero al otro lado del pasillo y de vez en cuando encenda la linterna, aunque slo fuese para iluminar el techo. Aqulla era seguramente su forma de decir a los espectadores que les estaba vigilando.No quise que me viese, sal del cine antes de que encendiesen las luces y fui al mercado, que estaba cuatro calles ms arriba y no tres, como me haba dicho l. Con los dos billetes compr un par de paquetes de arroz, gambas, pimientos, mejillones, tomates, una bolsa de patatas, una lata de guisantes congelados, otras dos latas de atn y un pollo asado y todava me sobr dinero. Luego me met en un bar y ped una taza de chocolate con leche y un bizcocho, que era lo que estaba pintado con colores en los cristales de la puerta, aunque slo fuese porque haca mil aos que no me tomaba una taza de chocolate.Cuando volv al cine eran cerca de las siete y media y no vi a Juan por ninguna parte, as que supuse que estara hablando con el dueo.Aqulla fue la primera vez que tuve que levantar la persiana de la puerta y al hacerlo me pas de rosca, porque la empuj con tanta fuerza que se atasc en la parte de arriba y luego me cost mucho trabajo volverla a bajar.Sub al piso, met todo lo que haba comprado en la nevera y me dije que tendramos que comprar otra nevera ms grande. Luego me asom otra vez a la ventana de la cocina todas las ventanas de la casa daban al mismo callejn y me qued contemplando los trozos de cristal que haba encima de la pared de la fbrica. Pens que los ponan all para que los ladrones no pudiesen pasar por encima y saltar al otro lado.El portero, que estaba metido en la garita me salud con la mano, como si me conociese de algo. Luego sali fuera y me salud otra vez levantando al mismo tiempo los dos brazos.Cualquier da de stos se os va a caer la chimenea encima le dije.Para que me oyese tuve que gritar un poco y luego me arrepent de haberlo hecho. El hombre se encogi de hombros, como pidindome perdn por estar la chimenea hecha una mierda. No quedaba mucha luz y no poda verle bien, pero mientras se rea pens que se haba forrado los dientes con papel de estao. Fue a decirme algo, pero en aquel preciso instante o que abran la puerta del piso, as que le dej con la palabra en la boca y me met dentro.Juan pareca cansado. Le pregunt si quera que le preparase alguna cosa para cenar y dijo que no, que despus de la primera sesin haba ido al bar del barrio a comprar tabaco y que haba aprovechado el viaje para zamparse un bocadillo de chorizo. Entonces le dije que a m tambin me gustaban los bocatas de chorizo y me lo qued mirando a los ojos, como si al mismo tiempo que le deca aquello, le estuviese diciendo otras cosas mucho ms romnticas.El muy burro no pudo o no quiso entenderme y me contest que no conoca a nadie a quien no le gustase el chorizo. Luego se sent al otro lado de la mesa y mientras me estaba comiendo el trozo de tortilla que haba sobrado del medioda me cont que haba hablado con el dueo del cine y que ya estaba todo arreglado, es decir, que el lunes prximo, que era tambin primero del mes, poda empezar a trabajar como taquillera y, al mismo tiempo, como mujer de la limpieza.Falta todava una semana le dije, sirvindome medio vaso de vino para bajar la tortilla, que se me haba quedado atascada en la boca del estmago.Le pregunt otra vez si quera que le hiciese un par de huevos fritos, me dijo que no le tocase ms los cojones y entonces pens que, con lo poco que coma, no era extrao que follase tan mal. Encendi un cigarrillo y me explic que cada da pasaban la pelcula y el noticiario dos veces. Me repiti tambin que la primera sesin empezaba poco ms o menos a las cuatro de la tarde y la segunda a las nueve, de modo que entre la primera y la segunda sesin me quedaran libres casi tres horas. Yo le dije entonces que antes de empezar a trabajar me gustara hablar con la taquillera para que me explicase un poco cmo iba todo, porque nunca haba sido demasiado lista a la hora de sacar cuentas. Le dije tambin que prefera trabajar en un cine que en cualquier otra parte, porque de ese modo poda ver gratis todas las pelculas que me diese la gana, sobre todo las de amor, que eran las que ms me gustaban.Pues en este cine echamos bastantes pelculas de amor dijo Juan.Luego me explic que cambiaban de pelcula cada semana, que la que estaban echando entonces durara hasta el da siguiente, y que de vez en cuando echaban tambin algunas pelculas de miedo. Cuando acab de decirme todo eso se meti en el cuarto y o rechinar los muelles del somier.Anda, ven a tumbarte un rato me pidi.Y slo por el tono de voz adivin que lo que quera era follar. Le contest que si tena que abrir el cine a las nueve no nos quedaba tiempo para echar un polvo y l se ech a rer al ver con qu facilidad adivinaba sus pensamientos. Luego le dije que todos los tos eran iguales y que siempre estaban pensando en lo mismo, pero eso ya no le hizo tanta gracia.Como quieras suspir. Y se qued callado.Hay hombres a los que no les gusta que les compares con otros porque es como si les dijeses que no han sido los primeros y que una puede hacer sus comparaciones. Cuesta trabajo creer que haya todava fulanos que no acaben de digerir una cosa tan sencilla.Pens, pues, que lo mejor era hacer de tripas corazn y dejar que me follase en el menor tiempo posible. Fui a la cama y mientras se quitaba los calzoncillos me cont que algunas veces, en lugar de abrir el cine a las nueve, lo abran a las nueve y cuarto y que esos das la gente tena que esperar un poco ms.Mtemela de una vez y no hables tanto le ped.Lo malo fue que aquella vez no se le puso tiesa ni a tiros y que tuvimos que dejarlo por imposible. Se qued medio muerto encima de la cama, con la mirada clavada en el techo y las piernas abiertas, como si le hubiesen tumbado de un disparo en medio de la frente. La verdad es que el pobre no estaba para muchos trotes. Le dije que eran casi las nueve y media y que, aunque fuese un cine de barriada, no me pareca serio que hiciesen esperar de aquella manera a la gente.Se encogi de hombros y dijo que todava se me notaba bastante la moradura en el ojo y que, bien mirado, no me sentaba mal del todo.En fin, vamos a ver qu es lo que pasa suspir, saltando por fin de la cama y ponindose los pantalones.No me explic qu era lo que iba a ver, ni en qu estaba pensando al decir aquellas palabras. Lo ms fcil es que tampoco l lo supiese. Se puso la chaqueta del uniforme, baj a abrir el cine y yo me qued sola en la casa, que era lo que ms me apeteca en aquellos momentos. Saqu mi lbum de la maleta, me sent a la mesa de la cocina y me puse a ver las fotografas. As me encontr otra vez con mi padre, con mi madre y con una hermana que no haba llegado a conocer personalmente porque muri antes de que yo naciese.3

Cuando me cans de ver las fotografas me tumb encima de la cama, cerr los ojos y al cabo de un rato empezaron a hablar los artistas de la pelcula. Pareca como si estuviesen hablando conmigo. Era como si los tuviese encerrados en la cocina y calcul que desde la cama hasta la pantalla no habra ms de tres o cuatro metros. La rubia de las tetas le deca al to de las medallas que le quera mucho, pero que tena miedo de que le matasen en la guerra. Luego vino un trozo en el que no se oa una mosca y por fin empez el rollo de los vio-lines y record que en aquel momento los dos chicos empezaban a bailar el vals.Cuando acab la pelcula todo qued en silencio. Fui a sentarme a la mesa de la cocina y al cabo de un rato Juan asom la cabeza por la puerta del piso y me dijo desde el recibidor que se iba a dar su vuelta de todas las noches y que no me preocupase si volva un poco tarde.Le dije que muy bien y como no tena ni pizca de sueo me puse a fregar con leja el suelo de la cocina. Luego limpi con agua y jabn el hule de la mesa, forr los cajones del armario con diarios viejos y cambi las sbanas de la cama. Cuando acab de hacer todo eso me asom a la ventana y estuve un buen rato tomando el fresco.Que todo el mundo vea que en esta casa vive ahora una mujer, me dije.Lo malo era que por aquel callejn no pasaba un alma slo el portero de la fbrica, que se pasaba las horas muertas metido en la garita, as que, como tampoco corra el aire, volv al cuarto y me tumb otra vez en la cama. Al cabo de un rato me qued traspuesta y so que se me follaba el prncipe de la pelcula y que despus de follar me invitaba a bailar un vals. Hubiera tenido que ser al revs, primero bailar y luego follar, pero ya se sabe lo que son los sueos. Recuerdo que mientras estaba dando vueltas como una peonza me estuve preguntando cmo era posible que una ta como yo supiese bailar el vals de aquella manera, y que, adems, no me sintiese cortada bailando con un fulano que llevaba tantas medallas colgadas en el pecho.Aquel sueo lo empalm con otro y me despert sudando y con ganas de vomitar. Eran las tres y media de la madrugada pero Juan todava no haba vuelto. Fui al retrete y me met los dedos en la boca, pero no vomit nada. Eso es lo que ms te fastidia, no poder echar lo que tienes en el estmago, pero poco a poco se me fue pasando aquel mal rollo.Juan volvi mientras yo estaba todava en el retrete y le o cantar entre dientes. Fue directamente al cuarto y al ver la cama vaca me pregunt dnde estaba.Aqu grit, mientras tiraba de la cadena.Con el ruido de la cisterna no pudo orme, as que volvi a preguntar dnde estaba y otra vez volv a responder que estaba all. Cuando sal del retrete fui a la cocina y le encontr buscando alguna cosa en los cajones. Me pregunt por qu estaba despierta a aquellas horas y le contest que me haba levantado para vomitar, pero no me pregunt qu era lo que me haba sentado mal ni tampoco si ya me senta mejor. Lo nico que dijo es que la noche haba sido buena.Le pregunt por qu haba sido buena y me explic que en la segunda sesin se haban vendido casi todas las localidades y que tena una comisin por cada entrada vendida. Le pregunt si la taquillera tambin tena comisin y dijo que no, que el sueldo de la taquillera era siempre el mismo, tanto si se vendan muchas entradas como si se vendan pocas.Pues entonces no me interesa el empleo le dije, bromeando.No me hizo caso y continu revolviendo los cajones. Le pregunt qu buscaba y dijo que andaba loco detrs de un pedazo de bacalao seco que haba guardado tres o cuatro das antes en alguna parte.Cada cual tiene sus manas dijo. Ya me irs conociendo.Tienes razn, pens al orle decir aquello, ya nos iremos conociendo.Continu abriendo y cerrando cajones y cabrendose cada vez ms y por fin le dije que acababa de limpiar la cocina y no haba visto el trozo de bacalao por ninguna parte.Ests segura? me pregunt, apuntndome con el ndice.Tan segura como de que un da la tengo que palmar contest, cruzando los dedos.No dijo nada ms, pero por la forma de mirarme me dio la impresin de que estaba pensando que me lo haba comido yo. Encendi un cigarrillo y me pidi que le diese un cacharro que le sirviese de cenicero. Le alargu una taza de caf y ech la ceniza dentro. En ese momento se dio cuenta de que haba limpiado el hule y se puso de buen humor.As da gusto dijo, pasando la palma de la mano por encima de la mesa.Le pregunt si quera comer alguna cosa, porque supona que a aquellas horas tendra ya el estmago en los talones y me contest que no, que se haba comido otro bocata de chorizo y que con eso tena bastante.Un hombre hecho y derecho le dije no puede pasarse la vida a base de bocatas de chorizo.Le propuse frerle un par de huevos con un tomate abierto por la mitad, pero enseguida record que no haba comprado huevos y, le dije que ni siquiera poda darle eso porque me haba hecho una tortilla con los dos ltimos que quedaban en la nevera.Quin dice que en esta casa no hay huevos? protest, cogindose el paquete con una mano.Estuvo un rato sostenindose los huevos y mirndome a los ojos, esperando que le riese la gracia, y eso es precisamente lo que hice, soltar una carcajada. Hay tos que siempre estn presumiendo de lo que ms les falta.Anda, vmonos a la cama, que te voy a ensear lo que es bueno me dijo, quitndose la chaqueta.Pero cuando estuvimos en la cama ni siquiera me puso la mano encima y al cabo de cinco minutos estaba ya como un tronco.Al da siguiente, que era martes, me hizo saltar de la cama la sirena de una ambulancia. El despertador de la mesita de noche sealaba las doce y media. Dej a Juan en la cama, fui a la cocina y me puse a preparar la paella con calma. Lav el arroz hasta que el agua sali clara, pel los ajos y los cort muy finos. Cort los tomates en forma de cruz as es como los cortaba mi madre y los escald con agua hirviendo. A las dos menos cuarto puse el agua a hervir y ech el arroz dentro. Luego llam a Juan y le dije que se levantase, que la paella estaba casi a punto.Voy, voy me dijo, sin ganas.Cuando estuvimos los dos sentados frente a frente, llen los vasos de vino y le propuse brindar a la salud de la cocinera, pero dijo que no, que era mejor esperar hasta ver qu tal me haba salido el arroz. Luego reconoci que no estaba mal, pero que haba comido otras paellas mejores y que no poda ver los guisantes ni en pintura.Pues la prxima vez no te pondr guisantes le dije, bastante picada en mi amor propio.La verdad es que me qued un poco jodida. Seguimos comiendo sin decir ni mu y cuando acab el arroz que tena en el plato le pregunt si quera ms y dijo que no. Se bebi de un trago el vino que le quedaba en el vaso y se lo volv a llenar hasta la mitad. Le mir de reojo y tuve la impresin de que se haba levantado de mala leche y que haba alguna cosa que le preocupaba. Las mujeres tenemos ojo de lince para descubrir esas cosas. Me ech yo tambin un poco de vino en el vaso y para no estar callados tanto rato le pregunt por qu no le gustaban los guisantes.No me gustan dijo porque son verdes.Fue una contestacin de lo ms tonta, pero no quiso darme ms explicaciones. Entonces pens que a lo mejor estaba de mal humor porque haba perdido la costumbre de comer en compaa y que se senta incmodo por eso.Pues t tambin eres un to verde y te gustas bastante le dije al cabo de un rato, para hacerme la graciosa.Quin te ha dicho que yo me gusto? pregunt, cerrando los puos.Anda y que te zurzan, pens entonces.Siempre he pensado que dos no se pelean si uno no quiere. Le serv el caf y me pidi que le echase dentro un chorrito de ans. Le pregunt dnde guardaba la botella y me dijo que estaba tambin en la ltima estantera de la alacena, junto a la lata del caf. Entonces, mientras me pona de puntillas para llegar a la estantera, le dije que a m no me gustaba mezclar el caf con el ans y que me pareca ms fino tomar primero el caf y luego el ans en una copa aparte.Juan contest lo mismo que ya me haba dicho antes, es decir, que cada cual tiene sus gustos y que de la misma manera que a m me gustaban los guisantes, a l le gustaba mezclar el caf con el ans y otras cosas que seguramente a m tampoco me gustaban, como, por ejemplo, meterse una lima por el culo.Solt aquella guarrada slo para provocarme, pero hice como si no le hubiese odo y dije que al da siguiente le hara estofado de toro, a ver si le gustaba ms que la paella. Le dije tambin que el da antes, mientras iba camino del mercado, haba pasado por delante de una carnicera que slo venda carne de toro.Pues ten mucho cuidado con ese carnicero me advirti entonces, apartando el plato.Le pregunt por qu deca eso y me contest que aquel carnicero era un cachondo que a las primeras de cambio meta mano a todas las clientas que se descuidaban un poco y que todas las mujeres del barrio lo tenan muy claro.Pues conmigo lo tiene crudo dije, sacudiendo la cabeza.Llev los platos al fregadero y guard en la nevera la cazuela con el arroz que haba sobrado. Aprovech aquel momento para decirle que necesitbamos una nevera ms grande y me contest que las cosas de palacio van despacio, que ya veramos con el tiempo qu era lo que necesitbamos y lo que no necesitbamos porque an era pronto para saberlo. Luego no volvimos a hablar hasta que lleg la hora de bajar al cine. Se meti en el cuarto, sali con la chaqueta del uniforme echada por encima de los hombros y me pidi que le acompaase al vestbulo porque quera presentarme a la taquillera y al operador, es decir, al to que le daba a la manivela.Le ped que se adelantase, que yo bajara un poco ms tarde porque antes quera pintarme, y eso es lo que hicimos, primero baj l y luego baj yo. Cinco minutos despus, cuando llegu al vestbulo, me present a una rubia oxigenada y a un hombre con pinta de enterrador.Aqu la tenis les dijo, sacando pecho. Y por esa forma de presentarme supuse que ya les haba hablado de m.La verdad es que no lo hizo muy finamente. Me present como quien ensea algo que acaba de encontrarse en la calle y de lo que no se sabe muy bien el precio. La rubia me dio la mano, pero lo nico que hizo el to fue mover un poco los labios y quedarse con la mirada clavada en mis tetas.Viviremos juntos hasta que la muerte nos separe les dijo Juan, pasndome el brazo por encima de los hombros.Y la rubia le ri la gracia, seguramente porque pensaba que todo aquello iba a ser flor de un da, es decir, que no iba a durar mucho. Les dije que estaba encantada de conocerles y para hacerme ms simptica le solt a la taquillera que Juan me haba contado que estaba a punto de casarse y que eso me pareca muy bien, porque no todas tenan esa suerte y, adems, porque me dejaba libre el puesto de trabajo. Luego le pregunt dnde tenan pensado ir de viaje de novios y me dijo que a ninguna parte, que se quedaban en la ciudad, porque su novio era el encargado de una fbrica de cohetes y durante aquel mes empezaban las fiestas mayores de casi todos los pueblos de la comarca.Me ense una fotografa del novio que llevaba en el billetero y enseguida me di cuenta de que era un fulano que yo me haba follado por lo menos cinco o seis veces. Aquel pjaro tena el taller o lo que fuese muy cerca de El Caaveral y muchas tardes, al acabar de trabajar, entraba a tomarse una copa con nosotras.Felicidades le dije, disimulando-, parece un to muy marchoso. Y luego le ped que cuando tuviese un poco de tiempo me explicase qu era lo que tena que hacer.No te preocupes porque el trabajo es cosa de coser y cantar me dijo. Y al fijarse por fin en que yo tena un buen par de tetas trag una bocanada de aire e hinch el pecho para demostrarme que ella tena tambin las suyas y no haba motivos para envidiar a nadie.Les dije adis y me fui con la mirada del operador pegada en las nalgas como si fuese una pegatina. Pues ahora te vas a enterar, pens. Y para acabar de joderle me puse a menear todava ms el culo.Cuidado con lo que haces por ah me grit Juan, cuando llegu al otro lado de la calle.Y yo le dije que no se preocupase, que slo estara fuera de casa el tiempo que tardase en comprar la carne para el estofado y alguna otra cosa que me faltaba en casa.4

La carnicera del barrio estaba cerrada y tuve que buscar otra. Aquello retras un poco las cosas. Cuando volv al cine, faltaba poco para que terminase la primera sesin. Juan estaba tomando el fresco en la puerta, pero la taquillera continuaba dentro de la garita, pintndose las uas. Entonces ca en la cuenta de que Juan no me haba dicho cmo se llamaba y que tampoco le haba dicho a ella cmo me llamaba yo. Juan me dijo que an le dola la cabeza y que por eso le encontraba en la puerta, respirando un poco de aire fresco.Le pregunt cmo se llamaba la taquillera y me dijo que Rosala. Luego me gui el ojo y quiso saber qu tal me haba ido con el carnicero. Le dije que haba encontrado la carnicera cerrada y que haba ido a otra. Le dije tambin que en esta vida hay ms das que longanizas y que ya tendra otra ocasin para conocer al carnicero cachondo.Pues eso, ten mucho cuidado con ese to me aconsej otra vez, mirndome a los ojos y apretndome un pezn con la punta del dedo, como si estuviese tocando un timbre.No supe si lo deca en serio o en broma. Hay momentos en que una mujer, por mucha experiencia que tenga, anda un poco perdida. Algunos tos bromean y parece que te estn hablando en serio y, viceversa, tos que hablan muy en serio y dan la impresin de que te estn tomando el pelo.Le dije que s, que tendra cuidado con el carnicero y con todos los tos del mundo era de risa que una ta como yo dijese esas cosas y entr en el cine, pero en vez de subir al piso me sent en la ltima fila, dej la cesta de la compra en la butaca de al lado y me qued un rato viendo la pelcula.La que echaban aquel da no se pareca en nada a la otra. En sta sala una chica rubia que era un puro hueso y que tena la nariz un poco torcida. El chico tampoco era nada del otro mundo, pero por lo menos tocaba el piano que se las pelaba. Lo que vi claro desde el principio es que era bastante rollo, as que enseguida me desentend de la pelcula y empec a fijarme en otras cosas, por ejemplo, en la bombilla roja que pareca flotar en medio de las tinieblas y que sealaba la puerta de los retretes. Haba muy poca gente, apenas diez o doce personas, y cada vez que tosa un tipo que estaba sentado en una de las primeras filas, le responda con otra tos parecida otro fulano que estaba sentado en la ltima fila y que tena los pies puestos en el respaldo de la butaca de delante. Seguramente eran dos individuos con ganas de guasa. Lo ms curioso de todo, sin embargo, era el rayo de luz que sala por el agujero de la cabina del operador y que cruzaba por encima de todas las cabezas. En aquel rayo de luz estaba todo lo que luego poda verse en la pantalla.Me dije que sa era una de las cosas que, aunque viviese mil aos, no acabara de entender nunca y mientras estaba pensando en eso y en otras cosas que tampoco poda entender, Juan se me acerc por la espalda y me apret al mismo tiempo las dos tetas.Moc! Moc! dijo, como si tocase una bocina.Fui a darme la vuelta para decirle que no me gustaba un pelo lo que estaba haciendo, pero el muy cabrn se levant como un cohete y se fue pasillo abajo aguantando la risa y alumbrndose el suelo con la linterna. Cuando me cans de ver la pelcula sub al piso y para no quedarme sin hacer nada, me puse a lavar una camisa de Juan, que tena ms mierda que el palo de un gallinero, la toalla negra y un par de bragas. En aquella casa ni siquiera haba lavadero y mientras no comprsemos una lavadora no tendra ms remedio que lavar en la pica de la cocina.Al cabo de media hora escasa Juan volvi a casa silbando un pasodoble. Se sent en una de las sillas de la cocina, cruz una pierna por encima de la otra y durante un rato estuvo sin decir nada, viendo cmo mova el culo. Me di la vuelta para decirle que no me gustaba tenerle sentado como un mochuelo a mis espaldas y justo en ese momento tendi la mano y me pidi que le devolviese toda la pasta que me sobraba de las dos lechugas que me haba dado el lunes. Lo que menos esperaba era. que me saliese con aquello. Le dije que haba comprado bastantes cosas y que slo me quedaba un poco de calderilla.Pues dame esa calderilla dijo, sin bajar la mano.Le devolv seis o siete duros y se los guard como si fuese un tesoro en el bolsillo pequeo del pantaln. Con aquello no tena ni para un par de cervezas. Luego entr en el cuarto, se cambi de chaqueta y se fue a la calle sin decir nada ms.Esto funciona cada vez peor, me dije, convencida ya de que las cosas no iban a ser tan fciles como haba pensado el primer da.A aquellas alturas, sin embargo, no tena ms remedio que aguantar el tipo lo mejor que pudiese. Acab de lavar la toalla, la camisa y las bragas y luego me tumb encima de la cama y me puse a mirar otra vez las fotografas. En realidad las fotografas y yo nos mirbamos recprocamente, es decir, yo las miraba a ellas y ellas me miraban a m. Creo, adems, que aqulla fue la primera vez que me di cuenta de la cara de mala uva que tena mi hermana, a pesar de que cuando le hicieron aquella fotografa no haba cumplido todava los seis aos.A lo mejor la pobre estaba barruntando que la iba a diar al cabo de dos o tres meses, me dije.Tambin mi madre tena cara de mala leche, as que pens que aquello poda ser cosa de familia. Mi padre, por el contrario, era uno de esos tos gordos que siempre se estn riendo. En casi todas las fotografas el pobre hombre sala bebiendo en porrn y as era precisamente como yo le recordaba, bebiendo en porrn, tocando la guitarra y soltando una risotada por cualquier chorrada.Juan volvi a las nueve menos cuarto y me dijo que haca un calor del carajo y que le dola otra vez la cabeza. Echaba un pestazo a vino que tumbaba de espaldas. Fue a cambiarse de chaqueta y para mortificarle un poco le dije que me pareca una tontera que tuviese que ir de uniforme en un cine tan cutre. Me dijo que aquello no era cosa nuestra, es decir, ni suya ni ma, y que donde hay patrn no mandan marineros. Me gust que emplease la palabra nuestra, como dndome a entender que tenamos ya alguna cosa que era de los dos, aunque slo fuese una chorrada. Le dije que cuando volviese encontrara un trozo de tortilla de patatas en el mrmol de la cocina y apenas sali de casa me puse a pelar unas cuantas patatas.Los que piensen que hacer una tortilla de patatas es cosa de coser y cantar se equivocan de medio a medio. No tiene nada de fcil. Para empezar, hay que frer las patatas poco a poco, sin prisas, y usar un buen aceite. Mi madre deca que cada noche, antes de meternos en la cama, tendramos que rezar un padrenuestro por el alma del to que la invent. La que hice aquella noche me sali bastante potable y me com la mitad en un abrir y cerrar de ojos. Eso es lo malo que tiene ser cocinera: te pasas media hora sudando delante de los fogones y luego te zampas lo que has hecho sin darte cuenta.Despus de cenar puse un poco de orden en la nevera, tir a la basura lo que quedaba de la paella, fregu la cazuela con el estropajo y colgu en los alambres que haba frente a la ventana del retrete la toalla negra, la camisa y mis dos bragas. Luego limpi la taza del retrete con un poco de leja, puse mi tubo de pasta de dientes y mi cepillo en un vaso y guard el vaso en el armario metlico que haba encima del espejo. En aquel armario Juan guardaba sus cacharros de afeitar y pens que aquella noche era una buena ocasin para depilarme los sobacos y las piernas, aunque fuese un poco a lo bestia.Detrs de la brocha encontr el trozo de bacalao que Juan haba estado buscando. No es normal, me dije, que un to hecho y derecho guarde un trozo de bacalao entre los trastos de afeitar. Estaba ya demasiado seco y lo tir por el agujero del retrete.Vamos a ver qu otras manas le voy descubriendo, me dije.Cuando acab de depilarme me pegu una ducha y fui a tumbarme otra vez en la cama. Justo en aquel momento el to de la pelcula se puso a aporrear el piano como un loco. Era como si tuviese el piano justo debajo de la cama. Era casi el final, cuando el chico tocaba algo que sonaba como una marcha fnebre y la ta suspiraba en el divn con los ojos cerrados. La pobre quera drselas de romntica, pero se pasaba un poco de rosca y ms que escuchar msica pareca que estaba hacindose una paja a la salud del pianista.Juan subi muy pronto y se meti directamente en la cocina. Me puse algo por encima, fui a ver qu estaba haciendo y le encontr comindose su trozo de tortilla. Creo que aqulla fue la primera vez que le vi comer con apetito. Me pregunt cmo estaba y le dije que bastante bien, pero que me dolan un poco los riones. Luego, para devolverle el cumplido, le pregunt si todava le dola la cabeza y me dijo que no. Se me qued mirando a la cara sin pestaear y dijo que tena mala cara. Le contest que a lo mejor era por el cambio de vida, porque todo eso de ir a la plaza y cocinar era nuevo para m y que, adems, no estaba segura de hacerlo bien. Tambin le dije que el cambio de horario tena que notarse de algn modo, porque yo no estaba acostumbrada a levantarme tan pronto.No olvides que hasta hace tres das trabajaba slo por las noches le record.Juan encendi un cigarro y me ech el humo a la cara. Luego dobl un poco hacia arriba las comisuras de los labios, como si le faltasen fuerzas para sonrer, y me dijo que a cualquier cosa le llamaba trabajar y que lo nico que haba hecho hasta entonces era servir alcohol de garrafa en botellas de marca y engatusar a los clientes. Me lo solt como si tal cosa, pero no tuve ms remedio que darle la razn.Lo que ahora me gustara le dije luego, sentndome a su lado y mirndole a los ojos un poco como la ta de la pelcula miraba al pianista es servir whisky del bueno y servrselo a un solo to.A m me parece que en aquel momento le dije lo que le tena que decir y que aqulla fue una buena indirecta, pero l no quiso o no supo entenderme y se encogi de hombros. Solt un eructo y se meti el dedo en la boca. Por fin, cuando comprendi lo que haba querido decirle, se ech a rer como si le hubiesen contado un chiste. Aquello me pic en el amor propio y cuando acab de rerse le dije que algunas veces lo que fallaba no era el whisky, sino los clientes.Mira, no me vengas con ms filosofas baratas replic, sin perder el buen humor.Y luego, cambiando de tema, pregunt si era verdad que las fulanas de los puticlubs ganaban tanto dinero como se deca y si yo tena algo metido en el banco. Le dije que s, que tena cuatro duros ahorrados, pero que los guardaba para algn caso de apuro. Entonces me dijo que le gustaban las mujeres ahorrativas y que a partir del da siguiente iramos a medias en todos los gastos de la casa.Cada final de mes me propuso sacas las cuentas de todo lo que te has gastado y yo te pagar luego la mitad.Me dio un beso en la frente el muy cabrn haba descubierto que me gustaba que me besasen en la frente, se puso la chaqueta azul y me dijo que aquella noche haba quedado con los amigos para jugar al mus.Pues vete con tus amigos le dije, dndole una palmada en la espalda y empujndole hacia la puerta.No quera que pensase que era una de esas tas que quieren atar corto a sus maridos. A los hombres, rienda larga. Cuando me qued sola, me asom a la ventana y me encontr con el portero de la fbrica, que estaba tomando el fresco sentado en una silla junto a la puerta. No se atrevi a decirme nada seguro que ya saba que yo estaba viviendo en aquel piso con un to, pero me salud levantando el brazo. Luego debi de pensar que no haba suficiente con eso y se abraz a s mismo para darme a entender lo mucho que le gustara abrazarme.Aquel fulano deba de ser un caradura de mucho cuidado, as que hice como si no le hubiese visto y cerr los postigos. Ya era la una y cuarto de la madrugada pero como no tena ni pizca de sueo fui al retrete, cog la maquinilla de afeitar de Juan y me afeit las pantorrillas en seco. Luego me di una ducha no s si lo he dicho, pero en el retrete haba tambin una ducha que dejaba caer un chorrito de agua y me met en la cama. El despertador de la mesita de noche resonaba como un tambor y para no or el tic-tac lo escond debajo del colchn. Poco a poco me fui quedando dormida y al cabo de un buen rato o llegar a Juan. Tropez con la silla, solt una maldicin y enseguida se puso a cantar entre dientes. Luego entr en el cuarto y se sent en el borde de la cama, pero yo continu hacindome la dormida. Me puso las manos encima de las tetas y peg un resoplido por la nariz, pero la cosa no pas de ah y al cabo de un momento se tumb a mi lado y se qued dormido, as que entre la peste a vino barato que echaba por la boca y los ronquidos que soltaba no pude pegar ojo y acab desvelndome.Baj de la cama, me acerqu otra vez a la ventana de la cocina, abr un poco los postigos y me puse a espiar por detrs de la persiana, pero no vi al portero por ninguna parte. Seguramente se haba metido en la garita para echar una cabezada.Cuando volv al cuarto, Juan estaba con una pierna aqu y la otra all y no me dejaba sitio en la cama, as que me pregunt qu hacen en esos casos las esposas decentes, si apartar sin contemplaciones al marido borracho o pasarse toda la noche sentadas en una silla.No hice ni una cosa ni otra. Le dobl poco a poco el brazo, me hice un poco de sitio y me puse a contar borreguitos. Por fin me qued dormida, pero a las diez de la maana estaba otra vez con los dos ojos como platos. Juan continuaba despatarrado, con las piernas al aire, y como entraba mucha luz por la ventana me puse otra vez a buscarle las cicatrices de la pierna izquierda, pero no se las encontr por ninguna parte.5

Lo ms fcil es que se hubiese echado un farol y que nunca hubiese sido torero. A lo mejor no ha visto un toro en toda su vida, pens. Y continu un rato ms escuchando cmo roncaba. Nunca me haba acostado con un to que roncase de aquella manera, con silbido incluido.Para todo hay siempre una primera vez, me dije.Cuando dieron las once fui a la cocina y marqu una cruz en el calendario que estaba colgado detrs de la puerta. Aquel da era mircoles y eso quera decir que llevaba tres noches durmiendo en aquella casa. La del domingo, la del lunes y la del martes. Vamos a ver cuntas resisto, pens. Mientras suba el agua del caf me qued mirando la casita que estaba pintada en el calendario y me dije que aquel dibujo era una tomadura de pelo porque en la realidad no haba casas como aqulla. Estaba en lo alto de una montaa y tena las ventanas llenas de macetas con flores. Me qued un rato viendo cmo sala el humo por la chimenea y luego le llev el caf a la cama, tal como ya haba hecho los otros das, pero aquella maana le encontr despierto. Me mir a los ojos y solt un bostezo de esos que te hacen saltar las lgrimas. Falt poco para que me ensease la campanilla. Le dije que no estaba bien que abriese la boca de aquella manera cuando vea una mujer con la que slo llevaba durmiendo tres noches.No dijo ni que s ni que no. Recogi la taza y se encogi de hombros, como dndome a entender que le importaba un pito lo que los dems pudiesen pensar de sus bostezos. Luego me explic que la gente bosteza cuando est aburrida o tiene sueo, pero tambin cuando se olvida de respirar, o cuando respira menos de lo que debe, y que por eso luego tienen que abrir mucho la boca para compensar y tragar ms aire de golpe.Lo que ya no tengo tan claro aadi despus es si la gente respira poco porque est aburrida, o si est aburrida porque respira poco.Pues no te preocupes porque no sepas eso le consol. T sabes ya demasiadas cosas.Ms de lo que algunos piensan me dijo entonces, mirndome a los ojos como si supiese que yo estaba pensando otra cosa.Pues yo no s tantas, pero con las que s tengo bastante le solt de pronto, metindole la mano en la entrepierna.Lo que menos esperaba es que le atacase de aquella manera. Me quit la mano de donde se la haba puesto y me pregunt que si no tena bastante con los cuatro polvos que me haba echado en los tres das que llevbamos viviendo juntos.Un momento, un momento le cort, porque no han sido cuatro polvos, ni tres, sino uno y medio.Y enseguida, para que no fuese a creer que slo me preocupaba por la jodienda, cambi de tema y le dije que aquel da iba a hacerle el mejor estofado de su vida.Vamos a ver si es verdad dijo.Se puso el reloj de pulsera que tena encima de la mesita de noche y fue al retrete caminando de puntillas. Mientras se alejaba por el pasillo le pregunt cmo se las arreglaba para ducharse con el reloj puesto y me contest que aquel da no le tocaba ducharse.Pues muy bien dije.No era momento para discutir sobre eso. Fui a la cocina y me met con el estofado. Saqu la carne de la nevera, le quit las pieles y los nervios, la puse un rato bajo el chorro del grifo y luego la cort en dados iguales. Todo eso tambin lo haba aprendido de mi madre. Al cabo de un rato Juan sali en calzoncillos del retrete, se sent en la cocina y empez a cortarse las uas de los pies. Le dije que fuese a cortrselas a otra parte porque poda saltar alguna esquirla y caer dentro de la cazuela, pero no me hizo caso y sigui dndole a las tijeras. Lo nico que hizo fue sentarse un poco ms lejos. Estuvo un rato tocndose los dedos de los pies y luego dijo que, pensndolo bien, no era normal que una ta como yo tuviese tanta aficin por la cocina.Soy una ta lista le dije, y s que a los hombres se os conquista por el estmago.No, no es normal que una mujer como t se pase tantas horas pelando patatas.Me arm de paciencia, le pregunt cmo eran las mujeres como yo y me dijo que no vala la pena contestarme, porque saba muy bien qu era lo que haba querido decirme, y que no tena que enfadarme por eso.Si no me enfado susurr.Hice todo lo que pude para que no se me notase el cabreo y al cabo de un rato le cont que a mi madre tambin se le daba muy bien la cocina y que todo lo que saba me lo haba enseado ella. Entonces dej de tocarse los dedos y se me qued mirando a los ojos, como si le extraase que alguna vez yo tambin hubiese podido tener una madre. Me pregunt si todava estaba viva y le contest que s, pero que mi padre haba muerto haca cuatro o cinco aos.Cualquier da de stos tengo que ir a verla suspir.Se qued callado, y de pronto, sin que viniese a cuento dijo que tena que adelgazarme unos cuantos kilos.Por lo menos quince o veinte kilos me solt mientras se pona los calcetines.A ninguna mujer le gusta que le digan esas cosas. Pas al contraataque y le dije que si yo estaba un poco jamona, l estaba hecho un esqueleto, que se le podan contar todas las costillas y que no le vendra mal engordar los mismos veinte kilos que yo tena que adelgazar.T sabes muy bien qu es lo que se me engorda de vez en cuando me solt entonces el muy guarro, guindome el ojo.Qu es lo que se te engorda? le pregunt. Y antes de que lo dijese solt una carcajada y le ped que no me hiciese rer porque tena el labio partido.Comprendi que lo tena mal si seguamos discutiendo sobre aquel tema, as que se meti en la habitacin y yo continu en la cocina metindole mano al estofado, aunque ya se me haban quitado todas las ganas de darle de comer. De pronto ca en la cuenta de que haba olvidado comprar laurel, as que pens que aqulla era una buena excusa para dejar el estofado para otro da. Fui al cuarto y se lo dije.Ni siquiera me pregunt por qu haba cambiado de idea. Se qued tan pancho. Le expliqu que me haba olvidado de comprar el laurel y que sin laurel no hay estofado que valga, y entonces se puso hecho una fiera y me solt que le dejase en paz y que no le diese ms la lata con la mierda del estofado.Muy bien dije, te dejo en paz.Fui a la cocina, guard otra vez la carne en la nevera y pel unas cuantas patatas para hacer otra tortilla. Puse una sartn con aceite en el fuego y justo cuando estaba echando las patatas Juan sali del cuarto vestido con un traje azul que no le haba visto nunca y un puro entre los dientes. Le pregunt adonde iba tan elegante y me contest que tena que ver a su abogado para hablar de la pensin de su mujer.Yo no entenda de esas cosas, pero pens que no era normal ir a visitar a un abogado justo a la hora de comer. Le pregunt si vala la pena que le dejase la mitad de la tortilla y me dijo que s, que si no se la liquidaba despus de la primera sesin, lo hara despus de la segunda.Sali de casa con aire de quien se va a los toros y al cerrar la puerta se le fue la mano y dio un portazo que hizo caer el cuadro que estaba colgado en el recibidor.Entonces eran ya cerca de las tres. Me com la tortilla y luego estuve otro buen rato contemplando la casa del calendario y pensando lo bonito que sera vivir en lo alto de una montaa. Cuando dieron las tres volv al apartamento de Gustavo para coger la plancha y otras cosas que haba olvidado en el primer viaje. Aquel da Gustavo me recibi muy amable y dijo que poda llevarme todo lo que quisiera, siempre que fuese mo. Record los buenos ratos que habamos pasado juntos y me dijo que no pensase que iba a olvidarse de m as como as. Me solt todo eso con esa sonrisa entre triste y resignada que todos los hombres sacan a relucir cuando quieren conseguir alguna cosa de las mujeres. Luego me cogi la cabeza entre las manos, se me qued mirando a los ojos y dijo que ya tena el ojo casi bien y que le perdonase por el sopapo que me haba sacudido.Perdonado le contest, mientras meta la plancha y un ventilador de pilas en una bolsa de plstico.Le dije que si me dejaba alguna otra cosa, ya volvera a buscarla otro da. Gustavo se cruz de brazos y contest que poda volver cuando me diese la gana, pero al ver que me marchaba ms fresca que una rosa me cogi por el brazo y no quiso dejarme salir. Me dijo que no poda vivir sin m y que hara una locura si le abandonaba. Le contest que se comprase un consolador y sal dando un portazo que casi le da en los morros. Cuando llegu a la calle empez a insultarme desde el balcn. Me llam ladrona y puta, pero la gente no le hizo caso.Entonces eran casi las cuatro. Al llegar al cine me encontr con quince o veinte personas haciendo cola, pero la taquilla todava estaba cerrada porque Juan an no haba vuelto del abogado. Me qued esperndole y lleg cinco minutos despus, sudando a mares porque el traje azul que llevaba puesto era de puro invierno. Subi al piso y yo me qued en el vestbulo porque quera preguntarle algunas cosas a la taquillera. Cuando volvi llevaba puestas unas zapatillas de fieltro muy viejas. Me gui el ojo y me dijo que aquella tarde pensaba divertirse un poco.T vers lo que haces contest. Y ya no le dije nada ms.Cuando la taquillera liquid la cola, fui por la parte de atrs de la garita y le ped que me explicase cmo funcionaba el asunto de las entradas.Dime slo lo ms importante le ped. No me acordaba muy bien de su nombre y la llam Rosaura.La pobre ta me lo fue explicando mientras se pintaba las uas de verde. Me dijo que no tena que preocuparme, porque aquel trabajo poda hacerlo cualquiera. Cada entrada costaba cincuenta pesetas, dos entradas cien pesetas, tres entradas ciento cincuenta y as sucesivamente. Ms fcil, imposible. Los domingos y das festivos eran ms caras, setenta y cinco pesetas. Los martes, sin embargo, costaban ms baratas, slo treinta y cinco pesetas.A medida que la gente te vaya pagando me dijo, soplndose las uas, tienes que ir metiendo todos los billetes en esa caja y las monedas en esa otra.Me dijo tambin que donde tena que ir con ms cuidado era con los cambios. Al final de las dos sesiones el nmero de entradas vendidas, multiplicado por el precio de cada entrada, tena que dar la cantidad que haba en las dos cajas. Me pregunt si saba multiplicar, le contest que s y me explic que si no me salan las cuentas tendra que poner de mi bolsillo todo lo que faltase. Luego me dijo que cada noche, despus de la segunda sesin, se presentaba el dueo del cine para sacar las cuentas y llevarse la recaudacin.Adems me dijo despus de contarme todo eso, no me llamo Rosaura.Me pareci un detalle muy bonito que hubiese esperado al final para decrmelo. Yo le ech las culpas a Juan y le dije que haba sido l quien me haba dicho que se llamaba Rosaura, pero la ta no era tonta, no supo si crerselo o no crerselo y se encogi de hombros. De todas formas le ped disculpas y para demostrarle mi agradecimiento le sopl tambin en las uas, que no se le acababan de secar. Luego entr en la sala y me sent en la ltima fila. Volv la mirada hacia el otro lado y vi que Juan estaba en su butaca de siempre, pero sin encender la linterna.Estuve viendo la pelcula hasta que lleg el trozo en que la chica se tumbaba en el divn para escuchar cmo el chico tocaba el piano. Luego sub al piso, recog la ropa que tena puesta a secar y me puse a planchar un par de faldas y una blusa. Planch tambin tres pauelos y un par de camisas de Juan que encontr en el armario, ms arrugados que un higo. No vi por ninguna parte una tabla de planchar, as que lo que hice fue extender una manta sobre la mesa de la cocina y planchar encima. Eso es tambin lo que haca mi madre.6

Cuando Juan volvi a casa me dio una de sus palmadas en el trasero, se sent al otro lado de la mesa y encendi un cigarrillo. Le pregunt qu tal le haba ido con las zapatillas y me dijo que mal, pero me lo dijo como rindose de s mismo y de sus manas. Al decir que le haba ido mal quiso seguramente darme a entender que no haba enganchado a ninguna pareja. No era cuestin de preguntarle en aquel momento qu gustirrn encontraba pillando a las tas con las manos en la masa, pero pens que antes o despus acabara dicindomelo. Lo que s le pregunt es qu tal le haba ido con el abogado y me contest que bien, pero que no tena ms remedio que continuar pasndole la pensin a su mujer.No tendremos ms remedio que cortarle el cuello dijo despus, moviendo varias veces la cabeza.Le pregunt a qu cuello se refera, si al del abogado o al de su mujer, y respondi que al de su mujer.Pues no te preocupes dije, yo se lo cortar.Y continu planchando las camisas, que es una de las cosas del mundo que peor se me da. Cuando las tuve listas las colgu en el armario, guard tambin la manta, pas un trapo mojado por encima del hule de la mesa y nos sentamos a cenar. Le puse en un plato la tortilla que haba hecho por la maana y para m prepar un par de tomates abiertos por la mitad, aliados con un poco de ajo, aceite y sal. Le pregunt dnde haba comprado las cuatro botellas de vino que haba encontrado en el cuarto de los trastos y me dijo que a cincuenta metros del cine, en la bodega del barrio.Me parece que te gusta demasiado empinar el codo le dije medio en broma, medio en seno.Me contest que s, que le gustaba bastante, pero slo cuando el vino era bueno. Liquid de un trago todo el que tena en el vaso y me pidi que volviese a llenrselo, pero le dije que no, que ya haba bebido ms que suficiente. Debi de pensar que se lo deca en broma, as que al ver que me quedaba cruzada de brazos agarr la botella y se puso a beber a morro, seguramente para demostrarme que haca siempre lo que le pasaba por las narices.No hay nada mejor que el vino dijo luego, ponindose la botella encima de la cabeza y extendiendo los brazos en cruz.Y al verle cmo se relama los labios empec a barruntar que aquello poda ser un problema bastante gordo, porque yo era una ta que nunca haba podido aguantar a los borrachos, ni siquiera a los clientes del puticlub, por mucha pasta que soltasen.Cuntos das hace que vivimos juntos? me pregunt de pronto.Slo dos y pico dije, quitndole la botella de la cabeza. Llegu el domingo por la noche y hoy es mircoles.Pues si quieres que te diga la verdad dijo, parece que llevemos viviendo juntos toda la vida.Y yo no supe cmo interpretar aquellas palabras, si bien o mal. Dej la botella encima de la mesa y para cambiar de tema le pregunt qu tal haba ido de pblico la primera sesin. Me dijo que bastante mal, porque a la gente del barrio le reventaban los musicales. Le pregunt quin elega las pelculas y respondi que el dueo del cine, pero que algunas veces se equivocaba y meta la pata.Ese jodido piano acaba volvindote loco suspir luego, refirindose seguramente al piano de la pelcula.Se llen otra vez el vaso de vino y se me qued mirando sin pestaear, como desafindome a que se lo echase en cara. Yo le dije entonces que a m tampoco me gustaba el piano y que prefera el saxofn, sobre todo para bailar, porque me pona cachonda. Le pregunt si a l tambin le pona cachondo y se encogi de hombros, como si nunca se hubiese parado a pensar en esas cosas. Despus cambi de rollo y le dije que aquella noche poda cambiarse de camisa y ponerse una de las que le haba planchado.Tambin s planchar camisas le dije luego, por si no se haba dado cuenta.Al principio se qued callado, mirndome a los ojos. Luego encendi otro cigarrillo, me ech el humo a la cara, y me pregunt si yo era una de esas mujeres a las que les gusta presumir de todo lo que saben hacer.Seguro que habr algo que no sabes hacer dijo luego.Le contest que eso estaba ms claro que el agua y que en este mundo no poda encontrarse a nadie que lo supiese hacer todo. Luego, para animarle un poco ms, le dije que le sentaba estupendamente el traje azul que se haba puesto para ir a ver al abogado. Movi la cabeza de un lado a otro, como si no estuviese de acuerdo, y contest que necesitaba hacerse un traje de verano.Hoy he sudado la gota gorda me dijo.El vino le haba puesto de buen humor, o por lo menos de mejor humor que otras veces, as que pens que vala la pena aprovechar aquella ocasin. Me qued mirando fijamente una de las flores del hule y le dije que tena razn, que pareca como si llevsemos viviendo juntos toda la vida y que a lo mejor el invento nos sala bien.No entendi lo que quise decirle con lo de invento y tuve que explicrselo. Un invento, le dije, puede ser cualquier cosa, as que tambin lo era el hecho de que nos hubisemos decidido a vivir como marido y mujer. Luego le dije que lo ms importante era que las parejas viviesen en paz, sin tirarse los trastos a la cabeza.-A lo mejor nos sale bien le solt otra vez, mientras pona la cafetera en el fuego.Y despus, saltando de una cosa a otra, le dije que el caf molido que guardaba en la lata de galletas era muy bueno y que quera saber dnde lo haba comprado para ir a comprar otros dos paquetes. Juan me dijo que no se acordaba y que todas las marcas le parecan iguales.Pues no lo son, ni mucho menos le dije. No es lo mismo el caf del Brasil que el caf de la Guinea.Me pregunt cmo era que estaba tan segura y le contest que en El Caaveral tuvimos durante una temporada una cafetera, hasta que nos dimos cuenta de que no era negocio. Debi de gustarle la forma en que le dije todo eso porque se me qued mirando a los ojos sin decir nada. Luego, cuando pens que se iba a quedar callado, me dijo que era una ta cojonuda y que de vez en cuando era capaz de sorprender al personal con una salida inesperada. Yo le contest que cualquier mujer sabe que hay muchas clases de caf y que unos tienen ms aroma que otros.En eso tienes razn reconoci, pero hay pocas mujeres de su casa que digan a sus maridos que los saxofones las ponen cachondas.Le ped que me explicase de qu hablaban las mujeres normales y me contest que no vala la pena, que en todo caso, suponiendo que lo nuestro prosperase, ya lo ira aprendiendo. Se lo volv a preguntar otra vez y me puso el ejemplo de la reina de Inglaterra.Estoy seguro dijo de que a la reina de Inglaterra no se le ocurre decir a su marido que los saxofones la ponen cachonda.Repliqu dicindole que la reina de Inglaterra no era una ta normal, que ese ejemplo no serva y que buscase otro mejor.Es mejor que cambiemos de tema me dijo entonces.Apag el cigarrillo, esper a que la columna de humo llegase al techo y luego me pregunt si recordaba todo lo que me haba explicado la taquillera. Le dije que s, que lo recordaba y que el trabajo me pareca bastante fcil.Pues vamos a ver qu tal lo haces me dijo, como si no estuviese muy convencido de que poda hacerlo bien.En aquel momento empezaron a dar las ocho las campanadas llegaban desde la iglesia del barrio pero no pareca que tuviese intencin de marcharse. Le pregunt si no le apeteca salir a dar una vuelta hasta que empezase la segunda sesin, como haca todos los das, y me dijo que no, que aquella tarde prefera quedarse en casa, as que durante un rato continuamos sentados en la cocina, muertos de calor y sin saber qu decirnos.Eso es, segn lo que cuentan algunos, lo peor de las parejas, que llega un momento en el que no saben de qu hablar. Estuvimos por lo menos cinco minutos sin abrir la boca y cuando vi que empezaba a abanicarse con un diario doblado por la mitad, fui al cuarto, cog el ventilador porttil, lo puse en marcha y se lo plant a un palmo de las narices. Las aspas eran de plstico y aunque pusieses el dedo en medio no te pasaba nada.Coo -dijo, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrs para que le diese mejor el aire.Seguramente no haba visto nunca un ventilador como aqul.Menuda mariconada dijo luego, sin abrir los ojos.Me quit el ventilador de las manos y se lo llev al cuarto. Al cabo de un rato fui a ver qu era lo que estaba haciendo y lo encontr tumbado encima de la cama, con la bragueta abierta, refrescndose el pajarito con el ventilador.Si quieres te lo refresco yo le dije.Entonces se abroch la bragueta, dej el ventilador funcionando encima de la mesita de noche y me pidi que me tumbase a su lado. Estuvo un rato callado y luego me repiti lo mismo que yo le haba dicho antes, es decir, que a lo mejor el invento nos sala bien.Claro que s dije, apretando los puos. Claro que nos saldr bien.Y nos quedamos otra vez sin hablar, escuchando los ruidos de la calle que entraban por la ventana. Eso es una cosa que me ha gustado siempre, estar en la cama y or los ruidos de la calle, por ejemplo, la sirena de las ambulancias o el ruido de la lluvia. En aquella habitacin poda or tambin todo lo que pasaba en las pelculas y al pensar en eso, ca en la cuenta de que an no saba cmo se llamaba el cine. Se lo pregunt y me dijo que se llamaba Oriente.Por qu Oriente y no Occidente? le pregunt. No quiere decir poco ms o menos lo mismo?Respondi que no poda decirme por qu le llamaban Oriente, pero que le chocaba bastante que hubiese gente que pudiese pensar que Oriente y Occidente eran, poco ms o menos, lo mismo. Me explic que, por el contrario, eran dos cosas completamente distintas, casi tanto como blanco y negro, o arriba y abajo, o mejor an, derecha e izquierda.La verdad es que no saba casi nada de las cosas que hay que saber, pero la culpa no haba sido ma. Le ped que me explicase, aunque fuese por encima, qu quera decir Oriente y me dijo que era la parte del horizonte por donde sala el sol.Pues sa es una de las cosas que ms me gustan le cont. Ver salir el sol.Y luego le dije que siempre que vea salir el sol me daba por pensar que el nuevo da que empezaba iba a ser mejor que el anterior. Juan me pregunt entonces cuntas veces haba visto salir el sol y le dije que bastantes, pero que no porque hubiese madrugado, es decir, no porque me hubiese levantado pronto, sino porque haba pasado toda la noche de parranda.Ya dijo con la mirada puesta en la bombilla.A ningn hombre le gusta pensar en las juergas que se han corrido sus mujeres, as que despus de contrselo di un suspiro y me qued callada para darle a entender que estaba arrepentida de todas las locuras que haba cometido en mi vida.Me gustara volver a tener quince aos le confes luego.Creo que fue a los quince aos cuando me desvirgaron. Juan se dio la vuelta y se qued mirndome durante un buen rato sin decir nada. En aquellos momentos no pareca alegre ni triste. Se limitaba a mirarme.Tienes las orejas muy pequeitas dijo al cabo de un rato.Me gust que dijese eso porque era la primera vez que me lo decan. Los tos no se fijan nunca en esas cosas. Lo malo fue que, despus de decirme eso, agreg que nunca le haban gustado las mujeres que trasnochaban y que follaban por dinero.Lo que menos esperaba en aquel momento era que me saliese con aquella chorrada, as que me qued como cuando a una le dan un sopapo por sorpresa, pero al cabo de un momento le dije que al fin y al cabo tampoco l era virgen y que ningn to tena derecho a criticar lo que hubiese hecho una mujer antes de que se conociesen.Pues eso son cosas que no se pueden remediar suspir Juan.Y luego, como si de pronto hubiese perdido las ganas de estar a mi lado, baj de la cama, se guard el ventilador en el bolsillo del pantaln, se ech la chaqueta azul del uniforme por encima de los hombros y se fue a abrir el cine.7

Aquella noche volvi a casa pronto, apenas media hora despus de que acabase la pelcula. Entr en la cocina resoplando y vino a sentarse a la mesa de la cocina con cara de pocos amigos.Ya lo s, ya lo s le dije, para alegrarle un poco la cara. Oriente es la parte del cielo por donde cada maana sale el sol.Me dijo que no le tocase los huevos y comprend que no estaba el horno para bollos. Encendi un cigarrillo y durante un buen rato estuvo sin decir esta boca es ma, viendo cmo le cosa los botones de un pantaln, que estaban a punto de caerse. Cuando acab de fumar solt un resoplido, se sac una baraja del bolsillo y me pregunt si quera echar una partida al tute. Le dije que s, que en cuanto acabase de asegurarle los botones, pero que no saba jugar al tute y que, en todo caso, tendramos que jugar a otra cosa. Fui a colgar el pantaln en el armario y cuando volv a la cocina le pregunt por qu no se haba quedado ms tiempo con sus amigos. Me contest que a sus amigos podan darles por el culo, que seguramente les gustara mucho.A qu sabes jugar? pregunt luego, empezando a barajar.Le contest que no tena ni idea de jugar a las cartas, pero que saba hacer un par de solitarios.Muy bien me dijo, dejando las cartas encima de la mesa. Hazme el solitario que ms te guste.Fui a coger la baraja, pero me pidi que antes de empezar con el solitario bajase la botella de vino de la estantera. Le pregunt si no sera mejor que hiciese caf, pero me contest que lo que le apeteca era echar un trago, as que no tuve ms remedio que coger la botella y llenarle el vaso hasta arriba. Luego empec a tirar poco a poco las cartas y para hacerme la interesante le dije que cada carta significaba una cosa distinta y que cuando el cinco de espadas sala cerca de un caballo de copas significa luto de un hombre. No estaba muy segura de que significase realmente eso, pero se lo dije a ver qu cara pona.T crees de verdad en lo que dicen las cartas? me pregunt, metindose un dedo en la nariz.Le contest que, por lo menos, les tena mucho respeto, lo que no dejaba de ser cierto.Luto de un hombre susurr, pensando en lo que le haba dicho antes y dndole la vuelta al caballo de copas.Le dije que si el cinco de espadas hubiese estado cerca del caballo de copas el luto hubiese sido de una mujer. Al or eso desbarat con una mano las cartas que estaban encima de la mesa y me dijo que empezase otra vez y que me dejase de tonteras, que lo que quera es que le hiciera un solitario y que se lo fuese explicando mientras lo haca, pero sin entrar en detalles.Empec, pues, con el primero de los dos solitarios que me haba enseado una compaera del Caaveral y me sali como quien dice volando. Eso es lo que ms jode, que las cosas te salgan bien a la primera de cambio, cuando lo que esperas es que se len un poco, aunque slo sea para encabronarte un poco ms y pasar el rato distrada. Prob con el otro, pero me pas lo mismo, porque tampoco era muy difcil, as que muy pronto nos quedamos callados, sin saber qu contarnos.Cmo es que esta noche has vuelto tan pronto? le pregunt otra vez, recogiendo las cartas.Cosas que pasan contest, como si no quisiese hablar de eso. Pero enseguida repiti lo que ya me haba dicho antes, es decir, que a sus amigos podan darles por el culo y que ya estaba cansado de verles.Bueno, no pasa nada le dije, suponiendo que le haban gastado alguna putada. Maana ser otro da.Me puse otra vez a hacer el primer solitario pero lo dej a la mitad. Nos fuimos a la cama y apenas estuvimos los dos en pelotas se puso muy carioso. No es que me dijese nada especial, ni que me soltase algn piropo al verme con las tetas al aire, pero las mujeres notamos enseguida esas cosas. Es como si a los hombres se les encendiese de pronto una bombilla encima de la cabeza. Me pas los brazos por encima de los hombros y durante un buen rato se qued sin decir nada, pensando seguramente en sus cosas. Estuve a punto de preguntarle qu estaba pensando, pero pens que era mejor no meterme en camisa de once varas.Luego me lo cont l mismo. Me explic que tena un problema de pelas bastante gordo y que aquella maana no haba ido a ver al abogado, como me haba contado, sino que estuvo con su mujer. Haca ya dos meses largos que no le pasaba la pensin y la ta empezaba a cabrearse. Me dijo tambin que aquella misma noche, despus de cerrar el cine, haba ido al bar de siempre a ver a sus amigos y que les haba pedido un prstamo para devolver a final de mes, pero que los muy cabrones se haban hecho el longuis.Eso es lo que pasa casi siempre con ciertos amigos suspir, moviendo varias veces la cabeza.Y luego, para animarle un poco, le dije que en este mundo todo tiene arreglo, menos la muerte, y que al da siguiente bamos a comprar un dcimo de lotera, a ver si nos tocaba. Le dije tambin que cuando cobrase mi primer sueldo como taquillera nos bamos a correr una juerga de puta madre.No s, no s murmur, como si no estuviese seguro de llegar vivo a fin de mes, o, por lo menos, como si lo fuesen a meter en la crcel.Nos quedamos un rato callados, pensando cada cual en sus cosas, y de pronto empez a acariciarme la oreja con los dedos y yo me sent en la gloria. No hay mujer a la que no le guste que le toquen la oreja. Me fui abriendo poco a poco de piernas y cerr los ojos, pero cuando el muy cabrn se dio cuenta de que me estaba poniendo cachonda dej de acariciarme y me pregunt si era verdad que tena alguna cosa metida en la Caja de Ahorros.Eres un cabronazo le solt entonces, rindome y metindole el dedo entre las costillas-. Eres un cabronazo porque lo nico que quieres son mis pelas.Juan se ech tambin a rer y me dijo que no le hiciese cosquillas porque le poda dar un ataque al corazn. Me cont tambin que haba conocido un to que se qued seco mientras su fulana le estaba haciendo cosquillas en el sobaco. No le hice caso y durante un rato estuvimos jugando a ver quin le haca ms cosquillas a quin. Luego nos cansamos de hacer el cro y nos quedamos callados, recuperando el aliento.La verdad es que no me atreva a pedrtelo susurr al cabo de un rato, como si ya le hubiese dicho que le iba a dejar la mosca.Me cogi, pues, por la retaguardia. Hay tos que tienen talento para sacar lo que quieren de las mujeres. Le pregunt cunto necesitaba y me dijo que dos mil duros. Aquello era casi la mitad de lo que tena puesto a plazo fijo en la Caja de Ahorros pero le dije que muy bien, que le dejara la pasta, pero que tena que devolvrmela sin falta a fin de mes, cuando cobrase el sueldo.No esperaba menos de ti me dijo, plantndome un beso en mitad de la boca. Y enseguida me dijo tambin que estaba dispuesto a firmar todos los papeles que hiciese falta y a devolverme las pelas con intereses.Te perdono los intereses le dije.Y entonces, para demostrarme su agradecimiento, quiso echarme un polvo, pero no pudo porque tampoco aquella vez se le puso tiesa. La verdad es que me dio un poco de risa, pero tambin un poco de pena. Le dije que no se preocupase, que era igual, que la gente normal no estaba pensando siempre en follar, y que en esta vida haba otras cosas en las que pensar.Lo que pasa es que no s si t y yo somos normales suspir l, estirndose el pellejo de la polla hacia arriba y soltndolo de golpe.Le dije que no se martirizase el pijo, que ya se le levantara otro da, y se qued con la mirada puesta en la bombilla, sin decir nada ms. La verdad es que aquella bombilla nos iba muy bien, pues en el cuarto no haba otra cosa que mirar, por lo menos mientras estbamos echados boca arriba en la cama. Le mir de reojo y le vi bastante desanimado, pero yo creo que no era por el asunto de la jodienda, sino por otras cosas. Me dio tambin un poco de pena verle con aquella cara. Le sequ el sudor de la frente con la punta de la sbana y le pregunt por qu pensaba que nosotros no ramos normales.Por lo menos a m nadie me llama monstruo por la calle le dije.Juan me explic entonces que no le haba entendido bien, es decir, que no era eso lo que haba querido decirme y que los monstruos a los que l se refera no podan verse a simple vista con los ojos del cuerpo.Hay algunas personas me dijo luego, sin apartar todava la mirada de la bombilla, que quieren ser normales, pero que por mucho que se empeen no pueden serlo.Muy bien le contest, de buen humor-, pues en ese caso no somos normales.Cerr los ojos, me apret un poco ms contra su cuerpo y le dije que nunca me haba importado un pito lo que la gente pudiese pensar de m, que cada cual es como es y punto. Le dije tambin que en este mundo unos son gordos y otros flacos, pero que todos, tanto los gordos como los flacos, son tan hijos de vecino como los dems.Se qued otra vez callado yo creo que aquel da empez a darse cuenta de que no era tan tonta como pensaba y yo me qued sin decir nada y escuchando cmo respiraba. Al cabo de un rato le dije que tena los pulmones hechos polvo y que cada vez que echaba el aire se oa a lo lejos como un silbidito.Eso es de fumar tanto le dije.Pero l sigui sin decir ni mu. Volvi a pasarme el brazo por encima de los hombros y con la punta de los dedos de la mano izquierda empez otra vez a acariciarme la oreja. Me volv para ver qu cara pona mientras me acariciaba de ese modo tan fino y le vi muy serio, como si estuviese muy lejos o pensando en otras cosas que no tenan nada que ver conmigo. Entonces, para distraerle, le pregunt cmo era su mujer, si rubia o morena.Rubia de frasco dijo. Rubia oxigenada.Le pregunt si estaba ms jamona que yo y me dijo que no, que era ms delgada, pero no mucho, pero por la forma de decrmelo comprend que no le apeteca hablar de su mujer y pens que era mejor cambiar de tema. Estuvimos un rato con la mirada enganchada en la bombilla y de pronto se me ocurri decirle que con el primer sueldo que cobrase como taquillera comprara una lmpara para la habitacin.La verdad es que ya estoy acostumbrado a ver esa bombilla murmur. Cuando est encendida parece un hombre con las tripas ardiendo.Aquello no dejaba de tener gracia, porque era poco ms o menos lo mismo que yo pensaba.Comprar una lmpara con seis brazos y tulipas rojas le dije.Y entonces se me ocurri que tambin yo poda pasarle el brazo derecho por encima de sus hombros y hacerle en la oreja derecha que era la que me quedaba al otro lado lo mismo que l estaba haciendo en mi oreja izquierda. Le pregunt si le daba gustirrinn y me contest que no. Luego me quit el brazo y para justificarse dijo que no poda soportar que le metiesen el dedo en la oreja y que prefera que le hiciese cosquillas en la ingle, a ver si de paso se le pona el nabo duro.Siempre ests pensando en lo mismo le dije.As que en lugar de acariciarle la ingle le pas la mano por el muslo, a ver si por fin le encontraba al tacto las c