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CRITICÓN, 110, 2010, pp. 167-200. «Todos los secretos del corazón designa la mano» 1 Quironomía y quirología en el Trismegistus I (Artículo XXI) de Caramuel Lucía Díaz Marroquín The Warburg Institute La identificación de la retórica y la dialéctica con emblemas quironómicos en forma de mano cerrada, en el caso de la primera, y de mano abierta, en el de la segunda, es un lugar común en la filosofía estoica que reproduce Cicerón en el De finibus bonorum et malorum 2 . La Europa medieval recibe esta imagen, que acabaría siendo reelaborada por los autores modernos tanto humanistas como racionalistas. San Isidoro de Sevilla se refiere en las Etimologías a cómo Varrón asimilaba la dialéctica a un puño cerrado por su función de contraer o agudizar el sentido de conceptos y palabras; la retórica, a su vez, podría representarse como una palma que desarrolla ideas y discursos en la misma medida en la que se distienden los músculos de una mano al abrirla 3 . Juan Caramuel 1 «Omnia cordis secreta manibus designari» (Caramuel, Articulus XXI: CEIROLOGIA. De manuum colloquutione», en Trismegistus, I, pp. 261-298). La cita en p. 262. En adelante, cuando se cite este artículo XXI, sólo daré la indicación de la(s) página(s) correspondientes. 2 En De finibus bonorum et malorum tiene lugar un diálogo entre Torquato y Cicerón acerca del aspecto que debe asumir el discurso. El primero se muestra a favor de un discurso continuo, mientras que el segundo muestra su preferencia por el discontinuo, dialéctico, intercalado de preguntas y respuestas: «Zenonis est, inquam, hoc Stoici; omnem vim loquendi, ut iam ante Aristoteles, in duas tributam esse partes, rhetoricam palmae, dialecticam pugni similem esse dicebat, quod latius loquerentur rhetores, dialectici autem compressius» (Cicerón, De finibus bonorum et malorum, II, 17). La versión que propone Caramuel es: «Zeno, inquit, omnem vim dicendi in duas partes tributam esse dicebat: Rhetoricam palma, Dialecticam pugno similem esse; quod latius loquerentur Rhetores, Dialecticici vero compressius» (p. 282) 3 «Dialecticam et Rhetoricam Varro in novem disciplinarum libris tali similitudine definivit: Dialectica et Rhetorica est quod in manu hominis pugnus adstrictus et palma distensa: illa verba contrahens, ista distendens» (San Isidoro de Sevilla, «De differentia dialecticae et rhetoricae artis», Etimologías, II, 23). Se CRITICÓN. Núm. 110 (2010). Lucía DÍAZ MARROQUÍN. «Todos los secretos del corazón designa la mano». Quironomía...

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CRITICÓN, 110, 2010, pp. 167-200.

«Todos los secretos del corazóndesigna la mano»1

Quironomía y quirología en el Trismegistus I(Artículo XXI) de Caramuel

Lucía Díaz MarroquínThe Warburg Institute

La identificación de la retórica y la dialéctica con emblemas quironómicos en formade mano cerrada, en el caso de la primera, y de mano abierta, en el de la segunda, es unlugar común en la filosofía estoica que reproduce Cicerón en el De finibus bonorum etmalorum2. La Europa medieval recibe esta imagen, que acabaría siendo reelaborada porlos autores modernos tanto humanistas como racionalistas. San Isidoro de Sevilla serefiere en las Etimologías a cómo Varrón asimilaba la dialéctica a un puño cerrado porsu función de contraer o agudizar el sentido de conceptos y palabras; la retórica, a suvez, podría representarse como una palma que desarrolla ideas y discursos en la mismamedida en la que se distienden los músculos de una mano al abrirla3. Juan Caramuel

1 «Omnia cordis secreta manibus designari» (Caramuel, Articulus XXI: CEIROLOGIA. De manuumcolloquutione», en Trismegistus, I, pp. 261-298). La cita en p. 262. En adelante, cuando se cite este artículoXXI, sólo daré la indicación de la(s) página(s) correspondientes.

2 En De finibus bonorum et malorum tiene lugar un diálogo entre Torquato y Cicerón acerca del aspectoque debe asumir el discurso. El primero se muestra a favor de un discurso continuo, mientras que el segundomuestra su preferencia por el discontinuo, dialéctico, intercalado de preguntas y respuestas: «Zenonis est,inquam, hoc Stoici; omnem vim loquendi, ut iam ante Aristoteles, in duas tributam esse partes, rhetoricampalmae, dialecticam pugni similem esse dicebat, quod latius loquerentur rhetores, dialectici autemcompressius» (Cicerón, De finibus bonorum et malorum, II, 17). La versión que propone Caramuel es: «Zeno,inquit, omnem vim dicendi in duas partes tributam esse dicebat: Rhetoricam palma, Dialecticam pugnosimilem esse; quod latius loquerentur Rhetores, Dialecticici vero compressius» (p. 282)

3 «Dialecticam et Rhetoricam Varro in novem disciplinarum libris tali similitudine definivit: Dialectica etRhetorica est quod in manu hominis pugnus adstrictus et palma distensa: illa verba contrahens, istadistendens» (San Isidoro de Sevilla, «De differentia dialecticae et rhetoricae artis», Etimologías, II, 23). Se

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Lobkowitz recoge el tópico en su Apparatus Philosophiae de 1657, asimilandoestereotípicamente la apertura a la feminidad y la cerrazón a la masculinidad4 ydeduciendo de la asociación emblemática entre el discurso filosófico y la manoconclusiones tanto quirológicas como quirománticas5. Años más tarde, en 1679,volvería a desarrollar la misma imagen en el artículo XXI de la primera de las tres partesque componen el Trismegistus theologicus (POLUMNEIA, SIGALIWN y APLOTHS.),dedicada a la búsqueda típicamente racionalista del idioma natural y a la definición dela restrictio sensible6.

El Trismegistus es una de las últimas obras que Juan Caramuel dio a la imprenta. Supublicación íntegra tuvo lugar en los años finales de la vida del cisterciense, rehabilitadodesde 1673 como obispo de la ciudad italiana de Vigebano tras un período oscuro, entre1657 y 1673, al frente de la remota diócesis de la Campagna. Con su títuloaparentemente teológico aunque de claras resonancias herméticas, el tratado contiene lasreflexiones de toda una vida dedicada al estudio, a la escritura, al viaje y a la complicadatarea de ejercer como autoridad católica en una Europa donde se enfrentaban laReforma protestante y la Contrarreforma postridentina7. Más basado en la observaciónde la comunicación humana en entornos fuertemente jerarquizados que en los aspectospuramente teológicos que pudiera sugerir el título, las tres secciones del Trismegistus sonen realidad un monumento a la sistematización racionalista del conocimiento en funciónde la antigua práctica de la mnemotecnia. La primera parte del tratado (POLUMNEIA)trata una de las cuestiones que más preocupan a los pensadores racionalistas europeoscontemporáneos de Caramuel: una de las marcas tanto de la iluminación herméticacomo de la santidad cristiana es la comprensión inmediata de lo hasta entoncesindescifrable (distintos tipos de éxtasis místico, don de lenguas); por lo tanto, tienesentido emprender la búsqueda de un idioma natural común y comprensible para todoslos hombres más allá de su extracción socio-cultural o de los límites cronológicos de suexistencia. La búsqueda de este idioma natural se convierte así una de laspreocupaciones recurrentes para los autores racionalistas. El camino lógico resulta fácilde recorrer tanto desde el punto de vista cristiano como hermético: si la armonía

refiere a Varro, contemporáneo de Cicerón y autor de varios tratados en defensa de la propiedad de la lengualatina.

4 Sobre la contingencia de los patrones de la feminidad y la masculinidad tanto en la época de Caramuelcomo en estos primeros años del siglo xxi, que no puedo observar con suficiente detenimiento en este artículo,véase al menos Butler, 1990.

5 «Docebant Veteres Rhetoricam, Dialecticamque Philosophiae esse manus; illam apertam, istam clausam;& nostra etiam Chiromantica Philosophia duas manus habet; Rhetoricam, Dialecticam; faemininam, virilem;apertam, clausam. Aperit manum illa, & sub sapientiae specie, in palma, (ubi incurabilia sunt vulnera) ictumrecipit; remedium postulat, & Chiromanticus venator manum claudit, & dum volucres futurasque fortunaspraedicit, cogitat meliorem esse manu-captam aviculam libera aquila: nec putat se tangendo excessisse,quoniam futura contingentia, quae manui inscripta, sua carerent essentia, si contactu» (Caramuel, ApparatusPhilosophiae. Tractatus I, Proemialis, p. 115).

6 En su recurso a la doctrina de la restrictio o reserva mental Caramuel se muestra cercano a los interesesque ocupan a los jesuitas de los siglos xvi y xvii, así como a las teorías que, en 1584, había defendido elDoctor navarrus Martín de Azpilicueta acerca de la posibilidad de sugerir respuestas diferentes de la verdadmediante la articulación de cláusulas enteramente verdaderas. Véanse, infra, los comentarios dedicados a laSectio XI.

7 Véase Velarde Lombraña, 1989.

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macrocósmica puede ser expresada según criterios matemáticos y, por lo tanto,unívocos, como el mismo Caramuel defiende, y si el lenguaje es sólo uno más de losreflejos de esta armonía en el microcosmos humano, necesariamente las lenguas de loshombres deberían también remitir a un idioma primario y universal, libre de todo límiteexpresivo, absolutamente preciso e infinitamente capaz de reflejar tanto las realidadesterrenales como las espirituales. Por otra parte, si todas las realidades superiores quereflejan los esquemas del conocimiento y la mnemotecnia inspirados en el hermetismoremiten a esa misma búsqueda de la unidad, muy evidente en casos como el de la obrade Giordano Bruno, también las lenguas humanas, vocales o gestuales, deben sercapaces de sugerir esa misma calidad fundamental. La retórica de la mano (laCEIROLOGIA o CEIRONOMIA, según el punto de vista desde el que se observe)8

contribuye así a este idioma natural, verdadera piedra filosofal de la alquimia retórica delos años 1600. En su intento de interpretar la realidad en función de criteriosdescifrables al mismo tiempo desde la razón y desde la espiritualidad religiosa, elcisterciense Caramuel analiza las posibilidades de producir sentido tanto mediante eldiscurso exclusivamente vocal como mediante el gesto físico. El análisis de la técnicavocal y de la expresión retórica oral de afectos y pasiones que llevan a cabo,aproximadamente en los mismos años, autores como Athanasius Kircher, MarinMersenne o René Descartes —con los que Caramuel intercambiaba correspondencia—convive así en el tratado con otros sobre la retórica del gesto facial y corporal basadosen obras como el De humana physiognomia de Giambattista della Porta, del que, amenudo, incorpora citas.

Como en otras partes del Trismegistus, el capítulo sobre la retórica quirológicadescubre a un Caramuel que, después de toda una vida al servicio del conocimiento y dela Iglesia católica en lugares tan dispares como Lovaina, Duisenberg, Praga, el sur deItalia o la diócesis de Vigebano, no puede evitar retrotraerse al sustrato de su memoria:el de la cultura y la lengua españolas. Aunque escriba desde la Italia heredera delhumanismo en un latín muy rico, plagado de excursos en griego y otras lenguas,incluidas las semíticas, el cisterciense insiste en traer constantemente a colación la lenguay la literatura españolas, y no vistas como subalternas con respecto a las prestigiosastradiciones literarias italianas o francesas contemporáneas, sino para situarlas en unnivel igual o superior. Las referencias literarias pertenecen tanto al ámbito culto como alpopular, desde las obras de autores como Quevedo, Lope de Vega (Lupus a Vega), JuanPérez Montalbán o Tirso de Molina, hasta un extenso repertorio de refranes ymodismos.

8 Los términos quironomía y quirología aluden a niveles diferentes de los lenguajes gestuales capaces deproducir significado mediante signos articulados con una o ambas manos. Aunque ambos proceden del griegocei`r (mano), el primero alude al uso de imágenes aproximadamente ideográficas codificadas según algunaclase de ley o norma, mientras que el segundo designa el empleo de algún tipo de alfabeto o modelo derelación lógica entre los signos articulados con las manos. Resulta frecuente que los autores de los años 1600utilicen ambos términos como sinónimos, recurriendo alternativamente a uno u otro. Ninguno de ellos debeconfundirse, en todo caso, con la quiromancia, que también menciona Caramuel, y que sería la disciplina quebusca la adivinación mediante la interpretación de los accidentes de la mano (líneas, montículos, depresiones,etc.). Véase, más adelante, la Sectio II.

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Los racionalistas autores de tratados preenciclopédicos, como Kircher, Mersenne o elmismo Caramuel, heredan en los años 1600 el interés humanista por refinar las lenguasvernáculas hasta el nivel alcanzado por el latín y el griego clásicos. Paradójicamente, losmismos autores racionalistas que, esgrimiendo el estandarte moderno de la filosofíaplatónica y hermética, gradualmente puestas a prueba por el empirismo naciente,pretenden rebelarse contra los presupuestos aristotélicos decantados por la herenciaescolástica medieval no dejan sin embargo de aplicar a la comprensión de la existenciahumana los criterios racionales propuestos por Aristóteles. Tanto la Reformaprotestante como la Contrarreforma católica persiguen, aproximadamente en estosmismos años, el objetivo común de comunicarse con la mayor cantidad posible de fieles,aunque su posición lingüística pueda resultar opuesta: el interés característico de laReforma protestante por poner la literatura, la prédica espiritual —traducidas en lenguavernácula— y la música que acompañan al culto al alcance de todos los creyentesconvive, en la Europa de los años 1600, con la seguridad católica de que gran parte delas posibilidades de supervivencia con las que contaba el cristianismo consistía,precisamente, en alejar el rito de aquellos que asistían a la celebración mediante el usodel latín como lengua de culto. Los autores racionalistas como Caramuel, receptorestanto de la tradición escolástica como de la riqueza del corpus textual platónicotraducido por los humanistas, asumen, además, la teoría hermética9. Las tres corrientesfilosóficas, fertilizadas por el espíritu humanista, dan lugar a toda clase deinterrogaciones relacionadas con el reflejo de las realidades macrocósmicas en elmicrocosmos humano, mediante la proyección de la dimensión espiritual sobre lafisiológica y la fisionómica. Entre todas éstas, los racionalistas, como antes habían hecholos peripatéticos griegos, se interesan especialmente por la voz, la traducción física másdirecta del acuerdo entre el aire, hálito o ánima y el intelecto, aunque también llaman suatención otras partes del cuerpo dotadas igualmente de capacidad significativa,especialmente el rostro y las manos.

Partiendo de este contexto tanto mental como vital se comprende mejor la tensiónque caracteriza el discurso de Caramuel, a quien, en esta obra tardía que es elTrismegistus y a pesar de su hábito sistematizador, parece costarle trabajo abarcar lavariedad de campos de conocimiento, idiomas, países recorridos e intereses que pueblansu mente, para concentrarse en el asunto que anuncia el título del artículo: el estrictoestudio de la quirología. La oscilación entre su curiosidad por el papel de la voz comovehículo del discurso y el estudio de la retórica manual abarcará prácticamente todas lassecciones que lo componen. Por lo tanto, es la voz y los fenómenos retóricos que laafectan la que le servirá de contraste para el estudio de la retórica de la mano.

Partiendo de la metáfora de la polifonía vocal, el cisterciense observa cómo, delmismo modo que las voces que componen el entramado polifónico deben buscar lahomogeneidad de sus timbres —empastar— y observar tanto la afinación como lanotación rítmica que les permite progresar hacia los momentos de consonancia, así

9 En 1614, varías décadas antes de que Caramuel publicara su tratado, Isaac Casaubon había desmontadotodas las tesis acerca de la atribución del Corpus hermeticum al mismísimo Hermes Trismegistus, el tres vecesgrande Priscus Theologus o Magus; sin embargo, el hermetismo sobrevivió como filosofía o como sistema demetáforas prácticamente en todas las ramas del conocimiento precientífico hasta bien entrado el siglo XVIII y,de alguna manera, incluso hasta hoy.

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también debe el movimiento de la mano atemperarse y coordinarse armónicamente conel del resto del cuerpo. De otro modo, el que gesticula caería en el defecto gestual de lafalta de coherencia física y hasta en el del solecismo, o desacuerdo entre el gesto y sureferencia conceptual. Este defecto en el discurso gestual resultaría similar a ladisonancia, auténtica piedra de toque para la poética musical humanista expresada enpolémicas como las que habían comenzado a tener lugar en Italia a partir de losprimeros años del siglo xvii entre los impulsores de la seconda prattica polifónica y losdefensores de la teoría de la consonancia propuesta en las Institutioni harmoniche deGioseffo Zarlino10. De la metáfora de la polifonía vocal parten las once secciones en lasque se subdivide el artículo y que describen, aunque sea de manera algo confusa enocasiones, algunas de las funciones retóricas de los gestos que se llevan a cabo con lamano.

S E C T I O I :D E M A N U U N I V E R S I M E T D E M U S A E J U S D I R E C T I O N I P R A E P O S I T A

( A c e r c a d e l a m a n o , e n g e n e r a l , y s o b r e s u m u s a r e c t o r a )

La primera sección del artículo (pp. 261-265) comienza enumerando los sentidos delnombre de la musa Poluvmneia («magnitudine memoriae, canticum multitudine»), quesirve como advocación para la primera parte del Trismegistus. Se ocupa también deperfilar la etimología del término quirología, procedente del griego cei`r (mano), que enocasiones aparece empleado en su variante quironomía. En su afán por sustentar susobservaciones sobre autoridades antiguas, Caramuel, siempre crítico con la obligaciónde remontar cualquier conocimiento a la auctoritas de Aristóteles o a sus herederosescolásticos, prefiere recurrir en este caso a vagas observaciones sobre la expresividad delas manos procedentes tanto de la cultura griega como de la latina o la egipcia. Para ello,parte de una cita de su admirado matemático y teórico musical francés Marin Mersenne,comentando cómo éste había observado que las estatuas clásicas de Palas Ateneacarecen a menudo de manos (p. 262). Observa enseguida cómo la noción de la identidadde propósito entre la lengua (la retórica) y las manos, o entre estas mismas y el corazón(los afectos o pasiones, según el binarismo emocional característico del pensamientoracionalista) existe también en las culturas antiguas. Anuncia así sus consideraciones

10 «Sicut in harmonico cantu fides et organa cum voce in intensione et extensione numerorum conveniunt:(committeretur enim dissonantia inconcinna, si vocis esset et musici instrumenti discordia) sic similitermanuum motus et totius corporis dispositio se debent rei, queis dicitur; et modo, quo dicitur, attemperare»(Trismegistus , p. 261).

La referencia al motivo de la estatua en relación con su capacidad o incapacidad para expresarse de formacomprensible es un motivo habitual dentro de una herencia, la de la mnemotecnia procedente tanto de laretórica latina como del corpus pseudohermético, que fascina a los receptores humanistas de esta tradicióntextual. Si el autor llega a proponer la posibilidad de infundir vida a las estatuas mediante procedimientosmágicos o la de convertirlas en talismanes tras haberlas transformado en un tipo de locus que trasciende lomnemotécnico, estará traspasando, como Giordano Bruno, la frontera de la herejía. Sin llegar a estosextremos, el jesuita Athanasius Kircher es el ejemplo perfecto de preenciclopedista permanentementeempeñado en explicar según criterios racionales compatibles con el cristianismo contrarreformista losmisterios herméticos. Kircher comenta así en su Musurgia universalis la posibilidad de hacer que las estatuashablen mediante varios procedimientos mecánicos basados en las leyes elementales de reflexión de las ondassonoras.

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futuras sobre la expresión quirológica de las emociones: la dimensión emocional nosuele expresarse mediante la palabra en el pseudodrama de las relaciones humanas encontextos jerárquicos,11 pero el gesto físico sí puede expresarla o restringirla, a menudotransformando las pasiones en los mucho más convencionales y codificados afectos. Éstees el sentido de la observación «Omnia cordis secreta manibus designari».

Durante el siglo xvii, Europa entera se ve en la necesidad de redefinir su culturaperformativa a medida que las distintas Iglesias surgidas de la Reforma protestante y dela Contrarreforma tridentina van redefiniendo también la espiritualidad y los cultoscristianos. La idea de la dignidad de las lenguas modernas, finalmente asimilada entodos los países europeos a partir de las polémicas que en Italia se agrupan bajo eltérmino genérico de questione della lingua, convive con la de la dignificación del hombrecomo microcosmos capaz de reflejar la perfección macrocósmica o divina, de acuerdocon los corpora filosóficos platónico y hermético. El Racionalismo, en su variedadsecular, comienza muy pronto a admitir la idea de la pasión —y no sólo del afecto—como parte integrante del intelecto humano. El Tratado de las pasiones del alma queRené Descartes publica en 1649 es quizá el ejemplo más significativo. Por otra parte,también los pensadores racionalistas espiritualistas, como Caramuel o Kircher, ceden ala curiosidad de observar los aspectos emocionales de la retórica tanto vocal o musicalcomo puramente gestual. El templo y el teatro son los vasos comunicantes en los quetiene lugar de manera prevalente la enunciación de los actos de habla, precedentesdirectos de la acción performativa, y esto a pesar de las distancias que tanto los ya

11 En este artículo utilizaré el término pseudodrama y sus derivados para designar un estado intermedioentre la autonomía emocional individual —el objeto de la mayor parte de los enfoques sociológicos ypsicocríticos tradicionales— y la integración de los individuos en grupos determinados por modelos de poderdinámicos y en continua evolución, tal y como propone la sociología figuracional basada en el pensamiento deNorbert Elias. Al describir y catalogar la colección de gestos y silencios que compila el Trismegistus, Caramuelda por supuesta la voluntad del individuo de distanciarse del mundo, con el objetivo último de mantener suautonomía emocional y una visión personal y propia de la realidad circundante. Se convierte así en lo queElias denominaría un homo clausus, por oposición al homo apertus, permeable a las dinámicas del grupo delque forma parte. El sentido de técnicas como la restrictio sería así el de preservar la autonomía emocional ocerrazón del homo clausus. Sin embargo, palabras, gestos y silencios permitirán a este individuo distanciadoaunque obligado a integrarse en determinados grupos —las altas jerarquías eclesiásticas o sus diferentesdiócesis, en el caso del cisterciense— mantener una relación al menos aparentemente cordial con el resto de losque forman parte de ellos. El observador distanciado o cerrado puede limitarse a observar los juegos yevoluciones que tienen lugar entre los componentes de un mismo grupo o bien tomar parte en ellos, mientraspermanece consciente de la diferencia entre las emociones que despierta o representa ante los ojos de los demásy las que experimenta en su fuero interno. Puesto que ambos entornos, el de las apariencias externas y el de lasemociones internas de cada participante resultan igualmente reales , distinguiré aquí uno de otro denominandoel ámbito externo como pseudodramático. En un mismo grupo pueden existir uno o varios de estosobservadores distanciados. Cuanto mayor sea el número de homines clausi participantes en las dinámicaspropias de un determinado grupo, más intensamente pseudodramáticas resultarán las relaciones que seestablezcan entre ellos en el estrato aparente de sus relaciones.

Norbert Elias esboza el concepto de homo clausus en su obra en dos volúmenes El proceso de lacivilización (Über den Prozess der Zivilisation), que cito aquí según la edición en inglés The Civilizing Process(Elias, 2000, pp. 472, 473, 476, 479, 483). Sin mencionar de manera explícita la sociología figuracional deElias, Fernando R. de la Flor sí se ocupa específicamente de la diferencia de niveles de realidad internos yexternos en un contexto hispánico y barroco, en obras como Pasiones frías. Secreto y disimulación en elBarroco hispano, o Imago: la cultura visual y figurativa del barroco (R. de la Flor, 2005 y 2009).

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mencionados tratadistas de retórica como los autores de tratados de prédica sacrainsisten en consignar entre ellos mediante las habituales menciones despectivas del oficiode los comediantes, así como criticando la impropiedad de determinados gestoshistriónicos en entornos sacros y seculares. Por otra parte, también criterios como los dedecoro, concordia, discordia o disonancia, ridiculez, virtud y muchos otros que seaplican sistemáticamente al estudio del gesto en contextos sacros o jerárquicos puedenasignarse a la descripción de las funciones del gesto dramático en el teatrocontemporáneo. Por lo tanto, a pesar de la falta de manuales de técnica dramáticaprocedentes de los años 1600, las observaciones de los retóricos y tratadistas del gestocomo Caramuel pueden resultar muy útiles para recomponer algo parecido a una técnicadramática histórica que incluiría, en primer término, la retórica manual, además de losprincipios de la técnica y la retórica vocal. El autor del Trismegistus propone unaetimología de la voz mano proveniente de una raíz común con el hebreo y el antiguoidioma germánico que alude a todo aquello que es sincero y constante (anupuvcrito"). Deesta misma raíz provendría el término alemán (all- + man, ‘hombre digno de confianzaen cualquier situación’), que sustituye en algunas lenguas romances, como el español o elfrancés, al latín germanus que sí triunfó, paradójicamente, en la lengua inglesa. Elgermánico Man equivaldría, en palabras de Caramuel esta vez, a la perífrasis española«hombre de cuenta y razón». Aprovecha además la ocasión para explicar desde el puntode vista etimológico la simbología de la consideración ética de la mano derechaextendida como signo de rectitud, apertura y sinceridad en el momento de emitir unjuramento.

La misma raíz griega cei`r (mano) origina en hebreo términos relacionados con elcalor o con la ira (CHARAR, CHARA, en la transcripción a caracteres latinos deCaramuel), o relativos a la siembra (CARA), a la acción de torcer (GARA) o a la dellamar (QARA). La explicación que propone el cisterciense es que todas estas acciones sellevan a cabo mediante movimientos de la mano: las primeras (arder, calentar) porqueéste es el efecto de encerrar algo entre las manos y la segunda (enfadarse), porque la iray el elemento natural del fuego son una misma cosa según la teoría galénica de lostemperamentos y sus pasiones asociadas; las últimas (sembrar, retorcer, llamar), porquela siembra o la acción de torcer algo implican movimientos similares de las manos,mientras que el invocar o llamar a alguien mediante gestos manuales parece ser la acciónprimaria de cualquier gramática quirológica. Como acostumbra, Caramuel justificapoéticamente su teoría mediante una cita de una comedia incluida en los Cigarrales deToledo de Tirso de Molina:

¡Ay Rey! ¡Ay padre! Si el principio míotu sangre fue, y es cierto que interesode ella el amor, por quien vivir confío;si aquesta mano que obediente beso,por afrentar larguezas de Darío,con que al monarca macedón excedes,se llama mano por manar mercedes…(El celoso prudente, p. 617b)

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Siempre pretendiendo huir de las constricciones intelectuales a las que lo condenabala tradicional obligación escolástica de justificar todo conocimiento remontándose a lateoría aristotélica, Caramuel no puede resistirse a la necesidad de anclar susconclusiones en auctoritates históricas o pseudohistóricas, un rasgo más de su decididaadscripción a la modernidad filológica y precientífica. A propósito de lo que denomina«comoedia tacita» nota así, aunque sea brevemente, cómo «entre los antiguos existíancaracteres teatrales silentes, que no hablaban mediante la lengua, sino mediante la manoy otros gestos»12. Ni siquiera en sus últimas obras puede considerarse a Caramuel comoun representante del conservadurismo escolástico, ni en el plano intelectual ni en elmoral. Sin embargo, existen vicios recurrentes en el ejercicio de la inteligencia a los queal cisterciense le resulta difícil resistirse. Uno de ellos es el tópico de considerar todo loantiguo como más digno frente a la supuesta perversión que trae consigo lo moderno.Sólo de acuerdo con esta pequeña debilidad se entiende que describa enseguida cómo laquirología, que en un principio habría resultado equivalente a la gracia y a lahonestidad, degeneró en lascivia como consecuencia de la contienda entre un dios Marteenfurecido y una diosa Venus que decidió expresarse solamente mediante gestos dedistintas partes de su cuerpo, desde las manos hasta los pies13. Esta degeneración sereflejó, supuestamente, en varias danzas antiguas a las que, siempre según Caramuel, serefieren autores como Juvenal, Marcial, Luciano, Plutarco o el mismo Platón14. Aun así,observa enseguida cómo algunos autores, como Quintiliano o Macrobio, se refieren ensus obras a la dignidad de la danza15.

Este artículo tiene que referirse sólo de manera superficial al análisis de la misóginadivisión de los afectos y pasiones en función del género, muy característica de lostratados de retórica y poética anteriores y contemporáneos del Trismegistus, donde serepresentan sistemáticamente los modelos masculinos como llenos de vigor o airados,frente a los femeninos, para los que toda manifestación de vigor retórico tiende aequipararse a una invitación a la lascividad. Caramuel contribuye al tópico, en todocaso, mediante citas como la marginal del De tranquillitate animi de Séneca, que destacalo viriles y dignos que resultaban los movimientos de Escipión al danzar, mientras que,

12 «Redibit de comoediis sermo; sed noto breviter in usu fuisse apud antiquos tacitas, in quibus universaepersonae non lingua, sed manu, aut gestibus aliis, colloquerentur» (p. 262).

13 «Haec (nempe ceirologiva) quae sub initium erat gratia et honestatis comes successu temporis, ut solentomnia bona, in lasciviam turpitudinemque degeneravit» (p. 263).

14 En este punto del Trismegistus, Caramuel menciona al margen y probablemente de memoria —teniendoen cuenta los errores que introduce— una cita latina adicional. Sitúa equivocadamente el verso «quò nos decetcitatis celerare tripudiis» en el Epigrama (sic) LVIII de Catulo, en lugar de localizarlo en el poema LXIII. Eljoven Attis se castra en honor de la diosa Cibeles para lamentar inmediatamente la pérdida de sus órganossexuales y consiguientemente, siguiendo el tópico, de su vigor poético. La escena evoca de forma muy someralas danzas dedicadas tradicionalmente al culto de la diosa.

15 Propone la cuestión «An ars saltatoria sit utilis?», a propósito de la cita de Quintiliano: «NamLacedaemonios quidem etiam saltationem quandam tanquam ad bella quoque utilem habuisse interexercitationes accepimus», que comenta la costumbre espartana de establecer ciertas relaciones entre algunostipos de danza y el entrenamiento militar» (Quintiliano, Institutiones oratoriae I, 11). También se refiere a losSaturnalia de Macrobio, donde éste dignifica el canto y la danza, citando, a su vez, a otros autores: «Ecceenim, ut ab illo ordiar tempore quod fuit optimis moribus, inter duo bella Punica ingenui, quid dicam ingenui,filii senatorum in ludum saltatorium commeabant et illic crotalia gestantes saltare discebant» (Macrobio,Saturnalia, III, 14).

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de los de su esposa Sempronia, «¿qué podría decirse?»16. En realidad Séneca nomenciona a la tradicionalmente difamada esposa de Escipión, aunque sí contribuye altópico misógino mediante sus observaciones sobre la danza bélica y lo que la diferenciade la suavidad característica de la danza de las mujeres. La cita original de Séneca,diferente de la que propone Caramuel, es: «[…] et Scipio triumphale illud ac militarecorpus movebat ad numeros, non molliter se infringens, ut nunc mos est etiam incessuipso ultra muliebrem mollitiam fluentibus, sed ut antiqui illi viri solebant inter lusum acfesta tempora virilem in modum tripudiare, non facturi detrimentum etiam si abhostibus suis spectarentur» 17. La función de esta contención en los movimientos en lasdanzas efectuadas en tiempo de guerra sería así la de no manifestar debilidad ante elenemigo, en el caso de que éste pudiera verlas.

A los maestros de retórica no sólo les llaman la atención la gestualidad teatral ypseudo-teatral, sino que, a menudo, sus referencias tienen que ver con el lenguajequirológico propio de los músicos que Caramuel denomina «musici chirologi». Puedereferirse a prácticas como la indicación de los grados de una línea de canto mediante eluso de sistemas que reflejen aproximadamente la altura de los sonidos, empleados enocasiones para dirigir las scholae gregorianas, o bien a otros más sofisticados, como lamano guidoniana, que asigna a cada parte de la mano un grado dentro de un sistemamodal. Por otra parte, antes de que, durante el ars nova del siglo xiv, se estabilizaran ygeneralizaran los métodos de notación musical capaces de reflejar con exactitud laduración de los sonidos, existía en las colecciones de obras musicales una falta deconcordancia gráfica en vertical. Este defecto pervivió, incluso después de que segeneralizaran estos métodos para la notación del ritmo, en las colecciones de polifoníavocal publicadas en las primeras décadas de la imprenta, en las que las líneascorrespondientes a las distintas voces no aparecían organizadas en sistemas, comoocurre en las ediciones actuales, sino unas a continuación de otras. Estas formas deedición hicieron necesario marcar el tiempo con la mano durante muchos años despuésdel perfeccionamiento de los sistemas modernos de notación mensural. Aun así, sonnumerosos los teóricos que consideran ridícula la profusión de gestos faciales oquironómicos durante el canto. La observación de Caramuel de que, en los coros, elexceso de movimientos manuales como glosa de la salmodia puede llegar a provocar larisa18, o la que introduce en los preliminares del artículo a propósito de las asociacionesentre los gestos de los oradores y la fisonomía de distintos animales19 cobran sentido

16 «Alio tripudiare modo viros, et alio foeminas colligitur ex Seneca […] dicente: “Virilem in modumtripudiare, et moveri ad numeros (gallice ‘à la cadence’) solitus Scipio. De Sempronia, qua et qualis fuerit?”»(p. 265, Marginalia).

17 Seneca, De tranquillitate animi, XVII, 4.18 «[…] manus gesticulationem ad vocis sonum accommodat; et vicissim, qua manu figurat, cadem

vocalibus instrumentis modulando perspicua reddit. Sed, et in choris psallentes […] nisi manuumgesticulationes psalmorum tono adcommodent, qua comitari psallentes ipsos videantur de se ridiculumspectaculum praebent» (p. 264).

19 «Hay algunos que, cuando deben orar, cantan, otros que ladran, otros que mugen» («Sunt qui, cùmorare debent, cantant, sunt qui latrant, aut mugiunt»). «Si dices, cantas, y si realmente cantas, cantas mal; Yen lo que respecta al gesto, los hay que, cuando se suben a la cátedra, nadan, los hay que vuelan, los hay quereptan o se recuestan. Muchos ha habido que tenían voces vehementes y de timbre férreo, y que defendían losargumentos más extremos, y [de éstos] dice por ejemplo el [refrán] español: “El que mal pleito tiene a voces le

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dentro de este contexto al que también contribuyen otros autores contemporáneosdentro de la más pura tradición fisiognómica, como el italiano de origen, aunqueespañol de adopción, Pietro Cerone.20

S E C T I O I I : D E C H I R O N O M I A I N G E N E R E : E T D E T R I B U S E J U S D E M

S P E C I E B U S I N P A R T I C U L A R I ( S o b r e l o s a s p e c t o s g e n e r a l e s d el a q u i r o n o m í a y s o b r e s u s t r e s e s p e c i e s e n p a r t i c u l a r )

Tras haber definido la quirología en la sección anterior, aparece en la segunda (pp.265-268) la definición del término quironomía, que sería la disciplina que prescribeleyes a las manos, «y los que se ejercitan en esta disciplina se llaman quirónomos,porque cei`r se refiere a la mano y novmo" a la ley. Y de ahí proviene el verbo ceironomei`n[que significa] mover la mano según la ley»21.

El cisterciense divide la quironomía en tres especies de acuerdo con su funciónpoética y social a uno y a otro lado de la frontera que separa los discursos propios de larealidad pseudodramática de los que caracterizan la expresión retórica plenamentedramática: 1) la del tripudium o danza; 2) la del convivium de la fiesta o banquete; y 3)la de la declamación. Al referirse a la quironomía de la danza («saltare ad numeros, seutripudiare») surge inmediatamente la cuestión de las connotaciones eróticas del gesto.Caramuel recuerda así, en este punto, la conocida descripción de Sempronia que incluyeSalustio en La conjuración de Catilina: el pasaje describe las cualidades de esta dama dela conocida familia de los Sempronios, quien, contrariamente a todas las indicacionesconsignadas en los tratados de retórica y poética tanto clásicos como modernos, entreellos los de Cicerón, no sólo hablaba varias lenguas, sino que cantaba y bailaba con unaenergía considerada convencionalmente como viril22, lo que parece que la hacíaespecialmente atractiva para los hombres o, desde el punto de vista misógino delmoralista latino y, por extensión, del propio Caramuel, especialmente proclive a la

mete”» («Si dicis, cantas; si verò cantas, male cantas. Et, si gestum respiciam, sunt qui in cathedra natent; suntqui volent, sunt, qui serpant, aut jaceant. Fuerunt mult[a], qui vocem habuerunt et vehementem et ferream: ethi in desperatis causis optime patrocinantur, ait enim Hispanus; El que mal pleyto tiene, a vozes le mete») (p.261).

20 «Viendo más al particular digo que el cantante ha de tener honestidad en la postura del cuerpo, porquecantores hay que cuando cantan, menean la cabeza como perros mojados, y recién salidos del agua. Otros hayque parecen tantos gansos, cuando se alargan con el cuello por alcanzar los puntos altos. Otros estiran el piepara llegar a los puntos bajos, que parecen mucho en aquel acto al gallo dispuesto para hacer bravatas con susgallinas. Otros abren la boca cuanto pueden que parece quieren comer macarrones, haciéndola más grandeque la de un horno. Otros con el rostro y otros con la boca hacen ciertos gestos y ciertos visajes, que másparecen monos que hombres. Otros, para hacer la voz grande y más entonada de lo que tienen naturalmente,hacen un ruido que parece que den aquellos bramidos más para espantar a los lobos que están en el bosque,que para deleitar a las personas del auditorio, que están en la iglesia…» (Cerone, «De algunos vicios odefectos que se toman por inadvertencia y mal uso», Preámbulo a El Melopeo y Maestro, p. 68).

21 «CEIRONOMIA est ars, quae manibus leges praescribit: et qui hanc artem profitetur, nominaturceironovmo", nam ceiŸr manum importat, et novmo" legem. Et hinc prodiit verbum ceironomei`n, manus juxta legesmovere».

22 La identificación del vigor retórico y poético con la condición masculina es uno de los tópicos másestables dentro de la historia de las artes poéticas, dramáticas y dramático-musicales de la Europa del los siglosxvi y xvii. En este sentido, véase Díaz Marroquín, 2008.

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lascividad23. Explica seguidamente cómo los españoles distinguen entre bailar («jocosejocare», propio de plebeyos) y danzar («serio jocare», o bien «honesta tripudia», propiode personajes con peso social).

Resulta difícil separar el ámbito del tripudium y el del convivium o banquete dentrode la tradición latina heredada por la Europa moderna. De hecho, las observaciones deCaramuel sobre los movimientos de las manos en uno y otro ámbito se funden en unsolo argumento cuando observa cómo Macrobio describe en el libro III de los Saturnaliaun baile en el que los participantes ejecutarían movimientos de las manos provistos decascabeles y sonajas24 o crótalos. Tras haber analizado la retórica de los ojos en elartículo VII de la Polumneia25, introduce aquí una nota en la que su voz resuena con esaespontaneidad que hace del Trismegistus una obra sorprendentemente fresca, teniendoen cuenta que fue una de sus últimas publicaciones, cuando relata cómo acaba dedescubrir el auténtico significado del salmo CXXII: «A Ti levanto mis ojos. A Ti quehabitas en el cielo. Como los ojos del siervo se dirigen a las manos de su señor, como losojos de la esclava se dirigen a las manos de su señora, así nuestros ojos se fijanhumildemente en Dios» (p. 266).

La quironomía declamatoria es aquella que, en palabras del propio Caramuel, «lanobleza y la excelencia colocan en el primer lugar», por oposición a la lascividad propiade una gran parte de la quironomía propia de la danza o tripudium y del banquete oconvivium. Es la que se desarrolla en la fase de la actio retórica, que, según Demóstenes,es la parte principal de la oratoria. Manifestando un gran interés por la puesta enescena, aspecto que resulta definitivo para comprender el Trismegistus como un tratadode lo performativo y hasta de lo dramático, más que de lo exclusivamente teológico quesugiere el título, el cisterciense expresa aquí su acuerdo con el maestro clásico cuandoafirma: «Suscribo los principios del orador griego Demóstenes, que observó tresmomentos en la oratoria que requieren eficacia y ornato; y al preguntársele cuál sería elprimero de ellos respondió: la actio; y al requerírsele cuál sería el siguiente respondió: laactio; y al insistir en saber cuál sería el tercero respondió: la actio […]. La actio, por lotanto, requiere toda la eficacia retórica y toda la elocuencia, desde el dominio de latécnica vocal hasta el vigor de la mirada, el movimiento de las manos, el control de losgestos faciales y, en general, el de todo gesto corporal» (p. 267). Y es en esta fase de laactio retórica cuando el orador debe ceironomei`n, es decir, debe «movere artificiosemanus» («mover artísticamente las manos») o «ludere manibus», perífrasis que autoresespañoles como Alonso López Pinciano, muy conscientes de las funciones a mediocamino entre lo performativo y lo retórico de la quironomía, traducen literalmente como«jugar de mano»26.

23 Salustio, Bellum Catilinae, p. 25.24 Ambos términos en español en el original. La cita, ya mencionada anteriormente, se refiere a Macrobio,

Saturnalia, III-14.25 Trismegistus, I, p. 112-134.26 En su Filosofía antigua poética, Alonso López Pinciano proporciona algunos ejemplos muy detallados

de este jugar de mano retórico más propio de personajes elevados, según la tradición de los personis attributa,que de los personajes ínfimos:

Digo, pues, en general que mire el actor la persona que va a imitar; si es grave, puede jugar de mano, según y cómoes lo que trata; porque, si está desapasionado, puede mover la mano con blandura, ahora alzándola, ahora declinándola,ahora moviéndola al uno y al otro lado; y, si está indignado, la moverá más desordenadamente, apartando el dedo vecino

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( S o b r e l a q u i r o n o m í a g r a m á t i c a )

La tercera sección del artículo (pp. 268-270) parte de la tópica consideración de lavida como milicia presente ya en el libro de Job27, a menudo mencionada por los autoresjesuitas de los que tan cerca se encuentra Caramuel: si la vida es guerra, también losdiscursos humanos deberán poder expresar la retórica de la batalla; si la quironomíasocial trasciende las barreras que imponen las jerarquías, de manera justa o injusta,también la quironomía militar trascenderá las leyes.28 Con su habitual ironía, Caramuelobserva cómo el «Derecho del cañón»29 impone su violencia contra lo que el «Derechodel canon»30 pretende proteger. En lo que respecta a la mano, su expresión tiene sentidodesde la actio retórica propia de la arenga militar hasta el uso de las manos en el manejode las armas. De ahí la expresión hispana que Caramuel se apresura a recoger: «eshombre de buenas manos» en referencia a los hombres de armas o, en general, fuertes31.

La gramática y la retórica de la quironomía como ars serán, en todo caso, diferentesde la expresión manual que sirve de complemento a la retórica oral: así, una cosa seráhablar con la mano (ars loquendi o quironomía), y otra el «ars […] colloquendi permanum»32.

Como discurso procedente del idioma natural que es, a la quironomía la gobiernanreglas naturales y se ve afectada por los mismos defectos que aquejan también a otraslenguas supuestamente derivadas de este mismo idioma natural. Entre estos últimosfiguran los dos que más frecuentemente aparecen mencionados en los tratados deretórica desde los días de Cicerón y Quintiliano: el barbarismo y el solecismo.Valiéndose, como en otras partes de su tratado, de una comparación entre el gestofísico, el lenguaje y la técnica vocal, Caramuel comienza así la definición de los dosdefectos desde el punto de vista vocal, para proporcionar después ejemplos de cómo se

al pulgar, llamado índice, de los demás, como quien amenaza; y, si enseña o narra, podrá ajuntar, al dedo dicho, el medioy pulgar, los cuales a tiempos apartará y ajuntará; y el índice solo extendido y los demás hechos puño, alzado hacia elhombro derecho, es señal de afirmación y seguro de alguna cosa. El movimiento de la mano se hace honestamente y segúnla naturaleza, comenzando de la siniestra y declinando hacia abajo y, después, alzándola hacia el lado diestro y, cuandoreprehendemos a nosotros mismos de alguna cosa que habemos hecho, la mano hueca aplicamos al pecho».

Pero advierto que al actor delante del mayor no le está bien jugar de mano razonando, porque es mala crianza;estando apasionado, puede, porque la pasión ciega razón; y, en esto se mire y considere la naturaleza común, como entodo lo demás. Las manos ambas se ayuntan algunas veces para ciertos afectos, porque, cuando abominamos de algunacosa, ponemos en la palma de la mano siniestra la parte contraria (que dicen empeine) de la diestra y las apartamos condesdén; suplicamos y adoramos con las manos juntas y alzadas; con los brazos cruzados se significará humildad (pp. 527-528; énfasis mío).27 «Militia est vita hominis super terram: et sicut dies mercenarii, dies ejus. Sicut servus desiderat umbram,

et sicut mercenarius praestolatur finem operas sui: sic et ego habui menses vacuos, et noctes laboriosasenumeravi mihi» (Biblia sacra, Vulgatae editionis, Job, 342. 1-3).

28 «Est axioma notissimum, silent leges inter arma : nam horum efficacia (justa sint, aut inujusta) inviolentia consistit» (p. 268).

29 En español en el original.30 En español en el original.31 En español en el original: «Hinc Hispani, ut militem, aut alium quemcumque virum fortem laudemus,

que es hombre de buenas manos dicimus» (p. 269).32 «Est autem altera Chironomia, Ars quaedam colloquendi per manum. Colloquendi consulto dico, non

loquendi; aliud enim est manu sine concursu vocis loqui, et aliud loquelam, ore formatam, manum motuexornare» (ibid.).

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manifiestan en la retórica quirológica. Así, «se comete barbarismo vocal cuando seinventa un nuevo vocablo torpemente, o cuando se traicionan las reglas de la lengualatina mediante la introducción de rasgos o palabras procedentes de otra lengua. Existe[…] también el barbarismo del gesto, o el gesto bárbaro. […] Deben vigilarse […] lasformas de hablar o de gesticular bárbaras y disarmónicas, que en el hombre rústicopueden tolerarse, pero no en el jurisconsulto». En lo que se refiere al solecismo vocal,«no concierne a la materia, sino a la misma forma, porque incluso cuando la materia(esto es, los vocablos) es buena y precisa, puede aparecer en el aspecto gramatical. […]Se da así el solecismo en aquel movimiento manual que por sí mismo no resultaindecente ni descompuesto cuando tiene lugar en el contexto adecuado, pero que debeevitarse en aquéllos en los que exista una norma diferente». La función bélica señaladapor Caramuel al principio de esta sección III alcanza aquí sentido una vez más, ya quelas citas literarias que propone como ilustración de los dos defectos, el barbarismo y elsolecismo, tratan también la función de las manos en el combate armado, allí donde lalengua convencional fracasa:

Príncipe ¡Ah, soldados, alentaos,que socorro os vendrá presto!

Todos ¡Más seguro es el pretextode volvernos a las naos!

Príncipe ¡Oh más peligroso caos,pueblo vil, que el del abismo,cuyo ciego barbarismo,si a explicarme me acomodo,manos nada y lenguas todo,es un monstruo de sí mismo!33

(Pocos bastan si son buenos)

33 Caramuel, como en tantos casos, proporciona una cita algo inexacta de la comedia de Juan de MatosFragoso, Pocos bastan si son buenos (p. 162). Se trata de un diálogo entre el Duque de Guisa y sus soldadosfranceses, aterrorizados en medio de la batalla contra los españoles:

Duque de Guisa No abrasatanto elemental el fuegocomo en mi desasosiegointeriormente me abrasa,viendo que al último pasoque di a mi suerte importuna,tropecé con la fortunaen los riesgos de un fracaso.¡Ah, franceses, alentaos,que socorro os vendrá presto!

Dentro Todos Más seguro es el pretextode volvernos a las naos…

Duque de Guisa ¡Oh más peligroso caos,pueblo vil, que el del abismo,cuyo ciego barbarismo,si a explicarme me acomodo,manos nada y lenguas todo,es un monstruo de sí mismo!

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Manuel Las espadas lo han de hablary aquí son lenguas las manos.

Diego ¡Si Dios lo viera, villanosviles..!

Manuel ¡Reñir y callar!34

(Nuestra Señora de la Aurora)

S E C T I O I V : D E L E X I C O C H I R O N O M I A

( S o b r e e l l é x i c o d e l a q u i r o n o m í a )

Comienza la sección IV (pp. 270-280) observando cómo, así como existen distintosidiomas vocales, puede hablarse también de diferentes variedades de dialectos de laquironomía, o quiroglosias. Caramuel se pregunta por qué resulta más fácil para losactores representar en escena a un ciego o a un cojo que a un mudo. Sin embargo, losmudos, al igual que los iletrados (rustici) se expresan perfectamente mediante gestos, taly como recoge Calderón en este fragmento de La hija del aire en que Chato se queja delcomportamiento de su esposa Sirene, demasiado complaciente con un soldado alojadoen su casa:

Chato Mostrábale mala carayo (bastaba la que tengo),y buena Sirene35, si esque la suya puede serlo.Él, que no estaba muy duchoen entender bien a gestos,el de Sirene entendía,y no el mío: con aquestocomía como un descosido,que es poco como un hambriento.(La hija del aire, primera parte, vv. 1223-1232)

El hecho de que aquí Caramuel se refiera a gestos no quirológicos, sino faciales, essimplemente un elemento de contraste que le sirve para continuar dando forma a sudiscurso sobre la retórica de la mano, lo mismo que, en otros puntos del artículo, se valede paralelismos con la técnica vocal.

Para descifrar el idioma quirológico conviene saber, en primer lugar, qué implica eluso de una mano u otra. En general, a la mano izquierda le corresponde la expresión detodo lo terrenal y humano en la medida en la que indica caducidad y transitoriedad; a la

34 Caramuel presenta la cita como perteneciente a La Virgen de la Aurora . La cita, tal y como lareproduce la Tercera parte de las comedias de Don Agustín Moreto (f. 5v.), es:

Manuel Las espadas lo han de obrary aquí son lenguas las manos.

Diego ¡Si Dios lloviera villanosviles..!

Manuel ¡Reñir y callar!35 En la cita original, Caramuel transforma por error el nombre del personaje de Sirene en «sirena».

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mano derecha, por el contrario, le corresponderá la expresión de las realidades celestes yeternas (p. 271). Desde un punto de vista ético, a la derecha le corresponde la expresiónde la rectitud, mientras que la izquierda alude a lo desviado, a la distorsión de esamisma rectitud, aunque la forma en que se aplican estos conceptos haya resultado muyvolátil desde los días en los que Caramuel hablaba de quironomía.

Como señalaba arriba, resulta muy frecuente encontrar citas literarias o girosidiomáticos en español como ilustración para los argumentos presentes en elTrismegistus. La función de estos giros o modismos tomados por Caramuel de su lenguamaterna suele ser la de glosar algún concepto para el que el cisterciense no encuentra ono quiere encontrar traducción. Lo que no resulta tan frecuente es localizar todo unpárrafo dedicado a traducir sistemáticamente al latín expresiones españolas, como en elcaso de las cuatro que utilizan el término mano con uno u otro significado: la locuciónespañola dar de mano equivaldría así a «dejar de atender o de proteger» («Negligere et aprotectione cessare»); dar con la mano sería, literalmente, «golpear a alguno» («manupercutere»); dar mano podría traducirse como «permitir», «dejar hacer» («permittere»),mientras que dar la mano se emplea cuando ésta se ofrece para «evitar que alguiencaiga», o bien para «ayudarlo a levantarse» («cum aliquem juvamus, ne cadat; et, si iamfuerit prolapsus, ut resurgat»). Caramuel señala inmediatamente después la equivalenciaentre dar la mano derecha y el transmitir o depositar confianza en alguien, así como lafunción que este mismo gesto tiene de establecer la concordia, la sintonía o consonanciaentre los corazones (p. 272). Otras acepciones performativas del mismo gesto son la de«sellar un contrato» por el que un objeto cambia de propietario, o la de «establecer lapaz», que consignan ya autores romanos como Valeriano, Plinio, Livio o Virgilio. Enocasiones, el gesto quironómico no tiene por qué manifestarse físicamente, sino quepuede tener un significado moral o metafórico. Es lo que sucede con el gesto del besarlas manos, que glosa en español: «a Fulano daréis mis besamanos» (p. 275). A propósitode llamar con la mano, Caramuel, siempre preocupado por la cuestión de las jerarquíasen la medida en la que éstas afectan a la producción del gesto dramático opseudodramático, distingue dos posibilidades, según si se llama a un inferior o bien si sellama a un superior o a un igual: en el primer caso, se le mostraría al convocado el dorsode la mano, mientras que tanto a los superiores como a los iguales se los llamamostrando la palma en señal de apertura y sinceridad (p. 276).

Sobre el gesto de tapar la boca con la mano («manum ori opponendo») en señal desecreto, «tal y como suele recomendarse a los amigos», menciona el emblema delMinotauro que indicaba el laberinto con la mano izquierda y la necesidad de guardarsecreto con el dedo índice de la derecha sobre la boca. Alude así a la idea,frecuentemente expresada tanto en la literatura para uso de príncipes como en loscompendios de aforismos didácticos, de que todo laberinto político depende del secreto,una de las nociones esenciales del tipo de control mental característico de los entornosjerárquicos del Antiguo Régimen y, en general, de todos los que preceden al desarrollode la sociedad de la información. Sobre este mismo gesto, cita a Calderón:

Lisipo Cierta deidad que esotra vida guarda.Tú no la ves, yo sí, enojada y bella;con el dedo en los labios los míos sella.

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No me aflijas, pues ves que te obedezco,no me amenaces, pues por ti enmudezco.(En esta vida todo es verdad y todo mentira, II, vv. 143-147)

Por otra parte, el gesto de proteger una mano con otra («manum sub pallio habere»)indicaría fragilidad o pusilanimidad en quien lo lleva a cabo (p. 276).

Como glosa del gesto de alzar la mano o el dedo para jurar («signare manu, autdigitis») propone el ejemplo de una comedia que atribuye a Agustín Moreto y quetranscribe así:

Inés Pues dile que venga luegoque tiene franca licenciade mi señora.

Martín Esto es hecho.Y nosotros ¿en qué alturaquedamos?

Inés Ya nos veremos.Martín ¿De veras?Inés Y muy de veras.Martín ¿Tu nombre?Inés Inés.Martín Alça el dedo.36

Sobre el gesto de empuñar la espada37 («gladii manubrium manu aprehendere»)incorpora una larga cita de la Vida de Bruto de Quevedo en la lengua española original:

Díjole luego que César venía ya en la litera; y en el camino, a vista de Bruto y Cassio, PopilioLena (el que los había saludado como sabedores de la conjuración) hizo parar la litera y,atendiendo cuidadosos los dos, se detuvo hablando con César en secreto grande rato. Y nooyendo la plática Cassio ni Bruto, sospechando que quería darle noticia de sus intentos, algo secayeron de ánimo. Y como Cassio y otros, recelosos de esta plática, empuñasen las espadas,conjeturando Bruto de las acciones de Popilio que le pedía para sí alguna cosa con vehemenciay que no los delataba, desengañando los aseguró a todos de la sospecha que los aceleraba.

36 El texto, que Caramuel atribuye a Antonio (sic) Moreto, procede de la comedia El premio en la mismapena, que el cisterciense sitúa en la Parte XXX de Escogidas (Madrid, 1668). Sin embargo, la autoría de estacomedia resulta controvertida, ya que, años antes, se había publicado en la Parte XXVI extravagante ,(Zaragoza, 1645), atribuida a Lope de Vega con el título La merced en el castigo, y también, atribuida almismo Lope, en ediciones sueltas de mediados del siglo XVII. También se atribuye a Montalbán en la Parte XLde Escogidas (Madrid, 1675) con el título de El dichoso en Zaragoza .�Por otra parte, según un documentopublicado por Shergold y Varey (1962), la obra se representó en octubre de 1630, cuando Moreto sólo tenía12 años. Finalmente, las investigadoras actuales de la bibliografía de Moreto niegan que El premio en lamisma pena sea fuera escrita por él (Miazzi Chiari y Luca de Tena, 1979, pp. 32�y 33).

La cita que propone Caramuel aparece, en todo caso, en Obras de Lope de Vega publicadas por la RealAcademia Española , p. 546b. Agradezco mucho a Valentín Azcune sus comentarios y referencias sobre lacontrovertida autoría de esta comedia y, en general, sobre el estilo de Moreto.

37 En español en el original.

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Poco después Lena, despidiéndose de César, le besó la mano, declarando con las postreraspalabras que le había pedido alguna merced para sí38.

En algunos casos y con el propósito de perfilar su significado, Caramuel vacompletando los gestos quirológicos a los que hace referencia con otroscomplementarios u opuestos. Si el gesto de empuñar la espada puede indicarimpaciencia, como en esta cita de Quevedo, el mismo sentido tiene el modismo español«Me tiene hasta aquí!», que glosa con otra cita, esta vez de El Santo Cristo de Cabrillade Agustín Moreto, en la que la broma consiste en que el personaje de Centenointroduce, a su vez, constantes referencias a Lope de Vega39.

Si el gesto de mostrar el dedo extendido indica sinceridad, confianza y señorío de sí,el gesto de morderlo («mordere digitum») sólo puede ser signo de la aniquilación de estamisma confianza (p. 278). Si el mostrar la palma abierta indica sinceridad y una actitudgenerosa, el gesto de extender la palma hacia arriba y volverla luego hacia abajoreflejará muy gráficamente el paso de la prosperidad al perjuicio (p. 279).

En el marco de un tratado en latín de título aparentemente tan adusto, Caramuelmuestra así su afición tanto al uso de modismos muy expresivos en español como a lascitas literarias en esta misma lengua, procedentes sobre todo de la literatura dramática.En ocasiones, fiel a su afán por transgredir todas las fronteras establecidasconvencionalmente entre el grado de dignidad poética de unas lenguas y otras, comparaun modismo latino con otro castellano. El gesto de frotar una mano con otra da asílugar a una referencia al dicho «Manus manum lavat», que implica reciprocidad en losfavores concedidos, el mismo sentido que tiene el proverbio español «Hazme la barba yharete el copete» que reproduce también el cisterciense (p. 279). Por este procedimiento,va configurando una teoría que le permita dilucidar si, efectivamente, puedeconsiderarse el discurso quirológico como una contribución a ese idioma natural quecon tanta insistencia pretenden deducir o recomponer los preenciclopedistas europeos ala luz del racionalismo. En las siguientes secciones que configuran este artículo XXI del

38 Francisco Quevedo, Vida de Marco Bruto, pp. 89-90.39 La cita, en un contexto más amplio, aparece como sigue (El santo Cristo de la cabrilla o El Cristo de los

milagros, p. 77):Centeno Nació el poeta de chapa

y lo fue de pelo en pecho,honra de España, y laurelde Apolo, escrito del mesmo.

Carreño Este pícaro me tienehasta aquí. Señor Centeno,o señor diablo, ¿no he dichoque, cuando solos hablemossu amo y yo, no se metaen dibujos ni gracejos?

Centeno Es verdad. Soy un menguadoy aun un desalmado; perocomo se hablaba de Lopede Vega, mi amigo un tiempo…

Carreño ¿Otra vez su cucharada?Centeno Perdone usted, ya entiendo.

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Trismegistus, el cisterciense aportará nuevos detalles que le permitirán finalmenteproponer un verdadero léxico quironómico basado en principios similares a los delcálculo binario.

S E C T I O V : D E R H E T O R I C A C H I R O N O M I A

( S o b r e l a q u i r o n o m í a r e t ó r i c a )

La quinta sección (pp. 280-283) marca un punto de inflexión en este artículo XXI dela Polymneia, ya que es la que se ocupa de las funciones de la quirología en la retórica,desde la fase de la inventio hasta la pronuntiatio o actio. Como ya hizo en las primerassecciones del artículo, Caramuel remite de nuevo al tópico estoico de la mano abiertacomo representación de la retórica y del puño cerrado como símbolo de la dialéctica40.

Siempre más atento a presentar sus conocimientos de forma sistemática que aconseguir la perfecta adecuación del contenido a los títulos que él mismo propone,Caramuel se interesa más por cualquier otro aspecto de la retórica que por el de analizarlos pormenores sintácticos de la quirología. Sin embargo, sí se muestra claro al menos enun asunto muy relacionado con el temido defecto del solecismo que prácticamente todoslos tratadistas de retórica denuncian: el movimiento de las manos debe resultarcoherente, no sólo con el discurso que se pronuncia, sino también con la actitud y losgestos que llevan a cabo otras partes del cuerpo. En realidad, de acuerdo con laanécdota atribuida a Demóstenes relatada en la sección II de este mismo artículo (p.267), la expresión quirológica pertenecería únicamente a la fase de la actio, aunque undiscurso compuesto para ser pronunciado por un orador o actor experto en el modusproferendi gestual necesariamente tendrá que incorporar características expresivas quetengan en cuenta el movimiento del rostro o las manos ya desde las fases de la inventio,la dispositio, la elocutio y la memoria: «Así pues, no sólo habla el hombre con la lengua,sino también con la mano». Como hace también en otros puntos del tratado, al analizarla fase de la inventio, Caramuel insiste una y otra vez en las relaciones necesarias entrela retórica quirológica y el sonido vocal, aunque, insistiendo en la tópica denostación delos actores característica tanto de los tratados de retórica clásicos como de los depoética, señala que, en algunos casos, las interferencias entre los dos campos puedenllegar a ser un defecto. Se debe evitar sobre todo el vicio de cantar al decir, porque«cantamos así cuando pronunciamos de acuerdo con los tonos músicos; decimos, encambio, cuando emitimos la voz con naturalidad […] que una cosa es hablar en voz altay otra cantar» (p. 280).

A continuación, iguala la dispositio retórica con la actitud y postura del cuerpo,tanto desde el punto de vista fisiológico y gestual como desde el de la emisión vocal. Así,«cuando describimos a un hombre soberbio, erguimos el cuerpo, y cuando describimosal modesto y humilde, encogemos los hombros e inclinamos la cabeza. Las mismaspalabras pueden pronunciarse con soberbia o con humildad». La expresión gestual de lasoberbia requiere, por lo tanto, erguir la cabeza y levantar los ojos, mientras que lahumildad invita a inclinar la cabeza y bajar la mirada y, consecuentemente, debilita lavoz.

40 Véase, supra, la nota 2.

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Los comentarios acerca de la incontinencia vocal se multiplican a lo largo de todo elTrismegistus. Parece que el asunto obsesiona a Caramuel, quizá debido a que,precisamente, éste era su punto débil, el que en tantas ocasiones lo había llevado a verseenvuelto en conflictos contra la autoridad eclesiástica desde los días de su doctorado enLovaina hasta los últimos años de su vida como obispo de Vigebano. Menos frecuentesresultan sus observaciones críticas acerca de la risa, a la que el cisterciense parece habersido muy aficionado aunque fuera bajo cifra de ironía, a juzgar por la gran cantidad derasgos humorísticos que salpican sus obras, desde los comentarios en forma de modismoen español como glosa de conceptos latinos hasta los poemas mnemotécnicos deinspiración misógina o de crítica de costumbres como la del arribismo social. Y si apropósito de los comentarios sobre las actitudes gestuales y vocales de la soberbia y lahumildad señala que «hombre locuaz no habrá de mandar en la Tierra», tambiéncomenta cómo «el décimo grado de humildad se logra cuando no se muestra uno fácil alos accesos de risa; porque está escrito que el tonto alza la voz en forma de risas». Al«undécimo grado de humildad [se accede] cuando el monje habla suavemente y sin risas,humildemente, con gravedad y con pocas palabras […]», mientras que al «duodécimogrado [se llega] si el monje se obliga siempre a la humildad no sólo en el corazón, sinotambién con el cuerpo: esto es, en las obras, en el oratorio, etc., y lleva siempre la cabezainclinada, mirando fijamente al suelo […]» (p. 281). Por fortuna para su salud mental ypara la calidad de sus obras, no parece que el propio Caramuel practicara estospreceptos de manera demasiado asidua a lo largo de su vida.

También en la elocutio debe reprobarse y hasta excluir el movimiento poco armónicoo descompuesto de la mano. Fiel a su espíritu lúdico, Caramuel recuerda aquí laanécdota de Domitius Afer41, referida por Quintiliano y por Erasmo: al ver a ManliusSura —que pronunciaba su discurso entre movimientos jactanciosos de las manos e ibacolocándose y echándose hacia atrás la toga mientras ésta se le deslizaba sin remedio,moviendo la cabeza y los hombros desacompasadamente—, Afer comentó cómo, enlugar de pronunciar su discurso, parecía que Sura lo perpetraba (p. 281).

Frente a los circunloquios habituales en el maestro de la restrictio que en el fondo esCaramuel, su forma de relacionar la memoria retórica con el movimiento de la manoresulta clara: «Nos artem memoriae in manu ipsa, ut expeditior sit, collocamus»42. Y esque «ubi quis dolet, ibi manum habet»: allí donde hay dolor se dirige la mano. Alcisterciense le resulta evidente que sentimos dolor cuando recordamos la injuria o elinfortunio, lo que constituiría un primer paso hacia una temprana teoría del traumapsicológico si no fuera porque, siempre más constructivo que melancólico, prefiereatender en este punto a los aspectos más prácticos de la mnemotecnia, una de lasobsesiones de los racionalistas más o menos aficionados al hermetismo. Caramuelpropone así el siguiente método mnemotécnico-quirológico basado en el uso de lapropia mano como locus memoriae, mediante el recurso a objetos externos como unosanillos hechos de distintos materiales:

41 Quintiliano se refiere en varios de sus escritos a Domitius Afer, por quien expresa su admiración enInstitutiones oratoriae XII, 11. La anécdota que reproduce Caramuel procede de Institutiones oratoriae VI, 3,54.

42 Situamos el arte de la memoria en la misma mano, para que resulte más cómodo acceder a él (porqueestá al alcance de la mano).

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Despójese el [orador] de los anillos y prepare el material (plomo, cobre, plata, oro). Engarce enaquéllos piedras talladas en forma de diversas figuras (triángulos, cuadrados, óvalos, círculos,etc.), en varios colores (negras, blancas, verdes, rojas, azules, amarillas, etc.), para configurarasí un Daktulomnhvme"43. […] A medida que discurran las partes de la oración, como si fueranpronunciadas dentro de la cabeza, asocie cada anillo con un punto del argumento. Yfinalmente, vista los dedos de la mano izquierda con anillos en el mismo orden en el quediscurre la oración, para evocar los puntos de ésta al serles mostrados a los ojos los colores delas piedras (p. 282).

Concluida la explicación, Caramuel sigue mismo el procedimiento que tan a menudoemplea a lo largo de todo el Trismegistus de glosar una reflexión culta mediante unejemplo paralelo tomado de la literatura o la cultura popular. En este caso, el ejemplotiene que ver con lo que denomina, en español, «sortijas de memoria», que define comoanillos formados por dos o tres circunferencias que se cambian de dedo cuando alguienpretende recordar algo; sirven así, igualmente, como ayuda mnemotécnica, aunque elgrado de complejidad de las referencias sugeridas mediante este procedimiento tenga queser mucho menor que en el caso del ejemplo anterior. Menciona también la ofrenda deanillos como símbolo de gratitud, poniendo como ejemplo de este uso una cita de Lavenganza en el empeño de Juan Matos Fragoso:

Famulus A Francia puedes pasarteo Aragón

Elvira Aqueste anilloen señal de agradecidarecibe.

Famulus Yo le recibopor timbre de mi lealtad

Elvira Vamos pues. Hados impíos,tened lástima de mí.

Famulus ¡Gran dolor!Elvira ¡Fuerte martirio!

(Matos Fragoso, La venganza en el empeño, p. 248)

Sobre la importancia de la pronuntiatio o actio retórica, Caramuel ya se habíamanifestado claramente al incluir la mencionada anécdota sobre Demóstenes en lasegunda sección de este mismo artículo. Como en tantas otras ocasiones, aunque aquícon más motivo que en otros puntos del tratado, el cisterciense parte de lasparticularidades de la técnica y el timbre vocal para analizar el papel del gesto en la fasede la actio. Porque, incluso en el caso de varios hablantes de latín de procedenciasdistintas, el acento del hablante castellano resulta diferente del que emplea el lusitano,éste del germano y todos ellos del italiano. «E incluso en el caso de dos a los que oímoshablar entre sí y cuyas palabras no entendemos, por el modo y el tono somos capaces de

43 Traducir literalmente el término griego dactilómnenes como agenda digital daría lugar, en esta era deblackberries e i-phones, a más confusión de la que llega a aclarar.

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reconocer en qué lengua se expresan» (p. 283). Es también el tono el que distingue lasinterrogaciones de las afirmaciones, un asunto vital en un momento en el que laentonación de un enunciado podía dar lugar a que la Iglesia lo considerara herético ono. Como ejemplo, Caramuel propone una cláusula que, en la forma afirmativa queempleó San Agustín, implica el libre albedrío y el valor de las obras en la salvación delalma («Qui fecit te sine te non salvabit te sine te»); al contrario, en la formainterrogativa empleada desde un punto de vista calvinista, implicaría la confianza en ladoctrina de la predestinación y de la salvación por la fe («Qui fecit te sine te, nonsalvabit te sine te?»), lo que, inmediatamente, significaría herejía desde el punto de vistade la iglesia postridentina de Roma (p. 283). También el tono amargo en la voz resultafundamental para identificar la ironía en el discurso; es precisamente esta posibilidad dela que dispone el orador de introducir amargura en su voz lo que permite distinguir estafigura en la actio retórica más fácilmente que en los textos escritos.

El asunto de la técnica vocal, que Caramuel trata con más detenimiento en otrassecciones del tratado, no pasa de ser, en el artículo XXI, un excurso. Lo que interesaverdaderamente al cisterciense dentro de este artículo es averiguar hasta qué extremo elmovimiento de las manos y, en general, el de todo el cuerpo modifican o predeterminanel poder significativo del discurso vocal. Citando una vez más, posiblemente por error,la anécdota de Manlio Sura que narraba Quintiliano, Caramuel comienza determinandoque tanto el gesto corporal como el manual afectan al contenido del discurso. Conformeal tópico latino de la mesovth" (la mesura o equilibrio), mientras permanezcan dentro delos límites de la modestia, ambos decoran y añaden énfasis a los parlamentos. Loslímites entre la gesticulación de los actores y la de los oradores deben aparecer en todocaso —como ya señalaba en la primera sección del artículo y como recuerdan una y otravez los maestros de retórica desde Cicerón— muy claramente definidos con el fin deevitar un ridículo derivado de la transgresión de la frontera del decoro (p. 284).

S E C T I O V I : D E D E X T E R A M

( S o b r e l a d e r e c h a )

Si el aristotelismo y la literatura peripatética contemplaban el cuerpo humano y lanaturaleza vegetal y animal como espacios de representación de la realidad, el nuevointerés por el platonismo y por la literatura hermética que acompaña al humanismoitaliano y a sus secuelas racionalistas impulsa a sus defensores, entre ellos a Caramuel, amirar desde nuevos puntos de vista el cielo, el mundo tal y como aparecía configuradotras el establecimiento de los primeros imperios coloniales y la posición del hombre eneste redescubierto sistema. Conceptos aparentemente tan monosémicos como «centro»,«principio», «fin» y, desde luego, «derecha» e «izquierda», de aplicación espacial peroplagados de connotaciones morales, necesariamente tendrán que ser redefinidos.Partiendo de una cita del Almagestum novum (1651), del geógrafo jesuita GiovanniBattista Riccioli, el cisterciense observa, por ejemplo, cómo el filósofo, el geógrafo, elastrónomo y el poeta situarán la derecha y la izquierda en puntos cardinales distintossegún su propio concepto de lo que resulta recto o preferible que, en la peculiar visióndel mundo del ya anciano Caramuel, resultan ser criterios coincidentes: tanto el filósofocomo el geógrafo situarán la derecha al oriente, ya que es en este punto cardinal donde

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inicia el sol su trayectoria diaria. El astrónomo, sin embargo, entenderá que la derechacorresponde al occidente, ya que cuando se contemplan los signos y planetas del zodíacoorientándose hacia el sur, tal y como corresponde, es el punto cardinal occidental el quequeda a la derecha del observador. Por su parte, el poeta entenderá que la derecha sesitúa al norte, y esto por dos razones que hoy pueden parecer extrañas, pero que elcisterciense pudo seguramente experimentar en carne propia durante sus viajes yestancias en distintos lugares de Europa: por la mayor nobleza de las estrellas que selocalizan en esta latitud y por ser sus habitantes «más civilizados y más doctos»(p. 284).

S E C T I O V I I : C U R I N P O N T I F I C U M B U L L I S , I N Q U I B U S A P P E N D I T U R

S I G I L L U M P L U M B E U M A D E X T R I S P A U L U S E T P E T R U S A S I N I S T R I S

P O N A T U R ( P o r q u é e n l a s b u l a s p o n t i f i c i a s ,s e l l a d a s c o n s e l l o d e p l o m o , P a b l o s e s i t ú a a l a d e r e c h a

y p e d r o a l a i z q u i e r d a )

El Trismegistus resulta ser un compendio más preenciclopédico que teológico. En élpredominan las referencias procedentes de la observación de las realidades circundantes,incluida la vida y la literatura seculares, lo que no impide a Caramuel recurrir siempreque puede a anécdotas relacionadas con la vida, la liturgia o la iconografía eclesiásticas,que puedan justificar el adjetivo theologicus del título. Tras haber dado por hecho, en lasectio VI, que la derecha se considera convencionalmente como más digna que laizquierda, en esta sectio VII (pp. 284-286) aparece un rasgo más de desorden entre losmuchos que salpican esta obra tardía escrita claramente, en muchas de sus partes,mediante el recurso a una memoria que se revela ya en declive. Vuelve así de nuevo a lacuestión de saber qué mano resulta más digna y de por qué las bulas pontificias colocana Pablo a la derecha y a Pedro a la izquierda. Como respuesta propone una lista deautoridades, así como referencias a la costumbre judía de situar a la derecha al personajemás honorable, evidentes en varios pasajes bíblicos o en textos litúrgicos como el «Dixitdominus domino meo, sede a dextris meis» o el Credo («Ascendit ad Caelos: sedet addexteram Dei»). Caramuel se apoya en distintos argumentos para, forzando el discurso,como tantas veces, concluir que, en este caso, el hecho de que el apóstol de los gentilesse sitúe a la derecha mientras que al judío Pedro, primer pontífice por designacióndivina, sólo le queda la opción de situarse a la izquierda, no menoscaba la dignidad delsegundo. En este aspecto creo, como Julián Velarde Lombraña, que es probable que lacausa de la confusión proceda de un aspecto estrictamente material: la matriz del sellode plomo utilizado originalmente para rubricar las bulas seguramente cumpliría contodos los preceptos del protocolo iconográfico y situaría a Pablo a la izquierda y a Pedroa la derecha. El error en el resultado final procedería de la falta de cuidado de losfabricantes al dejar de prever que la imagen resultante al estamparlo sobre la ceraresultaría simétrica al original, en lugar de ser idéntica44.

44 Velarde Lombraña, 2008, p. 142.

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S E C T I O V I I I : A N C H I R O L O G I A C O N S T A N S S I T , E T P E R P E T U A , A N

V E R O V A R I E S T E M P O R I B U S E T L O C I S M U T A T I S ?( ¿ P u e d e s e r l a q u i r o l o g í a c o n s t a n t e y p e r p e t u a a p e s a r d e

l a s v a r i a c i o n e s d e t i e m p o o d e l u g a r ? )

La breve sección VIII (p. 286) trata, aunque sea sólo de una manera somera y con unpretexto aparentemente anecdótico, un asunto que está en la raíz de las preocupacionesde los racionalistas del siglo XVII: si existe un verdadero idioma natural comprensiblepara todos los hombres independientemente de las condiciones particulares que vandefiniendo el papel de cada individuo en el pseudodrama social a lo largo de su vida(género —gender—, condición social, edad, raza, etc.), y que Cicerón hubiera llamadopersonis attributa45. En el caso del discurso gestual quirológico, Caramuel afirma que síexisten signos dotados de significado universal, aunque puedan presentar tambiénacepciones particulares. Uno de estos signos, todavía vivo hoy, consiste en señalar aalguien extendiendo el índice y el meñique, mientras se conservan contraídos tanto elmedio como el anular, reproduciendo una figura que el Trismegistus describe como lacabeza de un asno. Y es que, como señala también el cisterciense siguiendo una tradiciónfisiognómica que parte de los escritos falsamente atribuidos a Aristóteles y se desarrollaplenamente con Giambattista della Porta, de la semejanza de un hombre con un animalpuede inferirse el tipo de personalidad que desarrollará. Las orejas grandes, comoseñalan los tratadistas de fisiognomía, entre ellos el mismo della Porta, indicaríanestupidez. Pero la comparación no para ahí, sino que la recreación jocosa de este signo,como también indica Caramuel, sería la representación de cuernos, en lugar de orejas,como alusión a la posición ridícula en la que, desde el punto de vista misógino desde elque escribe el cisterciense, quedaría el hombre a quien su mujer engaña con otro.

S E C T I O I X : D E M O D O N U M E R A N D I E T L O Q U E N D I P E R D I G I T O S

( C ó m o s e n u m e r a y s e h a b l a c o n l o s d e d o s )

Con el objetivo de que el lector pueda comprender la doctrina acerca de la expresióndigital a la que se refiere esta sección (pp. 286-289), Caramuel comienza comentando elnombre de cada dedo tanto en latín como en griego para, siguiendo su costumbre, aludiren tercer lugar a la denominación en español. Equipara así, una vez más, el prestigio deesta última lengua con el de las dos clásicas, situándola incluso por encima del italiano,idioma del país en el que hacía ya años que se desenvolvía gran parte de su existencia.

El primer dedo es el que se denomina pollex (mevga" davktulo" en griego y dedogruesso o pulgar en español), que tiene a su cargo el mostrar aprobación o reprobación.

El segundo es el index, que los griegos llaman deiktikov" o licanoŸ". Aparte de lafunción de señalar a otros, el dedo índice posee, en la tradición clásica que recuperan los

45 Según Cicerón en De inventione, los atributos de las personas son: el nombre, la naturaleza, la clase devida, la condición, la manera de ser, los sentimientos, la afición, la intención, la conducta , los accidentes y laspalabras («Omnes res argumentando confirmantur aut ex eo quod personis aut ex eo quod negotiis estattributum. Ac personis has res attributas putamus: nomen, naturam, victum, fortunam, habitum, affectionem,studia, consilia, facta, casus, orationes», De inventione, I, 24, 34). El modo en que los personis attributaaparecen clasificados varía mucho entre los diferentes rétores, aunque todos dependen de Cicerón o deQuintiliano, Institutiones oratoriae, V 10, 24-30.

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autores modernos, tres significados, de los cuales sólo el primero ha sobrevivido en todasu extensión hasta hoy: dispuesto en vertical sobre la boca indica silencio, mientras que,estirado ante la vista de otros, garantiza un juramento o bien sirve tanto para pedir lavenia como para concederla. Así los gladiadores, tras haber vencido a un enemigo,alzaban el dedo pidiendo al pueblo su permiso para matarlo. En el caso de los actoscelebrados bajo la presidencia de un personaje provisto de autoridad (un princeps oiudex), este mismo gesto serviría tanto para solicitar la venia como para concederla. Elgesto que más evidentemente podría recoger hoy esta acepción sería el de levantar elíndice esperando permiso para hablar en público.

El tercero o medius (mevso" en griego) se denomina también impudicus, famosus oinfamis. Caramuel no proporciona explicación a este apelativo, pero estirar el dedomedio mientras se contraen los demás tenía un significado fálico o de demostración dedesprecio ya en la cultura romana. Recientemente, un antiguo presidente del gobiernoespañol ha aportado nueva vigencia al gesto.

El cuarto, llamado en griego paravmeso" o ijjatroŸ", es el que se denomina en latínmedicinalis o annularis, ya que, según Caramuel, éste era, en principio, el único dedo enel que se llevaban los anillos.

El quinto, por último, recibe igualmente nombres diferentes, meramente descriptivoso referidos a su capacidad de referencia quirológica. Excusando en este caso loinconveniente del gesto, Caramuel explica que la razón por la que este dedo tambiénllamado mikro/j" o parvus suele denominarse igualmente auricularis u wjtivth": es el quecon más frecuencia se usa «para limpiarse la oreja».

De la costumbre de llevar anillos en cualquier otro dedo de ambas manos puedeninferirse significados quirológicos según el dedo en que se lleven de acuerdo con lacostumbre: así, un anillo colocado en el pulgar indicaría que su portador es comerciante,uno en el índice lo llevaría un médico, en el dedo medio un tonto, un estudiante ofilósofo en el anular46 y un enamorado en el meñique. Establecida la nomenclaturanecesaria para referirse a cada dedo, Caramuel pasa a ocuparse del tema anunciado en eltítulo de la sección: la expresión quirológica del cálculo numérico. Recurre para ello acitas diversas, incluyendo la difundida De eloquentia sacrae et humanae parallela deCaussin junto con otras procedentes de obras menos conocidas. Así es como apareceuna de las referencias más extensas de todo el Trismegistus, tomada del Tractatus demodo mensurandi per digitus de Nicolaus de Smyrrna, una obra que Caramuel calificade ingeniosa y erudita, a pesar de que, al final de la cita, concluya que el métodopropuesto por el autor le disgusta por su dificultad, mientras que el arte, como él mismoobserva, debería siempre tender a la facilidad. Pretendiendo vencer dificultad y siempremás creativo que crítico, propone a su vez una tabla de códigos quirológicos de suinvención:

46 El significado del término studiosus en la Europa racionalista resulta igualmente ambiguo y abarcadesde los clérigos estudiantes universitarios hasta cualquiera interesado por el conocimiento.

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Caramuel, «De modo numerandi et loquendi per digitos», p. 287.

La tabla resulta heterogénea, teniendo en cuenta que, en una misma columna,pueden aparecer criterios de distinta naturaleza, expresados unos por medio de letras yotros mediante números. En la parte superior de la primera columna aparecen inscritoslos cuatro dedos que se utilizarán en el idioma quirológico: índice, medio, anular ymeñique. Sobre la tabla figuran las cifras numéricas del 0 al 5, correspondientes a lasposturas de la mano que se llevan a cabo con el pulgar extendido: en la primera posiciónde los dedos (segunda columna de la tabla), todos aparecen extendidos y ningunocontraído, lo que resulta asimilable al dígito 0 (fila superior); en las siguientes cuatroposiciones sólo se contrae un dedo, con lo que las cuatro quedan asimiladas al dígito 1;las siguientes tres contraen dos dedos consecutivos y se asimilan al 2; tras ellas, en otrastres posiciones se contraen dedos alternos y éstas se asimilan al 3; las cuatro penúltimascontraen tres dedos y se asimilan al 4; en la última posición de la tabla, asimilada al 5,todos los dedos aparecerían contraídos. La función de estas cifras superiores del 0 al 5resulta simplemente aclaratoria o mnemotécnica, ya que la equivalencia de las posturasdigitales con sus correspondientes cifras del 1 al 16 se establece más adelante, en la filadenominada Numeri.

Las letras E y C invertida que aparecen en las columnas siguientes indican extensión(extensus) o contracción (contractus) del dedo correspondiente47. A estas dieciséisposiciones que muestran los dedos de una mano con el pulgar extendido podríansumársele otras dieciséis con el pulgar contraído que, a su vez, podrían atribuirse apalabras o enunciados completos. A estas treinta y dos posiciones de una sola mano se lepodrían sumar las otras treinta y dos que cabría expresar mediante la contracción oextensión de los dedos de la otra mano. Por último, la combinación de ambos grupos detreinta y dos posiciones daría lugar a nada menos que a mil veinticuatro signosquirológicos diferentes. Cada una de estas posturas, con el pulgar extendido ocontraído, podría referirse a una de las primeras 32 cifras del sistema decimal, tal ycomo se explica en la quinta fila horizontal (Numeri), Resulta llamativo que el sistemaque refleja la tabla no se limite al intervalo del 0 al 9 ó del 1 al 10; en todo caso, el

47 Tal y como reproduce este cuadro, Caramuel propone una E y una C invertida, seguramente como señalde inexistencia, al referirse a un dedo «desaparecido» debido a su contracción. En lógica binaria, la inversiónde un símbolo a menudo se considera equivalente al 0 con respecto a la existencia o inexistencia de ese mismosímbolo representado bajo su aspecto original.

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sistema decimal no es el único posible, como observa Caramuel, quien, en otras obras,como la Mathesis audax, había defendido sistemas numéricos de base �10.

La equivalencia de la tabla con el alfabeto latino comenzaría en la segunda columnade la fila de las Litterae (tercera columna de la tabla: índice contraído, medio, anular ymeñique extendidos), que se asimilaría a la B, la tercera a la C, y así hasta la asimilaciónde la decimosexta columna (índice, medio, anular y meñique contraídos) con la letra Z.Las excepciones a este sistema son mínimas: el latín no utiliza la letra K, la X puedeexpresarse también en forma compuesta (C+S o G+S) y, en cuanto a la Y, si se deseautilizarla como parte del alfabeto latino, Caramuel propone expresarla mediante lacontracción de los dedos medio y último.

El cuadro que propone Caramuel resuelve la cuestión de cómo expresar cifras yconsonantes mediante el movimiento de los dedos, pero aún queda por definir laexpresión de las vocales. Se trata, en realidad, de una cuestión menor, ya que al coincidiren número con los dedos de una mano, basta atribuir al pulgar extendido la A, al pulgaren contacto con el índice la E, al que toca el dedo medio la I, al que se junta con elanular la O y al que señala al meñique la U.

Teniendo en cuenta su extensión, la propuesta de Caramuel excede así todos loslímites de los alfabetos y glosarios quirológicos publicados en los mismos años por otrosautores europeos, como el inglés John Bulwer, y se añade a la lista de ingenios ideadospor el cisterciense que, aunque no llegaron a difundirse, sí resultaron complementarios opremonitorios de otros descubrimientos poéticos, arquitectónicos o lógicosperfeccionados a lo largo de los siglos siguientes.

S E C T I O X : D E L O Q U U T I O N E A N G E L O R U M

( S o b r e l a l e n g u a d e l o s á n g e l e s )

Caramuel ya se había preocupado antes, dentro del Trismegistus, por el lenguajeangélico. La sectio II (p. 211) del capítulo XII de la Polumneia, dedicado a la técnicavocal, estudiaba la posibilidad de que los ángeles y Dios se comunicaran entre ellosmediante el lenguaje oral. En pleno surgimiento de la curiosidad típicamente racionalistapor la anatomía y por la traducción física de los fenómenos espirituales, la misma dudaafecta también a la posibilidad de que los ángeles se comuniquen entre sí mediante unlenguaje gestual o quirológico: ¿Disponen los seres espirituales de una naturaleza física?Por lo tanto ¿necesitan del fenómeno igualmente físico del sonido o del movimiento delas partes de un cuerpo material para comunicarse? Resulta curioso cómo Caramuel,siempre preocupado por la posibilidad de acceder a la libertad que proporciona elconocimiento, nunca llega a desasirse por completo de una versión de lo que podría serla razón predeterminada por entramados de relaciones jerárquicas a menudo asfixiantes.Pudiendo haber abordado, en esta sección X (pp. 289-291), el asunto de lacomunicación de los ángeles desde toda clase de puntos de vista filosóficos o teológicos,elige partir, sin embargo, de la consideración de la república angélica y de los métodosde organización de la información dentro de ella precisamente en función delestablecimiento de jerarquías. Como no podía ser de otro modo para el autor delSigalion o Harpócrates, más que la comunicación en sí, destaca en primer lugar lanecesidad de guardar silencio o de mantener el secreto: un requisito indispensable para

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la preservación de cualquier sistema de poder frente a la libre circulación de lainformación. El silogismo no podría aparecer expresado con más claridad en sus dosprimeros términos, hasta que, ya en el tercero, se resuelve a contrario: se presupone quela república de los ángeles debe de encontrarse bien gobernada; en toda república biengobernada es necesaria la existencia del secreto; luego los ángeles, junto con lacapacidad de ocultar (retener, transferir) información48, deben de haber desarrolladotambién la posibilidad de comunicarla a quien deseen y cuando lo deseen, lo que implicala existencia de un lenguaje de alguna clase49.

Caramuel, siempre enfrentado a lo largo de su vida a la cuestión de si le interesa másel ejercicio del poder —del poder eclesiástico, en su caso— o el de la dialéctica, ysiempre experimentando las consecuencias de su preferencia por la segunda posibilidaden lugar de por la primera, cede a la costumbre teológica de distinguir nivelesjerárquicos entre los seres espirituales, aunque no puede evitar preguntarse si éstos soncapaces de transgredirlos mediante la puesta en práctica de la dialéctica. Su conclusiónno podría ser más clara, y esta vez sin apoyarse en ningún silogismo: los ángeles secomunican entre sí no sólo de superior a inferior, sino también de inferior a superior. Esmás, la misma reciprocidad se aprecia en la comunicación entre Dios y los ángeles50.Aun así, teniendo en cuenta que los seres espirituales son de naturaleza incorpórea, lacomunicación angélica no puede tener lugar por influencia física, sino por inspiración deimágenes en el intelecto del receptor o por modificación de imágenes o figuras sensiblespreexistentes51. En cuanto a la naturaleza de estas imágenes, la conclusión de Caramueles que se trata de influjos morales que un ángel proyecta en otro o bien, en un hombre.En el caso de la comunicación interangélica o en el de la que establecen los ángeles conDios, estas proyecciones despertarían imágenes conocidas previamente por ellos. En elcaso de la comunicación con los hombres, ésta sí puede ser, sin embargo, plenamenteiluminativa, es decir, capaz de inspirar imágenes desconocidas con anterioridad52. La

48 Sobre la utilidad del disimulo y la práctica del secreto como medio para la conservación del poder,véanse, entre otros muchos ejemplos posibles dentro de la literatura barroca hispánica, los aforismos 98«Cifrar la voluntad» y 181 «Sin mentir no decir todas las verdades» del Oráculo manual y arte de prudenciade Gracián, y los que llevan los números 138, 312 y 360 en las Centellas de varios conceptos de Setantí. Véasetambién, una vez más, R. de la Flor, 2005.

Acerca de las estrategias para la conservación del poder y de sus efectos sobre los individuos subyugados,véase Butler, 1997, quien escribe desde un punto de vista heredero tanto de la Fenomenología del espíritu deHegel como del psicoanálisis y de obras como la Arqueología del conocimiento de Foucault.

49 «Certum est inter se loqui spiritus (quoniam bene gubernata respublica, qualis est Angelica postulat, utnon omnia secreta omnibus manifestentur. Ergo esse debet apud angelos modus retinendi secretum; et modusillud manifestandi, quando, et quibus unus quisque voluerit)» (p. 289).

50 «I. Unus Angelus loquitur alteris non solùm superior inferiori, sed etiam inferior superiori: immoangelus loquitur Deo, et sibi ipsi» (p. 289).

51 « II. Angelica loquutio non sit per influxum physicum Angeli loquentis ad audientem, qui sit velproductio notitia actualis in intellectu auditutis, se merè passivè habentis: vel productio species rapraesentantisnotitiam Angeli loquentis: vel productio aliquorum signorum spiritualium qua sint nova species intelligibiles,aut modificationes praexistentium: vel productio figurarum et characterum sensibilium» (pp. 289-290).

52 «III. Angelica loquutio sit per influxum moralem, quo Angelus loques ordinat suum conceptum adaudientem. Hic autem influxus est sufficiens ad puram loquutionem angelicam, quae videlices non sitilluminativa, et tamen necessariò ad illam requisitus. Unde Angelica loquutio consistit in conceptum uniusAngeli ordinato ad alium, ut ab co cognoscatur, sive ut ei innorescat» (p. 290).

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comunicación de los ángeles, seres incorpóreos al fin, no se verá afectada, en todo caso,por la variable del lugar ni por la distancia puramente espacial53.

Termina Caramuel con una cita de Las zahúrdas de Plutón, de Francisco de Quevedoque muestra cómo se puede llamar a otro por signos: «En esto me llamó un diablo porseñas y me advirtió con las manos que no hiciese ruido. Llegueme a él y asomeme a unaventana y dijo: “Mira lo que hacen las feas”»54.

S E C T I O X I : A N P E R M A N U S M O R U M O R A T I O A M B I G U A R E S T R I N G A T U R ?C ó m o r e s t r i n g i r u n a c l á u s u l a a m b i g u a m e d i a n t e l a m a n o

En retórica, la estrategia de la restrictio se aplica para introducir excepciones a unaafirmación o bien para concretar su sentido. Puede practicarse mediante el discurso oralo, como defienden los autores que estudian el lenguaje físico de los gestos, mediante eluso performativo de éstos. Incluso, como observará Caramuel en la tercera parte delTrismegistus, dedicada a la variedad no sensible de este recurso (SIGALIWN oHarpócrates)55, puede ejercerse la restrictio mediante la ausencia absoluta tanto de lavoz como del gesto. La conexión entre la noción de secreto y la técnica de la restrictiopresenta connotaciones morales que se encuentran muy presentes en toda la obra delcisterciense, incluida la definición de la frontera que separa lo que es reservar o restringirinformación de lo que es, sencillamente, mentir56. El significado de la asociaciónemblemática entre el discurso y la mano abierta, en el caso de la retórica, y cerrada, enel caso de la dialéctica al que hacía referencia al principio de este artículo cobra sentidoasí, precisamente, en la medida en la que la función de la segunda debería ser la deconcentrar o restringir el significado. Y si el gesto, según Caramuel, es un elementosignificativo tan válido para articularse como lenguaje como pudiera serlo el discursooral, también la quironomía podrá ejercer la función de la restrictio.

Comienza distinguiendo tres clases de restrictio quironómica:

53 «IV. Localis distantia nihil operatur in angelica loquutione. Unde possunt angeli ad quamcumquedistantiam, etiam infinitam, si daretur, sibi invicem loqui. Et haec loquutio tantum percipitur ab his, ad quosordinatur» (p. 290).

54 Resulta muy interesante citar el fragmento del texto de Quevedo que precede a la cita hecha porCaramuel y que conciernen de las implicaciones morales del uso de una mano u otra:

—¿Quién son —le pregunté. Y dijo el diablo: —Hablando con perdón, los zurdos, gente que no puede hacer cosa aderechas, quejándose de que no están con los otros condenados; y acá dudamos si son hombres o otra cosa, que en elmundo ellos no sirven sino de enfados y de mal agüero, pues si uno va en negocios y topa zurdos se vuelve como si toparaun cuervo o oyera una lechuza. Y habéis de saber, que cuando Scévola se quemó el brazo derecho porque erró a Porsena,que fue no por quemarle y quedar manco, sino queriendo hacer en sí un gran castigo, dijo: «¿Así que erré el golpe? Puesen pena he de quedar zurdo». Y cuando la justicia manda cortar a uno la mano derecha por una resistencia, es la penahacerle zurdo, no el golpe; y no queráis más, que queriendo el otro echar una maldición muy grande, fea y afrentosa, dijo:«Lançada de moro izquierdo / te atraviese el corazón». Al fin es gente hecha al revés y que se duda si son gente (Laszahúrdas de Plutón. pp. 463-464).55 La razón de la elección del nombre latino del dios Harpócrates, trasunto del egipcio Horus, con todas

sus implicaciones gnósticas, herméticas y esotéricas, la explica Caramuel en los dos versos que subrayan eltítulo de la segunda parte del Trismegistus theologicus:

Multa loquendo tacere docet (mirabile dictu!)Harpocrates, nec non multa silendo loqui.(Harpócrates enseña a callar mucho hablando —cosa admirable—y a decir no poco mediante el silencio).

56 Véanse las notas 6 y 48 a este mismo estudio.

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— la que consiste en enfatizar el sentido de una observación vocal (reponere), y así,si se habla del cielo, corresponde elevar la mano, mientras que si se hace referencia ala tierra tiene sentido señalar al suelo57, y nunca al contrario;— la que opera una transferencia del sentido de una aseveración para asimilarla a unobjeto diferente de aquél al que se aludía en un principio (transferre);— la que completa (adiungere) el sentido de una observación que, sin el gesto de lamano, no podría comprenderse, o bien se vería privada de una parte sustancial de susignificado, como cuando se le dice al médico: «me duele aquí» y la mano indica ellugar del cuerpo donde se experimenta el dolor.De acuerdo con cualquiera de las tres funciones y siguiendo el tópico habitual en los

tratados de retórica de tradición ciceroniana, debe evitarse el defecto del solecismo que,en este caso, se traduciría en un gesto quirológico de sentido inverso a lo afirmado,provocando así el temido efecto de la risa en el auditorio ante un suceso extracontextual(p. 291).

Para romper la tensión significativa mediante un ejemplo lúdico en español, proponemás adelante una cita ilustrativa del uso de esta última función de la restrictio:

Caló el sombrero, metió mano a la espaday dijo: «¡Voto a Cristo!», y no hubo nada58.

Inmediatamente explicará la broma en forma de solecismo, observando el contrasteentre la expresión atronadora del sujeto que habla, su gesto quirológico y el efecto nulotanto de la aseveración vocal como de su complementaria gestual59.

En otros casos, el gesto quirológico pasa a formar parte del discurso textual, comoen el caso de la cita, también en español, que Caramuel propone a continuación,atribuyéndola a Anastasio Pantaleón, en su carta preliminar a una de sus obras:«Háseme puesto aquí que este pequeño librillo va a lograr el amparo de V. E. (y escribocon el índice de la mano derecha entre las cejas)» (p. 292).

Cita a continuación un tenso parlamento del personaje de doña Leonor en la escenatercera de la comedia Como amante y como honrada (f. 17) de Juan Pérez deMontalbán. Amante despreciada por don Lope de Guzmán, refiere a don Juan de laCueva, antiguo prometido de doña Ana, la relación que existe ahora entre ésta última ydon Lope, y la traición que esto supone tanto para ella misma como para suinterlocutor. El fragmento es un alegato de lo más explícito acerca de la necesidad decompletar la expresión dramática o pseudodramática de las pasiones —en el sentidoracionalista del término— mediante el uso del gesto físico, incluido, aunque eldramaturgo no lo mencione, el gesto quirológico. La identificación del gesto con la

57 «Si cum forte dixeris: fiat voluntas tua, sicut in coelo et in terra, sub vocem coelo manum eleves et subvocem terra illam demittas; et se exponeret audientium risui qui, coelum nominans, terram ostenderet; etterram dicens, coelum indigitaret» (p. 291).

58 Los dos versos que cita Caramuel son una versión modificada de los dos últimos del estrambote delmuy famoso y muy citado soneto «Al túmulo de Felipe II en Sevilla», de Miguel de Cervantes (Poesíascompletas, núm. 177): « caló el chapeo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuese, y no hubo nada ».

59 «Et plura ridenda etiam postea, cum post tam grandia tonitrua et fulgura nullum fulmen sequutumfuerit; hoc enim illa clausula importat: No hubo nada» (p. 292).

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pasión referida resulta tan evidente que, ya en el último verso, el dramaturgo se sirve deltérmino afecto en una de sus acepciones menos utilizadas en español, la que lo equiparacon la misma voz gesto:

Doña Leonor Vino pues y al momento…No es fácil proseguir, aunque lo intento,porque al pensarlo el alma desfallecey la lengua enmudeceal quererlo decir, como corridade no bastar a pena tan crecida,que es para pena de la misma penadejarse referir a boca llenasin que el ansia lo excuse,el dolor lo rehúse,o sin que bachillera la fatigase adelante a la voz y ella lo diga.Mas, ya que es fuerza que lo cuente el labio,a pesar de los ascos del agravio,oye, y mírame a un tiempo todo junto,que es circunstancia de tan gran asuntoque a decirle no bastan las razonesy se hayan de valer de las acciones,para que su verdad quede explicada,pues con lengua turbada,con labio balbuciente,arrugada la frente,el corazón en lágrimas deshecho,pálido el rostro, revoltoso el pecho,la voz difunta, la congoja viva,y cual fuente cautivaque el hielo teje y el calor quebrantaanudada la voz a la garganta,mis ansias tengo de contarte atrocescon los afectos más que con las voces.

Al final de este artículo XXI, Caramuel parece querer concentrar el significado de loque escribe de acuerdo con la idea que lo viene guiando desde los primeros párrafos: laequiparación del gesto manual con la capacidad de referencia propia de la emisión vocalcon el objetivo de expresar las pasiones del alma por encima y, en ocasiones, de formaopuesta a la relación de los hechos que evocan las palabras. Los distintos sistemasmnemotécnicos y de expresión quirológica que describe resultan extremadamenteinteresantes, más que por su posible utilidad práctica o por la frecuencia de su uso, porlo que revelan acerca del entramado mental que anima el pensamiento racionalista. Lacodificación del gesto que propone el cisterciense une la oratoria contrarreformista conla declamación teatral que, especialmente en el caso francés, sí recurría igualmente a unacodificación de los gestos semejante a la que afectaba a los acentos expresivos del texto.Sin embargo, es en el plano de la reflexión sobre los entornos donde la comunicación

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tiende a frustrarse —esos espacios pseudodramáticos afectados por constriccionesjerárquicas más o menos dinámicas a los que me he referido a lo largo de este trabajo(véase la nota 10)— donde los puntos de vista de Caramuel resultan más valiosos: si sepretende conocer la verdad y no sólo los hechos empíricamente demostrables, tal y comopretenden hacer las corrientes precientíficas contemporáneas del Trismegistus, hay queprestar atención a las emociones que quedan ocultas por los códigos de conducta y lasórdenes circunstanciales, por las barreras que delimitan las áreas de poder reservadas acada componente de un grupo y por los velos relacionados con la definición cultural del“género” (gender) o con la adscripción social. Las pasiones, enterradas entre los plieguesde la disimulación cotidiana propia de entornos en los que tanto el secreto como larestrictio aplicada a la información resultan necesarios para el progreso o lasupervivencia, se revelarán nítidamente, sin embargo, para los que sepan cómointerpretar los lenguajes gestuales y los silencios significativos. Y si los gestosinvoluntarios —como esa respiración desasosegada, esa «frente arrugada», ese «corazónen lágrimas deshecho», ese «pálido rostro» o ese «revoltoso pecho» que describe Pérezde Montalbán— pueden resultar gráficos, más lo serán los gestos quirológicoscodificados que describen las sectiones anteriores de este artículo XXI De manuumcolloqutione. Después de todo, es la mano la que «designa todos los secretos delcorazón». El cisterciense sobrepasa así las consideraciones acerca del nivel puramenteformal de la retórica tanto textual como gestual. Lo que propone casi se constituyecomo un tratado de arte dramático, concebido tanto para las tablas teatrales como parael pseudodrama de la oratoria pública o de los distintos protocolos cotidianos, ademásde ser una reflexión acerca de la capacidad de referencia y de trascendencia del lenguaje.Caramuel se muestra así de acuerdo con una de las pretensiones que animan la reflexiónracionalista de autores como Marin Mersenne, René Descartes o Athanasius Kircher, suscorresponsales e interlocutores: la de desencadenar la dynamis retórica mediante elmovimiento de las pasiones para, a medida que el discurso fluye como si fuera un río decurso imparable —el rapidum flumen que describía Quintiliano en sus Institutionesoratoriae—60, expresar finalmente la concinnitas o consonancia perfecta entre la razón ylas pasiones.

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MARROQUÍN, Lucía Díaz. «“Todos los secretos del corazón designa la mano”. Quironomía yquirología en el Trismegistus I (Artículo XXI) de Caramuel». En Criticón (Toulouse), 110, 2010,pp. 167-200.

Resumen. El cisterciense español Juan Caramuel Lobkowitz fue uno de los numerosos expatriados queescribieron y publicaron sus obras en la Europa del siglo xvii. Sus escritos, repletos de citas en idiomas tandiversos como el latín, el griego, el francés, el italiano, el alemán y el español son el resultado de una vidadesarrollada en varios países y en multitud de lenguas, desempeñando diversas tareas eclesiásticas (Arzobispode Otranto, Obispo de Vigebano, etc.). En un estilo preenciclopédico, frecuente entre los escritorescontemporáneos que mantenían una curiosidad creciente por los puntos de vista del naciente Racionalismo,como Athanasius Kircher o Marin Mersenne, Caramuel, en su Trismegistus theologicus, explora el arte de laretórica manual, que denomina alternativamente como quironomía y como quirología. Esta retórica manual essólo un aspecto de una retórica gestual mucho más amplia y ambiciosa, a medio camino entre la oratoria y loque podría describirse como un manual de técnica dramática.

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Résumé. Le cistercien espagnol Juan Caramuel Lobkowitz fut, au xviie siècle, l’un des nombreux expatriés quiécrivirent et publièrent leurs œuvres hors de leur pays. Ses ouvrages, emplis de citations en latin, grec, français,italien, allemand et espagnol, sont le fruit d’une carrière ecclésiastique remplie dans plusieurs pays d’Europe (ilfut archevêque d’Otrante et évêque de Vigebano). Dans un style préencyclopédique, proche de celui de sescontemporains qui s’ouvrent au Rationalisme naissant (Athanasius Kircher ou Marin Mersenne), Caramuel,dans son Trismegistus theologicus, explore l’art de la rhétorique manuelle, qu’il appelle soit quironomía, soitquirología. Cette rhétorique de la main n’est qu’un aspect d’une rhétorique gestuelle beaucoup plus ample etambitieuse, située à mi-chemin entre l’art oratoire et ce que l’on pourrait désigner comme un manuel detechnique dramatique.

Summary. The Spaniard Juan Caramuel Lobkowitz was one of those prolific expatriates writing andpublishing their works in seventeenth-century Europe. His sometimes intricate writings, full of quotations inlanguages as diverse as Latin, Greek, French, Italian, German and Spanish, are the result of a life spent inseveral countries, fulfilling various ecclesiastical duties (Archbishop of Otranto, Bishop of Vigebano, etc.). In apre-encyclopaedic style, popular among those contemporary writers who felt curious about the risingrationalist viewpoints (Athanasius Kircher, Marin Mersenne), Caramuel, in his Trismegistus theologicus,explores the art of manual rhetoric, alternatively mentioned as chironomy and as chirology. This manualrhetoric is only one aspect of an ampler and more ambitious gestural rhetoric falling between oratory andwhat could be described as an acting treatise.

Palabras clave. Caramuel Lobkowitz, Juan. Gesto. Idioma natural. Mano. Mnemotecnia. Quirología.Quironomía. Racionalismo. Retórica. Restrictio. Trismegistus theologicus.

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