TÍTULOS DE CRÉDITOS

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TÍTULOS DE CRÉDITOS

La actividad mercantil es fundamentalmente de mediación en el cambio de bienes o servicios de un patrimonio a otro; consiste en la circulación de valores patrimoniales. En esta circulación es importante destacar la cantidad de valores que se desplazan y la velocidad de este desplazamiento. El derecho común creó mecanismos de circulación que fueron resultando insuficientes para llenar los requerimientos de mayor rapidez, facilidad, certeza y seguridad en la circulación, por lo que fue el derecho comercial el que suplió, con los títulos de crédito, dicha insuficiencia. Estos documentos buscaron contar con las siguientes características o valores:

Certeza en la existencia del crédito al tiempo de la adquisición del instrumento jurídico( a quien se le transfiere el crédito instrumentalizado debe tener la evidencia de que el crédito existe de acuerdo con el sistema normativo. .

Rapidez en las negociaciones propias de la circulación del crédito ( nuevas formas de obtenerla o racional simplificación de las ya existentes para hacer ágil y fluído el cambio..

Seguridad en la ejecución final del título, la persona que recibe el título tiene la certidumbre o confianza de que el crédito documentado permanece inalterable luego de las sucesivas transferencias..

La teoría general de los títulos de crédito se fue elaborando con el estudio, aplicación y desarrollo de la letra de cambio, que conjugaba adecuadamente lo teórico y lo práctico de su utilización en el tráfico comercial y bancario.

DEFINICIÓN DE TÍTULO DE CRÉDITO.-

La definición más generalizada de los tratadistas es la siguiente: “Son documentos que llevan incorporado un derecho literal y autónomo, que se puede ejercer por el portador legítimo contra el deudor a la fecha de su vencimiento”. (Ricardo Sandoval, Derecho Comercial Tomo II, pág. 15 citando a Uría, Garrigues y Felipe de J. Tena).-

Lo más característico del título de crédito es su documentalidad, como origen, prueba y ejercicio del derecho.

En la mayoría de los casos, los documentos cumplen una función probatoria, son el medio de prueba de mayor uso en derecho común. En otros, el documento es constitutivo de la relación jurídica, como sucede en los contratos solemnes. Pero en los títulos de crédito la conexión entre el documento y la relación jurídica, además de originaria, es permanente. O sea, para que nazca el derecho, la voluntad originaria debe consignarse en el documento, pero el derecho que nació subsiste compenetrado con el documento, de modo que el título es condición necesaria y suficiente para atribuir el derecho, quien tiene el documento tiene el derecho.

Esta incorporación de la relación jurídica en el documento es el rasgo más característico de los títulos de crédito. Existe una “relación de necesidad” entre el derecho y el documento, en virtud de la cual el poseedor del título, por ser poseedor del documento,

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es el titular del derecho, y, asimismo, para ser titular del derecho es necesario ser poseedor del título. La incorporación, consorcio indisoluble del título con el derecho que representa, es la principal y fundamental característica de los títulos de crédito.

Evolución histórica de los títulos de crédito: ( eso lo pondré igual que el apunte del profe)

COMPOSICIÓN DEL TÍTULO DE CRÉDITO.

Como ya se ha señalado en el título de crédito podemos distinguir, aunque férreamente incorporados, dos elementos: el documento y el vínculo jurídico en él contenido.

-Documento.- El documento es un bien mueble y, como tal, puede ser objeto de relaciones reales como el dominio, posesión, tenencia, usufructo; puede reivindicarse. Obviamente que su valor extrínseco, como papel es casi nulo pero su valor intrínseco, por lo que representa, está precisamente determinado por las obligaciones propias.

Materialmente es un documento, instrumento escrito en el que el suscriptor ha incorporado una declaración de voluntad con contenido económico. Tiene una función probatoria; es constitutivo de la obligación, al expresarse la voluntad en él precisamente en la forma prevista por el ordenamiento jurídico, y, además, tiene una función dispositiva, pues es indispensable para disponer del derecho a que se refiere.

-Vínculo jurídico.- El título de crédito contiene una declaración documental con valor económico, de la que nacen obligaciones para el o los suscriptores y derechos para el poseedor legítimo del mismo.

Como fuente de obligaciones es una declaración unilateral de la que nace el vínculo jurídico obligacional. Es una declaración obligacional “no recepticia”: no depende de la voluntad del sujeto a quien se dirige; es “incondicionada”, pues su exigibilidad no está supeditada a ninguna contraprestación de aquel a quien favorezca; es "irrevocable", pues una vez formulada la declaración, el suscriptor no puede retirarla, y es “vinculante”, pues obliga a cumplir la obligación para quien quiera que sea su poseedor legítimo.

La declaración documental contiene, como lo hemos dicho, un vínculo jurídico representado por el documento mismo, que tiene la naturaleza de un crédito para el poseedor legítimo, quien tiene el derecho a exigir la prestación establecida en el título. El elemento voluntario, representado en el documento, origina un derecho documental. Del mismo modo el instrumento, cuando se le incorpora la declaración de voluntad con contenido económico, pasa a ser un documento constitutivo, convirtiéndose jurídicamente en condición necesaria para la existencia y el ejercicio del derecho en él representado.

Este mutuo intercambio entre el elemento material y voluntario; esta recíproca compenetración entre el documento y el derecho; esta vinculación de elementos estructurales, también denominada “conexión permanente” o “consorcio indisoluble”, explicado por la llamada “doctrina de la incorporación”, es lo que da lugar a un ente jurídico distinto: el “título de crédito”.

LEGITIMACIÓN.- Es “la propiedad que tiene el título de crédito de facultar a quien lo posee, según la ley de su circulación, para exigir del suscriptor el pago de la

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prestación consignada en el título y de autorizar al segundo para pagar válidamente su obligación, cumpliéndola en favor del primero”.- (Felipe de J. Tena. "Títulos de crédito", pág.19).

Los títulos de crédito son documentos necesarios para ejercer el derecho literal y autónomo incorporado en ellos. Entonces, quien ha obtenido la posesión del título según sus propias normas de circulación, para la que habrá que determinar si es nominativo, a la orden o al portador, puede legítimamente exigir el cumplimiento de la obligación representada en el título y, a su vez, el deudor extingue legítimamente su obligación, cumpliéndola al poseedor del documento.

Por consiguiente, respecto de los títulos de crédito la apariencia de dominio, posesión, prevalece sobre la propiedad efectiva. Quien tiene la posesión legítima (habiéndola adquirida según la ley de su circulación), tiene la facultad de ejercer el derecho. Normalmente, el poseedor será también dueño, la ley lo presume, pero en el evento de que no lo fuera, la ley se inclina más por proteger la circulación del título, que el eventual derecho de dominio que pudiera corresponderle a algún no poseedor legítimo.

CARACTERÍSTICAS DE LOS TÍTULOS DE CRÉDITO.

A este respecto hay que distinguir:

A.- Caracteres esenciales y comunes de todos los títulos de crédito.-

1.- Necesariedad.- Es decir, es imprescindible tener el título para ser titular y poder disponer del derecho documental representado en él.

Los efectos del carácter necesario del documento se traducen en que el derecho sólo puede nacer, existir y ser ejercido por el legítimo portador del título. Debido al carácter necesario del documento, el acreedor no puede suplir con otro instrumento jurídico la carencia de posesión del título para disponer del derecho.

En razón a esta característica de necesariedad, esencial y común a todos los títulos de crédito, el deudor puede legítimamente negarse a cumplir la obligación, si el requirente no le presenta y ofrece la entrega o restitución del documento.

2.- Literalidad.- El contenido, extensión y modalidades de las obligaciones documentarias dependen exclusivamente del texto del título. Cualquiera modificación, ampliación, disminución o alteración debe aparecer del tenor literal del título.

De esta característica de literalidad, íntimamente vinculada a la de necesariedad, podemos deducir a lo menos los siguientes efectos:

a.- El acreedor no puede pretender o exigir otra cosa ni más de lo expresado en el título; ni el deudor está obligado a otra cosa;

b.- El deudor no puede oponer otras excepciones que las que provengan de los elementos jurídicos literalmente contenidos en el documento.

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c.- Supone una “carga” de atención para todos los que intervienen en el documento, pues cada uno debe atenerse a lo escrito en el título para determinar sus derechos y obligaciones.

d.- El deudor que abona tiene el derecho y la “carga”" de exigir que se deje constancia literal del abono en el título.

Estas características de literalidad y necesariedad propician los valores de certeza, rapidez y seguridad especialmente buscados en los títulos de crédito.

3.- Autonomía.- Es una de las principales notas distintivas de los títulos de crédito o circulación, pues en el Derecho común o general, la circulación de los créditos va aparejada a la transferencia sucesiva y acumulación de todos los vicios, limitaciones y excepciones.

La autonomía del título de crédito significa que cada adquisición del título que se produzca durante su circulación, no lo es en forma derivada, sino en forma originaria. El que adquiere el título adquiere un derecho autónomo, independiente de las relaciones extracambiarias (de emisión o transmisión) producidas entre los anteriores titulares del documento.

El efecto más importante del carácter autónomo de los títulos de crédito es que, durante la circulación del derecho incorporado, no se produce la acumulación de vicios o defectos que pudieran derivarse de cada transferencia, originando excepciones de carácter personal. Cada sujeto que transfiere asume una relación jurídica independiente de los demás. La prescindencia subjetiva de las situaciones jurídicas intermedias hace que la relación portador-deudor sea objetiva o impersonal, ya que no interesa quien requiera el cumplimiento de la obligación, sino que lo importante es que tenga la posesión del documento y que se haya cumplido con la ley de su circulación.4. La legitimación. La legitimación, consiste, en la propiedad que tiene el título de crédito de facultar a quien lo posee, según la ley de su circulación, para exigir del suscriptor el pago de la prestación consignada en el título y de autorizar al segundo para pagar válidamente su obligación, cumpliéndola en favor del primero.1 Así, la legitimación presenta un aspecto activo y otro pasivo. De acuerdo con el primero, habrá legitimación activa cuando el tenedor pueda legítimamente exigir del deudor el pago de la obligación. Desde el punto de vista pasivo, significa que sólo al tenedor legitimado, el deudor podrá válidamente hacerle al pago.2 VII. EL PRINCIPIO DE LA INDEPENDENCIA DE LOS ACTOS CAMBIARIOS.

Este principio debe considerarse desde dos puntos de vista:

a) Independencia entre sí, de todos los actos u operaciones mercantiles que conforman el título de crédito de que se trata.

b) Independencia de las obligaciones que nacen del negocio cambiario con respecto del acto causal que da lugar al nacimiento del título de crédito.

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1. Independencia entre sí: Conforme a este principio, cada uno de los actos u operaciones mercantiles que conforman el título de crédito son independientes entre sí, de tal suerte, que la incapacidad de algunos de los signatarios de una letra de cambio; el hecho que en esta aparezcan firmas falsas o firmas de personas imaginarias o la circunstancia de que por cualquier motivo, el título no obligue a alguno de los signatarios o a las personas que aparezcan como tales, no invalidan en modo alguno las obligaciones que derivan del título para las demás personas que subscriban el título de crédito.

2. De otro lado, independencia de las obligaciones que nacen del negocio cambiario del acto causal que da lugar al nacimiento de las obligaciones cambiarias. En efecto, las obligaciones que nacen del negocio cambiario, son independientes del negocio causal en que tuvieron su fuente. (Por ejemplo del contrato de compraventa, del contrato de permuta, del contrato de mutuo, etc., al cual se vincula el nacimiento y existencia del negocio cambiario).

B- Características particulares de algunos títulos de crédito.-

Ordinariamente, un título de crédito se emite con ocasión de un acto o contrato diferente. En algunos casos la entrega del título de crédito extingue la obligación. Así, dentro de las disposiciones generales del Código de Comercio, el artículo 125 dispone que, “si se dieren en pago documentos al portador, se causará novación si el acreedor al recibirlos no hubiese hecho formal reserva de sus derechos para el caso de no ser pagados”. Asimismo, en el Nº 2º del artículo 76 de la ley 18.175, sobre quiebras, establece la inoponibilidad a la masa de todo pago de deuda vencida que no sea ejecutado en la forma estipulada en la convención, agregando: “La dación en pago de efectos de comercio equivale a pago en dinero”.

En cambio, el artículo 12 de la ley 18.092 sobre letras de cambio y pagarés, aclara que “el giro, aceptación o transferencia de una letra no extinguen, salvo pacto expreso, las relaciones jurídicas que les dieron origen, no producen novación”. Y el artículo 37 del D.F.L. 707, sobre cuentas corrientes bancarias y cheques, sostiene que “el cheque girado en pago de obligaciones no produce la novación de éstas cuando no es pagado”.

Entonces, pueden coexistir dos relaciones jurídicas: la “relación fundamental” que dio origen al título de crédito, sometida al derecho común, y la “relación documental”, netamente mercantil.

LA CAUSA EN LOS TÍTULOS DE CRÉDITO.

El artículo 1.467 del Código Civil dispone que “no puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente”. Y aclara a continuación: “Se entiende por causa el motivo que induce al

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acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por la ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público”.

Doctrinariamente se distingue entre “causa-fuente” y “causa-fin”. La primera es el acto por el cual una persona exterioriza su voluntad de obligarse, comúnmente denominada fuente de obligaciones. En otras palabras, la causa de la obligación es la voluntad exteriorizada en un hecho al que el derecho le atribuye la virtud de crear el vínculo obligacional. En cambio, en la noción de “causa-fin” se considera la finalidad económica, o mera liberalidad o beneficencia, que el sujeto tiene en cuenta o a la cual aspira mediante el acto de voluntad exteriorizado, que hizo nacer la obligación.

Respecto de los títulos de crédito no existen dudas sobre la “causa-fuente”, pues siempre lo será el documento mismo, sino que se plantea el problema respecto de la “causa-fin”.

-Una posición doctrinaria estima que la causa de los títulos de crédito es una “convención ejecutiva”, que permite ejecutar o cumplir la relación fundamental. En otras palabras, entre la “relación fundamental”, y la “relación documental”, o “cambiaria”, existe una “convención ejecutiva”, que resulta ser la causa del título de crédito, ya que mediante esta “convención”, el acreedor y el deudor cumplen la “relación fundamental”. (Por ejemplo: en una compraventa con pago de precio a plazo -“relación fundamental”-, los contratantes acuerdan que, para el cumplimiento de la obligación del comprador, éste acepte sendas letras de cambio por cada una de las cuotas de saldo de precio -“convención ejecutiva”- lo que constituiría la “causa fin” de la aceptación y nacimiento de la “relación documental” o “relación cambiaria”).

-Otro sector estima que la causa estriba en el “pactum cambiando”, esto es: el negocio jurídico por el cual se entrega o transmite el título.

En ambas tendencias doctrinarias se distinguen tres tipos de relaciones:

- La “relación fundamental” entre dos personas, vínculo fundamental que sería la causa por la cual la otra se obligó, lo que antes era la provisión de fondos.

- La “convención ejecutiva” o “pactum cambiando”, que sirve para cumplir la relación fundamental o para entregar o transmitir el título, y

- La “relación documental” o “relación cambiaria”, en virtud de la cual se contrae la obligación cambiaria.

-Una tercera teoría postula que la causa de los títulos de crédito se encontraría directamente en la “relación fundamental”, puesto que es el presupuesto económico jurídico que justifica la obligación documental asumida por el suscriptor. En los títulos de crédito la “causa fuente” no puede faltar, porque es su propia forma de exteriorizarse, documentalmente, con virtudes constitutivas y dispositivas. La causa fin, que es la “relación fundamental”, podría faltar o sería irrelevante. De ello deviene lo siguiente:

1.- Considerando la vinculación de los elementos que conforman la estructura del titulo de crédito -documento y declaración documental- cabe concluir que es el título, en tanto instrumento que documenta la relación en él incorporada, el que tiene carácter

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abstracto, pero la obligación -declaración documental-, que se encuentra vinculada a una “relación fundamental”, no tendría tal carácter.

2.- La “causa-fuente” nunca puede faltar, por ser el acto externo de voluntad, pero la “causa-fin” puede faltar, no existir una “relación fundamental”. Y puede ser precisamente esa falta de “relación fundamental” la causa del título de crédito, como, por ejemplo, cuando se emite solamente para la obtención de recursos financieros.-

3.- La relación en un título de crédito entre los que están vinculados por la “relación fundamental” y los que no lo están, tiene distinta relevancia jurídico-doctrinaria. No ofrece dudas la situación entre el emisor y el beneficiario directo, puesto que están ligados por la “relación fundamental”. Pero al tercero sucesor del documento, portador legitimado que no participó en el negocio o relación fundamental, no le son oponibles las consecuencias jurídicas de tal negocio.

4.- Con esta interpretación doctrinaria no se lesionan ni el rigor cambiario ni el beneficio de la circulación, puesto que se presume la causa del título, cambiando el peso de la prueba al que se excepciona.

CONCEPTO DE TÍTULO DE CRÉDITO ABSTRACTO.

Ha sido definido como “aquel documento cambiario que, por estar desvinculado de su causa, no menciona la relación fundamental, y, en caso de hacerlo, ello resulta irrelevante”. (Ricardo Sandoval López, Derecho Comercial, Tomo II, pag. 45).-

La abstracción se produce respecto de los portadores de buena fe, pero no en relación a quienes celebraron el negocio causal “relación fundamental”. No es que los títulos de crédito carezcan de causa-fin, sino que ella se presume en el ámbito cambiario, resultando irrelevante respecto del portador de buena fe, que no intervino en la relación fundamental. Lo que se encuentra informado del carácter abstracto es el título de crédito cambiario y no la obligación misma. La “causa-fuente” nunca puede faltar, pero la “causa-fin” si. Siendo irrelevante la “causa-fin”, ella no afecta al derecho del portador legitimado para demandar el pago del título, que puede reclamarse prescindiendo de la relación fundamental.

ABSTRACCIÓN Y AUTONOMÍA EN LOS TÍTULOS DE CRÉDITO.-

La “abstracción” cambiaria es la característica que impone al deudor del título de crédito una “prescindencia objetiva” de la “relación fundamental” frente al portador del título, tercero de buena fe. Mediante esta prescindencia objetiva, exclusiva de los títulos abstractos, se concreta la total irrelevancia del negocio causal en las relaciones cambiarias que se producen entre los sujetos vinculados por éstas. En otras palabras, el deudor de un título de crédito debe cumplir su obligación al portador legítimo, sin importar la razón o motivos que tuvo al suscribirlo.

Por su parte, la “autonomía” es una “prescindencia subjetiva”, en virtud de la cual el deudor no puede oponer al portador excepciones basadas en las relaciones

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personales con anteriores portadores del documento. De cada transferencia del documento nace un derecho nuevo para el portador, desvinculado del derecho de quien se lo transfiere y de los demás portadores anteriores.

CARACTERÍSTICAS DE FORMALIDAD DE LOS TÍTULOS ABSTRACTOS.-

Los títulos de crédito abstractos son completos, en cuanto a que las relaciones cambiarias quedan determinadas por su contenido literal, el que suele estar sometido al cumplimiento de ciertos requisitos formales. (Por ej.: ver Arts. 1º y 102 de la ley 18.092).

Los títulos de crédito abstractos -“formales”- se oponen a los títulos de crédito causales, que son aquéllos que pueden mencionar en su texto la causa o relación subyacente que motivó su emisión. Estos títulos se denominan “no formales” o “incompletos”, puesto que de algún modo la cuantía, modalidad y eficacia se encuentran complementadas por la referencia a la relación fundamental que motivó su libramiento. (Por ej.: los bonos o debentures, que hacen referencia a la escritura de emisión y a la escritura social de la empresa emisora).

CLASIFICACIÓN DE LOS TÍTULOS DE CRÉDITO. Existen diversos criterios para clasificar los títulos de crédito. Por las características de esta presentación y su finalidad, sólo nos remitiremos a los más significativos:

1. Atendiendo a su objeto.

Los títulos de crédito pueden clasificarse en títulos representativos de dinero o efectos de comercio, también denominados títulos de pago (como son la letra de cambio, el pagaré y el cheque); títulos representativos de mercaderías, es decir, aquellos que incorporan el derecho de disposición sobre determinadas cosas materiales ( como ocurre con los warrants o certificados (vales) de depósito en almacenes generales, la carta de porte, el conocimientos de embarque, las facturas, etc.) y, en fin, títulos de crédito de participación social o valores mobiliarios, que representan un conjunto de derechos de diversa naturaleza inherentes a la calidad de socio de la entidad que los emite o a la condición de acreedores de la misma. (Por ejemplo las acciones o los debentures emitidos por una sociedad anónima).

2. Atendiendo a que se exprese o no en el título la relación jurídica que sirve de base a su creación.

Los títulos de crédito pueden ser concretos o abstractos.

Son títulos de créditos concretos o causados, el conocimiento de embarque, la carta de porte, el warrants, la factura, pues el derecho del poseedor de estos títulos está subordinado y limitado a los términos del contrato del cual derivan y su validez.

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El título de crédito abstracto o no causado (incausado), no tiene referencia ninguna al acto o contrato que le dio origen. Son de esta categoría la letra de cambio, el pagaré y el cheque.

3. Atendiendo a su cesibilidad, esta es, quizás una de las más importantes clasificaciones que se hace de los títulos de crédito, ya que de ella depende, la forma en como los mismos pueden ser cedidos.

Los títulos pueden ser clasificados desde este punto de vista:

a. nominativos, b. a la orden y c. al portador.

Es importante señalar desde ya, que TODOS LOS TÍTULOS DE CRÉDITO SON CESIBLES, esto es, que pueden circular como valores, de conformidad con las normas que se establecen para cada efecto.

Así los títulos nominativos se transfieren aplicando las normas del Derecho Civil común o general, (cesión de créditos, artículos 1.901 y siguientes del Código Civil y 162 y siguientes del Código de Comercio).3/4

Los títulos de crédito a la orden se transfieren por medio de ENDOSO.

Los títulos de crédito al portador se transfieren por la simple entrega material del documento en que se contiene el título respectivo. LA LEY N° 18.552 QUE REGULA EL TRATAMIENTO DE LOS TITULOS DE CREDITO.

La Ley N° 18.552, vino a regular en nuestra legislación nacional el tratamiento jurídico general, que debe darse a los títulos de crédito.

En su artículo 1°, la Ley N° 18.552, señala que “El endoso previsto en el párrafo 2° del Título I de la Ley N° 18.092, sobre Letras de Cambio y Pagarés, será aplicable a cualesquiera otros títulos de crédito de dinero emitidos con la cláusula a la orden, en favor de, a disposición de u otras equivalentes, cualesquiera que fuere la denominación con que se designare a dichos instrumentos.

En los casos de extravío, pérdida o deterioro parcial de los títulos de crédito a que se refiere el inciso anterior, se procederá en la forma establecida en el párrafo 9° del Título I de la Ley N° 18.092, sin perjuicio de las reglas especiales establecidas en otras leyes para los casos señalados.”

3 Artículo 1901 del Código Civil “La cesión de un crédito personal, a cualquier título que se haga, no tendrá efecto entre el cedente y el cesionario sino en virtud de la entrega del título.”4 Artículo 162 del Código de Comercio “La cesión de un crédito no endosable se sujetará a las reglas establecidas en el Título De la cesión de derechos del Código Civil.

La notificación de la cesión se hará por un ministro de fe, con exhibición del respectivo título.

Para que se haga bastará el simple requerimiento del cesionario.”

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EL PAGARE.-

El pagaré es un título de crédito que contiene la declaración unilateral de una persona que se obliga a pagar una determinada o determinable cantidad de dinero. Es un efecto de comercio que no requiere de otro acto jurídico que la declaración instrumental del suscriptor que confiesa adeudar y se obliga a pagar.

La ley 18.092 no define el concepto de pagaré y se limita a señalar el contenido formal del documento como asimismo sus requisitos de fondo.

En su calidad de título de crédito el pagaré debe otorgarse en un acto solemne contenido en un documento escrito cuyas enunciaciones están contenidas en el artículo 102 de la ley 18.092 y son los siguientes:

“1.- La indicación de ser pagaré, escrita en el mismo idioma empleado en el título;”

“2.- La promesa no sujeta a condición de pagar una determinada o determinable cantidad de dinero”. Este es un requisito esencial, de tal forma que si la referida promesa no tiene por objeto una cantidad determinada o determinable de dinero no se trata de un pagaré, sino de otro tipo de documento,

“3.- El lugar y época de pago”. No obstante, si el pagaré no indicare el lugar del pago, se entenderá que éste debe efectuarse en el lugar de su expedición; y si no contuviere la fecha de vencimiento, se considerará pagadero a la vista.

“4.- El nombre y apellido del beneficiario o la persona a cuya orden se ha de efectuar el pago o la indicación de que es pagadero al portador;”

“5.- El lugar y fecha de expedición” Esta mención es importante para determinar la capacidad del suscriptor al tiempo de crearse el documento, así como para fijar el vencimiento de los pagarés girados a un plazo contado desde su fecha. El lugar es importante para la aplicación de la ley del lugar que va a regir el acto.

“6.- La firma del suscriptor”. Esta es sin duda una enunciación esencial del documento, ya que traduce el propósito de obligarse del suscriptor del título.

Sanción.- En forma similar a la letra de cambio, el artículo 103 de la Ley 18.092 dispone que “el documento que no cumpla con las exigencias del artículo precedente, no valdrá como pagaré”.

CLASIFICACIÓN DEL PAGARÉ

1º Atendiendo a su cesibilidad:

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a) Nominativo;b) A la orden, yc) Al portador.

2º Desde el punto de vista de su vencimiento:

a) A la vista;b) A un plazo contado desde la fecha de expedición, y c) A un día fijo y determinado.

3º Considerando su forma de pago:

a) Pagaré pagadero en una sola fecha, yb) Pagadero con vencimientos sucesivos.

Como ya se ha señalado, el pagaré puede ser extendido:1.- A la vista;2.- A un plazo contado desde su fecha, y3.- A un día fijo y determinado.

Puede tener también vencimientos sucesivos, y en este caso, para que el no pago de una de las cuotas haga exigible el monto total insoluto, es necesario que se exprese así en el documento. Si nada se expresare al respecto, cada cuota será protestada separadamente.

En cuanto al pago, el suscriptor del pagaré queda obligado de igual manera que el aceptante de una letra de cambio.

Norma general aplicable.- Dadas sus similitudes, el legislador resolvió la reglamentación del pagaré aplicando la normativa de la letra de cambio. Dispone así el artículo 107 de la Ley 18.092: “En lo que no sean contrarias a su naturaleza y a las disposiciones del presente Título, son aplicables al pagaré las normas relativas a la letra de cambio”.

PERSONAS QUE INTERVIENEN EN EL PAGARÉ

Al crearse el pagaré la única persona que interviene es el suscriptor quien confiesa la deuda y firma el documento. El suscriptor debe ser una persona capaz de obligarse y con la libre administración de sus bienes. Puede suscribir pagarés el menor adulto respecto de su peculio profesional o industrial y la mujer casada en sociedad conyugal que ejerce un oficio, empleo, profesión o industria separados de su marido.

Además del suscriptor el pagaré puede contener la designación de un beneficiario quien será el acreedor de la cantidad que se promete pagar. Esta persona debe tener capacidad para adquirir derechos.

Cuando el pagaré contiene la cláusula a la orden puede circular mediante el endoso interviniendo así en la vida del documento endosantes y endosatarios. Asimismo una vez creado el documento puede garantizarse su pago con la intervención de avalistas.

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PARALELO ENTRE EL PAGARÉ Y LA LETRA DE CAMBIO

1º El pagaré es una verdadera confesión de deuda formulada por la voluntad del suscriptor que se expresa mediante la firma del documento. En cambio en la letra de cambio deben intervenir a lo menos dos personas el librador o girador que puede ser a su vez beneficiario, quien emite la orden y el librado contra quien se gira la letra de cambio, que puede convertirse en aceptante si admite pagarla.

2º El pagaré no es un título de crédito sujeto a aceptación puesto que surge por la sola voluntad del suscriptor. La letra de cambio es una orden que requiere la aceptación del librado para que éste resulte obligado.

3º El pagaré sólo puede protestarse por falta de pago en tanto que la letra de cambio puede protestarse por falta de aceptación, de fecha de aceptación o de pago.

4º El pagaré admite vencimientos sucesivos y la letra de cambio debe tener un solo vencimiento.

IV.- LA CARTA ORDEN DE CRÉDITO.-

Se trata de un documento mediante el cual una persona se dirige a otra para que entregue a un tercero la cantidad de dinero que necesite hasta un máximo determinado.

La denominación “carta” proviene de la forma epistolar con que se redactaba y aún se redacta frecuentemente. Es carta orden porque efectivamente contiene una instrucción u orden, y es de crédito porque está cimentada en el crédito de las personas que intervienen.

El artículo 782 del Código de Comercio señala que “las cartas órdenes de crédito tienen por objeto realizar un contrato de cambio condicional, celebrado entre el dador y el tomador, cuya perfección pende de que éste haga uso del crédito que aquél le abre”.

La carta orden de crédito permite retirar dinero de varias plazas a la vez y es utilizado por personas que se desplazan de un lugar a otro para así evitar el riesgo de llevar dinero efectivo.

Es un documento nominativo, como lo establece redundantemente el artículo 783 del Código citado: “Las cartas de crédito deben ser dadas a persona determinada y no a la orden”. “Expedidas en esta última forma, el tomador podrá cobrarlas personalmente, pero no endosarlas”. “El endoso de una carta de crédito no transfiere al endosatario el derecho de cobrarla”.

Debe expedirse por una cantidad fija como máximo, aunque puede ser dirigida a varios corresponsales residentes en distintos lugares para que la cumplimenten sucesivamente hasta la cantidad designada en ella. En este caso, cada corresponsal que entregue una suma parcial al portador deberá anotarla en la carta de crédito, bajo responsabilidad de daños y perjuicios.

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La carta que no tenga la designación de cantidad será considerada como simple carta de instrucción y recomendación.

En la carta deberá designarse también el tiempo dentro del cual el tomador debe hacer uso de ella. Si no expresare el plazo, ello será señalado por el juzgado de comercio, atendidas las circunstancias de los partícipes y la naturaleza de la operación mercantil que tuvo por objeto la apertura.

Por último, la carta de crédito debe contener la firma del dador y del tomador.

PERSONAS QUE INTERVIENEN EN LA CARTA ORDEN DE CRÉDITO

1.- El dador.2.- El tomador.3.- El corresponsal o persona a quien va dirigido.

Obligaciones del dador.-

a) Redactar el documento cumpliendo con las formalidades legales y firmarlo;

b) Pagar al o los corresponsales la o las cantidades que ellos entreguen al tomador en virtud de la carta;

c) Mantener el crédito dentro de los montos y plazos establecidos.

El dador no puede revocar la carta de crédito, salvo que sobrevenga algún accidente que menoscabe el crédito del tomador.

De lo contrario será responsable de los daños y perjuicios causados al tomador.

Obligaciones del tomador.-

a) Poner su firma en la carta o entregar al dador un modelo de ella;

b) Probar su identidad al corresponsal si éste se lo exigiere;

c) Devolver la carta al dador cuando no hiciere uso de ella, tan pronto como sea requerido al efecto, o rendir fianza por su importe hasta que llegue la revocación a conocimiento del pagador;.

d) Pagada la carta de crédito por el corresponsal, el portador debe reembolsar sin demora al dador la cantidad que hubiere recibido. Si así no lo hace deberá pagar intereses corrientes.

REQUISITOS DE LA CARTA ORDEN DE CRÉDITO

1.- Debe extenderse a nombre de persona determinada y no a la orden (artículo 783 Código de Comercio).-

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2.- Debe expedirse por una cantidad fija, sin perjuicio de hacer uso de ella por parcialidades y ante distintos corresponsales, pero dentro del límite máximo señalado. (Artículo 784 inciso 1º relacionado 793 del Código de Comercio).

3.- Debe designarse la época dentro de la cual el tomador hará uso de la carta.

4.- La carta debe contener la firma del dador y del tomador, salvo que éste entregue al dador un modelo de su firma.

Según lo establece el artículo 788 del Código de Comercio, “la carta orden de crédito, aunque no sea pagada, no confiere al tomador derecho alguno contra el dador ni contra la persona a cuyo cargo fuere expedida”.

“Por consiguiente, las cartas de crédito no pueden ser protestadas”.