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LUNES 4 DE MARZO DE 2013 AÑO I / NÚMERO VI / MÉRIDA, YUCATÁN A RAS DE SUELO TINTA A SECAS Pedro Hernández. OPINIÓN Tintero DIRECTOR LEANDRO AZCORRA DISEÑO LEANDRO CHACÓN/PEDRO HERNÁNDEZ EDICIÓN PEDRO HERNÁNDEZ Kantún “Charlatanes vestidos de luz que comercian” H ay una pintura muy famosa de Dalí que se llama “la persistencia de la memoria”. Relojes arrugados por el paso del tiempo, relojes tristes. Surrealismo, entrada a los caminos torcidos del psico- análisis, donde las interpretacio- nes son llevadas hasta el borde del entendimiento entre la razón y el desdén imaginativo. Sin perder el eje inicial que se presentó, sobre la pintura de Dalí tenemos el triste conocimiento de que el tiempo es infinito. La eternidad es tan vasta que puede mantener en la intran- quilidad a no más de una persona. La eternidad como perseveran- cia de la existencia es un concepto sumamente indescriptible por la razón humana. La filosofía como análisis tuvo que detenerse a sem- brar dudas, a buscar conocimien- to, a perder el mismo tiempo tan valioso para darse cuenta de que ni Kant, Nietzsche ni los viejos enemigos del misticismo tuvieron la osadía para encontrar la razón que agobia en lo más profundo de la naturaleza a la humanidad. En los caminos de la vida, la fi- losofía como manera de reflexión cotidiana es más que una utopía. Con el pragmatismo conseguimos el poder para vencer al hambre, para vestirnos y para levantarnos día a día a trabajar. Si bien, una de las aficiones elementales del hombre es cuestionar y observar, en los tiempos del ocio las expli- caciones se fueron buscando en viejas imágenes que viajan con milenios de atraso: Las estrellas. Esos cuerpos celestes que no dicen nada sobre el futuro. El azar de sus formaciones es una de las más simples curiosida- des que nos regala la naturaleza. No sé qué tan fácil o difícil fue para los primeros astrónomos el poder encontrarle utilidad a las estrellas. Símbolos de orientación, desde el punto de vista pragmáti- co para el marinero o el hombre que vaga entre los espesos bosques. Hoy en día, el lucro simplemen- te es la guía de la filosofía moder- na. Orientación simbólica son las estrellas. ¿Qué puede descubrir el hombre al leer un horóscopo? Si soy escorpión un conjunto de cuerpos celestes llenos de metano no tienen nada que decirme. La luz es tan elocuente que simplemente hace su trabajo sin pensar en las caprichosas formaciones estelares. La luz del sol tal vez sea la ilusión de algún esotérico por ganarse la vida. Sin embargo el sol es el com- bustible de este sistema planeta- rio. Baña su luz nuestros días, sus rayos se ayuntan con las hojas de las plantas para realizar el rito sa- grado fotosintético. Fuente de vida. Ahora bien, si alguien tiene algo que decir, no será una superstición calendarizada, no será el azar rigu- roso creado por la mente del que ob- serva falsamente el cosmos que nos rodea. Los astrólogos han divorcia- do nuestra realidad y nuestra rela- ción con el destino. Que sea un di- cho que la cita con nuestro juez sea trazada por la irreverente realidad que se forja a ras de suelo. No por los charlatanes vestidos de luz que comercian con las viejas supersti- ciones a las que algunas viejas cul- turas místicas llamaron: Zodiaco. Dejémosle a las estrellas el mejor papel que podemos otorgarle, el de sabia inspiración poética, el de ins- trucción informal y luz imaginati- va que nos lleve a pensar, a elevar- nos hacia la reflexión y brindarnos en un susurro, una noche de amor.

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Semanario editorial, donde jóvenes expresan sus ideas, opiniones y; a la luz de la inspiración dejan que se interpreten las letras con el corazón.

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Lunes 4 de Marzo de 2013 año I / núMero VI / MérIda, Yucatán

A RAS DE SUELOtInta a secasPedro Hernández.

OPINIÓN

Tintero › dIrector › Leandro azcorra dIseño › Leandro chacón/Pedro hernández edIcIón › Pedro hernández Kantún

“Charlatanes vestidos de luz que comercian”

▶ Hay una pintura muy famosa de Dalí que se llama “la persistencia de la memoria”. Relojes

arrugados por el paso del tiempo, relojes tristes. Surrealismo, entrada a los caminos torcidos del psico-análisis, donde las interpretacio-nes son llevadas hasta el borde del entendimiento entre la razón y el desdén imaginativo. Sin perder el eje inicial que se presentó, sobre la pintura de Dalí tenemos el triste conocimiento de que el tiempo es infinito. La eternidad es tan vasta que puede mantener en la intran-quilidad a no más de una persona.

La eternidad como perseveran-cia de la existencia es un concepto sumamente indescriptible por la razón humana. La filosofía como análisis tuvo que detenerse a sem-brar dudas, a buscar conocimien-to, a perder el mismo tiempo tan valioso para darse cuenta de que ni Kant, Nietzsche ni los viejos enemigos del misticismo tuvieron la osadía para encontrar la razón que agobia en lo más profundo de la naturaleza a la humanidad.

En los caminos de la vida, la fi-losofía como manera de reflexión cotidiana es más que una utopía. Con el pragmatismo conseguimos el poder para vencer al hambre, para vestirnos y para levantarnos día a día a trabajar. Si bien, una de las aficiones elementales del hombre es cuestionar y observar, en los tiempos del ocio las expli-caciones se fueron buscando en viejas imágenes que viajan con milenios de atraso: Las estrellas.

Esos cuerpos celestes que no dicen nada sobre el futuro. El azar de sus formaciones es una de las más simples curiosida-des que nos regala la naturaleza.

No sé qué tan fácil o difícil fue para los primeros astrónomos el poder encontrarle utilidad a las estrellas. Símbolos de orientación, desde el punto de vista pragmáti-co para el marinero o el hombre que vaga entre los espesos bosques.

Hoy en día, el lucro simplemen-te es la guía de la filosofía moder-na. Orientación simbólica son las estrellas. ¿Qué puede descubrir el hombre al leer un horóscopo?

Si soy escorpión un conjunto de cuerpos celestes llenos de metano no tienen nada que decirme. La luz es tan elocuente que simplemente hace su trabajo sin pensar en las caprichosas formaciones estelares. La luz del sol tal vez sea la ilusión de algún esotérico por ganarse la vida. Sin embargo el sol es el com-bustible de este sistema planeta-rio. Baña su luz nuestros días, sus rayos se ayuntan con las hojas de

las plantas para realizar el rito sa-grado fotosintético. Fuente de vida.

Ahora bien, si alguien tiene algo que decir, no será una superstición calendarizada, no será el azar rigu-roso creado por la mente del que ob-serva falsamente el cosmos que nos rodea. Los astrólogos han divorcia-do nuestra realidad y nuestra rela-ción con el destino. Que sea un di-cho que la cita con nuestro juez sea trazada por la irreverente realidad

que se forja a ras de suelo. No por los charlatanes vestidos de luz que comercian con las viejas supersti-ciones a las que algunas viejas cul-turas místicas llamaron: Zodiaco.

Dejémosle a las estrellas el mejor papel que podemos otorgarle, el de sabia inspiración poética, el de ins-trucción informal y luz imaginati-va que nos lleve a pensar, a elevar-nos hacia la reflexión y brindarnos en un susurro, una noche de amor.

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TinteroLunes 4 de Marzo de 20132 ▶

DE LA PLUMA AL CARACTERSEcción EDitORiAL

FÚNEBRE MARZOEDITORIAL

La caja torácIca MusIcaLJavier Sosa.

ZIGGY STARDUST O EL DISCO DEL MESÍAS EXTRA-TERRESTRE ROCANROLERO.

SOY UN GATO

COLUMNA

INVITADA

Ivonne Corona.

Tintero › coLaboradores: aLIcIa boLaños de La serna, jaVIer sosa, crIstIna bretón, IVonne corona

Cuando esta publicación na-ció ya hace poco más de un mes, teníamos la inten-

ción de la continuidad, la seriedad y la responsabilidad que le pode-mos otorgar a un sueño, para que este se convierta en una realidad. Sin pretensiones económicas nos aventuramos al simple hecho de escribir. Algo que nos gusta, que nos compense, y que pretendemos desarrollar a gran escala. Desde los suburbios de ésta ciudad, en-tre botas y capitalismo nació ésta publicación que hoy se torna mo-ribunda, y profana. En síntesis nos encontramos mendigando letras.

Así como un país atraviesa crisis sociales o económicas, o como un club de fútbol que atraviesa crisis de resultados, Tintero atraviesa una de letras. Letras que peregrinan fuera de nuestras páginas, algo así como los mormones, cristianos, o bien, cualquier otro ser de otra religión que va de casa en casa tocando las puertas con el simple propósito de

ser escuchados. Algo así sucede con esta redacción, caso contra-rio a aquellos que tocan la puerta, nosotros sólo pedimos un humil-de texto para rellenar esta hoja en blanco, teniendo el propósito de ser leídos, pero que hoy pretende más a desaparecer, que ha de seguir sien-do una publicación de cada lunes.

Ante el clima adverso al cual po-demos enfrentarnos esta humilde, proletaria, y soñadora editorial, queremos afirmar que nuestra res-ponsabilidad de publicar cada lunes está más viva que la de un moribun-do, o más viva que la de un pordio-sero que ha perdido la intención de vivir, y que a comparación de aquel individuo que deambula en las ca-lles somnífero de nihilismo, Tintero quiere vivir, mantenerse y estable-cerse. El clima parece congelar esta publicación, parece enajenar el sue-ño de un director que reniega de su posición y de un editor que le cuenta a sus ojos historias sobre correccio-nes de textos, pero que en el fondo

sus almas funestas en el vacío, sollo-zan alegres resistiendo y soñando.

Es más que clara nuestra posi-ción con respecto a nuestras vidas, con respecto a nuestros sueños, con respecto a la sociedad y la eti-queta que nos puedan dar. Está claro que seguiremos con nuestras botas entre un mar de histeria, de falacias, de blasfemias, de perso-nas distintas que quieran ofender a ésta editorial. Tal vez la rabia, la impotencia y la frustración hagan sollozar a nuestras letras, y la deam-bulación de nuestros sueños por el abismo, querrá romper esa frontera de nuestra alma con el mundo, pero sabemos que si se corrompe, mo-riremos en el intento de hacer algo que nadie había hecho. No quiero decir que seamos pioneros, pero al menos nuestro intento sigue allá, soñando y resistiendo, y tal vez re-sista como aquellos trabajadores de la pino que ya no sé cuántos años llevan en huelga. Sólo espero que Tintero resista tanto como ellos.

Por lo pronto, y como en su mo-mento “Comprimido”, una homó-nima a nosotros de la ciudad de Barranquilla, Tintero toma aquel es-tandarte de lucha, como lo hizo en su momento, hace sesenta años, nues-tra hermana publicación, y tomamos posición de lucha ante la adversidad que nos azota de cara y de espalda.

Puedo hablar por el camarada Pedro Hernández, de la pequeña actriz de teatro, María del Mar, la cual plasma sus sueños actuando, y que ajena a las letras, colabora con nosotros en las redes sociales. También puedo hablar por todos aquellos que colaboran, y decir que Tintero no se irá a la cloaca del olvido, y que no se canoniza-rá como le pasó a “Comprimido”.

Terminaré éste melancólico edi-torial con el siguiente mensaje:

“Tal vez vayamos por el mismo sendero que “Comprimido”, pero al menos si llegamos al mismo funeral que nuestra homónima, moriremos sollozando de alegría por haber lle-gado al número siete, y no esperare-mos a que nos canonicen en un bas-tardo colectivo sin memoria. Hoy en día estamos más cerca del embargo que de la publicación número diez.”

The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spider from Mars, conocido simplemente

como ZiggyStardust es uno de los discos del gran David Bowie (y mi disco favorito en la historia), quien por cierto acaba de anunciar su regre-so en su cumpleaños 66 con un nue-vo material llamado The Next Day, disponible para escuchar completo en Internet en lo que sale a la venta.

El álbum de Ziggy, cuenta una historia en capítulos divididos, cada canción habla de la llegada a la tie-rra de un mesiánico y andrógino extraterrestre llamado Ziggy Star-dust, que acompañado de su grupo the spider from mars, trata de ad-vertir a los humanos que al planeta le quedan solo cinco años de vida. Canción por canción, Bowie nos habla del camino de Ziggy Stardust para convertirse en una estrella de rock; como poco a poco olvida los motivos que lo llevaron a esto. En-tregándose totalmente al caos se-xual entre drogas y a la admiración de miles de fanáticos, hasta que tras desarmar a su banda, muere.

El disco esta clasificado como uno de los mas importantes e influyentes

de la historia, tanto por su concepto de opera rock al estilo de Tommy de The Who y The Wall de Pinkfloyd, como musicalmente gracias al gui-tarrista Mick Ronson y su caracte-rístico sonido, la estética glam que manejo Bowie muy de moda en esa época con artistas como Marc Bolan de T. Rex y Lou Reed con su disco transformer (otro discazo). Fue inspirada en el teatro kabu-ki combinado con el histrionismo exagerado de sus movimientos, y la notable ambigüedad sexual, ha-cen de Ziggy Stardust un icono de la música, siendo este el primer al-ter ego que tomaría el cantante in-glés ya que luego se transformaría en Aladin Sane o el duque blanco.

Five Years abre el disco, con la ad-vertencia de que el mundo se acaba-rá en 5 años, donde escuchamos a un Ziggy Stardust, que quiere salvar a la humanidad. En cierto modo es una canción que habla de esperanza en contra punto con Rock and roll sui-cide, última canción donde vemos a un Ziggy desecho después de una montaña rusa de excesos causados por su ego que al final lo deja solo. Irónicamente repleto en un mar de

admiradores, ya no es El hombre de las estrellas (starman), que espera en el cielo, por que se ha conver-tido en un rock and roll suicida.

Pocos centímetros hacia arriba, si de estatura hablamos, el cabello y el color de los labios cambia según mi humor, físicamente no hay mucho que describir, pues, como ya dije, pocos centímetros hacia arriba.

Sin embargo, tal como la Carr-ington era una yegua, yo soy un gato, de esos que se van de casa sin despedirse, se pierden vagan-do de noche por las calles de la ciudad y regresan cuando tienen hambre de ese calor de hogar que sé que siempre me esperará.

Y cuando quiero, me meto en papel y actúo ser elegante, deli-cada y cariñosa, pero bajo mi pe-laje escondo cicatrices que sólo yo conozco, resultado de andar brincando de aquí para allá, y no le maúllo a la luna, pero sí le can-to con pasión y con tanta nostal-gia, que a veces mi voz se quiebra y empiezo a llorar. Puedo correr y trepar y caer, pero siempre cai-go de pie para volver a comenzar.

A veces siento que puedo ser tanto y puedo hacer todo, pero me frustro

al ver que me quedo en la contem-plación y termino por no hacer nada.

Y no soy creyente y no soy de-vota, no le rezo a ningún santo ni adoro a ningún dios, no soy decente ante mis abuelos, ni soy buena cumpliendo con los lí-mites ni estándares de calidad.

Soy terca, curiosa, gastalona y reci-bo cariño de quien me lo quiera dar, pero a nadie me entrego, soy con-troladora y quiero que a mis man-datos se ajusten todos los demás.

Soy cantante de un público selec-to, sólo para aquellos merecedores de mi amor, soy solitaria más que amiguera, coleccionista de amores truncados, ninguno olvidado, sólo dejados atrás; soy amante de los ojos profundos, sean de hombre o mujer, soy idealista y fantasiosa, investiga-dora empedernida de mi propia ver-dad, payaso para otros y mi propia tortura cuando la Chole me viene a visitar, sí, esa vecina tan metiche que en realidad se llama Soledad.

Pero al mirarme en el espe-jo veo que tal como los gatos, mis ojos cambian según la luz que me ilumine, y termino sin po-derme terminar de descifrar.

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Tintero Lunes 4 de Marzo de 20133 ▶

Javier Sosa.LA SUITE DEL APOCALIPSIS

CUENTO

Tristezas Indomadas.-Cristina Bretón.

INVITADA

barra braVa: Las palabras no tan violentas.Leandro Azcorra

COLUMNA

Para Renatta, Sebas-tian, Lorenzo, y Jaime, que la ingenuidad de su conciencia guíe su im-

petuosa niñez por el fascinan-te mundo de la imaginación.

Niñez y FútbolParte FinalA quien corresponda:

Soy un artista, creo que es una buena forma de presentarme. Quien quiera que sea que este le-yendo esta carta, la gente no com-prende la valiosa aportación de mis obras, el sacar de mis entrañas el dolor, la angustia, la pena y el su-frimiento que baila en este mun-do para plasmarlo en cada una de mis obras. Técnicamente soy un artista plástico, hago esculturas en cierto modo singulares, soy el ar-tista mas revolucionario de este si-glo, de eso no me queda duda, mi nombre artístico es: El beso. Aun-que nací con otro nombre en defi-nitiva ese me define más, aunque los medios prefieran llamarme por otro sobrenombre: asesino serial.

Mi trabajo es difícil, solicita voca-ción, pasión y ciertamente un poco de locura, natural en cualquiera que se dedique el arte. Mi filosofía es muy simple, cada persona es un lienzo, cada persona es pincel y co-lor, yo solo hago explotar la belleza encerrada en cada uno. Mi proceso artístico funciona de una manera muy simple, veo a muchas perso-nas, niños, jóvenes, adultos, cuan-do de repente aparece él o la elegi-da. Hay algo alrededor de ciertas personas, algo casi divino que las hace únicas, especiales, fascinantes, como si Dios mismo las perfumara.

Me acerco a la persona, no men-tiré en algunos casos me encariño, pero no debo olvidar mi prioridad: el arte. Un simple y delicado proce-so de secuestro, tratando de dañar lo menos posible a la persona y una pared blanca. Me encanta ver que la

persona vea el blanco, para que dis-frute el espacio que voy a transfor-mar, cómo habrá una metamorfosis en ese sitio, de persona a obra de arte, de cerne y huesos a algo divino.

Golpear, cortar, serruchar, aplastar, martillar, romper, ver sangrar, escu-charlos gritar, arrancar un brazo, clavarlo en la pared, abrirles el vien-tre y esparcir sus entrañas como si del vuelo de una mariposa se trata-se, ¿por qué no?, romper el cráneo a la mitad, dejarlo en el piso a manera de rosal, desmembrar uno a uno los dedos de las manos, poco a poco con un cuchillo; cortar el hueso delica-damente como el violinista que toca a Beethoven, armar una estructu-ra con ellos, expresarme através de miembros cercenados, clavar lo que queda del cuerpo. Ponerlo de cabe-za, hacer cortes en lugares específi-cos, dejar nadar la cuchilla entre el cuerpo y órganos enteros para que las olas de sangre y fluido corporal caigan hacia el piso, como una cas-cada, como una muestra de que Dios existe y habla a través de mi obra, de mi pequeña sinfonía de cortes, lamentos y el crujir de los huesos.

Esto es lo que hago, a esto me de-dico, soy un artista que desmiembra personas para expresarse, soy el úl-timo beso de cada una de mis obras, porque las amo, porque ellas me hacen eterno. Ahora trabajo en algo nuevo, la pintura definitiva, la escul-tura que hará palidecer a la Venus de milo, la obra de arte que conmocio-nará al mundo, el espejo en el que se verá reflejada mi alma, algo que he llamado la suite del Apocalipsis, y usted querido lector acaba de entrar.

Siéntanse emisarios sin meta, sin razón; regresen hasta dónde han descubierto el eterno Deja Vú de la vida.

El cúmulo de la vida no se ma-nifiesta en nuestra pasividad, sino lo contrario, ya que una búsque-da a conciencia y acción nos con-fina a recibir los mayores deleites y gozos de la vida en este planeta. Por ello, como seres humanos de-bemos actuar en cada momento en pro de nuestra felicidad y de nuestras metas y anhelos, ya que sin ellos la vida se convierte en una rutinaria celda que ahoga has-ta los más intensos sentimientos.

Y para no caer en ese pozo tan abismal de la depresión y la so-ledad solo hay que actuar como

uno mismo, y no buscar identi-dades ajenas ni guardarnos en apariencias que no son sanas.

Dicen que el punto final es op-cional, dicen que somos finitos. La humanidad como tal, afanosamente destructora se autocarcome. Refuer-za la hipótesis de somos finitos; pero ojo, la humanidad es cruel creadora.

Más allá de la carne, muchos cree-mos en la inmortalidad, mucha gente cree en la reencarnación y en el karma. Son sus creencias, muy respetables. Sin embargo sí existe una infinidad en el cual se pierden las ideas y donde el alma reposa y donde la materia no se destru-ye. Poco radical para el universo.

El tiempo para ser un mercenario con nuestra compatibilidad futbolís-tica. Parece que nos quiere marginar de esos sueños que algún día rasga-ron el cielo. No importa, hoy te anhe-lo, te extraño, y te digo con el corazón en la mano, que no será el tiempo, los lenguajes, ni ciudades, ni kilómetros quienes nos separen. Siempre te mira-ré alentando con fervor a esa cami-seta que con mucho cariño yo amo, te veré en sus gradas, donde la mugre se esconde entre lo azul y donde nuestro amor se refleja en el grana. Algún día te veré alentando al azulgrana queri-do. Nada nos podrá separar, lo he es-crito, y lo escribiré también mañana.

Hace ya, un poco más de un mes, nació la idea de escribir sobre pe-queños que han usurpado en mi retórica conciencia. Tal vez debí de iniciar con el primero al cual co-nocí, pero inicié con la última que sucumbió mi persona de la forma más alegre. Así que el último fue el primero y el último. Es el que co-nocí primero, y es con él con quien he depositado mis esperanzas, y es con él con quien mis sueños van alcanzando, y rasgando el cielo. De todos los ya mencionados, él, desde el momento en que lo co-nocí, parece ser el indicado en in-fundirle en sus venas el azulgrana.

En lo personal, no sabía que es-perar cuando supe de su existen-cia. Lo había visto en imágenes, y me parecía un noble y angelical nene de apenas escasos dos años. A la distancia nuestra intérpre-te le hablaba de mí, y ella, a mí, de él. En su nula, o sensible con-ciencia yo habitaba, y él en la mía.

Había llegado la hora de dejar atrás las imágenes a un costado, y enseguida fui a verlo por primera vez. Recuerdo que era un día solea-do, y muy áspero para su sonriente piel. Era tan quejumbrosa que tanto sol lo irritaba. Nuestras mirada por primera vez se midieron, y como era de esperar, él no me reconoció,

pero yo a él, sí. Me le acerqué con la intención de revivir en su con-ciencia. Temeroso y desconfiado, se alejaba de mí. Nuestra intérprete le decía que era yo, el individuo del cual tanto le hablaba, y que él que-ría conocer. Traté de persuadirlo jugando, pero aún no me recono-cía. Pasaron segundos, minutos y cuando nos dimos cuenta horas. La intérprete que lo conocía de pies a cabeza, le dijo, que era yo, el sujeto el cual, le había regalado aquella re-mera de la barra del Atlante. Men-cionó por primera vez mi nombre y se acercó de mí. Pidió su remera, se la puso y me la presumió como en aquella imagen donde hacía el mismo gesto corporal. En ese ins-tante supe que había llegado al cie-lo. Toqué el ciberespacio futbolero cuando le pregunté: ¿Serás hincha del Atlante?, y él me contestó sin pensarlo: sí. Allá puse en órbita la descabellada idea de llevarlo a la cancha cada que juegue el equipo del pueblo. Sueño que prevaleció durante dos meses, pero que ha ido decayendo con el paso del tiempo.

El hijo que deseo, lo tuve duran-te el tiempo que estuve con él. Me sentía padre sin serlo. Me sentía pa-dre orgulloso de llevar por primera vez, aunque sea, y como hasta ahora en mis sueños, a la cancha, y que se enamore de esos colores, como yo lo hice en su momento. Han pasado ya varios meses, en donde lo he mira-do un total de dos veces, a pesar del tiempo y la distancia, seguimos te-niendo ese sueño furtivo de ir al ta-blón. Con él no me preguntó, o pon-go en duda, a qué equipo le irá, con mucha seguridad diría que sería de ese club mata pasiones, que cuando más sufre de resultados, más locos de amor convierte a sus hinchas.

Debo agregar, como apunte final de esta nota, de esta sección de Ni-ñez y fútbol, que extraño a Jaime, aquel pibe que suele ser mi hijo cada que lo veo, y aunque termine en un hospicio, regresaría el tiempo para que el tiempo siga el cauce que debió de seguir, y que no me haga escribir mi nostálgica nota de des-pedida sobre esos niños y el fútbol. Tal vez algún día lo leas, cuando seas hincha del Atlante Fútbol Club.

Hace ya, un poco más de un mes, nació la idea de escribir sobre peque-

ños que han usurpado en mi retórica conciencia

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TinteroLunes 4 de Marzo de 20134 ▶

ChifladeríasPedro Hernández.

COLUMNA COLUMNAtLaMatInI.Alicia Bolaños de la Serna.

Ivonne Corona.

NOTA NOSTÁLGICA

Es muy común caminar en cualquier ciudad mexica-na y encontrarse a diver-sas personas con camise-

tas de multitudes de equipos. Un día caminas y ves a un tipo con la camiseta de la selección brasileña, 10 metros después alguien tiene puesta la camiseta del Manches-ter United, otro la del Real Madrid y por allí luego camina un alba-ñil con la camiseta del América.

Yo aprendí que el amor a la ca-miseta es cuestión paternal y hasta cierto punto es una tra-dición asimilarla como tuya.

También el amor a la camise-ta es completamente inherente a la situación geográfica en la que se nace. Puede dividirte una calle para saber que el vecino de enfren-te es tu enemigo. Así es el fútbol.

Regresando al tema de las cami-setas me tengo que preguntar algo tan seriamente. ¿Acaso el mexica-no no respeta en términos gene-rales a su camiseta?¿cómo es que infinidad de mexicanos pueden portar camisetas de España, Ar-gentina, Brasil, Italia… entre otras?

Creo que esto viene a cuestiona-miento al conocer al sudamerica-no, apasionado por el fútbol. Hin-cha hasta la muerte. No dudo que el buen aficionado mexicano no pueda ponerse más que la camise-ta nacional y la de su amado club, cual amor es simplemente aquel que atrás de las fronteras no se juzga.

En fin, lo curioso es que no sé si los mexicanos son menos radi-cales. Y es que en el amor todo se vale, y en lo que no es amor no se juzga con dureza.La pregunta no busca saber si es válido ponerse una multiplicidad de camisetas. Se busca conocer el amor y la pasión.

Dejemos atrás los naciona-lismos y tocaré el tema de los clubes. Allá está lo bueno.

Yo, de poca facha futbolera - como dijera un buen radical trotamundos

- jamás me pondría una camiseta de Pumas, o del América. Sin embargo de esa misma persona aprendí que muchas cordilleras, istmos y plani-cies pueden ser solamente barrera física por la pasión por algún club que no es de la misma madre patria.

El buen Leandro, hincha de Chaca-rita … ¿Chacarita? Así es. Un club de lo que sería la tercera división argen-tina. Y eso que también es atlantista.

Como opinión personal creo que se puede ser hincha de dos clubes en dos ligas diferentes, que se puede sentir cariño y hasta amor por un club al que nunca se le ha visto en su cancha. Y eso no es humano dudarlo.

Ya no valía la pena cuestionar aque-lla indómita afición porque no por algún error se nació lejos del barrio de San Martín. Hay un aire bohemio y funebrero al que ahora se le respi-ra con respeto. Y sin embargo tam-poco era la razón para comprender que un grito o una lágrima lejana radicara en un fogoso pecho. Hasta morir. Y ese era el grito, sí; el grito de guerra del pibe que disfruta la vida como si fuera el último aliento.

En vano fueron aquellas cargadas ingenuas de las que fui artífice. Tam-poco eran para hacer sentir mal, es como dicen “el cotorreo diario”.

En fin, y es que hipotéticamente algún día el buen Leandro, si sus dos equipos fuesen bendecidos por la providencia y Chacarita regrese a la Primera, a donde perteneció. Se diera la maravillosa coinciden-cia de que en el mismo año gana-sen sus ligas y tras la realización de una fantástica quimera, luego de algún sorteo en el que se dieran las circunstancias y se pudieran enfrentar en alguna Copa Liber-tadores… yo vería a Leandro en aquella situación en la que alguien se puede poner las dos camisetas.

De todas formas Leandro, es-tará en Buenos Aires algún día, alentando al club de sus amores y eso, seguro lo veré.

INVITADA

Se llama Soledad, ese amor recurrente mío. Se va por temporadas pero siempre termina por regresar. Me

cae bien la condenada por fiel y por ser tan tolerante a mis locuras y a mi terquedad. A veces la corro a patadas, con el pretexto de meter a mi cama a quien se ofrezca, pues mi tarjeta de presentación tiene escrito en serias letras negras “Re-cibo cariño de quien me lo quiera dar”, sea hombre o mujer. Así, con-creto y sin rodeos. ¿Para qué tanto merodear?, pues eso de jugar a la seducción y enamorar lo tengo re-servado para mi amada Soledad.

A veces viene tranquila, tiene lla-ve aunque yo no se la di, o tal vez sí en una de esas borracheras de las que no me quiero acordar, en fin, de alguna forma tiene llave y llega sin avisar. Entra de puntitas y me despierta con un beso de sus fríos labios en la nuca, pero es imprede-

cible, una pinche histérica y voluble esa Soledad. Me reclama porque no soy creyente, dice que me voy a condenar, me atormenta por las no-ches en que ando brincando de aquí para allá, porque me olvido de ella, porque me meto en papel y salgo a cazar, pero ella sabe que después de unos cuantos besos y caricias vacías, después de que me intoxica el humo de cigarro de cualquier extraño con pose de galán, siempre la busco. Ella tiene la culpa porque siempre me re-cibe, aunque acudo a ella con alien-to alcohólico, manchada de culpa y dopada de tanta risa y coqueteo absurdo, me recibe porque sabe que sólo en sus brazos puedo llorar.

Y aunque la monogamia no sea lo mío, pues como buen gato, lo mío es merodear por el barrio de noche y de día tirarme a güevo-near, al final… al final mi com-pañera de esta vida es Soledad.

Antes que nada, quiero decir que me siento algo triste, por eso escribi-ré una nota nostálgi-

ca. Mi alma solloza en el vacío de mis letras. Sollozan mis hojas en el prisma de mis córneas. Mi diástole parece ya no bombear más sangre a mi sístole y por ende, mi corazón se tumba a sollozar en el lugar más fú-nebre de mi recóndita nota. Mis es-critos miran que mis desgracias las vivo en un rincón cerca del cielo, lu-gar donde el principito se enamoró de ella. Quiero agradecer con llori-queos a todos aquellos por cumplir con sus textos y responsabilidades. Tal vez los gatos buscando sus seis vidas lean esta nota, y puedan en-contrar entre mis letras aquellas seis vidas que los condujeron a la muer-te. Así como un día observé mirar a aquel adolescente que se convertía en un barra brava, hoy puedo mi-rar como aquel barra muere y no tanto por violencia, sino por la so-ledad que le produce ya no escribir. No puedo mencionar mercenarios, ni mucho menos calificar ésta cri-sis como algo que no podíamos ver en la vertical vida de esta editorial al momento nacer. No fue el sabio

quien nos advirtió de la demagogia que suele azotar al escritor, sino fue gente experimentada en el mundo editorial, que con guantes rellenos de letras noquean nuestra la ilusión de una publicación. Al menos sé que no ha muerto, pero puedo observar cómo se va cavando la tumba donde yacerá este humilde texto que anhe-la, y trata de ser una publicación im-presa. Soñadora, hoy solloza en la penumbra de su muerte, agonizan-do algo que es al parecer cuestión de días. Llora feliz y satisfecha, como un buen obrero que resistió y luchó hasta éste último momento. Es por eso que hoy parece morir, no más tantito, triste y nostálgicamente.

Antes de terminar, quiero decir que fueron seis vastos números llenos de letras, que conformaron palabras, y éstas últimas crearon párrafos que hablaban de diversos temas. Por aquellos números ya se-pultados, mi alma lloriqueará en el vacío de mi hoja en blanco, y mis lá-grimas se convertirán en letras que llenen alguna nota. Así me despido, por el momento llenando esta co-lumna, que al parecer se seguirá pu-blicando por varios números más.

AL FIN SOLEDAD

Club Atlético Chacarita juniors

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POESÍA

Javier Sosa.

aLIcIa en eL esPejo: Música, letras y más pasiones.Leandro Azcorra.

COLUMNA

Un día antes de la vista de Filemón, me pregunta-ba, ¿por qué hoy en día se ven, cada vez más gatos

muertos por las calles de la ciudad?, me lo preguntaba y también lo ana-lizaba sin hallar respuesta alguna.

Últimamente por las noches, la vida es algo desdichada con el mun-do gatuno, al menos eso me contó Filemón, después de formularle la misma pregunta que me había he-cho un día antes de su visita a la casa de la familia Uranga García, donde él mismo se había adoptado.

Cada que Filemón visitaba aque-lla distinguida residencia de actores teatrales, gustaba de conversar con Renatta, mientras como buen gato, y vividor además, se comía las cro-quetas del tuerto, casi ciego, entu-siasta y sentimental macho perruno de Bochelli, también gustaba co-merse con refinados modos gatunos la misma comida de la parapléjica, negra y fiel amante novia del se-mental italiano, que también era su desahogo íntimo. Aquella perra que sueña con ser madre y que a bendi-ción de los Uranga le ha prometido fidelidad eterna, al amor perruno de su vida, que la enamora día a día con ciertos lengüetazos que fungen como besos apasionados de amor.

Filemón, siempre que comía co-mida para perros, solía comer con la boca llena. Y como un creído rey gatuno, como cualquier otro gato, dejaba que la inconsciente niña de los extravagantes cabellos, lo acari-ciara mientras él siguía llenándose el buche, y me hablaba. En parti-cular, ese día le pregunté: ¿por qué en los periódicos locales, habían sacado diversas notas periodísticas relacionadas con la muerte de los gatos?, en dicha información, indi-caban que el número porcentual de gatos fallecidos en los últimos dos meses ha subido en un 30%. Veinte habían sido por suicidios sin razón. Siete por ciento moría por suici-dios relacionados por problemas financieros o amorosos, mientras que el tres por ciento restantes mo-ría de causas naturales. En dichas notas, también se podía leer que un cinco por ciento de los gatos se volvían locos, tras el shock de po-der ser atropellados. Dichos gatos evadían la muerte gracias a los au-tomovilistas que esquivaban a los mininos al verlos dialogar con la muerte en plenas calles de la ciudad

En tono filosófico, limpiando sus patas, con ego de rey satisfecho, y relamiendo sus bigotes, Filemón

me contó que la vida en el reino gatuno se ha vuelto lúgubre y mis-teriosa. Durante el último mes, en palabras de Filemón, me comen-tó que las notas periodísticas son verídicas, y que han aumentado los fallecimientos de sus colegas, en donde también agregó, que di-chas muertes son inexplicables.

Como dos gatitos recién nacidos, esperando las primeras caricias de una madre, como niños emboba-dos mirando el televisor, Renatta y yo miramos a Filemón erguirse en dos patas, y a empezar a cami-nar en círculos, mientras nos re-lataba que pasaba en su mundo.

A principios de mes, dice File-món, sucedió el primer suicidio. Habían encontrado sin vida, con el cráneo quebrado en dos, al gran sabio gatuno. Los peritajes seña-laron que fue un suicidio, después de las declaraciones de la señora Arguelles, quien indicó que el gato se le atravesó, y ya no pudo frenar para evitar la colisión. Su muerte se prolongó rápido entre la aristocra-cia gatuna y en un publicado, ellos mismos reflexionaron lo siguiente: como buen gato que busca muer-te, sabe que las puertas del tránsi-to vehicular, es una muerte 95 % asegurada. Así murió nuestro gran sabio, primeramente la llanta de-lantera lo dejó moribundo, y fue la segunda que lo remató de esta vida.

El segundo suicidio, nos siguía contando Filemón, dicen las len-guas gatunas, que no se sabe con exactitud el motivo por el cual, el distinguido erudito y poeta ro-mántico, el inglés Mr. Hoffman, buscó el pavimento como lecho de muerte la semana pasada. Algunos gatos cuentan que debía grandes sumas de bola de pelo al fisco in-glés, esto por evadir impuestos al momento de publicar sus libros, y otros señalan que su amada, la Sri-ta. Barker, le había sido infiel. Lo raro fue que no se ha encontrado deudos fiscales, ni fallos amorosos.

Filemón seguía relatando los acon-tecimientos, caminaba en círculos y se acariciaba los bigotes, hasta que le formulé otra pregunta: ¿Qué re-lación había entre tan distinguidos gatos?, a partir de esta pregunta nuestro coloquio había mutado a una investigación seria, y nosotros, ya éramos fungíamos como detecti-ves. Filemón me contestó: El sabio estudiaba existencialismo gatuno con esos franceses desquiciados que se creen filósofos, y Mr. Hoffman, empezó a realizar poemas existen-

cialistas, esto después de convivir con humanos expertos en el tema.

Después de contestarme, un si-lencio aterrador invadió al gato. Renatta y yo, miramos como el animal se quedó inmóvil y per-plejo. Tan pensante que los ve-llos de su cuerpo se le enchinaron de tanto miedo que sucumbió su ágil cuerpo. Quedamos pasma-dos, esperando reacción alguna.

Exasperado, Filemón empezó a transpirar con mucha fluidez, como si su coeficiente gatuno haya dado res-puesta a mis preguntas formuladas.

-¿Filemón?-, le pregunta-mos y no obtuvimos respuesta.

-¡Filemón!-, le gritamos, y los ojos del minino regresaron al mundo. Se estiró como si hubiese dormi-do profundamente, se acurrucó con Renatta para que lo acaricien, como si hubiese regresado a su es-píritu animal. De repente, dio un salto para atrás, cayó en dos patas y exclamó: ¡ya tengo la respuesta! Ex-tasiado se despidió extendiéndome su pata, besó a Renatta y sus bigo-tes le provocaron cosquillas, lo cual detonó pequeñas y risueñas sonri-sas. En la curiosidad, no del gato, le formulé una tercera pregunta: y bueno, ¿Cuál es la respuesta?. Fi-lemón se detuvo, me miró con sus ojos brillantes y penetrantes, y me dijo: muy fácil mi estimado. El sa-bio y Mr. Hoffman se dieron cuenta que en esta susodicha vida, se vive una sola vez. Nuestros antepasa-dos nos mintieron con esa falacia de que nosotros los gatos, tenemos otras seis vidas. Es por eso que to-dos los gatos que mueren en la mor-gue del pavimento, han encontrado la misma respuesta que el sabio, Mr. Hoffman y yo. O bien, caen en la loquera de buscar las demás vidas restantes. A unos les va bien y son esquivados por los automovilistas, y así esquivan a la muerte. A otros no … simplemente no le sonríe la vida.

Finalizadas sus palabras, Filemón se fue de la casa, pude notar una luz en sus ojos. Se fue caminando por la banqueta del vecindario y una luz divina lo iluminaba, se había ido sin decir más. Justamente des-pués de cinco minutos, escuchamos el derrape de las llantas de un au-tomóvil. Corrimos y nuestros ojos miraron el cadáver de Filemón sin vida, mientras que una señora trata-ba de revivirlo de boca a hocico, en la desesperación porque no muera.

La señora cogió su flácido cuer-po con la intención de subirlo a su carro y llevarlo al hospital más cer-cano. La detuve con la mano sobre su hombro, y le dije que no lo haga, que él ya se encontraba en un lugar mejor, un lugar donde los gatos van después de morir y que nosotros desconocemos. La señora me miró y con lágrimas de desesperación me

dijo: tiene esperanza de vivir, ¡los gatos tienen siete vidas!, terminó exclamando. A lo cual contesté: ese es un mito que a todos, y a los mis-mos gatos han engañado. Él se dio cuenta de que solo tenía una, y en su júbilo de saber la respuesta de las últimas notas periodísticas que ha-blan sobre la muerte de los gatos, él iba a difundir la noticia al mun-do gatuno, el cual vive sin saber el repentino aumento de las muertes. En su fallida intención de comuni-car la respuesta, no miró al cruzar la calle y ahora ha parecido como todos aquellos gatos que vemos sin vida por éstas calles de la ciudad.

Al terminar de decirle esto, la se-ñora se desmayó aplastando a Fi-lemón, lo aplastó tanto que no se pudo reconocer su cuerpo con el asfalto. Un día después de su muer-te, por fin hallé respuesta a mi pre-gunta, y el periódico local sacó el siguiente titular: “Gorda aplasta a mínimo”, hoy el mundo gatu-no se deambula con terror entre la vida, la muerte, y ahora con el temor de convivir con los huma-nos, y aún no saben, ni nadie les ha dicho, que solo tienen una vida.

POR FIN HALLÉ LA RESPUESTA

Tu abrazo se siente en mi espalda vomitando maripo-sas dejándolas entrar en mis

ojos, serpientes de colores alrede-dor de mi cuello.

Te fuiste por un tiempo me de-jaste ser feliz, olvidé tus colmillos, tus gemidos, el olor a azufre de tus palabras, y el sabor azufre de tus besos.

Pero estás de vuelta precioso manicomio, pero están de vuelta tus torturas y esquinas malditas, adornadas con canciones de cuna.

Te conviertes en mi oxígeno, me haces pensar, creas lluvias eléctri-cas en mi cerebro, después de las caricias sólo dejas muerte y frío en todo mi cuerpo.

Tengo miedo de arrastrarte junto a ellos, tengo miedo que escuchen tus susurros, que nos vean sonreír, que los infectes con tu amor, que los hagas tuyos.

Si escapas de nuevo no me lleves contigo, no estoy listo para ir a casa, no estoy listo para arder en llamas junto a ti de nuevo.

Nunca vuelvas princesa olvidada, escapa por el espejo, rómpete en mil pedazos e incrústate en otra espina dorsal.

PALABRAS DE BIENVENIDA

Tintero Lunes 4 de Marzo de 20135 ▶

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