Tiempo de vida. Marcos Giralt

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Tiempo de vida El libro tiene muchos temas, más allá de la relación padre e hijo: habla de la enfermedad, del desamparo, de la felicidad y de la construcción de un escritor que parece vivir en el alambre. Hernani, Udal Liburutegia, 2010 abendua Biblioteca Municipal, diciembre 2010 http://libhernani.blogspot.com/

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Tiempo de vida

El libro tiene muchos temas, más allá de la relación padre e hijo: habla de la enfermedad, del desamparo, de la felicidad y de la construcción

de un escritor que parece vivir en el alambre.

Hernani, Udal Liburutegia, 2010 abenduaBiblioteca Municipal, diciembre 2010

http://libhernani.blogspot.com/

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Marcos Giralt Torrente (Madrid, 1968)

Es licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, ciudad donde reside. Inició su carrera literaria con el libro de cuentos Entiéndame (Anagrama, 1995). Es autor, también, de la novela corta Nada sucede solo (Ediciones del Bronce, 1999; Premio Modest Furest i Roca) y de las novelas París (Premio Herralde de Novela, Anagrama, 1999) y Los seres felices (Anagrama, 2005).

Colabora habitualmente como crítico literario en Babelia y fue residente de la Academia Española en Roma, del Künstlerhaus Schloss Wiepersdorf y de la University of Aberdeen y participó en el Berlin Artist-in-Residence Programme de 2002-2003. Sus novelas han sido traducidas al alemán, al francés, al italiano y al portugués.

Su obra• 1995 Entiéndame• 1999 Nada sucede solo• 1999 París• 2005 Los seres felices• 2010 Cuentos vagos• 2010 Tiempo de vida

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"No creo en la literatura terapéutica"1

Nuria Barrios 15/05/2010

En las paredes del luminoso piso madrileño de Giralt Torrente cuelgan los cuadros inmensos de su padre junto a lienzos, grabados y collages de otros artistas y un pequeño miró, que éste regaló al escritor cuando tenía tres años. "Él me regaló el cuadro y yo, un dibujo de unos bomberos apagando un fuego", cuenta Giralt con su hijo en brazos. De la misma manera le sostenía a él su padre, en 1968, en la fotografía que ilustra la portada de Tiempo de vida. Giralt Torrente, hoy, con 42 años, y su padre, en aquella imagen, se parecen como dos gotas de agua. El tiempo ha colocado, entre los brazos del escritor, un hijo que se llama como su abuelo: Juan.

Meses antes de morir, su padre le dijo: "Fíjate bien en todo, que luego podrás usarlo". ¿Estaba ya en usted la idea de este libro?

No, en absoluto. Durante los dos años que cuidé a mi padre apenas escribí, apenas leí. Aparté lo que era mi vida. Él murió en febrero de 2007 y, un año después, cuando mi cuerpo pudo despegarse del duelo, llegó la escritura para narrar la historia y me encontré inmerso en una prolongación del duelo. Había intentado retomar la novela en la que estaba trabajando cuando mi padre enfermó, pero yo ya no era el mismo. Intenté empezar algo nuevo y también fracasé. Entonces empecé a escribir sobre mi padre, y me di cuenta de que era eso lo que quería. Al acabar Tiempo de vida, sentí alivio y felicidad, pero también la conciencia de haber terminado una etapa de mi vida. Mi padre no murió para mí hasta que finalicé el libro.

Es la primera vez que se adentra en la no ficción y lo primero que salta a la vista es la transformación radical de su estilo.

Mi principal afán era que no hubiese ningún artificio literario. Mi voluntad era ser respetuoso con la verdad de mi recuerdo, incluso allí donde yo no salía muy favorecido. Así que prescindí de mi estilo, fui afinando la voz y quitando vicios de escritor hasta crear un estilo despojado, el único posible para este libro. Me he sentido como un principiante en muchas ocasiones, pero también he disfrutado de la libertad de éste. Intenté evitar, desde el principio, el sentimentalismo al narrar los acontecimientos. El reto me liberó y me incentivó: la frase corta, la atomización del pensamiento, el recurso a la enumeración, la reflexión...

Parte esencial de la intensa y ambivalente relación con su padre es el nacimiento de su vocación como escritor.

Al apellidarme Torrente, existe sobre mí el estereotipo de que mi abuelo (Gonzalo Torrente Ballester) fue determinante para convertirme en escritor. No es así: fue una figura muy cercana, pero sólo me acerqué a él, como escritor, cuando yo ya escribía. Mi vocación tiene más que ver con mi padre pintor, aunque nunca se lo dije. Mi cuarto de juegos fue su estudio. Siempre me atrajo lo visual, aunque también me gustaban las palabras, pues mi madre es una gran narradora, y durante un tiempo simultaneé las dos 1 [2010-11-02]: http://www.elpais.com/articulo/portada/creo/literatura/terapeutica/elpepuculbab/20100515elpbabpor_12/Tes

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cosas: hacía collages y escribía. Luego me volqué en la literatura de una forma absolutamente adolescente, como un acto de rebeldía contra mi padre. Veo muchas cosas parecidas entre nosotros. Escribo de una forma muy pictórica: la forma en que crecen mis textos tiene un desarrollo más espacial que narrativo. Mi trabajo se parece al sondeo al que el pintor somete el lienzo. El arte, su arte, era el único terreno en el que no había riesgo de conflicto.

Una cita de Nietzsche abre el libro: "Contamos con el arte para que la verdad no nos destruya". ¿Echó de menos la ficción?

No. He trabajado sobre material de mi vida y no sobre material inventado, pero la forma de trabajar ha sido la misma que en mis dos novelas anteriores. Y he sufrido los mismos cambios anímicos que con ellas. Hay una relación muy profunda entre mi obra y el yo personal. Me identifico con lo que decía Matisse: "Yo no soy capaz de distinguir entre el sentimiento que tengo de la vida y la manera como lo traduzco". Tiempo de vida es un artefacto novelesco que narra de la mejor manera posible la historia que quería contar.

Tiempo de vida cuenta el cierre feliz de la relación con su padre, pero hasta el final cuestiona las reacciones, los gestos, los hechos al estar sometidos al plazo de la muerte. ¿Jamás se curan las heridas, las culpas pasadas?

Yo no creo en la literatura terapéutica. El libro no me ha hecho dejar atrás sentimientos dolorosos. Cuento mi verdad, pero abierto a buscar interpretaciones complementarias. En la vida nada tiene una sola explicación.

La muerte de su padre tuvo un efecto insospechado: "He perdido la rabia con la que antes escribía", dice en el libro. Usted, que se había hecho escritor de alguna manera contra él, compitiendo con él, llegó a dudar sobre su futuro.

Al comenzar Tiempo de vida constaté que había perdido la rabia, pero el libro mismo es la prueba de que no la necesito para escribir.

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Tiempo de vida

Toda narración, incluso aquella que pretende imitar la vida, es una ficción. Un artificio. El escritor sale al mundo y lo que nos devuelve es una visión de la vida, no la vida. Partiendo de esta premisa, Marcos Giralt Torrente se enfrenta en este relato real a un tema universal: la muerte del padre. A partir del dolor por la pérdida, reconstruye la relación con su padre, el tiempo de vida que compartió con él, con asombroso afán de fidelidad.

Sin eludir las zonas de penumbra pero sin regodearse en ellas, sorteando con equilibrio cualquier exceso. De esa forma, con ayuda de una prosa concisa, la propia experiencia se transforme en experiencia de todos. El resultado es un libro absolutamente conmovedor que abraza y golpea a un tiempo. Ni un homenaje ni un ajuste de cuentas. Un intento de comprender la relación más compleja que cabe entre dos personas. El retrato de un padre y un hijo. Un inventario de vida en el que casi nada se calla y en el que, por eso, aparece la vida tal y como es: con sus tristezas y encrucijadas pero también con sus jubilosos descubrimientos.

Marcos Giralt Torrente ha escrito un gran libro. Una confesión valiente y hermosa que, estamos seguros, dará que hablar.

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Sobre este libro... 2

Diríase que esta narración es como un cuadro. En el centro están los dos personajes principales, el pintor Juan Giralt y el escritor Marcos Giralt Torrente, padre e hijo, y en torno a ellos todo lo que de un modo u otro ha influido en sus vidas y en la relación entre ambos. También puede decirse que está escrita a pinceladas.Tras la lectura de este libro la impresión más fuerte que queda es que Juan Giralt necesitó a su hijo desde el momento en que éste nació. Alguien lo sabía.

También queda otra idea y es que Juan Giralt se sabía, o se creía, dotado para la pintura; sin embargo, tuvo baches larguísimos que lo dejaron fuera de juego, interrumpiendo su progreso. Tal vez, si hubiera podido tener una relación más estable con el hijo, y éste no tiene ninguna culpa de que no fuera así, su relación con la pintura no hubiera sufrido esas alteraciones. Hay algo que le hubiera gustado saber al padre y es que su hijo, el autor del libro, piensa que si hubiera convivido con él toda la vida, en lugar de novelista hubiera sido pintor como él. Añora aquel cuarto de juegos, el mejor que tuvo nunca, que fue el estudio en el que pintaba su padre. De mayor quiso imitarle y al haber vivido lejos de la pintura trasladó la vocación a la escritura, como un sustitutivo.

La vida de las personas y las relaciones entre ellas están sujetas a muchos avatares, a menudo incontrolables, de modo que poco se puede hacer, salvo adaptarse a las circunstancias, capear el temporal del mejor modo posible y salir indemne moralmente del envite. Para el autor, escribir este libro debe de haber sido muy difícil, no porque no supiera qué poner, pues ha sabido explicar perfectamente los sentimientos de los dos a lo largo del tiempo, sino sobre todo por la carga de emotividad que lleva. Habrá que esperar que esta confesión filial sirva para que el padre logre tras su muerte el reconocimiento que mereció en vida.

Vicente Torres

2 [2010-11-02]: http://blogs.periodistadigital.com/libros.php/2010/06/06/-tiempo-de-vida-de-marcos-giralt-torrent

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Marcos Giralt Torrente. Un diálogo3

Nacido en Madrid en 1968, nieto de Gonzalo Torrente Ballester e hijo del pintor Juan Giralt, acaba de publicar un impresionante y elegíaco homenaje a su padre, ‘Tiempo de vida’ (Anagrama), que se presentaba ayer en Los Portadores de Sueños, con Ismael Grasa. “El año en que mi padre enfermó publiqué una novela en la que lo mataba”. Así empieza ‘Tiempo de vida’. ¿Se ha arrepentido alguna vez de escribir eso o, sencillamente, te dio mala espina?

Un amigo escritor al que frecuenté en una época ya pasada me decía que hay que tener cuidado con lo que se escribe porque tarde o temprano sucede. Lo tuve muy presente mientras escribía ‘Los seres felices’ (Anagrama) y aún así maté al padre de la novela. Evidentemente fue una necesidad estructural lo que me llevó a ello, y no ninguna suerte de siniestro conjuro, pero la prueba de que dejó alguna huella en mí es que necesité dejar constancia por escrito cuando empecé a tejer el manuscrito que luego sería ‘Tiempo de vida’.

¿Por qué sólo le era posible escribir sobre tu padre, tras ‘Los seres felices’?

Mi literatura, aunque desde la ficción, siempre ha estado muy ligada a mis preocupaciones vitales. Es normal, por tanto, que una experiencia tan radical como la muerte del padre necesitara interiorizarla mediante la escritura.

Habla una y otra vez del resentimiento, del rencor. ¿Cómo han condicionado su propia vida y tu escritura?

Absolutamente. Sin esa experiencia no sería ni la persona que soy ni el escritor que soy. No sé cómo sería, ni siquiera sé si sería también escritor, pero estoy seguro de que sería distinto.

Habla de un enfado perpetuo con su padre. ¿De dónde nace, qué es lo que no podía perdonarle?

Supongo que la ausencia. Haber pasado, en mi primerísimo infancia, de un trato cotidiano con él más allá de lo que suele ser habitual, pues era pintor y trabajaba en casa, y mi cuarto de juegos era su estudio, a no tenerlo, a no poder disponer de él en momentos cruciales y tener la sensación, supongo que no siempre justa, de que me postergaba.

¿Cómo era su padre?

Era una persona tremendamente atractiva, con duende, a quien le gustaba disfrutar y era capaz de encontrar motivos de disfrute en cosas muy diversas, en una comida de tasca y en una tabla renacentista. Culta en el sentido más amplio de la palabra, el que comprende la alta cultura pero también lo que desdeñosamente se llama cultura popular.

3 [2010-11-02]: http://antoncastro.blogia.com/2010/051902-marcos-giralt-torrente-un-dialogo.php

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Y también enfermizamente sensible, que no supo, quizá por su exceso de sensibilidad, lidiar con las partes más sucias e incómodas de la vida. Que no supo defenderse.

¿Qué le dejó en herencia?

Cosas buenas y malas. Entre las primeras, la falta de prejuicios, la curiosidad, el disfrute con la belleza en todas sus formas. Entre las segundas, la principal, una tendencia a la insatisfacción que puede ser muy fértil en términos artísticos pero que es también muy destructiva si dejas que invada todos tus días. Creo que nos parecemos mucho, en efecto. En ello influye tanto la genética como el desencuentro entre nosotros. Al no poder disponer cotidianamente de él, a la vez que me rebelaba en su contra, me dediqué a observarlo y sin darme cuenta puede que hiciera mías buena parte de sus actitudes. Lo imitaba inconscientemente.

Hay una frase que insiste en ello: “Nuestra oscuridad es parecida, pero la luz nos viene de lugares diversos”.

Su luz era un hedonismo y un talento mayores que los míos. La mía es mi mayor fortaleza y que estoy menos solo.

Este también es un libro sobre la fragilidad y los secretos de familia. Hay otra frase que parece englobarles a usted, a su madre y a su padre: “¿Qué va a ser de mí?”Esa frase, “¿qué va a ser de mí?”, es la expresión de mi desconcierto en un momento de mi vida en el que me quedo sin asideros. Para un hijo único como soy yo, la única familia son los padres y, si estos fallan, nos quedamos sin recursos. Me he criado en un ambiente burgués, con libros, con discos, con obras de arte a mi alrededor, pero con la fragilidad económica de la bohemia tradicional. Todo podía cambiar de un día para otro. De pronto nos quedábamos sin dinero y había que malvender los libros, los cuadros o lo que tuviéramos. Por ser hijo único, y no tener la pantalla protectora de otros hermanos, fui desde demasiado pronto consciente de esa fragilidad y por momentos me traumatizó.

¿Cómo fueron esos meses del reencuentro?

Estuvieron llenos de dolor, pero también, aunque parezca mentira, de muchos instantes de felicidad. Y en lo más prosaico y egoísta me dieron la posibilidad de demostrar, a través de mi entrega, que todas mis quejas pasadas no estaban mediatizadas por el interés. Que, aunque mi padre me hubiera faltado en momentos cruciales, era capaz de estar a su lado sin rencores en el momento más difícil de su vida. Lo importante es que para que eso se produjera era necesario que él correspondiera a mi esfuerzo con un esfuerzo parecido y lo cierto es que lo hizo. Los dos ganamos, nos ganamos el uno al otro, pero a costa de no pocos sacrificios.

¿Podríamos decir que ‘Tiempo de vida’ es la consumación de una frase que se repite varias veces: “Tu padre vive ahora en ti”?

Esa frase me la dijo al poco de morir mi padre Francisco Calvo Serraller, el crítico de arte, a quien tengo en gran estima, y, como digo en el libro, en un principio no me la creí, pero ahora veo que es así. Mi padre vive en mí y en quienes lo conocieron y en su obra. Esa es la única posteridad en la que un agnóstico como yo puede creer.

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¿‘Tiempo de vida’ es la crónica de un exorcismo, de un desahogo, el encuentro decisivo con un padre escurridizo, una elegía?

Es la crónica de un reencuentro que parecía que jamás se produciría, de una reconciliación a través del dolor y del amor. Los dos tuvimos que poner de nuestra parte para que se produjera. Gracias a eso nos salvamos. El libro tiene muchos temas, más allá de la relación padre e hijo: habla de la enfermedad, del desamparo, de la felicidad y de la construcción de un escritor que parece vivir en el alambre.

Sí. Me sorprende ese olvido por parte de muchos. En realidad, más que un libro sobre mi padre, es un libro sobre los dos en el que yo me expongo mucho más de lo que lo expongo a él. Aparecen mis miedos, mis inseguridades, la génesis de mi material literario, mis dificultades económicas, mis dudas acerca de mi profesión...

Marcos Giralt Torrente en la Red de Lectura Pública de Euskadi

Dickens, Charles (1812-1870)Historia de dos ciudades / Charles Dickens ; prólogo de Marcos Giralt Torrente ; traducción de Salvador Bordoy Luque

(2003)

Giralt Torrente, Marcos (1968-) Entiéndame / Marcos Giralt Torrente (1995)

Giralt Torrente, Marcos (1968-) París / Marcos Giralt Torrente (1999)

Giralt Torrente, Marcos (1968-) Los seres felices / Marcos Giralt Torrente (2005)

Giralt Torrente, Marcos (1968-) Tiempo de vida / Marcos Giralt Torrente (2010)

Sarró, Miguel

Pinturas de guerra: dibujantes antifascistas en la Guerra Civil española / Miguel Sarró "Mutis"; prólogo innecesario Marcos Giralt Torrente; divagaciones sobre la piel de toro Eduardo Pons Prades

(2005

Up de Graff, Fritz W.Cazadores de cabezas del Amazonas / Fritz W. Up de Graff ; prólogo de Marcos Giralt Torrente ; [traducido del inglés por Julia Héctor de Zavalla]

(2006)