TEXTOS BOURDIEU en el corazón - ICSO · 2013-08-21 · Estado en el Collège de France acaba de...

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¿Cómo conoció usted a Pierre Bourdieu? Conocí a Bourdieu en una conferencia pública que daba sobre “Cuestiones políticas”, una tarde gris de noviembre de 1980 en la École Polytechnique. Tras la confe- rencia, que me pareció densa y abstrusa, el debate se pro- longó en la cafetería con un grupo de estudiantes hasta el amanecer. Ahí, Bourdieu di- seccionó con una maestría de cirujano las relaciones subte- rráneas entre política y socie- dad en Francia, en vísperas de las elecciones de 1981. Fue co- mo una iluminación para mí y en seguida me dije: “Si esto es la sociología, es lo que quiero hacer”. Así que me matriculé en un curso de sociología en Nanterre y comencé a “hacer novillos” en la École des HEC [escuela de economía] para poder asistir a sus clases en el Collège de France, al final de las cuales solía apostarme pa- ra esperarle pacientemente y asaltarle con preguntas. Tomamos la costumbre de ir andando y charlando juntos hasta su casa. Eran como unas fabulosas clases particu- lares para un aprendiz de so- ciólogo como yo. ¿Qué representaba entonces para usted, frente a otros “grandes” de las ciencias so- ciales como Lévi-Strauss, Foucault y Derrida? Bourdieu ya era el famoso au- tor de Esquisse d’une théorie de la pratique (1972) [Esbozo de una teoría de la práctica] que, en su afán por captar la actividad cotidiana de las per- sonas en situación, desafiaba el estructuralismo mentalista de Lévi-Strauss; pero era tam- bién autor de La distinción, Taurus, 2002, que rechazaba la visión filosófica del gusto defendida por Derrida, reve- lando que nuestras preferen- cias más íntimas están marca- das por nuestra posición y tra- yectoria sociales. Pero, por aquel entonces, yo no comparaba a Bourdieu con los otros grandes pensadores de la época, para empezar porque yo carecía de grandes ambiciones intelectuales, y también porque se trataba de una persona muy accesible, cálida y cercana. Yo le veía más bien como el director de orquesta de la revista Actes de la recherche en sciences socia- les [Actas de la investigación en ciencias sociales], a la cual me suscribí, a pesar de que me costaba mucho leerla. Actes es una revista única, pues intro- duce a sus lectores en la “coci- na” de las ciencias sociales: permite conocer el proceso de producción del objeto socio- lógico, subvirtiendo el “senti- do común”. Para toda una ge- neración de investigadores, la mejor manera de conocer a Bourdieu ha consistido en le- er esta revista, que él fundó y dirigió durante un cuarto de siglo. Otros, en cambio, han descubierto su pensamiento a través de los breves ensayos de la colección “Raison d’a- gir” [“Razones para actuar”], que lanzó en 1996. ¿Qué adjetivos escogerías pa- ra caracterizar su sociología? Bourdieu es un sociólogo enciclopédico. Ha publicado treinta libros y cerca de 400 ar- tículos, abordando los temas más variados: desde el paren- tesco en la sociedad rural has- ta la ciencia, pasando por la escuela, las clases sociales, la cultura y los intelectuales, el derecho y la religión, la domi- nacion masculina, la econo- mía y el Estado, y un intermi- nable etcétera. Pero bajo esta desconcertante ebullición de objetos empíricos se oculta un pequeño número de princi- pios y conceptos que aportan a su obra una unidad y una co- herencia pasmosas. Bourdieu desarrolla una ciencia de la práctica humana que aporta una crítica de la do- minación en todas sus formas: de clase, étnica, de género, na- cional, burocrática, etc. Se tra- ta de un ciencia antidualista, agonística y reflexiva. Antidualista porque desentra- ña las antinomias heredadas de la filosofía y sociología clá- sicas, entre cuerpo y alma, in- dividual y colectivo, material y simbólico; y fusiona la inter- pretación (que indaga las ra- zones) con la explicación (que detecta las causas), así como los niveles de análisis micro y macro. Se trata de una socio- logía agonística en el sentido que plantea que todos los uni- versos sociales, incluso los aparentemente más concilia- dores, como la familia o el ar- te, son en realidad espacios de infinitas luchas multiformes. Y, para terminar, la sociología de Bourdieu se distingue de las otras corrientes, y notable- mente de aquella de los pa- dres fundadores -Marx, Durkheim y Weber-, en que actúa de manera reflexiva, es decir: el sociólogo está obli- gado a dirigir sus instrumen- tos de análisis también hacia sí mismo, esforzándose así por conjurar las determinacio- nes sociales que también pe- san sobre él, como ser social y como productor cultural. ¿Cuáles son los conceptos distintivos que forman el meollo de su teoría? Para Bourdieu, la acción his- tórica existe bajo dos formas, encarnada e institucionaliza- da, sedimentada en los cuer- pos y en las cosas. Por un la- do, se “subjetiviza” depositán- dose en lo más hondo de los individuos, bajo la forma de categorías de percepción y de apreciación, de conjuntos de disposiciones duraderas que él denomina habitus. Por otro lado, se “objetiviza” en distri- buciones eficientes de recur- sos, que Bourdieu captura mediante la noción de capital, y en microcosmos dotados de una lógica de funcionamiento específico que Bourdieu de- nomina campos (político, jurí- dico, artístico, etc.). Su sociología se esfuerza por dilucidar la dialéctica de la historia hecha cuerpo y de la historia hecha cosa, del ha- bitus y del campo, que nos conduce al meollo del miste- rio de la vida social. Pues si las estructuras mentales (del ha- bitus) y las estructuras socia- les (del campo) se interpelan, se responden y se correspon- den, es porque están relacio- nadas mediante un vínculo ge- nético y recursivo: la sociedad modela las disposiciones, las maneras de ser, de sentir, de pensar y de actuar propias de una categoría de individuos; y dichas disposiciones guían las acciones mediante las cuales estos mismos individuos dan, a su vez, forma a la sociedad. A esto hay que añadir la idea-fuerza de la pluralidad y versatilidad de los tipos de ca- pital: en las sociedades con- temporáneas, las desigualda- des no sólo están determina- das por el capital económico (patrimonio, ingresos), sino también por el capital cultural (títulos académicos), el capital social (relaciones útiles) y el capital simbólico (prestigio, reconocimiento). Sumando todo esto, obtenemos la rece- ta de una sociología agonísti- ca, flexible y dinámica, adecuada para indagar en las luchas materiales y simbóli- cas, al hilo de las cuales se produce la historia. ¿Cómo hay que interpretar la implicación política de Bourdieu, especialmente en 1995? En realidad, la “implicación” política de Bourdieu se remon- ta a sus trabajos de juventud durante la crisis de Argelia. Como buen retoño de la École Normale Supérieure, pasó de la filosofía a la antropología, es decir, de la reflexión pura a la investigación empírica, pa- ra asimilar el impacto emocio- nal de esa horrible guerra y para aportar una visión clínica de un proceso de descoloniza- ción que hizo que la República se tambaleara. Hacer ciencia social siem- pre ha sido para Bourdieu una forma de contribuir al debate cívico. Sus principales libros abordan y reformulan algunas de las grandes cuestiones so- ciopolíticas de cada momento: esto es cierto en La reproduc- ción: elementos para una teo- ría del sistema de enseñanza, Popular, 2001, que saca a la luz crítica el mito de la “escue- la liberadora”; así como en La Noblesse d’État [La nobleza de Estado] (1989), que des- monta los mecanismos de le- gitimación de la dominación tecnocrática; y es igualmente cierto, evidentemente, en la encuesta colectiva sobre La Misère du monde (1993) [La miseria del mundo, Akal, 1999], que aparece dos años antes de su famoso discurso en la estación de Lyon, cuan- do las manifestaciones de di- ciembre de 1995. Lo que cambia a lo largo del tiempo es la manera de manifestarse de su implica- ción cívica. Al comienzo, ésta queda totalmente sublimada en su labor científica. Pero, con el tiempo, va adoptando una forma más pública que desemboca en actuaciones concretas visibles para el gran público; y esto por dos razones: Bourdieu ha cam- biado, ha madurado y ha ad- quirido una notable autori- dad científica; comprendía cada vez mejor el funciona- miento de los campos polí- tico y mediático, y por lo tanto, era capaz de mane- jarlos mejor. Pero también el mundo ha cambiado: la dictadura de mercado ame- naza directamente las con- quistas sociales de las lu- chas democráticas, por lo que resulta cada vez más ur- gente intervenir. Lo que no había cambiado era su devo- radora pasión por la investi- gación y su devoción hacia la ciencia, que defendía con uñas y dientes contra la intrusión de la “filosofía de Reader’s Digest” y contra el irraciona- lismo de las corrientes autode- nominadas posmodernas. ¿Qué diferencias nota usted en la acogida de su trabajo en Francia y en EE UU? En el extranjero se suele leer a Bourdieu sin interferencias po- líticas ni mediáticas, como un autor clásico que ha elaborado poderosos e innovadores ins- trumentos para pensar las sociedades contemporáneas, así como una gran figura de acción intelectual, en la estela de Zola, Sartre y Foucault. En la jaula de grillos parisina, en cambio, los prejuicios son te- naces y siempre hay quienes, incluso a título póstumo, pro- siguen sus pequeñas guerras sectarias de clanes académi- cos y que, con Bourdieu aún en vida, ya acogían sus obras con jarros de agua fría. Es una pe- na por Francia... En sus investigaciones, ¿qué retoma usted más directa- mente de Bourdieu? Doy continuidad a sus ense- ñanzas en tres terrenos: el cuerpo, el gueto y el Estado penal. En Entre las cuerdas: cuadernos etnográficos de un aprendiz de boxeador (Alianza, 2004) pongo a prue- ba, por partida doble, el con- cepto de habitus. Primero, co- mo objeto empírico, desme- nuzando el proceso de en- samblaje de los esquemas mentales, las habilidades ci- néticas y los deseos que, una vez sumados, hacen de al- guien un boxeador compe- tente y apetente. En segun- do lugar, como método de investigación: he adquirido el habitus pugilístico me- diante un aprendizaje de tres años en un gimnasio de un gueto negro de Chicago, con el objetivo de señalar la vía de una sociología encar- nada que considera el cuer- po no como un obstáculo pa- ra el conocimiento, sino al contrario, como un vector de su producción. En el frente de las desigual- dades étnicas y urbanas, mi li- bro Los condenados de la ciu- dad: gueto, periferias, Estado (Siglo XXI, 2007) aplica los es- quemas bourdieusianos para mostrar cómo el Estado, me- diante su estructura y políti- cas, modela las formas adoptadas por la marginali- dad urbana al filo del nue- vo siglo: el hipergueto en Estados Unidos y el anti- gueto en Francia y en Europa occidental. Finalmente, mis investiga- ciones sobre la difusión pla- netaria de la temática secu- ritaria de la “tolerancia cero”, resumidas en Las cárceles de la miseria (Alianza, 2001) de- muestran que el retorno de la prisión señala el advenimiento de un nuevo modo de regula- ción de la pobreza que alía la “mano invisible” del mercado laboral desregulado con el “puño de hierro” de un apara- to penal intrusivo e hiperacti- vo. El neoliberalismo supone menos Estado social, pero más Estado penal. Y, por el contrario, ¿cuáles de las aportaciones de Bourdieu resultan menos útiles y actuales? El postulado sobre que existe una estrecha correspondencia entre las oportunidades objeti- vas y las aspiraciones subjeti- vas ya no es tan válido hoy en día, con la universalización de la escolarización secundaria y el desbaratamiento generali- zado de las estrategias de re- producción de las clases popu- lares. El marco nacional en el cual Bourdieu elaboró sus in- vestigaciones debe ser amplia- do y enriquecido mediante un análisis de los fenómenos transnacionales, para los cua- les aporta, no obstante, los instrumentos conceptuales esenciales. Como con cual- quier teoría, también hay que someter a prueba los postula- dos de la sociología bourdieu- siana hasta alcanzar su punto de ruptura. Bourdieu hubiera sido el primero en animarnos a hacer tal cosa. El curso de Bourdieu sobre el Estado en el Collège de France acaba de ser publica- do bajo el título Sur l’État [Sobre el Estado]. ¿Qué nue- vas aportaciones supone para el conjunto de su obra y para el debate democrático? En cuanto a la forma, esta pri- mera gran edición póstuma nos permite descubrir a Bourdieu como un pedagogo en acción, abriendo huella a tientas hacia el “monstruo frío” denunciado por Nietzsche, con el que estamos tan familiarizados que ya ni nos damos cuenta de su cada vez más invisible existencia. Al aclarar por qué plantea los problemas como los plantea (partiendo de acciones apa- rentemente banales, como re- llenar un formulario adminis- trativo o firmar un certificado de enfermedad), al señalar las trampas que esquiva, al no di- simular sus tanteos, sus dudas, sus angustias incluso, nos in- vita a entrar en su laboratorio y nos ofrece una propedéutica sociológica en acción. En cuanto al fondo, Bourdieu renueva de cabo a rabo la teoría del Estado, ca- racterizándolo como el “Banco Central” del capital simbólico: la instancia que monopoliza no sólo el uso legítimo de la violencia física, mediante la policía y el ejército (como ya propuso antaño Max Weber), sino también el uso de la “vio- lencia simbólica”, es decir, la capacidad para inculcar las ca- tegorías y asignar las identi- dades, sobre todo a través de la educación y del derecho, monopolizando así el poder de verificación del mundo. Este libro propone una relectura de la invención histórica –que no deja, a fin de cuentas, de resul- tar sorprendente–, al hilo de la cual la “casa del Rey”, que se basa en la apropiación privada del poder y que se reproduce por la vía dinástica, se ha ido mudando paulatinamente en “razón de Estado”, que se basa en títulos académicos y que se reproduce por la vía burocráti- ca. El Estado emerge así como una institución bifronte: por un lado, constituye el vector de desvío de lo universal en pro- vecho de sus constructores y conductores y, por otro lado, el medio posible para lograr el progreso de lo universal y, por lo tanto, de la justicia. ¿Qué pensaría Bourdieu de la crisis económica que su- fre actualmente Europa y que precisamente amenaza a su modelo de Estado regu- lador y protector? Con su perspectiva a largo pla- zo, Sur l’État ofrece precisa- mente unas herramientas preciosas para comprender mejor los argumentos y resul- tados de las luchas políticas provocadas por la crisis finan- ciera y monetaria que sacude ahora todo el planeta. Nos re- cuerda que son los Estados quienes construyen los merca- dos y que, por lo tanto, pueden ponerles coto, a poco que los responsables políticos tengan la voluntad colectiva de hacer- lo. Sugiere que los enunciados aparentemente expertos con los que se arropa el orden eco- nómico establecido (como las evaluaciones de las agencias de rating) no son sino pulsos simbólicos que no reposan más que en la fe colectiva que les quiera conceder quienes a ellos se pliegan (empezando por los medios de comunica- ción dominantes). Conviene releer, a este respecto, el capí- tulo de su breve libro Contre- feux (1998), Anagrama, 1999, subtitulado Propósitos al servi- cio de la resistencia contra la invasión neoliberal, en el cual Bourdieu vapulea lo que deno- mina “el pensamiento Tietmeyer” (nombre del por aquel entonces director del Bundesbank), convertido des- de entonces en el “pensamien- to Trichet” y ahora en el “pensamiento Draghi”, que presenta al imperio de las fi- nanzas como un estado de co- sas ineluctable cuando, en el fondo, es totalmente arbitrario y sólo perdura debido a la ser- vidumbre voluntaria de los di- rigentes políticos. ¿Con qué hay que quedarse finalmente de Bourdieu y qué echa usted más de menos desde su desaparición? A título personal, sus telefona- zos a las dos de la madrugada en Berkeley, que solían arran- car a menudo con un punto de ansiedad y que finalizaban in- variablemente en carcajadas, lo que me ponía las pilas de verdad. Los desayunos en su minúscula cocina en los que to- do se entremezclaba: trabajo, debate político, consejos vita- les; todo siempre bajo el pris- ma sociológico. Ya que, aun- que él mismo lo niegue en La Sociologie est un sport de com- bat, 2001, la película que Pierre Carles le ha consagrado, Bourdieu nunca se quitaba las lentes científicas. Pero el autor de Sens pra- tique (1980) [El sentido prác- tico, Siglo XXI, 2007] sigue presente y vivo a través de to- das las investigaciones im- pulsadas por su pensamiento en todo el mundo. Bourdieu es ya el nombre de una em- presa colectiva de investiga- ción que atraviesa las fronte- ras de las disciplinas y países para alimentar a unas cien- cias sociales rigurosas, críti- cas con el orden establecido y preocupadas por ampliar el espectro de las posibilidades históricas. // * Texto cedido a DIAGONAL por Loïc Wacquant para su pu- blicación en el Estado español. Traducción: Aeiou traductores. BOURDIEU en el corazón Charla con Loïc Wacquant “Bourdieu desarrolla una ciencia que aporta una crítica de la dominación en todas sus formas” “Íbamos charlando juntos hasta su casa. Eran clases para un aprendiz de sociólogo como yo” “La nueva forma de regular la pobreza alía la desregulación laboral y un aparato penal intrusivo” “Doy continuidad a sus enseñanzas en tres terrenos: el cuerpo, el gueto y el Estado penal” “La ‘implicación’ política de Bourdieu se remonta a sus trabajos durante la crisis de Argelia” “El sociólogo está obligado a dirigir sus instrumentos de análisis también hacia sí mismo” “El imperio de las finanzas sólo perdura debido a la sevidumbre voluntaria de los dirigentes políticos” “Bourdieu renueva la teoría del Estado, caracterizándolo como el ‘Banco Central’ del capital simbólico” 16.02.12_29.02.12 05 04 DIAGONALCULTURAS.168 TEXTOS Loïc Wacquant es profesor en la Universidad de California, en Berkeley, e investigador en el Centre Européen de Sociologie et de Science Politique, en París. Sus investigaciones versan sobre marginalidad urbana, la dominación étnico-racial, el Estado penal, la política de la razón y la teoría sociológica, y han sido traducidas a una quincena de lenguas. Entre sus obras se incluyen Castigar a los pobres. El Gobierno neoliberal de la inseguridad social (Gedisa, 2009), Los condenados de la ciudad: gueto, periferias, Estado (Siglo XXI, 2007) o Entre las cuerdas: cuadernos etnográficos de un aprendiz de boxeador (Alianza, 2004). En esta ocasión, Wacquant se entrevista a sí mismo con motivo del décimo aniversario del fallecimiento de su amigo, el sociólogo Pierre Bourdieu. CARLOS VELASCO

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¿CómoconocióustedaPierreBourdieu?Conocí a Bourdieu en unaconferencia pública que dabasobre “Cuestiones políticas”,una tarde gris de noviembrede 1980 en la ÉcolePolytechnique. Tras la confe-rencia, que me pareció densay abstrusa, el debate se pro-longó en la cafetería con ungrupo de estudiantes hasta elamanecer. Ahí, Bourdieu di-seccionó con una maestría decirujano las relaciones subte-rráneas entre política y socie-dad en Francia, en vísperas delas elecciones de 1981. Fue co-mo una iluminación paramí yen seguidame dije: “Si esto esla sociología, es lo que quierohacer”. Así que me matriculéen un curso de sociología enNanterre y comencé a “hacernovillos” en la École des HEC[escuela de economía] parapoder asistir a sus clases en elCollège de France, al final delas cuales solía apostarme pa-ra esperarle pacientemente yasaltarle con preguntas.Tomamos la costumbre de irandando y charlando juntoshasta su casa. Eran comounas fabulosas clases particu-lares para un aprendiz de so-ciólogo como yo.

¿Qué representaba entoncespara usted, frente a otros“grandes” de las ciencias so-ciales como Lévi-Strauss,Foucault y Derrida?Bourdieu ya era el famoso au-tor de Esquisse d’une théoriede la pratique (1972) [Esbozode una teoría de la práctica]que, en su afán por captar laactividad cotidiana de las per-sonas en situación, desafiabael estructuralismo mentalistade Lévi-Strauss; pero era tam-bién autor de La distinción,Taurus, 2002, que rechazabala visión filosófica del gustodefendida por Derrida, reve-lando que nuestras preferen-cias más íntimas estánmarca-das por nuestra posición y tra-yectoria sociales.Pero, por aquel entonces, yo

no comparaba a Bourdieu conlos otros grandes pensadoresde la época, para empezarporque yo carecía de grandesambiciones intelectuales, ytambién porque se trataba deuna persona muy accesible,cálida y cercana. Yo le veíamás bien como el director deorquesta de la revistaActes dela recherche en sciences socia-les [Actas de la investigaciónen ciencias sociales], a la cualme suscribí, a pesar dequemecostabamucho leerla.Actes esuna revista única, pues intro-duce a sus lectores en la “coci-na” de las ciencias sociales:permite conocer el proceso deproducción del objeto socio-lógico, subvirtiendo el “senti-do común”. Para toda una ge-neración de investigadores, lamejor manera de conocer aBourdieu ha consistido en le-er esta revista, que él fundó ydirigió durante un cuarto desiglo. Otros, en cambio, handescubierto su pensamiento através de los breves ensayosde la colección “Raison d’a-gir” [“Razones para actuar”],que lanzó en 1996.

¿Qué adjetivos escogerías pa-ra caracterizar su sociología?Bourdieu es un sociólogoenciclopédico. Ha publicadotreinta librosycercade400ar-tículos, abordando los temasmás variados: desde el paren-tesco en la sociedad rural has-ta la ciencia, pasando por laescuela, las clases sociales, lacultura y los intelectuales, elderecho y la religión, la domi-nacion masculina, la econo-mía y el Estado, y un intermi-nable etcétera. Pero bajo estadesconcertante ebullición deobjetos empíricos se oculta unpequeño número de princi-pios y conceptos que aportana su obra unaunidad yuna co-herencia pasmosas.Bourdieu desarrolla una

ciencia de la práctica humanaqueaportaunacríticade lado-minación en todas sus formas:de clase, étnica, de género, na-cional, burocrática, etc. Se tra-ta de un ciencia antidualista,

agonística y reflexiva.Antidualista porque desentra-ña las antinomias heredadasde la filosofía y sociología clá-sicas, entre cuerpo y alma, in-dividual y colectivo,material ysimbólico; y fusiona la inter-pretación (que indaga las ra-zones) con la explicación (quedetecta las causas), así comolos niveles de análisis micro ymacro. Se trata de una socio-logía agonística en el sentidoque plantea que todos los uni-versos sociales, incluso losaparentemente más concilia-dores, como la familia o el ar-te, son en realidad espacios deinfinitas luchas multiformes.Y, para terminar, la sociologíade Bourdieu se distingue delas otras corrientes, y notable-mente de aquella de los pa-dres fundadores -Marx,Durkheim y Weber-, en queactúa de manera reflexiva, esdecir: el sociólogo está obli-gado a dirigir sus instrumen-tos de análisis también haciasí mismo, esforzándose asípor conjurar lasdeterminacio-nes sociales que también pe-san sobre él, como ser social ycomo productor cultural.

¿Cuáles son los conceptosdistintivos que forman elmeollo de su teoría?Para Bourdieu, la acción his-tórica existe bajo dos formas,encarnada e institucionaliza-da, sedimentada en los cuer-pos y en las cosas. Por un la-do, se “subjetiviza” depositán-dose en lo más hondo de losindividuos, bajo la forma decategorías de percepción y deapreciación, de conjuntos dedisposiciones duraderas queél denomina habitus. Por otrolado, se “objetiviza” en distri-buciones eficientes de recur-sos, que Bourdieu captura

mediante la noción de capital,y en microcosmos dotados deuna lógica de funcionamientoespecífico que Bourdieu de-nomina campos (político, jurí-dico, artístico, etc.).Su sociología se esfuerza

por dilucidar la dialéctica dela historia hecha cuerpo y dela historia hecha cosa, del ha-bitus y del campo, que nosconduce al meollo del miste-rio de la vida social. Pues si lasestructuras mentales (del ha-bitus) y las estructuras socia-les (del campo) se interpelan,se responden y se correspon-den, es porque están relacio-nadasmedianteunvínculoge-nético y recursivo: la sociedadmodela las disposiciones, lasmaneras de ser, de sentir, depensar y de actuar propias deuna categoría de individuos; ydichas disposiciones guían lasacciones mediante las cuales

estos mismos individuos dan,a su vez, forma a la sociedad.A esto hay que añadir la

idea-fuerza de la pluralidad yversatilidad de los tipos de ca-pital: en las sociedades con-temporáneas, las desigualda-des no sólo están determina-das por el capital económico(patrimonio, ingresos), sinotambién por el capital cultural(títulos académicos), el capital

social (relaciones útiles) y elcapital simbólico (prestigio,reconocimiento). Sumandotodo esto, obtenemos la rece-ta de una sociología agonísti-ca, flexible y dinámica,adecuada para indagar en lasluchas materiales y simbóli-cas, al hilo de las cuales seproduce la historia.

¿Cómo hay que interpretar laimplicación política deBourdieu, especialmente en1995?En realidad, la “implicación”políticadeBourdieuse remon-ta a sus trabajos de juventuddurante la crisis de Argelia.Como buen retoño de la ÉcoleNormale Supérieure, pasó dela filosofía a la antropología,es decir, de la reflexión pura ala investigación empírica, pa-ra asimilar el impacto emocio-nal de esa horrible guerra ypara aportar una visión clínicade un proceso de descoloniza-ción quehizo que laRepúblicase tambaleara.Hacer ciencia social siem-

pre ha sido para Bourdieu unaforma de contribuir al debatecívico. Sus principales librosabordan y reformulan algunasde las grandes cuestiones so-ciopolíticas de cadamomento:esto es cierto en La reproduc-ción: elementos para una teo-ría del sistema de enseñanza,Popular, 2001, que saca a laluz crítica elmito de la “escue-la liberadora”; así como en LaNoblesse d’État [La noblezade Estado] (1989), que des-monta los mecanismos de le-gitimación de la dominacióntecnocrática; y es igualmentecierto, evidentemente, en laencuesta colectiva sobre LaMisère du monde (1993) [Lamiseria del mundo, Akal,1999], que aparece dos añosantes de su famoso discursoen la estación de Lyon, cuan-do las manifestaciones de di-ciembre de 1995.Lo que cambia a lo largo

del tiempo es la manera demanifestarse de su implica-ción cívica. Al comienzo, éstaqueda totalmente sublimadaen su labor científica. Pero,con el tiempo, va adoptandouna forma más pública quedesemboca en actuacionesconcretas visibles para elgran público; y esto por dosrazones: Bourdieu ha cam-biado,hamaduradoyhaad-quirido una notable autori-dad científica; comprendíacada vezmejor el funciona-miento de los campos polí-tico y mediático, y por lotanto, era capaz de mane-jarlos mejor. Pero tambiénel mundo ha cambiado: ladictadura de mercado ame-naza directamente las con-quistas sociales de las lu-chas democráticas, por loque resulta cada vez más ur-gente intervenir. Lo que nohabía cambiado era su devo-radora pasión por la investi-

gación y su devoción hacia laciencia, que defendía con uñasy dientes contra la intrusión dela “filosofía de Reader’sDigest” y contra el irraciona-lismo de las corrientes autode-nominadas posmodernas.

¿Qué diferencias nota usteden la acogida de su trabajo enFrancia y en EE UU?En el extranjero se suele leer aBourdieusin interferenciaspo-líticas ni mediáticas, como unautor clásico que ha elaboradopoderosos e innovadores ins-trumentos para pensar lassociedades contemporáneas,así como una gran figura deacción intelectual, en la estelade Zola, Sartre y Foucault. Enla jaula de grillos parisina, encambio, los prejuicios son te-naces y siempre hay quienes,incluso a título póstumo, pro-siguen sus pequeñas guerrassectarias de clanes académi-cosyque, conBourdieuaúnenvida, ya acogían sus obras conjarros de agua fría. Es una pe-na por Francia...

En sus investigaciones, ¿quéretoma usted más directa-mente de Bourdieu?Doy continuidad a sus ense-ñanzas en tres terrenos: elcuerpo, el gueto y el Estadopenal. En Entre las cuerdas:cuadernos etnográficos de unaprendiz de boxeador(Alianza, 2004) pongo a prue-ba, por partida doble, el con-cepto dehabitus. Primero, co-mo objeto empírico, desme-nuzando el proceso de en-samblaje de los esquemasmentales, las habilidades ci-néticas y los deseos que, unavez sumados, hacen de al-guien un boxeador compe-tente y apetente. En segun-do lugar, como método deinvestigación: he adquiridoel habitus pugilístico me-diante un aprendizaje detres años en un gimnasio deun gueto negro de Chicago,con el objetivo de señalar lavía de una sociología encar-nada que considera el cuer-po no como un obstáculo pa-ra el conocimiento, sino alcontrario, como un vector desu producción.En el frente de las desigual-

dades étnicas y urbanas, mi li-bro Los condenados de la ciu-dad: gueto, periferias, Estado(SigloXXI, 2007) aplica los es-quemas bourdieusianos paramostrar cómo el Estado, me-diante su estructura y políti-cas, modela las formasadoptadas por lamarginali-dad urbana al filo del nue-vo siglo: el hipergueto enEstados Unidos y el anti-gueto en Francia yen Europa occidental.Finalmente, mis investiga-ciones sobre la difusión pla-netaria de la temática secu-ritaria de la “tolerancia cero”,resumidas en Las cárceles dela miseria (Alianza, 2001) de-

muestran que el retorno de laprisión señala el advenimientode un nuevo modo de regula-ción de la pobreza que alía la“mano invisible” del mercadolaboral desregulado con el“puño de hierro” de un apara-to penal intrusivo e hiperacti-vo. El neoliberalismo suponemenosEstado social, peromásEstado penal.

Y, por el contrario, ¿cuálesde las aportaciones deBourdieu resultan menosútiles y actuales?El postulado sobre que existeuna estrecha correspondenciaentre las oportunidades objeti-vas y las aspiraciones subjeti-vas ya no es tan válido hoy endía, con la universalización dela escolarización secundaria yel desbaratamiento generali-zado de las estrategias de re-producción de las clases popu-lares. El marco nacional en elcual Bourdieu elaboró sus in-vestigaciones debe ser amplia-do y enriquecido mediante unanálisis de los fenómenostransnacionales, para los cua-les aporta, no obstante, losinstrumentos conceptualesesenciales. Como con cual-quier teoría, también hay quesometer a prueba los postula-dos de la sociología bourdieu-siana hasta alcanzar su puntode ruptura. Bourdieu hubierasido el primero en animarnosa hacer tal cosa.

El curso de Bourdieu sobre elEstado en el Collège deFrance acaba de ser publica-do bajo el título Sur l’État[Sobre el Estado]. ¿Qué nue-vas aportaciones supone parael conjunto de su obra y parael debate democrático?En cuanto a la forma, esta pri-mera gran edición póstuma

nos permite descubrir aBourdieu como un pedagogoen acción, abriendo huella atientas hacia el “monstruofrío” denunciado porNietzsche, con el que estamostan familiarizados que ya ninos damos cuenta de su cadavez más invisible existencia.Al aclarar por qué plantea losproblemas como los plantea(partiendo de acciones apa-rentemente banales, como re-llenar un formulario adminis-trativo o firmar un certificadode enfermedad), al señalar lastrampas que esquiva, al no di-simular sus tanteos, susdudas,sus angustias incluso, nos in-vita a entrar en su laboratorioy nos ofrece una propedéuticasociológica en acción.En cuanto al fondo,

Bourdieu renueva de cabo arabo la teoría del Estado, ca-racterizándolo como el “BancoCentral” del capital simbólico:

la instancia que monopolizano sólo el uso legítimo de laviolencia física, mediante lapolicía y el ejército (como yapropuso antaño Max Weber),sino también el uso de la “vio-lencia simbólica”, es decir, lacapacidadpara inculcar las ca-tegorías y asignar las identi-dades, sobre todo a través dela educación y del derecho,monopolizando así el poder de

verificación del mundo. Estelibro propone una relectura dela invención histórica –que nodeja, a fin de cuentas, de resul-tar sorprendente–, al hilo de lacual la “casa del Rey”, que sebasa en la apropiación privadadel poder y que se reproducepor la vía dinástica, se ha idomudando paulatinamente en“razón de Estado”, que se basaen títulos académicos y que sereproduce por la vía burocráti-ca. El Estado emerge así comouna institución bifronte: porun lado, constituye el vector dedesvío de lo universal en pro-vecho de sus constructores yconductores y, por otro lado,el medio posible para lograr elprogreso de lo universal y, porlo tanto, de la justicia.

¿Qué pensaría Bourdieu dela crisis económica que su-fre actualmente Europa yque precisamente amenazaa su modelo de Estado regu-lador y protector?Con su perspectiva a largo pla-zo, Sur l’État ofrece precisa-mente unas herramientaspreciosas para comprendermejor los argumentos y resul-tados de las luchas políticasprovocadas por la crisis finan-ciera y monetaria que sacudeahora todo el planeta. Nos re-cuerda que son los Estadosquienes construyen los merca-dos y que, por lo tanto, puedenponerles coto, a poco que losresponsables políticos tenganla voluntad colectiva de hacer-lo. Sugiere que los enunciadosaparentemente expertos conlos que se arropa el orden eco-nómico establecido (como lasevaluaciones de las agenciasde rating) no son sino pulsossimbólicos que no reposanmás que en la fe colectiva queles quiera conceder quienes aellos se pliegan (empezandopor los medios de comunica-ción dominantes). Convienereleer, a este respecto, el capí-tulo de su breve libro Contre-feux (1998), Anagrama, 1999,subtitulado Propósitos al servi-cio de la resistencia contra lainvasión neoliberal, en el cualBourdieu vapulea lo que deno-mina “el pensamientoTietmeyer” (nombre del poraquel entonces director delBundesbank), convertido des-de entonces en el “pensamien-to Trichet” y ahora en el“pensamiento Draghi”, quepresenta al imperio de las fi-nanzas como un estado de co-sas ineluctable cuando, en elfondo, es totalmente arbitrarioy sólo perdura debido a la ser-vidumbre voluntaria de los di-rigentes políticos.

¿Con qué hay que quedarsefinalmente de Bourdieu yqué echa usted más de menosdesde su desaparición?A título personal, sus telefona-zos a las dos de la madrugadaen Berkeley, que solían arran-car a menudo con un punto deansiedad y que finalizaban in-variablemente en carcajadas,lo que me ponía las pilas deverdad. Los desayunos en suminúscula cocina en los que to-do se entremezclaba: trabajo,debate político, consejos vita-les; todo siempre bajo el pris-ma sociológico. Ya que, aun-que él mismo lo niegue en LaSociologie est un sport de com-bat, 2001, la película que PierreCarles le ha consagrado,Bourdieu nunca se quitaba laslentes científicas.Pero el autor de Sens pra-

tique (1980) [El sentido prác-tico, Siglo XXI, 2007] siguepresente y vivo a través de to-das las investigaciones im-pulsadas por su pensamientoen todo el mundo. Bourdieues ya el nombre de una em-presa colectiva de investiga-ción que atraviesa las fronte-ras de las disciplinas y paísespara alimentar a unas cien-cias sociales rigurosas, críti-cas con el orden establecidoy preocupadas por ampliar elespectro de las posibilidadeshistóricas. //

* Texto cedido a DIAGONALpor LoïcWacquant para su pu-blicación en el Estado español.Traducción:Aeiou traductores.

BOURDIEUen el corazón

C h a r l a c o n L o ï c W a c q u a n t

“Bourdieu desarrollauna ciencia queaporta una críticade la dominaciónen todas sus formas”

“Íbamos charlandojuntos hasta su casa.Eran clases para unaprendiz desociólogo como yo”

“La nueva forma deregular la pobreza alíala desregulaciónlaboral y un aparatopenal intrusivo”

“Doy continuidada sus enseñanzasen tres terrenos:el cuerpo, el guetoy el Estado penal”

“La ‘implicación’política de Bourdieuse remonta a sustrabajos durantela crisis de Argelia”

“El sociólogo estáobligado a dirigirsus instrumentosde análisis tambiénhacia sí mismo”

“El imperio de lasfinanzas sólo perduradebido a la sevidumbrevoluntaria de losdirigentes políticos”

“Bourdieu renueva lateoría del Estado,caracterizándolo comoel ‘Banco Central’ delcapital simbólico”

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TEXTOS

Loïc Wacquant es profesor en la Universidad de California, en Berkeley, einvestigador en el Centre Européen de Sociologie et de Science Politique,en París. Sus investigaciones versan sobre marginalidad urbana, ladominación étnico-racial, el Estado penal, la política de la razón y la teoríasociológica, y han sido traducidas a una quincena de lenguas. Entre susobras se incluyen Castigar a los pobres. El Gobierno neoliberal de lainseguridad social (Gedisa, 2009), Los condenados de la ciudad: gueto,periferias, Estado (Siglo XXI, 2007) o Entre las cuerdas: cuadernos etnográficosde un aprendiz de boxeador (Alianza, 2004).

En esta ocasión, Wacquant se entrevista a sí mismo con motivo del décimoaniversario del fallecimiento de su amigo, el sociólogo Pierre Bourdieu.

CARL

OSVE

LASC

O